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Formación de la Nación Colombiana

Parcial #2
Isabella Sierra Atencia

Bogotá, D.C, 30 de noviembre de 2018

Excelentísimo Señor Ministro:

Tengo a honra, en nombre de la República de Colombia, dirigirme a Vuestra Excelencia con


relación a la petición que la República de Irak ha solicitado. El motivo de esta carta se refiere al
interés que ha presentado su nación por el modelo de pacificación colombiano que se estableció
del año 1958 al año 1974, denominado “Frente Nacional”. Este modelo ha llamado la atención de
sus intelectuales y estrategas, en búsqueda de un diseño similar para la superación del conflicto
religioso interno entre chiitas y sunitas. En conjunto con el Ministerio de Relaciones Exteriores, el
Gobierno Nacional procurará resolver sus inquietudes en torno a la estructura de dicho pacto.

El llamado “Frente Nacional” tiene su origen en dos momentos dramáticos de la historia de


Colombia: el período de “La Violencia” y su infructuosa solución, la instauración de una junta
militar de gobierno, inaugurada por la renuncia a la presidencia del general Gustavo Rojas Pinilla.
La Violencia puede considerarse como una de las épocas más terroríficas y salvajes que tocaron a
la sociedad colombiana, al dividirse la población en dos bandos que abanderaban los dos partidos
tradicionales de nuestra política, el Partido Liberal y el Partido Conservador. En esta disputa toda
clase de derechos inalienables y constitucionales se mostraron vulnerados, por lo que, como
gobierno, buscábamos alternativas para velar por la conservación y bienestar de nuestro pueblo,
en resumen, el fin del conflicto bipartidista.

En vista de la desesperación y la alteración del orden público, la primera salida por la que optó el
Gobierno Nacional, fue la implementación de la Junta Militar de 1957, que significaba el gobierno
al mando de miembros provenientes de las fuerzas militares de la República de Colombia. Esta
junta permitió y organizó la advenediza institución del motivo de esta carta, el Frente Nacional.

Según Francisco Gutiérrez (2007), el Frente Nacional se constituía de tres objetivos principales:
ser un pacto de paz entre los dos partidos a través de la paridad burocrática, presentar propuestas
de desarrollo frente a las rápidas transformaciones de la sociedad colombiana y buscar la transición
a la democracia basada en la despolitización programada. Por dicha razón, los partidos
tradicionales decidieron crear el pacto que transcurriría durante 16 años, cuya base sería la
alternancia en el poder entre las dos banderas, cada uno con un período constitucional de 4 años,
en los que ambos partidos tendrían voz y voto mediante la repartición igualitaria de las curules
parlamentarias, los ministerios y la burocracia en las tres ramas del poder público. Este acuerdo de
equidad, buscó apaciguar los altos niveles de violencia que provocaban la ambición de poder por
parte del partido Liberal, Conservador y sus respectivos militantes, que al estar al mando del
gobierno acallaban a la oposición y llegaban a cometer delitos de lesa humanidad.
Ahora bien, hablar de la efectividad del Frente Nacional hace replantearnos muchas cosas. Nuestra
nación había sufrido la crudeza de la guerra bipartidista, por lo que, claramente, el intento de
pacificación no iba a ser un camino despejado y blando.

Evaluando a través de los tres propósitos planteados por Francisco Gutiérrez, en primer lugar, el
Frente Nacional logró ser aquel trato que conseguiría calmar los ánimos que involucraban a los
dos partidos, al no tener que recurrir a métodos violentos para que alguno de los dos subiera al
poder, debido a que las cuatro elecciones que se darían en el período iban a ser consensuadas. No
obstante, el gran problema de este punto se dio debido a que “la dinámica interna de los partidos
hacía que no bastara un pacto de paz entre los grandes jefes y las cúpulas de los partidos destinado
a superar las rivalidades entre localidades, regiones y veredas, ni las luchas entre guerrillas
liberales, comunistas y conservadoras por el control de sus territorios” (González, 2016: p. 321).
Esto, en resumen, significa que, aunque se haya firmado un pacto nacional entre los partidos, este
era desconocido e irrespetado por sus militantes insurgentes, quienes luego iban a convertirse en
guerrillas organizadas.

