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El pensamiento crítico, por

Gonzalo Portocarrero
“La debilidad del pensamiento crítico es responsable de la escasa disposición
que tenemos por comprender nuestro pasado”.

GONZALO PORTOCARREROSOCIÓLOGO

El pensamiento crítico, por Gonzalo Portocarrero

Gonzalo Portocarrero10.05.2017 / 08:00 pm

Se trata de un modo de pensar cuyo gesto primordial es la


toma de distancia respecto a la opinión dominante, aquella que
prevalece en una comunidad aun cuando no esté debidamente
fundamentada. El pensamiento crítico se alimenta del avance
de la ciencia, a la que impulsa, y del retroceso del dogmatismo,
al que arrincona, fomentando un diálogo abierto donde los
participantes renuncian a la idea de tener la “última palabra”,
pues están comprometidos con la escucha y la permeabilidad a
las razones del otro. Entonces, la autoridad deja de ser vista
como una garantía infalible de la verdad para ser percibida
como resultado de un debate en el que se intercambian
razones y experiencias.

La debilidad del pensamiento crítico en nuestro país se


manifiesta en la fuerza del autoritarismo y en la tendencia a
“naturalizar” la realidad. Es decir, a creer que las cosas no
pueden ser de otra manera. Esta situación tiene raíces muy
hondas que remiten, al menos, al anhelo de una autoridad
fuerte y a la desconfianza del pensamiento propio. El
conservadurismo elogia las cadenas como garantías que hacen
casi imposible la desavenencia, el conficto y la lucha civil.

El liberalismo y la ciencia moderna llegaron al Perú a fines del


siglo XVIII. Toribio Rodríguez de Mendoza fue el precursor y
divulgador de esta manera de pensar. En la reforma del plan de
estudios del Convictorio de San Carlos –en esos años la
institución educativa más prestigiosa del Virreinato–, propuso
reemplazar a Aristóteles por Newton, como fundamento de una
visión del mundo construida en base a la experiencia verificable
en vez de la asunción pasiva de verdades supuestamente
eternas.

Mucho trabajo le costó a Rodríguez de Mendoza lograr los


cambios que pretendía. Además, su triunfo fue parcial y
reducido a una élite intelectual. Las autoridades virreinales,
civiles y eclesiásticas dieron su conformidad al cambio, pero en
realidad lo sabotearon. Actitud característica del “despotismo
ilustrado” de los reyes borbones en su afán por un progreso
encapsulado en el mundo de los privilegios. En la lucha contra
el avance del racionalismo en el Perú, trataron de controlar sus
efectos democráticos y subversivos a través de la censura y
fiscalización inquisitorial de la producción de los intelectuales.

La reforma en el plan de estudios tenía como complemento la


importación de un gabinete científico. Un conjunto de
instrumentos (telescopio, microscopio, mapas, espejos, etc.)
que permitirían dar a la enseñanza de la ciencia un fundamento
experimental. No obstante, el arzobispo de Lima, Domingo
González de la Reguera, se opuso eficazmente a la
importación del gabinete, así que la enseñanza de la ciencia no
fue motivadora, quedó restringida a la tiza, el pizarrón y la
memoria. Los contenidos podrían haber cambiado pero el
método de enseñanza seguía siendo el mismo. Era una
enseñanza abstracta y dogmática, que no estaba basada en la
demostración experimental de la teoría sino en la creencia en
su verdad a partir de la confianza ciega en la autoridad que la
promueve.

La desconfianza o el desinterés en el experimento, junto con la


entrega a la autoridad vigente, son características de las
maneras de pensar y actuar que se han consolidado en nuestro
país. Por ello, no debe sorprender la escasez de producción
científica y el aferrarse a la tradición como fuente de verdad. En
el campo particular de las ciencias humanas, la consecuencia
es el dogmatismo y la debilidad de la investigación empírica. Se
reproducen estereotipos que dificultan cualquier acción
inteligente.

Un buen ejemplo es la polémica sobre la marcha del Movadef.


Aquí predomina la idea de que los senderistas son
‘esencialmente’ terroristas, por lo que cualquier acción que
emprendan estará orientada a reemprender las acciones
violentas con las que pretendieron llegar al poder. Se inicia una
competencia para ver quién es más duro en sus apreciaciones
y políticas sobre el Movadef. Cualquier perspectiva que trate
de comprender los motivos y el significado de la acción de
Sendero Luminoso es tachada de cómplice, pues lo que vale
es condenar y no hay nada que entender.

La debilidad del pensamiento crítico es responsable de la


escasa disposición que tenemos los peruanos por revisar y
comprender nuestro pasado. Lo que implica que aprendemos
muy poco, de manera que apostando por el cambio no
hacemos más que continuar en el camino de siempre.

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