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DERECHO PROCESAL CIVIL III

CONCEPTO ELEMENTALES DEL PROCESO CIVIL:

Jurisdicción civil:

El proceso civil existe sólo porque en la realidad se presentan conflictos de


intereses o incertidumbres con relevancia jurídica que urge sean resueltas o despejadas para
que haya paz social en justicia. El conflicto de intereses no es otra cosa que la confluencia de
intereses contrapuestos sobre un mismo bien jurídico y el intento del titular de uno de los
intereses de primar sobre el interés del otro que a su vez resiste el interés ajeno. La
incertidumbre jurídica es la falta de convicción o reconocimiento social en torno a la vigencia o
eficacia de un derecho.

Estas situaciones que en los estadios primitivos de la civilización fueron


resueltas directamente por sus protagonistas utilizando la fuerza fue autorregulándose por cada
cultura desde hace miles de años postulándose inicialmente la intervención de un tercero quien
al evitar la agresión directa entre los interesados proponía además una solución al conflicto.
Diremos de paso que la necesidad de concluir una incertidumbre con la ayuda de un tercero
corresponde a una etapa posterior del desarrollo cultural de las sociedades. La calidad
del tercero su “método” paro resolver el conflicto su aceptación social y otros aspectos de su
función han tenido desarrollos diversos. Sin embargo de una u otra manera el devenir histórico
de su evolución ha determinado un rasgo constante: la organización política más importante de
una sociedad, el Estado, se ha hecho cargo con exclusividad de esta actividad.

Caso justiciable:

Conviene precisar que no todo conflicto de intereses o Incertidumbre es posible de ser


conducido a los órganos del Estado para que estos le den solución. Para que ello ocurra es
necesario que ambos tengan relevancia jurídica. Se considera que un conflicto de intereses o
una incertidumbre tienen relevancia jurídica cuando el tema contenido en ellos está previsto en
el derecho objetivo vale decir que hay una norma legal que en algún sentido regula el tema
debatido o incierto. Cuando esto ocurre estamos ante un caso justificable, es decir, un asunto
factible de ser llevado al Juez para su decisión. Así por ejemplo una deuda originada en un juego
no regulado legalmente no es posible de pretensión procesal algunos actos de gobierno (una
declaración de guerra exterior. por ejemplo) tampoco lo serán. Esto significa reiteramos que
sólo serán susceptibles de ser convertidos en pretensiones procesales aquellos conflictos o
incertidumbres que tengan un reconocimiento en el sistema jurídico.

Jurisdicción:

Precisamente la llamada función jurisdiccional o más específicamente jurisdicción es el poder –


deber del Estado destinado a solucionar un conflicto de intereses o incertidumbre jurídica de
forma exclusiva y definitiva, a través de órganos especializados que aplican el derecho que
corresponde al caso concreto, utilizando su imperio para que sus decisiones se cumplan de
manera ineludible, y promoviendo a través de ellas el logro de una sociedad con paz social en
justicia.

La jurisdicción es un poder porque es exclusiva no hay otro órgano estatal y mucho menos
particular encargado de tal tarea. Es un deber porque el Estado no puede sustraerse, basta que
un titular de derechos lo solicite para que se encuentre obligado a otorgarlo. Por eso se dice con
certeza que la Jurisdicción tiene como contrapartida al Derecho a la Tutela jurisdiccional siendo

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este el que tiene toda persona por el solo hecho de serlo, para exigirle al Estado active su función
jurisdiccional. Así lo regula el Artículo 1 del Título Preliminar del nuevo Código Procesal Civil.

Derecho a la Tutela Jurisdiccional.

Derecho de acción y de contradicción

El derecho a la tutela jurisdiccional como derecho público y subjetivo por el que toda persona.
Por el sólo hecho de serlo está facultado a exigirle al Estado tutela jurisdiccional para un caso
concreto, sea conflicto de interés o incertidumbre jurídica. Este derecho se caracteriza por
ser público, subjetivo, abstracto y autónomo.

Es público porque como todo derecho tiene un receptor u obligado cuando se le ejercita. En el
presente caso, el sujeto pasivo del derecho de acción es el Estado, hacia él se dirige el derecho,
desde que su ejercicio no es nada más que la exigencia de tutela jurisdiccional para un caso
específico. Es subjetivo porque se encuentra permanentemente presente en todo sujeto de
derecho por la sola razón de serlo, con absoluta relevancia de si está en condiciones de hacerlo
efectivo, exagerando la tesis podríamos decir que un concebido tiene derecho de acción, con
prescindencia de su aptitud para ejercitarlo.

Es abstracto porque no requiere de un derecho sustantivo o material es decir, es un derecho


continente no tiene contenido; existe como exigencia, como demanda de justicia, como petición
de derecho con absoluta prescindencia de si este derecho, justifica o exigencia tiene existencia.
Por otro lado, el derecho de acción es autónomo porque tiene requisitos, propuestas o
teorías explicativas sobre su naturaleza jurídica, normas reguladoras de su ejercicio, etc. Con
absoluta prescindencia de la existencia de un derecho material que se pretenda reconocer,
declarar o constituir a través de él. Es perfectamente factible discutir sobre el derecho de acción,
prescindencia del uso que le estemos dando o le pensemos dar, es decir, del derecho que
queremos sea protegido, reconocido o descartado.

El derecho de contradicción tiene las mismas características del derecho de acción, incluso de
identifica con éste, también en la manera como se ejercita sin embargo hay una diferencia
notable: carece de su libertad en su ejercicio, vale decir, está afectado de falta de voluntariedad.
Puede ejercitar mi derecho de acción casi cuando yo quiera, en cambio solo puede emplear mi
derecho de contradicción cuando alguien usando su derecho de acción exija al Estado tutela
jurídica y, a través de ella, plantea una exigencia dirigida contra mí, es decir, los procesos se
inician cuando se ejercita el derecho de acción, en cambio, el derecho de contradicción sólo es
posible ejercitarlo cuando un proceso se ha iniciado.

Tanto en derecho de acción como el de contradicción se encuentran regulados por el nuevo


Código Procesal Civil en sus artículos 2 y 3.

