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Antropología filosófica

La fundamentación metafísica de la persona humana

Hacia una comprensión de la persona humana


En el pensamiento cristiano se afirma que el hombre es “imagen y semejanza de Dios” (Gen 1, 26)

Cada individuo humano posee una especialísima valoración intrínseca porque es fruto de un acto
creador libre y amoroso de Dios.

La persona participa ontológicamente de la perfección divina debido a su inteligencia espiritual.


Esto sumado a otras características hacen que la persona humana sea un ser excelente:

 Surge la libertad por la que la persona es dueña de su propio obrar, capaz de donarse a sí
misma (amar) a los demás y a Dios.
 Se comienza a emplear en todos los hombres de modo absoluto, designando la
singularidad e irrepetibilidad de cada ser humano y la igualdad de todos ante Dios.
 La persona humana como un absoluto, en sí y por sí, más allá de toda relación jurídica y de
cualquier condición social, como un tú”.

Profundización con Boecio: “la persona es el supuesto individual de naturaleza racional”. Buscó en
su tiempo el autor una definición ontológica válida contra los nestorianos y contra los monofisitas,
con categorías procedentes del aristotelismo.

Componentes:

 Substancia: sustrato de los accidentes, existe en sí misma (tiene el ser) y es incomunicable


(no lo puede pasar a otro).
 Individual: Aquellas particularidades que la distinguen de otros individuos de la misma
especie.
 Naturaleza: Significa la esencia “aquello por lo cual una cosa es lo que es”
 Racionalidad: Se abre cognoscitivamente al mundo que la rodea mediante ideas
universales.

Trabajo posterior medieval, en Santo Tomás de Aquino, quien recoge la definición Boeciana, pero
define a la persona como un “subsistente racional”, es decir, “todo ser subsistente en una
naturaleza racional o intelectual”. Él buscó con esta definición recordar que las acciones son
siempre del individuo singularmente subsistente (el supuesto) y no de la naturaleza como tal. El
supuesto es un todo que posee la naturaleza específica como su parte perfectiva, fincando su
trabajo más en el aspecto de subsistencia de la persona que en la racionalidad.
Conclusiones:

 El cristianismo lleva a que la dignidad personal se extienda a todos los hombres. Ya que
todo hombre posee un acto de ser propio muy superior en valor al ser de las demás
criaturas, persona es algo que se es, no es un título que se adquiere.
 La persona posee su propio ser que es comunicado por Dios, el acto de ser personal es un
acto de ser derivado de Dios, que Dios comunica mediante un acto creador y libre, no se
trata de un fundamento del ser (nadie se comunica el ser a sí mismo).

CRISIS DEL CONCEPTO

Se produce en la Baja Edad Media (siglo XI-XV) y primera parte de la modernidad, con dos
corrientes:

 La escolástica nominalista: No hay relación entre el objeto y la idea que tengo de él,
ambos son totalmente independientes, sólo se pueden conocer las conceptos, pero no los
objetos que están afuera de la realidad, se trata de una convención social, de allí que solo
se denominen (esto difiere con la tradición aristotélico-tomista que considera que si es
posible conocer la realidad y conocer y descubrir el objeto y llamarlo, así los diversos
pueblos empleen diversas palabras para nombrar el objeto).
 Filosofía empirista: Él único conocimiento válido es el que pasa por los sentidos, como las
categorías metafísicas están por encima de la física, no son materiales, no pueden pasar
por los sentidos, por lo tanto no se puede afirmar su existencia.

En ellas el conocimiento metafísico entra en crisis, las categorías aristotélicas de (i) sustancia, (ii)
naturaleza o esencia son rechazadas o al menos cuestionadas, lo que hace abandonar la clásica
definición de persona.

El problema de ambas corrientes reside en que sólo se admite como valido el conocimiento
accesible a la observación directa de los sentidos (método experimental), y la sustancia (el “yo”
personal) es incognoscible: de allí que sólo cabe postular su existencia, pero no afirmarla.

El racionalismo (s. XVII-XVIII) no comprende al hombre como una unidad sustancial. Aquí es
primordial la obra de René Descartes “cogito ergo sum”, la persona humana no se fundamenta en
el ser personal, sino en una facultad suya (el pensamiento) y en su correspondiente operación
(pensar), sólo se entiende como autoconciencia.

En la Contemporaneidad (s. XIX) se sigue afirmando la raíz de la persona no en el ser, sino en el


obrar, ya no en el pensamiento, sino en la voluntad. Aparece el voluntarismo del hombre
(Schopenhauer, Nietzsche, etc.), voluntad autónoma desligada del bien y de la verdad.

