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MENORCA EN LOS RITOS DE PASO

TRADICIONALES
JAU ME MASCARÓ PONS

LA DOCUMENTACiÓN dición cultural, la isla de Menorca folclorista Francesc Camps i Merca-


ANTROPOLÓGICA parecería más próxima a la influen- da l , que ut ilizaba el seudónimo
DE MENORCA cia de los autores catalanes, que «Fra nc e sc d 'Albranca », (1852-
desde mitad del siglo XIX iniciaron 1929), Folk-lore Menorquín (de /a
La descripc ión de las prácticas los primeros trabajos de recopilación Pagesia), editado en 1918, repre-
sociales que puntúan los momentos etnográfica en su ámbito cultural. De senta el documento principal de la
fundamentales del ciclo vital de las hecho, las recopilaciones de tradi- divulgación antropológica menorqui-
personas constituye uno de los capí- ciones populares más amplias y sis- na desde comienzos del siglo XX.3
tulos básicos de toda recopilación temáticas, referidas a Menorca, se Pero, como he señalado al principio,
etnográfica. Aunque la referencia sitúan en la perspectiva de la tradi- la gran encuesta del Ateneo de
antropológ ica clás ica sue le ser ción folclórica , dando especial rele- Madrid tuvo una influencia notable
siempre el ya famoso texto de A. van vancia a las prácticas expresivas, en en la descripción de usos y costum-
Gennep, Les rifes de pasage, de especia l las relac ionadas co n la bres de la isla. De las respuestas
1909, la preocupació n po r tales exp res ión li teraria: na rrac iones , recibidas, 289 según parece, corres-
prácticas sociales tiene en nuestro leyendas, oraciones, refranes, can- pondientes a unas 350 localidades
país un prestigioso antecedente en ciones, etc., en las cuales el factor españolas, 4 fueron enviadas desde
la reconocida encuesta, promovida lingüístico es determinante y, por Baleares" y, por lo menos, una de
en 1901/2 por el Ateneo de Madrid. tanto , su relac ión con la tradición ellas desde Menorca, de la que tene-
De hecho, tal cuestionario represen- común del resto de la cultura catala- mos el texto completo, gracias a que
ta una de las líneas fundamentales na resulta fundamental." El texto del el autor de la misma tuvo el acierto
de la investigación antropológica en de publicarla por su cuenta. Se trata
España, la que Joan Prat caracteri-
2 De hecho la documen tac ión de inte ré s
zó como «discurso antropológico», antropo lógico debe ria empe zar por las notables de princ ipios del siglo XX , van a desc rib ir la
de influencia naturalista e ilustrada, referencias a usos y costumbres incluidas en la sociedad menorquina desde la perspect iva inte-
History ot the Island ot Minorca , del inglés John rior.
frente al «discurso folclórico», más Arm str ong , de 1752, o la notable topografía 3 El texto de Francesc Camps fue elaborado
vinculado a la tradición romántica de méd ica de George Cleghom, de 1751 , obras pio- para el - Concurso de Folk-Iore menorqu ín», con-
neras en su campo, escritas en plena ocupa ción vocado por la Sección de Literatura y Música del
la vo/kgeist (<< el esp íritu del pue- britán ica de la isla. (Armstrong, John , Historia Ateneo de Mahón, en octubre de 1911, y fallado
blo»), que influyó sobre todo en los dela isla de Menorca , Col. Pauta , 5, Ediciones en oc1ubrede 1912. Al mismo se presentaron dos
Nura , Ciutadella de Menorca, 1978 .- Cleghom , trabajos, el ya menc ionado de F. Camps y Merca -
primeros traba jos etnográficos de George, Observations on the epidemicalDisea- da l, que obt uvo el prem io , y ot ro trabajo de
Cataluña, el País Vasco y Gaticia.' ses in Minorca. From the Year 1744-1749, Prin- Andre u Fe rrer G inard ( 1887- 1975), titu lado
ted forT. Cadell and D. Wilson , London , 1751). Recull de Folklore, que obtuvo un accés it. El pri-
Esta referencia histórica a las dos Estos textos , junto con los 2 vo lúmenes sob re mero fue publicado, como se ha dicho, por el mis-
grande s líneas de la antropología Menorca, dentro de la serie ded icada a las Islas mo Ateneo de Mahón , en 1918 , excepto la parte
Baleares, del Arch iduque Luis Salvador de Aus - mus ica l. El segundo sigue en su mayo r parte
espa ñola es especialmente perti- tria (Habsburgo-Lorena, Archiduque Luís Salva- inédito, aunque el propio autor público las partes
nente para iniciar una breve exposi- dor, La isla de Menorca en texto e imagen, (2 referidas a narrac iones (19 14), textos de cancio -
vols .), Prólogo de Tomás Vidal , Edic ión de la nes breves (1922) y costumbres y creencias
ción sobre los materiales etnográfi- Caja de Ahorros y Mon te de Piedad de Baleares, (1927) . Los textos de Camps i Mercadal han sido
cos referidos a Menorca. Por su tra- Palma de Mallorca, 1980 -la edic ión orig inal ale - reeditados en dos vols. por el Consell Insular de
mana es de 1898-), presentan la documenta- Menorca , en 1986 y 1987, a los cuales se ha aña-
ción , que podríamos llamar «pre-antropol óqi - dido un tercer volumen (1987), con la parte musi-
ca - , más sugestiva y amp lia sobre Menorca, cal que había quedado inédita.
1 Cfr. Joan Prat, - Historia. Estudio introducto- porque repres entan una mirada desde el exte - • Tomamos lo s da tos generales sobre la
rio. , en Joa n Prat, Ubal do Mart ínez, Jesús Con- rior, una visión realizada desde el observador no encuesta de l Ateneo de Madrid de C arm elo
treras, Isido ro Moreno (Eds.), Antropología de .- indígena. y, por tanto , aunque puedan conte- Usón, - Una gran encuesta de 1901-902. , en
los pueb los de España, Tauru s Un iversitaria, ner claros prejuici os etnográficos, sign ifican un Joan Prat, et alii, Antropología de los pueblos de
Madrid , 199 1, págs. 13-32. saludable contraste con los textos que , a part ir España, Taurus, Madr id, 1991 , pág. 33-57 .

