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Ciencia, Revista Regional de Divulgación Científica y Tecnológica.


El proletariado
del multiculturalismo:
sujetos multiculturales
Consejo editorial Contacto: y la

Dr. Ricardo Macip Bazán informes.ciencia@gmail.com


Dr. Salvador Sánchez Ruiz Tel. (222) 403 88 04 como nicho de mercado
en Cholula, Puebla
LCC. Abhaya Isabel Tobón
Se imprimió en:
LP. Carlos Rubén Macías Palma Magia
Impresos Diego y oro:
Editor Priv. 37 norte 422
LP. Carlos Rubén Macías Palma Puebla, Puebla, México.

Edición cuatrimestral ecoturístico y minero en


Fotografía Tetela de Ocampo, Puebla18
LCC. Marisol Nava Septiembre-diciembre 2018
Número 4, año 2.
Diseño
«Esa Reserva nomás nos vino a chingar».
LDG. Rocío Corona Núm. de Certificado de Territorialización
Reserva de Derechos: eco-neoliberal
y conflicto social:
Contenidos 04-2017-121116291200-102 San Juan Raya y la
LCC. Osvaldo Cordero Fecha de emisión: de la Biosfera
Arturo Muñoz 11 de diciembre de 2017. Tehuacán-Cuicatlán

Administración Núm. de Certificado de Licitud


Pedro de Jesús Ríos de Título y Contenido:
17163
Grupo
@revista_ciencia Expediente: de
CCPRI/3/TC/18/21067
Sihua Tlazoncame Tlaiquitinime
Revista Ciencia Fecha de emisión:
Relaciones de trabajo artesanal en
21 de junio de 2018. el contexto de la hegemonía selectiva

revistaciencia.mx Se autoriza la repro­ducción


El
revistaciencia.com.mx con el crédito corres­pondiente. apartheid

Con el apoyo de recursos


De historias de “éxito”
gráficos de: freepik.com y desposesión en
Ciudad Juárez
istockphoto.com y la web.

Entrevista a Los estudios de las


MA José Francisco Tenorio Martínez masculinidades: un

Director de la Facultad de
Contaduría Pública de la BUAP

al concepto de masculinidad hegemónica desde

Presentacion
la perspectiva gramsciana

Capita
Conexiones y
campesinado: articulación

Diez tesis a debate

lista
BOLIV
BOLIVI
BOLIVIA
OLIV

en un
contexto rural boliviano

y clase social en
Puebla: El cuerpo como
vehículo de la
precariedad

Las parteras
ante las políticas de intercultural
Cuento: LA CAÍDA
en el Módulo de
Medicina Tradicional de Huehuetla, Puebla6 María Gabriela González
Editorial

El número 4 de Ciencia, Revista Regional de Divulgación


Científica y Tecnológica, entra a su segundo año,
cumpliendo con su objetivo de ofrecer contenidos

primer para la comunidad científica y el público interesado


en estos temas.

aniversario
El aporte de información científica y tecnológica, reportajes, entrevistas, cuentos y artículos, entre
otros, permite que Puebla y la región cuenten con un medio alternativo que fomenta la divulgación
del conocimiento y el pensamiento.

Hemos llegado a cubrir los espacios, de tal manera que en este número emblemático, se presentan
los artículos derivados de la Tesis de Grado de Maestría del Programa de Maestría en Antropología
Sociocultural del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades “Alfonso Vélez Pliego” de la Bene-
mérita Universi­dad Autónoma de Puebla (BUAP).

El contenido de los artículos revela el trabajo de campo de los estudiantes, quienes se dieron a la
tarea de investigar los temas; entrevistar a los protagonistas de sus historias y caminar para tener
las vivencias que le den empaque a su esfuerzo académico.

En la investigación, los estudiantes de Grado de Maestría toman testimonios de perso­nas que vi­-
ven, sufren y le dan sentido a su vida, para analizarla y ponerla en perspectiva.

Cada autor nos lleva a conocer distintas realidades a ser cuestionadas en sus conexiones locales,
nacionales e internacional.

Adicional al trabajo de los alumnos de Grado de Maestría, en esta edición se presenta el cuento “La
Caída”, de María Gabriela González Gutiérrez.

Se incluye, la entrevista con el Maestro en Administración José Francisco Tenorio Martínez, Direc-
tor de la Facultad de Contaduría Pública de la BUAP.

Así es que están invitadas e invitados a continuar la lectura de este trabajo editorial.

2 / C ienc a, Revista Regional de Divulgación Científica y Tecnológica.


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Entrevista
Profesionales íntegros, humanos
y éticos rinden cuentas
Maestro en Administración
José Francisco Tenorio Martínez

Director de la Facultad de Contaduría Pública de la BUAP.

Carlos Macías Palma

Para las Universidades públicas, el modelo de ren­dición de cuentas estriba, princi-


palmente, en entregar a la sociedad profesionales con ca­­rre­ra concluida y que su
formación sea integral, humana, ética, multicultural y social.
Que el dominio de sus disciplinas y habilidades les permita integrarse de
inmediato a la vida laboral y satisfacer las necesidades de la sociedad en
diferentes sectores.
Así lo entiende y practica al frente de la Facul­tad de Contaduría
Pública de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla
(BUAP), el Maes­tro en Administración, José Francis­co Teno­
rio Martínez.
De acuerdo con su experiencia, relata que la formación
integral del estudiante representa un reto que debe-
mos trabajar: Derechos huma­nos, ética profe-
sional y la manera de cómo vamos a ir quitan-
do esa faceta de la co­rrupción que vivimos.
“Nosotros como Universidad públi­ ca
(BUAP) vivimos de un subsidio. El dinero
se aplica a la formación de los alumnos; si re-
cibimos mil estudiantes, debemos entregar mil
estudiantes bien preparados.
“Esa es la verdadera rendición de cuentas; preparar-
los para que sean capaces de mejo­rar este mundo, este
país, este Estado, a través de su disciplina profesional”.

Facultad altamente competitiva


Durante una entrevista con la Revista Ciencia, el Maestro Tenorio
Martínez, recuerda que la Facultad de Contaduría Pública que dirige
está entre las mejores de la región centro-sur.
La Facultad es competitiva y en algunos temas, altamente competitiva.
Hace poco un grupo de estudian­tes de la Facultad, participó en un concurso, un
ma­ratón, en el área de finanzas, que organizó la zona 5 (centro-sur) como la divide
la Asociación de Escuelas y Facultades de Contaduría Pública (ANFEC).

C ienc a, Revista Regional de Divulgación Científica y Tecnológica. / 3


i
El resultado fue traer a Puebla el primer y segundo lugar, lo que demuestra calidad de los alumnos de
la BUAP.
Sobre el nivel de competencia, pu­so el ejemplo de la licenciatura en Contaduría Pública, con sus áreas
sustantivas:
1.- Contabilidad
2.- Auditoría
3.- Finanzas
4.- Fiscal
5.- Costos

Particularmente en el área Fiscal somos altamente competiti­ Otras oportunidades: Auditoría fiscal o financiera en
vos, comenta el Director de la Facultad. empresas y sector público. Hay auditoría al Desem-
Reconoce la existencia de Universi­dades que en el área Finan- peño; Ecológica o Foren­se; se puede trabajar como
ciera “llegan a estar un poco arriba de nosotros, pero estamos Perito Con­table y en una diversificación labo­ral.
muy parejos”.
Otro factor importante que nos distingue como formadores La tecnología es aliada
de profesionales altamente competiti­vos, es que pertenece­ El maestro Tenorio sabe que la tecnología viene a fa-
mos al Padrón Nacional de Exce­lencia del Ceneval (Centro Na- cilitar el desglose, la separación, hacer una informa­
cional de Evaluación). El organismo ti­tula a nuestros estudian­ ción por excepción para tomar decisiones.
tes en cinco áreas de conocimiento, señaló. Y ejemplifica que: “Como empresario puede intere-
Es muy importante que a nuestros estudiantes no sólo los titu­ sarme la información de ciertas rutas. La tecnología
le la BUAP, sino una instancia ajena, que a través de una eva­ sirve al contador para agrupar de acuerdo a las ne­
luación, les diga que están aptos para salir al mercado. cesidades de la toma de desiciones.
Los estudiantes tienen la opción de titulación a tra­vés del exa­ En el ámbito fiscal el contador público es indispensa­
men de CENEVAL. Para ellos, es muy importante tener en su ble para empresas y personas, aunque reco­noce que
curricu­lum un testimonio de alto rendimiento y de conocimien­ empresarios y personas físicas han dejado un poco
tos satisfactorios. atrás a quienes sólo se dedica a calcular im­puestos.
En el ámbito fiscal lo que se enseña a los alumnos de
Larga vida a los Contadores la Facultad, es la interpretación de la ley, su corre­
El contador público es aquel profesional quien dota de infor- lación con otras leyes y su aplicación para hacer el
mación para la toma de desiciones. Es decir, proporciona da- pago de la mejor manera.
tos financieros útiles para empresas de todos tamaños y ra­ Y esa aplicación del impuesto se correlaciona con
mos, comercios, sector públi­co, profesionales y ¡hasta en la aspectos financieros del cliente, del contribuyente,
cocina de la casa! de empresas, de personas físicas. Es un trabajo am-
Su actividad tiene que ver con cualquier papel que tenga su- plio, mucho más profundo; la tecnología ha benefi-
mas y restas o ciertos valores. ciado a la actividad del contador, más que alejarla.
Actualmente para el contador público, la oferta de trabajo es
abundante, además de que las áreas de oportunidad y activi­ Internacionalización y academia
dades laborales donde pueden desempeñarse, han crecido. “En la oferta académica, el futuro es trabajar con una
Todos los egresados de Contaduría tienen un trabajo, ya sea educación a distancia con ma­yor internacionaliza­
en un despacho donde hacen sus prácticas; ya sea en empre- ción; cuando hablamos a distancia, no es que los
sas o de manera particular. alumnos estén en una computadora y el maestro en
La Facultad de Contaduría Pública tiene una alta demanda de casa; a distancia es relacionarse con la internaciona­
los sectores público y privado para la práctica profesional y el lización, que nuestros estudiantes puedan estar
servicio social, indica el Maestro José Francis­co Tenorio. platicando con estudian­tes de otras partes del mun-
Esto permite diversificar la actividad profesional del Contador do”, aclara durante la charla.
Público en 5 áreas sustantivas. Los egresados pueden traba-
jan en Contabili­dad In­ternacio­nal; en
Audito­ría; en Fiscal, en ini­cia­tiva priva­
da o el Sistema de Admi­nis­tra­ción Tri­ La Facultad de Contaduría Pública ofrece
buta­ria. las carreras de:
Existen áreas de oportunidad: Recur-
sos humanos; cálculo de nóminas, de
+ Contaduría Pública
impuestos o contribu­ciones sociales. + Administración y Dirección de PYME´s
Realizan funciones de ad­ministrador, (Pequeñas y Medianas Empresas)
financiero, costos o au­xi­liar de conta-
bilidad de empresas nacionales e in- + Dirección Financiera
ternacionales; además de auditoría + Contaduría y Finanzas Públicas
en los sectores público y privado.
4 / Cienc a, Revista Regional de Divulgación Científica y Tecnológica.
i
Estos encuentros académicos son parte de lo que buscamos: La multiculturalidad
La tecnología e interna­cionalización, para trabajar a distancia. En la BUAP y en la Facultad queremos intercambios
Existen otras opciones de estudio. Por ejemplo, la Licenciatura académicos con otras universidades. Pues sí, pero
en Contabilidad y Finanzas Públicas va enfocada al estudio de tenemos que llevar todo eso de conocimiento ha-
la contabilidad gubernamental; su armoniza­ción, transparen- cia la multicultu­ralidad, aceptar y ser aceptados en
cia, rendición de cuentas, disciplina financiera; administración otros espacios.
y control del gasto público. Que los alumnos conozcan las partes humanas y
Si hablamos de que se diversifican las áreas laborales para to- cultural de su disciplina; la multiculturalidad, si que­
dos los contadores públicos, tenemos también que hablar de remos una excelente formación integral.
diversi­ficar las áreas y de buscar otros caminos que son las Concluye: Es importante quitar programas muy pe-
nuevas carreras que requieren ese tipo de apoyos. sados de contenidos que a veces no aplican y a cam-
bio, empezar a ver toda esa formación integral en
El emprendimiento la disciplina, en la formación humana integral para
Tema importante es que en perfil de e­gre­sos, en todas las ca­ que se obtengan mejores resultados y entregue-
rre­ras se habla del emprendimiento. mos mejores cuentas a la sociedad.
Es necesario, no sólo preparar personas que toquen la puerta
para buscar un trabajo; sino formar gente emprendedora des-
de su persona, que enfrenten los miedos, que sean mejores
como profesionales.
En la Facultad de Contaduría Pública, nuestro perfil de egreso
es que los alumnos sean críticos; a los jóvenes
hay que escucharlos, atenderlos, pero siempre y Rendición de Cuentas podemos entenderla
cuando les enseñemos a ser innovadores, crea­
tivos, con critica constructiva que nos llevará a
como el costo para alcanzar cierto objetivo. Me-
mejores caminos. jor que me pregun­ten qué grado alcancé de este
objetivo y no, que me veri­fi­quen las cuentas.

C ienc a, Revista Regional de Divulgación Científica y Tecnológica. / 5


i
La serie
Presentacion
Ricardo F. Macip R.
rfmacip@gmail.com

Los artículos que se presentan al lector son versiones hechas a propósito para esta edición. Todos se
derivan de las tesis de grado de maestría y al mismo tiempo son avances en la redacción de artículos
científicos que aparecerán, necesariamente, por separado y a distintos tiempos. Los autores y yo esta-
mos convencidos que, tal como están, deben ser presentados también en conjunto. Se escribieron dia­
logando entre ellos en las aulas y auditorios, cursos y seminarios del programa de Maestría en Antropo­
logía Sociocultural (MASC) del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades “Alfonso Vélez Pliego” de
la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y constituyen una propuesta teórico-metodológica
dentro de la disciplina. Sin bien los intereses son variados y las fuentes son plurales, comparten el pro­
pósito de “confrontar al presente” (Smith 1999) desde una perspectiva histórica y geográficamente
informada, como parte de la ciencia básica. La antropología es el puente privilegiado entre las ciencias
político-sociales y las humanidades a través del cual y desde un espacio multidimensional se pondera
el presente en relación a pasados y futuros. En un presente, en que se abusa discursivamente al invo-
car términos tales como “tejido social” y se asigna albedrío a entidades en jaculatorias como “fue el
Estado”, rechazamos la sobre-simplificación de modas ideológicas y la premura del presentismo de
las redes sociales en tanto encubren procesos contradictorios como efemérides en una crónica de la
degradación o su contraparte al confundir celebraciones identitarias con esperanzas escasamente se­
cularizadas. Plantados en medio de las grandes narrativas y saberes marginales reivindicamos el análi-
sis sobre la totalidad social cognoscible a través de la etnografía como método, herramienta, género
literario y espacio de aprendizaje. Lo que es más, una vez cumplidas nuestras tareas en la medición de
indicadores cuantitativos y sordos, en cuantas bases de datos sea menester, buscamos ser leídos para
que se pondere, discuta y critique lo que hacemos.
A todos los autores tuve la fortuna de conocerlos en los cursos de Teoría Antropológica dicta­
dos con mi colega María de Lourdes Flores Morales en los años académicos de 2013-4 y 2015-6. Todos
ellos cumplieron en tiempo y forma con sus obligaciones y es por ello que ahora nos lanzamos en pos
de debate. Algunos ya continúan sus estudios en el grado último, otros están en el proceso de inte-
grarse, pero la mayoría ya participa de la vida académica como profesionales. Sirva esto también para
desearles buenaventura, sabedores que nos encontraremos reiteradamente y que hemos de mante­
nernos honestos por la virtud del trabajo de los otros. Agradezco personalmente el espacio brindado
por CIENCIA para su publicación así como el de colegas y autoridades de mi programa, unidad aca­dé­
mica y Universidad. Desde la ventajosa posición que nos dan la ciudad e Institución hemos de corre­
gir lo que sea menester para avanzar en el proyecto educativo, de investigación y crítica frente a la
imposición de condiciones materiales que —desde instancias externas a la Universidad— condicionan
y buscan acotar nuestro trabajo a aplicaciones selectivas para usuarios de gobierno y empresa. Sabe-
mos lo que hacemos pero sobre todo por qué lo hacemos, entendemos las posiciones del “sujeto amo
saber” y nos ufanamos de los duelos en su parricidio. Vaya esta primera entrega para con los interlocu­
tores que la esfera pública nos dé dentro y fuera de la disciplina, de los claustros universitarios y las
fronteras de la formación estatal mexicana.
Nuestra apuesta, hoy como siempre, es poner una pica en Flandes.

CCienc
ienca,aRevista
ii
, RevistaRegional
Regionalde
deDivulgación
DivulgaciónCientífica
CientíficayyTecnológica.
Tecnológica./ /317
y clase social en
Puebla: El cuerpo como
vehículo de la
precariedad
Jafet Alejandro Guerrero Gutiérrez
jafetguerrero@gmail.com

Introducción
En 2010 hubo en México un total de 1.6 millones de personas con ceguera, de los cuales 90% adquirió di-
cha condición en el transcurso de su vida (por accidentes, envejecimiento, enfermedades, entre otras
causas) (INEGI, 2013). En el presente trabajo me propongo discutir de qué manera el cuerpo se cincela
históricamente como el objeto material sobre el cual aterrizan las desigualdades de clase impuestas
por el modo de producción capitalista. En concreto, me referiré a la condición de ceguera a la que han
sido expuestos tres varones de diferentes generaciones históricas.1 Mi reflexión parte de una concep-
tualización que anuda, a manera de marco analítico, nociones que retomo de la teoría antropológica,
la economía política crítica y la teoría feminista. A la par, articularé información etnográfica recabada
durante el trabajo de campo efectuado para una investigación previa en la capital de Puebla.2 Si bien
el estudio se sitúa en una ciudad mexicana y durante una fase determinada del modo de producción
dominante, sostengo que los sujetos que narran sus historias, los lugares por los que transitan, así co­
mo las relaciones que tejen con otros, no dejan de estar inmersos en conexiones globales históricas y
económico-políticas (Wolf 1987).

Los ciegos como sujetos históricos de clase


Aquél viernes fue mi primera asistencia al taller de resiliencia para ciegos que impartían
dos psicólogas del sistema municipal para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), en la
Organización No Gubernamental (ONG) para invidentes en la que realicé parte de mi tra­
bajo de campo. En uno de los sillones de la sala de espera se encontraba el informante al

1 Concretamente haré alusión a relatos de informantes hombres. Aunque en ocasiones se haga referencia a su relación con otras
mujeres (ciegas o no), he decidido no incluir las narraciones de ellas en este capítulo puesto que las diferencias de género son nota­
bles, y habría que llevar a cabo un análisis minucioso al respecto en otro espacio.
2 El proyecto mencionado fue realizado para obtener el grado de maestría en antropología sociocultural, y llevó por nombre: La
dependencia y el bastón. Precariedad, cuerpo y género entre sujetos ciegos de la Puebla neoliberal (2018). El trabajo de campo se
efectuó entre 2015 y 2017. Cabe aclarar que, tanto la inmersión con los informantes (2015), como el cierre de dicho proceso (2017),
fueron etapas breves y esporádicas, ora para tejer el tema inicialmente, ora para corroborar determinados datos hacia la culmina­
ción de la investigación. Así, las estancias profundas en el terreno de los hechos, a lo largo de todos los días y en buena parte de
horas de los mismos, tuvieron lugar durante los meses de junio, julio, agosto y septiembre de 2016.

8 / Cienc a, Revista Regional de Divulgación Científica y Tecnológica.


i
que llamaré Ignacio, “ciego adquirido” de 62 años que perdió la vista en 1989, por pro­blemas desenca-
denados en una fábrica donde solía trabajar. Entonces, laboraba en la industria química, especialidad
productiva en auge durante la segunda mitad del siglo XX (Estrada 1997). El dato llamó poderosamen­
te mi atención, por lo cual no dudé en preguntar cuál era su trabajo al momento de la entrevista, a lo
que contestó: Actualmente soy plomero, lavacoches y también trabajo recolectando ba… botellas de
plástico para vender [risas]. El hombre iba a decir “basura” pero se detuvo para hablar de botellas de
plástico, pues socialmente es menos sancionado decir eso, más aún cuando se encontraba frente a un
desconocido con quien charlaba por vez primera y, no menos importante, frente a otras compañeras
de la asociación. La palabra incompleta es muestra de la ansiedad de clase que vive un ex-trabajador
industrial, pues su personalidad se ve corroída (Sennett 2005) al ser ahora “recolector de botellas”.
La dignidad es lo que queda para preservarse a toda costa, el respeto diría el propio Richard Sennett
(2003), pues la angustia de perderlo viene aparejada con el dolor de haber sido expulsado del trabajo
fabril como remanente humano ciego. Quienes habitamos el mundo, a la vez que ocupamos una deter­
minada coordenada del espacio social, bajo puntos de vista específicos que nos permiten leer la reali­
dad, nos encontramos relacionados con respecto a otros (Bourdieu 2007). Somos para los otros, po-
dríamos pensar, en el sentido de que nuestras acciones se refieren a otros, como bien demostró Max
Weber (1964) en los albores del nacimiento de la teoría sociológica. Así lo deja ver la breve descripción
ante­rior: Ignacio se orienta socialmente, sea respecto al entrevistador o a las compañeras de la ONG.
Ahora bien, no es mi intención limitar el análisis de la vida de Ignacio a su mera interacción cara a cara
con otras personas, pretendiendo solamente desentrañar el significado de los símbolos ahí presentes.
Me preocupa más bien la indagación en torno a la pregunta: ¿por qué el hombre quedó ciego y cómo
ello se relaciona con su condición de clase trabajadora? Es decir, mi indagación va dirigida más bien
a conocer las causas histórico-políticas del actual estado de ceguera en el que vive. La clase social
en tanto categoría científica, fue posicionada en el mundo intelectual por el marxismo desde el siglo
XIX. Si bien la versión popularizada ha sido la de la definición de dos grandes colectivos sociales an-
tagónicos (burgueses y proletarios), ha quedado demostrado que su utilización antropológica debe
ser pensada en términos más complejos y amplios (Kalb 2015; Narotsky y Smith 2010). La clase social
debe observarse en heterogeneidad, bajo contextos históricos específicos y particulares, a la vez que
ocurren cambios productivos amplios y globales (Roseberry 2014). De no comprender el asunto así, su
utilización resulta un tanto chata y parca, pues se pensará en automatismos y mecanicismos que no
resultan fructíferos para el tejido fino que todo análisis etnográfico exige.

Me parece oportuno introducir las historias de los informantes a los que me referiré du-
rante esta exposición. Como ya se indicó, Ignacio trabajó en la industria química, aunque
previamente contó con otras experiencias laborales: en herrería, plomería, como lavaco­
ches, luchador profesional, la industria automotriz, siderúrgica y de alimentos (véase
tabla 1). Previamente, su familia estuvo ligada a la vieja industria textil poblana. Así lo
enfatizó en una de las entrevistas: Mi papá era obrero textil de la Mayorazgo, San José
Mayorazgo. Mi mamá era ama de casa (julio de 2016). Es un dato importante, pues la clase
social a la que Ignacio perteneció desde pequeño, se vino moldeando a partir del traba­jo
industrial prevaleciente en la ciudad, de esas actividades que proveían de “salario fami­
liar” tanto al padre como a la madre y a los hijos. El concepto “salario familiar” ha sido
discutido amplia y vigorosamente por la socióloga feminista Nancy Fraser (2015), quien
sostiene que fue un modelo de organización no sólo del trabajo sino también del orden
familiar, pues suponía cierta remuneración que el varón, jefe de familia, recibía a cam-
bio de ciertas horas de trabajo en la fábrica (capitalismo fordista), bajo el supuesto de
que el ingreso servía para cumplir con las necesidades de reproducción de la vida de él
(proveedor), así como de la esposa y los hijos (dependientes). Pese a ello, este régimen
económico no cobijó a la totalidad de personas en todas partes del mundo pues, aunque
este prototipo de ordenamiento “correcto” de las familias imperó en buena parte de Es­
tados Unidos, no puede pensarse de manera uniforme para el resto de ese país, ni para
países como México, ya que en América Latina al menos coexistió con otros tipos de

C ienc a, Revista Regional de Divulgación Científica y Tecnológica. / 9


i
regulaciones que la misma Fraser (2015) reconoce tienen que ser estudiadas para enten­der la diversi-
dad del asunto. Pese a ello, podría decirse que la familia de Ignacio entró de alguna manera al modelo
impulsado por el capitalismo industrial de la época, aunque se sabe que las conyuges de los maridos
obreros textiles usualmente trabajaban para complementar el “gasto” familiar, con regularidad en el
lavado y/o planchado de ropa “ajena”, como suelen decir algunos informantes.

Tabla 1. Trayectorias laborales con información acerca de la causa de la ceguera.

Causa de la Trabajos que declaró ha tenido a lo largo de su vida


Nombre Actual Otros ingresos
ceguera 1 2 3 4 5 6 7
Lavacoches, recolector de Despensas mensuales
Cortador de basura y socio de ONG. (ONG y DIF).
Elaborador de Aguinaldo anual
Soldador en Cortador de fierro en pasta en
Ignacio Accidente en Herrero y Luchador productos en monetario (ONG).
Lavacoches. industria automotriz industria siderúrgica industria de
62 años industria química. plomero. profesional. industria química Pensión por años de
Volkswagen. Hylsa. alimentos La
Ciba Geigy. trabajo en la industria
Italiana.
química.
Limosnero y socio de Despensas mensuales
ONG. (ONG y DIF).
Cine Aguinaldo anual
Coductor de Control de calidad
Gregorio Árbitro de (limpieza y Mensajero en Auxiliar contable en monetario (ONG).
Cisticercosis. Imprenta transporte en industria textil
53 años fútbol atención a Banamex. industria textil. Pensión por trabajo en
público urbano. (toallas).
clientes). control de calidad de
toallas (industria textil).

Exceso de ingesta Limosnero. No está En ocasiones le regalan


Daniel Futbolista asociado a ninguna ONG. ropa usada, dinero y/o
de alcohol ** ** ** ** ** **
48 años profesional. alimentos.
adulterado.

Fuente: elaboración propia con información obtenida durante el trabajo de campo.

Al respecto, me interesa mostrar cómo se troqueló el origen de clase familiar aunado al ordenamiento
patriarcal de género y trabajo mencionado con anterioridad. Propongo llevar a cabo dicho análisis a
partir de la noción de habitus en Bourdieu (2007), puesto que refiere a la incorporación de la cultura
en las prácticas, según el lugar que se ocupe en el espacio social. Esa cultura incorporada actúa como
un “lenguaje” por medio de “signos distintivos” que diferencian a los sujetos, ubicando a unos más
cercanos y a otros más alejados entre sí (Bourdieu 2007: 21). Volviendo al caso de estudio, se ha dicho
ya que las mujeres realizaban trabajo doméstico y de cuidados en su casa, pero también lavaron y
plancharon para obtener cierta remuneración, actividad femenina que, junto con el salario familiar del
varón, contribuyó a la reproducción social de clase. Quizás sea este habitus generizado, por nombrarlo
de algún modo, el que se ha diseminado con los años, pues continúa inscribiéndose en la subjetividad
de los entrevistados aunque no hayan sido trabajadores industriales propiamente. Esto hablaría de un
orden patriarcal que interpela a los hombres para pensarse a sí mismos como proveedores y recibir
atenciones de las mujeres, hecho que actúa como amalgama socio-histórica, a la vez de clase y a la
vez de género, puesto que alimenta ideológicamente la reproducción del capital (sea éste industrial o
no, adaptándose a las demandas de acumulación del mismo), así como a los cuidados de la fuerza de
trabajo barata. No se nota en lo cotidiano, no se es consciente de ello pero los sujetos lo despliegan
siempre que les es posible. Ese habitus, atravesado por la clase y por el género, se constituye como
una pieza del rompecabezas para entender no sólo los historiales de clase de los entrevistados, sino
posiblemente los de otros sujetos.

Y es precisamente dicho constructo ideológico y práctico a la vez, el que igualmente


anuda el pensamiento del segundo informante, a quien llamaré Gregorio (de 53 años
de edad al momento de las entrevistas). Durante las conversaciones que tuvimos, dijo
haber empezado como limosnero luego de perder la vista pues se sentía necesitado de
llevar dinero al hogar. Es decir, el habitus generizado del binomio hombre proveedor-es-
posa dependiente, aparece bajo otro esquema. Su biografía es muestra de una historia
de clase amorfa y maleable (ver tabla 1). Cuando era más joven abandonó la universidad
(solía estudiar contaduría pública y filosofía, esta última en un seminario). Trabajó por

10 / C ienc a, Revista Regional de Divulgación Científica y Tecnológica.


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primera vez en una imprenta que era propiedad de su familia, alternando con la actividad de árbitro,
misma que aprendió en una escuela especializada. Más tarde en un banco como mensajero, después
limpió salas de cine, se involucró también en el área administrativa de una fábrica textil e incluso llegó
a conducir una “combi” (transporte público colectivo). Una vez perdido el sentido de la vista, además
de la limosna, alternó con un trabajo durante poco tiempo revisando toallas con sus manos (“control
de calidad”) en una pequeña empresa textil que producía toallas. Propiedad de un amigo suyo, el ne-
gocio de toallas quebraría durante la devaluación de 1993-1994. Mediante este último empleo, recibió
a una escueta pensión de $1,500.00 mensuales, que actualmente le sirve para reportar ingresos al ho­
gar. Cabe mencionar que Ignacio también recibe pensión por un monto similar.
Por otro lado está Daniel, un hombre de 48 años de edad que dijo haberse dedicado desde muy chico
al futbol. Fue captado rápidamente por “Los Lobos de Tlaxcala”, equipo de segunda división. Pronto
fue ganando buen dinero según declaró, aspecto que le llevó a entregarse a excesos, así les pasa a los
futbolistas, declaró. Rápidamente desarrolló adicción al alcohol, evento que marcaría el final de su
vida como jugador profesional. Ello lo llevó a quedar ciego pues, sin tener conocimiento al respecto,
ingería excesivamente bebidas alcohólicas adulteradas. Cuando le conocí, pedía limosna en las calles
de la ciudad, vivía en un cuarto de una vecindad cercana, y mantenía un vínculo de unión libre con una
“ex-monja”, según declaró. Es preciso mencionar aquí que Ignacio y Gregorio están casados y viven
con sus esposas.

Las tres historias brevemente reseñadas, implican formaciones de clase de gran compleji­
dad no uniforme. Pertenecen a sujetos que han sido estructurados por las demandas del
modelo de producción capitalista. Si bien la clase social se define fundamentalmente a
partir de quienes poseen y quienes no poseen los medios de producción, es también
cierto, como se ha podido apreciar, que se simboliza y se diversifica según situaciones
concretas en lugares específicos (Roseberry 2014), por lo cual se produce y re-produce
permanentemente a través de una amplitud de referentes sociohistóricos (Kalb 2015).
Así, la clase social se troquela en torno a lo material y a lo simbólico al mismo tiempo
(Mintz 1996). Al respecto de las trayectorias etnográficas de los informantes que aquí
retomo, es posible decir que en su juventud los tres varones formaron parte del ejército
industrial de reserva estudiado por Marx (1999), mismo que suele adquirir multiplicidad
de formas a lo largo del tiempo, pues al ser parte de las poblaciones sobrantes para el
capital, muta constantemente, a capricho de las circunstancias históricas estructura­les
y de los vericuetos biográficos. Sin embargo hoy, envejecidos, ciegos, enfermos y de­
gradados, son arrojados a actividades consideradas “altruistas” (por ejemplo la ONG o
ciertas ins­tancias de gobierno como el DIF) o de limosnas callejeras (como implorar al
transeúnte dinero, lavar coches o recolectar basura, entre otras), sobreviviendo en el
pauperismo que conforma “[…] el asilo de inválidos del ejército obrero en activo y el
peso muerto del ejército industrial de reserva” (Marx 1999: 546).
Los sujetos ciegos mencionados han devenido clase social trabajadora degradada, subje­
tivada a partir del disciplinamiento que ha impuesto el discurso de la discapacidad. Arri­
bado a la escena local hace aproximadamente dos décadas, dicho discurso adviene del
ámbito internacional 3 con una carga centrada en el individuo que es portador de la disca­
pacidad, descuidando el enmarañado entramado de relaciones sociales que le producen
y rodean. Así, formulo que la discapacidad forma parte de la serie de categorías multicul­
turales y neoliberales del reconocimiento de la diferencia de clase, que operan para be­
neficio de la extracción de riqueza en la actual fase flexible del modelo de acumulación
(Fraser 1997, 2015; Smith 2011). Emplear a estas personas transfiere valor a las empresas
pues, además de ser fuerza de trabajo disciplinada, dispuesta a recibir salarios más bajos
que el resto de la población, funciona como actividad altruista que el Estado retribuye a
los propietarios particulares por medio de la exención de impuestos.

3 Ha sido promovido principalmente por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) desde finales de la dé­
cada de 1970 (Naciones Unidas, 1993).

C ienc a, Revista Regional de Divulgación Científica y Tecnológica. / 11


i
Es así que sucede una transformación que aquí interesa. Históri-
camente el capitalismo fordista (Fraser 2003; Harvey 2008) pri­
vilegió a las masas para implementar regímenes específicos de
organización del trabajo, tal es el caso del entrevistado Ignacio,
quien fue captado por diversas industrias en ascenso en la Pue­
bla post-textil. Por otro lado, en el neoliberalismo, el capitalismo
se ha vuelto selectivo (Smith, 2011) y será su tarea exaltar las dife­
rencias en las identidades para sacar provecho de la fuerza de tra-
bajo a bajo costo, tal como es el caso de los llamados “discapacitados
visuales”. A este respecto, podría pensarse que las ONGs especializadas
también hacen uso de su fuerza de trabajo, aunque muchas de las veces sin
recibir pago alguno a cambio del tiempo que estos sujetos prestan por sus servicios.
Tienen lugar así ciertos sujetos de clase, como lo son los casos etnográficos reseñados en este trabajo
(no sólo el de Ignacio, sino también el de Gregorio y Daniel) pues, por paradójico que resulte, el modo
de producción estableció procesos que les condujeron a la ceguera en tiempos de su voraz expansión.
Hoy no les queda más que apelar al reconocimiento de su “discapacidad” para que el otro se conduela,
les quiera dar algo de dinero o algún donativo en especie.

La ceguera como precariedad en el cuerpo


Tal como sostiene Karl Marx (1999), la reproducción de la fuerza de trabajo en el capitalismo está do­
blegada ante la fuerza del propio capital. Su separación es inevitable mientras se reproduzca dicho
modo de producción. En otras palabras, una cara de la moneda no puede pensarse sin la otra, o lo que
es lo mismo: los sujetos encarnan al propio capital, al tiempo que éste les configura. Como diría Colette
Soler, filósofa y psicoanalista francesa: “No hay que sorprenderse que en el capitalismo, los sujetos
hablan y actúan los valores del capitalismo” (Soler 2015). Lo mismo ocurre con los cuerpos de los tra-
bajadores pues su estado, en determinado momento del ciclo de vida, adquiere el estatus de prueba
del paso del tiempo de las fuerzas productivas sobre ellos. Decaídos, enfermos y ciegos, el dolor y el
sufrimiento han sido la huella temporal que ha recaído sobre Ignacio, Gregorio y Daniel.
Es amplia la literatura que ahonda en el tema del cuerpo como objeto cultural. Un antecedente de gran
relevancia para los estudios antropológicos del cuerpo, es el trabajo clásico de Marcel Mauss (1971),
quien en 1934 acuñó la noción de “técnicas corporales” para aludir al movimiento y uso del cuerpo que
se adquiere diferencialmente, en diversas sociedades y a partir de costumbres cultuales que le mol­
dean para determinados fines, como el deporte o la milicia, por mencionar dos ejemplos. No obstante,
ya desde el siglo XIX se observaban ciertos efectos que acaecían en los cuerpos de la clase trabajadora
inglesa, tales como enfermedades propias de ciertas actividades industriales, desnutrición e incluso
muertes o envejecimientos prematuros (Marx 1999). Es precisamente esta problemática la que me in-
teresa retomar para entender el estado corporal de los ciegos, sin menospreciar la dimensión cultural
práctica propiamente dicha que otros autores han contribuido a desarrollar posteriormente (Bourdieu
1986; Esteban 2013; Muñiz 2014).

Siguiendo con esta discusión, me aproximo al tema corporal a través del concepto de
precariedad,4 concretamente tomando como punto de partida los trabajos de la filósofa
Judith Butler (2006, 2009, 2010). Para Butler (2010), precariedad tiene que ver con la
misma fragilidad de la vida humana, pues implicaría de por sí una existencia endeble,
proclive de enfermar o morir, por ejemplo. No obstante estos daños en la vida misma
pueden potencializarse por causas políticas. Es decir, estará más propensa a padecerlos
una persona con cierta identidad, o con cierta desventaja de representación respecto a

4 “Las palabras precario y precariedad tienen una larga historia. Luego de su etimología que le da el mismo origen de plegaria, del latín
precarius, la palabra precario ha conocido múltiples acepciones, tanto como adjetivo y sustantivo, o como agregado al vocabulario corrien­
te y al derecho. Hace alusión a la idea antigua de obtener una cosa por plegaria, aunque la acepción moderna de precariedad, reenvía
principalmente a aquello cuya duración y solidez no está asegurada, sino que se halla unido a lo inestable e incierto, a aquello que es corto,
fugaz o fugitivo, así como a lo que es delicado y frágil” (Cingolani, 2015, p.49, cursivas en el original).

12 / C ienc a, Revista Regional de Divulgación Científica y Tecnológica.


