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U N I V E R S I D A D C I E N T Í F I C A D E L S U R

VOLUMEN 10, NÚMERO 1, NOVIEMBRE 2017 – ABRIL 2018


ISSN 2076-2674 (IMPRESA)
ISSN 2415-0959 (EN LÍNEA)
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ISSN 2076-2674 (impresa) João Paulo C. S. Rodrigues (Universidade Federal de São João del Rei)
ISSN 2415-0959 (en línea) Augusto Ruiz Zevallos (Universidad Nacional Federico Villarreal)
Volumen 10, número 1 Henry Tantaleán (Instituto Francés de Estudios Andinos, University of
Noviembre 2017 – Abril 2018 South Florida)
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Corrección
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Traducción al portugués
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Coordinación editorial
Miguel Ruiz Effio
Imagen de portada
© Antonio Moretti

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Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú N.° 2009-11733


Desde el Sur es una revista académica de publicación semestral que edita
la Universidad Científica del Sur. Su orientación es la investigación en las
ciencias humanas y sociales, de preferencia con temas latinoamericanos
y nacionales.
Contenido

Editorial ............................................................................................... 7

Dossier
1. Asesinos, faites y bandoleros: cuando el vals peruano
cantaba la trasgresión y la norma
Killers, crooks and bandits:
When Peruvian waltzes sang of social transgression
Gérard Borras................................................................................. 11

2. Lima, el Magdaleno y los chilenos


Lima, the La Magdalena government and the Chileans
Luis Guzmán Palomino............................................................... 37

3. La política pública educacional de Simón Rodríguez


para la República del Perú (1825)
A política educacional de Simón Rodriguez para a
República do Peru (1825)
The public education policy of Simón Rodríguez for the
Republic of Peru
Ageu Quintino Mazilão Filho.................................................... 67

4. Billinghurst y las salitreras de Tarapacá (1872-1876)


Billinghurst and the Tarapacá saltpeter industry (1872-1876)
Carlos Roberto Flores Soria....................................................... 93

5. Las voces del aire: la radio y la construcción de un


nuevo espacio de negociación en el Perú (1925-1930)
Voices in the air: radio and the construction a new medium for
negotiation in Peru (1925-1930)
Juan Chumpitaz Fernández...................................................... 115
6. La escritora y sus detractores:
Clorinda Matto de Turner (1890-1895)
The writer and her detractors:
Clorinda Matto de Turner (1890-1895)
Juan José Pacheco Ibarra .......................................................... 133

7. Libertad de cultos o tolerancia religiosa:


anticlericalismo en el Perú (1900-1915)
Religious freedom or religious tolerance:
anticlericalism in Peru (1900-1915)
Robert Salazar Quispe................................................................. 157

8. Del radicalismo liberal al anarquismo: vidas paralelas


de Christian Dam y Manuel González Prada
From liberal radicalism to anarchism:
the parallel lives of Christian Dam and Manuel González Prada
Juan Carlos Hilario Melgarejo.................................................. 177

Artículos
9. Sebastián Salazar Bondy y la utopía del socialismo
mágico: revisitando El rabdomante
Sebastián Salazar Bondy and the utopia of magical socialism:
revisiting El rabdomante
Carlos Vargas Salgado................................................................. 201

10. El sujeto migrante posmoderno en


la literatura-mundo
The postmodern migrant subject in world literature
Carlos Manuel Arámbulo López.............................................. 217
Reseñas
1. Ricardo Falla, Poesía abierta
Eduardo Huarag Álvarez............................................................ 233

2. Donato Amado, José Forniés, Paulina Numhauser,


Escrituras silenciadas. Poder y violencia en la península
ibérica y América
Luis Daniel Soto Núñez............................................................... 237

Normas de la revista Desde el Sur para los autores


de artículos.................................................................................... 245

Desde el Sur journal guidelines for the authors


of articles........................................................................................ 253
Editorial

Las investigaciones en humanidades y ciencias socia-


les son un extraordinario aporte al conocimiento. A veces,
un modelo de ciencia positivista asume que solo las pes-
quisas que obedezcan al molde de las ciencias duras son
las válidas y hegemónicas, como si desde las letras solo se
hicieran aportes banales. Craso error. Una revisión del mis-
mo concepto de investigación debe llevarnos a considerar
que, en un país como el nuestro, las disciplinas académi-
cas, por su propia naturaleza, tienen distinciones y diferen-
cias. No hay una disciplina científica que deba apropiar-
se de ser la única y verdadera. Ese esquema esconde un
paradigma heredero del más rancio positivismo. Es decir,
suponer que la ciencia solo es propiedad de la física, la
química, la matemática, etc., es como si el conocimiento
tuviera restricciones jerárquicas. Cuando una institución
gubernamental, que marca la política nacional, asume ese
paradigma excluyente, poco favor hace al crecimiento de
la comunidad científica.

En ese sentido, es importante manifestar, desde nues-


tra revista, nuestro absoluto compromiso, desde 2009, con
la ciencia en el Perú. Estamos totalmente convencidos de
que un país que pretende ser desarrollado debe incluir,
imprescindiblemente, toda una política de promoción,
en todas las dimensiones de convivencia como nación,
del espíritu científico, como bien sostenía Bachelard. La
formación científica debe atravesar todas las capas edu-
cativas. Nosotros, como una vitrina de textos que muestra
las profundidades de nuestras dinámicas sociales, somos
coherentes con esa agenda colectiva y necesaria. Es por
ello que los agentes de gobernanza, antes que ser puni-

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 7


tivos o cerrados, deben ser aliados de las iniciativas de
instituciones que hacen sistemáticos esfuerzos por cons-
truir una comunidad científica.
En este excelente número de Desde el Sur hay un abani-
co de investigaciones que refuerzan nuestra línea de pro-
mover intensamente la episteme desde las humanidades
y las ciencias sociales.

Rubén Quiroz Ávila


Director
Dossier
Desde el Sur | Volumen 10, número 1, Lima; pp. 11–36 | DOI: 10.21142/DES-1001-2018-11-36

Asesinos, faites y bandoleros: cuando el vals peruano


cantaba la trasgresión y la norma
Killers, crooks and bandits: When Peruvian waltzes sang of social
transgression
Gérard Borras1
Universidad de Rennes 2, Francia
gerardo.borras@gmail.com

RESUMEN
Este trabajo pretende rescatar del olvido las cancio-
nes cuyo tema es la trasgresión social en el Perú de inicios
del siglo XX. Bandidos y criminales de todo orden fueron
retratados en las letras de canciones, de tal manera que
quedaron inmortalizados en los archivos, pero no alcanza-
ron más que a raspar la memoria colectiva en momentos
posteriores. Muchas de estas obras fueron recogidas en El
Cancionero de Lima, cuyo público era mayormente de los
sectores populares urbanos letrados, de Lima y provincias.
Estas canciones aparecían mezcladas con las letras de los
éxitos del momento y refrescaban con su lenguaje festivo
la vida cotidiana de la población peruana. La preocupación
por tratar temas de este tipo se puede inferir de la atmós-
fera vivida en el cambio de siglo, cuando estas ciudades
expresaron los cambios propios de un proceso de moder-
nización que repercutió directamente en el tejido social
urbano.

PALABRAS CLAVE
Lima, Perú, música popular, cancioneros, criminales y
bandidos del siglo XX

1 Es profesor de estudios hispanoamericanos de la Universidad de Rennes 2. Dedica sus


investigaciones a las relaciones entre música popular y sociedades en los países de América
Latina y la zona andina en particular. Ha publicado, sobre estas temáticas, Lima, el vals y la
canción criolla (1900-1936) y, con Fred Rohner, varias ediciones de archivos históricos de la
música popular peruana. Ha sido secretario general del Instituto de las Américas en París y
director del Instituto Francés de Estudios Andinos en Lima.

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 11


Gérard Borras

ABSTRACT
This work aims to rescue from oblivion the songs
whose underlying theme is social transgression in Peru
during the early 20th century. Bandits and criminals of all
kinds were portrayed in song lyrics, causing them to be
immortalized in the nation’s archives while remaining all
but lost to the collective memory of subsequent gene-
rations. Many of these works were collected in the Lima
Songbook, which mostly attracted a public composed of
literate urban residents, either in Lima or beyond the ca-
pital. These songs influenced the hits of the time, bringing
pleasure and entertainment through their witty language
to the daily lives of ordinary Peruvians. The issues touched
upon by such songs reflect the atmosphere of turn-of-the-
century urban Peru, with cities undergoing the changes
inherent in the process of modernization, and their effects
upon the social fabric.

KEYWORDS
Lima, Peru, folk music, songbook, criminals, 20th cen-
tury bandits

Si confiamos en la memoria colectiva de los limeños o si examinamos


la producción discográfica de discos de victrola de las primeras décadas
del siglo XX y la posterior de los vinilos 45 o 33 r.p.m., los bandidos, los
asesinos y los criminales no parecen haber inspirado a los autores y a los
intérpretes de la canción popular de la costa peruana. Pongamos aparte el
consabido vals «Luis Pardo» que canta al más famoso bandolero peruano;
la canción parece haber ignorado una temática tan presente en otros paí-
ses de lengua española. Los primeros tangos cantan a guapos y compadri-
tos, los viejos corridos mexicanos relatan las epopeyas de revolucionarios
bandoleros, los actuales cantan las exacciones de los narcos, las zarzuelas
españolas evocaban los salteadores de camino y los malandrines; hasta la
salsa no se olvidó del tema con, entre otras canciones, el extraordinario
«Pedro Navaja», de Rubén Blades. Sin embargo, una búsqueda paciente
nos ofrece sorpresas y las páginas de un pequeño cancionero demasiado
tiempo olvidado permiten matizar la observación inicial.
Entre 1910 y 1940, aparecía todas las semanas El Cancionero de Lima,
verdadero heredero del pliego de cordel. Se vendía en los mercados o en
las calles de la capital peruana. Su público predilecto era popular, como
lo indican su precio módico y el subtítulo: Semanario festivo popular. El
cancionero publicaba cantables de zarzuelas, muy de moda en aquella

12 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


Asesinos, faites y bandoleros:
cuando el vals peruano cantaba la trasgresión y la norma

época, pero también letras de canciones del repertorio internacional:


boleros, corridos, rancheras, sones, congas, tangos, foxtrot, etc. Dedica-
ba también una parte importante de sus ocho páginas a la difusión de
canciones populares de la costa y de Lima en particular. Con cuartetas y
octosílabos estas canciones vienen a ser verdaderas crónicas de la vida
cotidiana de la Ciudad de los Reyes. Cantaban evidentemente a los amo-
res felices o frustrados, pero contaban también las transformaciones de
la ciudad, la falta de alojamientos, la escasez de alimentos, los conflictos
sociales, los problemas de frontera con el vecino chileno o colombiano,
el surgimiento de la Patria Nueva del presidente Leguía o el del APRA de
Haya de la Torre. Todo lo que de manera significativa sorprendía, conso-
lidaba o perturbaba las relaciones sociales era captado (¿o creado?) por
los editores de El Cancionero de Lima. Las canciones dedicadas a los ma-
leantes de toda categoría y a sus exacciones no podían ser ausentes del
repertorio. El espacio que ocupaban llama la atención hasta tal punto que
podemos preguntarnos qué funciones cumplían en el espacio social en el
que se difundían. Obviamente, percibimos en las composiciones el deseo
de crear cierto sensacionalismo, de dar a leer al público lector u oyente
detalles muy realistas, pero parece que lo esencial no radicaba en estos
aspectos y que otras intenciones dibujaban el discurso subyacente de es-
tas canciones.

Asesinos y criminales
Entre los temas privilegiados por El Cancionero de Lima figuraban los
asesinatos. Poco a poco las ocho páginas del pequeño semanario se trans-
formaban en verdadera crónica roja. Basta con hojear los primeros núme-
ros de la serie 300 para darnos cuanta de que este género de canciones
tenía éxito y que inspiraba a los compositores y autores.

301 El nuevo Caín


301 La muerte de Bedoya
304 Descubrimiento de un crimen
306 El suicidio de las Cómodas
320 El crimen de la calle Espaderos, declaración de los asesinos
322 Drama pasional de Mercaderes
326 El crimen del Callao
327 El crimen de la Victoria
340 El crimen del Barranco

Aunque nuestra información no está completa, disponemos de nú-


meros suficientes para identificar una tendencia: el Cancionero se esmera
en recoger y difundir este tipo de noticias. Estos crímenes conmueven,
espantan a veces, sorprenden a menudo, ya que son, en una ciudad de

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 13


Gérard Borras

dimensiones modestas todavía, la ruptura visible y muy cercana de un de-


terminado orden social. Las canciones cuentan un comportamiento que
se desvía de las normas y en este sentido son ambivalentes: dan miedo,
pero fascinan. La canción y el cancionero dan otra existencia al aconteci-
miento poniéndolo en forma poética y melódica. Muchas veces hacen el
relato del suceso recurriendo a la cuarteta y al octosílabo, pero subrayan
también el aspecto insólito o sorprendente de la noticia relatada. No po-
demos considerarlos como meros soportes de una información: ofrecen
también algo más, que es lo que el autor de la letra desea evidenciar.
La primera letra de la lista indicada arriba, «El nuevo Caín», fue publica-
da sin información complementaria (a qué género musical pertenece, con
qué melodía debe ser interpretada, quién es el autor).

El nuevo Caín
Otro crimen nos deja
este terrible verano:
un malvado que por celos
apuñala a su hermano.

El caso es que un Palomino


con su hermano que es Medina
reñían a las puñadas
del camal en una esquina.

Y boxeaban nada menos


sin dar su brazo a torcer,
por estar enamorados
de una misma mujer.

En el curso de la lucha
Palomino algo entendido
le dio feroz puntapié
que lo dejó sin sentido.

Creyéndolo casi muerto


se dio a la fuga el bandido
pensando escapar así
de poder ser aprehendido

La Policía que es lista


en casos como el presente
cumpliendo con sus deberes
le dio caza al delincuente.

14 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


Asesinos, faites y bandoleros:
cuando el vals peruano cantaba la trasgresión y la norma

Al sitio de la pelea
condujeron al malvado,
donde todavía estaba
su pobre hermano, privado.

Palomino al verlo así


muy lejos de arrepentirse
y sin que los policiales
pudieran apercibirse,

Sacó un puñal que tenía


muy oculto de antemano
se abalanzó y se le hundió
en el cuerpo de su hermano.

Luego blandiendo el puñal


acometió a los guardianes,
llenándolos de improperios
y llamándolos rufianes.

Después de algunos esfuerzos


fue reducido el matón,
llevado cual merecía
a purgar en la prisión.

La originalidad del tema radica en este crimen que involucra a dos her-
manos que pelean por el amor de una misma mujer. La ruptura del orden
es doble: los vínculos fraternales no son suficientes para representar valo-
res morales supremos que hubieran podido impedir el conflicto. Por otra
parte, el fratricida llevado por la Policía en el lugar de la pelea, muy lejos
de apiadarse, saca la navaja que escondía y se ensaña con su hermano.
Las 10 cuartetas de octosílabos ofrecen la narración de la escena y sus
diferentes momentos según un esquema muy conocido, pero la última es-
trofa concluye mostrando que la moral y el orden social se han preservado.
Esta referencia al «buen comportamiento» estaba ya presente en la can-
ción cuando el autor rendía un señalado homenaje a las fuerzas del orden:

La Policía que es lista


en casos como el presente
cumpliendo con sus deberes
le dio caza al delincuente.

Dicho de otro modo, percibimos una de las constantes de las can-


ciones publicadas. En sus versos los autores insisten en el horror de los

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 15


Gérard Borras

crímenes, en la ruptura social que significa el comportamiento de los ase-


sinos, para ofrecer como telón de fondo a la sociedad limeña y, en particu-
lar, a los sectores sociales en los que se difundían estas canciones, un dis-
curso de normas y de comportamientos ciudadanos. Es lo que podemos
leer también en este vals publicado en El Cancionero de Lima, nro. 340:

La captura de Cata
Cata, que es un gran malvado,
a una pobre anciana
en barranco estranguló,
y por no ser denunciado
a la infeliz muchacha
también él la hirió.

Ya encerrado está
entre rejas el bandido,
que pronto recibirá
el castigo merecido.

Hoy toda la sociedad


da un voto de aplauso
a esta gran autoridad,
que con su sagacidad
descubrió al criminal.

En otro número, «El crimen de la calle Espaderos» describe con gran


cantidad de detalles los diferentes momentos del crimen, el comporta-
miento inhumano de la instigadora que usa de sus encantos para que su
víctima caiga en la trampa que había premeditado con su cómplice.

El crimen de la calle de Espaderos2


(Declaración de los asesinos)
Ya conocen los lectores
el crimen sensacional,
con sus miterios y horrores
que alarmó á la capital,
La Yolanda y el Durán
son los dos protagonistas,
personas ambas muy listas
que combinaron el plan.
Ella fue amante de Goldz

2 El Cancionero de Lima, nro. 320.

16 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


Asesinos, faites y bandoleros:
cuando el vals peruano cantaba la trasgresión y la norma

y su dinero le dio;
disgustáronse los dos
y la venganza surgió.
Los celos la hicieron presa
de un desprecio que sufrió,
revestida de maleza
por asesinarlo optó,
Buscó cómplice, a Castillo
que de Goldz fue su empleado,
y que por ser algo pillo
de la casa fue expulsado.
Durán guardaba rencor
por el que fue su patrón,
y aprovechó la ocasión
al demostrar su valor.
Como lo es de suponer,
tuvieron una entrevista
entre el hombre y la mujer,
quedó la venganza lista.
Ella para apoderarse
de la persona de Goldz,
simuló reconciliarse
y en paz quedaron los dos.
Para practicar su infamia
esta a Durán ocultó
por debajo de la cama
donde el momento esperó.
Muy pronto Goldz se durmió
caneado de sus labores,
y entonces, pues, comenzó
el crimen con sus horrores.
Yolanda una ficha empuñó
que una tal Cruz le llevara,
y el primer golpe asestó
a Goldz que estaba en la cama.
Ella al punto se aterró
y el hacha pasó a Durán
con la que a Goldz victimó
coronando el negro plan.
Durán las joyas robó
del dueño de la pensión,
presto a la fuga se dio

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 17


Gérard Borras

después de su inicua acción.


El crimen fue descubierto
se hicieron varias prisiones,
se dio sepultura al muerto
y siguieron las gestiones.
Durán fugarse intentó
pero su mala ventura,
fue encontrarse con Portura
quien de hecho lo descubrió.
Un gran brillante ofreció
al señor Portura en venta,
y este en el acto pensó
que era un cómplice de cuenta.
Con la joya se quedó
y dejó pasar el día,
llamando a la Policía
y ante ella lo delató.
Ahí mismo lo hicieron preso
y ante Yolanda llevado,
después de haberse careado
quedó convicto y confeso.
Yolanda al ver a Durán
de pronto palideció
y con malicioso afán
reconocerlo negó.
Durán, pues, la descubrió
después de largo careo,
y Yolanda declaró
ser la cómplice del reo.
Yolanda es joven y hermosa,
chilena y de alma muy mala,
de vida —dicen— dudosa
y vistió siempre con gala.

Con el tradicional octosílabo el autor de la canción nos hace compartir


la escena, pone de relieve los aspectos más malévolos de la criminal, de la
que descubrimos que, además de ser guapa, perversa de poca moral, es
de origen chileno. ¡No faltaba más!
En otra canción publicada por El Cancionero de Lima, el autor se sor-
prende del móvil del asesinato, prefigurado ya en el título: «El crimen de
la calle de Espíritu Santo por entonar una canción». Con una serie de tres
décimas de forma muy académica, describe las circunstancias del crimen,

18 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


Asesinos, faites y bandoleros:
cuando el vals peruano cantaba la trasgresión y la norma

subraya el carácter totalmente incomprensible del asesinato y sugiere una


explicación:

El crimen de la calle de Espíritu Santo


Por entonar una canción
(La canción fatal)
Ya se acabó la dicha para mí
Mis ojos se cansaron de llorar
Cuando de ti me ausente, viejo amor,
Inútilmente habíasme de buscar.

A una mujer por cantar


Esta copla del olvido
Su celoso y mal marido
La ha llegado a asesinar.
Esto se acaba de pasar,
Causando a todos espanto,
En el Espíritu Santo
Que es la calle más pacífica,
Una mañana magnífica,
Solamente por un canto.

Pues se le ocurrió entonar,


Preparando el desayuno
Esa canción que a ninguno
Mal le podría sonar.
Ella quiso amenizar
Así su trabajo, pero
Al marido majadero
No le cuadra la canción...
Y le hunde en el corazón
Puñal grande de acero...

El criminal que es un taita


Peor que el del arrabal;
Padece de un grave mal
Y dizque se llama Isaac Maita
A las mujeres engaita,
Como también engaitó
A esa infeliz que mató
Llamada María Lara,
Porque ¡cosa rara!
Una canción le cantó

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 19


Gérard Borras

Una vez más estamos más allá de la norma, ya que no solo el asesino
está fuera de la ley, sino que además es loco: «padece de un grave mal».
Aparece entonces la dimensión ideológica de este tipo de producción; se
trata de validar una forma de orden social y de dibujar, bajo diferentes
formas y modalidades, mensajes cuya meta es, a la larga, convencer a am-
plios sectores sociales de que la «buena conducta» pasa por la aceptación
de cierto statu quo social. Es una de las lecturas propuestas por Steve Stein
en su artículo sobre los valores de la clase obrera en Lima a principios del
siglo XX. Varias de las afirmaciones de Stein hubieran merecido más pru-
dencia; sus generalizaciones descansan en un corpus demasiado reduci-
do, pero es uno de los primeros en señalar la dimensión ideológica de la
canción popular de la costa y del vals criollo en la Lima de aquel entonces.
Si los ejemplos que acabamos de presentar solo bosquejan la temá-
tica, el que vamos a analizar ahora la hacen aún más evidente. En 1916,
un joven criado asesinaba a sus patrones, los esposos Ibarra. La temprana
edad del criminal, el hecho de que matara a dos personas con cuchillo y
la total ausencia de remordimientos tuvieron un eco considerable en la
prensa y la sociedad limeña. Como muchas veces en casos similares, la
musa popular creó una canción para relatar y comentar el acontecimien-
to, y El Cancionero de Lima la publicó en el número 269, pero es, no cabe
duda, la nueva edición de una composición más antigua, ya que semanas
antes el número 249, cuya portada presentamos en estas páginas, había
dado mucha importancia al acontecimiento con la publicación de varias
canciones. Este vals no se presenta bajo la forma de una requisitoria; in-
tenta más bien dar una primera explicación al crimen:

Alejandrino Montes3
Alejandrino Montes
el joven criminal
que mató a sus patrones
haciéndose fatal;
él lo hizo por venganza,
según lo declaró,
al repetir el crimen
cómo los victimó.

Las interpretaciones en torno a las motivaciones reales del asesino no


faltan. Sin embargo, sin que podamos estar seguros, la venganza era un
móvil verosímil. En efecto, en un análisis sobre el trabajo de los niños en

3 El Cancionero de Lima, nro. 269.

20 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


Asesinos, faites y bandoleros:
cuando el vals peruano cantaba la trasgresión y la norma

Lima, el historiador Ricardo Portocarrero indica que los castigos infligidos


y las terribles condiciones de trabajo podían explicar el crimen4.
Son versiones diferentes las que encontramos en el número 249 de El
Cancionero de Lima. El espacio dedicado al acontecimiento es ya una in-
dicación del impacto que había tenido entre la población limeña. No son
menos de 31 cuartetas que en tres canciones tratan del tema. La primera
es una sorprendente ficción que hace intervenir a un célebre hipnotiza-
dor y que se producía en los más famosos teatros de América Latina. Se
trata de sacar de manera casi mágica la confesión del criminal, que, hasta
entonces, no había sido muy locuaz. Y la respuesta (supuestamente au-
téntica, ya que fue pronunciada fuera del control de la voluntad) es muy
diferente de la versión anterior:

Declaración de Montes a Onofroff5


—Sí, señor, yo los maté,
por envidia a su riqueza.
—¿Qué esperaba de esa vileza?
—Ser rico, me figuré,
yo envidiaba a mi patrón,
yo me quería igualar
y cambiar de condición
para pasearme y mandar.
[...]
Porque rico se soñó
Asesinó a sus patrones
Le sed de oro lo llevó
Al crimen con sus horrores.

He aquí el verdadero crimen de Alejandrino Montes: la ambición, la co-


dicia, el deseo de conseguir las ventajas de otra clase social o, por lo menos,
vivir las representaciones que de ellas tenía: «y cambiar de condición para
pasearme y mandar». De aquí proviene el juicio definitivo de Onofroff:

4 « Las relaciones entre patrones y sirvientes no se habían modificado desde su inicio en el


siglo XIX. La mayoría de estas labores eran realizadas por niños traídos del campo, particu-
larmente de las haciendas, cuyos propietarios residían en Lima. Estos no solo eran traídos a
trabajar en sus casas, sino también en las de sus amigos y compadres. De que las situaciones
y abusos y maltratos no habían cambiado lo podemos ver en el caso de Alejandrino Montes,
quien [...] asesinó a los dueños de la casa en donde trabajaba, cansado de la situación. En
este caso se vio involucrada su hermana Fabiana, quien también laboraba junto a él» (Porto-
carrero, 1998, p. 62).
5 El Cancionero de Lima, nro. 249.

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 21


Gérard Borras

Es un chico degenerado,
Ambicioso y sin temor
Es un desequilibrado
Digno de justo temor.

Esta ambición produce un desorden incontrolable, pone en peligro los


valores de la sociedad y, por lo tanto, merece un justo castigo. Los de-
más textos del número 249 van aún más allá en sus mensajes implícitos. El
primero lleva el título siguiente: «Entrevista de Alejandrino y su padre», y
cuenta la visita que hace el padre a su hijo encarcelado en un calabozo. El
hijo se muestra insensible en un primer momento («ni el más liviano sus-
piro»), pero después la presencia del padre y de los valores que representa
lo devuelven a la normalidad («estrecha en un fuerte abrazo / a su padre
el infeliz»). Después de la confesión («del crimen soy el autor»), reaparece
el carácter malvado del personaje:

Ni una lágrima vertió


ese hijo desventurado,
al recuerdo del pasado
ni menos se conmovió.

Luego, la canción pone de relieve la distancia entre un padre que de


manera paciente aguantó los rigores de la existencia sin rebelarse por eso
y un hijo totalmente ajeno a estos comportamientos, los que, aunque
muy duros, confieren respetabilidad:

Aunque soy un hombre honrado


Que vivo de mi trabajo
También fui calumniado
Y tratado como estropajo.

El último texto publicado en este número 249 es la tercera y última


etapa de la historia de Alejandrino Montes, estando él vivo todavía. El
autor del vals «Montes y su padre» entrega una letra escrita en primera
persona y es Alejandrino el que se dirige a su padre, pero de manera total-
mente diferente de las veces anteriores:
Montes y su padre
(Música de «La despedida de Arciniega»)
Aquí me tienes, padre querido,
Entre estas rejas encarcelado,
Aquí mi crimen audaz expío
Yo a 15 años soy condenado.

22 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


Asesinos, faites y bandoleros:
cuando el vals peruano cantaba la trasgresión y la norma

La suerte fiera me echó sus garras


Y en asesino me convirtió,
Mis horas, padre, son muy amargas
Pero esta culpa la tengo yo.

De Dios espero solo el perdón


También el tuyo, padre querido,
Mientras que viva en la prisión
¡ay!, no me eche en el olvido.

Yo de ese crimen soy el culpable


Y si me castigan es con razón
No llores por tu hijo, querido padre,
Que mucho sufre mi corazón.

Cuando regreses a mi terruño


Dile a mi madre que ruegue a Dios,
Por ese hijo que el infortunio
Quizá por siempre lo separó.

Hijo de mi alma, hijo querido,


Me voy llorando tu desventura,
Yo te perdono si arrepentido
Llegas un día a ser sufrido.

Muy lejos de la insensibilidad y de la rebelión, es un ser consciente


de su culpa que se encomienda a Dios («De Dios espero solo el perdón»).
Asume su error y admite la justicia de los hombres. Solicita la ayuda de
su madre («Dile a mi madre que ruegue a Dios / por ese hijo») y, tras un
breve instante, vuelve a crear el núcleo familiar virtuoso del que se había
separado. Desde el fondo de su calabozo, por la gracia de la justicia de los
hombres y de los valores religiosos y familiares, vuelve a ser el individuo
que nunca hubiera tenido dejar de existir.
Apenas dos años después, el número 356 de El Cancionero de Lima pu-
blica otro vals, «La muerte de Alejandrino Montes», en el que se anuncia
asimismo la defunción de su hermana Fabiana. La información nos deja
imaginar las terribles condiciones que tuvieron que vivir estos prisione-
ros: la justicia podía ser también una venganza. Al final, estas canciones
quieren tener una función pedagógica: prescriben un comportamiento
normal, para no decir normativo. Hay en esa postura una reminiscencia
del exemplum, tan importante en las prácticas religiosas del antiguo co-
lonizador. De manera implícita, definen el marco de la conducta ejemplar

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 23


Gérard Borras

o erigen el conformismo en una de las principales virtudes del comporta-


miento social6.

Faites y bandoleros
Muchas otras canciones del pequeño cancionero limeño hacen el rela-
to y comentan varios de los acontecimientos que perturban el orden so-
cial. Pero, a diferencia de las situaciones anteriores, los actores tienen una
identidad y un estatuto específico en la sociedad peruana. Sus funciones,
sus acciones y sus biografías les han conferido una fama que la tradición
oral y la canción popular contribuyeron también a construir. Podríamos
oponer dos grupos de individuos dentro de los que vamos a hablar. Por
una parte, los bandoleros que viven su existencia fuera de la ciudad; por
otra parte, los faites que, al contrario, hacen de la ciudad y del barrio el
lugar privilegiado de sus actividades. La realidad es sin ninguna duda mu-
cho más compleja y las fronteras no son tan estrictas, sobre todo en lo que
concierne a los bandoleros que tenían sus espacios en las ciudades. Pero
el teatro de sus acciones estaba muy claramente identificado.
Los faites o faiteman son personajes que ofrecen un parentesco evi-
dente con el guapo porteño. El faite es un individuo más bien susceptible,
siempre dispuesto a sacar su chaveta; a veces vive de la protección que
ofrece a ciertas damas y, en algunos casos, a ciertos personajes políticos.
Pertenece al mundo de la delincuencia, en el que las reglas del honor y de
la valentía sustituyen a las que se aplican a los demás.
El nombre y la existencia de estos personajes han dejado en Lima mu-
cho menos recuerdos que en Buenos Aires, donde el tango y la milonga
se encargaron de crearles presencia y memoria. Sobreviven solamente a
través un episodio del que la canción supo guardar el recuerdo. El 2 de
mayo de 1915, dos famosos faites se citan para ajustar cuentas pendientes
con la punta y el filo de sus chavetas. La talla, fuerza y bravura (y una «hoja
de servicios») de Tirifilo lo convierten en el más famoso y temido faite de
Malambo, barrio predilecto del hampa limeño. Carita, mucho más joven
y de estatura mucho más modesta, parece disponer únicamente de su
arrojo y su habilidad en el manejo de su arma. La suerte estaba echada y
muy pocos apostaban a favor de Carita. Sin embargo, lo que ocurrió fue
lo improbable. A pesar de las profundas heridas recibidas en el combate,
Carita hundió su arma en el corazón de su rival, que murió al instante.

6 «El conformismo es una fuente inagotable de felicidad; los grandes retrocesos en la vida
no vulneran los corazones de aquellos que saben conformarse; la conformidad ofrece los ma-
yores beneficios, porque le permite a uno evitar inquietantes preocupaciones y tenebrosas
irritaciones». Frase extraída de un periódico de tendencia anarcosindicalista, El Obrero Textil,
del 1 de mayo de 1925. El autor criticó ese comportamiento. Citado por Stein, 1986.

24 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


Asesinos, faites y bandoleros:
cuando el vals peruano cantaba la trasgresión y la norma

No era cosa nueva que dos malandrines ajustasen sus cuentas de tal
forma; el episodio no es original. Tuvo, sin embargo, un eco muy potente
en los medios populares de donde habían salido los dos contrincantes y
en los periódicos destinados más bien a las élites de la capital. ¿Qué cosa
tan excepcional tenía este combate? En realidad, presenta una serie de
elementos que contribuyen a la fabricación de una leyenda. Los dos «hé-
roes» son excepcionales, uno por su fuerza y su fama, el otro por su bra-
vura, que le permite enfrentarse con el más temido de los faites de Lima.
¿Pertenecen a los márgenes de la sociedad y no usan ni obedecen los có-
digos y valores del ciudadano común? En eso también son excepcionales
y, por lo tanto, despiertan miedo y admiración. Viene después el aspecto
teatral del combate, que simbólicamente se desarrolla a orillas de la ciu-
dad (en uno de los muladares de la capital), cerca de la vía de trenes, cuyos
rieles dibujan los límites del espacio urbano. La hora tampoco es común:
el combate se realiza en plena noche después que la luna aparece en el
cielo limeño. A pesar del origen plebeyo de los actores, el combate se de-
sarrolla según un ritual en el que los códigos del honor se respetan. Perci-
bimos entonces este juego permanente entre lo social y la parte marginal
de lo social. Por fin tenemos en combate en sí mismo y su resultado: Carita
recibe tantas heridas como el cuento necesita etapas para desarrollarse,
y asistimos en el sentido más puro de la palabra al coup de théâtre: el más
débil, el que tiene menos experiencia, el que nadie o casi nadie veía salir
vencedor, asesta un golpe mortal a su adversario.
Podemos leer este relato en algunas canciones populares que reco-
gimos gracias a los cancioneros y a la revista Variedades: «La muerte de
Tirifilo (a)», «La muerte de Tirifilo (b)» y «Sangre criolla». Podemos subrayar
el parentesco del primer texto en particular con los viejos romances espa-
ñoles de la Reconquista:

La muerte de Tirifilo (a)


Vals de actualidad
Música del vals «Varela»

Era Cipriano Moreno


de carácter singular
por sus múltiples hazañas
notable en el Tajamar;
sus instintos depravados
bien pronto dio a conocer
con los pobres desgraciados
que en los barrios apartados
cayeron en su poder.

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 25


Gérard Borras

¡Oh! Famoso Tirifilo


que la vida te ha costado
ese lance inesperado
donde fuiste muy tranquilo.

Una noche que bebiendo


estaban varios matones
con las copas fue subiendo
de punto las discusiones;
Tirifilo apareció
en el café donde estaban
pues tranquilo disputaban
y sus hazañas contaban
cuando Wilman lo retó.

Oh, famoso Tirifilo...

Ya en el sitio designado
la pelea comenzó
Wilman casi desmayado
varios cortes recibió;
acosado Tirifilo
con un riel se tropezó
tras Wilman le asestó
una feroz puñalada
que el pulmón le atravesó.

Oh, famoso Tirifilo...

Así terminó su vida


el infeliz Tirifilo
que ha dejado sorprendida
a la sociedad;
pues por sus malas hazañas
seguro la causa ha sido
de la muerte que ha tenido,
llegando a ser muy temido
por su terrible actuación.
Quien a cuchillo mata
a cuchillo muere.

Pero si estas canciones ofrecen relatos más o menos idénticos, no brin-


dan puntos de vista similares sobre los rivales y sus actuaciones. El primer

26 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


Asesinos, faites y bandoleros:
cuando el vals peruano cantaba la trasgresión y la norma

texto dibuja rápidamente la escala de valores que van a servir de marco


para la lectura del acontecimiento: Cipriano Moreno, alias Tirifilo, está des-
crito a lo largo del texto como un individuo cuyo comportamiento moral
es inaceptable (la cuarta estrofa en particular). La moraleja que conclu-
ye el texto marca el justo retorno a los valores que, como ley natural, se
aplican a toda la humanidad, y dibujan así los límites del comportamiento
social («Quien a cuchillo mata / a cuchillo muere»). De tal forma la can-
ción establece una conducta normativa y no es en ninguna manera una
glorificación de los personajes, ni siquiera de Carita, que pone fin a las
exacciones de Tirifilo. El segundo texto no propone una lectura diferente:

Ni siquiera un leve acento


de dolor se oye cercano
Todos dicen: fue un villano
que vivió para tormento.

Es un enemigo menos
de la pobre humanidad
que lleva a la eternidad
el estigma que sabemos.

El tercer texto, en cambio, propone un punto de vista bastante dife-


rente y, cosa que sorprende, está publicado por la revista Variedades, que
nunca disimuló sus opiniones para con la popular criolla. En uno de sus
números de mayo de 1915, sin poder escapar a la magnitud del evento,
los periodistas publican la información siguiendo la tradición de la nota
roja y, para dar más fuerza al artículo, completan con una foto titulada
«Reconstrucción gráfica de la escena del duelo en el Tajamar. El emocio-
nante momento en que Carita hunde la chaveta en el cuerpo de Tirifilo
cuando este tropezó con la vía férrea».

FIGURA 1. Reconstrucción gráfica de la escena del duelo en el Tajamar.

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 27


Gérard Borras

En la conclusión del artículo, el periodista añade: «Dentro de poco la


musa anónima impresionada con el hecho trágico rimará alguna ingenua
canción y en la música criolla se elevará alguna marinera o algún tondero
o vals típico en que figuren los héroes de la jornada de las chavetas. Y esa
música será seguramente triste»7.
En el número que sigue parece un texto titulado «El último duelo crio-
llo y la musa popular» junto con la letra de la canción «Sangre criolla»:
El último duelo criollo y la musa popular
Como lo presumiéramos en nuestro número anterior, al dar infor-
mación gráfica del sensacional duelo criollo entre Tirifilo y Carita, la
musa popular se ha inspirado en aquel duelo sangriento y ha creado
unas coplas cantadas con la música conocida con que aquí se canta
las coplas dedicadas a la memoria del bandido nacional Luis Pardo.
Como una verdadera curiosidad y por tratarse de una confirmación
original de lo que dijéramos en nuestro anterior número, reproduci-
mos aquí los versos que se han estado vendiendo por las calles de
Lima en los últimos días.
Percibimos en este discurso dinámicas muy particulares. Si damos fe
a lo que dice la revista, los periodistas habían anticipado el evento y con-
fiado en que la lira popular iba a crear canciones cantando los hechos y
ensalzando a sus «héroes». Cuando la revista publica la canción «Sangre
criolla» una semana más tarde, la revista se autofelicita por su perspica-
cia («una confirmación original de lo que dijéramos en nuestro anterior
número»).
Hay una cosa cierta: estas canciones se difundieron en el espacio li-
meño y su existencia muestra a las claras que los compositores podían
comentar muy rápidamente un evento importante. Constatamos también
que la revista Variedades no logra situarse en el mismo nivel de los hechos
que relata la canción popular. Según el periodista que escribe el artículo,
la revista tan solo transcribe una canción que se cantaba en las calles de
Lima y la presenta a sus lectores como algo muy curioso. Podemos medir
entonces las distancias que separan dos mundos: sin que podamos estar
seguros, varios elementos parecen indicar que el texto «Sangre criolla»
no es creación de la musa popular, como lo pretende la revista. Varios ele-
mentos evidencian cierta exterioridad con los hechos relatados. Lo perci-
bimos primero en la tipografía: lo que supuestamente pertenece al uni-
verso de los «otros», en particular su jerga, está escrito en bastardillas para

7 Variedades, 8 de mayo de 1915, nro. 375.

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Asesinos, faites y bandoleros:
cuando el vals peruano cantaba la trasgresión y la norma

indicar claramente que se trata de un discurso que no es el de los lectores


habituales de la revista:

La gente los conocía


como matones de oficio,
pues sabía que los dos
eran mozos divertidos
y le paraban los machos
a todo hijo de vecino.
Faitemanes como nadie,
valientes y decididos
mozos chuchos, ¡pura yema!,
la flor de lo mejorcito.

Otro indicio: la canción «Sangre criolla» no ofrece prescripciones mo-


rales como las que leíamos en las que publicaba El Cancionero de Lima. Al
contrario, la última estrofa parece reconocer los valores del mundo de la
delincuencia:

El Carita será absuelto,


pues solo van a presidio
los que roban o asesinan,
para purgar su delito,
no un hombre que mata a otro hombre
por honor en desafío;
porque hay que tener en cuenta
lo que dijo aquel que dijo:
«También los hijos del pueblo
tienen su corazoncito».

Los bandoleros no son específicos de Perú y el siglo XIX español tuvo


en este campo a sus héroes. En América Latina los salteadores de caminos
contribuyeron a dar la dimensión épica de la historia de los países que
acababan de conquistar su independencia. Muchos de los que habían en-
contrado en los conflictos de la independencia espacios que les abrían
una nueva vida que rompía con la rigidez de la sociedad colonial. Una
vez terminados los conflictos, muchos no aceptaron el retorno a la «otra
vida» y vieron en el bandolerismo una manera de mantener la libertad y
los espacios que acababan de conseguir. Este fenómeno fue muy fuerte

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 29


Gérard Borras

en el Perú y Jean Piel nos dejó testimonios que no dejan dudas sobre la
violencia y la crueldad con las cuales podían actuar estos personajes8.
Sin embargo, a pesar de estas fechorías, la figura del bandolero tiene
una dimensión sorprendente. Si bien se lo presenta como un ladrón que
vive al margen de la sociedad y despoja a sus víctimas, no es por lo tanto
un individuo sin normas y valores. A semejanza de Robin Hood o de El
Tempranillo, se lo presenta a menudo como a un ser generoso que ampa-
ra a la viuda y al huérfano y reparte su botín. Numerosas canciones han
cantado las acciones de tal o cual bandolero, pero a principios del siglo XX
se cantó y publicó en Lima un vals que muy pronto ocultó a todos los que
cantaban temas similares. «El canto de Luis Pardo» o «La canción de Luis
Pardo», a menudo conocida como «La andarita», tuvo un «ruidoso éxito»,
para emplear la terminología del Cancionero.
Esta canción empieza a conocerse en 1909, después de la muerte, o
más exactamente la ejecución, del bandolero que había alborotado el de-
partamento de Áncash a principios del siglo XX. Publicada en cancione-
ros, en la prensa de la alta sociedad, grabada por la Víctor TM en los años
19209, viene a ser bastante rápidamente un clásico de la canción popular
de la costa peruana y sigue siendo un clásico del repertorio contemporá-
neo de los cantores criollos. Jorge Basadre señala que en 1927 se hizo una
película que celebraba el famoso bandolero10. ¿Cómo entender el impac-
to y el éxito de esta canción en la sociedad de la época? Sin duda porque
era mucho más que el relato de las fechorías de un salteador de caminos.
«El canto de Luis Pardo» está compuesto de 11 décimas cuya historia
es un tanto misteriosa. Fueron publicadas por primera vez el 23 de se-
tiembre de 1909 en la revista Integridad, dirigida en aquel entonces por El
Tunante Abelardo Gamarra, figura legendaria del criollismo, pero que en
ningún momento reconoció ser el autor de estos versos. Varios rumores

8 «A veces este bandolerismo viene acompañado con actos de impresionante crueldad que
lo acerca al fenómeno del bandidaje. En junio de 1834, una pandilla detiene a un chasqui
indio en el camino de Huacho a Lima. Lo despojan de su cartera y de manera totalmente gra-
tuita le revientan los ojos con una navaja y lo abandonan ciego en medio del desierto. Si una
víctima de un robo intenta cualquier resistencia, es ejecutada acto seguido, a quemarropa.
Estas violencias exasperadas pero frecuentes son la señal evidente de una ruptura total con
las instituciones dominantes: los que cometen semejantes fechorías no tienen nada que per-
der. Desarraigados, sin estatuto jurídico o económico, los bandoleros detenidos por la policía
o el ejército no esperan sino la tortura durante el sumario y la muerte» (Piel, 1982, p. 8).
9 «Luis Pardo»: Gamarra y Marini (autor: L. Yerovi). VTM nro. 73633-A. Por razones de dura-
ción, el valor registrado no consideró las 11 décimas. Solo se canta la primera, la quinta, la
novena y la undécima estrofa.
10 Enrique Cornejo Villanueva, propietario de la fábrica nacional de calzado Record, tuvo
en 1927 la iniciativa de producir una película nacional sobre la leyenda del bandolero Luis
Pardo. Se estrenó el 27 de octubre de 1927 en el Teatro Excelsior y fue repuesta dos días en
funciones dobles (Basadre, 1980, p. 4656).

30 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


Asesinos, faites y bandoleros:
cuando el vals peruano cantaba la trasgresión y la norma

FIGURA 2. La muerte de Luis Pardo

decían que habían sido encontrados en un banco en un parque público y


que se llevaron a Gamarra, que decidió publicarlas. Otros afirman que el
poema es de Leonidas Yerovi padre, y, con razón o sin ella, la Víctor grabó
«Luis Pardo» mencionándolo como autor. No hay nada cierto al respecto,
pero podemos notar que el anonimato siente perfectamente a este tipo
de composición que quiere adoptar la forma y las características de la can-
ción popular.
Este poema no cuenta, como los textos que acabamos de presentar,
un acontecimiento particular, sino el monólogo que permite al lector y al
oyente de saber mejor quién es este personaje Luis Pardo, sus valores y el
porqué de sus acciones de bandolero. La primera estrofa bosqueja un per-
sonaje sensible, a la vez enamorado y romántico, y también hijo nostálgi-
co de este amor filial del que ha sido privado demasiado tempranamente:

Ven acá, mi compañera;


ven tú, mi dulce andarita,
tú sola, sola, solita,
que me traes la quimera
de aquella mi edad primera,
que en el campo deslizada,
junto a mi madre amada
y de mi padre querido,
era semejante al nido
que hace el ave en la enramada.

En la segunda décima descubrimos por qué este individuo con senti-


mientos tan respetables rechaza el orden establecido y se hace bandolero:

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 31


Gérard Borras

A mi padre lo mataron,
mi madre murió de pena;
ella, tan buena, ¡tan buena!
¡Ellos que tanto me amaron!

Estamos muy lejos de la imagen del bruto incapaz de emociones. Pau-


latinamente, como usando la técnica del negativo fotográfico, el poeta
construye la imagen del personaje, bandolero, por cierto, pero que con-
centra todas las virtudes de las que están desprovistas las autoridades que
lo persiguen. Su rebelión cobra entonces una nueva dimensión. El bando-
lero viene a ser la personificación del verdadero derecho y de la verdadera
justicia:

De entonces, ¿qué hube de hacer?


Odiar a los que me odiaron;
matar a los que mataron
lo que era el ser de mi ser;
en torno mío no ver
sino la maldad humana;
esa maldad cruel, insana,
que con el débil se estrella,
que al desvalido atropella
y de su crimen se ufana.

Tal personaje no podía ser egoísta y su experiencia personal adquiere


una dimensión colectiva, ya que, como todo ser generoso que ha vivido
la injusticia en carne propia, asume sus responsabilidades morales y se
transforma en defensor de los oprimidos:

Por eso yo quiero al niño;


por eso yo amo al anciano;
y al pobre indio, que es mi hermano,
le doy todo mi cariño.
No tengo el alma de armiño
cuando sé que se le explota;
toda mi cólera brota
para su opresor, me indigna
como la araña maligna
que sé aplastar con mi bota.

La parte que concierne la defensa del indio tiene que ver con este
periodo en el que el indigenismo desde González Prada empezó a ganar
espacios es la sociedad peruana. Poco a poco, vemos cómo la narración

32 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


Asesinos, faites y bandoleros:
cuando el vals peruano cantaba la trasgresión y la norma

va más allá de la simple historia de las exacciones de un bandolero. La


canción alcanza otro registro de significación. La canción es, de manera
paradójica, un catálogo de comportamientos cívicos y morales asumidos
por un personaje que se puso en los márgenes de sociedad e instituciones
de las que condena la conducta. En este periodo de la historia peruana
conocida, como República Aristocrática, el personaje de Luis Pardo viene
a ser la encarnación de los valores que un Estado verdaderamente jus-
to tendría que defender. En este sentido, prefigura el «salvador político».
¿No es lo que propone Augusto B. Leguía cuando propone su proyecto
de Patria Nueva? Estamos muy lejos del bandolero y entendemos mejor
la reacción de ciertos sectores sociales para con esta canción. La revista
Variedades hablaba de:
Luis Pardo, aquel bandido de musical recordación, cuyo espíritu vaga
hoy en los malos versos de una musiquita popular, diciendo sus ha-
zañas y sus generosidades, entre el vaivén de una tonada mezcla de
valse cursi y de marinera descocada11.
Es muy difícil ser bandolero después de Luis Pardo. Ningún otro sus-
citó tal entusiasmo y tratamiento musical y poético similar. El bandolero
parece perder todo tipo de prestigio y vuelve a ser un bandido cualquiera,
aunque sus malas acciones provoquen emociones fuertes entre la pobla-
ción. El Cancionero de Lima se hace regularmente el eco de estos eventos
aprovechando de las innovaciones técnicas que puede usar la impren-
ta popular. El cancionero usa la fotografía de manera corriente a partir
del número 700 y puede así dar más fuerza a su mensaje. El número 956

FIGURA 3. La captura del bandolero

11 Variedades, nro. 204, 27 de enero de 1912.

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 33


Gérard Borras

muestra que estamos mucho más en una lógica de información periodís-


tica que en el registro habitual de un cancionero. Lo que importa es la
noticia sensacional que contribuye a construir la fotografía, mostrando al
bandolero ensangrentado entre los dos héroes que lo capturaron como si
fuera una bestia salvaje.
«La canción del bandolero» ya no es el objeto central de la comunica-
ción, como hubiéramos podido encontrar en un «verdadero cancionero».
Encontramos una técnica similar en el número 979: la mirada del lector
viene captada por la fotografía del bandolero muerto en unas andas.

FIGURA 4. La trágica muerte del bandolero

La canción se publica con la indicación: «con la música de Luis Pardo


el bandolero». Pero el mensaje ha cambiado de manera significativa. A
pesar de la melodía, el bandolero pierde sus rasgos románticos. Aparte de
su «coraje y valor» ya no es sino un «bandido / que a un detective mató /
cobardemente en un ómnibus / y que enseguida fugó». Desaparecen los
caracteres positivos: es un «feroz delincuente». Conforme va avanzando
la modernización, la figura del bandolero héroe se diluye para dejar so-
lamente la del malhechor. El relato de sus fechorías ha desaparecido, la
imagen romántica del héroe también. Estamos muy lejos de Luis Pardo,
de sus hazañas y de sus buenas intenciones.

Conclusión
Las canciones sobre asesinos, truhanes y bandoleros han existido
efectivamente en la cultura popular de la costa peruana: las páginas de El
Cancionero de Lima lo evidencian. Pero se publican y difunden sobre todo

34 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


Asesinos, faites y bandoleros:
cuando el vals peruano cantaba la trasgresión y la norma

entre 1910 y 1930, en una ciudad que no vive todavía la consolidación de


los medios modernos de comunicación, la radio en particular. Su análisis
muestra que la tradición oral sigue siendo un elemento importante de
la vida social y la canción-relato, que sabe dar una forma y trasmitir una
información, es mucho más que un instante de emoción. Siguiendo los
códigos de comunicación del género, puede captar el acontecimiento y
darle una existencia en el cuerpo social. Trátese de un asesinato, de una
pelea entre maleantes, de la muerte de bandoleros, la canción dice, canta
el evento, capta la sorpresa y le da una forma un estatuto, una dimensión
específica. Permite su recepción por el grupo para el que ha sido creado.
La canción es en este instante representación y acción. En el contexto en
el que las condiciones de vida eran muy duras en esta Lima de la Repúbli-
ca Aristocrática, sigue siendo fiel a los cánones de la tradición oral hispáni-
ca marcada por la influencia del exemplum y ofrece una visión normativa
del comportamiento social.

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 35


Gérard Borras

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Basadre, J. (1980). Historia general de la República del Perú. Lima: Editorial


Universitaria.
Borras, G. (2009). Chansonniers de Lima. Le vals et la chanson criolla (1900-
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_______________ (2012). Lima, el vals y la canción criolla (1900-1936).
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Lévano, E. (1998). Un cancionero escondido. Historia y música del Centro Mu-
sical Obrero de Lima: 1922-1924. Lima: Biblioteca Nacional del Perú.
Piel, J. (1982). Crise agraire et conscience créole au Pérou. París: CNRS.
Portocarrero Grados, R. (1998). El trabajo infantil en el Perú. Lima: Instituto
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dores de América Latina y el Caribe.
Stein, S. (1986). Lima obrera, 1900-1930. Lima: Ediciones El Virrey.

Recepción: 22/02/2018
Aceptación: 29/03/2018

36 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


Desde el Sur | Volumen 10, número 1, Lima; pp. 37–66 | DOI: 10.21142/DES-1001-2018-37-66

Lima, el Magdaleno y los chilenos


Lima, the La Magdalena government and the Chileans
Luis Guzmán Palomino1
Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle
luisguzmanpalomino@gmail.com

RESUMEN
Ocupada Lima por el Ejército chileno y puesto en fuga
el dictador Nicolás de Piérola, emerge un Gobierno de
«notables» en la capital, bajo la presidencia de Francisco
García Calderón. Cuenta este con la anuencia de Chile, por-
que se cree que aceptará la paz con la cesión de Tarapacá.
Pero el nuevo mandatario, que representa al grupo perua-
no interesado en el salitre, realmente busca preservar esa
riqueza. Se esperanza en la intervención norteamericana
y negocia con el Crédit Industriel de Francia un emprés-
tito que condujera a la obtención de la paz a cambio de
una crecida indemnización. A la vez, paga un considerable
cupo al invasor valiéndose de un préstamo e incrementa
así la deuda interna peruana. El examen de algunos de
sus discursos lo revela como líder de la clase dominante.
Considera «ciudadanos» a los miembros de su grupo y
toma distancia del «pueblo trabajador», aunque le exige
apoyo a cambio de retornar al «orden». Esto supone termi-
nar con la resistencia que ha surgido allende la cordillera,
pero fracasa en ello estrepitosamente. A la postre, el alto
mando chileno entiende que García Calderón no sirve a
sus intereses, al tiempo que descubre la trama secreta so-
bre el salitre de Tarapacá y pone entonces fin a la farsa de
La Magdalena. Parte de la información sobre estos hechos
procede de la prensa coetánea, peruana y extranjera.

1 Magíster. Profesor de Historia en la Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán


y Valle. Sobre el conflicto de 1879-1884 ha publicado: Compendio histórico de la guerra con
Chile; Crónica de la Guerra del Pacífico; Diario de la Guerra del Pacífico; Los héroes de la Breña;
Campaña de la Breña. La contraofensiva de 1882; Campaña de la Breña. Huamachuco y el alma
nacional; Cáceres, conductor nacional; La crónica francesa de la Breña; Guerra de razas y comu-
na en la campaña de la Breña; Campaña de La Breña. Colección de documentos inéditos 1881-
1884; Las guerrillas de Canta y Huarochirí en la campaña de la Breña; Historia del heroísmo de
los pueblos del Mantaro en la campaña de la Breña; Cáceres: la otra historia de la Breña; Cáceres
y la Breña. Compendio histórico y colección documental y La primera memoria de Cáceres y otros
documentos relativos a la campaña de la Breña.

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 37


Luis Guzmán Palomino

PALABRAS CLAVE
Guerra del Pacífico, salitre, diplomacia norteamericana,
Francisco García Calderón, resistencia, Andrés Cáceres

ABSTRACT
With Lima occupied by the Chilean army and the dictator
Nicolás de Piérola on the run, a government of «notables»
emerged in Lima, under the presidency of Francisco
García Calderón. This government received the support of
Chile, because it was believed that it would accept peace
and the ceding of Tarapacá. But the new president, as a
representative of those Peruvians with an interest in saltpeter,
sought to hold on to that wealth. He placed his hope in US
intervention and negotiated with France’s Crédit Industriel
a loan through which he would be able to sue for peace in
exchange for massive compensation. At the same time, he
paid a considerable sum to the invader, thereby increasing
Peru’s internal debt. Studies of some of his speeches reveal
him to be a leader from the ruling class. He considered
those from his own class «citizens» and distanced himself
from the «working class», while at the same time calling
for their support in exchange for «a return to order». This
supposed an end to the resistance movement which had
spread beyond the highlands, a demand destined to fail
resoundingly. Eventually, the Chilean high command saw
that García Calderón did not serve their interests, and at the
same time the secret Tarapacá saltpeter deal was uncovered,
and the La Magdalena farce was brought to an end. Part of
the information contained in this article is taken from the
Peruvian and foreign presses of the time.

KEYWORDS
War of the Pacific, nitrates, American diplomacy, Fran-
cisco García Calderón, resistance, Andrés Cáceres

La derrota militar de Piérola en Lima y su precipitada fuga al interior


fue aprovechada por sus rivales políticos para formar un nuevo Gobierno,
complaciendo las exigencias del general Baquedano, jefe del ejército de
ocupación. En principio, este lo demandó del alcalde de Lima, Rufino To-
rrico, quien convocó una junta de notables sin llegar al término requerido.
Aunque servil ante los chilenos, el alcalde no pudo ser desleal a Piérola, y
por ello convocó solo a los adictos a su partido, con tal resultado. No pu-
diendo obtener nada más del alcalde, Baquedano trasladó la sugerencia

38 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


Lima, el Magdaleno y los chilenos

de formar un nuevo Gobierno a otros líderes políticos y a los oportunistas


de toda hora, y se verificaron entonces varias juntas promovidas por el
general La Cotera, Dionisio Derteano y Mariano Felipe Paz Soldán. En ellas
predominó el parecer del civilismo, que sin discusiones acordó el derroca-
miento de Piérola, esto es, el fin de la dictadura. En un principio se preten-
dió la restauración del Gobierno que existiera antes del golpe de Estado
de 1879, con el general Luis La Puerta como presidente constitucional;
pero este se negó terminantemente a todo compromiso, simple y llana-
mente por falta de decisión. A consecuencia de ello, surgió con fuerza la
candidatura de Francisco García Calderón, jurisconsulto de fama entre
cuyos antecedentes podría citarse el haber pugnado en 1867 porque se
mantuviese la contribución personal que pesaba sobre los indígenas, el
haber conspirado desde la presidencia del Congreso contra el presidente
Prado, su fracaso como ministro de Hacienda de Balta en 1868, el haber
promovido el estanco «estatal» del salitre en 1873 y el haber sido nombra-
do en 1876 presidente de la Compañía Salitrera del Perú, formada por la
plutocracia guanera transformada en banquera, que asumió la totalidad
del negocio salitrero. La pretendida «estatización» fue hecha a favor de los
bancos acreedores del fisco, que en 1878 cedieron sus derechos al banco
La Providencia2.
El 22 de febrero de 1881, en junta presidida por Aurelio Denegri, poco
más de cien «notables» de la capital, en su mayoría civilistas, eligieron a
García Calderón presidente provisorio de la República. Se presentaron
también las candidaturas del propio Denegri, la de Antonio Arenas y la
del ausente Lizardo Montero, que obtuvieron votación minoritaria. Repá-
rese que los civilistas tomaron en cuenta a Montero, pese a que este ha-
bía aceptado el encargo de Piérola de asumir la jefatura política y militar
de los departamentos del norte. El diario chileno La Actualidad informó
pormenorizadamente sobre el desarrollo del acto eleccionario y consig-
nó que García Calderón obtuvo la victoria «casi por unanimidad» en una
votación secreta que solo registró a 114 electores. Al agradecer a los «no-
tables» tal apoyo, y considerarlo como la voluntad de todo el país —tre-
menda pretensión—, el flamante presidente provisorio recordó:
que al decir en la víspera que era una infeliz víctima el individuo so-
bre cuyos hombros iba el país a echar la carga del Gobierno, lejos
estaba de pensar que esa víctima era él; pero que al ser designado
por la parte más notable del pueblo de Lima, sin haber solicitado ni
pedido sus sufragios, no omitiría sacrificio alguno para corresponder
a la confianza que se le hacía y salvar al Perú de la situación actual y

2 Los pormenores de este negocio pueden revisarse en Compañía Salitrera del Perú (1912).

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 39


Luis Guzmán Palomino

de sus múltiples exigencias, en la inteligencia de que él se proponía


gobernar con todos, o mejor dicho, que el pueblo, por su órgano,
gobernaría (La Actualidad, 23 de febrero de 1881).
Demagogia pura, con una retahíla de lugares comunes, promesas que
no pasaban de ser eso, farsa de democracia propia de un país anárquico,
en la que algo más de cien señorones, a requerimiento y con apoyo del
invasor extranjero, eligieron a uno de ellos para defender no los intereses
de los millones de peruanos, sino los de su grupo económico. En esto los
chilenos fueron sorprendidos, pues en principio creyeron haber formado
un Gobierno títere que sin más aceptaría la paz con cesión territorial. Fue
con este equivocado convencimiento que los plenipotenciarios chilenos,
señores Juan Francisco Vergara y Eulogio Altamirano, dieron su visto bue-
no al nuevo régimen, y hasta ofrecieron en privado entregar al flamante
Gobierno la ciudad de Lima y las entradas de la aduana de Ancón, y se re-
servaron ocupar el Callao militarmente mientras se firmaba la paz definiti-
va, sin perjuicio de acordar un armisticio a fin de facilitar la consolidación
del nuevo Gobierno con las adhesiones de los pueblos (Buenaventura
Seoane, 1903, p. 83). Pero a cambio de ello exigieron la inmediata nego-
ciación del tratado de paz, sin variar sus apetencias respecto al territorio
del guano y del salitre, a lo que García Calderón se negó con calculada cor-
tesía, aduciendo que le era preciso reunir previamente al Congreso. Los
chilenos retiraron entonces el citado ofrecimiento y se limitaron a declarar
como territorio neutral el caserío de La Magdalena, donde el 12 de marzo
se instaló con toda pompa el Gobierno provisorio. Una correspondencia
española daría este detalle:
Se ha establecido ya un Gobierno provisional que reside en Magda-
lena, donde flamea el pabellón peruano en virtud de arreglo con los
chilenos. Esa población se halla a dos millas de Lima; ha sido lugar
de temporada desde que los virreyes primero y después Bolívar la
escogieron como residencia campestre. El pueblo ocupa una posi-
ción preciosa; está rodeado de huertos bien cultivados, pero su as-
pecto no corresponde al rango de capital. El día 12 quedó instalado
el Gobierno en presencia de gran número de personas que salieron
de Lima a las ceremonias de inauguración y a demostrar que están
resueltas a sostener el orden de cosas que ha surgido de los aconte-
cimientos3.
En esa misma correspondencia se anotó que las ciudades de Trujillo
y Huancavelica fueron las primeras en adherirse al nuevo régimen y que

3 Fechada en Lima el 31 de marzo de 1881 y publicada en La Iberia de Madrid, el martes 10


de mayo de 1881.

40 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


Lima, el Magdaleno y los chilenos

si tardaban en llegar adhesiones del resto del país era porque la trababa
la burocracia pierolista de provincia que quería mantenerse en sus car-
gos: «Si no fuera por la presión que ejercen las autoridades y empleados
esparcidos por el país, deseosos de retener sus destinos, no habría ciu-
dad ni aldea que no votara por el señor García Calderón con el objeto de
obtener la paz»4. Aseveraciones casi todas absolutamente alejadas de la
verdad, sobre todo por la mención a Huancavelica, porque en vez de ad-
hesiones lo que llegó del interior del país fue una protesta generalizada,
no solo con cientos de pronunciamientos de cabildos con miles de firmas
que exigían la prosecución de la guerra, creyendo en el mensaje demagó-
gico de Piérola, sino, lo que es más importante, con la patriótica condena
de los que en el interior presentaban ya resistencia armada al invasor.

Condena nacional al Gobierno de La Magdalena


El presidente provisorio escribió a sus amigos y a personas influyentes
de diversas provincias del interior solicitándoles reconocimiento y apoyo.
Obtuvo escasas adhesiones, apenas unas actas suscritas por algunos no-
tables del Callao, Trujillo, Huancabamba, Lircay y Contumazá, lo que dio
a luz El Orden. Circularon, por el contrario, numerosos documentos con-
denatorios; figuraron entre los más severos aquellos que, procedentes de
numerosos pueblos del Centro, publicó en sucesivas entregas el Registro
Oficial de Junín, entre febrero y mayo de 1881. Casi todos coincidieron en
declarar traidores a la patria a los partidarios de La Magdalena, por servir
los intereses chilenos; y al declarar su fidelidad al régimen dictatorial, vol-
vieron a demandar para Piérola el ascenso a general de brigada.
Cabe aquí un paréntesis para hacer referencia a una asonada que tuvo
por escenario la villa de Lircay, Huancavelica, donde inmediatamente des-
pués de conocerse el desastre de Lima hubo un intento de desconocer a
las autoridades constituidas, movimiento que con adversa suerte encabe-
zó el coronel Nicolás Navarro. Se desconoce cuáles fueron sus miras y mo-
tivos, y por la fecha de su fallido golpe parece que no estuvo en relación
con los que en Lima discutían por esos días la posibilidad de formar un
nuevo Gobierno. Solo 10 días después de la toma de Lima por los chilenos,
esto es, el 27 de enero de 1881, precisamente a raíz de esa asonada, se re-
unió en comicios la ciudadanía de la villa de Acobamba, antigua capital de
la provincia de Angaraes, para pronunciarse a favor de proseguir la guerra
contra Chile.
Aun desde antes de la elección de García Calderón se había sabido
en el centro de la república que la oligarquía limeña estaba en tratos con

4 Ídem.

