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INTRODUCCION

Los expedientes judiciales se han utilizado como materia prima de la historiografía, este
enfoque ganó terreno rápidamente en América Latina y Argentina no fue la excepción,
desde fines de la década de 1980, y tras el cese de la dictadura cívico-militar, los estudios
históricos se volcaron fundamentalmente hacia la “Historia social del bajo pueblo”.
Recién en las últimas dos décadas se han comenzado a realizar un uso sistemático de los
expedientes judiciales como fuentes en la historiografía argentina, explorando su validez en
los estudios de historia económica, social y cultural.
De esa manera, varios autores, desde perspectivas diversas, han recorrido estos
expedientes como fuentes para conocer aspectos de la cultura popular, conflictos entre la
costumbre y la ley, la criminalidad urbana y rural, características de la implantación del
Estado, prácticas sucesorias, crediticias e infinidad de problemas históricos.

La fuente judicial permite un claro registro de los conflictos entre intereses particulares que
se dirimen en el espacio público de la Justicia. A diferencia de la documentación emanada
de otros aparatos administrativos estatales, como censos y registros, donde prevalece la
uniformidad, correlación y regularidad, la fuente judicial contiene casos particulares,
apelando al orden legal público vigente. Es decir, tenemos a los sujetos sociales actuando
como individuos en lo más particular de su persona y, a su vez, dando cuenta de la trama
social en la que se encuentran, reclamando sus derechos y reivindicaciones de distinto tipo
en un ámbito del propio Estado, en este caso, en su función específica de administrar
Justicia. Todo esto se realiza con un relato en lenguaje propio, el jurídico, el cual hay que
decodificar para sus posteriores interpretaciones como vehículo y material de reflexión de
diversas temáticas.

La fuente judicial tiene cuatro dimensiones claramente identificables:


1) el mundo particular de los litigantes en su calidad de actor, demandado, víctima o
imputado, así como la identificación de los funcionarios y magistrados que intervienen en el
conflicto o litigio específico,
2) un espacio estrictamente del Estado en una de sus funciones propias, la
administración de justicia,
3) la apelación al orden legal vigente en el reclamo de sus intereses, bajo diversas formas
o materias jurídicas en las ramas del Derecho o fueros y
4) la representación social que dichos litigantes conllevan al dar cuenta de la especial
conformación social imperante en un determinado proceso histórico.
Frente a las dificultades que puede encerrar la fuente judicial, como: 1) distorsión del mundo
dominado por la conflictividad, ignorando los aspectos consensuales, 2) el específico
sustrato de la justicia criminal de conductas desviadas como otro elemento de distorsión,
3) la limitación de la generalización por ser casos únicos e irrepetibles y 4) el criterio de
verdad a descubrir en los diversos testimonios judiciales; los autores sugieren distintos
caminos a seguir: la confrontación y complementación con otras fuentes; la inscripción de
la conducta desviada dentro de la condición humana; tener en cuenta la verosimilitud de las
confesiones en relación al orden lógico imperante, a pesar de la mentira tiene que resultar
creíble, es decir, una "coartada históricamente válida". Consideran la fuente judicial como
recurso eficaz para la investigación social, por la reconstrucción del marco normativo, de la
mentalidad y sus valores imperantes, y fundamentalmente por la dimensión de corporación
real de los sujetos sociales protagonistas de los distintos casos judiciales.
NARRATIVA DEL ESTUDIO JUDICIAL ELEGIDO

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Durante la Segunda Presidencia de Juan Domingo Perón, siendo gobernador en la
provincia de Buenos Aires Carlos Aloé e intendente del Partido de Mar Chiquita Juan Fermín
Laxalde, en la localidad cabecera de este municipio, Coronel Vidal, el 18 de febrero de
1954 a las 21hs en las intersecciones de las calles Eva Perón e Hipólito Irigoyen a la altura
del número 90, Carlos Alberto GUAYTA, argentino, jornalero, sin instrucción, soltero de
25 años, domiciliado en el “Barrio Villa Florida” de esta ciudad, armado de un cuchillo,
lesiono a Edmundo José María MEDINA, argentino, empleado, con instrucción, soltero de
28 años, que vive en San Martín 555.

