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LA EDUCACIÓN BÁSICA EN MÉXICO

Etelvina Sandoval Flores

La educación básica en México tiene una connotación particular pues es la que atiende,
entre sus tres niveles educativos, a 24 millones de estudiantes de los 31 millones que hay
en todo el sistema educativo nacional. Es una aspiración elevar el nivel educativo de la
población, pero la realidad nos muestra que, como efecto de la pirámide educativa que
actualmente existe en nuestro país, la educación básica es el único espacio escolar por el
que transitan muchos mexicanos.
Existen cuatro aspectos que deberán ser objeto de atención prioritaria para la mejora de
la educación básica: la inequidad vinculada con la calidad, la cobertura, la orientación
pedagógica del ciclo y la formación de maestros.

PARA MEJORAR LA CALIDAD HAY QUE COMBATIR LA INEQUIDAD EDUCATIVA


Una característica de la educación básica es la abismal diferencia existente entre las
escuelas, que se concreta en calidades distintas de educación para los niños. Por regla
general, las escuelas urbanas tienen mejores condiciones que las rurales, aunque en su
interior esa división también muestra diferencias.
La educación indígena comparte estas y otras circunstancias: “precaria infraestructura,
ausentismo docente y prácticas pedagógicas ineficaces”.
Las inequidades del sistema educativo son profundas, pues el grado de urbanización de
las poblaciones está asociado con factores sociodemográficos y socioeconómicos que
impactan en la calidad del servicio educativo.
El Instituto Nacional de Evaluación de la Educación, de muy reciente creación, reconoce
que esta situación debe considerarse en el análisis de los resultados de las evaluaciones
a escuelas:
Hay diferencias muy grandes entre los resultados de diversos sectores del sistema. El peso de
los factores del contexto que influyen en el aprendizaje hace que las distancias máximas se
encuentren entre los resultados de los alumnos de sectores sociales de contexto más favorable,
que son las escuelas privadas (por un lado), y los que pertenecen a los contextos de
condiciones más desfavorables, los de escuelas de zonas urbanas y rurales de alta
marginalidad y, sobre todo, los alumnos indígenas (por el otro)

Por ello, debemos reconocer estas diferencias para aplicar políticas de discriminación
positiva que permitan tratar de manera diferente a escuelas con realidades distintas. Es
necesario recuperar la información existente que posibilite analizar estos problemas
educativos en contexto.
LA COBERTURA Y LA PERMANENCIA, FACTORES IMPORTANTES
Pese a los esfuerzos realizados, la desigualdad educativa persiste, excluyendo a millones
de personas del acceso a la educación e impactando con más fuerza donde más pobreza
existe. Por ello, la determinación de lograr cobertura universal en la educación básica, que
además sea de calidad, es un compromiso ineludible y posible de cumplir.
En todos los niveles, pero particularmente en secundaria, además del ingreso debe
fortalecerse la permanencia y el aprendizaje de los alumnos. Entrar, permanecer y
aprender debe ser el sentido de todo el ciclo básico y esto hay que remarcarlo para
secundaria.
Los datos dicen algo, pero la realidad nos muestra que una gran cantidad de estudiantes
abandonan la escuela por razones económicas, familiares y escolares.
Es necesario detener este proceso, por lo que es imprescindible establecer un programa
especial de becas en este nivel, al mismo tiempo que imprimirles una nueva orientación a
las prácticas escolares que tienden a expulsar a los niños del sistema educativo