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 41


Luis Guzmán Palomino

los chilenos. Lo prueba, además de lo citado, el que tan tempranamente


como el 4 de febrero tuviese lugar una manifestación popular en la pla-
za principal de Chincheros, cabecera del distrito del mismo nombre en
la lejana provincia de Andahuaylas, cuyos pobladores, convocados por el
párroco doctor José Manuel Sánchez, acordaron:
desconocer toda medida que tienda en desprestigio de la autono-
mía e integridad nacional; ofrecer sus servicios al Supremo Jefe de
la Nación, doctor don Nicolás de Piérola, como al único que puede
sostener con honor e incólumes las banderas nacionales; (y) ofrecer,
por último, nuestros servicios, hasta perder la última gota de sangre
en aras de la patria, bajo la dirección del ínclito jefe nacional (Registro
Oficial de Junín, viernes 18 de marzo de 1881).
¡Cuán lejos de la realidad estaban los chilenos y los calderonianos
cuando creyeron que ya no era posible la resistencia armada! Allí estaban
los pueblos del centro decididos a ofrecer una vez más su cuota de sangre
para rechazar al invasor extranjero. Pueblos que solo se equivocaron al
creer que Piérola se pondría a la cabeza de la resistencia patriota. Las actas
elevadas por los vecinos de Concepción, Huancayo y Sicaya, Sapallanga,
San Jerónimo y Chupaca, el 14, el 16, el 19 y el 20 de febrero, respecti-
vamente, con muy parecido tenor, consideraron como un crimen de lesa
patria el desconocimiento del Gobierno de Piérola y tomaron el acuerdo
de «declarar traidores a todos los que, bajo la presión del enemigo, desco-
nocieren el Gobierno del actual jefe supremo de la república, o sirvieran
de dóciles instrumentos para introducir cualquier cambio en la adminis-
tración nacional» (Registro Oficial de Junín, viernes 25 de febrero de 1881).
El pueblo de Huancavelica se pronunció el 18 de febrero, «consideran-
do un ataque a la soberanía nacional la intervención que los agentes del
Gobierno de Chile pretendieran tomar en asuntos internos del Perú, des-
conociendo su Gobierno o intentando cambiarlo, prevalidos de las fuer-
zas que ocupan la capital de la república»; en razón de lo cual acordaron
«declarar traidores a la patria a los que, bajo la presión del enemigo, sirvan
de instrumento o den sus nombres para cualquier cambio en la adminis-
tración nacional» (Registro Oficial de Junín, viernes 4 de marzo de 1881). La
ciudadanía de Chongos, el 20 de febrero, introdujo una variante, al «de-
clarar traidores a todos los que sirvieren directamente a las intenciones de
Chile, desconociendo al Gobierno del actual jefe supremo de la república»
(Registro Oficial de Junín, miércoles 2 de marzo de 1881).
Los vecinos de la ciudad de Tarma fueron más cautos. En Acta firmada
el 21 de febrero, simplemente acordaron: «No reconocer otro Gobierno
que el del excelentísimo señor don Nicolás de Piérola, el mismo que aún
sigue mereciendo la confianza del país y el único que tiene el derecho de

42 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


Lima, el Magdaleno y los chilenos

representarlo» (Registro Oficial de Junín, miércoles 2 de marzo de 1881). El


subprefecto José María Alvariño, que elevó este documento al jefe supe-
rior político y militar del centro, estaba ya comprometido con los civilistas
y solo esperaba la retirada de Piérola para pronunciarse en Tarma a favor
de García Calderón, en acción coordinada con los potentados de Jauja
y Cerro de Pasco. Pero los vecinos de Chacapalca sí que fueron contun-
dentes, pues uno de los considerandos del Acta que suscribieron el 22 de
febrero, decía a la letra: «cualquiera que sea investido del poder por las
bayonetas extranjeras, contrariando al Gobierno del jefe supremo, no po-
drá significar otra cosa que la abyección más absoluta y revelar un espíritu
completamente opuesto a los sentimientos y dignidad del Perú» (Registro
Oficial de Junín, miércoles 2 de marzo de 1881).
Ese mismo día, los pobladores de la villa de Acobamba, comprensión
de la provincia de Tarma, acordaron «desconocer todas las medidas y re-
soluciones que tome el ejército invasor respecto a forma de gobierno» y
«declarar traidores a la patria a los que pretendan o consigan subrogar
en el mando supremo al actual jefe de Estado, o se sometan a las dispo-
siciones de las autoridades chilenas» (Registro Oficial de Junín, viernes 18
de marzo de 1881). También el 22 de febrero, reunidos en asamblea, los
vecinos del asiento mineral de San Antonio de Yauli se declararon a favor
de continuar la guerra. Y considerando «que cualquier individuo, ya civil,
ya militar, que pretendiese ser revestido de la autoridad suprema, apo-
yado con la fuerza de las armas chilenas [...] no haría otra cosa que una
irregularidad a los sentimientos y bienestar del Perú», resolvieron declarar
traidores a la patria «a los que coadyuven directa e indirectamente al de-
caimiento de la patria, declarándoseles fuera de la ley» (Registro Oficial de
Junín, viernes 11 de marzo de 1881).
Por ironía del destino, ese mismo 22 de febrero un centenar de seño-
rones de Lima, acatando la voluntad del alto mando chileno y con la pro-
tección de las tropas que ocupaban la capital de la república, ungían a
Francisco García Calderón como nuevo mandatario del Perú, agravando
la crisis interna, como queda dicho. Un día antes se habían pronunciado
los habitantes de Colca y concluyeron «que los que presten el apoyo de
sus nombres o personas para que las autoridades chilenas desconozcan
el Gobierno, infiriendo un ataque a la autonomía e independencia nacio-
nal, deben ser considerados traidores a la patria» (Registro Oficial de Junín,
viernes 11 de marzo de 1881). Los vecinos de Huanta, en Acta firmada
también el 21 de febrero, acordaron declarar «traidores a los que bajo la
presión del enemigo sirviesen de instrumentos o prestasen sus nombres
para cualquier cambio en la administración nacional» (Registro Oficial de
Junín, viernes 18 de marzo de 1881). Tres días después, los pobladores

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 43


Luis Guzmán Palomino

de Carhuamayo, tras señalar que la ocupación chilena de Lima no había


puesto fin a la guerra, acordaron «declarar nulos y de ningún valor los
actos gubernativos de los invasores; declarando, asimismo, traidores a la
patria a los peruanos que se adhieran a ellos, o de algún modo intenten
suplantar al Gobierno del excelentísimo señor Piérola» (Registro Oficial de
Junín, viernes 18 de marzo de 1881). Los de Ayacucho lo hicieron el 25 de
febrero, declarando «traidores a la patria a los que, bajo la presión del ene-
migo, desconozcan al Gobierno constituido en enero de 1880 y reconoci-
do por todas las potencias del mundo» (Registro Oficial de Junín, viernes
18 de marzo de 1881).
Singularmente importante lo sucedido el 26 de febrero en la sierra
de Lima, porque demuestra que en fecha tan temprana estaban ya orga-
nizadas las columnas de guerrilleros en Huarochirí. Por esos lares actua-
ba entonces el coronel José Agustín Bedoya, a quien debe considerarse
como precursor o iniciador de la campaña de La Breña, conjuntamente
con el teniente coronel Francisco B. Segura y los párrocos Francisco M.
Cabrera e Hilario Gómez. Todos ellos estuvieron siempre al tanto de lo que
ocurría en Lima, pues al campamento guerrillero llegaban puntualmente
los periódicos que allí se editaban. Y fue precisamente en respuesta a lo
publicado por La Actualidad, que aquel día suscribieron el patriótico pro-
nunciamiento que a continuación copiamos:
En el campamento de San Jerónimo, a los 26 días del mes de febrero
de 1881: los jefes, oficiales y tropa pertenecientes a las Columnas de
Guerrilleros de los distritos que comprende la sección de la derecha,
presididos por su comandante militar, teniente coronel don Juan B.
Segura, se reunieron con motivo de haberse impuesto de varios do-
cumentos que publica el periódico de Lima La Actualidad, cuyos do-
cumentos revelan que una pequeña porción de malos ciudadanos se
ha ocupado de nombrar un presidente provisorio para la república,
desconociendo la autoridad de S. E. el jefe supremo, que todos los
pueblos aceptaron y reconocieron desde el 21 de diciembre del año
antepasado de 1879.
Teniendo en consideración: Que nadie tiene facultad de imponer al
país un nuevo Gobierno sobre el que tiene unánimemente aceptado
y reconocido, al cual están obligados todos los peruanos a respetar y
obedecer, debiendo por lo tanto de calificarse semejante acto como
un ataque a la soberanía de la nación; que la reunión de los firman-
tes del acta de la elección del 23 del presente revela que esos ciuda-
danos han procedido o bajo la presión de las fuerzas chilenas que
hoy ocupan la capital de Lima o en virtud de criminales connivencias
con los representantes de ese ejército, para disponer con libertad
de la suerte y caudales del país; lo cual queda suficientemente com-
probado con el hecho de no haberse aceptado a los comisionados

44 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


Lima, el Magdaleno y los chilenos

competentemente autorizados por el jefe supremo, única autoridad


que ha podido nombrarlos con perfecto derecho; y que una dimi-
nuta fracción de individuos, nada significa ante la gran mayoría de
ciudadanos patriotas que forman la comunidad de la república, y
que por lo mismo debe rechazarse con energía tan arbitrario proce-
dimiento.
Acordaron: Protestar, como en efecto protestan, de todos los actos
practicados en Lima por esos ciento catorce individuos que suscri-
bieron el acta, a los que declaran como traidores a la patria, y ofrecer
apoyar la autoridad de S. E. el jefe supremo actual, doctor don Nicolás
de Piérola, hasta que se hagan las negociaciones de paz y se con-
voque por él únicamente un Congreso Constituyente, si es que no
hubiese necesidad de continuar la guerra, debiéndose remitir copia
de la presente a la Municipalidad de Lima y a S. E. el jefe supremo
(Registro Oficial de Junín, sábado 2 de abril de 1881).
La reacción en el sur fue algo más tardía. Todo parece indicar que en
Arequipa el pueblo presionó a sus autoridades para que se pronunciasen
contra García Calderón, y es muy probable que esto contrariase el pare-
cer de los potentados de la región, en especial los latifundistas, laneros y
grandes comerciantes, cuyos pensamientos eran afines a los de la oligar-
quía limeña y cuya nefasta influencia tuvo que ver en la ambivalente con-
ducta que habrían de mostrar en todo momento sus autoridades civiles y
militares. Una hoja impresa el 12 de marzo dio a entender que en los días
previos y en varias reuniones, ciudadanos representativos deliberaron so-
bre la nueva situación y decidieron convocar al pueblo para el domingo
13, en la plaza de Armas, a fin de que manifestase su soberana voluntad.
Firmaron el documento los señores Morales Alpaca, Adolfo Valdez, F. San-
tiago Corrales, Rubén Bustamante, Vicente Franco y Manuel Rosas. Una
proclama contenida en esa hoja condenó el proceder de García Calde-
rón, quien «prescindiendo de los invulnerables derechos que constituyen
nuestra nacionalidad, pretende imponer al Perú un tratado afrentoso que
satisfaga la insaciable voracidad de Chile»5. La manifestación popular fue
celebrada y al término de ella se suscribió en un acta popular las siguien-
tes resoluciones:
Que (Arequipa) mira como ofensiva a su dignidad, y con indigna-
ción y desprecio, aquella parodia de Gobierno provisional, elegido
por 114 individuos de la ciudad de Lima, que hoy ocupa el invasor
extranjero; que el Gobierno presidido por el doctor don Nicolás de

5 Esta hoja impresa fue publicada por Zoila Aurora Cáceres en su obra citada, pp. CX-CXI.
Constituye un testimonio de la prensa informal, al igual que la hoja impresa que los plutócra-
tas hicieron circular en Lima en febrero del mismo año.

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 45


Luis Guzmán Palomino

Piérola continúe sin descanso ni tregua la guerra contra Chile, has-


ta alcanzar la vindicación nacional y una paz tan honrosa como se-
gura; que con lealtad inquebrantable se lleve adelante la Alianza
Perú-Boliviana y se cumpla el Pacto Federal; y que para los fines pre-
sentados, Arequipa apoya al Gobierno con el celoso cumplimiento
de sus deberes, llegando hasta el sacrificio, si necesario fuese (Regis-
tro Oficial de Junín, sábado 2 de abril de 1881).
Por su posición territorial, los arequipeños anhelaban la renovación
del pacto con Bolivia, y el propio Piérola, poco después, trabajaría en ese
sentido. Vana esperanza, sin embargo, porque en el país altiplánico ha-
bía ganado terreno la posición entreguista y de allá no vendría ya ningún
apoyo efectivo al Perú. Horas antes del citado mitin, se había reunido el
ejército para ser revistado por el doctor y coronel Pedro Alejandrino del
Solar, jefe superior político y militar de los departamentos del sur, quien
tomó la palabra haciendo ver a sus jefes y oficiales que era necesario que
el ejército fuese el primero en manifestar al país que no solo desconocía
al Gobierno de García Calderón, sino que estaba resuelto a continuar la
guerra sin tregua (Registro Oficial de Junín, sábado 2 de abril de 1881). De
manera unánime los allí presentes aprobaron ese parecer y se redactó el
acta respectiva con los siguientes acuerdos:
1. Declarar terminante y perentoriamente que desconocen al Go-
bierno provisorio inaugurado en Lima, bajo la presidencia del doctor
don Francisco García Calderón. 2. Continuar la guerra, sin tregua y
sin descanso, como y donde mejor convenga, hasta alcanzar una paz
verdaderamente honrosa para el Perú. 3. Prestar al jefe supremo de la
República, señor don Nicolás de Piérola, todo el apoyo y cooperación
que demanda el patriotismo en las presentes circunstancias (Registro
Oficial de Junín, sábado 2 de abril de 1881).
Ese mismo 13 de marzo, Del Solar expidió un decreto denunciando al
Gobierno provisorio por «delito de rebelión» y calificando de «traidores a
la patria» a sus integrantes y a todos los que le obedeciesen o prestasen
apoyo directo o indirecto, al tiempo que ordenaba a las autoridades de
su jurisdicción la captura de esos individuos, cualquiera que fuese su cla-
se, jerarquía o condición, para su enjuiciamiento sumario en consejo de
guerra verbal y su consecuente ejecución, en conformidad con las leyes
vigentes. Y además protestó por el acto de fuerza consumado en Cha-
la, puerto del que se apoderaron los calderonianos «con una partida de
hombres armados salidos del Callao, a la vista y con el consentimiento
de los chilenos» (citado por Cáceres, op. cit., cap. 3, anexo 43). El coronel
Velarde, ministro de Gobierno del régimen de La Magdalena, deploró tal
proceder y cursó a Del Solar un oficio señalando que solo una «pequeña
parte del pueblo» podía secundar aquella declaración, pues la mayoría

46 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


Lima, el Magdaleno y los chilenos

aprobaba lo actuado en Lima, exhortándolo a rectificarse y adherirse a


García Calderón (citado por Cáceres, op. cit., cap. 3, anexo 43), lo que pro-
vocó una respuesta más contundente:
No soy yo ni las personas que me rodean —escribió Del Solar—, quie-
nes queremos disponer de la suerte del Perú, como dice V. E., sino lo
son quienes contra la voluntad del Perú y por medios que el honor
y la dignidad rechazan, han levantado la bandera de la anarquía, no
solo frente al enemigo de la patria sino bajo su protección y amparo.
Los que han provocado la guerra intestina para llegar por ella a una
paz, a todo evento, que les permita recuperar lo que la guerra les
ha hecho perder, esos son los que intentan disponer de la suerte del
Perú en provecho propio... Doy por toda respuesta: guerra sin tregua
al enemigo exterior, como único medio de alcanzar una paz honrosa
(y) castigo ejemplar a los traidores que deshonran a su patria (Cáce-
res, op. cit., p. 140).
Del Solar fue un intelectual de prestigio, catedrático de ciencias, abo-
gado, parlamentario y periodista, redactor del diario La Patria y organiza-
dor de una Columna de Tipógrafos de la Guardia Urbana. En abril de 1881
viajó a Bolivia y fue recibido por sus más altas autoridades, pero poco
pudo hacer por reanimar la alianza con ese país que al igual que el nues-
tro estaba anarquizado. Partidario de continuar la resistencia al invasor, no
tuvo empero la capacidad de organizarla y se mantuvo en una inacción
semejante a la de Piérola en Ayacucho. Así, solo unos meses después sería
derrocado.
Una manifestación similar tuvo lugar en Puno, encabezada por el pre-
fecto teniente coronel Julio Jiménez, y acordó el 13 de marzo «desconocer
todo Gobierno que no emane de la voluntad nacional y, en consecuen-
cia, al Gobierno de García Calderón»; sostener al encabezado por Piérola,
«reconocido por todos los pueblos del Perú y potencias extranjeras», y
ofrecer «todo el contingente necesario para continuar la guerra sin tre-
gua contra Chile, hasta obtener una paz honrosa o sucumbir en la lucha
agotando la sangre y los recursos del departamento» (Registro Oficial de
Junín, martes 5 de abril de 1881). El 17 de marzo la ciudadanía de Chincha
resolvió adherirse a los pronunciamientos del sur, apoyando «la continua-
ción de la guerra y la alianza con nuestra hermana la República de Bolivia»
y reiterando su confianza en Piérola, «el único que estamos dispuestos a
sostener y acompañar aun con el sacrificio de nuestras vidas e intereses
para salvar a la patria de sus enemigos internos y externos» (Registro Ofi-
cial de Junín, martes 5 de abril de 1881). Pero la más importante reacción
se produjo en Áncash, cuyo prefecto Tadeo Terry, respondiendo a la carta
que García Calderón le remitiera el 22 de marzo, consignó estas expresivas
líneas:

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 47


Luis Guzmán Palomino

Nos habla usted de nuestra absoluta impotencia y de la ruina de la


fortuna privada. En cuanto a lo primero, no pienso como usted; tene-
mos algunos elementos y podremos obtenerlos, lo que nos falta es
cohesión y unidad de ideas, un solo pensamiento para salvar a la pa-
tria de la postración a la que nosotros mismos la hemos conducido
con nuestros procedimientos del pasado. Un pueblo vencido hoy
puede levantarse y puede ser fuerte y vencedor mañana, si nosotros
con ánimo resuelto, separándonos de las intrigas de partidos, nos
reorganizamos al amparo de las fuerzas del sur y del patriotismo leal.
Podemos combatir al enemigo y escarmentarlos. Este será el final de
la contienda (citado por Herrera, 1997, p. 253).
Deploró Terry que García Calderón se humillase ante Chile con des-
honra: «Que acaben los chilenos de esgrimir su saña; que cumplan sus
satánicos propósitos de destruir nuestros valiosos fundos y edificios; pero
que no consigan humillar nuestro decoro y dignidad» (citado por Cáceres,
1921, p. 140). Tamaña condena provocó las iras del Magdaleno al punto
que las primeras tropas que pudo organizar con apoyo chileno recibie-
ron por misión acallar la protesta de Áncash. Importante es notar que los
juicios vertidos por Terry, respecto a la esperanza en revertir el resultado
de la guerra, y sobre la necesidad de superar las pugnas partidarias para
forjar la unidad nacional, coincidieron con el parecer que luego haría pú-
blico el general Cáceres.
Una actitud muy distinta asumió por su parte Lizardo Montero, el jefe
superior político y militar de los departamentos del norte, cuya adhesión
había sido solicitada por el ministro Velarde. Le respondió en términos
corteses, «sintiendo sobremanera la imposibilidad de acceder a las indi-
caciones de V. S.»6. A la sazón, Montero se hallaba en Yonán, hacienda in-
mediata a Cajamarca, preocupado en ordenar a sus lugartenientes que
captasen erogaciones «destinadas a satisfacer los gastos de guerra»7.
La forma en que este jefe entendía la guerra era sumamente peculiar,
mas de cualquier forma le generaba gastos, sobre todo para cumplir
con el pago de sueldos. Coincidiendo con el rechazo de Montero a la
propuesta de García Calderón, los chilenos impusieran un cupo de
100 000 soles de plata a la ciudad de Trujillo, pese al acta que firmaron
sus notables adhiriéndose al Gobierno provisorio. Ello provocó un gran
desconcierto y en Pacasmayo hubo un intento sedicioso, que fue con-
tenido por el comandante Eduardo Dávila. Pacasmayo era un puesto de

6 Carta al ministro de Gobierno, Yonán, 14 de marzo de 1881, publicada por Cáceres, op. cit.,
cap. 3, anexo 36.
7 Carta de Montero al teniente coronel Julio Octavio Reyes, Cajamarca, 7 de marzo de 1881,
publicada por Cáceres, op. cit., cap. 5, anexo 35.

48 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


Lima, el Magdaleno y los chilenos

importancia pues allí funcionaba la aduana cuyos fondos se remitían a


Montero8.
En un desesperado afán por demostrar a los chilenos alguna efectivi-
dad, García Calderón decretó el 18 de marzo el cese de las autoridades mu-
nicipales nombradas por Piérola, declaró sin ningún valor todo lo actuado
por los cabildos desde el golpe de diciembre de 1879 y ordenó reasumir
los cargos a los que entonces lo habían ejercido. Fácilmente se aprecia
que era una medida simbólica, que solo podía cumplirse en la capital ocu-
pada e incluso en ella hubo alguna resistencia del alcalde Torrico, quien
cesó en su pírrica protesta al amenazársele con un juicio de persistir en
su negativa. Describiendo esa conducta, Ricardo Palma informó a Piérola:
Rufino Torrico, después de firmar la enérgica protesta que usted co-
nocerá ya —del 29 de marzo—, salió haciendo lo que llamamos los
criollos «carrera de caballos, parada de borrico». ¡Guapo señor Torri-
co! Todo estaba combinado para que la farsa calderoniana recibie-
ra el golpe de gracia cayendo en medio de la rechifla popular y sin
quemarse un gramo de pólvora. Pero don Rufino y don Francisco se
entendieron y la argolla salvó del conflicto9.
En reemplazo de Torrico y a propuesta del señor Graña, fue nombrado
nuevo alcalde de Lima el coronel César Canevaro, otro ambicioso de po-
lendas. Comentando este suceso, un anónimo de Lima escribió a Piérola:
Parece que Canevaro está resentido; según unos porque no lo han
hecho general y según otros porque no le han escrito llamándole a tu
lado. Sea de ello lo que fuere, lo cierto es que ha aceptado el cargo de
alcalde de la municipalidad reaccionaria, a despecho de la dignidad y
del honor que le prescribían, por lo menos, una actitud prescindible.
Graña, el sempiterno intrigante y que es el mentor de Canevaro, ha
sido quien ha persuadido a su pupilo que debía aceptar ese puesto10.
Era entonces Canevaro un joven coronel, de solo 35 años de edad, no
obstante lo cual tenía ya una experimentada carrera pública. Hizo su for-
mación militar en Francia, donde estuvo desde los 10 años. Era miembro
de una familia de una gran solvencia económica, que labró su riqueza, en-
tre otras cosas, con la trata de los semiesclavos culíes. Al volver Canevaro
al Perú en 1870, no se incorporó al Ejército, sino que se dedicó al comercio
y a las finanzas, y alcanzó la gerencia del Banco del Perú. Su cuantiosa

8 Oficio del comandante Eduardo Dávila al jefe político y militar de los departamentos del
norte, dechado en Ascope el 15 de marzo de 1881, publicado por Cáceres, op. cit., pp. 132-
133.
9 Carta fechada en Lima el 4 de abril de 1881, en Palma, 1979, p. 34.
10 Carta fechada en Lima el 4 de abril de 1881. Biblioteca Nacional. Archivo Piérola, caja 59.

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 49


Luis Guzmán Palomino

fortuna le permitió ser propietario de los diarios El Nacional y La Repúbli-


ca. Se adhirió prontamente al partido civilista y fue designado jefe de la
guardia nacional por el presidente Pardo. En 1874 le tocó debelar la insu-
rrección pierolista que estalló en Moquegua. Al declararse la guerra con
Chile viajó a Panamá, comisionado para la adquisición de armamento, y al
regresar fue destinado al frente sur, asumiendo la comandancia general
de la segunda división del ejército comandado por Montero. En tal calidad
concurrió a la trágica jornada del Alto de la Alianza y se retiró por Puno en
seguimiento de su jefe. Estuvo luego en la defensa de Lima y cayó herido
en la batalla de Miraflores. Algunos días después su nombre figuraba al
lado de los de muchos jefes y oficiales que suscribieron el compromiso
de no volver a tomar las armas contra Chile. Tal vez fue ese compromiso
el que orientó su posterior proceder, ya que, como segundo de Montero,
consintió en 1883 la defección de Arequipa.
Volviendo a lo nuestro, el 29 de marzo García Calderón decretó la vi-
gencia de la Constitución de 1860 y ordenó el cese de las autoridades po-
líticas y militares nombradas por la dictadura. Amenazó con juicios y se-
veras penas a todo aquel que se opusiese o trabase esa disposición y dio
un plazo de 20 días para el reconocimiento de las nuevas autoridades que
anunciaba designar. Bien se entiende que dicho decreto fue impractica-
ble. Pero resultado diferente tuvo otro expedido ese mismo día, por el cual
convocó a un Congreso Extraordinario, y fijó el 15 de mayo para el inicio
de sus sesiones en la Escuela de Clases de la villa de Chorrillos. Dicho Con-
greso tendría como objetivos la elección del presidente y vicepresidentes
provisorios de la república, y el dictado de disposiciones conducentes a
lograr la paz con Chile. Funcionaría sobre la base de los representantes
que habían asistido al Congreso de 1879, y se reemplazarían por elección
a los diputados y senadores que a esa fecha habían cesado en sus cargos.
Para la prensa española, que por medio de corresponsales seguía estos
sucesos, la entronización de García Calderón anarquizaba más al Perú y lo
ponía al borde de la guerra civil11.
Desde el 16 de marzo el nuevo régimen puso en circulación El Orden,
como su periódico oficial. Sus directores fueron los clérigos Manuel Gon-
zález de la Rosa y Germán de la Fuente Chávez, lo que desde ya anunciaba
su orientación a favor del cese de la guerra. En sus páginas escribieron
intelectuales como Carlos Augusto Salaverry, Luis Benjamín Cisneros y Pe-
dro Paz Soldán. Además, reclutaron como redactores a algunos de los que
trabajaron en el clausurado diario de Miró Quesada. El Orden fue ante todo

11 La correspondencia fechada en Lima el 30 de marzo fue publicada en La Iberia de Madrid,


el martes 10 de mayo de 1881.

50 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


Lima, el Magdaleno y los chilenos

un órgano de propaganda, mas no de análisis, y sirvió fundamentalmente


para dar a luz los ampulosos documentos emanados del Gobierno de La
Magdalena, criticando con acritud el accionar de Piérola, sin poner mien-
tes en falsear, exagerar o tergiversar los hechos, algo común en ambos
bandos. Surgió en consecuencia un enfrentamiento mediático entre El
Orden y el Registro Oficial de Junín, uno de los voceros de la dictadura am-
bulante, polémica que se extendería luego a otros periódicos del interior.
En el Registro Oficial de Junín le cupo al teniente coronel Juan Norberto
Eléspuru la tarea de rectificar lo propalado por el diario calderoniano, difí-
cil encargo porque lo que consideraba falsedades eran medias verdades.
El Orden difundía las noticias y aun los rumores que a su redacción remi-
tían los opositores del pierolismo en la capital y en el interior, y los había
no muy lejos del dictador, en ciudades como Tarma y Cerro de Pasco. Una
de las no muy convincentes «rectificaciones» de Eléspuru decía a la letra:
El número 5 de El Orden [...] dice, entre multitud de falsedades, [...]
lo que sigue: «Toda la correspondencia que salió de Lima, posterior-
mente a aquella que llevó el acuerdo del 22 de febrero, fue intercep-
tada por comisarios del exdictador en Chicla». Falso de toda falsedad.
La comunicación con la capital, y con los demás pueblos de la repú-
blica, ni se ha interceptado, ni se ha interrumpido absolutamente por
nadie, ni mucho menos por disposición de S. E. el jefe supremo [...]
Dice además: «Se había ordenado al señor J. M. Echenique fuera al
Cerro de Pasco para imponer a la población un cupo, que debiera ser
pagado en barras o moneda sellada, de quinientos mil soles plata».
Tal aseveración es igualmente falsa. No se ha dado orden alguna a
este respecto al jefe superior político y militar de los departamentos
del Centro, y ni éste ni ninguna otra autoridad ha pensado siquiera
en semejante cosa [...] Pero también dice El Orden que «los vecinos
de Jauja y demás ciudades y pueblos próximos vivían temerosos de
actos de violencia, escándalos y nuevas desgracias». Los públicos y
reiterados testimonios, tanto de Jauja, como de las ciudades y pue-
blos inmediatos, son un elocuente mentís a las aseveraciones de la
impostura, sugeridos por estudiada aunque inútil malicia. Se ha afir-
mado también por El Orden que las autoridades nacionales habían
prohibido que los ganaderos de Canta bajasen a Lima ganado, para
la provisión de la ciudad. Tal noticia es no menor impostura que las
anteriores. Ninguna disposición relativa al tránsito de personas o
cosas ha sido dictada, y menos respecto a provisión de víveres para
Lima. (Registro Oficial de Junín, viernes 11 de marzo de 1881).
No eran desmentidos válidos, ni favorecían a Piérola; por el contra-
rio, demostraban su inacción. Si la guerra continuaba, como había pro-
clamado el dictador al dejar Lima, era lógico que interceptase las comu-
nicaciones en Chicla, estación final de la vía férrea, o que impidiese el

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 51


Luis Guzmán Palomino

abastecimiento de la capital donde estaba el grueso del ejército de ocu-


pación. Piérola no hacía ni lo uno ni lo otro, porque su «guerrerismo» fue
solo una pose, y muy efímera. Respecto al temor de los vecinos de Jauja y
otras ciudades, en realidad existía, y se haría patente poco después con el
avance de la expedición chilena del coronel Letelier. Finalmente, a los ricos
vecinos de Cerro de Pasco, que era entonces capital del departamento,
no les agradaba pagar cupos, mucho menos si eran para la causa patriota;
porque este ideal tenía poca cabida en la mayoría de mineros, ganaderos
y comerciantes peruanos y extranjeros allí radicados.
Como una prueba del supuesto entendimiento existente entre los chi-
lenos y García Calderón, El Orden reprodujo editoriales de La Actualidad y
los hizo suyos (El Orden, martes 10 de mayo de 1881). Por eso, y por pu-
blicar muchas noticias carentes de veracidad, mereció esta condena de El
Obrero de Áncash:
Los días de correo son esperados en estas tierras con violencia. Las
noticias venidas de Lima y de Huaraz por el último correo se pueden
apellidar nuevas risibles, porque ¿cómo no causará risa y más que risa,
carcajada tendida, el leer ese inmundo papelucho llamado El Orden,
órgano de los intereses calderonistas? (El Obrero de Áncash, miércoles
17 de agosto de 1881).
Otro corresponsal de un diario español en Lima fue más ilustrativo
al informar sobre el entendimiento entre chilenos y provisorios: «Los co-
mandantes chilenos han hecho ya algunos servicios muy importantes,
aceptados por el señor García Calderón. Puede no ser prudente, en la ac-
tualidad, determinar el carácter de esos servicios; pero es bien sabido que
el Gobierno provisional de La Magdalena tiene ahora a su disposición re-
cursos respetables» (La Iberia, miércoles 15 de junio de 1881).
El Gobierno de La Magdalena se pronunció desde siempre contrario
a continuar la guerra. En su discurso de asunción de mando, García Cal-
derón pretendió justificar su oposición a toda resistencia armada anun-
ciando que emprendía las negociaciones de paz, aunque sin mencionar
los medios con que contaba para alcanzarla. Para él la continuación de la
guerra era imposible:
No debe desalentarnos el triste espectáculo de las catástrofes de nues-
tra patria —dijo en su discurso del 12 de marzo de 1881—, porque no
es el Perú el primer pueblo que pasa por semejantes pruebas; antes
bien, otros países más poderosos que el nuestro han perdido una y
10 veces la batalla, pero han sabido detenerse a tiempo para reparar
por la paz las ruinas hechas por la guerra. Si esos países se hubiesen
empeñado tenazmente en la prosecución de una lucha imposible,
habrían llegado a su aniquilamiento (Cáceres, 1921, cap. III, anexo 13).

52 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


Lima, el Magdaleno y los chilenos

Los hechos posteriores lo desmentirían, pues la resistencia fue posi-


ble en la prolongada campaña de La Breña, y no necesariamente condu-
jo al aniquilamiento del Perú. García Calderón deslizó argumentaciones
realmente desconcertantes, al sostener, por ejemplo, que declarándose
derrotado el Perú seguía el ejemplo de los países honrados, tal como
entonces anotaron sus partidarios, asumiendo una opinión antes vertida
por Mariano Bolognesi12:
El discurso de S. E. fue bueno. Manifestó que los desastres de su pa-
tria eran debidos en mucho a la desunión de sus hijos, a las guerras
civiles y a las ambiciones ilegítimas de muchos de sus hombres pú-
blicos; que la abundancia de riquezas naturales había servido de fo-
mento y de incentivo para esas ambiciones punibles y para olvidar la
necesidad del trabajo y de la paz, y que la grandeza de los pueblos no
consistía en sus riquezas naturales sino en las virtudes cívicas, en la
paz, en la unión y en la laboriosidad de sus hijos. En cuanto a la gue-
rra, expresó que otros países mucho más poderosos habían perdido
también batallas decisivas y sufrido los desastres de la adversidad en
la guerra, y que devorando sus propias amarguras habían buscado
después en la paz y en el orden su nuevo engrandecimiento; que el
Perú, en su dolorosa situación actual, no debía hacer otra cosa que
seguir el ejemplo de los países honrados (Cáceres, op. cit., cap. III,
anexo 12).
Integraron su gabinete el doctor Aurelio Denegri, presidente del Con-
sejo y ministro de Hacienda y Comercio; el coronel Manuel Velarde, minis-
tro de Gobierno, Policía, Obras Públicas y Estadística; el doctor José Miguel
Vélez, ministro de Justicia y Culto; el doctor Manuel María Gálvez, ministro
de Relaciones Exteriores; y el capitán de navío Camilo Carrillo, ministro de
Guerra y Marina. Gustaban de reunirse en el exclusivo Club de la Unión,
para departir sobre todo de asuntos económicos y lamentar que la guerra
fuese «sostenida con los pocos recursos que aún poseían los hombres de
orden»13. Por ello fue que urdieron planes conducentes a evitar que sus
recursos, que no eran pocos, se vieran mermados.
La versión tradicional y oficial de estos hechos ha ocultado el carácter
de clase que tuvo el Gobierno de La Magdalena. Para definirlo no hace fal-
ta recurrir a los testimonios de sus opositores políticos, que los hubo muy
ilustrativos, sino que basta y sobra con la hoja impresa que con el epígrafe

12 Bolognesi consideró de locos continuar la resistencia y fue quizá el primero en traer a


colación la guerra-franco prusiana para exhortar a los peruanos a aceptar la paz con la cesión
territorial que exigía Chile. Su pronunciamiento fue publicado en El Comercio de Guayaquil,
el 25 de febrero de 1881.
13 Despacho remitido desde Lima el 31 de marzo y publicado por La Iberia de Madrid el
martes 10 de mayo de 1881.

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 53


Luis Guzmán Palomino

«Al pueblo» hicieron circular los calderonianos en Lima, el 26 de febrero


de 188114. En este documento se autodefinieron como integrantes de la
plutocracia y justificaron su proceder con los mismos argumentos que en
todo tiempo han esgrimido las clases dominantes y que pueden conden-
sarse en un solo pensamiento: «Si desaparecen los ricos, no habrá trabajo
para los pobres». Salta a la vista que los redactores de esta hoja buscaban
poner un dique a la lucha de clases, porque de su lectura se infiere que
hubo entonces agitadores sociales incitando a la subversión. Los plutó-
cratas se consideraron víctimas de la guerra, bajo la falsa premisa de que
en ella pierden más los que poseen bienes de fortuna que los que solo
viven de su trabajo. Y como si no hubiesen sido los directos culpables de
la bancarrota del Perú, al que desgraciaron con la sucesión de sus Gobier-
nos corruptos, adujeron inocencia clamando por la paz que les permitiese
preservar o recuperar sus fortunas aduciendo que de ello dependía tam-
bién el bienestar de los trabajadores:
La capital de la república y todos los pueblos ocupados por el ene-
migo gimen bajo el yugo del vencedor, que cada día se manifiesta
más exigente y amenazador; cierran el comercio, que a esto equiva-
len los exorbitantes derechos impuestos a los principales artículos
de subsistencias; con esto el que sufre más directamente el mal es
el trabajador, que no tiene trabajo, que su subsistencia encarece día
por día, que su domicilio, por ser más retirado del centro de la po-
blación, es violado de todos modos. ¿Tienen la culpa de todo esto
los titulados hombres ricos, si todavía los hay, que también sufren el
saqueo y destrucción de sus haciendas y casas? Ciertamente que no:
la causa de esos males es la guerra, guerra que para nuestra fatalidad
no podemos continuar hoy.
Para ellos, «el pueblo trabajador» era una clase y «los ciudadanos»,
otra. Señalaron que el primero alzaba sin razón su voz de protesta con-
tra los segundos. Y que, debido a la inacción de la masa trabajadora, los
«ciudadanos» reasumían el Gobierno para salvar a la patria. Tal se lee en
la hoja impresa:
El pueblo trabajador no se movía ni daba señales de vida, a no ser
para quejarse de su miseria. Entonces, los ciudadanos, contra los que
algunos reclamaban hoy, tomaron la iniciativa de la salvación de la
patria, se agruparon e invocando la salvadora garantía de la Consti-
tución, presentaron al pueblo laborioso a un ciudadano de honrosos
antecedentes, por su inteligencia, actividad, firmeza y patriotismo,

14 Debemos a Zoila Aurora Cáceres, la hija del jefe de La Breña, el conocimiento de este
singular documento que insertó en su obra ya citada, pp. LIX-LXI.

54 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


Lima, el Magdaleno y los chilenos

como candidato digno y capaz de salvarnos de la anarquía y de la


angustiosa y agonizante situación en que todos nos encontrábamos.
Había que poner dique a las exigencias del pueblo, porque la liber-
tad tiene un límite, expusieron al mismo tiempo los plutócratas con la si-
guiente argumentación:
Le hemos dicho al pueblo en todos los tonos que es libre; pero ja-
más nos hemos preocupado de indicarle la línea donde concluye
la libertad y empieza la licencia; le hemos llenado la cabeza con sus
derechos, legítimos unas veces, maleados otras por la exageración;
pero nunca le hemos trazado sus deberes, ni recomendado su cum-
plimiento; hemos halagado sus pasiones, para explotarlo en nuestro
provecho, creando el espíritu de resistencia a la autoridad legítima,
lo que ha llegado a dar por fruto que los pueblos se crean humillados
por la violencia; hemos clamado contra los hombres enriquecidos
por el trabajo y la economía, señalándolos a la envidia y el rencor,
en vez de enseñar que esas riquezas garantizan el jornal y el salario,
llevan el óbolo a la casa del pobre, fomentan los establecimientos
de misericordia, sostienen el crédito que hace prosperar la industria
y abren nuevos capitales y con ellos la abundancia y el bienestar, de
que no gozaremos en adelante sino a condición de una cordura des-
conocida hasta el día y de una reforma radical en nuestras costum-
bres sociales y políticas (El Orden, sábado 19 de marzo de 1881).
Y refiriéndose a los que hablaban de alzarse contra el Gobierno de los ri-
cos, los plutócratas terminaban su manifiesto con la siguiente advertencia:
¡Conciudadanos virtuosos y laboriosos que vivís del trabajo, no os
dejéis engañar por algunos hombres que solo viven del desorden
que favorece el robo y el asesinato! Vosotros seréis víctimas por falta
de trabajo, si los hombres que han adquirido fortuna la pierden por
el saqueo y la violencia. Estos hombres que llamáis ricos tienen inte-
reses comunes con vosotros, y vosotros sin ellos seréis víctimas. Solo
aprovecharán del desorden los perversos que siembran la funesta
semilla de la discordia.
Cabe preguntarse: ¿influyó esa prédica en la pasividad que mostraría
la población limeña en los más de tres años que duró la ocupación chile-
na? ¿Tuvo más efecto la amenaza hecha por el invasor por medio de su
prensa? ¿Pesó más la ausencia del equipo bélico que se requería para que
accionasen guerrillas urbanas? Es probable que confluyeran esos factores
y otros más, como que Lima, recientemente, había visto correr mucha san-
gre, durante la represión de la asonada popular que precedió a la entrada
de los invasores chilenos.

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 55


Luis Guzmán Palomino

La prensa chilena en Lima y los asuntos internos del Perú


Respecto a la actividad de la prensa chilena en Lima, hemos citado
ya al diario La Actualidad, vocero oficioso del ejército de ocupación, cuyo
primer número apareció el 20 de enero de 1881, trabajado en los talleres
tipográficos donde antes se había impreso El Peruano. El general Baque-
dano confió su administración a José Isidoro Errázuriz y designó como sus
redactores principales a Salvador A. Castro y Luis E. Castro. El administra-
dor retornó a Chile un mes después y lo reemplazó el señor Riquelme. Este
periódico reflejó el pensamiento del alto mando chileno, no solo infor-
mando sobre la administración del territorio ocupado sino también inmis-
cuyéndose en las disputas políticas que dividieron a los peruanos, dando
su apoyo al régimen provisorio de García Calderón y desprestigiando a
la dictadura de Piérola: «El rumbo fijado a La Actualidad desde el primer
número [...] [fue] defender los intereses de Chile y formular opinión franca
sobre la política interior y exterior del Perú, según contradiga o se armo-
nice con esos intereses»15.
Informó asimismo sobre el desarrollo de algunas acciones bélicas,
como las que marcaron el inicio de la resistencia en la sierra de Lima. Y
consignó también valiosas noticias sobre la otra gran guerra que aquel
mismo año sostenía Chile, al exterminar mapuches en sus territorios aus-
trales. Precisamente, a principios de 1881 tuvo lugar la matanza de indí-
genas en la línea de Maitén, tras acoger el presidente Santa María el pro-
yecto de exterminar a los pobladores nativos de la Araucanía. Es erróneo,
por tanto, llamar araucanos a los chilenos que invadieron el Perú; su clase
dominante era blanca, de genes españoles, ingleses y alemanes, princi-
palmente, y su pueblo era un conglomerado de mestizos a los que los pri-
meros llamaban despectivamente «rotos». Estos no se consideraban para
nada indígenas y habían asimilado de sus patrones una actitud racista; en
los peruanos que habitaban la costa, amén de negros y zambos, ellos vie-
ron «cholaje» y en las serranías solo «indios», pasibles de ser aniquilados
como los mapuches. Promediando ese año el Ejército chileno perpetró
un «malón general» considerando la frontera austral como escenario de
entrenamiento para sus acciones en la sierra del Perú. Sobre la resistencia
mapuche, el periódico argentino El Imparcial publicaba a finales de marzo
el siguiente despacho:
Los indomables araucanos continúan haciendo una guerra impla-
cable a Chile. Últimamente han ocupado una extensa línea en la

15 Volante firmado por Errázuriz y Riquelme, imprenta de La Actualidad, calle de la Rifa 58,
Lima.

56 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


Lima, el Magdaleno y los chilenos

frontera, y en sus excursiones al territorio chileno cometen mil atro-


cidades: incendian las mieses y las fincas, entran en las poblaciones a
sangre y fuego y atacan a las fuerzas del ejército. Si a eso se agrega las
deserciones en la tropa expedicionaria chilena, que son numerosas,
se comprenderá cuán grave y crítica es la situación de los pueblos
fronterizos [...] Un ejército de 3000 hombres, al mando del general
Villegas, después de recorrer las pampas combatiendo a los indios, se
ha situado en la frontera de Chile, en expectativa de los sucesos que
se desarrollan al otro lado de los Andes16.
La guerra contra los indígenas, por aquel tiempo, no solo se desarrolla-
ba en Chile, sino también en Argentina y Uruguay. Por aquellos años, los
hacendados llegaron a pagar buenas sumas de dinero por cada cabeza
de indígena muerto. Imperó en la región la abominable prédica de Do-
mingo Faustino Sarmiento, quien anhelaba el exterminio de los «indios
asquerosos»17. Sarmiento se anticipó al general yanqui Philip Henry She-
ridan, exterminador de las naciones indígenas de las Grandes Llanuras de
Norteamérica y autor de la espantosa frase: «Los únicos indios buenos que
vi fueron los indios muertos»18.
La Actualidad llegó a sacar ciento siete números y cesó la publicación
el 27 de mayo de 1881 por orden expresa de Patricio Lynch, no porque
incumpliese los propósitos que determinaron su aparición, sino porque
las máquinas y los materiales tipográficos fueron embarcados para Chile
como botín de guerra (La Iberia, jueves 14 de julio de 1881). Para entonces,
el general Baquedano se había embarcado ya de regreso a Chile y dejado
al general Lagos como jefe interino del ejército de ocupación hasta que,
en definitiva, el mando supremo de Chile en el Perú fue asumido por el
contralmirante Patricio Lynch, a partir del 16 de mayo de 1881.

16 Despacho reproducido en La Vanguardia de Barcelona, el sábado 23 de abril de 1881.


17 Y a pesar de eso, a Faustino Domingo Sarmiento, presidente de la República argentina de
1868 a 1874, se le considera “el maestro de la patria”. En el diario El Progreso, el 27 de setiem-
bre de 1844, Sarmiento había escrito lo siguiente: «¿Lograremos exterminar a los indios? Por
los salvajes de América siento una invencible repugnancia sin poderlo remediar. Esa calaña
no son más que unos indios asquerosos a quienes mandaría colgar ahora si reapareciesen.
Lautaro y Caupolicán son unos indios piojosos, porque así son todos. Incapaces de progreso.
Su exterminio es providencial y útil, sublime y grande. Se los debe exterminar sin ni siquiera
perdonar al pequeño, que tiene ya el odio instintivo al hombre civilizado». Este desafortuna-
do discurso fue reproducido en El Nacional, el 25 de noviembre de 1876. Por ello ha mereci-
do Sarmiento dura condena y tal vez severísima en extremo fue la pronunciada el 2014 por
el ministro de Defensa de la República de Uruguay, Eleuterio Fernández Huidobro, quien lo
llamó «grandísimo hijo de puta». Claro que Vargas Llosa intervino para explicar (por no decir
justificar) lo que quiso decir Sarmiento. Para el caso se recomienda la lectura del ensayo
«Sobre indios, afroamericanos y los racismos de Sarmiento», de Elizabeth Garrels, 1997, pp.
99-13.
18 «The only good Indians I ever saw were dead». Esta frase la consignó Edward S. Ellis en
su libro The History of Our Country: From the Discovery of America to the Present Time, «que se
publicó por vez primera en 1895 y alcanzó gran difusión posteriormente» (Wolfang Mieder,
«El mejor indio es un indio muerto», Paremia, nro. 10, 2001, pp. 49-56).

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 57


Luis Guzmán Palomino

En su primer editorial La Actualidad había anunciado sin tapujos, aun-


que con lenguaje engañoso, que azuzaría las pugnacidades entre perua-
nos: «La política interna del país no es, sin duda, el resorte de esta publi-
cación. Ha de sernos forzoso, sin embargo, abordar este terreno cada vez
que así lo requiera el interés que para nosotros es supremo y siempre que
esté de por medio la gran causa de la reorganización del Estado peruano»
(La Actualidad, 20 de enero de 1881). Este periódico intervino a fondo en
las disputas internas del Perú y al atacar a Piérola provocó la airada pro-
testa de su secretario de Gobierno, Aurelio García y García, quien en una
circular fechada en Jauja el 1 de marzo y dirigida al cuerpo diplomático,
denunció las imposturas y difamaciones propaladas por La Actualidad,
aunque cuidándose de no citarla con nombre propio. Copiamos aquí el
extracto pertinente:
Perseverante el Gobierno chileno en sus designios ya manifestados,
de completa ruina del Perú, ha sido su más constante empeño, des-
pués de la ocupación de Lima y Callao, el 17 de enero último, el pro-
mover toda clase de disensiones intestinas. Con este propósito ha
establecido en la primera ciudad un periódico semioficial, que, tirado
en las prensas del Estado, se ocupa, desde su inauguración, en espar-
cir todo género de imposturas, difamar a nuestros hombres públicos,
desacreditar los principios que gobiernan la sociedad esforzándose,
además, artificiosamente, en persuadir que no existe un Gobierno, a
pesar de que el de S. E. el jefe supremo cuenta con la obediencia de
la nación entera, sin exclusión de una sola aldea (Registro Oficial de
Junín, viernes 4 de marzo de 1881).
A decir verdad, la dictadura era el único Gobierno aceptado en casi
todo el Perú19 y si los chilenos la desconocieron fue para dar cauce al Go-
bierno de La Magdalena, total hechura suya, según señaló La Actualidad.
Tomando esto a sorna, Palma escribió a Piérola:
La Actualidad tuvo la condenada ocurrencia de estampar editorial-
mente que el Gobierno del señor don Francisco era hechura exclu-
sivamente chilena y que los chilenos darían palo y palo al peruano
que no lo acatase y otras boberías de este jaez. García Calderón les
dijo que eso no era lo convenido, y renunció a la presidencia ante
los 20 caballeros que componen la junta directiva del club (aquí Pal-
ma se refiere al club civilista). Estos caballeros le contestaron que
no rasgase sangre por tan poco, que tuviese cachaza y que ellos se

19 «Lima, 29 de marzo de 1881. En el Perú reina gran anarquía. El nuevo presidente pro-
visional, señor García Calderón, sigue gobernando el pueblo llamado La Magdalena, que
tiene 50 vecinos, porque en el resto de la república gobierna Piérola», escribía desde Lima
el corresponsal de La Vanguardia de Barcelona, despacho que se publicaría el 9 de mayo de
aquel año.

58 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


Lima, el Magdaleno y los chilenos

encargaban de conseguir que La Actualidad explicase sus conceptos


en términos que bastaran para desvanecer escrúpulos de monja [...]
Y, en efecto, La Actualidad dio explicaciones y de ellas resultó que
lo roto era peor que lo descocido. La Actualidad remachó el clavo,
porque dijo: «Dejémonos de candideces. El papel de Chile en esta
comedia va a ser el del loquero que emplea la camiseta de fuerza
para hacer entrar en vereda a tirios y troyanos». Lo razonable era pre-
sumir que después de este segundo editorial insistiría en la renuncia.
Pues nada de esto. Se quedó tan fresco y se dio por satisfecho. Dos
días estuvimos con el credo en la boca y encendiendo lamparitas,
temerosos de que García Calderón hubiera tomado la cosa por lo se-
rio. Mucho me temí que a la boca del horno se quemara el pan y nos
quedáramos sin presidente (Ricardo Palma, 1979, pp. 24-29).
Ciertamente, La Actualidad, dando cuenta de soterradas protestas en
Lima por el encumbramiento de García Calderón, exigió de este severi-
dad para reprimirlas y anunció que Chile no consentiría variaciones en la
nueva situación planteada, con lo que tácitamente daba a entender que
la subordinaba.
La falta de respeto a lo que la mayoría ha sancionado y la rebelión
incesante contra la autoridad constituida o por constituirse, han sido
antiguos achaques y antiguos principios de disolución del Estado
peruano. El Gobierno del señor García Calderón faltaría a su carácter
de iniciador de una nueva era en la política del país, si comenzase
gastando peligrosa tolerancia con las tendencias que han causado la
ruina de casi todos sus antecesores. En cuanto a la autoridad militar
chilena, puede anunciarse con seguridad que ella no mirará con ojo
benigno el propósito y la pretensión de trastornar los cimientos re-
cién establecidos del edificio constitucional, y que no tolerará que se
haga retroceder al Perú en la marcha hacia un desenlace pacífico de
la conciencia que amenaza consumir sus últimos elementos de vida
y prosperidad. La autoridad chilena posee recursos eficientes para
amparar la obra de reorganización y pacificación en que se hallan
empeñados millones de buenos ciudadanos, y es indudable que em-
pleará esos recursos, sin vacilación y sin consideraciones, contra los
perturbadores del orden de cosas establecido en esta capital [...] y si
la celebración de la paz tiene a esta hora, en el Perú, enemigos, la ley
marcial funcionará hasta reducirlos a la impotencia y al sometimien-
to (La Actualidad, 25 de febrero de 1881).
Leyendo ese editorial se entiende que Palma considerase la posibili-
dad de una renuncia de García Calderón, quien soportó trato tan indigno
consciente de que su único apoyo era precisamente el ejército de ocupa-
ción. Se atrevió a una tibia protesta, pero con ello solo consiguió una nue-
va y mayor humillación, pues La Actualidad publicó, casi en son de burla,
esta degradante nota aclaratoria:

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 59


Luis Guzmán Palomino

Los consejos dados al señor García Calderón, de empuñar las riendas


del Gobierno con la energía propia de la situación que trata de do-
minarse, no han tenido otro móvil que apoyar su naciente Gobierno,
como opinión de hombres que deben ver organizarse algo serio y
que responda a las necesidades de la violenta crisis por la que atra-
viesa el Perú. El Gobierno de Chile no ha intervenido ni intervendrá
jamás en la formación de tal o cual Gobierno, porque teniendo no-
ciones muy claras de sus deberes, respeta el derecho que asiste a
los ciudadanos del Perú para constituirse de la manera que más les
convenga. Esto no obsta, sin embargo, para que La Actualidad, que
representa la política chilena, formule opiniones y preste el apoyo de
su palabra, cada vez que lo crea conveniente a los intereses de Chile
[...] En ese sentido obrará La Actualidad siempre que se lo aconsejen
los intereses de Chile, prescindiendo completamente de los partidos
que forme la política peruana, a los cuales no ha tomado ni tiene que
tomar en cuenta [...] Candidez sería pensar lo contrario y que a las
barbas del ejército de ocupación se perturbara el orden público, re-
volviéndose las aguas contenidas por poderoso dique (La Actualidad,
26 de febrero de 1881).
Si García Calderón no tuvo en mente renunciar fue precisamente
porque estaba convencido de que podía negociar la paz con Chile sin la
cesión de Tarapacá, a través del pago de una crecida indemnización de
guerra con el capital que pensaba obtener del Crédit Industriel et Com-
mercial, a cambio de una importante participación en la explotación de
las riquezas salitreras, proyecto que solo podía encauzar con la mediación
norteamericana e, incluso, con la intervención armada de esta potencia.
Desde sus inicios, el Gobierno de La Magdalena contó con la simpatía
de Estados Unidos, cuyo embajador en Lima, Isaac B. Christiancy, estuvo
«muy estrechamente vinculado a la aristocracia guanera y salitrera» (Roel
Pineda, 1986, p. 260). Por esos días, preocupados solo de no ver afectados
sus intereses, voceros de la plutocracia no tuvieron reparos en expresar su
anhelo de que el Perú fuese anexado a Estados Unidos, o, cuando menos,
colocado bajo su protectorado. El embajador escuchó con entusiasmo ese
parecer y, secundándolo con inusitada vehemencia, lo trasmitió de inme-
diato al secretario de Estado, William M. Evarts, juzgando de urgencia la
intervención norteamericana porque, en su entender, lo que estaba en
disputa realmente era el dominio imperialista en el Pacífico. Su carta, fe-
chada en Lima el 4 de marzo de 1881, contenía este parágrafo:
La gran mayoría de todas las clases sociales del Perú siente un afecto
muy grande por los Estados Unidos y un fuerte odio por Inglaterra [...]
Mi conclusión es que el único medio eficaz para que los Estados Uni-
dos dominen el comercio del Perú y eviten el predominio británico
es intervenir activamente obligando a los beligerantes a un arreglo

60 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


Lima, el Magdaleno y los chilenos

de paz en términos razonables o gobernar el Perú por medio de un


protectorado o de una anexión. Estos proyectos me han sido sugeri-
dos a menudo y fuertemente, por peruanos, y encuentro que el cle-
ro católico está a favor de la anexión. En una votación, tres cuartas
partes o cuatro partes, también lo apoyarían. Cincuenta mil ciuda-
danos emprendedores de los Estados Unidos dominarían a toda la
población y harían al Perú totalmente norteamericano. Con el Perú
bajo el Gobierno de nuestro país, dominaríamos a todas las repúbli-
cas de Sudamérica y la Doctrina Monroe llegaría a ser una realidad
(publicado por Querejazu Calvo, 1992, p. 505).
El ministro de Relaciones Exteriores de La Magdalena, confiando en el
apoyo de la gran potencia, convocó a su despacho a Mr. Christiancy para
comunicarle que el Perú se ponía bajo la protección norteamericana. El
embajador consultó el asunto con Washington sin obtener aprobación.
Pero el Gobierno del presidente Rutherford B. Hayes hizo saber que apo-
yaría al Perú en la preservación de su integridad territorial, siempre que
le fuese posible pagar una considerable indemnización de guerra. Como
queriendo reforzar esa opinión, el Gobierno norteamericano incrementó
su flota en el Pacífico y rechazó toda injerencia europea, especialmente la
británica o francesa en el diferendo peruano-chileno. A las claras se podía
inferir que la guerra la disputaban también las potencias imperialistas. Fi-
nalmente, el consenso internacional se declaró neutral, lo que en la prác-
tica significó consentir la expansión chilena. A nivel oficial, el Gobierno de
La Magdalena solo fue reconocido por Costa Rica, Uruguay, Suiza, Dina-
marca y Estados Unidos.
Por otro lado, sabido es que los chilenos impusieron a los potentados
de la capital un cupo ascendente a un millón de pesos mensuales, y que
esa contribución se hizo efectiva con puntualidad mientras duró el Go-
bierno de La Magdalena. Pero no se crea que los Canevaro, Derteano, Roca
y Boloña, Cox, La Torre, Silva Santisteban, Swayne, Tenaud, Rubio, Pflucker,
Laos, Barreda, Químper, Porras, Riva Agüero, Goyeneche, Pardo, Canaval,
Diez Canseco, Carrillo y Albornoz, Basagoitia, Elguera, Bresani, García y
García, Calderón, Cisneros, Correa y Santiago, Irigoyen, Ayulo, Candamo
y Cantuarias mermaron algo de sus fortunas personales con ello. Porque
experimentados en toda suerte de argucias legales, estos señorones lo-
graron que García Calderón consiguiese esa suma mediante un emprés-
tito nacional. La idea surgió del propio ministro de Hacienda, sumiso con
los chilenos, que ofreció garantías carentes de valor y aumentó la deuda
peruana por salvar a 50 propietarios, conforme anotó el corresponsal de
un diario español:

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 61


Luis Guzmán Palomino

El señor Denegri aceptó el derecho de los chilenos a imponer con-


tribuciones, y sugirió la idea de un empréstito al 6% de interés que
representara el tipo actual de los cambios y que fuera redimido con
el producto de la venta de los sellos y el 30% de los derechos de la
aduana del Callao. Cuando hubo terminado, el señor Dubois, jefe
de la casa de Graham, Rowe y Compañía pidió que los extranjeros
ayudaran a los peruanos en sus dificultades, y encabezó la lista con
una fuerte suma. El señor Gildemeister se suscribió después, y de esa
manera pudo el Gobierno pagar al día siguiente como $ 250 000 en
dinero metálico. Se comprometió a entregar el resto al cabo de un
mes. El general Saavedra aceptó [...] La garantía ofrecida por el señor
Denegri carece de valor; la aduana del Callao está, y quizá perma-
necerá por mucho tiempo, en poder de los chilenos. Si el Gobierno
hubiera ofrecido como garantía sus propiedades inmuebles además
de las que pertenecen a las 50 personas cuya ruina se trataba de evi-
tar, se habría conseguido el total de la suma. Pero el señor Denegri
ha adoptado la misma conducta de sus antecesores en la cartera de
Hacienda y aumentado la deuda flotante inconvertible. De esta ma-
nera ha sucumbido la fuerza vital del Perú: bonos extranjeros creados
y nunca redimidos; bonos internos emitidos, no pagados primero,
consolidados después y olvidados más tarde; documentos de diver-
sos tamaños y de distintos colores, pero de ningún valor; bonos de
aduana, certificados de nitrato, etc. La lista es larga; sin embargo, hay
ya que aumentarla. Cómo se pagará siquiera una parte es lo que no
pueden decir los que conocen la actual situación del Perú. Eso sin
tener en cuenta los millones y millones de billetes de los bancos que
tanto han contribuido a la ruina del país, ni los incas de papel que D.
Nicolás de Piérola inventó para consumar las dificultades rentísticas,
invención que le ha costado la disminución rápida de su popularidad
(La Iberia, martes 10 de mayo de 1881).
El 14 de marzo dicho empréstito fue autorizado por un decreto espe-
cial, cuyas condiciones fueron intereses del 6% anual y amortización a la
par. Bien se aprecia que se trató de un pingüe negocio. Convocados por el
Gobierno los grandes comerciantes de la capital, en buena parte extran-
jeros asociados con los «hijos del país» —como a sí mismos se llamaron
los oligarcas peruanos—, aceptaron de buena gana efectuar el préstamo,
que habría de ser puntualmente reconocido por los Gobiernos posterio-
res. Ello agravó «el proceso de la deuda nacional, que creció notablemen-
te con los intereses que se acumularon», según denunció Zoila Aurora
Cáceres (op. cit., p. 130). Además, García Calderón obtuvo un préstamo
del Banco de Londres, México y Sudamérica, y emitió billetes, lo que dio
motivo al pierolismo para denunciar un escandaloso fraude en perjuicio
del Estado (La Patria, 22 de agosto de 1881).

62 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


Lima, el Magdaleno y los chilenos

Para mediados de junio, el Magdaleno había favorecido con creces


las exigencias económicas del ejército de ocupación, tal y como lo infor-
maba la prensa española: «El presidente semirreconocido del Perú, señor
García Calderón, ha pagado los 8 millones de soles papel, equivalentes a
800 000 pesos plata, que quedaban por pagar de la contribución de guerra
impuesta a Lima». Además, «los chilenos han vendido a varios comercian-
tes ingleses 50 000 toneladas de guano de las islas de Lobos, al precio de
35 pesos fuertes tonelada» (El Globo, jueves 21 de julio de 1881).
Pero el capital necesario para ofrecer a Chile una indemnización de
guerra se negociaba con el Crédit Industriel et Commercial, grupo finan-
ciero francés con el que el Estado peruano, a poco de iniciada la guerra,
suscribió un contrato que le cedía el privilegio para la explotación mono-
pólica del guano de covadera y algunas oficinas salitreras. Piérola, al asal-
tar el poder, anuló ese contrato por mandato de Dreyfus, pero García Cal-
derón lo resucitó en 1881. Buenaventura Seoane, historiador de la época,
refiere que el Gobierno de La Magdalena celebró un contrato con el Crédit
Industriel de París, ratificando por conducto del comisionado extraordina-
rio doctor Francisco Rosas el que este y el ministro en Francia don Juan M.
Goyeneche, habían acordado durante la administración del general Prado
y que no se cumplió por haberlo desaprobado el dictador don Nicolás de
Piérola. Este contrato permitía al Gobierno provisorio, mediante la venta
y garantía del guano y del salitre, el servicio íntegro de la deuda externa y
el pago de una indemnización de 80 millones (Buenaventura Seoane, op.
cit., p. 125).
Otra versión señala que el Crédit Industriel ofreció pagar el total de la
indemnización que exigía Chile a cambio de que el Gobierno peruano le
entregara todas las salitreras. Y habría presentado también otra alternati-
va: el pago de la indemnización a cambio de que el departamento de Ta-
rapacá le fuese entregado en concesión. Además, ofreció movilizar a una
potencia extranjera contra Chile si este país no aceptaba la indemnización
sin cesión territorial. Esa potencia extranjera no era otra que Estados Uni-
dos, con cuyo Gobierno tenía el Crédit una estrecha vinculación, a través
del abogado neoyorkino Robert E. Randall. Tratándose de un negocio en
vasta escala, había interesado al propio secretario de Estado norteame-
ricano, Mr. Evarts; y para neutralizar a los acreedores europeos convirtió
al presidente de Francia, Jules Grevy, nada menos que en socio del Cré-
dit. «Efectuados los arreglos del caso, el Crédit Industriel firmó un acuer-
do secreto con García Calderón, cuando corría el mes de marzo de 1881»
(Roel Pineda, op. cit., p. 263). Así fue como el civilismo se entendió con
el Crédit, que se comprometió a respetar los derechos de los inversionis-
tas salitreros. Para finiquitar los detalles del negocio en Estados Unidos se

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 63


Luis Guzmán Palomino

comisionó a Federico Elmore, nombrado para el efecto con el carácter de


agente confidencial, toda vez que el negociado era secreto. La situación
se mantuvo sin variantes incluso luego del cambio presidencial en Esta-
dos Unidos, que tuvo lugar a mediados de ese año. El presidente Hayes
fue relevado por James Garfield, y el secretario de Estado Evarts dejó su
puesto a James G. Blaine. Enterado este del negociado, solicitó un infor-
me a Elmore, quien, advirtiendo su interés, le propuso integrarse al Crédit
como socio. Aceptó Blaine y nombró como nuevo embajador en el Perú
al general Stephen A. Hurlbut, quien al asumir una posición favorable al
Perú en realidad velaba por el gran negocio. Queda así demostrado que
el tantas veces mentado patriotismo de García Calderón no fue otra cosa
que la desesperada defensa de los intereses económicos de su grupo. Así
lo vieron varios de sus contemporáneos, y no solo sus rivales pierolistas.
El Gobierno de La Magdalena pretendió una paz no tanto para defender
los intereses del país, sino por poner a buen recaudo la fortuna del gru-
po económico al que representaba. A los civilistas se les dio el apodo de
«argolleros» por pertenecer a un cerrado círculo de burgueses apátridas,
que carecieron de todo escrúpulo en la consecución de sus fines. Testimo-
nio incontestable de tal aseveración puede hallarse en la correspondencia
que por aquel tiempo remitió el diplomático peruano José Antonio de
Lavalle a su amigo y colega chileno Ambrosio Montt, con este acápite:
Dudo que lleguemos a la paz —le dijo—, y no porque tu Gobierno
[el de Chile] no la desee y anhele, sino por los mil y mil obstáculos
que ha de ofrecer para llegar a ella un grupo de negociantes que pre-
fieren mil veces la ruina y la desaparición de su país, a que ese país
exista si no ha de ser objeto de su explotación perpetua. Aludo, sin
embozo ni rodeos, al que acaudilla tu cliente, García Calderón (publi-
cada por Valencia Avaria, 1970, p. 11).
El que fuera presidente de la Compañía Salitrera del Perú no aceptó la
cesión de Tarapacá a Chile, pero negoció su entrega al Crédit Industriel o a
Estados Unidos, pensando que esta era la única manera de salvar las inver-
siones del grupo al que representaba. Al respecto, Carlos Vicuña Fuentes
ha escrito:
Las negociaciones con García Calderón tomaron un camino tortuo-
so. Un grupo de desvergonzados especuladores norteamericanos y
franceses intentaron apoderarse del guano del Perú ubicado en los
territorios ocupados por Chile, mediante el apoyo del gabinete de
Washington, para lo cual pretendieron que este obligase a Chile a
aceptar una indemnización pecuniaria en vez de los territorios que
exigía (Vicuña Fuentes, 1975, p. 48).

64 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


Lima, el Magdaleno y los chilenos

Se equivocan por ello autores como Peter J. Sehlinger, quien al hablar


del asunto desconoce, oculta o soslaya sus detalles, elogiando en García
Calderón «su coraje y su moral cívica» (citado por Sehlinger, 1987). Parece
que los chilenos ignoraron el negociado sobre las salitreras de Tarapacá
hasta mucho después de la llegada de Hurlbut. Al descubrirlo, amenaza-
ron con hacer públicos sus detalles, y entonces fue que la gran potencia,
para contener el escándalo internacional, varió radicalmente su posición
y se entendió con Chile. Ese descubrimiento fue factor decisivo para que
Chile pusiese término a la farsa de La Magdalena, el 29 de setiembre de
aquel anárquico 1881.

FUENTES PERIODÍSTICAS

El Comercio, Guayaquil 1881


El Globo, Madrid, 1881
El Orden, Lima, 1881
El Obrero de Áncash, Huaraz 1881
La Actualidad, Lima, 1881
La Iberia, Madrid, 1881
La Patria, Ayacucho, 1881
La Vanguardia, Barcelona, 1881
Registro Oficial de Junín, Jauja, 1881

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 65


Luis Guzmán Palomino

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Alba Herrera, A. (1997). Huaras. Historia de un pueblo en transformación.


Caras: Ediciones El Inca.
Cáceres Moreno, Z. A. (1921). La Campaña de La Breña. Lima: Imprenta
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Compañía del Salitre del Perú (1912). El crédito de la Compañía Salitrera del
Perú. Lima: Librería e Imprenta Gil.
Garrels, E. (1997). Sobre indios, afroamericanos y los racismos de Sarmien-
to. Revista Iberoamericana, vol. LXIII, nros. 178-179, pp. 99-13.
González Prada, M. (2004). Propaganda y ataque. Baltimore: Loyola College.
Guerrero, J. (1975). La guerra de las ocasiones perdidas. Lima: Editorial Milla
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Mieder, W. 2001. El mejor indio es un indio muerto. Paremia, nro. 10, pp.
49-56.
Palma, R. (1979). Cartas a Piérola sobre la ocupación chilena en Lima. Lima:
Editorial Milla Batres.
Querejazu, R. (1992). Guano, salitre, sangre. La Paz: Editorial Juventud.
Roel, V. (1986). El Perú en el siglo XIX. Lima: Editorial Idea.
Sehlinger, P. J. (1987). Páginas trágicas de la historia peruana: Las cartas del
presidente cautivo Francisco García Calderón desde Chile en 1882. Fénix.
Seoane, B. (1903). El biógrafo americano. Lima: Librería e Imprenta Moreno.
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Boletín de la Biblioteca Nacional del Perú.
Vicuña, C. (1921). La libertad de opinar y el problema de Tacna y Arica. San-
tiago: Imprenta, Litografía y Encuadernación Selecta.

Recepción: 10/1/2018
Aceptación: 14/3/2018

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Desde el Sur | Volumen 10, número 1, Lima; pp. 67–92 | DOI: 10.21142/DES-1001-2018-67-92

A política educacional de Simón Rodríguez para a


República do Peru (1825)
The public education policy of Simón Rodríguez for the Republic of Peru
La política pública educacional de Simón Rodríguez para la República del Perú (1825)

Ageu Quintino Mazilão Filho1


Universidade Federal de Minas Gerais Brasil
ageumazilao@yahoo.com.br

RESUMO
Este artigo faz parte da tese2 de doutorado em edu-
cação intitulada «A política pública educacional de Simón
Rodríguez para Peru e Bolívia (1824-1854)», (Mazilão Filho,
2017), que analisa a atuação de Rodríguez como ministro
da Educação nos governos de Simón Bolívar e de Sucre
no Peru e na Bolívia (1825-1826). A principal caracterís-
tica desta política educacional foi seu caráter anticlerical
radical, na medida em que «aplicou» ao financiamento da
«beneficência pública» a maior parte do patrimônio do
clero regular, transformando conventos e monastérios em
escolas, colégios, hospitais e hospícios, e os sacerdotes em
professores. Contudo, o clero tratou de resistir e sabotar a
atuação de Rodríguez, acusando-o de «inimigo do trono e
do altar» que pretendia destruir a religião católica. O foco
deste artigo, portanto, é a atuação de Rodríguez durante a
ditadura de Bolívar no Peru, em 1825.

PALAVRAS-CHAVE
Simón Rodríguez, Simón Bolívar, Política Pública, Edu-
cação Pública Peruana, História da Educação.