En segundo lugar, encontramos problemático el punto del Frente Nacional que se refiere a las
propuestas de desarrollo necesarias en el momento que vivía la sociedad colombiana. Esto se ve
reflejado en los constantes frenos y obstáculos que impulsaban los intentos de modernización y
transformación de gobiernos del Frente Nacional como el de Alberto Lleras Restrepo. Fernán
González (2016) considera que las medidas de Lleras “encontraron la resistencia y oposición de
los poderes locales y regionales, junto con sus aliados en la dirigencia nacional de sus partidos,
quienes se oponían a las reformas tanto porque suponían un ataque a los intereses que
representaban como porque representaban un intento del Estado central para fortalecerse en las
regiones, lo que terminaría afectando las bases regionales y locales de su poder”. Simplificando,
podemos asumir que los proyectos para modernizar el país en el Frente Nacional fueron banales y
se veían seriamente truncados por intereses individuales de quienes tenían el poder regional.

Por último, cuando se revisa el tercer objetivo principal del Frente Nacional, damos cuenta de que
la transición a la democracia luego de una experiencia de régimen autoritario fue parcialmente
exitosa, a pesar de no ser un período constituido por todos los elementos de una “democracia” (lo
cual es lógico, por esto el uso del término “transición”). “El Frente Nacional aparece como un
mecanismo anómalo con respecto a los procedimientos normales de una democracia plena, que
fue diseñado para facilitar la recuperación de una democracia que había sucumbido en medio de
grandes conflictos que terminaron por generar una dictadura que pretendía extenderse en el
tiempo” (Valenzuela, 2012: p. 87), hecho por el que se afirma que este lapso puede considerarse
como una “democracia transicional”.

A pesar de la prosperidad del último propósito, hubo piezas fundamentales faltantes para que el
Frente Nacional se estimara como una época de democracia plena, y fueron estas piezas las que,
junto con otras variables como el momento histórico que vivía el hemisferio, luego darían paso a
consecuencias que se tradujeron en la sublevación de grupos insurgentes o al margen de la ley, que
al día de hoy nuestro país continúa padeciendo.
La exclusión de movimientos independientes y alternativos del pacto del Frente Nacional, iba a
ser la justificación histórica que darían los grupos guerrilleros de izquierda para alzarse en contra
del Estado y las fuerzas oficiales. A esto, se suma el clima de tensión mundial generado por la
Guerra Fría y los bloques occidental-capitalista y oriental-comunista y la revolución cubana; y al
interior del país, el auge del Partido Comunista Colombiano. Este ambiente de rebelión dio
apertura a ideologías revolucionarias de carácter socialista que abanderaban estos nuevos actores
de la sociedad colombiana. Grupos como las FARC, que duró 60 años en su lucha armada y con
quien recientemente firmamos un acuerdo de paz; el EPL, quienes dejaron como herencia milicias
que hoy son bandas criminales; el ELN, con quien aún no resolvemos nuestra situación jurídica,
entre otros, fueron influenciados por el entorno del Frente Nacional para su movilización.

Citado todo el argumento anterior, se puede concluir que el Frente Nacional, precipitadamente,
cumplió con su fundamento base: la pacificación del conflicto bipartidista. Es luego de realizar un
análisis con lupa que encontramos las deficiencias del modelo que, posteriormente, serían el origen
de muchos otros conflictos que nos aquejan hoy en día y nos pusieron en desventaja con respecto
al resto de la región. Por esta simple y llana razón, afirmo que la respuesta al cuestionamiento del
logro de pacificación del Frente Nacional es ambigua: sí, por su objetivo principal; no, por sus
secuelas.

Para finalizar, proponemos una serie de sugerencias y reformas al diseño institucional de nuestro
modelo que se pueden desarrollar para un proceso de pacificación exitoso en Irak.
1) Impedir las disidencias. Los actores ignorados del conflicto son importantísimos. No hay
razón para pactar acuerdos con los grandes líderes nacionales sin antes incluir las
posiciones de los grupos “rasos”.
2) Involucrar a todas las regiones en la comunicación con el Estado central. No se debe
permitir a los patrones regionales el control absoluto de sus límites territoriales. Se debe
generar lazos entre quienes han estado alejados para evitar sentimientos de abandono en la
población periférica, así se asegurará el establecimiento de un Estado sólido y compacto.
3) Jamás excluir alternativas distintas a las tradicionales. Se debe asegurar la garantía de los
derechos políticos, para la libre alineación de cada persona al partido o movimiento con el
que se identifique, y evitar posibles malestares que luego signifiquen levantamientos
armados.

En lo posible, y hablando desde la experiencia colombiana, estudiar estas sugerencias. Se espera


esta carta haya logrado su cometido de aclarar dudas y contribuir al posible congratulado proceso
de pacificación de la República de Irak. Colombia augura infinitos éxitos y hace propicia la ocasión
para manifestar nuestro total y distinguido apoyo a su plan de reconciliación.

Gobierno Nacional de la República de Colombia.

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