Conflicto de interés.- Es la existencia reciproca de interés de un bien jurídico, Ej. Si en un


matrimonio uno de los cónyuges desea acabar la relación y el otro no, habrá un conflicto de
intereses de un bien tutelado que es el matrimonio, Ej. El fallecimiento de una persona sin haber
otorgado testamento, produce una sucesión legal, la masa hereditaria es transferida del
fallecido a sus sucesores y disponer de inmediato, sin embargo si se tratara de un inmueble
inscrito, los sucesores iniciaría un proceso para ser ratificados como sucesores este es un caso
de incertidumbre jurídica.

Relación jurídica sustantiva y relación jurídica procesal: Con la existencia de un conflicto de


intereses, produce una relación jurídica sustantiva, Ej. El matrimonio esta relación jurídica se

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transforma en proceso cuando uno de los cónyuges desee ponerle fin en oposición al otro el
interés reclamado se llama pretensión material, si la pretensión material es satisfecha, se acaba
la relación jurídica sustantiva, no ha sido necesario que haya proceso, si el titular de la
pretensión material no está satisfecho su interés recurre al uso de su derecho de acción,
haciendo una demanda.

Si la relación jurídica sustantiva es por naturaleza privada el emplazamiento es el punto de


partida de la relación jurídica procesal, el juez conduce la solución del conflicto.- Parte material
y parte procesal: en el código procesal civil se considera parte material a la persona que entrega
la relación jurídica sustantiva y va a formar parte de una relación procesal.

Demanda:

El derecho de acción es el medio que permite esta transformación de pretensión material a


procesal. Sin embargo, este medio, por ser abstracto, necesita de una expresión concreta, de allí
que se instrumente a través de un acto jurídico procesal llamado demanda, que es una
declaración de voluntad a través de la cual el pretensor expresa su pedido de tutela jurídica al
Estado y a su vez manifiesta su exigencia al pretendido.

Derecho de defensa:

Así como el derecho de acción, siendo el elemento percutor del proceso, no aparece en éste.
algo parecido ocurre con el derecho de contradicción. Este último se expresa en el proceso a
través del derecho de defensa que es varias cosas a la vez. En principio, es la institución cuya
presencia asegura la existencia de una relación jurídica procesal, literalmente no existe proceso
– si identificamos existencia con validez – en aquel procedimiento donde no se haya podido
ejercitar el derecho de defensa.

El derecho de defensa al igual que su género, el derecho de contradicción, es abstracto. es decir.


no requiere de contenido, es puramente procesal, basta con concederle real y legalmente al
emplazado fa oportunidad de apersonarse al proceso, de contestar, probar, alegar, impugnar a
lo largo de todo su trámite, para que esté presente.

El derecho de defensa puede manifestarse dentro del proceso en tres formas distintas.

Por un lado, hay una defensa de fondo, que no es otro cosa que una respuesta u posición del
emplazado a lo pretensión intentada contra él por el demandante. Así, ante una pretensión en
la que se exige el pago de una deuda, se contesta diciendo que tal deuda ya se pagó: esta
afirmación es una típica defensa de fondo.

Una defensa previa es aquella que sin ser un cuestionamiento a la pretensión y tampoco a la
relación procesal, contiene un pedido para que el proceso se suspenda hasta tanto el
demandante no realice o ejecute un acto previo. Si se demanda a los herederos de un deudor el
pago de lo debido, éstos padrón alegar que desconocen aún si la masa hereditaria presenta un
saldo positivo, por lo que el proceso debe suspenderse hasta conocer tal hecho. Esta es una
típica defensa previa, no se ataca la pretensión, sólo se dilato el proceso y su eficacia, a veces
incluso de manera definitiva.

Finalmente, una defensa de forma consiste en el cuestionamiento de la relación jurídica


procesal o de la posibilidad de expedirse un pronunciamiento válido sobre el fondo por defecto
u omisión en un Presupuesto Procesal o en una Condición de la Acción.

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Presupuestos Procesales:

Los Presupuestos Procesales son los requisitos esenciales para la existencia de una relación
jurídica procesal válida. Sin embargo, es importante incidir en esto, la falta o defecto de un
Presupuesto Procesal no significa que no haya actividad procesal, sino que la ejecución de ésta
se encuentra viciada. Esto es tan cierto que sólo se detecta la falta o defecto de un Presupuesto
Procesal al interior de un proceso, es decir, durante su desarrollo.

En un proceso quien es parte material es parte procesal, normalmente. Sin embargo, bien puede
ser que por razones de imposibilidad (como en el caso antes descrito), por razones de economía
procesal (varias personas en calidad de demandante o demandado), o por razones
de conveniencia, quien es parte material no desee participar en un proceso. En cualquiera de
estos casos, es imprescindible el uso del otro instituto que se conoce con el nombre
de representación procesal.

La representación procesal permite que un tercero partícipe en el proceso realizando actividad


procesal válida en nombre de una de las partes materiales. Por su origen, la representación
procesal admite la siguiente clasificación: Es legal cuando la parte material está impedida de
actuar directamente por lo que la ley debe proveer una persona que actué en su nombre.

Quien ejercita su derecho de acción y lo viabiliza a través de una demanda, debe cumplir con
un conjunto de requisitos al momento de su interposición. Algunos de estos requisitos son
de forma y regularmente consisten en la obligación de acompañar anexos a la demanda o
acompañar a ésta de algunas formalidades que la hagan viable. La firma del abogado, las tasas
o los aranceles correspondientes son ejemplo de ella. Por otro lado, hay algunos requisitos
llamados de fondo porque son intrínsecos, es decir, están ligados a la esencia de la demanda
como acto jurídico procesal. Así, identificar con precisión la pretensión, precisar la calidad con
que se demanda, plantear debidamente una acumulación.

Tanto uno como otro, conforman lo que en doctrina se conoce con el nombre de Requisitos de
la demanda, otro Presupuesto Procesal de singular importancia y determinante, como los otros,
para el establecimiento de una relación jurídica procesal válida.

Condiciones de la acción:

Así como los Presupuestos Procesales son los elementos básicos para la existencia de una
relación jurídica procesal válida; hay otros elementos trascendentes para el decurso normal del
proceso, se trata de las Condiciones de la acción. Este como muchos otros nombres en el
derecho es absolutamente impropio para comprender y/o describir lo que es la Institución.
Como lo vamos a advertir a continuación.

