TRADICIONALES
JAU ME MASCARÓ PONS
C::::;¡¡¡¡¡¡;¡¡¡¡¡¡;¡¡¡¡¡¡;¡¡¡¡¡¡;¡¡¡¡¡¡;¡¡¡¡¡¡;¡¡¡¡¡¡;¡¡¡¡=======================;':::::I 41
NARRIA
del texto de Pedro Ballester Pons PRÁCTICAS SOCIALES grupo se manifiesta , ante todo , en
(Mahón , 1856-1946 ) , abogado Y CICLO VITAL la importancia que las comunida-
mahonés , experto en derecho foral, des humanas otorgan a la repro-
que elaboró una larga y minuciosa La propuesta del Ateneo de Madrid, ducción. De ello derivan los
respuesta al prolijo cuestionario, lo al establecer como objeto de su pri- «modelos reproductivos », que par-
que le mereció una carta de felicita- mera exploración social «el campo ten de la creenc ia del carácter alta-
ción del Presidente de la Sección de de las costumbres populares y los mente negativo de la esterilidad y
Ciencias Morales y Políticas, el Sr. tres hechos más característicos de en consecuencia de creencias y
Rafae l Salillas, el promoto r de la la vida: el nacimiento, el matrimonio prácticas sob re su prevención o
mencio nada encuesta. Sin embar- y la muerte», configuraba un esque- reducción. En Menorca , el término
go, hemos podido tener acceso a ma de aná lisis bien encam inado , eixorc, -que en la expres ión local
otra respuesta al cues tionario del que la investigación antropológica suena xorc- (estéril, sin descen-
Ateneo, hasta ahora desconoc ida, posterior no ha hecho más que reva- dencia) tiene todav ía hoy un valor
elaborada por otro abogado de lidar, aunque a los tres hechos del social claramente negativo , y en la
Mahón, D. Juan Vidal, que se con- ciclo vital se añada en estudios pos- actualidad , cuando es ya mucho
serva en su bibl ioteca , en forma teriores el hecho de la pubertad y los más frecuente que la ausencia de
manuscrita. Aunque no incluye las «rituales de iniciación» relacionados hijos en un matrimonio se base en
res puest as correspond ientes a con tal hecho. Los llamados «ritos dec isiones conscientes, se evita ,
defunciones, representa un notable de paso» representan los momentos sin embargo , utilizar tal término en
comp lemen to al texto de Ped ro cruciales del ciclo vital de los indivi-
presencia de las parejas sin hijos.
Ballester," Estas respuestas refleja- duos, en tanto que sirven para socia-
Hay una curiosa creencia sobre la
rían lo que, en su obra ya citada, J. lizar hechos biológicos individuales.
alta fert ilidad de la población
De ahí que las prácticas sociales
Prat llama «el discurso antropológi- menorquina , atendiendo al gran
asociadas a tales fenómenos sigan
co», frente al «discurso folclórico», número de hijos que solían tener
siendo, todavía hoy, ricas en simbo-
que, en el caso de Menorca, estaría las fam ilias menorquinas .y así lo
lismos , en creen-
representado por los mencionados
cias , en rituales ,
folcloristas Francesc Camps i Mer-
más o menos trans-
cadal y Andreu Ferrer Ginard.
formados , .enraiza-
Coinciden, por tanto, en Menorca,
dos en trad iciones
los dos discursos , pero hay que
arca icas , q ue
reconocer que el esfuerzo de estos
pone n de reli eve
pr imeros autores po r descri bir la
a lgunas de l a s
soc iedad menorqu ina tendría un
caracter ísticas cul-
impacto limitado. De hecho, sus tex-
turales más especí-
tos no han estado al alcance real del ficas de una comu-
púb lico , hasta sus reed iciones nidad. Es frecuente
recientes en los años 80 del siglo que la descripción
XX, período en el que resurge el tra- de tales prácticas
bajo antropológico, tanto en su ver- tienda a centrarse
tiente más etnográ fica de desc rip- en los aspectos
ción y contrastación de los datos más exóticos y étni-
conocidos , como en la línea más came nte dlteren-
etnológica, comparativa y reflexiva. ciales, dejando de
En la descripción que sigue, vamos lado, con frecue n-
a tomar como base informativa los c ia , el hecho de
textos mencionados, añadiendo ele- que las creencias
mentos de trabajos más recientes. profundas son muy
similares en ámbi-
tos culturales más
5 Ballester Pons, Pedro, Costumbres popula-
res de Menorca. Es!. Tip, De Bernardo Fábre- amplios.
