Para lograr el mejor efecto inmunizante y protector de las vacunas y minimizar sus
posibles reacciones adversas, las vacunas deben conservarse en frío (2-8°C) y
evitando la luz.
La cadena de frío
Las vacunas de gérmenes vivos (triple vírica y varicela) son, en general, poco
resistentes al calor. Por ello, conviene situarlas en los estantes más fríos del
frigorífico (si los hubiera).
Las vacunas inactivadas (difteria-tétanos-tos ferina acelular, polio inactivada,
hepatitis B, hepatitis A, Haemophilus influenzae tipo b, meningococo C, neumococo,
papilomavirus y gripe) son más resistentes al calor. Hay que colocarlas en los
estantes menos fríos del frigorífico. Pierden poder inmunizante por congelación, y
por este motivo deben ser rechazadas.
Guardar las vacunas de modo que permitan la circulación del aire, dejando espacio
entre las cajas y evitando que éstas toquen las paredes interiores del refrigerador.
Se recomienda que las bandejas donde reposan las vacunas sean de malla metálica
o con perforaciones en su base, para evitar la acumulación de humedad en las
bandejas.
Las vacunas son sensibles a la luz, por lo que deben almacenarse a oscuras y no
dejarlos expuestos a la luz.
Otras vacunas que deben preservarse de la luz son la VPI (antipoliomielítica inactiva
trivalente), SRP (triple viral: sarampión, rubéola, paperas), Hib (Haemophilus
influenzae tipo b), VHA (hepatitis A), gripe, neumococo y meningococo C.
Las vacunas que no son fotosensibles son: DTPa (difteria, tétanos, tos ferina) y VHB
(hepatitis B).
Autor
Secretaría de Salud
Fecha de publicación
25 de septiembre de 2015
Estar embarazada.