En efecto, siendo el derecho de acción de carácter subjetivo y abstracto, es decir, inherente a la


persona por el solo hecho de serlo y. además, sin contenido, no tiene condiciones para su
ejercicio. Lo que suele haber es un conjunto de reglas básicas reguladas por las normas
procesales, que deben ser cumplidas para su ejercicio idóneo.

Asimismo, conviene precisar que si bien un proceso está viciado si se inicia con ausencia o
defecto de un Presupuesto Procesal, puede presentarse el caso que se inicie válidamente, sin
embargo, bastará que en cualquier momento desaparezca o defecciones un Presupuesto
Procesal para que la relación procesal que empezó bien se torne viciada de ese momento en
adelante.

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Pacíficamente se admiten como Presupuestos Procesales la Competencia, la Capacidad procesal
y los Requisitos de la demanda. La primera es el ejercicio válido de la jurisdicción, es decir, es la
expresión regular concreta y autorizada de un órgano jurisdiccional respecto de un caso
concreto. La competencia es una institución procesal cuyo objetivo es hacer más efectiva y
funcional la Administración de Justicia.

De los cinco elementos que conforman la competencia, cuatro de ellos la materia, la cuantía, el
turno y el grado. Son impuestos por la norma con carácter definitivo e inmodificable, ni siquiera
por las partes, por lo que suele decirse que conforman la llamada competencia absoluta. Sin
embargo, el quinto elemento, el territorio, conforma la llamada competencia relativa: esto es
así porque ha sido prevista a favor de la economía de las partes, por esa razón puede ser
convenida en sentido distinto por las partes incluso admitida en contrario por una de ellas, con
lo que después ya no se puede discutir su incumplimiento. Esto último se conoce con el nombre
de Prorroga de la competencia.

La capacidad procesal es la aptitud para ejecutar actos procesales válidos por parte de los
elementos activos de la relación jurídica procesal (el Juez, las partes, los terceros legitimados y
los órganos de auxilio judicial). Se le identifica con la capacidad civil de ejercicio, cotejo que no
sólo no es necesariamente exacto, sino que además desconoce el discurrir propio de la ciencia
procesal. La capacidad procesal es decidida y delimitada por la propia norma procesal en
atención a la existencia y una madre menor de 14 años puede demandar alimentos para su hijo,
aun cuando sea incapaz absoluta desde una perspectiva civil.

La capacidad procesal no necesariamente es lo mismo que la capacidad para ser parte. Este
concepto, el de parte, hay que individualizarlo. Es parte material la persona que es titular, activa
o pasiva, de la relación jurídica sustantiva, es decir, el presunto derecho agraviado o agente del
presunto agravio cometido. La calidad de la parte material está ligada a la posición que se
tiene respecto de la pretensión material, es decir, es la ligazón directa, actual e inmediata con
lo que se va a discutir y decidir, se es el titular de la pretensión (pretensor) o la persona a quien
se le exige ésta (pretendido).

En cambio es parte procesal quien realiza actividad procesal al interior de un proceso por
derecho propio (por ser parte material) o en nombre de otra (de la parte material). Así en el
ejemplo del proceso de alimentos antes citado, el hijo de la madre menor de edad es parte
material en el proceso dado que es titular del derecho a recibir alimentos, sin embargo no es
parte procesal porque, por razones biológicas digamos que tiene seis meses de edad está
imposibilitado de realizar actividad procesal directamente.

Sin embargo, los Presupuestos Procesales sólo nos permitirían una relación procesal válida: ellos
no aseguran que el Juez se encuentre apto para expedir válidamente una sentencia sobre el
fondo, es decir, pronunciarse sobre la pretensión. Esta posibilidad sólo se la concede el
cumplimiento de otros elementos lo que, en conjunto, conforman el instituto de las
Condiciones de la Acción. Entonces, se denomina así a los requisitos procesales que permiten al
Juez expedir un pronunciamiento válido sobre el fondo.

Por oposición, lo expresado significa que si una condición de la acción fuera omitida o se
encontrara pero de manera imperfecta, el Juez no podría expedir sentencia refiriéndose a la
pretensión discutida, por lo menos válidamente, debido a que hay un defecto procesal que se lo
impide. Esto significa que el Juez, al advertir la omisión o defecto, debe aclarar en la
sentencia que no puede pronunciarse sobre el fondo y, asimismo, debe describir la condición
de la acción omitida o imperfecta que determino el impedimento a fin que el interesado, si la

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vigencia del derecho material se lo permite, intente un nuevo proceso. Esta sentencia que no se
pronuncia sobre el fondo recibe el nombre de inhibitoria.

En la práctica bien pudiera ocurrir que el Juez expida un fallo sobre el fondo pero dicha decisión
no será válida lo que es más, podrá ser declarada así en cualquier momento antes de su
ejecución, con lo que tomaría en inútil todo lo hecho para su obtención.

En doctrina suele aceptarse pacíficamente que las condiciones de la acción son tres: la voluntad
de la ley, el interés para obrar y la legitimidad para obrar.

No participamos de la idea que la voluntad de la ley es una Condición de la acción. Este concepto
refiere a la necesidad que toda pretensión procesal tenga sustento en un derecho que, a su vez,
tenga apoyo en el ordenamiento jurídico.

Esto significa que la voluntad de la ley es más que su nombre, no se reduce a la necesidad de
ubicar una norma en el derecho positivo que sustente la pretensión. En nuestra opinión, más
que una Condición de la acción, la voluntad de la ley, es un elemento intrínseco al proceso, es la
exigencia que la pretensión procesal sea a su vez, pretensión jurídica, es decir, un caso
justiciable, concepto ya descrito anteriormente.

LOS PROCESOS COGNITIVOS:

La capacidad que permite desarrollar conocimientos recibe el nombre de cognición. Se trata de


la habilidad para asimilar y procesar datos, valorando y sistematizando la información a la que
se accede a partir de la experiencia, y el conocimiento jurídico.

Entonces son aquellos que resuelven una controversia sometida voluntariamente por las partes
al órgano jurisdiccional y que se tramita sobre hechos dudosos y derechos contrapuestos, que
debe resolver el juez declarando a quien compete el derecho cuestionado o la cosa litigiosa.

Entonces La cognición señala la fase del proceso en que el juez formula una decisión de la que
se derivan consecuencias jurídicas a favor o en contra de las partes.

