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LO FATAL

A René Pérez.

Dichoso el árbol que es apenas sensitivo,


y más la piedra dura, porque ésta ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.

Ser, y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,


y el temor de haber sido y un futuro terror...
Y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por la sombra y por

lo que no conocemos y apenas sospechamos,


y la carne que tienta con sus frescos racimos
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,
¡y no saber adónde vamos,
ni de dónde venimos...!

En cuanto a la estructura:

Es un soneto. El soneto es un poema de cuatro estrofas: dos de cuatro versos y dos más de
tres. El modernismo abre la posibilidad de hacer un pare de la métrica clásica. Rubén
Darío, aunque mantiene los cuartetos, no respeta el conteo silábico, ni el número de versos
de la última estrofa. Esto da la impresión de que no fuera un soneto, sino un poema
compuesto de tres estrofas: dos de cuatro versos, y una de cinco.

Hagamos la prueba. Tomemos el siguiente verso: y el temor de haber sido y un futuro


terror... Sin licencias métricas el verso tiene 17 sílabas (a los versos agudos se les suma una
sílaba de más). Con licencias métricas el verso consta de 13 sílabas. Ya vemos que tal
discordancia se entiende por las características del movimiento literario.

En cuanto a lo que narra y a lo que significa:

Habla de la muerte. Habla de la vida. Las contrapone. Es el grito del deseo de la muerte y
el miedo a morir. El yo poético toma como dichosa la piedra por no sentir, pues no hay
más martirio, más pesadumbre, que ser conscientes de la vida, del sentimiento de vivir.
Podría tomarse como un poema existencialista, pero entendido dentro de las
características del movimiento literario: El asco a la vida y una inmensa tristeza,
acompañada de angustia y de melancolía.

Es también el sufrimiento de la vida y el mal que hace pensar en la muerte. La


preocupación de que pronto todo va acabar, y ojalá acabe, pero ojalá no porque da miedo.
Sufrir por lo desconocido. El miedo viene de ahí: de lo desconocido, de donde también
viene el sufrimiento. Y la proximidad de la muerte, y el no querer morir por miedo, y el
querer morir por hastío. Y por último la oposición más clara: la incertidumbre de no saber
a dónde vamos y lo inexplicable de saber de dónde vinimos.
El Modernismo tiene muchas más características, que, para este análisis no eran
imprescindibles. Sin embargo, gran parte del movimiento literario se sintetiza aquí, en este
poema: En Lo fatal, lo fatal del tiempo y de la perspectiva de vida del hombre americano de
finales del siglo XIX.
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LOCALIZACIÓN

El poema pertenece al poeta nicaragüense Félix Rubén Darío Sarmiento (1867-1916), inspirador del movimiento poético de fines del XIX y
principios del XX, denominado Modernismo. En su producción poética distinguimos tres etapas, representadas por tres libros que
marcarán su trayectoria : Azul (1888), que marca un Modernismo preciosista y de mayor influencia francesa; Prosas profanas (1896),
culminación del Modernismo más exuberante y rotundo, con el triunfo de la polimetría, la sensualidad y musicalidad; y por último, Cantos
de vida y esperanza (1905), al que pertenece el poema que comentamos, evolucionando hacia una poesía más reflexiva y preocupada por
los temas hispánicos y existenciales, con un lenguaje más sobrio y menos preciosista que antes.

TEMA

Reflexión angustiada sobre el dolor de vivir y el sentido de la vida humana, en contraste con la certeza de la muerte.
La desazón existencial propia de la crisis finisecular es un tema típico del Modernismo.

ESTRUCTURA

a) ESTRUCTURA INTERNA:

El poema se divide en cuatro apartados:

1º) vv. 1-4: Se muestra el dolor del hombre por ser consciente, frente a los demás seres de la creación.
Formalmente, los verbos están en un presente intemporal.

2º) vv. 5-9: Se expresa la angustia ante la incertidumbre de la vida, en contraste con la certeza de la muerte. Predominan los infinitivos,
formas verbales que se proyectan a un futuro (incierto y angustioso).

3º) vv. 10-11: Aparecen los dos polos opuestos en la vida del hombre: la vida tentadora con sus placeres, y la muerte que nos espera como
supremo dolor. De nuevo, los verbos en presente intemporal.