Intervino el Juez del Crimen en turno, doctor Daniel Cambet y el señor Jefe de Policía
Julio Cartey. Se cumple el artículo 206 del Código de Procedimiento Penal y la Ley
Nacional N°11752 y se detiene al victimario preventivamente, se encuentra el arma y se le
realiza una declaración indagatoria e instrucción en el lugar de ocurrencia del hecho para
practicar una inspección ocular y tomar apuntes para la confección de un croquis ilustrativo.
El médico de Policía, doctor Aníbal Prieto reconoce al lesionado Edmundo Medina y al
detenido Carlos Guayta y realiza los respectivos informes.

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Se cita a declarar a todas las personas mencionadas y las que surjan en
el curso de la investigación.

 19 de febrero de 1954, el juez y los policías van al lugar donde ocurrió el hecho
material fue como testigo Don Julián Fermín Zapata, argentino, 47 años, casado,
periodista, instruido y domiciliado en calle San Martín 250 de esta localidad.

La intersección de las calles Eva Perón e Hipólito Irigoyen, donde se hace la inspección es
un punto céntrico de la ciudad de Coronel Vidal, siendo de regular intensidad el tránsito de
peatones En la vereda del lado norte de la calle Hipólito Irigoyen, frente al local de la oficina
del Registro Civil, se observan abundantes manchas de sangre, las cuales se continúan por
la misma vereda en dirección al oeste. De la observación es posible determinar que quien
experimento tal pérdida ha ido en dirección a la comisaría, donde las manchas de sangre
desaparecen.

Carlos Alberto Guayta se encuentra preventivamente detenido y conoce los motivos de


su detención y da una declaración indagatoria; aclarando que ha sido procesado en una
oportunidad por el delito de robo. Prefiere que se lo interrogue y se redacte sin designar su
abogado, tendrá como defensor al de pobres del Juzgado.
Interrogado Guayta con respecto al hecho que se investiga, declaró que hablaba con
frecuencia con la señora Brígida Sare de Rodríguez, empleada en la casa del señor
Paredi, pero sin tener ningún interés amoroso para con ella; el día 18 el declarante vio que
la señora Brígida estaba hablando con el cartero Edmundo Medina en la vía pública y por
la noche, al encontrarse con dicha mujer, esta le reclamó porque había dicho que tenía

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relaciones con ella. Guayta recordando que había visto a Medina conversando con la
señora Brígida pensó de inmediato que el autor del chisme debería ser Medina.
Siendo aproximadamente las 21hs del 18 de febrero, Guayta se alla parado en la calle Eva
Perón, esquina Hipólito Irigoyen y vió pasar por allí a Medina por la vereda de enfrente, por
lo que le llama, Medina cruza la calle y antes que Guayta le dijera nada se le vino encima y
trato de atacarlo a golpes, sin ningún motivo. Ante la actitud de Medina, Guayta sacó el
cuchillo que llevaba en la cintura con el propósito que Medina se detuviera, pero este siguió
atropellándolo tirándole golpes con los puños, pero si alcanzar a pegarle.
En una de las acometidas que Medina le hizo a Guayta, este le interpuso el cuchillo, y
Medina se hirió en el lado derecho del pecho; no obstante ello Medina continuó tirándole
golpes con los puños. Así Medina le tiró un puñetazo y se lesionó la muñeca izquierda al
golpear contra el cuchillo que Guayta esgrimía. Guayta se afirmó contra la pared de la tienda
instalada en el local de la esquina de las calles Eva Perón e Hipólito Irigoyen, en cuyas
circunstancias Medina lo volvió a agredir a golpes de puños, Guayta al no poder retroceder
con el cuchillo le lesionó en la frente; al verse nuevamente lesionado Medina empezó a
caminar por la calle Hipólito Irigoyen en dirección a las vías, tomando Guayta por la calle
Eva Perón en dirección al sur, dirigiéndose hacia su domicilio, pero fue detenido por el cabo
de policía Ramírez, a quien le entrego el cuchillo.
Guayta dice no haber tenido intención de lastimar a Edmundo Medina y este se ha lesionado
solo al golpearlo, solo trataba de atajarse de los golpes con el cuchillo que esgrimía.