1 Professor, Belo Horizonte, Brasil. Doutorado Latino-Americano em Educação: Políticas Pú-


blicas e Profissão Docente; Universidade Federal de Minas Gerais (UFMG). Fonte de financia-
mento da pesquisa: Coordenação de Aperfeiçoamento de Pessoal de Nível Superior (CAPES),
Brasil.
2 Disponível em: http://www.bibliotecadigital.ufmg.br/dspace/handle/1843/BUOS-AWKME

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Ageu Quintino Mazilão Filho

ABSTRACT
This article forms part of my doctoral thesis in educa-
tion, titled «The public education policies of Simón Rodrí-
guez for Peru and Bolivia (1825-1854)», which analyzes
the contribution of Rodríguez as Secretary of Education to
the governments of Bolívar and Sucre in Peru and Bolivia
(1825-1826). The defining characteristic of this educatio-
nal policy was its radical anti-clericalism, expressed in the
redirecting of the clergy’s income into «public welfare»,
and the transforming of convents and monasteries into
schools, colleges, hospitals and hospices. Nevertheless,
the clergy did all it could to resist and sabotage the po-
licies of Rodríguez, condemning him as an «enemy of the
throne and the altar» determined to destroy the Catholic
Church. It is in this context that this article focuses upon
the contribution of Rodríguez to the Bolívar dictatorship
in Peru, in 1825.

KEYWORDS
Simón Rodríguez, Simón Bolívar, public policies, public
education, Peruvian education, history of education.

Introdução
Durante a ditadura de Simón Bolívar na república peruana, quando
foi simultaneamente presidente das repúblicas da Grã-Colômbia e da Bo-
lívia, o Libertador encarregou em organizar a educação pública peruana
e boliviana ao seu amigo e ex-ayo Simón Rodríguez de 1825 a 1826. Si-
món Rodríguez foi um professor venezuelano exilado por mais de vinte
anos na Europa, quando utilizou o pseudônimo «Samuel Robinson», onde
se reencontrara com Bolívar na França napoleônica. Com os sucessos de
Bolívar na guerra de Independência e sua ascensão ao governo colom-
biano, Rodríguez retornou à América do Sul estabelecendo-se em Bogotá
em 1824, quando abriu uma «Casa de Indústria Pública» onde os meni-
nos aprendiam ofícios mecânicos, além de leitura e cálculo. Todavia, nes-
te momento o Libertador se encontrava em Lima, onde se reencontraria
com seu antigo preceptor em janeiro do ano seguinte.
Contudo, antes do retorno de Rodríguez, Bolívar contratou Lancaster
para implementar seu sistema na Grã-Colômbia, e apoiou seu represen-
tante no Peru, o missionário protestante Diego Thomson, que tentava ali
implementar esse sistema desde o protetorado de San Martín. É preciso
notar, contudo, uma relação de interesse político para a adoção do sis-
tema mútuo pelos «libertadores da América do Sul»: «Esta actitud estaba

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La política pública educacional de Simón Rodríguez para la República del Perú (1825)

también relacionada, de alguna manera, con el apoyo simpatético expresa-


do por Gran Bretaña — la cual ya había establecido su red comercial en las
colonias españolas — al movimiento independentista» (Bruno-Jofre, 1990,
p. 94). Thomson, além de pastor e missionário, era representante da So-
ciedade Bíblica Britânica para a venda de bíblias «reformadas». Portanto,
«para entender bien la obra de Don Diego Thomson, conviene conocer el ori-
gen y obra de la Sociedad Bíblica con la cual él estuvo relacionado casi toda
su vida» (Varetto, 1918, p. 79). Seu real objetivo era utilizar a educação para
a conversão religiosa:
Durante su permanencia en la capital peruana, Thomson se ocupó
de hacer conocer las Sagradas Escrituras al pueblo. [...] «La Biblia —
escribe— se vende ahora públicamente a corta distancia del lugar
donde tenía su asiento la terrible Inquisición». Hallaba que el roma-
nismo había engendrado la incredulidad, mayormente en el ejército.
La posición que el clero hacía a la causa de la independencia le había
hecho perder mucha influencia entre las clases dirigentes del país.
Thomson consideraba que nunca se presentaría un momento más
oportuno para introducir la causa evangélica, pero es natural que un
solo hombre poco podía hacer. «Concibo que este es el tiempo más
favorable —escribía— para introducir, en la medida que es posible,
la santa religión de nuestro Señor Jesucristo. Ahora es el tiempo para
trabajar en este campo, introduciendo las Escrituras y por todo otro
medio que aconseje la prudencia» (Varetto, 1918, pp. 51-52).
Nesse relato, importa também a relação apontada entre os militares
independentistas e o clero defensor da monarquia absolutista espanhola.
Tal postura contrária fornece elementos para se entender a posição da
política anticlerical adotada e apoiada pelas baionetas do exército liberta-
dor grã-colombiano contra a resistência e sabotagem empreendida pelo
clero conservador, que, por seu aberto posicionamento contrário à causa
da independência, perdera muito de sua influência entre as classes diri-
gentes, como indicou Diego Thomson. Outra questão denotada é a aber-
tura da república à liberdade de cultos em Lima, capital em que foram
condenadas à morte por delitos contra a fé, entre 1573 e 1736, trinta e
duas pessoas, a maioria estrangeiros, sendo 23 «judaizantes» e seis lutera-
nos, por garrote ou nas fogueiras da Inquisição espanhola. Esta foi abolida
pelas Cortes de Cádiz em 1813, restaurada por Fernando VII em 1814, e
extinta definitivamente no Peru em 1820, no contexto do processo eman-
cipatório. A missão de Thomson, portanto, mais que educativa, era religio-
sa; contudo, para catequizar com a leitura e estudo da Bíblia protestante,
era necessário antes alfabetizar. Na visão dos missionários protestantes, a
alfabetização cumpriria importante papel de evangelização. A Bíblia «re-
formada» era o material didático utilizado nas aulas, reproduzindo uma

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 69


Ageu Quintino Mazilão Filho

prática originária dos países protestantes, que tinham, por esse e por
outros motivos, maiores níveis de alfabetização, na medida em que essa
habilidade se tornou uma necessidade para o fiel desejoso de conhecer,
pela própria leitura e em língua vernácula, a mensagem das escrituras sa-
gradas. Finalmente, cabe destacar a relação de Thomson com líderes que
tinham em comum a participação na maçonaria:
Los líderes del movimiento independentista, que auspiciaron Thom-
son en varios países, eran, en su mayoría, masones. Ejemplos de ello
son: José de San Martín, Bernardo O´Higgins, Bernardo Monteagudo,
Simón Bolívar, Vicente Rocafuerte, entre muchos otros. La afiliación
masónica no preveía, sin embargo, fuertes diferencias políticas, tales
como las expresadas en la polémica entre republicanos y monarquis-
tas (en última instancia, entre liberales y conservadores). En Perú, la
Logia Lautaro fue fundada por San Martín en 1821. Sus raíces se en-
contraban en la Gran Reunión Americana, fundada por Francisco de
Miranda, quien había sido iniciado en una logia a la cual Washington
y Franklin habían pertenecido. (Bruno-Jofre, 1990, pp. 87-88).
Simón Rodríguez foi acusado de «inimigo do Altar» pelos padres ca-
tólicos. Porém, em sua Defensa de Bolívar (1830), posicionou-se contra a
adoção, naquele momento, da liberdade de cultos, o que na prática be-
neficiaria o culto romano já instalado. Sendo um ilustrado ao estilo fran-
cês, Rodríguez preferiu a difusão da razão à introdução de missionários de
novos cultos, daí outro motivo para sua resistência ao método de ensino
mútuo que era implementado por missionários protestantes interessados
na conversão religiosa. Era contrário, portanto, não a algum culto ou reli-
gião em si, mas à concorrência de cultos e sua perniciosa influência e do-
minação, ao fanatismo religioso em geral e à superstição. Portanto, para
Rodríguez, já bastava para a América hispânica a presença católica, cujo
devocionário devia ser reformado; outro culto apenas reproduziria o que
o romano já fazia, além do potencial de promover a divisão e o conflito
social. «Muchos jóvenes liberales afirmaban que la moral es independiente
de la religión [...] Pero otros discípulos del siglo XVIII creían, como su maestro
Voltaire, que esas religiones todavía eran útiles para mantener los lazos so-
ciales» (Weill, 2006, p. 41). Sua proposta foi formar cidadãos republicanos
unidos pelo bem comum, e não fiéis desunidos por crenças diferentes;
nesse sentido, a histórica presença católica pelo menos serviria para unir
a população, o que teria sua utilidade, segundo uma percepção compar-
tilhada, também, pelos enciclopedistas, que consideram que «a concór-
dia é o grande suporte das repúblicas federativas» (Jaucourt In: Diderot &
d’Alembert, V. 4, 2015, p. 299).

70 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


La política pública educacional de Simón Rodríguez para la República del Perú (1825)

Si los Americanos consultan a sus Sacerdotes Ilustrados, estos les ha-


rán ver cuán necesaria es, por el honor del Altar, una reforma en el
devocionario de la Iglesia de América. Un celo pueril ha remplazado
el celo religioso, de los primeros propagadores del Cristianismo en
el Nuevo Mundo. Los indios tienen sus Ritos y su Liturgia, y en meras
ceremonias consiste toda su Religión. Los Sacerdotes necesitan que-
darse a solas con ellos... y por mucho tiempo... para irlos despejando
poco a poco. Su trabajo debe reducirse a desterrar abusos de prácti-
ca: y bastante tendrán que hacer, sin añadir dificultades con nuevos
Ritos, y... con nuevos dogmas, que es peor. [...] Por máxima funda-
mental... los americanos deben abstenerse de todo procedimiento
que pueda desunirlos... DIVERSIDAD DE SENTIMIENTOS RELIGIOSOS,
no anuncia CONCORDIA. –Respeten los principios de los Estados Uni-
dos, en esta parte; pero no los adopten por ahora. (Rodríguez, 1828,
pp. 17-18).
Simón Rodríguez nunca concordou com o sistema de Lancaster. Em
Luces y Virtudes Sociales (1834), advogou por uma educação pública que
generalizasse os conhecimentos sociais, que eram, segundo Rodríguez,
«cosa en que no se ha debido pensar hasta aquí», alertando sobre os meios
então sugeridos e empreendidos pelos governos para a educação pública:
Establecer, en las capitales, las Escuelas de vapor inventadas por Lan-
cáster, a imitación de las sopas a la Rumfort establecidas en los hos-
picios. Con pocos maestros y algunos principios vagos, se instruyen
muchachos a millares, casi de balde, y salen sabiendo mucho = así
como con algunas marmitas de Papita y algunos huesos, engordan
millares de pobres, sin comer carne (Rodríguez, 1834, p. 43).
Rodríguez não acreditava na real eficiência do método de ensino
mútuo para a formação de cidadãos republicanos, que ele defendia. Tal
sistema demandaria um impraticável rigor e uma disciplina militar para
funcionar, ao tempo que o conteúdo era transmitido de forma superfi-
cial e voltada para doutrinação religiosa. Rodríguez criticou o sistema de
Lancaster até o seu último escrito conhecido, Consejos de amigo, dados al
Colegio de Latacunga (1850-1851):
ENSEÑANZA MUTUA es un disparate. Lancáster la inventó, para hacer
aprender la Biblia DE MEMORIA. Los discípulos van a la Escuela... a
¡APRENDER!... no a ENSEÑAR ni a AYUDAR a ENSEÑAR. Dar GRITOS i
hacer RINGORRANGOS no es aprender a LEER ni a ESCRIBIR. Mandar
recitar, de memoria, lo que NO SE ENTIENDE, es hacer PAPAGALLOS,
para que... por la ¡VIDA!... sean CHARLATANES. (RODRÍGUEZ, 1958: 24).

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 71


Ageu Quintino Mazilão Filho

Simón Rodríguez empregado por Bolívar em organizar a edu-


cação pública peruana
Simón Bolívar, em Pativilca, soube da presença de Simón Rodríguez
na Grã-Colômbia e lhe enviou uma carta em 19 de janeiro de 1824. Esta é
reveladora da consideração do general para com seu antigo mestre, de-
notando um importante, senão o principal laço dentro da teia de sociabi-
lidade intelectual em que Rodríguez se inseriu ao retornar à América do
Sul. Os elementos dessa rede podem ser rastreados a partir dos próprios
destinatários a quem Rodríguez enviou cartas a partir desse período, com
destaque para militares de alta patente do exército libertador e maçons:
além do próprio Bolívar, o capitão e empresário José Ignacio París, grão
mestre da maçonaria colombiana; os generais Salom, Francisco de Paula
Otero, Diego Ibarra, José Trinidad Morán e o coronel Anselmo Pineda; o
bispo equatoriano Pedro Antonio Torres; o ministro de relações exterio-
res do Equador Roberto Ascázubi; além de nomes como Manuel Carvajal,
Bernardino Segundo Pradel, Santiago Duquet e Pedro Fernández Garfias.
Além das cartas enviadas por Rodríguez, outras fontes são as cartas envia-
das para ele ou que dele dão notícias, como as enviadas por Sucre a Bolí-
var, deste para Santander e para o próprio Rodríguez. Bolívar, em carta ao
vice-presidente grã-colombiano Santander, de 6 de maio de 1824, pediu-
o que desse dinheiro para a ida de Rodríguez em seu encontro — a fim de
que o auxiliasse na escrita de suas memórias, o que não ocorreu, apesar
de Rodríguez ter contribuído para a construção do «mito do Libertador»
em sua Defensa de Bolívar: «porque este hombre es muy agradable y, al mis-
mo tiempo, puede serme muy útil. Con él podría yo escribir las memorias de
mi vida. Él es un maestro que enseña divirtiendo, y es un amanuense que da
preceptos a su dictante. Él es todo para mí» (Bolívar in: Rodríguez, 2001, p.
122). Simón Rodríguez, de Guayaquil, enviou uma carta para Bolívar, data-
da de 30 de novembro daquele mesmo ano:
Libertador de Colombia. Amigo: [...] Me ofrezco á U. en esta situación
como en toda otra, para cuanto guste mandarme, en inteligencia de
que desearía oportunidad para manifestar á U. hasta qué punto pue-
de llevar el sentimiento íntimo, sincero y peculiar, etc., etc., [...] Tengo
muchas cosas escritas para nuestro país, y sería lástima que se per-
diesen: he decidido, pues, ir por tierra; [...] El caso es que en respuesta
a la carta que U. me escribió, me puse en camino. Ver a U., conferen-
ciar sobre la causa y emplearme en lo que pueda para ayudar a U., es
mi fin. (Rodríguez, 2001, p. 139).
Nessa carta, pode ser percebido o clima tenso pela presença de tro-
pas realistas, potencialmente ameaçadoras para um partidário de Bolívar
em viagem por mar, preferindo, portanto, viajar por terra para garantir a

72 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


La política pública educacional de Simón Rodríguez para la República del Perú (1825)

maior segurança de seus escritos. Da mesma forma, Rodríguez se ofere-


ceu para ser empregado pelo governo. Em janeiro de 1825, ele ainda se
encontrava em Guayaquil, de onde enviou, no dia 7, outra carta a Bolívar,
suplicando que aguardasse sua chegada em Lima:
Amigo: Yo no he venido a la América porque nací en ella, sino porque
tratan sus habitantes ahora de una cosa que me agrada, y me agrada
porque es buena, porque el lugar es propio para la conferencia y para
los ensayos, y porque es U. quien ha suscitado y sostiene la idea. Oigo
decir —a muchos suspirando y a algunos haciendo que suspiran—
que U. se va luego que concluya no sé qué asuntos. Si es (me digo)
el asunto de la Independencia, me tranquilizo, porque falta mucho
para darlo por concluido. Y no sé qué otros asuntos tenga Bolívar en
el mundo. [...] Abreviemos: U. me espera, y nada decide sin habernos
consultado. [P.S.:] Trate U. de desvanecer la idea de viaje y de aban-
dono porque puede hacer mucho mal. El pueblo es tonto en todas
partes; sólo U. quiere que no lo sea en América, y tiene razón. No
olvide U. que para el hombre vulgar todo lo que no está en práctica
es paradoja (Rodríguez, 2001, p. 143).
Já durante a ditadura do general Simón Bolívar no Peru, este determi-
nou, em decreto de 31 de janeiro de 1825, que se estabelecesse na capital
de cada departamento uma Escola Normal segundo o sistema de Lancas-
ter — «considerando: I. que el sistema lancasteriano es el único método
de promover pronta y eficazmente la enseñanza pública: II. Que exten-
diéndolo a cada uno de los departamentos, se difundirá, sin demora, en
todo el territorio de la República» (Bolívar, 1975: 301). Em Lima, Bolívar
determinou a união do colégio La Libertad com o colégio de San Carlos,
formando o Convictório de Bolívar. Fundou, também em Lima, o gineceu
de educação feminina, com o nome de Escuela Lancasteriana para Muje-
res. Em março, transformou em colégio de instrução pública o Colegio de
Misioneros de Ocopa.
Ainda em princípios de 1825, a pedido de Bolívar, Simón Rodríguez
chegou ao Peru para ajudar a consolidar a nova política administrativa das
províncias e organizar a educação pública e a distribuição de terras entre
os indígenas. No quartel general de La Magdalena, em Lima, Simón Rodrí-
guez se reencontrou com Bolívar, então vencedor das guerras de eman-
cipação das novas repúblicas sul-americanas, colocando a educação da
juventude sob responsabilidade do Estado republicano, ainda em proces-
so de organização. O reencontro é descrito pelo general de Bolívar, Daniel
Florêncio O’Leary, em suas memórias:
Hacia ese tiempo precisamente llegó a Lima don Simón Rodríguez
[...] Llevaba ahora al Perú el fruto de sus observaciones y experiencia,

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 73


Ageu Quintino Mazilão Filho

que ofreció al Libertador, quien lo aceptó como el regalo más valio-


so y oportuno que pudiera hacerse en momentos en que, habiendo
cesado las hostilidades podía él prestar su atención a su proyecto fa-
vorito de educar al pueblo. Oportuna fue en verdad su llegada, justa-
mente cuando el Libertador se preparaba a recorrer los departamen-
tos del sur de la República, donde deseaba establecer escuelas, las
que ahora pondría bajo la inmediata dirección de su amigo. (O’Leary
apud Andrés-Lasheras, 2001, p. 52).

FIGURA 1. Retrato de Simón Rodríguez, óleo original de 1825 existente no palácio La Magdalena, onde
funcionou o Quartel General de Bolívar, em Lima, e que abriga atualmente o Museo Nacional de Arqueo-
logía, Antropología e Historia del Perú.

Bolívar encarregou Simón Rodríguez de organizar a educação pública


peruana, como demonstra a carta do general ao irmão de Rodríguez, Ca-
yetano Carreño, de Caracas, enviada de Cuzco em 27 de junho de 1825.
Nessa carta, fica evidente o papel de intelectual atribuído por Bolívar a
Rodríguez, apresentado como «filósofo cosmopolita»:
Su hermano de Vd. y mi maestro, Simón Rodríguez, me ha suplicado
que ponga a las órdenes de doña María de los Santos, su esposa, cien
pesos al mes hasta el completo de tres mil pesos que ha puesto a mi
disposición de los que debe recibir de este Gobierno, que lo tiene
empleado en arreglar la educación pública de esta República. Créa-
me Vd., mi querido amigo, su hermano de Vd. es el mejor hombre del
mundo; pero como es un filósofo cosmopolita, no tiene ni patria, ni
hogares, ni familia, ni nada. Este dinero jamás lo ha poseído hasta
ahora porque es tan desinteresado que no quiere ni pide cosa algu-
na. Se ha puesto a trabajar por ganar esta cantidad y me ha rogado
que la adelante a Vds. con el fin de aliviar a su infeliz mujer que ama
entrañablemente (Bolívar, 1948, p. 281).

74 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


La política pública educacional de Simón Rodríguez para la República del Perú (1825)

Simón Rodríguez percebeu que aquele era o momento oportuno de


pôr em prática suas ideias: universalização da educação básica «para to-
dos», com prioridade para a escola primária, para a formação de cidadãos
republicanos. Tais ideias podem ser percebidas nas resoluções administra-
tivas tomadas pelo governo de Bolívar em sua companhia: «¡Republicanos!
Pensadlo bien. Educad muchachos si queréis hacer República» (Rodríguez,
1830, p. 148). Há que se considerar ainda que essa universalização da edu-
cação defendida por Simón Rodríguez era «um projeto pretendido como
universal, a educação de massas, social ou pospular, que conheceu na escola
primária obrigatória apenas uma, talvez a mais destacada, das suas facetas»
(Oliveira, 2012, p. 106).
Tendo a comitiva do general Simón Bolívar deixado Lima para perco-
rrer as províncias do Sul, acompanhada por Simón Rodríguez, então en-
carregado pelo Libertador da organização do ensino público, foi emitido
um comunicado (em Cañete, no dia 15 de abril de 1825) sobre o estado da
educação peruana, manifestando-se a intenção governamental de forjar
bons cidadãos por uma educação pública, sem a qual não haveria civili-
zação:
Con bastante sentimiento ha visto S.E. el Libertador el completo
abandono en que se halla la educación pública en todos los pueblos
desde Lima hasta éste. En ninguno hay escuelas, ni de primeras letras;
y los niños, y los jóvenes crecen en la más absoluta ignorancia. — S.E.
bien persuadido, que sin educación no puede haber civilización, en-
carga al Consejo de Gobierno que tome el más decidido interés en
promover la enseñanza pública, para que un día los niños de esta
época sean buenos ciudadanos. Desea S.E. que el Consejo de Gobier-
no ponga en planta todos los establecimientos que la constitución
ha decretado sobre este importante objeto, y quiere en fin, que el
Consejo de Gobierno cuente la educación y enseñanza pública como
uno de los artículos más interesantes de las instrucciones que se ha
dado (Bolívar, 1975, p. 451).
Já em Arequipa, a 24 de maio, foi emitida uma circular aos prefeitos
dos departamentos de Puno, Cuzco e Arequipa, solicitando notícia «muy
circunstanciada» de todos os estabelecimentos que existiam nas suas ca-
pitais, destinados ao ensino da juventude, desde os de primeiras letras até
os científicos e literários: suas constituições, estado e método de ensino,
as reformas e vantagens que poderiam receber ou o método de estabe-
lecê-los onde não havia, como também os arbítrios que podiam tomar-
se para sua criação, subsistência e fomento. Essa notícia e as medidas
para estabelecer e organizar a educação pública deviam ser extensivas a
todo o departamento (Bolívar, 1975, p. 521). A circular indica a intenção
do governo de realizar um levantamento do estado geral do ensino em

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 75


Ageu Quintino Mazilão Filho

diferentes níveis, nas capitais de departamento, e das alternativas ofere-


cidas pelos próprios prefeitos, inclusive quanto ao método a ser adotado.
Isso revela o caráter emergencial e até provisório da atuação de Rodrí-
guez durante a ditadura de Bolívar no Peru. Até porque a própria forma de
organização da educação pública adotada, realizada presencialmente na
medida em que a comitiva do Libertador passava por cada cidade, exigia
providências rápidas, que não permitiam uma elaboração mais detalhada,
tarefa, portanto, delegada às prefeituras departamentais.
Em Cuzco, foram assinados decretos importantes, concernentes à de-
fesa dos indígenas e à regulação das relações dos funcionários públicos
e dos sacerdotes com eles, o que indica uma importante mudança na re-
lação Estado-população nativa. Se o período colonial deveria ser supera-
do pelo novo regime, também deveria melhorar a situação dos indíge-
nas, a quem a Constituição republicana garantia a igualdade de direitos.
O primeiro desses decretos (N.º 252) datados de 4 de julho, considerava
que a igualdade entre todos os cidadãos era a base da Constituição da
República. Essa igualdade era incompatível com o serviço pessoal exigido
à força dos indígenas. Segundo o próprio Bolívar, «una de las pensiones
más gravosas a su existencia es el pago de los derechos excesivos y arbi-
trarios que comúnmente suele cobrárseles por la administración de los
sacramentos». O Libertador acrescenta:
He venido en decretar y decreto: [...] 2º Se prohíbe a los Prefectos
de los departamentos, Intendentes, Gobernadores y Jueces, a los
Prelados eclesiásticos, Curas y sus tenientes, hacendados, dueños
de minas y obrajes que puedan emplear a los indígenas contra su
voluntad en faenas, séptimas, mitas, pongajes y otras clases de servi-
cios domésticos y usuales. [...] 7º Que los indígenas no deberán pagar
más cantidad por derechos parroquiales, que designen los aranceles
existentes, o los que se dieren en adelante. 8º Que los párrocos, y
sus tenientes no puedan concertar estos derechos con los indígenas
sin la intervención del Intendente o Gobernador del pueblo (Bolívar,
1975, pp. 559-560).
O segundo decreto (N.º 253), de 4 de julho, trata da repartição de te-
rras entre os indígenas. Considerando que a Constituição da República
não reconhecia a autoridade dos caciques, determinou que «cada indíge-
na de cualquiera sexo o edad que sea, recibirá un topo de tierra en los lu-
gares pingües y regados» (Bolívar, 1975, p. 561). Essa repartição de terras,
desconsiderando as terras «comunais» —aquelas que os nativos pode-
riam habitar, desde que não ocupadas por nenhum branco—, garantiu o
direito à posse individual, remetendo à ideia de «aspiração à propriedade»
defendida, por Rodríguez, em seus textos e em seu projeto de colonizar o
país com seus próprios habitantes.

76 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


La política pública educacional de Simón Rodríguez para la República del Perú (1825)

Bolívar e Rodríguez criaram, nesse percurso, vários importantes colé-


gios nacionais, instituições que ficariam conhecidas como «colégios boli-
varianos», como o Colegio de Ciencias y Artes de Lambayeque. O Decreto
261, de 8 de julho de 1825, criou o Colégio de Educandas de Cuzco, na
casa do antigo colégio de San Bernardo. Nele, se admitiriam «niñas de
cualquiera clase, tanto de la ciudad como del departamento, que estén en
aptitud de recibir la educación», considerando que a educação das me-
ninas era a «base da moral das famílias», que naquela cidade se achava
absolutamente abandonada (Bolívar, 1975, p. 568). Esse decreto indica a
atenção dada por Rodríguez à educação feminina, que, então, tinha como
objetivo principal formar uma boa mãe de família, garantidora de seu em-
basamento moral. A ideia é que a formação do cidadão republicano se
inicia décadas antes de seu nascimento, durante a educação da menina,
sua futura mãe. A admissão de meninas de «qualquer classe» denota ain-
da sua intenção de se evitar que elas fossem vitimadas pela prostituição,
por necessidade ou pelo casamento por interesse.
Em outro decreto (n.º 262), de 8 de julho, teve início a legislação an-
ticlerical, que transferiu para o Estado os fundos e bens confiscados de
ordens religiosas e os aplicou à educação pública, o que motivaria, como
indicam as fontes, a resistência do clero ante o cumprimento desses de-
cretos e a decorrente sabotagem dos planos de Rodríguez. Nesse decreto,
foi ordenado que os religiosos regulares betlemitas se trasladassem de
Cuzco para o convento que tinham em Lima, e que seus fundos ficassem,
na totalidade, para o financiamento dos Colégios de Estudos de Cuzco (Bo-
lívar, 1975, p. 569). Segundo Pilar García Jordán «Varias fueron las órdenes
regulares masculinas existentes en Perú a inicios del siglo XIX, [...] cuyo
número total de miembros se estimó en 2217 religiosos. Tesis compartida
por la mayoría de los sectores civiles y eclesiásticos de la época fue la ne-
cesidad de realizar una reforma del clero regular como consecuencia de la
extrema relajación de sus costumbres, el abandono de las prácticas con-
ventuales e incluso los mismos conventos. Los regulares fueron considera-
dos por los ilustrados un producto de la corrupción de la Iglesia; recorde-
mos que las órdenes religiosas poseían bienes que quedaban al margen
del libre comercio y no tributaban en favor del Estado por el carácter pri-
vilegiado de sus miembros, cuestiones éstas por las que eran reputados
como inútiles para el conjunto de la sociedad» (García Jordán, 1991, p. 41).
No terceiro decreto (n.º 236), de 8 de julho, considerando que a edu-
cação da juventude se achava quase abandonada pela insuficiência dos
estabelecimentos, e dada a necessidade de criação de um estabeleci-
mento público de instrução em que fossem reunidos todos os ramos de
ensino, foi determinado o estabelecimento de um Colégio de Estudos e

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 77


Ageu Quintino Mazilão Filho

Artes com o título de Colégio de Cuzco, na sede da extinta ordem jesuítica,


incluindo sua igreja. Os colégios de San Bernardo e del Sol foram ali reuni-
dos, formando um só corpo. Determinou-se também «que las rentas que
han poseído hasta aquí los Betlemitas de esta ciudad, las de los colegios
de San Bernardo y del Sol, la Caja de censos, y las temporalidades de este
departamento sean aplicadas a la dotación del nuevo Colegio del Cuzco»
(Bolívar, 1975, p. 570).
Esses decretos atingiram principalmente a clerezia monacal, o que de-
nota a natureza da lei, que nem sempre se submete às instituições tradi-
cionais ou reproduz a ideologia de determinada classe dominante. Aqui, a
lei revela a mudança de mãos do poder estatal. No antigo regime, o clero
era o «primeiro estamento» e principal privilegiado, e, portanto, sustentá-
culo ideológico da dominação da monarquia absolutista espanhola sobre
suas colônias americanas. Com a guerra de independência, vencida pelos
caudilhos criollos, estes se tornaram os governantes do novo regime e uti-
lizaram a lei à revelia da Igreja e de seus sacerdotes, contrários à emanci-
pação. Eram, portanto, inimigos que deveriam ser enfraquecidos com a
transferência de seu patrimônio para a República.
Em primeiro lugar, a análise do século 18 (e talvez de outros séculos)
questiona a validade de se separar a lei como um todo e colocá-la
em alguma superestrutura tipológica. A lei, considerada como ins-
tituição (os tribunais, com seu teatro e procedimentos classistas) ou
pessoas (os juízes, os advogados, os Juízes de Paz), pode ser muito
facilmente assimilada à lei da classe dominante. Mas nem tudo o que
está vinculado «à lei» se submete a essas instituições. A lei também
pode ser vista como ideologia ou regras e sansões específicas que
mantêm uma relação ativa e definida (muitas vezes um campo de
conflito) com as normas sociais; e, por fim, pode ser vista simples-
mente em termos de sua lógica, regras e procedimentos próprios —
isto é, simplesmente enquanto lei. E não é possível conceber nenhu-
ma sociedade sem lei. (Thompson, 1997, pp. 350-351).
De Urubamba, em 17 de julho de 1825, foi comunicado ao prefeito do
Departamento de Cuzco que o Convento dos Recoletos daquela vila, com
suas respectivas rendas, seria aplicado a um estabelecimento de ensino
público, no qual a juventude de toda a província receberia educação pri-
mária (Bolívar, 1975, p. 576). Pelo decreto (nº 276), de 19 de julho, foram
criados dois hospícios em Cuzco, um para inválidos e mendigos de ambos
os sexos, e outro para expostos e órfãos, também lhes destinando fundos
e conventos expropriados. Outro decreto (nº 277), do mesmo dia, consi-
derando que por falta de um hospício os expostos e órfãos se achavam
privados de educação, determinou que a casa de San Boaventura fosse
destinada ao Hospício de Expósitos e Huérfanos (Bolívar, 1975, p. 578).

78 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


La política pública educacional de Simón Rodríguez para la República del Perú (1825)

Esses decretos são indício da preocupação com a educação de órfãos e


expostos revelada pela atuação de Simón Rodríguez, que também foi um
menino exposto. A legislação busca responder a um problema social que
tem longa duração na região: a grande quantidade de crianças de rua que
se tornavam mendigos. Muitos deles se tornaram órfãos de pais vitimados
pela guerra de independência, e seriam tratados, na falta de escola, como
problema de polícia. Esses hospícios, portanto, além de retirar das ruas
mendigos e crianças, dar-lhes-iam a educação de que até então estavam
privados, transformando-os em cidadãos «úteis» para a república.

FIGURA 2. Niño vagabundo y guardia civil. Fotografía de Martín Chambi, plaza Regocijo, Cusco, 1922.

Simón Rodríguez foi uma criança exposta. Contudo, há indícios de que


teria sido criado pela verdadeira mãe, sendo a roda de expostos utilizada
para ocultar sua origem «bastarda» pelo fato de ter sido seu pai «probable-
mente el clérigo Alejandro Carreño, maestro de Capilla de la Catedral de
Caracas» (Calzadilla Arreaza, 2005, p. 15). Tal fato pode ter sido confirmado
pelo comentário atribuído a Rodríguez, ao declarar que «no he conocido a
mi padre, mientras conocí muy bien a un fraile que hacía frecuentes visitas
a mi madre» (Pérez, 2015, p. 79). Essa relação pode ser chave para uma
explicação psicológica da fama de «inimigo de frades» que Sucre atribuiu
a Rodríguez, ou seja, seu anticlericalismo teria, além da motivação «racio-
nal», também um elemento subjetivo, marcante de sua trajetória.
Já em Puno, no dia 7 de agosto, considerando que não havia em todo
o departamento um só estabelecimento de educação pública, foi decre-
tada a criação, na capital, de um colégio de ciências e artes, que deveria se
sujeitar a um regulamento provisório compreendendo sua administração
econômica e método de ensino, até que o Congresso determinasse o

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 79


Ageu Quintino Mazilão Filho

plano geral de estudos. Novamente percebemos aqui um carácter emer-


gencial desse «regulamento provisório», urgente para uma organização
mínima que fizesse funcionar a educação pública peruana, cuja determi-
nação do plano geral definitivo foi novamente função delegada ao Con-
gresso. Mais uma vez, as rendas destinadas seriam oriundas de dízimos,
produtos das fazendas antes pertencentes aos jesuítas e de outros con-
ventos. O mesmo decreto determinou o estabelecimento de uma escola
de meninas financiada pelos mesmos fundos do colégio de ciências e ar-
tes de Puno. O decreto determinou, ainda, que, em todas as paróquias do
departamento, fossem estabelecidas escolas primárias (Bolívar, 1975, p.
615). Simón Rodríguez escreveu, no dia 8 de agosto, em Puno, uma carta
ao coronel Diego Ibarra. Explicou ter deixado com o amigo Miguel Peña,
quando saiu de Bogotá, seus livros e instrumentos, e deu orientações para
que lhe fossem enviados, com a curiosa ordem de mandar pagar cinco
missas para o êxito do envio, o que demonstra que era mais anticlerical
do que antirreligioso:
tómese Vd. el trabajo de recibir por el inventario, sin que nada falte, y
de traerse consigo todo a Guayaquil, de donde lo dirigirá a la perso-
na que le indique en Lima, luego que me avise su llegada. Haga Vd.
encajonar todo sin ahorrar gastos: luego que Vd. llegue a Guayaquil,
y me diga cuanto debo, recibirá orden para reembolso. Ya Vd. sabe
cuán ladrones son los conductores de toda especie de nuestra tierra:
haga Vd. cerrar, clavar, forrar, sellar, embrear, etc. y con todo pagar
cinco misas al padre Margallo para el buen éxito (Rodríguez, 2001,
p. 143).
Do quartel general de Popó, no dia 29 de setembro, foi emitido pela
secretaria geral um comunicado ao prefeito do departamento de Arequi-
pa, em que fica evidente a prática de formação docente então empreen-
dida por Simón Rodríguez:
En la marcha de S.E. el Libertador, por estas Provincias, como por los
Departamentos del Bajo Perú; no omite S.E. ninguna fatiga por aliviar
a sus habitantes hasta en sus trabajos más mecánicos. A fin de que
les sean más productivos, y más sencillos en su ejecución al mismo
tiempo; trabaja infatigablemente D. Simón Rodríguez, que reúne co-
nocimientos capaces de producir los saludables efectos, que S.E. se
propone en beneficio de los peruanos. — Para que éstos se hagan
también trascendentales al departamento de Arequipa, y que sus
hijos encuentren algún día dignos objetos de sus felices disposicio-
nes intelectuales y del anhelo por el engrandecimiento de su País;
ordena S.E. que U.S. elija dos jóvenes menores de veinticinco años
que reúnan al talento, la aplicación y aptitudes que prometan su se-
guro adelantamiento. Escogidos que sean; deberá U.S. mandarlos

80 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


La política pública educacional de Simón Rodríguez para la República del Perú (1825)

costeados por el Gobierno, al cuartel general de S.E. donde se pon-


drán bajo la inmediata dirección y enseñanza del expresado D. Simón
Rodríguez. (Bolívar, 1975, pp. 676-677).
Simón Rodríguez na Bolívia
Depois de percorrer as províncias do sul do Peru e de organizar a
educação pública, Simón Rodríguez ascendeu à Bolívia acompanhando
a numerosa comitiva do exército libertador grã-colombiano, comanda-
do pelo general Simón Bolívar, então nomeado presidente da República
pela Assembleia Boliviana, e encarregado de redigir a nova Constituição
da República — a «Vitalícia», que chegou a vigorar também no Peru e na
Grã-Colômbia.
Na Bolívia, Simón Rodríguez apresentou seu projeto de educação
popular, aprovado pela assembleia, no qual o Estado seria o responsável
pela instrução da juventude, através de uma rede nacional de ensino que
devia ter como modelo a escola primária e o colégio de Chuquisaca, ca-
pital da República, onde chegou com Bolívar no dia 4 de novembro. Nos
trabalhos da deputação permanente boliviana de 1825, podemos perce-
ber a aceitação da proposta de Simón Rodríguez já na primeira sessão, no
dia 9 de novembro.
O planejamento e a execução da política pública de educação foram,
portanto, confiados pelo presidente da República a Simón Rodríguez, en-
tão nomeado, em 12 de novembro de 1825, «Director General de Enseñan-
za Pública, de Ciencias Físicas, Matemáticas y de Artes», cargo equivalente
ao de Ministro da Educação da Bolívia, e, simultaneamente, «Director Ge-
neral de Minas, Agricultura e Caminos Públicos», cargos que ocupou entre
1825 e 1826, durante os governos do general Bolívar e do marechal Sucre.
O relatório do contador geral de Chuquisaca, Felipe del Cerro, ao Ministé-
rio do Interior, de 1º de setembro de 1826, revela que o primeiro soldo de
Rodríguez, de 500 pesos mensais, foi pago no último dezembro, referente
ao período iniciado com sua nomeação, de 12 de novembro de 1825. Jun-
to com o salário, Rodríguez recebeu da tesouraria outros 500 pesos para a
condução de vários operários de La Paz para Chuquisaca.
Simón Rodríguez escreveu de Chuquisaca ao secretário de Bolívar, em
20 de novembro, dando notícia do estabelecimento de uma sociedade
econômica na capital da República. Rodríguez seria, também, o respon-
sável pela organização dos principais ramos: «Como encargado por S. E.
el Libertador de dirigir los principales ramos de Economía en la Repúbli-
ca, he tomado razón del expediente formado sobre el establecimiento de
una Sociedad Económica en Chuquisaca» (Rodríguez, 2001, p. 145). Sobre
sua atuação nessa reforma econômica, Rodríguez afirmaria o seguinte:

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Ageu Quintino Mazilão Filho

Bolívar puso un Director, y le asignó 6000 pesos (para gastos, no para


su bolsillo) y le encargó al mismo tiempo la Dirección de minas, de
caminos y otros ramos económicos. El Director mantenía 7 jóvenes
supernumerarios, llevaba correspondencia con todos los Departa-
mentos, conservaba las cabalgaduras necesarias para sus viajes, y
sostenía otros gastos en favor de la empresa, con la asignación que
se le había hecho. Sería largo entrar en más detalles — ahora se es-
taría viendo el resultado; pero todos los proyectos experimentan
desgracias en su ejecución, especialmente los buenos (Rodríguez,
1830, p. 155).
O presidente Simón Bolívar atendeu à demanda dos deputados pela
destinação dos fundos julgados necessários para a educação pública em
seus decretos de 11 de dezembro de 1825. Estes foram considerados an-
ticlericais por confiscar a maior parte dos bens da Igreja católica, princi-
palmente o administrado pelo clero monástico, fundos de obras piedosas
e religiosas, monastérios e conventos, que foram aplicados no financia-
mento e na estruturação da instrução pública boliviana, parecido, em seu
sentido «anticlerical», com o que fizera no Peru.
O primeiro desses decretos (de 11 de dezembro de 1825) considerou
que as obras religiosas tinham por objeto a educação, instrução e bene-
ficência pública. Quase todas as obras «experimentavam perdas conside-
ráveis por falta de formalidade, de boa-fé, ou de zelo na administração
confiada a particulares ou corporações; que por esta causa ficavam sem
efeitos as benéficas intenções de seus fundadores; e que o governo estan-
do obrigado a defender as instituições úteis», sendo ouvida a deputação
permanente. Também foi decretado que:
1º Todos los bienes de raíces, derechos, rentas y acciones de capella-
nías fundadas, o que estén por fundarse, que no sean de llamamien-
to de familias, quedan desde ahora aplicados a los establecimientos
públicos.
2º Así mismo quedan aplicadas a estos establecimientos todas las
sacristías mayores de canónigos y curas; las cofradías, hermandades,
memorias, fundaciones o cualquier otros establecimientos piadosos
que no pertenezcan a familias por sangre.
3º Quedan aplicadas para el mismo objetos las rentas de los monas-
terios que se supriman en cada departamento y las de la caja general
de censos y comunidades de indios (República Boliviana, 1825-1826,
pp. 71-73).
O primeiro dos decretos de 11 de dezembro de 1825 determinou,
portanto, a «aplicação» daquelas obras piedosas, capellanías e sacris-
tias, entre outros recursos monopolizados pelo clero aos fundos de be-
neficência pública, como os censos, que eram capitais investidos em

82 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


La política pública educacional de Simón Rodríguez para la República del Perú (1825)

propriedades — e que foram todos confiscados para o fundo de finan-


ciamento da educação pública nacional. Segundo Rodríguez, como a
própria justificativa desse decreto revelou, indicando ser ele o autor do
texto, aquelas fundações piedosas não estariam sendo bem administra-
das, conforme o desejo dos benfeitores que as fundaram e deixaram por
testamento sua administração aos padres capelães — um enfrentamento,
portanto, frontal a esse grupo religioso:
El fondo para gastos de establecimiento se creó, por la 1ª vez, reu-
niendo bajo una sola administración, en cada Departamento, varias
fundaciones, unas destinadas a cosas inútiles, y otras mal aplicadas.
No se obedeció a la VOLUNTAD DEL TESTADOR, 1. porque si su alma
hubiese estado en este mundo, habría aprobado (sin duda) el nue-
vo destino que se daba al caudal que dejó a rédito, para vivir con
descanso en la otra vida: 2. porque los vivos de estos tiempos, mejor
instruidos que los de los pasados, ya no creen deber consultar sus
negocios con los difuntos (Rodríguez, 1830, p. 155).
A política pública educacional radical de Bolívar e Rodríguez foi literal-
mente a de, através dos decretos, «aplicar» os bens do clero aos estabele-
cimentos públicos; transformar igrejas, conventos e monastérios em esco-
las, colégios e hospitais públicos; substituir à força a formação de padres e
freiras potencialmente monarquistas pela formação de cidadãos «úteis» e
republicanos em sintonia com o governo da Bolívia independente. Esses
decretos de 11 de dezembro foram alegadamente as motivações princi-
pais da oposição constante do clero regular ao governo Sucre, desobede-
cendo e sabotando a todo custo o seu cumprimento pelo diretor geral de
ensino público, Simón Rodríguez.
Aunque la supresión de las órdenes y cofradías y la confiscación de
la propiedad urbana y rural, joyas y ornamentos, fue de gran impor-
tancia para reducir el poder económico de la iglesia boliviana, quizá
más importante aún, desde cierto punto de vista, fue la medida que
abolía las capellanías, sacristías, obras pías y fundaciones. Una cape-
llanía era un legado de fondos o propiedad, administrado por el clero
regular o secular, cuyo rédito era usado en beneficio de alguien. En su
testamento, una persona instruía a su ejecutor que usara una cierta
suma de dinero o parte de una propiedad, con un valor declarado,
para determinada obra. [...] Una sacristía era un beneficio establecido
en favor de una persona que se ocupaba de la sacristía en una igle-
sia o en la catedral. Una obra pía era un legado similar establecido
en favor de una institución particular de caridad, administrada por la
iglesia (Lofstrom, 2015, p. 172).
O segundo decreto, de 11 de dezembro de 1825, tratou do estabe-
lecimento de escolas primárias e colégios de ciências nas capitais de

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 83


Ageu Quintino Mazilão Filho

departamento, além de uma escola militar em Chuquisaca. Determinou


que a administração dos fundos fosse sujeita a uma direção geral, e que
não fossem desviados dos usos destinados pelo decreto anterior. Segun-
do a justificativa do decreto, considerando que «o primeiro dever do go-
verno era dar educação ao povo; que esta deveria ser uniforme e geral;
que os estabelecimentos do gênero deveriam se pôr de acordo com as
leis do Estado; e que a saúde de uma república dependia da moral que
pela educação se adquirem os cidadãos na infância», o texto determinou
que o director general Simón Rodríguez propusesse ao governo um plano
que abraçasse todos os ramos da instrução, fazendo-a geral a todos os po-
voados da República. O decreto também definiu que, sem perda de tem-
po, fosse estabelecida em cada capital de departamento uma escola pri-
mária, com as divisões correspondentes, para receber todas as crianças de
ambos os sexos que estivessem em estado de instruir-se, o que comprova
que aquela ordenação legal tinha o objetivo de universalizar a educação
primária. As ideias de universalização da educação primária nacional de
Rodríguez se assemelham às do «Plano de Educação Comum», aprovado
durante a convenção jacobina na França revolucionária:
O plano de Lepeletier se baseava no de Condorcet, com o qual con-
cordava nos aspectos referentes aos quatro graus de ensino e à orga-
nização dos três últimos. No entanto, faz uma crítica à organização
do primeiro grau, que, segundo Lepeletier, deveria ser conveniente
às necessidades de todos, pois, sendo uma dívida da República para
com todos, deveria ser verdadeira e universalmente nacional. Dese-
java a criação de um sistema novo, através do qual se pudesse operar
uma inteira regeneração, criar um novo povo (Lopes, 2008, p. 104).
O decreto ordenou ainda que, na visita que o diretor devia fazer a
todas as capitais dos departamentos, fossem designados com consulta
aos presidentes os melhores edifícios para uso dos colégios de ciências e
artes e das escolas primárias, que se estabeleceriam conforme os de Chu-
quisaca. Para os fundos de manutenção desses estabelecimentos, seriam
destinados em cada departamento todos os bens de raiz, direitos, rendas
e ações de capellanía aplicadas aos estabelecimentos públicos, além do
direito que se cobrar por cada porção de farinha ao entrar nas cidades
(República Boliviana, 1825-1826, pp. 74-76).
O terceiro decreto, de 11 de dezembro de 1825, determinou que
fossem reunidos nas escolas primárias os meninos órfãos e que se or-
ganizassem outras para meninas órfãs. O texto confirma a visão pater-
nalista de Rodríguez, afirmando que o governo deveria adotar esses
órfãos, cujo abandono seria fonte de «grande parte dos males que adoe-
cem a sociedade». Pelo outro decreto desse mesmo dia, ordenou-se o

84 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


La política pública educacional de Simón Rodríguez para la República del Perú (1825)

estabelecimento de escolas primárias em cada cidade, capital de depar-


tamento, seguindo o modelo da «escola madre» para todos os demais lu-
gares da República. Foi decretado, em síntese, que fossem recolhidos os
meninos órfãos de ambos os pais ou de um só, e reunidos nas escolas; que
para esse procedimento fosse dada preferência aos meninos mais pobres;
que, sendo a escola de Chuquisaca a primeira a se estabelecer, o presi-
dente do departamento deveria recolher os órfãos da cidade e de suas
imediações, e entregá-los ao director general de ensino público. E que os
presidentes dos demais departamentos fizessem o mesmo com a chega-
da do director general em suas capitais, quando as visitasse com o mesmo
fim (República Boliviana, 1825-1826, pp. 76-77).
O decreto determinou ainda que, tão logo o diretor tivesse organizado
as escolas primárias para meninos órfãos, procedesse a organizar outras
para as órfãs. Esse decreto deixa claro, portanto, que Simón Rodríguez
assumiu a responsabilidade pelos órfãos, que deveriam ser entregues a
ele pelos prefeitos departamentais, a fim de serem retirados das ruas e
reunidos nas escolas primárias. Como veremos, o cumprimento da lei es-
barrou no problema da infraestrutura existente, como no caso do orfana-
to de Cochabamba, que deveria comportar até 300 crianças e onde, até
então, eram mantidas 50. O decreto de 13 de dezembro de 1825 ordenou
o estabelecimento de uma escola militar no suprimido convento dos fran-
ciscanos de Chuquisaca, nomeada Compañía de Alumnos Militares. Nes-
sa escola, com capacidade para cem alunos, os jovens ficariam dos doze
aos vinte anos. Os alunos teriam do governo soldo de infantaria, e paga-
riam, cada um, meio peso diário ao estabelecimento (República Boliviana,
1825-1826, pp. 81-83).
O último decreto relativo à educação, assinado por Bolívar antes de
passar o cargo de presidente da Bolívia para Sucre, data de 20 de dezem-
bro de 1825, e determinou o estabelecimento de um colégio seminário em
Chuquisaca. Este seria o colégio geral de ordenados de toda a República,
e no qual se ensinariam todas as ciências eclesiásticas, com plano de es-
tudos ditado pelo governo. Sobre tais projetos de um único seminário no
país, a ser dirigido por três reitores, houve de certa forma tentativas de
controlar o clero, reduzindo seu número e sua renda. Rodríguez defende-
ria, em 1830, que o governo não deveria distinguir os filhos pelos pais na
educação nacional, evidenciando seu projeto de universalização do ensi-
no primário para todas as classes:
Continuamente ocupado en proyectos, a cuales más ridículos: por
tres de ellos se pueden inferir los demás. 1. Quería que no hubiese
sino un solo Seminario en la Capital, dirigido por tres Rectores (¡quién
ha visto tres Rectores!) y bajo la inspección del Arzobispo, y que allí

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 85


Ageu Quintino Mazilão Filho

ocurriesen jóvenes de todos los Departamentos, en número determi-


nado; para impedir (decía) que por la puerta de cada catedral, entra-
sen clérigos a docenas, y se llenase la Iglesia de gente desconocida
— 2. Pretendía que todos los ministros del altar debían ser sabios, y
tener una decente subsistencia: que siendo las rentas, de que gozan
hoy, desproporcionadas con lo que necesitan gastar para subsistir,
debían rescindirse los contratos enfitéuticos y arrendar las fincas a
precios corrientes — 3. Pretendía que el Gobierno no debía distinguir
a los hijos por los padres, en la educación nacional. &c. &c. &c. (Rodrí-
guez, 1830, pp. 155-156).
Esse último decreto assinado por Bolívar determinou ainda que, en-
quanto não fossem estabelecidos em cada capital de departamento um
colégio de ciências e artes (como mandou o decreto de 11 de dezembro),
deveriam ser disponibilizadas sete cátedras: língua castelhana e latina; re-
tórica, eloquência e oratória; matemáticas puras e arquitetura; medicina;
botânica e agricultura; filosofia moderna; moral e direito natural, civil «e
de gentes», além do estudo da Constituição e das leis da República. Essa
recomendação evidencia o currículo «social» de Simón Rodríguez: fazer
particular estudo da Constituição e das leis da República era fundamen-
tal para forjar a consciência, sociabilidade e sensibilidade republicana nos
educandos, sendo tal «sensibilidade» entendida pelos enciclopedistas
como a «disposição terna e delicada da alma, que a torna fácil de ser como-
vida, de ser tocada» (Jaucourt In: Diderot & d’Alembert, V. 5, 2015, p. 156).
A proposta de Rodríguez tinha como finalidade oferecer, via educação
pública e social, o «fundamento republicano» necessário ao novo regime,
considerando que na América do Sul estavam as repúblicas apenas esta-
belecidas, em armistício com a antiga metrópole, porém, não fundadas,
em uma época definida como «tempo crítico das revoluções»:
El estado de América no es el de la Independencia, sino el de una sus-
pensión de armas (se ha dicho). ¡Cuánto trastorno!... ¡Cuánta sangre!...
para conseguir tan poco!... y, ¡Cuan lastimoso no sería perder tantos
sacrificios! La época actual, en la América, es el tiempo crítico de las
revoluciones... tiempo de rivalidades: porque, (como en todas cosas)
la naturaleza quiere perpetuidad de acción, no de personajes. En vir-
tud de esta ley, si un individuo no puede reemplazar a otro, por su
orden y en su tiempo, trata de suplantarlo (Rodríguez, 1828, p. 8).
Ordenou ainda o decreto que, logo que fosse estabelecido o colégio
de artes e ciências, fossem transferidos para ele as sete cátedras, supri-
mindo-as no seminário. Entre outras, determinou ainda que 24 jovens
seminaristas provenientes de todos os departamentos fossem escolhidos
entre os órfãos vítimas da revolução (guerra de independência do Alto
Peru). O mesmo deveria ser feito nos seminários de La Paz e de Santa Cruz

86 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


La política pública educacional de Simón Rodríguez para la República del Perú (1825)

de la Sierra, enquanto não fossem estabelecidos os colégios (República


Boliviana, 1825-1826, pp. 94-97). Segundo Rodríguez:
En cada departamento de la República debía haber un estableci-
miento igual — no había número determinado, y todos entraban
voluntarios. En menos de 4 meses reunió la casa de Chuquisaca más
de 200 niños, cerca de 50 pobres, y 20 jóvenes de diferentes partes
que aprendían para propagar la instrucción en otras ciudades. A la
salida del Director para Cochabamba, dejó una lista de cerca de 700
niños pretendientes a los primeros lugares que se diesen (Rodríguez,
1830, p. 155).
Simón Bolívar transferiu o cargo de presidente da Bolívia para o seu
lugar-tenente, o marechal Antônio José de Sucre —«El Gran Mariscal de
Ayacucho»— em 29 de dezembro de 1825. Retornou em seguida ao Peru,
separando-se definitivamente de seu antigo mestre, então encarregado
de organizar a educação pública nacional enquanto diretor geral. Simón
Rodríguez permaneceu no cargo até meados de 1825 quando entrou em
conflito com o Marechal Sucre, que desaprovou suas providências moti-
vando seu pedido de renúncia, fatos analisados em capítulo próprio da
tese (Mazilão Filho, 2017).

Conclusão
Para concluir este artigo, mas não o problema, colocamos a seguin-
te questão: seria do próprio Simón Rodríguez a autoria intelectual da le-
gislação sobre instrução pública? Tal legislação foi decretada enquanto a
comitiva do exército libertador percorreu as províncias do sul do Peru, em
direção ao Alto Peru, onde foi estabelecida a República da Bolívia, que
também receberia legislação semelhante. Neste sentido, na ausência de
Bolívar, teria sido Simón Rodríguez identificado pelos religiosos atingidos
pelos decretos educacionais como o autor intelectual dessa legislação
anticlerical, tornando-se, portanto, o alvo do ressentimento daqueles?
Em carta a Bolívar, de 10 de julho de 1826, Sucre afirma, sobre Rodríguez,
«que los decretos fueran revisados y casi redactados por él antes de publicar-
se [...] Pero, lo que más alarma causó, fue que dijo que o él había de poder
poco, o que antes de seis años, él destruiría en Bolivia la religión de Jesucristo»
(Sucre In: O’Leary, 1919, pp. 48-49). Tal relato do presidente da Repúbli-
ca nos fornece um importante fio condutor para e a compreensão deste
episódio e sua análise realizada ao longo da tese onde é aprofundada a
investigação baseada em outras fontes históricas. A legislação educativa
bolivariana entre 1825 e 1826 nos dá indícios de sua autoria ideológica,
e fornece elementos para se entender a oposição católica ao anticlerica-
lismo liberal agressivo de Simón Rodríguez. Nossa análise vai no sentido
de tentar compreender o momento da produção dessa lei, no caso, a lei

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 87


Ageu Quintino Mazilão Filho

propriamente dita decretada pelo Poder Executivo. Sobre isso, é preciso


estar atento a, no mínimo, duas ordens de fatores: «Em primeiro lugar, para
o tipo específico de legislação de que se trata. [...] Em segundo lugar, [...] para
os sujeitos envolvidos na produção da legislação» (Faria Filho, 1998, p. 106).
E ainda, para não ficar limitada a análise, temos que ter em conta que,
além desses sujeitos principais, Rodríguez, Bolívar e Sucre, «outros setores
sociais interessados na questão têm aí uma participação ativa. Eles utilizam
diversos meios para fazer valer seus interesses ou para serem ouvidos» (Faria
Filho, 1998, p. 107).
A radical legislação anticlerical decretada por Bolívar e Sucre, que só
na Bolívia foi responsável por fechar 25 dos 41 conventos cerca de um ano
após a proclamação da República (Bethell, 2009: 270), foi hostil principal-
mente ao clero monacal. Ela «aplicou» essas casas, então subutilizadas,
para abrigar escolas primárias e colégios, hospitais e hospícios, além de
financiar a educação pública com outros bens e rendas, também confis-
cados e suprimidos da Igreja e do clero. Aqui podemos colocar uma ques-
tão central: teria sido essa legislação a principal motivação da resistência
do clero ante a aplicação desses decretos, reclamando constantemente
contra o governo de Sucre e sabotando a ação de Simón Rodríguez? Para
responder a essas questões, temos que considerar, no contexto do pensa-
mento liberal peruano, suas tímidas tendências anticlericais:
La tesis que se presenta aquí es que, aunque los liberales fuesen utó-
picos en muchos de sus conceptos, en el área de la religión fueron
estrictamente ideológicos, es decir, conservadores. En comparación
con el de otros países latinoamericanos, el anticlericalismo liberal en
el Perú fue relativamente suave, pero nunca una causa popular (Klai-
ber, 1988, p. 21).
Contudo, é importante levar em conta que a política anticlerical não
é uma inovação ou invenção, tampouco aplicada com exclusividade por
Rodríguez ou Bolívar, que foram, nesse sentido, de fato os mais radicais
na América. Era, isto sim, uma prática que se inseria no próprio espírito
da época da «Era das Revoluções», no qual foram contestadas todas as
instituições do antigo regime de tradição centenária e até milenar, como
a monarquia absolutista e a Igreja Católica, bem como a própria estrutura
social do antigo regime, dividida em estamentos ou «estados». O primei-
ro estado, por sinal, era o clero, seguido da nobreza, e com ela sempre
associado para a manutenção desse status quo sobre a massa do povo. A
categoria dos eclesiásticos era numericamente pequena, contudo, pode-
rosa detentora da maior parte das terras e dos meios de produção, como
na França revolucionária:

88 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


La política pública educacional de Simón Rodríguez para la República del Perú (1825)

A solução [para evitar a bancarrota do Estado francês] a que, nos fins


de 1789, a Assembleia chegou, foi apossar-se dos bens da Igreja, ven-
dê-los, e, em compensação, determinar para o clero um salário fixo
[...]. Talleyrand, bispo de Autun, propôs, por conseguinte, que, desde
10 de outubro, fossem confiscados e vendidos todos os bens da Igre-
ja em nome do Estado; [...] Propondo a venda os bens da Igreja, tam-
bém se queria criar uma nova classe de lavradores que se ligariam
à terra de que se tornassem proprietários (Kropotkin, 1955, p. 197).
Podemos levantar aqui outra questão: haveria outro meio para fazer
face às urgentes necessidades financeiras dos novos Estados nacionais?
A falta de alternativa justificaria a adoção de um tipo de legislação já ex-
perimentada na França, com a Constituição Civil do Clero. A vitoriosa bur-
guesia moderada, atuando através da Assembleia Constituinte francesa,
«dava pouca satisfação concreta ao povo comum, exceto a partir de 1790,
com a secularização e venda dos terrenos da Igreja (bem como dos terrenos
da nobreza emigrante) que tinha a tripla vantagem de enfraquecer o clerica-
lismo, fortalecer o empresário rural e provinciano e dar a muitos camponeses
uma retribuição mensurável por suas atividades revolucionárias» (Hobs-
bawm, 2014, p. 114). Tal como na França, a reação à legislação anticlerical,
no Peru e na Bolívia, por parte dos religiosos, ganhou a forma de um «ódio
clerical» contra a revolução e suas lideranças. É importante, portanto, ter
em conta a experiência francesa para a compreensão da própria relação
entre anticlericalismo e republicanismo.
A supressão do patrimônio da Igreja provocou o surgimento da ques-
tão da organização tradicional do clero, que foi tratada pela «Cons-
tituição Civil do Clero», votada a 12 de julho de 1790 e promulgada
em 24 de agosto. [...] A Igreja da França tornava-se, assim, uma Igreja
nacional: o mesmo espírito deveria animar a Igreja e o Estado. No
entanto, houve fortes resistências no interior do clero e a obrigação
do juramento de fidelidade à Constituição do Reino, que incorporava
a Constituição Civil, provocou uma divisão interna que, de conflito
religioso, degenerou em conflito político (Lopes, 2008, p. 53).
Nesse sentido, a natureza anticlerical das resoluções concernentes à
organização da educação pública peruana e boliviana pode ser percebida
na própria legislação decretada por Bolívar, em companhia de Rodríguez,
ao longo do percurso da comitiva do exército libertador por essas repú-
blicas, durante o ano de 1825. Contudo, Faria Filho chama «atenção para
uma distinção necessária entre dois momentos fundamentais: o momento
da produção e o momento da realização da lei»; e para «a lei como prática or-
denadora e instituidora, voltada para as relações sociais» (Faria Filho, 1998,
pp. 105-106). Focamos aqui, portanto, tanto no momento de produção
da legislação quanto no da sua realização, ou tentativa de ordenamento

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 89


Ageu Quintino Mazilão Filho

de determinadas práticas sociais a qual sofreu resistência de setores con-


servadores das elites criollas locais, se considerarmos a perda de apoio
governamental de Rodríguez na ausência de Bolívar, principalmente pelo
desacordo com o presidente Sucre, cuja análise é aprofundada na tese
(Mazilão Filho, 2017).

90 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


La política pública educacional de Simón Rodríguez para la República del Perú (1825)

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Comunicación Social Ediciones y Publicaciones.

Recepción: 20/1/2018
Aceptación: 9/3/2018

92 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


Desde el Sur | Volumen 10, número 1, Lima; pp. 93–113 | DOI: 10.21142/DES-1001-2018-93-113

Billinghurst y las salitreras de Tarapacá (1872-1876)1


Billinghurst and the Tarapacá saltpeter industry, 1872-1876
Carlos Roberto Flores Soria2
Universidad Nacional Federico Villarreal, Lima, Perú
cflores@unfv.edu.pe

RESUMEN
El artículo tiene como objetivo conocer la visión de Gui-
llermo Billinghurst en su faceta de estudioso del desarrollo
de la industria salitrera de Tarapacá en la etapa peruana,
especialmente entre 1872 y 1876, años en que gobernó
Manuel Pardo y se vio una gran expansión de la produc-
ción y exportación del salitre, así como de la intervención
del Estado a través del estanco (1873) y la expropiación
(1875) de la industria. Billinghurst publicó importantes
trabajos que se ocupan de la formación de las empresas
salitreras y fue un crítico de la política salitrera del Gobier-
no civilista.

PALABRAS CLAVE
Industria salitrera, Tarapacá, Guillermo Billinghurst, es-
tanco, expropiación

ABSTRACT
The focus of this article is the position of Guillermo Bi-
llinghurst in his role as a scholar of the development of the
Tarapacá saltpeter industry during its Peruvian phase, par-
ticularly from 1872 to 1876, during the government of Ma-
nuel Prado, which saw a massive expansion in the produc-
tion and exporting of saltpeter, and intervention by the
state in the form of government licensing (1873) and expro-
priation (1875) of the industry. Billinghurst published ma-
jor studies concerned with the development of saltpeter

1 El artículo es una versión reelaborada de la ponencia presentada en el Congreso Nacional


de Historia realizado en Trujillo en agosto de 2016.
2 Licenciado en Historia, docente de la Escuela Profesional de Historia, Facultad de Humani-
dades, Universidad Nacional Federico Villarreal (Lima).

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Carlos Roberto Flores Soria

companies and was a critic of the civilian government’s


saltpeter policy.

KEYWORDS
Saltpeter industry, Tarapacá, Guillermo Billinghurst, go-
vernment licensing, expropriation

Introducción
Históricamente, Guillermo Billinghurst es un personaje situado en la
segunda década del siglo XX, especialmente cuando, entre 1912 y 1914,
fue elegido presidente de la República y su mandato terminó con un gol-
pe militar dirigido por Óscar R. Benavides. Su Gobierno llamó la atención
por la inspiración de orden «populista» que algunos historiadores le han
atribuido y por expresar una temprana ruptura en la llamada Republica
Aristocrática. Sin embargo, en las tres últimas décadas del siglo XIX, en
la plenitud de su juventud, resulta siendo un personaje desconocido. Los
diccionarios históricos-biográficos peruanos solo le dedican unas cuantas
líneas.
Jorge Basadre (1983, t. VIII) elaboró una breve biografía destacando los
momentos más importantes de la vida de Guillermo Billinghurst: salitrero,
escritor y político. El estudioso chileno del mundo salitrero tarapaqueño
Sergio González (2000 y 2011) y el sociólogo peruano Osmar Gonzales
(2009) coinciden en reconocer que Billinghurst fue un hombre de «fron-
tera» («transfronterizo») y «multifácetico», ya que reunió cualidades de
político, empresario, escritor y que sus obras son fundamentales para la
historia y geografía regional peruano-chilena del siglo XIX: Tarapacá y su
industria salitrera. El reconocido historiador chileno del salitre Óscar Ber-
múdez (1963) se ocupa de la etapa en que nuestro personaje enfrentaba
la política salitrera del Gobierno de Manuel Pardo (1872-1876), contras-
tando el liberalismo de ambos respecto al estanco y la expropiación.
En 2011, en Chile se publicó Los capitales salitreros de Tarapacá, de Gui-
llermo Billinghurst, acompañado de un notable estudio de Sergio Gon-
zález Miranda en la Biblioteca Fundamentos de la Construcción de Chile.
En estos últimos años la historiografía económica y social peruana, si
bien no estudia el papel de Billinghurst en la industria salitrera, ha reali-
zado importantes contribuciones sobre el impacto del salitre en la econo-
mía pública, sobre todo los alcances de la política salitrera del Gobierno
de Manuel Pardo, expresado en el estanco y la expropiación. Entre ellos,
tenemos trabajos de Carmen Mc Evoy (1994, 1997), Carlos Flores (2000),
Rory Miller (2011), Miriam Salas (2010, 2011), Javier Tantaleán (1983, 2011),
Carlos Contreras (2004, 2012), entre otros.

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Billinghurst y las salitreras de Tarapacá (1872-1876)

El artículo tiene como objetivo conocer la visión de Guillermo Bi-


llinghurst acerca del desarrollo de la industria salitrera de Tarapacá de
1872 a 1876. Sus escritos Rápida ojeada sobre la cuestión del salitre (1875),
Los capitales salitreros (1889) y Legislación sobre el salitre y bórax en Tarapa-
cá (1903) son importantes para entender cómo se desarrolló la industria
salitrera hasta 1879 en el sur peruano, principalmente la formación y com-
posición del capital en la expansión e industrialización del salitre.

Notas sobre el escenario geográfico


San Lorenzo de Tarapacá fue la antigua capital del Partido de la Inten-
dencia de Arequipa en el Virreinato. En la época republicana pasó a ser
provincia y en 1878, departamento. Según Guillermo Billinghurst, en Tara-
pacá se podían distinguir cinco zonas (Billinghurst, 1893, 1886; Bertrand,
1879): a) la primera se iniciaba en las orillas del mar, continuaba por la
serranía de la costa, territorio completamente estéril, que era la zona del
guano y de las minas (Huantajaya, Santa Rosa, entre otras); b) la segunda
zona se iniciaba en los márgenes de la quebrada de Camarones, limitaba
con el desierto de Atacama, terminaba cerca de los márgenes del Loa y era
considerada la región salitrera; c) la tercera zona comprendía la pampa del
Tamarugal, y limitaba por el norte con la quebrada de Berenguela y por el
sur con el río Loa; d) la cuarta zona comenzaba en los márgenes orientales
de la pampa del Tamarugal, terminaba en la cordillera y se caracterizaba
por la presencia de quebradas, como la de Camarones; e) la quinta zona
comprendía la cordillera de los Andes y sus respectivas vertientes. El si-
guiente mapa ilustra el espacio:

FIGURA 1. Zonas salitreras y puertos en Tarapacá. Fuente: Bermúdez, 1963, pp. 124-125.

