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En nuestro país Para nadie es un secreto que la mayoría de los

peruanos no confían en el sistema judicial y están decepcionados de la


administración de justicia, ya sea porque el personal que labora en la
función judicial es corrupto o profesionalmente mediocre porque se
encuentra resueltamente sometido al poder político de turno, así como
a los intereses económicos dominantes.

Todo ello hace que en el Perú la reforma judicial aparezca como


una necesidad urgente e imprescindible, reforma judicial constituye hoy
en día un tema prioritario en la agenda para el desarrollo democrático.

El Poder Judicial o sistema de administración de justicia es parte


muy importante de la institucionalidad política y jurídica del Estado por
su prestigio social.

Considerar a la corrupción como el problema más grave de


nuestro sistema judicial es de cada día, solo con ver que la academia de
la magistratura nacional está conformada por personas que no tienen
el perfil adecuado ya que no todos son abogados. Entonces con qué
criterio seleccionan magistrados para el sistema judicial de nuestro
país.

Así mismo los que ocupan los niveles jerárquicos más alto dentro
del poder judicial son los primero que se rodean con las personas más
representativas del país o los que tienen poder económico, y la cadena
sigue alargándose, por ende viendo este panorama y el clásico
favoritísismo nace la corrupción que en su mayoría abarca desde los
más altos funcionarios públicos y a todos los niveles judiciales de
nuestro país.

En mi opinión el dilema del magistrado no existe en nuestro país


más, al contrario sería el dilema económico, de cuanto le tocara a cada
funcionario sin importarle el problema real de la sociedad, lo económico
está por encima de la ética y la vocación del magistrado y su voluntad
de servir a la sociedad, si un magistrado inicia su función pública con
miras a impartir justicia lo corrompe el mismo sistema y si va en
contra del sistema es expectorado, entonces continuamos en el mismo
dilema.
La corrupción hace que el magistrado olvide su vocación de
servicio, su ética, sus ganas de aplicar justicia, esa justicia social que
tanto anhela y espera el ciudadano peruano.

Es de mencionar que las leyes que rigen a nuestro país no son del
todo perfectas, y es allí donde surge el problema para la aplicación de
dichas leyes, donde el criterio del magistrado podría ser manipulado y
en muchas ocasiones direccionado al beneficio de ciertas personas.

Indispensable es acabar con la corrupción que tanto daño hace al país,


para luego empezar con una verdadera reforma judicial donde el
magistrado sea visto como la autoridad de respeto y ese respeto sea
enfocado en justicia ósea la paz social.
El magistrado desde la época romana era visto como una persona
equitativa, imparcial, incorruptible, y porque luego de este cambio o
reforma judicial el magistrado sea visto como el de la época romana.

Algunas personas dicen que la justicia tarda pero llega pero como
es ciega no sabe por dónde anda.

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