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los otros en el mundo social. Apoyándome en la propuesta de la autora, diré que las de los ciegos se
tratan de “vidas precarias”, puesto que su “[…] propia supervivencia [… puede] ser determinada por
aquellos a los que no [… conocen] y a los cuales no [… pueden] controlar de forma terminante” (But-
ler 2006: 43). La fragilidad mencionada se exacerba en razón del deterioro de las condiciones de exis­
tencia, siendo el altruismo y las limosnas (dádivas monetarias o en especie) un ejemplo que encuen-
tro en ese sentido. Dicho así, “[…] la precariedad parece centrarse […] en aquellas condiciones que
amenazan la vida y la hacen escaparse de[l] […] propio control” (Butler 2009: 322). Esta politización
conceptual explicaría que ciertos segmentos poblacionales estén más expuestos a la precariedad, a
diferencia de otros: “El «ser» del cuerpo al que se refiere esta ontología es un ser que siempre está
entregado a otros: a normas, a organizaciones sociales y políticas que se han desarrollado histórica-
mente con el fin de maximizar la precariedad para unos y de minimizarla para otros” (Butler 2010: 15).
La minucia conceptual de Butler, así como el poder de sus formulaciones, son internacionalmente
conocidas. Encuentro en sus planteamientos una gran lucidez académica. No obstante, no dejo de
cuestionar ciertos de sus referentes. En tal sentido, coincido con Gavin Smith (2011), antropólogo que
sugiere que, aunque el trabajo académico respecto a la precariedad en Butler es fructífero para anali­
zar el asunto, al tiempo necesita nutrirse del materialismo histórico a fin de no caer en un análisis
meramente representacional de la precariedad y, por el contrario, incorporar la dimensión material al
mismo.
Mi propuesta es enriquecer la idea de precariedad política en Butler, recuperando los aportes de Nancy
Fraser (1997), quien a su vez se posiciona desde la tradición del feminismo marxista. El diagnóstico
contemporáneo de Fraser (1997, 2015) apunta acertadamente el predominio hegemónico del reconoci­
miento de la diferencia en el ámbito de la justicia, de raigambre multicultural. Vale recordar que es este
el contexto en el que actualmente se mueven los ciegos entrevistados para esta investigación, pues se
constató que con frecuencia son interpelados permanentemente a partir del discurso que encabeza
el mote culturalista de “discapacitado visual”. No obstante, estas políticas del reconocimiento, basta-
mente movilizadas en el neoliberalismo, hay que decir, son insuficientes para estudiar la complejidad
de la desigualdad imperante en la actualidad (Fraser 1997). La desigualad no tiene que ver solamente
con la representación, el reconocimiento, lo simbólico y discursivo, sino que igualmente se objetiva
en lo tangible, lo palpable, lo corpóreo, en lo material. De ahí que el pensamiento de Fraser resulte de
gran utilidad para ampliar la noción de precariedad bajo la lupa de la crítica al capitalismo.
Ahora bien, ¿cómo articular esta noción de precariedad en el cuerpo, con las historias etnográficas
tratadas aquí? El primer aspecto que debe someterse al análisis, es el hecho de que los tres varones
perdieron la vista por razones ligadas a sus actividades laborales. Ignacio lo narró de esta manera:

“Así empezó mi problema. Trabajaba en una industria química aquí en Puebla. Entonces,
su­frí un accidente. El trabajo que tenía era de menear tarimas, agregar productos químicos.
Yo creo que ya venía disminuyéndome la vista pues no vi una tarima al lado y me caí. ¡Y que
me lo voy a la boca de un reactor! Así se llama, o sea teníamos una hilera de materias pri­
mas para hacer los productos. Entonces me caí, me accidenté, me incapacitaron, me vio el
doctor y me dijo que ya no iba a poder trabajar porque iba a quedar ciego. Todo se desenca­
denó por el accidente, hasta me pegué en el cuerpo, me doblé la mano y me enyesaron.
El doctor se dio cuenta que me iba a quedar ciego por los exámenes que me empezaron a
hacer: que si de la vista, que si era yo diabético, no pues nada de eso. Entonces ya les fui di­
ciendo que yo de joven fui herrero, plomero y soldador, entonces le decía yo que si no era
por eso, por la soldadura. Me dijo [el doctor] que no. De ahí ya empezó mi martirio. Perdí la
vista y ya no salía yo. Me quedé sin hacer nada, me dediqué a tomar [alcohol]” (Ignacio, 62
años, julio de 2016).
El riesgo al que Ignacio estuvo expuesto en el trabajo industrial lo condujo a perder la vis-
ta. Como él mismo menciona, todo se desencadenó por el accidente. Resulta interesante
que él mismo asocie otras posibles causas de su ceguera, ligadas también a la propia
experiencia de clase. Muestra de esto son sus preguntas al médico respecto a la posible
relación del daño visual con su antecedente como herrero y soldador. Además de eso, al
momento de la entrevista el hombre dijo padecer otras cosas en el cuerpo ligadas, según
mis observaciones, a su historia laboral misma. Al respecto, comentó:
C ienc a, Revista Regional de Divulgación Científica y Tecnológica. / 13
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“Tengo la gota, del ácido úrico, a raíz que tomaba yo mucha cerveza y mucha carne, me hizo daño. Me due­
len los huesos, o sea, cuando como carne o tomo cerveza, se me hinchan los pies y las rodillas, y ya no me
dejan caminar. ¡Da un dolor!, que ya no puede uno caminar. Me lo atiendo controlando los alimentos, no
como frijol, lenteja, huevo, ni tomo cerveza. Y pues con medicamento” (Ignacio, 62 años, julio de 2016).
Cuando quedó ciego, Ignacio perdió su trabajo. Lo pensionaron con una cantidad raquítica por debajo
de lo que era su salario. Se deprimió y, como él mismo indicó, “me dediqué a tomar”. Así pasó varios
meses según me contó. Por ello, no es de extrañar el hecho de que se le haya desarrollado “gota”. 5
Es decir, el deterioro del cuerpo se liga a la precariedad de clase. Así también ocurrió con Daniel, quien
se entregó a unos dramáticos excesos de alcohol que más tarde le dejarían ciego: “uno de futbolista no
mide los excesos”. Además, años más tarde desarrollaría una enfermedad llamada sinovitis (inflama­
ción de la membrana sinovial) que le provoca hinchazón de una de sus rodillas y la constante de liga-
mentos y cartílagos. Según se sabe, puede ser causada por traumatismos (golpes). En el caso de Da­
niel, muy probablemente los que recibió durante su corta carrera como futbolista de segunda división.
Por otro lado, los padecimientos que enfrenta Gregorio han sido producidos por las condiciones de
desigualdad de clase a las que se ha visto sometido, bajo un contexto de precariedad también. Su ce­
guera se originó a raíz de una cisticercosis causada, según sus palabras, por comer en la calle cemitas
de carne de puerco. La infección parasitaria contribuyó a la degeneración del globo ocular pues el ani­
mal le carcomió algo de los órganos visuales, según comprendió del diagnóstico que le dio el mé­dico.
Vale recalcar que dijo que comía cemitas en la calle cuando era chofer de una unidad del transpor­te
público, pues no le daba tiempo de comer otras cosas más elaboradas. Al problema de ceguera se han
sumado: diabetes, hipertensión, hidrocefalia, disfunción eréctil, obesidad y problemas biliares. Estas
condiciones de sufrimiento cotidiano, derivadas de agudos problemas de salud, son condiciones maxi­
mizadas en los sectores más empobrecidos (Kleinman 1997), no sólo porque están más expuestos a la
vulnerabilidad y la violencia (Butler 2004) sino porque, históricamente, no se encuentran en condicio­
nes de acceso propicias a servicios de salud de calidad (Farmer 2004).
Comentarios finales
Hasta aquí, se ha puesto en evidencia que la ceguera puede llegar a constituirse como un producto de la preca­
rización de la vida que provocan las desigualdades que promueve el capitalismo. La pérdida de visión es tan
sólo un ejemplo de las formas precarias que adopta la carne humana, ya que persisten otras bajo el actual
régimen de acumulación: enfermedades crónicas (renales, hipertensión, obesidad, diabetes, entre otras), acci­
dentes laborales, golpes y raspaduras, desnutrición, burlas, escarnios y descalificaciones, desgaste y cansan-
cio, vergüenza de clase al sentirse degradado, diálisis derivadas de problemas en los riñones, huellas de adic-
ciones por consumo de alcohol, o de bebidas endulzadas artificialmente como la Coca-Cola, así como riesgos
de morir por un endeble acceso a sistemas de salud amplios y de calidad.
En tanto fuerza de trabajo doblemente degradada (por su origen de clase familiar y a partir de su ceguera fisio­
lógica), los ciegos precarizados han atravesado por trabajos momentáneos a través de los cuales las fuerzas
productivas les han empleado. No obstante, han sido desechados también por largos periodos de sus vidas,
situación que les ha conducido a la dependencia de limosnas y “apoyos” de programas tanto de ONGs como
de instituciones públicas, todo esto sostenido por el discurso de la “discapacidad visual”. La experiencia de
clase de los entrevistados deja ver que el capital ha hecho de las suyas en sus cuerpos, pues han sido sujetos
sistemáticamente expuestos a vivir riesgos y desgastes vertiginosos que les han conducido, entre otras conse­
cuencias, a perder la vista. Anudado a las condiciones materiales de existencia, la desigualdad de género y las
descalificaciones simbólicas que socialmente les marcan y degradan, se nota significativamente que su corpo-
ralidad ha entrado en una especie de espiral que se erosiona día con día.
Estas precarizaciones corporales se maximizan en el neoliberalismo, pese al avance de la ciencia y con ello la po­
sibilidad de optar por formas de vida saludables, como la Organización Mundial de la Salud (OMS) promueve,
a través del discurso individualizador de los “estilos de vida” (OMS 2017). De tal suerte que el capital neoliberal
flexible logra acumular más riqueza a través de una explotación extensiva e intensiva de los cuerpos proleta­
rios que ya no se logran identificar como trabajadores. Parte de ello lo consigue con base en el discurso del
multiculturalismo: el reconocimiento de las identidades, la promoción del individuo como gestor de su propia
vida, el discapacitado respetado y capacitado laboralmente, entre otras perversidades.
5 Según el sitio de internet de la Arthritis Foundation, “La gota causa ataques repentinos y fuertes de dolor e hipersensibilidad, enrojeci-
miento, calor e hinchazón en algunas articulaciones. Generalmente compromete a una articulación a la vez. La articulación del dedo gordo
del pie suele ser la primera”.
14 / C ienc a, Revista Regional de Divulgación Científica y Tecnológica.
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Las parteras
ante las políticas de intercultural
en el Módulo de
Medicina Tradicional de Huehuetla, Puebla6
Cynthia Marilui Martínez Villarruel 7
chalchiucoatl@yahoo.com.mx

Introducción den los cursos de capacitación y certificación a parter-


El quehacer de las parteras dentro del Módulo de as como una forma de combatir la mortalidad materna.
Medicina Tradicional de Huehuetla, Puebla, se en- El segundo plantea, de manera general, cómo ha sido
cuentra imbricado con otras temáticas que influ­ abordado el tema de la interculturalidad y en qué con-
yen en el desarrollo de su labor, tal es el caso de la texto surge como una política de salud. El tercer aparta­
mortalidad materna, la interculturalidad en salud y do señala el papel de las parteras dentro del módu­lo, así
la biomedicina como Modelo Médico Hegemónico. como en los cursos de capacitación y certifica­ción. Final-
Bajo este esquema es que se da cuenta y se anali­ mente, la última sección da cuenta de las experiencias
za la forma en la que son planeadas y se ponen en de las parteras en el módulo y el hospital.
práctica las políticas de salud intercultural al inte-
rior del módulo, sobre todo durante la atención al Mortalidad materna. Algunas disposiciones
embarazo, parto y puerperio. instituciona­les
Lo anterior nos lleva a reflexionar si los Hospitales La preocupación por disminuir la mortalidad materna,
Integrales con Medicina Tradicional satisfacen las ha fomentado que diversos organismos internacionales
necesidades de salud de la población y, por lo tan- pongan su mirada en dicha problemática. Tal es el caso
to, si es que constituyen una opción real de aten­ de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en este
ción o, por el contrario, aún se encuentran lejos de sentido, el Objetivo de Desarrollo del Milenio 5 (ODM)
sus metas y objetivos. Por otro lado, es fundamen­ planteaba reducir la Razón de Muerte Materna (RMM)
tal recalcar que son diversos los factores que influ­ en tres cuartas partes entre 1990 y 2015; para conseguir
yen en la mortalidad materna, así como en el acce- esta meta, la Organización Mundial de la Salud (OMS)
so de las mujeres a los servicios de salud. se en­cargó de elaborar diversas propuestas divididas en
El texto se divide en cuatro apartados, el primero de cua­tro grandes rubros: a) Reducción de la mortalidad
ellos aborda la mortalidad materna y las soluciones materna, b) Aumento de la prestación de servicios de
que se han planteado, ya que de estas se despren- maternidad en la atención primaria a la salud, c) Partos

6 La información presentada corresponde a los datos obtenidos y análisis presentados en la tesis para obtener el grado de Maestra en
Antropología Sociocultural, intitulada: El oficio de partera y las políticas de salud intercultural. El caso de las parteras totonacas del Módulo de
Medicina Tradicional en Huehuetla, Puebla, presentada en enero 2016.
7 Maestra en Antropología Sociocultural por el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades “Alfonso Vélez Pliego”/BUAP. Estudiante
de Doctorado en Ciencias Sociomédicas, campo: Antropología en Salud de la Facultad de Medicina/UNAM mariluimvillarruel@gmail.com

C ienc a, Revista Regional de Divulgación Científica y Tecnológica. / 15


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con la asistencia de personal capacitado y d) Determina­ Interculturalidad en Salud
ción de las causas de morbilidad y mortalidad materna. Si bien el concepto de lo intercultural, surgió varias
Cabe destacar que para el 2013, año del informe de la dé­cadas atrás, en México tomó mayor auge a partir
ONU, y a dos años del plazo establecido, apenas se había del 2001 con la modificación del artículo 2° cons­ti­
logrado reducirla a la mitad. tucional, el cual reconoce que México tiene una
En el caso de México tampoco se lograron las metas es- composición pluricultural. Dichas modificaciones
tablecidas, ya que para el 2013 se había tenido un avance han sido utilizadas para la creación y modificación
de 56.9% en la disminución de la RMM (Freyermuth, Lu­na de políticas públicas en “beneficio” de la población
y Muños 2015: 5). Es fundamental señalar que la pobre­ indígena. Sin embargo, es importante reflexionar
za, marginación, ruralidad y población indígena van de la en qué medida estas reformas corresponden a los
mano cuando se habla de altas tasas de mortalidad ma­ derechos y necesidades de los pueblos indígenas, o
ter­na, razón por la cual se creó el Programa de acción es- si sólo se tratan de medidas paliativas que respon­
pecífico Arranque Parejo en la Vida (Secretaría de Salud den al momento coyuntural en el que se crean y
2002). En la primera fase del programa se planeó el esta- que, finalmente, no implican un cambio estructural.
blecimiento de redes para el control prenatal y la identi- En este sentido, son diversas las posturas que se
ficación de los embarazos de riesgo, en éste debían par- han generado en torno a la interculturalidad, así
ticipar las parteras, brigadas de salud, unidades de salud, como las interpretaciones que utilizan distintos
las unidades móviles y todo el personal que estuviera im- investigadores (Gasché 2008; Martínez Buenabad
plicado en el seguimiento y control del embarazo. Para 2012; Bertely 2008; Podestá 2008; Jiménez 2009;
ello se planteó la idea de clínicas para partos de bajo y Campos-Navarro 2013; Citarella 2013). Es importan­
mediano riesgo, y los hospitales para partos de alto ries- te resaltar que este tema ha sido mayormente es-
go en zonas en donde no hubiera atención médica es- tudiado en el ámbito de la educación, sin embargo,
pecializada orientada a mujeres de escasos recursos, no en años recientes, también ha tenido cabida en el
obstante, fueron pocos los avances de este programa. área de la salud.
En el sexenio 2006-2012, y en el actual, se modificaron Al respecto de esto, es posible identificar dos ver-
estas propuestas, si bien se conservó la idea del estable­ tientes principales, la primera de ellas tiene que
cimiento de redes para el control del embarazo y sus ver con los servicios de salud que brinda el Esta-
riesgos, se integraron los factores biológicos, económi­ do, debido a que pocas veces toman en cuenta el
cos, sociales y de género, para lograr enfrentar la mor- contexto sociocultural de la población a quienes se
talidad materna desde una óptica integral. Para ello se les brinda atención, así como la diferencia cultu­ral
buscó fortalecer los servicios de salud existentes, así entre el personal médico y los pacientes, lo que de­
como intentar establecer métodos que contribuyeran a riva en una atención poco satisfactoria; la segunda
disminuir la desvalorización de las mujeres, aumentar las vertiente, tiene que ver con la interacción de diver-
campañas de educación sexual y salud materna y peri- sos saberes médicos, ya que la biomedicina al ser
natal, y la distribución de métodos anticonceptivos, así el Modelo Médico Hegemónico (MMH) subor­dina
como la capacitación e introducción de parteras a los a los demás saberes, descalificándolos o prohibién­
servicios de salud (Secretaría de Salud 2002, 2008, 2014). dolos, lo cual implica menos opciones de atención
Para lograr este último punto se establecieron los cur- para la población, además de que existen pade­
sos de capacitación a parteras, sin bien, estos se lleva- cimientos que sólo pueden ser atendidos por la
ban a cabo desde décadas atrás, aumentaron con la medicina indígena. Entre los autores que han abor-
implementación del programa mencionado. Una de las dado el tema de la interculturalidad en salud, se en-
críticas a estos cursos, que inclusive las propias parteras cuentran: Campos-Navarro (2013), Citarella (2013),
comentan, es que se les enseña a atender y usar instru- Paulo (2012), Cuyul (2013) y Peña (2013) sólo por
mentos que usan los biomédicos, pero no se rescatan y nombrar algunos.
fortalecen los saberes que las parteras tienen en torno De esta forma, la postura que se adoptó sobre in-
al ciclo reproductivo (Lerín 2003) y que pueden aportar terculturalidad cuando se elaboró la tesis de gra-
a la salud de las mujeres, sobre todo a las de su propia do, fue esencialmente descriptiva, planteando
localidad. una situación en donde conviven e interaccionan
diferentes pueblos y culturas, pero cuya relación
no necesariamente se presenta de manera igual y
armónica, debido a que hay grupos que se ubican

16 / C ienc a, Revista Regional de Divulgación Científica y Tecnológica.


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por encima de otros –económica, política y social- medicina tradicional y alópata con la participación de
mente–, hecho que permitió hablar sobre “inter- re­cursos humanos y tecnológicos”10. Esta integración
culturalidad asimétrica” (Zolla 2011). de la medicina tradicional con la biomedicina, incluye a
Antes de entrar de lleno a la manera en la que se ha las parteras indígenas y la atención al embarazo, parto y
aplicado las políticas de interculturalidad en salud, puer­perio (e/p/p), de las cuales se hablará en el siguiente
es necesario señalar los acuerdos y organismos in- apartado.
ternacionales que hacen recomendaciones y, de
cierta forma, sientan las bases para la elaboración El Hospital Integral con Medicina Tradicional
de políticas de los diversos países. Entre ellos se en­ en Huehuetla
cuentran la conferencia de Alma-Ata, el Convenio El municipio de Huehuetla, se ubica en el estado de Pue­
169 de la Organización Internacional del Trabajo bla, en la región denominada sierra Nororiental, dicho
(OIT) y la OMS, la cual desarrolla algunos puntos municipio tiene muy alto grado de marginación, pobreza
en la estrategia de la OMS sobre medicina tradicio­ y la mayoría de la población son totonacos o nahuas, por
nal 2002-2005 (OMS 2002), que tiene como objeti- tal motivo fue y sigue siendo un lugar estratégico para
vo ayudar a los diferentes países a incorporar a la la construcción del HIMT. Además de las características
medicina tradicional a su sistema nacional de salud. señaladas, Huehuetla se encuentra cercano al estado
En México, como ya se mencionó, en el párrafo III de Veracruz, por lo cual el área de atención del hospital
del recién modificado artículo 2° constitucional, se abarca distintos municipios de ambas entidades.
estipula que se debe “Asegurar el acceso efectivo El HIMT, al ser un hospital de primer nivel, únicamente
a los servicios de salud mediante la ampliación de cuenta con médicos generales e instrumentos básicos,
la cobertura del sistema nacional, aprovechando por lo que no se realizan procedimientos quirúrgicos. Al
debidamente la medicina tradicional […]” 8. Con- no contar con especialistas, sólo se atienden partos vagi­
juntamente a los objetivos del Plan Nacional de De- nales; las cesáreas y partos complicados son derivados a
sarrollo 2001-2006, se desprende el Plan Nacional otros hospitales en Cuetzalan, Zacapoaxtla o inclusi­ve a
de Salud, el cual incluye un Programa de Salud y la ciudad de Puebla. Además el hospital cuenta con un
Nutrición de los Pueblos Indígenas, en el cual una Módulo de Medicina Tradicional (MMT), la Casa de Aten­
de las metas era capacitar al personal con un enfo­ ción a la Mujer Embarazada (AME) y un vivero con plan-
que “transcultural”, lo cual permitiría conocer la tas que se ocupan para los remedios herbolarios suminis­
cosmovisión y la concepción del proceso salud-en- trados por los terapeutas tradicionales en el MMT.
fermedad de los pueblos indígenas para brindar Desde el inicio del proyecto del MMT, algunas personas
atención de calidad (Secretaría de Salud 2001). A que laboraban para la Secretaría de Salud como promo-
partir de esta meta, en 2002 se crea la Dirección de tores de salud, se encargaron de invitar a los terapeutas
Medicina Tradicional y Desarrollo Intercultural. tradicionales – ya sea los que sólo atendían en su casa o
Estas políticas, aunadas al Plan Puebla-Panamá im- los que ya estaban organizados dentro de la organiza­
pulsado en el 20019, se cristalizaron en los Hospital- ción Xanat, mismo que el INI había formado a princi­pio
es Integrales con Medicina Tradicional (HIMT) que de los años ochenta – a que participaran brindando aten­
se encuentran en el estado de Puebla, los cuales ción en el módulo. Una vez conformado el grupo, se les
fueron instalados en zonas con alta marginación y invitó a que hicieran faena, limpiando el terreno en don-
pobreza. De esta manera, los objetivos generales de sería construido el módulo, tras lo cual los llama­ron
de los HIMT son: “Proporcionar servicios mixtos de nuevamente para realizar la limpieza del recién termina-
salud y disponer de espacios donde se proporcio­ do MMT. Hasta 2015, el MMT contaba con 55 terapeu-
ne el desarrollo de los dos modelos: Medicina tas, de los cuales 4 eran hueseros, 23 curanderos y 28
Alópata y Medicina Tradicional, con la finalidad de parte­ras.
contribuir a mejorar las condiciones de salud y vi­ El objetivo de la incorporación de las parteras en el mó­
da de la población indígena”, y “Reconocer que la dulo, fue ofrecer atención mixta a la población, con el
medicina tradicional constituye una parte sustan­ propósito de que ellas, con sus saberes, cuidaran a las
cial del patrimonio cultural y un recurso fundamen- mujeres durante el ciclo reproductivo, para lo que inclusi­
tal para la salud de la población indígena y de la ve se destinó un espacio como sala de parto vertical.
población en general. Lograr la integración de la Todo esto con el fin de que las mujeres lograran ser aten-

8 http://www.ordenjuridico.gob.mx/Constitucion/cn16.pdf Consultado el: 02 de mayo 2015.


9 Este plan tenía como objetivo que diversos países lograran crecimiento económico y desarrollo regional con la finalidad de atraer mayor
inversión extranjera; en México, la participación fue principalmente en los estados del sur del país.
10 http://ss.puebla.gob.mx/index.php/info-para-medicos-y-sector-salud/item/2217-medicina-tradicional
Consultado el: 03 de noviembre 2015.

C ienc a, Revista Regional de Divulgación Científica y Tecnológica. / 17


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didas en un ambiente de confianza y seguridad, ya que conocimiento médico, acortaba la información que
algunas de las ventajas con que se promueven sobre los recibían las parteras; posteriormente una enferme­
HIMT es que, al ser edificios contiguos, el acceso al hos- ra, hablante de totonaco se hizo cargo del curso,
pital es más rápido en caso de complicaciones durante tras lo cual la mayoría de las parteras seleccio­nadas
el parto, asimismo el hospital puede referir pacientes al obtuvieron la certificación.
MMT si se identifica que requieren cuidados de algún Hay que tomar en cuenta varios aspectos en cuanto
terapeuta tradicional, inclusive supone que las parteras a las certificaciones, en primer lugar, como se men-
pueden estar presentes durante la atención que sucede cionó, los cursos son impartidos por personal de
en el hospital, si así se solicita; estas situaciones preten­ salud que en pocas ocasiones tienen conocimiento
den contribuir a brindar atención de calidad, además co­ de la lengua, lo que dificulta la comunicación. En
laborar a la disminución de la mortalidad materna, sin segundo lugar, los conceptos que se quieren trans-
embargo, son contadas las veces que se hace uso de es- mitir son muy técnicos y específicos, por lo tanto,
tas “ventajas” pues, en la práctica, las parteras refieren las personas que no están familiarizadas con ellos
que no sucede así. tienen dificultades para aprenderlos, pues en mu-
Al inicio del proyecto de los HIMT se impartieron cursos chas ocasiones, aunque lleven años de práctica, no
y talleres sobre interculturalidad e intercambio de expe­ poseen el conocimiento teórico que se les pide, lo
riencias para el personal médico, administrativo y los que complica la aprobación del examen, debido a
tera­peutas tradicionales, estos paulatinamente se fue­ que éste es teórico-práctico. Finalmente, hay que
ron dejando de lado. En la actualidad, los cursos que se señalar que, aunque estas estrategias son impor-
ofrecen con mayor regularidad son los de capacitación y tantes puesto que tienen como objetivo prevenir la
certificación a parteras, ya que forman parte de las estra­ mortalidad materna, en la mayoría de las ocasiones
tegias para la reducción de la mortalidad materna. Los los cursos se centran en enseñar y capacitar a las
cursos de capacitación son impartidos por un ginecólo- parteras, pero muy pocas veces se resaltan y forta-
go y por las enfermeras encargadas de la supervisión lecen los conocimientos que ellas poseen, a pesar
de las parte­ras. Básicamente consisten en enseñarles a de que éstos también son efectivos, por ejemplo:
las parteras a identificar los signos y síntomas de riesgo sobar y acomodar el feto para prevenir cesáreas.
durante el embarazo, así como las mujeres que pueden Se debe mencionar que a pesar de que las parteras
tener un em­barazo de alto riesgo y que no deben ser at- estén capacitadas y certificadas, se sigue restrin­
endidas por ellas (adolescentes, mayores de 35, multi­ giendo su labor a través de amenazas, ya que se les
gestas, embara­zo gemelar o más productos, obesidad dice que en dado caso de que la mujer muera en el
de la madre, “mala posición” del feto y mujeres que no parto, ellas irán a la cárcel.
han llevado control del embarazo con la partera a la que Por otra parte, se debe analizar las condiciones y el
está acudiendo), además de las maniobras que no deben número de consultas y partos que se realizan tanto
hacer durante el parto. Finalmente se les pide que algu- en el MMT como en el hospital, ya que esto nos da
nas parteras voluntarias muestren la forma en la que luz sobre la forma en que funcionan las propuestas
identifican la posición del feto y lo acomodan. de interculturalidad en salud planteadas desde el
La certificación de las parteras es diferente, ya que el Estado y que están asimilando tanto los médicos,
curso que deben tomar se lleva a cabo en un periodo como parteras y pacientes. Sólo por mencionar al­
más largo, se les enseñan cuestiones específicas sobre gu­nos números, de alrededor de 1000 consultas
la atención durante el e/p/p, se distribuyen manuales y en total al mes, únicamente 30 corresponden a las
finalmente se les aplica un examen, la certificación ava- brindadas por las parteras; otro ejemplo de ello, es el
la y reconoce a las parteras, de tal manera que pueden registro de las causas de atención durante el e/p/p, ya
atender en cualquier parte del país. Se debe mencionar que cerca de 43 posibles causas en todo el proce­so
que, una vez más, hay una brecha importante entre el de e/p/p, los más frecuentes solo son 7: “sobada”,
discurso y la práctica, ya que en diversas ocasiones no limpias, rezo, palpar, oír al bebé, atención al parto,
se les permite atender ni siquiera en sus propias localida­ por último referencia y contra-referencia; los dos
des, aunque hayan obtenido la certificación. Por otro últimos con el número más bajo de registros, lo
lado, los resultados de dichos cursos, dependen en gran cual puede apuntar a una contradicción de los ob-
medida de cómo y quién lo lleve a cabo, ya que en el caso jetivos de los HIMT, pues no son tantos los partos
de Huehuetla, al principio era un médico quien los im- llevados a cabo en el módulo, ni existe una relación
partía y se apoyaba de un traductor para transmitir la in- estrecha entre el hospital y el MMT.
formación a las parteras monolingües. Sin embargo, no En el caso de los partos del 2003, fecha de apertura
era del todo funcional porque el traductor, al no te­ner del módulo, al 2015 sólo se atendieron 20 partos,

18 / C ienc a, Revista Regional de Divulgación Científica y Tecnológica.


i
de hecho un tiempo se mentos alimenticios, así
les indicó a las parteras como la seguridad de que
que no podían atender los biomédicos sabrán ac-
partos en el módulo, situa­ tuar ante emergencias obs­
ción que cambio a mediados tétricas; por otro lado con las
del 2014, cuando se reactivó la parteras tienen la confianza de
atención durante esta etapa del que es una mujer quien las atenderá,
ci­clo reproductivo. Por otro lado, en el muchas veces pertenece a su localidad y
hospital indudablemente se llevan a cabo más con- las han atendido en partos anteriores o a otras mu-
sultas durante el embarazo, pese a que estas tam- jeres de su familia, además de que tratan de evitar pro-
bién se reparten entre los centros de salud de las cedimientos como las cesáreas, entre otras.
diferentes localidades. Es fundamental señalar que
debido a las características antes mencionadas del La experiencia de las parteras y las pacientes en el HIMT
hospital, las mujeres que tienen complicaciones El presente apartado pretende dar cuenta de las expe-
durante el embarazo o el parto, son referidas a riencias de las parteras y las pacientes en el HIMT, a la
otros hospitales, un claro ejemplo de ello es que luz de categorías como: modelo médico hegemónico,
en el 2014 de 306 nacimientos de los pobladores de colonialidad del saber, violencia obstétrica en el marco
Huehuetla, 116 fueron atendidos en el hospital, 151 de las políticas de interculturalidad en salud. Como se ha
derivados, 17 en los centros de salud de las localida­ tratado de plasmar a lo largo del texto, el discurso de las
des y 22 fueron atendidos en el hogar; lo cual nos políticas dista mucho de las prácticas, inclusive resultan
lleva a reflexionar sobre el grado de satisfacción de contradictorias, ya que por un lado se intenta impulsar
las necesidades de la población a través de las polí­ el respeto y el uso de la medicina tradicional, pero por el
ticas que originan el HIMT. otro se restringe que las parteras puedan llevar a cabo su
Si bien, parte de las propuestas del HIMT es esta­ quehacer; de igual forma sucede con las mujeres, puesto
blecer un sistema de referencia y contra-referen­ que se promueve la atención de calidad y la sensibiliza­
cia, éste solo implica el tránsito del módulo al ción del personal médico y, sin embargo, continúan ocu­
hospital, ya que el módulo envía a las mujeres prin­ rriendo casos en donde el personal no está capacitado
cipalmente para la realización de ultrasonidos de para atender a las mujeres, así como tampoco cuenta
rutina, una vez que esto ocurre, el hospital contra- con los recursos necesarios para realizar intervenciones
refie­re a las mujeres al módulo; pero no se produ­ quirúrgicas ni solucionar emergencias obstétricas, situa­
ce el proceso inverso, es decir, que se refiera a la ción que puede derivar en “violencia obstétrica”.
paciente al módulo cuando identifiquen que hay En primer lugar, la descalificación de los saberes de las
algún procedimiento que la partera pueda hacer, parteras tiene una profunda vinculación con el desarro­
por ejemplo la “sobada”. llo histórico y económico de los países de América Latina,
No obstante, aunque no haya completa interac- ya que la mayoría de los conocimientos de los pueblos
ción de los saberes médicos en el marco del HIMT indígenas, incluidos los saberes en torno al cuidado a la
o de las políticas de salud intercultural, son las salud, fueron rechazados y señalados como una muestra
propias mujeres las que los interrelacionan, por lo de atraso. Esta situación se hizo más evidente y extrema
menos en la atención durante el embarazo, ya que con la consolidación de los Estados-nación, pues se bus-
en la búsqueda de llevarlo a buen término encuen­ caba configurar naciones homogéneas.
tran ventajas en el sistema biomédico, como el
uso de ultrasonidos, acceso a vitaminas y comple­

C ienc a, Revista Regional de Divulgación Científica y Tecnológica. / 19


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Otro ejemplo de ello, es el caso mapuche11, debido a que situación podemos explicarla con lo que Catheri­ne
en Chile después de la independencia, el gobierno dio Walsh (2008:137) denomina “colonialidad del sa­
inicio a una política de descalificación y persecución ex- ber”, definido como: “el posicionamiento del euro-
trema hacia las parteras. Al principio no había un conflic­ centrismo como orden exclusivo de razón, conoci-
to velado, ya que no había cobertura médica en todo el miento y pensamiento, que descarta y descalifica la
país, por lo que eran vistas como aliadas para la aten­ existencia y viabilidad de otras racionali­dades epis­
ción a las mujeres (Zárate 2007, 2008). Derivado de la témicas y otros conocimientos que no sean los de
necesidad de incremento de población para la recién los hombres blancos europeos o europeizados”.
conformada República chilena, se inició la impartición de Como se mencionó, estos conocimientos, elabora­
cursos para mejorar la salud materna e infantil (Zárate dos y legitimados por instituciones, encuentran
2007:289). Posteriormente se creó la primera escuela en la universidad un espacio privilegiado para su
de obstetricia, donde las egresadas obtenían el título de producción; razón por la cual los egresados de es-
“matrona” y paulatinamente desplazaron a las parteras. tas instancias, incluyendo al personal médico, ven
Otro momento fundamental que redujo el quehacer de avalados sus conocimientos mediante la obten­
las parteras, fue la puesta en vigencia del decreto de pro- ción de títulos profesionales que oficializan su ac­
fesiones médicas de 1866, bajo el cual las matronas se tividad (Giraldo 2014: 20); esta situación se aleja
amparaban para presentar quejas ante el Protomedicato de la forma en la que las parteras obtienen sus
y de esta manera limitar el trabajo de las parteras. Estos conoci­mientos, ello constituye una de las razones
conflictos no sólo tenían que ver con cuestiones de sa­ por las cuales han comenzado a dejar de creer que
lud, ya que formaban parte del discurso sobre barbarie sus co­nocimientos son valiosos para la salud de las
y civilización que inspiró la construcción de la República mujeres, lo que deriva en que ya no quieran ejercer
chilena (Zárate 2007:295). Inclusive algunos testimonios su labor. Es necesario señalar que no todos los
señalan que las parteras fueron perseguidas por instan- médicos actúan de la misma forma, así como hay
cias de la administración de justicia, lo que provocó que algunos que hacen a un lado los conocimientos de
dejaran de realizar su quehacer y, quienes continuaron, las parteras, otros sí hacen uso de sus saberes, por
lo hicieran de manera clandestina. Esta política se man- ejemplo cuando identifican que la posición del feto
tiene hasta la actualidad, es decir que sólo los médicos y no es la adecuada, les recomiendan asistir con una
las matronas están autorizados a atender partos, lo cual parteras, sin embargo, muchos de ellos no laboran
debe ocurrir a nivel hospitalario. Hoy día, al menos en el en el módulo.
caso de los mapuche, son pocas las mujeres que aceptan Por otro lado, la mayoría de las mujeres entrevista­
abiertamente ser parteras, debido a la persecución de la das, refirieron haber tenido una buena experiencia
que fueron objeto. En años recientes se busca rescatar y en la atención al e/p/p en el hospital y con las par­
aplicar sus conocimientos para mejorar la salud materna teras. No obstante, hubo algunos testimonios en
e infantil. donde expresaron que el trato de los médicos no
Como se puede observar en el caso de México y Chile, un fue el adecuado, pues mencionan que tardaron en
elemento que influyó fuertemente en este proceso es la brindarles atención o hubo algunos regaños en el
consolidación de la biomedicina como MMH (Menéndez momento del alumbramiento. Esta situación pode­
1992), ya que los saberes que no cuentan con respaldo y mos clasificarla dentro del concepto de violencia
legitimación por parte de la racionalidad científica, a través obstétrica12, entendida como: la violación a los de­
de instituciones como las de salud y las universidades, son rechos humanos y reproductivos de las mujeres,
menospreciados y progresivamente invalidados. ésta se genera durante la atención al e/p/p en los
En México, las experiencias de las parteras dan cuenta servicios de salud y es producto de múltiples facto­
de esta situación, por ejemplo cuando se restringe su la- res en donde convergen la violencia institucional
bor, pues son persuadidas a llevar a sus pacientes al hos- y la violencia de género. Esta violación a los dere-
pital cuando llega el momento de dar a luz, sin embar­ chos humanos y de género, la podemos encontrar
go, se han dado casos en donde los médicos dudan de expresada de diferentes maneras, algunas de ellos
la experiencia de las parteras y las ignoran cuando ellas son: regaños, burlas, insultos, amenazas, manipula­
mencionan que la mujer está lista para el parto o se les ción de la información, negación al tratamiento, así
dice que ellas no saben porque no tienen un título o una como la nula referencia a otros servicios para reci-
formación universitaria como la de los biomédicos, esta bir asistencia oportuna, aplazamiento de aten­ción

11 Durante la maestría se realizó una estancia de investigación en la Universidad Católica de Temuco, Chile; se hizo observación en dife­
rentes centros de salud intercultural, lo cual permitió hacer una breve comparación entre México y Chile.
12 Tema ampliamente analizado por Roberto Castro (2014), el cual desarrolla a partir del concepto de habitus planteado por Bourdieu.

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e indiferencia frente a sus solicitudes o reclamos, Consideraciones finales
realizar la toma de decisiones en torno al parto sin La salud materna, es uno de las problemáticas que más
consultarlas o informarlas, utilizarlas como recur- ha preocupado a los organismos nacionales e internacio­
so didáctico sin respeto a su dignidad humana, o el nales, así como a los investigadores. Se han planteado
uso del dolor de parto como castigo y coacción pa­ soluciones a través de diversos programas y políticas pú­
ra obtener su “consentimiento”, entre otros (Villa­ blicas de salud, sin embargo, los esfuerzos no han sido
nueva-Egan, citado en GIRE 2013:120). suficientes para lograr las metas establecidas, no se des-
Además de los aspectos antes mencionados, exis­ carta que han habido avances, aunque todavía queda
ten otros factores que dificultan el acceso de las mucho camino por recorrer, centrando la atención no
mujeres a los servicios de salud, por ejemplo la sólo en el aspecto biológico, sino también en la margina­
desigualdad social, concebida por Paola Sesia ción, pobreza y ruralidad, en la que viven las mujeres en
(2009: 202) como: “subordinación, exclusión y dis­ donde se presentan más casos de mortalidad materna.
criminación en sus múltiples facetas de género, Parte de los programas destinados a mejorar la salud ma-
de etnia-raza y de clase […] que afecta de manera terna, se intentan conjugar con las políticas de intercul-
des­proporcionada a las numerosas poblaciones ru­ turalidad en salud. Por ejemplo en los HIMT, en donde se
ra­les, indígenas y pobres”. Esta autora señala que pretende fomentar la atención mixta y con pertinencia
las mujeres indígenas son las que padecen mayor cultural, además de ofrecer un ambiente de seguridad
inequidad genérica, además de habitar en localida­ para las mujeres que acuden a dar a luz en estos hospita­
des lejanas y en condiciones de pobreza, lo que les. Estos módulos son un buen intento por conjuntar los
las vuelve vulnerables ante la mortalidad mater- saberes de la biomedicina y la medicina tradicional, sin
na. A ello se suma que, cuando logran acceder a embargo aún queda mucho trabajo por hacer en el forta­
servicios de salud, comúnmente se les discrimina lecimiento de estas relaciones.
y la aten­ción recibida es deficiente y puede llegar a El conflicto surge debido a que estas propuestas, es-
perjudicar severamente su salud, ya que en ocasio­ tán planteadas desde los servicios de salud que brinda
nes las mujeres en estado crítico no son recibidas el Estado, los cuales a su vez son parte del MMH, este
en los hospitales para no aumentar sus estadísticas modelo “permite” el uso y ejercicio dentro de otros
de muerte materna. La autora considera que todos saberes médicos pero bajo sus propias condiciones, lo
estos aspectos están relaciona­dos con la subordi- cual produce contradicciones entre el discurso de salud
nación de género, exclusión eco­nómica, discrimi- intercultural y la práctica. Este es el caso de los cursos
nación, negligencia, ocultamiento y falta de canali­ de capacitación y certificación a parteras, ya que están
zación, todo esto “como un reflejo importante de destinados a que aprendan a ejercer su labor de forma
la profunda desigualdad social en la que están in- parecida a un biomédico, sin recuperar los saberes que
mersas sus vidas y que caracteriza, en los casos más ellas poseen y que pueden resultar beneficiosos para las
extremos, sus muertes” (Sesia 2009:202). mujeres durante el proceso de e/p/p, lo cual en algunos
casos las desmotiva a seguir realizando su quehacer.
Aunque, la interacción entre saberes no se produce to-
talmente en los HIMT, son las propias mujeres quienes
encuentran ventajas en la biomedicina y la medicina tra­
dicional e interrelacionan estas en la cotidianidad, cons­
truyendo estrategias de atención durante el e/p/p, influi­
das también por los procesos económicos, políticos,
socioculturales, históricos, entre otros, que modifican el
acceso a los servicios de salud.