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NARRIA
del texto de Pedro Ballester Pons PRÁCTICAS SOCIALES grupo se manifiesta , ante todo , en
(Mahón , 1856-1946 ) , abogado Y CICLO VITAL la importancia que las comunida-
mahonés , experto en derecho foral, des humanas otorgan a la repro-
que elaboró una larga y minuciosa La propuesta del Ateneo de Madrid, ducción. De ello derivan los
respuesta al prolijo cuestionario, lo al establecer como objeto de su pri- «modelos reproductivos », que par-
que le mereció una carta de felicita- mera exploración social «el campo ten de la creenc ia del carácter alta-
ción del Presidente de la Sección de de las costumbres populares y los mente negativo de la esterilidad y
Ciencias Morales y Políticas, el Sr. tres hechos más característicos de en consecuencia de creencias y
Rafae l Salillas, el promoto r de la la vida: el nacimiento, el matrimonio prácticas sob re su prevención o
mencio nada encuesta. Sin embar- y la muerte», configuraba un esque- reducción. En Menorca , el término
go, hemos podido tener acceso a ma de aná lisis bien encam inado , eixorc, -que en la expres ión local
otra respuesta al cues tionario del que la investigación antropológica suena xorc- (estéril, sin descen-
Ateneo, hasta ahora desconoc ida, posterior no ha hecho más que reva- dencia) tiene todav ía hoy un valor
elaborada por otro abogado de lidar, aunque a los tres hechos del social claramente negativo , y en la
Mahón, D. Juan Vidal, que se con- ciclo vital se añada en estudios pos- actualidad , cuando es ya mucho
serva en su bibl ioteca , en forma teriores el hecho de la pubertad y los más frecuente que la ausencia de
manuscrita. Aunque no incluye las «rituales de iniciación» relacionados hijos en un matrimonio se base en
res puest as correspond ientes a con tal hecho. Los llamados «ritos dec isiones conscientes, se evita ,
defunciones, representa un notable de paso» representan los momentos sin embargo , utilizar tal término en
comp lemen to al texto de Ped ro cruciales del ciclo vital de los indivi-
presencia de las parejas sin hijos.
Ballester," Estas respuestas refleja- duos, en tanto que sirven para socia-
Hay una curiosa creencia sobre la
rían lo que, en su obra ya citada, J. lizar hechos biológicos individuales.
alta fert ilidad de la población
De ahí que las prácticas sociales
Prat llama «el discurso antropológi- menorquina , atendiendo al gran
asociadas a tales fenómenos sigan
co», frente al «discurso folclórico», número de hijos que solían tener
siendo, todavía hoy, ricas en simbo-
que, en el caso de Menorca, estaría las fam ilias menorquinas .y así lo
lismos , en creen-
representado por los mencionados
cias , en rituales ,
folcloristas Francesc Camps i Mer-
más o menos trans-
cadal y Andreu Ferrer Ginard.
formados , .enraiza-
Coinciden, por tanto, en Menorca,
dos en trad iciones
los dos discursos , pero hay que
arca icas , q ue
reconocer que el esfuerzo de estos
pone n de reli eve
pr imeros autores po r descri bir la
a lgunas de l a s
soc iedad menorqu ina tendría un
caracter ísticas cul-
impacto limitado. De hecho, sus tex-
turales más especí-
tos no han estado al alcance real del ficas de una comu-
púb lico , hasta sus reed iciones nidad. Es frecuente
recientes en los años 80 del siglo que la descripción
XX, período en el que resurge el tra- de tales prácticas
bajo antropológico, tanto en su ver- tienda a centrarse
tiente más etnográ fica de desc rip- en los aspectos
ción y contrastación de los datos más exóticos y étni-
conocidos , como en la línea más came nte dlteren-
etnológica, comparativa y reflexiva. ciales, dejando de
En la descripción que sigue, vamos lado, con frecue n-
a tomar como base informativa los c ia , el hecho de
textos mencionados, añadiendo ele- que las creencias
mentos de trabajos más recientes. profundas son muy
similares en ámbi-
tos culturales más
5 Ballester Pons, Pedro, Costumbres popula-
res de Menorca. Es!. Tip, De Bernardo Fábre- amplios.
gues, Mahón , 1905. (Reproducido en Pere
Ballester, Estudis d'Antropologia de Menorca ,
Col. Capeer, 2. Conselllnsular de Menorca, Maó,
1986. Nacimiento
El rnanuscrrto de Juan Vidal, que hemos podi- El ritual central relacionado con el nacimiento era, y si-
do consultar por deferencia de su nieto, Tomás gue siendo, el Bautismo (Arxlu d'lmatge i Só de Menor-
Vidal Bendito, catedrático de Geografia Humana La nece si dad de ca, CoMecció Xavier Martín)
en la UB, consta de portada y 40 cuartillas
manuscritas . supe rvive ncia de l
42 _
NARRIA
recoge Ballester, citando la opinión maridos jóvenes . Algunos estudios sin haber dio advertida de la prueba,
de un viajero francés del siglo recientes de demografía histórica se pronosticaba varón , en el caso
XVII1.6 Sin embargo no parece que han puesto de relieve el bajo nivel de del cuchillo, y hembra, en el de las
el hecho de la alta natalidad pare- soltería, tanto en hombres como en tijeras. Una vez más, clásicos meca-
ciese a los nativos una evidencia mujeres." Pero sobre esta estrategia nismos de simbolismo analógico ,
suficiente para la natural fertilidad social volveremos al hablar del comunes a la inmensa mayoría de
de las mujeres menorquinas , ya matrimonio. creencias populares tradicionales.
