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Av. F. LI0r020 2097

I
171ILLLIJ Programa Buenos Aires
Casilla 145 / Suo. 28
1428, Buenos Aires / Argentina
Facultad Telélono: 771 - 0970
Latinoamericana Télex: 18997 Flaca Av
de Ciencias Sociales Cables: Flaceetwe.

Serie: Monografías e Informes de investigación Nro. 7

•FUTBOL Y ETHOS

Eduardo P. Archetti
Octubre de 1984
Un viajero desapercibido y poco curioso no po-

dría no dejar de percibir en ciudades como Río de Janeiro,

San Paulo o Buenos Aires la presencia del fútbol. Los dia

nos dedican páginas enteras cada día y se llega al paro-,

xismo antes y un día después de los partidos del campeona-

to. Las radios compiten por quién obtiene la mejor infor-

mación durante la semana, sobre quiénes jugarán, los con-

flictos internos en los clubes, el destino de las grandes

estrellas y de los entrenadores. Equipos de quince o vein

te personas cubren los partidos más importantes y compiten

por las mejores horas de la tarde para enviar sus progra-

mas. Lo mismo ocurre con la televisión. Los comentaris-

tas deportivos son estrellas casi tan conocidas y con tan-

to poder como los militares de más alta graduación o las

estrellas de telenovela o los políticos populistas de ma-


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yor arrastre nacional. Alrededor del fútbol se mueven in-

tereses económicos e industriales fabulosos y sus jugado-

res más conocidos se convierten en sujetos publicitarios a

preciados. El interés de los medios informativos y de la

prensa como de los grupos industriales que se benefician

directa o indirectamente con la explotación del fútbol y

sus héroes,se puede decir,que es similar al que se observa

en otros países como Inglaterra, Alemania, Italia, Holanda,

España, etc. Esto aparentemente no es particular de la Ar

gentina o el Brasil. El fútbol es una suerte de locura co

lectiva que trasciende fronteras, países, continentes, y

genera un mundo uniforme, con sus propias leyes y sus acto

res. El fútbol deja de ser, aparentemente, algo específi-

:o a un país o a una cultura y se convierte en un fenómeno

de alcance universal. Esto significa que es altamente pro

bable encontrar en Hannover o en Alicante o en Verona o en

Buenos Aires o en Río de Janerio o en Seul o en El Cairo

algo sobre lo que hablar de manera inmediata: qué ocurrió

en el último campeonato mundial de fútbol, quién ganó, cuá

les fueron los momentos más dramáticos y cuáles los héroes

consagrados. Esto sería más difícil si uno tratara de ha-

blar de cricket o de fútbol americano o de beisbol, depor-

tes de indudable menor relevancia que el fútbol.

Incluso si tratáramos• de ver los aspectos "pato-

lógicos" del fútbol encontraríamos similaridades sorpren-


dentes en el comportamiento chovinista de los hinchas, en

los estallidos de violencia en los estadios, en la búsque-

da de chivos emisarios, en el odio ál árbitro y en las exa

geraciones del lenguaje. El fútbol, aparentemente, tiene

el privilegio de ser una suerte de gramática universal.

Sin embargo, por debajo de esas similaridades existe un

mundo de diferencias y variaciones que es necesario descri

bir. Obviamente, las asociaciones inmediatas tienen que

ver con el estilo de juego y con los estereotipos. De un

jugador brasileño se espera el toque fino, el Juego de cmn

tura, los movimientos gráciles, felinos y delicados, las

variaciones bruscas, las explosiones y una técnica sin par.

De un jugador inglés se espera un comportamiento no de

aristócrata sino de obrero: constancia, honestidad, dureza,

continuidad, rapidez, presión constante sobre el adversa-

rio , amor al juego aéreo y al contacto físico, pero nunca

la jugada inpensada, el tociae genial o la irrupción de lo

inesperado. Lo mismo val é para otros "estilos nacionales":

es posible encontrar una manera de jugar que es más alema-

na y otra que es más francesa o española. Esto implica

que en el deporte se pueden encontrar aspectos públicos de

una cultura y fácilmente reconocibles por sus diferencias

con otra. Es fácil pensar que la pérdida de un partido de-

cisivo en el Brasil puede arrastrar a miles de gente a la

desesperación ya una docena al suicidio. El fútbol como

causa de suicidio o histeria colectiva parece no ser el ca


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so en otros países.

En este artículo me ocuparé de algunos aspectos

sociológicos del fútbol en Brasil y la Argentina. Mi hipó

tesis central es que una lectura de esas sociedades a par-

tir del mundo simbólico del fútbol puede ilustrar algunos

de los aspectos centrales de sus culturas y del H ethos" na

cional. A través del fútbol no sólo es posible encontrar

un conjunto de símbolos que ayudan a pensar y categorizar

relaciones sociales y a reproducirlas sino que también es-

to tiene consecuencias sobre la manera cómo los actores

sienten, ven y perciben el mundo que los rodea. El fútbol

aparece como una "arena pública" en la que se desarrollan

algunos de los dramas de una sociedad y es, por lo tanto,

un vehículo de su cultura. En esa dirección es interesan-

te preguntarse por la eficacia simbólica del fútbol, y ver

las diferencias con otras sociedades y culturas en donde

este deporte es tan importante como en la Argentina y el

Brasil. Pero, desgraciadmente, esta comparación queda fue

ra del alcance de este artículo.

Fútbol y ethos

, Si partimos del supuesto de que a través del fút

bol podemos analizar y entender aspectos de cualquier so-


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ciedad esto implica que los diferentes actores que partici

pan comunican a través de ciertas prácticas su visión del

El fútbol está ins


mundo y sus orientaciones valorativas.

talado en la sociedad y en la cultura constituyendo un mun

do que tiene sentido y significación. El fútbol sirve pa-

ra transportar significados y, por lo tanto, para delimi-

.tar campos de acción y organización social. En este artí-

culo estaré especialmente interesado en el modo como el

fútbol es una operación práctica y es parte de un proceso

social. Esto involucra distinguir contextos y actores so-

ciales con la mayor claridad posible. El fútbol no termi-

na ni acaba luego de los noventa minutos que dura un parti

do, pero es precisamente allí en donde es posible observar

a los actores principales del drama: técnicos, jugadores,

árbitros y público. Dejaré de lado, en consecuencia, el

resto: los clubes y sus intereses, sus dirigentes y sus

vinculaciones con la sociedad, el periodismo y la prensa y

el mundo intrincado de los intereses comerciales y la políti-

ca en general.

