1
Julián Marías, Miguel de Unamuno, Espasa-Calpe, Madrid, 1980, pp. 54, 55, 56.
dudar sobre ello y a plantearse de si son reales o de ficción. Augusto Pérez se
pregunta: “Y esta mi vida, ¿es novela, es nivola o qué es? Todo esto que me pasa
y que les pasa a los que me rodean, ¿es realidad o es ficción?” 2. Esta duda
persiste y se agudiza al avanzar la historia. En un diálogo del protagonista con
Goti, aquel dice: “Acabo por dudar de mi propia existencia e imaginarme,
viéndome como otro, que soy un sueño, un ente de ficción...” 3. El momento
fundamental y decisivo con respecto a todos estos planteos es el encuentro entre
Augusto y Unamuno, su autor. Desde el momento en que decide ir a verlo ya se
confirma que descubre su cualidad: es y ahora lo sabe, un ente de ficción. De
todas maneras, en el diálogo con su creador le quedan dilucidadas muchas de las
dudas que fueron apareciendo a lo largo de la novela. Se entera finalmente que no
tiene una existencia empírica en el mundo real, que es un ente de ficción y que
como tal depende del autor para tomar decisiones: “-No, no existes más que como
un ente de ficción; no eres, pobre Augusto, más que un producto de mi fantasía
[…]. Ya sabes, pues, tu secreto.”4. En este descubrimiento se ponen en tela de
juicio dos cuestiones que, de todas maneras, se fueron desarrollando en la novela:
el libre albedrío y la jerarquía ontológica.
3
Ibidem, p. 114.
4
Ibidem, p. 149.
libre albedrío. De hecho, en “Historia de Niebla”, Unamuno retoma la cuestión y
afirma que, como las basílicas se han impuesto, a lo largo de su construcción, a
sus arquitectos, lo mismo ocurre con las novelas y sus personajes: se les han
impuesto a sus creadores.
En fin, estos planteos sobre la existencia, nos llevan hacia las concepciones
unamunianas acerca del arte. Para el autor español, es fundamental que el
5
Ibidem, p. 17.
6
Julián Marías, Op. Cit., pp. 126, 127.
7
Miguel de Unamuno, Op. Cit., p. 93.
8
Ibidem, p. 154.
hombre dude de su existencia, de si es real, de ficción, o un sueño; y la función del
arte es justamente plantear esa duda. En “Entrevista con Augusto Pérez”,
Unamuno afirma lo siguiente: “[...] lo más liberador del arte es que le hace a uno
dudar de que exista.”9
9
Ibidem, p. 229.
10
Ibidem, p. 23.
11
Ibidem, p. 155.
-Y ¿quién dijo eso?
-Eso no lo dijo nadie; eso se dijo ello mismo.” 12 De esta forma, se está pensando
en la autonomía de las ideas, más allá de quién las haya pensado o dicho, y hasta
puede relacionarse con las teorías sobre la muerte del autor (claro que muy
relacionadas con las de la recepción). Sobre este mismo punto, Iris Zavala afirma:
“Con Unamuno no sólo se da muerte al autor y se incorpora al interlocutor/lector
(otro sujeto) en el circuito comunicativo textual, sino que se plantea la tarea de
recuperar la pluralidad contra el monologismo autoritario del sujeto metafísico y el
texto.”13
Otro punto fundamental a analizar es el de la metanovela. Ya desde los
prólogos se adelanta que el concepto “nivola” va a ser desarrollado por Goti en la
misma trama. Por lo tanto, si se habla de la nivola y se la define en ella misma,
estamos frente a un caso de “metanivola”, para ser más exactos. En un diálogo
determinado entre Augusto y Víctor, éste le cuenta a aquél que está escribiendo
una novela, pero que tiene sus propias reglas, se aleja de las características de la
novela tradicional, por lo tanto, para no ser criticado por eso mismo, decide no
llamarla novela, sino “nivola”. Goti le enumera a Pérez las características de su
obra, y no son otras que las características de Niebla, la novela de la que ellos son
protagonistas. En un primer lugar afirma “Mi novela no tiene argumento, o mejor
dicho, será el que vaya saliendo. El argumento se hace él solo.” 14. Esto nos
recuerda a los postulados del mismo Unamuno, desarrollados con anterioridad,
sobre los textos que se desarrollan a sí mismos, los personajes que toman sus
propias decisiones, etc. Sobre los personajes, Goti dice: “Mis personajes se irán
haciendo según obren y hablen, sobre todo según hablen; su carácter se irá
formando poco a poco. Y a las veces su carácter será el de no tenerlo.” 15 Esto nos
recuerda al propio Augusto Pérez, de quien no tenemos descripciones por parte de
un narrador omnisciente, sino que todo lo que sabemos es lo que él habla y piensa
12
Ibidem, p. 147.