que la evidencia contraria de la alta En el período del embarazo fue En la asistencia al parto, era tradi-
mortalidad infantil provocaba el común, hasta épocas recientes, la cionalla presencia de la comadrona,
mantenimiento de prácticas socia- práctica de oraciones a San Ramón mujer experta en tal menester. Pero
les, religiosas y mágicas , para evi- Nonato o el septenario a la Virgen de es importante subrayar que en algu-
tar la esterilidad y «estimular» la los Dolores. Entre las creencias que nas zonas de Menorca, sobre todo
fecundidad. Entre las prácticas Fe mantienen, aunque no se diga de en Mahón, desde la segunda mitad
locales, más allá de oraciones , modo explícito, está la de no nom- del siglo XVIII, todavía en período de
novenas y septenarios a santos brar madrina de bautizo a una emba- dominio inglés, existió un centro de
diversos, merecen destacarse el razada , pues se consideraba que formación de comadronas, hecho
uso del llamado «unqüent de la corría el riesgo de abortar. Igualment que redundó en una notable dismi-
mar» y la «carabina». El primero se creía, por un mecanismo claro de nución de la mortalidad infantil, has-
era una especie de betún , proba- analogía (la llamada «magia simpa- ta tal punto que algunos autores han
blemente algún tipo de alquitrán , tética », de Frazer), que las mujeres considerado que Menorca es proba-
que los pescadores recogían en la embazadas no deben devanar blemente el territorio español que
costa y que se utilizaba para poner madejas, pues el cordón umbilical más tempranamente se incorpora al
parches en algunas zonas del cuer- podr ía enrollarse en el cuello del modelo demográfico europeo, de
po. La llamada «carabina» (o más feto. Especial atención se daba al progresiva reducc ión de la natal i-
exactamente carabita) era una pie- cumplimiento de los antojos de la dad." Pero no parece que tal modelo
dra de color oscuro, con propieda- embazada, pues de no cumplirse, el sea aplicable de modo general a
des magnéticas, que en la zona de niño podría nacer com marcas en el toda la isla, ya que en los pueblos
Ciudadela se llevaba en una bolsi- cuerpo, parecidas en la forma al del interior se mantiene el modelo
ta, con limaduras de acero, atada a objeto del antojo. Tal creencia la he tradiciona l, que conjuga una alta
la cintura de modo que la bolsita oído, muy recientemente , de boca tasa de natalidad con altos niveles
quedara en contacto con la región de algunas mujeres mayores que de mortalidad infantil.
lumbar. No tenemos constanc ia de man ifestaban haberlo creído , e Pero el ritual central relacionado
que tales prácticas se mantengan incluso visto, de jóvenes. Un ejerci- con el nacimiento era, y sigue siendo,
en la actualidad, por lo que no es cio común, por supuesto no exclusi- el Bautismo. A pesar del proceso de
fácil identificar con precisión vo de Menorca, es el del pronóstico laicización, en Menorca sigue siendo
ambos objetos , ya que incluso a del sexo del que va a nacer. Aunque común la celebración del nacimiento
principios del siglo XX, Ballester no las prácticas médicas actuales han con la ceremonia del sacramentocris-
parece conocerlos de primera anulado totalmente el valor de tales tiano del Bautismo, incluso en familias
mano. En los medios que conser- predicciones, no dejan todavía de no practicantes, pero que provienen
van todavía hoy el recuerdo (y la practicarse, con un aire casi lúdico, de tradición familiar cristiana. En la
práctica!) de remedios «mágicos» pero con el convencimiento del valor ceremonia bautismal, era importante
no hay constancia del uso de los de los indicios tradicionales: vientre utilizar vestidos especialmente elabo-
mismos. puntiagudo , varón , y hembra en rados manualmente, con bordados,
Más interesante me parece, desde caso contrario ; cara deformada , por abuelas o tías, o vestidos de bau-
el punto de vista socio antropológi- hembra; si al subir una escalera la tizo conservadosdurante más de una
co, la práctica social de segundas y embarazada emp ieza con el pie generación para estas ocasiones. En
terceras nupcias, tanto para prote- derecho, será varón, etc. Un juego cua lqu ier caso , los aspectos de
ger la prole, en caso de muerte pre- antiguo es espeCialmente significati- mayor relevanc ia en la ceremon ia
matura de la madre, o de muerte de vo: se ponían dos sillas, debajo de bautismal era el de los padrinos y la
las cuales se ponía un cuchillo, en imposición de nombre. En Menorca,
una, y unas tijeras, en la otra. Según siguiendo una tradición semejante a
6 «Las mujeres son allí raras vece s estériles y
generalmente más propias pa ra la propagación la silla que escogiera la embarzada, la de Mallorca, el padrinodel primogé-
de la especie que en los demás clim as cáli dos .-
Passerat de la Chapelle , C la ud e -Fra nlf ois ,
Réflex ions general sur I'Isle de Minorque: sur
7 M.A . Casanovas Ca mps; Florenci Sa stre 6 Vlda l Bend ito. T., Gomila Huguet. J., «Apro-
son climat. sur la man iere de vivre de ses Habi-
tants , & su r les maladies qui y regnent. Paris , Portella . Estructura demográfica de Ferreries ximación a la demografía histó rica menorquina - o
1764 (Hay una trad ucc ión caste llana . im pre sa en (1801-1850), Inst itut Menorqu í d'Estud islAjunta- Boletín de la Asociación de Demografia Históri-
Mahó n en 1901). ment de Ferr eries, Ma ó, 1997 . ca.lV, 2. Madrid. 1986 .
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NARRIA
abuela materna _O> segunda hija
padre/madr e _O> tercer hijo/hija

los siguientes hijos recibían el nom-


bre de los hermanos/hermanas de
padre y madre, e~ l orden correlativo.
Estudios históricos sobre transmi-
sión del nombre indican que, por lo
menos desde el siglo XVI hasta el
siglo XX , la regla se cump lía en
Meno rca con gran regularidad , en
especial para los primeros hijos. El
sentido de cohesión familiar, repre-
sentado por la repetición de nom-
bres y apellidos, era intenso y, ade-
más, permitía una fácil identificación
social de los grupos familiares, aun-
que, por otro lado, también favorecía
~I ritual de la Pr imera Comunión en Menorca sol ía y suele celebrarse mayorita- la aparición de apodos (malnoms)
n am,:nte el domingo ~sterior a Pascua de Resurrección , llamado «Diumenge
deis angels » pe ro podía celebrarse en cualquier domingo posterior del ciclo pas- para distinguir a personas concretas
cua l (A rxi u d'lmatge i SÓ de Menorca, Col- recc ió Xavier Martín) de sus parientes próx imos con el
mismo nombre. Aunqu e la pauta
famil iar dominante es la neolocali-
nito era siempre el abuelo patemo y la dad, los elementos nominales y sim-
diese por la regla del orden familiar.
bólicos dibujan amplios círculos de
madrina, la abuela matern a. En el En Ciudadela era tradición que el
padrino regalara al ahijado una cade- parentesco , profundamente interre-
segundo hijo se altemaban los pape-
nilla de oro con una medalla. Igual- lacionado s. De todo s modos, este
les de los abuelos. Para los siguientes
mente corresponde al padrino dar el último aspecto no parece exclusivo
hijos se seguía el orden de los herma-
aguinaldo (diners d'anous) por Pas- ni particul ar de la s Baleares , en
nos/hermanas de padre y madre. La
cua y hacer un regalo significativo en general, ni de Menorca en particular.
regla del padrinazgo de los abuelos,
la boda del ahijado. De hecho, tales Pero sí hay un aspecto en el sistema
para los primeros hijos, era tan exi-
obligaciones se inscriben en el simbo- nominativo personal que merece ser
gente, que no cumplirla podía repre-
li s mo genérico del padrinazgo , mencionado. La importancia de l
senta r graves conflictos fam iliares.
común a toda el área cultural medite- nombre exigido fam iliarm ent e se
Hasta tal punto se consideraba, y en
rránea, como protección y sustitución pone especialm ente de relieve en la
buena parte todavía es así, que en práctica de imponer el nombre del
Baleares, en general, pero especial- del papel del padre.
