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© oMBRES Y ESTRUCTURAS DE LA EDAD MEDIA CO fetigt Weer 14, LAS SOCIEDADES MEDIEVALES. x ” UNA APROXIMACION DE CONJUNTO *: Sefor Administrador, estimados colegas, Si habéis decidido consagrar la ensefianza que he tenido'! el honor que me confidrais, no solamente a Ja historia de la Edad Media, aunque la tradicién de esta casa hubiera justificado perfectamente. tal eleccién, sino de manera mas espesifica a la historia de las sociedades medievales, es po! que os ha parecido, en primer lugar, én y sobre todo pi dado que la vocacién del Colegio de Francia es ensefiar la ciencia en su proceso de constitucién, que las reflexiones més urgentes, aquellas de las cuales pueden esperarse los resultados mas nuevos, debian adentrarse en la senda menos conocida de Os puede parecer sorprendente, sefioras y sefiores, qué hable en tales términos de esta historia, en el mismo lugar donde Lucien Febvre enseiié y lev6 adelante durante largo, tiempo esos combates por tina historia renovada que’ he: mos proseguido con entusiasmo y pasién, si se tiene. cuenta tantos trabajos acabados, a punto de acabarse’o, dé iniciarse, y evoco por ultimo, con reconocimiento y respetd, la memoria de Mare Bloch, a quien le debo el descub) miento de que es el hombre vivo lo que hay que. buseai,| bajo el polvo de los-archivos y ei.el silencio de los mi seos.... No obstante no se puede ignorar —y la disposiciéa| * Leeciéal inaugural pronunciada en el Colegio de Francia y ‘pu Las sociedades medievales 251 de numerosas obras, el titulo mismo de diversas ensefian- zas lo testimonian— que la historia social aparece en la actualidad a menudo como un anexo, como un apéndice, como, digdmoslo, el pariente pobre de la historia econé- mica. Esta, en efecto, movida desde hace medio siglo por tun poderoso impulso, no ha dejado de dar vida y amplitud a las investigaciones mas fecundas; ha conquistado los mas amplios espacios; se la observa ahora, sostenida por los re- cientes desarrollos de una arqueologia de la vida material, abrirse nuevos caminos. Ha triunfado. ¥ en su. ira tras de sia la historia de las sociedades. @apOsMD 3s Es conveniente, sin embargo, que nos mostremos vigi- lantes con respecto a dos aspectos. En primer lugar, frente al hecho de que los historiadores de la economia medieval no siempre se han guardado de aplicar a la observacién del pasado una concepcidn de la economia fundada en da- tos actuales que se revela, cuando se aplica, anacrénica y deformante. Asi, inconscientemente, han otorgado un lager privilegiado durante mucho tiempo a las actividades comer- ciales y a la circulacién del dinero, sin haber definido con exactitud —y ciertas conclusiones de investigaciones etno- logicas los hubieran podido ayudar a hacerlo— el papel de Ja moneda o Ia naturaleza de los intercambios en una civi- lizacién tan profundamente arraigada en la vida rucal como lo estaba la del Occidente medieval. En segundo lugar, y sobre todo, seria falso pensar que se ha finalizado el andli- sis de una sociedad cuando, después de Ja lectura de los censarios, de los registros de estima o de los catastros, se llega a situar los jefes de casas en los diferentes niveles de una jerarquia de fortunas; cuando, interpretando los tér- minos, de un contrato de alquiler o de trabajo, se sefiala cémo tal. trabajador era explotado; cuando, por-mediacién de. enumeraciones fiscales, se ha visto cémo se esboza la tendencia de una evolucién demogrifica, En efecto, Ja idea que tienen los individuos y los grupos de sus. respectivas blicada con la amable autorizacién de Editions Gallimard, 1972." + °" 5 m 252 Georges Duby” posiciones, y las conductas que dicta esta idea, no estén inmediatamente determinadas por la realidad de su condi cidn econémica, sino por la imagen que de ella se hacen; imagen que nunc | piiesto’ que esté siempre influi jel" puesti el juego de’un conjunto complejo de tepresentaciones Trentales. Considerar los fenémenos sociales como simple prolongaéién de los fendmenas econdmicos, es rédueir el Campo de interrogantes, es empobrecer singularmente Ta _ problenética, es renunciar a percibir claramente ciertas lineas de fuerza esenciales. a ‘De hecho muy tempranamente, a partir del instante en que la historia de la economfa iniciaba su camino, a algunos les parecié indispensable completar el estudio de las bases. 