Tanto Medina como Guayta se encuentran en estado normal de salud, Guayta ignoraba
porque motivos Medina lo había agredido sin haber tenido el menor cambio de palabras; en
el lugar donde se produjo el hecho había varias personas que lo han presenciado, pero
Guayta no pudo precisar quienes eran.
El cuchillo que empleo Guayta es el mismo que utiliza para trabajar como desollador en el
frigorífico “Hetzol”, lo llevaba encima porque su jefe le indicó que lo llevara a redondear la
punta al taller mecánico para evitar producir cortes en los cueros.
Cuando habló con Brígida ya llevaba consigo dicho cuchillo y hasta ese momento
desconocía el chisme que había levantado Medina.

Guayta después del hecho queda preventivamente detenido a disposición del Juez del
Crimen Dr. Daniel Cambet, acusado del delito de lesiones a Edmundo Medina.
El carácter de las lesiones sufridas por Medina será determinado por el perito en la causa
el doctor médico de policía Aníbal Prieto, esto permitirá determinar si su causa es o no
excarcelable.

 19 de febrero de 1954: en el Hospital Municipal “Eustaquio Aristizabal” de Coronel


Vidal, donde se encontraba internado, Edmundo Medina fue interrogado para que
manifieste como sufrió las lesiones que presenta; este dice que después de haber
cumplido su horario de trabajo en la sucursal local de Correos y Telecomunicaciones,
salió a caminar por la zona céntrica de esta localidad y siendo aproximadamente las 21hs
paso por la esquina de las calles Eva Perón e Hipólito Irigoyen en cuya circunstancia fue
llamado por Guayta que caminaba por la vereda de enfrente. Medina se cruzó de vereda
y cuando estuvo frente a Guayta, frente al local de la tienda existente en la esquina de
dichas calles, Guayta sacó un cuchillo grande y le tiró varias puñaladas sin alcanzar a
lesionarle porque Medina saltaba para ganar distancia, pero al llegar a colocarse contra
la pared no pudo evitar que Guayta lo alcance con un puntazo en el pecho, produciéndole
la lesión que presenta en dicho lugar.

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Guayta continúa o acometiéndolo y cuando Medina puso el brazo derecho para atajarse
que no lo hiriera en la cabeza con el cuchillo, fue lesionado en la muñeca de dicho brazo,
después de lo cual su agresor le tiró un nuevo cuchillazo que Medina no alcanzo a esquivar
por completo y le produjo la lesión que presenta en la frente, pero, que de no haberse
agachado, le hubiera dado en el cuello.
Cuando le fue posible, Medina huyó por la calle Hipólito Irigoyen en dirección a las vías del
ferrocarril y se dirigió a la comisaría para dar cuenta de lo ocurrido, habiendo perdido en el
trayecto gran cantidad de sangre, por lo que se lo condujo al hospital, donde quedó
internado.

Medina no puede precisar las causas por las que Guayta pudo haber atentado contra él,
pues lo agredió sin decir una sola palabra; suponiendo que ello pueda obedecer a que
Medina le dijo en la tarde del 18 de febrero a Brígida Sare que había oído comentarios de
que se casaba con Guayta, a lo que Brígida le respondió que ella no podía casarse porque
ya era casada, aunque se hallaba separada de su esposo. Medina en tono de broma le dijo
a Brígida que tal vez si no podía casarse se juntaría con Guayta, manifestando ella que no
ocurriría tal cosa y le agregó que a lo mejor Guayta era quien andaba haciendo esos
acuerdos, a lo que Medina le dijo que a lo mejor podía ser Guayta quien había hecho tal
manifestación.

Medina no ha tenido la menor intención de hacer quedar a Guayta en mala situación con
Brígida Sare, sino que sólo quiso hacerle una broma a ésta, pues tiene la suficiente
confianza para ello. Medina dice que el hecho ha sido presenciado por varias personas,
pero no pudo precisar quienes eran, ya que en ningún momento supuso que Guayta lo iba
a agredir en tal cobarde forma.

Medina y Guayta no tenían antecedentes de enemistad entre ambos.