Reglas parecidas a las de designa- hermano fallecido al que nace pos-
mente en Mallorca, padrí/padrina sig- teriorment e. Hemos podido compro-
nifican directamente abuelo/abuela . ción de padrinos regían para la impo-
sición del nombre. El nombre perso- bar en una familia concr eta, en la
En Menorca no existe tal generaliza- que nacieron 9 hijos , de principios
ción de nombre, pero con frecuencia nal ha tenido durante siglos un valor
patrimonial y su transmisión seguía del siglo XIX, la imposición del mis-
en una familia, se llama padrí/padrina mo nombre por tres veces, repitien-
reglas estrictas, que en Menorca se
a los abuelos, debido al hecho de que do el nombre, en este caso del abue-
respetaron hasta mitad del siglo XX,
los hijos mayores así los suelen lla- lo materno, por la muerte prematura
en que empezaron a introducirse
mar, y ello conlleva la costumbre de de los dos primeros . Incluso hemos
nombres ajenos a la tradición de cada
que así los llamen todos los demás observado c uriosas estrat egias
tamilia." El esquema era rígido:
hermanos. Hacia mitad del siglo XX, nominativas , en caso de segundas
en muchas familias nume rosas , se nupcias, para satisfacer la perma-
abuelo paterno _o> primer hijo varón
introdujo la costumbre de nombrar nencia del nombre de los abuelos. Al
abuela paterna --> primera hija
como padrinos de los hijos menores a hermano que llevaba el nombre de
abuelo materno _o> segundo varón
los hermanos mayores, sobre todo si un hermano muerto se le llamaba
los abuelos ya habían muerto . Las germa temós. Conocemos la exis-
obligaciones de la madrina era llevar 9 Jaume Mascaró , - Transmíssié de noms de tenc ia de tradiciones parecidas en
al recién nacido a la iglesia. Ya se ha bateig a Ciut adella de Menorc a. Segles XVI- algunas zonas de Francia y sobre
XX - , Monografies Menorquines, 4, Consell lnsu-
dicho que se evitaba cuidadosamente lar de Menorca, Maó, 1982. todo de Ital ia. Una de las conse-
designar una madrina que estuviese Jaume Mascaró , «Transmlssi ó de nom s i cuencias de la tradición del nombre
estrateqies Iam itiars », Es tudis Balearics , SO. Pal-
embarazada, aunque le correspon- ma de Mallorca, 1995. es el número relativamente reducido
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NARRIA
de nombres propios de persona , distinción . En su texto , Ballester, les prev ios al matr imon io (cortejo,
tanto masculinos, como femeninos. como buen jurista, dedica un amplio noviazgo, etc.) y que configuran todo
A la ruptura de la tradición contribu- espacio a tales casos, lamentando la un largo proceso, cuya regulación
yó, en aparente paradoja, el Concilio indefensión de estos hijos, así como ritual se ha ido diluyendo en un con-
Vaticano 11 , que permitió en el área la consideración social degradante glomerado de prácticas personales ,
católica la imposición de nombres que tenían que asumir. En Menorca , pero que se situaban, y creo que toda-
bíblicos del Antiguo Testamento , los expósitos solían recibir un nom- vía se sitúan, en un marco ritual difu-
hecho que había sido expresamente bre de bautismo que con frecuencia so, pero real, que marca etapas de
prohibido por el Concilio de Trento, representaba un estigma público, ya acceso al rito de paso representado
en el siglo XVI, para diferenciarse de que los identificaba como tales. El por el matrimonio. En cualquier caso,
la tradición protestante. Así, a fina- nombre habitual era Buenaventura. la primera forma del ritual, desde el
les de los años sesenta , en Menor- En cambio los hijos naturales adopta- punto de vista social, tiene como cen-
ca, como en todo el ámbito católico, ban nombres de la familia materna, tro el hecho de la Primera Comunión,
las familias se llenaron de David, junto con sus apellidos, lo que permi- que durante siglos ha tenido un carác-
Daniel , Rubén, Sara, Ruth, Noemí, tía disimular mejor su origen conside- ter de frontera entre la primera infan-
etc. A la moda religiosa le han segui- rado irregular. La frecuencia de tales cia y la aparición de lo que en el len-
do modas políticas, cinematográfi- casos es significativa, en una isla de guaje de nuestra cultura psico-religio-
cas, deportivas... que, en nuestro población reducida, pero no dispone- sa se llamaba «el uso de razón » y
caso, ya no permiten identificar la mos de ningún estudio sistemático de desde el punto de vista social era una
familia de procedencia, pero que su incidencia real, aunque Juan Vidal celebración importante para la vida de
designan, con pocas dudas , la épo- Mir evaluaba los casos de hijos ilegí- las personas. De hecho, era la prime-
ca del nacimiento y las aficiones de timos, para el período 1895-96, en el ra celebración en la que una persona
los padres. Conviene señalar, de 6,69% de los nacidos, y el Archidu- asumía protagonismo consciente en
todos modos , que en Menorca , que Luis Salvador, lo cifraba en el el ritual y la fiesta social. De ahí, por su
como en Cataluña, la tradición obre- 4% , más o menos en la misma épo- explícito componente religioso, la difi-
rista, en especial en los grupos de ca. cultad de su sustitución como ritual lai-
ideología anarquista, fue habitual , co, pero también la demanda social de
desde comienzos de siglo XX, y en un ritual altemativo, que en algunos
especial durante la República (1931- Pubertad y matrimonio sitios se va configurando como fiesta
39), imponer nombres ajenos a la escolarlfamiliar.