gues, Mahón , 1905. (Reproducido en Pere
Ballester, Estudis d'Antropologia de Menorca ,
Col. Capeer, 2. Conselllnsular de Menorca, Maó,
1986. Nacimiento
El rnanuscrrto de Juan Vidal, que hemos podi- El ritual central relacionado con el nacimiento era, y si-
do consultar por deferencia de su nieto, Tomás gue siendo, el Bautismo (Arxlu d'lmatge i Só de Menor-
Vidal Bendito, catedrático de Geografia Humana La nece si dad de ca, CoMecció Xavier Martín)
en la UB, consta de portada y 40 cuartillas
manuscritas . supe rvive ncia de l
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NARRIA
recoge Ballester, citando la opinión maridos jóvenes . Algunos estudios sin haber dio advertida de la prueba,
de un viajero francés del siglo recientes de demografía histórica se pronosticaba varón , en el caso
XVII1.6 Sin embargo no parece que han puesto de relieve el bajo nivel de del cuchillo, y hembra, en el de las
el hecho de la alta natalidad pare- soltería, tanto en hombres como en tijeras. Una vez más, clásicos meca-
ciese a los nativos una evidencia mujeres." Pero sobre esta estrategia nismos de simbolismo analógico ,
suficiente para la natural fertilidad social volveremos al hablar del comunes a la inmensa mayoría de
de las mujeres menorquinas , ya matrimonio. creencias populares tradicionales.
que la evidencia contraria de la alta En el período del embarazo fue En la asistencia al parto, era tradi-
mortalidad infantil provocaba el común, hasta épocas recientes, la cionalla presencia de la comadrona,
mantenimiento de prácticas socia- práctica de oraciones a San Ramón mujer experta en tal menester. Pero
les, religiosas y mágicas , para evi- Nonato o el septenario a la Virgen de es importante subrayar que en algu-
tar la esterilidad y «estimular» la los Dolores. Entre las creencias que nas zonas de Menorca, sobre todo
fecundidad. Entre las prácticas Fe mantienen, aunque no se diga de en Mahón, desde la segunda mitad
locales, más allá de oraciones , modo explícito, está la de no nom- del siglo XVIII, todavía en período de
novenas y septenarios a santos brar madrina de bautizo a una emba- dominio inglés, existió un centro de
diversos, merecen destacarse el razada , pues se consideraba que formación de comadronas, hecho
uso del llamado «unqüent de la corría el riesgo de abortar. Igualment que redundó en una notable dismi-
mar» y la «carabina». El primero se creía, por un mecanismo claro de nución de la mortalidad infantil, has-
era una especie de betún , proba- analogía (la llamada «magia simpa- ta tal punto que algunos autores han
blemente algún tipo de alquitrán , tética », de Frazer), que las mujeres considerado que Menorca es proba-
que los pescadores recogían en la embazadas no deben devanar blemente el territorio español que
costa y que se utilizaba para poner madejas, pues el cordón umbilical más tempranamente se incorpora al
parches en algunas zonas del cuer- podr ía enrollarse en el cuello del modelo demográfico europeo, de
po. La llamada «carabina» (o más feto. Especial atención se daba al progresiva reducc ión de la natal i-
exactamente carabita) era una pie- cumplimiento de los antojos de la dad." Pero no parece que tal modelo
dra de color oscuro, con propieda- embazada, pues de no cumplirse, el sea aplicable de modo general a
des magnéticas, que en la zona de niño podría nacer com marcas en el toda la isla, ya que en los pueblos
Ciudadela se llevaba en una bolsi- cuerpo, parecidas en la forma al del interior se mantiene el modelo
ta, con limaduras de acero, atada a objeto del antojo. Tal creencia la he tradiciona l, que conjuga una alta
la cintura de modo que la bolsita oído, muy recientemente , de boca tasa de natalidad con altos niveles
quedara en contacto con la región de algunas mujeres mayores que de mortalidad infantil.