Las flechas que se observan en la figura señalan el movimiento del


salitre hacia los puertos de embarque. Los puertos que adquirieron no-
toriedad en la época fueron Iquique, considerado el segundo más impor-
tante del Perú, seguido por Pisagua y, finalmente, el de Mejillones. En el

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Carlos Roberto Flores Soria

desarrollo de la industria salitrera fue importante la cobertura vegetal que


ofrecía la pampa de Tamarugal (Salas, 2010, p. 40). Iquique se convirtió en
un puerto que creció y se transformó al ritmo de la exportación del salitre
(Donoso 2003, 2007).

Datos biográficos de Guillermo Billinghurst


Guillermo Eduardo Billinghurst nació en Arica el 27 de julio de 1851. A
comienzos del siglo XX, Kaempffer (1914, p. 35), estudioso de la industria
del salitre y el yodo chileno, se refería a él como: «El hombre de talento,
de ciencia y saber, no solo pertenece a la historia de la nación en la que
viera la luz, sino también a aquellas en que su labor es fructífera, llegando
así a ser una figura internacional». Su vida transcurrió entre la política3, los
negocios y acuciosos estudios sobre la región industrial salitrera peruana,
hasta antes de la guerra con Chile en 1879. Basadre sostiene que tuvo una
juventud borrascosa, como acompañar a Nicolás de Piérola en la llamada
Expedición del Talismán de octubre a diciembre de 1874, en el intento de
sublevarse contra el Gobierno de Manuel Pardo (Basadre, 1983, tomo VIII,
p. 400)4.
De 1872 a 1873, a raíz de las primeras medidas del Gobierno civilis-
ta sobre el salitre, como el estanco, Billinghurst y un grupo de salitreros
se trasladaron desde Iquique a Lima para entrevistarse con el presidente
Pardo. En ese ínterin, Dávalos y Lissón (1915, pp. 228-229) escribió las pri-
meras semblanzas de la personalidad en 1873:
he amistado con un mozo animado, bromista, ameno, inteligente,
nacido en Arica. No tendrá más de 24 años. Es hijo de padre argenti-
no y de abuelo inglés. Se llama Guillermo Billinghurst. Fue secretario
de los salitreros tarapaqueños que, bajo la presidencia de don Juan
Gildemaister, conferenciaron, en febrero de este año [1873], con don
Manuel Pardo.
Según Bermúdez (1963), era un conocedor de la industria salitrera y
combatió la política del estanco y de la expropiación implementada por
los civilistas, no solo porque observó en ella dificultades en el aspecto

3 De 1878 a 1879 fue diputado por Tarapacá. De 1886 a 1890 se desempeñó como cónsul
general del Perú en Chile. Fue miembro del Partido Demócrata y acompañó a Piérola en la
toma de Lima en 1895 para derrocar al Gobierno del general Andrés A. Cáceres. En 1895
fue electo primer vicepresidente de la Republica y, a la vez, senador de Moquegua. En 1896
presidió el Senado y el Congreso de la República. En 1898 fue presentado ante el Gobier-
no chileno como ministro plenipotenciario especial para arreglar la cuestión Tacna y Arica.
Negoció el protocolo denominado Billinghurst-Latorre. En 1899 lanzó su candidatura a la
presidencia, pero renunció por discrepancias con miembros del pierolismo. Fue alcalde de
Lima en 1909 y 1910. En setiembre de 1912 asumió funciones como presidente del Perú y fue
derrocado por Óscar R. Benavides en febrero de 1914.
4 También participó en la revuelta del Yacango y en la aventura del Huáscar de 1877.

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Billinghurst y las salitreras de Tarapacá (1872-1876)

pragmático, sino también porque representaba conceptos económicos


opuestos a los salitreros. Fue un empresario moderno y un intelectual
interesado en el periodismo y en la investigación local y regional. Cono-
cía la dinámica salitrera de Tarapacá, de las compañías, de los capitales,
especialmente el inglés. Valparaíso, Tarapacá, Iquique y Lima fueron los
ambientes en el que se desenvolvió.
Sergio González (2000 y 2011) y Osmar Gonzales (2009) destacan sus
cualidades de investigador e intelectual. Para González (2000, p. 5):
Billinghurst fue un hombre de frontera no solamente por haber na-
cido en Arica y vivido su adolescencia y madurez en Iquique, sino
también porque siempre estuvo entre ambos países; por ejemplo,
estudió en Valparaíso e hizo su carrera política en Lima. Su pensa-
miento social y político fue también de frontera; se comprometió en
la democratización de su país a través de la participación de las emer-
gentes clases populares.
En esa perspectiva, Osmar Gonzales (2009, p. 41) lo considera como
«transfronterizo y multifacético». Para ambos autores, la personalidad y
protagonismo de Billinghurst ha sido opacada por la oligarquía y la his-
toriografía peruana5. Sin embargo, nuestro personaje fue un atento es-
tudioso de Tarapacá e Iquique. Como veremos, el ciclo vital de su valiosa
producción intelectual surge entre 1882 y 1893, en pleno auge económi-
co generado por el nuevo ciclo de la explotación salitrera en Iquique, que
permitió «el desarrollo cultural donde los clubes sociales, grupos de tea-
tro, logias masónicas, filarmónicas, comenzaron a emerger [...] Entre ellos,
se fundó en 1886 el Círculo Literario Ateneo [...] Guillermo Billinghurst
[fue] uno de sus fundadores» (González, 2011, p. xvi). Por ejemplo, Estu-
dio sobre la geografía de Tarapacá, publicado en 1886, fue leído en este
importante recinto.
Por otro lado, sus preocupaciones sobre la historia del salitre se ma-
terializaron en tres importantes libros: Rápida ojeada sobre la cuestión del
salitre (1875), Los capitales salitreros (1889) y Legislación sobre el salitre y
bórax en Tarapacá (1903). Cada uno refleja la coyuntura y temperamento
que Billinghurst le puso, el primero más enérgico y pesimista; el segundo
y el tercero, más reflexivos y documentados. Los tres constituyen fuen-
tes de obligada lectura para cualquier estudioso del salitre. Además, sus

5 Para Gonzales (2009), la historiografía peruana no ha sido generosa con Billinghurst. Jorge
Basadre, en su Historia de la República (1983, t. VIII), lo considera como un demagogo que
pretendió cerrar el Congreso violentando la legalidad establecida. En ninguna lectura de
la realidad peruana aparece como personaje importante, a pesar de que con él se iniciaron
varios procesos políticos y sociales en el Perú del siglo XX (p. 41).

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Carlos Roberto Flores Soria

preocupaciones sobre agricultura, demografía, ferrocarriles, agua pota-


ble, entre otras, se plasmaron en las siguientes publicaciones:

1878 Compendio de la legislación municipal del Perú 1873-77. Iquique.


1880 Alfonso Ugarte, corona fúnebre. Lima.
1880 Reconocimiento militar del río desaguadero y de la altiplanicie andi-
na. Lima.
1886 Estudio sobre la geografía de Tarapacá. Santiago de Chile.
1887 El abastecimiento del agua potable para el puerto de Iquique. Lima.
1888 La condición legal de los peruanos nacidos en Tarapacá. Santiago de
Chile.
1889 Documentos relativos a la salitrera Lagunas. Santiago de Chile.
1893 La irrigación de Tarapacá. Santiago de Chile.
1905 Documentos relativos al ferrocarril de Patillos. Valparaíso.
1915 El presidente Billinghurst y la nación. Santiago de Chile.

Billinghurst y el capital salitrero


El desarrollo de la industria salitrera solo puede ser entendido a partir
de tres elementos: capital, tecnología y mercados. A diferencia del guano
que se extraía directamente de las islas con mínima inversión, el salitre
involucraba diversos procesos que iban desde su extracción hasta los
mercados europeos. Después de la ocupación chilena de Tarapacá, en no-
viembre de 1879, y la culminación de la guerra, en 1884, se publicaron
importantes estudios que daban cuenta de la historia del salitre en la «era
peruana» y del inicio del ciclo salitrero en la economía chilena. Entre ellos
tenemos el de Alejandro Bertrand (1892), de Semper y Michels (1908) y de
Enrique Kaempffer (1914).
Los dos primeros se ocupan del desarrollo de la industria salitrera a
partir de la ocupación de los terrenos, las propiedades físico-químicas del
caliche, la formación del capital y la propiedad, del trabajo y de las relacio-
nes laborales, de la capacidad productiva y de los costos, de los ferroca-
rriles, de los costos de embarque y exportación a mercados europeos, y,
por último, del estanco y la expropiación en la «era peruana», importante
información documental de carácter legal acompaña sus anexos. Kaemp-
ffer se ocupa de los hombres vinculados a la industria salitrera, los antece-
dentes históricos, los cateos, las técnicas, la extracción, la elaboración del
salitre y la importancia del agua en todo el proceso.
Los aportes de Billinghurst acerca de la industria salitrera sirvieron de
base para sustentar y organizar ese cuerpo de conocimiento que exponen
los autores antes citados.

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Billinghurst y las salitreras de Tarapacá (1872-1876)

Entonces, ¿cómo y cuándo se inicia la historia industrial del salitre? Se-


gún Billinghurst, la elaboración y exportación del salitre (Le y Dagnino,
1893, p. 5)6, cuya materia era el caliche7 de la provincia de Tarapacá, no
tiene su origen en 1830. Desde los puertos de Iquique y Pisagua se expor-
tó, muchos años antes de esa fecha, salitre para España. Mientras Lima y
algunos espacios regionales se involucraban en las luchas por la indepen-
dencia, en Tarapacá la emergente industria salitrera iba adquiriendo no-
toriedad. En ese proceso, Billinghurst destaca el aporte de Tadeo Haenke,
investigador naturalista que llegó al Perú en 1790 en la misión científica
dirigida por Alejandro Malaspina, en el procedimiento de «separar y be-
neficiar el caliche»; así como de Sebastian Ugarrisa y Matías de la Fuente,
personajes que alcanzaron notoriedad debido a sus esfuerzos dedicados
a construir oficinas salitreras y realizar embarques de salitre hacia Lima
(Billinghurst, 1889a, p. 11)8.
De 1810 a 1812 se construyeron, en las pampas salitreras de Negreiros,
Pampa Negra y Zapiga, entre siete u ocho oficinas9 para elaborar salitre.
Para tal propósito se adoptaron los antiguos fondos de beneficiar la plata.
Ugarrisa buscó convertir la explotación del salitre en una industria atrac-
tiva para los negocios y fue seguidos por el científico Mariano Eduardo de
Rivero, quien en 1820 dio a conocer los beneficios del nitrato de soda de
Tarapacá en Europa. Al respecto, en 1821 escribió:
Hasta ahora ninguna obra de minerología había hablado del nitrato
de soda nativo, ya que acaba de descubrirse esta sal, y en bastante
cantidad, en el distrito del Perú llamado Tarapacá. Forma en él una
capa de varios pies de grueso, mostrándose, en algunos lugares, a la
superficie, y ocupando una extensión de más de 40 leguas.
Se encuentra el nitrato de sosa cerca de Iquique, puerto del sur del
Perú, en el cual hay mas de 60 000 quintales de esta sal purificados por

6 El nitrato de soda es conocido también con los nombres de salitre sódico, salitre cúbico,
nitrato sódico, salitre de Tarapacá y salitre de Chile (Le y Dagnino, 1893, p. 5).
7 Conglomerados de detritus unidos por un cemento de sales y que contienen la mayor
cantidad de nitrato en relación con las capas anteriores (Bermúdez, 1963, p. 408). Para Eche-
varría (1934, p. 10), el caliche es una «mezcla de sales y sustancias insolubles en agua, en la
que predomina el nitrato de sodio mezclado con cloruros y sulfatos, de la que se extrae el
salitre; se presenta cementada en mantos o capas horizontales».
8 Billinghurst (1889a, p. 11) anota: «Por aquellos años, de octubre de 1812 a febrero de
1813, la producción llegó a la cantidad de 23 160 quintales [y] 31 libras. Para esa misma
fecha, Ugarrisa envió al Callao siete cargamentos de nitrato de soda por un total de 22
723,49 quintales, y el precio pagado fue de $ 35 585,25 y el flete de las oficinas a la costa
fue de $ 10 329,50».
9 Según Bermúdez (1963, p. 416), la palabra oficina se encuentra en los documentos ad-
ministrativos de los asientos mineros de entonces. Parece que la asociación de oficina y sa-
litrería determinó el nombre de oficina salitrera que terminó por reemplazar al de minas de
salitre.

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Carlos Roberto Flores Soria

disolución y cristalización y podrán abastecerse los traficantes europeos


(Ugarrisa, 1857, tomo I, pp. 5-6).
Rivero auguró el futuro de esta industria al señalar las grandes ven-
tajas de este descubrimiento. No se equivocó. Aproximadamente hasta
1850, según Billinghurst, los industriales que se habían conectado con la
explotación y producción del salitre de Tarapacá «eran todos peruanos,
de naturales de Tarapacá, con excepción de don Jorge Smith, que se había
establecido en los salitrales de la Nueva Noria» (Billinghurst, 1889a, p. 13).
Jorge Smith fue un personaje salitrero muy importante para la época.
En compañía de William Bollaert, por encargo de Ramón Castilla, entonces
intendente de la provincia de Tarapacá, exploró en 1827 la llamada pampa
de Tamarugal. Boellert fue un estudioso de la geografía de Tarapacá, natu-
ral de Inglaterra, y llegó al Perú en 1825 (Bollaert, 1975; Castro, Guerrero,
Silva y Silva, 2017, pp. 121-164). Entre 1850 y 1870 se dedicó a publicar sus
trabajos acerca de las descripciones y expediciones realizadas (Bermúdez,
1975, pp. 314-318), y con el español José Sandes fueron los primeros ex-
tranjeros que se dedicaron en Tarapacá a la industria salitrera. En 1852 se
asocian y forman la sociedad industrial que más tarde se llamó Compañía
de Salitres de Tarapacá (Kaempffer, 1914, p. 119). Según Kaempffer, «el se-
ñor Jorge Smith fue un esforzado industrial; a su iniciativa se deben mu-
chos adelantos en la elaboración del salitre y en la viabilidad de Tarapacá
(Kaempffer, 1914, p. 119)10.
Para Billinghurst, 1853 es un año que inicia una nueva época en la his-
toria de la industria salitrera. El industrial chileno Pedro Gamboni, después
de varios experimentos realizados en Estados Unidos y en sus oficinas sa-
litreras de Tarapacá, logró aplicar el vapor a la disolución del caliche, en
reemplazo del antiguo método de fuego directo que era costoso (Kaem-
pffer, 1914, p. 179). Para el 2 de noviembre de 1853, el Gobierno peruano
le concedió el privilegio exclusivo para usar el sistema de elaboración por
cinco años (Billinghurst, 1889a, p. 14).
En 1856, Jorge Smith construyó una máquina11 en la Nueva Noria, la
que, al cabo de algunos años y tras experimentar transformaciones, se
convirtió en la conocida maquina Limeña, que tenía una capacidad de
producción de 200 000 quintales anuales (Billinghurst, 1889a, p. 14; Ka-
empffer, 1914, p. 119). Así, años después se construyeron las siguientes:

10 Kaempffer, también, destaca a Juan Williamson, natural de Escocia, por su contribución


al desarrollo de la industria del salitre, al instalar a gran escala explotaciones salitreras en
la apartada región sur de Tarapacá. En 1852 era propietario de 10 oficinas de paradas que
después darían lugar a la máquina Alianza.
11 Máquina, según Echevarría (1934), «es el establecimiento de elaboración del caliche, en
su conjunto» (p. 23).

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Billinghurst y las salitreras de Tarapacá (1872-1876)

TABLA 1. Máquinas salitreras construidas de 1856 a 1862

Máquina Propietario Lugar


Huanza Fernando Corssen Cocina
Salar Federico Freraut La Noria
La China Demetrio Figueroa La Noria
Victoria Soruco y Ca. En el norte
Carolina Jorge Smith y Ca. En el norte
Fuente: Elaboración propia, basada en datos de Billinghurst, 1889a, p. 14.

La primera máquina de elaborar salitre fue construida en una de las


oficinas de Sal de Obispo. La segunda, edificada personalmente por Gam-
boni, en «Sebastopol» y la tercera en «Cocina», cuyos terrenos eran de
propiedad de la Oficina «San Pedro» de Gildemeister y Ca. (Billinghurst,
1889a, p. 14)12. Billinghurst señala tres momentos:

a. 1870 y 1872: la presencia de máquinas en Tarapacá se había incremen-


tado y la estimación de la producción iba alcanzando proporciones no
vista antes, tal como apreciamos en la siguiente tabla:
TABLA 2. Máquinas, capacidad producción y propietarios (1870-1872)

Establecimiento Capacidad de producción anual en quintales % Propietario


Carolina 300 000 9,3 Compañía de Salitres de Tarapacá
Argentina 300 000 9,3 J. Gildemeister y Ca.
Solferino 280 000 8,7 Félix Massardo
San Pedro 250 000 7,8 J. Gildemeister y Ca.
Victoria 220 000 6,9 Soruco y Ca.
San Antonio 200 000 6,3 Hainsworth y Ca.
Porvenir 200 000 6,3 La Fuente y Sobrino
Peruana 200 000 6,3 Virginia Loayza
Sacramento 200 000 6,3 José Manuel de Loayza
La Nueva Noria 200 000 6,3 Compañía de Salitres de Tarapacá
Palacio Industrial 120 000 3,7 Nugeat y Caplong
Germania 120 000 3,7 Juan Vernal y Castro
San Carlos 120 000 3,7 Eugenio Marquezado
Santa Isabel 120 000 3,7 Pedro Elguera

12 Juan Gildemeister nació en 1823. Era natural de Bremen (Alemania) y a mediados del siglo
residía en Lima. Se interesó por el salitre a comienzos de 1860 y se convirtió en habilitador
de salitreros. Después del terremoto de 1868 se dedicó a la producción del nitrato. De 1870
a 1874 adquirió las oficinas Huanza, Argentina, San Pedro y San Juan (Centro de Estudios
Miguel Enríquez, s/f, p. 3).

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 101


Carlos Roberto Flores Soria

Santa Rita 110 000 3,4 José María González Vélez


La China 100 000 3,1 Demetrio Figueroa
Huanza 100 000 3,1 J. Gildemeister y Ca.
Rosario 60 000 1,9 Manuel M. Pérez
Total 3 200 000 100
Fuente: Billinghurst, 1889, p. 15.
% = porcentaje de participación
b. 1872-1874: se construyeron nuevas máquinas y la capacidad de pro-
ducción casi triplicaba a la fase anterior. Veamos la siguiente tabla:
TABLA 3. Nuevas máquinas, capacidad producción y propietarios (1872-1874)

Establecimiento Capacidad de producción anual en quintales % Propietario


Limeña 600 000 6,88 Compañía de Salitres de Tarapacá
Nueva Soledad 460 000 5,27 Juan Cauvi
Peña Grande 450 000 5,16 Compañía Salitrera de la Peña
Valparaíso 450 000 5,16 Compañía Salitrera Valparaíso
Candelaria 450 000 5,16 Benavidez
Santa Catalina 400 000 4,58 Compañía Salitrera Americana
Lagunas 360 000 4,13 Compañía Salitrera Esperanza
La Perla 360 000 4,13 Compañía Salitrera Rímac
Santa Laura (w) 300 000 3,44 Guillermo Wendell
Palma 300 000 3,44 Peruvian Nitrate Company
Alianza 300 000 3,44 Compañía de Salitres Alianza
San Lorenzo 300 000 3,44 Ugarte, Cevallos y Ca.
Esmeralda 300 000 3,44 Clark, Erick y Ca.
San Vicente 300 000 3,44 Granadino y Hnos.
Máquina Negreiros 300 000 3,44 Compañía Salitrera Negreiros
Resurrección 300 000 3,44 Pedro J. Zavala
Paposo 240 000 2,75 Fölsen y Martín
Matillana 240 000 2,75 Morales y Ca.
Providencia 240 000 2,75 Compañía Salitrera Providencia
Nueva Carolina 220 000 2,52 Compañía Salitrera Nueva Carolina
Peña Chica 210 000 2,40 Aguirre y Oviedo
Trinidad 210 000 2,40 J. Carpio y Ca.
San Agustín 200 000 2,29 Juan Francisco Balta
San José (Noria) 180 000 2,06 Devéscovi y Arredondo
San Andrés 180 000 2,06 M. María Pérez
Carmen Bajo 180 000 2,06 Compañía Salitrera Rímac

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Billinghurst y las salitreras de Tarapacá (1872-1876)

Carmen Alto 150 000 1,72 Orriols y Ca.


Bearnés 140 000 1,60 Francisco Layous
Cala Cala 120 000 1,37 Eufemía C. de Hidalgo
Santa Laura (Borra) 100 000 1,14 Barra y Riesco
Pozo de Almonte 80 000 0,91 Fernando López
El Morro 50 000 0,57 Manuel E. Riveros
Tarapaqueña 45 000 0,51 Matías Vicentelo y Ca.
Total 8 715 000 100
Fuente: Billinghurst, 1889a, p. 16.
% = porcentaje de participación
c. 1874 y 1878: continuó la expansión de la industria salitrera, pero en
menor proporción. Se incorporaron nuevas máquinas, como:
TABLA 4. Nuevas máquinas, capacidad de producción y propietarios (1874-1878)

Establecimiento Capacidad de producción anual en quintales % Propietario


Agua Santa 500 000 10.03 J. D. Campbell
California 360 000 7.22 Compañía de Salitrera California
San Juan 360 000 7.22 J. Gildemeister y Ca.
Emp. Barrenechea 360 000 7.22 Compañía Salitrera Barrenechea
Ángeles 300 000 6.02 Mariano Mendizabal
Santa Ana 300 000 6.02 Pflucker y Ca.
San Pablo 300 000 6.02 Pedro Elguera
San Francisco 300 000 6.02 Evaristo Brañes
Santa Adela 210 000 4.21 José Devéscovi
Dolores 210 000 4.21 Juan Cobo
Católica 210 000 4.21 Juan Bacigalupo
Magdalena 200 000 4.01 J. Manuel Montero
Chinquiquiray 200 000 4.01 Oviedo y Trillo
Camiña 200 000 4.01 Mariano Ossio
San Antonio (P) 200 000 4.01 Eusebio Peñaranda
Angela 200 000 4.01 Loayza y Pascal
Carmelita 150 000 3.01 Domingo Lecaros.
Concepción 120 000 2.40 Compañía de Salitrera California
Salar de Noria 110 000 2.20 Ugarte, Cevallos y Ca.
San Juan (Soledad) 100 000 2.0 José Romero
San José (Yungay) 48 000 0.96 Manuel E. Riveros
Buen Retiro 45 000 0.90 Quiroga y Hermano
Total 4 983 000 100
Fuente: Billinghurst, 1889a, p. 17.
% = porcentaje de participación
Desde el Sur | Volumen 10, número 1 103
Carlos Roberto Flores Soria

Como se puede apreciar, hasta aproximadamente 1865, la industria


salitrera se desarrolló a base de esfuerzos individuales. Pero a partir de los
años siguientes el surgimiento de nuevos centros de producción fue verti-
ginoso y, consecuentemente, se adquirió una nueva modalidad de impul-
sar la inversión en la industria salitrera: el crédito bancario. Esta modalidad
iría desplazando al sistema de habilitaciones dominante hasta entonces.
Como sugiere Billinghurst, la capacidad de producción de las máqui-
nas fue en ascenso, teniendo en cuenta los tres periodos antes menciona-
dos (Billinghurst, 1889a, p. 18):
TABLA 5. Capacidad de producción

Años Unidad de peso al año


1870 a 1872 quintales 3 200 000
1872 a 1874 quintales 11 715 000
1874 a 1878 quintales 16 363 000
Fuente: Elaboración propia, basada en datos de Billinghurst, 1889a, p. 18.

La producción fue en ascenso. Factores externos explican ese creci-


miento. Luis Benjamín Cisneros sostiene que las causas que favorecieran
el aumento de la demanda y exportación del salitre:
se explica por la disminución de las ventas del guano desde 1869 y el
alza del salitre especialmente entre 1870 y 1871, porque tanto como
la guerra franco-prusiana dañó la agricultura en Francia, Alemania y
Bélgica, favoreció la confección de la pólvora por medio del nitrato
de soda, uno de sus principales agentes vigorosos13.
Por otro lado, de 1870 a 1876 el precio fue variando entre 15 y 12 che-
lines el quintal (Hernández, 1930, p. 90).
Conviene precisar que fueron tres los sistemas de elaboración y pro-
ducción del salitre que se conocieron: paradas (1810-...), máquinas (1853-
1885) y shanks (1876-1942) (Crozier, 1997, pp. 56-126). En este proceso, es
importante destacar que la producción en las llamadas paradas14 como

13 Citado por Antonio Raimondi en 1875, p. 6. Luis Benjamín Cisneros fue un destacado inte-
lectual, poeta y político de la época, vinculado a los civilistas.
14 La denominación de parada se difundió en Tarapacá de 1810 a 1830. Parada y paradero
designan un lugar en que se hace estación en un viaje y puesto que allí se para. Los primi-
tivos lugares en que se explotó el salitre, como Zapiga y Pampa Negra, eran paraderos en
el escaso tráfico que hacía entonces por la pampa Tamagural. Pero el nombre de paradas
puede estar asociada asociado también a la técnica elaborada. Los interesados en explotar
salitre iban a la pampa a parar sus fondos para elaborar. Los fondos eran puestos de a pa-
res, uno a cada lado de la hornilla. Aplicado el nombre primeramente solo al conjunto de
aparatos con que se elaboraba, luego se hizo extensivo a toda la explotación y se decía «las
aradas» en el sentido de «oficinas salitreras» (Bermúdez, 1963, p. 416). Según el Vocabulario
salitrero (1934), de Aníbal Echevarría y Reyes, paradas «es un conjunto de fondos o calderos

104 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


Billinghurst y las salitreras de Tarapacá (1872-1876)

sostiene Billinghurst (Billinghurst, 1889a, p. 18), estuvo predominante-


mente en manos de industriales peruanos que trabajaban con capital
propio. La nacionalidad del capital de 1870 a 1872 se puede apreciar en
la siguiente tabla:
TABLA 6. Nacionalidad de capitales en las salitreras (1870-1872)

Nacionalidad Producción anual


Capital peruano 930 000 quintales
Capital chileno 800 000 quintales
Capital inglés 700 000 quintales
Capital alemán 650 000 quintales
Capital francés 120 000 quintales
3 200 000
Fuente: Billinghurst, 1889a, p. 19.

En lo que respecta la última fase de la industria salitrera bajo la admi-


nistración peruana, es decir, de 1874 a 1878 (Billinghurst, 1889a, p. 19), la
tendencia no cambió y se presentó de la siguiente manera:
TABLA 7. Nacionalidad de capitales en las salitreras (1874-1878)

Nacionalidad Producción anual Porcentaje


Capital peruano 9 583 000 quintales 58,5
Capital chileno 3 120 000 quintales 19,0
Capital inglés 2 200 000 quintales 13,5
Capital alemán 1 250 000 quintales 8,0
Capital italiano 210 000 quintales 1,0
16 363 000 100,00
Fuente: Billinghurst, 1889a, p. 19, y Basadre, 1983, p. 305.
% = porcentaje de participación

En tal sentido, la presencia del capital peruano en la industria salitrera


fue dominante, si se considera la producción anual. Por ello, Billinghurst
sostenía que:
no han sido los capitales ingleses, sino los capitales peruanos primero
y los capitales chilenos después, los que han dado vida a la industria
del nitrato de soda; y los que, no sin fuertes y frecuentes quebrantos,
la han colocado en el brillante pie en que ahora la contemplan los
capitales ingleses» (Billinghurst, 1889a, p. 9).

de fierro, que se colocaban sobre hornillos, en los que, primitivamente, se lixiviaba el caliche,
por medio de fuego directo» (p. 25).

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 105


Carlos Roberto Flores Soria

De acuerdo con las tablas presentadas, en el desarrollo de la industria


salitrera, el capital peruano invirtió más del 50% en los establecimientos
salitreros, respecto al 19% del chileno y del 13,5% de procedencia inglesa.
En este proceso, según las estimaciones de Billinghurst, las propiedades
inglesas no habrían alcanzado ni el 8% de aquella suma. Pues los capita-
les ingleses comercialmente no eran tales. Por ejemplo, la Compañía de
Salitres de Tarapacá se formó en Tacna mediante escritura pública, el 8
de noviembre de 1865. El capital de esta sociedad fue de 450 000 soles,
dividido en 12 acciones de 37 500 soles cada uno (Billinghurst, 1889a, p.
34). Esta nueva sociedad estuvo integrada por los siguientes accionistas:
El capital de esta sociedad fue de 450,000 soles, dividido en 12 accio-
nes de 37 500 soles cada uno. Esta nueva sociedad estuvo integrada
por los siguientes accionistas: Guillermo Gibbs con 7 acciones de S.
262 500, Jorge Smith con 3 acciones de 112 500 y Melbourne Clark
con 2 acciones de 75 000 (Billinghurst, 1889a, p. 35).
Según Billinghurst, esta sociedad se formó exclusivamente para liqui-
dar a la anterior empresa, denominada Jorge Smith y Ca., que años atrás
se había endeudado con la Casa Gibbs de Valparaíso por una habilitación
(préstamo) para la construcción de la maquina Carolina. Así, el aporte de
Gibbs y Ca. representaba el único capital inglés que participaba en esa so-
ciedad. A fines de 1871, luego de una compleja operación financiera rea-
lizada en Londres, la Casa Gibbs participó activamente en los negocios de
Smith y en la industria salitrera (Billinghurst, 1889a, p. 32)15. Para el año en
que Gibbs compró las acciones, los negocios del salitre habían generado
grandes expectativas para cualquier industrial deseoso de hacer inversio-
nes (Ravest, 2008, pp. 63-77).
Otro ejemplo de cómo la industria salitrera se formó con capitales de
diversas nacionalidades, fue el de J. D. Campbell y compañía, propieta-
rios de las oficinas San Antonio, Agua Santa y Encañada. Una parte era de
procedencia inglesa y otra de familias peruanas y bolivianas (Billinghurst,
1889a, p. 33).
El capital que sirvió para financiar la construcción de la máquina Es-
meralda fue de origen, en su mayor parte, de industriales ingleses, pero
tuvo su origen en Tarapacá. La oficina La Palma, de propiedad de Manuel
Almonte y Vigueras, fue comprada por una sociedad inglesa constituida

15 Según Billinghurst, las acciones de Smith y de Clark estaban representadas por los terre-
nos salitrales de ambos industriales, que representaban un aporte del capital netamente
nacional. La participación de Smith en esta sociedad se extendió hasta el 6 de diciembre de
1871, fecha en que sus testadores traspasaron en Londres los derechos de las tres acciones
a la Casa Gibbs; igualmente, Clark traspasó sus dos acciones el 31 de octubre de 1872 a la
citada casa, valorizada en 28 233,19,5 libras esterlinas.

106 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


Billinghurst y las salitreras de Tarapacá (1872-1876)

en Londres que se llamó The Peruvian Nitrate Company. El capital con que
se formó esta nueva sociedad fue de 250 000 soles, y, de acuerdo con Bi-
llinghurst, algunos comerciantes de Arequipa fueron sus accionistas (Bi-
llinghurst, 1889a, p. 33).
Lima también fue el escenario de la formación de algunas compañías
interesadas en participar de la industria salitrera de Tarapacá. De 1870 a
1873, años del despegue de la gran demanda de salitre, se formaron en
Lima varias sociedades que contribuyeron en el crecimiento de la pro-
ducción salitrera. La Compañía Salitrera Barrenechea se constituyó en no-
viembre de 1871 con un capital de 1 000 000 de soles, con el propósito de
explotar los terrenos salitrales de La Unión y Argentina. Se aplicó para ello
una tecnología denominada «método de solución en frío y transporte de
los caldos por cantería hasta el puerto» (Billinghurst, 1889a, p. 34).
La Compañía Salitrera Esperanza se formó el 14 de setiembre de 1870.
El capital originario fue de 50 000 soles y se incrementó en diciembre de
1872 a 210 000 soles. También el Banco de Lima le prestó la cantidad de
1 000 000 soles. Buscaba explotar 408 estacas de terreno salitral ubicadas
en el punto conocido como Lagunas (Billinghurst, 1889b)16.
Para diciembre de 1871 se formaba la sociedad llamada Alianza, cuyo
capital pasó de 200 000 soles a 320 000 soles. Esta compañía tuvo el pro-
pósito de comprar las propiedades salitreras de Ángel Custodio Gallo,
quien desde 1852 las poseía en Cantón del Sur. Estos terrenos estaban
compuestos por 204 estacas, situadas unas en Bellavista, algunas en el
sur viejo y otras en Challacollito. El 11 de enero de 1872, por la suma de
$ 200 000 (pesos chilenos), cantidad pagada por el Banco de Chile, Gallo
transfirió sus derechos a la sociedad Alianza (Billinghurst, 1889a, p. 34).
Años después se formaron otras sociedades: La Peña, La Providencia
y Rímac. La siguiente tabla resume la formación de las sociedades men-
cionadas:
TABLA 8. Capital peruano de las compañías salitreras

Nombre Capital total %


Compañía Salitrera Esperanza 1 260 000 34,8
Compañía Salitrera Barrenechea 1 000 000 27,6
Compañía Salitrera La Peña 440 000 12,1
Compañía Salitrera Alianza 320 000 8,8
Compañía Salitrera La Providencia 300 000 8,3

16 Al respecto, Billinghurst estudió la formación de esta compañía.

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 107


Carlos Roberto Flores Soria

Compañía Salitrera Rímac 300 000 8,3


S/. 3 620 000 100
Fuente: Billinghurst, 1889a, p. 35.
% = porcentaje de participación

Antes de la implementación del estanco (1873) y de la expropiación


(1875), los bancos de la capital no fueron ajenos a esta industria. El pri-
mero en establecerse fue el Banco de Londres, Méjico y Sud América, que
ya tenía una sucursal en Iquique, con el propósito de facilitar créditos a
favor de los industriales salitreros. El Banco Nacional del Perú, fundado
el 31 de agosto de 1872, con un capital de 12 000 000 de soles, inició sus
actividades el 10 de setiembre (Camprubi, 1957, p. 4)17. A fines de ese año,
estableció en Iquique una sucursal y otorgó créditos a los industriales. Se-
gún Billinghurst, «las cuentas de habilitación de los salitreros alcanzaron
hasta la suma de 4 000 000 de soles» (Billinghurst, 1889a, p. 35). Su aporte
a la prosperidad de la industria salitrera de 1872 a 1874, a decir de nuestro
autor, fue importante. Un diario de Iquique, El Heraldo Americano, refie-
re Camprubi (1957), informaba que los bancos allí existentes (Banco de
Londres, Méjico y Sud América y Banco de Nacional del Perú) «están pres-
tando provechosas facilidades a las transacciones de comercio. Inspiran
ilimitada confianza y no se dude que reportan buenas facilidades» (citado
por Camprubi, 1957, p. 106).
Un balance sobre la participación del capital «limeño» (Banco Nacional
y capitalistas) en la industria salitrera podría considerarse como dominan-
te en la medida en que este aportó aproximadamente 8 000 000 de soles,
esto es, cerca de un millón y medio de libras esterlinas (Billinghurst, 1889a,
p. 36).
Por otro lado, la participación del capital chileno en la industria salitre-
ra de Tarapacá también fue notoria. De 1854 a 1864 varias casas comer-
ciales chilenas de Valparaíso facilitaron créditos a los salitreros, que, en su
mayoría, no fueron cubiertos por la fuerte baja que experimentó el salitre.
Pero el auge del crédito ocurrió de 1870 y 1873, años en que los salitreros
de Iquique y Pisagua contrajeron importantes deudas en el mercado de
Valparaíso (Pinto, 1987, pp. 119-134). La Compañía Chilena de Consigna-
ciones invirtió capitales en habilitaciones a las salitreras por aproximada-
mente 1 500 000 de pesos (Billinghurst, 1889a, p. 37). El Banco Edwards
comprometió más de 1 000 000 de pesos, al realizar algunos adelantos

17 El autor menciona que la fundación de este banco estimuló la competencia y generó


que tanto el Banco del Perú como el de Lima incrementaran sus capitales, de 8 y 5 millones,
respectivamente.

108 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


Billinghurst y las salitreras de Tarapacá (1872-1876)

a cierto número de salitreros de Iquique. Entonces, las relaciones entre


Tarapacá y Valparaíso no se limitaron a esos montos. Buscaron tener pre-
sencia financiera simultáneamente cuando se desataba vertiginosamente
el «furor salitrero» en Londres, que dio paso a la formación de diversas
sociedades interesadas en participar en el norte y centro de Tarapacá. El
siguiente cuadro ofrece una relación de esas sociedades y señala el capital
que invirtieron:
TABLA 9. Capitales chilenos en las salitreras (1870-1876)

Nombre Capital en $ %
Compañía Salitrera Peruana 520 000 12,3
Compañía Salitrera Sacramento 500 000 11,8
Compañía Salitrera Solferino 450 000 10,7
Compañía Salitrera Pisagua 400 000 9,5
Compañía Salitrera América 400 000 9,5
Compañía Salitrera Nueva Carolina 400 000 9,5
Compañía Salitrera Chucumata 400 000 9,5
Compañía Salitrera San Carlos 350 000 8,3
Compañía Salitrera Negreiros 300 000 7,1
Compañía Salitrera Valparaíso 300 000 7,1
Compañía Salitrera California 200 000 4,7
$ 4 200 000 100
Fuente: Billinghurst, 1889a, pp. 37-38.
% = porcentaje de participación $ = pesos chilenos

De esta manera, Billinghurst destaca que los capitales chilenos radica-


dos en Valparaíso también contribuyeron en impulsar el desarrollo en la
industria salitrera desde 1870, con más de 6 200 000 de pesos.

A modo de conclusión
Los escritos de Guillermo Billinghurst resultan fundamentales para
comprender la formación de la industrial del salitre en Tarapacá durante la
llamada Era Peruana. La elaboración del salitre requirió de capital, tecno-
logía, mercados, fuerza de trabajo y, sobre todo, de una materia prima que
se encontraba en un medio geográfico árido y rico. Contradicciones de la
naturaleza, escribió la historiadora Miriam Salas. Billinghurst dio cuenta
de la participación de los capitales peruanos, chilenos e ingleses y de otras
nacionalidades en el despegue de la industria salitrera. Con ello, ofreció
una arista de esa historia que se desarrolló en el sur del país. Sin embargo,
hay muchas historias que se entretejieron al compás de la importancia
que fue adquiriendo el salitre en Tarapacá e Iquique.

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 109


Carlos Roberto Flores Soria

En estos últimos años, la historiografía peruana y chilena viene reali-


zando notables contribuciones acerca de la historia de la industria salitre-
ra en la Era Peruana. Ahora podemos entender cómo el sur peruano no
fue ajeno a las políticas de los Gobiernos de turno que buscaron dentro
del modelo económico tributario asegurar los recursos naturales para ge-
nerar y captar una renta a favor de la precaria finanza del Estado, sin que
colisionara con los intereses de la élite económica y política comprometi-
da, primero en los negocios del guano y luego en los del salitre. La agenda
todavía sigue pendiente.

110 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


Billinghurst y las salitreras de Tarapacá (1872-1876)

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Recepción: 13/2/2018
Aceptación: 21/3/2018

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Desde el Sur | Volumen 10, número 1, Lima; pp. 115–132 | DOI: 10.21142/DES-1001-2018-115-132

Las voces del aire: la radio y la construcción de un nuevo


espacio de negociación en el Perú (1925-1930)
Voices in the air: radio and the construction a new medium for
negotiation in Peru (1925-1930)
Juan Chumpitaz Fernández1
Pontificia Universidad Católica del Perú, Universidad Nacional Federico Villarreal
juanadriano@hotmail.com

RESUMEN
La aparición y el desarrollo de la tecnología de la radio,
en las primeras décadas del siglo XX, motivaron los inte-
reses de los gobernantes de los Estados sudamericanos,
entre ellos el Perú, en utilizarlo como un medio de difusión
de los valores nacionales en función de los intereses políti-
cos. En este contexto y cercanos al plebiscito de 1929, que
decidió la suerte de Tacna y Arica, se construyó un nuevo
espacio de negociación y, tras un breve periodo de control
del medio por parte de grupos de aficionados y particu-
lares, la producción radial pasó a ser controlada por el Es-
tado en el auge del Oncenio, mediante la creación de una
emisora de radio, la Radio Nacional, como institución esta-
tal. Ello obligó a elaborar una programación de emisiones
radiales de carácter nacional que permitieran construir
una identidad ciudadana y un nuevo consumidor como
parte del proyecto modernizador del Estado.

PALABRAS CLAVE
Radio, nacionalismo, Patria Nueva, ciudadanía

1 Licenciado en Historia por la Universidad Nacional Federico Villareal. Magíster en Historia


por la Pontificia Universidad Católica del Perú. Docente de la Universidad Nacional Federico
Villareal y de la Universidad Tecnológica del Perú. Directivo de la Asociación de Inventores
del Perú, inventor, tecnólogo e investigador especialista en historia de la tecnología y la cien-
cia. Ha realizado trabajos sobre la invención y la tecnología en el Perú de los periodos colo-
nial y republicano. Ganador del Primer Concurso de Tesis Universitaria en Historia Económica
de la Asociación Peruana de Historia Económica.

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Juan Chumpitaz Fernández

ABSTRACT
The emergence and development of new radio
technology, during the first decades of the twentieth
century, awoke interest among the rulers of South
American countries, including Peru, who saw it as a
means of popularizing national values founded upon
political interests. In this context, and on the eve of the
1929 plebiscite which would decide the fate of Tacna
and Arica, a new medium for negotiation emerged, and
following a brief period of control on the part of amateurs
and individuals, radio production would be controlled by
the state during the Oncenio period, through the creation
of the radio station Radio Nacional as a public institution.
This took the form of radio broadcasts with an emphasis
on national character, designed to encourage the
development of a civic identity and a new consumerism,
as part of the state’s modernization project.

KEYWORDS
Radio, nationalism, New Homeland, citizenship

Introducción
En la segunda década del siglo XX, la naciente tecnología de la radio
despertó el interés de gobernantes como Augusto B. Leguía, quien rápida-
mente comprendió su potencial social y su importancia política, y la sus-
trajo del primigenio control de radioaficionados y particulares, mediante
su conversión, gracias al control estatal, en un instrumento de construc-
ción de una identidad nacional frente al cercano plebiscito de 1929 y en
un dinámico nuevo espacio de negociación política y social bajo el impul-
so de la Patria Nueva (Klaren, 2012).
El uso político de la radio —y la construcción de un discurso radial na-
cional— por parte del régimen de Leguía llevó a la creación de una emiso-
ra de radio en 1926, sobre la base de la Peruvian Broadcasting Co. (primera
estación que emitió una señal de radio comercial en el Perú, establecida
en 1925 como un proyecto empresarial privado), esta vez supeditada al
control estatal y de acuerdo con los fines políticos del Oncenio. Esta emi-
sora sustraía su frecuencia radial de aquellas usadas por las bandas de ra-
dioaficionados, entre quienes deben incluirse a los que habían construido
o comprado sus equipos (receptores y transmisores) utilizando partes, es-
quemas y diagramas constructivos de diferentes procedencias.
Al respecto, cabe formularnos las siguientes interrogantes: ¿cómo reci-
bió la población urbana este nuevo medio? ¿Se convirtió en un medio de

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la radio y la construcción de un nuevo espacio de negociación en el Perú (1925-1930)

entretenimiento, de difusión de noticias o de reproducción de modelos


identitarios nacionales por parte del Estado? ¿Se fortalecieron los lazos de
identidad nacional y de lealtad ciudadana entre los consumidores urba-
nos y provincianos?
El éter se convirtió en el nuevo espacio de negociación, pero la comu-
nicación estaba limitada por factores culturales, técnicos y geográficos,
como las características de la superficie terrestre, especialmente difíciles
debido a la especial conformación geográfica del relieve peruano. Este
nuevo espacio fue originalmente un fenómeno urbano, bajo cuyo estí-
mulo se crearon, poco tiempo después, estaciones y programas de radio
provincianas. Este primer periodo de la radio en el Perú estuvo domina-
do por las emisiones en onda larga. Posteriormente, se inició la transición
hacia las ondas medias y se dejaron las ondas cortas dedicadas para la
comunicación a gran distancia.
La creación de un espacio donde los ciudadanos se convierten en con-
sumidores —los radioyentes— incentivó la adquisición (y la fabricación
por parte de los aficionados) de los primeros equipos radiofónicos de uso
doméstico y de los elementos de su correspondiente familia tecnológica
(Maskrey y Rochabrún, 1990) (antenas, baterías, válvulas electrónicas, to-
macorrientes, tomas de tierra, etc.). Asimismo, fomentó la aparición de los
primeros centros de reparación, asistencia técnica y mantenimiento, y de
las primeras escuelas técnicas formadoras de especialistas en el mante-
nimiento, la reparación y el uso de la nueva tecnología. La compra de los
primeros aparatos receptores comerciales por parte de los consumidores
se convirtió, además, en sinónimo de estatus y modernidad.

El paradigma radial
Los rápidos avances técnicos de comienzos del siglo XX ampliaron
las posibilidades de la radio como un medio de comunicación no solo de
aplicaciones y usos militares, sino también civiles. Ya en la Primera Gue-
rra Mundial se había generalizado el uso de la comunicación inalámbrica
(Equipo Fénix, 1996, p. 14) entre los ejércitos y armadas de los países en
conflicto.
En 1906, se descubrió que algunas sustancias minerales como la ga-
lena, un sulfuro de plomo, tenían la capacidad de detectar las transmisio-
nes radiales mediante el uso de circuitos simples y sencillos de construir,
lo que dio origen al receptor de cristal. Entre los primeros radioaficiona-
dos se difundió prontamente un circuito básico, de receptor de cristal de
galena (comprado o elaborado localmente), que contaba con una gran
ventaja: podía ser elaborada con materiales fácilmente asequibles. Es-
tos primitivos receptores, básicamente detectores de ondas de radio sin

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capacidad de amplificación y de muy pobre selectividad, se podían fabri-


car de acuerdo con un esquema constructivo basado en una sencillez me-
cánica y eléctrica cuya fiabilidad pregonaba El Comercio de Lima en 1925:
no se malogra fácilmente, se lleva por todas partes, pues no requie-
re batería de ninguna clase para funcionar. Basta adherir un par de
fonos a dos de los bornes y colocar los más rudimentarios hilos de
antena y tierra para que [...] comience a revelar los discursos y la mú-
sica, los datos oficiales, las referencias al tiempo, las noticias sensacio-
nales y los anuncios, siempre que alguna estación trasmisora los haya
puesto ya en el aire (El Comercio, 20 de febrero de 1925, p. 5).
Aun operando bajo estas condiciones, los primeros radioaficionados
debían establecer manualmente el punto de detección del cristal de ga-
lena, engorrosa parte crítica de la recepción, por medio de un resorte que
terminaba en una fina aguja metálica o «bigote de gato»2. La parte más
aguda de este implemento reposaba en la superficie de un cristal semi-
conductor hecho a base de sulfuro de plomo o galena. Luego, se procedía
a sintonizar manualmente una emisora (Orton, 2006, p. 22), mediante la
variación de un capacitor de aire o de la inductancia de una bobina.
El receptor de galena, si bien no poseía la capacidad de amplificar la se-
ñal audible a causa de las bajas corrientes obtenidas por la señal detectada,
que solo permitía el uso de transductores de alta impedancia o de auricu-
lares de cristal, hizo posible que surgiera entre el público interesado en las
posibilidades de la nueva tecnología «un verdadero ejército de entusias-
tas por la nueva ciencia. A los muchachos le siguió rápidamente toda la fa-
milia, de suerte que para 1920 estaban dados los antecedentes que harían
posible el inicio de la radiodifusión» (Anda y Ramos, 1997, pp. 46-47). Los
rudimentarios equipos solo requerían para funcionar un trozo de cristal de
sulfuro de plomo que podía ser elaborado en casa a partir de una simple
mezcla de azufre y plomo pulverizados y sometidos a la acción del calor,
algunos auriculares de alta impedancia, de una cierta cantidad de alambre
de cobre y de cierta destreza manual, por lo que «podían ser construidos
con poco gasto por cualquier persona que tuviera una habilidad mecáni-
ca elemental» (Anda y Ramos, 1997, p. 46). Sin embargo, los manuales y
libros técnicos eran aún escasos3 y los primeros aficionados se contenta-
ban con los pocos ejemplares que llegaban al Perú, en su mayor parte pro-
cedentes de Estados Unidos y Argentina. Entre ellos, destacaba la revista

2 En referencia al trozo de alambre, generalmente con ayuda de un resorte, en contacto con


la superficie del cristal de galena
3 La revista estuvo orientada especialmente al radioaficionado: «magazine —a 100% radio
magazine—, by and for the amateur. Ifelt that a magazine for the entire radio fraternity, be
he scientist, advanced, or junior amateur». Gernsback, 1919, p. 5.

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Radio News, editada por Hugo Gernsback4, una de las primeras publica-
ciones dedicadas al radioaficionado amateur que circuló en Sudamérica.
En 1908, la estación construida por Charles Herrold comenzó a emi-
tir, de manera regular, información meteorológica privada destinada a los
campesinos de California (Equipo Fénix, 1996). En 1920 se puso en fun-
cionamiento la primera emisora con programación regular del mundo: la
estación KDKA de Pittsburg y, hacia 1925, la emisión de noticias fue el tipo
de programa radial más difundido en las estaciones de radio.
Para el decenio de 1920, la radio como medio se desarrollaba rápi-
damente gracias al uso de las primeras válvulas termoiónicas comercia-
les, que desplazaron a los sencillos circuitos detectores de los primeros
años, y terminaron estableciéndose «definitivamente con la supremacía
del bulbo sobre otros tipos de generadores o detectores» (Anda y Ramos,
1997, p. 47). La recepción y la selectividad fueron mejorándose continua-
mente y se pasó de los primitivos circuitos a base de cristal de galena a
receptores con mayor selectividad y capacidad de amplificación, equipa-
dos con las primeras válvulas termoiónicas: los audiones, dispositivos in-
ventados y comercializados por Lee De Forest, que, en esencia, derivaban
de las válvulas diodos inventadas algunos años antes por J. A. Fleming5,
asesor científico de la compañía Marconi. A estos siguieron los receptores
regenerativos, rápidamente desplazados por los receptores heterodinos y
superheterodinos, que permitían una mayor selectividad de las emisoras
(De Fleur, 1976, p. 92). De esta manera, quedaron definidas la forma y la
función predominante de la radio en los siguientes decenios:
La «caja de música radiotelefónica» estaría provista de bulbos am-
plificadores y un altoparlante, todo ello prolijamente acondicionado
en la misma caja. Ubicada sobre una mesa en la sala o en la estancia,
haciendo girar la perilla se escucharía la música trasmitida (Anda y
Ramos, 1997, p. 45).
Siguiendo tal descripción, un elemento indispensable e icónico que
hace su aparición en este periodo es el dial o cuadrante de emisoras,
elemento distintivo de los aparatos radiofónicos analógicos, unido me-
cánicamente a un circuito formado por un condensador variable y acopla-
miento capacitivo, inventados por Charles S. Franklin mientras trabajaba
para la compañía Marconi.

4 Véase: Gernsback, 1919, y Gernsback, 1922. Fue el editor de la primera revista de electró-
nica: Modern Electric, aparecida en 1908.
5 J. A. Fleming, inventor de la válvula diodo, trabajó en la compañía Marconi, establecida
en julio de 1897 como Wireless Telegraph and Signal Co. Ltd. En 1900, la empresa cambió
su nombre a Marconi Wireless Telegraph Co. El término diodo fue creado por William Henry
Eccles.

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Juan Chumpitaz Fernández

La aparición de las primeras válvulas triodo hizo posible la amplifica-


ción de las débiles señales de los primeros receptores y la aparición del
transductor6 de salida o parlante de bobina móvil y núcleo (inducido o
magnético), que reemplazaron a los transductores de difusor magnético
(Lagoma, 1974, p. 172) del periodo primigenio de la radio. A ello se debió
que la recepción de los primeros programas radiales7 se vinculara a la es-
fera doméstica y pública. Por lo tanto, las condiciones que permitieron la
aparición de la radio fueron el resultado del continuo desarrollo de los
aparatos de transmisión y recepción y de sus correspondientes familias
tecnológicas, que fueron cambiando los modos sociales de uso8 del nue-
vo dispositivo técnico.
La creación del paradigma radial responde a los lineamientos conce-
bidos por David Sarnoff en 1916, entonces vicepresidente y gerente ge-
neral de la compañía American Marconi, que algunos años más tarde se
convertiría en la RCA Radio Corporation of America, previendo la utilidad
pública comercial y utilitaria del nuevo medio de comunicación9. El plan
propuesto por Sarnoff serviría para convertir a los radiorreceptores «en
un elemento de esparcimiento hogareño como el piano o el fonógrafo.
La idea consiste en llevar la música a los hogares mediante la transmisión
inalámbrica» (De Fleur, 1976, p. 93). Las limitaciones de la transmisión te-
legráfica clásica, es decir, los hilos de alambre, se superarían mediante la
instalación de radiotransmisores convenientemente ubicados y:
con un alcance promedio comprendido entre los 40 y 80 kilómetros
en un lugar determinado en que se produciría música instrumental
o vocal o de ambas clases [...] Al receptor podría dársele la forma de
una sencilla «caja de música radiotelefónica», adaptándolo a varias
longitudes de onda de modo que pudiera pasarse de una a otra con
solo hacer girar una perilla o apretar un botón (De Fleur, 1976, pp.
92-94).

6 El sonido reproducido por medio de un transductor de salida o parlante, es el paso final


de la emisión radial que permite una «relación existencial entre sonido y fuente o voz e indi-
viduo» (Fernández, 2008, p. 17).
7 «[E]l sonido es siempre proporcional a la energía eléctrica suministrada [...] El primer me-
dio que se utilizó para la conversión o traducción de la corriente musical en sonidos o ener-
gía acústica fueron los llamados auriculares» (Lagoma, 1974, p. 171).
8 «Cuando aquí se hace referencia a la noción de dispositivo técnico se remite, pues, al
conjunto de mecanismos técnicos que permiten la comunicación de voz a distancia a través
de las ondas de radio. Pero además, en el caso de la radio, el problema del dispositivo técnico
no debe circunscribirse a los principios técnicos de la institución radiofónica (Gutiérrez Reto,
2008, p. 94).
9 Sarnoff percibiò la utilidad y los alcances del nuevo medio no solo «para transmitir y reci-
bir música, sino también para difundir conferencias, eventos públicos especiales, marcado-
res de béisbol y muchos otros temas de interés popular» (Anda y Ramos, 1997, p. 44).

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la radio y la construcción de un nuevo espacio de negociación en el Perú (1925-1930)

De esta manera, quedaron definidas las formas, funciones básicas y


características estéticas de los radiorreceptores comerciales domésticos
que predominaron durante todo el resto del siglo XX.
Hacia la década de 1950, el uso de los conversores a batería y de vál-
vulas especiales posibilitó el uso de radiorreceptores en los automóviles.
Estos aparatos no precisaban estar conectados a la red eléctrica —virtual-
mente inexistente en los pueblos y ciudades del interior del país— para
funcionar, lo que permitía una mayor ampliación y difusión de los servi-
cios radiales y su asociación al ideal de modernidad.

La construcción de lo auditivo
El fonógrafo, el gramófono y el teléfono, desarrollados en el último
cuarto del siglo XIX, fueron, junto al telégrafo, los medios de comunica-
ción que antecedieron a la aparición de la radio10 y sociabilizaron los nue-
vos medios de comunicación11. El telégrafo Morse fue el primer medio de
comunicación introducido en el Perú en el siglo XIX, aunque no transmitía
el sonido, sino una codificación de puntos y rayas. Sin embargo, «[e]l te-
légrafo y el teléfono se deben considerar como uno de los antecedentes
tecnológicos e industriales directos de la radiodifusión» (Anda y Ramos,
1997, p. 24), y formaron parte del proyecto modernizador del siglo XIX.
Fonógrafos y gramófonos de los más afamados fabricantes se vendían
en Lima a fines del siglo XIX y prepararon el escenario propicio para la in-
troducción de la radio: «El fonógrafo primero y el gramófono después ya
habían creado el hábito de escuchar música» (Anda y Ramos, 1997, pp. 23-
24). Comerciantes e importadores de fonógrafos, como la Casa Bacigalupi
de Lima, representante de los fonógrafos de la Casa Edison que utilizaban
cilindros de cera, prepararon al público limeño para la llegada de la radio.
Los fonógrafos de cilindros Edison y los fonógrafos Berliner de disco
plano, vendidos como fonógrafos de gabinete, permitieron su introduc-
ción en los hogares y espacios sociales. Cada uno garantizaba ser cada
uno ser el «más fiel reproductor de la voz humana» (El Comercio, 6 de fe-
brero de 1925, p. 9) y prometía al usuario la mayor fidelidad musical. En
Lima, la Casa Zoffner promocionaba, en 1925, la calidad de los fonógrafos
Sonora y los presentaba como un novedoso artefacto que, a diferencia de
otros, «no grita ni chilla» (El Comercio, 19 de febrero de 1925), en respuesta
a la distorsión sonora originada con el desgaste mecánico por la fricción
de la aguja contra la superficie del disco.

10 «La radio es un medio de comunicación tan joven y actual como pueda serlo el cine o la
televisión» (Equipo Fénix, 1996, p. 12).
11 «Los usos sociales de los nuevos medios de comunicación modificaron gradualmente la
experiencia de oír música» (Fernández, 2008).

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Juan Chumpitaz Fernández

Entre los primeros artistas locales12, cuyas canciones fueron popu-


larizadas mediante las grabaciones fonográficas y los discos de carbón,
destaca el afamado dúo de música criolla Montes y Manrique13. Las pri-
meras grabaciones y registros fonográficos de Montes y Manrique datan
de 1911. Ellos fueron, también, los primeros artistas peruanos cuyas can-
ciones y composiciones fueron emitidas en las primeras programaciones
radiales.

La construcción de lo radiofónico
En este periodo se produjo el cambio tecnológico de los receptores de
galena hacia los receptores regenerativos, desplazados, en pocos años,
por los receptores heterodinos y superheterodinos. El concepto de ra-
diofonía se construyó en el periodo comprendido en el primer lustro de
los años 20: «En términos generales, hay acuerdo en que en el periodo
1920-1935 se construye eso que denominamos como lo radiofónico y se
produce el pasaje de una sociedad sin radio a una sociedad con radio»
(Fernández, 2008, p. 36). La aparición de las primeras válvulas termoióni-
cas al vacío comerciales permitió la fabricación y comercialización de los
primeros receptores a válvulas, cuyas primeras series y modelos utilizaban
los audiones elaborados y vendidos por la empresa de Lee De Forest. Los
primeros receptores comerciales a válvulas utilizaban los frágiles audio-
nes tipos 32 y 33, que eran, en esencia, válvulas triodos. Por lo tanto, los
fabricantes y los distribuidores comercializaban los radiorreceptores por
la cantidad de tubos o válvulas que incluían, a despecho de las series.
Contribuyen en la construcción de lo radiofónico el telégrafo, que en-
viaba mensajes en series de puntos y rayas; el código Morse, la telegrafía
sin hilos o radiotelegrafía, con la capacidad de enviar código Morse. Este
desarrollo tuvo un gran impulso cuando se comprobó que se podía en-
viar información audible montada en una onda portadora y, a su vez, que
esa onda de radio podía ser sintonizada y detectada. Un circuito detector
separaba la señal portadora, modulada en amplitud, de la señal de audio,
que, dependiendo de su capacidad de amplificación, sería luego aplicada
a un amplificador y un transductor de salida o conectado a unos sencillos
auriculares de uso personal:
A esta altura, hablar de la construcción de lo radiofónico implica
poco más que advertir que nos referimos a un proceso complejo que,

12 «El fonógrafo Introdujo cambios muy importantes en los usos y costumbres de las clases
medias y altas» (Anda y Ramos, 1997, p. 23).
13 En Nueva York, contratados por la casa comercial Holding, Eduardo Montes y César Manri-
que grabaron 172 canciones de música criolla, marineras, valses, y tonderos, que representan
los gustos de la población limeña, y no necesariamente nacional, de principios del siglo XX.

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la radio y la construcción de un nuevo espacio de negociación en el Perú (1925-1930)

desde el punto de vista anterior, mientras se desarrolla ese medio


que la sociedad va a denominar y consumir como radio, incluye va-
rias series de fenómenos: dispositivos técnicos que se van incorpo-
rando al uso radiofónico generando posibilidades y restricciones de
construcción discursiva, géneros y estilos radiofónicos que van a ir
apareciendo y consolidándose y lo mismo va a ocurrir con prácticas
sociales nuevas —total o parcialmente, directa o indirectamente—
relacionadas con el nuevo medio» (Fernández, 2008, pp. 35-36).
En el periodo comprendido entre 1925 y 1937, la radio, gradualmente,
se convertirá de «un medio de élite a uno de masas» (Bustamante Quiroz,
2012, p. 33). Por lo tanto, la construcción de lo radiofónico en el Perú14 se
realiza en un contexto tecnológico dinámico, que se inserta en el proyec-
to de modernización del Estado peruano de régimen leguiista, que colo-
caría al Perú al mismo nivel de los demás países sudamericanos, toman-
do como ejemplo el impulso dado por Estados Unidos, país «por entero
entregado a especulaciones científicas, mercantiles, sociales y artísticas,
cuyos beneficios no pudieron sospecharse cuando Herz, Bradley, Lodge,
Ricci, De Forest y Marconi se engolfaban en los maravillosos experimentos
que hoy han puesto al hombre en comunicación instantánea de un lugar
a otro de la Tierra» (El Comercio, 12 de febrero de 1925, p. 5). La radio, como
símbolo de modernidad y de inclusión en la dinámica de la tecnología y la
política de principios del siglo XX, se incluye, entonces, bajo este modelo,
en el proyecto leguiista de la Patria Nueva.
En 1925, un anuncio de casi página completa, publicado en El Comer-
cio de Lima (El Comercio, 1 de febrero de 1925, p. 12), presentaba al públi-
co la novísima «técnica radiotelefónica» y se explicaba y presentaba las
características de la nueva tecnología de los «aparatos radiofónicos», a
fin de familiarizarlos al público con los misterios de este nuevo artículo
doméstico:
Son muy numerosos y de muy variado merito los tipos de aparatos
existentes. Uno de los receptores más perfectos es el R.E. 2, fabricado
por la sociedad anónima Afra (Radiomuseum, s. f.), de forma elegan-
te, manipulación sencilla y excelente reproducción. La música y la voz
son reproducidas muy clara y distintamente aun a gran distancia. La
caja del aparato es de reducidas dimensiones. La tapa frontal es de
caucho y, en su parte superior, a la derecha, se hallan los contactos
para unir el aparato a las baterías, de manera que no puedan con-
fundirse los polos. Debajo se hallan tres pares de contactos para tres

14 «En términos generales, hay acuerdo en que en el periodo 1920-1935 se construye eso
que denominamos como lo radiofónico y se produce el pasaje de una sociedad sin radio a
una sociedad con radio» (Fernández, 2008, p. 37).

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pares de auditores. Dos discos giratorios P y Z sirven para graduar los


círculos primario e intermediario. A la izquierda se encuentran tres
tornillos de contacto, A, E, y E1, para la antena y el contacto terrestre.
Para aumentar la intensidad de los sonidos a gran distancia, y si se
conecta un altoparlante, se emplea un dispositivo de baja frecuencia
con dos tubos, que no se une con alambres, sino colocando el recep-
tor encima del altoparlante (Radiomuseum, s. f.).
Estas primeras emisiones eran monoaurales, en las que el espectro de
sonido no se encuentra separado en canales independientes. Pasaron dos
décadas antes de la introducción de la modulación por frecuencia (FM),
que permitió llevar la señal sonora estereofónica inclusa en su onda por-
tadora. La radiodifusión planteó un problema social y económico; espe-
cialmente a la industria disquera, «la cual hacia 1933 estaba casi extingui-
da. Se hizo necesaria una revolución tecnológica para que los fonogramas
aprovecharan el creciente interés por la música que estaba creando desde
sus inicios la radiodifusión» (Anda y Ramos, 1997, pp. 23-24), tal como en
su momento lo hizo la aparición del fonógrafo respecto a los músicos.
Entre 1923 y 1924, aparecen los receptores Stromberg Carlson, ofre-
cidos en Lima por su representante, la Peruvian Broadcasting. En 1925,
el modelo 1a (Radiola Guy, s. f.) costaba 295 dólares en Estados Unidos
(Steven Johannessen Antique Radio Gallery, s. f.). El aparato se vendía sin
altavoz (pero podía utilizar uno del tipo corneta, que se vendía con un
costo adicional de 275 dólares) e incluía las clavijas para conectar los au-
riculares, al igual que la mayoría de los receptores de la época, y, como
ellos, era un receptor neutrodino. Solo los fabricados por la empresa De
Forest poseían un pequeño parlante en la caja. Los aparatos vendidos en
Lima eran aún muy caros en relación con el salario medio de un obrero, en
una época en la que «un bistec costaba 10 centavos de sol y la Peruvian
Broadcasting vendía a 30 soles cada aparato y a 10 soles la instalación de
la antena» (Alegría, 2008, p. 34). Ruiz (2001) describe cómo, a partir de una
encuesta realizada en 1918, «las familias obreras destinaban el 65% de
sus gastos para la alimentación y un 10% se iba en pagar el alquiler de la
habitación en los barrios populares de la ciudad» (Ruiz Zeballos, 2001, p.
177). Como referencia, el jornal de un operario adulto de sastrería en 1919
era de 4,5 soles.
En el diario El Comercio de Lima, el 20 de febrero de 1925, se ofrecía
al público una alternativa más económica: la posibilidad de construir un
pequeño y sencillo receptor de galena, que fue promocionado como «el
receptor de cristal que cabe en una mano» (El Comercio, 20 de febrero de
1925). Para los aficionados y el ciudadano común sin capacidad de adqui-
rir los nuevos receptores ofrecidos por la Peruvian Broadcasting, comenzó

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la radio y la construcción de un nuevo espacio de negociación en el Perú (1925-1930)

una búsqueda intensa de cables, alambres y partes diversas por las ferre-
terías de Lima. En el caso de no conseguir los accesorios principales, solo
quedaba la posibilidad de adquirir las piezas y partes directamente de la
empresa monopolizadora del nuevo medio, naturalmente ofrecidas por la
entonces OAB, que promocionaba las ventajas del receptor, su fácil mane-
jo (figura 1) y sus posibilidades:
Toda la base está hecha de ebonota15 [sic], moldeada en forma para
ocultar y defender la inductancia (arrollamiento de alambres) que
hay en el interior. Para oponerse a tono con la estación trasmisora,
basta mover el muelle que se divisa junto al dedo pulgar de la mano
que sostiene el aparato. Ese muelle corre por la ranura, que es la línea
oscura que va de derecha a izquierda, y mediante ese movimiento
se pone en circuito mayor o menor cantidad de alambre. Los bornes
destinados a la antena y tierra están a la derecha y los que corres-
ponden a los fonos a ala izquierda. Al centro está el detector. Abajo
el recipiente para el cristal, que es un trocito de galena (sulfuro de
plomo) y arriba el pivote que actúa el muelle o pequeña espiral de
alambre que hace contacto.
Todas esas partes están defendidas del polvo y del contacto de los
dedos por un pequeño cilindro de vidrio (El Comercio, 20 de febrero
de 1925).

FIGURA 1. El Crystophone, una radio a galena similar a la ofrecida por la Peruvian Broadcasting. Tomado
de Harris, 1922, p. 23.

Los primeros radioaficionados peruanos, tal como sus pares extran-


jeros, eran básicamente telegrafistas no profesionales o «morsistas ama-
teurs», pues las señales se enviaban en código Morse (Gargurevich, 1995).
En 1904, la empresa Electro Importing Co., de Nueva York, vendía partes

15 Ebonita, uno de los primeros polímeros a base de azufre y caucho.

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Juan Chumpitaz Fernández

y accesorios para los radioaficionados. Hacia 1908, se realizaron comuni-


caciones telegráficas entre el Pacífico y el Atlántico, siguiendo el modelo
de la American Radio Relay League y motivados por la difusión de Modern
Electric, la primera revista especializada en radiotelegrafía, editada por
Hugo Gersback16. En 1910, la empresa Telefunken fundó la primera insta-
lación de telegrafía sin hilos de Lima en el cerro San Cristóbal. El siguiente
paso fue la radiotelefonía, y los «aficionados a escuchar y que procuraban
conseguir los mejores receptores, de los que transmitiría además de es-
cuchar. Fueron estos los que se agruparon en tertulias a partir de 1924 y
decidieron fundar un club, al estilo de sus colegas de los países del norte»
(Gargurevich, 1995, p. 61). Con estos antecedentes, el primer radioclub
peruano se creó en 1925 bajo el auspicio de la estación OAX de la Peru-
vian Broadcasting, que ofrecía a los aficionados un descuento de 10% en
aparatos y modelos fabricados por la Casa Stromberg Carlson, y partes y
piezas de repuesto para los primeros receptores comerciales superhetero-
dinos de mayor selectividad.