tradición religiosa. Así en algunos Si los ritos de paso, los que marcan los En los textos de los autores menor-
pueblos , es especial Alayor y Villa- hitos básicos del ciclo vital, represen- quines que tomamos como base
carlos (Es Castell) , encontramos tan la socialización de hechos biológi- para esta exposición , no se hace
nombres como Floreal , Liberto , cos, es decir, la transformación de un referencia a la celebración de la 1a
Espartaco , Acracia, Libertad , etc. hecho natural en realidad cultural, el Comunión, como ritual de paso, por-
La celebración familiar del naci- fenómeno de la pubertad, que signifi- que no figura en el cuestionario del
miento se realizaba con motivo del ca la emergencia de la capacidad Ateneo de Madrid y ello porque pro-
Bautismo y con posterioridad al mis- reproductiva , ha dado lugar, en bab lemente se cons ideraba un
mo. Solía desarrollarse en el domici- muchas culturas a rituales complejos, hecho exclusivamente religioso, sin
lio familiar y participaban sobre todo conocidos en la literatura antropológi- especial sign ificación ritual. Pero ,
los parientes y amigos próximos. Era ca como «rituales de iniciación» , Pero como he querido mostrar en las con-
tradición que en tales celebraciones en nuestra cultura, bajo la influencia sideraciones anteriores, para los indi-
no faltaran los confits d 'ametlla (con- del cristianismo, tales rituales parecen viduos de nuestra cultura ha tenido
fites de almendra) y los macarrons haberse escindido en dos direcciones: un claro valor ritual y social. Hasta
(dulce hecho de azúcar, «en propor- por un lado , desplazando hacia la épocas recientes las celebraciones
cionas alarmantes para las muelas.., segunda infancia el ritual de acceso a de 1a Comunión han tenido, y creo
según Ballester). la comunión, hecho religioso funda- que en algunos contextos sociales
Un capítulo aparte merecerían los mental, integrándolo en el ciclo sacra- todav ía tienen , una sign if icación
casos de los hijos extramatrimonia- mental confesión-comunión-confirma- social notable, tanto en la práctica de
les, tanto los expósitos, de padres ción, siendo este último el sacramento regalos, como en el coste de la fiesta,
desconocidos , que eran entregados que más directamente se relaciona que lo asimila a «pequeñas bodas » .
a la inclusa, abandonados a la puerta con una originaria «iniciación.., en el Hecho, por otra parte, no desmentido
del hospicio, como los hijos natura- sentido de reconocimiento , o «exa- en el uso de vestuario, cuyo simbolis-
les, de filiación conocida , especial- men.., si se quiere, del correcto dis- mo es claramente «matrimonial » ,
mente materna, pero considerados cern imiento del creyente ; por otro En Menorca, el ritual de la 1a Comu-
ilegítimos , hasta que en épocas lado, el ritual de iniciación se relaciona nión no parece tener características
recientes la ley eliminó finalmente tal con el conjunto de fenómenos socia- especiales diversas de otras comuni-
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NARRIA
dades de nuestro ámbito cultural más en Ciudadela. Cuan-
amplio. So lían y sue len celebrarse do una joven acep-
mayoritariamente el domingo poste- taba que un mozo la
rior a Pascua de Resurrección , llama- cortejara, a veces
do diumenge deIs angels, pero podía con serenatas , o
celebrarse en cualquier domingo pos- acompañandola
terior del ciclo pascual. Es decir, que hasta su casa , se
siempre se ce lebra en primavera. decía que teten
Según las clases sociales, el esplen- qembes," como
dor de la fiesta social variaba mucho, quien lanza el cebo
pero en el contexto popular tradicional para conseguir
era una celebración fam iliar, con el " pe sca r" a qu ien
inevitable desayuno fest ivo menor- desea. En esta eta-
quín de la taza de chocolate y ensai- pa se perm itía
mada . acompañar a la
Más riqueza etnográfica presentan mujer hasta la puer-
los procesos que conducen al ritual ta de su casa y, a la
matrimon ial. En primer lugar, recorde- vez , mostrar públ i-
mos que en nuestra cultura, por lo camente la acepta-
menos de modo «oficial" , la elección c ión mutua. Los
de pareja es una cuestión personal , padres, que pública-
pero como indica Ballester en su tex- mente simulaban no
to, oponiéndose a la opinión de Pas- conocer el hecho, de
serat de la Chapelle referida a la liber- hecho ejercían las
tad plena de elección de pareja en presiones adecua-
Menorca, «No diré que haya estado das para ev itar la
aqu í en vigor el priv ilegio del fuero continuidad de la
mallorqu ín, por el cual podía el padre re lación , si no les Los rituales propios de la celebreción de una boda no
privar de legítima a la hija que contra- parecía aceptable. presentan en Menorca peculiaridades que merezcan ser
Si no había objecio- reseñadas (Arxiu d'lmatge i Só de Menorca, Cololecció
jera matrimonio sin su consentimien- Xavier Martín)
to. Pero, especialmente entre la gente nes, la siguiente eta-
del campo, hacen los padres pesar su pa era demanar
autoridad en los proyectos matrimo- entrada (pedir entra-
da) en la que el pretendiente pedía de Aragón, en los contratos matrimo-
niales, mucho más de lo que conviene
permiso a los padres de la futura novia niales rige el sistema de separación de
al porvenir de sus hijos." 10 Y J. Vidal,
para acompañarla oficialmente y ello bienes. Ello tiene peculiares conse-
en su maniscrito, indica al punto del
le permitia acceder al domicilio de ella cuencias en los casos de viudedad, ya
cuestionario " Si es costumbre que los
e incluso ser invitado en ocasiones que la mujer tiene derecho a aquello
padres arreglen el casamiento de los
especiales. En épocas más antiguas, que ya figuraba a su nombre , o en
hijos sin contar co n la voluntad de
la confirmación de tal oficialidad de la caso contrario sólo tiene el usufructo
estos" , responde "Ya desaparecien-
relación exigía una visita de los padres de los bienes «usados", como el domi-
do casi en absoluto tal costumb re" , lo
del novio al domicilio de la novia y la cilio conyugal, pero no el derecho de
cual es un reconocimiento de su exis-
correspondiente devolución de visita. propiedad, que pasa directamente a
tencia previa.