El hombre no posee un ser fundado (en Dios), sino que se trata de un sujeto fundante de la verdad
y el bien (estos pasan a ser subjetivos).
En el siglo XX. Aparecen las ideologías colectivistas y materialistas que buscan anular la dignidad
personal:

 Materialismo: El individuo humano no es más que una especie más evolucionada de las
demás, ya no hay una preeminencia sobre otros seres naturales.
 Colectivismo: la individualidad solo adquiere valor y sentido en el todo del Estado, de allí
que se subordine a los intereses del Estado.

CONTRAPARTIDA: RESPUESTA

Ante semejante crisis, varios autores -judíos y cristianos- buscan explorar las dimensiones del
espíritu humano y crean métodos, perspectivas de estudio y vocabularios novedosos, que
configurarán el personalismo, Mounier señala que personalista es “toda doctrina y a toda
civilización que afirma el primado de la persona humana sobre las necesidades materiales y
sobre los mecanismos colectivos que sostienen su desarrollo”.

El personalismo busca reaccionar frente a la concepción materialista y colectivistas del


hombre que disuelve a la persona en un engranaje más del proceso de producción.

El método Fenomenológico (descripción de los estados de la conciencia) busca recuperar la


noción de persona, por una vía diferente a la metafísica (como se había hecho antes). Surge
desde este movimiento de respuesta también una crítica a la definición sustancialista de
persona por insuficiente:

 La sustancia individual connota individualidad e incomunicabilidad, mientras que la


persona es apertura, relación y diálogo (con los demás y con Dios).
 Además, reducir la persona a substancia (mero substrato de accidentes materiales)
sería equivalente a cosificarla.
 La persona humana no es un qué, sino un quien, no un algo, sino un alguien personal.
Substancia significaría para ellos determinación y fijismo, mientras que lo propio de la
persona es la libertad y el dinamismo en su obrar, una tarea a realizarse, dado el
carácter abierto e inacabado del hombre.

Metafísica (prospectiva de valores y fines) y fenomenología se complementan. Con esto


reconocemos dos planos al hablar de la persona humana:

 Plano ontológico: Persona es sustancia individual incomunicable, abierta


intencionalmente a toda la realidad. La persona es siempre la misma aunque no sea
siempre lo mismo.
 Plano dinámico-existencial: Aspecto dinámico de la persona humana que implica un
crecimiento del ser personal.

En el plano ontológico la identidad individual está asegurada por el principio de individuación;


pero en el plano existencial el yo personal debe “realizarse” y concretarse, pues aparece
indeterminado en su origen (en el origen la persona se presenta con infinitas posibilidades
abiertas) y se determina con las decisiones libres (este aspecto dinámico es el subrayado por los
distintos personalismos). Por eso se insiste en el proceso de autorrealización, donde el yo realiza
existencialmente su propia identidad.

La persona humana desde la metafísica


Desde el trabajo de Santo Tomás se puede observar la concepción antropológica que brinda la
metafísica, que tiene los siguientes elementos.

a) La subsistencia: la noción de substancia aplicada a la persona no significa meramente


“substrato” de los accidentes materiales. Sino que indica que se trata de una realidad que
existe de suyo, en sí misma (y no en otra realidad como es propio de los accidentes).
Indica cierta plenitud o suficiencia con respecto a lo que lo rodea, siendo independiente y
autónomo; tiene el acto de ser, aunque no originado por sí mismo, sino fundado; siendo
este más propio que en los demás seres naturales.
b) La incomunicabilidad: No se trata de que el hombre es individualista, o está hecho para la
soledad, quiere decir que la sustancia posee su propio acto de ser de manera tan intensa
que no lo puede compartir, si lo compartiera se acabaría.
c) La racionalidad e intelectualidad: Rasgo diferencial con la vida netamente animal,
apertura a toda la realidad que conoce sin dejar de ser aquello que ya es; expresa apertura
al ser, la belleza, al bien, a la verdad. También a mí mismo, con lo que surge la
autoconciencia y la intimidad.
d) La individualidad: No significa una suficiencia, pero si habla de que en ellos reside el obrar
por sí mismo, característica superior a las demás criaturas corporales.

La crítica a la definición de Boecio viene por ser una noción substancialista que corre el peligro
de cosificar al hombre, pero una sana aproximación al concepto de sustancia nos habla más
bien de aquello “aquello que posee en sí el principio de su obrar”.