ORIENTACIÓN PEDAGÓGICA ADECUADA PARA MEJORAR LOS APRENDIZAJES


La educación básica es un ciclo desarticulado; los tres niveles que la componen operan
con lógicas diferentes. Preescolar, primaria y secundaria tienen modelos pedagógicos y
organizativos muy distintos y a veces contrapuestos entre sí, por lo que estamos lejos de
la coherencia y continuidad.
Independientemente de los indicadores de evaluaciones internacionales que se han
aplicado en los últimos años, es perceptible que la escuela mantiene un modelo educativo
que no está respondiendo ya a las nuevas exigencias de una sociedad globalizada e
informatizada.
Por ello, es importante trabajar en la definición de la orientación pedagógica de cada nivel
con una perspectiva de articulación, para incidir en la mejora de los aprendizajes de los
estudiantes. Esta orientación debe hacerse en estrecha relación con la formación inicial
de maestros y teniendo como horizonte el siguiente ciclo educativo, el de educación media.
De los tres niveles, es probablemente la secundaria la que requiere una atención especial.
En el Plan Nacional de Educación 2001-2006 se habló de realizar una reforma integral de
este nivel educativo (Reforma Integral para la Educación secundaria, RIES), que en su
diseño e intentos de aplicación ha atravesado por serios problemas.
La secundaria requiere una reforma, lo que no está claro es si la RIES es la adecuada. A
mediados de los años noventa se mostraba la necesidad de realizar una transformación
en la educación secundaria que verdaderamente impactara en la escuela, aquí dos de las
conclusiones que vienen al caso:
 Resulta necesario reconocer el contexto, la diversidad y las condiciones actuales
de la secundaria para realizar una transformación estructural que posibilite una
organización diferente en las escuelas y permita condiciones de trabajo,
aprendizaje y desarrollo para los sujetos que participan en la vida escolar.
 Es preciso definir el sentido de la educación secundaria y trabajar en una
concepción orientadora acerca de la pedagogía y las didácticas necesarias para el
nivel, así como del sujeto al que va dirigida.
Si bien uno puede reconocer la intención de atender muchos de los problemas de la
educación secundaria señalados en los documentos de la RIES -que otros especialistas
también han señalado-, su propuesta dista mucho de atenderlos verdaderamente, pues
hay aspectos no tocados que son cruciales y requieren ser considerados:
 Apoyos. Una escuela con apoyos materiales y recursos humanos es fundamental.
 Apropiación de un proyecto.
 Formación de directivos. Pues son clave para una buena organización de la
escuela.
 La actualización de los maestros en servicio es el otro aspecto indispensable. Para
que puedan tratar y atender los problemas que los estudiantes presentan en la
actualidad.

LOS MAESTROS Y SU FORMACIÓN


Cualquier mejora educativa implica poner énfasis en los maestros, pues de ellos depende
(en buena medida) el cambio en la escuela y son un factor clave para mejorar la calidad
de la educación.
No obstante, la formación inicial y en servicio tradicional al parecer no está permitiendo a
los docentes cimentar en sus alumnos los conocimientos y habilidades mínimos para
participar en una sociedad cada vez más compleja y heterogénea, y todas las
comparaciones internacionales indican que debe mejorarse la formación de los
profesores.
Las políticas y las reformas que afectan la formación y el trabajo de los docentes están
estrechamente relacionadas con estas realidades de vida profesional, y podemos afirmar
que “La forma en que los maestros son educados, depende en gran medida de la forma
en que los sistemas educativos conciben su trabajo y el papel de los maestros”.
Estas condiciones tienen efectos perjudiciales en la práctica docente, alejan a los
candidatos más prometedores de la carrera docente y disminuyen el valor que la sociedad
deposita en sus escuelas y sus maestros.
También hay que reconocer que, pese a las difíciles condiciones de trabajo, existe un
compromiso social en muchos docentes. De ahí la importancia de lograr que hagan suyo
y se comprometan con un proyecto educativo.
En él, la formación inicial y el desarrollo profesional del magisterio en servicio deberán
mantener continuidad y estar articuladas con la educación básica, nivel en el que
trabajarán o trabajan ya los docentes.
No es ocioso insistir en ello, pues la formación inicial sigue viéndose – en los hechos–
como un espacio separado de la actividad profesional y no se la considera como parte
importante de las propuestas hechas en las reformas de la educación básica.
Es necesario evaluar los modelos vigentes de actualización, que poco han impactado en
las prácticas en el aula, y buscar medidas efectivas para que esta acción apoye
directamente en las escuelas.
Desde principios del 2003 la SEP acordó iniciar un proceso para definir una política
nacional dirigida a la formación y el desarrollo profesional de los maestros, cuyo resultado
fue un documento que plantea –entre otras cosas– la necesidad de reforzar las medidas
de control sobre el magisterio, impulsando la evaluación de los docentes y las escuelas
con base en estándares de rendimiento (certificación).

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