En épocas más recientes, este contac- los hijoS.12 Teniendoen cuenta que los
Hasta hace unos SO años, el proce-
to formal entre familias se producía en novios, si no eran de clase acomoda-
so de noviazgo, por lo menos en la
la tercera y última etapa, que se llama- da, tenían que disponer de los recur-
zona de Ciudadela, seguía una serie
ba demanar per casar (Pedir casa- sos para montar su casa, con frecuen-
de etapas, en las que el papel de las
miento), en la que se fijaba la fecha y cia entre la segunda y tercera etapa
familias quedaba claramente estable-
las condiciones concretas, si las había,
cida. El período previo, el de las prime- podían pasar un tiempo considerable.
del contrato matrimonial. Es importan-
ros con tactos y aproximaciones, se Era el momento en que la Mura novia
te recordar que en Menorca, como en
enmarcaba en los momentos festivos
todo el ámbito histórico de la Corona
que permitían una cierta proximidad
12 P. Ballester dedica, en su texto, muchas
entre jóvenes, como Carnaval o las páginas al régimen jurídico del matrimonio y la
fiestas mayores, como la de San Juan 11 La expresión «fer gambes " designa, en el herencia, ya que consideraba que el régimen de
lenguaje popular, la pesca del crustáceo (<<gam- separación de bienes perjudicaba a las mujeres
ba. o «camarón" ), utilizado como cebo por los de situación social inferior, porque quedaban en
pesca dores. Por extensión des igna el cortejo situación precaria o de indefensión, en caso de
lO Op. cit. Pág. 49. (subrayado mio). todavía no oficial de una pareja. conflicto con los hijos .
46 _
NARRIA
iba preparando su ajuar, que iba a tensiones matrimoniales: conjuros más allá de lo esperab le en el azar
aportarcomo dote, al matrimonio. sobre objetos de la persona (pañue- de la reproducci ón ."
Un mayor interés folclórico ofrecen los, cabello , etc.), brebajes diver- Pero más acá del ámbito de la
los procedim ientos religioso-mági- SOS ... Ciertamen te hay suficiente locali dad, los vínc ulos mat rimo-
cos, descritos en la tradición, para documentación para afirmar que las niales tendían, en la tradición , a
conseguir la pareja deseada. Entre creencias mágicas fueron abundan- realizarse en el marco de grupos
las prácticas religiosas, pueden enu- tes y potentes en Menorca, sobre soc iales homogé neos . La paye-
merarse las oraciones a santos con- todo en el siglo XVII, pero que su ses se casaban con pa yeses y
siderados " casamenteros" . En fuerza decreció e n lo s siglos raramente iban a buscar pareja en
Menorca, tenía tal consideración, de siguientes , quizá por el desar rollo el medio urba no. La cont inu idad
modo especial, San Antonio Abad, económico que el siglo XVIII repre- en las tareas de mantenimiento del
en cuyo honor se cantaban glosas sentó para la isla. Aunque también campo no deja de ser un argumento
como «Sent Antoni Abat es cierto que sigue habiendo una important e, soc ial y famili ar, que
anomenat de Viana, tradición latente, o menos pública, supone una trad ic ión de co noc i-
enviau-me un enamorat de curanderismo popular, hasta hoy. mientos y de prácticas . De ahí la
qui vengui de bona gana. ,,13 Un aspecto relacionado con el mayor presión fam iliar en la elec-
En Mahón era de especial devo- m atri mo ni o , que requie re u n c ió n de pa re jas . Ig ua l p res ión
ción para estos casos San Onofre. comentario especial, es el referido enco ntra mos en las clases más
En el ámbito religioso-mágico qui- a la endogamia. La mayoría de los altas, en este caso como estrategia
siera menc ionar una prác tica, no autores que han tratado el tema de conse rvación de patrimonios. La
citada por los autores ante iores , dan por supuesto un alto grado de pequeña nobleza de Ciudadela ha
pero recogida, en cambio, con una matrimonio consa nguíneo, con fre- manten ido históricamente un alto
cierta frecuencia, en las actas de la cuencia basándose en la inevitabi- nive l de endogam ia y de pactos
Inquisición, mientras estuvo en vigor lidad del mismo, dadas las dimen- matrimoniales. Más abierta parece
en la isla." Es una oración a Santa siones de la población y el natural la situación en los grupos menes-
Elena , descubrido ra de la Santa (?) aislamiento de la misma. Pero trales, que vive n en los pueblos .
Cruz y de los "tres clavos" de la cru- con frecuencia tal conclusión no se Aunque en Menorca, es grande la
cifixión. El recitado de la oración basa en datos y análisis emp íricos. diferencia entre Mahón y el resto de
acompañaba una práctica típica de Cie rtamen te , la documen tac ión pueblos de la isla, ya que desde el
la magia " por contag io" , llamada existen te en la Curia ep iscopa l, siglo XVIII hasta mitad del siglo XX,
d'enclavar. Al decir " ese clavo con donde se guarda los libros sacra- Mahón ha tenido casi la mitad de la
que os quedasteis! yo os lo vengo a mentales, en su casi total integri- población. La evolución actual tien-
pedir/ que me lo empresteis [sic]! dad, desde 1565 hasta hoy, junto de a reducir las diferencias socia-
para enc lava r e l co raz ó n de con los exped ientes de dispensa les, por lo menos a efectos de los
__ __l. ..." Aqu í se indicaba el matrimonial, muestra que no eran posibles compromisos matrimonia-
nombre de la persona deseada y el infrecuentes los casos de matrimo- les, aunque los sectores más depri-
conjuro era plenamente eficaz y en nio entre primos segundos , pero
midos van siendo ocupados , pro-
aquel momento se clavaba un clavo mucho menos entre primos herma-
gresivamente, por población inmi-
en una huella que hubiese dejado la nos. Como dice Ballester, " la gente
grante, y, en este caso, se reprodu-
mira con prevención y recelo las
persona anhelada, normalmente en cen sutiles fronteras para los víncu-
uni ones entre colaterales dentro
la tierra de la calle o del campo. los matrim oni ales , co n el cons i-
de l c ua rto gra do , reali zánd ose
Muchas otras práct icas suelen guiente riesgo de guetos étnicos ,
so lamente aq uellas en la que la
enumerarse para obtener los favo- aunque no parezca evidente a corto
pasión lo avasa lla todo , ó las en
res amorosos, no siempre con pre- plazo.
