Los expedientes judiciales se han utilizado como materia prima de la historiografía, este
enfoque ganó terreno rápidamente en América Latina y Argentina no fue la excepción,
desde fines de la década de 1980, y tras el cese de la dictadura cívico-militar, los estudios
históricos se volcaron fundamentalmente hacia la “Historia social del bajo pueblo”.
Recién en las últimas dos décadas se han comenzado a realizar un uso sistemático de los
expedientes judiciales como fuentes en la historiografía argentina, explorando su validez en
los estudios de historia económica, social y cultural.
De esa manera, varios autores, desde perspectivas diversas, han recorrido estos
expedientes como fuentes para conocer aspectos de la cultura popular, conflictos entre la
costumbre y la ley, la criminalidad urbana y rural, características de la implantación del
Estado, prácticas sucesorias, crediticias e infinidad de problemas históricos.
La fuente judicial permite un claro registro de los conflictos entre intereses particulares que
se dirimen en el espacio público de la Justicia. A diferencia de la documentación emanada
de otros aparatos administrativos estatales, como censos y registros, donde prevalece la
uniformidad, correlación y regularidad, la fuente judicial contiene casos particulares,
apelando al orden legal público vigente. Es decir, tenemos a los sujetos sociales actuando
como individuos en lo más particular de su persona y, a su vez, dando cuenta de la trama
social en la que se encuentran, reclamando sus derechos y reivindicaciones de distinto tipo
en un ámbito del propio Estado, en este caso, en su función específica de administrar
Justicia. Todo esto se realiza con un relato en lenguaje propio, el jurídico, el cual hay que
decodificar para sus posteriores interpretaciones como vehículo y material de reflexión de
diversas temáticas.
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Durante la Segunda Presidencia de Juan Domingo Perón, siendo gobernador en la
provincia de Buenos Aires Carlos Aloé e intendente del Partido de Mar Chiquita Juan Fermín
Laxalde, en la localidad cabecera de este municipio, Coronel Vidal, el 18 de febrero de
1954 a las 21hs en las intersecciones de las calles Eva Perón e Hipólito Irigoyen a la altura
del número 90, Carlos Alberto GUAYTA, argentino, jornalero, sin instrucción, soltero de
25 años, domiciliado en el “Barrio Villa Florida” de esta ciudad, armado de un cuchillo,
lesiono a Edmundo José María MEDINA, argentino, empleado, con instrucción, soltero de
28 años, que vive en San Martín 555.
Intervino el Juez del Crimen en turno, doctor Daniel Cambet y el señor Jefe de Policía
Julio Cartey. Se cumple el artículo 206 del Código de Procedimiento Penal y la Ley
Nacional N°11752 y se detiene al victimario preventivamente, se encuentra el arma y se le
realiza una declaración indagatoria e instrucción en el lugar de ocurrencia del hecho para
practicar una inspección ocular y tomar apuntes para la confección de un croquis ilustrativo.
El médico de Policía, doctor Aníbal Prieto reconoce al lesionado Edmundo Medina y al
detenido Carlos Guayta y realiza los respectivos informes.
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Se cita a declarar a todas las personas mencionadas y las que surjan en
el curso de la investigación.
19 de febrero de 1954, el juez y los policías van al lugar donde ocurrió el hecho
material fue como testigo Don Julián Fermín Zapata, argentino, 47 años, casado,
periodista, instruido y domiciliado en calle San Martín 250 de esta localidad.
La intersección de las calles Eva Perón e Hipólito Irigoyen, donde se hace la inspección es
un punto céntrico de la ciudad de Coronel Vidal, siendo de regular intensidad el tránsito de
peatones En la vereda del lado norte de la calle Hipólito Irigoyen, frente al local de la oficina
del Registro Civil, se observan abundantes manchas de sangre, las cuales se continúan por
la misma vereda en dirección al oeste. De la observación es posible determinar que quien
experimento tal pérdida ha ido en dirección a la comisaría, donde las manchas de sangre
desaparecen.