 18 de febrero de 1954: el Oficial Principal Julio Cartey solicita un informe al


médico de policía Anibal Prieto ya que reconoció en el hospital a Edmundo Medina,
acerca de las lesiones que este presentaba.

 19 de febrero de 1954: el Oficial Principal Julio Cartey le solicita al médico


Gregorio Telleaeche intervenga en el delito de leiones en el que resulta víctima
Eduardo Medina y se encuentra acusado Carlos Guayta. Se le solicita examen e informe,
pudiéndolo hacer en forma conjunta o separada con el médico de policía Anibal Prieto.

El informe del Dr. Telleaeche manifiesta que Medina tiene un buen estado general y que
goza de buena salud y las lesiones que ha recibido a su juicio no ponen en peligro la
vida, siendo de carácter leve y curarán en un plazo de 10 días, incapacitándolo en igual
tiempo de sus obligaciones habituales.

 20 de febrero, de 1954: comparece a la comisaría para prestar declaración


Venera Brígida Sare de Rodriguez, de nacionalidad argentina, de 29 años de edad,
casada, de ocupación doméstica, con instrucción y domiciliada en la calle Nicanor Ezeiza
n°402, de esta localidad.
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Interrogada con respecto a la investigación que se practica, responde que el día 18 de
febrero cuando andaba haciendo mandados, aproximadamente a las 10:06 fue alcanzada
por Edmundo Medina, quien le dijo que se había enterado que ella estaba por casarse con
Carlos Guayta, le respondió que ella ya era casada. Ante esta contestación, Medina le dijo
que si no se había casado, por lo menos se había juntado con Guayta ya que ese era el
comentario general; agregándole que Guayta era el que se había encargado de divulgar tal
cosa. Ante estas expresiones de Medina, Brígida le preguntó si tenía seguridad de que
Guayta había hecho tal manifestación, Medina le responde que sí, que era Guayta el que
decía tal cosa.
Brígida le reitero a Medina que con Guayta no tenía otra cosa más que una simple amistad,
sin el menor interés amoroso y que le rogaba que no se hiciera eco de ese comentario por
cuanto el mismo le perjudicaba en todo sentido.
Brígida declara que más tarde como, ya que lo había visto, a las 20hs, cuando se hallaba
en la vereda de su domicilio, pasó por allí Carlos Guayta, quién se detuvo a conversar,
como lo ha hecho en otras oportunidades; en esta ocasión Brígida le expresó a Guayta que
debía retirarse y no volver a hablarle, que lo había atendido hasta entonces en sus
conversaciones por creer que no tenía intención amorosa, pero se había enterado que
había hecho manifestaciones que mantenía con él relaciones íntimas, lo que hacía que lo
tuviera en el concepto de un charlatán y jactancioso.
Guayta le negó haber hecho ninguna manifestación que pudiera ofenderla y mucho menos
haber expresado semejante barbaridad, pidiéndole que le dijera quien le había llevado esa
información. Brígida se negó a decirle a Guayta como se había enterado de lo
anteriormente dicho, motivando ello que Guayta se pusiera sumamente nerviosos y le dijera
que sabía que era Medina quien le había llevado el cuento, ya que los había visto
conversando, pero Brigida siguió negándose a decirle quien le había informado, esto
aumento el enojo de Guayta y, ante el temor de que éste pudiera hacer algo contra ella,
terminó por decirle que había sido Edmundo Medina quien le había dicho que él había
hecho manifestaciones en el sentido de que mantenía relaciones íntimas con ella.
Guayta se retiró enseguida, ignorando Brigida hacia donde se dirigió y que es lo que pudo
haber hecho.

Por comentarios, ella estaba enterada de que esa misma tarde Medina y Guayta se habían
encontrado y que Medina había lesionado a Guayta, pero ella desconoce si ello ha sido por
lo contado anteriormente o si hubo otro motivo.