El interés jurídico:

Tratándose de un juicio de garantías, el interés jurídico como derecho fundamental constituye


la existencia o actualización de un derecho subjetivo jurídicamente tutelado que puede
afectarse, ya sea por la violación de ese derecho, o bien, por el desconocimiento del mismo de
ahí que sólo el titular de algún derecho legítimamente protegible pueda acudir ante el órgano
jurisdiccional al amparo de una demanda, cese esa situación cuando se transgreda, por la
actuación de cierta autoridad.

Derecho objetivo y derecho Subjetivo:

El concepto de derecho tiene dos significados diferentes, que es menester precisar: el punto de
vista objetivo y el punto de vista subjetivo. Si lo contemplamos como un ordenamiento social
destinado a regular la conducta humana, advertimos de inmediato que el derecho está formado
por un conjunto de normas, es decir, de reglas impuestas a la actividad de los hombres, y a las
cuales deben estos someterse.

Si, por el contrario, lo contemplamos desde el fuero interno de cada uno, nos vemos
en posesión de derechos que podemos hacer valer frente a los demás, o sea que el hombre
tiene facultades para obrar y conducirse en determinados sentidos dentro de una cierta esfera.

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En el primer caso del derecho objetivo es ese conjunto de normas, leyes, costumbres,
resoluciones judiciales u otros reconocidos jurisdiccionalmente y preceptos doctrinarios.

El derecho subjetivo consiste en las facultades que tienen las personas para actuar en la vida
jurídica. Asimismo, el punto de vista subjetivo en el derecho tiene siempre un
carácter individual, pues la norma coloca en manos de una persona una facultad de obrar frente
a otras. Esta facultad puede contemplarse:

a) Como libertad: (es lícito todo acto que no sea prohibido o penado por el derecho);
b) Como poder jurídico: (el cual encierra la posibilidad de realizar los actos jurídicos para
los cuales tenga capacidad cada persona);
c) Como pretensión: (o sea el derecho de exigir de otros el cumplimiento de un
deber impuesto por las normas). El primer aspecto es unilateral; el segundo crea
una relación entre dos o más sujetos, la cual surge precisamente a del acto jurídico y, el
tercero consiste en la facultad de hacer efectiva la consecuencia de esa relación,
exigiendo de otros la conducta a la cual se han obligado que una norma les impone.

El derecho subjetivo puede definirse, por lo tanto, como el conjunto de facultades que una
persona tiene para obrar lícitamente, a fin de conseguir un bien asegurado por una norma
jurídica natural o positiva.
Se trata siempre de una facultad, es decir, de una prerrogativa otorgada o reconocida a las
personas, que éstas tienen en potencia, y cuya utilización queda librada a
su voluntad discrecional.
Esta facultad lleva implícita la posibilidad de ejercerla, pero no debe confundirse con el acto
mismo de llevarla a la práctica.
Tal prerrogativa es inherente a la naturaleza misma del hombre. El derecho no puede ni
pretende imponer una determinada conducta: se limita a señalar la que estima conveniente y
a castigar la que considera nociva. Y ello se explica, pues el hombre es un ser
dotado de voluntad y de razón, cuyos actos conscientes derivan del empleo de su libre albedrío,
que el derecho no podría nunca suprimir.
Interesa remarcar que estas nociones de derecho objetivo y derechos subjetivos no son
antagónicas sino por el contrario se corresponden y exigen recíprocamente. En efecto,
el derecho objetivo consiste en un ordenamiento social justo. Pero por eso mismo, es decir, en
cuanto justo, ha de reconocer a las personas humanas la posibilidad de obrar en vista de
sus propios fines.

De aquí se sigue que el derecho objetivo existe para el derecho subjetivo, y a su vez éste
encuentra en aquel la fuente inmediata de su existencia. Y décimos inmediata porque la mediata
es la naturaleza racional del hombre que lo provee de la inteligencia, voluntad y libertad por las
cuales el sujeto, conoce, quiere y obra.

Diferencias entre Legitimación Procesal e Interés Jurídico en materia civil.

La distinción entre lo que es la legitimación procesal y el interés jurídico en materia civil, es la


siguiente: por la primera, de manera general, es el momento o circunstancia en que se
encuentra una persona con respecto a determinado acto o situación jurídica, para efecto de
poder ejecutar legalmente aquél o de intervenir en ésta. La legitimación para obrar, a su vez,
consiste en que precisamente, debe actuar en un proceso, quien conforme a la ley, le compete
hacerlo y, por interés jurídico, debe estimarse aquel que tienen las partes, respecto de los
derechos o de las cosas, materia de juicio.

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LA TUTELA JURISDICCIONAL EFECTIVA Y EL DEBIDO PROCESO

Antecedentes preliminares:

El derecho a la tutela jurisdiccional efectiva importa también la garantía de la administración de


justicia que integrada por diversos conceptos de origen procesal han devenido en
constitucionales, brindando a los justiciables la tutela que un instrumento de ese rango
normativo proporciona.

Ahondando lo establecido en este último párrafo, es menester indicar que el derecho en


mención surge luego de culminada la Segunda Guerra Mundial en la Europa Continental, como
consecuencia de un fenómeno de constitucionalización de los derechos fundamentales de la
persona, y dentro de esto una tutela de las garantías mínimas que debe reunir todo proceso
judicial.

Como ejemplo de éste fenómeno de constitucionalización acaecido durante la época de la


posguerra, podemos citar a la Ley Fundamental de Bonn1 que recoge el derecho al acceso a la
jurisdicción, al juez ordinario predeterminado por la ley y a la defensa, en sus artículos 19.4,
101.1 y 103.1, respectivamente:

Artículo 19.- Restricción de los derechos fundamentales:

Toda persona cuyos derechos sean vulnerados por el poder público, podrá recurrir a la vía
judicial. Si no hubiese otra jurisdicción competente para conocer el recurso, la vía será la de los
tribunales ordinarios.

Artículo 101.- Prohibición de tribunales de excepción

No están permitidos los tribunales de excepción. Nadie podrá ser sustraído a su juez legal.

Artículo 103.- Derecho a ser oído, prohibición de leyes penales con efectos retroactivos y el
principio de “ne bis in ídem”.