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El proletariado
del multiculturalismo:
sujetos multiculturales
y la

como nicho de mercado


en Cholula, Puebla
Luis Acatzin Arenas Fernández
aca_capi9@hotmail.com

Resumen
El presente artículo aborda la forma en que, en la etapa actual del capitalismo, el capital,
en su incesante lucha por reproducirse, atrae fuerza de trabajo bajo nuevos modelos. Es­
te proletariado, el cual trabaja bajo condiciones desfavorables y peculiares, se construye
a partir de dos procesos: por un lado, a través de la interpelación ideológica que marca
en los sujetos una posición en su subjetividad guiada por la ideología multicultural. Por
otro, como consecuencia de la atracción de fuerza de trabajo que el capital genera des-
de del nicho de mercado dominante: la cultura. Los danzantes de la mexicanidad como
proletariado multicultural solo pueden servir al capital en la medida en que, primero, se
reconstruyen como tales, como danzantes. En un segundo momento son atraídos como
fuerza de trabajo cuando el mercado de la cultura les ofrece trabajos relativamente
menos desgastantes y mejor pagados, pero que principalmente dan un nuevo estatus
que trabajos anteriores no podían dar: un lugar como “guardianes de la tradición”.
Para hablar sobre un proletariado del multiculturalismo primero quiero establecer el con-
texto general y específico en que este tipo de trabajadores emergen. Por multiculturalis­
mo me refiero al discurso hegemónico vigente que, bajo la premisa de la defensa y tole­
rancia de la diversidad y la diferencia cultural, establece la diversidad como un valor en
sí mismo (Eagleton 2016). Si bien la diversidad es un elemento propio de las sociedades,
contra la cual no intento discutir, el problema es que al tomarla como un derecho funda­
mental de las personas y no solo como una de sus características, genera una perspecti­
va del mundo en la cual este se encuentra dividido no por clases sociales producto de la
distribución desigual de la riqueza, sino por diferentes culturas. Estas culturas se estruc-
turan en términos de “formas de vida”, de modo tal que casi cualquier cosa puede ser
pensada como cultura: la de los empresarios “cultura empresarial”, la de la violencia y el
narcotráfico “cultura de la violencia”, una cultura determinada por las preferencias se­
xuales, desde aquellas marcadas por el género hasta las que derivan de manera directa
de la forma en que se lleva acabo el acto sexual. Por ejemplo, se habla de una cultura gay,
del porno, etc. Entre esta diversidad de formas de vida se incluyen aquellas determina-
das por el elemento étnico, característica propia de los nacionalismos.

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Si bien el multiculturalismo no desecha el discurso cultural del nacionalismo, se diferen-
cia de él en la medida en que pone en primer término el tema de la diversidad frente a la
idea de homogeneidad cultural. Es decir, el discurso de la unidad nacional no desapare­
ce, solo deja de ser dominante y se expresa de nuevas formas tan ambiguas como las
pasadas13. El multiculturalismo llega a México de manera oficial con la subscripción del
estado mexicano al Convenio 169 de la OIT sobre pueblos indígenas y tribales en países
independientes. Se ratifican de manera secuenciada en 1989, 1990 y 2001 los acuerdos
que hacen de México una nación pluricultural, “sustentada originalmente en sus pue­
blos indígenas” (Vázquez 2010: 260). A partir de esto numerosos grupos en todo el país
comienzan a adoptar el discurso étnico como una manera de ser reconocidos por el esta-
do (Vázquez 2010; Recondo 2007). Una de las consecuencias de ello es que estos grupos
que comienzan a identificarse bajo una identidad y cultura propia entran en el juego de
la demanda por reconocimiento, dejando de lado las demandas que surgen de la relación
entre capital y trabajo. En ese sentido, uno de los objetivos en el presente documento
al proponer el concepto de proletariado multicultural, es hacer énfasis en la vinculación
entre identidad, cultura y capitalismo.
Bajo la actual etapa del capitalismo, llamada por Fredric Jameson (2012) capitalismo
avanzado, se genera una lógica cultural propia, el posmodernismo. Derivado de él, seña-
la Slavoj Žižek (1998), el multiculturalismo aparece como su ideología. En este contexto
histórico, marcado por una forma particular en la que el capitalismo opera, la cultura no
solo se convierte en términos simples y llanos en “una forma de vida”, además se con­
forma como un nicho de mercado. Una de sus caras es aquella que el capital, a través
del turismo, ha sabido explotar con especial énfasis: la cultura entendida como vínculo
con las raíces y esencias primordiales, definición heredada del nacionalismo pero ahora
volcada hacia el mercado, pues se le agrega un componente más: una oportunidad de
experimentar la otredad.

En el caso de los municipios poblanos de San Andrés sino de aquella que el turismo imagina, busca y, por lo
Cholula y San Pedro Cholula, contexto inmediato en tanto, ayuda a inventar: la que representa formas de vi­
el que se desenvuelve el proletariado multicultural da alternativas al capitalismo y la modernidad. Es decir,
al que hago alusión, la noción de cultura se resume una idea de cultura anclada en la añeja noción ilustrada
en la referencia al pasado prehispánico, una forma de la otredad, de lo folklórico, del indígena que está en
de vida guiada por “nuestras verdaderas raíces”. De contacto directo con la natu­raleza y sus tradiciones, lo
este modo, se ha construido un discurso de unifica­ exótico. La “Ciudad Sagrada” intenta atraer turismo ba­
ción de “las Cholulas” bajo la idea de “La Ciudad jo esos términos.
Sagrada”. En 2012 esta idea fue impulsada como po­
lítica pública con la denominación conjunta de am- El multiculturalismo como ideología: la construcción de
bos municipios como “Cholula Pueblo Mágico”14 . sujetos multiculturales
Las constantes referencias a la cultura en las calles El conocido y debatido concepto althusseriano de inter­
principales de la zona de Cholula obedecen principal­ pelación, el cual fue tomado prestado por Althusser de
mente a la apuesta que han hecho los distintos nive- la propuesta psicoanalítica de Lacan, abrió la discusión
les de gobierno por el turismo y el sector servicios. en torno a la ideología trasladándola de la vieja y mal
Los cuales, se propone, son una forma efectiva de lograda definición de falsa conciencia a una perspectiva
reactivar la economía. El medio para ello es la venta interesada en la construcción social, política y económi-
de la cultura, pero no de cualquier tipo de cultura, ca de las posiciones del sujeto. De este modo, para

13 La identidad nacional siempre es una referencia ambigua. La manera en que se construye depende directamente de las referencias al
pasado y, puesto que el pasado es seleccionado de acuerdo a las necesidades del presente (Hobsbawm y Ranger 2012; Kedourie 2000; Wi­
lliams 2000), es el contexto político y económico el que determina la forma que toma.
14 Contrasta este discurso de unificación con los conflictos históricos entre las poblaciones y administraciones políticas de ambos munici­
pios. Los pobladores originarios de la región llamaban –algunos aún lo hacen— “Cholula” al centro del municipio de San Pedro Cholula,
la zona en que únicamente vivían los blancos con poder político y económico. Con el discurso de unificación de “las Cholulas”, a esa zona
que representaba el poder criollo, ahora se le presenta como muestra del legado de la cultura prehispánica Este tema será desarrollado a
profundidad en otro momento.

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Althusser el sujeto necesariamente se encuentra constituido por lo ideológico, pues
mientras solo podemos hablar de las personas en sentido abstracto lo que encontramos
materialmente son sujetos (Althusser 2011: 141-143), los cuales toman forma a partir de la
interpelación ideológica. El sujeto se construye a partir de prácticas y discursos a través
de los cuales se relaciona con el resto del mundo. El lenguaje, primera forma material que
toma el pensamiento, resulta indispensable en el proceso mediante el cual la ideología
deviene en sujeto, pues las múltiples posiciones que el sujeto puede tener se encuentran
dentro de los límites de lo que puede ser representado.
Si el multiculturalismo promueve el respeto por la diferencia está claro que no pode­mos
afirmar que en la actualidad es el modelo hegemónico que rige las relaciones entre per­
sonas. Al menos no en términos estrictos. Es decir, el multiculturalismo no se traduce en
prácticas de respeto por la diferencia. Al leer los periódicos fácilmente podemos encon­
trar evidencia de ello en las diversas manifestaciones de odio que surgen en todo el mun-
do: en el corazón de la Europa occidental el renacimiento de los discursos nacionalistas
de derecha; en Estados Unidos marchas y mítines de grupos neonazis contra migrantes,
especialmente los latinos, y la población afroamericana; en Malasia se intenta criminali­
zar las relaciones homosexuales15; en los partidos de futbol en los estadios europeos
los canticos para denostar a los jugadores de ascendencia africana son cada vez más
comunes. ¿Entonces por qué comencé este documento afirmando que el multiculturalis­
mo es un modelo hegemónico? Como bien lo demuestra el debate entre Sara Ahmed y
Slavoj Žižek (2012), el multiculturalismo es hegemónico como ideología o, en palabras
más llanas, como discurso. Con esto no quiero decir que solo sean palabras, más bien
sugiero que debemos enfocarnos en la forma en que este discurso estructura las relacio­
nes sociales no en la aplicación de los valores multiculturales, sino en la aplicación del
trasfondo del mismo discurso. Me explico.

El multiculturalismo se encuentra lejos de presentarse ciales en los términos formales del mismo discurso
de manera empírica, esto es lo que Ahmed denomina multicultural, no obstante, sugiero que sí brinda una
“actos de habla no-performativos”, es decir, la correc­ guía en la realidad en la medida en que en tanto ideo­
ción política multicultural no resulta en actos realmen­ logía, y aquí volvemos a Althusser, el multiculturalis­
te tolerantes, que respeten la diferencia. No se reali­ mo termina realizándose como subjetividad. Esto es,
zan en la práctica aunque en el discurso se afirme lo una fracción de la población se reconstruye o toma
contrario. No obstante, y aquí es donde la noción de una nueva posición marcada por el multiculturalis-
actos de habla no-performativos erra en el objetivo, el mo. Los danzantes de la mexicanidad en Cholula no
discurso multicultural puede tomar otro camino en los se reconstruyen en sujetos multiculturales porque
hechos, lo empírico, lo material, diferente a la búsque- respeten la diferencia, porque dejen de ser racis-
da de coherencia entre discurso y acto. En términos de tas, misóginos u homofóbicos, sino en la medida en
Žižek se trata de complementar la idea de la no-perfor­ que abordan el barco de la identidad étnica y las de­
matividad “con una vuelta más”, es decir, señalando la mandas de respeto e inclusión de las “verdaderas
fuerza performativa del trasfondo del multiculturalis­ tradiciones mexicanas” en un momento en el que
mo y su corrección política. La intención de Žižek es la ideología multicultural domina y define la cultura,
dirigir la discusión hacia el tema del racismo implícito las relaciones sociales, la política y la economía. Es
en el discurso multicultural, y no limitarse a evidenciar decir, en un momento en el que el multiculturalismo
la contradicción entre lo que se dice y lo que se hace16. impone ciertos límites y ejerce presión para atraer a
El multiculturalismo podrá no regir las relaciones so- la población dentro de los márgenes de su discurso.

15 Revisar nota en el diario El País “Guía malaya para identificar gais: “Van al gimnasio a mirar a otros hombres”” 13 de febrero de 2018.
16 Žižek establece una tipología del racismo para evidenciar las formas racistas que toman los principios multiculturales. En primer térmi-
no, se refiere a un racismo descarado, aquel que de acuerdo a Etienne Balibar puede llamarse racismo clásico (Balibar 1991). Se trata del
racismo desde el que se rechaza al Otro oponiéndolo los valores universales (occidental, civilizado, cristiano). En segundo lugar, llama
racismo reflexivo a los juicios morales, políticamente correctos, con los cuales se señala el fundamentalismo de los pueblos “primitivos”,
por ejemplo los Balcanes y las guerras étnicas ahí ocurridas. En último lugar, y este es el tipo de racismo que me interesa, se refiere como
racismo invertido a aquellos actos de condescendiente celebración de la exótica autenticidad el Otro (Žižek 2012: 60).

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La interpelación ideológica del multiculturalismo, a través del mo­
vimiento de la mexicanidad, reconstruye a sujetos que en el
pasado no tenían ningún vínculo con los llamados rituales
prehispánicos en representantes de una identidad étnica,
en “guardianes de la tradición”. Por ejemplo, Xiuhtecuhtli
nació y aún vive en uno de los barrios “difíciles” de la ca­
pital poblana. Desertó de la escuela a temprana edad y
desde entonces una de sus actividades para generar in-
gresos fue tocar su guitarra y pedir a cambio una propi-
na. En la década de los noventa, impresionado por el
eclipse total de sol de 1991 y las múltiples teorías que
surgieron sobre las predicciones de los mayas, Xiuhte­
cuhtli comenzó a interesarse sobre “su verdadera cultu-
ra”, es decir, aquella que tiene su raíz en las antiguas cul-
turas prehispánicas. Poco tiempo después, al ver un letrero
que anunciaba clases de “Danza Azteca Guerrera”, conoció a
un danzante que lo introdujo en los rituales de la danza mexica
y que al mismo tiempo le mostró que había un público interesado en
esos ri­tuales, lo cual se podía traducir en una nueva forma de obtener ingre­
sos económicos, a los cuales les llaman cooperaciones.

Por su parte, Ameyal conoció la danza a través de dre sol, las energías antiguas y denuncian las mentiras
Xiuhtecuhtli, su amigo. En la danza encontró, según contadas por la historia oficial de México. En su vocabu­
sus propias palabras, “un camino espiritual auténti- lario se incluyeron palabras y algunas frases armadas
co” y al mismo tiempo una forma de ganarse la vida en náhuatl: Ometeotl (una forma equivalente de refe­
menos desgastante. Antes de reconstruirse como rirse a un Dios único), Tonatiuh (sol), tlazocamati (para
danzante, sujeto multicultural, tuvo trabajos como dar las gracias), entre otras. Empezaron a usar ropa de
ayudante de carpintería, donde perdió un dedo, manta, bordada o con motivos prehispánicos, así como
vendedor de Bon-Ice, trabajo en el cual ganaba un collares y pulseras hechos con piedras, semillas y ga­
peso por unidad vendida, y estatua humana. En el rras de ave rapaz. Lo exótico, una de las ideas que el
caso de Coyoltzin, originario de un barrio de Cholula, multiculturalismo no inventó pero que sí ha impulsado
su entrada a la danza fue cuando, admirado por los y explotado a partir de la noción de un mundo dividido
aguerridos danzantes emplumados que veía en Cho- en culturas, ha sido la guía de la construcción del sujeto
lula durante los festejos del equinoccio de verano, se multicultural.
unió al grupo de Xiuhtecuhtli. Desde entonces com- Una vez vestidos como danzantes la figura del exotis­
plementa su trabajo como comerciante de artesa­ mo es por demás evidente: utilizan plumas de todo ti­po
nías y souvenirs con sus actividades como danzante, de aves para adornar penachos y piezas de los atuen­
asistiendo a los llamados rituales de tradición y reali­ dos; los trajes de danza suelen estar hechos con dife­
zando ceremonias y performances para el turismo, rentes tipos de piel, desde las pieles de animales de
al igual que lo hacen Ameyal y Xiuhtecuhtli. granja (vaca, cerdo, conejo) hasta aquellas de animales
Estos sujetos se reinventaron como sujetos multicul­ más exóticos (coyote, jaguar, venado, cocodrilo). La
turales a partir del contacto con dos ambientes: el manera de moverse también cambió. Por un lado, la
de las ceremonias y rituales organizados por otros ejecución de los movimientos de la danza, por otro, las
dan­zantes que tienen como objetivo recuperar la posiciones y posturas que hacen cuando se toman fo-
forma de vida y espiritualidad prehispánica, en res­ tos, realizan rituales o cuando, con el micrófono en ma­
puesta a la decadencia de la vida moderna; y aquel no, dan discursos sobre la espiritualidad prehispánica o
que los pone frente a un público ansioso de conocer la importancia de recuperar las tradiciones.
y participar en rituales prehispánicos. Estos sujetos Tal vez uno de los elementos más llamativos al mol­dear
comenzaron a cambiar su forma de hablar, añadie­ sus cuerpos son las escarificaciones. Las escarificacio­
ron a su discurso ideas sobre la madre tierra, el pa- nes son escaras hechas en la piel por medio de incisio­

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nes superficiales o profundas. Al cortar la piel, la incisión deja una cicatriz en la dermis
que sobresale debido a la muerte del tejido. La imagen grabada o escara es como un
tatuaje pero en tercera dimensión. Indudablemente los danzantes que portan escarifica­
ciones en sus cuerpos llaman la atención del público e incluso de otros danzantes. No
solo intentan mostrar que son diferentes, que son portadores de peculiaridades cultura­
les que los hacen especiales, además, intentan ahondar la diferencia a través del uso de
elementos tan inusuales –exóticos— como las escarificaciones, pero bajo el cobijo del
aura de lo “auténtico”17. El tema de lo exótico en la cultura de los grupos locales genera
nuevos espacios en el mercado que son aprovechados por los danzantes de la mexicani­
dad, proletariado del multiculturalismo.

¿Proletariado?
Lo primero que debemos entender al hablar sobre proletariado es que este concepto
marxista no es un sinónimo de trabajador industrial, aunque el concepto no lo excluye.
Por proletariado o proletarización debe entenderse la desposesión de los medios de pro-
ducción; aquellos que son forzados hacia el mercado para vender su fuerza de trabajo
(Kashmir y Carbonella 2014: 5); la necesidad de vender fuerza de trabajo sin la garantía
de que esa fuerza de trabajo se realizará (Kawashima 2009: 12); o, como bien lo resume
Michael Denning : “hay que insistir en que ´proletario´ no es sinónimo de ´trabajador asa­
lariado´ sino de desposeimiento, expropiación y dependencia radical del mercado. No se
necesita un trabajo para ser proletario: la vida sin salario, no el trabajo asalariado, es el
punto de partida para entender el libre mercado” (Denning 2010: 79).

Este concepto es de utilidad para pensar el tema de los A decir de Marx y Engels “el factor determinante de
danzantes de la mexicanidad en Cholula y su relación la historia es, en última instancia, la producción y la
con el mercado de la cultura por al menos dos motivos reproducción de la vida real” (Crehan 2004: 109). De
generales. Primero, el hecho de que estos danzantes este modo, en términos analíticos el concepto de
no reciban salario, ni tengan horarios de trabajo no proletariado nos ayuda a enten­der que las acti­vi­da­
quiere decir que se encuentren fuera de los márgenes des que realizan los danzantes de la mexicani­dad en
del capitalismo (Denning 2010). Al nombrarlos proleta­ Cholula necesariamente se encuentran determina-
riado volvemos la mirada a una de las contradicciones das por su condición de desposeídos. Lo que Kate
estructurales de este modo de producción: lejos de Crehan llamaría una ex­periencia de clase (Crehan
suponer que estos sujetos que, vestidos con pieles ex- 2004). La venta de fuerza de trabajo es la única
óticas y plumas y que deambulan por Cholula buscan­ forma en que pueden “ga­narse la vida” (Denning
do propinas del turismo a cambio de fotos, danzas y 2010), por lo tanto, al encontrarse en Cholula con las
limpias, realizan estas actividades como una forma de condiciones que permiten conseguir ingre­sos pre-
resistencia cultural, como consecuencia de su falta de sentándose bajo la figura de la identidad ét­ni­­ca, de
disciplina para el trabajo o al contrario, porque es par- representantes de “la cultura”, tanto esta imagen
te de una actividad emprendedora o por mero azar, se como las actividades que realizan guiadas por ella
evidencia que la desposesión de los medios de produ­c­ tienen como principal motivación –aunque no la úni-
ción obliga a la población desposeída a vender su fuer­ ca— lograr la reproducción de la vida. Su construc­
za de trabajo como única posibilidad para lograr la re- ción como sujetos multicultura­les se en­cuen­tra vin-
producción de la vida. culada con la necesidad de conseguir ingresos y con
la existencia de un mercado que permite lograr este
objetivo a través de la venta de la cultura.

17 De los danzantes a los que hice referencia solo Coyoltzin tiene escarificaciones. Él fue quien tuvo la idea de hacerse escarificaciones,
poste­riormente otros danzantes de la zona comenzaron a imitarlo. La escarificaciones han probado ser una forma eficiente de atraer la
atención del público y de generar una imagen de autenticidad en las actividades de los danzantes.

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En segundo lugar, el concepto de proletariado es útil en términos políticos. Como ya he
señalado, una de las consecuencias políticas del multiculturalismo es la fragmentación
de la población en una multiplicidad de identidades, lo cual se traduce en grupos más
reducidos, delimitados, enfrentados entre ellos y demandando reconocimiento y dere-
chos especiales al estado. De este modo, la lucha por derechos comunes queda relega-
da, pues lo que resulta primordial en el multiculturalismo es el derecho a la diferencia.
Los discursos que impulsan los valores del multiculturalismo terminan escondiendo las
condiciones materiales en las que la diferencia surge o es construida. Es decir, la pobreza
y la desigual distribución de la riqueza. En ese sentido resalta la función ideológica del
multiculturalismo como mistificación de la realidad: desvía la atención de los problemas
derivados de la producción, apropiación y distribución de trabajo excedente, esto es, de
la lucha de clases. Como señala Terry Eagleton “el culto a la inclusividad ayuda a enmas-
carar las diferencias materiales. El derecho a vestir, trabajar o hacer el amor como uno
desea es venerado, mientras que el derecho a un salario decente es rechazado” (Eagle-
ton 2016: 36).
La celebración de lo folklórico, lo diferente, lo exótico se ancla en la estética de la diversi­
dad, de este modo la pobreza queda fuera de nuestro vocabulario y es sustituida por
otras palabras para describir a quienes poseen dichas características: artistas, guardia­
nes de la tradición o expertos rituales. Al llamar a los danzantes de la mexicanidad en
Cholula proletariado multicultural, la diferencia cultural se traslada de un entendimiento
de la cultura en términos de “formas de vida”, a una perspectiva de este concepto a
partir de su componente de clase. Al proponer el concepto de proletariado no pretendo
decir que su uso en sí mismo explica las relaciones sociales en su totalidad, más bien,
sugiero que puede servirnos como una brújula que nos permite poner en el centro de
la discusión la crítica al capitalismo desde sus contradicciones fundamentales. En lugar
de limitarnos a criticar sus consecuencias superficiales, como el tema de la marginación
contra la que el multiculturalismo debate, se trata de tomar como un referente central la
búsqueda de la reproducción de la vida y las condiciones en que esta lucha se da.

Lo que esconde la idea de guardianes de la tradición Los danzantes reciben a cambio de su trabajo un “apo­
En Cholula es común que los representantes de las yo” por parte de sus contratantes. Es decir, no son
administraciones municipales llamen a los danzan­ vistos como trabajadores o prestadores de servicio,
tes “guardianes de la tradición” cuando estos parti­ sino como representantes de la tradición cuyo objeti-
cipan en ceremonias y eventos organizados por los vo es compartir con los demás un poco de lo que les
gobiernos locales. En estos eventos el presidente pertenece, su cultura y cosmovisión. De este modo,
municipal agradece públicamente la labor de estos los danzantes no son catalogados como proletariado,
guardianes pues son los encargados de preservar las población desposeída, es decir, se niega su labor como
verdaderas tradiciones de Cholula, aquellas hereda­ fuerza de trabajo. Por participar en este tipo de even-
das desde tiempos prehispánicos. Al terminar la ce­ tos suelen obtener pagos entre $150 y hasta $300 por
remonia ritual y oficial el presidente municipal se danzante. En el caso de Coyoltzin en ocasiones no reci-
acerca, reitera sus agradecimientos a los danzantes be un pago, pero a cambio de colaborar en estos even-
por haber accedido a participar, se toma una foto tos ha obtenido un permiso del municipio para vender
con ellos y se despide. Después llega uno de los re­ artesanía y danzar para el turismo en una plaza pública.
presentantes del municipio para pagar a los danzan­ Danzar para el turismo implica una dinámica distinta.
tes por el servicio prestado. Sin embargo, y esto Las administraciones municipales en Cholula prohíben
sucede de manera general independientemente de a los danzantes cobrar una cuota fija a los turistas por
que el contratante de los danzantes sea una admi­ sus rituales y fotos, por lo tanto piden una cooperación
nistración municipal o algún grupo del sector priva- voluntaria. El estatus de trabajador vuelve a ser nega-
do, siempre se maneja como una cooperación y no do. No pueden presentarse como prestadores de servi-
como un pago. cios, es decir, no están presentando un espectáculo, y
no pueden cobrar por ello, más bien se reafirma el dis-
curso que posiciona a los danzantes como herederos

C ienc a, Revista Regional de Divulgación Científica y Tecnológica. / 27


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de la cultura prehispánica, justo lo que el turismo busca. Esta imagen del danzante que
encarna una vida alternativa al capitalismo y a la modernidad es la misma imagen con la
que se ha dotado a la zona de Cholula, la Ciudad Sagrada, con el fin de atraer visitantes.

Conclusiones
La cultura como nicho de mercado impulsado bajo la etapa actual del capitalismo, ha
resultado ser una forma efectiva de atraer al mercado a una parte de la población previa­
mente desocupada o con trabajos precarios. La identidad étnica que asumen los danzan­
tes de la mexicanidad en Cholula no es simplemente la expresión de una esencia interior
o del redescubrimiento de sus raíces prehispánicas. Más bien, esta identidad se encuen-
tra vinculada con el capitalismo pues se construye en un contexto en el que la cultura se
perfila como un medio para ganarse la vida. El concepto de proletariado nos da una guía
para entender la construcción de una subjetividad multicultural, pues es la condición de
desposeídos lo que hace que cierta fracción de la población encuentre en la venta de la
cultura una manera de incorporarse al mercado de trabajo, aunque no sean reconocidos
como trabajadores sino como “guardianes de la tradición”.
La figura de “guardián de la tradición” da pie a la discusión sobre proletariado multicul­
tural en dos sentidos. El primero ya lo he desarrollado en este artículo, sobre el segundo
solo presento una breve reflexión pues profundizaré en ello en otro espacio. Por un la­do,
en términos ideológicos y económicos la noción de “guardián de la tradición” fun­ge co­
mo parte de la fantasía que exalta lo exótico de una cultura original, con lo cual se atrae
turismo –capital—, al tiempo que se niega a los danzantes el estatus de trabajadores
–ideología. Por otro, esta denominación resume una de esas motivaciones que van más
allá de lo económico y que juega un papel preponderante a la hora de atraer fuerza de
trabajo hacia el mercado de la cultura. Frente a otro tipo de trabajos, como los de albañil,
vendedor de Bon-Ice, estatua humana o artesano, conseguir la reproducción de la vida
en Cholula bajo una identidad étnica, como lo hacen los danzantes de la mexicanidad, da
sentido a la vida y al mismo tiempo se trata de un trabajo que es relativamente menos
desgastante y mejor pagado.

No es el mismo trato el que los danzantes reciben cuan- da laboral completa y por demás desgastante, como
do se presentan como tales, sujetos multicultura­les, danzante se puede obtener la misma cantidad por
que aquel que recibían cuando trabajaban vendien­do una ho­ra o en ocasiones por diez minutos de trabajo.
Bon-Ice o boteando en los camiones. Con el traje de Claro, no siempre logran conseguir presen­taciones,
danzante puesto se convierten en personas que pue­ por ello suelen estar cerca de la zona arqueológica
den ser consultadas como verdaderas conocedoras de tomándose fotos con los turistas, actividad en la
un tema, como expertos rituales, artistas que dominan cual los ingresos económicos son irregulares.
el campo de la danza. La gente se acerca a ellos y les El objetivo que ha guiado este artículo es el de mos­
pregunta por sus rituales, se toman fotos, les dan las trar como bajo la denominación multicultural de
gracias por compartir su cultura, algunos, conmovidos, los guardianes de la tradición podemos encontrar
lloran después de una ceremonia. En este sentido pode- una forma específica en que se moviliza fuerza de
mos decir que la cultura es aquello que hace que la vida trabajo. El círculo de la performatividad ideológica
valga la pena (Eagleton 2016). Además, mientras que del multiculturalismo se cierra: el discurso sobre la
el salario de un albañil llega a los $350 por una jorna­ cultura como “forma de vida” y su trasfondo racis-

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ta sobre lo exótico, atrae turismo y fuerza de traba­jo; esta fuerza de tra-
bajo, para poder ingresar al mercado de la cultura, se reconstruye como
sujeto multicultural; al hacerlo, esta población trabajadora consigue una
manera de ganarse la vida y obtiene reconocimiento, sin embargo, pierde
toda posibilidad de exigir algún derecho como trabajadores; las prácticas
neoliberales en torno al trabajo flexible se entrecruzan con el discurso
multicultural al crear categorías ancladas en la cultura, evitando de esta
manera hablar sobre derechos laborales, es decir, obscureciendo las con-
tradicciones estructurales del capitalismo, una de ellas la del trabajador
libre de vender en el mercado su fuerza de trabajo. La reivindicación del
concepto de proletariado, repito, se debe a su utilidad como brújula. El
objetivo es evitar los atajos que nos llevan por caminos sin salida –la bús­
queda de reconocimiento— y comenzar a dirigirnos hacia una crítica del
capitalismo que tenga como base la relación entre trabajo y capital (Za­
mora 2016).

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Magia
y oro:

ecoturístico y minero en
Tetela de Ocampo, Puebla18
Monserrat Hernández Sánchez
castiel_cristal@hotmail.com

Introducción
En las últimas dos décadas se ha dado un incremento de organizaciones no gubernamentales que se
ocupan de defender los derechos de los pueblos indígenas. De la mano de lo anterior, se encuentra
también el interés en temas como la conservación del medio ambiente y el cambio climático. Esto ha
dado como resultado la creación de movimientos sociales que se promulgan en contra de proyectos
de índole extractivo y a la vez plantean soluciones más “amigables” con el ambiente y que respetan
las culturas e identidades de los pueblos autóctonos.
En el espacio académico, estudiantil y periodístico, este tipo de movilizaciones han ganado una fuerte
popularidad, ya que son consideradas alternativas al modelo capitalista, mismas que son propuestas,
supuestamente, desde las mismas localidades “amenazadas” por los “proyectos de muerte”19 . Asimismo,
se considera que todos los habitantes de una localidad son atraídos por el discurso que los activistas
enuncian, sin tomar en cuenta diversas tensiones y contradicciones dentro de la misma población.

Ante esta situación, existen personas que no encuentran soluciones para cambiar sus
condiciones de vida, ya que ni los proyectos extractivistas, ni aquellos que son propues-
tos por los activistas se las ofrecen. Esto los obliga a tomar el camino de la migración inter­
nacional, poniendo en peligro su integridad física y psicológica tanto de ellos como la de
sus familias. Estas situaciones son silenciadas e invisivilizadas por la celebración y roman-
tización (Scott 2007) de “lo indígena”, presente en los discursos étnicos-ambientalis­tas
que utilizan los dirigentes y simpatizantes de los movimientos sociales.
Durante la tesis realizada dentro del programa de Maestría en Antropología Sociocultur-
al del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades “Alfonso Vélez Pliego” de la BUAP,
entre los años 2013-2016, cuestioné y critiqué estas movilizaciones a través del estudio de
caso del municipio de Tetela de Ocampo. El objetivo principal de este artículo es presen­
tar los hallazgos de dicha investigación.

18 Este trabajo está basado en mi tesis de maestría “Ni oro, ni magia”: Posiciones frente al proyecto minero y ecoturístico en Tetela de
Ocampo, Puebla. BUAP, 2016. Y en la ponencia “Los excluidos de la magia y el oro: entre la doble negación del proyecto ecoturístico y el
extractivismo”, presentada en el IV Congreso Mexicano de Antropología y Etnología. Llevado a cabo en la ciudad de Querétaro durante
el 11 al 14 de octubre del 2016.
19 Desconozco el origen del término, pero éste es utilizado constantemente durante mítines, documentales, notas periodísticas, etcétera.

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El texto estará dividido en tres apartados, el primero hará referencia a los cambios en las demandas
de los movimientos sociales de hoy en día y cómo esto se traduce en las exigencias de asociaciones
civiles como la de “Tetela hacia el Futuro”. El segundo apartado estará enfocado en las propuestas
alternativas, principalmente en el ecoturismo. Al mismo tiempo, presentará el proceso que el actual
ayuntamiento de Tetela llevó a cabo para obtener el título de “Pueblo Mágico”. Por último, presentaré
a aquellos grupos que están a favor de la minería y los que están desinteresados en ambos proyectos
y por lo tanto son excluidos.

“Sí a la vida, no a la mina”: en busca del reconocimiento cultural


Una de las cuestiones que más llama la atención en el tema de los movimientos sociales son las exigen-
cias que éstos plantean. A partir de algunos estudios históricos (Tilly y Good 2010; Álvarez 1998; Laclau
y Mouffe 1987) se puede llegar a la conclusión de que existe un cambio en las demandas y propuestas
de los activistas sociales. Esto llevó a categorizar a las movilizaciones como “nuevas” o “viejas”. De
acuer­do a la idea que se tenía de los viejos movimientos sociales llevados a cabo hasta 1939, estos tie-
nen un símbolo de promesas relacionadas con el proletariado europeo y norteamericano y se empieza
a dar luces de una conciencia de clase. Sin embargo, Ernesto Laclau y Chantal Mouffe (1987) afirman
que estos movimientos entraron en una crisis puesto que estaban fundados “en la centralidad ontoló­
gica de la clase obrera, en la afirmación de la Revolución como momento fundacional en el tránsito de
un tipo de sociedad a otra, y en la ilusión de la posibilidad de una voluntad colectiva perfectamente
una y homogénea que tornaría inútil el momento de la política” (Laclau y Mouffe 1987:2).
A partir de la década de los setenta las nuevas movilizaciones no estuvieron conformadas solamente
por la clase trabajadora, sino que cobijaron otros sectores de la población que años antes no podían
concebirse como participes de un movimiento social. Estos movimientos empezaron a utilizar “la
“identidad” como la clave principal de sus demandas, dejando de lado los objetivos instrumentales
que habían caracterizado a los movimientos sociales del pasado (Cohen 1985). Se exige una nueva
crítica a la desigualdad política, desplazando a la desigualdad económica, lo cual pondrá a la luz otras
for­mas de subordinación y la búsqueda de reivindicación de nuevos derechos lo que permite ventilar
la manera en cómo se han abierto nuevos campos de negociación que se basan en los discursos acerca
del género, la etnicidad y la raza (Laclau y Mouffe 1987).

Sin embargo, a pesar de que estos nuevos movimientos sociales y sus nuevos antagonis­
mos sean expresiones en contra de los procesos de mercantilización y la homogeneiza­ción
de la sociedad lo que en realidad buscan es valorar las diferencias culturales lo que conlleva
que los sujetos se interpelen como iguales al acceso y consumo de bienes, se re­chazan las
des­igualdades reales que subsisten y es por esta razón que sus luchas no son manifestadas
de manera colectiva sino más bien con rasgos particulares bien definidos que llevan a pen-
sar en un individualismo que crece y se afirma (Laclau y Mouffe 1987:184-186).
En México estos cambios en las demandas de los movimientos sociales se vieron refleja-
dos a través de la Revolución Mexicana, el movimiento del 68 y el levantamiento zapatis-
ta, siendo éste último el parteaguas de muchas movilizaciones en “pro” de los derechos
indígenas.
Este cambio en las demandas también modificó la manera en cómo son estudiadas y
entendidas estas movilizaciones. Dentro de la teoría vigente (Zibechi 2008; Tapia 2009
y 2011; Gutiérrez 2001) está el aspecto de exacerbar la supuesta homogeneidad de los
movimientos y celebrar la organización y movilización de los grupos indígenas que salva­
guardan los recursos naturales de los intereses de la de empresas transnacionales y del
Estado. Teóricos se vuelven activistas y activistas se vuelven teóricos, lo cual genera un
intercambio de conceptos que no son sometidos a un análisis sobre el contexto de cada
una de las situaciones.

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Existen tres cuestiones que fundamentan mi crítica a esta celebración de los movimientos sociales in­
dígenas. El primero, la celebración que los académicos-estudiantes-activistas hacen de la cuestión de
los indígenas y su supuesta relación “sagrada y armoniosa” que éstos establecen con la naturaleza y
entre ellos mismos, no es más que una expresión de un racismo invertido (Žižek 2008). Esto es porque
el académico-estudiante-activista al hablar de “respetar”, “defender” y alabar la identidad del Otro
sigue manteniendo una distancia que se “asienta sobre el privilegio de su posición universal” (Žižek
2008: 56), además de seguir otorgando características, si bien no físicas pero si culturales, a las perso-
nas sólo por el hecho de considerarlos pertenecientes a un grupo étnico.
Segundo, la supuesta autonomía de los movimientos a la que aluden estos teóricos está plagada de
propuestas hacia un cambio social que en la realidad son propuestas discursivas y de acción que se
mueven dentro de los mismos términos generados por el bloque dominante y que favorecen en gran
cantidad a los intereses del capital. Existe lo que William Rosberry (2002) llamó “un lenguaje conten­
cioso” alimentado por alternativas que son controladas, transformadas e incorporadas a la hegemo­
nía (Williams 1988)
Tercero, se da por sentado la homogeneidad de las sociedades en donde se está por instalar o ya se
instaló un proyecto transnacional, se ignoran las contradicciones y conflictos de intereses de los dife­
rentes sujetos involucrados en el problema.
El caso de Tetela de Ocampo está enmarcado en esta transición de demandas en los movimientos so­
ciales. Tetela de Ocampo, es uno de los 217 municipios del estado de Puebla, se encuentra ubicado en
la Sierra Norte del mismo. Entre sus principales actividades económicas se encuentra el comercio y la
agricultura, sin embargo, debido a un incremento en el desempleo muchos de los habitantes se han
visto en la necesidad de migrar a los Estados Unidos. Es importante señalar que en décadas pasadas
una de las fuentes de empleo era la minería, debido a este antecedente a partir del año 2012 la Minera
Espejeras, S.A de C.V filial de la empresa FRISCO, busca la realización de un proyecto de exploración
de metales preciosos. Ante este panorama, ese mismo año surgió, la asociación Tetela Hacia el Futuro
A.C., la cual se opone a dicho proyecto.

La asociación ha consolidado un discurso (Laclau 2013) que sirve como esencialismo es-
tratégico, que utiliza lo indígena, la esencialización de los géneros y el ambientalismo pa­
ra evitar la instalación de la mina. Este esencialismo estratégico se conforma por medio
de repertorios de acción como los mítines, marchas, pinta de bardas, juntas informati-
vas, presencia en encuentros contra proyectos de índole extractivo, producción de vi­
deos, carteles y exposiciones fotográficas. Sin embargo, esta movilización no interpela
de la misma manera a los pobladores de Tetela, existen intereses particulares y contra-
dicciones en el discurso que complejizan el “campo social” (Roseberry 2002) de Tetela
de Ocampo.
Durante el trabajo de campo realicé entrevistas a diferentes sectores de la población, al­
gunos referían estar en contra del proyecto minero, como es el caso de Ramiro:20
“No estoy de acuerdo, dado a que la apertura de la mina contraerá (sic) a un desequili­
brio ecológico y social. Tal vez puede tener beneficio sólo con empleo a la gente pero
una repercusión al medio ambiente. Pero no asisto a ninguna de las actividades porque
ya son una organización constituida y no he puesto mucho de mi parte.”21
Por otro lado hay universitarios que están en favor de la llegada de la minería:
“Sí claro, estoy a favor de la minería porque todas las personas buscan un mejor empleo
y sabiendo que la empresa minera es responsable sabrá cuidar el ambiente y seguir las
medidas que el municipio diga. […] El beneficio en mayoría sería económico. […] ¿A
quién no le gustaría ir a ver una empresa minera activa?” 22

2o Los nombre de los testimonios fueron cambiados, los mismos estudiantes pidieron guardar su anonimato.
21 Entrevista a Ramiro, estudiante de ingeniería agroforestal de la BUAP 05/09/2014
22 Entrevista a Germán, estudiante de Psicología de la UNIDES 19/10/2014

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Siguiendo con el argumento anterior pude apreciar cierto desinterés por parte de la población en
cuanto a las acciones promovidas por la asociación THF, por ejemplo el 15 de noviembre de 2014 se
realizó la marcha “En defensa de la vida”. En esta movilización hubo aproximadamente 200 personas,
quienes fueron disminuyendo durante el recorrido. Refiero a un desinterés puesto que la señora Leti-
cia Zamitiz (simpatizante de THF) mencionó que en las pasadas marchas y sobre todo la de 2012 hubo
una congregación de aproximadamente 5000 personas.23
Una de las razones que enuncian estos activistas, es que no se trata de desinterés sino de miedo a las
represalias que el Estado, en ese momento encarnado en la figura de Rafael Moreno Valle. Esto se
puede relacionar con una de las caras de la duplicidad del Estado (Nelson, 2004). Esta cara de la mo­
neda es vista por los simpatizantes como un lado coercitivo del Estado, en la que el temor y la sospe-
cha están siempre presentes. La otra cara, la del consenso, es caracterizada por lo intentos de parte
del ayuntamiento actual por obtener los beneficios y reconocimientos del programa federal “Pueblos
Mágicos”.