lumbar. No tenemos constanc ia de man ifestaban haberlo creído , e Pero el ritual central relacionado
que tales prácticas se mantengan incluso visto, de jóvenes. Un ejerci- con el nacimiento era, y sigue siendo,
en la actualidad, por lo que no es cio común, por supuesto no exclusi- el Bautismo. A pesar del proceso de
fácil identificar con precisión vo de Menorca, es el del pronóstico laicización, en Menorca sigue siendo
ambos objetos , ya que incluso a del sexo del que va a nacer. Aunque común la celebración del nacimiento
principios del siglo XX, Ballester no las prácticas médicas actuales han con la ceremonia del sacramentocris-
parece conocerlos de primera anulado totalmente el valor de tales tiano del Bautismo, incluso en familias
mano. En los medios que conser- predicciones, no dejan todavía de no practicantes, pero que provienen
van todavía hoy el recuerdo (y la practicarse, con un aire casi lúdico, de tradición familiar cristiana. En la
práctica!) de remedios «mágicos» pero con el convencimiento del valor ceremonia bautismal, era importante
no hay constancia del uso de los de los indicios tradicionales: vientre utilizar vestidos especialmente elabo-
mismos. puntiagudo , varón , y hembra en rados manualmente, con bordados,
Más interesante me parece, desde caso contrario ; cara deformada , por abuelas o tías, o vestidos de bau-
el punto de vista socio antropológi- hembra; si al subir una escalera la tizo conservadosdurante más de una
co, la práctica social de segundas y embarazada emp ieza con el pie generación para estas ocasiones. En
terceras nupcias, tanto para prote- derecho, será varón, etc. Un juego cua lqu ier caso , los aspectos de
ger la prole, en caso de muerte pre- antiguo es espeCialmente significati- mayor relevanc ia en la ceremon ia
matura de la madre, o de muerte de vo: se ponían dos sillas, debajo de bautismal era el de los padrinos y la
las cuales se ponía un cuchillo, en imposición de nombre. En Menorca,
una, y unas tijeras, en la otra. Según siguiendo una tradición semejante a
6 «Las mujeres son allí raras vece s estériles y
generalmente más propias pa ra la propagación la silla que escogiera la embarzada, la de Mallorca, el padrinodel primogé-
de la especie que en los demás clim as cáli dos .-
Passerat de la Chapelle , C la ud e -Fra nlf ois ,
Réflex ions general sur I'Isle de Minorque: sur
7 M.A . Casanovas Ca mps; Florenci Sa stre 6 Vlda l Bend ito. T., Gomila Huguet. J., «Apro-
son climat. sur la man iere de vivre de ses Habi-
tants , & su r les maladies qui y regnent. Paris , Portella . Estructura demográfica de Ferreries ximación a la demografía histó rica menorquina - o
1764 (Hay una trad ucc ión caste llana . im pre sa en (1801-1850), Inst itut Menorqu í d'Estud islAjunta- Boletín de la Asociación de Demografia Históri-
Mahó n en 1901). ment de Ferr eries, Ma ó, 1997 . ca.lV, 2. Madrid. 1986 .
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NARRIA
abuela materna _O> segunda hija
padre/madr e _O> tercer hijo/hija
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NARRIA
tr ong decía qu e las muj er es en en 1998 , las
Menorca son muy precoces y que bodas civiles eran
se casa a los 13 ó 14 años, a Balles- e n M en orc a e l
ter, a com ienzos del siglo XX, le 34 ,64%, siendo el
parece exagerado y afirma que la 31,87 en el conjun-
edad del matrimonio se sitúa entre to de Baleares .!"
los 18 y 20 años. Un siglo después , La s refl exion es
la edad media para el matrimonio, sobre la evolución
es en Menorca, de 30,57 años, para de la sociedad
los hombres y de 27,19, para las podrían ser muchas,
muieres." pero quisiera subra-
Los rituales propios de la cele- yar solamente el
brac ión de la boda no presentan contrast e con la
peculiaridades que merezcan ser pervivenci a de la
reseñadas , aunque hay detalles práctica religiosa
locales , sobre todo en las tradi- de los otros ritua-
ciones rurales , como la entrega les de paso Bautis -
en la com ida de bodas de regalos mo y Defunción .
dirigidos a la novia, que se escon- La gran desigual-
dían entre dos platos , a medida dad en la adopción
que pasaban de mano en mano . de prácticas laicas
Otra costumbre citada por algu- o religiosas mues-
nos autores como notable , que ya tra la inercia de la
desapareció hace más de 100 tradic ión , pero
años , era la práctica de tap iar la también los senti-
puerta de la casa de los novios, mientos, miedos y llahÓll-Miran da {
en la primera noche , sin dejarlos vacilaciones que
sal ir al día sigu iente hasta des- afectan a una
Foto de una pareja el día de su boda a finales del siglo XIX
pués de muchas s úpl icas. ?? Se sociedad ante (Arxi u d'lmatge i SÓde Menorca, Cololecc ió Xavier Martín)
conocen también otras prácticas determinadas
destinadas a creas dificultades a cuest iones vita les.