13
Iris M. Zavala, Unamuno y el pensamiento dialógico, Anthropos, s/datos, p. 99.
14
Miguel de Unamuno, Op. Cit., p. 91.
15
Ibidem.
sobre sí mismo. Esto está emparentado con las teorías existencialistas que
Unamuno apoyó y desarrolló. Víctor asegura que no va a haber grandes
descripciones, sino que lo que va a predominar es el diálogo (exactamente lo
mismo que ocurre en Niebla). A través del diálogo se conocen a los personajes, y
se dejan actuar sus propias voces: Goti insiste en que no hay que abrumar a los
lectores con la voz del autor, aunque éste hable a través de los personajes. Pérez
no tarda en aportarle “[...] empezarás creyendo que los llevas tú, de tu mano, y es
fácil que acabes convenciéndote de que son ellos los que te llevan.” 16 La misma
duda se plantea el mismo Unamuno con respecto a sus personajes, tanto en los
prólogos como en los epílogos. Finalmente, el dato fundamental para terminar de
reforzar la idea que la obra de la que Goti habla no es otra que la se está leyendo
es: “-¿Y cuándo un personaje se queda solo?
-Entonces...un monólogo. Y para que parezca algo así como un diálogo invento un
perro a quien el personaje se dirige.” 17 En este momento, identificamos esta
propuesta con los largos monólogos, disfrazados de diálogos, que Augusto
mantuvo y mantiene con su perro Orfeo.
La novela ofrece diversas líneas de análisis. Va dando máximas,
teorizaciones, dialoga con otros textos y otros análisis. Todo esto es innumerable e
imposible de desarrollar en una exposición de tan corta duración. Algunas de estas
líneas son las definiciones de arte que plantea, la funcionalidad del mismo
(adelantándose de alguna manera a las teorías desarrolladas por Jan Mukarovsky
décadas después): “El uso estropea y hasta destruye toda belleza. La función más
noble de los objetos es la de ser contemplados.” 18. En esta cita se ve la
disociación entre función estética y función extra estética. También se dan
diferentes teorías sobre el amor: Augusto Pérez llega a la conclusión de que el
sentimiento amor precede al conocimiento del objeto amado. Además, se presenta
un diálogo con la teoría cartesiana, al ir modificando su postulado fundamental:
“Pienso por lo tanto existo”, a “Amo por lo tanto existo” y “Como por lo tanto
16
Ibidem, p. 92.
17
Ibidem, p. 93.
18
Ibidem, p. 27.
existo”. Estos postulados los va presentando Augusto Pérez a medida que intenta
analizar su propia existencia. Por otra parte, se presenta una teoría del lenguaje.
Se afirma que éste, que las palabras, preceden a la realidad. Ya no se confía en el
lenguaje como un reflejo de lo que representa, sino que, en palabras de Augusto
Pérez, “No hay más verdad que la verdad fisiológica. La palabra, este producto
social, se ha hecho para mentir.” 19 Estas diversas teorizaciones que se van dando
a lo largo de todo el texto demuestran otra manera de pensar de Unamuno la
literatura. Para él, literatura y filosofía estaban estrechamente ligadas. Julián
Marías asegura que “Lo que Unamuno quiere decir en esos escritos lo dice
valiéndose de medios poéticos, novelescos, teatrales, en suma, literarios, aunque
eso, lo dicho, tenga una dimensión que trascienda de la esfera en que se mueve la
literatura.”20
Para finalizar esta exposición debo aclarar que muchas cuestiones han
quedado sin abordar, como al relación de Niebla con la tradición literaria española,
especialmente con el Quijote y sus novelas intercaladas, o bien han sido
abordados de manera muy escueta, por una cuestión de tiempo. De todas
maneras, podemos concluir que esta novela, o nivola, despierta diversas líneas de
análisis, tanto desde lo literario como desde lo filosófico.
19
Ibidem, p. 96.
20
Julián Marías, Op. Cit., p. 41.