Si aceptamos una distinción arbitraria entre vi-

sión del mundo y ethos, es decir ent're los aspectos cogni-

tivos, por un lado, y afectivos y estilísticos, por el o-

tro (el fútbol como vehículo de sentimientos y estilos),mi

análisis tratará de vincular estas dos dimensiones. En

esa dirección entender el fútbol como parte de una cultura


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implica que los actores sociales con su comportamiento con

creto, sus discursos, sus gritos, sus indignaciones y sus

muestras de satisfacción tratan de poner cierto orden, de

reproducirlo o de cambiarlo. El fútbol no es algo que só-

lo existe en cada actor yen su subjetividad sino que apa-

rece en el mundo (en el estadio) y adquiere contenidos y


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formas concretas. El fútbol es un ritual, es decir una se

cuencia que tiene cierta lógica y se repite, y adeMas pue-

de tener un alto contenido dramático. El drama no sólo

tiene que ver con un final en el que hay o puede haber ven

cedores y vencidos sino con la constitución de "comunida-

des". El fútbol como drama social en el que se vehiculi-

zan visión del mundo y ethos implica una polarización, por

un lado, entre jugadores y técnicos rivales, pero, por otro

lado, entre los hinchas rivales. La polarización no sólo

es social sino también es posible observarla a nivel del

significado para los actores y el modo como se representan

y verbalizan las secuencias de las que son partes. En esa

dirección podemos aceptar como hipótesis de trabajo que en

el fútbol encontramos elementos de todo proceso de polari-

zación de significados. Estos aspectos son, en primer lu-

gar, los símbolos relacionados con los ciclos de reproduc-

ción de una sociedad: la sexualidad, el acto sexual,

el nacimiento y la muerte, y en segundo lugar, la constitu

ción de parcelas importantes de la identidad de un grupo

social determinado o, incluso, si esto fuera posible, de


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toda una sociedad. Una parte importante del ethos tiene

que ver, precisamente, con la constitución de la identidad

posicional de los actores a dos niveles: a nivel existen-

cial en lo que se relaciona con li individualidad, el sexo

o la edad, y a nivel histórico con la construcción de esfe

ras sociales asociadas a las pertenencias "tribales" en

distintas escalas (hincha de un club determinado, de los e

quipos nacionales). El fútbol en este artículo forma par-

te no sólo de las dimensiones más generales de una socie-

dad y su cultura sino que, paralelamente, se relaciona con

la construcción de un orden y un mundo masculino, de una

arena, en principio, reservada a los hombres. En América

Latina el fútbol es un mundo de hombres, es un discurso

masculino con sus reglas, estrategias y su "moral". Al

mismo tiempo es una manera de reproducir ciertas lealtades

primordiales que no sólo tienen que ver con el género. En

mi caso particular a lo largo de mi vida he cambiado varias

veces mis afiliaciones y simpatías políticas, mis "paradia

mas" sociológicos han sufrido modificaciones, pero nunca

se me hubiera ocurrido cambiar mi afiliación y pertenencia

a un club, los colores de su camiseta (que todavía a los

cuarenta años evocan mis fantasías, los éxitos y los sufri

mientes) y su historia particular. A un argentino no sólo

se le pregunta en dónde nació, en qué universidad estudió

y en dónde trabaja, pero también se espera que sea hincha

de un club. En esa dirección es probable que en tono joco


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so cuando se le pregunta qué es se le ocurra responder: "y

soy hincha de River Mate" (esta respuesta es relevante só

lo en determinados contextos que suponen por parte del in-

terlocutor un conocimiento de lo que Rive'r Mate significa).

La parte empírica e ilustrativa de mi trabajo

tiene que ver con esas dimensiones diferentes que acabo de

mencionar y en ningún caso es el resultado de un proceso

de investigación prolongado. A nivel teórico las influen-

cias de los trabajos de Roberto Da Matta y otros antropólo

gos brasileños es evidente. (Da Matta et alt., 1982). Es

tas investigaciones tuvieron como eje central las dramáti-

zaCiones del mundo social brasileño: oposición entre desti

no y biografía y la relación entre reglas universales y re

glas específicas de determinados grupos e individuos. Da

Matta pretende decir que el fútbol como espectáculo ilus-

tra o vehiculiza dimensiones centrales de los dramas de la

sociedad y la cultura brasileña. La hipótesis central es

la de una isomorfia entre fútbol y otras arenas dramáticas

públicas como,por ejemplo,e1 carnaval. Lo interesante en este

ejercicio es que el fútbol aparece como un drama totalizante y none

cesariamente asociado a la reproducción de identidades par

ciales ya la delimitación de arenas y contextos exclusi-

vos en los que solamente algunos grupos son actores activos.