Construyendo la magia de un pueblo: Tetela hacia la terciarización


El programa “Pueblos Mágicos”, puede ser enmarcado dentro de cambios estructurales
en la industria turística y la institucionalización de la ideología ambientalista, ambas aso-
ciadas a la idea de “desarrollo sustentable”. Estos procesos comparten similitudes que
trataré a continuación.
Morales hace mención de cuatro etapas en la noción de desarrollo24, siendo la cuarta
aquella que inicia a mediados de los años noventa y que continuó a principios del siglo
XXI. En ella, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y Banco Mundial (BM) empezaron a
desarrollar programas de inversión social que estaban dirigidos a los países más golpea-
dos por los reajustes económicos y que se encontraban endeudados. Estos nuevos pro-
gramas estaban construidos a partir de un lenguaje de asociación, género, “empode­
ramiento” y participación (Morales 2009: 39-41). Dentro de esta última etapa es donde
podemos contextualizar a lo que hoy se conoce como desarrollo sustentable. En esta
misma época es que el ambientalismo se institucionaliza, esto a partir de que tuvie­ron
lugar los primeros reconocimientos de la crisis ambiental y de sus alcances globales (Eder
1996). Es en este contexto donde se puede ubicar a lo que se ha dado por llamar turismo
alternativo o sustentable y sus variantes como turismo indígena (Pereiro, 2015), turismo
étnico, ecoturismo, turismo ecocultural (Thomson-Carr 2013), entre otros.
En el informe “Nuestro Futuro” de 1987, se señala que tanto el desarrollo como el turismo
pueden satisfacerse sin la necesidad de la degradación social y ambiental a través de la
ra­cio­nalización de los recursos humanos y naturales. Es así que se da paso al turismo al­
ternativo el cual está cobrando mayor importancia en los últimos años. Éste consiste en orga­
nizar viajes a lugares que no son del todo conocidos y que se moldean a necesida­des y tiempos
específicos. Se practica a una escala menor y es organizado por las mismas locali­dades recep-
toras lo cual propicia que no se dañe el entorno y la cultura local (Mora­les 2009).
Ahora bien, en el contexto nacional en el sexenio de Ernesto Zedillo (1994-2000) se die­
ron los primeros esbozos del turismo alternativo y sustentable. Sin embargo, fue duran­
te el mandato de Vicente Fox (2000-2006) en el que se trató de diversificar el turismo
aprovechando los recursos naturales y culturales del país. En 2001 el programa “Pueblos
Mágicos” fue desarrollado por la Secretaria de Turismo (SECTUR), en conjunto con otras
instancias gubernamentales. Este programa reconoce el trabajo que han desarrollado lo
habitantes de estos lugares para proteger y guardar su riqueza cultural. Según el decreto

23 Plática con la Sra. Leticia Zamitiz 17 de noviembre del 2014.


24 Las tres primeras etapas pueden ser consultadas en Morales Gómez, Mario 2009 Turismo y tenencia de la
tierra en la costa de Oaxaca: Los casos de Mazunte y San Agustinillo. Tesis inédita de licenciatura. Departamen-
to de Antropología, Fundació Universidad de las Américas-Puebla (UDLAP), Cholula, Puebla, México.

C ienc a, Revista Regional de Divulgación Científica y Tecnológica. / 33


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oficial el Programa “Pueblos Mágicos” contribuye a revalorar a un conjunto de poblaciones del país
que siempre han estado en el imaginario colectivo de la nación en su conjunto y que representan alter­
nativas frescas y diferentes para los visitantes nacionales y extranjeros 25.
En el caso de Tetela de Ocampo, desde el año 2012, hasta la fecha, el ayuntamiento local realiza la
gestión para que el municipio obtenga el título de “Pueblo Mágico” 26 y con ello integrarse al modelo
ecoturístico implementado por municipios vecinos como lo son Chignahuapan y Zacatlán y al mismo
tiempo generar empleos para los habitantes y una importante derrama económica para los comercian­
tes del municipio. La secretaria de Turismo menciona que:
“Hacernos “Pueblo Mágico” para ayudar a Tetela más que nada […] el turismo lo veamos como una
forma de empleo, que se generen empleos aquí en Tetela. […]Entonces tenemos la posibilidad de ha­
cernos pueblo mágico, entonces aparte de tener un recurso para el municipio podemos también tener
un recurso para formar nuevas empresas. Esas nuevas empresas generarían empleo, empleo para los
jóvenes. Un restaurante, si se abre necesita jóvenes para la limpieza, para cocinar, meserear, para mu­
chas cosas”.
Para lograr este objetivo, la secretaría de turismo del municipio se ha dado a la tarea de formar un
expediente que contenga los puntos necesarios 27 para competir. Estos puntos tienen el objetivo de
presentar los atractivos turísticos materiales e inmateriales del lugar, los cuales son considerados “ma-
gia” exclusiva del municipio.
La construcción del expediente o de la “magia” de Tetela se puede considerar como una tradición
selectiva (Williams 1988:137-138), puesto que se seleccionan y rechazan elementos específicos del pa­
sado configurativo del municipio y a la vez de un presente configurado, dando como resultado un
elemento poderoso dentro del proceso de definición e identificación social y cultural. Un ejemplo de
lo que se menciona es el siguiente: la reconstrucción de este pasado glorioso se hace a partir una
nueva interpretación de los acontecimientos sucedidos en la Batalla de Puebla, que tuvo lugar el 5 de
mayo de 1862. Se señala que debido a una confusión se le atribuye al batallón de Zacapoaxtla el méri-
to de haber sido el que enfrentara y derrotara a las tropas francesas. Sin embargo, fuentes diversas
demuestran que “los zacapoaxtlas” colaboraron con los invasores extranjeros y quienes en realidad
“defendieron la patria” fue el Sexto Batallón de Guardia Nacional del estado de Puebla, conformado
mayoritariamente por tetelences (Aguilar 2012). A partir de entonces las administraciones municipales
han realizado una serie de actividades que enaltecen el pasado glorioso de los habitantes de Tetela,
re­construyendo, mas no inventando, una historia que se ve materializada en diferentes obras 28.

Aunado a esto, la “construcción de la magia” está relacionada con la promoción de la fe­


ria anual conocida como la “Feria del Durazno” que se lleva a cabo en el mes de agosto
de cada año. El actual ayuntamiento se enfoca principalmente a promocionar los “rasgos
culturales” de Tetela, esto se hace por medio del certamen que se realiza para escoger a
la señorita que fungirá como “Reina del durazno” 29.

25 http://transparencia.info.jalisco.gob.mx/sites/default/files/Reglas%20de%20Operaci%C3%B3n%20Progra-
ma%20Pueblos%20M%C3%A1gicos.pdf
26 El 25 de septiembre de 2015 en el marco del Día Mundial del Turismo, el entonces titular de la Secretaría de
Turismo, Enrique de la Madrid Cordero dio a conocer 28 nuevos nombramientos de Pueblos Mágicos, las locali­
dades se seleccionaron entre 180 solicitudes. Tetela de Ocampo no obtuvo dicho nombramiento, en su lugar
fueron reconocidos los municipios de Huauchinango y Atlixco. Debido a ello, el ayuntamiento se encuentra
nuevamente en trabajos de gestión.
27 Expediente en cual debe de estar conformado por los siguientes puntos: 1) Involucramiento de la sociedad y
la autoridades locales, 2) Instrumentos de planeación y regulación, 3) Impulso al desarrollo municipal, 4) Oferta
de atractivos y servicios, 5) Valor singular “la magia de la localidad”, 6) condiciones y espacios territoriales, 7)
Impacto del turismo en la localidad y área de influencia, 8) Desarrollo de capacidades locales.
28 Por ejemplo, la construcción del museo “Los Tres Juanes” líderes liberales en la Sierra Norte del Estado.
También se encuentra el mural “Fecha inmortal” ubicado en el palacio municipal y la actual construcción del
hemiciclo a los participantes del 6° batallón en el zócalo de la cabecera municipal.
29 Para más detalle sobre la feria y el certamen, revisar el capítulo II DE LA TESIS.

34 / Cienc a, Revista Regional de Divulgación Científica y Tecnológica.


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A pesar de toda la propaganda que se hace de Tetela de Ocampo, personas que no pertenecen a la aso-
ciación, ni son trabajadores del ayuntamiento aseguran que el hecho de que Tetela se vuela “Pueblo
Mágico” no logrará resolver los problemas de desempleo, incluso la consecuencia más próxima sería
el alza de precios en los productos de consumo básico. Existe una diversidad de opiniones que no con-
cuerdan con lo expresado por las autoridades municipales, estatales y también federales.
Este intento de terciarización que se pretende hacer del municipio, se puede explicar a partir de des­
plazamientos en el terreno productivo, ideológico y cultural (Macip 2015). En el terreno productivo se
cambian las actividades con base en la agricultura y la industria hacia aquellas actividades prestadoras
de servicios. Para ello se requirió de reformas estructurales globales y nacionales que dejaron sin em-
pleo a una gran cantidad de personas, mismas que pasaron por un proceso de hegemonía selectiva
(Smith 2011: 4) para ser redefinida. Así los sujetos llegarían a ser “grupos específicos [acordes a] fun-
cionamiento[s] selectivo[s] mediante políticas de diferenciación [que] garantiza [ban] en general su
reproducción como superpoblación y al mismo tiempo la movilización del capital” (López 2015: 50).
En el caso mexicano este proceso de hegemonía selectiva se vio reflejado con la reforma al artículo 27
constitucional en 1992 y más adelante en 2001 con la reforma al artículo 2°. Con estos cambios jurídicos
se empiezan a desarrollar programas como el “Pueblo Mágico” (2001) para fomentar el turismo sus-
tentable en zonas que cumplan las características específicas.
El terreno ideológico-cultural, es aquel que tiene que ver con la sociedad civil y el liderazgo que ejercen
a través de las organizaciones sociales. Ricardo Macip refiere que el monopolio del Partido Revolu­cio­
nario Institucional (PRI) -que gobernó por casi 70 años el país- tenía un fuerte involucramiento en la
participación social en la vida cotidiana a partir de relaciones clientelares a nivel federal, estatal, distri­
tal y municipal a través de sus organizaciones. En el caso del sector primario, se tenía las confedera­cio­
nes campesinas. Estas relaciones, menciona el autor, serían sustituidas paulatinamente por otra forma
de organización que tenía su base en el social-civilismo norteamericano y que servía como modelo
para los países en proceso de transición a la democracia.

Continuando con este argumento se menciona también que el modelo ideológico de los
tres sectores fue importado. “El primer sector es el de los intereses empresariales en
pos de ganancias y lucro; el segundo sector de los distintos niveles de gobierno con fines
re­gulatorios y redistributivos. El tercer sector modera los excesos a que ambos son pron-
tos en el capitalismo y socialismo de manera correspondiente, dando formas a las iniciati-
vas de acción por parte de la sociedad civil en una narrativa de alternativa” (Macip 2015:
181). El paso a lo “Alternativo” y sin crítica es parte de un cambio cultural posmoder­no
que despolitiza la organización social. Con esto se “condensan […] la formación de un
sujeto colectivo interpelado por una ideología de ambientalismo multicultural” (Macip
2015: 184). Pero son los turistas, antes que la sociedad civil organizada, los sujetos dota-
dos de privilegio de esta ideología.
En este contexto la sociedad postmoderna ya no conoce ningún desarrollo histórico, si­no
tan sólo la arbitrariedad de tendencias llenas de contradicciones y de incertidumbre como
es la terciarización y que a nivel académico es poco cuestionada. Kurtz menciona que:

C ienc a, Revista Regional de Divulgación Científica y Tecnológica. / 35


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“El problema se complica por el hecho de que el sector terciario, diferen­
te del sector agrario o industrial, no se puede definir en absoluto de
una manera homogénea. Se definen con el nombre de “servicio”
actividades extremadamente distintas y bien distantes unas de
otras. A pesar de esto se pueden distinguir dos grandes grupos.
Por un lado hay un área altamente cualificada como medicina,
formación, pedagogía, ciencia, cultura, etc. y por otro tenemos
el ámbito particularmente no cualificado de trabajos domésticos,
ayudas baratas en empresas de servicios, […]” (Kurtz 2003: 1).
Lo que ocurre en Tetela tiene similitud con lo anterior, con una
marcada condición de clase, mientras que un grupo de dueños
de hoteles y pequeños comercios se encuentran interesados en la
terciarización del municipio por el beneficio económico disfrazado
de la ideología ambientalista multicultural. Otros están en una incer-
tidumbre en cuanto al papel que desarrollarían en este proceso, de tal
manera que muchos de ellos se oponen al proyecto ecoturístico o están
desinteresados totalmente.

Los excluidos de la magia y el oro


Según reportes del INEGI 30, Puebla tiene casi nula presencia como un estado minero, por lo tanto es
interesante reflexionar acerca del porqué existen organizaciones sociales que se oponen a proyectos
de esta índole. A su vez, los representantes de la minera se apropian de un discurso científico, de sus­
tentabilidad ambiental y responsabilidad social para obtener simpatía por parte de los pobladores,
mismo que muchas veces deja sin argumentos a sus críticos.
En la situación que se presenta en Tetela de Ocampo, la Minera Espejeras ha coaptado y manipulado
mucho más el discurso ambientalista. Este tipo de acciones son para Stuart Kirsch ejemplos de un
oxímoron corporativo “en el cual una práctica o mercancía nociva es camuflada por un término positi­
vo” (Kirsch 2014: 167). Por otro lado, se han utilizado elementos para atraer la atención de aquellas
personas que no tienen un empleo formal. Este tipo de inversiones son ejemplos de una “cultura de la
auditoría”, la cual “refuerza las premisas del neoliberalismo: esto es, que el mercado es el medio más
eficiente para resolver los problemas y sustituir a la regulación [estatal]” (Kirsch 2014:170).

Para Kirsch la coaptación del discurso maleable del ambientalismo y de la sustentabilidad


ha moldeado las respuestas de los trabajadores a favor de los proyectos que se postulan.
Partiendo de la idea de Thomas Beamish (2002), Kirsch apunta que existen actitudes
contradictorias de los trabajadores. Éstos argumentan que no es su responsabilidad, la
cual dejan en manos de aquellos que se encuentran en una escala mayor en la jerarquía
laboral. Sin embargo, considero que no se trata solamente de deslindarse de responsabi-
lidades o defender la actividad minera, los trabajadores conocen los peligros y los daños,
pero la necesidad económica los lleva moldear sus argumentos a favor de la minería.
Caso ejemplar es el de Bernardo:
“Yo sé, que la verdad, la esta cosa de que la minera puede, es mala para nosotros, para
nuestros hijos y también para los bosques y los animales. Pero ¿qué le vamos a hacer?,
aquí en el pueblo es bien difícil conseguir “chamba” y pus si vienen y la ofrecen no pode-
mos decir que no. Esos que luego vienen en las marchas, yo no digo que no lo hagan, ni
que estén mal, pero la gente que se molesta se debería de preocupar por dar trabajo”31.

30 “La minería en México 2014” informe anual del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI).
31 Entrevista realizada en La Cañada el 3 de septiembre de 2014.

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Otro de los sectores que considero como los excluidos de la magia y el oro son aquellos que viven su
vida cotidiana fuera del conflicto pero que no por ello dejan de externar su preocupación por intentar
mejorar su condición de vida, misma que no se puede lograr mediante las opciones que se les ofrecen.
Durante las estancias en campo conviví con algunos de ellos, incluso se volvieron amigos míos debido
a un gusto compartido: el básquetbol, este deporte se ha vuelto una válvula de escape de estas per-
sonas. Por un lado tienen una entrada económica, ya que participan en diferentes torneos de otras
localidades y el dinero que ganan es repartido 32 . Por otro, es una actividad que los distrae de sus
tensiones cotidianas.
La actividad de este deporte es muy popular en el municipio, hay torneos anuales la liga municipal que
se juega cada domingo y la “retas” que se realizan diariamente en la cancha municipal. Fue en este
con­texto que conocí a “Oso” y “Crext”, estas personas no desconocen el conflicto que ha ocasiona-
do la posible instalación de una minera en el municipio, también saben sobre las promesas de empleo
que propone la empresa Espejeras y los gestores del ecoturismo. Sin embargo, no son interpelados por
estos discursos, ninguno participa en las actividades en contra de la minería y muestran una opinión es­
céptica en torno a los discursos de desarrollo que traería consigo la minería o el turismo. Sin embargo,
siempre externalizaron su preocupación por no obtener un empleo formal que les per­mita sobrellevar
los gastos de la vida diaria y por lo tanto no descartan la opción de migrar hacia los Estados Unidos. Los
casos como los de Bernardo, “Oso” y “Crext” demuestran que las contradiccio­nes que se generan en
una población son siempre latentes y más si se trata de ver por los intereses propios.

Conclusión
Al igual que el proyecto ecoturístico, el proyecto minero no tiene la capacidad de generar
una cantidad de empleos suficientes para solventar la necesidad económica que muchos
tetelences viven a diario. Asimismo, ninguno de los proyectos integrales interpela a es-
tos sujetos y al mismo tiempo los excluye de los planes establecidos por los gestores del
“Pueblo Mágico” y los representantes de la Minera Espejeras, generando una situación
de incertidumbre que muchas veces se traduce en la migración hacia Estados Unidos.
Ante este panorama ¿Cómo se explica que un gran número de personas no sean interpela­
das por los discursos de los simpatizantes de la asociación, los gestores del ecoturismo
y los representantes de la minería? Si es verdad que ambos proyectos hablan de un bien
común ¿por qué unos no encuentran la certidumbre para la mejora de sus condiciones de
vida? La respuesta a estas preguntas se encuentra en lo que Chantal Mouffe (2007) llama
la negación de un antagonismo político, enmarcado en la idea del pensamiento liberal de
que existe una sociedad armónica. La autora sigue a Carl Schmitt y demuestra “que todo
consenso se basa en actos de exclusión, nos demuestra la imposibilidad de un consenso
“racional totalmente inclusivo”. Para que exista un “nosotros” debe forzosamente exis­
tir como opuesto un “ellos” (Mouffe 2007: 18).
Slavoj Žižek, está de acuerdo con Mouffe sobre la imposibilidad de un consenso total, sin
embargo él cambia el término y lo llama un “antagonismo de clase” (2013). De esta man-
era sale a la luz “eso” que se esconde detrás de la negación y que es el privilegio a una
clase. El filósofo esloveno señala que “como diría Lacan, el antagonismo de clase hace de
tal representación completa algo materialmente imposible: antagonismo de clase signifi-
ca que no hay un “Todo” neutral de una sociedad, cada “Todo” privilegia secretamente
a cierta clase” (Žižek 2013: 37).

32 De manera regular se les conoce a estos torneos como “merces”, haciendo alusión a la palabra “mercena­
rio”, a los jugadores se les considera como tal.

C ienc a, Revista Regional de Divulgación Científica y Tecnológica. / 37


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El privilegio a cierta clase es claro en los discursos de los dos proyectos que analicé en el caso de Tetela
de Ocampo. En el caso minero es más que obvio este privilegio, pero el que tiene la asociación Tetela
Hacia el Futuro hacia los capitalistas locales es mucho más perverso y se oculta tras la enorme cantidad
de artículos periodísticos que celebran las acciones que llevan a cabo, aunado a esto se encuentra el
apoyo de grupos estudiantiles y de investigadores de la universidad del estado, mismos que no se dan
a la tarea de sumergirse a la compleja realidad que genera este conflicto y se sienten satisfechos al vol­
verse portavoces de un grupo que supuestamente aboga por todos.
Alpa Shah manifiesta que los investigadores deben de ser cuidadosos ya que existen dimensiones de
clase dentro de los movimientos indígenas y ambientalistas y éstas se pierden en las políticas identita­
rias que producen (Shah 2010: 184). El lado oscuro de la indigeneidad (Shah 2010: 12) sugiere que el uso
que hacen los activistas locales de los discursos globales acerca de la cuestión indígena puede reforzar
un sistema de clases que marginaliza mucho más a las personas que se quiere y se dice defender.
La historia se sigue escribiendo en Tetela de Ocampo, los discursos de los proyectos aquí presentados
siguen aludiendo a un bien común pero al mismo tiempo segregan a una parte de la población y privile-
gian a otra. Decidir cuál es el “mal menor” no fue el objetivo de este trabajo. Sin embargo, el mostrar
la existencia de estos antagonismos de clase abre la puerta al cuestionamiento sobre la idea romántica
de la unidad de los pueblos, lo cual permite poner atención en aquellos sujetos que intentan mitigar las
preocupaciones que día a día los aquejan.

38 / Cienc a, Revista Regional de Divulgación Científica y Tecnológica.


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«Esa Reserva nomás nos vino a chingar».
Territorialización
eco-neoliberal
y conflicto social:
San Juan Raya y la

de la Biosfera
Tehuacán-Cuicatlán
César Durán Zepeda
othonsiurob@gmail.com

Este trabajo de investigación giró en torno a la de San Juan Raya (así como las demás poblaciones que
“conservación de la naturaleza”33 como una forma quedaron dentro de las poligonales del territorio de la
de “acumulación por desposesión” (Harvey 2005) RBTC) se vio obligada a realizar labores que respondían
que ha revalorado recursos naturales y producido a las políticas ambientales neoliberales del Estado mexi­
la fuerza de trabajo necesaria para la producción de cano que, a su vez, obedecían a las políticas ambienta­
bienes y servicios que hacen posible la reproduc­ les internacionales. Así, la RBTC, como depositaria de
ción ampliada del capital. Analizada con base en la un capital financiero (exclusivo para la conservación)
economía política crítica y la antropología, la con- desató una serie de disputas por la apropiación de los
servación de la naturaleza la concebí, en este traba­ recursos naturales y financieros disponibles de y para la
jo, como resultado del ciclo histórico de transfor­ RBTC entre los propios sanjuanenses y entre grupos y
mación y expansión del capital. En este sentido, poblaciones vecinas. De modo que este trabajo de inves-
tomé como caso de estudio a la Reserva de la Bios­ tigación da cuenta de los problemas y conflictos sociales
fera Tehuacán-Cuicatlán (en adelante, la RBTC) y desatados en San Juan Raya y responde a la pregunta:
a la localidad de San Juan Raya: una población de ¿de qué forma se dirimen los conflictos sociales en San
200 habitantes (aproximadamente), ubicada en el Juan Raya suscitados a raíz de la creación de la RBTC?
municipio de Zapotitlán Salinas al sureste del esta- El documento es resultado de un trabajo de investiga­
do de Puebla. A partir de la creación de la RBTC, en ción que inicié en el año 2011 y culminé en el 2016 34. La
1998, se modificó el uso y acceso a los recursos na­ información recabada durante diferentes estancias de
turales que pasaron del ámbito de la producción al campo (abril, junio y octubre de 2011; junio de 2012; mar-
de su conservación; al mismo tiempo, la población zo y abril de 2013; junio-septiembre 2016) las analicé con

33 A lo largo del documento el término “conservación de la naturaleza” refiere al uso hegemónico (por lo tanto, del sentido común) del
ambientalismo como ideología política dominante, representada en el paradigma del “desarrollo sustentable”. Sin embargo, el mismo tér­
mino puede englobar, aunque de manera diferenciada, tanto disciplinas científicas como la biología de la conservación, así como posturas
teórico políticas tales como el conservacionismo ecologista, el ambientalismo moderado y/o el ecodesarrollo.
34 La presente investigación dio continuidad (y un giro teórico-metodológico) a mi investigación de licenciatura en antropología social,
cuyo enfoque teórico, centrado en diferentes tradiciones del simbolismo en antropología (Geertz, Turner y Sperber), no me permitió com­
prender las contradicciones tanto teóricas como empíricas que observé durante el trabajo de campo.

C ienc a, Revista Regional de Divulgación Científica y Tecnológica. / 39


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base en el enfoque de la economía política antropológi- beralismo. El concepto de territorio, durante el
ca (Wolf 2005; Roseberry 2014). El análisis de la historia, siglo XIX, estuvo arraigado a la formación de los
institucionalización y reconfiguración de la política am­ Estados nación; después, a partir del siglo XX, es
bien­tal internacional y nacional enmarcó los procesos re conceptualizado por diferentes ciencias socia­
his­­­tóricos que dieron forma a las actividades económicas les (economía, sociología, geografía, antropología,
que hoy realizan los habitantes de San Juan Raya. Al con- psicología social y la ciencia política) y se elaboran
siderar las condiciones sociales de desigualdad económi- otros conceptos vinculados al espacio: región, lu­gar
ca y política, me fue posible explicar las experien­cias de y paisaje. Así, con esta apertura de la conceptua­li­
clase de los sujetos (Crehan 2004) y su acceso diferencia- zación del territorio (más allá de los confines del
do a los recursos (naturales, sociales y financieros). Un Estado nación) se instaura el concepto de territo­
aspecto sobresaliente de la investigación fue reconocer rialidad como la apropiación simbólico-cultural
(teórica y empíricamente) las interconexiones entre los del territorio 35. Una de las características de la
procesos mundiales y locales, lo cual permitió dar cuen- territorialidad es la conflictividad social debido a
ta de cómo los sujetos, de manera constante, moldean, la contraposición de diversas territorialidades co­
producen, reproducen y transforman su vida: una vida rrespondientes a los diferentes grupos de la socie-
condicionada, históricamente, por el modo de produc- dad (Estados, empresas, indígenas, campesinos,
ción capitalista. Por lo tanto, la etnografía histórica (Wolf etc.) que se disputan el territorio. Por su parte, el
2005; Roseberry; 2014) me proporcionó las herramien- concepto de territorialización remite, no sólo a un
tas necesarias para inscribir (Roseberry, 2014) a la RBTC proceso histórico de la relación del Estado con su
y a San Juan Raya en la territorialización eco-neoliberal territorio, sino a las estrategias de control del ac-
del Estado mexicano como parte de la reconfiguración ceso diferenciado a los recursos naturales (Vander­
del capitalismo. geest y Peluso 1995). Ahora bien, desde mi pers­
Rememorar el lugar desde mi primera visita en 2011 has- pectiva de análisis, la territorialización del Estado
ta este último trabajo de campo en 2016 me permitió se inscribe en procesos de producción capitalista,
observar cambios ―desde los más “simples” (como los de tal manera que el territorio se organiza para la
cambios físicos de las personas) hasta los más “llamati­ producción, circulación y consumo de mercancías
vos” (como la culminación del proyecto arquitectónico (Bustos 2009). Por lo tanto, el Estado representa la
del museo paleontológico)― que muestran los proce­ voluntad y el poder de una clase que mantiene su
sos históricos de dominación que van más allá de San hegemonía por medio del espacio (Harvey 2007b;
Juan Raya, de la región y del país. Las herramientas teóri- Bustos 2009).
cas de la economía política y la antropología me permi- En segunda instancia, se pasa revista a la historia
tieron dilucidar esto y más. No es un hecho menor que de la conservación desde el primer parque nacio­
aquellos y aquellas adolescentes que conocí unos años nal del mundo en el siglo XIX (Yellowstone, Esta-
atrás ahora sean padres de familia, pues ellos como sus dos Unidos) hasta la actual mercantilización de la
hijos están viviendo dentro de un territorio marcado por conservación de la naturaleza a finales del siglo
transformaciones económicas y políticas que los han XX y principios del XXI. Las Reservas de la Biosfera
convertido en “sujetos conservacionistas”. tienen su origen en la década de los setenta del si­
glo XX como una respuesta al deterioro ambiental
Territorialización eco-neoliberal y conflicto social y una forma de integrar a las poblaciones locales
en las Reservas de la Biosfera al desarrollo económico, pues décadas atrás las
Este primer apartado remite al marco teórico en el que poblaciones que habitaban una zona declarada
se encuadra la investigación. En primera instancia, se como protegida eran desplazadas de su territorio
revisan conceptos como territorio, territorialidad y terri­ en nombre de la conservación. Esa fue la lógica de
torialización con el propósito de definir la noción de te­ los parques nacionales: expulsar poblaciones para
rri­torialización eco-neoliberal, la cual sirve para explicar conservar y proteger la naturaleza. En cambio, las
la conservación de la naturaleza en tiempos del neoli­ Reservas de la Biosfera se propusieron como un

35 Si bien, ésta concepción de territorialidad es la más usual, cabe citar la definición clásica de Robert Sack (1983:56) quien concibió la te­
rritorialidad como “el intento de un individuo o grupo para afectar, influenciar o controlar objetos, personas y relaciones sociales a través
de la delimitación y afirmación del control sobre un área geográfica. Dicha área refiere al territorio”.

40 / Cienc a, Revista Regional de Divulgación Científica y Tecnológica.


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nuevo modelo de con- uso y significado de los re-
servación y desarrollo cursos naturales […]”. En
económico: mientras se general, se afirma que los
conservan los recursos conflictos socioambientales
naturales es posible ex- representan las tensiones y
plotarlos de manera sus- luchas entre dos formas dife­
tentable. A partir de los años rentes de entender y habitar el
noventa hasta la fecha, la con- mundo (Vandergeest y Peluso 1995;
servación se ha caracterizado por reali­ Porto-Gonçalvez 2009; Igoe y Brockin-
zarse bajo una lógica de mercado que, a través tong 2007; Azuela y Mussetta 2009; Bustos 2009;
de la producción de bienes y servicios “amigables Haesbaert 2011; Llanos 2010; Medina et al. 2013; Laurín
con el medio ambiente” o “sustentables”, mercan­ 2015; Navarro 2015; Rodríguez 2015): por un lado, la lógi-
tiliza los recursos naturales, así como su conser­ ca de la acumulación por la acumulación misma (repre-
vación. De esta forma, las áreas protegidas, en ge­ sentada por los proyectos del Estado y el capital) y, por
neral, y las Reservas de la Biosfera, en particular, se otro, los sentidos “comunitarios” de las poblaciones lo-
han convertido en depositarias de un capital finan- cales (representados por grupos de indígenas y campesi­
ciero reservado a la conservación que asegura la nos). Sin embargo y de acuerdo con Wolf (2005) pienso
disponibilidad de recursos naturales estratégicos que ambas formas de ver el mundo están interconecta­
para la reproducción del capital (agua dulce, biodi- das y son resultado de la historia de las relaciones de
versidad, petróleo, gas, minerales, etc.) a tra­vés de dominación social inscritas en y por el modo de produc-
la reproducción de mercados existentes (minería) ción capitalista. Así, los conflictos sociales derivados de
o la creación de nuevos mercados (ecoturismo). Di- la conservación se analizan como resultado de los proce­
cho todo lo anterior, se define la territorialización sos históricos de despojo y acumulación del capital.
eco-neoliberal como las estrategias del Estado pa­
ra controlar el acceso a los recursos naturales, a La Reserva de la Biosfera Tehuacán-Cuicatlán:
través de la demarcación de territorios destinados Transformaciones en las condiciones de
a la conservación de la naturaleza bajo la lógica del reproducción social en San Juan Raya
mercado. En este segundo apartado documento los cambios en
Por último, se argumenta que la conservación de la las condiciones de reproducción social en San Juan Raya
naturaleza, como una forma de “acumulación por a raíz de la creación de la RBTC. Inicio con un breve re-
desposesión”, ha derivado en conflictos socioam- cuento histórico de la política ambiental en México para
bientales que, no obstante, suelen ser son omiti- mostrar su anclaje con el ambientalismo internacional y
dos, ignorados o tergiversados deliberadamente destacar la adopción del modelo de Reserva de la Biosfe­
por las autoridades estatales y los diferentes gru- ra en el país. Cabe destacar que México contribuyó a la
pos de la sociedad civil. Estos conflictos socioam­ elaboración del modelo de Reserva de la Biosfera con el
bientales han sido analizados por la ecología políti- modelo de Gonzalo Halffter (1984) conocido como “mo­
ca, la sociología ambiental, la geografía social y dalidad mexicana”, cuya característica fue incorporar a
la antropología 36. Von Bertrab (2010: 57) afirma las poblaciones locales a las tareas de conservación y
que los conflictos socioambientales “[…] impli- mostrar interés por sus problemas sociales y desarrollo
can una contraposición o incompatibilidad de económico. En la década de los noventa dicho modelo
posturas, específicamente con relación al acceso, fue adoptado internacionalmente a partir de la Estrate-

36 En general, existe un debate interdisciplinario que alude, en menor o mayor medida a las perspectivas clásicas sobre el conflicto social:
consensualistas (Durkheim, Malinowski, Radcliffe-Brown, Weber y Parsons) y conflictivistas (Marx).

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gia de Sevilla (1995); al mismo tiempo, se daba un fuerte través de diferentes medios de comunicación que
impulso al desarrollo sustentable; por ejemplo, interna­ poco dicen sobre los procesos de dominación que
cionalmente, se creó el Global Environment Facility (GEF), han experimentado las poblaciones de estos terri­
mientras, a nivel nacional, se crearon una serie de insti­ torios. Por ejemplo, las salinas de Zapotitlán han
tuciones dedicadas a la investigación de la biodiversi- pasado a formar parte de uno de los recorridos tu­
dad, como el Instituto Nacional de Ecología (INECOL) y rísticos ofrecidos por el jardín botánico que, a su
la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la vez, funge como órgano de administración turísti-
Biodiversidad (CONABIO); la procuración de justicia am­ ca de la cabecera municipal. A partir de la puesta
biental por medio de la Procuraduría Federal de Protec- en marcha de proyectos de tesis ―del área de ad-
ción al Ambiente (PROFEPA); la administración pública ministración de empresas de distintas universida­
de los recursos naturales con la Secretaría de Medio des― y de proyectos de organizaciones no guber-
Ambiente, Recursos Naturales y Pesca (SEMARNAP); se namentales se ha buscado asignar valor agregado
creó el Fondo Mexicano para la Conservación de la Natu­ a la práctica “prehispánica” de extracción y elabo­
raleza (FMCN) y se pusieron en marcha “mercados am- ración de la sal considerada, por lo mismo, un pro-
bientales”. Así, los incentivos económicos provenientes ducto artesanal37. Este producto “artesanal” es un
de y para la conservación dieron paso a la apertura neoli­ indicio de la terciarización de la economía que pro­
beral de la conservación en México. picia la reinvención de una actividad “tradicional”
En este contexto, se creó la Reserva de la Biosfera Te- (la producción de sal)38 que no sólo es una fuente
huacán-Cuicatlán (RBTC) en el año de 1998. Por lo tanto, de trabajo para algunos zapotitecos, sino un es-
describo los antecedentes de la región del Valle de Za­ pectáculo de la “naturaleza” y la cultura por el que
potitlán (donde se localiza San Juan Raya) por su rele- pagan los turistas.
vancia (arqueológica, natural y cultural) en el proceso de Para cerrar el capítulo muestro las transformacio­
creación de la RBTC. Castellón (2000: 32) señaló, en su nes en las condiciones de reproducción social en
tesis doctoral, que la ubicación de esta zona arqueoló­ San Juan Raya, antes y después de la declaración de
gica “en un lugar desértico y de difícil acceso nunca lo la RBTC. Una de las preguntas que guían esta parte
han hecho ‘rentable’ para la arqueología oficial”―Cas- del capítulo es: ¿de qué forma experimenta­ron los
tellón realizó visitas de campo durante la década de pobladores de San Juan Raya las nuevas condicio­
1990―. Incluso, sentenciaba que “la orientación monu­ nes de acceso y uso de los recursos natu­rales? Con
mentalista de la arqueología en México […] con fines la declaración de la RBTC los sanjuanen­ses modifi­
y discursos patrimonialistas” evitaba el financiamiento caron sus principales actividades económicas: el
y exploración de este tipo de sitios. Paradójicamente, corte y procesamiento de izote, la agricultu­ra de
una década y media después del trabajo del autor, la temporal y de subsistencia, la cría y pastoreo de
ubicación y las características biológicas, geológicas y ganado caprino, el uso y comerciali­zación de le­
paisajísticas que obstaculizaron la exploración del sitio ña. El corte y procesamiento de izote quedó con­
son las mismas que motivan su estudio en la actualidad. dicionado a un permiso otorgado por algunas de-
Al mismo tiempo, se realiza su promoción turística con pendencias gubernamentales que, dado su costo,
inversión pública y privada como parte de la tendencia todas las familias dejaron de dedicarse a dicha
mundial de la conservación y espectacularización de la ac­tividad; se prohibió la ampliación de la frontera
naturaleza (Igoe 2010) que difunde símbolos (selectos) a agrícola; se obligó a disminuir el número de cabe­

37 En general, la técnica de producción de la sal continúa siendo rústica, pero a partir de los años sesenta del siglo XX los materiales utiliza­
dos en el proceso de producción cambiaron: los quiotes de maguey para facilitar el transporte del agua de los pozos a los estanques de eva­
poración, así como las escaleras de piedra caliza que mejoraban dicho transporte fueron sustituidas por bombas de gasolina y mangueras
de plástico; el piso de las salinas elaborado con piedra caliza o tepetate ahora es de cemento; las ollas de barro se cambiaron por cubetas
de plástico y las escobetas de palma por escobas de plástico común y corriente (Castellón, 2008).
38 Véase Renard y Thomé, (2010), La Ruta de la Sal Prehispánica. Patrimonio alimentario, cultural y turismo rural en Zapotitlán de las Salinas,
Puebla, México.

42 / C ienc a, Revista Regional de Divulgación Científica y Tecnológica.


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zas de ganado (sobre todo el caprino) y se prohibió formada por la teoría”. De este modo se documentan
la comercialización de leña, restringida, exclusiva- los problemas y conflictos sociales en San Juan Raya
mente, para uso doméstico. Los sanjuanenses sue- suscitados tanto por los cambios en el aprovechamien-
len relatar que «cuando entró la Reserva tuvimos to de los recursos naturales como por las disputas en
que obedecer, si no ¡pos tambo!». Las experiencias, la búsqueda y apropiación de los recursos; problemas y
testimonios y opiniones de los sanjuanenses sobre conflictos sociales que, en última instancia, son una ex-
este proceso de cambio son anali­zados con base presión local de los procesos históricos de despojo y acu-
en el concepto de cultura como experiencia de mulación capitalistas. En este sentido, las disputas “ordi-
clase (Crehan 2004). Así, las condiciones de repro­ narias” que se documentan se explican por los proce­sos
ducción social se explican como consecuencia de históricos documentados en los segundo y primer apar-
los procesos históricos de dominación económica tados. Este vaivén metodológico no es más que dicha
y política de clase que han dado forma y transfor- “particularidad informada por la teo­ría”. El “origen” de
mado la vida de los sanjuanenses. Los múltiples los conflictos sociales en San Juan Raya, relacionados
procesos históricos, concentrados y dirigidos por con la conservación de la naturaleza, se ubica en la RBTC
el Estado, han condicionado la diversidad de labo­ como depositaria del capital. Como tal, genera disputas
res económicas de las diferentes generaciones de al interior de la población y en relación a otros grupos y
San Juan Raya. Como consecuencia, los sanjuanen­ poblaciones que buscan apropiar­se de los recursos dis-
ses han devenido a lo largo del siglo XX en agri- ponibles. Bien, pero ¿cuáles fueron esas disputas?
cultores de temporal, chiveros, izoteros, leñeros, El apartado se divide en dos acápites. En el primero39, se
traficantes de fósiles, migrantes y, desde hace dos muestran las disputas por la apropiación de los recursos
décadas, en guías de turistas. De manera que las naturales y financieros disponibles en San Juan Raya a
concepciones del mundo y las prácticas sociales raíz de la declaración de la RBTC. Cada sección de este
que, total o parcialmente, han adoptado las ge­ primer acápite da cuenta, particularmente, de las pro­
neraciones han dependido de la posición que han blemáticas suscitadas entre los sanjuanenses a causa de
ocupado en la estructura económica y política en las disposiciones de la RBTC. Por ejemplo: la confusión
un momento y lugar determinados en la historia. Es generada por las autoridades ambientales sobre las con­
decir, sus concepciones del mundo y prácticas so- diciones de uso y acceso a los recursos naturales, esto
ciales expresan las diferentes maneras en que han es, qué sí y qué no está permitido hacer; las expectati-
experimentado, vivido e imaginado su posición de vas generadas por los funcionarios de la Dirección de la
clase (Crehan 2004). RBTC e incumplidas; el aumento de la flora y la fauna que
interfiere o complica las actividades agrícolas de los san-
Vivir dentro de la Reserva de la Biosfera juanenses; la exclusión de unos de los beneficios eco­nó­
Tehuacán-Cuicatlán micos de la actividad turística y las constantes conflictos
A partir de la declaración de la RBTC, en San Juan de intereses (por ejemplo, son comunes los reclamos de
Raya se suscitaron múltiples problemas y conflic- algunos pobladores al dueño de las cabañas “comunita­
tos sociales por la apropiación de los recursos fi­ rias”, pues afirman que estas no son “comunitarias”, si­
nancie­ros disponibles en y para la RBTC. Este ca­ no propiedad privada; por lo tanto, exigen que el dueño
pítulo ofre­ce una mirada a “ras de suelo” de la deje de promocionarse de esa manera). Asimismo, cada
conservación de la naturaleza en San Juan Raya. sección muestra una constante: la contraposición entre
De acuerdo con Hale (2007:292) debe “ser posible los sanjuanenses y los funcionarios de la Dirección de la
entrar y salir en cualquier lugar de la red de relacio­ RBTC (principalmente).
nes global-nacio­nal-local y proceder desde ahí. El En el segundo acápite40, se analiza el desarrollo de las ac-
criterio clave es que el análisis tenga profundidad tividades “ecoturísticas” en la localidad como resultado
etnográfica, sin ambicionar un alcance global (con inherente del proceso de acumulación por desposesión
el riesgo conco­mitante de volverse abstracto y sin condensado en la RBTC que ha convertido a los sanjua­
fundamento específico), sino una particularidad in- nenses en “sujetos conservacionistas”, es decir, sujetos

39 Titulado: «Nos hablaron rebonito sobre las plantas y el turismo, pero ¡puro cuento!»: Disputas por la apropiación de recursos naturales
y financieros en San Juan Raya.
40Titulado: «Ahora sí, como quien dice, somos una comunidad ecoturística»: La producción de sujetos conservacionistas.