Todos tienen el derecho de ser oídos ante los tribunales.

Ahora la normatividad española no fue ajena a esta tendencia, así la Constitución de 1978, en
su artículo 24 establece:

“Todas las personas tienen derecho a obtener la tutela efectiva de los jueces y tribunales en el
ejercicio de sus derechos e intereses legítimos, sin que, en ningún caso, pueda producirse
indefensión”.

Asimismo, todos tienen derecho al Juez ordinario predeterminado por la Ley, a la defensa y a la
asistencia de letrado, a ser informados de la acusación formulada contra ellos, a un proceso
público sin dilaciones indebidas y con todas las garantías, a utilizar los medios de prueba
pertinentes para su defensa, a no declarar contra sí mismos, a no confesarse culpables y a la
presunción de inocencia.

La Ley regulará los casos en que, por razón de parentesco o de secreto profesional, no se estará
obligado a declarar sobre hechos presuntamente delictivos.”

1 La Ley Fundamental de Bonn fue el nombre utilizado para designar la Constitución promulgada el 22
de mayo de 1949 para Alemania Occidental.

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LA TUTELA JURISDICCIONAL:

Se considera a la tutela jurisdiccional como el poder que tiene toda persona, sea esta natural o
jurídica, para exigir al Estado que haga efectiva su función jurisdiccional; es decir, permite a todo
sujeto de derecho a ser parte en un proceso y así causar la actividad jurisdiccional sobre las
pretensiones planteadas.

Por su parte el Tribunal Constitucional sostiene que, “la tutela judicial efectiva es un derecho
constitucional de naturaleza procesal en virtud del cual toda persona o sujeto justiciable puede
acceder a los órganos jurisdiccionales, independientemente del tipo de pretensión formulada y
de la eventual legitimidad que pueda o no, acompañarle a su petitorio. En un sentido extensivo
la tutela judicial efectiva permite también que lo que ha sido decidido judicialmente mediante
una sentencia, resulte eficazmente cumplido. En otras palabras, con la tutela judicial efectiva no
sólo se persigue asegurar la participación o acceso del justiciable a los diversos mecanismos
(procesos) que habilita el ordenamiento dentro de los supuestos establecidos para cada tipo de
pretensión, sino que se busca garantizar que, tras el resultado obtenido, pueda verse este último
materializado con una mínima y sensata dosis de eficacia“.

Este derecho constitucional tiene dos planos de acción, siendo factible ubicar a la tutela
jurisdiccional efectiva antes y durante el proceso. La tutela jurisdiccional antes del proceso opera
como aquél derecho que tiene toda persona de exigir al Estado provea a la sociedad de
determinados requisitos materiales y jurídicos, los cuales son indispensables para resolver un
proceso judicial en condiciones satisfactorias, tales como: un órgano estatal encargado de
la resolución de conflictos y eliminación de incertidumbres con relevancia jurídica, esto de
conformidad con la finalidad concreta del proceso; otro elemento es proveer la existencia
de normas procesales que garanticen un tratamiento expeditivo del conflicto llevado a juicio.
Por su parte, la tutela jurisdiccional durante el proceso engloba un catálogo de derechos
esenciales que deben ser provistos por el Estado a toda persona que se constituya como parte
en un proceso judicial.

Siguiendo la línea establecida por el Tribunal Constitucional, la tutela jurisdiccional efectiva no


se limita a garantizar el acceso a la justicia, su ámbito de aplicación es mucho más amplio, pues
garantiza obtener un pronunciamiento sobre el fondo de las pretensiones que se deducen en
un proceso.

Para la reconocida procesalista Marianella Ledesma, “la tutela jurisdiccional efectiva garantiza
que bajo ningún supuesto se produzca denegación de justicia; agregando que esta, no resulta
vulnerada por rechazar una demanda ante la no subsanación de ciertas omisiones; asimismo,
no implica un derecho absoluto, ya que requiere del cumplimiento de determinados requisitos
a través de las vías procesales establecidas por ley; sin embargo, éste derecho solo podría ser
limitado en virtud de la concurrencia de otro derecho o libertad constitucionalmente protegido,
que suponga incompatibilidad con el mismo“.

Similar posición adopta el Tribunal Constitucional, al considerar que el derecho de todo


justiciable de poder acceder a la jurisdicción, como manifestación de la tutela judicial efectiva
no implica la obligación de estimar favorablemente toda pretensión formulada, sino que
simplemente sienta la obligación de acogerla y brindarle una sensata como razonada
ponderación en torno a su procedencia o legitimidad. No es que el resultado favorable esté
asegurado con solo tentarse un petitorio a través de la demanda, sino que tan sólo otorga la
expectativa de que el órgano encargado de la administración de justicia pueda hacer del mismo
un elemento de análisis con miras a la expedición de un pronunciamiento cualquiera que sea su
resultado.

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En conclusión, la tutela jurisdiccional efectiva no significa la obligación del órgano jurisdiccional
de admitir a trámite toda demanda, ni que deba declararse fundada. Si no que dichas
pretensiones deban ser amparadas siempre dentro del marco de ley, apoyado en justicia2 y la
paz social.

CONTENIDO DE LA TUTELA JURISDICCIONAL EFECTIVA

Para la doctrina la tutela judicial efectiva, plasmada en su Norma Fundamental, “tiene un


contenido complejo, que incluye los siguientes aspectos: el derecho de acceso a los Tribunales,
el derecho a obtener una sentencia fundada en derecho congruente, el derecho a la efectividad
de las resoluciones judiciales y el derecho al recurso legalmente previsto“.

Entonces para nuestro ordenamiento jurídico positivo, la tutela jurisdiccional efectiva: El


derecho de acceso a la justicia se configura como aquel poder que consiste en promover la
actividad jurisdiccional del Estado, sin que se le obstruya, impida o disuada irrazonablemente;
éste componente se concreta en el derecho a ser parte en un proceso y a promover la actividad
jurisdiccional que converja en una decisión judicial sobre las pretensiones deducidas al interior
de un proceso.