4 materiales de las sociedades antiguas con el de los ritos, creencias y mitos, con el de todos los aspectos de una pico: logia colectiva que determinan los comportamientos indivi- duales y en funcién de los cuales se ordenan las relaciones sociales de manera tan directa y necesaria como en — de los hechos econémicos. De tal suerte ha ido tomando cuerpo lentamente, y durante mucho tiempo de manera vacilante, esta historia que se ha denominado, tal vez im propiamente, historia de las mentalidades; ésta ha visto én Jos aiios recientes reafirmar sus métodos y ampliar sus, ambiciones gracias al impetuoso progreso de las jévenes ciencias humanas, como Ja antropologia social y la semio- logia. Este vasio dominio qi se abre ast ld tnvestigacién Puede seducir tanto més a los medievalistas cuanto que la mayor parte de los documentos escritos de aquella época, al ser redactados por hombres de la Iglesia, conferian a las cosas del espfritu una funcién mucho més importante que a las realidades econémicas y escasamente proveen de datos cuantifcables y susceptibles de utilizacién estadistica, mien- tras que se revelan particularmente esclarecedores, en Ie que 2 los-fenémenos mentales se refiere. Pero esta dispo: cidn presenta en si:misma un serio peligro, que no han. es quivado Ciertos. historiadores, que ‘dejéndose evar por actitud misma de los doctimeritos que iriterrogan, cuyos fuerzos iban encaminados a separar lo espiritual de lo tem= poral, han tendido a alejarse de lo concreto, a_atribuir.a. Jas estructuras mentales una autonomfa demasiado amplia’ Las sociedades medievales 253 con relacién a las estructuras materiales que las determi: han, desviando insensiblemente la historia de las mentalida- des hacia desarrollos parecidos a los de la Geistesgeschichte. Si se desea, en consecuencia, que Ja historia social pro- grese y conquiste su independencia, es converiente aden- trarse en un camino donde se opere la convergencia de una historia de la civilizacién material y de una historia de la mentalidad colectiva. Pero creo imprescindible plantear pre- viamente tres principios de método. Es necesario partir de Ja idea de que el hombre en sociedad constituye el objeto final de la investigacién histérica, dela cual es el primer principio. Historia social, de hecho, es toda la historia. Ya Que toda sociedad es un cuerpo, en cuya composicién inter- vienen, sin que sea posible disociarlos, salvo por exigencias del analisis, factores econémicos, politicos y mentales, esta historia se nutre de todas las informaciones, de todos los indicios, de todas las fuentes. No se contenta evidentemente con lo que aportan los textos, ya sean narrativos o juridi- cos, ya intenten regular las liturgias o se propongan tras- poner lo vivido en lo imaginario con el fin de divertir 0 de edificar una moral. No le es tampoco suficiente superar el contenido de estos textos, examinar su envoltura formal con el fin de alcanzar la verdadera relacion con el mundo de aquellos que los compusieron y los utilizaron, més alla de las palabras y de las constelaciones de vocablos, mAs alld de las cifras y de los procedimientos de célculo, mas alla de la ordenacién del‘discurso, de la disposicién externa del escrito y de lo que. pueda revelar el aspecto mismo de la grafia. La historia social debe estar también atenta a todos Jos vestigios del pasado, a los restos de instrumentos y he- rramientas que exhuman las excavaciones, a todas las hue- Ulas que subsisten de los antiguos establecimientos humanos en el paisaje actual de las campitias y de los pueblos, a todo lo que deje, por tltimo, traslucir en el plano de un santuario de peregrinacién, en la composicién de una’mi- niatura, en el ritmo’ de una secuencia gregoriana, una’con- cepcién del universo plasmada en las formas multiples:de Ja creacién artistica, Porque, en efecto, como dice’ Pierre’ Francastel, «toda sociedad instauradora de un orden eco- némico ¥ politico lo es al mismo tiempo de un orden figu-

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