Brígida declara y aclara que se encuentra separada de su esposo y que se encuentra en


actitud vigilante para buscar motivos para quitarle la tenencia de un hijito de ambos y que,
por tal causa, ella cuida celosamente de no dar ningún motivo que pueda servirle de base
a su esposo para intentar quitarle a su hijito. Es precisamente esta circunstancia la que le
hizo que le causara indignación cuando Medina le dijo que Guayta divulgaba que tenía
relaciones íntimas con ella y fue por ello que rechazó la conversación de Carlos Guayta
cuando este se detuvo con el propósito de hablarle en la tarde del 18 de febrero.
Brígida deja constancia que ni con Guayta ni con Medina tiene otra relación que no sea la
de vecinos de este pueblo, con quienes ha cambiado algunas palabras en forma puramente
circunstancial y sin el menor interés amoroso.
 20 de febrero de 1954: comparece a declarar como testigo Abel Ernesto Tejeiro,
de nacionalidad argentino, de 28 años de edad, soltero, empleado con instrucción y
domiciliado en la calle Eva Perón n° 375 de esta localidad.

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El día 18 de febrero a las 21hs se encontraba estacionado frente a la farmacia y vio que en
la vereda del frente se juntaban dos personas, las que hicieron algunos pasos por la calle
Hipólito Irigoyen, pero que no alcanzó a oír lo que hablaban, que después esas personas
entablan una pelea, pero la misma tuvo muy poca duración, ya que una de las personas
huyo por la calle Hipólito Irigoyen en dirección hacia el oeste, en tanto que la otra cruzó la
calle nombrada y tomo por la calle Eva Perón en dirección al sur viendo que se trataba de
Carlos Guayta.
El testigo vio el reguero de sangre que había dejado la persona que huía, lo que le hizo
suponer que había sido lesionado con un arma, pues la sangre que perdió no era de
trompadas. El testigo no sabe que inició la pelea, ya que era de noche, se desarrolló en un
lugar de poca luz y no estuvo atento al hecho y esta se produjo en forma sumamente rápida.
El testigo estaba conversando Raúl Oscar Furcade, y no reparó si había otras personas
que presenciaron el hecho.

 21 de febrero de 1954: el informe de Anibal Prieto, tras examinar a Edmundo


Medina el día 18, informa que la víctima presenta una herida cortante en la frente con
dirección de abajo hacia arriba llegando al hueso. También presenta una lesión
precordial con dirección hacia el esternón y por último una herida en la cara anterior de
la muñeca. La víctima se encuentra bien, y se levanta el pronóstico reservado.

 23 de febrero de 1954: Raul Oscar Fourcade, argentino, 28 años, soltero,


empleado, con instrucción y domiciliado en la calle Eva Perón 638 de esta localidad, es
citado a declarar.

El mismo declara que el día 18 de febrero, aproximadamente a las 21:00hs se hallaba


conversando con Abel Ernesto Teijeiro en la vereda de la farmacia, en la esquina de las
calles Eva Perón e Hipólito Irigoyen, en cuya circunstancia vio que en la vereda del frente
se juntaban Carlos Guayta y Edmundo Medina, quienes se fueron un poco por la calle
Hipólito Irigoyen y se pararon frente al local del Registro Civil.
Dichas personas enseguida se pusieron a pelear y tras la riña vio que Medina disparaba
por la calle Hipólito Irigoyen hacia las vías del ferrocarril y Guayta cruzó la vereda y pasó
por el lugar donde estaba con Teijeiro, luego ambos cruzaron la calle y pudieron observar
las manchas de sangre en la dirección en la que había huido Medina.
Fourcade declara desconocer las causas del inicio de la pelea y no vio si alguno de ellos
tuviera arma.

 23 de febrero de 1954: Julio Cartey le envía una carta al comisario de policía Juan
A. Taboada con el objeto de comunicar el resultado de la investigación que instruye con
intervención del señor juez del crimen, Dr. Daniel Cambet, por el delito de lesiones del
cual resultó víctima Edmundo Medina y se encuentra acusado Carlos Guayta. Da
conocimiento de que de las averiguaciones practicadas se establece que Guayta se
encuentra bien conceptuado en la localidad, es un individuo de trabajo, carente de vicios
y lleva una vida completamente regular.
Dos de sus vecinos, Armando Pío Escurra y Benicio Martínez, declaran a su favor.
Exponen que Guayta merece muy buen concepto por sus condiciones de laboriosidad,
honestidad y buenas costumbres.