La unidad sustancial de la persona humana

La negación de la unión sustancial de la persona


Esta negación se ha dado a lo largo de la historia de la filosofía vamos a ver algunos casos
emblemáticos:

a) La primera negación del carácter sustancial del hombre proviene de la admisión de


diversas almas o principios últimos de actividad:
 Platón: habla que el hombre tiene tres almas: nutritiva, concupiscible y cognoscitiva.
 Filón de Alejandría: Admite un alma sensitivo vital y otra racional.
 Aristotélico-tomista: En contraposición a las anteriores, reconoce en el hombre un
alma única, la intelectiva, provista, sin embargo, de la virtualidad necesaria para la
vida sensitiva y la vegetativa. A favor de esta última se encuentra la unidad individual
de nuestro ser. El último fundamento de la teoría que admite para cada hombre un
alma única estriba en la unidad sustancial de nuestro ser.
b) La principal negación del ser substancial del hombre proviene en la actualidad del
fenomenismo psicológico, de la teoría contractualista y del asociacionismo. Para estas
teorías psicológicas no hay sustancias permanentes, sino tan sólo acontecimientos, hechos
o situaciones carentes de sujeto de inhesión; no hay algo que permanezca, la persona no
es lo que es, sino lo que se va haciendo con su obrar. ERROR: no considera que uno y el
mismo ser puede ser esencialmente permanente y accidentalmente mutable, el sujeto del
cambio es aquello en lo que esencia y accidentes se dan en la realidad (la sustancia
individual).
c) La concepción dualista: el alma y el cuerpo son dos sustancia completas que se unen de
un modo accidental, como lo sostienen Platón y Descartes:
 Platón: El cuerpo es la prisión del alma, de la que debe liberarse.
 Descartes: El hombre es una sustancia cuya total esencia es pensar, y que no necesita
para ser de lugar algunos, ni depende de ninguna cosa material.

Estas concepciones no valoran el cuerpo y el hombre no se capte como un ente unitario.

d) El monismo psicológico: enfrenta al dualismo, pero no reconoce diferencia esencial entre


el cuerpo y el alma y hay dos vertientes, el monismo materialista (sólo hay materia) y otro
monismo trascendente, según el cual el alma y el cuerpo no son sino manifestaciones o
modos de una tercera sustancia. (Se salvaguarda la unidad del ser eliminando la distinción
del cuerpo y el alma).
El monismo termina de coincidir con los dualismos en no admitir otra realidad que la que
es completa y perfecta.

La unidad sustancial en la tradición aristotélica


Tradición Aristotélico-Tomista: el hombre es una unidad compuesta de dos co-principios
inseparables: alma y cuerpo.

 El alma en Aristóteles es un concepto fundamentalmente biológico, pues designa lo que


constituye a un organismo vivo como tal, diferenciándolo de los seres inertes.
 El alma no se opone al cuerpo, el ser vivo tiene dos dimensiones: una materia orgánica y
un principio vital que organiza y vivifica esa materia (principio de determinación y de
operación).
 Las realidades corpóreas se asemejan por su materia y se diferencian por su forma, que es
el principio activo (llamado también esencia o naturaleza).
 El alma no es un elemento inmaterial preexistente que haya de unirse a un cuerpo
preexistente, aunque inerte, sino que el cuerpo sin el alama no es tal cuerpo, porque no
llega a constituirse y estar formalmente organizado como tal.
 Es necesario combatir la tendencia imaginativa al dualismo que induce a combinar un
cuerpo preexistente con un espíritu que se introduce dentro de él y lo vivifica, es claro: sin
alma no hay cuerpo.
 El alma es la forma del cuerpo, implica que todo lo que pasa al alma le pasa también al
cuerpo: la felicidad, los disgustos, los entusiasmos y las ilusiones se contagian también al
cuerpo.
 El cuerpo y el alma caminan juntos siempre, porque son una sola realidad: la persona.
 El hombre como ser hilemórfico: un ente móvil, es decir, susceptible de cambios.
 En sentido estricto y riguroso el alma no se une con el cuerpo, sino con la materia prima y
de su unión con ella resulta el cuerpo vivo.
 No es que tenga un alma y un cuerpo, sino que soy un alma-cuerpo.

El cuerpo humano y su carácter personal


El cuerpo es algo intrínseco (yo soy mi cuerpo y no lo puedo cambiar por otro): su relación
conmigo es algo más que una simple adherencia. Desde un punto de vista puramente espontáneo,
lo percibo como algo que forma parte de mi propio ser.