4º) vv. 12-13: Expresión de la angustia existencial ya tratada, pero ahora sintetizada en los dos versos finales, de forma exclamativa.

b) EXTERNA:

Métricamente posee una estructura característica de la renovación modernista. Consta de tres estrofas: las dos primeras son serventesios de
versos alejandrinos de rima consonante y alterna (ABAB – CDCD), y la última es otro serventesio pero con la particularidad de que el último
verso, en vez de ser un alejandrino, se fragmenta en dos, un eneasílabo y un heptasílabo. El uso de alejandrinos y eneasílabos son
innovaciones modernistas. Se puede considerar también un soneto truncado: el último terceto se reduce a dos versos.

ANÁLISIS ESTILÍSTICO

En el primer apartado se manifiesta una actitud ante la vida pesimista, ya que esta supone para el hombre dolor. Dicho término se repite en
dos ocasiones en el verso 3, y se refuerza con el sustantivo pesadumbre. El dolor es consustancial con la existencia humana: el dolor se ser
vivo.

El título del poema Lo fatal nos advierte ya del sentido doloroso del poema.
Se hace una gradación entre los seres de la creación:
la piedra (no siente) ----------------- el árbol ( apenas sensitivo) ---------------------- el hombre (sensitivo y consciente)

Así, todos los seres de la creación, excepto el hombre, son dichosos. El hecho de ser consciente de ser vivo (es decir, su capacidad de
reflexión sobre el destino y el sentido de la vida) supone el mayor dolor.

Los apartados segundo y tercero son una enumeración de los males que suponen el vivir y que provocan la angustia existencial, siendo el
peor, la certeza de la muerte (v. 7 el espanto seguro de estar mañana muerto). Darío consigue mayor expresividad de sus sentimientos a
través de recursos, basados sobre todo en la repetición:

● Polisíndeton: cada elemento de la enumeración se coordina con la conjunción copulativa y al siguiente, como si la angustia del poeta
fuese en aumento.

● Antítesis: Por la vida / por la sombra (metáfora de la muerte). Este recurso se da a lo largo del poema, por lo que los ejemplos son varios:
sensitivo / ya no siente (vv. 1-2), frescos racimos / fúnebres ramos (vv. 10-11)…

● Gradación ascendente de términos que significan miedo, angustia: temor, terror, espanto (vv. 6-7) y que abarcan los tres tiempos:
presente (ser sin rumbo cierto), pasado (el temor de haber sido) y futuro (un futuro terror), lo que supone una angustia dolorosa.

El tercer apartado enlaza con lo anterior mediante un violento encabalgamiento que une el segundo serventesio con el tercero y que refleja
la brusquedad del ánimo del poeta. En este serventesio se nos muestran los dos polos opuestos de la vida humana: el impulso erótico vital
(la carne que tienta con sus frescos racimos) y la muerte ( la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos).
Para expresar esta oposición utiliza el paralelismo sintáctico, perfecto, y con el mismo ritmo acentual en los dos alejandrinos (acentos en 3ª,
6ª, 10ª y 13ª sílabas), y la antítesis (ya comentada).

El último apartado es una síntesis de toda la angustia existencial que nos ha mostrado el poeta en todos los versos anteriores. Los versos 12
y 13 se resaltan por adoptar una forma métrica diferente y por ser exclamativos; asimismo se utiliza el paralelismo y la antítesis de nuevo
para resumir la falta de sentido, de rumbo, de la existencia humana: ¡Y no saber adónde vamos / ni de dónde venimos!, detectada en
el uso de las interrogativas indirectas parciales.
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ntroducción

“Lo fatal” es un poema de Rubén Darío que pertenece al libro “Cantos de vida y esperanza”. En este libro se recapitula toda
su trayectoria poética (romántica, parnasiana, simbolismo…). Es por esto que tiene una línea más intimista y reflexiva, tal y
como se muestra en este poema dedicado al fallecimiento de René Pérez Mascayano, su amigo en París y chileno de
nacimiento. Debido a su temática y composición se puede categorizar como modernista, ya que los temas preferidos por
los poetas modernistas reflejaban el mundo intimista y subjetivo del autor, así como una atracción por lo original, insólito y
exótico. En líneas generales el modernismo fue un movimiento literario que abarcó desde 1880 a 1910. Se sitúa en la
época anterior a la Guerra Mundial, enlazado con una profunda crisis espiritual que afectaba a todas las clases sociales,
crisis que también afectó a Darío. A nivel estilístico podemos definirlo como un movimiento que busca el refinamiento en
la ornamentación y la fantasía en las formas, la búsqueda de la belleza a través de una renovación léxica, imágenes muy
plásticas y un espacio exótico y lejano. Darío es más modernista que nunca en los versos secos y amargos de “Lo fatal”. Es
debido a que, aunque abandona la característica estética modernista, alcanza su madurez como poeta; ya no compone
una poesía exótica y fantasiosa, ahora es una poesía angustiada y amarga. No obstante, en el poema aparecen elementos
característicos del modernismo, como la presencia de la naturaleza, la sinestesia e incluso tintes de erotismo, todo ello
evocado en el atardecer amargo del poeta.