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 25 de febrero de 1954: ya que las lesione sufridas son de carácter leve y siendo en
consecuencia excarcelable la causa que motiva la detención de Guayta se le hace
comparecer para notificarle que se encuentra con el beneficio de la libertad provisoria.

CONTEXTUALIZACIÓN DEL HECHO POLICIAL.

Cada década de nuestra historia ha marcado a la humanidad. La de 1950 significó un gran


giro en el mundo, en la cultura y la sociedad de aquella época. Durante esta década, las
dos superpotencias vencedoras de la segunda guerra mundial, Estados Unidos y la Unión
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Soviética, rompieron su alianza durante la guerra y se enemistaron convirtiéndose en
líderes de dos bloques: el bloque Occidental (occidental-capitalista) liderado por Estados
Unidos, y el bloque del Este (oriental-comunista) liderado por la Unión Soviética y el mundo
vio formarse lo que se conoció como Guerra Fría.

Poco después del fin del conflicto mundial, la guerra civil en China, dio el triunfo de Mao
Zedong quien instauró en la parte continental de su nación un régimen totalitario de
base comunista que revolucionó al país, reconocido como República Popular China.

En la década de 1950, la disputa entre los dos nuevos ejes mundiales, se intensificó
notablemente con la guerra de Corea y la posterior división del país en dos estados
diferentes. Se inició una carrera armamentista sin precedentes que se extendería en las
siguientes décadas, así la URSS y EE. UU. se iniciaron a la carrera de un arsenal nuclear
capaz de destruir todo el planeta.

El proceso de descolonización iniciado después de la segunda guerra mundial se intensifica


y marcará esta década y las dos siguientes. Imperios como el francés o el británico se
desprenden de numerosas posesiones en África, Oriente Medio y Asia.

Estados Unidos vio una revolución cultural impulsada por el rápido desarrollo industrial y el
consecuente fenómeno de consumismo.
Alemania y Japón experimentaron una sorprendente recuperación económica en menos de
dos décadas después del final de la guerra, había transformado a ambos países en
potencias económicas, si bien no políticas ni militares. Aunque Francia y Gran Bretaña
tenían un mayor peso político, Japón y Alemania superaban a los dos países que
obtuvieron la victoria en la segunda guerra e incluso su presencia en el comercio
internacional superaba a la de la URSS.

En Argentina la década del 50 nos encuentra bajo la segunda presidencia de Juan Domingo
Perón, que inició el día 4 de junio de 1952, donde asumió oficialmente su segundo mandato
y finalizó el 16 de septiembre de 1955, a raíz de un golpe de Estado que impuso
una dictadura militar.

En 1953 la sociedad (oligarquía-pueblo) se polarizo definitivamente porque el gobierno


comenzó a encarcelar opositores, censuro todos los medios de la oposición y se intentó
"peronizar" a la sociedad (imponiendo La razón de mi vida en los programas secundarios,
la obligatoriedad de afiliarse al Partido Justicialista a los empleados públicos, libros
escolares donde se alababa al gobierno, poner de nombre a La Pampa "Eva Perón" y
a Chaco "Presidente Perón", llamando a La Plata "Ciudad Eva Perón", etc). Ya empezarían
los actos terroristas de los antiperonistas como el Atentado en la Plaza de Mayo del 15 de
abril de 1953, que ocurrió cuando el presidente daba un discurso y cuando se escuchó las
explosiones, Perón dijo que hicieran algo útil por el país en vez de poner bombas. Como
respuesta a las bombas que causaron muertos y heridos grupos de civiles peronistas fueron
a incendiar locales opositores.

En 1954 Perón logró la sanción de la Ley nº 14394, cuyo artículo 31 incluía el divorcio, y
esto provocó el enfrentamiento con la Iglesia Católica que había apoyado activamente al
peronismo hasta ese año. Tras el derrocamiento de Perón, este artículo fue suspendido
mediante el decreto ley 4070/1956 y el divorcio recién volvería a ser aceptado en 1987
mediante la Ley nº 23515.

