FEUERSTEIN
Nos encontramos con dos pedagogos que sin serlo por formación académica, ganaron la titulación por su obrar y pensar
en lo que hacían, aplicado a niños y jóvenes marginados de la sociedad de su tiempo, excluidos del derecho a recibir una
educación acorde a los dones y talentos que en cuanto personas poseían. La pedagogía desarrollada por estos autores
refleja en ambos sus profundas convicciones religiosas, en un caso católica y en otra judía y a pesar de ello no podemos
hablar de dos pedagogías sino de una misma filosofía de la educación en tanto hay un centro que a la manera de eje
orienta sus reflexiones: la persona, su dignidad y su libertad. Eso explica que en los dos casos encontremos el perfil de un
docente con responsabilidades y testimonio de vida ( que se manifiesta no solo en las clases sino en su discurso, en su
manera de obrar en todos los actos cotidianos) comprometido con la formación de personas y no solamente alumnos
destinados a insertarse ,tanto en la vida laboral como también en tanto ciudadanos. Y llama la atención el sentido de
orden, sistematicidad y metodicidad que los dos proclaman como condición de un buen maestro La Salle y Feuerstein
insisten en la importancia de la formación de este docente, en el sistema de creencias que sustenta y en el mensaje de
esperanza que se le ha confiado transmitir a las nuevas generaciones. Este docente se distingue por su vocación sin la cual
en ninguno de los dos casos podría llevar adelante la metodología que estos autores proponen Cave advertir que el
siguiente cuadro toma como parámetros de comparación las doce virtudes del Buen Maestro pensadas en un contexto
histórico, político, social, cultural y educativo (siglo XVI) de características muy diferente al actual en el cual ubicamos a
Feuerstein, por lo cual las virtudes concebidas como fuerzas que habitan en el corazón del hombre que las cultiva son
resignificadas acorde a los tiempos que vivimos y adecuadas a la realidad de nuestros docentes, sujetos de un proceso de
transformación educativa. Para la realización de este trabajo se consultó la obra del Hno. Aghaton (1785), el libro
recientemente publicado de María González Ruana. También cuentan los aportes del Hno. Bruno Alpago vía fax y las largas
charlas con el Hno. Santiago Rodriguez Mancini quien facilitó bibliografía complementaria que permitiera ubicar el
momento en que estas virtudes fueron gestadas.