 Solo gracias al cuerpo el espíritu adquiere esa individualidad que es indispensable para la
perfección de la persona.
 Identifico a tal persona (entera) porque la reconozco por su cuerpo.
 Al amar a las personas las amamos en su totalidad, o si se prefiere, en su sustancialidad
como persona. El amor se dirige a la persona en su globalidad y no en su aspectualidad.
 Los hábitos corporales adquiridos libremente muestran que el movimiento del cuerpo
humano no responde al mero azar ni a fuerzas instintivas incontroladas; los movimientos
corporales son educados por la persona y su libertad.
 Soy capaz de domina mi cuerpo porque soy más que mi cuerpo yo no soy sólo un cuerpo,
ni soy sólo mi cuerpo, soy corpóreo, pero capaz de trascender lo corpóreo y lo temporal.
 Se manifiesta la estructura limitada de la persona, soy dueño de mi cuerpo, pero no dueño
total, Mi cuerpo no me lo doy a mí mismo y no soy capaz de modificarlo sustancialmente.
 No puedo utilizar mi cuerpo como medio u objeto porque eso es considerarme a mí
entero, como persona, sólo un mero medio y termino degradándome como persona.
 La expresión corporal son formas de expresar lo que uno lleva dentro. Así como la
vestimenta habla de mi intimidad.

La dignidad personal y su fundamentación


La dignidad que fundamenta los derechos de la persona ¿es algo que el hombre posee por el mero
hecho de ser hombre o es más bien una reivindicación que nos concedemos recíprocamente?

La explicación kantiana
 Ser digno equivale a ser libre (ser fin en sí mismo).
 Apela a la conciencia de la razón práctica para tratar a cada hombre como un fin en sí
mismo, pero no dice por qué está esto en la conciencia.
 Ofrece una explicación, pero no una fundamentación de la dignidad.
La fundamentación jurídico-positiva
Es el hombre el que se otorga a sí mismo su propia dignidad: es lo que se encuentra en la base del
positivismo jurídico.

 Este afirma que los valores sociales son los que en cada caso determina la sociedad.
 Su mandato se restringe a un espacio y un tiempo, obli9gando a aceptar el carácter
exclusivamente cultural de los Derechos Humanos, y por tanto relativos a la época y
cultura en que son admitidos.
 Se trata de un valor concedido a la persona y su dignidad, relativo a la sociedad que le
otorga ese valor, dependiendo de quién valora.

La cuestión aquí radica en que si la dignidad personal descansa en un valor ontológico es algo que
se posee desde un principio, y no se basa en un acuerdo entre los hombre. La dignidad humana es
una realidad que se reconoce porque es previa a todo reconocimiento jurídico.

La fundamentación ontológica y teocéntrica


La dignidad no es algo que se deba alcanzar.

Para la tradición cristiana la única forma de afirmar la dignidad incondicionada de la persona


humana es el reconocimiento explícito de que el hombre está creado a imagen y semejanza de
Dios, es necesario afirmar que hay una instancia superior que me hace a mí respetable frente a los
demás.

Existes dos dignidades:

a) Dignidad ontológica: o natural que deriva de su índole de persona, “imagen y semejanza


de Dios” y que se manifiesta en su actuar libre, es decir, dueño de sí mismo y dominar su
mundo circundante.
b) Dignidad moral: que depende del uso que se haga de la libertad (se puede obtener o
perder).

Las manifestaciones del ser personal


Carácter corpóreo-espiritual

a) La autoconciencia: la persona humana aparece como sujeto y objeto del conocer. También
sabe que está conociendo. Experimenta el propio yo en cuanto sujeto de los propios actos
y experiencias (función reflexiva de la conciencia).
b) Libertad: La persona humana no sólo es algo ya dado ontológicamente, sino alguien que se
va configurando a sí misma. Aquí radica la autonomía propia de la persona.
c) Intimidad: el primer ámbito donde se manifiesta la libertad es mi vida consciente o si se
prefiere en mi mundo interior.
d) Diálogo e intersubjetividad: de la necesidad de compartir mi propia intimidad surge un
diálogo. Ser persona es ser alguien para otro.
e) La donación: entregar a otro algo valioso, fruto de la libertad.
 Las manifestaciones dinámico-existenciales expresan la persona pero no la fundan.
 Vista en diversos momentos de su existencia, la persona se presenta con diferentes
caracterizaciones, si bien reconocemos en ella una identidad permanente.

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