¡Ah, Nicaragua
vos sos mi hombre
con nombre de mujer!
Me gustás.
Me gustás en toda tu extensión de selva,
de valle y montaña.
Me gusta tu calor y cómo reverbera el sol en tus caminos.
Me gusta tu enorme pecho verde y erizado
donde oigo tronar magma y volcanes.
Me gusta el ruror que repira tu cielo
cuando llueve y empapa.
Me gusta esa manera en que me has poseído,
llenándome de grama, de dolor y de risa
de los pies hasta el pelo.