Esta limitación que, seguramente, no escapa a los antropó-


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logos brasileños pienso ilustrarla con el estudio de caso

de la Argentina. Para la Argentina me concentraré en el

comportamiento y la verbal ización de las hinchadas militan

tes compuestas, excepto muy pocas escepciones, por hombres

y jóvenes de clase baja. El fútbol en este caso pone en

juego las dimensiones de lo que anteriormente he llamado

la identidad posicional de los actores sociales. Quizás

como en ningún otro lado en los estadios de fútbol argenti

nos el juego de los equipos se acompaña con los cantos y

los duelos verbales entre las hinchadas. En la Argentina

no sólo los jugadores son los que están en actividad tra-

tando de probar quiénes son los mejores, los más inteligen

tes, los más hábiles y los más oportunistas. Esto se re-

produce a nivel de las hinchadas: los hinchas ponen en jue

go no sólo el prestigio del L.ub sino partes de su identi-

dad posicional. Los cantos son parte del elemento dramáti

co asociado a la masculinidad y a las fronteras entre gé-

neros. La sexualidad es lo que está en discusión, lo que

se juega es la condición de macho, la virilidad y la con-

servación de ese espacio que distingue a los "verdaderos

hombres" de los otros, "de los hombres disfrazados de hom-

bres", de los homosexuales. En otros contextos y en otros

países, incluido el Brasil, las hinchadas forman parte del

espectáculo pero, diría sin temor a equivocarme, de otra

manera que en la Argentina. Se compite por quién apoya

más a su equipo, por quién canta y grita más fuerte, por


quién es más original en las formas (por ejemplo el uso del

arroz o la harina en el gran clásico del fútbol de Río de

Janeiro cuando juegan Flamengo contra Fluminense), por

quién es más enérgico y consecuente, por quién usa los dis

tintivos más bonitos y originales y por quién es más agre-

sivo. Pero en ninguna de estas formas rituales aparece co

mo elemento articulador de los discursos la identidad se-

xual. En la Argentina la construcción de esa subjetividad

pasa por la sexualidad de manera explícita y no implícita

como en otros países. Todo proceso constructivo de la i-

dentidad implica la definición de fronteras y territorios

cada uno con sus símbolos y sus prácticas y, al mismo

tiempo,con sus mecanismos de defensa. Por lo tanto, si se

puede imaginar que la identidad es relacional, lo cual im-

plica la presencia del otro, de lo diferente, no necesaria

mente tiene que estar asociado a formas de destrucción, a

invasiones, a ejercicios de poder y violencia altamente

destructivos. Un grupo de hinchas puede alentar a su equi

po y puede identificar elementos negativos y de fácil estil

matización en el otro grupo. Esto obviamente ocurre en to

das las culturas en donde el fútbol es parte del ethos, por

ejemplo Italia, Inglaterra o Brasil, pero creo que lo que

está en juego, lo que se discute y se afirma, de una mane-

ra u otra, no tiene que ver con la identidad sexual sino

con otros aspectos de la identidad posicional (por ejemplo,

evocaciones simbólicas relacionadas con la etnicidad, con


el status y con el prestigio relativo de los clubes). En

la Argentina de las últimas décadas la condensación simbó-

lica de los dramas en el fútbol tienen que ver con la se-

xualidad y con las expresiones más autoritarias de esto:

ser hombre pasa por una práctica en la que para serio debe

mos convertir a los otros en " no-hombres", en anomalías

del género y esto a partir de prácticas humillantes. Esto

significa que lo que también está en juego son dimensiones

asociadas al honor de ser lo que uno es. El insulto toman

do como eje la identidad sexual es la manera de definir un

campo simbólico y un campo de prácticas en donde se juega

también un drama de honor. Ya no está en juego el honor

de un club, de una historia, de un gran director técnico o

de determinados jugadores. El fútbol en la Argentina es

una ceremonia con alto contenido dramático y con un poder

de condensación simbólica muy alta. Este poder de conden-

sación alude a la evidente multivocalidad de los discursos

que involucran distintos campos y definen diferentes are-

nas, superpuestas durante los noventa minutos que dura el

espectáculo. La consecuencia más evidente de esto ha sido

en los últimos dos años el pasaje de la violencia verbal a

la violencia de hecho con muertos, heridos y agresiones a

los jugadores, directores técnicos y árbitros.2 Ir a un es

tadio, en especial algunos estadios, en la Argentina de

1984 es como ir a una aventura de caza en donde uno debe

no sólo estar muy atento para no estar en plena vorágine


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sino que se debe ir provisto de las armas necesarias. La

violencia en los estadios es en la actualidad un problema

político y social. Como ejemplo vale la pena mencionar

que durante el año 1984 la policía controla las entradas

a los estadios revisando a todos los espectadores a los e-

fectos de incautar armas. Además, yen gran número, está

presente en las tribunas donde se sientan los hinchas mili

tantes. Esta dimensión de la violencia es, obviamente, al

go'que no es específicamente argentino. Lo específico en

todos los casos tiene que ver con el modo como se desarro-

llan las ceremonias y los dramas. Este artículo tratará

de presentar estos puntos.

El fútbol puede ser visto como un discurso públi

co sobre un hecho deportivo. Por lo tanto, está provisto

de ponderaciones, argumentos, polémicas y difamaciones que

acompañan a todo ritual verbal. En ese sentido, la noción

de practicar el deporte es reemplazada por el hecho de ha-

blar de deporte; el que habla, el hincha, se considera a

cierto nivel como un "deportista". El discurso futbolísti

co no requiere de una competencia vaga, general, sino de

una forma restringida y concentrada. El fútbol, con su a-

rena y sus actores, permite asumir posiciones, expresar o-

piniones y proponer soluciones. El fútbol es como un dis-

curso político. Es para el adulto masculino un juego peda-

gógico que enseña a mantener un lugar que le perteneces


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Los casos de Brasil y de Argentina, insisto, per

miten analizar diferentes dimensiones que, de algún modo,

son complementarias aunque aluden a esferas diferentes del

mundo cultural y del ethos de los actores sociales del fút

bol. Además hay otra dimensión en la que los dos casos son

parte de una problemática más general. Da Matta y su equi

po intentan demostrar, como ya dije anteriormente, que lo

que está en juego en el fútbol son aspectos centrales de

la sociedad y cultura brasileña. En el tratamiento del ca

so argentino este es también el caso: la violencia, la ar-

bitrariedad, las manifestaciones extremas de poder y el au

toritarismo y machismo argentino son parte de nuestra his-

toria más reciente. La entrada de la Argentina como so-

ciedad en ese proceso de deltrucción de las reglas de con-

vivencia, de la manera pacífica de resolver los conflictos

y del triunfo del más fuerte o del que rompe más eficazmen

te las normas establecidas, quedará ilustrada en el fútbol.