Otro elemento de la tutela jurisdiccional efectiva es el derecho a obtener una resolución


fundada en derecho, que a su vez contempla el principio de motivación de las resoluciones
judiciales; tal principio está contemplado en el inciso 5) del artículo 139 de nuestra Constitución.
Al respecto Juan Monroy Gálvez señala que, “no hace más de dos siglos, los jueces no estaban
obligados a fundamentar sus decisiones, es decir, ejercían su función y resolvían a partir de su
intuición de lo justo. Sin embargo, una de las conquistas más relevantes, no solo procesales sino
del constitucionalismo moderno, ha consistido en la exigencia al juez en el sentido de que debe
fundamentar todas y cada una de sus decisiones, a excepción de aquellas, que por su propia
naturaleza, son simplemente impulsivas del tránsito procesal“.

Cuando un juez emite un pronunciamiento es necesario que las partes conozcan el proceso
mental que lo ha llevado a establecer las conclusiones que contiene dicha resolución; es por eso
que, toda resolución debe tener una estructura racional y detallada. El Tribunal Constitucional,
destaca que: “el derecho a una sentencia debidamente justificada no se agota en la mera
enunciación de la norma aplicable a un caso, sino que importa de manera gravitante la
acreditación de los hechos y la forma de crear convicción en determinado sentido del Juzgador”.

La falta de motivación deja abierta la posibilidad de potenciales arbitrariedades por parte de los
jueces. El derecho de motivación permite un ejercicio adecuado del derecho de defensa e
impugnación, ya que una motivación adecuada al mostrar de manera detallada las razones que
han llevado al juzgador a fallar en un determinado sentido, permite que la parte desfavorecida
pueda conocer en qué momento del razonamiento del juez se encuentra la discrepancia con lo
señalado por ella y así facilitar la impugnación de dicha resolución haciendo énfasis en el
elemento discordante.

Asimismo se debe tener presente también: “a pesar de que la sentencia debe motivarse en
derecho, ello no excluye que pueda ser jurídicamente errónea; sin embargo el derecho a la
tutela judicial efectiva no ampara el acierto de las resoluciones judiciales, de modo que
la selección o interpretación de la norma aplicable corresponde en exclusiva a los órganos
judiciales, salvo que la resolución sea manifiestamente infundada o arbitraria, en cuyo caso no

2 En el Siglo III. El Jurista Ulpiano, decía que “la justicia es la constante y perpetua voluntad de dar a
cada uno su propio derecho”.

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podría considerarse como expresión del ejercicio de la justicia, sino simple apariencia de la
misma“.

El derecho a la ejecución de las resoluciones judiciales que han pasado en autoridad de cosa
juzgada es una manifestación de la tutela jurisdiccional, reconocido en el inciso 3) del artículo
139º de la Constitución. Si bien la citada norma no hace referencia expresa a la efectividad de
las resoluciones judiciales, dicha cualidad se desprende de su interpretación, pues busca
garantizar que lo decidido por la autoridad jurisdiccional tenga un alcance práctico y se cumpla
de manera que no se convierta en una simple declaración de intenciones.

También, la tutela jurisdiccional efectiva en tanto derecho constitucional de naturaleza procesal,


se manifiesta y materializa en un proceso a través del derecho de acción y de contradicción.

Mucho antes de que la humanidad contara con una noción de derecho, ésta debió contar
imprescindiblemente con un mecanismo de solución de conflictos que permitiese no recurrir a
la acción directa que, tenía como instrumento exclusivo el uso de la fuerza y que a su vez
prescindía de todo método razonable para solucionar un conflicto de intereses; es así que se
germinó la necesidad de recurrir a un tercero. Pues bien, “el acto de recurrir a este tercero en
busca de una solución a un conflicto, es la génesis de lo que siglos después va a denominarse
derecho de acción”.

“La acción tiene raíces en el derecho romano, de donde nos viene aquello que la define como la
res in indicio deducta, es decir, la cosa que en el juicio se pide. Ésta coincidencia entre el objeto
pretendido y el acto de solicitar ante la justicia, llevó a que se identificaran los conceptos“, de
modo tal que: quien tenía acción tenía derecho.

Ésta posición adoptada por el derecho romano fue ratificada en 1856 por Bernard Windscheid;
como contrapartida a dicha perspectiva surge la teoría de Teodor Muther, quien fue el primero
en concebir al derecho de acción como uno independiente del derecho subjetivo material,
dirigido al Estado con la finalidad de que éste le conceda tutela jurídica; es decir, para Muther
el derecho de acción es concreto, público e independiente del derecho subjetivo, pero
condicionado a la existencia del mismo.

Entonces el derecho de acción no relaciona a las partes sino sólo a una de ellas (demandante)
con el Estado, afirmando así el carácter público y abstracto del mismo; en su opinión, antes de
iniciarse un proceso no hay acción, éste sólo existe cuando se interpone la demanda.

Asimismo, sobre el derecho de acción se confirma su carácter subjetivo y abstracto,


conceptualizándolo como uno inmanente a la personalidad humana, que permite solicitar tutela
jurídica; por otro lado, rechaza la identificación que se venía haciendo entre el derecho subjetivo
material que se discute y el derecho de acción.

Siguiendo la línea trazada se considera: que la acción tiene una orientación bidireccional, en
tanto es dirigida por su titular hacia el Estado y al sujeto pasivo de la relación procesal
(demandado), a efectos de que se le conceda tutela jurídica y con el fin de que le dé
cumplimiento o satisfaga su derecho, respectivamente. Para éste jurista alemán, el derecho de
acción es de carácter concreto, es decir, concedido a quien tiene un derecho que debe ser
protegido.

Para el maestro Italiano Guissepe Chiovenda, surge un concepto diferente. la acción es el poder
jurídico de dar vida a la condición para la actuación de la ley que permite actuar la voluntad legal
establecida contra el adversario, atribuyéndole un carácter público o privado, según la norma
que deba actuarse, siendo además potestativo, dado que tiende a la producción de un efecto

11
jurídico a favor de un sujeto (demandante) y con cargo a otro (demandado) sin que este pueda
hacer algo para evitarlo, y además con la intervención de un tercero (juez).