Tema

El tema central del poema es la reflexión angustiada sobre el dolor de vivir producido por el dudoso sentido de la vida
humana, contrapuesto a la certeza de la muerte. El vacío de la existencia humana, el temor a la muerte, la ignorancia ante
el futuro… todo produce una amarga desolación indecible en el poeta que le lleva a una posición conformista. Medita
sobre estos temas debido a su pérdida de fe y ante las dudas respecto a su religión, por no encontrar en ella fundamentos
suficientemente sólidos. Es por eso que le sobreviene el miedo a lo desconocido e indeterminado del porvenir y de la
muerte. Y los placeres existentes parecen no frenar la insistente presencia de la muerte. No se pide permiso para nacer o
morir, ni se explica para qué está el hombre en este mundo.

Del verso primero al cuarto se muestra el dolor del hombre por ser consciente, frente a los demás seres vivos. Por su
comienzo (“dichoso el árbol que es apenas sentivo”) y por su temática se identifica con el tópico `beatus ille', feliz aquél
que se aparta del mundo para encontrar la soledad, junto con el tópico `contemptu mondi', menosprecio del mundo y de
la vida terrena que no son otra cosa que un valle de lágrimas y de dolor . Del quinto verso al noveno se expresa la angustia
ante la incertidumbre de la vida en relación con la certeza de la muerte, proyectadas en un futuro incierto y angustioso (“el
espanto seguro de estar mañana muerto”). Del décimo al undécimo aparecen los dos polos opuestos en la vida del
hombre: la vida tentadora con sus placeres (“carne que tienta”), y la muerte que nos espera como supremo dolor (“tumba
que aguarda”). Y finalmente del duodécimo al decimotercero se muestra la angustia existencial ya tratada, pero ahora
sintetizada en los dos versos finales de forma exclamativa (“¡y no saber adónde vamos ni de dónde venimos!”)

Fondo y forma. Justificación del carácter literario.

Como ya se ha mencionado se trata de un texto lírico. Son los más idóneos para la expresión subjetiva de sentimientos,
ayudados por la ausencia de espacios marco-temporales (la angustia de Darío no conoce limitaciones de lugar o tiempo). Y
lo habitual de este género es que se escriba en verso como ocurre con esta obra.

En este poema la rima es consonante en todo el poema, y la distribución de sus rimas es alterna como corresponde al
serventesio (ABAB - CDCD - EFEEF). Aunque los dos últimos versos presentan una irregularidad: en lugar de ser un
alejandrino, como en las estrofas anteriores, se fragmenta en dos versos, 1 eneasílabo (9 sílabas) y 1 heptasílabo (7 sílabas)
dando lugar a un serventesio truncado con la eliminación del verso del último terceto, probablemente con la
intencionalidad de transmitir y reforzar esa idea de fatalidad.
El ritmo está marcado por la escasez de verbos en favor de un gran números de sustantivos y adjetivos epítetos (“piedra
dura”) para remarcar aún más los sentimientos del autor. Además, los verbos se presentan en un infinitivo que evoca y
proyecta un futuro con gran fuerza y angustia existencial.

En cuanto a recursos estilístico, propios de este género literario, destaca la gradación:

La piedra (“no siente”) el árbol ( “apenas sensitivo”) el hombre (“sensitivo y consciente”)

Así, todos los seres vivos, excepto el hombre, son dichosos al vivir en la inconsciencia. El hecho de ser consciente, es decir,
su capacidad de reflexión sobre el destino o el azar y el sentido de la vida, supone el mayor dolor. También hay una
enumeración de los males que suponen el vivir y que provocan la angustia existencial, siendo el peor la certeza de la
muerte. A través de un polisíndeton reiterado en el que cada elemento de la enumeración se coordina con la conjunción
copulativa “y” más el siguiente elemento, se consigue la sensación de que la angustia del poeta va en aumento. La antítesis
(“por la vida” - “por la sombra” / “sensitivo” - “ya no siente” / “frescos racimos” - “fúnebres ramos” / “adónde vamos” - “de
dónde venimos”), una gradación ascendente de términos que significan miedo o angustia (temor, terror, espanto) y que
abarcan los tres tiempos: presente (“ser sin rumbo cierto”), pasado (“el temor de haber sido”) y futuro (“un futuro terror”) lo
que supone una angustia dolorosa, las abundantes las metáforas (“la carne que tienta con sus frescos racimos”) y las
hipérboles (“no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo, el espanto seguro de estar mañana muerto”) remiten
constantemente a la vida y la muerte reiterando continuamente en estas ideas. Se observa también que en las dos últimas
estrofas hay una anáfora con la repetición de la conjunción “y” al principio de los versos para remarcar más la idea de
incertidumbre y desconocimiento, como una letanía .