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La política después de los años '50 se enfrenta peronismo vs. antiperonismo, dividen,
enfrentan y obligan a alinearse a la sociedad argentina; dando sustento a ese estilo
discursivo singular. En esta misma época comenzó el auge de los chimentos tanto en
prensa escrita como en televisión, sobre todo de la mano de Valentina Gestro de Pozzo,
más conocida como la "Tía Valentina", emblemática cronista de espectáculos y considerada
una de las pioneras de los chimentos en la televisión argentina.

Durante el gobierno del Gral. Perón se manoseó el Código Penal de 1921; pero las reformas
fueron mínimas. En tal sentido el Código Penal de 1921 dice:

Tentativa
Art. 42. - El que con el fin de cometer un delito determinado comienza su ejecución, pero
no lo consuma por circunstancias ajenas a su voluntad, sufrirá las penas determinadas en
el artículo 44.

Art. 43. - El autor de tentativa no estará sujeto a pena cuando desistiere voluntariamente
del delito.

Art. 44. - La pena que correspondería al agente si hubiere consumado el delito, se


disminuirá de un tercio a la mitad. Si el delito fuera imposible, la pena se disminuirá en la
mitad y podrá reducírsela al mínimo legal o eximirse de ella, según el grado de peligrosidad
revelada por el delincuente. Si la pena fuere de reclusión perpetua, la pena de la tentativa
será reclusión de quince a veinte años. Si la pena fuese de prisión perpetua, la de tentativa
será prisión de diez a quince años.

EL CHISME

Nada peor que ser el protagonista de un chisme que irá pasando de boca en boca,
escondiéndose en la clandestinidad, y que irá variando su contenido según los
agregados que le haga cada uno de sus receptores.
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Y es que poco le importa a quien lo difunde el impacto que pueda tener sobre la 'víctima'
del rumor, aunque lo más probable es que ésta nunca se entere.

El chisme es tan antiguo como el mundo y, hasta el filósofo griego Epícteto, se ocupó de él
dando un sabio consejo: "Si te vienen a decir que alguno ha hablado mal de ti, no te
empeñes en negar lo que ha dicho; responde solamente que no sabe tus otros vicios,
y que de conocerlos, hubiera hablado mucho más".

Revelar y compartir supuestas intimidades de otros, tiene además otros sentidos: permite
desidealizar, pues ricos, famosos y poderosos tienen finalmente las mismas pasiones y
debilidades que el resto de los humanos, también deja un lugar para la destrucción
envidiosa.

El otro, nuestro semejante, nunca está excluido del hablar cotidiano. Y el chisme
siempre necesita a un tercero ausente y perjudicado. Si nos pusiéramos meticulosos,
podríamos ver que la circulación del chisme comienza con un acuerdo, con una
pequeña mascarada que pone en juego la intención de inmovilizar su carrera: "Júrame.
Júrame que no va a salir de tu boca". Que parezca un secreto.
Pero hay un segundo pacto, más tácito y subterráneo, que entraría en la gama de lo no
dicho. Esa es la cláusula motriz, la que garantiza la supervivencia del chisme. La que da
por sentado que ese receptor particular hará lo necesario para mantenerlo con vida,
¡difundiéndolo!

Verdaderos o falsos, puestos a rodar, estos dichos ponen en boca de otros algo que nos
afecta profundamente. Freud habló de ciertos aspectos del psiquismo que,
naturalmente, deberían permanecer al margen, guardados y no revelados.
Sin duda que la intimidad del otro puede resultar atractiva. De ello dan cuenta los
obscenos programas que pueblan, por ejemplo, la televisión argentina. Pero sepamos que
la destrucción de la intimidad no es un progreso, sino una peligrosa involución.

El máximo diccionario de nuestra lengua adjudica al chisme la malévola intención de


"indisponer a unas personas contra otras". El chisme y su sinónimo, la murmuración, son
"conversaciones en perjuicio de un ausente." Si bien es cierto que salpimienta la vida
de los humanos, las malas lenguas no dejan de insinuar que se están refiriendo a la rama
femenina de la especie de Adán. Lafontaine decía que un secreto es una carga
demasiado grande para ser llevada por las espaldas femeninas.