qu e pr eside un móvil bas ta rdo ,
En otro orden de consideración,
interés o el afán de perp etuar la
ha habido un notable cambio en la
13-ssn Anton Abad Alamado de Viana Iman- famili a. " El análisis reci ente de
dadme un ena mo rado I que venga de bu ena edad del matrimonio, en una línea
gen ealogías fam iliar es , mue stra
gana». de evolución común con tod o el
14 Conviene recorda r que en Menorca la una estrategia de uniones muy cui-
Inquisición fue abolida por los ingleses cuando la entorno. Si en el siglo XVIII, Arms-
dadosa para evitar la consaguinei-
isla pasó a domini o británico por el Tratado de
Utrecht, en 1713 , es decir, un siglo antes que en dad próxima, aunque sea frecuen-
el resto de España. Por lo que las referencias a te, e inevitable, el hecho de com- 15 Hab ría que reflex ionar más profundame nte
la Inquis ición , que come ntamos , corresponde n a
los siglos XVI y XVII. Cf r. José Luis Amo rós, Bru- partir ante pas ados comunes , en en la afirmación de P. Ba llester sobre el tema
jas, médicos y el Santo Oficio. Menorca en la cuand o afirma : - Creo que la conseguinidad no
buena parte de la población local. Y es sinó un modo más eficaz de transm isión here-
época del Rey Hechizado , Insitut Menorquí d'Es-
tudis y Torre del Puerto , Mahón, 1990 . los datos no avalan la existencia de ditaria , y, por tanto, que si los padres están en
Ramón Rosselló Vaquer, Me norca davant la pe rfecto equ ilibrio físic o y mo ral, lejos de ser
significativas consecuencias bioló- da ñosa , dará exce lente s resultad os su un ión
Inquisició, Conse ll Insular de Meno rca , Mahón,
1982. gicas derivadas de la endogamia, harm ónica .» Op.Cit., 48.

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NARRIA
tr ong decía qu e las muj er es en en 1998 , las
Menorca son muy precoces y que bodas civiles eran
se casa a los 13 ó 14 años, a Balles- e n M en orc a e l
ter, a com ienzos del siglo XX, le 34 ,64%, siendo el
parece exagerado y afirma que la 31,87 en el conjun-
edad del matrimonio se sitúa entre to de Baleares .!"
los 18 y 20 años. Un siglo después , La s refl exion es
la edad media para el matrimonio, sobre la evolución
es en Menorca, de 30,57 años, para de la sociedad
los hombres y de 27,19, para las podrían ser muchas,
muieres." pero quisiera subra-
Los rituales propios de la cele- yar solamente el
brac ión de la boda no presentan contrast e con la
peculiaridades que merezcan ser pervivenci a de la
reseñadas , aunque hay detalles práctica religiosa
locales , sobre todo en las tradi- de los otros ritua-
ciones rurales , como la entrega les de paso Bautis -
en la com ida de bodas de regalos mo y Defunción .
dirigidos a la novia, que se escon- La gran desigual-
dían entre dos platos , a medida dad en la adopción
que pasaban de mano en mano . de prácticas laicas
Otra costumbre citada por algu- o religiosas mues-
nos autores como notable , que ya tra la inercia de la
desapareció hace más de 100 tradic ión , pero
años , era la práctica de tap iar la también los senti-
puerta de la casa de los novios, mientos, miedos y llahÓll-Miran da {
en la primera noche , sin dejarlos vacilaciones que
sal ir al día sigu iente hasta des- afectan a una
Foto de una pareja el día de su boda a finales del siglo XIX
pués de muchas s úpl icas. ?? Se sociedad ante (Arxi u d'lmatge i SÓde Menorca, Cololecc ió Xavier Martín)
conocen también otras prácticas determinadas
destinadas a creas dificultades a cuest iones vita les.
los novios, con el simbol ismo de lentos o traumáticos , pero este no
estar dispuestos a afrontar las era el modelo de la sociedad tradi-
vicisitudes de la vida o, simple- Defunción y duelo cional, para la cual muerte es algo
mente , como broma más o menos familiar, en el sentido más literal, es
pesada de los amigos. Hecho que Describir las creencias tradicionales un hecho que se vive en el marco de
todavía se pract ica en muchos de una comunidad con frecuencia la familia y que ocurre en el domicilio
sitios. produce la impresión de estar evo- familiar. Todo el ritual tradicional de
Cons iderac ión aparte merece la cando viejas costumbres que ya no la muerte depende de este hecho.
constatación de la notable disminu- tienen nada que ver con el presente, La previsión del momento final, sea
ción de l matrimon io religioso en puesto que los comportam ientos en los casos de enferm edad , sea
nuestra sociedad. Según los datos actuales parecen muy distintos de más habitualmente por edad, se rea-
de que disponemos , en Menorca los antiguos y suponemos que las liza para hacer posible la adecuada
los matrimon ios civiles en 1986, creencias subyacentes están igual- asistencia al moribundo, a través del
representaban el 22,41 % del total mente alejadas de aquellas formas ritual religioso del viático y la extre-
de matrimon ios realizados , algo de vida. Pero si en algún punto esta maunción, así como de la frecuente
por debajo de la media de Balea- impresión no parece correcta es en asistencia de los familiares más ínti-
res , que en el mismo año fue del las prácticas sociales relacionadas mos a la agonía. Afirmar que en la
25 ,84 %. Pero 12 años después , con la muerte. sociedad , como la menorquina de
La actitud tradicional básica ante hace unas décadas, la muerte tiene
el hecho de la muerte siempre fue el un carácter «natural » no significa
16 Datos del Instituto Balear de Estadística, de su inevitabilidad y el de su «natu- una actitud de distancia emocional.
para 1999.