C ienc a, Revista Regional de Divulgación Científica y Tecnológica. / 43


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despojados de los me- erciales, re­portajes, spots publici­tarios, etc. por
dios de subsistencia, parte de empresas locales, nacionales e internacio­
y transformados en nales, así como de eventos que año con año se rea­
fuerza de trabajo pa­ lizan en la localidad (por ejemplo, competencias de
ra realizar labores ciclismo de montaña). Algunos comuneros, alegres
de conservación. A y ufanos, me decían: «todo lo que hacemos aquí en
pesar de los recla­ el pueblo lleva la marca: ¡San Juan Raya!», es decir,
mos en contra de la “San Juan Raya, S.A.”, en clara alusión a lo que Co-
RBTC, algunos sanjua­ moraff y Comaroff (2009) han dado en llamar Etni-
nenses suelen afirmar cidad, S.A., Nacionalidad, S.A. y Religiosidad, S.A.
reiteradamente: «ahora De esta forma, el turismo ha condicionado los ho­
sí que, como quien di­ rarios, actividades, imaginarios, consumo y activi­
ce, somos una comunidad dades de organización social que dan dirección
ecoturística»41. Curiosamente, ―y sentido― a la vida de la mayoría de los san-
estas afirmaciones coinciden con juanenses. Las iniciativas “de” los sanjuanenses
los cursos de capacitación turística que un (como un grupo subalterno) reflejan la efectivi-
turistólogo impartió a los pobladores entre los años dad del proyecto hegemónico del ambientalismo
2009 y 2011 como parte de la Estrategia de Turismo de promovido por la UNESCO, financiado por el GEF,
Natur­aleza para la Reserva de la Biosfera Tehuacán-Cuica­ depositado en el FMCN, redirigido a la CONANP y
tlán (una de las estrategias del Proyecto). Estos cursos otros agentes sociales42. Así, el capital fluye des-
tuvieron como finalidad capacitar en el manejo de estra­ de los organismos internacionales, sigue su curso
tegias mercadotécnicas sobre cómo organizar y ofre- a través de la maquinaria burocrática del Estado,
cer servicios al turismo, esto es, desde cómo identificar hasta encarnarse en las actividades cotidianas de
(léase inventar) bienes y servicios turísticos, hasta las los pobladores de San Juan Raya quienes, al recibir
maneras corporales y orales de dirigirse a los turistas. incentivos en sus variadas formas (capacitaciones,
Es importante problematizar el hecho de que algunos dinero, talleres, etc.), han sido transformados en su-
pobladores se identifiquen a sí mismos como servidores jetos aptos para la conservación, pues su fuerza de
turísticos, ya que su interpelación como tales responde a trabajo es aprovechada para cuidar bienes natu­rales
las estrategias del Estado para utilizar su fuerza de traba- con un creciente valor en la industria del tu­rismo.
jo y llevar a cabo labores de conservación. Por otro lado,
estas labores de conservación mantienen y reprodu­cen Conclusiones
las desigualdades de clase, ya que “toda forma de explo­ Durante el desarrollo del documento, se expli-
tación presupone e implica la exclusión, siendo la princi- ca el carácter no expropiatorio de la RBTC. Dicha
pal la enajenación de los medios de producción, y la habi- ca­racterística evitó el desplazamiento de las po-
lidad de dotar de sentido a la vida a través del fetichismo blaciones y el despojo de sus tierras. Además, no
de la mercancía” (Macip 2009: 13). Cada sujeto y familia mo­dificó el tipo de propiedad territorial. Enton­ces,
ha buscado la forma de reproducir o “inventar” mercan­ ¿por qué hablar de la RBTC como una forma de
cías que, en conjunto, forman parte de los productos y despojo y acumulación capitalistas, si no desplazó
servicios turísticos que ofrece la población de San Juan a los sanjuanenses, ni los despojó de sus tierras
Raya: artesanías de palma, medicinas tradicionales, cac­ y recursos naturales? ¿Por qué hablar de acumu-
táceas (cultivadas en viveros), réplicas de fósiles, figu- lación por desposesión, si (hasta el momento) San
ras talladas en madera (dinosaurios, tortugas, águilas, Juan Raya no ha sido objeto de inversiones directas
ser­pientes, aves, etc.), pan, comida y frutos regionales; de capital que los despoje de sus tierras? Uno de los
recorridos turísticos (senderismo), visitas guiadas al mu- hallazgos de la investigación es que si bien el capi­
seo, cabañas, restaurantes. Además, los paisajes en San tal especulati­vo o buitre no puede apropiarse de
Juan Raya han sido escenario para filmar películas, com- manera legal de la tierra (propiedad) de los sanjua­

41 Diario de campo, abril de 2013.


42 Por supuesto, estas son sólo algunas de las instituciones que han participado directa e indirectamente en la RBTC. El número de grupos
de la sociedad civil (regionales, nacionales e internacionales) e instituciones del Estado que han tenido algún tipo de intervención en la
localidad, a corto o largo plazo, es tan amplio que sólo se citan aquellas instituciones de distintos niveles que condicionan, administran y
dan dirección a la conservación internacional, nacional, regional y local.

44 / C ienc a, Revista Regional de Divulgación Científica y Tecnológica.


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nenses, dado que están protegidas por el Estado, dar la construcción de las cabañas “ecoturísticas” en Za­
lo cierto es que el capital financiero tiene injeren­cia potitlán Salinas, justo en el lugar donde se instaló un set
en la vida de los sanjuanenses, a través de las po­ de la película La ley de Herodes: o te chingas o te jodes,
líticas ambien­tales del Estado neoliberal mexica­ a pesar de que en un principio no había sido aprobado
no. Así, como dije, con la creación de la RBTC el puesto que no presentaron los estudios de impacto am-
Estado revaloró los recursos naturales y la fuerza biental. Igualmente, tal comportamiento se replicaba en
de trabajo de las poblaciones del territorio protegi­ los pobladores y en los turistas, quienes tampoco esta­
do que, con base en los acuerdos ambientales de ban interesados (ciento por ciento) en la conservación
corte internacio­nal, han sido objeto de donaciones de la RBTC, sino en la obtención de ingresos ―los prime­
en pro de la conser­vación. En otras palabras, la ros― y en experiencias lúdicas ―los segundos―. Con
RBTC no desplazó, ni despojo de sus tierras a los respecto a estos últimos, Macip (2015: 195) señala que
sanjuanenses, pero sí los ha colocado en los cauces son “los sujetos privilegiados del ambientalismo multi­
del capital financiero que, por medio de los incenti­ cultural”, pues son quienes, al fin y al cabo, desean y pa­
vos económicos derivados de las políticas ambien­ gan por disfrutar aquellos productos que les procuran
tales del Estado mexicano, los motiva (obliga) a experiencias físicas y sensoriales. En suma, puede decir­
realizar labores de conservación en torno a una tie­ se que el capital que circula en torno a la RBTC no sólo
rra y recursos natu­rales que no son suyos, sino de sujeta a los sanjuanenses, sino también a cada uno de
la “RBTC”, es decir, del Estado. Por lo tanto, uno los sujetos de la cadena burocrática: funcionarios de la
de los principales aportes de la investigación fue Dirección de la RBTC, de la COANANP y la SEMARNAT,
evidenciar las consecuencias locales de la inver­ ya que como estos mismos funcionarios suelen afirmar:
sión del capital financiero en la conservación de “somos gestores y promotores de la conservación”, es­to
la naturaleza en la vida de los pobladores de San es, empleados de una burocracia nacional e internacio­
Juan Raya. De ahí que la “aceptación” y, al mismo nal en busca de convocatorias para concursar por un do-
tiempo, el “rechazo” de los sanjuanenses del pa­ nativo otorgado por las grandes instituciones y corpora-
radigma de la conservación se explique como un ciones y, así, recibir un pago (o dado el caso, salario) por
ejercicio de coerción y consen­so en torno a la RBTC su trabajo en pro de la conservación.
como una estrategia de territorialización eco-neoli­ Finalmente, ¿de qué forma se dirimen los conflictos so-
beral del Estado. ciales en San Juan Raya suscitados a raíz de la creación
Asimismo, a lo largo del documento se evidencian de la RBTC? Los conflictos sociales por la apropiación
los discursos y prácticas contradictorias de los suje­ de los recursos naturales y financieros disponibles en
tos en torno a la conservación de la naturaleza: por torno a la RBTC, no se resuelven, ni se disuelven, toda
un lado la protegen y por otro la explotan. Algunos vez que su “origen” forma parte del ciclo histórico de
funcionarios (comunales, municipales y de la Dire­ transforma­ción y expansión del capital que, en su fase
cción de la RBTC) decían trabajar en pro de la con- neoliberal, se inscribe en procesos de acumulación por
servación, pero en sus acciones daban muestra de desposesión que ha encontrado en las Reservas de la
que su interés primordial era la generación y obten­ Bios­fera un “nuevo” espacio de inversión y acumulación.
ción de recursos (dinero). Al respecto, cabe recor-

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Grupo
de

Sihua Tlazoncame Tlaiquitinime


Relaciones de trabajo artesanal en
el contexto de la hegemonía selectiva
Julieta Flores Montes
juliette_fm@hotmail.com

Caminando por el centro histórico de la ciudad de Puebla se pueden encontrar diferentes tiendas
consideradas de arte popular que venden mercancías artesanales con una amplia propuesta estética,
enalteciendo los valores y símbolos propios de las culturas étnicas de México (Novelo 2008). En una
de estas tiendas encontré unos cojines de lana bordados con hilo de algodón en diseños minimalistas
de cuadros y círculos en espiral, hechos en tonos blancos, grises y negros.
Al ingresar a la tienda para observarlos con mayor detenimiento, la empleada amablemente me dio
la bienvenida y aclaró que “todo lo exhibido es hecho a mano por artesanos indígenas de diferentes
estados del país”. Al preguntar por el costo de los cojines y su procedencia, la vendedora respondió
que eran de la Sierra Norte del estado de Puebla y que su precio dependía del tamaño y del tipo de
bordado. El cojín de mayor tamaño y costo era de 600 pesos y el más chico y económico de 350 pesos.
La vendedora justificó el precio de las mercancías de la siguiente manera:
Las cosas que podemos consumir de nuestros artesanos son hermosas. Por ejemplo, los cojines están
bien cosidos, bien terminados, bien trabajados, porque la idea es que ellos [los artesanos] le den un
mejor terminado a sus trabajos para poder venderlos en un precio justo. (Plática informal con vende-
dora de la tienda El Mendrugo, enero 2015)

Ante su respuesta le pregunté: ¿Cómo adquieren estas artesanías, van a las poblaciones a
comprarlas o son los artesanos quienes vienen a venderlas? La empleada me respondió:
Ahora se trabaja en conjunto con una Red de artesanos (una asociación civil) que los
orienta a trabajar de forma que su trabajo sea mejor pagado, porque no ha sido bien
remunerado. Se están llevando a personas, como ingenieros especializados en textiles,
para darles apoyo […] La Red es quien nos ayuda a sacar todo de su lugar de origen para
traerlo aquí y [llevarlo] a otros países. Las etiquetas que traen los productos son para
exportarse, están llevándolos a esa calidad de trabajo. Para que su trabajo sea más valo-
rado y ellos puedan tener mejores ingresos. (Platica informal con vendedora de la tienda
El Mendrugo, enero 2015)

46 / Cienc a, Revista Regional de Divulgación Científica y Tecnológica.


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Aquí dejo esta viñeta de la compra de artesanías en la ciudad de Puebla para proporcionar un contex­to
que permita su comprensión. Lo dicho por la vendedora no pareciera de mayor relevancia. La conver-
sación se centra en la calidad de los cojines, en el pago justo que se debe hacer al comprar estas mer-
cancías y en el trabajo de capacitación que realiza La Red con las artesanas. No obstante, considero
que su importancia radica en lo predomínate que se ha vuelto en la esfera pública este tipo de discur-
sos. Valorar el trabajo artesanal, saber quién hace los objetos y cómo se realizan son estrategias de
márquetin que han envuelto a estas mercancías en particulares relaciones de producción.
Con el objetivo de vislumbrar cómo se articulan las relaciones de producción del trabajo artesanal en el
contexto de la “hegemonía selectiva” (Smith 2011) en este artículo exploro los cambios en la produc­
ción artesanal de la localidad de Chachahuantla con el telón de fondo de los cambios hegemónicos
en la política indigenista y económica de México. Asimismo, analizo las condiciones de trabajo de las
mujeres que producen los cojines y los arreglos de compra-venta con La Red. Prestar atención a estos
aspectos me permitirá analizar los contextos sociales, disimiles y contrastantes en los que están inser-
tos las artesanas de la población de Chachahuantla, Puebla; particularmente las integrantes del grupo
Sihua Tlazoncame Tlaiquitinime.
Las investigaciones desarrolladas sobre la producción artesanal se han centrado en el análisis de los
objetos y los sujetos que las producen. Estos análisis, desde mi perspectiva, se pueden englobar en
tres vertientes: la primera, aquellas que definen a las artesanías como parte de una identidad nacional
y una cultura tradicional que encierra conocimientos ancestrales y símbolos culturales de las poblacio­
nes indígenas; la segunda, la concibe como una fuente de trabajo del sector rural complementario al
trabajo agrícola y al trabajo asalariado; por último, en años recientes con el desarrollo de políticas neo­
liberales y de libre mercado, la producción de artesanías se han pensado como un espacio para crear
empresas y microempresarios, así como el lugar para empoderar a sectores de la sociedad histórica-
mente vulnerables como son mujeres e indígenas.

A contracorriente de estos marcos de referencia, el argumento de este artículo se centra


en el análisis de las relaciones sociales de producción del trabajo artesanal como parte de
un proceso de proletarización inacabado, en el cual, las artesanas del grupo Sihua Tlazon­
came Tlaiquitinime gradualmente se han incorporado para mitigar sus condiciones de
vulnerabilidad económica. Sin embargo, de acuerdo con el dato etnográfico, el trabajo
artesanal lejos de ser una fuente de ingresos constante y rentable para las productoras
se ha convertido en un nicho de explotación de estas poblaciones a las cuales se les ha
reducido sus fuentes de ingresos haciéndolas cada vez más dependientes del mercado
de artesanías.
El texto lo he dividido en tres apartados. Siguiendo a Gavin Smith (2011), inicio con el aná­
lisis del trabajo artesanal en Chachahuantla en el contexto de la hegemonía expansiva.
Documento cómo la población quedó al margen de las políticas indigenistas de la época
y cómo el trabajo agrícola fue relegado por procesos de migración interna y por el traba­
jo artesanal. Posteriormente, en el cambio hacia la hegemonía selectiva, me centro el
los procesos de disciplinamiento del trabajo artesanal en la localidad y el conformación
del grupo de artesanas. Finalmente, regreso a los cojines exhibidos en la tienda, pero en
esta ocasión en el proceso de elaboración y en el trabajo que La Red desempeña con las
artesanas.
Cabe subrayar que este artículo es una extracción de mí de tesis de maestría, en la cual,
hice uso del enfoque metodológico de vida cotidiana para analizar los procesos de prole­
tarización del trabajo artesanal en Chachahuantla (Flores 2016). Los datos presentados
fueron obtenidos a lo largo de diferentes estancias de campo en la localidad entre el 2013
y 2015 y de las entrevistas aplicadas en el trascurso de la investigación.

C ienc a, Revista Regional de Divulgación Científica y Tecnológica. / 47


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Chachahuantla en el contexto de la hegemonía expansiva
El orden mundial posterior a la Segunda Guerra Mundial (1945) consistió en la intervención del Estado
de forma asistencial y, posteriormente, desarrollista, con el objetivo de coordinar el crecimiento eco­
nómico de carácter capitalista en los países industrializados y en el resto del mundo (Harvey 2004). De
acuerdo con Gavin Smith (2011), en este periodo el Estado adoptó un proyecto hegemónico expansivo,
que se caracterizó por establecer un equilibrio entre la expansión del capital productivo y la mano de
obra a través del acceso a la salud, a la educación, a la vivienda y al trabajo. La forma de garantizar este
acceso fue a través del Estado nacional, que se envistió de un lenguaje de derechos donde la heteroge­
neidad de las personas como el origen étnico y el género quedaban subsumidos a la uniformidad de
la ciudadanía.
Si bien este periodo de hegemonía expansiva se caracterizó por el desarrollo del capital a partir de la
producción industrial a nivel mundial, su desarrollo cambió de un lugar a otro por las particularidades
de los contextos nacionales. En México, este periodo se caracterizó por la puesta en marcha de los
modelos económicos de Desarrollo Estabilizador y el de Sustitución de Importaciones. En el sector ru-
ral la hegemonía expansiva se reflejó en políticas dirigidas al desarrollo de infraestructura, en la inver­
sión en comunicaciones y transportes, electrificación, agua potable y en el creciente campesinado
dependiente del Estado. De la población indígena se encargó el Instituto Nacional Indigenista (INI)43,
a través de programas de educación bilingüe, salud, producción y comercialización de artesanías. De
acuerdo con Otero y Warman, los recursos destinados en estos sectores se convirtieron en espacios
clientelares que permitían tener un control político y económico del campesinado y de las poblaciones
indígenas en México (Otero 2004; Warman 1985).

El objetivo de la política indigenista en el periodo expansivo era integrar a este sector de


la población al desarrollo nacional mediante un proceso de aculturación. En este periodo,
la atención dirigida a las artesanías tomó relevancia en el ámbito cultural y económi­co,
porque representó para los grupos domésticos un ingreso complementario a los obte­
nidos por el trabajo agrícola y al trabajo asalariado producto de la migración interna. Al
mismo tiempo, se vinculó como una producción alternativa ligada a la promoción turística
para crear empleos rurales y frenar la migración a las ciudades (Kaplan 1993; Novelo 1976).
En Chachahuantla44 la hegemonía expansiva se presentó de forma tardía y residual. Los
servicios públicos en la localidad se terminaron de instalar a finales del siglo pasado. La
producción agrícola, que era en pequeña escala y de temporal, tuvo mínimos apoyos pú-
blicos, porque la mayoría se concentraron en la cabecera municipal (Naupan) o distrital
(Huauchinango). Por lo tanto, los campesinos sólo se beneficiaron, de manera indirecta
a través de los precios de garantía establecidos por el Estado para la producción agrícola
y al momento de vender sus cosechas en los mercados y tianguis de los municipios cerca­
nos como Huauchinango, Acaxochitlán, Honey y Tulancingo45.
Sin embargo, con las constantes crisis económicas que azotaron al país se inició un perio­
do de decadencia agrícola. Los campesinos chachahuantecos se incorporaron a un flujo
de migración interna, principalmente masculina, hacia los estados de México e Hidalgo,
empleándose como dependientes o ayudantes en “puestos” de mercados y tianguis am-
bulantes. Cabe señalar que la migración interna en Chachahuantla, en las últimas dos
décadas, dejó de ser exclusivamente masculina, a ésta se incorporó la familia nuclear,

43 En 2003 se creó la Comisión para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI) que sustituyó al INI, con el objetivo de mejorar las prácticas
estatales hacia la población indígena y dar solución a los problemas que la abolida institución no había resuelto mediante el incremento del
presupuesto anual. (consulta en línea http://www.cdi.gob.mx).
44 Chachahuantla, por sus vocablos en náhuatl, significa lugar donde suena el agua. Es una Junta Auxiliar de 1,140 habitantes, pertenecien­
te al municipio de Naupan, situada a 1,760 m. sobre el nivel del mar, entre la cadena montañosa que compone el extremo oriente de la
Sierra Norte de Puebla colindante con el estado de Hidalgo (Censo de Población y Vivienda, INEGI 2010).
45 Información obtenida en trabajo de campo.

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lo que causó que dejara de ser una migración temporal y se convirtiera en permanente. Quienes no
se incorporaron al flujo migratorio, como es el caso de las mujeres solteras o viudas, la agricultura no
representa una opción laboral, la mayor parte de ellas se dedica al bordado a máquina de blusas tra­
dicionales.
El trabajo artesanal en Chachahuantla en la hegemonía expansiva formó parte de la organización social
de los grupos domésticos de la localidad como una actividad complementaria a la actividad agrícola.
Estas unidades familiares denominadas “unidad campesino-artesanas” (Cook y Binford 1995) previo a
la década de los noventa, predominaban en la población. Se caracterizaban por tener una clara división
sexual del trabajo, los hombres se dedicaban a la agricultura y las mujeres a la producción artesanal.
La producción artesanal consistió en la elaboración de “ropa tradicional” de hombres y mujeres para
uso personal y para comercializar en pequeñas cantidades en las localidades vecinas o en los tianguis
de la región. Esta producción incluyó la elaboración de camisas, calzones de manta y cotones de lana
tejidos en telar de cintura, para los hombres; ropa que hacía la década de los setenta empezó a ser
sustituida por la “ropa de la ciudad”. Para las mujeres, fue la hechura de naguas en telar de cintura y
blusas bordadas a mano en la parte frontal y trasera; a las que posteriormente se le incorporaron bor-
dados a máquina con hilo de algodón rojo en los contornos de hombros, brazos y pecho.
El deterioro del trabajo agrícola y el incremento de la migración masculina provocó una recomposición
de la fuerza de trabajo del grupo doméstico que llevó al desvanecimiento de las unidades campesi-
no-artesanas. En su lugar emergieron unidades de artesanas dando pauta a que el trabajo artesanal
dejara de ser complementario a la agricultura y se convirtiera en la actividad económica predominan­
te. Esta actividad se concentró en el bordado a máquina de blusas “tradicionales” y actualmente es la
principal fuente de empleo para las mujeres de Chachahuantla.

Hegemonía selectiva y la emergencia del grupo de artesanas


Sihua Tlazoncame Tlaiquitinime.
Posterior a los años setenta y hasta la fecha, en México, igual que en el resto del mun-
do, se llevaron a cabo una serie de reformas estructurales de corte neoliberal (Harvey
2004, 2007; Trejo y Andrade 2013) que de acuerdo a Smith, dieron pauta a la creación del
proyecto hegemónico selectivo. El paso a este proyecto significó el aseguramiento de
las condiciones ideológicas y jurídicas dentro del Estado-nación para que el desarrollo
del capital financiero se convirtiera en dominante y abarcara los espacios de la vida do­
méstica. Esto implicó un cambio en cómo las personas se incorporan a la sociedad en
determinado tiempo y lugar; cambios que se caracterizaron por tender hacia un proceso
de flexibilización en los ámbitos de producción, los servicios y el comercio, creando así,
inseguridad y precariedad en la vida de las personas. De esta forma, ciertos sectores de
la población se convirtieron en excedentes para el capital financiero y le otorgaron cierta
seguridad al diversificar las diferencias geográfica, económica, cultural, étnica, ocupacio­
nalmente y posteriormente diferenciarlos por el acceso a los derechos sociales como
educación, salud y vivienda (Smith 2011: 26).
La hegemonía selectiva desarticula cada parte de la vida de las personas y las integra a
políticas multiculturales que no tienen que ver con las políticas de ciudadanía y de dere-
chos que se buscaron en el contexto de la hegemonía expansiva. La política multicultural
trata de reivindicar la diferencia de aquellas minorías que históricamente han sido mar-
ginadas, como son los migrantes, los indígenas y las mujeres (Fraser 1997; Hale 2007;
Vázquez 2010; Žižek 1998) a partir del reconocimiento de la identidad y el respeto de las
diferencias culturales; y, de modificar instituciones y leyes para que la sociedad sea más
flexible a las diferencias culturales (Kymlicka 1996: 25–26).

C ienc a, Revista Regional de Divulgación Científica y Tecnológica. / 49


i
En México, las políticas dirigidas a la población indígena en la
hegemonía selectiva tuvieron una ruptura teórica y prácti­
ca con el indigenismo de las décadas anteriores. En su
lugar, se abrieron nuevos espacios políticos donde se
desarrollaron modelos de autogestión, corresponsabi­
lidad y participación política de los indígenas con la fi-
nalidad de cuestionar las políticas integracionistas y de
asimilación. A la par, se promovió la diversidad cultu­
ral para crear proyectos de desarrollo orientados a la
promoción de sus culturas (Báez 2011: 32; Oehmichen
2003: 76).
En el sector artesanal, las políticas selectivas impulsaron
capacitaciones y financiamientos económicos para crear
mercancías más atractivas al consumidor y que se adapten a
estándares estéticos globales. Se generaron condiciones para
que el sector artesanal tomara los matices de empresa y logrará
ser una fuente de empleo constante y rentable para los productores. En
este contexto, la interacción con el Estado dejó de ser paternalista y proveedora,
en su lugar, se impulsaron las habilidades de emprendimiento de los artesanos y se dio paso a que
sectores de la sociedad civil se conviertan en los intermediaros entre el mercado y los artesanos. Por
otra parte, se desarrolló un discurso moral de pago y comercio justo por el trabajo de las artesanas,
el cual se puede apreciar en la introducción de este artículo, que incorporó aspectos considerados
inconmensurables como es el valor cultural de los objetos y el conocimiento de los productores. En
este sentido, la producción de artesanías en la hegemonía selectiva se convirtió en una puerta para
los productores para acceder al campo hegemónico, a partir de diferenciarse como indígenas, como
artesanas y como mujeres.

En Chachahuantla, la hegemonía selectiva se hizo evidente con la intervención del INI en


el sector artesanal a través del programa de Fondos Regionales de Solidaridad (FRS) a
mediados de 1998. Este programa intentó disciplinar la fuerza de trabajo de la localidad
mediante una serie de capacitaciones que abarcaban destrezas manuales como corte y
confección; y, la adscripción de las bordadoras como artesanas. El objetivo era que las
bordadoras crearan un proyecto productivo que a la postre se convirtiera en una empre-
sa artesanal.
Sin embargo, ante la falta de seguimiento del INI y la falta de interés de las mujeres,
quienes no se sintieron interpeladas por el discurso artesanal y de negocio propio, el
proyecto fracaso. En un segundo intento, los técnicos del INI conformaron el grupo de
artesanas Sihua Tlazoncame Tlaiquitinime bajo los lineamientos del programa de FRS.
Desde su surgimiento el grupo participó en innumerables capacitaciones y en exposicio­
nes artesanales a nivel estatal, nacional e internacional, lo que permitió que el grupo se
convirtiera en una instancia de gestión permanente con las dependencias gubernamenta­
les por sus componentes étnicos y de género.
La incorporación de las bordadoras a los programas gubernamentales implicó un proce-
so de diferenciación con respecto de las mujeres que no participaron en el grupo, porque
las primeras se convirtieron en sujetos políticos al interactuar con instituciones guberna-
mentales por su adscripción como “artesanas” y no como ciudadanas. Por otra parte,
las dependencias gubernamentales fueron una pieza clave para el desarrollo del grupo
durante los primeros años por las capacitaciones y la creación de espacios de comerciali­
zación. Sin embargo, su participación ha disminuido de forma gradual en los últimos sie­
te años, hasta convertirse en algo marginal. Hecho que ha repercutido en el trabajo de
las artesanas, pues aún con los logros obtenidos dependen de la gestión estatal para
asegurar su sobrevivencia como grupo.

50 / Cienc a, Revista Regional de Divulgación Científica y Tecnológica.


i
Frente a esta problemática, en años recientes emergieron sectores de la sociedad civil interesados en
la promoción artesanal. Tal es el caso de “La Red”, una asociación civil interesada en producir artesa­
nías de alta calidad; con patrones y diseños específicos; que se adapten a tendencias de moda, tallas,
combinación de colores; y que promueve el pago justo a las artesanas. Con la intención de entender
este proceso, en el siguiente apartado abordo la elaboración de los cojines relatados en la introduc-
ción de este artículo; prestando atención a las estrategias de las artesanas para realizar su trabajo y a
las relaciones sociales de producción generadas entre La Red y las artesanas que quedan desdibujadas
en la tienda de arte popular.

El trabajo con la Red y “los cojines del comercio justo”


La Red es una asociación civil que trabaja con grupos artesanales de diferentes estados del país, su
principal objetivo es generar espacios de comercialización y otorgar capacitaciones. Dicha asociación
brinda a los artesanos un “acompañamiento integral” que consiste en la vinculación con otras organi­
zaciones de la sociedad civil; en el reconocimiento institucional a medianos o pequeños grupos de
artesanos; en la integración a cadenas de comercio justo; y en la dotación de un sistema comercial,
administrativo y contable que permite a las artesanas aprender lo que es justo para ellas y justo para
los clientes. En palabras de los integrantes de la Red, su trabajo es “ser un puente entre el mercado y
las artesanas y entender el lenguaje de ambos”46.

Sihua Tlazoncame Tlaiquitinime desde hace siete años inició una relación laboral con
La Red. Pero, el esquema de trabajo es distinto al experimentado con dependencias de
gobierno. La producción artesanal impulsada por la asociación se desarrolla a partir de
la viabilidad comercial, de una revisión de calidad y de una desarticulación del proceso
productivo. Estos aspectos permiten a La Red vender a un precio justo y no caer en “el
regateo” ya que quien compra las artesanías “está pagando por un trabajo, no están re­
galando [dinero], ni hacen un favor”.
Sin embargo, el argumento de La Red sobre el trabajo artesanal cuando se incorpora en
la vida cotidiana de las artesanas toma dimensiones muy alejadas de relaciones de traba-
jo justas y se acerca más a relaciones de explotación laboral. Tal es el caso de los cojines
relatados al inicio del documento, los cuales fueron sufragados, diseñados y comerciali­
zados por La Red. El trabajo de las artesanas fue maquilar los bordados de los cojines en
un esquema de trabajo similar al de la maquila a domicilio, conocido como putting out
system o trabajo por encargo (Flores 2010). El trabajo por encargo que realizan las arte-
sanas si bien es distinto en escala de producción con respecto a una fábrica, es similar en
cuanto a la forma de explotación de la mano de obras porque las artesanas están al mar-
gen de los beneficios económicos logrados con la venta de la mercancía (Cook y Binford
1995: 55); como se verá más adelante.
En los primeros días de mi trabajo de campo Alejandra, la encargada del grupo, viajó a las
oficinas de La Red ubicadas en el centro de la ciudad de Puebla para que le entregaran
el nuevo modelo de cojines para bordar. De acuerdo con Alejandra, el día que estuvo en
las oficinas de La Red le explicaron cómo debían hacer el trabajo, cortó la tela para los
cojines en las medidas solicitadas y armó un paquete para cada artesana que contenía las
instrucciones para hacer el bordado, la tela y el hilo a utilizar.

46 Entrevista hecha con los colaboradores de la Red el 28 de abril del 2014.

C ienc a, Revista Regional de Divulgación Científica y Tecnológica. / 51


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Al día siguiente de su regreso a Chachahuantla, después de preparar el desayuno e ir a dejar a sus hijos
a la escuela, fue a ver a sus compañeras casa por casa para avisarles del nuevo trabajo y preguntar­
les si tenían tiempo para hacerlo en un par de días, porque La Red los necesitaba inmediatamente.
Algunas compañeras aceptaron y otras no, la justificación de las últimas fue que tenían trabajo con el
bordado de blusas y era muy poco el tiempo para hacer los cojines. Ante la negativa de algunas de sus
compañeras, Alejandra buscó ayuda de familiares cercanas o conocidas para que pudiera terminar el
trabajo y no quedar mal con el encargo de La Red.
Cuando le pregunté a Alejandra por qué sus compañeras no querían hacer los cojines, me respondió
entre molesta y preocupada que no sabía, pero normalmente le hacían lo mismo y no las entendía,
“porque siempre se quejan de que no hay trabajo y cuando llega el de La Red no les gusta hacerlo”.
En los días posteriores visité a las artesanas que se habían negado a hacer el trabajo para indagar sus
razones. Las respuestas pueden resumirse en una: “son muy exigentes y pagan poco”. Les pedí que
me explicaran un poco más a que se referían, la siguiente es la respuesta de una de ellas:
A mí no me gusta trabajar con La Red porque son muy exigentes. Si no haces el trabajo como ellos lo
piden te lo regresan y lo tienes que volver hacer, y ese trabajo no te lo pagan. Por ejemplo, los cojines.
Si les cambio el color del hilo, o si me quedan bolsudos, o el bordado no está derecho y en el centro,
tengo que volverlos hacer y a mí me siguen pagando los mismos $30 por pieza. Porque no creas que
nos pagan mucho, imagínate si viviera del trabajo de La Red me muero de hambre, ni para el cuartillo
de maíz me alcanzaría (Guadalupe, 50 años, agosto del 2014).
El testimonio de Guadalupe, por una parte, refleja el descontento generado por el disciplinamiento del
trabajo que lleva a cabo La Red con las artesanas. El cual inició con el INI al conformarlas como grupo y
capacitarlas para ajustarse a tiempos de entrega, a la creación de nuevas mercancías y a la mejora en la
calidad de sus textiles. Pero se ha exacerbado con la intervención de la sociedad civil, porque como lo
sugieren ellos, ser rigurosos con la calidad se debe a su intención de convertir a las empresas sociales
en empresas “porque la mayoría son grupo y de ahí falta capacitación en tiempos de calidad, medida,
diseños, etcétera. Es ahí donde entra el trabajo de La Red de asesorar el trabajo artesanal.”47

Pese a su descontento por el disciplinamiento, las artesanas continúan trabajando con


La Red, cuando les pregunté ¿por qué? ellas respondieron que “no sabían, a ellas sólo les
dan el trabajo y lo hacen cuando pueden”. Otras integrantes me explicaron que recien­
temente “eran los únicos que les daban trabajo, porque las otras dependencias ya las
habían cerrado” y alguien más culpó a la encargada de no “moverse” para conseguir
mejores clientes. No obstante, considero que el trasfondo de su relación con La Red está
directamente ligada al proceso de la hegemonía selectiva, el cual ha acotado los már-
genes de acción del grupo de artesanas reduciendo las opciones de trabajo y de merca­
do, al mismo tiempo de hacerlas más dependientes de la producción artesanal por ser su
principal fuente de ingresos.
Aunado a esto, la forma de trabajo de La Red es a destajo, es decir, las artesanas no ha-
cen piezas completas sólo una parte de ellas. En el caso de los cojines, ellas dibujaron y
bordaron la figura del cojín, el armado y relleno de la pieza lo hizo un sastre. La justifica­
ción de La Red fue que el cojín debe quedar perfectamente alineado y a las artesanas
“les queda chueco”. En consecuencia, el pago por el trabajo no es por la elaboración de
un cojín, sino por el bordado y el dibujo. A cada artesana le pagaron entre 30 y 60 pesos,
dependiendo del tamaño del bordado y cada una elaboró un promedio de 3 piezas en 4
días. Estos pagos, pese a ser mayores al pago promedio, continúan siendo paupérrimos
e insuficientes para alcanzar niveles de reproducción básicos; a lo que hay que sumar, la
frecuencia con las que son contratadas las artesanas, la cual varía dependiendo de los
pedidos que tenga La Red.

47 Entrevista hecha con los colaboradores de la Red el 28 de abril del 2014.

52 / C ienc a, Revista Regional de Divulgación Científica y Tecnológica.


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Las condiciones de trabajo flexibles de La Red han exacerbado que las artesanas en su vida cotidiana
se reproduzcan en condiciones de precariedad moviéndose constantemente entre el trabajo y el de-
sempleo, al margen de un mercado voluble. En este sentido, las artesanas se incorporaron a un proce-
so de proletarización donde dependen de la venta de su fuerza de trabajo para tener un ingreso que
teóricamente les permita alcanzar niveles de reproducción básica.
La proletarización del grupo de artesanas, siguiendo a Churchill es más complejo que el despojo de sus
medios de producción. Éste se ha gestado como un proceso de “clasificación” entre las integrantes
del grupo y las bordadoras que están al margen; moldeando la interacción social entre las mujeres de
la localidad y entre los sujetos externos a ésta. Así, las artesanas forman parte de un campo de fuerza
donde las redes y relaciones de poder son más amplias a la estructura de relaciones sociales de su lu­
gar de origen y con las que se demarcan posiciones sociales jerarquizadas (Churchill 2004; Roseberry
1998). Al incorporarse a las filas del mercado de trabajo las artesanas compiten con otras mujeres ar­
tesanas indígenas que conforman la población excedente, por lo tanto a la subordinación directa de
género y etnica se sumó la de clase.
Por otra parte, el discurso del comercio y pago justo que cobija a La Red se soporta bajo relaciones de
confianza entre el productor y el consumidor, ya que, el consumidor al adquirir estas mercancías cree
que está apoyando procesos de desarrollo social en los lugares donde son producidas. Sin embargo,
como se ha documentado, antes de ser un espacio de equidad, la producción de mercancías étnicas ha
gestado relaciones jerárquicas que desdibujan las causas de la desigualdad estructural al despolitizar
las relaciones de producción existentes detrás de cada producto artesanal y buscar la justicia social en
relaciones de mercado.
Finalmente, La Red en la hegemonía selectiva se ha posicionado como el nuevo intermediario en el
sector artesanal desplazando a las dependencias gubernamentales, gracias a su mayor capacidad eco­
nómica para asumir riesgos de inversión y de creación de nuevos productos. No obstante, su interven­
ción y el esquema de trabajo a destajo forma parte de la “gestión étnica” (Vázquez 2010) que caracte­
riza los sectores de la sociedad civil, los cuales obtienen beneficios económicos y políticos a partir de
comercializar la imagen étnica de los grupos artesanales con los que trabajan.

A modo de cierre
En este artículo, mi interés fue analizar las condiciones hegemónicas que hicieron que el
grupo de artesanas se insertara en relaciones de trabajo proletarizadas y a destajo, en las
que, además de tener que exacerbar su condición de género y etnia quedaron inmersas
en relaciones de clase. Para esto analice el tránsito de la hegemonía expansiva a la selec-
tiva en el contexto nacional y local, así como sus repercusiones en el trabajo artesanal; el
cual, ante las constantes crisis agrícolas y los procesos de migración, para el caso chacha-
huanteco, dejo de ser una actividad complementaria y se convirtió en la principal fuente
de ingresos de los grupos domésticos.
Por otra parte, apuntalé que la transición de un proyecto hegemónico expansivo a uno
selectivo, además de reducir las fuentes de ingreso como eran el trabajo agrícola o el tra-
bajo asalariado, sentó las condiciones para las artesanas se convirtieran en maquilado­ras
de textiles artesanales haciéndolas cada vez más dependientes de la oferta y la deman­da
del mercado. Sin que esta actividad les permita contrarrestar las condiciones de desigual-
dad en las que viven cotidianamente.
Partiendo de esto, no es fortuito que en años recientes la valoración cultural de las expre­
siones indígenas sean tan exitosas en el mercado de lo étnico. Sin embargo, en estos
mercados las artesanas, indígenas y mujeres son exaltadas y revalorizadas como “otras”
pero negadas como “iguales” en cuanto a derechos sociales, laborales, de salud y educa­
ción, respecto de aquellos que, paradójicamente, pretenden reivindicarlos, llámense ins­
tituciones gubernamentales o civiles.

