En una humilde vivienda, una tarde de Sábado soleada se escuchan risas y carcajadas
provenientes de los tres habitantes que en esos momentos se encontraban ahí.
Ellos eran Sebastián el abuelo, Juan el padre y Rosendo el nieto quienes compartían
chistes que se sabían o que les habían contado recientemente, a eso precisamente se
debía su alegría.
Nos tuvimos que trasladar a la ciudad a engrosar los cinturones de miseria que debido
a los desplazamientos por motivo de la violencia ejercida por los gobiernos
conservadores, se estaban formando casi en todas las ciudades principales, pero
especialmente en Bogotá, donde fue un calvario poder conseguir empleo, puesto que
al ser campesinos, no sabíamos hacer nada respecto a la ciudad, pero con gran
esfuerzo de todos pudimos de alguna manera de subsistir y adaptarnos a las nuevas
condiciones de vida y a pesar de la adversidad todos y cada uno de los hermanos, nos
arraigamos y conformamos nuestras respectivas familias, que como en el caso mío con
su madre y abuela Conchita, estamos llegando al fin de nuestros días, enfermos y
prácticamente en la misma pobreza que comenzamos, lastimosamente dejándoles
como único legado, la verraquera para luchar contra las adversidades y el abandono
del estado, el cual si las cosas siguen igual, se perpetuara en el tiempo.
Con los ojos llorosos por los ingratos recuerdos transmitidos en la narración hecha por
su padre, Juan tomo la palabra y esto les dijo: Desde muy joven y por ser el mayor de
los hijos, prácticamente me ha tocado trabajar duro para poder ayudar al sustento de
la familia, y con gran esfuerzo estudiando de noche, termine la primaria y secundaria,
por lo cual pude mejorar un poco mis condiciones de empleo y lógicamente salariales,
así es como entre a laborar en una fábrica de textiles y a la cual le he dedicado 30 años
mi vida, y ahora precisamente cercano a los 60 años y a cumplir los requisitos para la
jubilación , fui uno de los despedidos por los supuestos recortes de personal que la
empresa debe hacer, debido a los altos costos de los insumos, al contrabando y los
altos impuestos que deben pagar, sin importarles a estos patrones la suerte de sus
trabajadores, los cuales a pesar de haberles dado su fuerza de trabajo por muchos
años, son echados a la calle como cualquier pedazo de papel sucio.
Ahora no sé qué hacer, desempleado a esta edad, sin ahorros y sobre todo enfermo y
sin esperanzas de curación debido al mal servicio médico que siempre nos han
brindado las benditas EPS, quienes se preocupan únicamente por mantener su margen
de ganancia, sin importarles la surte de sus CLIENTES quienes a menudo mueren a la
puertas de los hospitales a los cuales les deben unas millonadas, pero como son
protegidas por los politiqueros presentes en el parlamento, cada vez que se trata de
eliminarlas, por ausentismo y falta de quórum no les pasa nada. ¿En estas tétricas
condiciones creen ustedes que alguien me dará trabajo? Creo que no, entonces
terminare como tu padre, en el abandono y la miseria.
Consternado ante tal noticia Rosendo el nieto de Sebastián, el hijo de Juan, no sabía si
compartir o no su propia situación. Al igual que su padre con muchos esfuerzos por
parte de la familia, y considerando que de esa manera obtendría más rápido un
empleo y contribuir con los gastos de la familia, había logrado obtener el título de
Maestro Superior, estudios que termino con muy buenas calificaciones, siendo uno de
los mejores de su clase y al presentarse al concurso abierto obtuvo un buen puntaje,
que le daría para ocupar un cargo de maestro en cualesquiera de las escuelas sino de
la ciudad por lo menos en las adyacentes.
A propósito me pregunto, por qué en este país para poder llegar a ser presidente, el
candidato ganador tiene que pertenecer a una de las familias más ricas y pudientes,
que por años y años han usufructuado del poder económico y político, heredándolo
estos si a sus hijos y nietos para mantener las cosas como ellos quieren que
permanezcan, es decir a su favor, para continuar enriqueciéndose a costa de la miseria
y desolación de los pobres campesinos, trabajadores y empleados, como los de
nuestra historia.