Entiéndase a los derechos potestativos como poderes a través de los cuales su titular puede
influir sobre situaciones jurídicas mediante una actividad unilateral propia. Una crítica a la
definición esbozada por Chiovenda se centra en que si el derecho de acción al estar dirigido al
adversario y al ser potestativo, el demandado no puede ni debe hacer nada contra él, por lo que
no podría ejercer su derecho de defensa; “así, cuando Chiovenda se refiere a la condición para
la actuación de la ley, le está dando al derecho de acción un carácter concreto, es decir, solo
podrá ejercerla aquella persona que tiene razón; por lo que es relativamente fácil discrepar
del profesor boloñes ahora cuando la calidad de abstracto del derecho de acción se encuentra
más o menos asentada en la doctrina“.

Por su parte Calamandrei, prosélito de la doctrina de Chiovenda define a la acción como el


derecho común a todos de pedir justicia, concibiéndolo como un derecho constitucional de
carácter abstracto.

Con Carnelutti surge la concepción contemporánea del derecho de acción, conceptualizándolo


como uno de carácter abstracto, autónomo y subjetivo; no obstante, se mantuvo la polémica en
torno a su carácter público o privado, es decir, si su sujeto pasivo era el Estado o el adversario
del accionante.

Para el maestro uruguayo Eduardo Couture: el derecho de acción es una expresión o subespecie
del derecho de petición, al que considera como un derecho genérico, universal, presente en
todas las constituciones, es el poder jurídico que tiene todo sujeto de derecho de acudir a los
órganos jurisdiccionales para reclamarles la satisfacción de una pretensión, inherente a todo
sujeto de derecho, además de ser público, por cuanto en la efectividad del ejercicio de éste
derecho está interesada la comunidad.

A manera de síntesis podemos afirmar que el derecho de acción es: de naturaleza


constitucional, inherente a todo sujeto de derechos por el sólo hecho de serlo, lo faculta a exigir
al Estado tutela jurisdiccional efectiva para un caso concreto. “Se habla entonces de un poder
jurídico que tiene todo individuo como tal, y en nombre del cual le es posible acudir ante los
jueces en demanda de amparo a su pretensión; el hecho de que ésta pretensión sea fundada o
infundada no afecta la naturaleza del poder jurídico de accionar, pueden promover
sus acciones en justicia aquellos que erróneamente se consideran asistidos de razón“.

Son caracteres propios de éste derecho el ser público, subjetivo, abstracto y autónomo. Se dice
que es de carácter público, ya que el receptor o el obligado es el Estado, quien soporta el deber
de satisfacerlo dado que su ejercicio se traduce en la exigencia de tutela jurisdiccional efectiva
para un caso concreto. Es subjetivo, porque al ser un derecho fundamental se encuentra en todo
sujeto de derechos por la sola razón de serlo. Su carácter abstracto radica en que no requiere
de un derecho material para que lo impulse, es decir se prescinde de la existencia del derecho
sustancial, pues basta con que el Estado garantice el acceso a los órganos de justicia. Por otro
lado, la autonomía del derecho de acción radica en las teorías explicativas (autonomía
dogmática) y normas reguladoras sobre su ejercicio (autonomía normativa).

EL DEBIDO PROCESO

Antecedentes preliminares:

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La génesis del debido proceso se remonta a la Carta Magna de 12153, en dónde los barones,
obispos y ciudadanos cansados de la tiranía del rey Juan se levantaron en armas y lograron que
se les otorgara una Carta de libertades.

La sección 39 de dicha Carta estableció: ningún hombre libre será aprehendido ni encarcelado
ni despojado de sus bienes ni desterrado sobre él ni mandaremos ir sobre él, si no media juicio
en legal forma efectuado por sus pares o conforme a la ley del país (law of the land o ley del
reino). La frase law of the land constituye el antecedente directo del concepto de due process of
law (debido proceso legal), que tiene, como veremos, un alcance tanto sustantivo como adjetivo.
En conclusión el debido proceso surge como un derecho de toda persona a no ser condenado
sin que medie un juicio previo.

A partir del siglo XVIII es recogida por la Constitución de los Estados Unidos de Norteamérica,
así en el año 1789 se adoptó la V enmienda que estableció: “a nadie se le privará de la vida, la
libertad o a la propiedad sin el debido proceso legal. La enmienda XIV reafirma lo establecido
con la V enmienda, al enunciar que: ningún Estado podrá privar a cualquier persona de la vida,
la libertad o a la propiedad sin el debido proceso legal”.

Para la procesalista Marianella Ledesma, “tradicionalmente la idea del debido proceso se


limitaba a un simple respeto a los procedimientos legales establecidos, sin embargo, de una
mera garantía procesal hoy se concibe como un verdadero ideal de justicia. Cooke fue el Juez
que afirmó el derecho al debido proceso, mediante la revisión judicial, el control difuso de la
ley,”, tal acontecimiento se produjo en el año 1610 al sentenciar el caso Bonham4.

Otro antecedente importante está dado por la posición desarrollada por el Juez Marshall de la
Corte Suprema de los Estados Unidos de Norteamérica en el caso Marbury contra Madyson en
donde se estableció que: “la esencia misma de la libertad civil consiste, ciertamente, en el
derecho de todo individuo a reclamar la protección de las leyes cuando ha sido objeto de daño.
Uno de los principales deberes de un gobierno es proveer ésta protección”.

La Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 consagró también la garantía al


debido proceso en su artículo 8 y 10:

Artículo 8.- Toda persona tiene derecho a un recurso efectivo ante los tribunales nacionales
competentes, que la ampare contra actos que violen sus derechos fundamentales reconocidos
por la constitución o por la ley.

Artículo 10.- Toda persona tiene derecho, en condiciones de plena igualdad, a ser oída
públicamente y con justicia por un tribunal independiente e imparcial, para la determinación de
sus derechos y obligaciones o para el examen de cualquier acusación contra ella
en materia penal.

La Convención Americana sobre Derechos Humanos (Pacto de San José), al igual que la
Declaración Universal de los Derechos Humanos, ha incluido al debido proceso en el inciso 1)
del artículo 8:

Artículo 8.- Garantías Judiciales

3 La Carta Magna es una cédula que el rey Juan 'sin tierra' de Inglaterra otorgó a los nobles ingleses el 15
de junio de 1215 en la que se comprometía a respetar los fueros e inmunidades de la nobleza y a no disponer
la muerte ni la prisión de los nobles ni la confiscación de sus bienes
4 El caso Bonham constituye el primer antecedente histórico de consagración de la. Supremacía
Constitucional (ley de tierra), por encima de las decisiones reales

13
1.- Toda persona tiene derecho a ser oída con las debidas garantías y dentro de un plazo
razonable, por un juez o tribunal competente, independiente e imparcial, establecido con
anterioridad por la ley, en la sustanciación de cualquier acusación penal formulada contra ella,
o para la determinación de sus derechos y obligaciones de orden civil, laboral, fiscal o de
cualquier carácter.