C ienc a, Revista Regional de Divulgación Científica y Tecnológica. / 53


i
El
apartheid

De historias de “éxito”
y desposesión en
Ciudad Juárez
José Erik Rojas Torres
erikrojas@outlook.com

En este artículo abordaré algunos aspectos importantes instalación de una novedosa industria manufactu­
para comprender la configuración de Juárez en una ciu­ rera, logran explicar la historia particular del ca­
dad maquiladora y cómo esto ha marcado las experien- pitalismo fronterizo; esta es la historia de Juárez
cias de clase de sus habitantes. Para esto, analizaré la como una ciudad maquiladora cuyas condiciones
historia de la familia Bermúdez y su confluencia con la económicas, políticas y sociales han provocado ex-
historia de Ciudad Juárez, indagando cómo el capital periencias culturales que se han configurado con
acumulado en la siembra de algodón y el tráfico de alco­ particulares formas de violencia a lo largo de varias
hol fue invertido en las maquiladoras, acontecimiento décadas.
que marcó la vida de esta ciudad hasta el presente.
De la siembra de algodón y el tráfico de alcohol
Introducción a las maquiladoras
Hay una irónica similitud entre el sobrenombre utilizado La historia de la riqueza de la familia Bermúdez se
en un artículo publicado por la revista Bloomberg Busi- vincula estrechamente con algunos de los perio­dos
nessweek para hablar sobre el magnate de la industria históricos de esta ciudad fronteriza. Así, la riqueza
maquiladora de Ciudad Juárez y el sobrenombre utiliza- de este “Padrino” y su familia se basó a partir del
do por el escritor Mario Puzo en su novela El Padrino. siglo XX en dos importantes negocios: la siembra
En “The Godfather of Mexican Manufacturing Couldn’t de algodón y el tráfico de alcohol hacia el lado
Care Less About Donal Trump” escrito por Lauren Etter estadounidense (Etter 2017). El primero, requi­
en el año 2017, Jaime Bermúdez Cuarón alias “El Padri- rió de grandes extensiones de tierra y enormes
no”, es descrito no sólo como un visionario de su tiempo can­tidades de agua que sólo fueron posibles por
sino también como la encarnación de la globalización y la acumulación por desposesión; es decir, de una
la industria maquiladora de esta ciudad fronteriza del “transformación del trabajo, la tierra y el dinero en
norte de México. “El Padrino” y su familia, en similitud a mercancías [que] se logró mediante la violencia,
la historia de Puzo, organizaron a lo largo de varias gen- el engaño, el robo, el fraude y actividades pareci­
eraciones un prominente negocio basado en el acapara­ das.” (Harvey 2014: 69), un proceso de despojo
miento de tierras, el contrabando de mercancías ilegales que sigue activo hasta el presente48. El segundo
y posteriormente negocios legales que cambiaron la negocio inició junto con la Prohibición de alcohol
historia de una ciudad. Sin embargo, en la trayectoria en el lado norteamericano durante la década de
de Bermúdez y su familia la condición de Juárez como los veinte, lo que provocó que este producto fue­
ciudad fronteriza y sus contactos con EUA, además de la ra contrabandeado desde lugares en la frontera

48 https://www.proceso.com.mx/135914/al-liquidarse-pronaf-emergen-raros-negocios-con-predios-federales [Fecha de consulta:


01/04/2018].

54 / Cienc a, Revista Regional de Divulgación Científica y Tecnológica.


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como Juárez. Aprovechando la situación, la familia bien la guerra culminó en 1945, en 1947 los norteamerica­
Bermúdez formó una sociedad comercial con una nos iniciaron el Plan Marshall un megaproyecto para la
empresa de Kentucky llamada Waterfill & Frazier reconstrucción de Europa y Japón que incluyó préstamos
junto con la cual lograron instalar una destiladora millonarios que debían ser utilizados exclusivamente en
en Ciudad Juárez que produjo una bebida llamada mercancías estadounidenses (Hobsbawm, 2014: 244). En
“Juárez Whiskey Straight American” que logró am- este plan, el Programa Bracero contribuyó principalmen­
plia aceptación en el lado estadunidense. Si bien la te con mano de obra barata para la agroindustria de
producción de whisky abastecía al mercado mexi­ E.U.A. Así, mientras los trabajadores mexicanos trabaja­
cano, evidentemente su principal negocio fue el ban en los campos agrícolas, los obreros norteamerica-
contrabando de alcohol a Estados Unidos (Etter nos producían industrialmente diversas mercancías para
2017). Este capital, amasado de formas ilegales, po­ la reconstrucción de Europa y Japón (Hobsbawm 2014:
sibilitó su posterior incursión en un nuevo negocio 278). El desarrollo económico de los Estados Unidos utili­
que cambió drásticamente la vida en esta ciudad zó la superexplotación de la fuerza de trabajo mexicana
fronteriza. (Marini 1982) para incrementar un capital que le serviría
Esta trayectoria capitalista de la familia Bermúdez en años posteriores. Esta mayor explotación de la fuerza
tiene que ver, a su vez, con la historia política de física del trabajador con una remuneración por debajo
México. Primeramente porque luego del ingreso de su valor real (Marini 1982: 92-93) ejemplifica diversas
de los Estados Unidos de América a la Segunda experiencias de estos trabajadores “braceros”49.
Guerra Mundial (1939-1945), México negoció y es- Para la década de los sesenta, el Programa Bracero con-
tableció un acuerdo comercial para proporcionar tinúo siendo atractivo para sujetos del sur de Méxi­co que
fuerza de trabajo barata, principalmente para la esperaban trabajar del lado estadounidense. A conse­
agroindustria norteamericana (Lugo 2008: 57). cuencia, los flujos migratorios hacia ciudades fronteri­zas
Así, se estableció entre México y Estados Unidos incrementaron la población residente en estos lu­gares
de América el Primer Acuerdo Internacional de Tra- debido a que quienes no lograban ser reclutados en este
bajadores Migratorios, mejor conocido como Pro- programa se establecían en ciudades como Tijuana o
grama Bracero. Ciudad Juárez, dada su posición Juárez. Posteriormente, ante el amenazante fin del Pro-
fronteriza, se convirtió en uno de los varios centros grama Bracero el gobierno mexicano ideó un plan de in­
de reclutamiento que aglomeraron a miles de hom- dustrialización en la frontera para contener tanto a los
bres en espera de cruzar la frontera. Se estima que braceros que regresaban de E.U.A., como a los mi­grantes
aproximadamente cuatro millones de trabaja­dores provenientes del sur. En este antecedente podemos
mexicanos fueron contratados para trabajar en el comprender que desde su origen la industrializa­ción de
lado norteamericano durante la vigencia de este la frontera tuvo como objetivo la contención de la fuerza
programa (1942-1964) (García 1981: 1215). El Progra- de trabajo, tanto aquella que fue utilizada por el Progra-
ma Bracero impulsó la economía norteame­ricana ma Bracero como de aquella que no era contra­tada.
durante la guerra y si bien el salario fue atractivo Es así que en el año de 1961 el Programa Nacional Fronte­
para los trabajadores mexicanos, es impor­tante rizo (PRONAF), encabezado por Antonio Bermúdez,
recordar que Estados Unidos aprovecho una su- marcó el comienzo de una reconfiguración de Ciudad
perpoblación relativa (Roseberry 1997) que se Juárez y de varios puntos en la frontera México-Estados
encontraba disponible del lado mexicano y que Unidos. Este plan tuvo como objetivo modernizar las
paulatinamente fue desechada y reemplazada. A ciudades fronterizas a través de la construcción de cru-
pesar de esto, trabajar en los campos agrícolas de ces fronterizos, carreteras, avenidas, puentes, centros
Estados Unidos se convirtió en un atractivo para la comerciales, entre otros, buscando mejorar la relación
mano de obra mexicana lo que incrementó los flu- eco­nómica, social y política con las ciudades del sur de
jos migratorios hacia esta frontera. Estados Unidos.
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, momento El Presidente de la República [Adolfo López Mateos
en el que los Estados Unidos se habían posicionado <1958-1964>] me encargó a mí el desarrollo de toda la
como una potencia mundial, los trabajadores mexi­ frontera. Y lo primero que hice (...) fue buscar un nom-
canos siguieron como empleados de las empresas bre, y el nombre que yo le puse fue Programa Nacional
estadounidenses durante casi dos décadas más. Si Fronterizo (...) fue un cambio de la frontera en todos sen-

49 Un ejemplo de estas experiencias puede consultarse en las entrevistas del archivo digital del “Bracero Oral History Project” de la Uni­
versity of Texas at El Paso. https://digitalcommons.utep.edu/bracero/ [Fecha de consulta: 01/04/2018].

C ienc a, Revista Regional de Divulgación Científica y Tecnológica. / 55


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tidos: en el sentido económico, en el sentido moral, en Así con la dirección de Antonio Bermúdez en el Pro-
el sentido cultural, en el sentido urbanístico. El PRONAF grama Nacio­nal Fronterizo se creó el primer par-
es la parte más moderna de Cd. Juárez, y la mejor. (…) que industrial de Ciudad Juárez, que actualmente
No se puede decir que el lado americano sea superior al lleva su nombre. Posteriormente, su sobrino Jaime
lado mexicano, y antes era un verdadero desastre. Era Bermúdez fue uno de los empresarios que impulsó
una cosa penosa la forma como estaba la parte pegada la instala­ción de empresas manufactureras en esta
al lado americano (…) El contraste era una paradoja te­ frontera. La posición privilegiada de la familia Ber-
rrible, un contraste, pues, muy inconveniente…” [Entre- múdez les permitió ingresar y acaparar este negocio
vista realizada por Oscar Martínez a Antonio Bermúdez que actualmente dominan y dirigen. Ahora bien, a
el 21 de junio de 1974]50. partir del siglo XX lo que para la familia Bermúdez se
Fue así que el Programa Nacional Fronterizo “produjo transformó en acumulación de capital, para Ciudad
una inversión masiva en Juárez: los desarrolladores usa­ Juárez el éxito de estos negocios marcó no sólo su
ron fondos del gobierno para construir centros comer- configuración histórica sino que caracterizó las ex­
ciales y un centro de convenciones, y salpicaron la ciu- periencias de clase (Crehan 2004) de sus habitan­tes.
dad con atracciones turísticas, incluyendo un museo de
arte y hoteles de lujo” (Etter 2017). Estas millonarias in­ Ciclos económicos, maquilas y el apartheid
versiones realizadas por el PRONAF en ciudades como maquilador
Juárez, ayudaron al desarrollo económico, político y so­ Como he explicado anteriormente, los cambios en
cial de la franja fronteriza. Es interesante destacar que las actividades económicas de Juárez están estre-
si bien el objetivo planteado por Antonio Bermúdez lo­ chamente vinculados a las ganancias económicas
gró desarrollar económicamente la frontera, al mismo de la familia Bermúdez, tanto provenientes del cul-
tiempo su familia se vio beneficiada por este desarrollo, tivo de algodón y su aprovechamiento, como de la
debido a que las ganancias provenientes del tráfico de venta y tráfico de whisky. Esta historia económica
alcohol y de la agroindustria se integraron a este plan se vincula e influye directamente en el desarrollo
para industrializar la frontera. A consecuencia, la fami­ de la historia de Juárez y de sus habitantes (Martí­
lia Bermúdez fue una de las principales beneficiadas con nez 1982). Sin embargo, la transformación que
estas inversiones. El ahora “Padrino de las maquilas” cambió radicalmente la vida en la frontera es la que
Jaime Bermúdez, comenzó en este periodo la construc- fue creada e implementada por Antonio Bermúdez
ción de su emporio maquilador cuyas ganancias provie- e impulsada por un grupo de empresarios, dirigido
nen principalmente de la renta tanto de terrenos que an- por su sobrino
teriormente fueron campos algodoneros como de naves [Jaime] Bermúdez quien consiguió su primer clien­
industriales, así también de la construcción de las insta- te en 1967: Acapulco Fashions, una pequeña com-
laciones industriales necesarias para las maquiladoras, pañía que fabricaba ropa interior para mujeres.
es decir, la construcción de maquiladoras. “El padrino de Entonces apareció un objetivo mucho más grande:
las maquilas” había nacido. RCA Corp., en ese momento el mayor fabricante
Debido a este proceso, la vida de Ciudad Juárez cam- mundial de televisores en color. (…) El 26 de no­
bió radicalmente a partir de la modernización fronter- viembre de 1968, Bermúdez se paró en su campo
iza a través del PRONAF y a través del Programa de de algodón, con cámaras de noticias y funcionarios
Industriali­zación de la Frontera (Fernández-Kelly 1983) de la ciudad presentes, y colocó un ladrillo grabado
que inició entre los años 1965-1966. Ambos programas con su nombre sobre una base recién colocada que
fueron un esfuerzo para incentivar las inversiones de la se convertiría en una planta de 115,000 pies cuadra­
industria manufacturera de exportación, objetivo que dos ensamblando piezas de televisión. Fue la pri-
fue realizado a través de estímulos en leyes arancelari- mera maquiladora a gran escala en Juárez. (Etter,
as e incenti­vos fiscales, lo que provocó un crecimiento 2017).
impresionante de esta industria en ambos lados de la La instalación de la maquiladora Acapulco Fashion y
frontera (Fernández-Kelly 1983: 25). En cierto sentido, posteriormente de la Radio Corporation of America
el primero tuvo como objetivo primordial la modern- (RCA) y la acumulación de capital provenientes de
ización de las ciudades fronterizas y el segundo planeó distintos negocios legales e ilegales de El Padrino
la instalación de la industria del sector manufacturero. de la maquila, son parte de una misma historia. Esta

50 https://digitalcommons.utep.edu/interviews/161/ [Fecha de consulta: 01/04/2018].

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instalación de este tipo de industrias en el norte de Mé­
xico se debe a su lejanía del resto del país, su cerca­nía
con E.U.A., exención de impuestos, ventajas en comu-
nicación, bajo costo de transportación, parques indus-
triales, financiamiento local, insumos baratos, salarios
administrativos bajos, alta productividad, mínimo adies­
tramiento requerido para la actividad productiva de los
trabajadores, facilidades aduanales, falta de vigilancia
sobre las regulaciones de condiciones de trabajo y con-
taminación, facilidad para no respetar la Ley Federal del
Trabajo, control laboral y la debilidad o inexistencia de
sindicatos (Iglesias 1985: 23). Y evidentemente, no se
debe olvidar que este proyecto de industrialización de
la frontera fue financiado y organizado por el gobierno
mexicano e impulsado por algunos capitalistas dirigidos
marca el inicio de una transformación económica por el llamado Padrino de las maquiladoras. El éxito eco­
de larga duración y duras consecuencias en la fron- nómico que benefició los capitalistas nacionales y ex-
tera. A partir de este punto, Juárez dejó de ser La tranjeros se basa en la labor de las clases trabajadoras
Ciudad Perversa, La Ciudad del Pecado, Babilonia del sector manufacturero.
la Pocha, La Ciudad Ramera, La Ciudad Negra de Estos procesos laborales pueden enmarcarse en tres
México, El Pantano de la Inmoralidad, Gomorra, La manufactureros que ayudan a explicar las transformacio­
Nueva Sodoma, El Centro del Vicio, El Centro de la nes de la historia de las clases subalternas que como in­di­
Corrupción o El Centro de la Prostitución (García ca Gramsci, es disgregada y episódica (Gramsci 2000: [Q
2010: 30; Martínez 1982: 142). Progresivamente se 23, § <14>]: 27). Así, de acuerdo a De la O (2013), los per-
convirtió en una ciudad que “vive de y para la ma­ files de la mano de obra empleada se han transforma­do
quila”51, un enclave maquilador entre montañas durante esos tres periodos: a) en el primero se contrata
agrestes, las llanuras del Desierto de Chihuahua y principalmente a mujeres como mano de obra barata
el muro fronterizo que colinda con El Paso, Texas. hasta la década de los ochenta, b) en el segundo perio­do
Así, los abundantes hoteles, cantinas, burdeles, que abarca la década de los noventa, es contrata predo­
restaurantes y otros establecimientos de servicios minantemente mano de obra masculina y c) a inicios del
fueron sustituidos progresivamente por la indus- nuevo siglo, es un tipo de contratación similar en ambos
tria de la maquila. Juárez, pasó de ser una ciudad sexos (De la O 2013: 34). Por otro lado, para Morales
de servicios a una organizada en función de los (2000) en México se pueden identificar tres periodos
requerimientos de las empresas manufactureras. que obedecen al tipo de industria maquiladora: a) el pri­
A partir de este momento la fuerza de trabajo fue mer periodo de 1965 a 1983, caracterizado por un creci-
reclutada por criterios como el género o la edad miento inestable, una baja capitalización, el predominio
(Iglesias 1985: 15). De modo contrario a lo espera­ de la industria textil y una fuerza de trabajo predomi­
do, esta industria no contrató a la fuerza de traba­ nantemente femenina; b) el segundo periodo de 1983
jo masculina integrada por ex trabajadores del a 1992 se caracteriza por el arribo sostenido de nuevas
Programa Bracero y trabajadores del sur del país: se empresas maquiladoras en los ramos de construcción,
reclutó principalmente a una fuerza de trabajo feme­ reconstrucción y ensamble de equipo de transporte y
nina (Iglesias 1985: 22) que disciplinadamente contri­ sus accesorios, lo que provoca un incremento en la canti­
buyó a la instalación de muchas más maquilas. dad de fuerza de trabajo. Según esta autora, el 30% de
Estos cambios marcaron no sólo a Ciudad Juárez, los puestos de trabajo en México durante la década de
sino al mismo tiempo estas condiciones fueron ac- los ochenta son generados por maquiladoras del sector
tivamente vividas y experimentadas por la fuerza au­tomotriz y por maquiladoras de materiales y acceso­
de trabajo asentada en las más importantes ciuda­ rios, eléctricos y electrónicos, la cuales crean el 24.5% de
des de la frontera. Siguiendo a Iglesias (1985), la puestos de trabajo. Morales señala la importancia de la

52 Para Morales este periodo inicia en el año de 1993 y se desarrolla por lo menos hasta el año 2000 cuando se publica este trabajo de la
autora.

C ienc a, Revista Regional de Divulgación Científica y Tecnológica. / 57


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instalación de grandes empresas transnacionales de au­ mundo que basaban su desarrollo en un modelo
topartes y ensamble de automóviles, y la relevancia de de exporta­ción –como el sector manufacturero en
los cambios tecnológicos que acompañan a estas em- México– se contrajeron de forma alarmante “se
presas. Finalmente esta autora propone c) un tercer pe­ tra­taba, sin duda, de la madre de todas las crisis”
riodo que inicia 1993 que yo propongo extender hasta el (Harvey 2012: 12). En México y particularmente en
año 2006 cuando inicia el periodo presidencial de Felipe ciudades fronterizas como Tijuana o Juárez esta cri-
Calderón quien inicia la guerra contra las drogas. En este sis provocó una disminución en la cantidad de tra-
periodo, nos dice la autora, se mantiene constante la bajadores, situación que se agravó con el inicio de
creación de empleos hasta la entrada en vigor del Trata- la guerra contra el narcotráfico y con la implemen­
do de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en tación de los operativos federales.
1994, tras lo cual se duplica el número de plantas manu­ En este sentido, el cuarto periodo que propongo se
factureras, lo que provoca un aumento considerable- caracteriza por una crisis en la que se conjuntan la
mente el número de puestos de trabajo en este país disminución de trabajadores en las maquiladoras y
(Morales 2000: 28-30). un contexto político que hizo de Juárez una ciudad
Tomando en cuenta las distinciones de estos autores, invadida por fuerzas policiales y militares lo que
propongo un cuarto y quinto periodo específicamente acrecentó el número de homicidios. Es decir, esta
para el caso de Ciudad Juárez que se vinculan tanto a la crisis laboral se intensificó por una combinación de
industria manufacturera como al contexto particular de violencias, una de tipo sistémico-estructural (Žižek
esta ciudad fronteriza. El cuarto periodo (2007-2012), se 2010 y Bourgois 2005, 2010), caracterizada por su
caracteriza por un periodo de crisis que en esta ciudad – invisibilidad y su normalización (que en este caso
tan vinculada a la economía estadounidense a través de fue a través del impacto de la recesión económica,
las empresas manufactureras– causa una considerable lo que afectó gradualmente la dinámica de la indus-
disminución en el empleo de fuerza de trabajo provoca- tria maquiladora) y otra de tipo político (Bourgois
da por la desaceleración económica en Estados Unidos 2010) caracterizada por una evidente intervención
de América (Harvey 2012: 7-10), y por el primer año del del Estado a través de la guerra emprendida en
sexenio presidencial de Felipe Calderón (2006-2012), contra de grupos del crimen organizado. El Cártel
quien emprendió la “guerra contra el narcotráfico” im- de Sinaloa y La Línea (una organización pertene-
plementada en Ciudad Juárez a través de tres operativos ciente al Cartel de Juárez) y algunas células de Los
federales en 2008, 2009 y 2010. Zetas se disputaron el control de Ciudad Juárez no
En este periodo, se agudiza la crisis en la industria maqui­ sólo por su ubicación fronteriza, sino porque a di­
ladora llegando a su punto más crítico en 2009 cuando ferencia de otros cruces, esta ciudad colinda con
se pierden un total de 60,258 empleos53 (INEGI, 2016). A carreteras y autopistas interestatales que permi­
diferencia de los tres periodos anteriores, el cuarto pe­ ten traficar drogas hacia ciudades del centro, este
rio­do se caracteriza no tanto por un nuevo modelo en y oeste de Estados Unidos de América, el más im-
la industria manufacturera, sino por la repercusión de portante mercado de drogas en el mundo.
la vio­lencia provocada por el combate al crimen organi­ Finalmente, el quinto periodo (2013-2016), que tam-
zado, que al mismo tiempo se conjuntó con una crisis bién propongo, se caracteriza primero por una re-
económica. Debe recordarse que históricamente la es- cuperación en el número de trabajadores emplea-
trecha relación de esta ciudad fronteriza la ha hecho dos antes de la crisis del cuarto periodo y por un
dependiente de la economía norteamericana. Parafra- progresivo aumento en el número de éstos. Como
seando a Harvey (2012), esta crisis económica comenzó describe Pablo, un juarense que ha observado la
a propagarse en Estados Unidos a partir de 2006 con transformación de su ciudad, uno de los efectos
desahucios hipotecarios en áreas de bajos ingresos y provocados por el auge de la maquiladora fue un
para 2007 esta oleada de desahucios repercutió en la importante crecimiento en la industria de la cons­
clase media blanca de áreas urbanas y periféricas, lo que trucción. El desarrollo urbano al sur y suroriente
provocó una desaceleración en el sector de construc- de Ciudad Juárez por medio de fraccionamientos,
ción. El autor señala que esta crisis fue provocada por muchos de los cuales literalmente como indica Pa­
los intereses económicos en Wall Street y que en 2008 blo, son “pueblos fantasmas”, son una evidente
tuvo como consecuencia el hundimiento del sistema fi- muestra de los efectos de la recuperación de pues-
nanciero mundial. En 2009, señala el autor, regiones del tos de trabajo en esos años. Cuando este juarense

53 52,140 empleos directos y 8,118 empleos subcontratados.

58 / Cienc a, Revista Regional de Divulgación Científica y Tecnológica.


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dice “hay muchas ca- apartheid que contiene
sas solas porque los el avance de migrantes
empresarios empeza­ y al mismo tiempo uno
ron a construir casas a que contiene a la fuerza
lo pendejo”, se refiere de trabajo en la frontera. El
a la construcción exacer­ enclave de maqui­ ladoras en
bada de viviendas –peque­ Ciudad Juárez es parte de este
ñas y de mala calidad– que apartheid puesto que posibilita la
continúa durante el quinto perio­ extracción de fuerza de trabajo, pero
do maquilador propuesto54 . manteniendo a los trabajadores al sur de la
Otra característica importante en este periodo frontera. Juárez se ha convertido, con el paso de
es la presencia de migrantes provenientes del esta­ los años en un apar­theid maquilador con característi-
do de Veracruz, quienes también son conocidos cas propias que no parecer desparecer. Para analizarlo
como juarochos, un grupo de migrantes rechaza- es necesario identificar a estas poblaciones y conocer
dos y contra quienes se dirigen discursos racistas. sus trayectorias específicas ya sean veracruzanos, jua-
Parafraseando a Hjorth (2007, 2013) –quien ha in- renses, chihuahuenses, chiapane­ cos, coahuilenses o
vestigado a esta población migrante– los veracru- duranguenses,55 en una ciudad donde lo que más inte-
zanos en Ciudad Juárez lograron insertarse como resa a las maquilas es su fuerza de trabajo no tanto las
mano de obra en las maquiladoras y comenzaron a condiciones históricas y contex­tuales de su existencia.
enviar remesas, en poco tiempo empezaron a traer En el apartheid maquilador a los sujetos que sirven como
a sus hermanos, primos, amigos, a sus esposas e fuerza de trabajo se les ha arrancado cualquier atisbo de
hijos. Proceso en el que se fueron desarrollando vida digna. Las condiciones laborales en la maquila han
crecientes y poderosas redes migratorias basadas hecho de Juárez un lugar contradictorio que discurre en-
en el parentesco y la vecindad (Hjorth 2013: 193). Si tre la precarización y las historias de éxito como la de
bien muchos de ellos regresaron a sus lugares de la familia Bermúdez. Esta situación que caracterizaría a
origen durante el cuarto periodo, la presencia de Juárez como una ciudad ensambladora de mercancías,
esta población durante el quinto periodo es consi­ llena de historias de vida subalternas estructuradas en
derable, engrosando día a día a la fuerza de trabajo torno a la maquila, ha mistificado al mismo tiempo a
requerida para el desarrollo de la industria manu- los sujetos que viven de y para esta industria. El éxito
facturera en Ciudad Juárez. de los Bermúdez ha eclipsado las condicio­nes reales de
existen­cia de la mayoría de habitantes de este enclave
A modo de conclusión: Un nuevo apartheid ma­quilador.
Los habitantes de Ciudad Juárez comparten el La industria maquiladora, convertida rápidamente en
he­cho de vivir al sur de una frontera amurallada, la principal actividad Juárez, devino en un mercado de
lo que Žižek (2016) denomina “nuevas formas de tra­bajo en el que un gran segmento de su población
apartheid” en las que “los nuevos esclavos viven se convir­tió en mano de obra barata para las líneas de
en la miseria de los suburbios” (Žižek 2016: 61). El ensam­ble. Desde su inauguración hasta la fecha, este
mu­ro entre México y Estados Unidos de Améri- sector industrial se ha consolidado como un polo de
ca no sólo funge como frontera sino como un atracción para trabajadores provenientes del interior del

54 “Siguiendo una errada política de desarrollo urbano fomentada por la autoridad estatal y la clase empresarial, con la complicidad del
Municipio, de 2005 a 2010 Ciudad Juárez creció 11 veces en tamaño, no así en población. Los esfuerzos de planeación que se construyeron
para impedir el crecimiento desenfrenado de la ciudad fracasaron. Los intereses particulares se sobrepusieron al bien común. Miles de
juarenses que habitan en colonias desoladas, semipobladas y asoladas por la inseguridad enfrentan a diario una realidad adversa, pro-
ducto de decisiones de gobierno irresponsables”. (Periódico Norte Digital de Ciudad Juárez, 2016). http://nortedigital.mx/le-apuestan-la-
desigualdad/ [Fecha de consulta: 01/08/2017].
55 Si bien, hay algunos habitantes privilegiados de Ciudad Juárez que tienen doble nacionalidad, tarjeta verde de trabajo, residencia o visa,
la gran mayoría de población carece de algún tipo de permiso para ingresar legalmente a Estados Unidos de América.

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país. Históricamente, es posible apreciar el proceso de y como hemos visto en el caso de Juárez, la condi­
integración de fuerza de trabajo a la industria maquila­ ción de subalternidad de las clases trabajadoras de­
dora a través de un acercamiento a los tipos de maquila viene en formas desiguales de reproducción social.
y al perfil de la mano de obra empleada. En conjunto, se Las clases subalternas cuyo común es el trabajo en
vislumbra un proceso de deterioración para la clase tra- esta industria tienen como característica una histo-
bajadora en la maquila. Como ha sido documentado por ria disgregada y episódica que continuamente ha
los estudiosos de este mercado de trabajo, esta industria sufrido embates e iniciativas de los grupos domi-
buscó rentabilidad a partir de menores costos: aprove- nantes (Gramsci 2000: [Q 25, § <2>]: 178). En la ac-
chamiento de mano de obra barata. Con todo, la maqui- tualidad, la fuerza de trabajo se caracteriza por su
la fue para la población una generadora de em­pleos. Sin procedencia variada y por una fragmentación po­
embargo, la instauración de un régimen de segregación lítica y económica ante los intereses de las clases
basado en la superexplotación ha convertido a los jua- dominantes a través de la industria manufacturera.
renses en mano de obra desechable y reemplazable. Es El apartheid ha echado mano de las condiciones de
posible que este apartheid maquilar pueda reinventarse vida, de los conflictos entre clases y generaciones
una y otra vez dependiendo de los cambiantes requeri­ así como de la condición de frontera de la Ciudad.
mientos del mercado. El consumo y la demanda hacen Personajes como “El Padrino” permiten compren-
de éste su aliado más potente. der un régimen de segregación y superexplotación
El trabajo en las maquiladoras se convirtió en una expe- que moldea y configura las vidas de aquellos que
riencia compartida por una fuerza de trabajo de caracte­ viven diariamente. Juárez es solamente una expli-
rísticas diversas. Esta experiencia implica una relación de cación de las condiciones de miseria que los desar-
subordinación ante las clases dominantes, en este caso, rollos económicos, nacionales y extranjeros, han
a través de las empresas manufactureras. Por lo tanto, provocado.

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Los estudios de las
masculinidades: un

al concepto de masculinidad hegemónica desde


la perspectiva gramsciana
Jeaqueline Flores Alvarez
yaqyoga@gmail.com

“Ningún pensador marxista posterior a la época clásica es tan universalmente respetado como Antonio
Gramsci. Tampoco existe ningún término tan libre o diversamente invocado en la izquierda como el de
hegemonía acuñado por él.”
-Perry Anderson (1981).

La finalidad de este trabajo es analizar el concepto masculinidad hegemónica revisando las bases teóri-
cas gramscianas que lo fundamentan. Raewyn Connell, feminista marxista, es uno de los primeros teó­
ricos en hacer uso del término56. Interesado en mostrar la multiplicidad de masculinidades, las comple­
jidades y contradicciones que atañen a éstas, apoyándose en el concepto de “hegemonía” acuñado
por Antonio Gramsci (1986)57, Connell (1987) propone el término de “masculinidad hegemónica” para
estudiar el orden de género, así como las relaciones de poder entre las masculinidades. Dado que, a
partir de la dilucidación de Connell el término cobra auge en diferentes áreas del campo académico, y
con ello, surgen investigaciones que se apropian del término de formas variadas, anclándolo a diferen­
tes contextos, considero importante dar cuenta de la manera en que éste ha sido usado en algunos
estudios sobre masculinidades, desprovisto de un análisis de clase y siendo equiparado tantas veces, o
usado como sinónimo del concepto de dominación. Asimismo, a la par que se usa el concepto de hege­
monía, algunos autores abogan por la posibilidad de la existencia de una contrahegemonía, un con-
cepto en el cual vale la pena indagar, dado que la existencia de una hegemonía, elimina la posibilidad
de una contrahegemonía, si es que nos remitimos a lo que Antonio Gramsci entiende por hegemonía.

56 Junto con Connell, el concepto de masculinidad hegemónica empieza a ser utilizado en los años noventa por investigadores
ingleses como Michael Kauffman y Michael Kimmel, quienes realizan análisis las relaciones de poder entre las masculinidades, así
como de las experiencias contradictorias del poder en los hombres.
57 Antonio Gramsci es un téorico y analista de la hegemonía, es decir, de la manera en que el capitalismo se produce y reproduce,
o sea, de la manera en que se formula y consolida un proyecto de clase. Simultáneamente, su proyecto plantea la posibilidad de
una hegemonía no capitalista, en el que se erradique la explotación. En “La cuestión meridional” (2002), aludiendo al caso de
Italia, Gramsci habla de una “hegemonía del proletariado”, en el que se derrumbe el capitalismo y el Estado burgués, lo cual será
posible si las clases subalternas se unen y organizan de manera que puedan convertirse en la clase dirigente. La transformación
ético-política y económica involucra la puesta en marcha de una reforma intelectual y moral.

C ienc a, Revista Regional de Divulgación Científica y Tecnológica. / 61


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De forma acelerada, en consonancia con el auge de los estudios de género y el interés por investigar
los hombres y las masculinidades, el concepto de masculinidad hegemónica se ha propagado, siendo
objeto de distintas críticas, la mayoría de ellas descontextualizadas, ajenas al enfoque teórico del que
se origina, que no logran captar la parte medular y los alcances explicativos que lo sustentan. En suma,
en los últimos años, el concepto de masculinidad hegemónica ha devenido en cualquier cosa y ha si­
do usado con diferentes fines analíticos, generalmente desprovisto de su potencial marxista y de su
enfoque inherente de clase como categoría analítica fundamental. En esta tarea de desentrañar sus
orígenes y ponderarlo como un concepto funcional con potencial analítico, es imponderable volcar la
mirada hacia el proyecto de Antonio Gramsci y remitirnos directamente tanto a los “Cuadernos de la
Cárcel”, así como a aquellos autores que han releído a Gramsci de forma comprometida y en concor­
dancia con su enfoque marxista (filosofía de la praxis).
Derivado del postulado gramsciano, el concepto de masculinidad hegemónica debe ser entendido
bajo la esencia de lo que Gramsci entiende como hegemonía. Por ello, en este trabajo, apoyándome
en autores como Kate Crehan, Raymond Williams, William Roseberry, Perry Anderson y otros, quienes
han tratado de proveer una definición de hegemonía que, esparcida y esbozada en los “Cuadernos de
la Cárcel”, es difícil hilar y fácil de malinterpretar, busco retomar las bases que dan sustento al análisis
de las relaciones de género y las masculinidades propuesto por Connell (1987, 2015), el cual se encuen-
tra enraizado en el legado gramsciano, específicamente, en su entendimiento de hegemonía. Aunque
Connell (1987, 1997, 2005) hace uso del concepto masculinidad hegemónica, relevando la influencia
gramsciana, no toma tiempo de explicitar con detalle, fuera del contexto de las relaciones de género,
lo que Gramsci entendió por hegemonía.

Un acercamiento al concepto de masculinidad hegemónica y su trasfondo gramsciano


El concepto de masculinidad hegemónica referido en los diferentes trabajos de Raewyn
Connell ha recibido fuertes críticas al ser malinterpretado como un tipo de personalidad,
como un sujeto o un individuo, y no como un orden hegemónico auspiciado por el capita­
lismo. Por tal motivo, Connell ha tratado de aclarar cuáles son los fundamentos de su
teoría, que al ser reducida al plano identitario, resulta inadecuada y de escaso alcance
explicativo. En los últimos años, la masculinidad hegemónica ha sido sede debates que
lo han convertido en un concepto controvertido y contestado. Por ejemplo, el término
fue malentendido como un tipo fijo de masculinidad (Martin, 1998), o como las ideas
populares de ser hombre (Collier 1998). Inmerso en concepciones vulgares y de senti-
do común58, el término ha sido concebido como una corriente New Age del feminismo
que trata de poner en relieve el machismo y androcentrismo que priman en la sociedad
(Connell 2005). Lo primero que habría que aclarar es que la masculinidad hegemónica no
debe confundirse como un modelo de reproducción social, sino que debe tomarse en
cuenta que la hegemonía nunca es total, por lo que en un espacio de luchas sociales, las
formas subalternas resisten e influencian en cierta medida a las hegemónicas.
En la teoría del sistema dual (Eisenstein 1979), basada en la idea de relaciones de clase de
Gramsci, se utilizó el término de hegemonía para las relaciones de género. No obstante,
como lo aclara Connell (2005: 831), el uso que se le daba, dejó de lado las dinámicas de
cambio estructural, lo que “redujo a la hegemonía a un simple modelo de control cultur-

58 Para Gramsci (1986) el sentido común se concibe como una concepción del mundo alienada, distorsionada, incoherente, atrasada y
vulgar que apoya la reproducción de la hegemonía. El sentido común es de clase y es contradictorio. Esa “falsa conciencia” que no permite
que los subalternos reconozcan y hagan frente a su dominación. Para Gramsci, ese modo tradicional y común de pensar por el que se
rigen las masas, muchas veces influenciado por la ideología religiosa, apoyado por la ciencia y la filosofía. El sentido común responde a las
condiciones materiales de reproducción. es algo que debe superarse. Es decir, la subalternidad de las masas depende de la emancipación
y transformación del sentido común que los mantiene encadenados a la explotación. Con la creación de una nueva cultura, el cual es el ob-
jetivo de Gramsci, se instaurará una nuevo sentido común que reemplace al anterior (Liguori 2009). Gramsci (1986) define el buen sentido
como el sentido común que adquiere coherencia. Gramsci es claro al señalar que es solo a través de un cambio en el sentido común como
se puede lograr conformar un bloque histórico.

62 / Cienc a, Revista Regional de Divulgación Científica y Tecnológica.


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al”. En sociología, el término fue entendido como un conjunto de prácticas que asegura la domina­
ción de los hombres sobre las mujeres (Connell 2005). Fundamentalmente, la propuesta de Connell
distingue entre “masculinidad hegemónica” y “masculinidades subalternas”, mientras que define en
términos de “complicidad” al dividendo patriarcal del cual se benefician los hombres de diferentes
maneras. La masculinidad hegemónica es normativa y los hombres se miden a partir de ésta. Esta
hegemonía, no solo se vale de la violencia y la dominación, sino que está fuertemente enraizada en la
cultura, las instituciones, las organizaciones, generando consenso y persuasión. La masculinidad hege­
mónica es histórica y está abierta al cambio, así como la jerarquía intergenérica lo está. Es decir, es un
modelo que delinea las relaciones de género el cual se plasma y reafirma en las prácticas cotidianas.
Un patrón que es sede de luchas y tensiones, pero que finalmente estabiliza el poder patriarcal.
Bajo esta perspectiva, la masculinidad hegemónica, es definida por Connell (1997: 39) como “la confi­
guración de práctica genérica que encarna la respuesta corrientemente aceptada al problema del pa-
triarcado, la que garantiza (o se toma para garantizar) la posición dominante de los hombres y la
subordinación de las mujeres”. Fungiendo como un referente estructural de las relaciones en toda la
sociedad, el modelo hegemónico cimenta las bases para las relaciones no solo de hombres y mujeres,
sino también de los hombres con otros hombres. En atención a las relaciones entre masculinidades,
partiendo de la posición de clase en combinación con otros ejes de diferenciación como la raza y la na-
cionalidad, Connell (1997) sugiere estudiar las masculinidades en términos de hegemonía, subordina­
ción, complicidad y marginación.
Connell explica la existencia de versiones de masculinidad y feminidad que ordenan la sociedad, pero
es importante notar que Connell habla solo de masculinidad hegemónica, refiriéndose al hecho estruc-
tural de “la dominación global de los hombres sobre las mujeres” (Connnell 1987: 183). En términos
de Gramsci, hegemonía es la ascendencia de un grupo sobre otro, el cual subordina y establece los
términos que definen una concepción del mundo. En palabras de Fontana (1993), releyendo a Gramsci:
Hegemonía es la formulación y elaboración de una concepción del mundo que ha sido transformado
en el ensamblaje de ideas y creencias aceptadas y “normales” que interpretan y definen el mundo. Tal
proceso es inmediatamente político, por lo que tal transformación no puede lograrse sin ver a la gente
como una fuerza social. Hegemonía es por lo tanto, en un sentido muy real y concreto, el momento
de la filosofía como política, y el momento de la política como filosofía (Fontana 1993: 20-21, mi tra­
ducción).