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relaciones con ella. Guayta recordando que había visto a Medina conversando con la
señora Brígida pensó de inmediato que el autor del chisme debería ser Medina.
Siendo aproximadamente las 21hs del 18 de febrero, Guayta se alla parado en la calle Eva
Perón, esquina Hipólito Irigoyen y vió pasar por allí a Medina por la vereda de enfrente, por
lo que le llama, Medina cruza la calle y antes que Guayta le dijera nada se le vino encima y
trato de atacarlo a golpes, sin ningún motivo. Ante la actitud de Medina, Guayta sacó el
cuchillo que llevaba en la cintura con el propósito que Medina se detuviera, pero este siguió
atropellándolo tirándole golpes con los puños, pero si alcanzar a pegarle.
En una de las acometidas que Medina le hizo a Guayta, este le interpuso el cuchillo, y
Medina se hirió en el lado derecho del pecho; no obstante ello Medina continuó tirándole
golpes con los puños. Así Medina le tiró un puñetazo y se lesionó la muñeca izquierda al
golpear contra el cuchillo que Guayta esgrimía. Guayta se afirmó contra la pared de la tienda
instalada en el local de la esquina de las calles Eva Perón e Hipólito Irigoyen, en cuyas
circunstancias Medina lo volvió a agredir a golpes de puños, Guayta al no poder retroceder
con el cuchillo le lesionó en la frente; al verse nuevamente lesionado Medina empezó a
caminar por la calle Hipólito Irigoyen en dirección a las vías, tomando Guayta por la calle
Eva Perón en dirección al sur, dirigiéndose hacia su domicilio, pero fue detenido por el cabo
de policía Ramírez, a quien le entrego el cuchillo.
Guayta dice no haber tenido intención de lastimar a Edmundo Medina y este se ha lesionado
solo al golpearlo, solo trataba de atajarse de los golpes con el cuchillo que esgrimía.
Tanto Medina como Guayta se encuentran en estado normal de salud, Guayta ignoraba
porque motivos Medina lo había agredido sin haber tenido el menor cambio de palabras; en
el lugar donde se produjo el hecho había varias personas que lo han presenciado, pero
Guayta no pudo precisar quienes eran.
El cuchillo que empleo Guayta es el mismo que utiliza para trabajar como desollador en el
frigorífico “Hetzol”, lo llevaba encima porque su jefe le indicó que lo llevara a redondear la
punta al taller mecánico para evitar producir cortes en los cueros.
Cuando habló con Brígida ya llevaba consigo dicho cuchillo y hasta ese momento
desconocía el chisme que había levantado Medina.
Guayta después del hecho queda preventivamente detenido a disposición del Juez del
Crimen Dr. Daniel Cambet, acusado del delito de lesiones a Edmundo Medina.
El carácter de las lesiones sufridas por Medina será determinado por el perito en la causa
el doctor médico de policía Aníbal Prieto, esto permitirá determinar si su causa es o no
excarcelable.
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Guayta continúa o acometiéndolo y cuando Medina puso el brazo derecho para atajarse
que no lo hiriera en la cabeza con el cuchillo, fue lesionado en la muñeca de dicho brazo,
después de lo cual su agresor le tiró un nuevo cuchillazo que Medina no alcanzo a esquivar
por completo y le produjo la lesión que presenta en la frente, pero, que de no haberse
agachado, le hubiera dado en el cuello.
Cuando le fue posible, Medina huyó por la calle Hipólito Irigoyen en dirección a las vías del
ferrocarril y se dirigió a la comisaría para dar cuenta de lo ocurrido, habiendo perdido en el
trayecto gran cantidad de sangre, por lo que se lo condujo al hospital, donde quedó
internado.