los novios, con el simbol ismo de lentos o traumáticos , pero este no
estar dispuestos a afrontar las era el modelo de la sociedad tradi-
vicisitudes de la vida o, simple- Defunción y duelo cional, para la cual muerte es algo
mente , como broma más o menos familiar, en el sentido más literal, es
pesada de los amigos. Hecho que Describir las creencias tradicionales un hecho que se vive en el marco de
todavía se pract ica en muchos de una comunidad con frecuencia la familia y que ocurre en el domicilio
sitios. produce la impresión de estar evo- familiar. Todo el ritual tradicional de
Cons iderac ión aparte merece la cando viejas costumbres que ya no la muerte depende de este hecho.
constatación de la notable disminu- tienen nada que ver con el presente, La previsión del momento final, sea
ción de l matrimon io religioso en puesto que los comportam ientos en los casos de enferm edad , sea
nuestra sociedad. Según los datos actuales parecen muy distintos de más habitualmente por edad, se rea-
de que disponemos , en Menorca los antiguos y suponemos que las liza para hacer posible la adecuada
los matrimon ios civiles en 1986, creencias subyacentes están igual- asistencia al moribundo, a través del
representaban el 22,41 % del total mente alejadas de aquellas formas ritual religioso del viático y la extre-
de matrimon ios realizados , algo de vida. Pero si en algún punto esta maunción, así como de la frecuente
por debajo de la media de Balea- impresión no parece correcta es en asistencia de los familiares más ínti-
res , que en el mismo año fue del las prácticas sociales relacionadas mos a la agonía. Afirmar que en la
25 ,84 %. Pero 12 años después , con la muerte. sociedad , como la menorquina de
La actitud tradicional básica ante hace unas décadas, la muerte tiene
el hecho de la muerte siempre fue el un carácter «natural » no significa
16 Datos del Instituto Balear de Estadística, de su inevitabilidad y el de su «natu- una actitud de distancia emocional.
para 1999.
17 El hecho es referi do por P. Ballester en su
ralidad ». Todas las épocas han Precisamente una de las principales
obra . Pero J.M. Gómez Tabanera , en El Folklo- conocido momentos o episodios vio- funciones de los rituales es canalizar
re español , 1968, pág . 111 , cita esta costumbre
de Menorca , diciendo que los mozos tapiaban las emociones en momentos de alta
la puerta de la casa de los recién cas ados intensidad afectiva. Quizá por ello el
durante ..varios días», pero no indica la fuente
utilizada. 18 Fuente: Institut Balear d'Estad fstica. conjunto de los rituales funerarios se
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NARRIA
han mantenido con tan ta fuerza . Vaticano 11 elimina-
Uno de los momentos clave era la ron tales diferen-
comprobación de la mue rte. En c ias socia les en
Menorca era hab itual poner una estos rituales. En
cerilla encendida bajo la nariz, para camb io, suele ser
comprobar la ausencia de respira- todavía de estricto
ción. y enseguida alguien se encar- cumplim iento que
gaba de cerrar los ojos al difunto, en el funeral, en la
pues se creía que si quedaba con iglesia, las mujeres
los ojos abiertos, algún miembro de de la fam ilia ocu -
la familia morira pronto. Por lo mis- pe n e l l u g ar
mo, se instalaba en la habitación izquierdo, mientras
una especie de altar con un crucifijo que los hombres
y se encendían varias velas. oc upan el l u g ar
A partir de este momento el ritual derecho de los pri-
adquiría un rumbo claramente meros bancos .
social. Se avisaba a los familiares y Cuando al finalizar
amigos y se iniciaba un período de la ceremon ia los
vela , que duraba unas 24 horas , as istentes pasan
hasta la hora del ent ierro. En el delante de los fami-
salón o comedor de la vivienda se liares, en la misma
disponían los familiares a recibir el iglesia, los hom-
pésame de los más allegados. Eran, bres reciben el
y en buena parte todavía es as í, pésame de p ie ,
momentos para el recuerdo e inclu- pero las muj eres
so para el desahogo. La aparición de pe rmanecen se n-
los tanatorios, que desplazan fuera tadas.