La radio y el proyecto leguiista


El jueves 12 de febrero de 1925, se anunciaba al público limeño la cons-
trucción e instalación de los equipos, generadores eléctricos, y la pronta
emisión de la señal radial en las instalaciones de la Compañía Peruana
de Broadcasting, cuya estación transmisora llevaba originalmente la cifra
radioeléctrica OAB, y poco después será definitivamente OAX (Vargas Es-
calante, 1944), en su local ubicado «en la calle de Washington. Es un buen
espacio donde se han levantado las habitaciones destinadas a instalar los
generadores, rectificadores y transmisores de la instalación radiotelefóni-
ca» (El Comercio, 12 de febrero de 1925, p. 5).
Construir un proyecto nacional con modelos culturales musicales fue
un modo de educar a la población para solidificar un modelo identitario
de nación sobre la base de una «peruanidad», que se manifestaba en la
existencia de una negociación en la creación de un patrón o paradigma
de la cultura nacional. Era un paso necesario frente a la proximidad del
plebiscito con Chile y su proceso de consolidación de un Estado nacional
mediante la chilenización de lo que se llamó el «norte grande»; es decir,
el antiguo sur peruano, cuya mayor cantidad de residentes eran efectiva-
mente peruanos17. Como no le fue posible lograr una homogenización

16 En 1922, Gersback publicó Radio for All, un libro que incluía diagramas y planos para los
aficionados.
17 «Esta historia de nacionalismo compulsivo comienza a escribirse hacia 1910, con la expul-
sión de los curas peruanos en las provincias ocupadas por Chile, lo que tuvo como conse-
cuencia la ruptura de relaciones diplomáticas entre ambos países. 1910 era el año del cente-
nario en Chile y el nacionalismo era un sentimiento que emergía desde todos los rincones y

126 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


Las voces del aire:
la radio y la construcción de un nuevo espacio de negociación en el Perú (1925-1930)

étnica sin la expulsión de los peruanos de Tarapacá, el Estado chileno pro-


cedió a su homogenización cultural mediante el uso velado de la coerción
y la violencia. La homogenización étnica fue un modelo de consolidación
del Estado nacional18, que tomará fuerza desde fines del siglo XIX y se evi-
denció, incluso, en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial.
De acuerdo con Gargurevich (Gargurevich, 1995), el proyecto leguiista
adoptó el paradigma norteamericano de radiodifusión e incorporó a la
radio como parte del proyecto político del Oncenio; «siendo como son
tan sencillos los medios de manejar ese aparato, seguramente el público
se encariñará pronto con él» (El Comercio, 20 de febrero de 1925). Se tomó
como eje una ciudad que hacia 1931 llegó a ocupar más de 2000 hectá-
reas, una ciudad en vías de tugurización, pero «fuera de Lima, en el conjun-
to del país. Lo rural seguía predominando sobre lo urbano» (Bustamante
Quiroz, 2012, p. 15). Pese a las tempranas limitaciones técnicas y comer-
ciales19, y vistas sus potencialidades, la radio fue utilizada como un medio,
un vehículo para la construcción de una identidad nacional, en un contex-
to de problemas internacionales. Era urgente la cuestión de Tacna y Arica.
Sostenemos que, pese a la intención de Leguía de construir la radio en
el Perú como parte del proyecto político del Oncenio, en un nuevo me-
dio para la Patria Nueva (Bustamante Quiroz, p. 2012, p. 29), elementos
de inicial carácter técnico, económico, lingüístico y social, limitaron su ex-
pansión temprana nacional, y fue inicialmente un proyecto de carácter
urbano y criollo, a cuya semejanza se irán construyendo los proyectos de
radiodifusión provincial (Oyarce, 2007).
Leguía convirtió a la naciente radio peruana en un monopolio privado
y advirtió tempranamente su uso político y su influencia mediática, de tal
manera que advertimos, a partir de la década de 1920, la intensa relación
entre la radio y la política. El régimen de Leguía aprovechó la radio para
defender a través de sus ondas «su postura en torno al plebiscito sobre la
devolución de Tacna y Arica al Perú» (Bustamante Quiroz, 2012, p. 34). Al
quebrar tempranamente la Peruvian Broadcasting, el régimen de Leguía
lo entregó al control de la Empresa Marconi.
La radio al servicio del proyecto político leguiista tenía un antecedente
temprano: el 21 de junio de 1923, Warren Harding se convirtió en el primer

sectores sociales como un manantial natural» (González Miranda, 2004, p. 9).


18 En Europa permanecerán poblaciones de diverso origen étnico que representan el pro-
blema de la fidelidad al Estado nacional.
19 «Cuando en 1925 Augusto B. Leguía inauguró la primera estación radiodifusora, OAZ,
eran muy pocos quienes podían comprar en el Perú un receptor, aunque algunos armaban
ingeniosamente sus propios aparatos de galena. Diez años después, la radio estaba ya en
camino de convertirse en un medio de masas» (Bustamante Quiroz, p. 2012, p. 29).

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 127


Juan Chumpitaz Fernández

presidente de Estados Unidos en utilizar la radio (Equipo Fénix, 1996) y las


primeras programaciones radiales para promocionar su carrera política.
En Latinoamérica, si bien no fue el primero, el 3 febrero de 1925 el cónsul
argentino presentó por intermedio de una estación de radio ubicada en
Londres un discurso transmitido por las estaciones de Broadcasting. Ello
aumentaría la confianza del régimen de Leguía en el poder propagandís-
tico de la radio (Bustamante Quiroz, 2012, p. 22), a pesar del uso político y
la «rutina y baja calidad de [la] programación» (Bustamante Quiroz, 2012,
p. 22) del sistema radial que solo cambiaria al caer el régimen de Leguía.
Los primeros radioaficionados peruanos, que, al igual que sus colegas
en el mundo, construían sus propios aparatos a base de guías, manuales
y esquemas publicados en revistas especializadas, operaban inicialmente
y principalmente con transmisores y receptores comprados o construidos
localmente a partir de «un cristal de galena, las emisiones que hacían los
radioexperimentadores y algunas empresas industriales. Los radios de ga-
lena podían ser construidos con poco gasto por cualquier persona que
tuviera una habilidad mecánica elemental» (Anda y Ramos, 1997, p. 46).
En 1925, se anunciaba en El Comercio que la compañía Peruvian Broadcas-
ting iniciaría «en breve la venta de sus aparatos de recepción, de partes
para formarlos, repuestos y baterías. Ha establecido sus oficinas y lugar de
venta en la calle de divorciadas» (El Comercio, 20 de febrero de 1925). Para
los primeros radioaficionados se presentó la posibilidad de construir sus
equipos receptores con partes y piezas de diversas procedencias, algunas
de la cuales podían encontrarse fácilmente en las ferreterías y comercios
de Lima. La Peruvian Broadcasting garantizaba que, gracias a su nuevo y
potente transmisor, su señal se podría captar aún en los sencillos recep-
tores de galena:
Fuera de la capital, seguramente se podrán escuchar sin dificultad las
trasmisiones de la estación de Lima OAX en los departamentos de La
Libertad, Áncash, Huánuco, Junín, Huancavelica e Ica; y empleando
receptores complicados y en condiciones sumamente favorables, en
todo el territorio comprendido entre los grados 4 y 16 sur del ecua-
dor (El Comercio, 12 de febrero de 1925).
De acuerdo con la cita anterior, las emisiones radiales comenzaron a
efectuarse desde Lima. La primera emisión pública de la recién creada Pe-
ruvian Broadcasting Company, después de tres ensayos, culminó con la
primera emisión de «cantos nacionales acompañados en la guitarra por
Montes y Manrique (nada menos). Es la primera vez que se transmite mú-
sica peruana» (Alegría, 1988, p. 26), y la instalación de un altoparlante en la
plaza San Martín para una demostración pública del nuevo espacio de ne-
gociación que promovía un nacionalismo musical (Turino, 2003, p. 178),

128 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


Las voces del aire:
la radio y la construcción de un nuevo espacio de negociación en el Perú (1925-1930)

tomando como referencia inicial la música criolla limeña20. En las salas y


teatros, los patrones musicales estaban caracterizados por la disposición
del público oyente, que correspondía a su disposición espacial y social en
la ciudad: «En el centro, cuyo radio es pequeño, se halla la clase acomoda-
da; el público que se quiere extranjerizar, el que fomenta los conciertos,
las tertulias, los bailes de fantasía, las veladas» (Gamarra, 1907, p. 4). Entre
la segunda mitad de la década de 1920 y finales de la de 1930, «brillaban
las primeras estrellas [de la radio] y la música criolla empezaba su reinado
en el dial» (Bustamante Quiroz, 2012, p. 29), lo que consolidaba el imagi-
nario colectivo de una música nacional peruana.
La creación de una radio nacional en 1926, sobre la base de la Peruvian
Broadcasting Co., fue parte del proyecto de modernización del régimen
de Leguía, en el que la radio representó para el Oncenio21 el elemento
básico en la construcción de un discurso nacional que superara las limita-
ciones que la palabra escrita tenía frente a la comunicación radial. La radio
en el Perú, como medio, requirió de un proceso de adaptación: «puede
decirse que existió un intervalo de tiempo en que no terminaban de aco-
tarse ciertos usos sociales de dichos medios de comunicación» (Gutiérrez,
2008, p. 95).
Si bien la introducción de la radio y los receptores como un elemento
más del hogar y de la vida cotidiana, no fue inmediato: «la radiodifusora
nacional OAX4A fue empleada para llevar a la ciudadanía los discursos
del mandatario, haciéndose uso entonces de parlantes ubicados en luga-
res públicos con el fin de aumentar la audiencia del medio» (Bustamante
Quiroz, 2012, p. 34). El alto costo de los primeros receptores y el pago de
los derechos de antena que la Peruvian Broadcasting intentaba institu-
cionalizar para solventar su funcionamiento hicieron que el periodo tem-
prano de la radio peruana se encontrara condicionado por la capacidad
adquisitiva de la población y estuviera, por lo tanto, solo al alcance del
público pudiente. La radio en el Perú nacería entonces como un proyecto
privado y no comercial. La Peruvian Broadcasting intentó convertirla en
un modelo privado comercial22 que controlara las emisiones y la familia

20 «Durante su primer año, OAX fue una radio que solo trasmitía tres horas diarias. Entre las
21:00 y 23:00 horas se mezclaba música, charlas, narraciones de personajes y los primeros
teatros radiales» (Merayo Pérez, 2007, p. 330).
21 En el discurso inaugural, Leguía declaraba que «la inauguración de este servicio de radio-
difusión es la prueba más concluyente de que el progreso del Perú marcha a grandes pasos»
(Alegría, 1988, p. 31).
22 «Como el nacimiento de la radio en el Perú fue producto de un trabajo empresarial, la
Peruvian Broadcasting Company abrió una tienda de receptores e hizo los primeros intentos
de comercializarlos» (Merayo Pérez, 2007, p. 330).

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 129


Juan Chumpitaz Fernández

tecnológica de la radio23, y para ello acaparó la comercialización exclusiva


de los aparatos de radio y ofreció el servicio correspondiente.
Vistas las potencialidades de uso político del nuevo medio para la
construcción de una identidad nacional, el régimen de Leguía lo sustrajo
del control de los radioaficionados al amparo del convenio de 1921, que
consideraba los servicios nacionales de correos y telégrafos como mono-
polios estatales y al contrato ley de 1926 (Ley 5363), que consolidaba la
exclusividad del servicio de radiocomunicaciones a los inversionistas in-
gleses de la compañía Marconi.

Conclusiones
La radio en el Perú, como medio, y al igual que lo que sucedía en los
demás Estados sudamericanos, requirió de un proceso de adaptación que
se vio facilitado por los antecedentes tecnológicos tempranos de la radio-
difusión. La Patria Nueva, el proyecto modernizador del Oncenio, tuvo en
cuenta este nuevo medio y no dudó en utilizarlo para la difusión de los
valores de un recién descubierto nacionalismo criollo y andino, cuya raíz
radicaba en el indigenismo. La proximidad del plebiscito de 1929 aceleró
la construcción de este nuevo espacio de negociación. La producción ra-
dial pasó a ser controlada por el régimen leguiista, mediante la creación
de la emisora Radio Nacional como institución estatal. Las primeras emi-
siones y las primeras programaciones radiales tuvieron, a instancias del
régimen, un marcado carácter nacional, con el fin de construir una nueva
identidad nacional.
La radio como nuevo espacio de negociación permitió construir una
nueva identidad nacional a partir de un imaginario de lo que debía ser la
música nacional peruana, partiendo de los gustos y expresiones musica-
les urbanas, especialmente y originalmente limeñas. En cuanto a los usos
sociales de la radio durante el Oncenio, músicos criollos como los Montes
y Manrique ya habían penetrado en la esfera doméstica mediante los ci-
lindros y discos de los fonógrafos y gramófonos presentes en Lima desde
fines del siglo XIX, y consolidaron, en el imaginario popular, a la música
criolla como representativa de una música identitaria nacional peruana.

23 Siendo modelos construidos por aficionados, una búsqueda más intensa en los archivos
permitiría descubrir las características y limitaciones técnicas. En Latinoamérica, Argentina
tiene una vida técnica de la radio más temprana: en la década de 1920 ya se fabricaban y
comercializan receptores hechos en el país.

130 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


Las voces del aire:
la radio y la construcción de un nuevo espacio de negociación en el Perú (1925-1930)

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Recepción: 22/02/2018
Aceptación: 29/03/2018

132 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


Desde el Sur | Volumen 10, número 1, Lima; pp. 133–156 | DOI: 10.21142/DES-1001-2018-133-156

La escritora y sus detractores:


Clorinda Matto de Turner (1890-1895)
The writer and her detractors: Clorinda Matto de Turner (1890-1895)
Juan José Pacheco Ibarra1
Universidad Nacional Mayor de San Marcos
juan.pacheco@unmsm.edu.pe

RESUMEN
Este artículo estudia un periodo poco investigado de la
vida de Clorinda Matto de Turner: los años de su apoyo al
Gobierno de Andrés A. Cáceres y su actividad intelectual
durante su vida en Lima.
Durante estos años Clorinda Matto fue víctima de ex-
comuniones, censuras y críticas de sus detractores. Todas
las actitudes hacia ella nos van dibujando una imagen a
partir de los estereotipos que afectaban a las mujeres es-
critoras de la época y que se encuentran presentes en la
prensa periódica.
El caso de Clorinda Matto nos ayuda a comprender
cómo eran percibidas las mujeres que se dedicaban a la
política en los años finales del siglo XIX.

PALABRAS CLAVE
Clericalismo, género, Lima, mujeres, prensa

ABSTRACT
This paper focuses on a little-known period of Clorinda
Matto de Turner’s life: her years of support for the gover-
nment of Andrés A. Cáceres and her intellectual activity
during the time she spent in Lima.
During those years, Clorinda Matto fell victim to ex-
communication, censorship, and the criticism leveled by
her detractors. The positions taken against her paint a
picture of the stereotypes affecting women writers of the
time, which were reflected in the press of the period.

1 Es historiador y gestor cultural en la Municipalidad Metropolitana de Lima. Parque de la


Exposición. El jardín de Lima (Munilibros) es su más reciente publicación.

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 133


Juan José Pacheco Ibarra

The life of Clorinda Matto helps us understand how wo-


men who engaged in politics during the late nineteenth
century were perceived.

KEYWORDS
Clericalism, gender, Lima, women, press

Introducción
En el siglo XIX hicieron aparición en la escena las primeras generacio-
nes de escritoras peruanas. Clorinda Matto de Turner fue una de ellas. Sus
novelas tuvieron gran acogida; sin embargo, generaron gran polémica en
el mundo intelectual del siglo XIX. Su posición frente a la Iglesia católica,
su abierto apoyo al Gobierno de Andrés A. Cáceres y su enfrentamiento
con escritores de la época le trajeron muchas dificultades que finalmente
la condujeron al autoexilio en Argentina, donde falleció en 1910.
Los años en Lima fueron los más intensos en su vida política y literaria,
pero también los menos estudiados. En este artículo abordaremos algu-
nos aspectos de su vida entre 1890 y 1895, tratando de comprender cuál
fue su situación como escritora en un ambiente dominado por hombres.

Clorinda Matto de Turner en Lima


Clorinda Matto llegó a Lima el 28 de febrero de 1877, para concurrir a
las veladas literarias de Juana Manuela Gorriti. Posteriormente, regresó al
Cusco, donde quedó viuda en 1881.
En setiembre de 1883 viajó a Arequipa para asumir la dirección del
periódico La Bolsa. El ambiente conservador arequipeño y el bajo sueldo
que recibía la alejaron de esta ciudad. Clorinda Matto le escribió a Ricardo
Palma (1885) diciendo que era difícil vivir en ese lugar.
Aquí no se puede vivir: existe un espíritu de envidia tan marcado, y
una prevención para todo lo que sea del Cusco, que las hace insopor-
tables a los arequipeños tan fanfarrones y vanidosos2.
Como ha indicado Rocío Ferreira:
El 3 de junio de 1886, una vez que Andrés Avelino Cáceres sube a la
presidencia, Clorinda Matto se traslada de Arequipa a Lima, donde
residió por un periodo de nueve años. En este periodo, la escritora
defendió con convicción el Partido Constitucional que dirigía el nue-
vo líder (Ferreira, 2006, p. 5).

2 Biblioteca Nacional del Perú, Archivo Ricardo Palma. Carta de Clorinda Matto a Ricardo
Palma.

134 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


La escritora y sus detractores:
Clorinda Matto de Turner (1890-1895)

Matto de Turner viajó a Lima con la esperanza de encontrar un lugar


para llevar a cabo sus proyectos literarios y donde la sociedad conserva-
dora no fuera tan agresiva con su obra. Desde ese momento, la relación de
la escritora giraría en torno a dos grupos sociales considerados inferiores
o menores de edad: las mujeres y los indígenas.

El Perú Ilustrado (1889-1892)


Clorinda Matto de Turner asumió la dirección del semanario El Perú
Ilustrado el 1 de octubre de 1889. Durante esos años publicó Aves sin nido
y se convirtió rápidamente en una de las novelas más leídas de la época.
En el número 172 de El Perú Ilustrado fue publicado el cuento «Mag-
dala», del escritor brasileño Henrique Coelho Netto, que por su contenido
polémico acerca de la vida de Jesucristo originó una ola de protestas entre
los católicos en Lima y otras ciudades del Perú.
El 3 de setiembre de 1890, la Iglesia católica decretó la excomunión de
El Perú Ilustrado. En las iglesias se ordenó a los feligreses no permitir la lec-
tura de esta publicación en los hogares cristianos. En Arequipa se tomaron
medidas más extremas. Como informa La Linterna:
[en] Arequipa, Cusco, Puno, etc., hicieron un auto de fe con el periódi-
co de Bacigalupi y con el retrato de su directora la respetable señora
Matto de Turner (La Linterna, 20 de setiembre de 1890).
En estas ciudades se organizaron meetings y reuniones donde se que-
maron ejemplares de El Perú Ilustrado. La presión del poder eclesiástico y
la población católica al final hizo ceder a los propietarios de esta publica-
ción.
En el Cusco, se convocó una reunión en la Unión Católica de esa ciu-
dad, para protestar y quemar El Perú Ilustrado y una efigie de la escritora.
Luego, la multitud se dirigió a destruir la casa donde había nacido. Esto
no ocurrió porque no se pudo identificar su residencia. El incidente fue
tan grave que se pensó sacar en procesión a la imagen del Señor de los
Temblores a manera de desagravio.
En julio de ese año, Peter Bacigalupi, propietario de El Perú Ilustrado,
pidió disculpas y rogó al arzobispo que se retirara la excomunión. Esta
actitud fue muy criticada por la prensa liberal, que consideraba a esto un
ataque a la libertad de pensamiento y una intromisión de la Iglesia en
asuntos públicos.
La excomunión produjo importantes pérdidas al semanario. Peter Ba-
cigalupi, propietario del El Perú Ilustrado, ofrecía el semanario a 20 centa-
vos, en lugar de 40 centavos, por los ejemplares atrasados desde el núme-
ro 172, sin el artículo «Magdala», para incrementar sus ventas.

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 135


Juan José Pacheco Ibarra

Por estas presiones Clorinda Matto de Turner tuvo que renunciar a la


dirección del periódico en julio de 1891.
El 10 de junio de 1891, el obispo de Huánuco levantó la prohibición
de la lectura de El Perú Ilustrado. El 31 de julio, también retiró la censura el
obispo de Arequipa, Juan Ambrosio Huerta.
En una carta dirigida al arzobispo, la exdirectora de El Perú Ilustrado
declaró no tener responsabilidad en este suceso, pues cuando se publicó
esa edición, ella no pudo ir a la imprenta por encontrarse enferma.
Por uno de aquellos errores inconscientes que frecuentemente ocu-
rren en las oficinas de los periódicos, apareció en nuestro número
172 el artículo que lleva este título, y que, publicado en La Razón de
Montevideo, nos fue enviado en recorte que reservábamos en nues-
tra carpeta para refutarlo, pues, no obstante de ser puramente fan-
tástico, notorias y comprobadas son nuestras convicciones religiosas
y es la primera vez que ocurre esto, debido en gran parte a varios días
de enfermedad de la directora sin que los propietarios del semanario
tengan participación alguna.
Hacemos esta rectificación con la hidalguía que impone la honrada
labor del periodismo.
Nota de la dirección (El Perú Ilustrado, 6 de setiembre 1890, p. 714).
Según Clorinda Matto, durante los días que estuvo ausente, el cuento
de Coelho Netto fue insertado sin su conocimiento por un empleado de la
imprenta, que fue despedido. En este incidente Clorinda Matto declaró no
estar en contra de la religión católica; indicaba además haber insertado
muchas veces en El Perú Ilustrado imágenes de sacerdotes, historias bíbli-
cas y comentarios de las autoridades eclesiásticas.
A pesar de que la escritora hizo su descargo, tuvo que dejar la direc-
ción de la publicación. En su lugar, se hizo cargo de la revista el propietario
Peter Bacigalupi, quien criticó a su antecesora por todo lo sucedido. El 7
de julio de 1891, fue retirada la excomunión mediante un decreto del
Arzobispado.
Palacio Arzobispal de Lima, 7 de julio de 1891
Vistas las razones expuestas en el presente recurso; y teniendo en
consideración la formal protesta hecha a nos y a los demás ilustrísi-
mos ordinarios de la república, por don Pedro Bacigalupi, en la que
no ofrece no editar en su periódico o semanario El Perú Ilustrado nada
contrario a Dios, a la religión católica, ni a la moral; y creyendo su-
ficiente el tiempo transcurrido de la prohibición de su lectura para
purgar la falta, por la que fue censurada; venimos en levantar esa
censura, que en 3 de setiembre del año próximo pasado impusimos
al referido semanario El Perú Ilustrado; quedando únicamente censu-
rada y prohibida la lectura del número 172, en el que se ofende a

136 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


La escritora y sus detractores:
Clorinda Matto de Turner (1890-1895)

la divinidad de Nuestro Señor Jesucristo en el artículo impío inserto


en él bajo el rubro de «Magdala» del que se abstendrán los fieles
sujetos a nuestra jurisdicción. Hágase saber y trascríbase a quienes
corresponda.
El arzobispo de Lima
Martínez, secretario
Además de la excomunión, El Perú Ilustrado tuvo que hacer frente a la
denuncia fiscal. Fue el famoso y cuestionado agente fiscal Amat y León
quien, paralelamente a la excomunión, denunció el artículo de Coelho
Netto. Ya era conocido que Amat y León simpatizaba desde siempre con
la causa católica. En 1893, el semanario La Tunda lo acusó de favorecer a
la causa católica, pues, según la denuncia, Amat y León fue en algún mo-
mento administrador del diario católico El Deber (La Tunda, 27 de mayo
de 1893).
El caso «Magdala» fue comentado por muchos diarios. Fue un tema
de polémica entre la prensa católica y la prensa liberal. Asimismo, dejó al
descubierto el poder de la Iglesia en asuntos de prensa. Se pudo ver tam-
bién que el Estado intervino en apoyo de la Iglesia a través de la denuncia
llevada por el agente fiscal Amat y León.
En este conflicto la prensa liberal se solidarizó muchas veces con Clo-
rinda Matto de Turner, pero no pudo hacer nada más que eso. El poder de
persuasión de la Iglesia católica en un tema en el cual tenía plena compe-
tencia por determinarlo así la ley de imprenta lo hacía un tema ajeno a la
discusión de la prensa.

La Equitativa (1892-1895)
A pesar del escándalo ocasionado por el cuento «Magdala», Clorinda
Matto de Turner continuó con sus proyectos. La formación de la primera
imprenta administrada y gestionada por mujeres fue uno de sus nuevos
anhelos. Así nació La Equitativa.
Circula la noticia de que, de la imprenta La Equitativa que gira bajo
la razón social Matto Hermanos, saldrá próximamente, convertido en
diario, el semanario o bisemanario titulado El Deber que publicaba en
los últimos años el presbítero, doctor don Alejandro Belando y Ban-
dini. No sabemos si el diario continuará la numeración del periódico
anterior o comenzará una nueva.
Según afirman otros, el doctor Belando ha vendido su propiedad so-
bre la cabeza o título El Deber a una empresa particular que se pro-
pone suprimir de dicho periódico la parte religiosa, al transformarlo
en diario, para dejarle solo el carácter político y literario que también
tenía antes.

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 137


Juan José Pacheco Ibarra

Por último, se nos dice que ha circulado un aviso-prospecto sobre El


Deber, pero nosotros no lo hemos visto (El Eco de Lima, 10 de marzo
de 1892).
De los talleres de esta imprenta, salió publicado el 17 de setiembre de
1892, el prospecto de Los Andes, bisemanario fundado por Clorinda Matto.
Los talleres de La Equitativa estuvieron ubicados en la calle Áncash 19,
frente al convento de San Francisco. Posteriormente se mudaron a la calle
Calonge (Cornejo, 2006, p. 268).
La aparición de Los Andes fue comentada por otros periódicos, con
cierta expectativa.
Asegúrase que la imprenta La Equitativa, traída recientemente del
extranjero e instalada en la calle de Desamparados, es obsequio he-
cho por el general Cáceres a la señora Clorinda Matto V. de Turner.
Felicitamos a la agraciada por la importancia y la significación del re-
galo, y al obsequiante por el acierto que tuvo al elegir una imprenta
para agasajar merecidamente a la ilustrada novelista cusqueña (El
Eco de Lima, 10 de marzo de 1892).
Sobre la historia de este periódico, Clorinda Matto se refirió en una
carta escrita a su amigo y maestro Ricardo Palma, el 9 de enero de 1893.
En setiembre fundé Los Andes, periódico destinado a provincias, don-
de ha tenido una acogida admirablemente satisfactoria. Ya usted
sabe las evoluciones políticas y el cómo hoy el partido del general
Cáceres se ha impuesto. La unión de Rosas y Valcárcel es una burla
que no ofrece consistencia y aquí «nadie» duda de que Cáceres será
el sucesor honrado y valiente. Como usted comprenderá, Los Andes
sirve al partido de Cáceres al que yo y mi familia hemos estado afilia-
dos desde 1882, en que comenzó a ser figura política, sin que nunca
hubiésemos variado de opinión. Cuando fundé el periódico, compa-
dre, hice de cuenta que salía a la calle en aguacero y que era inevi-
table el mojarse, mucho menos acá donde los paraguas no se usan.
Ya me han dicho zamba canuta porque dije que la ruina del país se
debía a don Manuel Pardo, a esa secreta alianza con Bolivia y que la
miseria de hoy era el legado del partido de los negros recuerdos. Sigo
adelante sin levantar moño. Ya los venceré con la constancia, con la
verdad y con el patriotismo (Arango-Keeth, 2012, p. 196).
Sus palabras demuestran un gran optimismo y una creencia firme en
sus principios. Todo esto pronto se estrellaría con la realidad. Escribir y me-
terse en política fue desventajoso para las mujeres de esta época, pues se
ponían al mismo nivel de los hombres, dentro de un terreno dominado
por ellos.

138 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


La escritora y sus detractores:
Clorinda Matto de Turner (1890-1895)

Los ataques de sus enemigos


Desde la campaña de la Breña, Cáceres fue visto como un líder provin-
ciano dirigiendo una tropa de indígenas mal uniformados. El escritor José
Gálvez Barrenechea alguna vez recordó que los soldados de Cáceres fue-
ron conocidos por oler a las tres p: pisco, pezuña, pólvora (Gálvez, 1921,
p. 255).
El Partido Constitucional fue visto como un grupo de indígenas desa-
daptados, con uniforme y que no hablaba bien el castellano. La imagen
del soldado era la del ignorante que no sabía leer ni escribir, que se embo-
rrachaba y causaba escándalos todo el tiempo.
De esta manera fueron vistos los colaboradores de Cáceres. Así, Clo-
rinda Matto se transforma en «Clor-india» o «Clorenda»; su nombre será
escrito y mal pronunciado. La prensa anticacerista, promovida por la opo-
sición al Gobierno de Cáceres y Morales Bermúdez, lanzó insultos racistas
contra la escritora. Aquí se menciona a varios periódicos como El Bisturí, El
Barbero y la Falsa Tunda.

Mi plata vieja jamona


A costa de mis dineros
¡publicas hojas inmundas!
Y echas a los basureros
Bisturíes y barberos
Y falsificadas tundas.
No me adules, mula zarca,
la más grande entre las grandes
que pastan en la comarca:
yo lo que quiero es tu arca,
no tu pasquín de Los Andes.
(El Chispazo, 29 de abril de 1893).

En la sección titulada «Pequeñeces» del semanario La Idea, aparecen


constantemente varos insultos racistas contra la escritora.

El club Vanguardia piensa abrir un concurso para estudiar el me-


jor tinte que vuelva negras las patillas blancas del general.
Premio: una de las novelas realistas de la señora Matto.
(La Idea, 3 de noviembre de 1892).
Pequeñeces
Los editoriales de Los Andes:
Dilución de servilismo, procacidad, estolidez y... quechua.
(La Idea, 24 de noviembre de 1892).

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 139


Juan José Pacheco Ibarra

Pequeñeces
En Los Andes, nos dice un suscritor, que leyó esta frase del discurso
del joven (de 40 años) Garrido Mendivil:
¡Aca... chisun!
Al oírla, recordó conmovido el general, el olorcillo de los soldados
de la Breña...
Quechua, por quechua, ilustre escritora realista!
(La Idea, 24 de noviembre de 1892).
Pequeñeces
Futura novela realista de la señora Matto:
La servilleta de la Rábida.
(La Idea, 22 de diciembre de 1892).
Pequeñeces
Nueva novela realista de la señora Matto:
El gran proceso de la legislatura de 1892.
Ni Aves sin nido, ni Índole, ni La servilleta de la Rábida.
(La Idea, 14 de enero de 1893).

En el semanario político, satírico e ilustrado La Cachiporra, aparecido


desde diciembre de 182, encontramos versos como estos.

Romero y flores
Tú siempre serás, querida,
por tu cara estrafalaria,
farolillo de botica;
por tu cuerpo, boticaria;
por eso todos conocen,
al saber tu afán nocturno,
que no eres torno, Clorindia,
sino Clorindia de Turno.
(La Cachiporra, 15 de diciembre de 1892).

La escritora es llamada «Clorindia de Turno», resaltando su carácter in-


dígena y su apoyo al gobernante de turno.
Los mayores insultos llegarían del semanario El Leguito Fray José, publi-
cación aparecida desde febrero de 1893, y La Tunda, grandes enemigos de
Cáceres y el Partido Constitucional.
En 1893, el director de El Leguito Frai José, Estanislao Bravo, y uno de
sus trabajadores fueron atacados en abril de ese año. La publicación fue
clausurada en junio de 1893. También Manuel Belisario Barriga, director
de La Tunda, sufrió varios atentados contra su vida por parte de los segui-
dores de Cáceres.

140 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


La escritora y sus detractores:
Clorinda Matto de Turner (1890-1895)

En El Leguito Frai José, una de las secciones más satíricas de este perió-
dico era «Cordonazos». Allí se criticaba a los partidarios de Cáceres. Al re-
ferirse a Los Andes, se le señaló como un periódico escrito por ignorantes.

Cordonazos
Un literato de a ciento en carga consultaba a otro ídem.
—Hasta con h, ¿qué parte de la oración es?
—Sustantivo, contesta el interrogado.
—¿Y asta sin h?
—Adverbio, ¡hombre!, ¿qué, no lo sabía usted?
Después de un momento, rascándose la cabeza dice el mismo:
—Pienso escribir para Los Andes de doña Clorenda Mato.
(El Leguito Frai José, 19 de mayo de 1893).

En La Tunda, semanario anticacerista publicado por Manuel Belisario


Barriga desde enero de 1893, encontraremos:

A destajo
La de las Aves sin nido
Buscando siempre alguna ave...
Al compás de ese quejido
Con que destroza el oído
Desde que le falta clave...
(La Tunda, 4 de marzo de 1893).

La amistad entre Matto de Turner y el general Andrés A. Cáceres era


bien conocida por todos, por eso siempre se sugirió malintencionada-
mente que existía algo más. Esto fue publicado en el semanario La Cachi-
porra, donde se sugiere una extraña relación entre el héroe de la Breña y
la escritora.

Clorinda del alma mía


responde a tu enamorado:
a ti te han dado a la imprenta
o a ti la imprenta te han dado...?
(La Cachiporra, 15 de diciembre de 1892).

En el semanario El Cáustico, dirigido por Rodrigo Nicolás Herrera, pu-


blicado desde abril de 1893, se sigue atacando a Matto de Turner:

Chismografía
Clorinda la de las aves
Tiró... con el general
Un cachito. Ya lo sabes,

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 141


Juan José Pacheco Ibarra

Y una copa de cordial.


(El Cáustico, 13 de abril de 1893).

Otro tipo de insultos contra Clorinda Matto de Turner fueron dirigidos


a su obra literaria. Matto fue muy valorada por los literatos de la genera-
ción romántica del siglo XIX, y fue amiga de Ricardo Palma y el grupo que
frecuentaron las veladas literarias.
Pedro Paz Soldán y Unanue, conocido por el seudónimo de Juan de
Arona, detestaba a las escritoras, luego que Mercedes Cabello le arrebató
el primer puesto del concurso convocado por el Ateneo de Lima con su
novela Sacrificio y recompensa.
Este escritor, como muchos en su época, consideraban que escribir no
era un oficio de mujeres y mucho menos hablar de política, pues este era
un tema de conversación masculina que pertenecía a la esfera pública,
mientras los temas femeninos estaban relacionados con la esfera privada,
es decir, la mujer podría hablar y escribir de todos los temas domésticos
y sentimentales.
En marzo de 1892, apareció un comentario publicado en El Chispazo,
publicación dirigida por Juan de Arona.

La Equitativa
Con este nombre se ha abierto un nuevo establecimiento tipo-
gráfico en la calle de los Desamparados, en la misma en que mo-
ran, residen o despachan los pobrecitos que componen el Poder
Ejecutivo, que como ustedes saben se mueren de toda clase de
desamparo.
Hasta aquí no hay nada de particular.
Y aún podríamos decir con el otro, aludiendo a la nueva imprenta:
¡que haya un cadáver más que importa a Lima!
Pero es el caso que, según el prospecto y un muestrario de im-
prenta como de 20 páginas que se han repartido al público, el
nuevo plantel de rechinar va a ser servido por... señoras.
Instintivamente hemos echado mano al frac y los guantes, lo que
va a ser un embarazo para los marchantes que carezcan de estos
adminículos, o que no estén de humor de ponérselos al ir a con-
tratar una impresión.
Las otras imprentas se llamarán ahora, lógicamente servidas por
señores.
Lo que va a desterrar de los talleres los géneros hombre y mujer.
Desde que oímos hablar del proyecto de establecer una imprenta
servida por mujeres... eso será en parte.

142 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


La escritora y sus detractores:
Clorinda Matto de Turner (1890-1895)

Y volviendo a lo de señoras, que se vaya a otra parte. A hacer jue-


go con lo de caballeros en las estaciones ferrocarrileras.
Admitiendo que todas las actuales o futuras tipógrafas de La
Equitativa sean todo lo señoras que se quiera, una vez que en-
tran a cajistas, deben guardarse para cuando vuelvan a su casa
un tratamiento que, en el taller, produce el mismo mal efecto que
en el mon épouse de los porteros de París, en donde la gente más
encopetada dice ma femme.
No olvidar que un grande que es España se expresa de igual
modo cuando habla de la suya: mi mujer.
Y que en el nobilísimo lenguaje de la Biblia se la llama mulier, mu-
jer, a la mismísima María.
A menos que la fundadora de la nueva imprenta, nuestra distin-
guida amiga la señora doña Clorinda Matto de Turner, no tenga
alguna razón particular que El Chispazo no alcanza ni a chamus-
car.
El muestrario contiene toda la nitidez y variedad de letras que
debe esperarse de una imprenta nueva.
Porque los tipos de plomo, como los de carne y hueso, tienen
también su belleza del diablo.
No hay quince feos.
La idea de nuestra amiga es una novedad... cuando menos poé-
tica.
Y merece prosperar (El Chispazo, 12 de marzo de 1893).

Clorinda Matto quiso entablar una polémica con Juan de Arona, pero
sus amigos le aconsejaron que no le hiciera caso. Sobre esto comentó la
escritora con Ricardo Palma en una de sus cartas de 18933.
Aquí no falta perro que ladre de envidia. Juan de Arona ha estado
machacándolo en El Chispazo. Yo le quise contestar, pero los amigos
me han dicho que es darle suma importancia, porque el tal Chispazo
no pasa de las murallas de Lima donde tanto conocen a Arona, el
maldiciente por temperamento.
La escritora también fue acusada por sus detractores de haber plagia-
do obras de otros autores. En La Tunda se mencionó este tema.

A destajo
Y ya que hablo de esta poetisa.

3 Biblioteca Nacional del Perú. Colección Ricardo Palma. Carta de Clorinda Matto de Turner
a Ricardo Palma.

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 143


Juan José Pacheco Ibarra

En el último número de Los Andes he leído una composición suya


titulada «Dos autógrafos», que si no me equivoco de medio a me-
dio es un plagio entero y verdadero de la otra de Enrique Heine
a Inés.
Lo siento por la dueño del álbum en que se escribió el plagio (La
Tunda, 19 de agosto de 1893).

Nótese que la escritora es tratada como «la dueño», nuevamente po-


niendo su género en oposición a su oficio. A esto también hace referencia
una «pequeñez» del semanario La Idea.

Pequeñeces
Exclaman Los Andes:
«¡Tacna! la tierra de Vigil, de Zela, de Cáceres...».
¿Comería fuerte el redactor, macho o hembra?
(La Idea, 7 de enero de 1893).
Pequeñeces
La prima del 10 de noviembre
Madama la directora
del periódico Los Andes,
de mole... demoledora
y de propósitos... grandes:
esa Prima, aunque uste gima
la pena que llaman negra,
no tuvo nada de prima,
pero sí mucho de suegra.
(La Idea, 1 de diciembre de 1892).

Clorinda Matto no respondió a estos ataques y en todo momento


mantuvo una línea circunspecta. Los editores de La Idea, uno de los sema-
narios que más la atacaron, negaron en todo momento llevar una campa-
ña contra la escritora.
Pero nada hemos hallado que signifique, ni remotamente, una afir-
mación de la especie que ha desatado iras de la autora de Aves sin
nido y de los Elementos de literatura para el bello sexo; verdad que,
al hojear nuestros números, procedimos con rapidez que disculpan
nuestras atenciones. He ahí la manera como sirven Los Andes a su
público. Nuevo Don Quijote, el colega de La Equitativa, entretiene la
soledad de su existencia, forjándose ataques imaginarios a su Dulci-
nea de espuelas y patillas.
Y es curiosa, por decir lo menos, la defensa de Los Andes (La Idea, 21
de enero de 1893).

144 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


La escritora y sus detractores:
Clorinda Matto de Turner (1890-1895)

De la misma forma, La Tunda acusaba a la directora de Los Andes de


iniciar una polémica con enemigos imaginarios.
Burilando
¿Por qué se nos ha venido encima, en su periódico Los Andes, la
señora De Turner?
Manos blancas no hierran, señora, y, además, si usted en lugar
de venir por encima lo hubiera hecho por abajo, ya le habríamos
contestado...
Samanamú (La Tunda, 4 de marzo de 1893).

«Manos blancas no hierran»: esta frase encierra una doble moral ma-
chista. Se ataca a una escritora como si fuera un varón y se le niega la
facultad de responder bajo los mismos términos masculinos, a riesgo de
perder su femineidad.
Si bien Clorinda Matto fue tratada con el respeto que se merecía una
señora, el hecho de intervenir en un espacio predominantemente mascu-
lino en cierta forma la masculinizaba. Como ha señalado Carolina Ortiz:
«En este tránsito, mujeres como Clorinda Matto fueron apropiándose del
saber que pertenecía básicamente al mundo masculino» (Ortiz Fernán-
dez, 2007. p. 383).
Esta era una gran limitación que tuvieron las primeras escritoras de
esta época como Mercedes Cabello y Clorinda Matto. Sobre esto Fanny
Arango ha señalado:
Durante su vida, Matto de Turner es sujeto de una triple discrimina-
ción dentro del espacio público: una por ser provinciana, otra por ser
mujer y escritora y la tercera por ser un sujeto crítico dentro de la so-
ciedad peruana patriarcal del siglo XIX (Arango-Keeth, 2012, p. 197)
También ha opinado sobre esto Emma María Mannarelli.
Mi impresión es que en la destrucción de las imprentas que poseían
y dirigían las mujeres se expresan los amenazados poderes privados,
en la medida en que estas simbolizaban la ampliación de las fronte-
ras de la cultura pública, lo que a su vez suponía una redefinición de
los poderes patriarcales (Mannarelli, 2002, p. 82).

Haciendo leña del árbol caído


Ser una de las principales partidarias del general Andrés A. Cáceres le
ocasionó graves consecuencias a Clorinda Matto. En 1894, durante la en-
trada de las tropas de la coalición lideradas por Nicolás de Piérola, fueron
saqueadas y destruidas la casa y la imprenta de Clorinda Matto. Por esta
razón se vio obligada a abandonar el Perú y marchar al exilio en Argentina.

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 145


Juan José Pacheco Ibarra

El Leguito Frai José, uno de los periódicos anticaceristas clausurados


por el decreto del 22 de junio de 1893, reapareció luego de la caída del
Gobierno de Cáceres. Sus escritores tenían un profundo odio por los ca-
ceristas y los atacaron durante su camino al exilio. Un verso titulado «Aves
sin nido», que imitaba a las rimas de Gustavo Adolfo Bécquer, decía:

Aves sin nido


Aves sin nido. Ya rotas
Las alas, no volarán,
Y así por la tierra van
Arrastrando sus derrotas...
Todas se calzan las botas,
todas se alistan a huir,
todas pretender lucir
sus garbos y sus donaires.
¿Que ya empiezan a ir?
Pues velas y... buenos aires
Rompe testas.
(El Leguito Frai José, 1 de junio de 1895).

El Leguito Frai José publicó algunas caricaturas donde no dejaba de


burlarse de la escritora. Se ve a Clorinda Matto llevando su periódico Los
Andes como si fuera un delantal. En la mano sostiene una pluma. A su
lado, aves con cabezas de conocidos personajes entre los que podemos
distinguir a Andrés A. Cáceres, Justiniano Borgoño, Andrés Avelino Aram-
burú, entre otros, vuelan a su alrededor. Es una alegoría al exilio de Clorin-
da Matto en Buenos Aires.
La caricatura titulada «Triste final de los caceristas» muestra a Clorinda
Matto con sus «aves sin nido» dando lastima. También se ve al director de
La Opinión Nacional alquilando un bacín que lleva su nombre. Apareció en
El Leguito Frai José el 22 de mayo de 1895.
Otra caricatura titulada «Matrimonio de alta política», aparecida en El
Leguito Frai José el 29 de agosto de 1895, muestra a Clorinda Matto de
Turner vestida de novia, en el altar, a punto de casarse con el director de La
Opinión Nacional, Andrés Avelino Aramburú. Una clara alusión a la prensa
cacerista. En la viñeta también aparece Cáceres, que actúa como sacer-
dote, y a un lado, como padrino, Antonia Moreno de Cáceres, que lleva
un melón en la mano, haciendo alusión a la forma en que la llamaron sus
enemigos: la Melonera o la Rabona Antuca.
A pesar de que Clorinda Matto estaba fuera del Perú, los ataques de
sus enemigos continuaron por mucho tiempo más.

146 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


La escritora y sus detractores:
Clorinda Matto de Turner (1890-1895)

Cordonazos
¡Lo que es el fenómeno psicológico de la asociación de las ideas!
Por doña Fabiana me acuerdo de doña Clorinda.
Hablo de la señora Matto de Turner, la que andaba por Los Andes.
¿Aprendería esta el inglés que estaba estudiando para emigrar a
los Estados Unidos si Cáceres perdía?
Tengo curiosidad por saberlo.
(El Leguito Frai José, 25 de abril de 1895).

Entre estos ataques lanzados durante su ausencia, se llegó a acusarla


de haber recibido dinero del Gobierno de Cáceres.

Cordonazos
Dícennos que en los últimos días de la dictadura se entregó dos
mil soles a la señora Matto de Turner como subvenciones adeuda-
das por la publicación de Los Andes.
Con razón se llevó el diablo al dictador.
Gastaba en periódicos lo que debía servir para dar de comer a su
tropa.
¡Qué bárbaro!
(El Leguito Frai José, 10 de abril de 1895).

Otro de los rumores propalados por El Leguito Frai José acusaba a Clo-
rinda Matto y su hermano el doctor David Matto de haber ayudado a los
caceristas durante el ataque contra las tropas de la coalición en marzo de
1895.

Cordonazos
De la casa de los hermanos Matto (doña Clorenda y el médico)
hicieron, como todo Lima sabe, nutrido fuego sobre los coalicio-
nistas.
Esos hermanos hicieron subir a sus altos (calle de Calonje) a varios
soldados caceristas, que, sin ser vistos, por las ventanas que dan
al techo y agazapados en este, disparaban sobre la vecina torre
de San Agustín y demás posesiones inmediatas, ocupadas por los
restauradores.
Terminado el combate, una comisión fue a indagar quiénes ha-
bían sido los autores de tanto fuego, y, en pago de la cortesía y
buenos modales de los comisionados, el doctor David Matto ha
forjado la torpe e increíble especie de que estos le robaron 160
soles (El Leguito Frai José, 4 de mayo de 1895).

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 147


Juan José Pacheco Ibarra

Durante el ataque a la iglesia de San Agustín, una de sus torres, que es-
taba siendo construida, fue seriamente afectada por disparos de artillería.
Se ha mencionado muchas veces que la casa de Clorinda Matto fue
atacada por las tropas de la coalición nacional por haber sido colabora-
dora de Cáceres. Si lo que afirma El Leguito Frai José era cierto, entonces el
ataque a la casa de la escritora y la destrucción de su imprenta también
fue motivado por haber sido utilizada para atacar a las tropas pierolistas.
Luego de la caída del Gobierno de Cáceres y sus seguidores, nadie de-
fendió a la escritora. Incluso su amigo Ricardo Palma, en una carta a Lola
Rodríguez de Tió, se refirió a la situación de su amiga Clorinda:
Clorinda Matto, después de la caída del Gobierno de Cáceres de
quien era ella muy partidaria, ha creído que le convenía emigrar y
hoy se encuentra en Buenos Aires. Mucho aconsejé a mi queridísima
comadre Clorinda que no se mezclara en política. Pero me desaten-
dió. Editó un periódico para defender algo que no admitía defensa
(Palma, 1968, p. 31).
Palma creía que Clorinda Matto podría volver al Perú luego que la si-
tuación política se tranquilizara con la llegada de Nicolás de Piérola a la
presidencia. Sin embargo, se equivocó y Clorinda Matto moriría lejos de
su país en 1910.
Desde su exilio en Buenos Aires, Clorinda Matto vivió una vida holga-
da, donde pasó momentos difíciles; a pesar de eso, siguió con sus tareas
literarias. Lejos de su tierra, lo que más extrañaba era a sus sobrinos y a su
hermano, el doctor David Matto. Su visión acerca de la situación del Perú
era pesimista y creía que la crisis del Perú continuaría con la llegada de
Nicolás de Piérola al Gobierno. En una de sus cartas4 a Ricardo Palma, de
mayo de 1895, la escritora comenta:
Bien me decía usted en una carta que ni Cristo compondrá nuestro
país. La descomposición social es tan grave como la degeneración de
la sangre. Desde esta distancia veo las cosas más claras y no cosecho
más que la tristeza porque el futuro de nuestro país es peor que el
de la Polonia.
Reflexiones finales
Las escritoras peruanas del siglo XIX fueron mujeres que tuvieron
grandes obstáculos para dedicarse a este oficio. La vida de Clorinda Matto
en Lima nos muestra cuáles fueron los prejuicios y dificultades que la ro-
dearon por ser mujer.

4 Biblioteca Nacional del Perú. Colección Ricardo Palma. Carta de Clorinda Matto de Turner
a Ricardo Palma.

148 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


La escritora y sus detractores:
Clorinda Matto de Turner (1890-1895)

En el incidente «Magdala» se puede ver la condena pública de la Igle-


sia católica y la protesta de otras mujeres contra la escritora por haber
dado a publicidad un escrito considerado anticlerical.
A pesar del apoyo de algunos colegas, quienes salieron en su defensa,
la intervención de la Iglesia católica fue contundente. Era una época en
que la Iglesia gozaba de gran poder, al haber tomado el papel de pro-
tectora espiritual de muchas mujeres que habían quedado desamparadas
por la guerra.
Cuando Matto de Turner fundó la imprenta La Equitativa, fue otro mo-
mento conflictivo, al anunciarla como una imprenta atendida por damas.
A fines del siglo XIX se consideraba que una mujer no podía hacerse cargo
de este tipo de industria, reservada para los hombres.
Durante los años que vivió en Lima conoció de cerca los excesos co-
metidos por la pugna entre la prensa que representaba a los caudillos po-
líticos. Cuando llegó a Lima, Clorinda Matto se dedicó a la vida literaria,
y sobrevivió gracias a modestos trabajos y la protección de su hermano
David. Luego del incidente de «Magdala» y la publicación de sus novelas,
la escritora fue interesándose más en la política.
Esto le ganó muchos enemigos que luego la atacaron cuando un hubo
un cambio del régimen político.
Siempre se ha idealizado a Clorinda Matto de Turner como una pre-
cursora del movimiento femenino en nuestro país. En la realidad, según
el propio relato de la escritora, ella sobrevivió en el desamparo luego de
quedar viuda. El negocio que le dejó su marido quebró debido a las deu-
das que le produjo la Guerra del Pacífico. Sobrevivió trabajando en un pe-
riódico de provincia, donde le pagaban muy poco.
El famoso incidente de «Magdala» que ha sido exaltado como un epi-
sodio polémico de su vida, no lo es en realidad, pues la escritora evadió
en todo momento su responsabilidad en este acontecimiento y mostró
sumisión frente al predominio del clericalismo de la época.
En el fondo, era una mujer de su época, que trató de incursionar en
un mundo dominado por hombres. Tenía una profunda emoción social y
gran optimismo. Creía en el proyecto político de Cáceres, pero fue víctima
de la inestabilidad que se vivió luego de la derrota del Perú en la Guerra
del Pacífico.

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 149


Juan José Pacheco Ibarra

ANEXO 1. MAGDALA

Brillaba el largo peristilo de mármol, iluminado por los candelabros ro-


manos y por las trípodes griegas, donde de instante en instante vertíanse
patenas de oro llenas de cinamomo y alve. Una fuente aromática borbo-
taba en un estanque de jaspe un chorro que lloraba y caía en hilo finísimo
de cascada como lágrimas de flor. Subía ledo el humo de los incensarios y
de instante en instante salía de entre las columnas del fondo un africano
con escudo en la cabeza y lo vertía bruscamente, tapizando el mármol de
rosas y de lirios de Ghilbóe.
Jóvenes de Samaria, vestida como sacerdotisas con el kithonel de seda
color de oro, cayendo hasta las rodillas, el largo cinturón de lino, en los
pies las babuchas salpicadas de topacios y sardónicas, y en la cabeza, opri-
miendo los negros cabellos, la mitra igual a la de Isis, sentadas en mullidos
cojines de lana de camello con los diminutos kennors hebreos al cuello,
cantaban una serenata de amor lánguida y deliciosa; otras, acostadas con
los pechos desnudos expuestos a la luz en una evidencia blanca y corali-
na, besaban los picos de las tórtolas, en alto y lujurioso solio, lecho en la
forma, trono en la convención.
María de Magdala, desnuda, con un velo transparente apenas envuel-
to al vientre, sofocaba los precipitados movimientos de su moreno cuello,
y ahogaba los continuos suspiros que le subían a la garganta. A su dere-
cha y a su izquierda dos esclavas inmediatas A su lecho la incensaban, y
atrás dos le hacían aire con enormes abanicos. Ella, sin embargo, distraída,
poco se ocupa de lo que en torno de ella se agitaba; sus grandes ojos ne-
gros no se separaban del pórtico y el más mínimo movimiento del eunuco
que guarda la entrada le agitaba un estremecimiento nervioso y su boca
roja como la flor del cactus se entreabría como para desabrochar un beso.
Gemían las arpas cada vez más tristes y solo interrumpía aquel con-
cierto melancólico el alerta áspero y duro del centinela que vigilaba en la
torre de Makeros.
En el fondo del huerto donde se abrían los lirios y las rosas cantaban
los cisnes apasionados.
Noche nupcial enervante y muelle, en la voz fatigada de los montañe-
ses que trillaban los caminos aún caliente, habían un lánguido pedido de
besos, el balido de las ovejas en medio del silencio era como un estribillo
amoroso de ditirambo, todo participaba de la influencia del último mes,
el fuerte, el cáustico, el abrasador mes del sol; en los vecinos montes de la
ciudad los bárbaros Kamaneos conservaban las hogueras y de cuando en
cuando un grito agudo cruzaba silbando, como el graznido de las cigüe-
ñas que huyen en las borrascas; era el evohé salvaje de los pastores.

150 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


La escritora y sus detractores:
Clorinda Matto de Turner (1890-1895)

Un gong vibró afuera, en el jardín, entre los mirtos en flor, las sama-
ritanas dejaron caer los Kinnors, los abanicos y los incensarios pararon,
todas las miradas volviéronse hacia la sombra: Magdala llevando la mano
al pecho, inclinose ansiosamente para ser la primera en divisar al amado...
Hízose un silencio grave, solo lo interrumpió el eunuco que vigilaba entre
las dos columnas, agitando por tres veces su largo alfanje y diciendo con
una voz gangosa como la de los fariseos:
—El tetrarca!
—¡No! ¡No! —gritó imperiosamente Magdala—. ¡No lo recibo! ¡No!
¡Corran las cortinas! Corran las cortinas! No lo recibo! No lo recibo!
En el mismo instante, desenrollose del techo una onda solferina raya-
da de oro, y el pórtico cerrose por una gruesa cortina bordada en relieve
con un paisaje de Moab, campo, río y un cielo sin color por donde volaba
una bandada de águilas.
—¡No...! ¡No...! —continuó la Magdala—. No lo recibo.
Y nerviosa y frenética, dejose de nuevo caer en su espacioso lecho,
ordenando con un gesto a las jóvenes de Samaria y a las esclavas que vol-
viesen a empezar. Sonaron los kinnors y los abanicos y los incensarios pu-
siéronse de nuevo en movimiento.
María de Magdala no pudo contener sus lágrimas —la luna estaba
muy alta, y se había extinguido las voces en el vecino campo— la ciudad
se había cerrado... y él, su amado, lejos tal vez en un sitio inculto o entre la
plebe que habitaba la margen del lago de Generzareth.
Iba a levantarse, para salir tal vez, sin destino, sola, por medio de los
prados, en busca del preferido de su corazón, cuando el gongo vibró de
nuevo.
Irguiose, el cendal que cubría su vientre aflojó y cayó enrollado a sus
pies, formando un pequeño pedestal de gasa, y ella desnuda, firme, con la
mirada fija en la pesada cortina, esperó que el eunuco acudiese, y anun-
ciase al recién venido.
No fue larga su espera. La cortina onduló, y la cabeza negra del cen-
tinela, surgió de entre las franjas, lanzando hacia el gineceo él anunció:
—¡Jesús!
El pudor la venció. Inclinose rápida para coger la gasa y se envolvió en
un instante y riendo se dejó caer en los cendales del ancho lecho y enco-
giéndose cubriose dejando apenas la cabeza libre en la que se manifesta-
ba la ansiedad y cuyos ojos brillaban con fulgor de astros.
Volvió a ondular de nuevo el pesado paño de peristilo y Jesús se pre-
sentó entre las blancas columnas de mármol de Pharos.

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 151


Juan José Pacheco Ibarra

Lo envolvía un amplio oba rayado de púrpura, tenía la cabeza desnuda


y calzaba sandalias de aguda punta, caíanle sobre los hombros relucientes
bucles de su negro cabello y su espesa barba le sombreaba el pecho, tenía
la túnica cribada de las espinas del camino y ostentaba en su diestra mano
un ramo de elvendro. La fuerte luz del interior le hirió la vista obligándole
a velar con sus párpados la dulce mirada, en la cual a fuerza de comunicar-
se con el cielo se notaba cierto brillo profético. Irguió la cabeza y descon-
solado y triste quedó un instante contemplando el velarium corrido que
escondía la luna y velaba las estrellas.
—¡Corran el velarium! ¡Corran pronto el velarium! —gritó Magdalena,
siempre encogida, pero sin apartar los ojos del Nazareno.
Como por encanto desapareció súbitamente el falso techo y el cielo
tranquilo, tachonado de estrellas, con la luna llena, blanca y resplande-
ciente en el zenit sustituyose a la seda; los perfumes silvestres tan amados
del profeta de los sencillos de corazón entraron profusamente. Él se detu-
vo para contemplarlo sereno, dulce, sonriente y si la voz de la enamorada
no le hubiese llamado, de seguro que habría permanecido de pie mirando
la noche y el país de su Padre, lejos en la azul esfera sembrada de astros.
—¡Jesús!
El Nazareno se volvió y confiado en la fortaleza de su corazón se ade-
lantó hasta el enorme lecho de María. Allí se detuvo y sus ojos fueron
poco a poco languideciendo denominados por la luz ardiente de los de
la concubina.
Un ruido se sentía a su alrededor, caía por momentos una voluptuosa
sombra, se dio vuelta para mirar y se encontró que la sala estaba desierta,
todos habían desaparecido, solo María de Magdala, encogida, lo miraba
sonriente, obligándolo a no separar sus ojos de ella.
Una mano invisible extinguía los trípodes de los ángulos.
—¡Jesús! —dijo Magdalena, con una especie de arrullo, extendiéndole
los desnudos brazos en un lánguido gemido.
Tomole ambas manos, atrájole cariñosamente e iba a besarle en la
boca, cuando un rugido feroz estalló en el silencio.
Ambos se estremecieron.
—¡Jerusalén! ¡Jerusalén! —repercutió la voz lejana—... Has de ser eter-
namente esclava... Esclava... Sierva has de ser por toda la eternidad, pan-
tano y lodo quedarás. ¡Jerusalén! ¡Jerusalén! ¡Llora si aún tienen lágrimas!
—Es la voz de Isaías que gime maldiciones... —murmuró Jesús, trému-
lo de emoción.

152 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


La escritora y sus detractores:
Clorinda Matto de Turner (1890-1895)

—No, amor... No es eso... Cerca de aquí queda la cárcel de Herodes...


En el fuerte de Makeros, esos gemidos son de allí... Es la voz del Bautista.
Quédate... Ocultémonos en nuestro amor, ¡bésame! ¡Bésame! ¡Bésame!...
Pero la voz se oyó de nuevo:
—¡Profecía de los fuertes! ¡Profecía de los fuertes! Jerusalén, has de
ser el prostíbulo del mundo... Vende las hijas, púdrete, miserable úlcera,
déjate roer por los gusanos. Charca, lodo heces... Muere, ¡seca al sol tu
estercolero!
—¡No! Y en un movimiento brusco Jesús se arrancó de los brazos de
la concubina, y loco, alucinado, presa de un santo delirio, se lanzó hacia
afuera y desapareció en medio de las sombras de la noche, mientras se oía
aún el eco lejano que repetía:
—¡Jerusalén! ¡Jerusalén! ¡Tierra de los fuertes, muere!
Y la Magdala, desnuda, mirando hacia su frente, extendió el blanco
brazo en dirección de Makeros y en una explosión de lágrimas, gritó tré-
mula de odio, mesándose los cabellos húmedos de bálsamo:
—¡Ladra! ¡Ladra! ¡Perro de Israel!
Y cayó de bruces, retorciéndose y balbuceando el nombre amado y
suave de Jesús.
Coelho Netto
(El Perú Ilustrado, nro. 172, 1890)

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 153


Juan José Pacheco Ibarra

ANEXO 2

Local de La Equitativa. El Perú Ilustrado, 14 de febrero de 1891, p. 1002.

«Aves sin nido». El Leguito Frai José, 22 de mayo de 1895, p. 3.

«Matrimonio de alta política». El Leguito Frai José, jueves 29 de agosto de 1895, p. 3.

154 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


La escritora y sus detractores:
Clorinda Matto de Turner (1890-1895)

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Recepción: 26/1/2018
Aceptación: 2/3/2018

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Desde el Sur | Volumen 10, número 1, Lima; pp. 157–175 | DOI: 10.21142/DES-1001-2018-157-175

Libertad de cultos o tolerancia religiosa:


anticlericalismo en el Perú (1900-1915)
Religious freedom or religious tolerance: anticlericalism in Peru 1900-1915
Robert Salazar Quispe1
Universidad Nacional Federico Villarreal, Universidad Nacional Mayor de San Marcos,
Universidad Nacional Tecnológica de Lima Sur
rsalazar@unfv.edu.pe/ rsalazar@untels.edu.pe

RESUMEN
La libertad de cultos, objeto de controversia a inicios
del siglo XX, fue una conquista que liberales y evangélicos
consiguieron el 11 de noviembre de 1915 ante el Congre-
so de la República del Perú. Sin embargo, este proceso se
fue gestando en toda la época republicana, desde que los
protestantes y evangélicos empezaron a tener presencia
significativa en el Perú. El avivamiento protestante del si-
glo XVII en Norteamérica fue el detonante principal para
el inicio del proyecto misionero y de labor espiritual en
América. Para el caso del Perú, esta labor se inicia en 1822,
con la presencia del misionero Diego Thomson. El proceso
del establecimiento de evangélicos y protestantes conti-
nuó durante todo el siglo XIX y la prédica del pensamiento
anticlerical latinoamericano se fue expresando paulatina-
mente en varias regiones del Perú, hasta lograr tener se-
guidores que buscaban la igualdad frente a la presencia
casi total de los católicos. La libertad de cultos se convirtió
así en un objetivo central del pensamiento liberal de ini-
cios del siglo XX y transformó la mentalidad recalcitrante
católica en aras de permitir la prédica evangélica en todo
el territorio peruano.

1 Docente universitario adscrito al Departamento de Humanidades de la Universidad Na-


cional Federico Villarreal, la Escuela de Estudios Generales de la Universidad Nacional Mayor
de San Marcos y la Universidad Nacional Tecnológica de Lima Sur. Historiador, especialista
en el proceso histórico cultural del Perú del siglo XX, enfocado en la historia local y regional,
así como en los procesos de desarrollo y crecimiento de los distritos limeños, mediante el
proceso de migraciones. Magíster en Docencia Universitaria con mención en Investigación.
Ha investigado sobre el aprendizaje autónomo y su relación con las tecnologías de la infor-
mación y comunicación (TIC). Actualmente desarrolla el proyecto de la «Historia de América
Latina», mediante la Revista del Siglo, donde se analiza el proceso histórico-social de América
Latina durante el siglo XX.

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 157


Robert Salazar Quispe

PALABRAS CLAVE
Libertad de cultos, tolerancia religiosa, anticlericalis-
mo, protestantes y evangélicos, liberales, misioneros

ABSTRACT
Religious freedom, still the subject of controversy at the
beginning of the 20th century, was a victory extracted by
liberals and evangelicals from the Congress of the Repu-
blic of Peru on November 11th 1915; however, the process
had begun during the early years of the republic, as the
presence of protestants and evangelicals began to grow.
The protestant revival of the 17th century in North Ame-
rica was the main catalyst for the launch of a missionary
project and spiritual work in the Americas; in the case of
Peru, such work began in 1822, with the arrival of the mis-
sionary Diego Thomson. The establishment of evangelical
and protestant communities continued throughout the
19th century, and the preaching of Latin American anticle-
rical thought spread gradually throughout several regions
of Peru, gaining a following who sought equality with the
overwhelming presence of the «Catholics». It was in this
context that religious freedom became a central tenet of
liberal thought during the first years of the 20th century,
leading to a transformation in hardline Catholic thinking
and the permitting of evangelical teaching throughout
Peruvian territory.

KEYWORDS
Religious freedom, religious tolerance, anticlericalism,
protestants and evangelicals, liberals, missionaries

Introducción
¡Nacimos indios, esclavos del cura, esclavos del gobernador, esclavos del
cacique, esclavos de todos los que agarran la vara del mandón!
Clorinda Mattos de Turner, Aves sin nido

En 2015, se celebró en el Perú el centenario de la libertad de cultos,


que significó una conquista de liberales y evangélicos, quienes buscaron
desde diversas posiciones cambiar la legislación estatal para permitir la
tolerancia religiosa. De esta manera, el 11 de noviembre de 1915 el Con-
greso de la República acordó modificar el artículo 4 de la Constitución,
que reconocía a la Iglesia católica como religión del Estado y que prohibía
el ejercicio público de cualquier otra religión. Mediante este artículo se

158 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


Libertad de cultos o tolerancia religiosa: anticlericalismo en el Perú (1900-1915)

suprimió la frase «y no se permite el ejercicio público de alguna otra» y


quedó establecida la libertad de cultos en el Perú. Esta conquista fue pro-
ducto de una larga historia anterior. Veamos sus fases y etapas.

La etapa de los precursores evangélicos (1824-1891)


La presencia evangélica en el Perú a inicios de la República responde
a dos procesos que ocurrieron en el mundo occidental. En primer lugar,
se relaciona con el avivamiento religioso protestante del siglo XVII en Es-
tados Unidos e Inglaterra, y al fenómeno de la expansión del capitalismo
europeo y británico en el siglo XIX y anglosajón y americano en el XX. Bajo
estos aspectos, el primer momento de la presencia evangélica correspon-
de a la llegada de Diego Thomson al país en 1822.
Diego Thomson era un misionero bautista escocés que buscó introdu-
cir en el país el sistema de la educación lancasteriana2. Llegó a petición de
Bernardo Monteagudo y José de San Martín para organizar la educación
pública. Thomson organizó escuelas mixtas de educación popular con el
sistema lancasteriano en varios países del continente y el 19 de setiembre
de 1822, en el local del colegio de Santo Tomás, estableció una escuela
normal, donde se planteaba la estructura normalista.
No obstante, Thomson intentaba llevar a cabo un proyecto misionero
mayor. Mostraba un trabajo de promoción humana basado en el servicio y
la acción social, en el cual la separación entre trabajo «espiritual» y trabajo
«material» no tenía la rigidez ni la tensión que tuvo en un periodo poste-
rior en la historia de la Iglesia evangélica. De esta manera se coloca como
el primer protestante que actuaba libremente en el país.
el primer protestante que actuó libremente en el Perú fue el escocés
Diego Thomson. Este fue un personaje carismático que a pedido de
San Martín llegó a Lima para implantar el sistema lancasteriano. Bo-
lívar, convencido de que este era el «único método para promover
pronta y eficazmente la instrucción pública» dio su pleno apoyo a
Thomson en el establecimiento del sistema de Lancaster en el Perú.
Aun cuando Thomson pudo actuar con libertad, sus actividades
no estuvieron exentas del acoso del clero, pero él supo retirarse a
tiempo del escenario y los que le sucedieron en la tarea protestante

2 El método lancasteriano es atribuido a José Lancaster (1799-1938). Consistía en la educa-


ción mutua y monitorial. Se escogía a los alumnos más avanzados para ser utilizados como
monitores frente a otros alumnos. Se trataba de un sistema multiplicativo, de coste barato
y que permitía una rápida alfabetización. Era la sensación en Inglaterra y los Gobiernos lati-
noamericanos, liberales, decidieron importarlo al Perú. La British & School Society era la or-
ganización internacional encargada de difundirlo, de modo que envió a Thomson a Buenos
Aires en 1818 para hacer tal labor. Como pastor bautista, la Iglesia de Edimburgo pagó los
pasajes a Thomson, que una vez en América continuó siendo subvencionado por los Gobier-
nos de Argentina y Chile, en cuyo país estuvo de 1821 a 1822, antes de llegar al Perú.