Medina no puede precisar las causas por las que Guayta pudo haber atentado contra él,
pues lo agredió sin decir una sola palabra; suponiendo que ello pueda obedecer a que
Medina le dijo en la tarde del 18 de febrero a Brígida Sare que había oído comentarios de
que se casaba con Guayta, a lo que Brígida le respondió que ella no podía casarse porque
ya era casada, aunque se hallaba separada de su esposo. Medina en tono de broma le dijo
a Brígida que tal vez si no podía casarse se juntaría con Guayta, manifestando ella que no
ocurriría tal cosa y le agregó que a lo mejor Guayta era quien andaba haciendo esos
acuerdos, a lo que Medina le dijo que a lo mejor podía ser Guayta quien había hecho tal
manifestación.
Medina no ha tenido la menor intención de hacer quedar a Guayta en mala situación con
Brígida Sare, sino que sólo quiso hacerle una broma a ésta, pues tiene la suficiente
confianza para ello. Medina dice que el hecho ha sido presenciado por varias personas,
pero no pudo precisar quienes eran, ya que en ningún momento supuso que Guayta lo iba
a agredir en tal cobarde forma.
El informe del Dr. Telleaeche manifiesta que Medina tiene un buen estado general y que
goza de buena salud y las lesiones que ha recibido a su juicio no ponen en peligro la
vida, siendo de carácter leve y curarán en un plazo de 10 días, incapacitándolo en igual
tiempo de sus obligaciones habituales.
Por comentarios, ella estaba enterada de que esa misma tarde Medina y Guayta se habían
encontrado y que Medina había lesionado a Guayta, pero ella desconoce si ello ha sido por
lo contado anteriormente o si hubo otro motivo.
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El día 18 de febrero a las 21hs se encontraba estacionado frente a la farmacia y vio que en
la vereda del frente se juntaban dos personas, las que hicieron algunos pasos por la calle
Hipólito Irigoyen, pero que no alcanzó a oír lo que hablaban, que después esas personas
entablan una pelea, pero la misma tuvo muy poca duración, ya que una de las personas
huyo por la calle Hipólito Irigoyen en dirección hacia el oeste, en tanto que la otra cruzó la
calle nombrada y tomo por la calle Eva Perón en dirección al sur viendo que se trataba de
Carlos Guayta.
El testigo vio el reguero de sangre que había dejado la persona que huía, lo que le hizo
suponer que había sido lesionado con un arma, pues la sangre que perdió no era de
trompadas. El testigo no sabe que inició la pelea, ya que era de noche, se desarrolló en un
lugar de poca luz y no estuvo atento al hecho y esta se produjo en forma sumamente rápida.
El testigo estaba conversando Raúl Oscar Furcade, y no reparó si había otras personas
que presenciaron el hecho.
23 de febrero de 1954: Julio Cartey le envía una carta al comisario de policía Juan
A. Taboada con el objeto de comunicar el resultado de la investigación que instruye con
intervención del señor juez del crimen, Dr. Daniel Cambet, por el delito de lesiones del
cual resultó víctima Edmundo Medina y se encuentra acusado Carlos Guayta. Da
conocimiento de que de las averiguaciones practicadas se establece que Guayta se
encuentra bien conceptuado en la localidad, es un individuo de trabajo, carente de vicios
y lleva una vida completamente regular.
Dos de sus vecinos, Armando Pío Escurra y Benicio Martínez, declaran a su favor.
Exponen que Guayta merece muy buen concepto por sus condiciones de laboriosidad,
honestidad y buenas costumbres.
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25 de febrero de 1954: ya que las lesione sufridas son de carácter leve y siendo en
consecuencia excarcelable la causa que motiva la detención de Guayta se le hace
comparecer para notificarle que se encuentra con el beneficio de la libertad provisoria.
Poco después del fin del conflicto mundial, la guerra civil en China, dio el triunfo de Mao
Zedong quien instauró en la parte continental de su nación un régimen totalitario de
base comunista que revolucionó al país, reconocido como República Popular China.