Como una visión y orden del mundo legítimamente aceptada, una fusión ético política
que también es económica (Anderson 1981) que se gesta entre el consenso y la coerción,
en la cual participan la sociedad civil y el Estado, esta ascendencia hegemónica de los
hombres sobre las mujeres, otorga beneficios a la mayoría de los hombres. Cabe señalar
que la hegemonía, nunca es total y siempre está abierta al cambio, por ende, como Rose-
berry (1994) lo señala, la hegemonía puede ser vista también en su fragilidad.
De acuerdo a Roseberry (1994) la hegemonía entremezcla consenso y coerción en con-
textos de dominación. Remarcando la hegemonía como un concepto material y político,
Roseberry (1994: 358) insiste en ver la complejidad y heterogeneidad de los procesos
que abarca el concepto, al cual describe como “problemático”, puesto que alude a un
“proceso político de lucha y dominación”. Las relaciones entre lo dominante y los domi­
nados, los dirigentes y los subalternos, los hombres y las mujeres, son complejas y varia­
das. Y con referencia a las clases dominadas y las clases subalternas, aclara que la “uni-
dad histórica de las clases dominantes” que nombra Gramsci (1986), surge de la relación
entre la sociedad política (Estado) y la sociedad civil. Así, aunque el papel del Estado es
fundamental, no es solo éste el que articula dicha unidad, sino que el Estado requiere de
un bloque unificado para gobernar y controlar.
Siguiendo a Roseberry (1994), es importante remarcar que dicho control de las clases
dominantes sobre los subalternos no es solo en términos políticos y jurídicos, sino tam-
bién abarca la esfera moral y cultural. De esta manera, el grupo dirigente se encarga de
desmantelar las fuerzas contrarias a los intereses dominantes y convierte su historia en
la historia de las clases subalternas (Gramsci 1986). De acuerdo a Gramsci:

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“La historia de los grupos subalternos es necesariamente dis­
gre­gada y episódica. Es indudable que en la actividad históri-
ca de estos grupos existe la tendencia hacia la unificación,
si bien según planes provisionales, pero esta tendencia
es continuamente rota por la iniciativa de los grupos do­
mi­nantes” (Gramsci 1986: 178, Q25 §2).
Por lo tanto, aunque puede haber resistencias y los
grupos subalternos se encuentran en un estado con-
tinuo de defensa, no se puede hablar de una fuer-
za contrahegemónica, Lo único que puede suceder,
como lo explica Gramsci, es que una sublevación de­
rrumbe la hegemonía y se la apropie, lo cual no sería una
contrahegemonía, sino una nueva hegemonía. Sin embar-
go, reconoce que los medios de defensa de los subalternos
son forzados, limitados, carentes de organización y se dan en
los términos de los grupos dominantes, por lo que no se puede
hablar tampoco de autonomía política59. Con relación a esto, Grams-
ci (1986 Q 25 §4) se refiere a la manera en que los grupos subalternos repre-
sentan la alteridad al ser (convertidos) normalmente de otra raza, especie. Así por ejemplo, habla de
la situación de las mujeres en la historia romana, como similar a la de los grupos subalternos, aunque
aclara que el “machismo” no puede tomarse como un dominio de clase, sino más bien sugiere volcar-
nos hacia la historia de las costumbres.

Hegemonía ético-política
Para Gramsci (1986) hegemonía es conducción. En su concepción, la hegemonía es moral e intelectual
y está directamente vinculada con la cuestión material. La hegemonía es ética y política, lo que implica
que ésta es también económica. Por consiguiente, en ésta se unen los objetivos económico y político y
también se da una unidad moral e intelectual (Anderson 1981). En términos de Gramsci (1986: 187, Q10
§41) releyendo a Croce: “la ética se refiere a la actividad de la sociedad civil, a la hegemonía; la política
se refiere a la iniciativa y a la coerción estatal-gubernativa”. Siguiendo a Croce, Gramsci (1986: 187, Q10
§41) apunta que, dado que en ciertas circunstancias la ética y la política divergen, se abre la posibilidad
de que “la fuerza directiva del impulso histórico” se concentre en instituciones alternas al Estado,
como pueden ser organizaciones privadas y partidos revolucionarios.

Es pertinente señalar que el ejercicio de la hegemonía no es total, ni tampoco domina


todos los ámbitos, sino que más bien, la hegemonía es un balance entre fuerza y consen-
so, una combinación de ambas sin que una se imponga demasiado sobre la otra (Gramsci
1986). Cabe aclarar que solo puede haber una hegemonía y por ende, no deben inter­
pretarse las resistencias como actos contrahegemónicos. Es decir, el término contrahe-
gemonía es inoperante e inapropiado. Basándose en Maquiavelo, Gramsci (1986) habla
de la perspectiva dual en toda acción política, fuerza y consentimiento, dominación y
hegemonía, violencia y civilización (Anderson 1981). Según Gramsci, la supremacía de un
grupo social asume dos formas: dominación y dirección moral e intelectual. De acuerdo a
Anderson (1981) lo primero que dice Gramsci es que la hegemonía (dirección) pertenece
a la sociedad civil, y la coacción (dominación) al estado. De esta manera, releva dos nive-
les superestructurales: el de la sociedad civil, definida como el grupo dominante de la
sociedad y la sociedad política caracterizado por el Estado, el cual ejerce una dominación
directa.

59 La cultura de los subalternos nunca es coherente. Ellos desarrollan una imagen del mundo que es solo un reflejo de las condiciones de
desigualdad y de las relaciones de clase que no les permite incidir de manera importante en la transformación de la realidad social. Por tal
razón, el sentido común apoya la reproducción y naturalización de las desigualdades. Según lo describe Crehan (2002: 229) releyendo a
Gramsci, los subalternos “son incapaces de captar las grandes estructuras de opresión en las que viven”.

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Entonces, ¿cómo acercarnos a una definición y caracterización de la hegemonía? Raymond Williams
(1983) releyendo a Gramsci provee una definición en la que la clase y la cultura se articulan para cons­
truir un sistema valores y prácticas estructurados y estructurantes. De esta manera, Williams define la
hegemonía como:
“Un sistema vivo de significados y de valores- constitutivos y constituyentes- que cuando se viven
como prácticas parecen confirmarse mutuamente. Constituye, así, un sentido de la realidad para la
mayoría de la población, un sentido de lo absoluto por ser una realidad viva más allá de la cual la movil-
idad es muy difícil para la mayoría de la sociedad en prácticamente todas las esferas de la vida. Se trata
pues, de “cultura” en sentido fuerte, pero una cultura que también debe verse como la dominación y
la su­bordinación que vive cada clase” (Williams 1983: 110).
Por consiguiente, la cultura se entiende como una experiencia de clase (Crehan 2002). Como lo sub-
raya Crehan (2002: 222), para Gramsci la cultura es “la vivencia de clase en un espacio y un tiempo de-
terminados”. No es solo una posición en el proceso productivo, sino los grupos creados en la lucha del
proceso de producción. Por tal razón, no se puede reducir la clase solo a una cuestión económica, sino
que ésta abarca diferentes ámbitos. La clase puede ser definida más allá de una posición en las relacio­
nes de producción, como una subjetividad colectiva, una concepción del mundo, una idea de lo que
mereces. Es a través de la producción de una subjetividad colectiva como se implanta la hegemonía.
En la hegemonía que plantea Gramsci, la base y la superestructura se fusionan, por lo tanto, ésta “se
refiere a las relaciones responsables de la desigualdad, así como a las ideas que la justifican, la explican
y la regulan” (Crehan 2002: 195).
En general, hegemonía se ha entendido como una forma de poder y no como la manera en que se pro-
duce y reproduce el poder (Crehan 2002). En este sentido, Williams subraya la importancia de enten­
der la hegemonía analizando el poder como una fusión entre cultural y material, es decir, la constante
interacción de la base con la superestructura, que es lo que lo vuelve un concepto único y potente. De
esta forma, entendiendo que la cultura es la forma en que se experimenta la clase, “el concepto de
hegemonía nos ayuda a entender cómo se vive el poder en un contexto dado, y cómo se producen y
reproducen ciertos regímenes de poder” (Crehan 2002: 222).
Con relación a lo anterior, volviendo a los estudios de las masculinidades, considero que no se puede
hablar de hegemonía en términos de Gramsci sin enmarcar una investigación dentro de la corriente
marxista, puesto que el concepto implica necesariamente comprometerse con el marxismo60. Es de-
cir, no se puede hablar de hegemonía sin que la clase y cultura sean elementos centrales de análisis.
Esta es justamente la crítica que Crehan (2002) hace al trabajo de Matthew Gutmann “Ser hombre de
verdad en la Ciudad de México. Ni macho ni mandilón” (2000), quien pese a que usa el concepto de
“conciencia contradictoria”61 de Gramsci en su análisis de las masculinidades de clases trabajadoras,
evade el análisis de clase.

En la teoría gramsciana, el concepto de clase es fundamental, puesto que la hegemonía


“es una hegemonía de clase; es la hegemonía de las clases dominantes” (Ruccio 2009:
153, mi traducción). Para diferenciarlo de otros usos y aplicaciones, de otros conceptos y
categorías, es fundamental retomar la explicación de Ruccio (2009), quien apegándose
a los Cuadernos de la cárcel, define la hegemonía como “el dominio dentro de una socie-

60 Para Marx, es impensable una mezcla entre marxismo y liberalismo, puesto que dicha fusión terminaría sirviendo a la hegemonía. El libe­
ralismo y el fascismo constituyen reflejan el rostro del capital.
61 La “conciencia contradictoria” hace alusión a la concepción del mundo del grupo dominante y la concepción del mundo de los subalter-
nos. Esta última es producto de su condición de explotación y asegura su reproducción, la cual puede ser entendida también en términos
gramscianos como “sentido común”. Gramsci (1986) señala el vínculo entre el folklore y el sentido común, al cual define también como una
visión del mundo desorganizada, incongruente, burda. Una concepción del mundo carente de sistematicidad. Tanto el folklore como el sen­
tido común pueden analizarse como el resultado de las condiciones de vida de un contexto, por lo que inmersar en el folklore resulta útil
para conocer y eliminar estas concepciones del mundo, para reemplazarlas por otras de orden superior. En Gramsci, el folklore pasa de ser
algo pintoresco y exótico, para ser algo que debe estudiarse y tomarse en serio para que pueda llevarse a cabo una verdadera reforma inte­
lectual. En contraposición, el “buen sentido” es el sentido común que adquiere coherencia. En su proyecto de liberación, Gramsci (1986) es
claro al señalar que es solo a través de un cambio en el sentido común como se puede lograr conformar un bloque histórico.

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dad de una estructura de clase particular, una configuración específica de relaciones de clases y luchas
capitalistas” (Ruccio 2009: 53). Entendiendo en términos de Ruccio (2009) que la hegemonía, es una
hegemonía de clase, ello presupone ver no solo las formas en las que se produce y se ejerce, sino que
implica también enfocar a aquellos sobre los que se ejerce.
Hegemonía es entonces la forma en que se reproducen las relaciones de clase y se ocultan las contra­
dicciones, la manera en que se vive el poder en contextos y tiempos históricos particulares. La hegemo­
nía en términos marxistas, se refiere al rol de la élite cultural para asegurar y perpetuar la dominación.
Vista como una relación de poder, la hegemonía no puede ser subsumida o sustituida por el concepto
de cultura o ideología. Tal como lo expone Sider (2003), la clase y la cultura deben estudiarse como
parte de una misma realidad. Otra cuestión que vale la pena aclarar, a partir de los usos que se ha
dado al concepto de hegemonía y masculinidad hegemónica, es que en Gramsci, el actor principal son
las clases, no los individuos. Por ende, la agencia es colectiva. El albedrío individual, ese ligero marco
de movimiento que ilusiona libertad, está limitado por estructuras. Si nos apegamos a la perspectiva
marxista, la praxis es a nivel grupal, no individual. En este sentido, una de las críticas que recibió el con­
cepto de masculinidad hegemónica es que pierde de vista al sujeto y se concentra en las estructuras
(Whitehead 2002), por lo que no logra dilucidar las formas en que los hombres producen, crean y legiti­
man su dominación sobre las mujeres y sobre otros hombres. Para Whitehead (2002), lo importante es
analizar el discurso como formativo, es decir, la manera en que éste forma hombres y produce prácti-
cas. A este respecto, es importante señalar que las relaciones de género van más allá de un discurso,
cobran materialidad y se enraízan en prácticas no discursivas de la cotidianeidad como la división del
trabajo, el ejercicio de la sexualidad, la violencia (Connell 2005).

¿Masculinidad hegemónica o masculinidad dominante?


Para Gramsci (1986), dominio es diferente que dirección, al igual que dictadura, es distin-
to que hegemonía. Gramsci (1986) usa el término no solo para designar dominio y coer-
ción, superioridad material y poder armado, sino también en el sentido de un gobierno
que gana sobre la el consenso ideológico de sus gobernados. De forma similar, Anderson
(1981) pondera a la hegemonía como la antítesis de la dominación, aunque más adelante,
la oposición entre dominación y hegemonía, coerción y consenso, se vuelven una síntesis
que caracterizan la hegemonía. De esta forma se naturaliza un orden en el que las clases
subalternas se autogobiernan con base a las disposiciones del grupo dominante, a partir
de una visión del mundo y un principio organizador que evita el conflicto con la sociedad
política y la necesidad de ejercer coerción o dominio directo, lo que asegura la continua­
ción y reproducción de la hegemonía.
En las investigaciones de género, una gran cantidad de trabajos hacen uso del concepto
de masculinidad dominante, suplantando al de masculinidad hegemónica, para referirse
a un modelo de masculinidad que instaura rasgos que fungen como ejes rectores en
la vida de los hombres: heterosexualidad, actitudes de riesgo, rechazo a la feminidad.
¿Dominación? ¿Hegemonía? La masculinidad hegemónica aboga por una especificidad
histórica, y, por ende, es susceptible de cambio, en tanto que, hablar de masculinidad
dominante o dominación masculina, establece la universalidad transhistórica de dominio
de los hombres sobre las mujeres, lo que se ha denominado como patriarcado. Así por
ejemplo, Godelier (1981) apunta que la desigualdad inter genérica ha existido siempre,
mucho antes que el capitalismo. A través de su revisión, el autor subraya que en todas
las sociedades “la vida social ha sido dominada por hombres” (Godelier 1981: 11). Otro
teórico que ha hablado sobre la dominación masculina como una forma de entender las
relaciones de género y la subordinación universal de las mujeres, es el sociólogo francés
Pierre Bordieu (2000). En su texto clásico “La dominación masculina” (2000), el autor
explica que la dominación masculina se logra a través de una dominación simbólica, o
violencia simbólica, que justifica y exime de cuestionamientos el orden jerárquico inter

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genérico establecido, es decir, “esquemas inconscientes de percepción y apreciación” que naturalizan
las desigualdades de género (Borudieu 2000: 17) que estructuran históricamente un orden mascu-
lino. De esta manera, en la visión de Bourdieu (2000), la dominación masculina es la que moldea el
pensamien­to y dirige las prácticas, garantiza su perpetuación y las exonera de cuestionamientos. Final­
mente, habría que remarcar que, contrario al carácter totalizador de la masculinidad dominante, la
hegemonía nunca es total, por lo que al seguir usando como sinónimos la hegemonía y la dominación,
incidimos en un error que elimina el potencial teórico-ético-político del concepto de hegemonía de­
lineado por Gramsci.
Pese a que los estudios sobre masculinidades se han apropiado del concepto de hegemonía, su profun­
didad teórica-política se deja de lado. Tampoco se ha debatido lo suficiente acerca de su aplicación en
las relaciones de género y la conformación de las masculinidades en sociedades capitalistas. Este ha
sido un modesto intento por revisar y comprender el concepto de hegemonía a la luz Antonio Gramsci
y de autores que leen a Gramsci desde el enfoque marxista, tratando de rescatar la profundidad de
su legado. Como lo refiere Roseberry (1994), la hegemonía no debe ser vista como un concepto mo­
nolítico consumado, sino más bien, como un concepto complejo y problemático, el cual puede ser
comprendido solo en su carácter histórico, dinámico y relacional. De esta manera, he apostado por la
posibilidad de articular el concepto de hegemonía en un análisis de la estructura de las relaciones de
género que abre paso a discusiones que adquieren relevancia para los estudios de género, las masculi­
nidades y el feminismo, las cuales permiten develar la forma en que se crean y reproducen las relacio­
nes de poder en la sociedad capitalista. Asimismo, he tratado de insistir en elementos centrales del
concepto de hegemonía, como la categoría de clase y cultura, abogando por una noción en donde la
cultura entra dentro de la dinámica de clase (Sider 2003).

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Capita
Conexiones y
campesinado: articulación

lista
BOLIV
BOLIVI
BOLIVIA
OLIV

en un
contexto rural boliviano
Juan Pablo Neri Pereyra
jp.neri157@gmail.com

El objetivo de este texto es presentar de manera sucinta brevemente los procesos de articulación al siste-
los hallazgos de mi investigación de maestría, titulada ma económico mayor de esta región, previos a la
“Quinua y Campesinado: Articulación capitalista en un mercantilización de la quinua. Segundo, analizo la
contexto rural boliviano”. Mi investigación consistió en coyuntura de articulación que inicia a partir de la
un análisis de las relaciones capitalistas de producción progresiva mercantilización de la quinua y las trans-
que se desplegaron en el altiplano sur boliviano, concre- formaciones productivas en el altiplano sur, hasta
tamente en el Municipio de Salinas de Garci Mendoza y el presente, y me detengo a discutir algunas de las
la comunidad de Rodeo, a partir de la transformación de principales dinámicas actuales que pude obser­var
la quinua62 en un cultivo comercial de alta demanda a durante mi trabajo de campo, realizado entre los
nivel global. Sin embargo, para el presente trabajo me meses de agosto y diciembre del año 2016. Final-
interesa centrarme en una de las características de mi in- mente, presentó algunas reflexiones finales, con
vestigación: siguiendo a Eric Wolf (2014), mi objetivo fue respecto al tema de las conexiones, y la importan-
mostrar cómo la región del altiplano sur estuvo conecta- cia de este tipo de análisis en la actualidad.
da al sistema económico mayor en distintos momentos,
o coyunturas. Para ello, evité un análisis de tipo sincróni- Altiplano y articulaciones precedentes
co y, en todo caso, decidí seguir el ejemplo de Wolf, así El altiplano boliviano es una región agreste, a pesar
como de William Roseberry (1989, 2014) y de Tania Li de su papel fundamental en la historia económi-
(2008 2014), de analizar los procesos y contradicciones ca, política y social de Bolivia. En el altiplano tuvo
actuales, en observancia a procesos anteriores. y tiene lugar la tensión entre la lejanía, la movili-
En este entendido, el presente trabajo se subdivide en dad poblacional, y la interconexión e integración
dos partes. Primero, a modo de describir el “teatro de a circuitos cambiantes; entre ser una porción y, al
operaciones”, realizo algunas notas sobre la región al- mismo tiempo, ser parte de una totalidad en movi­
tiplánica meridional de Bolivia, para luego presentar miento (Wolf 2014). Es probable que esta tensión

62 La quinua (Chenopodium quinoa) es definida como un pseudo-cereal perteneciente a la familia de las amarantáceas, y nativa de la región
andina. Este alimento se produce notablemente en la puna peruana y boliviana62 desde tiempos pre-hispánicos. En Bolivia la producción
de este alimento se desarrolla en la zona circunlacustre, o la cuenca del Lago Titicaca, en los valles interandinos también, aunque diversas
investigaciones (Bhargana y Srivastava 2013; Laguna 2011; Ofstehage 2010; Quintanilla 2010; Vassas, 2011) señalan que la zona ideal para el
cultivo de determinadas variedades, debido a sus características climáticas, es la región de inter-salares comprendida entre los salares de
Uyuni y Coipasa, en los departamentos de Potosí y Oruro, de Bolivia

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haya marcado el grueso de los estudios sobre esta historiografía por su cercanía a Potosí y Porco, los dos
región, sobre todo en lo que respecta a la historio­ centros mineros más importantes durante el periodo
grafía y la antropología (Albó y Barnadas 1990; colonial (Assadourian 1982). De hecho, Salinas de Gar-
Murra 2004; Platt, Bouysse-Cassagne y Harris 2011; ci Mendoza también fue un importante centro minero
Saignes 2016). En la mayoría de las investigaciones durante el siglo XVII (López 2016). Por lo tanto, desde
sobre el altiplano y sobre el papel de sus poblacio­ tiempos de la Colonia, esta región se articuló, en distin-
nes a través del tiempo, se hace manifiesta esta tos momentos y de distintas formas, al sistema económi­
tensión. Ya sea que se intentó historizar a la comu- co mayor. Este último apunte me permite avanzar a la
nidad andina como núcleo de resistencia frente a historia de estas articulaciones de la región de los andes
procesos globales de dominación, o en la descrip- meridionales. A pesar de ser una región alejada y con di­
ción de las estrategias locales para insertarse en ficultades para la producción, el altiplano sur siempre
procesos políticos y económicos de mayor alcance. estuvo conectado a dinámicas económicas de mayor
El altiplano es una región bastante amplia y hetero­ alcance. La revisión de estos procesos de articulación
génea. Abarca desde el norte de la Argentina hasta precedentes me permitió, siguiendo a Eric Wolf, evitar
el sur del Perú, hallándose la mayor parte de su ex- la tendencia problemática de la antropología de analizar
tensión en territorio boliviano (Mapa 3). Al hallarse un sistema circunscrito y, en todo caso, dar cuenta de los
comprendido entre las bifurcaciones de la Cordi­ “procesos que van más allá de los casos separables, que
llera de los Andes (cordillera real y oriental), el alti- se mueven entre y más allá de ellos y que en el proce­so
plano es una región donde predominan los climas los transforman” (Wolf 2014: 32). En cada uno de estos
fríos y áridos, o climas de puna. La altura oscila en- procesos de articulación, se fueron transformando las
tre los 3700 y 4000 m.s.n.m., aunque en las zonas relaciones sociales y de producción, así como la cons­
próximas a los picos cordilleranos, existen pobla- trucción de identidades locales.
ciones que habitan por encima de los 5000 m.s.n.m. De hecho, siguiendo la propuesta de análisis de Wolf
En términos productivos esta región se caracteriza (2014), las conexiones en esta región, y la subsecuente
por suelos cuyo potencial agrícola es bastante formación de sistemas complejos de intercambio, es
vulnerable y, sin embargo, se trata de una región muy anterior a la Colonia. Debido a las características cli­
bastante productiva. El altiplano boliviano puede máticas y geográficas de la región del altiplano sur, los
subdividirse en tres subregiones: norte, central y ayllus del señorío aymara de los Quillacas se dedicaban
sur. En mi investigación me centro en la parte meri­ principalmente a la actividad pastoril, a partir de la cría de
dional, que se distingue de las otras subregiones ganado camélido o auquénido. Los cultivos de produc­tos
por la presencia de dos salares: Uyuni y Coipasa. Al agrícolas (quinua, papa y haba principalmente) estaban
no haber una fuente de humedad, como en el caso destinados al consumo local y al intercambio, pues para
del altiplano norte y central, se trata de una región la diversificación de la dieta, la producción agrícola se
mucho más árida. Las precipitaciones anuales tie- llevaba a cabo en distintos pisos ecológicos, que forma­
nen un nivel de entre 162 y 300 mm al año. El suelo ban una red productiva y de intercambio. Este sistema
de esta región se caracteriza también por su com- de control territorial e integración comercial fue descri-
posición arenosa, que se ha visto acentuada por la to en varios trabajos (Condarco y Murra 1987; Damonte
erosión eólica63, producto de la extensificación de 2011; Medinaceli 2009; Murra 2004; Platt et al.,2011: 498;
la producción agrícola. Antes de que iniciara el pro- Rowe 1946). Extendido en el grueso de las comunidades
ceso de expansión productiva de este semicereal, que­chuas y aymaras, este sistema consistía en la coloni­
la principal vocación productiva de esta región era zación de archipiélagos en distintos pisos ecológicos,
pecuaria, sobre todo de ganado camélido y ovino, que aseguraban a los ayllus de los distintos señoríos el
aunque también hubo una amplia producción de acceso a productos tanto de la costa como de los valles
ganado equino (mulas y asnos), introducido a partir interandinos. Siguiendo la descripción de Murra, los pi-
del siglo XVII tanto para el transporte de mercan- sos ecológicos donde se hallaban las “islas” concentra­
cías como para la alimentación (Sanhueza 2011: 5). ban poblaciones de distintos señoríos, dando lugar a una
Por otra parte, esta región es más conocida en la composición multiétnica de poblaciones en constante

63 La deforestación de las especies arbustivas en el altiplano, sobre todo en la región sur, producto de la intensificación y extensificación
de la producción de quinua, ha dado lugar a este fenómeno cada vez más recurrente. Los vientos levantan y se llevan la reducida capa de
suelo que sirve para la producción. Además, la arena cubre los sembradíos que ya no cuentan con la protección de otras especies vegetales
(barreras vivas), impidiendo que las semillas germinen. La deforestación de las especies arbustivas en el altiplano, sobre todo en la región
sur, producto de la intensificación y extensificación de la producción de quinua, ha dado lugar a este fenómeno cada vez más recurrente.
Los vientos levantan y se llevan la reducida capa de suelo que sirve para la producción. Además, la arena cubre los sembradíos que ya no
cuentan con la protección de otras especies vegetales (barreras vivas), impidiendo que las semillas germinen.

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movimiento. “[t]anto la sal como los pastos eran com- de importancia: “Los otros conjuntos mineros fue­
partidos con salineros, pastores y rebaños de otros gru­ ron: Porco desde épocas pre-hispánicas; Tomahavi,
pos étnicos, algunos procedentes de distancias muchos Uyuni, Salinas de Garci Mendoza, Chocaya o San
mayores de sus respectivos núcleos” (Murra 2004: 90). Antonio de Esmoraca, solamente por nombrar al-
La Colonia supuso una serie de cambios de gran impor- gunos” (López 2016: 37). La región del altiplano sur
tancia, tanto en la organización territorial de la región fue de gran importancia para la economía minera
andina, como en las formas de control territorial y las colonial, tanto por la mineria, la mano de obra y la
lógicas productivas descritas anteriormente, además de presencia de ganadería y arriería que fue una de las
la reconfiguración del sistema de organización política y actividades más requeridas para la integración co­
económica. El motivo principal de estas transformacio­ mercial.
nes tuvo que ver con el desarrollo de la economía minera El desarrollo de la ganadería mular fue considera­
en el yacimiento de Potosí. A partir de la fundación de la ble, de manera paralela al desarrollo del circuito mi­
Villa Imperial, en 1545, se desarrolla un complejo circuito nero65. Siguiendo a Cecilia Sanhueza (2011, 1992),
económico en torno a esta ciudad. Potosí devino en un Clara López (2016) y Tristan Platt (1987b, 2016), la
polo de crecimiento que impulsó el desarrollo económi- intervención mercantil de los arrieros andinos des-
co de todas las regiones circundantes (Assadourian 1982: de el siglo XVI hasta finales del siglo XIX, tuvo que
20). Esto derivó en la reorganización del espacio y de la ver con dos cuestiones: por un lado, la inserción
población, además de la especialización de regiones pro- en las nuevas dinámicas económicas para lograr
ductivas y la aparición de nuevas categorías jurídicas para mayores ingresos para el ayllu y/o las familias; por
clasificar a la población (Saignes 1991: 104-105). El diseño otra parte, como una estrategia de reproducción
de control territorial de la Colonia dio lugar a la creación de los vínculos entre poblaciones en distintos pisos
de nuevas entidades jurídicas y territoriales64. La manera ecológicos. Esto es, la arriería no fue una activi­
en cómo tuvieron lugar los procesos de transforma­ción dad y/o estrategia homogénea. La introducción
territorial fue diversa, según cada contexto geográfico. del ganado mular para el transporte de mercan-
Por ejemplo, como señala Thierry Saignes (1991), en las cías dio lugar al despliegue de nuevas actividades
tierras altas sureñas –o altiplano sur–, estos procesos no económicas agrícolas. En regiones como Salinas
habrían afectado tanto. Por su proximidad con Potosí, de Garci Mendoza y sus alrededores, debido a las
se generó un “pacto colonial” para viabilizar la provisión condiciones climáticas y de potencial productivo,
de mano de obra y tributo para la mina, haciendo uso de el ingreso del ganado mular no desplazó al ganado
las estructuras políticas del ayllu. auquénido o camélido. Aunque sí, en casos especí­
Estas transformaciones supusieron un nuevo proceso de ficos como en Salinas de Garci Mendoza, en Llica
articulación del altiplano sur. Para vincular los pue­blos y y en Tahua tuvo lugar el desarrollo de producción
las ciudades, en el marco del desarrollo del circuito mi­ agrícola para el forraje del ganado equino (alfalfa
nero de Potosí, se utilizaron tanto redes camineras que y cebada) para dotar a las caravanas de mulas que
fueron utilizadas en tiempos prehispánicos, como redes pasaban por esta zona camino a Uyuni (Laguna,
nuevas. De la misma manera, para el transporte de mer- 2011: 32).
cancías y la dotación de alimentos y otros produc­tos Durante mi trabajo de campo en el altiplano sur, tu­
para las ciudades y el centro minero de Potosí, se recu­ ve la fortuna de poder acceder al archivo epistolar
rrió a los arrieros o llameros que desde antes rea­lizaban de la familia Pérez, que me fue facilitado por Juve-
viajes para el intercambio local (López 2016). Estos cir­ nal, uno de mis informantes clave. Los antepasados
cui­tos camineros determinaron la fundación de ciuda­ de Juvenal se dedicaron al comercio mular a finales
des, corregimientos y parroquias, para vincular regio­ del siglo XIX y principios del siglo XX. Siguiendo con
nes de abastecimiento de productos agrícolas, mano de lo que señala Juvenal, su abuelo realizaba viajes
obra indígena, los puertos y los otros centros mine­ros por la región de Atacama hacia los puertos de Chile.

64 Las principales entidades creadas en la Colonia fueron: la Encomienda, que consistía en la asignación de grupos indígenas en un deter-
minado territorio, a una persona privada (el encomendero) para el cobro del tributo y la prestación de servicios; la fundación de ciudades;
la creación de provincias o Corregimientos de indios; las Reducciones que consistían en el agrupamiento de poblaciones dispersas en un
mismo pueblo.
65 Por ejemplo, Duccio Bonavia cita una de las crónicas de viaje del fraile Antonio Vázquez de Espinosa, que data de principios del siglo
XVII, donde describe el puerto de Arica de la siguiente manera: “los vecinos tienen más de mil mulas con grandes caravanas para transpor-
tar mercancías a Potosí, Charcas y todas las tierras altas, así como llevar la plata al puerto, y también hay grandes caravanas de carneros.”
(Vázquez de Espinosa en Bonavia, 2008: 274). Esta cita permite dar cuenta de la importancia que alcanzó la ganadería de mulas y caballos
en la integración de rutas comerciales durante la Colonia.

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Este es un dato importante pues la región de Ata- implantó el régimen de hacienda, se reconoció la figura
cama formó parte, tanto de los circuitos comercia­ de la comunidad, como fue el caso del altiplano sur. Sin
les prehispánicos, como durante la Colonia, y fue embargo, con el paso del tiempo, las comunidades (Ayl-
una región comercial y ganadera de mayor impor- lu) también se incorporaron en las estructuras del sindi-
tancia (Sanhueza 1992, 2011; Letelier 2016). Es pro­ calismo agra­rio. Pero la reforma agraria no trajo consi-
bable que el abuelo de Juvenal se desplazara hacia go la prometi­da modernización del agro, ni siquiera la
Cobija por las vías de Atacama. La revisión de las mejora en las condiciones de vida de los campesinos o
epístolas me permitió conocer el tipo de comercio la productividad agrícola. Como señalan Kelley y Klein,
que llevaban a cabo, basado en una red familiar de el efecto de desaparición de las haciendas y, por lo tan-
dotación de mercancías a distintos poblados de la to, de todos los circuitos económicos y comerciales que
zona, lo cual permitió un relativo enriquecimien- se habían consolidado bajo este sistema, fue que “hubo
to de esta familia en el periodo señalado. Tristan una caída genuina en la producción y un aumento en el
Platt sugiere que, a mediados del siglo XIX, “[…] el consumo local de los campesinos” (1981: 126).
mes­tizo se dedicaría también al transporte (como La reconfiguración del agro fue paulatina y localizada. En
arrie­ro) o al comercio minorista; ocuparía cargo de caso del altiplano sur, durante la segunda mitad del siglo
corregidor, la falta de tierras lo llevaría incluso a so- XX, la economía agrícola estaba volcada hacia lo local. La
licitar parcelas en los ayllus, sometiéndose en este actividad económica principal en la región del intersalar
contexto a los curacas indígenas para el pago del era la crianza de ganado camélido o auquénido, com-
tributo correspondiente” (2016: 59). binada con la producción de determinados productos
Siguiendo a Tristan Platt (1987b), durante la prime­ agrícolas de manera estacional (papa, quinua y haba no-
ra mitad del siglo XIX, en la región de Lípez, las tablemente). La aridez y una mayor cantidad de días de
principales ocupaciones pasaron a ser la arriería y helada al año fueron factores determinantes para que
la explotación de sal, seguidas por la agricultura y en esta región no hubiera cambios tan drásticos en la
el trabajo estacional en la minería. Pero, a partir de producción agrícola y, en todo caso, las transformacio­
la década de 1890, la arriería en distintos puntos nes tuvieran lugar en sectores específicos y localizados,
del altiplano sur, se vio afectada por el ingreso del como la minería. A diferencia de las demás regiones pro-
Ferrocarril, que conllevó del mercado de la sal ha- ductivas andinas, la imposibilidad del cultivo extenso de
cia los centros mineros y urbanos de la región, así forraje, conllevó a que la región intersalar en el altiplano
como a la reconfiguración de las rutas comerciales sur estuviera parcialmente excluida de las transforma-
de la región, lo cual acarreó un retorno al intercam- ciones que tuvieron lugar durante la colonia, como la in-
bio no monetizado con comunidades ubicadas en troducción del arado de buey (Laguna 2011: 114).
otros pisos ecológicos (Platt 1987b: 236), es decir La transformación productiva en la zona, a partir de los
formas de articulación que formaban parte del años 70, debe comprenderse como una secuela de la re­
acer­vo de estas poblaciones. forma agraria y la sindicalización del agro. Por un lado,
el sindicalismo agrario (también desarrollado bajo la for­
Transformación productiva y articulación ma de cooperativas agrícolas), permitió dio lugar a la
contemporánea progresiva aparición de nuevas formas de organización
El siglo XX trajo consigo nuevos procesos políticos, productiva. Por otra parte, la apertura de caminos y la
así como transformaciones productivas y, por lo progresiva adquisición, por determinados pobladores,
tanto, nuevas coyunturas de articulación del alti- de nuevos medios de transporte significó un cambio
plano sur al sistema económico mayor. El principal fundamental para las poblaciones del altiplano, a finales
proceso político de este periodo fue el tercer gran del siglo XX. La culminación de la hacienda dio lugar a
intento por modernizar el agro, desde el Estado nuevas formas de organización del comercio, ergo de la
boliviano66. La Reforma Agraria de 1953 fue una substracción de la renta campesina: “El antiguo mono­
de las principales medidas de la denominada Rev- polio de los intermediarios de los hacendados fue aboli­
olución Nacional de 1952. Esta reforma acabó con do” y en su lugar se desarrolló “un complejo sistema de
el régimen de Hacienda, dando lugar a la reparti­ camionaje, intermediarios diversos y competitivos, ven­
ción individual de tierras y la creación de una clase tas sindicales directas, y mercadeo de campesinos indivi­
cam­pesina organizada sindicalmente (Dunkerley duales” (Kelley y Klein 1981: 126). Así, a medida que se
2003; Platt 2016). En las zonas rurales donde no se despertaba el interés por la quinua, también comenzó
66 Los primeros intentos siendo llevados a cabo durante el siglo XIX, (1826, 1866 y 1874). Los intentos de modernizar el agro en este periodo
conllevaron a la consolidación del sistema de haciendas y, en consecuencia, a conflictos entre las elites criollas y las elites locales indígenas,
que derivaron en enfrentamientos de gran envergadura, como en 1871 y 1899.

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a dinamizarse la producción y tuvo lugar una progresi- ción de ganado fue desplazada y, en algunos casos,
va tecnificación. El ingreso de los primeros tractores en eliminada. Esta transformación debe comprender-
la región de Salinas y las comunidades aledañas fue por se como el efecto de un incremento progresivo de
iniciativa de comunarios particulares. Aunque también las exportaciones de quinua hacia otros mercados,
hubo iniciativas corporativas/sindicales para coadyuvar así como un incremento de su consumo en los mer-
a la tecnificación del agro. Juvenal Pérez me contó que la cados locales.
CSUTCB67 impulsó el ingreso de nuevas tecnologías pa­ Estas transformaciones deben comprenderse tam­
ra mejorar la productividad, a través de la Corporación bién a partir de la mercantilización de este produc­
Agraria Campesina (CORACA) de Oruro, fundada por la to, promovida sobre todo por el mercado de
central sindical. consumo externo, así como por organismos in­
De hecho, a partir de los años 80 el sindicato, a través de ternacionales. El interés por la quinua en países de-
sus filiales y empresas, permitió en gran medida la reor- sarrollados inicia de manera temprana, a mediados
ganización de la producción de la quinua, en detrimen­to del siglo XX, pero se hace mucho más evidente a
de las relaciones asimétricas que se habían ido gestando partir de los años 60 y 70 (Bazile 2015; Bhargava y
entre los 60 y 70. Cuando comenzó a comercializarse la Srivastava 2013; Laguna 2011). En la actualidad, la
quinua, quienes llevaban a cabo esta actividad eran los creciente promoción de la quinua como superfood,
intermediarios rescatistas, aquellos que poseían camio­ por sus características nutritivas, socioculturales
nes. Los productores llevaban a cabo la producción de y económico-producti­vas, dio lugar a procesos de
manera familiar o individual y su vínculo con los comer­ extensificación e intensifica­ción68 de la producción
ciantes rescatistas se daba de la misma manera. Por lo y comercialización de la quinua, que generaron
tanto, el precio no estaba bien definido y los producto­ varias distorsiones, tanto de orden económico y
res recibían un pago arbitrario por parte de los rescatis- productivo, como de orden social, en el marco de
tas. En este contexto se decide la creación de la Asocia­ una nueva coyuntura de arti­culación del altiplano
ción Nacional de Productores de Quinua ANAPQUI el sur al sistema económico mayor (Cf. Mintz 1996).
año 1984, como forma de proteger a los productores y En primera instancia, tuvieron lugar procesos de
asegurar un ingreso justo por la venta de quinua. Antes, redistribución desigual de la tierra, mediados por
quienes tenían la posibilidad de acumular mayor capital la desigualdad socioeconó­mica de los campesinos;
eran quienes también ejercían un poder sobre los pro- procesos de retorno de migrantes, que reclamaron
ductores: es decir, los rescatistas o intermediarios. Como tierras, dando lugar a escenarios de conflictividad;
me señalo don Mario Alanoca: “Había pues intermedia­ y el despliegue de relaciones de explotación, donde
rios, unos conocidos, por lo menos de aquí de la capital confluyen una multiplici­dad de actores (ONG, institu­
unos cuatro intermediarios, que tenían bastante capital ciones de fomento financiero; Empresa; Asociación
[…] Ellos entregaban (dinero) adelantadamente para la de Productores).
cosecha y cuando llegaba a su estado de madurez, ya lle- El trabajo de campo que realicé, entre agosto y di­
gaban con su carro a recoger nomás la quinua” (Entre- ciembre de 2016, en Salinas de Garci Mendoza y
vista, 19 de septiembre de 2016). la comunidad de Rodeo, me permitió conocer de
La revolución productiva que no tuvo lugar antes por la cerca estas dinámicas propiamente capitalistas del
imposibilidad de introducir ganado mayor en la región campesinado del altiplano sur. Para analizar estos
intersalar del Altiplano sur, tuvo lugar a finales de los procesos de articulación y transformación, utilizo
años 70 y durante los años 80, con el tractor. Lógicamen­ los conceptos de comunidad campesina corporati­
te, la organización espacial de la producción cambio va y comunidad campesina abierta de Eric Wolf
radi­calmente, se pasó a ocupar tanto la serranía como (1955). La mercantilización de la quinua conllevó
las pampas para la producción de quinua, y la superficie al desarrollo de una comunidad abierta, don­de
cultivada se expandió considerablemente. La produc- el campesinado “regu­lar­­mente vende un cul­tivo

67 La Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSTUCB), fundada en 1979, fue durante las últimas décadas del
siglo XX y los primeros años del siglo XXI, la principal organización sindical campesina de Bolivia.
68 Ambos conceptos no se refieren únicamente al aspecto productivo (extensión e intensidad de la producción por espacio), sino también
al consumo, en los términos propuestos por Sidney Mintz (1996): Extensificación: se refiere a la masificación del consumo de un determina­
do producto que antes estaba destinado a un grupo particular; Intensificación: se refiere a una mayor continuidad de los “usos del pasado”
de un producto”, una mayor fidelidad o emulación de los significados antiguos. Ambos procesos caracterizan la mercantilización y fetichi­
zación a partir de la diferenciación de muchas mercancías contemporáneas, como la quinua.