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 159


Robert Salazar Quispe

tuvieron que esperar décadas para tener cierta libertad real en el país
(Alomía, 1998).
De modo paralelo con el trabajo de educación, Thomson llevó a cabo
una gran labor misionera distribuyendo las Escrituras, primero como vo-
luntario y luego como agente de la Sociedad Bíblica Británica (SBB), y
extendiendo la evangelización en el Perú mediante la labor educativa,
durante más de 30 años. Contó con el apoyo paulatino de otros misione-
ros como Juan Ritchie, quien señala que «Thomson no era primeramente
pedagogo sino misionero» y su mensaje era la afirmación del cristianismo.
Continuando con la labor de Thomson, la SBB estableció un grupo de-
nominado «Colportores de la Biblia» integrado por Lucas Matthews (1828)
y A. J. Duffiel (1857), quienes intentaron continuar con el trabajo de co-
locación de Biblias y porciones del Nuevo Testamento. Este esfuerzo fue
continuado por el misionero metodista William Taylor, quien llega al Perú
en 1877 e intenta desarrollar una estrategia de evangelización y servicio
social a través de la apertura de templos y escuelas para niños, tanto ex-
tranjeros como peruanos.
Las facilidades que tuvieron estos misioneros para la prédica protes-
tante se enmarcó en las constantes diatribas en la legislación peruana y
las pugnas existentes entre liberales y conservadores. Así, el primer pro-
yecto de ley sobre religión en el Perú se presentó en el primer Congreso
Constituyente (donde 26 congresistas de los 79 eran clérigos) y proponía
el siguiente artículo: «La religión del Estado es la católica, apostólica y ro-
mana».
Si bien el artículo propuso la protección de la Iglesia católica, no men-
cionó la exclusividad del catolicismo y dejó la puerta abierta a la liber-
tad de cultos, posición respaldada por el clero liberal. Sin embargo, esta
postura inicial no prosperó y se organizó un movimiento entre católicos y
conservadores que favoreció el cambio del texto del artículo con el agre-
gado: «La religión de Estado es la católica, apostólica y romana, con exclu-
sión de cualquier otra».
En este contexto la prédica anticlerical solo fue posible mediante la
labor misionera anclada en la repartición de las Escrituras, pero la cam-
paña contra el clero continuó hasta llegar a su momento cumbre en la
Asamblea Constituyente de 1855-1856, cuando se eliminaron los diezmos
y el fuero eclesiástico, lo que provocó el rechazo de muchos católicos y
sirvió para legitimar la sublevación de Manuel Ignacio Prado en Arequipa
en 1855. Sin embargo, debido a la posición fuertemente conservadora, en
1860, el presidente Ramón Castilla convocó un nuevo Congreso Constitu-
yente encabezado por Bartolomé Herrera, donde se aprobó nuevamente

160 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


Libertad de cultos o tolerancia religiosa: anticlericalismo en el Perú (1900-1915)

la eliminación de los diezmos y el fuero eclesiástico y se ratificó a la Iglesia


católica como la única protegida por el Estado.
En 1867 los liberales redactaron una Carta Magna. Ellos habían vuelto
al poder bajo el mando del caudillo Mariano Ignacio Prado. Fernando Ca-
sós, diputado por Trujillo, pronunció un discurso a favor de la libertad de
cultos, que fue seguido de una votación en la cual la prohibición contra el
ejercicio público de otros cultos fue aprobada por 43 votos contra 41. No
obstante esta derrota, los liberales volvieron a la carga y en 1868 lograron
su primera victoria mediante la autorización del Gobierno para la creación
de cementerios laicos, donde no era necesario profesar una religión para
estar enterrado.
En este ambiente se produjo un momento crucial en las misiones pro-
testantes, el llamado caso Penzotti:
Penzotti era un emigrante italiano radicado en el Uruguay desde los
13 años de edad; se convirtió al protestantismo en 1875. Desde esa
época, realizó una serie de trabajos para la Sociedad Bíblica Ameri-
cana (SBA). Visitó el Perú varias veces con motivo de este trabajo de
colportaje de las Escrituras. Algunos años después, la SBA le encargó
formar una agencia para la distribución de la Biblia en el área andi-
na. Es así que se establece en el Perú en 1888. Para ese entonces to-
dos los trabajos misioneros protestantes anteriores habían cerrado.
Penzotti comenzó un trabajo de venta de biblias y presentación del
Evangelio, casa por casa y en lugares públicos. De esta manera logró
formar un grupo de estudio bíblico y luego reunió suficiente gente
para iniciar servicios evangélicos (Amat y Pérez, 2007).
Penzotti, quien profesaba la fe metodista, se dedicó a vender biblias y
libros religiosos y a realizar actividades proselitistas en Lima y algunos de-
partamentos como Ica, Áncash, Arequipa, Cusco, entre otros. Este trabajo
del misionero produjo la primera congregación evangélica para peruanos
establecida en nuestro país en 1888, con un número de asistentes conta-
bilizados en 300 personas aproximadamente. Pero este trabajo fue arduo,
como lo recuerda Penzotti en su autobiografía:
Por fin, en julio de 1888, llegamos al Callao, donde fijamos nuestra re-
sidencia y sin pérdida de tiempo pusimos mano a la obra. Muy poco
se había hecho con la Biblia y nunca se había predicado el Evangelio
en el idioma del país. Mi primer cuidado fue el de buscar un local
donde poder predicar a la gente y luego fui de puerta en puerta, con
la Biblia, para leerles, explicársela e invitarlos a concurrir a los servi-
cios. Mi primer auditorio consistió de dos personas, además de los
míos: don Manuel Noriega y su esposa. Al domingo siguiente vinie-
ron cuatro personas, el subsiguiente ya eran 10, al otro subieron a 20,
luego 30, después 40, 50, 60, 80... Ya no cabían más y se presentaba

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 161


Robert Salazar Quispe

el problema de buscar un local más grande. No sin mucho trabajo lo-


gramos conseguirlo, pero en tal condición de pobreza que con nues-
tras propias manos no tuvimos que ponerle piso, cielo raso, luz, hacer
bancos y demás muebles necesarios (Escobar, 1984).
En este contexto la Iglesia católica reaccionó e inició una persecución y
hostigamiento contra Penzotti, intentando deslegitimar este esfuerzo mi-
sionero o simplemente obstaculizar su trabajo. Este hostigamiento empe-
zó desde los púlpitos y continuó por medio de impresos y también con la
utilización de imágenes en procesión, como lo menciona El Comercio: «Los
fieles católicos del Callao crearon una imagen llamada el “Señor del Mar” y
formaron una gran procesión y al pasar por delante de la casa de Penzotti
gritaron: “¡Viva la religión católica, apostólica, romana!”. Todos contestaron
“¡Viva!” y luego añadían: “¡Muera Penzotti! ¡Afuera los protestantes!”, al mis-
mo tiempo que arrojaban una gran lluvia de piedras».
Estas acciones motivaban el desarrollo de los cultos en estricto priva-
do, con invitación y a puerta cerrada para evitar quebrantar el artículo
cuarto de la Constitución de aquel entonces, que prohibía la celebración
de cultos de otras religiones no católicas en público, pero que no decía
nada de la celebración de servicios religiosos en privado. Penzotti conti-
nuó con la prédica cristiana y empezó a extenderla fuera de Lima al viajar
a Arequipa, donde continúo leyendo la Biblia y explicando el papel de la
salvación.
En Arequipa Penzotti sufrió su primer encarcelamiento por orden del
obispo Huertas, quien lo acusaba de «introducir clandestinamente libros
inmorales y corruptores». Sin embargo, estando en prisión el misionero
continuó con la prédica a los presos. Diecinueve días después, a fines de
1889, salió en libertad a pedido del presidente Andrés A. Cáceres, quien
tomó la decisión guiado por algunos amigos liberales y por el embajador
italiano en el país. Luego de estos hechos regresó al Callao.
Poco tiempo después, el juez Porras expidió una orden de prisión con-
tra Penzotti, acusándolo de haber violado el artículo 4 de la Constitución,
que excluía todo culto público que no proviniera de la religión católica.
Fue encerrado el 26 de julio de 1890 en la prisión Casas Matas del Callao,
en la cual escribió con puño y letra en las paredes las siguientes frases:

¿Qué me importan del mundo las penas,


Y doblada tener la cerviz?
¿Qué me importa que esté entre cadenas,
Si me espera una patria feliz?
Resignado, tranquilo y dichoso,
De la aurora me encuentra la luz,

162 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


Libertad de cultos o tolerancia religiosa: anticlericalismo en el Perú (1900-1915)

Porque sé que Jesús bondadoso,


Por su pueblo ha expirado en la cruz.

Mientras Penzotti se mantenía en prisión, diariamente se libraban agi-


taciones y conflictos en la prensa. A su vez, nacían los esfuerzos de los
liberales y las logias masónicas, y prosperaban las cartas y telegramas de
Londres y Estados Unidos, que incitaban a realizar investigaciones para
obtener la libertad de Penzotti. Finalmente, se le concedió la libertad en
marzo de 1891, después de lo cual Penzotti continuó con la predicación
hasta su partida a Buenos Aires. Dejó en su reemplazo al misionero meto-
dista Thomas Wood.
Con el caso de Penzotti se consiguieron por lo menos los siguientes
resultados:

1. Se demostró que era posible realizar cultos evangélicos en privado, sin


violación de la ley.
2. Se facilitó el trabajo de los futuros colportores, al probar que la venta y
distribución de las Escrituras no podía ser considerada como un delito.
3. Se generó un movimiento de opinión pública a favor de la libertad de
Penzotti, lo cual logró granjear la simpatía de varios sectores del pue-
blo hacia el protestantismo.

Sectores en pugna: 1891-1907


Sin duda que la prédica de Penzotti removió el ambiente político, so-
cial y religioso del país, al tiempo que el misionero Thomas Wood conti-
nuaba con la lucha por las reivindicaciones anticlericales en el Perú. Bajo
su influencia y gestión se consiguieron algunas libertades más en materia
de derechos ciudadanos, como fue el caso del matrimonio civil para las
personas que no pertenecían a la Iglesia católica (1891).
Esta prédica no era ajena al pensamiento anticlerical que se expresaba
ya en Latinoamérica. Por ejemplo, el 23 de agosto de 1890 se publicó el
relato del escritor brasileño Henrique Coelho Netto, llamado «Magdala»,
en el que se describía la supuesta atracción de Jesús por la pecadora arre-
pentida María Magdalena. El cuento fue considerado sacrílego y el propio
arzobispo de Lima, Manuel Antonio Bandini, prohibió a los católicos, bajo
pena de pecado mortal, la lectura, venta y difusión de El Perú Ilustrado3,

3 El 1 de octubre de 1889, Clorinda Matto de Turner fue nombrada directora de redacción


de El Perú Ilustrado, que se encontraba bajo la dirección general de Peter Bacigalupi desde su
fundación en 1887. Durante el periodo en el que Matto de Turner asumió la dirección (1889-
1891) de este importante órgano de difusión, se fomentó el americanismo literario invitan-
do a escritores nacionales y latinoamericanos para que expusieran sus diferentes puntos de
vista. Además, se promovieron las publicaciones de las escritoras. En este contexto, Matto de
Turner siguió luchando por la incorporación de la cultura andina y la mujer a la nación. En

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 163


Robert Salazar Quispe

donde se publicó la obra. El semanario era dirigido por Clorinda Matto de


Turner.
Clorinda fue acusada de tener una posición anticlerical desde la difu-
sión de Aves sin nido, novela en que se denunciaba la ruindad del clero
provinciano4, manifestaba que la Iglesia tendría que limitarse a satisfacer
las necesidades espirituales de sus fieles y que los sacerdotes deberían
tener la posibilidad de casarse, para así servir a un cristianismo puro. Con-
sideraba que el matrimonio permitiría a los sacerdotes encauzar su sexua-
lidad por una salida natural y además les permitiría contar con los sabios
consejos de una mujer. Esto conllevó a que la Unión Católica organizara
un mitin de protesta contra esta actividad. El 11 de julio de 1891, Clorinda
fue excomulgada. El Gobierno del general Andrés Avelino Cáceres cerró
su imprenta y la escritora fugó a Argentina, donde abrazó de lleno el cre-
do protestante, en su versión evangélica.
Con la instauración de grupos protestantes en el Perú se urdió tam-
bién una férrea resistencia de la curia y sectores católicos. La Iglesia tomó
conciencia de la necesidad de hacer frente a estos embates y con la ayuda
de los jesuitas5 y reforzó sus tareas educativas mediante la Unión Católica,
compuesta de varones y damas. La Unión Católica es la respuesta orgá-
nica de la Iglesia, apoyándose en el naciente movimiento laico, para con-
trarrestar las embestidas de los grupos radicales. La Iglesia buscó reforzar
desde dentro la Democracia Cristiana y en este pensamiento participaron
monseñor Manuel Tovar y monseñor Carlos García Irigoyen, quien fue el
primer director de la publicación oficial del Arzobispado de Lima, El Amigo
del Clero.

El Amigo del Clero era un boletín oficial del Arzobispado de Lima y


como tal se proponía ser un espacio de difusión de las actividades

estos años, publicó su renombrada novela Aves sin nido (1889), Bocetos al lápiz de americanos
célebres (1890) y escribió un vasto número de ensayos, tradiciones y leyendas en los que
resaltan las preocupaciones de su producción global.
4 Aves sin nido relata la historia de Lucía Marín, joven de buena familia, que, junto con su
marido, un ingeniero metalúrgico, se establece en Killac, pueblecillo andino. Lucía, extran-
jera, se ve horrorizada ante la corrupción que observa en Killac, donde el gobernador y el
sacerdote del pueblo consienten gran explotación contra los indígenas. Figura aquí una des-
cripción de las instituciones que esclavizan y empobrecen a los indios, así como una serie
de ejemplos del abuso de poder. Una de estas instituciones es la Iglesia católica dirigida
por el sacerdote, don Pascual, quien se preocupa exclusivamente por su bienestar físico, su
avaricia, su debilidad, su sensualidad desbordada y sus negativas a prestar ayuda a los nece-
sitados con objetos de constantes críticas.
5 A pesar de que la ley del 26 de noviembre de 1855 prohibía el establecimiento en el Perú
de la Compañía de Jesús, a partir de 1886 se produjo una serie de debates por la llegada de la
Compañía, que desencadenó que los padres jesuitas se establecieran en Huánuco e iniciaran
nuevamente una labor evangelizadora, contando con el apoyo del Gobierno.

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Libertad de cultos o tolerancia religiosa: anticlericalismo en el Perú (1900-1915)

de la Iglesia, en una perspectiva universal, nacional y local. También


se proponía llegar a la feligresía educándola, por medio de temas
de interés familiar y personal, descubriendo lo simple y sencillo que
son los grandes temas teológicos y pastorales, puestos al alcance del
gran público, para ayudarles en la vida diaria (Armas, 1998).
En su estructura, El Amigo del Clero se componía de un editorial muy
breve, que trataba normalmente sobre los tiempos del calendario de cul-
to o algún hecho de importancia social nacional; continuaba una serie
de secciones estables: «Noticias varias», «Sección oficial», «Documentos
pontificios», «Preguntas y respuestas», «Miscelánea» y otras secciones va-
riables de enseñanza litúrgica y homilética. El boletín pronto contó con un
número aceptable de suscriptores en Lima y provincias, además de lec-
tores ocasionales, de modo que su nivel de influencia en la feligresía fue
muy fuerte desde los inicios.
A pesar de este embate del catolicismo, los sectores liberales lograron
que en 1896 se aprobara el derecho al matrimonio civil para los no católi-
cos. Con este decreto, la hija de Tomas Wood, fundador de la Iglesia meto-
dista en el Perú, se casó e inscribió su matrimonio en el registro. A partir de
entonces los no católicos tenían el derecho de inscribir formalmente sus
matrimonios ante los agentes consulares o ante los ministros de cultos.
Esta legislación se vio reforzada con la ley de 23 de noviembre de 1903,
según la cual era suficiente que cualquiera de los contrayentes declarase
no pertenecer a la comunión católica o haberse separado de ella.
Junto a este suceso un hecho llama la atención, la conversión del sar-
gento mayor del Ejército peruano Teodomiro Rodríguez Cuevas, Rumi
Maqui, quien en 1915 encabezó una corta pero resonante rebelión cam-
pesina en las provincias puneñas de Huancané y Azángaro. Rumi Maqui
asistía a la Iglesia metodista episcopal de Huancayo en 1906 y, ocho años
más tarde, el 27 de diciembre de 1914, fue recibido como miembro de la
Iglesia metodista episcopal de Lima. El siguiente es el mensaje que Rumi
Maqui pronunció en dicho acto:
Querido pastor, queridos hermanos:
Hace ocho años que asisto a las iglesias evangelistas habiendo sido
la de Huancayo en 1906 la primera que concurrí, cuyo pastor era el
reverendo Adolfo Vásquez. Mi asistencia a ella ha sido intermitente,
a pesar mío, por razón de los empleos en que he desempeñado en
algunos puntos de la república; y cuando el tiempo me lo ha per-
mitido he procurado ser asiduo en mi concurrencia a las reuniones
celebradas en este templo y en el Callao.
He pasado en verdad mucho tiempo para la determinación que
adopto hoy de ingresar al seno de esta comunidad religiosa como

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 165


Robert Salazar Quispe

miembro suyo; pero creo que el tiempo transcurrido, y el que le ha


precedido en el curso de mi vida, en que he visto llegar al colmo
el relajamiento, la inmoralidad y la vida licenciosa de los llamados
ministros de Jesucristo, el pernicioso y corruptor ejemplo que dan
a los pueblos, a quienes tanto daño hacen particularmente en el or-
den moral; en el tiempo transcurrido, repito, he podido establecer el
contraste, y él no ha hecho sino llevar a mi ánimo el profundo con-
vencimiento de la bondad, moralidad y pureza de la enseñanza en la
Iglesia metodista de la verdadera doctrina de Jesucristo conforme al
texto del gran libro de las más puras y sabias enseñanzas: la Biblia.
Y penetrado hasta donde lo permite mi pequeña inteligencia que es
aquí donde se alcanza a comprender el verdadero espíritu del cris-
tianismo, donde se practican las puras doctrinas del Salvador, donde
puedo uno expandir su espíritu en un ambiente de moralidad ense-
ñada y difundida con ejemplo; penetrado repito de estas hermosas y
halagadoras verdades y hecha puede decirse mi profesión de fe, no
quiero que pase un día más sin ser, queridos hermanos, uno de los
vuestros.
Y lo hago con el pleno convencimiento de que procedo ajustado a
mi conciencia que está hecha, que está formada con el estudio, la
observación y la experiencia de mucho tiempo. De hoy en adelante
seré el grano de arena que entre en la edificación de nuestra Iglesia
que ojalá abarque en no muy lejano tiempo los ámbitos del mundo
y al ingresar gozoso a vuestro seno hago los más fervientes votos al
Ser Supremo para que extienda su gracia a todos los que hoy viven
sumidos en la más grosera superstición, en la ignorancia y en el oscu-
rantismo, a fin de que abran sus ojos a la luz bienhechora, fecundante
y civilizadora del Evangelio (El Mensajero, 1915).
Por otro lado, Julián Palacios, profesor adventista de la Escuela Nor-
mal de Varones, estableció una academia para la enseñanza del quechua
y aimara para los estudiantes de dicha institución. Con estas medidas se
notaba claramente el avance de la prédica cristiana que, además de cen-
trarse en la evangelización, tenían otro mensaje de moralidad e igualdad,
como lo manifiesta Fonseca (2005): «en estos años los evangelistas lucha-
ban por la educación del indio, el sufragio político de la mujer, la práctica
de la higiene y el combate del alcoholismo». Plegado a ese programa se
produjo la conversión del sacerdote católico José de las Heras, que señaló
el avance de la prédica anticlerical en el país y nos muestra una sociedad
en proceso de cambio con las armas predispuestas para volver a entablar
los debates sobre la libertad de cultos.

La lucha por la libertad de cultos (1909-1913)


En este periodo es importante resaltar dos hechos fundamentales: el
primero, la presencia de los jesuitas en el Perú, y el segundo, los sucesos

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Libertad de cultos o tolerancia religiosa: anticlericalismo en el Perú (1900-1915)

de Platería ocurridos en 1913. Como se había indicado anteriormente,


después de 1872 los jesuitas tuvieron una presencia significativa en el
país y contribuyeron con la Iglesia católica en la difusión del pensamiento
cristiano.
Ante esta presencia, el doctor Christian Dam, fundador de la Liga de
Librepensadores del Perú, publicó en 1909 un folleto titulado «Los jesuitas
en el Perú», con un subtítulo que decía: «Memorial del Dr. Christian Dam al
Congreso Nacional y Actas de las Provincias pidiendo el cumplimiento de
la ley de noviembre de 1855, que ordena la expulsión de la Compañía de
Jesús del territorio de la república».
El autor, dirigiéndose al Congreso, comienza diciendo:
Christian Dam [...] al amparo de la ley, ante vuestra excelencia con
respeto y haciendo uso del derecho de petición que la Constitución
me otorga, según el artículo 30 y en representación de numerosos
ciudadanos de la república, como lo prueban las actas que acom-
paño, me presento y expongo. Luego de presentar algunos hechos,
documentos y leyes que permiten hacer la historia de la expulsión
de los jesuitas del territorio peruano, presento las actas firmadas por
decenas de ciudadanos de las provincias del Perú, quienes, de 1907 a
1909, enviaban sus actas para publicarlas y gestionar ante los pode-
res políticos el cumplimiento de la ley de 1855. Publica la carta que
envía el doctor Guillermo Seoane, fiscal de la Corte Suprema, al Poder
Ejecutivo (28 de junio de 1907); acta de la provincia de Ascope (6 de
octubre de 1907); actas del distrito de Pampas, capital de la provincia
de Tayacaja (12 de octubre de 1907), actas del distrito de Huancané
(12 de octubre de 1907); actas del distrito de Chavín, departamento
de Áncash (20 de noviembre de 1907); actas de Junín (13 de diciem-
bre de 1907); actas de Paita, departamento de Piura (21 de noviem-
bre de 1907).
En estas actas se refleja claramente el pensamiento de los poblado-
res de las diversas provincias del interior del país en torno a la Compañía
de Jesús, dando por descontado la no aceptación de la obra redentora y
evangelizadora que esta compañía intentaba una vez más. Los liberales
se oponen duramente a su prédica, por considerar que la difusión de su
pensamiento es antisocial y atenta contra el progreso moral e intelectual
de los individuos y familias del Perú.
A las denuncias de los liberales encabezados por Christian Dam, en
contra de la Compañía de Jesús, hay que sumar también las denuncias que
efectuaba la Asociación Proindígena. Ambas buscaban relatar, desde sus
respectivas posiciones, el maltrato sufrido por los indígenas de parte de
las autoridades de la Iglesia católica, todo lo cual reflejaba una tendencia
anticlerical que pronto tendría como desencadenante la ley de la libertad

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 167


Robert Salazar Quispe

de cultos. Al respecto, El Comercio de Lima recogió la denuncia efectuada


por la Asociación Proindígena por los abusos del cura del distrito de Sicua-
ni en el Cusco y publicó el decreto del subprefecto de Canchis en Sicuani:
Considerando:
Que habiéndose presentado en este despacho el indígena Pedro Ma-
chaca, acusando a don Bartolomé Ocopa Orué, de haberle arrebata-
do en su casa una vaca con su cría, después de maltratar a su esposa,
negándose a devolverle la citada vaca; y resultando de las investiga-
ciones que se han practicado en este despacho, con la complacencia
de los interesados, de que, efectivamente, Ocopa Orué, cometió abu-
so expuesto por el demandante, bajo el pretexto de que como apo-
derado del cura Pacheco Castillo se hallaba autorizado a retener en
su poder una prenda del indígena, mientras este pague la suma de
40 soles por derecho de entierro, que dice haberle debido el indicado
Machaca, al cura, y que dichos 40 soles habían sido designados por la
madre de Machaca, al tiempo de su muerte, con lo que quiso explicar
el demandado que justificaba su actitud.
Que en este asunto el gobernador de Tinta, cuando se presentó en
su despacho el demandante, desoyó la queja, dando por justificada
la actitud de Orué.
Que siendo obligación de las autoridades velar por que no se siga co-
metiendo exacciones con los indígenas, bajo el pretexto de derechos
eclesiásticos.
Se dispone:
Que, en lo sucesivo, los gobernadores de los distritos, cuando en sus
respectivos despachos se presenten demandando los señores curas
o sus apoderados, con quejas semejantes a la referida en la parte
considerativa de este decreto, no podrán obligar, bajo ningún pre-
texto, ni por ninguna circunstancia, a los indígenas, más derechos
eclesiásticos que los que el arancel vigente señale, para lo que cada
despacho de las autoridades subalternas deberá tener en su archivo
dicho arancel.
Los gobernadores, en sus respectivos distritos, vigilarán, bajo res-
ponsabilidad, de que los señores párrocos se limiten en sus cobros al
arancel, denunciando en este despacho, cuando se extralimiten, para
ocurrir en queja a las autoridades superiores.
Los gobernadores y sus subalternos, que en alguna forma autoriza-
ran el que se cometan exacciones, cobrándose mayores derechos,
serán penados con una multa al doble de la cantidad que dejaren
cobrar sobre la tarifa señalada por el arancel.
Circúlese, ordenando que Ocopa Orué devuelva en el día la vaca y su
cría, arrebatadas, imponiéndoles, por equidad, el arresto de 24 horas.
Publíquese y trascríbase a quienes corresponda.
Regístrese.
Firma: Olazábal. Subprefecto (El Comercio, 11 de marzo de 1913).

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Libertad de cultos o tolerancia religiosa: anticlericalismo en el Perú (1900-1915)

Como puede observarse, se materializaba desde diversos frentes una


sola tendencia en contra de la postura de la Iglesia católica. De esta ma-
nera; si bien en el siglo pasado la prédica anticlerical fue llevada a cabo
básicamente por el avance del pensamiento evangélico y liberal, a inicios
del siglo XX existía un descontento general expresado desde otros secto-
res, como lo efectuado por Matto de Turner defendiendo la igualdad de la
mujer y del indígena, o de los liberales que defendían la posición de Dam
en torno al obrar de la Compañía de Jesús, o de la Asociación Proindígena,
anclada en su defensa de los derechos de los indígenas.
Junto a esta labor evangelizadora proveniente de las más altas esfe-
ras eclesiásticas, se produjo un segundo hecho que precipitó la caída del
régimen legal de intolerancia religiosa, el asalto a la misión adventista de
Platería de Puno en 1913. El 3 de marzo de 1913, una numerosa turba
organizada y liderada por el obispo de Puno, Valentín Ampuero, saqueó
e incendió la misión e infringió brutales castigos físicos a los campesinos
adventistas que pudo encontrar en su paso destructivo. Al respecto, El
Comercio de Lima recogió de la revolución de Juli las impresiones de los
labios de algunos indígenas con respecto a estos hechos:
Largo sería relatar todo lo que con ellos hablamos, y por hoy basta
con que hagamos saber que es tal la transformación del indio que
admira la constancia y empleo de energía que ha sabido gastar con
largueza los misioneros de La Platería para convertir al indio de sucio,
alcohólico, hipócrita, holgazán y salvaje, en ser dotado de un criterio
más o menos sano, temperante, trabajador y de tan buenos senti-
mientos, que no podemos menos que enviarles a los señores Stahl
y Hall, jefes de la misión, nuestras más sinceras felicitaciones y ofre-
cerles el modesto concurso de nuestro periódico en bien de la mag-
na obra que se han propuesto y cuyos benéficos resultados hemos
tenido ocasión de palpar personalmente, sintiendo solo no haber
podido entrevistarnos con ellos para saludarlos, tomar mejores datos
y apreciar de cerca los usos a que son destinados los amplios locales
por ellos construidos para beneficiar a nuestra desgraciada raza abo-
rigen, que más tarde será otra si los apóstoles como ellos continúan
la gran obra emprendida con la fe de los que no dudan cuando po-
nen al servicio de la humanidad desvalida sus existencia y energías.
Como es natural, la benéfica obra de los adventistas ha hecho per-
der entre los indígenas el ascendiente de los párrocos católicos. Ha
bastado esto para que, como hace un año, el cura de Chucuito pre-
tendiera lanzar a la indiada para incendiar los locales de la misión re-
ferida, lo que felizmente no pudo conseguir; y para que el obispo de
Puno ahora se constituyera, como lo ha hecho el 4 del mes en curso,
en La Platería, con 20 jinetes y amenace hostilmente a los misioneros,
causándoles algunos daños a la propiedad. Como complemento de

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 169


Robert Salazar Quispe

esta versión, informásemos que, por indicación del ilustrísimo obis-


po, el subprefecto del Cercado se constituyó en el lugar y apresó a los
indígenas Camacho, Champi, Tarqui, Miranda, Naca, una mujer y un
muchacho, a quienes llevó y arrestó en la cárcel.
Teniendo en consideración la gravedad de los sucesos y habiendo
solicitado a los indígenas el amparo de la Asociación Proindígena, el
secretario de esta institución telegrafió al delegado más cercano, que
es el señor Remigio H. Franco, a fin de que investigue la verdad de los
hechos, constituyéndose para el objeto en la citada parcialidad de La
Platería (El Comercio, 26 de marzo de 1913).
En el mencionado asalto, el misionero adventista Fernando Stahl y el
ilustrado indígena Manuel Zúñiga Camacho, fundador de la escuela, fue-
ron los hombres más buscados por Ampuero para ser eliminados. La de-
nuncia que las víctimas presentaron contra el obispo Ampuero fue increí-
blemente desestimada por el juez, por la Corte Suprema de Justicia y por
la Cámara de Diputados. Pero los sucesos de Platería habían estimulado
un acto que sería trascendental para la causa de la tolerancia religiosa en
el Perú: el 25 de agosto de 1913 el senador por Puno Severiano Bezada
proponía que se eliminara del artículo cuarto de la Constitución de 1860
la frase «y no permite el ejercicio público de otra alguna».
El texto de tal histórica iniciativa decía así:
Cámara de Senadores:
El senador que suscribe, teniendo en consideración que las leyes de-
ben conformarse al espíritu que corresponde a la época en la cual
han de regir, propone se reforme la parte terminal de dicho artículo,
que dice: «y no permite el ejercicio público de otra alguna», de ma-
nera que el referido artículo quedará así: «Artículo 4. La nación profe-
sa la religión católica, apostólica y romana, el Estado la protege» (La
Prensa, 25 de agosto de 1913).
La iniciativa fue derivada para su análisis a la Comisión de Constitu-
ción, presidida por el doctor Mariano Cornejo. Posteriormente, el proyec-
to fue remitido a la Comisión de Culto Público y el 3 de octubre de 1913
se dio inicio al debate del proyecto de libertad de cultos. Ante ello, la pri-
mera en reaccionar fue la prensa clerical, que alegaba que este ataque
satánico hundiría al Perú en una anarquía que la llevaría a la ruina total,
que se relajaría la moral y se degradaría la cultura, y la verdadera religión
desaparecería.

La promulgación de la libertad de cultos (1915)


En 1915, el Perú se encontraba en una situación anacrónica y desven-
tajosa con respecto a las demás repúblicas americanas en lo referente a la
libertad de cultos. Las Constituciones políticas del Brasil, Cuba y Estados

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Libertad de cultos o tolerancia religiosa: anticlericalismo en el Perú (1900-1915)

Unidos ya habían establecido la separación entre el Estado y las Iglesias.


La República peruana era la única que conservaba una ley inquisitorial
que prohibía a sus ciudadanos y extranjeros adorar a Dios, según sus luces
y conciencia. El Perú era el único país en el mundo civilizado que no había
adoptado la tolerancia religiosa, ya que el único otro país en el mundo
que no había abrazado esta ley era el Tíbet.
Como podemos observar a continuación, las Constituciones de otros
países ya se habían a acogido a la ley:
Argentina: la Constitución de la confederación argentina dice:
Artículo 2. El gobierno federal sostiene el culto católico, apostólico,
romano.
Artículo 20. Declara que los extranjeros pueden [...] ejercer libremen-
te su culto.
Brasil: la Constitución de la República de los Estados Unidos del Brasil,
de febrero de 1891, dice:
Artículo 72. Párrafo 3. Todos los individuos y confesiones religiosas
pueden ejercer pública y libremente su culto, asociándose para ese
fin y adquiriendo bienes con tal que observen las disposiciones del
derecho común.
El Salvador: la Constitución de El Salvador, de 1886, dice:
Artículo 12. Se garantiza el libre ejercicio de todas las religiones, sin
más límite que el trazado por la moral y el orden público.
Estados Unidos de Norteamérica: la Constitución de Estados Unidos
dice:
El Congreso no dará ninguna ley relacionada con el estable cimiento
de religión alguna, o que prohíba el libre ejercicio de ella o que res-
trinja la libertad de la palabra o de la prensa.
México: la Constitución de los Estados Unidos de México, promulga-
da en 1857, dice:
Artículo 6. La manifestación de las ideas no puede ser objeto de
ninguna inquisición judicial o administrativa, sino en el caso de que
ataque la moral, los derechos de tercero, provoque algún crimen o
delito, o perturbe el orden público (El Comercio, octubre de 1913).
Como puede observarse, el pensamiento en torno a la libertad de cul-
tos era común en todas las repúblicas y se permitía su celebración. En el
Perú, este debate, iniciado en octubre de 1913, tuvo serios enfrentamien-
tos entre los diputados, el clero, los liberales y grupos femeninos anclados
en diversos sectores. Así, por ejemplo, uno de los grupos más numerosos
que protestaba en contra de su promulgación fue el compuesto por las
señoras de la Unión Católica, lideradas por la madre, hija política y her-
manas del jefe de Estado, señor Pardo, y las esposas de los ministros del

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 171


Robert Salazar Quispe

gabinete, quienes dirigieron un memorial al presidente, el 23 de octubre,


bajo los siguientes términos:
La Unión Católica de Señoras, y con ella todas las señoras de Lima,
nos presentamos ante vuestra excelencia para protestar enérgica-
mente del ultraje hecho a nuestra religión, a la Santa Sede, al Episco-
pado y clero nacional, hiriendo el sentimiento católico de la inmensa
mayoría del país, en el santuario mismo de las leyes, por los que están
encargados de interpretar la voluntad de los pueblos que represen-
tan y cuyo mandato han traicionado, alterando violenta y sorpresiva-
mente el artículo 4 de la Constitución del Estado, en la sesión de la
honorable Cámara de Diputados, del día 20 de presente.
No hay ninguna razón, excelentísimo señor, que justifique este atro-
pello. La libertad de cultos, que puede ser necesaria en los países
donde es un hecho la diversidad de ellos, no existe en el Perú donde
la religión católica es la única que profesan los peruanos que tienen
alguna religión, ni puede tampoco ser un progreso para un país que
tiene la felicidad de conservar la fe católica, porque el progreso solo
es tal si lleva a la verdad, y la verdad está solo en la religión católica y
negar este principio equivale a una apostasía de nuestra fe.
Y no solo el bien de la Iglesia, excelentísimo señor, y el sentimiento
nacional están interesados en impedir la consumación de esta aten-
tado; hay también un interés de patriotismo, un daño inmenso que
evitar, impidiendo que se rompa el único lazo de unidad que hasta
ahora que hasta ahora se había mantenido intacto en medio de las
discordias que debilitan la vida nacional y que ahora penetrarían has-
ta el santuario del hogar, pues a nadie se oculta que esta pretendida
reforma de la Constitución, por lo mismo que no viene a remediar
una verdadera necesidad pública, solo ha nacido del propósito de
hostilizar a la Santa Iglesia y favorecer la propaganda de sectas, que,
con su contradictoria multiplicidad de ideas y cultos, traen al país un
nuevo y más profundo elemento de anarquía y disolución social.
Confiamos, excelentísimo señor, en los tradicionales sentimientos de
vuestra excelencia, en su respeto por los principios fundamentales
de nuestra Constitución y en la gravísima importancia de la causa
que defendemos, suplicamos a vuestra excelencia que, haciendo uso
de las facultades que la ley le otorga, se digne observar la que ha
sido aprobada por la honorable Cámara de Diputados, mutilando el
artículo 4 de la Constitución, a fin de que no pase a ser ley del Estado.
Es justicia, etc.
Lima, 23 de octubre de 1915.
Isabel del Valle y Osma, presidenta
Manuela M. de Araníbar, primera vicepresidenta
Rosa P. de Gonzales Orbegoso, segunda vicepresidenta
Consuelo Astete, tesorera [...]

172 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


Libertad de cultos o tolerancia religiosa: anticlericalismo en el Perú (1900-1915)

El Cabildo Abierto de Lima también protestó por la pronta promul-


gación de la ley. Dirigió una resolución al ilustrísimo señor arzobispo de
Lima, monseñor don Pedro Manuel García Naranjo, en términos parecidos
a las señoras de la Unión Católica, e indicó que lo único que generaría la
promulgación de la ley sería la «división en la familia peruana en las cir-
cunstancias más difíciles por las que atraviesa la república». Sin embargo,
a pesar de todas estas protestas, la Ley de Tolerancia de Cultos se aprobó
el 11 de noviembre de 1915.

Conclusiones
En la larga lucha por conseguir la ley de la libertad de cultos, resaltan
varios momentos en los que se desencadenan pugnas internas entre di-
versos sectores de la sociedad, en un primer momento, después de la in-
dependencia, amparados en la enseñanza lancasteriana, los predicadores
evangélicos introdujeron por primera vez la enseñanza protestante, ma-
terializando una prédica de igualdad y unidad en torno a la obra salvífica
llevada a cabo por Jesucristo para la salvación de las almas. A esta prédica
se unió el colportaje, mediante la difusión y venta de biblias.
Desde mediados del siglo XIX se sintieron con mayor fuerza las pugnas
entre la Iglesia católica y el avance de la obra evangélica. En un primer mo-
mento destacó la prédica liberal en torno a la tolerancia religiosa y luego
la obra llevada a cabo por Penzotti, con quien se fundó la Iglesia metodis-
ta y se avanzó en la igualdad de matrimonios, que sin embargo tuvo una
dura reacción por parte de la Iglesia católica mediante la publicación de
El Amigo del Clero.
En la primera década del siglo XX existió una clara tendencia anticle-
rical manifestada en diversas posiciones, como el rechazo a la Compañía
de Jesús por parte de la Sociedad de Librepensadores, las continuas de-
nuncias en contra del abuso de los curas por la Asociación Proindígena o
los sucesos de Platería, que fueron los indicadores de que el campo para
la promulgación de la libertad de cultos había llegado. En este momento
se presentó la ley ante el Congreso de la República y en 1913 se amparó la
libertad de cultos. No obstante, las pugnas no habían terminado y apenas
se iniciaba un camino distinto.

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 173


Robert Salazar Quispe

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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Aceptación: 16/3/2018

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 175


Desde el Sur | Volumen 10, número 1, Lima; pp. 177–197 | DOI: 10.21142/DES-1001-2018-177-197

Del radicalismo liberal al anarquismo:


vidas paralelas de Christian Dam y Manuel González Prada
From liberal radicalism to anarchism:
the parallel lives of Christian Dam and Manuel González Prada
Juan Carlos Hilario Melgarejo1
Universidad Nacional Mayor de San Marcos
juancarlos_hilario@hotmail.com

RESUMEN
En el presente artículo se presentará la vida del distin-
guido doctor masón Christian Dam, cuya obra se encuen-
tra inmersa en una vertiente de nuestra tradición liberal:
el radicalismo anticlerical. El aporte principal de nuestro
personaje es el haber formado la primera organización
anticlerical en el Perú, denominada la Liga de Librepensa-
dores del Perú (1897-1904). El accionar anticlerical fue una
línea tenue y existió sin ser institucionalizada. La aproxi-
mación histórica a los aportes de Dam se realizará utilizan-
do el método comparativo propuesto por el historiador
Plutarco. En tal sentido, nuestro personaje a comparar será
González Prada. La vida de ambos personajes transcurre
en los años finales del siglo XIX e inicios del siglo XX. Fi-
nalmente, el argumento transversal del presente trabajo
es mostrar la intersección de las vidas de Dam y González
Prada en diversos espacios públicos que compartieron, y
los cambios ideológicos que van desde el liberalismo has-
ta el anarquismo.

PALABRAS CLAVE
Librepensamiento, Christian Dam, liberalismo, radica-
lismo, anticlericalismo, anarquismo

1 Licenciado en Historia y egresado de la Maestría en Historia por la Universidad Nacional


Mayor de San Marcos. Estudios de maestría en Ciencia Política en la Pontificia Universidad
Católica del Perú. Este artículo es parte de la tesis El liberalismo radical y la Liga de Librepensa-
dores del Perú de 1897-1904.

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 177


Juan Carlos Hilario Melgarejo

ABSTRACT
In this article we present the life of the distinguished
freemason Dr. Christian Dam, whose works are imbued
with a particular aspect of Peru’s liberal tradition: anticleri-
cal radicalism. Dam’s main contribution was the formation
of the first anticlerical organization in Peru, known as the
League of Free Thinkers of Peru (1897-1904). Previously,
anticlerical activism had remained non-institutionalized.
Our historical approach to the work of Dam will employ
the comparative method proposed by the historian Plu-
tarch, through a comparison of Dam’s work with that of
González Prada. The lives of these two figures bridged the
final years of the 19th century and the early years of the
20th century. Finally, this article will trace the intersections
in the lives of Dam and González Prada across the different
public spaces they shared, as well as tracing an ideological
journey from radicalism to anarchism.

KEYWORDS
Freethinking, Christian Dam, liberalism, radicalism, an-
ticlericalism, anarchism

Introducción
Lo que buscamos en este artículo es estudiar la vida política del médi-
co (odontólogo) y activista social del siglo XIX e inicios del siglo XX Chris-
tian Dam, quien tuvo por esos años una destacada participación. Sin em-
bargo, al igual que él, otros personajes, como Francisco Bilbao, Mariano
Amézaga, Glicerio Tassara, Carlos del Barzo, Pedro Pablo Astete, Leopoldo
Urmachea, Alfredo Baldasari, entre otros, no han sido seleccionados2 por
nuestros historiadores contemporáneos para ser parte de la historia repu-
blicana peruana oficial.
Para este acápite utilizaremos la metodología de Plutarco3: Vidas pa-
ralelas4. Esto consiste en exponer la biografía de dos personajes de una

2 Esta idea de selección tiene que ver con la denominada objetividad. Según entiendo, esta
neutralidad en las ciencias sociales y en la historia no existe. Al respecto, Nelson Manrique
(2010) indica: «No somos pues un sujeto cognoscente situado fuera e independientemente
del objeto que estudiamos, sino somos su hechura. El idioma que hablamos, la identidad
social que nos define (nacional, étnica, religiosa, de clase, etc.), las categorías con las que in-
tentamos conocer el mundo, las ideologías, imaginarios, representaciones que adscribimos,
etc., son hechos sociales que existen desde antes de nuestro nacimiento.
3 Plutarco nació en la región griega de Beocia, probablemente durante el Gobierno del em-
perador romano Claudio. Realizó muchos viajes por el mundo mediterráneo. Su trabajo más
conocido son las Vidas paralelas.
4 Para el presente artículo tomaré como referencia la vida paralela de Demóstenes y Cicerón

178 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


Del radicalismo liberal al anarquismo:
vidas paralelas de Christian Dam y Manuel González Prada

época determinada. La vida de uno se entrecruza con la del otro, y de esta


forma una de estas biografías nos ayuda a entender el curso de la otra,
para acercarnos a la historia de ambos. Este artificio histórico nos aproxi-
mará a la vida de Christian Dam, exmasón, liberal radical y posteriormente
anarquista. La referencia comparativa que tomaremos es la figura del re-
conocido liberal5 y anarquista Manuel González Prada.
La comparación de la vida de estas dos grandes figuras emblemáticas
(Dam y Prada) de nuestra historia no es casualidad, porque incluso sus
contemporáneos, también, solían identificarlos a ambos como paladines
contra el clero, por su compromiso consecuente con los ideales liberales,
como herederos de la tradición de Condorcet por su lucha de la igualdad
de la mujer. Ya a inicios del siglo XX ambos fueron paralelos en su acer-
camiento al anarquismo y a la acción sindical del incipiente movimiento
obrero peruano.
Corría el año 1899 y se celebraba el segundo aniversario de la Liga de
Librepensadores del Perú, una institución anticlerical. En las intervencio-
nes se resaltó la contribución de estos dos liberales radicales en la lucha
contra la tradición conservadora clerical del Perú. Así, el conocido liberal
Alberto Químper manifestó:
En la triste historia del liberalismo patrio se destacaban en la actua-
lidad dos prominentes figuras, que, con clara inteligencia y fe inque-
brantable, conducían a las huestes liberales por la senda del triunfo:
el señor doctor Christian Dam, que simboliza la actividad y la firmeza
del carácter, y el señor Manuel González Prada, la inteligencia, el pen-
samiento (El Libre Pensamiento, 4 de noviembre de 1899).
Estas palabras de Alberto Químper son muy significativas al referirse
a Christian Dam: «Simboliza la actividad y la firmeza del carácter». Como
veremos más adelante, Dam no fue un hombre únicamente de palabra,
sino un intelectual fundido e identificado con la problemática del Perú
y su vida. Paralelamente a las otras que le son contemporáneas, buscó
orientarla a la solución de los problemas que atravesaba el Perú a finales
del siglo XIX.
En este mismo evento, el señor Leopoldo A. Pérez improvisó un inte-
resante discurso:

hecha por Plutarco, ya que considero la más adecuada para nuestro trabajo. El propio Dam,
en el trascurso de su agitada vida pública en el Perú, escribió con el seudónimo de Demós-
tenes en varios periódicos limeños. Además, nos parece que la vida de Cicerón se puede
acercar a la González Prada, en parte, principalmente, por su origen nobiliario.
5 Un trabajo orgánico sobre el González Prada liberal es el libro de Hugo Pereyra Plasencia,
Manuel Prada y el radicalismo peruano.

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 179


Juan Carlos Hilario Melgarejo

Que el doctor Dam y el señor González Prada se complementaban,


porque el uno representaba la acción, el carácter; y el otro la teoría
propagandista; es decir, la campaña de su bien cortada pluma; y que
a este paso, unidos ambos, se triunfaría fácilmente del enemigo (El
Libre Pensamiento, 4 de noviembre de 1899).
González Prada tenía un año en el Perú tras su regreso de Europa luego
de un largo periplo de casi ocho años (1891-1898) por el Viejo Continente.
Se encontró con una robustecida institución liberal: la Liga de Librepen-
sadores del Perú. Y, seguramente, emocionado por el aniversario de esta
organización, se convirtió también en un espacio de reconocimiento a su
persona por la agitada lucha social en nuestro país. Estas son algunas pa-
labras que pronunció en ese día:
Que liberal de corazón; se adhería íntegramente a nuestra propagan-
da, pues ya tenía la satisfacción de ser considerado como miembro
honorario de la Liga, pero que, desde este momento se declaraba
miembro activo, para cuyo efecto firmaría el acta correspondiente (El
Libre Pensamiento, 4 de noviembre de 1899).
Con este pronunciamiento de don Manuel, empezamos al desarrollo
de las vidas paralelas de estos dos grandes hombres ilustres de finales del
siglo XIX.

Christian Dam (1852-1920)


Nació el 29 de agosto de 1852 en la isla del Caribe de Saint Croix (bajo
dominio de Dinamarca). Dam menciona al respecto: «Mi padre era dina-
marqués; mi madre, inglesa; y mis abuelos, alemanes e ingleses, [y tengo]
parientes cercanos hoy día en Alemania. A los 14 años de edad abandoné
la isla de Saint Croix y a los 18 años de edad llegué a conocer la Perla del
Pacífico»6 (El Libre Pensamiento, 2 de febrero de 1901).
Para 1867, el joven Dam llegó a un convenio con el doctor cirujano
dental Miguel V. Crespo. En virtud de tal acuerdo, Dam «se consagró al
estudio de la cirugía dental, bajo la inmediata enseñanza de aquel doctor,
con la obligación de servirle gratuitamente, en la oficina, por el doble del
tiempo que durase el aprendizaje»7 (El Libre Pensamiento, 30 de enero de
1897). Esta relación concluiría con la práctica y la recepción profesional.
Dam llegó a Lima a los 19 años. Para ejercer en el Perú debió obtener
un diploma otorgado en la Sección de Odontología de la Universidad Na-
cional Mayor de San Marcos. Rindió un examen de suficiencia académica y

6 «Un escritor yankee y nuestro director».


7 «Hombre formado por sí mismo».

180 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


Del radicalismo liberal al anarquismo:
vidas paralelas de Christian Dam y Manuel González Prada

práctica que pasó satisfactoriamente, como consta en la recepción profe-


sional del 15 de noviembre de 1872. Luego, esa casa de estudios le entre-
gó el título profesional de cirujano dentista. Esta designación está cons-
tatada en un reporte del diario La Prensa del 18 de setiembre de 1918.

Espacios públicos: del radicalismo liberal al anarquismo


Su ingreso a la masonería limeña a finales del siglo XIX e inicios del
siglo XX marcó el inicio de una reflexión sobre el país.
En junio de 1875, Dam era parte de la Logia Alianza y Firmeza Nro.
16. Pertenecía a la jurisdicción del titulado Gran Oriente, una de las 19
que existían en aquellos años en Lima, y que estaban en disputa por la
hegemonía masónica. Dam sobresalió al interior de esta logia y cumplió
un papel protagónico en la historia de la masonería con el transcurrir de
los años.
El 5 de abril de 1879, Chile declara la guerra al Perú. Un mes después,
Christian Dam decide adquirir la nacionalidad peruana. Según el editorial
del periódico El Libre Pensamiento (26 de enero de 1901), que lleva por
título «Reacción noble», se nacionalizó peruano en mayo de 1879.
Una vez obtenida la nacionalidad, participó activamente en el servicio
de sanidad. En aquellos tiempos Lima contaba con tan solo siete dentistas
y uno de ellos era el célebre Christian Dam, de ideas muy liberales (Arias
Schreiber y Zanutelli, 1984, p. 5).
Paralelamente a la guerra que la nación peruana atravesaba, ocurren
enfrentamientos en el mundo masónico. En medio de estas pugnas in-
ternas, Dam dirigió la Logia Orden y Libertad Nro. 2 junto con Federico
Ego-Aguirre, quienes dieron unidad a los francmasones y repotenciaron
la doctrina. Surgió por entonces la Revista Masónica, que buscó apoyar la
causa de la unidad masónica.
Chocano indica: «La Revista Masónica, que se comenzó a publicar re-
gularmente en febrero de 1882, bajo la dirección colectiva de Christian
Dam, Eduardo Lavergne y J. A. Ego-Aguirre; a partir del cuarto número
quedó bajo la sola responsabilidad de Lavergne hasta 1896» (Chocano,
2010, p. 16).
El derrotero final de estas luchas intestinales fue la formación de la
Convención Masónica en marzo de 1882, formada por cinco logias revolu-
cionarias8, bajo la presidencia de Francisco Iriarte y la vicepresidencia de
Christian Dam. Esto daría origen a la Gran Logia del Perú, que se instaló

8 Estas logias fueron Orden y Libertad, Orden y Libertad del Gran Oriente, Virtud y Unión,
Partenón, Alianza y Firmeza.

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 181


Juan Carlos Hilario Melgarejo

el 25 de marzo de 1882 y que tuvo como primer gran maestre masón al


doctor Antonio Arenas9 (1808-1891).
Luego de la guerra con Chile, uno de los sucesos que marcó la vida
de Dam fue la acción de protesta contra la permanencia de los jesuitas
en el Perú, durante el Gobierno de Cáceres (segundo militarismo). Años
después, escribió dos textos que tratan sobre este hecho histórico. Uno de
ellos es la Historia de los jesuitas en el Perú y el otro es Breve reseña sobre las
historia de los jesuitas. El doctor Christian Dam tuvo participación activa en
esta campaña contra los jesuitas, junto con figuras de la masonería como
José Gálvez, Ricardo Palma, el general César Canevaro, Carlos Paz Soldán10
y las fuerzas del radicalismo liberal anticlerical.
¿Cómo se desencadenaron estos hechos? ¿Y qué expresa la lucha con-
tra los jesuitas en el Perú? La disputa nació luego del derrocamiento de
Iglesias en la Huaripampeada:
Uno de los hechos más notables, casi a inicios del Gobierno de Cá-
ceres (1886), que enfrentó a los viejos y nuevos sectores portadores
de ideales secularizadores y a los grupos católicos, dejando traslucir
una época cargada de fuerte conciencia modernizante, fue sin duda
el problema que generó la publicación del texto escolar de historia
del jesuita P. Ricardo Cappa, Historia compendiada del Perú, en el cual
se critica severamente el movimiento emancipador y los Gobiernos
republicanos, elogiando de paso la época colonial y su legado. La tra-
dición educativa, forjada a la sombra de un liberal como Sebastián
Lorente, había logrado imprimir un cierto olvido del pasado español,
de modo que el texto de Cappa, revalorizando el tema e incluso im-
primiendo un aire apologético sobre la herencia hispánica, provocó
el escándalo. Por supuesto que detrás se encontraba el cierto desa-
grado percibido entre muchos sectores influyentes de la sociedad,
a la vuelta de los jesuitas y a la apertura de colegios. La vieja bande-
ra antijesuita pudo levantarse entonces a raíz de este caso (Armas,
1998, pp. 124-125).
Este suceso histórico de organización popular contra los jesuitas —y
principalmente contra el padre jesuita Cappa— fue explicado por Dam
en su texto Breve reseña sobre la historia de los jesuitas. Christian Dam ma-
nifiesta sobre este hecho: el insigne literato limeño don Ricardo Palma

9 Según la relación de masones ilustres, publicada como parte del libro de Carlos López
Albújar (Masones y masonería en el Perú), Antonio Arenas (1808-1891) fue abogado de profe-
sión, fundador y primer gran maestre de la Gran Logia del Perú (1882-1885), rector del Con-
victorio de San Carlos, ministro de Estado (1863 y 1872), vocal de la Corte Suprema (1870) y
presidente de la Asamblea Constituyente (1883).
10 Esto es afirmado por el masón Carlos López Albújar en Masones y masonería en el Perú y
por el propio Christian Dam en Breve reseña sobre la historia de los jesuitas.

182 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


Del radicalismo liberal al anarquismo:
vidas paralelas de Christian Dam y Manuel González Prada

publicó el 15 de julio de 1886, en las columnas de El Nacional de Lima, una


brillante refutación contra las doctrinas antipatrióticas de ese jesuita. Esa
refutación mereció los honores de ser impresa en un folleto y distribuida
al pueblo gratuitamente.
Larrabure y Unanue también combatió al padre Cappa. La juventud
liberal, justamente indignada, proyectó un mitin popular para el domingo
25 de julio de 1886, para cuyo efecto se hizo circular con toda profusión
el boletín siguiente:
Gran mitin popular. La juventud de Lima y los alumnos de la universi-
dad invitan a los ciudadanos de esta capital al mitin que tendrá lugar
el próximo domingo en el teatro Politeama, a la 1 p.m., con el obje-
tivo de pedir el cumplimiento de la ley respecto a los jesuitas en el
Perú. Lima, 17 de julio de 1866. La Comisión.
Al respecto, escribió Dam:
Por circunstancias ajenas a la voluntad de los invitantes, no tuvo éxito
dicho mitin. Varios peruanos ocupaban la prensa con sus artículos
contra la Compañía de Jesús, entre los que tuve el honor de figurar,
en Lima, escribiendo bajo mi conocido seudónimo de Demóstenes,
en El Comercio y El Nacional (Dam, 1907, p. 20).
Los masones de las diferentes logias saludaron la actitud de Ricardo
Palma11 en su lucha contra los jesuitas, ya que por cuestiones de princi-
pios compartían y apoyaban esta gesta en pos del cumplimiento de la
ley para la expulsión de esta orden religiosa. Sobre esto, en una sección
denominada «Intereses generales» de El Comercio, se puede apreciar:
Luego del 26 de julio en el teatro Politeama, ocurrió un evento im-
portante en nuestra historia. Todas las fuerzas antijesuitas (las logias
masónicas, fuerzas liberales, radicales) —más de 2000 personas— se
reúnen para redactar un memorial que se entregaría al presidente y
al Congreso.
Al final, «el resultado de todo fue la segunda expulsión de la Compañía
de Jesús, aquel mismo año. Sin embargo, a todas luces era evidente que el
Gobierno actuó presionado por las circunstancias, pues no tuvo mayor in-
conveniente en aceptar su regreso al año siguiente» (Armas, 1998, p. 126).
El 23 de octubre de 1886 la Cámara de Diputados aceptó la expulsión de
los jesuitas y al día siguiente lo hizo la Cámara de Senadores, pero Andrés

11 Ricardo Palma fue un liberal y masón connotado durante largos años. Según lo indica
Oswaldo Holguín, Palma ingreso a la Logia Concordia Universal el 4 de julio de 1855. Luego,
pasó la a logia limeña Virtud y Unión Nro. 3, donde tuvo el grado de maestro masón (Holguín
Callo, 1994, p. 629).

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 183


Juan Carlos Hilario Melgarejo

Avelino Cáceres no quiso firmar su expulsión. «Se reunió con los supe-
riores de la orden en la provincia y acordaron que lo mejor era el retiro
temporal del Perú, hasta que los ánimos y animadversiones contra esta se
aquietasen. Los jesuitas partieron con dirección a Bolivia y Ecuador, para
que luego algunos marcharan a España» (Torrejón, 2014, p. 80).
Para 1891, las fuerzas del radicalismo liberal, formarían el Partido
Unión Nacional, encabezada por la figura de Manuel González Prada. Es-
taba integrado por un grupo heterogéneo: estudiantes, profesionales de
Lima y otras regiones del país. En la lista del comité (Sánchez, 1986, p.
143) se observan algunos nombres que nos interesa resaltar, ya que se-
rán parte de la Liga de Libre Pensadores del Perú: Christian Dam (cirujano
dentista), Alberto Químper (abogado), Francisco Mostajo (orador y pole-
mista arequipeño), Benjamín Pérez Treviño12 (periodista y masón), José B.
Ugarte (abogado).
Paralelamente al apoyo que Dam entregó al Partido Unión Nacional,
continuó su gestión dentro de las filas de la masonería. De esta manera,
luego de casi 20 años de vida en la masonería, Christian Dam fue elegido
en marzo de 1896 el gran maestre de la Gran Logia de los Antiguos Libres
y Aceptados Masones de la República del Perú.
Producto del trabajo realizado durante un año dentro de la Gran Logia
del Perú, el doctor Dam fue reelegido para el cargo de gran maestre en el
periodo 1897-1898. En su segunda gestión, sus decretos de mayor impac-
to dentro de la masonería fueron cambiar la bíblica de aras masónica por
la Constitución Masónica y cambiar la palabra biblia por Constitución la
Gran Logia del Perú en los rituales.
La reacción no se hizo esperar. Varias facciones opositoras organiza-
das en sus respectivas logias desacataron el proyecto de Dam y pusieron
en tela de juicio, incluso, la soberanía de Gran Logia de Perú si se ponían
en práctica las reformas. Fue el caso de la fuerte oposición liderada por
la logia de Kosmos Nro. 7 y secundada por otras logias limeñas. Al final,
la renuncia de Christian Dam del cargo de gran maestre generó el apar-
tamiento de otros hombres de la masonería. Estos personajes buscarían
desarrollar un nuevo espacio que cobijaría sus intereses por difundir las
ideas liberales radicales con esencia anticlerical. De esta manera, apareció
la Liga de Librepensadores del Perú.
La gran huella liberal dejada por Christian Dam, a finales del siglo XIX e
inicios del siglo XX, fue la Liga de Librepensadores del Perú, fundada el 30

12 Según Carlos López Albújar, perteneció a la Respetable Logia Virtud y Unión Nro. 3 y fue
gran maestre (1924-1928).

184 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


Del radicalismo liberal al anarquismo:
vidas paralelas de Christian Dam y Manuel González Prada

de octubre de 1897. ¿Qué fue? Una institución que generó un nuevo es-
pacio alternativo de sociabilidad moderna, y anticlerical. Además, por pri-
mera vez en nuestra historia republicana, se dio la institucionalización del
anticlericalismo en nuestro país. Su labor se adscribe de 1897 a 1904, año
en que fue cerrada por el Gobierno aristocrático de José Pardo y Barreda.
La Liga de Librepensadores, como institución que difunde y propaga
ideas liberales, tuvo su sede en Lima; sin embargo, a poco tiempo de su
creación, descentralizará sus acciones y organización al interior del país.
Así lo demuestran las páginas de El Libre Pensamiento:
La feliz iniciativa en virtud de la cual queda constituida en Lima la
Liga de Librepensadores empieza a tener eco en las demás circuns-
cripciones de la república. No hace 15 días que se llevó a cabo la idea;
sin embargo, dentro de poco la veremos germinar en todas partes.
Así lo demuestra el entusiasmo con que se viene acogiendo, entu-
siasmo de que es una muestra la actitud asumida en Yauli por un gru-
po de patriotas liberales, que han querido ser los primeros en orga-
nizarse, manifestando así la nobleza de sus propósitos que lo anima.
Para ellos no tenemos más que palabras de gratitud y elogio (El Libre
Pensamiento, 11 de diciembre de 1897).
Al comenzar el siglo XX, la inversión capitalista trajo problemas eco-
nómicos y sociales, que comenzaron a acentuarse en nuestro país: el en-
ganche, la falta de derechos laborales, la situación de la mujer, etc. En-
tonces, esta coyuntura generaría nuevas reflexiones en nuestro país bajo
los ideales anarquistas. Así, la vida del doctor Dam daría un viraje hacia el
anarquismo.
Para seguir refiriéndonos al anarquismo como ideología y su vínculo
con el doctor Dam, sería necesario plantearnos la siguiente interrogante:
¿fue original el pensamiento anarquista peruano? En realidad, los docu-
mentos doctrinarios eran traducidos o reproducidos de otras revistas o
libros, y los anarquistas peruanos básicamente eran prácticos e inmersos
en la lucha social. No obstante, aquí hubo algunos ideólogos; entre los
intelectuales estaban González Prada, Glicerio Tassara, Christian Dam, Is-
mael Gacitúa, entre otros; y también los obreros Manuel Caracciolo Léva-
no y su hijo Delfín, Eulogio Otazu, Nicolás Gutarra, etc. En realidad, ellos
pensaron y criticaron a partir del modelo ideológico antiautoritario que
llegaba de Europa; no obstante, cuando teorizaban, lo hicieron desde los
problemas propios de nuestra realidad. A pesar de esto, creemos que es
justo decir que un aporte original de este movimiento es la enorme vita-
lidad artística y literaria, el intento sin precedentes en nuestro país por
crear una cultura nueva, revolucionaria, una cultura popular inspirada en
la libertad y en la justicia social» (Lévano y Tejada, 2006, p. 49).

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 185


Juan Carlos Hilario Melgarejo

El vínculo del doctor Dam con los ideales anarquistas es innegable.


Este contacto fue de múltiples formas: a través de los centros de estudios
obreros, erogaciones voluntarias, como conferencista, mediante artículos
en diversos periódicos ácratas, etc. Todo este accionar del doctor Dam
queda atestiguado históricamente en los periódicos de la época (Los Pa-
rias, El Hambriento, El Oprimido, Humanidad, etc.).
¿Cuál fue la relación del primer periódico ácrata Los Parias y Dam? Al
parecer, muy buena, teniendo en cuenta que muchas de las figuras en
la redacción de este periódico anarquista eran integrantes de la Liga de
Librepensadores del Perú, como es el caso de Glicerio Tassara, Carlos del
Barzo, Alfredo Baldassari, Pedro Pablo Astete, etc. Además encontramos
notas de reconocimiento al trabajo de su exdirector de la Liga. Por ejem-
plo, podemos leer en el artículo «Notas y apuntes» de julio de 1904:
El 27 de junio ha conmemorado su octavo aniversario el Libre Pensa-
miento; y al saludar al colega de la cruzada anticlerical nos hacemos
un deber: el reconocimiento y el aplauso. Sin un carácter firme y te-
naz como el de su director, vida tan larga hubiera sido imposible ante
las tempestades clericales desatadas en su contra.
Por aquellos años, el joven movimiento anarquista buscó consolidarse
teniendo como eje fundamental los Centros de Estudios Sociales Obreros,
donde debatían ideas y realizaban conferencias, actos culturales, etc. Dam
comentó su participación en el Centro de Estudios Humanidad («Fui invi-
tado por el Centro Humanidad para dar la conferencia antijesuita que se
llevó a cabo el 14 de julio de 1907») en marzo de 1908 en el periódico El
Oprimido, el órgano difusor a lo largo de su existencia de los centros de es-
tudios obreros. Recordemos que antes de 1908 este periódico pertenecía
al Centro de Estudio Socialista 1 de Mayo y luego formó parte del Centro
de Estudios Sociales 1 de Mayo. Dam estuvo presente en estas dos orga-
nizaciones obreras tanto como conferencista o como escritor. Podríamos
hacer una acotación del pensamiento de Dam: con el transcurrir los años
se observa un mayor acercamiento a los ideales libertarios. Sin embargo,
conserva su argumento anticlerical, como el elemento medular; Pero uni-
do a esto se cuestiona al Estado y al capital imperialista. Elementos distin-
tos a su etapa de librepensador.
Se puede constatar una constante participación como redactor en el
periódico ácrata El Oprimido, el órgano del Centro de Estudios Socialista 1
de Mayo, Defensor de los Trabajadores:

• En «Frutos de la escuela católica» (setiembre de 1907), Dam cuestiona


el artículo del periódico Opinión Nacional, según el cual dos jóvenes
cometieron crímenes supuestamente por no haber recibido una edu-
cación católica. Dam sostiene que la educación católica no asegura

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Del radicalismo liberal al anarquismo:
vidas paralelas de Christian Dam y Manuel González Prada

conductas a favor del «prójimo» y nombra los crímenes realizados por


sacerdotes del clero católico en diferentes partes de Europa.
• En «Pro-Nakens» (abril de 1902), Dam se solidariza con el director del
periódico de Madrid El Motín, José Nakens.

Con el surgimiento de un nuevo Centro de Estudios Sociales 1 de Mayo,


como organizador de El Oprimido, el vínculo de Dam continúa. Al respec-
to, Delfín Lévano indica que el 18 de febrero de 1908, «se fundó en esta
ciudad el centro de Estudios Sociales 1 de Mayo, nacido de la fusión del
Grupo Libertario Humanidad y el Centro Socialista 1 de Mayo, a los que
se sumaron nuevos compañeros venidos de Vitarte»13. Por aquellos años,
el Grupo Humanidad y el periódico del mismo nombre estaban bajo la
dirección del artesano Carlos del Barzo, antiguo colaborador de la Liga de
Librepensadores del Perú. El comité administrativo está integrado por el
«secretario del exterior Sixto Rojas, secretario del Interior Herminio Gon-
záles, bibliotecario Hugo Cuffini. Administradores: Víctor Gonzáles y Del-
fín Lévano, y tesorero: Manuel C. Lévano»14 (El Oprimido, febrero de 1908).
En los trabajadores de aquellos años está muy clara la solidaridad de
la clase obrera. Al respecto, Luis Tejada indica que la comunicación entre
libertarios es muy fluida. «Fue así que en 1908 la Federación Obrera de Río
de Janeiro invitó a los anarquistas peruanos a adherirse a manifestaciones
por la paz sudamericana ante el avance del belicismo en América Latina»
(Tejada, 1988, p. 287). El centro de Estudios Sociales 1 de Mayo aceptó
la invitación y el 16 de diciembre realizó una velada literaria musical. En
este evento participó el doctor Dam con la conferencia titulada «El hogar
y el confesionario», junto a Leopoldo Urmachea, José Ugarte, entre otros
personajes.
La conferencia del doctor Dam fue publicada por el periódico El Opri-
mido y en ella podemos observar cambios claros en cuanto a su visión de
los grandes problemas de la sociedad peruana. No se trataba únicamente
del clero, como sostenía cuando era jefe de la Liga de Librepensadores del
Perú, sino que existían otras grandes rémoras: el capital (inversión impe-
rialista) y el Estado republicano. Esto indica el viraje de ser liberal-radical
hacia el ser libertario.
El 30 de enero de 1909, se publicó en el periódico El Oprimido la invita-
ción a una velada artística que se desarrollaría el 13 de febrero de ese año.
En el comunicado consta el programa y la participación de Dam como
conferencista.