En la década de 1950, la disputa entre los dos nuevos ejes mundiales, se intensificó
notablemente con la guerra de Corea y la posterior división del país en dos estados
diferentes. Se inició una carrera armamentista sin precedentes que se extendería en las
siguientes décadas, así la URSS y EE. UU. se iniciaron a la carrera de un arsenal nuclear
capaz de destruir todo el planeta.
Estados Unidos vio una revolución cultural impulsada por el rápido desarrollo industrial y el
consecuente fenómeno de consumismo.
Alemania y Japón experimentaron una sorprendente recuperación económica en menos de
dos décadas después del final de la guerra, había transformado a ambos países en
potencias económicas, si bien no políticas ni militares. Aunque Francia y Gran Bretaña
tenían un mayor peso político, Japón y Alemania superaban a los dos países que
obtuvieron la victoria en la segunda guerra e incluso su presencia en el comercio
internacional superaba a la de la URSS.
En Argentina la década del 50 nos encuentra bajo la segunda presidencia de Juan Domingo
Perón, que inició el día 4 de junio de 1952, donde asumió oficialmente su segundo mandato
y finalizó el 16 de septiembre de 1955, a raíz de un golpe de Estado que impuso
una dictadura militar.
En 1954 Perón logró la sanción de la Ley nº 14394, cuyo artículo 31 incluía el divorcio, y
esto provocó el enfrentamiento con la Iglesia Católica que había apoyado activamente al
peronismo hasta ese año. Tras el derrocamiento de Perón, este artículo fue suspendido
mediante el decreto ley 4070/1956 y el divorcio recién volvería a ser aceptado en 1987
mediante la Ley nº 23515.
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La política después de los años '50 se enfrenta peronismo vs. antiperonismo, dividen,
enfrentan y obligan a alinearse a la sociedad argentina; dando sustento a ese estilo
discursivo singular. En esta misma época comenzó el auge de los chimentos tanto en
prensa escrita como en televisión, sobre todo de la mano de Valentina Gestro de Pozzo,
más conocida como la "Tía Valentina", emblemática cronista de espectáculos y considerada
una de las pioneras de los chimentos en la televisión argentina.
Durante el gobierno del Gral. Perón se manoseó el Código Penal de 1921; pero las reformas
fueron mínimas. En tal sentido el Código Penal de 1921 dice:
Tentativa
Art. 42. - El que con el fin de cometer un delito determinado comienza su ejecución, pero
no lo consuma por circunstancias ajenas a su voluntad, sufrirá las penas determinadas en
el artículo 44.
Art. 43. - El autor de tentativa no estará sujeto a pena cuando desistiere voluntariamente
del delito.
EL CHISME
Nada peor que ser el protagonista de un chisme que irá pasando de boca en boca,
escondiéndose en la clandestinidad, y que irá variando su contenido según los
agregados que le haga cada uno de sus receptores.
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Y es que poco le importa a quien lo difunde el impacto que pueda tener sobre la 'víctima'
del rumor, aunque lo más probable es que ésta nunca se entere.
El chisme es tan antiguo como el mundo y, hasta el filósofo griego Epícteto, se ocupó de él
dando un sabio consejo: "Si te vienen a decir que alguno ha hablado mal de ti, no te
empeñes en negar lo que ha dicho; responde solamente que no sabe tus otros vicios,
y que de conocerlos, hubiera hablado mucho más".
Revelar y compartir supuestas intimidades de otros, tiene además otros sentidos: permite
desidealizar, pues ricos, famosos y poderosos tienen finalmente las mismas pasiones y
debilidades que el resto de los humanos, también deja un lugar para la destrucción
envidiosa.
El otro, nuestro semejante, nunca está excluido del hablar cotidiano. Y el chisme
siempre necesita a un tercero ausente y perjudicado. Si nos pusiéramos meticulosos,
podríamos ver que la circulación del chisme comienza con un acuerdo, con una
pequeña mascarada que pone en juego la intención de inmovilizar su carrera: "Júrame.