Finalmente hay que destacar el título del poema. Fatalidad es aquello que no se puede evitar; de la unión entre el
título (“Lo fatal”) y el cuerpo del poema, entonces, se desprende que la muerte no se puede evitar y conociendo eso como
única verdad posible, la muerte determina la vida, y la finitud se convierte en la esencia humana

Intencionalidad del autor

En este poema Darío realiza a una reflexión angustiada sobre el sentido de la vida humana y el dolor de vivir, con la
sombra de la certeza de la muerte. El `yo' del poeta describe su angustia a modo de redención y catarsis. Darío se
preocupa por la muerte y el espanto ante la presumible Nada futura. Muestra los dos polos opuestos de la vida humana: el
impulso erótico vital acentuado con la contraposición de la finitud de la vida (“y la carne que tienta con sus frescos racimos,
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos”) aunque no se centra en el impulso sexual sino más bien en un erotismo
sensorial, y la muerte, mediante una actitud casi misántropa y egoísta plasmada a lo largo de todo el soneto. No debe
extrañar que un poeta como Darío, con fama de despreocupado, se plantee con el paso de los años, enfermo y cansado,
cuál es el sentido de todo y si en definitiva hay alguna justificación que dé sentido a la existencia humana.

Opinión personal.

El poema evoca a la situación del ser humano y del mundo, triste y desesperanzada, descrita por Schopenhauer. Es un viaje a
través de la tristeza y la desolación, una invitación a no esperar nada, necesario para llegar al descubrimiento de una naturaleza
más profunda, incondicionada, libre e indestructible. Por otra parte la muerte es un tema frecuente en literatura. Muchos
autores, como por ejemplo Heidegger, dicen que somos seres para la muerte, porque desde el nacimiento se está muriendo; de
este modo todo lo que acontece con el transcurrir de los años, todo el dolor padecido, todo lo que se hace durante la vida, es
para esperar el momento de la nada. De manera que el problema real no es el morir, sino el estar muriendo. No obstante esta
angustia no es solo el miedo a morir, sino todo un estado emocional detonado por la posibilidad segura de morir. La vida,
entonces, se compone de pequeños momentos o grandes hitos que cubren las pequeñas metas, que a su vez nos mantienen
ocupados mientras el tiempo avanza (o nosotros avanzamos en el tiempo) hacia nuestra única meta: morir. Hay quien encuentra
consuelo y respuestas en la religión, o en el simple cumplimiento moral. Cuestiones muy íntimas y personales que admiten
diversas respuestas pero que en definitiva unen a todos como especie en nuestra condición de mortales, y ante las cuales no
existe una respuesta universal, pues la muerte no puede ser conocida por los vivos. Es y será siempre inevitable, por ello este
poema se vuelve eterno en el tiempo, válido en cualquier época.

Conclusión

“Lo fatal” da a conocer perfectamente la interioridad del individuo que ha descubierto que la muerte está inscrita a la vida. Por
un lado se quiere disfrutar de los placeres ofrecidos por la vida, por otro se siente acechado por la muerte, que se le presenta
como sombra que oscurece el presente y desvanece el futuro.

En ésta vida tan estresante y más aún con la crisis económica que sufrimos, no es de extrañar que surja incertidumbre, angustia,
miedo… tanto del futuro como del presente. Toda la comodidad que acumulada se esfuma ante los ojos, reacios a admitir y
superar las vicisitudes. Aunque cediendo a “la carne que tienta con sus frescos racimos” se logra la evasión de sentir que
“la tumba aguarda con sus fúnebres ramos” y colectivamente, los individuos satisfacen sus necesidades y consiguen placeres que
les permiten olvidar que son seres dispuestos para la muerte. Aún así es en estos momentos, cuando parece que todo aquello que
teníamos por seguro se desvanece, cuando las grandes preguntas trascendentales que afectan a la esencia más íntima de los
seres humanos se presentan con más fuerza. ¿Por qué estamos aquí?¿Qué pasará después?¿Cuál es el sentido de la vida?¿Para
qué sirve el dolor?¿Es la muerte un alivio?

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