13 «La Protesta: Datos históricos». La Protesta, febrero de 1920.


14 «Unificación».

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 187


Juan Carlos Hilario Melgarejo

Programa
1. Himno «Los trabajadores» por la orquesta
2. Discurso del doctor Christian Dam
3. Tema «La esclavitud del salario» por el compañero Ricardo Cas-
tañeda Pozo
4. Pieza musical

El 13 de febrero de 1909 se organizó una velada literaria artística para


la inauguración del nuevo local y la biblioteca del Centro de Estudios So-
ciales 1 de Mayo. La actividad se inició con la participación de la estudian-
tina que desarrolló con entusiasmo las notas del himno «Hijos del pue-
blo». Disertaron: Ismael Gacitúa sobre la importancia de la educación de
la mujer; Luis Olea, acerca del superhominismo; y el doctor Christian Dam,
quien reflexionó sobre la mujer y la religión. El periódico El Hambriento
(marzo de 1909) manifiesta sobre Dam lo siguiente:
Hablo enseguida el viejo luchador, el incansable propangandista del
libre pensamiento, doctor Christian Dam, quien en un categórico dis-
curso puso de manifiesto la necesidad de que la mujer abandone el
prejuicio religioso a fin de verse libre de las asechanzas de los so-
domistas ensotanados, continuando su peroración no pocos pensa-
mientos esencialmente revolucionarios»15.
Cerramos estas ideas planteando que la huella que dejó la ideología
anarquista en Christian Dam fue indudable. El pensamiento ácrata era una
nueva forma de acercarse a los nuevos problemas que el Perú atravesaba
por aquellos años ante el ingreso del capital extranjero y la proletarización
de los trabajadores peruanos.

Muerte de Dam
Las decisiones y las acciones que nuestro ilustre liberal y anarquista
tomó en su vida le trajeron múltiples opositores y detractores. La visión
negativa de un sector de la masonería persistía todavía en algunos. Esta
perspectiva se puede apreciar, claramente, en la obra del masón Carlos
López Albújar La historia de la masonería en el Perú, muy citada en nuestro
medio. López Albújar indica que el retiro de Christian Dam de la Gran Lo-
gia del Perú fue la causa principal del decaimiento de esta organización.
Indudablemente, los miembros de la Iglesia católica en el Perú en su mo-
mento anatematizaron su obra, su periódico y a la Liga de Librepensado-
res del Perú.

15 «La velada del 13».

188 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


Del radicalismo liberal al anarquismo:
vidas paralelas de Christian Dam y Manuel González Prada

A favor de la obra de Dam estuvieron siempre aquellos hombres y or-


ganizaciones que respaldaron el progreso de la sociedad peruana: libre-
pensadores, liberales, masones16, anarquistas, la joven clase obrera, etc.
El cirujano dentista Christian Dam falleció a los 68 años. El deceso ocu-
rrió en Lima, el mediodía del 26 de abril de 1920. Recordemos que dos
años antes había fallecido el señor Manuel González Prada. La muerte de
Dam no pasaría en forma silenciosa, sino que causaría tristeza, melancolía
entre muchos hombres y mujeres que buscarían luego continuar su lega-
do en el Perú.
Los diferentes diarios capitalinos comentaron la lamentable muerte
de este ilustre personaje de fines del siglo XIX y principios del siglo XX. El
diario La Prensa, por ejemplo, en su espacio «El día social» del 26 de abril
de 1920, expresó:
Hoy ha dejado de existir el doctor Christian Dam, decano de los ci-
rujanos dentistas del Perú y ciudadano lleno de merecientes, que se
distinguió siempre por su sincero y ferviente amor a la causa del pro-
greso humano, y por los intereses de esta patria que él le llamo suya
desde que se radicó en su suelos. La noticia de su muerte ha de pro-
ducir hondo pesar no solo en Lima, sino en toda la república y fuera
de ella, pues el prestigio del doctor Dam como hombre virtuoso e
infatigable luchador y notable intencionado era conocido en todo el
mundo liberal.

Manuel González Prada (1844-1918)


La obra de González Prada ha sido ampliamente estudiada y debatida
en estos últimos años desde diferentes puntos de vista por parte de las
ciencias sociales. Con el objetivo de comparar las vidas tanto de González
Prada como de Dam, segmentaré la vida del primero, tomando como re-
ferencia la periodificación hecha por David Sobrevilla.
Siguiendo a Sobrevilla (2009, pp. 21-22), la obra de González Prada
pasó por cuatro grandes periodos:1) los años de formación (1844-1879),
2) el periodo radical-positivista (1879-1891), 3) los años europeos, y 4) el
periodo radical-anarquista (1898-1918). Lo que nos interesa en esta parte
es entrelazar la vida y la obra de González Prada con Dam, desde los años
de la Posguerra hasta los primeros años del siglo XX, ya que estos dos
ilustres intelectuales y políticos compartieron espacios e ideas acerca del
Perú.

16 En la página oficial de la Gran Logia del Perú existe una visión positiva de la obra como
gran maestre del doctor Christian Dam.

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 189


Juan Carlos Hilario Melgarejo

El 5 de enero de 1844 nació en Lima José Manuel de los Reyes Gonzá-


lez de Prada17, dentro de una familia de abolengo aristocrático de origen
español, conservadora y católica. Se preparó en los mejores espacios edu-
cativos de aquellos años: el Seminario de Santo Toribio de Mogrovejo, el
Convictorio de San Carlos, etc. Por lo tanto, desde la niñez se fue relacio-
nando con algunas personas que serían las futuras figuras conservadoras
de la política y del clero peruano. Y «durante 10 años estuvo consagrado a
trabajos agrícolas en Mala, al sur de Lima. En la Guerra del Pacífico concu-
rrió a la batalla de Miraflores, y forma parte de la guarnición de la batería
el Pino. Durante la ocupación chilena estuvo encerrado en su domicilio,
consagrado a los estudios literarios y no salió a la calle hasta que los chile-
nos desocuparon Lima» (Paz Soldán, 1917, p. 212).
La primera organización en la cual participó Manuel González Prada
fue el Club Literario, que representó el espíritu conservador de la época.
Estaba vinculada al poder oligárquico civilista peruano y a sus intelectua-
les. Sin embargo, su participación dentro de este espacio tendría a ser un
«corsé» para el espíritu crítico y cada vez más radical de don Manuel.
Por ello, decidió romper con esta organización y luego fundar con
otras figuras del momento el Círculo Literario, el 30 de octubre de 1885,
durante el Gobierno de Andrés A. Cáceres. Luis Alberto Sánchez (1938,
p. 13) indica que el Círculo Literario produjo grandes personalidades que
luego serán parte de la literatura y de la política, como el poeta e historia-
dor Germán Leguía y Martínez, Carlos Germán Amézaga, Alberto Gamarra
El Tunante, Enrique López Albújar, Benjamín Pérez Treviño, etc.
En julio de 1888, se realizó en el teatro Politeama una actuación litera-
rio-musical para conmemorar las Fiestas Patrias y recolectar fondos para
el rescate de Arica y Tacna. La actividad empezó con el discurso, que se ha
hecho inmortal, de Manuel González Prada.
Este resumió en una frase celebre la actitud de su generación: los vie-
jos a la tumba, los jóvenes a la obra. Para los responsables del desas-
tre peruano no había otro camino que el silencio, la muerte en vida.
La reconstrucción era obra de los nuevos valores (Sánchez, 1938,
p. 11).

17 Sobrevilla, David y Manuel Zanutelli afirman que durante mucho tiempo la fecha de su
natalicio fue errada. Se pensaba que era el 6 de enero de 1848, hasta que se consignó la
partida original de nacimiento del propio González Prada.

190 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


Del radicalismo liberal al anarquismo:
vidas paralelas de Christian Dam y Manuel González Prada

En 1891, González Prada18 pasó de la acción literaria radical a la activi-


dad política dentro de los marcos del liberalismo radical.
El partido Unión Nacional agrupaba, al parecer, a las fuerzas más pro-
gresistas que provenían del Círculo Literario, cuya principal figura era el
señor González Prada19. Sin embargo, desde el inicio aparecieron algunas
controversias entre don Manuel y algunos integrantes del partido. Por
ejemplo, con respecto al nombre del partido, para González Prada debería
denominarse Partido Radical, pero para otros era un nombre que podría
«ahuyentar» algunos posibles adherentes. Al respecto, Adriana Verneuil
indica:
Desde un principio él había querido llamarlo francamente Partido
Radical y que su solo nombre fuese su bandera, pregonando cla-
ramente sus ideales y sobre todo el no ser un partido personalista
como los demás existentes. Mucha resistencia encontrará en todos,
pretendiendo que solo ese nombre asustaría a las gentes timoratas
que tanto abundaban en el Perú. Por el contrario, proponían un nom-
bre anodino, que disimularía sus propósitos radicales. Al final Manuel
aceptó el de Unión Nacional, propuesto por otros (Verneuil, 1947, p.
176).
Hugo Pereira, siguiendo a Basadre, afirma que la Unión Nacional fue
una nueva línea del liberalismo que se desarrolló en nuestro país, el radi-
calismo.
La Unión Nacional se parece más a Bilbao y Amézaga que a los mo-
vimientos liberales, no solo en su fisonomía ideológica, sino también
en su acción. Como Bilbao y Amézaga, significó el repudio de los polí-
ticos consagrados y, aunque su programa no lo dijera expresamente,
tuvo como directiva esencial el ataque al catolicismo. Superó, sin em-
bargo, a Bilbao y Amézaga, en su sentido de cohesión, no obstante
el hecho de ser también un sector diminuto; los superó igualmente
en la perduración de su propaganda que, a pesar de cierta disconti-
nuidad, se prolongó hasta principios del siglo XX; y los superó sobre
todo por la obra de González Prada, en la perdurabilidad de sus escri-
tos más selectos y en la profunda influencia que, al cabo de muchos

18 Sobrevilla hace referencia a la entrevista (1916) de Félix del Valle al señor González Prada,
donde se anota de su paso de la literatura a la vida política: «Que en realidad no me subyuga
que como ideal detesto. A tantos y a tan insistentes requerimientos del compacto grupo de
mis amigos accedí organizando el partido que usted acaba de nombrar [la Unión Nacional]
[...] Y añade [...] ese partido debió ser radical. Yo había formulado un programa, a base de
radicalismo que conservo. Nunca lo hice público, sin embargo» (Sobrevilla, 2005, p. 39).
19 Basadre indica que González Prada es la figura más descollante tanto del Círculo Literario
como del partido Unión Nacional, por su agitada actividad intelectual crítica. «Sus discursos
y artículos de marmóreo estilo fustigaba no solo al vencedor de la guerra de 1879, sino a
todos los políticos peruanos y a la viejo generación» (Basadre, 2005, tomo X, p. 176).

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 191


Juan Carlos Hilario Melgarejo

años, llegaron ellos a ejercer sobre las jóvenes generaciones (Basa-


dre, 2005, tomo X, p. 176).
Sin embargo, luego de algunos meses de su fundación, González Pra-
da decidió viajar a Europa con su familia. El novel partido tuvo dificultades
para continuar la línea crítica dejada por don Manuel.
¿Qué lo impulsó a marchar a Europa? Al parecer fueron varios elemen-
tos que se presentaron y que lo llevaron a tomar esta opción que fue con-
siderada la mejor para él y su familia en ese momento. Bosquejaré algunas
aproximaciones para dar solución a la pregunta.
Las contradicciones dentro del partido Unión Nacional existieron in-
dudablemente, como lo dice Adriana Verneuil en Mi Manuel, pero dudo
de que haya sido el primer motor para su viaje a Europa.
Me inclinaría a pensar que estuvo centrado en resolver cuestiones per-
sonales. Es decir, la solución inmediata a estos problemas era Europa. Sus
dos primeras hijas habían muerto en Lima y existía una desconfianza de
lo que podía pasar con el tercero, según Luis Alberto Sánchez. Otro factor
importante fue su interés de acercarse a la cultura europea. Béatrice Che-
not señala al respecto:
El viaje a Europa corresponde a un deseo de distanciarse de la reali-
dad peruana, para colmar anhelos insatisfechos hasta ese momen-
to: conocer a escritores, leer obras inasequibles en una biblioteca
limeña, seguir gracias a la prensa el debate de ideas que inervan una
actualidad polémica e inciden en los acontecimientos políticos. Con
el propósito de observar en concreto la vida diaria de las gentes en
Europa, el viaje se erige así en ejercicio impostergable de observa-
ción, ya no de hechos de la vida política y mundana de las élites, sino
más bien del pueblo, en su devenir cotidiano, sus luchas por avances
sociales (Chenot, 2006, p. 33).
Primero, Francia y luego España será parte del circuito visitado por
nuestro personaje. Su recorrido por España será narrado por su esposa
Adriana Verneuil. Luis Alberto Sánchez menciona que su estancia en la
ciudad catalana de Barcelona fue determinante para sus ideas anarquis-
tas: «En Barcelona se fortaleció el anarquismo de González Prada; allí na-
ció el seudónimo de Luis Miguel con que firmaría en Germinal y Los Parias»
(Sánchez, 1986, p. 205).

De regreso al Perú
En 1898, cuando González Prada retorna a Lima, un nuevo núcleo diri-
gía el «alicaído» partido Unión Nacional, bajo la presidencia del ingeniero
José Balta. También González Prada se encontró con una robustecida insti-
tución liberal anticlerical denominada la Liga de Librepensadores del Perú.

192 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


Del radicalismo liberal al anarquismo:
vidas paralelas de Christian Dam y Manuel González Prada

La primera conferencia que brinda luego de su regreso se tituló «Par-


tidos y la Unión Nacional». David Sobrevilla pone de relieve que don Ma-
nuel ha unido a su discurso crítico nuevos elementos ideológicos. Por
ejemplo, parafraseó en su discurso al social demócrata Karl Liebknecht en
el siguiente enunciado.
Por eso, el mundo tiende hoy a dividirse no en republicanos y monár-
quicos ni en liberales o conservadores, sino en dos grandes fraccio-
nes: los poseedores y los desposeídos, los explotadores y los explota-
dos (González Prada, 2010, p. 31).
La segunda conferencia de González Prada en Lima fue proyectada
para el 28 de agosto de 1898, en el teatro Politeama. Era organizada por
la Liga de Librepensadores del Perú, dirigida por el doctor Dam y Glicerio
Tassara. La conferencia se titulaba «El librepensamiento en acción», pero
la actividad fue prohibida por Gobierno oligárquico de Piérola. Luis Alber-
to Sánchez cuenta que:
El ministro de Gobierno, un señor De la Puente, ordenó que la Policía
rodease el Politeama, y desde la plaza de la Micheo hasta la de la Ex-
posición, cordones de cachacos, vara en mano y revólver en el cinto,
impedían la formación de grupos y el paso de nadie a la zona del
teatro (Sánchez, 1986, p. 223).
Karen Sanders indica:
En 1902 se apartó del partido para acercarse al anarquismo y pro-
clamar la necesidad de la unidad del intelectual y el obrero. La tra-
yectoria política de González Prada acabó, pues, en el rechazo total
de la política y la adhesión al individualismo anarquista sin patrias y
naciones (Sanders, 1997, p. 234).
David Sobrevilla señala:
Después de desligarse [González] Prada de la Unión Nacional se afir-
mó su vínculo con los anarquistas: la mayor parte de los artículos
que después se reunieron en Anarquía los escribió a partir de 1904.
Como hemos manifestado, precisamente este año se formó la Unión
de Trabajadores Panaderos del Perú y don Manuel comenzó a dirigir
el semanario Los Parias, que duró dos años. [González] Prada pudo
dar a conocer su opinión en ambos medios (Sobrevilla, 2009, p. 64).
Ángel Cappelletti manifiesta que González Prada:
fue concediendo cada vez mayor atención a lo que por entonces so-
lía llamarse la cuestión social. Comenzó a denunciar la explotación de
los indios, se preocupó por la miseria de los trabajadores urbanos y
rurales, alentó la formación de sociedades de resistencia en la nacien-
te clase obrera, cuestionó con más vigor que nunca el poder político

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 193


Juan Carlos Hilario Melgarejo

y la esencia misma del Estado, más allá de todos los matices jurídicos
y constitucionales (Cappelletti, 1990, p. 151).
Su relación con el anarquismo se estableció como redactor del periódi-
co ácrata Los Parias, donde contribuyó durante nueve años, y del periódi-
co anarquista La Protesta. Para el filósofo David Sobrevilla, se observaban
ya los nuevos elementos anarquistas en la producción literaria de Manuel
González Prada. «Ya en Minúsculas (1901) aparecen versos que revelan su
nueva doctrina con que había remplazado el radicalismo político y religio-
so de su juventud: “Cosmopolitismo” y “Rondel” son una muestra de lo que
decimos» (La Protesta, agosto de 1923). Para Sobrevilla, el poema «Cosmo-
politismo» de González Prada muestra claramente un carácter anarquista.
En 1905, la Federación de Obreros Panaderos del Perú invitó a Gonzá-
lez Prada a reflexionar sobre el 1 de mayo. Para esta actividad el Apóstol
Ácrata preparó un discurso que tituló «El intelectual y el obrero». Su refe-
rente fue el anarquista Kropotkin20.

Comparación de Christian Dam y Manuel González Prada


I. Acerca de Dam y González Prada, el ánimo no es comparar faculta-
des. Pero nos parece que no debe pasarse en silencio que Dam, como
lo escribimos líneas arriba, fue un intelectual (cirujano dentista) con
gran talento y sensibilidad social que sintonizó con los problemas de
su época. Sin embargo, estas aptitudes fueron producto de un largo
proceso que le costó mucho desde que salió de la isla Santa Cruz en
1852, teniendo en cuenta que su condición económica y social no era
muy buena. Este trajinar por el Caribe y luego por el Perú hizo que
alcanzara el liberalismo radical y luego el anarquismo. En cambio, la
situación de don Manuel fue distinta. Él pertenecía de la aristocracia
limeña, se educó en colegios de gran prestigio en aquellos años, y en
este mundo académico tomó conciencia rebelde anticlerical bajo la
sombra del liberalismo radical. Luego de su viaje a Europa se convirtió
en anarquista hasta el final de sus días, en 1918.
II. Tanto Dam como Prada serán parte del anarquismo doctrinario de
inicios del siglo XX. Sin embargo, durante largos años abrazaron las
ideas del liberalismo radical, incluso en la formación del partido radical
Unión Nacional: González Prada, aparece como fundador y Christian
Dam como colaborador. El radicalismo será una forma de liberalismo
que incorpora «la cuestión social». Ante la pregunta: ¿cómo llevaron
a la práctica el radicalismo estas dos grandes figuras de entre siglos?,
nuestra respuesta coincide con los hombres que le son coetáneos en
el tiempo: González Prada (teoría), Dam (práctica).

20 Así lo demuestra Ángel Cappelletti, quien al comparar el discurso de González Prada ha


encontrado glosas del libro La conquista del pan del ácrata ruso Piotr Kropotkin (Cappelletti,
1990, pp. 110-111).

194 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


Del radicalismo liberal al anarquismo:
vidas paralelas de Christian Dam y Manuel González Prada

III. Al comparar la vida de ambos, se puede colegir su deseo de dar solu-


ciones a los problemas que atravesó nuestro país como nación. Pero
mientras que González Prada es, en términos de Mariátegui, el primer
instante lúcido del Perú, y el sembrador de ideas, inicialmente libera-
les, y luego anarquistas, nunca fue parte de una organización. Para-
lelamente a esto, Dam también es un sembrador de ideas, pero con
una organización de por medio, la Liga de Librepensadores del Perú, e
indudablemente de mayor alcance, de forma nacional e internacional.
IV. Christian Dam y Manuel González Prada comparten la tradición libe-
ral anticlerical que proviene del chileno Bilbao, Enrique Alvarado y
Mariano Amézaga. Dam recoge los aportes del radicalismo liberal de
mediados del siglo XIX; sin embargo, enfatiza en el anticlericalismo.
El principal aporte de Dam fue la institucionalización de la lucha anti-
clerical a través de la Liga de Librepensadores del Perú y sus diversas
delegaciones dentro del país, ya que antes hubo voces aisladas, pero
no existía un soporte orgánico como sí lo había dentro de esta organi-
zación liberal. En el caso de González Prada, diremos que también es
heredero del liberalismo radical. La fundación del Partido Unión Nacio-
nal representaba una lucha política y anticlerical dentro de los marcos
de principios liberales, pero la partida de don Manuel a Europa daría a
conocer los límites de la cultura política premoderna de sus integran-
tes (relaciones personales).

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 195


Juan Carlos Hilario Melgarejo

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Recepción: 30/1/2018
Aceptación: 5/3/2018

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 197


Artículos
Desde el Sur | Volumen 10, número 1, Lima; pp. 201–216 | DOI: 10.21142/DES-1001-2018-201-216

Sebastián Salazar Bondy y la utopía del socialismo mágico:


revisitando El rabdomante
Sebastián Salazar Bondy and the utopia of magical socialism: revisiting
El rabdomante
Carlos Vargas Salgado1
Whitman College
vargasca@whitman.edu

RESUMEN
Este artículo explora la última obra escrita por el ex-
taordinario dramaturgo peruano Sebastián Salazar Bondy
(1924-1965). En El rabdomante, un país de «miserables»
que enfrentan la opresión y la injusticia son guiados por
una especie de chamán capaz de encontrar agua y con ella
la independencia política. Leída frecuentemente como
una alegoría a la violencia social en el Perú, El rabdomante
también es una meditación sobre los vicios y las virtudes
de los proyectos socialistas en la década de 1960 en países
como el Perú. Esta obra teatral revela con claridad los inte-
reses estéticos y políticos que dominaron la obra completa
de Salazar Bondy, y debería recibir mayor atención al calor
de las actuales discusiones sobre el pensamiento decolo-
nial en América Latina.

PALABRAS CLAVE
Sebastián Salazar Bondy, literature peruana, teatro pe-
ruano, socialismo en Latinoamérica

ABSTRACT
This article explores the final play written by Sebastián
Salazar Bondy (1924-1965), the prominent Peruvian pla-
ywright. In El rabdomante («The Water Diviner») a country

1 Profesor de Teatro y Estudios de Performance en Whitman College de Washington, Esta-


dos Unidos. Obtuvo un PhD en Literatura Hispánica por la Universidad de Minnesota, Twin
Cities, con una tesis sobre el teatro peruano durante el tiempo de la violencia política. Sus
trabajos han sido publicados en revistas del Perú, Estados Unidos, España, Brasil, entre otros
países. Es miembro de la International Brecht Society, la American Society for Theatre Re-
search y la Asociación Internacional de Teatro del Siglo XXI.

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 201


Carlos Vargas Salgado

of «the dispossessed», facing oppression and injustice, is


guided by a shaman able to lead them to water, and with
it political independence. Frequently read as an allegory of
the social violence experienced by Peru, El rabdomante is
also a meditation on the virtues and vices of the country's
socialist projects of the 1960s. The play reflects with cla-
rity the political and aesthetic concerns that dominate
Salazar Bondy's entire oeuvre, and is deserving of greater
attention within the context of contemporary discussion
surrounding decolonial thought in Latin America.

KEYWORDS
Sebastián Salazar Bondy, Peruvian literature, Peruvian
drama, socialism in Latin America

Hacia 1964, Sebastián Salazar Bondy comienza a redactar —acaso


sin saberlo— su propio testamento intelectual. En los febriles meses que
seguirían, entre viajes, conferencias que han devenido legendarias (el
Encuentro de Narradores en Arequipa, la Mesa Redonda sobre Todas las
sangres) y una vibrante labor periodística, Salazar Bondy publicaría Lima
la horrible, su manifiesto de anticolonialidad, al mismo tiempo que em-
prende la escritura del drama El rabdomante, una suerte de obra didáctica
sobre la descolonización en la que unos hombres subhumanos rompen
a golpes la estructura del poder que los oprime, de la mano de un mago
que no sobrevive su propia gesta. Tampoco Salazar Bondy sobrevive a la
suya. Salazar Bondy muere de forma intempestiva en Lima en 1965 a los
41 años. Y aunque su breve paso por la vida nos ha dejado textos memo-
rables, muchos de ellos son algo mejor que eso: son textos para la memo-
ria, o para la anticipación del porvenir.
Desde hace unos años, y con motivo de conmemorar 50 años de su
prematura muerte, el interés por la obra del autor limeño creció exponen-
cialmente, en particular a través de reediciones de sus obras y antologías
sobre su trabajo periodístico2. Sin embargo, queda mucho por elucidar
en la obra de Salazar Bondy. Uno de los temas por resolver con mayor
solvencia es el lugar que ocupó el teatro en la vida y obra del autor, tema
extenso por lo demás. En este trabajo me ocupo de discutir precisamente

2 Desde estudios sobre su obra en conjunto como el del francés Hirschhorn, Sebastián Sa-
lazar Bondy. Pasión por la cultura (2005), o la reciente edición (2004) que hizo la Universidad
Nacional Mayor de San Marcos de la labor periodística de Salazar Bondy. Tampoco es menor
el asunto de que la Universidad de Concepción en Chile haya reeditado y debatido Lima la
horrible (2002).

202 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


Sebastián Salazar Bondy y la utopía del socialismo mágico:
revisitando El rabdomante

la última obra dramática de Sebastián Salazar Bondy, El rabdomante, tanto


en su ubicación en la producción vinculada al teatro, como en su propia
naturaleza de texto culminante de un interés central en la vida de Salazar.

El lugar del teatro en la obra de Salazar Bondy


Es indudable que el teatro fue columna vertebral de los intereses y de
la obra creativa y crítica de Salazar Bondy. Hirschhorn (2005) ha contabili-
zado más de 200 artículos dedicados al teatro en 25 años de labor perio-
dística, el primero de los cuales, también el más antiguo del que se tiene
noticia, lleva como título simple “El teatro” (Jornada, 19 de julio de 1940,
citado por Hirschhorn). El corpus de su producción dramática, por otra
parte, incluye 15 títulos entre dramas, comedias y juguetes (obras cómicas
breves). De acuerdo con Hirschhorn, existen además tres obras inéditas y
numerosas adaptaciones de autores extranjeros. Por ella mereció el Pre-
mio Nacional de Teatro en tres oportunidades (1947, 1952, 1965). Sus rela-
ciones con la escena viva, además, son numerosas y reveladoras: su ayuda
a formar el Club de Teatro de Lima (junto con Reynaldo D’Amore, 1953),
su trabajo junto a Inda Ledesma, actriz y su primera esposa (1947-1951),
la reorganización del área de Teatro del Ministerio de Educación (1951), su
trabajo de dramaturgista para la compañía de Pedro López Lagar (1952),
sus estudios de Teatro en el Conservatoire National Supérieur d’Art Dra-
matique de París (1956), su labor como profesor y director de la Escuela de
Arte Escénico (desde 1954), su participación como jurado del Premio Casa
de las Américas (Cuba) en el área de teatro3. Su vida pública, como puede
verse, es la de un hombre de teatro en pleno sentido del término.
Todo indica, además, que para Salazar Bondy el hecho de la escritura
creativa o reflexiva sobre el arte del teatro estaba siempre y en todo lugar
relacionada con la realidad. La realidad social y la realidad práctica de la
escena en función de la cual escribía. En una inicial edición de sus Seis ju-
guetes (1958), luego de dedicar sus obras a grupos juveniles y actores que
inician, Salazar Bondy declara:
[estas obras] intentan ser expresión del primordial anhelo de recrear
en el tablado hechos que [...] son manifestaciones de la realidad del
hombre y su circunstancia, aquí y ahora (Salazar Bondy, 1958, p. 6).
La obra teatral es espejo de la sociedad tanto como práctica festiva, ju-
venil, que requiere incentivo y expansión en la comunidad. El ideario tea-
tral del autor supone no plantear barreras entre la escritura y la conexión
con la comunidad; antes bien, la escritura supone una voz que encuentra

3 Para una revisión de la cronología, ver Quispe, 2015.

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 203


Carlos Vargas Salgado

su modo adecuado únicamente en su vínculo con el grupo. Por ello, su


constante preocupación como crítico, por ejemplo, en la necesidad de
educar al lector-espectador, así como de reclamar al Estado por la difusión
de formas artísticas entre la comunidad.
De esta forma, esta amplitud de miras de Salazar Bondy en relación
con el teatro también lo hace por demás singular. En un momento en que
el teatro peruano se debatía entre los escritores que abogaban por un
teatro para leer, o que afirmaban que lo literario era el centro de la expe-
riencia estética en el teatro4, Salazar Bondy se muestra muy avanzado en
apertura:
Un balance del teatro de estos días exige que sean examinados por
rubros los diversos aspectos de la creación dramática, que es, bien se
sabe, creación colectiva, no solo de los intérpretes entre sí, sino del
espectáculo con su público [...] lo que es indivisible, una totalidad, un
hecho fluido y unitario (Salazar Bondy, citado por Joffré, 1993, p. 11).
Desde luego, su aporte como dramaturgo al teatro nacional es sin
duda fundamental. Como recuerda José Miguel Oviedo, “fue uno de los
pocos, quizá el único, que tuvo una conciencia profesional del teatro”
(1967, p. 9) El rigor con el que asumió su escritura para la escena, incluso
desde las primeras obras de juventud, nos habla de una vocación tempe-
rada con la exigencia técnica. Salazar Bondy escribía textos dramáticos
cuando el medio teatral resultaba aún poco profesional, tal como mencio-
na frecuentemente en sus artículos de diario (Hirschhorn).
Como ha recordado numerosas veces la autora Sara Joffré, Salazar
Bondy resultó un eje fundamental para la creación de una conciencia na-
cional en la dramaturgia peruana. La ardorosa defensa de la necesidad de
contar con repertorios de autor nacional, su probada dedicación, impulso
y ayuda a nuevos autores (como la propia Joffré) sirvió como motor para
las generaciones venideras, cuando “se empieza recién a aceptar, a jugar,
con el matrimonio de las dos palabras: teatro peruano” (Joffré, 1993, p. 19).
Su propia obra dramática es un ejemplo de la necesidad y los desafíos
que debía enfrentar la autoría dramática en el Perú que le tocó vivir. La
obra dramatúrgica de Salazar Bondy transita vertiginosamente por varios
registros, haciendo una suerte de balance del teatro en habla hispana has-
ta ese momento. Así, empezó por tomar elementos de la comedia clásica
castellana, para luego releer el costumbrismo, abrirse al realismo nortea-
mericano o finalmente dialogar con el teatro de vanguardia expresionista

4 Para una discusión sobre estas posiciones encontradas en la experiencia de escritura, ver
mi trabajo Autores o dramaturgos (2015).

204 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


Sebastián Salazar Bondy y la utopía del socialismo mágico:
revisitando El rabdomante

y brechtiano. En un estudio inicial (1975), Juan Caballero clasifica las obras


dramáticas de Salazar en cinco grupos: teatro poético (Amor gran laberin-
to), teatro costumbrista (El fabricante de deudas, Dos viejas van por la calle,
La escuela de los chismes), teatro histórico (Rodil, Flora Tristán), teatro rea-
lista sobre la clase media (Algo que quiere morir, No hay isla feliz, Solo una
rosa) y completa el cuadro con los atisbos de un teatro simbólico, expre-
sionista en El rabdomante.
A pesar de lo problemático de seguir sosteniendo una división tajante
en la producción dramática de Salazar Bondy, el periplo que narra Caba-
llero es, a mi modo de ver, lo más destacable: el dramaturgo recorre en
pocos años, y con un grupo impresionante pero no extenso de obras, va-
rias de las coordenadas del teatro contemporáneo. Es paradigmático que
Salazar Bondy comience imitando (en el sentido poético) el teatro clásico
en español (se puede ver la impronta de Sor Juan Inés de la Cruz, en su
drama Amor es más laberinto), para cerrar el arco con el mayor texto van-
guardista que se ha escrito en el Perú hasta bien entrada la década de
1980, El rabdomante. La capacidad de experimentación dramatúrgica de
Salazar Bondy es extraordinaria. Es como si se hubiera propuesto hacer
evolucionar la expresión dramática peruana, en su propia obra, desde la
clara influencia del teatro clásico español y traerla hacia un presente mo-
dernizado, abierto a las vanguardias.
Por ello, en el conjunto de la dramaturgia peruana del siglo XX, la obra
de Salazar Bondy salta claramente a la vista como la más ambiciosa de un
autor nacional. Mientras otros autores de su generación (Juan Ríos, Enri-
que Solari Swayne) se detienen en el teatro simbolista o realista, Salazar
prosigue una ruta que lo llevará rápidamente al realismo psicologista, al
teatro social y, finalmente, a la estética del absurdo. En paralelo, además,
la veta de comediógrafo se mantiene intacta, y esto permite también que
su obra nos entregue textos breves, altamente representables, hechos re-
tomando la gran tradición de la comedia sencilla, que lo conecta con la
tradición costumbrista peruana. También en esto, en el cultivo de la come-
dia como forma de discutir la sociedad, Sebastián Salazar Bondy resultó
inusual, y en varios sentidos, único para el teatro peruano5.

5 No puedo dejar de mencionar aquí la aparente contradicción entre la importancia de Sa-


lazar Bondy para el teatro nacional y su poca visibilidad en el espectro del teatro peruano
contemporáneo. Sin ánimo de cerrar la discusión, me animo a plantear que la prematura
muerte del autor le impidió dejar su legado intelectual (teatral) completamente establecido.
La inmediatez de su trabajo periodístico, y la repercusión mayor de su Lima la horrible, auna-
da a la desaparición repentina, crearon una imagen de Salazar Bondy como de un escritor
excesivamente politizado. Desde luego, la llegada de la época de la violencia política tampo-
co abonó en favor de una obra abiertamente social(ista).

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 205


Carlos Vargas Salgado

Utopías de socialismo mágico: El rabdomante


El rabdomante (1964) cierra la labor dramatúrgica de Sebastián Salazar
Bondy y se propone como culminación involuntaria de una obra dramáti-
ca en constante mutación, plagada de múltiples influencias estéticas del
teatro moderno de Occidente, acompasada con una clara postura cultural
e ideológica, de revaloración de lo andino y de mostración de los proble-
mas estructurales de la sociedad peruana. En ese sentido, es una pieza
que representa bastante bien toda la experiencia dramática y política de
Sebastián Salazar Bondy6.
Quizás por esta condición de finalización, de inesperado e infrecuente
registro de escritura de un autor de gran influencia, El rabdomante haya
sido objeto de variadas y a veces encontradas consideraciones e interpre-
taciones. Así, por ejemplo, de acuerdo con una temprana crítica de José
Miguel Oviedo (1967, p. 32), la obra evidencia el comienzo de una nueva
búsqueda que el autor no pudo desafortunadamente continuar. Aparece
como una suerte de fusión de todas las experiencias escriturales anterio-
res de Salazar, en especial —sigue Oviedo— por la mezcla de realismo y
simbología, alegoría y toques de absurdo y denuncia social. Sin embargo,
a pesar de sus certeras intuiciones, Oviedo no esclarece (porque su traba-
jo intentaba ser un panorama general) qué elementos de El rabdomante
podían ser análogos al absurdismo teatral.
Otras lecturas como la de Mario Vargas Llosa describen El rabdomante
como un drama áspero, impregnado de símbolos y contenidos abstrac-
tos, pero que posee un gran acierto en el modo no realista que eleva la
“historia hacia una zona más perenne y esencial” (1967, p. 27) También
Wolfgang Luchting (1971, p. 88 y ss.), sostiene que se trata de una alegoría
social, aunque se decanta afirmar que la obra forma parte de un corpus
temático que plantea la suerte que corre el artista en la sociedad peruana.
La lectura del personaje del rabdomante como alegoría al artista, si bien
es posible, resulta forzada cuando se discuten los contenidos ideológicos
de la obra, que son evidentes.
Por otro lado, Juan Caballero (1975, p. 103 y ss.) cree percibir en la obra
una influencia de los esquemas del teatro del absurdo, por el registro de
irrealidad que la espacialización y la caracterización proveen. Estas formas
aparecerían por influencia de obras de autores franceses y alemanes, a

6 Salazar Bondy milita en el Movimiento Social Progresista desde 1955. Su inclinación iz-
quierdista le había granjeado no pocas polémicas y dificultades. Una exposición detenida de
su pensamiento social y político se encuentra en Escritos políticos y morales, editada por la
Universidad Nacional Mayor de San Marcos en 2003.

206 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


Sebastián Salazar Bondy y la utopía del socialismo mágico:
revisitando El rabdomante

los que Salazar Bondy leía con suma dedicación7. Si el rabdomante acusa
la influencia de los absurdistas europeos, ello sería más apreciable en el
antirrealismo de la obra, y resultaría más problemático defender la idea al
discutir el contexto social de opresión que la obra describe.
En una perspectiva radicalmente diferente se expresa Sara Joffré (1993,
p. 21) cuando asevera que El rabdomante acusa el impacto e influencia de
Brecht y el teatro dialéctico. Sin duda, Brecht era parte de las lecturas de
Salazar, y es claro, a la luz de sus escritos críticos sobre teatro, que conocía
de cerca la obra del autor alemán (quizás en francés), gracias a su viaje
a Europa. Pero el teatro brechtiano como tal no influyó inmediatamente
la obra de Salazar Bondy. Cuando regresa de Europa, la mayor parte de
sus obras creadas enseguida se acercan más al realismo norteamericano
(Williams, pero sobre todo Miller). Por otro lado, como demuestra Joffré
en otro trabajo (1999), la poética brechtiana llega a los escenarios limeños
solo iniciando la década de 1960.
Ciertamente, y a pesar de las abiertamente opuestas interpretaciones
al texto final de Salazar Bondy, este interés constante por iluminar la gé-
nesis de El rabdomante se justifica plenamente. Es quizás de uno de los
textos más representativos de la dramaturgia peruana del siglo XX8, más
interesante aún si se piensa que se trata de una obra no realista. Se trata,
por el contrario, de una historia acerca de un mago capaz de descubrir
agua con una varita, que aparece como visitante inusual de un lugar in-
definible que debe recordarnos “remotamente a los Andes”, y quien se ve
enfrentado a autoridades abusivas e ignorantes claramente inspiradas en
el abusivo control que ejerce el Estado en zonas rurales del Perú. Ante la
incomprensión del Estado, el rabdomante encuentra a los miserables, per-
sonajes oprimidos (hasta la supresión de su capacidad lingüística) quie-
nes resultan beneficiados cuando el rabdomante es capaz de encontrar
el agua. Lo que sucede después es una secuela de violencia incontrolable
en que los miserables, fortalecidos por el agua, matan a las autoridades y
al propio rabdomante.
El simbolismo de la pieza es suficientemente sugerente y complejo,
pero también suficientemente crudo como para que la aplicación a la rea-
lidad circundante opere de forma automática, y es tal vez por ello que
esta obra breve (representada probablemente en 35-40 minutos) también

7 Un hallazgo interesante de Gerald Hirschhorn fue un grupo de obras traducidas al espa-


ñol por Salazar Bondy, entre las que se cuenta obras de Ionesco, Von Kleist, Gatti y Roussin.
8 Una reciente Antología general del teatro peruano, de Ricardo Silva-Santisteban, considera
El rabdomante como una de las obras más representativas de Salazar Bondy y del Perú de la
década de 1960.

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 207


Carlos Vargas Salgado

puede ser reclamada como una de las imágenes teatrales más cabales
que se haya escrito sobre la peruanidad. Así, El rabdomante comienza con
una secuencia de búsqueda del agua por parte de los miserables. Una ne-
cesidad mayor y su propio beneficio les da su agencia; unas autoridades
ladronas, excluyentes, se instalan de inmediato en las antípodas de los mi-
serables. Estos poseen certeza y esperanza, pero desconocen los medios
para lograr su causa y, por ello, fracasan constantemente. La búsqueda de
agua es, sin dudas, el anhelo central. Mientras tanto, las autoridades (de-
nominados genéricamente como gobernador, ingeniero y portapliegos)
irrumpen en la escena para reprobar la búsqueda: “No solo de agua vive
el hombre”. Ocupados en mantener su propio poder, y ayudados por la
ciencia como extensión de ese poder (ingeniero), se instalan en la escena
como el bando de los poderosos dominando a los débiles personajes del
inicio. En mi lectura, el dilema se muestra con claridad: ante una necesi-
dad y un problema sin solución, solo tenemos estructuras de poder ancla-
das en discriminación y opresión.
El momento detonante será la insólita aparición del rabdomante.
Mago, santón, portando una varita, el rabdomante se propone como la al-
ternativa de resolución del problema. Apoyado sin energía por las autori-
dades y, luego, urgido por los miserables, el mago rastrea el agua con una
varita. La ubica al fin, la percibe, aunque finalmente fracasa: no es capaz
de hacerla aflorar. Es apresado y abandona la varita.
Son los miserables, nuevamente solos, quienes al encuentro del obje-
to mágico se hacen fuertes para dominar al agua. Comienza entonces una
espiral de violencia en contra de los opresores del pasado, que culmina
con la muerte del gobernador y la persecución de propio rabdomante. La
violencia es ciega, no tiene oponentes. El rabdomante espera calmado el
fin de su propia vida.
La estructura del drama es lineal y los hechos se suceden con relativa
calma. Solo hacia el final se dan saltos en el tiempo y asistimos a la esce-
na final de forma algo precipitada. Los personajes aparecen contrastados,
notoriamente, en la forma de usar el español.
En El rabdomante se despliegan una serie de símbolos que conviene
examinar más detenidamente. Quiero enfocarme en tres elementos dis-
cursivos que considero esenciales en la construcción de la pieza: la alegó-
rica imagen del agua y sus multifacéticas implicancias; la reveladora ca-
racterización del personaje protagónico como un mago ajeno al tiempo y
el espacio; y el sistema del tiempo que el relato plantea.
En primer lugar, aunque el signo propuesto como objeto de búsque-
da, el agua, no impide una rápida interpretación referida a la realidad so-
cioeconómica concreta del Perú —realidad que aparece detenida en el

208 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


Sebastián Salazar Bondy y la utopía del socialismo mágico:
revisitando El rabdomante

tiempo—, su complejidad es digna de consideración. Además de icónica


y referencial, habrá que considerar esta agua como metonimia de la natu-
raleza misma, la vida y la riqueza. Aquí el agua connota una idea de orden
y equilibrio, y una victoria sobre la muerte, sugerida por oposición a la
sequía que es sugerida en el inicio de la obra.
Pero también el agua es un símbolo ampliamente interpretable: es
sustancia o principio generador, como la ven los griegos y la tradición oc-
cidental; es fuente de purificación y alianza, como implica la visión religio-
sa judeocristiana; pero también es el agua como fin del mundo y lugar de
transformación, permanencia o existencia, el agua como objeto de culto
en el mundo andino. El agua buscada en El rabdomante participa de es-
tas figuraciones y las excede; deja de ser el simple recurso posible para
convertirse en objeto de implicancia cosmogónica, en revelación de una
verdad.
Este es ya un programa ideológico que se abre paso además en la
construcción de la imagen, pues el agua funciona como verdad, y la ver-
dad como liberación de un pueblo oprimido. Salazar Bondy dota de es-
pesor mayor al múltiple significado del agua, resemantizando el símbolo
hasta convertirlo en incitación a la lucha, recurso solo utilizable por los
pueblos mismos, y totalmente librado al uso que de él quieran hacer. No
en vano, hacia el final de la pieza, cuando las acciones violentas se han
llevado a cabo, el dramaturgo hace concluir a uno de sus personajes con
precisa contradicción: “El agua se volvió fuego”.
En segundo lugar, destaca la caracterización del rabdomante, perso-
naje extraño hasta en la propia denominación, pero poseedor de un don
de adivinación que puede solucionarlo hasta lo que parece imposible. El
personaje en sí concentra numerosas marcas discursivas: es un ser dotado
de dones extraordinarios:
Alumbro las aguas subterráneas, descargo las fuerzas ocultas, desco-
rro las costuras de la tierra seca. Soy un zahorí (p. 294).
Es a la vez capaz de encontrar el agua, como un mago antiguo o un
chamán, poseedor de un poder que se insinúa oculto y tradicional. Pero,
además, es un sujeto histórico consciente de la necesidad de su presente
y de la utilidad de su saber. Salazar Bondy nos presenta un rabdomante
que es luchador contra sequías y buscador desinteresado de la verdad.
Cuando una de las autoridades se ofrece a comprar su talento, arguye: “Se
ha equivocado usted conmigo. No soy comerciante” (p. 303).
Oxímoron encarnado, en el personaje del rabdomante coinciden las ca-
tegorías más contradictorias: caracteriza un saber natural, antihistórico, que
luego se muestra como eventual conocedor de la ciencia más moderna.

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 209


Carlos Vargas Salgado

Así, en contraste con el aparente “pensamiento mítico” del inicio, el per-


sonaje explica su propia magia en términos que parecen aludir a la cien-
cia. Interrogado por las autoridades sobre la naturaleza de su capacidad,
explica: “[Con mi acción] Se produce el efecto de Quincke, ¿entiende?, y
en el subsuelo se desatan corrientes eléctricas. Estas, como es lógico, pro-
vocan la aparición de campos magnéticos” (p. 298). Al margen de si esta
descripción es apropiada a la ciencia natural o no, es interesante destacar
el contraste que propone Salazar Bondy para su personaje central. El len-
guaje que evocan estas líneas descubre al rabdomante como un sujeto
moderno, científico a su modo, o poseedor de una ciencia que le permite
adentrarse en la realidad.
Desde luego, también aparece como rasgo la individualidad del per-
sonaje. Es un luchador fundamentalmente libre, único, capaz de acciones
desprendidas, al extremo de permitir su propia muerte. Por la misma ra-
zón también es una víctima de la incomprensión y la violencia. Su doble
despliegue es asimismo contradictorio: es social por vocación pero indivi-
dual en sus acciones, y este aislamiento es la situación que finalmente lo
conduce a la muerte. Al no afiliarse a las acciones de los miserables violen-
tos ni a las de las autoridades perseguidas, el rabdomante resulta un ser
intermedio, doblemente alienado.
Finalmente, es también contradictoria su función de donador/busca-
dor de agua, en tanto símbolo de la vida, pues a la vez el relato lo hace
aparecer como indirecto portador de venganza y muerte, que asume
como una consecuencia natural de su acción inicial y ante las cuales no
opone mayor resistencia.
Pero si hay un elemento discursivo revelador del programa ideológico
y representacional de la obra es el tratamiento del tiempo escénico, es
decir, del tiempo que la historia presenta. De inicio, la pieza se instala en
una imprecisión temporal histórica, deliberada y requerida para la puesta
en escena. Las indicaciones del inicio presentan una abolición del pasado
como posible referente histórico, lo que acentúa la identificación con el
tiempo presente, que es el tiempo de la representación. Este tiempo sin
tiempo del inicio, sin especificidad, es un inmovilismo que parece insonda-
ble, una suerte de estancamiento milenario. La obra así se propone como
un eterno presente. En mi opinión, Salazar Bondy busca deshistorizar su
relato adrede y logra impregnar la escena de una especie de mitificación.
El tiempo muerto o, ralentizado al extremo, es el momento en que empie-
za la acción. Y luego, en un contraste singular, el arco temporal de la obra
nos lleva al poco a poco al advenimiento de un nuevo orden, esto es, a la
abolición del tiempo antiguo, o tiempo sin avance, lo que da un acelerado
avance de la trama. El tiempo entonces tiende a acelerarse, y el segmento

210 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


Sebastián Salazar Bondy y la utopía del socialismo mágico:
revisitando El rabdomante

final de la pieza despliega momentos con sucesivos saltos cronológicos y


acciones sin control. Incluso, en una alegoría directa a la rotundidad del
cambio, el espacio descrito al inicio se ve alterado (florecen los pastizales)
y el nuevo tiempo llega con caracteres diferenciadores bastante esclare-
cidos: los miserables pasan a ser los fuertes, las autoridades devienen los
débiles.
La secuencia final de la obra se abre con un salto muy rápido en que
hay una elipsis en la trama. Entre la consecución del agua y la persecución
de los enemigos han mediado otros “momentos” que la obra elude y a los
que se refieren algunos personajes en pasado: “Vio cómo estrangularon al
gobernador”. Este final abierto, funciona como contrapunto una vez más
entre tiempo detenido y marcha violenta y es, a mi entender, la marca
distintiva más clara de que nos hallamos ante una obra no realista, pero
sustentada en un discurso de liberación social. Así, este tiempo de la obra
se instala enfrentado a dos otras posibles temporalidades: una conserva-
dora y otra cíclica. El tiempo de El rabdomante no es el tiempo restaurado
del discurso conservador que regresa al orden inicial (no hay orden ini-
cial, pues se confunde con lo desconocido); pero tampoco es el tiempo
cíclico, el del eterno retorno, o circular que tanto ha explotado la poética
del absurdo para certificar la imposibilidad de cambios en la realidad. Los
toques de absurdismo de la obra (en el lenguaje y en la corporalidad de
los personajes) son únicamente un matiz que ayuda a distanciarse de la
situación descrita, disociando elementos coyunturales para conseguir un
relato más esquemático o, mejor dicho, más didáctico9. El tiempo proyec-
tado al futuro se muestra dialécticamente, entendiendo por tal la resolu-
ción de situaciones históricas insertadas en el devenir histórico, al margen
del cual simplemente no podrían existir. La estructura del tiempo resuelve
así una de las dudas mayores que la obra ha ofrecido a sus intérpretes
durante mucho tiempo: Salazar Bondy en El rabdomante no está retroce-
diendo ideológicamente hacia los confines del absurdismo: su apuesta
por el cambio social es nuevamente notoria en esta obra. La propia trama
revela que la convicción del dramaturgo seguía estando del lado del cam-
bio completo de la situación opresiva figurada en la apertura del relato.
Fuera del pesimismo que puede transmitir el texto dramático, la obra se
plantea como una guía casi didáctica del camino a seguir en el proceso de
liberación de los oprimidos en un espacio social alegóricamente recono-
cible como el Perú.

9 Estoy aludiendo aquí al concepto de pieza didáctica siguiendo la estética brechtiana, las
piezas breves para adoctrinar con una intención moral o política. Para una discusión detalla-
da del tema, ver Jameson, Brecht and Method.

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 211


Carlos Vargas Salgado

Entre Lima la horrible y un buscador de agua


Desde luego, he de decir que la discusión que esta obra abre, por in-
usual que sea, no deja de ser también central en la teatralidad peruana.
Precisamente desde El rabdomante, una estirpe de obras sin tregua ha ve-
nido preguntándose por la compleja violencia de nuestro tejido cultural
y nuestros desencuentros entre modernidad e identidad. Collacocha de
Solari Swayne, La hija de Lope de Sara Joffré, Qué sucedió en Pazos de Vega
Herrera, Atusparia de Ribeyro, El caballo del Libertador de Alfonso Santiste-
van, entre otras, contienen todas ellas claves para repensar la persistencia
de modelos coloniales de poder que aún rigen, se reconstruyen, perma-
necen en el Perú. Pero pocas experiencias escriturarias desde el teatro han
querido volver a la pregunta central: ¿cuál es el origen de tal violencia, de
tal desencuentro estructural en la nación?
Así, el punto de mira inicial que está en relación directa a El rabdoman-
te es lo que puede ser llamado un sustrato de colonialidad en la experien-
cia histórica peruana que explica el pasado reciente, y también el remoto,
y que aparece como telón de fondo contra el que Salazar Bondy proyecta
su ficción. Como es fácil advertir, estamos hablando de las dificultades cul-
turales y sociales, nacidas de la historia peruana posterior a la Conquista,
y que tienen un último anclaje en la persistencia de modos coloniales de
dominación. Los personajes de El rabdomante se enfrentan directamente
con tales imágenes que nos remiten a las bases de la dominación de tipo
colonial que emparenta con nuestra historia reciente con nuestra expe-
riencias desde el inicio de la modernidad temprana.
Como se sabe, las formas de dominación de la colonialidad (la matriz
colonial del poder, en palabras de Aníbal Quijano) se expresa en cuatro
aspectos: el control de la economía, la fuerza de trabajo y la tierra; el con-
trol del poder y la institucionalidad; la división de géneros; y el control de
la subjetividad y el conocimiento, por ejemplo, a través de la educación.
La matriz colonial del poder es una noción válida para explicar la sociedad
de castas y privilegios que aparece retratada con claridad en todos los
hechos y situaciones discutidos en Lima la horrible y recreados en El rab-
domante.
La complejidad de la experiencia cultural peruana, nacida del trauma
de la desaparición de una civilización, la imposición de modelos foráneos
de dominación, y la conciliación casi imposible de los contrarios hasta la
fecha, explica la raíz de la arcadia colonial que Salazar Bondy creía haber
atrapado en su magnífico ensayo. Incluso se puede decir que en la expe-
riencia violenta peruana del fin del siglo XX hay una presentación de las
constantes coloniales de su propia historia, como también se ha hecho
explícito en el trabajo de pensadores como Flores Galindo en Buscando

212 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


Sebastián Salazar Bondy y la utopía del socialismo mágico:
revisitando El rabdomante

un inca. El proyecto de conquista y sojuzgamiento de las culturas abo-


rígenes, entendido como un proyecto de modernización/civilización de
los atrasados y bárbaros, alcanza sin duda al conflicto armado interno, a
la inestabilidad social presente, para condensarse con las medidas repre-
sivas tomadas por el Estado en contra de las comunidades rurales a las
que juzgaba como inferiores y bárbaros. No en vano, en mi perspectiva,
Salazar Bondy hace finalizar el relato en un estallido social, violento, que
desaparece incluso al rabdomante.
Sin embargo, es necesario recordar que la misma matriz colonial del
poder que representan las autoridades también es reconocible en el otro
bando, cuando, por ejemplo, los arrasamientos poblacionales llevados
adelante por el marxismo-maoísmo senderista se llevaron de encuentro a
grupos de campesinos que no les eran favorables. La retórica de la salva-
ción, con su lógica de opresión y explotación que alimenta todo proyecto
de modernidad-colonialidad, era muy fácil de advertir en ambas perspec-
tivas.
En mi lectura de Lima la horrible y El rabdomante, el sustrato de colonia-
lidad permitiría destacar la estructura social e histórica de la nación perua-
na que aparece a contraluz en ambos textos, y así intentaría elucidar las
matrices culturales que sostienen sus estructuras políticas y económicas
que aparecen representadas y discutidas.
Se trata de un macrodiscurso que está escondido debajo de nuestras
cotidianas batallas, pero que resiste su descubrimiento, crítica y necesaria
desactivación. Un macrodiscurso de teatralidad, la colonialidad incorpo-
rada en las performances culturales, que nos habla antes de que nosotros
hablemos, nos pauta los modos del cuerpo, de la voz, de los gestos (los
modos sumisos o autoritarios en la obra, son, primero que nada, modos
en que el cuerpo ocupa el espacio). El macrodiscurso estético que digita
nuestras elecciones estéticas, nuestra noción de teatralidad, en este caso,
también es parte de esa experiencia. Ese macrodiscurso de la colonialidad
es el centro de la experiencia del desasosiego nacional, ese luto perma-
nente que a veces creemos solo individual y pasajero.
¿Cómo discutir este macrodiscurso que es una colonialidad del ser?
¿Por dónde empezar a presentarlo, o a representarlo? ¿Cómo hace un lá-
piz para empezar a trazar un vastísimo dibujo a escala del sol?
Cuando, en la escena final de El rabdomante, el personaje central acep-
ta su destino de morir, en mi lectura, también acepta que la posibilidad
de enterrar para siempre a la arcadia colonial, y dará como consecuencia
una nueva etapa en el ciclo histórico de la discusión sobre la colonialidad
peruana.

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 213


Carlos Vargas Salgado

Es cierto que después de la escritura de Lima la horrible y El rabdoman-


te se ha seguido abriendo paso algo que podemos llamar una colonialidad
supérstite (usando el término acuñado por Mariátegui) en la sociedad pe-
ruana. Han mediado ya cinco décadas de cultura y violencia peruanas que
no han sido, para nuestro pesar, suficientes para llevarnos a la consciencia
de la necesidad de responder a las interpelaciones que nos hace nuestro
experiencia social, aquellas preguntas sobre la raíz colonial de nuestros
desencuentros. El hecho de que el personaje del rabdomante parezca
anticipar esa violencia no tiene por qué llamar a extrañeza: el programa
ideológico de la obra conectado a la experiencia política e histórica que
están detrás de su escritura, la colonialidad supérstite ante la cual quiere
reaccionar también en Lima la horrible, parece que no podían desembocar
sino en una violencia generalizada.

Una utopía de socialismo mágico


«Cuánto entendí el socialismo, no lo sé. Pero no mató en mí lo mágico».
José María Arguedas, «Discurso de aceptación del Premio Garcilaso de la
Vega»
He querido retomar literariamente el término utopía como una provo-
cación de entendimiento que se dispara a raíz de revisitar El rabdomante
tantos años después de su escritura. Aunque suene solo a una intuición,
considero posible tender de un puente de pensamiento sobre lo perua-
no entre quienes fueron, sin duda, dos de los más grandes intelectuales
peruanos. No todos los intelectuales y artistas peruanos, lo sabemos, lo
son realmente del Perú, ni hacen de este país desgarrado y complejo su
pasión, su vida, y en gran medida su muerte. Hubo entre Salazar Bondy y
Arguedas muchas polémicas, largamente documentadas, pero hubo tam-
bién entre ellos un programa cultural común: el de hacer literatura de, con
y para el Perú.
Es importante poner de manifiesto esta relación en mi conclusión a
esta visita a El rabdomante, a la luz de la señera intuición del autor de Los
ríos profundos. El rabdomante también podría funcionar como una metá-
fora de la búsqueda urgente de un bien social en el Perú, a través de un
ser extraordinario expuesto ante una realidad igualmente extraordinaria.
Esta búsqueda deberá quebrar el sistema que oprime, y develar la con-
ciencia misma del bien, esa agua por la que todos esperan. El rabdoman-
te —mago, sabio, intelectual o artista, o una síntesis de todos— puede
(¿debe?) reconocerse como un puente entre dos mundos divorciados, con
temporalidades que no se encuentran, y someterse a la vez a las leyes dia-
lécticas de la historia: él solo será un momento en el proceso de cambio,
la Historia no acabará con él, pero su obra tomará el cariz de una gesta
cultural.

214 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


Sebastián Salazar Bondy y la utopía del socialismo mágico:
revisitando El rabdomante

Por otro lado, en esta utopía mágica, extraña aún para casi todos, com-
plejamente metafórica, quedará todavía por revelar la praxis misma, que
deberá ser un hecho mítico y real al mismo tiempo, o un reencuentro con
la experiencia de lo posible. Esa utopía del cambio social es también un
exigido y sugerente encuentro de dos visiones aparentemente opuestas
de la realidad: una visión dialéctica occidental concordada esta vez, con
una visión del mundo inasible y mágico proveniente de la autoctonía an-
dina. No serán suficientes una u otra por separado y, a la vez, la utopía no
se enunciará ya solo como lo que no ha de suceder, sino, sobre todo, como
aquello que aún no ha sucedido. Solo entonces, una suerte de rabdoman-
cia podrá encontrar su lugar en estas tierras.

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 215


Carlos Vargas Salgado

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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Vega. En El zorro de arriba y el zorro de abajo, Madrid: Allca XX y Fondo de
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Joffré, S. (1993). Críticos comentaristas y divulgadores. Lima: Lluvia Editores.
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el Perú. Lima: Moncloa Editores.
Vargas Salgado, C. (abril de 2015). ¿Nueva dramaturgia o nuevos drama-
turgos? Teatralidades, vol. 1, nro. 1. Lima, Washington.

Recepción: 19/2/2018
Aceptación: 23/3/2018

216 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


Desde el Sur | Volumen 10, número 1, Lima; pp. 217–230 | DOI: 10.21142/DES-1001-2018-217-230

El sujeto migrante posmoderno en la literatura-mundo


The postmodern migrant subject in world literature
Carlos Manuel Arámbulo López1
Universidad Nacional Mayor de San Marcos
carambulo01@gmail.com

RESUMEN
El presente estudio pretende expandir la categoría de
sujeto migrante propuesta por Antonio Cornejo Polar rea-
lizando dos operaciones. La primera consiste en definir la
migración como un proceso tanto físico como inmaterial
por el cual el sujeto entra en contacto con una cultura dife-
rente. Existiría un desplazamiento espiritual o interior que
ha sido estudiado previamente por Homi Bhabha respec-
to a las migraciones físicas para describir la aparición de
los sujetos transculturales en la sociedad norteamericana.
Asimismo, Appadurai ha analizado la expansión de la mo-
dernidad o globalización de la cultura que hace posible
entrar en contacto con otras semiosferas sin necesidad del
desplazamiento físico. La segunda operación consiste en
definir cómo esta migración abre la puerta para el ingreso
del sujeto a una nueva cultura mundial en la cual predomi-
nan los postulados profetizados por los fundadores de los
estudios culturales de la Escuela de Fráncfort. La categoría
de sujeto migrante quedaría entonces lista para ser em-
pleada en el contexto mayor de la literatura-mundo y su
aplicabilidad constituiría un aporte al estudio de cualquier
sistema literario.

1 Magíster en Literatura con mención en Estudios Culturales por la Universidad Nacional


Mayor de San Marcos y egresado del doctorado en Literatura de la misma universidad. Ha
publicado en diversas revistas académicas (Universidad de San Marcos, Universidad de Lima,
Universidad del Centro) y de divulgación del medio literario peruano. Es catedrático de la
Escuela de Literatura de la Universidad de San Marcos, profesor del taller de narrativa de la
Maestría en Escritura Creativa de la misma universidad y docente en la Universidad Científica
del Sur. Está en prensa un libro en coautoría: El grupo Narración: 50 años después. Prepara su
tesis doctoral sobre las últimas novelas de Mario Vargas Llosa. Como escritor, ha sido finalista
del Premio Hispanoamericano de Cuento Gabriel García Márquez 2015 con su libro Un lugar
como este, ha obtenido el segundo puesto en la Bienal de Cuento Copé 2014 y, anteriormen-
te, el tercer puesto en el concurso El Cuento de las Mil Palabras de la revista Caretas, entre
otros reconocimientos locales.

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 217


Carlos Manuel Arámbulo López

PALABRAS CLAVE
Sujeto migrante, transculturación, literatura-mundo,
posmodernismo, posmodernidad

ABSTRACT
The aim of this study is to expand the «migrant
subject» category proposed by Antonio Cornejo Polar, by
employing two methods. Firstly, by defining migration as
both a physical and immaterial process, through which
the subject enters into contact with a different culture.
This implies a spiritual or internal displacement, studied
previously by Homi Bhabha, who has focused upon phy-
sical migration to account for the emergence of transcul-
tural subjects in US society. For his part, Appadurai has
analyzed the expansion of modernity, or the globalization
of culture, which has enabled contact with other semios-
pheres without the need for physical displacement. The
second method consists of defining how migration opens
the door for the subject to the new global culture foreseen
by the founders of the field of cultural studies who emer-
ged from the Frankfurt School. In this way, the «migrant
subject» category might be applied to the larger context
of world literature, with its application serving as an aid to
the study of any given literary system.

KEYWORDS
Migrant subject, transculturation, world literature,
postmodernism, postmodernity

El sujeto migrante, propuesta teórica de Antonio Cornejo


Polar
El aporte del maestro Antonio Cornejo Polar al estudio de la literatura
latinoamericana y su especificidad está mayormente signado por la vin-
culación de la serie literaria con la serie histórica como mecanismo para
explicar cómo la condición heterogénea encuentra su unidad en la refe-
rencia a la serie histórica2. Cornejo encuentra la especificidad que requiere
la aproximación al fenómeno literario peruano y la producción de nues-
tra literatura en la crítica a la lectura de pensadores anteriores a él que

2 Esta vinculación se encuentra en el origen de la reflexión teórica de Cornejo. En el artículo


fundacional, «Literatura peruana: totalidad contradictoria» (Cornejo, 1983) se reproduce con
variaciones leves el texto preparado por este autor para ser leído en el acto de su incorpora-
ción a la Academia Peruana de la Lengua.

218 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


El sujeto migrante posmoderno en la literatura-mundo

subrayaron la pluralidad de literaturas divergentes en el Perú y en una


superación del inmanentismo estructuralista subrayando que luego del
pasado el auge de este tipo de aproximaciones «se reabre en óptimas
condiciones la posibilidad de entender que ese proceso productivo, in-
cluyendo su etapa de recepción, es el verdadero objeto de la disciplina
literaria» (Cornejo, 1983, p. 44). De esta manera, Cornejo logra dar cuerpo
a su postulado de literaturas heterogéneas que conforman una totalidad
contradictoria. El fondo histórico es una especie de océano atravesado
por corrientes marinas que serían las literaturas al interior de un espacio
común. Y define claramente que:
Por lo demás, cuando se proyecta la explicación de la literatura hacia
procesos más vastos, que la envuelven y condicionan y ella reprodu-
ce y hasta transforma, es claro que se trata del proceso histórico de
una sociedad determinada [...] Es obvio que la existencia de varios
sistemas literarios en el Perú no puede explicarse más que recurrien-
do a la historia general de la sociedad nacional (p. 45).
Estos sistemas pueden diferenciarse por la cultura del productor, la del
receptor y el sistema de distribución3. Al remarcar Cornejo cómo estos tres
elementos constitutivos de la literatura pueden entrar en contradicción,
bautiza a esta condición como heterogeneidad, como condición contra-
puesta a la de homogeneidad.
Caracteriza a las literaturas heterogéneas, en cambio, la duplicidad
de los signos socioculturales de su proceso productivo: se trata, en
síntesis, de un proceso que tiene, por lo menos, un elemento que no
coincide con la filiación de los otros y crea, necesariamente, una zona
de ambigüedad y de conflicto (1983, p. 73).
El conjunto de estas literaturas heterogéneas que se dan en el espacio
que llamamos Perú constituye una totalidad de elementos contradicto-
rios entre sí, cuya condición compartida es la historia común; llega de esta
manera a la noción de «totalidad contradictoria»
Los estudios de Cornejo Polar están centrados casi totalmente en
la literatura indigenista, la que constituiría el más claro ejemplo de he-
terogeneidad en la literatura peruana. Esta constante asegura la soli-
dez de su constructo teórico. Los ejemplos propuestos en sus textos de

3 La referencia a «sistemas» es tardía. En un primer momento de lo que David Sobrevilla


(2001) llama la «tercera etapa» de la evolución crítica de Cornejo, menciona este autor que
la categoría de heterogeneidad aparece en Cornejo hacia 1977 en el texto «El indigenismo y
las literaturas heterogéneas: su doble estatuto sociocultural». La noción de sistema aparece
por primera vez en su discurso preparado para la ceremonia de incorporación a la Academia
Peruana de la Lengua y luego lo convertiría en central en su libro La formación de la tradición
literaria en el Perú (Cornejo, 1989).

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 219


Carlos Manuel Arámbulo López

investigación son siempre los más adecuados, pero no por ello pueden
catalogarse como excluyentes, es decir, son una literatura peruana, habría
otras no necesariamente indigenistas que no son el foco de la reflexión
teórica de Cornejo, aunque en algún momento llega a dedicarle algunas
reflexiones más que interesantes4.
La porción más conflictiva de este grupo de elementos constitutivos
del pensamiento de Cornejo Polar es, a nuestro juicio, la del productor
del texto. A él dedica Cornejo Polar sus últimos textos, prefigurando una
línea de reflexión llamada a ser más fructífera de lo que su muerte tem-
prana impidió que fuese. Esta categoría es la del «sujeto migrante», la cual
Cornejo descubre como un eje semántico en El zorro de arriba y el zorro de
abajo al señalar que:
En este orden de cosas pretendo examinar, primero, la configuración
de un sujeto que no sustituye pero sí reposiciona a los hasta ahora
privilegiados, el indio o el mestizo, e indagar en el tejido de una red
articulatoria multicultural que, desde este punto de vista, no obede-
ce más que parcialmente a los códigos de la transculturación. Se trata
de la figura del migrante y del sentido de la migración (1995, p. 102).
Esta línea implica una reflexión menos histórica y algo más socioló-
gica-antropológica, supone ingresar en el ser humano; por lo tanto, nos
encontramos ante un culturalismo más humanista que fenomenológico,
una reflexión más cercana a la línea de Edward Said5 que a la de Ángel
Rama, para graficarlo de alguna forma.
Bajo el parámetro de la aplicabilidad, o universalidad del aporte, las
reflexiones de Cornejo Polar implican una mirada hacia dentro de nuestra
literatura nacional (o hacia dentro de nuestras literaturas nacionales) para
generar un andamio teórico propio y que rinda mejor cuenta de nuestras
peculiaridades generadas históricamente. En este sentido, la conquista y
posterior establecimiento del régimen colonial en el Perú son el punto
central del nudo gordiano que es el origen de nuestro trauma fundacio-
nal6. Para Cornejo, las peculiaridades que se dan al interior de la totalidad
que llamamos literatura peruana, son extrapolables a la literatura latinoa-
mericana en cuanto se ajusten a las características de una literatura na-
cida del cruce entre la cultura del conquistador y la del conquistado. La

4 Nos referimos a los autores «de la otra margen» de los narradores urbanos como Salazar
Bondy, Ribeyro, Zavaleta, Vargas Llosa.
5 Principalmente en El mundo, el texto y el crítico (Said, 2008).
6 Cornejo menciona a la conquista como «la primera y más profunda escisión» en nuestra
historia, porque condiciona la imposición y la resistencia cultural. «Es esta tensión social,
hecha de conquista y resistencia, la que soporta históricamente la existencia de los sistemas
literarios que dibujan con trazos étnicos su alteridad» (Cornejo 1983, p. 45).