El fútbol es siempre una ceremonia pública en donde las pa

siones durante noventa minutos se condensan y estallan co-

mo en un gran juego de artificios. Pero por todos es sabi

do que no es necesario que cada uno de estos juegos de ar-

tificio implique la destrucción del otro aunque esto no o

curra sino verbalmente en la mayoría de los casos. El dis

curso es sólo efectivo si se transforma en práctico y en

cierto orden institucional. En la Argentina de los últi-


-

mos quince años los discursos más violentos, de manera muy

desgraciada, se transformaron en prácticas y,lo que es peor,

en prácticas legítimas y protegidas.

Fútbol y ethos en el Brasil: el problema de las reglas

De manera intuitiva el fútbol brasileño se rela-

ciona a varias dimensiones pero, fundamentalmente, a la im

provisaCión, belleza y alto grado de individualización de

sus jugadores. Para Da Matta el fútbol en el Brasil es una

fuente de individualización y posibilidades de expresión

individual más que un instrumento de colectivización. A

través del fútbol el anonimato puede revertirse y se puede

ser el centro de una historia y de un juego (1982:27).

Los actores sociales adquieren posiciones a través de los

recursos de los que disponen, esto es lo que Da Mana lla-

ma "destino" impersonal: un negro de clase baja que vive'

en unalfavela tiene su destino marcado en términos de edu-

cación: recursos familiares y ocupación. El fútbol es,

por otro lado, una manera de ir en contra de ese destino

imprimiendo a las trayectorias de vida un sentido diferen-

te. El fútbol es la posibilidad de ir en contra del "des-

tino". Hay en el Brasil una expresión muy popular "ter

jogo de cintura" (tener juego de cintura) que implica que

una persona es capaz de doblar sin quebrarse mostrando el


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máximo de flexibilidad e inteligencia táctica como para re

vertir situaciones desfavorables en favorables (Da Matta,

1982:28). "Ter jogo de cintura" es ir en contra del desti

no y esto es posible a través de Jo inpensado, de la juga-

da improvisada. Para Da Matta esta metáfora futbolística

trasciende sus fronteras específicas y se convierte en pa-

trón de medida para el encuadre de comportamientos en otras

arenas.

La lectura del fútbol como drama permite anali-

zar situaciones de polarización tanto de significados como

de comportamientos. En el caso brasileño para Da Matta el

fútbol es la antinomia a un sistema social rígido y jerár-

quico con un conjunto de reglas y normas de muy difícil mo

dificación. En ese contexto los actores sociales están en

oposición aL sistema aunque esto no necesariamente genere

conflictos abiertos. De manera concreta en el fútbol los

jugadores enfrentan un sistema de reglas fijas y, por lo

tanto, hay una oposición básica entre este tipo de cons-

tricciones y la voluntad individual (de cada jugador y de

cada equipo). Los elementos presentes en el fútbol ilumi-

nan el conflicto básico de la sociedad brasileña, conflic-

to entre los hombres y las fuerzas impersonales que apare-

cen en su camino.

En la sociedad brasileña Da Matta observa la e-


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xistencia de una tensión entre un mundo social compuesto

por jerarquías sociales y étnicas y un mundo jurídico-nor-

mativo que exige lo contrario, es decir que todos los ciu-

dadanos brasileños son iguales y,por lo tanto, las diferen

cias personales y de familia se anulan o desaparecen. El

fútbol es una de las arenas de la sociedad brasileña en

donde los actores pueden experimentar la igualdad ya que

las posiciones y los prestigios están asociados a desempe-

ños individuales. En el fútbol poco importa si Pelé o Ga-

rrincha o,Zico son el producto de un determinado grupo ét-

nico o clase o familia ya que lo que cuenta son sus cuali-

dades como futbolistas. Ninguna familia, ninguna clase y

ningún grupo étnico puede producir por decreto y por ads-

cripción grandes jugadores de fútbol. La praxis futbolís-


.
tica pública permite romper una de las reglas principales

de la sociedad jerárquica brasileña en donde todo tiene su

lugar y en donde el que es bueno nace hecho (1982:39). El

astro del fútbol brasileño debe demostrar lo que vale, su

triunfo es el resultado de una praxis y de una experiencia

empírica pública con jueces de todo tipo.

Paradojalmente, si existen caminos individuales,

si determinados actores sociales pueden ascender al recono

cimiento público luchando contra su destino, destino pro-

ducto de las jerarquías, esto permite reproducir los ele-

mentos jerárquicos de la sociedad. El fútbol como arena


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en donde triunfan los individualistas, en donde los acto-

res construyen su biografía, permite la existencia de un

espacio democrático en una sociedad en donde hay otros es-

pacios que se cierran. El fútbol aparece como el mundo de

la igualdad y de la justicia y como tal ejerce una fascina

ción especial en los sectores populares y subordinados.

El fútbol como el carnaval son las arenas en donde estos

rituales de igualdad se mantienen y se reproducen.

Para Neves Flores en el mundo ideológico del fút

bol brasileño es posible encontrar dos aspectos: por un la

do, un énfasis en la integración social, y, por el otro, e

lementos transformativos (1982). A nivel de la integración

social el fútbol en el Brasil corta las diferentes clases,

grJpos étnicos y regiones; es un fenómeno nacional y demo-

crático. El espacio del fútbol aparece integrado al nacio

nalismo y al populismo. El fútbol brasileño representaría

en sus momentos de éxito las cualidades intrínsecas del

pueblo brasileño: garra, malicia, sentimiento, improvisa-

ción, plasticidad. Los elementos populistas aparecen en

el hecho que las masas populares participan de un espectá-

culo y su participación es un aspecto importante del resul

tado. El apoyo y la lealtad a sus equipos y a sus directi

vos es un elemento positivo que puede cambiar o puede ayu-

dar,a cambiar un resultado.


