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Alumno: Armando De La Cruz

Trabajo: Testimonio del P. Frans van der Lugt s.j


Durante las últimas clases de Profundización en la Fe y en los encuentros formativos
hemos estados estudiando El Credo, nuestro compendio que guarda todas las verdades de
fe, y al estudiar las tres personas de la Santísima Trinidad y ver como las tres se unen en
una sola esencia parece algo grande que nos impulsa a vivir lo que profesamos con
radicalidad, con entrega, con confianza como lo realizó el padre jesuita Frans en Siria.
En efecto cada día el Señor llama a muchas personas a ser sus discípulos-misioneros, un
binomio inseparable que nos puede costar hasta la propia vida, el mejor ejemplo lo
percibimos de Cristo y lo podemos palpar en este sacerdote que decide perder su vida por el
Reino de los Cielos, entregarse a acompañar a todos los habitantes de Siria y hacerse uno
con su pueblo, con su sufrimiento y configurarse con Cristo: Sacerdote, Victima y Altar.
No obstante, este testimonio nos aviva a creer en lo que profesamos todos los domingos
en la Eucaristía, lo que profesaron nuestros padres y padrinos en nuestro bautismo y nos
evoca a escudriñar más las Sagradas Escrituras para el conocimiento de Dios que se hace
uno con nosotros. Asimismo podemos ver como la fuerza del Espíritu Santo puede actuar
en los que verdaderamente se lo permiten y no colocan impedimentos a la llamada
universal del Señor vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio (cf. Mt 28, 19), y
esta efusión puede alcanzar en nosotros cosas increíbles, dolorosas y hasta injustas por las
que Dios se vale para seguir realizando su misión. En el credo niceno-constantinopolitano
profesamos que creemos “en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del
Padre y del Hijo, y que recibe una adoración y gloria” esta convicción nos debe transformar
para seguir confirmando con fe firme y entrega generosa nuestro “sí” que cada mañana al
levantarnos ratificamos y cada noche al acostamos agradecemos.
Finalmente El Credo no es una simple oración que alguien inventó para sentirnos bien,
para rezarlo corriendo. No, El Credo es nuestra forma de vivir, es el testimonio que damos
a las demás personas, es el compromiso con que vivimos el llamado que Dios ha querido
realizarnos. El Credo es configurarnos con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo de una
manera radical, es dejarlo todo para tenerlo todo siguiéndolo a Él.

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