220 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


El sujeto migrante posmoderno en la literatura-mundo

oposición central que nace de este trauma fundacional es «esta oposición


de base, entre oralidad y escritura» (Cornejo, 1983, p. 45). Por ello, la he-
terogeneidad sería una condición en situaciones de conflicto y conquista,
cabría preguntarse por qué no en situaciones en las cuales se manifiesta
otro tipo de colonización que, igualmente, enfrenta a una cultura domi-
nante con otra dominada y origina una forma de expresión nueva, síntesis
creativa de ambas. Estas condiciones se encuentran dadas en el mundo
posmoderno.
La apertura de Cornejo a la cultura posmoderna y sus manifestaciones,
evidente en el texto introductorio de Escribir en el aire, es un ejemplo de
este viraje; el sujeto y su ajuste a las condiciones que impone la globali-
zación pasan a ser objeto de su reflexión. Es, sin embargo, en un artículo
de 1995, año de su fallecimiento, que Cornejo define al «sujeto migrante».
Para él, esta categoría es un constructo del texto que grafica un proceso
de transculturación que se hace evidente en los cruces lingüísticos, en las
inadecuaciones del sujeto que aprende una lengua que no es la suya. Em-
plea el siguiente ejemplo extraído de Arguedas:

—Cierto —dijo don Esteban [...] Quizá el evangélico de Chimbote


es... ¿cómo ostí dice? ¿Desabridoso?
—Desabrido.
—Eso mismo, en quichua, más seguro dice qaima. Pero diga ostí.
Ese desabridoso, qaima, hace conocer al profeta Esaías. Grandazo
es [...]

Cornejo lee en la persistencia del uso anómalo del español (desabri-


doso) y la reafirmación en el uso del quechua (qaima como «más seguro»)
y la aparición de la referencia bíblica con la fonética quechuizada como
«la forma normalizada se instala en el presente y la otra, en algún sentido
intermedia, como que grafica el desplazamiento del sujeto» (1995, p. 107).
Fuera del universo graficado en El zorro de arriba y el zorro de abajo, es
discutible achacar exclusivamente a la migración esta actualización del
lenguaje ajeno por el nativo de otra lengua. Lo discutible es si solamente
el desplazamiento físico trae el aprendizaje de la lengua; en resumen, si
lo que migra no es solo el sujeto, sino también la lengua. Finalmente, si
la lengua migra, la cultura que alberga y la alberga, asimismo, migraría. Y
lo haría bajo el vehículo de la colonialidad cultural, ese otro tipo de colo-
nización que solo se hace posible desde la globalización y gracias a ella.

Colonialidad del saber y migraciones intelectuales


En este acápite seguiremos las reflexiones de Aníbal Quijano para po-
ner en escena la nueva tramoya de la colonialidad del poder (y del saber,

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 221


Carlos Manuel Arámbulo López

para todo efecto). Para Quijano, la noción de raza es inexistente hasta poco
después de la conquista de América. Surge de la necesidad de justificar
teóricamente el dominio sobre la población local y el establecimiento de
un sistema de explotación que dio origen a la gran acumulación de capital
que devino en la globalización del sistema capitalista bajo la forma de su
etapa tardía, estudiada por Jameson (2012) con el nombre de tardocapi-
talismo, y por Inmmanuel Wallerstein (1974-1989) como sistema-mundo.
Un sistema de dimensión global, mundial, que se expresa bajo diversas
formas; una de ellas es la literatura mundo.
El establecimiento de razas inferiores definidas como negra, amarilla,
cobriza, y su correspondencia con diferentes etapas de desarrollo del ser
humano que encuentran su meta y objetivo en el hombre blanco euro-
peo justifican la inserción de estas razas bajo un tratamiento diferente en
la división del trabajo. El indígena de América Latina es empleado en la
extracción bajo el sistema de servidumbre aprovechando las antiguas es-
tructuras de las culturas locales7, mientras el negro es insertado como es-
clavo. Por consiguiente, la explotación de la riqueza de América Latina se
optimiza disminuyendo el costo de mano de obra, ya que, a diferencia de
las otras razas, al hombre blanco europeo le corresponde la condición de
asalariado, persona a la cual se le reconoce el valor de su tiempo laboral.
Esta acumulación de riqueza origina las bases del mercado moderno de
capitales y tipifica la inserción de América Latina dentro del sistema mun-
do: una condición que finalmente genera la coexistencia de múltiples eta-
pas de este en un mismo tiempo. Entramos en la modernidad siendo pos-
modernos y en la posmodernidad sin haber sido del todo modernos. Del
dominio político, queda entonces una forma de dominio comercial. Bajo
la óptica de una nueva etapa histórica en la cual todo es mercado, este do-
minio comercial está en la base de la circulación de bienes culturales. Para
todo efecto, se constituye una nueva colonialidad8, que es una forma de
persistencia del régimen colonial primigenio. Los constituyentes de esta
nueva colonialidad son los mismos de la antigua: raza, fetichización del
trabajo y división internacional del trabajo.
La globalización en curso es, en primer término, la culminación de
un proceso que comenzó con la constitución de América y la del

7 Quijano explica cómo «Sobre todo antes de la independencia, la reproducción de la fuer-


za de trabajo del siervo indio se hacía en las comunidades» y luego pasó a hacerse por cuen-
ta propia (Quijano, 2003, p. 207).
8 Siendo estrictos con los postulados de Quijano, podríamos resumir en un solo término
sus ideas sobre colonialidad: raza. A la manera del amauta Mariátegui, que logra concentrar
la reflexión del problema del indio en el de la posesión de la tierra, Quijano postula que el
nacimiento del concepto de raza está en la génesis de la explotación colonial y la construc-
ción de una lógica eurocentrista de dominio global.

222 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


El sujeto migrante posmoderno en la literatura-mundo

capitalismo colonial/moderno y eurocentrado como un nuevo pa-


trón de poder mundial. Uno de los ejes fundamentales de ese patrón
de poder es la clasificación social de la población mundial sobre la
idea de raza, una construcción mental que expresa la experiencia
básica de la dominación colonial y que desde entonces permea las
dimensiones más importantes del poder mundial, incluyendo su
racionalidad específica, el eurocentrismo. Dicho eje tiene, pues, ori-
gen y carácter colonial, pero ha probado ser más duradero y estable
que el colonialismo en cuya matriz fue establecido. Implica, pues, un
elemento de colonialidad en el patrón de poder hoy mundialmente
hegemónico (Quijano, 2003, p. 201).
La llegada de la escritura a América Latina manifiesta algunas diferen-
cias respecto al surgimiento de la misma en Europa. La primera de ellas es
que no se dio como un proceso, sino como un hecho terminado y en ins-
trumentación. La segunda es que se dio cuando ya se había desarrollado
la imprenta, lo que ayudó a que esta instrumentalización de la escritura
como herramienta de dominio fuese más veloz y amplia. «La ciudad letra-
da» se convirtió en la estructura ideológica de la colonialidad y dominio
de la metrópoli (Rama, 1984).
En el centro de toda ciudad, según diversos grados que alcanzaban
su plenitud en las capitales virreinales, hubo una ciudad letrada que
componía el anillo protector del poder y el ejecutor de sus órdenes:
una pléyade de religiosos, administradores, educadores, profesiona-
les, escritores y múltiples servidores intelectuales, todos esos que ma-
nejaban la pluma, estaban estrechamente asociados al poder (p. 32)
El acceso a la escritura reprodujo los límites que se impusieron a las
poblaciones de raza diferente a la blanca cuando se trataba de posibili-
dades de trabajo. La escritura, como puerta de acceso al escalafón laboral
era el primer obstáculo a enfrentar.
Para tomar el campo de la literatura, que es sin embargo solo una
porción de la producción letrada, se ha atribuido su poquedad artís-
tica al reducido número de ejercitantes cuando se lo puede atribuir
más correctamente al espíritu colonizado (p. 33).
Los primeros libros que circularían en América Latina son editados en
Europa, casi totalmente en España. Surge, posteriormente, un grupo de
casas editoras en América Latina, con lo cual se rompe el monopolio de
las editoras de la metrópoli en nuestro continente. De esta forma se am-
plía el acceso a la producción local de literatura u otros tipos de saber. Sin

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 223


Carlos Manuel Arámbulo López

embargo, el gran mercado sigue siendo Europa por la mayor cantidad de


lectores. Este panorama se mantiene vigente hasta nuestros días9.
Así como la producción del saber es mayoritariamente europea, y esto
se debe a una estructura que facilita la difusión de ese conocimiento, la
producción literaria es, igualmente, europea y expresa la persistencia de
la colonialidad política bajo la forma de la colonialidad del saber, que es
la base del sistema mundo literario o literatura-mundo. Pascale Casanova
define este conflictivo sistema mundo de manera muy similar a la descrip-
ción que hace Cornejo Polar de la «totalidad contradictoria». Para Casano-
va, en la base de este mundo literario existe una internacional literaria que
actúa bajo la lógica del aumento de las ganancias editoriales a corto plazo
y que genera un producto editorial de rápida circulación y desnacionali-
zado (Casanova, 2006, pp. 66-67).
El éxito de este tipo de libro (que ha permitido simplemente pasar de
la literatura de estación de trenes a la de aeropuerto) entre las capas
educadas de los países occidentales ha hecho creer en una pacifi-
cación literaria del mercado, es decir, una progresiva normalización
y estandarización de temas, formas, lenguas y tipos de relato en el
mundo entero. En realidad, la desigualdad estructural del mundo li-
terario provoca la aparición de luchas, rivalidades, concurrencias es-
pecíficas que ponen en juego a la literatura (y la lengua y la definición
de la literatura y la modernidad literaria) y que son la única forma
observable de la puesta en marcha de una unificación progresiva del
espacio literario (p. 67).
Bajo esta lógica cultural global dentro del sistema-mundo, literatura-
mundo, las razones por las cuales el sujeto social migra (búsqueda de me-
jores condiciones de vida, salud, trabajo) son las mismas por las cuales un
sujeto cultural, un productor de bienes culturales, migra intelectualmente
para participar del sistema que le ofrece mayor difusión de su produc-
ción y asume la cultura dominante reproduciéndola en sus textos (para el
caso del escritor, en su obra literaria). Así, proponemos para la categoría
de sujeto migrante una visión desde fuera del texto, ya no anclada en este
sujeto como personaje o producto del texto; nuestra mirada hace foco
en ese sujeto que construye el texto, el productor o escritor y su migra-
ción que se grafica como efecto global del texto. El sujeto migrante en El

9 Reflexionemos sobre los últimos autores peruanos, por ejemplo, para ver hasta qué punto
el éxito comercial está ligado a la producción física del bien libro en la antigua metrópoli y
por las editoras que participan de la mayor participación de mercado en la actualidad. Rama
menciona un elevado número de productores de literatura, pero anota que «Tales cifras no
guardan relación con los potenciales consumidores [...] para esos productos no existía un
mercado económico» (1984, p. 26). ¿Hasta qué punto tal panorama se reedita hoy en día?

224 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


El sujeto migrante posmoderno en la literatura-mundo

zorro de arriba y el zorro de abajo es tanto don Sebastián como el mismo


Arguedas. La ampliación de esta categoría puede implicar tanto un pro-
ductor migrante físico (lo son tanto Arguedas como Mario Vargas Llosa)
como migrante intelectual, cognitivo (el ejemplo es, nuevamente, aplica-
ble) que busca ingresar en el campo de la literatura-mundo camino a su
unificación.

La migración al interior de la literatura-mundo


Para llegar hasta la génesis de la literatura-mundo debemos rastrear
en el tiempo hasta arribar a los postulados de los fundadores de la Escue-
la de Fráncfort10. La literatura-mundo es un acontecimiento11 solamente
posible por la aparición de la posibilidad de reproducción mecánica de
la obra de arte combinada con el iluminismo predicho por Horkheimer
y Adorno (1988). El crecimiento del mercado de bienes culturales hasta
alcanzar una escala global solo es posible en la medida en que suceden
dos hechos: la centralización del capital (o de los medios de producción)
y el dominio del mercado local que impulsa al copamiento de mercados
más allá de las fronteras nacionales. La racionalidad posmoderna nace de
la necesidad de asegurar una estandarización de bienes similar a la que
se da en los procesos productivos para alcanzar economías de escala. Re-
cíprocamente, esta estandarización retroalimenta la racionalidad posmo-
derna creando la ilusión de que existe un solo individuo, un solo sujeto y
que este es el sujeto posmoderno, un individuo concebido como ciudada-
no mundial que participa de patrones de cultura aplicables en múltiples
entornos y que facilitan su inserción en cualquier sociedad12. En resumi-
das cuentas, la posmodernidad necesita de esta uniformidad para sobre-
vivir y, por ello, alienta y difunde el arte que participa o ayuda a participar
en esta estandarización. Esta cultura de la posmodernidad está en todos
lados y en ninguno. En América Latina, Beatriz Sarlo ha avanzado en la
compresión de los procesos que anulan las distancias temporales y físicas
(Sarlo, 1994) y además ha enfocado su trabajo teórico en autores que ha-
bían sido dejados de lado por Cornejo Polar y otros formadores de la Crí-
tica Literaria Latinoamericana. De esta manera según Patricia D’Allemand:

10 Aunque resulta conocida la creación del término Weltliteratur por Goethe, es la Escuela de
Fráncfort la primera en anunciar la globalización de las artes por la reproducción mecánica y
la magnificación de la cultura de masas.
11 En el sentido que le da Badiou: «un inexistente que adquiere un valor existencial máximo»
(2010, p. 87). Es decir algo previamente no existente que se genera por una mutación en
exceso.
12 A este respecto cabe notar cuánto se parecen entre sí un joven de clase media educado
en Lima y uno norteamericano (también de clase media) y otro holandés o turco o israelita,
(también de clase media), y cómo comparten el gusto por música muy similar, arte muy
similar, literatura muy similar.

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 225


Carlos Manuel Arámbulo López

Para Sarlo lo específico latinoamericano, y en particular argentino,


no está en la supuesta preservación de tradiciones intocadas por lo
foráneo y por ello portadoras de «lo nacional». Por el contrario, Sar-
lo parte de la premisa que el campo intelectual argentino moderno
(todo él y no solo una «élite extranjerizante») está de hecho articula-
do al campo internacional y que ello implica su necesario contacto
con prácticas y discursos importados (2001, p. 163).
De esta forma, el desplazamiento físico, ya desde el periodo moderno,
no es más la única posible migración; se abre la posibilidad de convertirse
en migrante cultural simplemente abriéndose a la nueva estética y a sus
requerimientos de mercado. Si lo analizamos desde la perspectiva de los
teóricos de la escuela de la recepción, entenderemos que lo que ha suce-
dido y viene sucediendo es el triunfo del horizonte de expectativas13.
Esta descripción, en su brevedad y simpleza, describe la lógica cultural
asumida por Vargas Llosa en lo que Oviedo (1982) y García-Bedoya (2012),
por razones diferentes, definen como el segundo periodo de la novelís-
tica de Vargas Llosa; García-Bedoya lo llama posvanguardista, mientras
nosotros preferimos nominarlo como posmoderno, ya que cumple no
solamente con el requisito estético, también lo es en sentido ideológico y
retórico. Esta operación es posible solo si se asume la lógica de la migra-
ción que reconoce la necesidad de asumir esa cultura Otra para sobrevivir
en ella, esa estética Otra para crear dentro de ella, esa sensibilidad Otra
para participar de ella. El sujeto posmoderno sería, por definición, un su-
jeto migrante cultural, es ese sujeto definido por Bhabha (2002) como el
que sobrevive «in between», en el espacio intermedio que cada vez es más
indefinido porque ya no es el de una cultura o estética del Otro vecino; es
una cultura o estética global que genera ciudadanos del mundo.

Posmodernidad migrante y el problema de la apropiación


cultural
El fenómeno de la migración, por lo tanto, ya no es solo un camino de
ida desde la periferia haca el centro. La movilidad y relatividad de los fenó-
menos culturales han desarrollado un mundo sin punto fijo en el cual los
movimientos físicos y cognitivos se dan en doble sentido. Ya no es preciso
desplazarse al centro, a la metrópoli, para participar de su cultura. Del mis-
mo modo, la cultura de la metrópoli ya no necesita del desplazamiento

13 El horizonte de expectativas es un concepto difundido por Hans Robert Jauss, importante


autor de la Estética de la recepción. Lo tomó de Gadamer y se define como el sistema de ideas
y experiencias que el público pone en funcionamiento al momento de la lectura. Es una
preexistencia aplicada a la lectura que condiciona la recepción favorable o la extrañeza del
público ante un texto dado, según este se ajuste, o no, a lo que «se espera».

226 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


El sujeto migrante posmoderno en la literatura-mundo

físico de representantes que actúen como embajadores culturales. La


multiculturalidad está en el aire y se transmite masivamente a través de
radio, prensa, televisión, cine e imprenta.
Para participar de esta cultura global, la migración cognitiva consiste
en la adopción de las normas de la nueva estética, en el acogimiento de su
retórica. En textos migrantes, en textos compuestos por sujetos que han
realizado el trayecto ideológico, estético, retórico que los define como su-
jetos migrantes posmodernos, las huellas del cruce de retórica son tan
visibles como aquellas del personaje don Sebastián en El zorro de arriba y
el zorro de abajo citado por Cornejo Polar.
En el caso de un autor del posboom como Vargas Llosa, dentro de un
corpus de textos notoriamente posmodernos (corpus que se inicia en
Pantaleón y las visitadoras de 1977 y llega hasta hoy, 2018), encontramos
momentos de recurrencia al antiguo código. Un ejemplo es el de lo que
Oviedo llamó los vasos comunicantes, momentos en los cuales la narra-
ción une dos conversaciones que se dan en tiempos distintos en un solo
flujo por un mecanismo metonímico que hace semejantes dos discursos
diferentes que nacen de un hecho del pasado. Uno se ancla en el mismo
pasado y otro se construye como referencia al mismo desde el presente
de la narración. Este recurso, síntoma del proceso de cruce de retóricas, se
hace visible, por ejemplo, en Lituma en los Andes cuando Tomasito narra
su romance con Mercedes, «Mechita».

—¿Y ahora qué va a pasar cuando lleguemos a Lima? —preguntó


Mercedes.
—Nos iremos a vivir juntos.
—O sea que ya lo decidiste, tú solito.
—Bueno, si quieres nos casamos.
—Eso se llama ir rápido —lo interrumpió Lituma—. ¿Iba en serio
eso de casarse?
—¿Por la iglesia, con velo y vestido blanco? —preguntó Merce-
des, intrigada (Vargas Llosa, 1993, p. 126).

La inclusión en un texto de narratividad lineal, con estructura en la


cual los sucesos de las tres líneas argumentales no son confluyentes, ya
que las relativas a la violencia senderista funcionan como viñetas, acen-
tos para iluminar la situación actual de un personaje, de un mecanismo
de diálogo que hace recordar los procedimientos habituales en novelas
como Conversación en La Catedral (Vargas Llosa, 1987), se perciben como
una pervivencia, una reedición del repertorio propio de la época vanguar-
dista en una obra ideológicamente posmoderna y con muchas deudas
formales con la posmodernidad como retórica.

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 227


Carlos Manuel Arámbulo López

La apropiación cultural reproduce, de esta forma, los mecanismos de


la transculturación, en la cual el sujeto influye y es influido, participa de
la cultura dominante llevando en su migración las huellas de su saber
periférico. Paradójicamente, este saber periférico, de un mundo que no
se agota con una mirada y que se presenta como un cuestionamiento de
nuestra identidad, nació del repertorio de la vanguardia europea de inicios
de siglo (Dujardin, Joyce, Proust), pero retornó a Europa como una apro-
piación reformulada. El locus de enunciación le dio un estatuto diferente
en un determinado momento histórico; en esta migración posmoderna, la
experiencia de la migración se vive a través del locus de enunciación, un
lugar que está dejando de ser periférico para constituirse en global.

Conclusiones
1. La posmodernidad implica la formación de una matriz estético-cultu-
ral global que fue anticipada en los escritos de los fundadores de la
Escuela de Fráncfort.
2. La condición hegemónica de la estética-cultura posmoderna es sus-
tentada por el colonialismo del saber y en el campo literario asume la
forma de literatura-mundo.
3. La posmodernidad configura un nuevo sujeto migrante cultural para
el cual no es requisito excluyente la migración física; basta con inte-
grarse a la estética dominante para devenir un migrante cultural.
4. La novelística de ciertos autores que se integran a la literatura-mundo
demuestra cómo el proceso de migración cultural supone una trans-
culturación que hace posible reconocer huellas de la estética original
en las obras que participan de la estética posmoderna.
5. En el caso de Mario Vargas Llosa, existe un periodo de su narrativa sig-
nado por la asimilación de la estética posmoderna.

228 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


El sujeto migrante posmoderno en la literatura-mundo

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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Desde el Sur | Volumen 10, número 1 229


Carlos Manuel Arámbulo López

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Recepción: 10/03/2018
Aceptación: 9/04/2018

230 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


Reseñas
Desde el Sur | Volumen 10, número 1, Lima; pp. 233–236 | DOI: 10.21142/DES-1001-2018-233-236

Ricardo Falla
Poesía abierta
Lima, Fondo Editorial de la Universidad Nacional
Mayor de San Marcos, 2017
Eduardo Huarag Álvarez

Ricardo Falla ha publicado su poesía completa bajo el título Poesía


abierta. En ella se incluyen Pequeña historia de conciencia (1971), Contra
viento y marea (1973), Mi capital (1979), Poesía abierta (1982), Interludios
(2006), a los que ha agregado Otros poemas.
En esta breve reseña queremos hacer algunas reflexiones a las que nos
invita su poemario. Partiremos por lo conceptual. En estricto rigor se suele
entender por poesía ese riguroso arte de enhebrar palabras, de combi-
narlas con sentido estético, de organizar el mensaje dentro de la expre-
sión metafórica. Y la poesía es también el arte de la condensación, de la
palabra precisa, aquella que configura un verso que, finalmente, resulta
insustituible, inmodificable. Acaso por eso, en El arco y la lira, Octavio Paz
dirá que una cosa es versificar y otra, muy distinta, hacer poemas.
La poesía de Falla transita por el difícil camino de la metaforización y
la condensación. Por momentos se siente atraído por las inquietudes e
interrogantes que desde sus orígenes preocupan a la humanidad; otras
veces, la palabra discurre en escenarios sencillos, en objeto y elementos
de la cotidianeidad.
En realidad, lo que hace Falla es establecer un puente que va de lo co-
tidiano a lo trascendente. Pero ¿qué entendemos por trascendente? Aquí
es necesario explicar que no se trata de un vínculo con la religiosidad o un
modo de espiritualidad hacia lo Absoluto. Aquí, lo trascedente es la bús-
queda del ser, el fondo mismo de la naturaleza humana, el ser existencial
en toda su complejidad. Ese es el ser que preocupa a Falla; el ser individual
y el ser inmerso en su dimensión social. En su persistente reflexión sobre la
vida, la muerte y el tiempo, leeremos:

El sueño es efímero
Efímeras son las horas.
Los días son efímeros.
Efímeros son los hombres.
(Falla, 2017, p. 107)

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 233


Eduardo Huarag Álvarez

En medio de lo efímero está la vida misma. No somos eternos. La


muerte nos acecha, nos espera en un recodo de la vida. ¿Qué somos en-
tonces? La vida nos aterra porque algunas posibles verdades crean una
gran angustia:

Hoy la vida duda de mi existencia


Yo también dudo como un sobreviviente de la matanza
Aunque mi pensamiento se desnuda
Son pocos los vocablos limpios que engarzan mis palabras
¿Cómo saber si existo en el poema?
(Falla, 2017, p. 109).

Entre lo momentáneo y lo eterno discurre la palabra de Falla. Plantea


preguntas desde la misma poesía y la razón de su existencia. Explora y
metaforiza acaso con la idea de que la poesía es ese mensaje que suena a
eternidad (o que eterniza las palabras, los enunciados), pero es también
difícil de asir, porque ella discurre por espacios infinitos:

poesía
territorio libre de los siglos
tus límites no tienen espacio
(Falla, 2017, p. 29)

La poesía está tanto en la superficie como en las profundidades, es la


luz y es la oscuridad, es la vida y es la muerte. Oposiciones binarias por las
que transcurre, metafóricamente, Falla:

cuando voy a tu inagotable profundidad


subo instantáneamente
a las aristas de tus manos
millones trajinan a diario tus entrañas
en busca de los hijos que les arrancó la noche.
(Falla, 2017, p. 29)

Pero es el tiempo lo que más le angustia. Ese transcurrir del que que-
dan el recuerdo, la desazón, las imágenes:

¿Dónde te encuentras?
¿Es posible recordar la primera lágrima de un niño?
(Falla, 2017, p. 118)

Preguntas que laceran, que atormentan. Buscar y encontrar. En medio


del transcurrir inevitable, la búsqueda es constante, inevitable, como el
mito de Sísifo. Búsqueda desesperada:

234 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


Ricardo Falla
Poesía abierta

Te busco interrumpiendo los sueños


incluso cuando el papel me dispensa algunas horas
¿Por qué no vienes?
¿Dónde estás?
(Falla, 2017, p. 119)

La poesía de Falla no elude el tema político, ni las penurias que pasa


un país que se llena de discusiones ideológicas y proclamas, de paradojas,
de titulares que direccionan a los lectores mientras los financistas encuen-
tran la manera de saquear las arcas del Estado y de empobrecer al infinito
a los más pobres. En ese contexto:

La revolución es un derecho
y un deber hacerla.
Matriz de mi tiempo
Oh José Carlos
la vida está en pie.
Álzanos como una espada
para cortar la miseria.
(Falla, 2017, p. 139).

Y podríamos agregar, para encarcelar a los que siempre encontraron la


forma de controlar el poder y mantener el orden establecido porque les
fue ventajoso. Pero Falla no hace prédica partidaria, ni convierte el poema
en panfleto. Falla explora y quiere que la palabra sea parte de esa dolorosa
búsqueda, de esa clara voluntad de cambio.

El día fluye entre mis manos


Hacia el lugar donde la hora se revela:
Tentativa de existencia
Tentativa de descubrimiento.
Tentativa de poder exacto
Tentativa de frustraciones.
Tentativa de silencio.
Tentativa de gloria.
Tentativa de esperanza.
(Falla, 2017, p. 137)

Y en esa búsqueda por la cotidianeidad y las expectativas está presen-


te la finitud, los límites de la vida y la muerte inevitable: así es el otro lado
del infierno.

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 235


Eduardo Huarag Álvarez

los muertos de frío tienen vida fría


manos frías
memoria fría
y fría su propia frialdad
(Falla, 2017, p. 264)

Se trata, pues, de una edición que ha reunido toda la poesía de Falla.


Juzgado a través del tiempo y las etapas que suele tener el poeta, es ad-
mirable que Falla haya tenido una calidad invariable, como invariables son
sus meditaciones y metáforas sobre la vida y los límites de la existencia.

236 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


Desde el Sur | Volumen 10, número 1, Lima; pp. 237–243 | DOI: 10.21142/DES-1001-2018-237-243

Donato Amado, José Forniés, Paulina Numhauser


Escrituras silenciadas. Poder y violencia en
la península ibérica y América
España: Universidad de Alcalá, 2015
Luis Daniel Soto Núñez

El complicado trabajo de escribir la historia nunca es ajeno a los in-


tereses del historiador. La elección del tema no es un hecho casual, sino
algo que responde a las propias afinidades del investigador. En nuestra
América no es una casualidad que la historiografía clásica ignore muchos
sucesos por considerarlos poco importantes. Pero no solo las ciencias so-
ciales sufren de este síndrome; también lo padecen diversas disciplinas,
ciencias y las políticas de muchos países. Por ello, es importante el trabajo
de los profesores Donato Amado, José Forniés y Paulina Numhauser de
dar voz a los discursos que se trataron de callar y mostrar que se puede
hacer menos grande ese silencio.
El libro que vamos a presentar está compuesto por 28 artículos ex-
puestos en el IV Congreso Internacional de Escrituras Silenciadas, «Poder
y violencia en la península ibérica y América», que se realizó en setiembre
de 2014 en el Cusco. Los editores han dividido el libro en tres secciones.
La primera engloba nueve trabajos de corte historiográfico, que tienen
como tema el periodo colonial. La segunda sección se compone de nueve
artículos que tratan diversas expresiones del abuso de poder; la mayoría
son de corte historiográfico. La última sección del libro tiene como tema la
censura impuesta en periodos y circunstancias particulares, y en distintas
disciplinas.
La presente reseña no abordará la totalidad de artículos; centra el tra-
bajo en función de los temas planteados de las secciones antes expuestas.
El primer artículo que desarrollaremos se titula «Corría la voz. Oralidad
y cultura escrita en las reducciones guaraníes», de Eduardo S. Neumann
(UFRGS/Brasil).
El autor inicia con una breve introducción que plantea como tema
la importancia de la alfabetización en la catequización de los indígenas,
pero muestra que el dominio de la escritura no logra erradicar la orali-
dad en los nativos. Considera el autor que las sociedades letradas y orales
han sido contrapuestas, pero no son excluyentes. La incursión de la gra-
mática el guaraní ayuda a que se consolide una lengua cristiana en las

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 237


Luis Daniel Soto Núñez

reducciones, pues los sermones y la lectura en voz alta apoyan que el pro-
yecto cristiano de catequización tome cuerpo y sea asimilado. Considera
que la tensión entre la memoria oralizada y la escritura puede rastrearse
en los escritos de los jesuitas misioneros del Paraguay colonial. Luego de
la breve introducción, continúa el segmento «Replanteando la oralidad»,
que inicia con una aseveración que puede llegar a resumir esta primera
parte: «Sea como fuere, estamos delante de una revalorización de las ex-
presiones orales frente a la hegemonía de la escritura». A continuación, el
autor expone que las comunidades mantenían sus vínculos por medio de
palabras y charlas, y considera que se podían manifestar distintos niveles
de oralidad, como se dio en la España Moderna, donde un grupo podía
participar del teatro y otro se limitaba a escuchar la lectura de textos en
voz alta. El autor considera «evaluar el impacto de la alfabetización entre
los guaraníes de las reducciones, [...] bajo la definición oral escrita». La pe-
dagogía utilizada por los jesuitas se centró en el desarrollo de la lectura y
la escritura. No existía la intención de ser impuestas a los indígenas para
controlar los contenidos; fueron la bisagra entre lo oral y lo escrito, pero
manteniendo bajo su control la tradición oral.
La segunda parte, «El Tratado de Madrid: entre las reacciones y los ru-
mores indígenas», muestra la reacción por parte de los guaraníes hacia
la transmigración, que termina en un conflicto. El autor muestra que los
temas de mayor impacto no se comunicaban por escrito sino oralmente.
De la misma manera, la negociación se realizaba de manera oral, por re-
conocer la fuerte presencia que mantiene la vocalidad sobre la escritura.
El autor menciona también que se comunicaba por medio de cartas a los
indígenas, para evitar que luego el mensaje se llegara a distorsionar. En
la tercera parte y en la conclusión, menciona el caso de la india Felícitas,
que tiene como objetivo ejemplificar lo mencionado en la segunda parte:
cómo el rumor puede extenderse y crear gran inquietud en los poblado-
res, pues la anciana Felícitas augura que muchos funestos acontecimien-
tos sucederán en esas tierras. Nusdorffer, confesor de la anciana, escribió
un informe acerca de lo manifestado por Felícitas para mantener el testi-
monio real y enfrentar las distorsiones que se hicieron sobre él. Lo curioso
de todo esto es que las catastróficas profecías se cumplieron y tuvieron
una gran difusión. El autor quiere resaltar que fue por el medio oral que la
profecía llegó a ser tan conocida y tener influencia muchos años después,
mostrando así el desencuentro existente entre la oralidad y la escritura.
El artículo del autor muestra una tensión existente hasta nuestros días.
Podemos tomar como ejemplo el caso de las lenguas que hasta nuestros
días conviven con el español en el Perú, pues se llevó aquí un proyecto
similar de traducir a lenguas indígenas los catecismos para cumplir con el

238 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


Donato Amado, José Forniés, Paulina Numhauser
Escrituras silenciadas. Poder y violencia en la península ibérica y América

proyecto evangelizador. Los primeros diccionarios con los que contamos


de lengua quechua y aimara datan del periodo colonial, pero hasta nues-
tros días subsiste la tensión entre la oralidad y la escritura. La producción
quechua y aimara hasta hoy se manifiesta en mayor medida por medio
de la oralidad; es de esta manera como corre la voz en las muchas radios
del interior de nuestro país, que tienen emisoras en estos idiomas; la pro-
ducción literaria y musical también se da por medio oral. El problema que
trata el autor aún existe, en gran medida en un país tan diverso como el
nuestro.
Continuamos la reseña con el texto pertenece a la editora de la publi-
cación, que tiene como título «Diego de Trujillo y los señores de la coca de
los Andes del Cusco, siglo XVI. Poder privilegios y el silencio historiográfi-
co. Paulina Numhauser». Con él concluiremos la primera parte del libro. El
texto inicia narrando la vida y sucesos que llevaron a Diego de Trujillo, un
personaje curioso que de ser un simple soldado de a pie que se une a las
filas de Francisco Pizarro para la empresa de la conquista, se convierte en
un señor de la coca y goza de gran poder. Los primeros párrafos del texto
se enfocan en narrar la vida de Diego de Trujillo y los distintos sucesos
que lo llevaron a ir ganando riqueza y poder. El autor hace notar que este
personaje es conocido como un cronista de los primeros años del Virrei-
nato, pero considera que tiene una importancia noble y poco conocida
como señor de la coca. El nombre de Diego de Trujillo figura en un pro-
ceso judicial que enfrenta al obispo y el Cabildo Eclesiástico del Cusco. La
razón de la disputa era que el Obispado quería que los señores de la coca
asumieran los gastos de hombres de la Iglesia que predicaban en esas
tierras. Los señores de la coca argumentaban que correspondía a la Iglesia
mantener a los clérigos. Trujillo toma como ejemplo el caso de la comu-
nidad de Castilla, donde la Iglesia mantiene a sus curas con los diezmos
que recibía, y no lo hacían los feligreses. Por ello, la Corona le da razón a
Diego de Trujillo y la Iglesia retira a sus clérigos. Considera la autora que
se debe resaltar que las chacras de hoja de coca eran propiedad privada,
pues no fueron entregadas en encomienda u otro tipo de privilegio. Los
señores de la coca por todos los medios trataron de defender la propiedad
de estas tierras, hasta que el virrey Francisco de Toledo los presiona bajo
amenaza de quitarles los títulos y finalmente acceden.
El texto continúa narrando la vida del señor de la coca Alonso de Mesa,
de notable importancia por ser considerado el hombre más rico y pode-
roso del Perú. La riqueza en el Virreinato no parece encontrarse en las en-
comiendas, sino en el negocio de la hoja de coca. Por ello, Alonso de Mesa
dedica su vida a este negocio que le aseguró una inmensa fortuna y una
influencia notable. El escapar de una sentencia de destierro por mandar

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 239


Luis Daniel Soto Núñez

a asesinar a un hombre es muestra del gran poder que tenía. La habilidad


de este señor de la coca lo llevó a invertir sus ganancias no solo en Amé-
rica, sino también en España, donde por intermedio de sus hijos mestizos
logró adquirir muchas propiedades inmuebles.
El cultivo de la coca era una actividad muy bien organizada. Los se-
ñores de la coca trataron de asegurar la producción de la mayor cantidad
posible y para ello elaboraron distintas estrategias. Uno de los principales
enemigos del cultivo de la hoja de coca fue la Iglesia, que la consideraba
perjudicial para el proceso de evangelización, por ser un producto del
demonio.
Ahora vamos a desarrollar las consecuencias sociales que trajo la ri-
queza de los mineros indígenas de Potosí con la hoja de coca y la econo-
mía del Perú. La mina de Potosí, en los primeros años bajo el control espa-
ñol, adopta una curiosa forma de explotación. La necesidad de extraer el
mineral lleva a los dueños de las minas a establecer acuerdos con mineros
indígenas que contaban con gran experiencia y que se trasladaron de la
mina El Porco, que estaba en decadencia. El acuerdo entre el señor de la
mina y los mineros consistía en que el señor de la mina cancelaba una
cantidad de plata que llamaron «casilla», entre dos pesos y un marco de
oro. Luego de pagada esta cantidad, los mineros podían quedarse con lo
demás que hubieran extraído en una semana de trabajo. Las reformas del
virrey Toledo buscaban reactivar la mina, que había sufrido una caída en
su producción a causa de la gran profundidad de los socavones y la ince-
sante explotación. El virrey introdujo nuevos métodos de fundición, que
modernizan los procesos. Entraron en desuso los hornillos tradicionales.
Los indígenas afectados por las reformas impuestas padecieron mermas
económicas. Lo mismo ocurrió con los señores de la coca en Potosí. Así,
toda esta compleja red cayó en poco tiempo.
El texto que busca dar a conocer el papel de los señores de la coca en
los inicios de la Colonia, así como el gran poder económico y político que
gozaron, también nos informó cómo se continuaron con las formas de
explotación del mineral por parte de los mineros nativos. No enfatizaré
mi crítica en los temas antes expuestos, pues considero que contribuyen
a dar luz a un periodo de la historia que es poco visitado y muchas veces
solo por los especialistas. Lo que me causa gran asombro es cuando la
autora del texto trata de manifestar citando a dos autores, Mathew Restall
y Gonzalo Lamana, que la teoría de la aniquilación radical de la población
amerindia y la reducción de los supervivientes a un estado de anomia, o
sea confusión, apatía, vacío y sobre todo desesperanza psicológica, tiene
sustento o simplemente es un mito historiográfico más. Además, muestra
que la relación entre los colonizados y los colonizadores fue más compleja,

240 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


Donato Amado, José Forniés, Paulina Numhauser
Escrituras silenciadas. Poder y violencia en la península ibérica y América

pues no solo se centró en un interés económico, ya que se imitaron los


modelos del antiguo Imperio incaico (pp. 115-116). Respecto a la aniqui-
lación radical y los tratos de los indígenas, nos gustaría mencionar el li-
bro de Waldemar Espinoza, La destrucción del imperio de los incas, donde
el autor menciona que el proceso de guerras que se libraron hasta lograr
la estabilización del virreinato fue un proceso largo que no se reduce a
solamente la captura del inca en Cajamarca. La guerra continúa muchos
años y el gran número de bajas fueron en su mayoría indígenas. Espinoza
manifiesta que una de las causas de la caída del imperio se debe al gran
resentimiento existente hacia los incas por los pueblos conquistados,
que vieron en los españoles una oportunidad para derrotar a su enemi-
go principal. Luego de la caída, lograron ganar ciertos beneficios que los
comprometieron a defender el virreinato ya establecido. Los pactos entre
españoles y naciones indígenas no solo se limitaron al simple lucro, sino
que se negociaron beneficios políticos. Esta práctica nació a inicios de la
Conquista y se mantuvo durante gran parte de la Colonia. Consideramos
que son estos autores los que quieren crear un mito al considerar que el
proceso de guerras entre ambos bandos no significó ni influyó en dismi-
nuir la población indígena, pues los que se enfrentaban en ambos bandos
eran los pobladores locales. No es tampoco una novedad que el apara-
to de explotación que usaron los españoles se montara sobre formas ya
existentes en el incanato. Por ello, considero que lo manifestado por la
autora en el último párrafo trata de defender el poder y la violencia en el
virreinato, traicionando el propósito de la publicación de la que es editora.
El siguiente artículo, «El discurso silenciado de la locura», de Eliana Ola-
ve Valencia y Hanssel Choque Condori, inicia con una exposición sobre el
papel del lenguaje y su relación con el mundo. Los autores concluyen que
la realidad toma existencia a partir de lo que se nombra, y que solo la pa-
labra otorga existencia y ser. Todo lo mencionado se sustenta en palabras
de Foucault, Foster y algunos comentaristas de la obra de Lacan.
Luego de la introducción, inician con una primera parte del trabajo
que se dividen en dos para un mejor tratamiento. La primera se titula «So-
bre la locura en la ciudad del Cusco» y trata sobre la historia del Centro
Asistencial de Salud Mental Juan Pablo II; luego se describe la labor que
desarrolla el centro en la actualidad.
La historia del centro de salud se remonta a la Colonia. Era un hospital
para indígenas de la orden bethlemita. El hospital albergó a pacientes con
problemas mentales recién a finales del siglo XX. El centro donde se atien-
den estas personas se divide en tres grupos: El grupo A está conformado
por 30 a 34 personas, entre mujeres y varones en situación de abandono.
Fue aquí donde se desarrolló el trabajo. En los grupos B y C se encuentran

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 241


Luis Daniel Soto Núñez

personas con apoyo de sus familiares, que pagan los servicios del centro.
El grupo B está integrado por personas con trastornos mentales y el grupo
C lo integran personas con adicción a distintas sustancias y juegos. Como
todo establecimiento disciplinario, cuenta con un horario definido para
realizar las tareas.
La segunda parte, titulada «La locura como una forma más de discur-
so», sostiene que la locura es un discurso desplazado por el discurso do-
minante en el poder, golpeado y considerado carente de racionalidad por
tener una estructura distinta que el oficial.
La siguiente parte contiene las entrevistas, las historias y los relatos de
familiares o personas cercanas a los internos, así como testimonios de los
pacientes. El propósito del trabajo, mencionan los autores, no es antipsi-
quiátrico, pues ellos creen que las experiencias de estas personas también
deben ser tomadas en cuenta por ser únicas y que conforman la verdad.
Sentencian también que no existe una verdad, sino verdades y saberes
diferentes.
El tomar el discurso y analizar en ellos las verdades que ellos contienen
no es el problema principal de la obra de Foucault, como tampoco de la
penosa realidad que afrontan muchas personas con estos problemas psi-
quiátricos y adicciones. Creemos que la exclusión y la falta de atención del
Estado es el verdadero problema. Los autores mencionan que el centro de
salud donde realizan su investigación es el único en la zona sur. El abando-
no en los departamentos de la zona sur del Perú es alarmante, pues se ve
que el Estado y la sociedad realmente han excluido a estas personas, que
se encuentran a suerte y muchas veces sobreviven gracias a la caridad.
El tema del poder parece estar ausente. Creemos que analizar el poder
y la caracterización que se hace a estas personas como consecuencia de
una normalización que los considera inferiores, anormales, prácticamente
deshumanizándolos, es de vital importancia para entender por qué hasta
hoy no se hace nada ni parece que exista la mínima intención de hacer
algo. El interés que se enfocó en entender sus discursos bien pudo tratar
de ver sus verdaderos problemas. Mucho de lo que se manifestó en líneas
anteriores pertenece a un autor conocido por los autores, que es Foucault,
que en el Collège de France, de 1973 a 1975, dictó cursos sobre el poder
psiquiátrico y los anormales, que sin lugar a dudas enriquecerían lo ma-
nifestado por los autores. El problema de la exclusión de estos grupos de
personas es un problema que aqueja al Perú en su totalidad. Creemos que
debe ser tomado en cuenta y no silenciado, ni minimizado.
El presente libro tiene, como mencionamos variedad de artículos y te-
mas que muchas veces no se quieren tratar por muy distintas razones, por

242 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


Donato Amado, José Forniés, Paulina Numhauser
Escrituras silenciadas. Poder y violencia en la península ibérica y América

considerarse poco importantes o por intereses políticos. El tema del silen-


cio no es ajeno a nuestra realidad. Tenemos periodos de la historia que
queremos borrar y que exigen muchas veces un verdadero análisis para
también así lograr la justicia y la verdad que necesita el país. El silencio
solo puede ser combatido por voces firmes. Trabajos como estos crean un
estruendo, pero la paz del silencio parece continuar. Por ello, es necesario
seguir perturbando ese silencio.

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 243


Desde el Sur | Volumen 10, número 1, Lima; pp. 245–251 | DOI: 10.21142/DES-1001-2018-245-251

Normas de la revista Desde el Sur


para los autores de artículos

Desde el Sur, revista que dirige la Coordinación de Cursos Generales de


la Universidad Científica del Sur, es una publicación arbitrada por pares,
de frecuencia semestral. Publica artículos inéditos de investigadores de
todo el mundo en el campo de las humanidades y las ciencias sociales,
orientados preferentemente a la problemática de América Latina. Desde
el Sur es publicada gratuitamente tanto en su versión impresa como elec-
trónica.
Para el envío de artículos a la redacción de la revista Desde el Sur se
tendrán en cuenta los siguientes criterios:

I. Criterios formales
1. Todo artículo enviado a la revista deberá estar redactado en idioma
español, inglés o portugués. Deberá tratar de temas relacionados con
la investigación en todas las áreas de ciencias humanas y ciencias so-
ciales.
2. Los artículos deberán ser completamente originales e inéditos. Al en-
viar el texto a nuestra revista, el autor se compromete a no someterlo
simultáneamente a la evaluación de otra revista científica, cualquiera
sea el idioma.
3. Los artículos serán remitidos por vía electrónica al correo desdeelsur@
cientifica.edu.pe o a través del Open Journal System (http://revistas.
cientifica.edu.pe/desdeelsur).
4. El texto deberá estar redactado en el programa Microsoft Word para
Windows 97/2000 o XP. El tipo de letra es Arial, a espacio simple, tama-
ño de fuente 12.
5. Si el texto incluye gráficos o figuras, deben estar en formato TIFF a una
resolución mayor de 500 DPI. Se considera figuras a los dibujos, mapas,
fotografías o gráficos, ordenados con números arábigos. En el caso de
que sean fotografías convencionales o dibujos, en la parte posterior
de cada una se debe anotar su número, que debe ubicarse arriba y a la
derecha, así como el autor y el título del artículo.
6. La revista Desde el Sur incluye las siguientes secciones:
a. Estudios de investigación

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 245


b. Ensayos
c. Reseñas bibliográficas
d. Cartas al editor
e. Reedición de textos
Todo envío debe incluir: 1) declaración jurada en el que todos los auto-
res muestren su conformidad con que su artículo sea sometido al proceso
editorial de la revista, 2) directorio de autores debidamente llenado, 3)
artículo siguiendo las pautas indicadas en las instrucciones.

1. Estructura de los artículos


Normas generales
1. Independientemente de la sección a la cual será enviado el artículo, su
primera página deberá contener:
a. Título del artículo: deberá estar escrito en español e inglés. Debe
ser corto, claro y reflejar la idea principal de la investigación.
b. Identificación de los autores:
i. Nombre y apellidos de todos los autores. Adicionalmente, el
autor puede sugerir la forma en que desea que su nombre apa-
rezca en la publicación, con fines de una adecuada citación; en
caso contrario, se citará el primer nombre y el primer apellido.
ii. Filiación: el autor deberá indicar su filiación institucional, ade-
más de la ciudad y el país.
iii. Profesión y grado académico: deberá incluir su profesión y el
mayor grado académico culminado.
iv. Contribución de autoría: en caso de que haya más de un autor,
se deberá incluir información respecto a la contribución indivi-
dual de cada uno durante la elaboración del artículo.
v. Fuentes de financiamiento: los autores deberán indicar la insti-
tución que financió el estudio o si fue autofinanciado.
vi. Conflictos de interés: el autor deberá incluir información sobre
cualquier relación o condición que pudiera afectar la interpreta-
ción objetiva del artículo, ya sea esta institucional o económica.
vii. El autor corresponsal deberá incluir información de contacto
(correo electrónico, teléfono).
Todo artículo que haya sido presentado previamente en un evento
científico o forme parte de una tesis deberá incluir información al respec-
to (a modo de cita).

2. El contenido del artículo deberá tener las siguientes partes:

246 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


a. Resúmenes en dos lenguas: español e inglés y palabras clave en las
respectivas lenguas (ver: http://vocabularies.unesco.org/browser/
thesaurus/es/). Aplica para estudios de investigación y ensayos.
b. Cuerpo del trabajo. La extensión dependerá de la sección y se de-
talla más adelante.
c. Referencias bibliográficas para estudios de investigación, ensayos,
investigaciones bibliográficas y estados de la cuestión (correspon-
dientes a las citas explícitas en el texto). Aparecen al final del texto
y deben estar ordenadas alfabéticamente. Las referencias biblio-
gráficas serán únicamente las que hayan sido citadas en el texto.
Para su registro se debe seguir el modelo de la American Psycholo-
gical Association (APA, ver: http://www.apastyle.org) en su última
edición. El autor se hace responsable de que todas las citas abrevia-
das tengan la respectiva referencia bibliográfica al final del texto.

Normas específicas para cada tipo de artículo


1. Estudios de investigación. Son aquellos que despliegan una argu-
mentación sólida como resultado de un proceso sistemático de análi-
sis tanto de textos como de trabajos de campo. Para ello, configuran un
orden argumentativo que usa categorías diversas de interpretación.
El contenido del texto tendrá una extensión no mayor de 20 páginas
escritas en una sola cara y deberá estar estructurado en las siguientes
partes:
a. Un resumen en español y en inglés o portugués, con una extensión
máxima de 150 palabras en español y 100 en inglés o portugués), y
de tres a cinco palabras clave para cada uno.
b. Introducción: exposición breve de la situación actual del problema,
objetivo del trabajo e hipótesis general.
c. Materiales y métodos: describir las características de la materia a
ser analizada y la metodología utilizada en el estudio.
d. Resultados: presentación de los hallazgos, en forma clara.
e. Discusión: interpretación de los resultados, comparándolos con los
hallazgos de otros autores, exponiendo las sugerencias, postula-
dos o conclusiones a las que llegue el autor.
f. Referencias bibliográficas: solo las citadas en el texto.

2. Ensayos. Es aquella argumentación que muestra un acercamiento ten-


tativo para explicar un texto o un proceso cultural cualesquiera. El con-
tenido tendrá una extensión no mayor a 15 páginas, en una sola cara y
deberá estar estructurado de acuerdo con:
a. Introducción
b. Cuerpo
c. Conclusiones

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 247


3. Reseñas bibliográficas. Son previstas como comentarios reflexivos,
dialógicos y con una sólida crítica académica al texto propuesto. No
deben exceder las 10 páginas. Esta sección no siempre contiene refe-
rencias bibliográficas.
4. Cartas al editor. Notas y comentarios que deben tener un carácter
puntual sobre un aspecto concreto de un tema, evento, congreso aca-
démico, obra y/o un cuestionamiento a los artículos y ensayos publi-
cados en Desde el Sur u otra publicación. De preferencia se recomienda
que tengan un carácter polémico. Su extensión no excederá las 10 pá-
ginas.
5. Reedición de textos. Esta sección se ocupa de reeditar textos valiosos,
no muy difundidos o inéditos. La propuesta es evaluada directamente
por el editor de la revista y deberá tener la autorización expresa de la
fuente original. De publicarse, se colocará en el artículo la fuente original.

II. Criterios éticos y declaración de mala praxis


Ética en investigación
El Consejo Editorial es el responsable de impedir la publicación de in-
vestigaciones que incumplan los criterios éticos presentados a continua-
ción. La revista Desde el Sur se acoge a las recomendaciones del Código de
Conducta para Editores de Revistas (COPE, en inglés: Code of Conduct for
Journal Editors, http://publicationethics.org/resources/guidelines).
En el caso de que se presenten investigaciones realizadas en seres hu-
manos, se deberá mencionar de manera expresa que los procedimientos
fueron realizados respetando las normas éticas concordantes con la De-
claración de Helsinki; en el caso que las investigaciones se realizaron en
animales, se recomienda el uso de la Guía para el cuidado y uso de ani-
males de laboratorio de la National Academies of Sciences, Engineering
and Medicine (https://grants.nih.gov/grants/olaw/guide-for-the-care-
and-use-of-laboratory-animals.pdf ). Además, el estudio debe indicar si
fue aprobado por un Comité de Ética.

Ética en publicación
Siguiendo las recomendaciones de COPE:
• La investigación debería haberse conducido de una manera ética y
responsable.
• La investigación debe ser presentada de manera clara, honesta, sin fa-
bricación, falsificación o manipulación de data.
• Los métodos deben ser presentados de manera clara, sin ambigüeda-
des con la finalidad de que sus hallazgos puedan ser confirmados por
otros (en el caso de estudios de investigación).
• Las investigaciones deben ser originales, sin plagio y no haber sido
publicadas en algún otro lugar previamente.

248 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


• Los autores asumen responsabilidad colectiva del íntegro del conteni-
do de su publicación.
• Lajo, autoría refleje la contribución de cada uno de los coautores al traba-
evitando faltas éticas como autoría honoraría, de regalo o fantasma.
• Las fuentes de financiamiento como los conflictos de interés deben
estar claramente descritos.

En caso de que se detecte alguna falta ética, durante el proceso de


revisión o después de la publicación, la revista actuará según las recomen-
daciones dadas por COPE (https://publicationethics.org/files/Spanish%20
%281%29.pdf ). Pueden incluir dentro de las decisiones la retracción del
artículo o la prohibición futura de la publicación de los artículos de parte
de los autores sancionados. Medidas adicionales pueden incluir comuni-
cación con las autoridades respectivas y notificación a otras revistas.

Autoría
La autoría debería reflejarse con precisión en la contribución que cada
uno aportó al momento de la realización de la investigación y la redac-
ción del artículo. Cuando se considere que la autoría solo corresponde
a aquellos que realizaron aportes mayores al trabajo y no a aquellos que
realizaron otras actividades «menores» (puramente técnicas, revisiones
de texto, etc.), este acuerdo debería haberse realizado al inicio del proyec-
to de investigación. La revista alienta la aplicación de criterios adecuados
de autoría; sin embargo, en ningún momento asume el rol de juez ante
disputas de autoría. Queda de parte de los autores la toma decisión final.
Se considera como: autoría honoraria, aquella persona que no cum-
ple con los criterios de autoría, pero que es incluida por su reputación,
influencia o antigüedad; autoría regalada, aquella que no cumple con los
criterios de autoría pero que es incluida a modo de favor o en retorno de
un pago; autoría fantasma, aquella que cumple los criterios de autoría
pero que no es incluida en la lista de autores.

De los revisores
a. Los textos que se someten a revisión por pares gozarán de carácter
de confidencialidad durante este proceso. Los revisores no podrán
divulgar o comentar sobre los textos que se encuentren en escruti-
nio.
b. Deberán reconocer la información que se encuentra en los textos y
dar fe de su autenticidad y originalidad.
c. Si se encontrasen vicios en los textos, estos deberán ser presenta-
dos en el informe de revisión. De no hacerlo, el revisor incurre en
falta grave.

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 249


d. Si los revisores tuviesen algún conflicto de interés, si conociesen
al autor, por ejemplo, deben comunicar al editor y de considerarlo
necesario, eximirse de la revisión del artículo.

III. Proceso editorial


Todo artículo enviado a la revista Desde el Sur, con la finalidad de ser
publicado, es evaluado por el editor, quien decide si el artículo puede
aceptarse, rechazarse o enviar observaciones solicitando modificaciones
en el texto. Esta decisión se basará en fundamentos objetivos y respetan-
do la pluralidad de opiniones.
En el caso de que los artículos requieran una revisión por pares (tabla
1), el editor, luego de considerar que el artículo es pertinente para la publi-
cación, enviará a evaluar el manuscrito a un par con experticia en el tema
(comprobada ya sea por su publicaciones o grados académicos alcanza-
dos). Esta evaluación es anónima y ad honorem. La cantidad de revisores
dependerá también del tipo de artículo (tabla 1).
El revisor puede recomendar que el artículo se publique sin modifica-
ciones, se publique si se absuelven observaciones menores (generalmen-
te recomendaciones para mejorar el manuscrito), se publique si se absuel-
ven observaciones mayores (observaciones de fondo que cuestionan la
metodología usada, etc., que requieren una respuesta fundamentada del
autor), o que no se publique (cuando el revisor considera que el artículo
incurre en errores insalvables). Tomando en cuenta estas recomendacio-
nes, es el editor quien toma la decisión final respecto al artículo.
En el caso que se solicite resolver las observaciones de los revisores,
el autor deberá enviar el artículo corregido, además de una carta respon-
diendo con sustento cada una de las observaciones. El editor decidirá si es
que el artículo corregido es satisfactorio o si es que requiere ser evaluado
nuevamente por un revisor. Finalmente, decidirá si es que el artículo es
aceptado para publicación o es rechazado.
Si el artículo fue aceptado, se procederá a su edición, diagramación y
generación de prueba de imprenta. El autor recibirá la prueba de impren-
ta y, en un tiempo indicado por el editor, podrá hacer modificaciones y dar
su aprobación. De no responder a dicha comunicación, el autor aceptará
implícitamente la versión enviada por el editor.

250 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


Tabla 1. Extensión de palabras y otras características de acuerdo con el tipo de artículos
Resumen (palabras) Contenido (páginas) Revisión por pares N.° de
(número) referencias
Estudios de investigación 150 20 Sí (2) 30
Ensayos 150 15 Sí (2) 40
Reseñas bibliográficas No 10 No 20
Cartas al editor No 10 No 20

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 251


Desde el Sur | Volumen 10, número 1, Lima; pp. 253–259 | DOI: 10.21142/DES-1001-2018-253-259

Desde el Sur journal guidelines


for the authors of articles

Desde el Sur, a journal edited by the General Courses Coordination of


Universidad Científica del Sur (UCSUR), is a peer-reviewed semi-annual pu-
blication. It features previously unpublished research articles from all over
the world in the fields of humanities and social sciences, preferably with a
focus on Latin American issues. Desde el Sur is distributed free of charge in
both its printed and online versions.
Those wishing to submit articles to the Desde el Sur journal’s editorial
team should bear in mind the following criteria:

I. Formal criteria
1. All articles submitted to the journal must be written in Spanish, English
or Portuguese. They must address issues associated with research into
areas of the humanities and social sciences.
2. Articles must be completely original and unpublished. By submitting
their text to our journal, authors undertake not to submit it simulta-
neously for evaluation by another journal, in any language.
3. Articles must be submitted by electronic means, to the email address
desdeelsur@cientifica.edu.pe, or via the Open Journal System (http://
revistas.cientifica.edu.pe/desdeelsur).
4. Texts must be written in the program Microsoft Word for Windows
97/2000 or XP. The font required is Arial, single space, size 12.
5. If the text includes graphics or figures, these must be submitted in TIFF
format at a resolution greater than 500 DPI. Figures are considered to
be drawings, maps, photographs or graphics, ordered with Arabic nu-
merals. In the case of conventional photographs or drawings, on the
back of each of these, their number must be included, in the top right
corner, together with the author and title of the article.
6. The journal Desde el Sur contains the following sections:
a. Research studies
b. Essays
c. Book reviews
d. Letters to the editor

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 253


e. Reissuing of texts

All submissions must include: 1) Sworn statement that all the authors
agree to the submission of their article to the journal’s editorial process,
2) List of authors, correctly filled out, 3) Article following the guidelines
outlined in these instructions.

1. Article structure
General guidelines
1. Regardless of the section for which the article is submitted, the first
page must contain:
a. Title of the article: This must be written in Spanish or English. It
must be brief and clear and reflect the main idea behind the re-
search.
b. Authors’ identity:
i. Name and surname of all the authors: The author or authors
may suggest the form in which they wish their name to appear
in the publication, in order to ensure correct citation; otherwise,
the first name and first surname will be cited.
ii. Affiliation: Authors must state their institutional affiliation, as
well as the city and country.
iii. Profession and degree: Authors must include their profession
and highest academic qualification.
iv. Authorial contribution: In cases of multiple authors, informa-
tion must be included concerning the individual contribution
of each author during the writing of the article.
v. Financing sources: Authors must name the institution which fi-
nanced the study, or indicate that the work was self-financed.
vi. Possible conflicts of interest: Authors must include information
concerning any relationship or condition, either institutional or
financial, which might affect the objective interpretation of the
article.
vii. The corresponding author must include contact information
(email, telephone).
All articles which have been submitted previously to a scientific event
or which form part of a thesis must include relevant information (in the
form of a citation).

2. The content of the article must include the following parts:

254 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


a. Abstract in two languages, Spanish and English, and keywords in
the respective languages (see: http://vocabularies.unesco.org/
browser/thesaurus/es/). This applies to research studies, essays, bi-
bliographical studies and literature reviews.
b. Main text: The length will depend on the section, as detailed be-
low.
c. Bibliographical references for research studies, essays, bibliogra-
phical research and literature reviews (corresponding to explicit
citations in the text). They should appear at the end of the text
in alphabetical order. The only bibliographical references inclu-
ded should be those cited in the text. The model of the American
Psychological Association (APA, see: http://www.apastyle.org)
should be followed, in its latest version. Authors will be responsible
for ensuring that all abbreviated citations have their respective bi-
bliographical reference at the end of the text.

Specific guidelines for each type of article


1. Research studies: These are texts which present a solid argument ba-
sed upon a process of systematic analysis of both texts and fieldwork.
To this end, they are structured in an argumentative order employing
different categories of interpretation. The content of the text should
be no more than 20 single side pages in length and be structured in
the following parts:
a. An abstract in Spanish and English or Portuguese, with a maximum
length of 150 words in Spanish and 100 words in English or Portu-
guese, and three to five keywords for each language.
b. Introduction: Brief overview of the current status of the issue being
addressed, aims of the work and general hypothesis.
c. Materials and methods: Describe the characteristics of the material
to be analyzed and the methodology employed in the study.
d. Results: Presentation of findings, in a clear manner.
e. Discussion: Interpretation of results, comparing them with the fin-
dings of other authors, setting out suggestions, postulations or
conclusions reached by the author.
f. Bibliographical references: Only those cited in the text.

2. Essays: An argument presenting a tentative approach in order to ex-


plain a text or cultural process. The content must be no more than 15
pages long, single side and structured as follows:
a. Introduction
b. Main text
c. Conclusions

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 255


3. Book reviews: Presented as reflective, dialogic commentaries, based
upon a solid academic criticism of the text in question. They should
not exceed 10 pages. This section does not always contain bibliogra-
phical references.
4. Letters to the editor: Notes and commentaries of a punctual nature
concerning a specific aspect of an academic issue, event, conference,
work and/or the questioning of articles and essays published in the
journal Desde el Sur or in another publication. Preferably, such contri-
butions should be of a polemical nature. They should not exceed 10
pages in length.
5. Reissuing of texts: This section is devoted to the reediting of significant
texts which are little-known or previously unpublished. Submissions
are assessed directly by the journal’s editor and must have the express
authorization of the original source. If published, the original source
will be included in the article.

II. Ethical criteria and declaration of malpractice


Research ethics
The Editorial Board is responsible for blocking the publication of re-
search which does not meet the ethical criteria presented below. The jour-
nal Desde el Sur adheres to the recommendations contained in the Code of
Conduct for Journal Editors (COPE http://publicationethics.org/resources/
guidelines).
In the event that research submitted is conducted on human beings, it
must be expressly mentioned that the procedures involved were carried
out with respect for the ethical guidelines contained in the Helsinki Decla-
ration; in the event that research submitted was conducted on animals,
use is recommended of the guidelines for the care and use of laboratory
animals issued by the National Academies of Sciences, Engineering and
Medicine (https://grants.nih.gov/grants/olaw/guide-for-the-care-and-
use-of-laboratory-animals.pdf ). Also, it must be indicated that the study
was approved by an Ethics Committee.

Publishing ethics
In accordance with the recommendations of COPE:
• Research must have been conducted in an ethical and responsible
manner.
• Research must be presented in a clear, transparent manner, without
fabrication, falsification or manipulation of data.
• Methods must be presented in a clear manner, without ambiguities,
in order to ensure that the findings can be confirmed by others (in the
case of research studies).

256 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


• Research must be original, free of plagiarism, and must not have been
published previously in another publication.
• Authors shall assume collective responsibility for the entire content of
their publication.
• Credited authorship should reflect the contribution of each of the
work’s coauthors, avoiding ethical errors such as honorary, gift or
ghost authorship.
• Sources of financing and potential conflicts of interest must be descri-
bed clearly.

In the event that any ethical breach is detected, during the revision
process or after publication, the journal will take action in accordance
with the recommendations of COPE (https://publicationethics.org/files/
Spanish%20%281%29.pdf ). The decisions adopted by the journal may
include the retraction of the article or the future prohibition of the pu-
blication of articles by the sanctioned authors. Additional measures may
include communication with the relevant authorities and the notifying of
other journals.

Authorship
Credited authorship should reflect accurately the contribution of each
of the authors during the research and writing stages of the article. Cre-
dited authorship should only include those individuals who made ma-
jor contributions and not those who engaged in other “lesser” activities
(merely technical, text revisions, etc.). Any such authorship issues should
have been addressed during the earliest stages of the research project.
The journal welcomes the application of appropriate authorship criteria;
however, under no circumstances will it assume the role of judge in the
event of authorship disputes. The final decision is the responsibility of the
authors.
Honorary authorship is defined as any individual who does not meet
the criteria for authorship but who is included by virtue of their reputa-
tion, influence or seniority; gifted authorship is that which does not meet
the criteria of authorship but which is included as a favor or in return for
payment; ghost authorship is that which does meet the criteria of author-
ship but which is not included in the list of authors.

Concerning peer reviewers


a. Texts subjected to peer review methods will be treated confiden-
tially during this process. Reviewers may not divulge or comment
upon texts that are under scrutiny.

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 257


b. Reviewers must identify the information contained in the texts
and attest to its authenticity and originality.
c. If any errors are identified in the texts, these must be submitted as
part of the reviewer’s report. Any failure to do so will reflect unfavo-
rably upon the reputation of the reviewer.
d. If reviewers experience any potential conflict of interest –if they
are acquainted with the author, for example- they must inform the
editor of the situation and, if necessary, exempt themselves from
reviewing the article.

III. Editorial process


All articles submitted to the journal Desde el Sur for publication will be
evaluated by the editor, who will decide if the article should be accepted
or rejected, or will send observations requesting modifications to the text.
This decision will be based upon fundamental objectives while respecting
plurality of opinion.
In the case of articles which require peer review (Table 1), the editor,
after considering whether or not the article is suitable for publication, will
order a peer review of the manuscript by an expert on the subject (as esta-
blished by their publications or academic qualifications). This evaluation
is anonymous and ad honorem. The number of reviewers will depend on
the type of article (Table 1). Reviewers may recommend that the article
should be published without modifications, following the addressing of
minor observations (usually recommendations for improvements in the
manuscript), following the addressing of major observations (fundamen-
tal observations that question the methodology employed, etc., requiring
a substantiated response from the author), or that it should not be publis-
hed (when the reviewer considers that the article contains insurmountable
errors). Having taken into consideration these recommendations, the final
decision concerning publication of the article will be made by the editor.
In the event that the author is asked to address observations made
by the reviewers, the author must submit the corrected article, together
with a letter addressing specifically each of the observations. The editor
will decide if the corrected article is suitable for publication, or if it should
be reevaluated by a reviewer. Finally, the editor will decide if the article
should be accepted for publication or rejected.
If the article is accepted, it will be subjected to the layout process and
proofs will be produced. The author will receive the proofs and, within
a reasonable period indicated by the editor, will be permitted to make
amendments and give approval. Any author who fails to respond to this
communication will be deemed to have implicitly accepted the version
sent by the editor.

258 Desde el Sur | Volumen 10, número 1


TABLE 1: Word count and other characteristics according to type of article

Abstract (words) Content (pages) Peer review N.° of


(number of reviewers) references
Research studies 150 20 Yes (2) 30
Essays 150 15 Yes (2) 40
Book reviews No 10 No 20
Letters to the editor No 10 No 20

Desde el Sur | Volumen 10, número 1 259

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