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comercial que cons­ BOLIV
BOLIVI
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OLIV nero, del potentado que
tituye probable­men­te recogía las quinuas” para
entre el 50 y el 75% del ven­der el producto por los
total de su producción” circuitos no regulados (Entre-
(Wolf 1955: 461); y donde vista a Juvenal, 6 de octubre de
las re­ laciones sociales se 2016). En este primer momento,
complejizan. Las trayectorias la explotación se llevaba a cabo de
diferenciadas entre resi­dentes y es­ manera ineficaz pues el mercado se hal-
tantes69, que pude evidenciar con las ex- laba completamente desre­gulado. A partir de
periencias de mis informantes que registré durante que se regularizan los circuitos de comercialización, la
mi trabajo de campo, permiten dar cuenta de esta organización de la producción, con la creación de asoci-
complejidad. Desde el interior de las propias local- aciones, empresas y la aparición de políticas y proyectos
idades se gesta, en gran medida, una tran­si­ción de de apoyo a la producción (créditos, proyectos de ONG,
peasants a farmers en el altiplano sur (Laguna 2011; etc.), la explotación o expropiación de la renta campesi-
Vassas 2016; Wolf 1971). Esto no quiere decir que se na se vuelve “eficiente”, pues se lleva a cabo a través de
tratara de un proceso homogéneo donde todos los todas estas instancias reguladas.
productores transitan de una forma a la otra en las Además, el carácter eficaz de la explotación en esta co-
mismas condiciones, sino que existen grandes dif- yuntura se ve complementado por el encumbramiento
erencias de orden socioeconó­mico entre grandes, de un discurso multiculturalista, sobre el cual se basa la
medianos y pequeños produc­ tores, que usual- mercantilización del producto. En la tesis señalo que se
mente corresponden con las ca­te­gorías de resi- trata de un proceso paradójico de fetichización71 a partir
dentes y estantes (Ormachea y Ramírez,2013). de políticas de diferenciación: Toda la imaginería que se
Al interior de la Comunidad Campesina Abier- construyó en torno a la quinua supuestamente para re-
ta, siendo que a partir de la aparición del cultivo saltar las cualidades únicas de este producto, sirvió para
comer­cial se emplaza una economía propiamente invisibilizar de manera más eficaz las relaciones desigua­
capita­lista de producción, se consolidan las rel- les que ocurren a lo largo de la cadena de valor, pero so-
aciones de desigualdad y las disparidades entre bre todo al interior de las comunidades campesinas. La
productores, se despliegan nuevas dinámicas aplicación del concepto de fetichización de la mercan­cía
económicas y sociales de explotación. En primera se complementa con la utilización de la noción de arti­
instancia, la explotación o expropiación de la renta culación, como la utiliza Tania Li (2014) para referirse a
campesina70 fue llevada a cabo por los intermedi- cómo, en cada coyuntura de subsunción al sistema eco­
arios. Es decir, “el compadre, el ahijado, el camio­ nómico mayor, dependiendo de las relaciones de pro-

69 Un aspecto importante del proceso de mercantilización de la quinua es el surgimiento de dos nuevas categorías demográficas: los resi-
dentes, que son los comunarios o hijos de comunarios que migraron y que retornan, después de varios años, para reclamar un terreno de
cultivo; los estantes que son los que viven de forma permanente en la comunidad (Vassas 2016; Ormachea y Ramírez 2013; Laguna 2011).
70 William Roseberry propone utilizar el concepto de renta campesina, en un sentido distinto al propuesto por Marx, para comprender
cómo tiene lugar la explotación en el campesinado. En este marco, la renta comprende: impuestos, intereses, la preventa forzada de pro­
ductos a un precio menor que el comercial y cualquier otra forma de extracción del plusvalor del trabajo campesino que no se base en la
venta de la fuerza de trabajo (1976: 51).
71 Con la noción de la fetichización, Marx (2010) señala cómo, en el capitalismo, la mercancía adquiere un carácter mítico, a partir de que
refleja ante las personas el carácter social de su propio trabajo al tiempo que invisibiliza el trabajo concreto, imponiendo un relacionamien­
to entre objetos al margen de los productores. La fetichización consiste en el igualamiento de los trabajos concretos en trabajo social,
para la producción de mercancías, es decir la invisibilización del trabajo concreto en el trabajo social abstracto.

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ducción e intercambio que se emplazan, tiene lugar una con estas suposiciones de la antropología, que en
construcción específica, y funcional al sistema mayor, de el presente se han hecho de “sentido común”. De
identidad. En el caso de la quinua, a partir de la primera esta manera, evité un análisis de tipo sincrónico,
década del siglo XXI, la articulación consiste en la reivin- así como una historización de tipo ensayista, como
dicación de una identidad de productores comunitarios tantas que se han producido en Bolivia. Y, en todo
cuya producción sería orgánica y ancestral. caso, me centré en demostrar que la región del al-
tiplano sur fue testigo de múltiples coyunturas o
A modo de colofón momentos de articulación/conexión con el sistema
A lo largo del presente texto mi objetivo fue repasar el económico mayor. Un análisis del primer tipo me
carácter wolfiano de mi investigación. En Europa y la gente habría llevado, posiblemente, a conclusiones erra-
sin historia, Eric Wolf (2014) plantea que el problema más das sobre la impronta del mercado en sociedades
importante en las disciplinas sociales ha si­do, y continúa comunales y armónicas. Sin embargo, el análisis si­
siendo, la costumbre de considerar a formaciones social- guiendo la propuesta wolfiana, me permitió com-
es como entidades estables y contra­puestas, en vez de prender las conexiones y contradicciones locales
envueltas en conexiones y contradiccio­nes. En este mar- actuales, de las sociedades rurales en contextos
co, la característica o función atribuida a la antropología, poscoloniales, como una característica de la histo-
especialmente, ha sido la de estudiar entidades particu- ria del capitalismo global que se repite, “la prime­ra
lares e inconexas, como forma de evitar homogeneiza­ vez como tragedia y la segunda como farsa”. El he­
ciones. Pero, en realidad y paradójicamente, esta práctica cho de enfocarme en la mercancía quinua, me per-
de la antropología ha conducido a una homogeneización mitió vincular los procesos actuales de articulación,
mucho más perversa (sociedades tradicionales, socieda­ con los procesos anteriores, y comprender las rela-
des comunales, etc.), por encubrir las asimetrías, las re­ ciones estructurales que operan en cada contexto.
laciones de poder que caracterizaron siempre a todas
las relaciones sociales. Mi investigación intenta romper

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E. Zoe Castell Roldán


zoe.yoallan@gmail.com

El presente artículo está basado en una reflexión etnográfica acerca de la industria de la carne de res
en el centro de México. Por medio de las categorías de ilegalidad, legalidad y contubernio, argumento
que actualmente en la Ciudad de México y su zona metropolitana se produce una carne no segura para
el consumidor, al mismo tiempo que se aprovecha de una fuerza de trabajo explotable y disponible
por medio de diversos mecanismos de dominación y despojo. Al mismo tiempo reflexiono sobre el
mercado de consumo que sostiene esa producción y las respuestas ­-basados en supuestos éticos y
morales- que han justificado su mantenimiento o, en ciertos casos, su desaparición.

Introducción
En años recientes los casos de intoxicación por clembuterol han aumentado en México.
En la mayoría de las situaciones, la intoxicación se explica por la ingesta de carne conta­
minada con anabólicos químicos. Igualmente, ciertos casos altamente publicitados han
ayudado a crear un sentido común acerca de lo que significa una producción y comerciali­
zación masiva de carne de res sin ningún tipo estandarizado de inocuidad alimentaria.
Estos casos han ayudado a mistificar, aún más, el trabajo involucrado en tal producción
hasta el grado de obviarlo por completo; además de que han logrado desplazar narrati-
vamente la relación y responsabilidad que el Estado tiene para asegurar los estándares
de calidad impuestos en la comercialización de carne de res en México. Entre estos se en-
cuentran los casos de veintinueve futbolistas mexicanos que entre 2011 y 2013 resultaron
positivos por dopaje, al igual que cuatro boxeadores profesionales registrados ante el
Consejo Mundial Boxeo que entre 2012 y principios de 2018 han enfrentado sanciones
por encontrárseles rastros de clembuterol en la sangre73. Todos ellos recurrieron a la
misma justificación: un “error involuntario” causado por ingesta de carne contaminada.

72 Los datos sobre los que se elabora este artículo se produjeron en la tesis “Mercancía dañada: carne y carnales al Oriente de la Ciudad de
México” (2017) dentro del programa de la Maestría en Antropología Sociocultural del ICSYH- BUAP.
73 Debido a estos casos altamente mediatizados, periódicos y medios televisivos han rebautizado al clembuterol cómo la “pesadilla del de-
porte mexicano” (ver:http://laaficion.milenio.com/futbol/clembuterol-pesadilla-deporte-mexicano-seleccion-mexicana-liga-mx-canelo-al-
varez_0_1133286972.html). Más allá, los problemas derivados del dopaje y la presencia de clembuterol en la carne han llevado a varias de-
pendencias internacionales del deporte a pedir a sus atletas no comer carne en México por temor a una posible contaminación. Este fue el

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Si bien, estos casos exponen la corrupción dentro del deporte mexicano, de ellos surgen una serie de
preguntas que pueden ayudar a comenzar un debate mucho más amplio acerca de la industria alimen-
taria mexicana, de las formas de consumo de ciertas mercancías y de las características que toma cada
fase del sistema productivo de éstas. Por ejemplo, ¿por qué parece que el consumo siempre es “invo­
luntario” y por lo tanto justificable? ¿Existe una alternativa para este tipo de consumo? ¿Qué significa
la producción alimentaria en esta etapa del capitalismo tardío?
Por lo tanto, partiendo de ciertos conceptos de la economía política este artículo busca explicar las
formas en las que la producción de carne de res en el centro de México ha aprovechado y desechado
de forma paulatina, sistémica y organizada una fuerza de trabajo que se encuentra disponible para tal
industria. Esta cuestión se encuentra íntimamente ligada a la conformación histórica de la zona metro-
politana de la Ciudad de México y a una creciente demanda de consumo por la carne de res por parte
de los habitantes de la capital del país. A lo largo del artículo, trataré de enlazar estos dos nichos -traba­
jo y consumo- buscando explicar cómo y porqué una producción de este tipo ha mantenido formas de
fetichización específica que han ayudado a mistificar, a su vez, las respuestas que los sujetos se dan a
la hora de rechazar o justificar la desaparición de la industria.

La Ciudad de México y su Coyote en Ayuno


En la capital del país, la más económicamente desigual de las urbes mexicanas, conver-
gen una multitud de sujetos que han modificado y reconfigurado sus espacios de sociabi­
lidad a través de la habitación en lo que Davis (2014) llama “ciudades miseria”. Es en
especial en la Ciudad de México donde es posible observar que “los índices más bajos de
crecimiento metropolitano han coincidido con una circulación más intensa de mercan­
cías, capital y población entre el centro de la ciudad y su entorno” (Aguilar y Ward 2003:
4, 18 en Davis 2014: 23). Los municipios que conforman la zona conurbada de la Ciudad
de México son parte importante de ese desarrollo desigual, en especial las áreas que son
parte de la frontera oriente con el Estado de México en dónde existe una mayor concen-
tración de pobreza económica y social que no se ha logrado estabilizar con el paso de
los años.
Históricamente, la zona oriente del área conurbada de la Ciudad de México ha sido la
que ha agrupado los mayores índices de concentración poblacional, migración interna y
pobreza extrema en zonas urbanas del país. Es ahí donde reside la mayoría de los traba­
jadores que laboran en puestos de trabajo que dependen directa o indirectamente de la
capital del país. Es en este sentido que las áreas metropolitas de la capital del país explican
una historia específica de liberación de mano de obra dirigida hacia la Ciudad de México,
al igual que los procesos acelerados y desiguales de expansión territorial y urbanización
con la consecuencia directa de una demanda mucho mayor de fuerza de trabajo en lab-
ores industriales y de servicios para el sustento de la creciente zona metropoli­tana. Asi-
mismo, la paulatina integración de zonas del Estado de México próximas a la Ciudad de
México como nichos importantes de proletarización urbana expresan las formas en las
que la zona oriente y nororiente comenzaron una historia de negociaciones políticas con
el Estado, al igual que una relación de clientelismo partidista (Vélez- Ibañez 1983; Dresser
1991) derivada en formas específicas de administración de poblaciones sobrantes que
han logrado configurar espacial y socialmente a la actual zona oriente del Estado de Mé­

caso durante la Copa Libertadores de 2016 en la que la Confederación Sudamericana de Futbol (Conmebol) advirtió hoy a los jugadores de
equipos que disputan partidos en México que prescindieran de comer carne roja (ver: https://www.eluniverso.com/deportes/2016/03/07/
nota/5451396/conmebol-pide-clubes-que-no-coman-carne-roja-mexico-clembuterol). De la misma forma, la Asociación de Jugadores de la
NFL hizo la misma recomendación a sus jugadores (ver: http://www.cronica.com.mx/notas/2016/958954.html) Recientemente, y debido
a el caso del boxeador “Canelo” Álvarez, la Federación Mexicana de Futbol recomendó a sus seleccionados no consumir carne roja en
México para evitar sanciones por parte de la FIFA que puedan afectar la participación de los futbolistas en el Mundial de 2018 (ver: http://
amqueretaro.com/deportes/futbol/2018/03/26/piden-seleccionados-del-tri-no-comer-carne-mexico)

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xico, del mismo que a su relación política con la Ciudad de México. Municipios como Ecatepec, Chimal-
huacán, y Nezahualcóyotl son el ejemplo emblemático de este proceso. Es en Neza especialmente
dónde la conjunción entre el establecimiento de políticas públicas de corte asistencialista como PRO-
NASOL han resultado en una ambigua distinción entre informalidad, legalidad e ilegalidad; además de
en una captación de un proletariado dirigido a ciertas industria. Como consecuencia han auxiliado a la
instauración de una industria cárnica que ha aprovechado históricamente estas condiciones. A su vez,
el imaginario capitalino significó a los espacios como Ciudad Neza de forma contradictoria y contra­ria
a la modernización que vivía la Ciudad de México antes de 1980. Por ejemplo, para finales de la década
de 1960 Nezahualcóyotl significaba para los habitantes de la capital del país un caos de casas de car­
tón, polvaredas interminables e inundaciones recurrentes que se combinaban con la extrema pobreza
y miseria de sus miles de nuevos habitantes que añoraban trabajo y dinero para la sobrevivencia diaria
(Vélez- Ibañez 1983).
Aunado a este complicado desarrollo político, desde finales de los 40s, una incipiente industria dedica-
da a la crianza de animales, a su procesamiento in situ y su comercialización en mercados de frutas y
verduras cercanos se estableció en esa zona. Gradualmente, estos mercados se convirtieron en zonas
especializadas de comercialización de carne de res “en fresco”74 que actualmente abastecen a buena
parte de la Ciudad de México. Los rastros fueron reubicados hacia los municipios cercanos, en La Paz y
Chalco por ejemplo, donde los ganaderos lograron aprovechar la cercanía con los ranchos ganaderos
de las aún zonas rurales del Estado de México y sus conexiones terrestres hacia Veracruz y Querétaro.
Por medio de estas paulatinas configuraciones, los mercados de carne, los rastros y los ranchos gana-
deros se convirtieron al mismo tiempo en espacios de captación de fuerza de trabajo local y regional.
Ciudad Nezahualcóyotl significa literalmente en náhuatl “Coyote en Ayuno”, es donde irónicamente
se encuentra uno de los mercados de comercialización de carne de res más grandes de todo México:
el Mercado San Juan.

Éste es el corazón de la industria de la carne en la Ciudad de México y es también la fron-


tera entre la Ciudad de México y el Estado de México. Esta frontera se ha convertido en
un espacio en el que el régimen de trabajo, la violencia y la pobreza se entremezclan con
varias estrategias de sobrevivencia por parte de los sujetos que viven y laboran a través
del aprovechamiento de la carne de res. La complicada vida cotidiana en lugares como
Ciudad Nezahualcóyotl derivada de la historia inmediata de movimientos de poblamien­
to, han hecho de la periferia de la ciudad una zona de contrastes y conflictos que se re­
crudecieron por el establecimiento de ciertas industrias que lograron prosperar -como
aquella de la carne de res- aprovechando la disponibilidad de una fuerza de trabajo a la
que se le han arrancado todos los medios de producción y reproducción ampliada. Las
condiciones de violencia, corrupción, ilegalidad y sobreexplotación que se viven en lugres
como Ciudad Nezahualcóyotl se han mezclado con las formas de producción de un alimen-
to que la mayoría de los mexicanos en las zonas urbanizadas del centro del país in­giere.
Conviene recordar que la Ciudad de México es uno de los principales mercados de consu­
mo de carne de res a nivel nacional. Sólo dentro de la capital del país se consumen dia­ria­
mente una cuarta parte de la producción nacional de carne de este animal (INEGI 2016).

74 Es importante distinguir entre la producción de carne “fresca” y su versión procesada en plantas empaquetadoras. Esta última es mucho
más común en países como Estados Unidos y Canadá donde los procedimientos de empaquetado de carne corresponden a estándares de
calidad e inocuidad alimentaria mucho más estrictos, a la par de una producción enteramente industrializada que finaliza en una comerciali­
zación dentro de grandes tiendas y supermercados. Al contrario, la producción que analizo es aquella que elimina el empaquetado y comer-
cializa con carne fresca. Al hacerlo, el tiempo entre el sacrificio de los animales, su procesamiento, la comercialización y el consumo final se
reduce significativamente; al igual que las distancias en las que se lleva a cabo el proceso total. Esta brecha incluso puede llevar sólo algunas
horas. En el centro de México es común esta forma que toma la cadena productiva de carne, la cual no solamente se reduce a la de res sino
que se extiende al aprovechamiento de pollo y cerdo.

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Debido a este creciente consumo, la crianza de anima­
les, su procesamiento y su comercialización en mer­
cados especializados, como San Juan, tienen ca­
racterísticas particulares que se entrelazan con la
condición histórica y política de las zonas conurba­
das de la Ciudad de México. En estos espacios -ran-
chos, rastros del Estado de México y mercados
como San Juan- los mecanismos que son utilizados
para la maximización de ganancias en cada una de
las fases productivas del procesamiento de carne
son variadas, sin embargo una característica es co­
mún: la confluencia entre ilegalidad, informalidad
y sobreexplotación laboral. El Coyote en Ayuno, en
consecuencia, no sólo existe como un espacio de con-
finamiento del proletariado metropolitano, sino como
caso representativo del sistema alimentario mexicano y sus
efectos sobre sujetos de distintas clases. Por estas razones la
producción de carne en el centro de México, con sus características
particulares que trataré de explicar a continuación, ejemplifica de manera perfecta las formas en la
que se ha desarrollado el sistema alimentario mexicano. Si bien existen distintos muestras de las con-
secuencias específicas que la producción de una mercancía alimentaria puede significar para el rango
de espacios, sujetos y relaciones en las que influye, creo que la carne puede ayudar a desmitificar la
narrativa de la supuesta modernización acelerada de las zonas centrales de México y al mismo tiempo
ayudar a comprender que las decisiones que tomamos en cuanto a los alimentos que comemos no son
enteramente individuales.

Carne y carnales: dos formas de explicar la miseria del sistema alimentario mexicano
Las formas de producción y comercialización de en las zonas urbanizadas de la Ciudad
de México muestran que el consumo de carne es parte de una experiencia de clase. Al
mismo tiempo, revelan que los patrones en el consumo de una mercancía en particular,
como la carne, puede arrojar luz a una gama mucho más amplia de cambios históricos so-
ciales y culturales de clases particulares (Roseberry 1997). Ligados a la organización del
trabajo, a la modernización de ciertas industrias, al crecimiento de la clase trabajadora y
a la distribución de los ingresos, la producción de mercancías puede hacernos entender
las intenciones, los conflictos y la forma en la que los sujetos de clases distintas se imagi­
nan a sí mismos y a los otros.
La carne y los carnales -es decir, los trabajadores de la carne- exponen una compleja rela­
ción entre los mecanismos que la clase y cultura establecen a las formas de producción
de sentidos. Al mismo tiempo, ayudan a explicar cómo históricamente se ha configurado
el sistema alimentario mexicano al demostrar que la emergencia de grupos específicos
basados en el poder, el dominio y la desigualdad no es una casualidad provocada por la
simple división de clases y la determinación de ciertos aspectos de estos mecanismos. A
decir, la modificación de las dietas y del sistema alimentario en México puede expresar
una derivación de ideas específicas sobre una incipiente clase media que poco a poco se
instauró en el imaginario nacional durante la primera mitad del siglo XX, asimismo sobre
la política interna que alentaba el progreso industrial y la modernización del país ayu­dan
a explican las distintas formas en que la producción de mercancías alimentarias organiza­
ron la actual situación alimentaria del país. De manera conjunta, ambas posiciones permi­

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ten hablar de cambios en la estructura de producción, comercialización y la organización del trabajo
necesaria para la reproducción de las clases en México. Quiero utilizar estos dos elementos, la carne
y los trabajadores de la carne, para expresar un argumento final que discurre entre las formas de feti­
chización necesarias en el consumo y la necesidad de elaborar explicaciones más complejas sobre
mercancías alimentarias.
El caso debe de verse con especial atención en las zonas conurbadas de la Ciudad de México. En estos
espacios ha sido creado un set de normas propias que han funcionalizado relaciones sociales ambiguas
entre patrones y empleados de la carne, que van desde la aparente amistad y compadrazgo hasta la
explicita dominación y explotación; al mismo tiempo han sido organizadas una serie de negociaciones
con representantes del Estado que permiten obviar la aplicación de la ley, en diversos sentidos, para
perpetuar el aprovechamiento de animales y su comercialización sin ningún tipo de traba burocrática,
administrativa o legal. Estas situaciones son complejas y simples de analizar a la vez, empero. Comple­
jas porque involucran tres niveles de discusión que son de suma importancia a la hora de explicar el
sistema alimentario mexicano: la relación con el Estado, una relación laboral basada en la superexplo­
tación y un envenenamiento general de la población al consumir la mercancía final. Sin embargo, al
separarlas y organizar sus consecuencias directas tanto en la conformación de clases, espacios y apa-
rentes decisiones individuales sus formas particulares toman sentido. Por otra parte, parecen simples
porque de ellas deriva la construcción de consensos y sentidos comunes que se entrelazan con su-
puestos éticos y morales que pueden ser ciertos o no.

Primeramente, es necesario partir de la carne como alimento, como crianza de animales


vivos y las formas en las que éstos son procesados. El mercado de la carne en el centro de
Mé­xico desataca por dos cosas: la producción de carne no es ilegal, pero sí las formas de
engorda con sustancias prohibidas por ley; así, su comercialización se vuelve ilegal aun­
que el intercambio se produzca mediante arreglos formales en espacios informales. Es-
tas complicaciones en la definición de momentos de legalidad, ilegalidad y criminalidad
me llevan a la necesidad de enmarcar a la producción de carne en México en un contexto
de economías subterráneas que la definen como no completamente apegadas a la ley.
En los Mercados, fayucas y tianguis la relación entre los representantes del Estado y los
diversos sujetos que laboran dentro de estos espacios es de suma importancia para las
transacciones finales. Es así que la funcionalidad de distintos elementos de informali­
dad, criminalidad y contubernio (Sandoval 2012; Parra 2010, 2013) en espacios de ese tipo
fueron paulatinamente normalizados y esencializados como parte de la interacción com-
ercial. Las relaciones de poder entre delegados, líderes de tianguis, representantes del
Estado, comerciantes, trabajadores y consumidores en un marco de violencia -que puede
ser explicita o no-, de confianza e interes mutuo sostenido por relaciones interperso­nales
prolongadas en las que el ejercicio del poder, la coerción, el contubernio, la extorsión y
el autoritarismo están presentes, para hacer funcionar un mecanismo a través del cual
fluyan mercancías, dinero, favores y servicios (Sandoval 2012: 51-53), en ese sentido, “la
ilegalidad o la legalidad jurídica de estas actividades no es lo que las define, sino las rela-
ciones sociales que sostienen este tipo de comercio” (2012: 58).
Bastaría un ejemplo de este tipo de relaciones. Según las cifras de Jiménez (2011), de 2002
a 2008 se presentaron más de 2 mil casos de intoxicación humana debido a la ingesta de
carne contaminada con Clembuterol. De los estados que registran mayor presencia de
este tipo de casos son Jalisco y la Ciudad de México (2011: 14) y es, precisamente, dónde
los programas implementados para asegurar la aplicación de estándares de calidad e
inocuidad tienen menor injerencia. Según Guerra y Córdova (2014) la mitad de la carne
que se consume en el país proviene de animales que han sido engordados con agentes
anabolizantes. Sin embargo, SENASICA (Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Cali-
dad Agroalimentaria) y SAGARPA (Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Ru-
ral, Pesca y Alimentación) han negado sistemáticamente la presencia de anabolizantes

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químicos en la carne producida en México. Según la información epidemiológica que el gobierno de
México ha proporcionado desde 2013, en el país la tasa de intoxicación por clembuterol es de menos
de uno por un millón habitantes y la mayoría de la carne (93%) es segura para consumir75. No obstante,
estos datos contrastan con autores que han estudiado el uso, abuso y consecuencias del clembuterol
en animales y seres humanos (como los citados anteriormente), al igual que con investigaciones etno­
gráficas como la presentada. Que los datos sean disimiles tiene que ver con las características propias
de la industria, donde al utilizar mecanismos ilegales a la hora de producir el ganado; al igual que los
productores al hacerse participes junto con representantes del Estado -veterinarios, inspectores de
SAGARPA en ranchos y rastros- en una relación de contubernio (Parra 2013; Flores 2009) para obtener
un beneficio personal encubren la presencia del anabólico. Por lo tanto, este tipo de cifras tendrían
que ser leídas como una forma de intento de consenso que logre mantener a flote a la industria de la
carne en México.
Al mismo tiempo, es interesante notar que la complicada relación entre el conocimiento de la violación
a la ley, la prohibición de ciertas actividades por parte del Estado y el entendimiento común de que
hacerlo es socialmente aceptable en aras de mantener la funcionalidad en espacios donde impera la
informalidad y la ilegalidad (Parra 2013) es en realidad aquella que organiza los momentos de procesa­
miento en rastros, ranchos y mercados de la carne. Los diferentes momentos en la producción de car­
ne de res -partiendo de los productores y engordadores hasta llegar a la cartera de clientes directos de
carniceros mayoritarios y de menudeo- describen la multiplicidad de formas de en las que es posible
negociar con base en los elementos antes descritos. Este es el caso, por ejemplo, de la utilización del
clembuterol como coadyuvante en la cría de ganado. En la última etapa de la cadena productiva, la
mercancía que se le presenta al consumidor final es el resultado de estas relaciones y negociaciones
entre distintos sujetos. El rango de opciones que se le presentan al consumidor han sido específica-
mente producidas mediante estos mecanismos, sin embargo la ilusión del libre mercado en el que el
consumidor puede elegir aparece en forma de decisiones individuales que lo eximen de las etapas an­
teriores de proceso de producción.

Aunado a lo anterior, y el segundo de los puntos que quiero tratar, es la labor de los
trabajadores de la carne basada en la superexplotación y el despojo. Estas trayectorias
laborales comienzan tras décadas de abandono histórico y marginalización económica y
social. Ciudad Neza y el Mercado San Juan, marginados y empobrecidos desde los años
cuarenta, son espacios donde la informalidad y la criminalidad se entremezclan con la
particular forma de producción y comercialización de la carne. En la zona en la que rea­
licé mi etnográfica, las condiciones de trabajo son brutales: una jornada laboral puede
durar más de 11 horas. No hay días de descanso, no hay permisos por problemas de salud,
no hay vacaciones, ni pagos de horas extras. No hay contratos de trabajo colectivos o
individuales, existen cero posibilidades de acceder a prestaciones laborales que la ley
exige, los salarios son fijados según la relación que el chalán tenga son su patrón. Por lo
tanto, los sueldos que reciben los trabajadores suelen variar incluso en la misma carnice­
ría, rastro o rancho. Al mismo tiempo, la incertidumbre es constante; el chalán76 sabe
que puede ser despedido en cualquier momento, por cualquier cosa: impuntualidad, le-
siones, peleas, borrachera, incluso por “mala actitud”. Si es así, su lugar será cubierto
inmediatamente. Los chalanes abundan en el mercado y cada día en cada local hay uno
que ha ido a pedir trabajo, por lo que existe una rotación constante ante una permanen­
te disposición de la fuerza de trabajo. Después de la carne, la mercancía más cotizada
son los trabajadores.

75 ver: http://www.sagarpa.gob.mx/saladeprensa/2012/Paginas/ 2013B460.aspx. Accesado ultima vez el 26 de marzo de 2018.


76 En los espacios de producción de carne, se usa la palabra chalán/a para referirse despectivamente a los trabajadores. Usualmente se le
asocia con la palabra “ayudante” que expresa una clara posición de subordinación. Durante el texto usaré la palabra chalán para referirme
a los trabajadores de la carne en la forma en la que es expresada en el mercado, en los ranchos y en los rastros de la zona oriente.

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En el régimen de trabajo moderno, la superexplotación aparece como una norma (Marini, 1986). La
regulación del trabajo a través de la retención de los pagos, el control de los trabajadores a través de
las extenuantes jornadas laborales y la disciplina que se expresa por medio de amenazas por despidos
y días laborales sin pagos, forman parte de la creación de ese régimen de superexplotación en San
Juan, en los rastros y en los ranchos ganaderos de la zona oriente. A la par, la brutalidad y la violencia
de la acumulación capitalista expresada en las relaciones entre patrones y trabajadores apuntan a la
forma en la que las relaciones de producción y los procesos de fragmentación de clase (Kasmir y Car-
bonella 2014) que demarcan las experiencias de vida de los sujetos que laboran y subsisten en estas
condiciones. Es así que las situaciones donde la complicidad, la lealtad y la aparente amistad llegan a
formar parte de un régimen de superexplotación en donde la precariedad se convierte en la expresión
más acabada de su puesta en escena. La desdibujada línea entre la lealtad y la brutalidad de la discipli-
na convierten a la precariedad en un elemento más de esa superexplotación puesta en marcha para el
continuo funcionamiento de la producción y la circulación. Las historias de vida de los trabajadores de
la carne muestran la forma en la que sus estrategias de subsistencia y sus experiencia concretas tienen
relación con algunos tipos de procesos por los que la violencia estructural puede implícitamente pro-
ducir ciertos sufrimientos (Holmes 2013) -corporales, sociales, materiales- y una violencia estructural
(Bourgois 1989, 2010) en un régimen de superexplotación normalizado. La violencia del capital que
se traduce en violencia estructural, económica, internalizada y personal (Schepper-Hughes 1992) y se
expresa en forma de precarización, desechabilidad, y sufrimiento (Carbonella y Kasmir 2014; Holmes
2013; Kleinman 1997). Por demás, la disciplina por parte del patrón, la autodisciplina internalizada por
el chalán y la rutina ejercida dentro del negocio ganadero y de la carne forman parte de relaciones de
coerción y consenso (Flores 2008) que son aprovechadas para aumentar ganancias en el negocio de
la carne.

Asimismo, las condiciones de precariedad en las que viven y laboran estos hombres y
mujeres dentro del negocio de la carne han servido para mistificar la mercancía en su eta­
pa final. Al igual que las formas de producción en sus primeras etapas, desde la crianza
hasta el procesamiento de los animales, las condiciones de ilegalidad y precariedad son
aprovechadas y maximizadas por los patrones para producir la mercancía y sacarla al
mercado. En conjunción, los dos puntos ponen el acento en la forma en la que se crean
ciertas “mercancías- fetiche” (Sohn- Rethel 1978) dentro del actual sistema alimenta-
rio mexicano. La carne sólo uno de los tantos ejemplos de alimentos producidos en el
país que conjugan tipos de labor precarizada y formas de producción no seguras para
esos trabajadores ni para el consumidor final. Partiendo de este argumento quiero en
el siguiente apartado, y como conclusión, acercarme a la fetichización y a la negación
del “daño” como justificaciones basadas en supuestos éticos y morales que pretenden
“cambiar” alguna fase los procesos productivos de este tipo de mercancías.

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Conclusión: de decisiones individuales, “alternativas” y fetichismos
Para finalizar quiero aterrizar en dos puntos importantes: en el fetichismo de la mercancía y en la cons­
trucción de las decisiones personales. Primeramente quiero enfatizar que las versiones del negocio
de la carne de res que he presentado a lo largo del texto están plagadas de características propias
que a simple viste parecieran una serie de acciones individuales que desordenadamente coexisten
con estructuras formales de mercantilización. Sin embargo, estas decisiones -tanto de productores,
trabajadores y consumidores- no son individuales ni asiladas. Esto tiene sentido por dos argumentos.
Primeramente porque el proceso de producción particular de la carne que he descrito a lo largo de
este texto ilustra particularmente las variadas trasformaciones económicas en la historia de la política
y del capitalismo mexicano. A través de la creación de políticas públicas en el siglo XX encaminadas a
corregir y reconfigurar la dieta de los mexicanos una serie de ideas e imágenes en torno al consumo
de carne rodearon su producción y recrearon otras respecto a su comercialización. Así, las dietas de la
clase trabajadora fueron modificadas gradualmente, por lo que el consumo de carne, sobre todo la de
res, fue considerada un símbolo de ascenso social. Con ello quiero decir que las formas de producción
y comercialización de en las zonas urbanizadas de la Ciudad de México muestran que el consumo de
carne es parte de una experiencia de clase donde las decisiones que han sido tomadas, a la hora de la
elección de una mercancía lista para el consumidor final, no son enteramente individuales.
Que estas decisiones, que parecen borrar las formas en las que fue producido la mercancía y el costo
social y humano, aparezcan en una narrativa de construcción de “alternativas” puede explicar cómo
ha sido establecido un potente terreno de consenso ideológico al que es importante enfrentarse. Den-
tro de ese terreno, la pregunta “¿existe alguna alternativa a este tipo de producción?” consiste un
marcador ideológico significativo. Los cambios en las formas de mercantilización y consumo a través
de un espectro de moralidad y compasión, basados en la presunción de la “elección” (Roseberry 1996)
han derivado en una ilusión fetichista que el propio consumidor ha desarrollado a través de espectro
de aparentes opciones (Appadurai 1990). Esta ilusión, de que el consumidor es un actor que puede
“cambiar” alguna situación por el acto de la elección deja de lado una cuestión fundamental: que estas
decisiones están estructuradas por medio de procesos hegemónicos que logran crear situaciones de
consenso general. El sentido común (Crehan 2016), en este caso, aparece como la versión más acaba-
da del consenso ideológico. Al mismo tiempo explica las formas en las que el mercado imagina la clase
(Roseberry 1996) y reformula las formas en las que una elección es segmentada e identificada con una
mercancía.
En este sentido, es válido indagar en otra serie de preguntas: ¿es posible podemos cambiar alguna
característica del sistema productivo eligiendo “mejor”, por ejemplo, al elegir no comer carne? Es aquí
donde elaboro mi conclusión: los sujetos, interpelados ideológicamente como sujetos consumidores
(Žižek 2010) mantienen a flote la fantasía del libre albedrio. No niego que este pueda existir, sin embar-
go es importante enmarcarlo en un campo de fuerza especifico (Roseberry 1994) en el que las liberta-
des están dirigidas y acotadas hacia ciertos controles que la organización del capital crea (Smith 2011).
En la industria de la carne esta situación es especialmente compleja, por una parte debido a los varios
sentidos comunes que posee la carne como alimento y como significante moral y ético. Sin embargo
es posible comenzar un debate mucho más amplio al aclarar que la individualización de una decisión,
como convertirse al vegetarianismo o veganismo, forma parte de una correspondencia estructurada
con el capital en forma de mercancías que fetichizan la relación de consumo y al consumidor mismo.

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Cuento
LA CAÍDA
Por María Gabriela González Gutiérrez

Sabía que esta vez no se trataba de una pesadilla, por eso buscó salvarse. Intentaba
rezar, pero involuntariamente mezclaba al padrenuestro invocaciones demoníacas y
blasfemas. Quería que los santos lo socorrieran, mas su boca solamente barboteaba
sonidos incomprensibles, frases equívocas y oscuras que él no había pensado.
Se quedó quieto, agudizando los sentidos y aferrándose a la voz interior que aún le
permitía, precariamente, asirse a este lado de la realidad antes de caer al otro lado
del caer. Su cuerpo, desde hacía varios meses, era un entretejido de extrañas sensa-
ciones que de un momento a otro podían transportarlo a la más sublime de las volup-
tuosidades o sumirlo en la más desesperante angustia. Ahora estaba suspendido en
una especie de limbo, en una línea perdida del tiempo.
Cada vez que intentaba dormir, recurrentemente y de manera inevitable escuchaba
una antigua canción que narraba el infeliz destino de unos niños que al jugar cerca de
una planta de beleño habían entrado en un estado cataléptico del que ya no regre­
sarían:

Beleño, beleño…
De negro nuestros corazones tiñe
Lo amargo es dulce
Y lo que es no es.
Dos querubes dormitan abrazados
en este bosque umbrío
donde siempre es nunca
y nunca es siempre.
Beleño, beleño
del bosque encantado
nadie escapará…
/ C ienc aRevista
5694/ Ciencia,
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, RevistaRegional
RegionaldedeDivulgación
DivulgaciónCientífica
Científicay yTecnológica.
Tecnológica.
Quiso saber el nombre inscrito en la lápida y las pa­
labras proferidas en el epitafio, así que dispersó
con sus manos el polvo que lo cubría, pero antes
de terminar esa tarea cayó en un plácido sopor. Al
despertar, la luz violeta del atardecer se había tor-
nado grisácea. Se encontró tendido sobre la alfom-
Su abuela solía cantar la tonadilla que acababa de oír; lo hacía bra musgosa a los pies del ángel; creía que estaba
con una voz delicuescente que de manera indefinida rebotaba empezando a despertar de su letargo y que todo
y prolongaba su sonido en las vidrieras. Deseó volver a verla lo que había visto, sentido y escuchado antes era
sentada como siempre en su mecedora, regañándolo o contán- tan sólo el ambivalente recuerdo de un sueño; se
dole un cuento, con su gesto de infinita tristeza. consoló al pensar que pronto estaría de vuelta en
Repetidamente pasó del estupor de saberse atrapado en una la vigilia, curado de la culpa y del espanto, de la tris-
pesadilla a un ambiguo sentimiento de paz y tranquilidad, aun­ teza que le heredó su abuela y el desconsuelo de
que intuía que este nuevo estado sería transitorio. Recordó con su orfandad.
dolor la promesa incumplida de cuidar la tumba familiar, de lle- Resuelto, volvió a recorrer las veredas, esquivó zar­
varle flores a sus muertos y de tenerlos en su mente como una zales, trepó lo setos y escaló la oxidada reja del ce-
presencia amorfa y enigmática, porque la muerte es siempre la menterio, en cuyos remates se alzaban lancetas de
muerte de los otros; siempre ajena y siempre lejana… Por esa deslucidos contornos en forma de flor de lis.
sencilla razón no había querido saber en qué sitio estaban en- Mientras caía hacia el otro lado del caer tuvo el pre-
terrados sus padres y sus hermanos, como tampoco había que- sentimiento de que ya no volvería a despertar nun-
rido hacer un esfuerzo especial para rememorar la canción de ca, y de que otra vez se encontraba en medio de
los niños atrapados en un sueño eterno. Sin embargo, para bre- una pesadilla surgida de otra pesadilla interminable
gar con la culpa y ahuyentar las visiones inquietantes que tenía, que se llama locura.
se decidió a visitar el camposanto, de modo que ahí esta­ba, sin-
tiéndose pequeño ante la solemnidad del cementerio, admiran-
do la fantasmagórica teatralidad de los ruinosos mauso­leos, la
mayoría de ellos cubiertos de lama, hiedra y yerbamala. Le pa­
recía desconcertantemente hermoso el color rojizo de las vere-
das que, al bifurcarse sin orden alguno, conducían hacia todas
las lápidas y a ninguna en particular.
Ignoraba en qué momento se volvería a despertar, porque tam-
poco tenía la certeza, como hacía algunos minutos, de estar
dormitando desde el centro oscuro de un mal sueño.
El acompasado vaivén del ramaje de los brezos, por el arrullo
del viento vespertino, insuflaba el ambiente de una tibia sere­
nidad. Andaba y desandaba sus pasos de una lápida a otra, de
manera azarosa, desesperanzado por no hallar ninguna ins­
cripción donde leer su propio apellido, o donde deletrear el
nombre de su padre y su madre. Se sintió huérfano, como si
no lo hubiese sido desde que vio por primera vez su rostro en
el espejo.
Le llamó poderosamente la atención la figura de un ángel que
custodiaba una vetusta tumba, debido al realismo con el que
había sido esculpido el mármol. En los delicados pliegues bajo
sus párpados el sereno se había acumulado, lo que confería a la
estatua la apariencia de estar llorando. Los relieves de la túnica
hacían juegos de luces y sombras en aquella hora en la que el
Sol, rumbo al cenit, coloreaba el cielo de magenta.

C ienc a, Revista Regional de Divulgación Científica y Tecnológica. / 95


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