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Neves Flores ve, paralelamente, en el fútbol bra

sileño rasgos de una ideología transformativa en tanto los

espectadores de manera explícita construyen "modelos" para

afirmar su identidad social. De esa manera, los clubesmás

populares son vistos como aguerridos, valientes y decidi-

dos (Flamengo en Río y Corintians en San Pablo) los clubes

de élite carecen de esos valores y aparecen como desprovis

tos de machismo, con tonos afeminados (por ejemplo, Flumi-

nense en Río). Esto es posible verlo a nivel de los símbo

los que Flarrengo y Fluminense movilizan. El símbolo del

Flamengo es el cuervo, un animal negro, sucio y flaco, el

del Fluminense es la harina de arroz, producto superfluo

que simboliza la riqueza, la limpieza y el elitismo blanco

(1982:53). Asimismo, el sector de la hinchada se divide

claramente del sector de las plateas: la hinchada va a las

tribunas en donde no hay sillas numeradas como en las pla-

teas. Las tribunas son ocupadas por las masas y las pla-

teas por individuos. Las hinchadas valorizan el triunfo,

la victoria, el dribling que desequilibra. El dribling en

tanto victoria táctica y derrota psicológica del adversa-

rio es fundamental en la simbología del fútbol brasileño.

Finalmente, el fútbol es un deporte masculino que envuelve

el machismo y la utilización de la violencia, si es que es

necesario, para defender o afirmar el honor de los clubes

y de uno mismo.
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Para Neves Flores estos elementos que acabo de

mencionar: posibilidad de organización de las masas, la va

lorización social a través de la identidad del club, la di

✓ isión de clases en el estadio, el •sentido positivo de la

victoria y la presencia de la ideología del machismo y la

✓ iolencia, apuntarían a una visión crítica de la sociedad.

En esta visión lo que se afirma es la división, la ausen-

cia de homogeneidad, el desequilibrio y la negación del

poder. El fútbol tendría, por lo tanto, esas dos caras y

en esa dirección es un campo en el que diferentes univer-

sos simbólicos actúan generando tensiones y conflictos a

nivel de las representaciones y las prácticas sociales de

los actores.

De todas maneras, me parece importante que el

fútbol y el discurso del fútbol aparezca provisto de los e

lementos de los discursos y prácticas políticas de la so-

ciedad brasileña. A través del fútbol es posible acceder

a estos significados intentando hacer una lectura más am-

plia que la habitual.

Fútbol y ethos en la Argentina: la afirmación masculina

Para quienes concurren por primera vez a un esta

dio de fútbol en la Argentina no dejará de sorprenderle la


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incesante gritería de las tribunas. Prácticamente durante

los noventa minutos las hinchadas, los militantes fanáti-

cos que siguen a sus clubes a todos los estadios y por

gran parte del país, gritarán diferentes "cantitos". Una

de las artes es que estos cantos deben rimar y si no es

así, la musical idad,los tonos y los acentos suplirán la au

sencia de rima. Hay distintos tipos de cantos y estos son,

evidentemente, situacionales, es decir dependen de lo que

está pasando en el partido. Mi experiencia me indica que,

/ pese a toda la agresividad verbal que analizaré posterior-

mente, si las hinchadas enfrentan un partido excepcional

de toque, gambeta, paredes, triangulaciones, goles y situa

ciones cambiantes, el espectáculo triunfará antes que todo.

Por suerte me tocó presenciar hace poco un partido entre

Argentinos Juniors e Independiente, dos de los muy pocos

equipos que intentan jugar el tipo de fútbol que los argen

tions aprecian. Durante los noventa minutos ninguna de las

dos hinchadas se agredieron verbalmente, como es común en

la Ar
gentina. De pronto
había como un tácito acuer-

do de que esos veintidós jugadores con lo que hacían no só

lo reproducían la "esencia" del buen fútbol argentino, si-

no que además estaban demostrando que, de esa manera, el

fútbol no puede morir nunca. Casualmente, en un diario de

Buenos Aires al día siguiente había un gran titular: "Ar-

gentinos e Independiente jugaron para que el fútbol no se


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muera", Y el comentarista terminaba su nota: "Gran partido

hasta para un profano", es decir hasta para alguien no ini-

ciado en el mundo sagrado y ritual de ese deporte. (Tiem-

po Argentino: 23/10-84).

Esa energía verbal que se despliega se hace sin

pensar en la ronquera del día siguiente y se distribuye de -

sigualmente. Las plateas son el lugar en donde se grita

menos y, en general, está reservado para las clases medias.

Los cantitos son del dominio creativo de las hinchadas de

las tribunas o populares,como se dice en la Argentina.

Quien va a un lugar no numerado va a un lugar "popular".

Los cantitos en el fútbol son el territorio de las popula-

res y de las hinchadas militantes. Intentar agotar las te

máticas de los cantitos sería imposible en un artículo tan

corto. De todos modos,antes de concentrarme en el proble-

ma de la afirmación masculina, ese terreno del machismo y

la violencia, quisiera ilustrar con algunos ejemplos y va-

riaciones, la riqueza de los temas que se crean en los es-

tadios argentinos.

Uno de los temas de muchos cantitos es burlarse

del otro: de un jugador, de un director técnico, de un e-

quipo o de un dirigente. La burla es una manera efectiva

de colocar al otro en una posición ridícula mostrando sus


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defectos y sus flaquezas. Roberto Santoro cuenta que Hu-

racán (un cuadro argentino con tradición de jugar bien al

fútbol) tenla en algún momento un jugador guatemalteco de

apellido Clark . La hinchada gritaba:

ya lo ve

Y ya lo ve

es el hermano de Pelé"

Santoro agrega que "este jugador era negro y no

tenía tantas condiciones como su hermano de color" (1971 :

319). Por ejemplo, este otro canto:

"Los de Huracán

gastaron mucha plata

para poder

bailar el pata pata"

O para burlarse de un director técnico (Renato

Cesarini de gran trayectoria en el fútbol argentino e ita-

liano):

"Salió a la calle

el gallo don Renato

especialista en perder

los campeonatos"
- 23 -

La burla o la ironía suelen aparecer como réplica

a cantos que la otra hinchada comienza. La hinchada de

Racing Club es una de la más fieles y numerosas, temidas Y

violentas del fútbol profesional argentino. Esa hinchada

fue la que introdujo en sus cantos la música de la marcha

peronista. Por su tradición el auto-título de Racing Club

es el de Academia, academia de fútbol se entiende. En un

partido esta hinchada cantaba:

"Los muchachos racinguistas

todos unidos triunfaremos

y como siempre daremos

un grito de corazón:

Racing campeón, Racing campeón.