Júrame que no va a salir de tu boca". Que parezca un secreto.
Pero hay un segundo pacto, más tácito y subterráneo, que entraría en la gama de lo no
dicho. Esa es la cláusula motriz, la que garantiza la supervivencia del chisme. La que da
por sentado que ese receptor particular hará lo necesario para mantenerlo con vida,
¡difundiéndolo!
Verdaderos o falsos, puestos a rodar, estos dichos ponen en boca de otros algo que nos
afecta profundamente. Freud habló de ciertos aspectos del psiquismo que,
naturalmente, deberían permanecer al margen, guardados y no revelados.
Sin duda que la intimidad del otro puede resultar atractiva. De ello dan cuenta los
obscenos programas que pueblan, por ejemplo, la televisión argentina. Pero sepamos que
la destrucción de la intimidad no es un progreso, sino una peligrosa involución.
El chisme es hijo de la ligereza y del invento. Injurioso o trivial, más falso que verdadero,
está inscripto en los avatares de la vida cotidiana. Es cercano al chiste, ya que ambos
fenómenos aderezan y dan consistencia al lazo social. Por eso, se cuelan en la fiesta del
lenguaje y en los pasillos de nuestras instituciones.
Y no sólo aceitan las bisagras del funcionamiento social, sino que nos recuerdan que
estamos divididos. Que somos de luz y sombra. Que hay pelusa debajo de las alfombras.
El chisme no existe fuera de la vida social, porque depende de la presencia de otro para
seguir existiendo. En este caso particular, de la complicidad de otro, porque es gregario,
necesita testigos. Se sabe: más temprano que tarde, quien recibe una noticia o se entera
de algún dato que pueda transformarse en murmuración, arderá en ganas de descoser la
boca y dejarlo escapar.
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siempre un poquito apremiante de uno por contarlo y del otro por escucharlo, no hay
chisme. También es un elemento que abrocha algo entre dos personas, que incluso pueden
apenas conocerse, pero si de pronto una de las dos deja caer un chisme, ahí se arma algo
de coparticipación: ya somos del mismo equipo, te hago depositaria de una
información especial.
En general, en todas las lenguas, el chisme está asociado de alguna manera a la
maledicencia. Como si conllevara casi siempre esa porción de veneno, como si fuera
un 'recipientito' que transporta una idea teñida de hostilidad, algo que pincha
CONCLUSIÓN
En los últimos años se observa un creciente interés dentro de la historiografía argentina por
la utilización de los expedientes judiciales como fuentes históricas. Si bien este interés no
es ajeno al de otras historiografías –en particular la italiana, la francesa, la norteamericana
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e incluso la de otros países latinoamericanos– en nuestro país se vivió más tardíamente.
De todas maneras, en todos los casos y desde marcos teóricos y metodológicos diferentes,
se han convertido los expedientes judiciales en fuentes históricas.
Los expedientes judiciales, además de permitir derivaciones cuantitativas, son una valiosa
fuente de información extra que no se encuentra ninguna bibliografía tradicional. Los
archivos judiciales y luego los policiales demuestran ser fuentes indispensables para el
análisis del juego de la acción en situación y de la interacción en los que se evidencian los
comportamientos y en los que se manifiestan también los sentimientos y las emociones de
todos los sectores de la población. La metodología a desarrollar para el análisis de estos
se ve dificultada por constituir cada uno un caso único, con información sesgada y
generalmente circunscripta al caso en cuestión y al conflicto. El historiador atento debe
intentar no quedar sólo en la descripción sin considerar en el proceso histórico del espacio
en el que se desarrolla y de la sociedad que contiene a los protagonistas del conflicto, así
como las particularidades que la definen.
BIBLIOGRAFIA.
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1. Archivo de la Municipalidad de Mar Chiquita.
2. Azzanesi (h), Juan Carlos - Origenes del Partido de Mar Chiquita, sus pueblos e
instituciones, 2004, Mar Argentino.
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