17 El hecho es referi do por P. Ballester en su
ralidad ». Todas las épocas han Precisamente una de las principales
obra . Pero J.M. Gómez Tabanera , en El Folklo- conocido momentos o episodios vio- funciones de los rituales es canalizar
re español , 1968, pág . 111 , cita esta costumbre
de Menorca , diciendo que los mozos tapiaban las emociones en momentos de alta
la puerta de la casa de los recién cas ados intensidad afectiva. Quizá por ello el
durante ..varios días», pero no indica la fuente
utilizada. 18 Fuente: Institut Balear d'Estad fstica. conjunto de los rituales funerarios se
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NARRIA
han mantenido con tan ta fuerza . Vaticano 11 elimina-
Uno de los momentos clave era la ron tales diferen-
comprobación de la mue rte. En c ias socia les en
Menorca era hab itual poner una estos rituales. En
cerilla encendida bajo la nariz, para camb io, suele ser
comprobar la ausencia de respira- todavía de estricto
ción. y enseguida alguien se encar- cumplim iento que
gaba de cerrar los ojos al difunto, en el funeral, en la
pues se creía que si quedaba con iglesia, las mujeres
los ojos abiertos, algún miembro de de la fam ilia ocu -
la familia morira pronto. Por lo mis- pe n e l l u g ar
mo, se instalaba en la habitación izquierdo, mientras
una especie de altar con un crucifijo que los hombres
y se encendían varias velas. oc upan el l u g ar
A partir de este momento el ritual derecho de los pri-
adquiría un rumbo claramente meros bancos .
social. Se avisaba a los familiares y Cuando al finalizar
amigos y se iniciaba un período de la ceremon ia los
vela , que duraba unas 24 horas , as istentes pasan
hasta la hora del ent ierro. En el delante de los fami-
salón o comedor de la vivienda se liares, en la misma
disponían los familiares a recibir el iglesia, los hom-
pésame de los más allegados. Eran, bres reciben el
y en buena parte todavía es as í, pésame de p ie ,
momentos para el recuerdo e inclu- pero las muj eres
so para el desahogo. La aparición de pe rmanecen se n-
los tanatorios, que desplazan fuera tadas.
del domicilio el cuerpo del difunto U no de l o s
para su preparación para el entierro, aspectos funda- En los pueblos del interior de Menorca, era habitual ver
mentales del ritual a la mayoría de la mujeres mayores de SO años vestidas
no ha hecho desaparece r, en de negro debido a que enlazaban un periodo de luto con
Menorca , la obligación de la visita de la muerte , en el siguiente, de manera que tal modo de vestir acababa
domiciliaria, aunque haya eliminado mu ch as cult uras , convirtiéndose en habitual (Arxiu d'lmagen I SÓ de Me-
es la prolongación norca, Col-leccló Xavier Martín)
el hecho de velar, por lo menos por
la noche. del ritual bajo algu-
La comun icació n fo rma l de la na forma de «due-
defunción se hacía a través de lo», es decir, la adopción de conduc- duelo: 1 año para los viudos , con
esquelas, que indicaban la hora del tas que quieren manifestar el dolor y seis meses de duelo riguroso y seis
entierro y del posterior funeral, que la importancia de la pé rdida de l de alivio, 6 meses para padres e
solía celebrarse al cabo de unos familiar. El duelo es la más profunda hijos, tres más tres, 2 meses para
días. Desde hace unos años se ha socializac ión del sentimiento y se sueg ras, nu eras y hermanos, 1
impuesto el funeral de cuerpo pre- manifiesta en todo un conjunto de mes para tíos y sobrinos. Las viu-
sente, previo al entierro, lo que per- prescripciones y obligaciones. Las das solía n vestir de duelo hasta
mite «despedir el duelo», es decir, familias en período de duelo debían que contraían nuev o matrim oni o.
dar el pésame a la familia a todos tener la ventanas cerradas , de En lo s pu e bl os d el interi or de
aquellos que no lo han hecho en el modo habitual, y no podían emblan- Menorca, era habitual ver a la mayo-
domicilio del difunto. car las fachadas de la casa. Esto en ría de mujeres mayores de 50 años
El entierro era antiguamente una Menorca , donde el cuidado de la vestidas de negro, de manera que
expresión muy directa de clasismo bla ncas fach adas se consid era tal modo de vestir acaba convirtién-
soc ia l. Hab ía tr es ca tego rías de importante, representaba una mani- dose en habitual. No parece que las
entierro, que se distinguían por la festación muy visible y significativa. prescripcion es del gobernador se
cantidad de sacerdotes que partici- Del mismo modo, en este período hayan cumplido estrictamente, pero
paban, por los cantos, por los ador- no se asistía a fiestas ni actos socia- durante mucho tiempo sirvieron de
nos de ataúdes y carros de acompa- les. Los historiadores cuentan que pauta y marcaron el paisaje humano
ñamiento. No tenemos constancia hasta el siglo XVIII la importancia de nuestros pueblos.
que hubiera en nuestra tradición la dada al duelo era tanta que en 1792, En la actualidad se han abandona-
práctica de las plañideras. Las refor- un gobernado r de Menorc a, esta- do las form as vest imentarias del
mas litúrgicas derivadas del Concilio bleció por decreto la duración del duelo, pero perduran algunas limita-
49
NARRIA
riesgo de caer en un discurso tradi-
ciona lista , en buena parte folclóri-
co, que no refleja la realidad actual
de la isla, inmersa en un proceso
acelerado de «terciarización», por
su casi plena dedicación a la indus-
tria turíst ica y sus derivados. Pero
por otro lado, el conocim iento histó-
rico de muchas de sus creenc ias,
manifiestas en los grandes rituales
del ciclo vital , debería parecer
necesario para conocer la evolu-
ción de la mentalidad y la realidad
profunda de la isla. Y sin embargo,
con frecuencia la conexión entre
pasado y presente se nos difum ina,
se hace borrosa y nos cuesta reco-
nocer en los comportamientos de
Falimia de luto (Arxui d'lmatge i SÓde Menorca, Col-lecció Xavier Martín)
sólo hace unas décadas elementos
importantes de nuestras creencias
actuales. Y sin embargo , estoy
ciones sociales, especialmente rela- plimiento masivo de la visita a los convencido que no es posible com-
cionadas con celebraciones festivas cementerios el día de Todos los San- prender muchos de los comporta-
y así, por ejemplo , todavía se pue- tos. El hecho es común en toda el mientos actuales y el sentido de la
den ver ventanas cerradas, en Ciu- área cultural de influencia católica , evolución de nuestra sociedad , sin
dadela, en los días de las fiestas de aunque tenga sus matices en cada conocer las raíces profundas que la
Sa n Jua n, por motivos de due lo comunidad. generaron . Quizá una descripción
familiar. Describir la realidad de Menorca a esquemática como la realizada no
Un último ejemp lo sobre la impor- través de sus tradicionales ritos de ofrezca suficientes claves para tal
tancia social del culto a los difuntos paso encierra una incómoda contra- comprensión , pero por lo menos ha
y, por tanto de su profunda significa- dicción o, por lo menos , una clara querido aportar algunos elementos
ción en nuestra sociedad, es el cum- parado ja . Por un lado, se corre el para intentarlo.

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