Aunque nos lleven la contra

todos los cuadros demás

serás siempre la Academia

del fútbol profesional"

La respuesta de la otra hinchada no se hace espe

rar:

"Vaya,vaya,vaya,

a Plaza Miserere
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a ver a la Academia

la Academia de choferes"

Podría elaborar el tema de la burla pero no es

mi propósito. Sin embargo, quisiera comentar dos cantos

que me servirán de transición hacia la temática principal

de este artículo. Como había dicho antes la identidad se

construye a través de un conjunto de rituales y de símbo-

los rituales. El mundo masculino se opone no sólo al mun-

do femenino, sino que aparece asociado a la idea de madu-

rez, autonomía, independencia y capacidad de ejercer su va

luntad. Por lo tanto, lo masculino como el pasaje de la

niñez a la adultez es algo central en la construcción de

la identidad de género. Descalificar al otro es convertir

lo en niño, es negarle su adultez y su autonomía.

"Vea, vea, vea,

que cosa tan fulera

ahora los de River

toman leche y mamadera"

"River tenía un carrito

Boca se lo quitó

River. salió llorando,

Boca salió campeón"


- 25 -

Estos cantos fueron cantados por la hinchada de

Boca a la de River, dos equipos tradicionalmente enfrenta-

dos que representan polos de la mitología futbolística ar-

gentina: Boca es popular, bravo y lleno de garra, River es

de clase media (se llaman a sí mismos los "millonarios"),

"cobarde" (esta categoría atribuida por los otros) y de un

fútbol lleno de técnica y sutilezas. River tiene el apela

tivo de "gallina" o sea cobardes. Uno de los rituales de

la hinchada de Boca es poner en la cancha en un partido de

En estos cantos aparece con clani


River-Boca una gallina.

dad el problema de la burla asociada al hecho de ser niños.

Desprestigiar al otro es transformarlo en niño o

en hijo. Esto supone la pérdida de su autonomía y el he-

cho de no poder comportarse como verdaderos hombres, ya

que los niños son los que toman leche en mamadera, tienen

un carrito y cuando se lo quitan en vez de luchar para re-

cuperarlo, se ponen a llorar tristemente. En la Argentina

este tipo de subordinación es comprobable. Es común que

se escuche que tal equipo no tiene valor, no es una amena-

za porque son "hijos nuestros". No se espera de un hijo

la rebelión o la victoria; el hijo debe aceptar la autori-

dad, el poder y las órdenes del padre. En muchas situacio

nes, en las que alguien trata de engañar, de falsear infor

mación, se contesta diciendo "a papá". Esto se puede leer

de dos maneras;"papá" sabe todo y, por lo tanto, no se lo


- 26 -

puede engañar.

En abril del año 1984 me tocó presenciar un par-

tido entre Independiente y Olimpia del Paraguay. Partido

importante ya que el triunfo de Independiente significaba

el pasaje a las semifinales de la Copa Libertadores de Clu

bes (similar a la Copa Europea de Campeones). En un esta-

dio lleno uno podía registrar unos mil paraguayos que, in-

cluso, en un gesto simpático habían concurrido con pancar-

tas contra el Presidente Stroesner, afirmando el derecho a

✓ivir en democracia como la Argentina a partir de diciem-

bre de 1983. El partido fue de igual a igual, limpio, sin

✓iolencias, y los jugadores paraguayos demostraron, en to-

do momento, hidalguía, buen manejo del balón, sentido tác-

tico y temple. Primer gol paraguayo, empata Independiente,

segundo gol paraguayo y segundo empate del cuadro local.

Así se llega casi al final del segundo tiempo y a escasos

cinco minutos llega, en gran jugada, el tercer gol de Inde

pendiente, y, por lo tanto, la victoria tan esperada y an-

siada, y el pasaje a las semifinales. Luego del grito uná

nime de gol y mientras la pelota volvía al centro del cam-

po para la reanudación, todos los argentinos presentes, sin

excepciones entre platea y populares, dirigiéndose al lu-

gar donde estaban los paraguayos, saltando y blandiendo el

puño gritaron:
- 27 -

"Y ahora, ahora

me chupan bien las bolas"

Esta descarga habrá durado unos treinta segundos

o un minuto como máximo. La pregunta que uno se hace ense

guida es: ¿Era necesario ofender al que perdió?, 'era nece

sano acordarse de él, más que tomar en cuenta su propia a

legría? y, finalmente, era necesario apelar a la metáfora

de que los vencidos deben pasar por el ritual de chupar

las bolas a los que triunfan? Este elemento de convertir

al otro en un ser humillado que hace "cosas" en contra de

su "naturaleza" obligado por el fuerte, el victorioso, es

uno de los temas de afirmación masculina que aparece per-

manentemente en los cantos de los hinchas argentinos. Vea

mos ahora algunos de esos ejemplos:

"Huracán, Huracán

por el culo te la dan"

o,

"Hinchada, hinchada hay una sola

Hinchada es la de Boca que le rompe

/el culo a todas"

o,

"Cordobés, cordobés (alusión a un club


de Córdoba)
limpiate bien el culo

. que te vamos a coger"


- 28 -

o,

"Vea, vea, vea

que equipo más boludo

ahora, a la salida,

le rompemos bien el culo"

o,

"Despacito, despacito

le rompemos el culito"

En todos estos cantos lo que aparece evidente es

que los hinchas de un cuadro son los machos reales, los

verdaderos hombres, que son capaces de forzar a los otros

hinchas a convertirse en homosexuales. Aquí me importa me

nos señalar los aspectos psicoanalíticos de ese tipo de

verbal izaciones. Este tipo de análisis, obviamente, es po

sible hacer y es la línea elegida por Suárez-Orozco (1982).