El chisme es hijo de la ligereza y del invento. Injurioso o trivial, más falso que verdadero,
está inscripto en los avatares de la vida cotidiana. Es cercano al chiste, ya que ambos
fenómenos aderezan y dan consistencia al lazo social. Por eso, se cuelan en la fiesta del
lenguaje y en los pasillos de nuestras instituciones.
Y no sólo aceitan las bisagras del funcionamiento social, sino que nos recuerdan que
estamos divididos. Que somos de luz y sombra. Que hay pelusa debajo de las alfombras.
El chisme no existe fuera de la vida social, porque depende de la presencia de otro para
seguir existiendo. En este caso particular, de la complicidad de otro, porque es gregario,
necesita testigos. Se sabe: más temprano que tarde, quien recibe una noticia o se entera
de algún dato que pueda transformarse en murmuración, arderá en ganas de descoser la
boca y dejarlo escapar.

El chisme es un hecho de lenguaje y de deseo, excitante en diversos grados. Sin el deseo

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siempre un poquito apremiante de uno por contarlo y del otro por escucharlo, no hay
chisme. También es un elemento que abrocha algo entre dos personas, que incluso pueden
apenas conocerse, pero si de pronto una de las dos deja caer un chisme, ahí se arma algo
de coparticipación: ya somos del mismo equipo, te hago depositaria de una
información especial.
En general, en todas las lenguas, el chisme está asociado de alguna manera a la
maledicencia. Como si conllevara casi siempre esa porción de veneno, como si fuera
un 'recipientito' que transporta una idea teñida de hostilidad, algo que pincha

Relacionando el secreto y el chisme, por lo general no existe secreto que no sea


compartido. Igual que el chisme, éste necesita de un cómplice y de uno o más terceros
excluidos. Lo mismo que el chisme, el secreto es un saber. Pero un saber escamoteado,
al que se pone en reserva y se retira de circulación.
Pareciera que, tarde o temprano, la ley de lo sumergido es el reflotamiento, "No hay nada
escondido entre el Cielo y la Tierra", reza el proverbio. Sobre todo en lo que concierne a
las cosas del decir, somos dueños de nuestros silencios pero esclavos de nuestras
palabras.

CONCLUSIÓN

En los últimos años se observa un creciente interés dentro de la historiografía argentina por
la utilización de los expedientes judiciales como fuentes históricas. Si bien este interés no
es ajeno al de otras historiografías –en particular la italiana, la francesa, la norteamericana
12
e incluso la de otros países latinoamericanos– en nuestro país se vivió más tardíamente.
De todas maneras, en todos los casos y desde marcos teóricos y metodológicos diferentes,
se han convertido los expedientes judiciales en fuentes históricas.

Los expedientes judiciales, además de permitir derivaciones cuantitativas, son una valiosa
fuente de información extra que no se encuentra ninguna bibliografía tradicional. Los
archivos judiciales y luego los policiales demuestran ser fuentes indispensables para el
análisis del juego de la acción en situación y de la interacción en los que se evidencian los
comportamientos y en los que se manifiestan también los sentimientos y las emociones de
todos los sectores de la población. La metodología a desarrollar para el análisis de estos
se ve dificultada por constituir cada uno un caso único, con información sesgada y
generalmente circunscripta al caso en cuestión y al conflicto. El historiador atento debe
intentar no quedar sólo en la descripción sin considerar en el proceso histórico del espacio
en el que se desarrolla y de la sociedad que contiene a los protagonistas del conflicto, así
como las particularidades que la definen.

BIBLIOGRAFIA.

13
1. Archivo de la Municipalidad de Mar Chiquita.

2. Azzanesi (h), Juan Carlos - Origenes del Partido de Mar Chiquita, sus pueblos e
instituciones, 2004, Mar Argentino.

3. Código Penal de la República Argentina, 1921.

4. Diez, María Angélica - Fuente Judicial: Problemas, Enfoque y Métodos desde la


experiencia en historia regional. Jornadas, Mar del Plata,1999.

5. Farge, Arlet - La Atracción del Archivo, 1991, Ediciones Alfons El Magnanim.

6. Plummer, Ken – Sobre a diversidad de los documentos personales

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