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Posclásico Temprano y Medio (900-1350 d.C.).

Época de transición
Jeffrey R. Parsons

Los siglos transcurridos entre el Epiclásico –que siguió a la caída de Teotihuacan–


y el surgimiento del imperio mexica en Tenochtitlan, incluyen el desarrollo y colapso
de Tula, al norte de las fronteras noroccidentales de la Cuenca de México, y la
creciente importancia de la gran ciudad de Cholula, situada al sureste. El declive de
la ciudad de Teotihuacan y de su sistema regional, en la Cuenca de México, durante
el siglo vii d.C. parece haberse dado en dos etapas: 1) el Epiclásico, cuando
grandes grupos de población emigraron desde Teotihuacan y, al parecer, se
establecieron inicialmente en grandes asentamientos nucleares, 2) seguido por el
Posclásico Temprano, marcado por una tendencia a lo rural y un descenso de la
población en el centro y sur de la cuenca, mientras que en el norte de la región se
dio un aumento y concentración de la población.

Hubo pocos centros grandes de población en el centro y el sur durante el Posclásico


Temprano y sí varios asentamientos pequeños. En cambio, en el norte de la cuenca,
en las inmediaciones del área de Tula, se encuentra la mayor parte de los grandes
asentamientos del Posclásico Temprano. Ahí vivieron, tal vez, dos terceras partes
de los habitantes de la región.

Durante el Posclásico Medio hubo un aumento significativo de población y una


mayor urbanización en el centro y el sur de la cuenca, a la vez que en el norte se
concentraban grandes poblaciones, un patrón claramente opuesto al que se
presentó durante el Posclásico Temprano. La mayor parte de los centros del
Posclásico Medio –como Huexotla, Coatlinchan, Culhuacan, Ixtapalapa, Chalco,
Xico, Xochimilco, Tacuba, Atzcapotzalco, Tenayuca y Xaltocan– se desarrollaron en
las extensas márgenes de los lagos poco profundos y pantanos.
En la Cuenca de México, el Posclásico Temprano y Medio se caracterizan también
por una variedad cerámica sin precedentes. Los arqueólogos aún buscan establecer
una relación cronológica y cultural entre los grupos cerámicos, cuyos tipos
diagnósticos son el Azteca I Negro sobre Naranja y el Rojo sobre Bayo de
Mazapan/Tollan. El final del Posclásico Medio se caracteriza por la presencia en
toda la cuenca de cerámica Azteca II Negro sobre Naranja.

Factores geopolíticos

Los cambios en la demografía, el patrón de asentamiento y la distribución de


cerámica en la cuenca durante el Posclásico Temprano y Medio deben entenderse
a la luz de tres grandes tendencias geopolíticas: 1) La herencia del Epiclásico,
cuando una docena de centros aparentemente autónomos, dentro y alrededor de la
cuenca, compitieron por el poder y el prestigio que tuvo Teotihuacan. 2) La relación
entre Tula y Cholula, las dos nuevas grandes capitales regionales que se
desarrollaban justamente afuera de la cuenca. Situada en medio ellas, la cuenca se
convirtió en la frontera sociopolítica entre estas dos importantes ciudades del
Posclásico Temprano. Por primera vez en muchos siglos, los centros de poder del
Altiplano Central se asentaban fuera de la cuenca. 3) El colapso de Tula como gran
centro de poder hacia 1200 d.C. Así desapareció uno de los centros regionales más
grandes del Postclásico Temprano y quitó a la cuenca su carácter de frontera entre
esa ciudad y Cholula.

Cerámica huasteca
El extremo norte de la franja costera del Golfo de México alberga tierras bajas y
cálidas, donde para subsistir se practicaba el cultivo de temporal en zonas
quemadas, la recolección, la crianza de algunas aves, la caza y la pesca. No es de
extrañar que los objetos de uso cotidiano, como la cerámica, evocaran en su forma
y decorado a las especies comunes.

La cerámica huasteca localizada en Veracruz está hecha generalmente de pasta


clara, con dibujos en tonalidades ocres o con trazos negros sobre blanco. Abundan
las jarras que semejan calabazos, a veces con asa y una vertedera alargada, y los
cántaros en forma de tejón o de gallináceas. Pero también se encuentran recipientes
y vasijas trípodes con motivos geométricos. Los estilos cerámicos que se
consolidaron en el Posclásico son uno de los sellos distintivos de la Huasteca.
Algunos vestigios con esas características localizados en Teotihuacan o en Tula
indican el alcance de los comerciantes huastecos. Asimismo, la artesanía actual de
la Huasteca retoma y perpetúa muchos de los diseños de antaño.

La joyería huasteca en concha


Como muchos otros pueblos de la Mesoamérica prehispánica, los huastecos
utilizaron las conchas de moluscos para elaborar una gran cantidad de objetos,
principalmente ornamentales y rituales. Entre los objetos huastecos de concha
destacan los ehecacózcatl, “joyeles del viento”, que constituyen el pectoral
característico del dios Ehécatl-Quetzalcóatl y fueron elaborados con diversas
especies: Strombus gigas, Turbinella angulata y Melongena sp., lo cual dio como
resultado formas pocas veces vistas en colecciones procedentes de otras partes.
Así. en algunos casos el borde de las piezas fue recortado para formar lóbulos
similares a pétalos de flores.

Otros objetos importantes son los pectorales en forma de triángulo invertido,


obtenidos de corres longitudinales de caracoles Turbinella angulata. Varios de estos
ejemplares muestran complejas escenas mitológicas logra das mediante líneas
incisas, calados y perforaciones, principalmente, y constituyen expresiones
inigualables de la destreza lograda en el México prehispánico en el trabajo de la
concha. Uno de los ejemplares más hermosos se encuentra labrado en bajorrelieve.
Al parecer estos pectorales formaban juegos con discos de concha, también
trabajados con el mismo preciosismo, que quizás sirvieron como orejeras.

Posclásico Tardío (1200-1521 d.C.)


En esta fase las dimensiones del territorio mesoamericano se habían reducido
notablemente. Tal vez a consecuencia de fuertes cambios climáticos, los
asentamientos sedentarios de la zona norte habían sido abandonados, y en el
Posclásico Tardío esa región estaba habitada por grupos nómadas a los que se
llamaba chichimecas. En el ámbito mesoamericano, en tanto, como había
sucedido en el periodo anterior, los aspectos militares y comerciales fueron
factores fundamentales en la integración de las distintas regiones. El Posclásico
Tardío se distingue también por el surgimiento y expansión de una de las
entidades políticas más complejas y poderosas que haya conocido el México
prehispánico: la Triple Alianza, liderada por Tenochtitlan; únicamente los tarascos
y otros señoríos fueron capaces de enfrentar exitosamente sus afanes
expansionistas.

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