Podemos aceptar como lo señala Suárez-Orozco, que en estos

cantos existen elementos de inversión proyectiva, que en

esto se manifiestan las fantasías sadistas del macho o in-

cluso, las profundas dudas del macho acerca de su propia

masculinidad. Sin embargo, creemos que estos cantos tie-

nen otras propiedades simbólicas que se relacionan con la

construcción de un campo metafórico y ritual en donde la i

dentidad de género pasa por ese tipo de verbalizaciones en

la arena concreta del fútbol. La dramatización en los ri-


- 29 -

tuales y sus símbolos remiten, por un lado, a un polo sen-

sorial, en este caso las relaciones sexuales, el ano, el

pene, y, por el otro, remiten a un polo ideológico en don-

de se afirma la fuerza, la omnipotencia, la violencia y la

ruptura de la identidad del otro como elementos centrales

de la construcción de su propia identidad. El campo de la

sexualidad es el campo simbólico y la arena es el fútbol,

pero las arenas podrían ser diferentes, podrían ser las a-

renas donde se juega lo político (las calles en las que se

organizan manifestaciones, o los estadios en donde se ha-

cen demostraciones políticas, no es casual que en la Argen

tina haya una tradición de organizar actos políticos en es

tadios de fútbol). El campo metafórico se construye a par

tir de lo que llamaré extensión analógica: los enemigos,

los derrotados, que es el sujeto principal, se califican a

partir de la condición de su homosexualidad, que es el su-

jeto subsidiario. Aquí entran en relación un conjunto de

símbolos que remiten a campos diferentes y que permiten

que las metáforas operen eficazmente cuando se aplican al

sujeto principal características del sujeto subsidiario.

Por ejemplo, cuando la hinchada argentina canta:

"Ya todos saben que Brasil está de luto

son todos negros, son todos putos"

El sujeto principal, Brasil, se asocia a la cate


- 30 -

goría de negros y putos. Los cantos funcionan como metáfo

ras, seleccionando, enfatizando, suprimiendo y organizando

aspectos del sujeto principal que sólo se aplican a la ca-

tegoría de negros y de putos. Estas categorías se remiten

a su vez, a un proceso en el que se dramatizan las identi-

dades de género. La categoría de masculinidad, de los ver

daderos hombres, no sólo es efectiva en relación a la cate

goría mujer, femeneidad, sino que es un proceso a través

del que deben eliminarse a los que pareciendo hombres no

lo son. En este contexto los cantos tienen la virtud de

poner en relación un conjunto de ideas, imágenes, senti-

mientos, valores y estereotipos. Paralelamente, el derro-

tado es despojado de su sexualidad, la sexualidad del vic-

torioso debe ejercerse efectivamente a través de la viola-

ción y humillación del otro. Es interesante señalar que

la peor imagen de un hombre verdadero es la de ser "hijo",

"niño" o "homosexual". Un hombre debe afirmarse negando

al otro las posibilidades de autonomía y ejercicio normal

de su sexualidad.

El mundo del fútbol está reservado a los verdade

ros hombres y esto alcanza su paroxismo en la victoria y

en la afirmación de la identidad masculina. La presencia

femenina es un elemento menos común y suele aparecer joco-

so, excepcional y sensual. Las mujeres bellas tienen la

cualidad de provocar a los hombres. El 20 de octubre de


- 31 -

1984 se jugaba un partido importante de primera división

de ascenso en la Argentina. Todo transcurría normalmente

hasta que apareció una hermosa mujer "violentamente llama-

tiva... a la que la naturaleza le dió todo, paseó su cuer-



po por la platea local a los cinco minutos del primer tiem

po. No podía pasar otra cosa. El instinto de los hombres,

ese acto reflejo que se origina en el cerebro y termina en

la boca despertó el canto más cantado de las últimas mani-

festaciones:

"A ver, a ver, como mueve la col ita

si no la mueve, la tiene paspadita"

Empezó la hinchada de Deportivo Italiano. La

hermosa fue y se sentó agravando la situación muy cerca de

la tribuna visitante. A escasos diez metros. Algunos se

prendieron del alambrado. Y el canto-desafío seguía. Se

unió la hinchada de Deportivo Español, se unió la platea.

Todo un estadio pidiendo a los gritos a la amable dama que

tuviera un gesto de colaboración para con los ojos de to-

dos... Y lo que es más curioso, cuando se llegó a detener

el juego por lesión de algún jugador o porque la pelota se

iba del campo, varios jugadores a los que el himno erótico

entonado por la gente había llamado la atención, se suma-

ron desde la cancha palmeando el reclamo. De pronto, la

señorita se paró sobre su butaca, enfrentó la mejor parte


- 32 -

de su anatomía a las tribunas, y se sacudió triunfalmente.

Había quedado en el corazón de muchos". (El Clarín: 21/10

-84:43).

• J.

El hecho que podamos remitir a los polos padre/

/hijo y macho/homosexual (puto) una gran parte de los can

tos de las tribunas nos indica la presencia de un código

restringido en el sentido usado por Bernstein (1971). Es-

te código restringido permite que un conjunto de supuestos

salgan a la luz de manera más manifiesta, y sin tantas com

plicaciones. La ventaja de este tipo de códigos es que

los sentimientos de grupo se reafirmen de manera más o me-

nos automática. Los códigos restringidos tienen la venta-

ja de la brevedad y de estar basados en un conjunto de va-

lores y estereotipos que son fácilmente compartidos porlos

actores. Nosotros podemos afirmar, siguiendo a Mary Douglas,

que hay una relación estrecha entre ritual, códigos y soli

daridad social (Douglas: 1973). Por lo tanto, la hipóte-

sis que encontraremos un mayor ritualismo y mayor uso de

códigos restringidos en situaciones de alto grado de soli-

daridad grupal nos parece evidente en el caso del fútbol.