del domicilio el cuerpo del difunto U no de l o s
para su preparación para el entierro, aspectos funda- En los pueblos del interior de Menorca, era habitual ver
mentales del ritual a la mayoría de la mujeres mayores de SO años vestidas
no ha hecho desaparece r, en de negro debido a que enlazaban un periodo de luto con
Menorca , la obligación de la visita de la muerte , en el siguiente, de manera que tal modo de vestir acababa
domiciliaria, aunque haya eliminado mu ch as cult uras , convirtiéndose en habitual (Arxiu d'lmagen I SÓ de Me-
es la prolongación norca, Col-leccló Xavier Martín)
el hecho de velar, por lo menos por
la noche. del ritual bajo algu-
La comun icació n fo rma l de la na forma de «due-
defunción se hacía a través de lo», es decir, la adopción de conduc- duelo: 1 año para los viudos , con
esquelas, que indicaban la hora del tas que quieren manifestar el dolor y seis meses de duelo riguroso y seis
entierro y del posterior funeral, que la importancia de la pé rdida de l de alivio, 6 meses para padres e
solía celebrarse al cabo de unos familiar. El duelo es la más profunda hijos, tres más tres, 2 meses para
días. Desde hace unos años se ha socializac ión del sentimiento y se sueg ras, nu eras y hermanos, 1
impuesto el funeral de cuerpo pre- manifiesta en todo un conjunto de mes para tíos y sobrinos. Las viu-
sente, previo al entierro, lo que per- prescripciones y obligaciones. Las das solía n vestir de duelo hasta
mite «despedir el duelo», es decir, familias en período de duelo debían que contraían nuev o matrim oni o.
dar el pésame a la familia a todos tener la ventanas cerradas , de En lo s pu e bl os d el interi or de
aquellos que no lo han hecho en el modo habitual, y no podían emblan- Menorca, era habitual ver a la mayo-
domicilio del difunto. car las fachadas de la casa. Esto en ría de mujeres mayores de 50 años
El entierro era antiguamente una Menorca , donde el cuidado de la vestidas de negro, de manera que
expresión muy directa de clasismo bla ncas fach adas se consid era tal modo de vestir acaba convirtién-
soc ia l. Hab ía tr es ca tego rías de importante, representaba una mani- dose en habitual. No parece que las
entierro, que se distinguían por la festación muy visible y significativa. prescripcion es del gobernador se
cantidad de sacerdotes que partici- Del mismo modo, en este período hayan cumplido estrictamente, pero
paban, por los cantos, por los ador- no se asistía a fiestas ni actos socia- durante mucho tiempo sirvieron de
nos de ataúdes y carros de acompa- les. Los historiadores cuentan que pauta y marcaron el paisaje humano
ñamiento. No tenemos constancia hasta el siglo XVIII la importancia de nuestros pueblos.
que hubiera en nuestra tradición la dada al duelo era tanta que en 1792, En la actualidad se han abandona-
práctica de las plañideras. Las refor- un gobernado r de Menorc a, esta- do las form as vest imentarias del
mas litúrgicas derivadas del Concilio bleció por decreto la duración del duelo, pero perduran algunas limita-
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NARRIA
riesgo de caer en un discurso tradi-
ciona lista , en buena parte folclóri-
co, que no refleja la realidad actual
de la isla, inmersa en un proceso
acelerado de «terciarización», por
su casi plena dedicación a la indus-
tria turíst ica y sus derivados. Pero
por otro lado, el conocim iento histó-
rico de muchas de sus creenc ias,
manifiestas en los grandes rituales
del ciclo vital , debería parecer
necesario para conocer la evolu-
ción de la mentalidad y la realidad
profunda de la isla. Y sin embargo,
con frecuencia la conexión entre
pasado y presente se nos difum ina,
se hace borrosa y nos cuesta reco-
nocer en los comportamientos de
Falimia de luto (Arxui d'lmatge i SÓde Menorca, Col-lecció Xavier Martín)
sólo hace unas décadas elementos
importantes de nuestras creencias
actuales. Y sin embargo , estoy
ciones sociales, especialmente rela- plimiento masivo de la visita a los convencido que no es posible com-
cionadas con celebraciones festivas cementerios el día de Todos los San- prender muchos de los comporta-
y así, por ejemplo , todavía se pue- tos. El hecho es común en toda el mientos actuales y el sentido de la
den ver ventanas cerradas, en Ciu- área cultural de influencia católica , evolución de nuestra sociedad , sin
dadela, en los días de las fiestas de aunque tenga sus matices en cada conocer las raíces profundas que la
Sa n Jua n, por motivos de due lo comunidad. generaron . Quizá una descripción
familiar. Describir la realidad de Menorca a esquemática como la realizada no
Un último ejemp lo sobre la impor- través de sus tradicionales ritos de ofrezca suficientes claves para tal
tancia social del culto a los difuntos paso encierra una incómoda contra- comprensión , pero por lo menos ha
y, por tanto de su profunda significa- dicción o, por lo menos , una clara querido aportar algunos elementos
ción en nuestra sociedad, es el cum- parado ja . Por un lado, se corre el para intentarlo.
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