En los estadios argentinos es importante tomar

en cuenta no sólo lo qué se dice sino cómo se dice. El es

tilo de, las hinchadas tiene que ver, en consecuencia, con

el cómo: acompañamiento de bombo, el puño en alto, saltan-


- 33 -

do, gritando de manera estentórea y rápida. Es una acumu-

lación de significado en el que la información no-verbal

es también importante tomar en cuenta. Los cantos apare-

cen como una gran catarata, como explosiones, como movi-



mientos contínuos en las tribunas (as avalanchas son un

lugar común). La agresividad del qué se acompaña con al a

gresividad del cómo. Los canales utilizados refuerzan el

significado de los cantos.

A modo de conclusión

La lectura que hemos hecho de los cantos nos per

mite reflexionar sobre aspectos más generales de los ritua

les en las sociedades complejas. El ritual del fútbol per

mite, fundamentalmente, marcar las fronteras y las diferen

cias de status. El fútbol, en el caso argentino, es un

reaseguro de las diferencias padre/hijo y macho/homosexual.

El hecho de ser padre y macho nos remite a polos ideológi-

cos en donde se enfatiza la autonomía, la fuerza, el poder,

la autoridad y la madurez frente a la heteronomía, la debi

lidad, la carencia de poder y autoridad y la falta de madu

rez. Para el caso brasileño esto es, aparentemente, menos

claro ya que lo que está en juego es el modo como se rom-


a

pen ciertas reglas y se construyen otras. Sin embargo, Ne


- 34 -

ves Flores afirma que en el machismo y la violencia en el

fútbol hay elementos de crítica a la sociedad. Este tipo



de interpretación nos parece que toca los elementos más e-

videntes y superficiales del fenómeno. El caso argentino

ilustra el modo como a través del fútbol las fronteras sim

bólicas que se construyen reproducen la "normalidad" ya

que las situaciones de marginalidad (homosexualidad) o los

status de transición (niño, adolescente, hijo) crean situa

ciones "anómalas" que son propensas a producir anomia y

crisis de identidad. El problema central es preguntarnos

porque grupos subordinados, la clase baja que puebla las

tribunas, participa de esos rituales en donde la reproduc-

ción de las diferencias es lo que está en juego.

Este tipo de reflexión nos debería llevar a otro

aspecto importante de los rituales: el del poder. El fút-

bol debe poder verse como un ritual político en el que los

actores ejercen o buscan ejercer el poder a nivel simbóli-

co. Los actores reafirman las estructuras jerárquicas de

la sociedad que, en este caso pertenecen al mundo del géne

ro masculino. La identidad se construye, en parte, a tra-

vés de esa praxis ritual. Los tipos de entretenimientos

masivos como el fútbol pueden verse, incluso, como un modo

en el que en las sociedades complejas se sustituyen otros

rituales que teníancomo función principal generar el sen-

timiento de comunidad (Scheff; 1979,148). pe allí, quizás


- 35 -

la especial fascinación y el poder del fútbol.

Finalmente, es obvio que sobre l masculinidad

del fútbol hay diferentes enfoques al margen del propuesto

en este artículo. 3 Para Suárez-Orozco los hinchas militan

tes van a los estadios como si fueran a encontrar una suer

te de salida terapeútica a sus tabués relacionados al te-

mor de dejar de ser "machos". Esto aparece, obviamente,

en las fantasías de penetrar o ser penetrados analmente

(1982:23). Para Vinnai el fútbol practicado por los niños

es una manera eficaz de socialización masculina en donde

se enfatizan aspectos como la virilidad, la rudeza y, por

lo tanto, como un esfuerzo de represión de los rasgos que


4.
aparecen asociados al sexo opuesto. El fútbol es un ri-

tual de iniciación adulta (1974: 90-101). Yo no pretendo

negar que estas no sean interpretaciones adicionales a las

que ofrezco pero mi énfasis ha estado puesto en la impor-

tancia del ritual para la reproducción de identidades so-

ciales. El nivel terapeútico puede estar presente en ca-

da uno de los participantes pero mi interés está centrado

en como se establecen "fronteras" entre grupos y a partir

de qué mecanismos se mantienen. El ritual del fútbol es

un ritual de poder en tanto mantiene fronteras y tiende a


4
expulsar a los "anómalos".
4
- 36 -

Notas

1. El enfoque de este artículo puede ser ubicado fácilmen


te en el tipo de análisis desarroltado por Turner —
(1974), Douglas (1973, 1978). La problemática del ri-
tual, como una búsqueda o ejercicio de poder, aparece
claramente planteada en los trabajos de Lukes (1977).

2. Entre 1959 y septiembre de 1984 ha habido 87 espectado


res muertos en diferentes estadios del fútbol profe-
sional argentino. Sólo en 1984 hubo cuatro muertos,
más de 300 heridos e igual número de detenidos (Romero:
1984).

3. El problema de la "exclusividad" y "masculinidad abso


luta" del fútbol está cambiando con el desarrollo del —
fútbol femenino,especialmente en Europa (fundamental-
mente los países nórdicos, Inglaterra e incluso Italia
en donde hay ya una liga profesional para las mujeres
que practican este deporte). En Brasil también ha ha-
bido un desarrollo similar. El momento para que esto
ocurra en la Argentina parece, por ahora, muy lejano.

4. El problema de la identidad aparece tratado por otros


autores como si fuera el establecimiento de lazos pri-
marios, casi tribales (Verdú: 1980). Esto puede ser
cierto para el caso del fenómeno más general del hin-
cha y, especialmente, del hincha militante.
- 37 -

Bibliografía

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