EL DEBIDO PROCESO:

Es también importante recalcar que el debido proceso tienes varias denominaciones, “las cuales
no necesariamente ostentan un contenido unívoco. Se le ha llamado: Forma de proceso, Forma
de Proceso y sentencia legal, Derecho de Audiencia en Juicio, Due Process of law, Derecho a la
tutela efectiva“.

En cuanto a la conceptualización del debido proceso, para Eduardo Oteiza, el derecho que se
comenta “invita a repensar los desafíos del Derecho Procesal en términos de desarrollo de las
ideas que han dado cuerpo a la actual legislación procesal y el resultado concreto del ejercicio
de los derechos que dicho sistema normativo posibilita ante la administración de justicia. El
debido proceso no es un concepto estático con un significado fijo, por el contrario su alcance ha
evolucionado a través del tiempo y continúa evolucionando“.

Jesús María Sanguino Sánchez refiere que “la garantía de un debido proceso constituye, por
ende una seguridad, una tutela, una protección para quien se vincula o tiene la posibilidad de
vincularse a un proceso“; es por eso que el Estado a fin de preservar la tutela jurídica de un
debido proceso debe consagrar en sus normas fundamentales los principios generales que
regulan los diferentes procesos, las funciones jurisdiccionales y la permanencia de la
administración de justicia.

Por su parte, Luis Reneé expresa que el debido proceso significa que:

a) “Ningún justiciable puede ser privado de un derecho sin que se cumpla


un procedimiento regular fijado por ley;

b) Ese procedimiento no puede ser cualquiera, sino que tiene que ser el debido;

c) Para que sea el debido tiene que dar suficiente oportunidad al justiciable de participar
con utilidad en el proceso;

d) Esa oportunidad requiere tener noticia fehaciente (o conocimiento) del proceso y de cada
uno de sus actos y etapas, poder ofrecer y producir prueba, gozar de audiencia (ser oído)”.

Es importante la opinión de Roland Arazi, quien considera que, “el debido proceso se integra
con tres principios procesales de jerarquía constitucional: igualdad ante la ley, congruencia y
bilateralidad“. Un debido proceso “supone, que el justiciable haya tenido y podido acceder a un
proceso justo y razonable, en donde haya también tenido posibilidad cierta de ejercer un
derecho de defensa razonable dentro del Principio de Bilateralidad y en un esquema
contradictorio, y al mismo tiempo con un trámite predeterminado en la legislación. Y que todo
ello dé lugar a una motivada y razonable resolución que sea coherente con lo que se pretende
sancionar, y que guarde la proporcionalidad de los hechos que describe“.

Al margen de las diversas definiciones que se puedan dar, la mayoría de tratadistas que se han
avocado al desarrollo de éste tema coinciden en considerar al debido proceso como un derecho
fundamental que se funda en la dignidad de la persona, constituido por determinadas
condiciones que deben cumplirse para asegurar la adecuada defensa de aquéllos cuyos
derechos u obligaciones vienen siendo ventilados en un proceso.

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Para el Tribunal Constitucional, el debido proceso es un derecho que: “comprende una serie de
derechos fundamentales de orden procesal, cada uno de los cuales cuenta con un contenido
constitucionalmente protegido que le es propio”; “su contenido constitucionalmente protegido
comprende una serie de garantías, formales y materiales, de muy distinta naturaleza, que en
conjunto garantizan que el procedimiento o proceso en el cual se encuentre inmerso una
persona, se realice y concluya con el necesario respeto y protección de todos los derechos que
en él puedan encontrarse comprendidos”. Es por eso que con justa razón se afirma que nos
encontramos ante un conjunto de derechos esenciales a la persona humana, los que a su vez
han configurado una suerte de mega derecho o derecho continente que contemporáneamente
ha recibido el nomen iuris de debido proceso legal.

Debido proceso formal y material:

Es aceptada tanto en la doctrina como en la jurisprudencia la afirmación de que el debido


proceso tiene dos dimensiones: la formal y la material.

En su dimensión adjetiva o formal, el debido proceso está comprendido por determinados


elementos procesales mínimos que son necesarios e imprescindibles para el establecimiento de
un proceso justo, tales como el derecho de defensa, el derecho a probar, el derecho a impugnar,
ser escuchado, entre otros. A su vez, estos elementos impiden que la libertad y los derechos de
los individuos se afecten ante la ausencia o insuficiencia de un proceso.

En éste punto es menester señalar que el debido proceso, concebido como un derecho
fundamental, no sólo tiene como campo de acción el ámbito judicial, sino que es aplicable a
cualquier tipo de procedimiento, sea este administrativo, militar o arbitral.

Así, de acuerdo a la jurisprudencia establecida por la Corte Interamericana de Derechos


Humanos, la aplicación de las garantías del debido proceso no sólo son exigibles a nivel de las
diferentes instancias que integran el Poder Judicial sino que deben ser respetadas por todo
órgano que ejerza funciones de carácter materialmente jurisdiccional. En ese sentido ha
señalado: “De conformidad con la separación de los poderes públicos que existe en el Estado de
Derecho, si bien la función jurisdiccional compete eminentemente al Poder Judicial, otros
órganos o autoridades públicas pueden ejercer funciones del mismo tipo (…). Es decir, que
cuando la Convención se refiere al derecho de toda persona a ser oída por un “juez o tribunal
competente” para la “determinación de sus derechos”, esta expresión se refiere a cualquier
autoridad pública, sea administrativa, legislativa o judicial, que a través de sus resoluciones
determine derechos y obligaciones de las personas. Por la razón mencionada, esta Corte
considera que cualquier órgano del Estado que ejerza funciones de carácter materialmente
jurisdiccional, tiene la obligación de adoptar resoluciones apegadas a las garantías del debido
proceso legal en los términos del artículo 8 de la Convención Americana”.

Este mismo criterio ha sido recogido por el Tribunal Constitucional al expresar que: “el derecho
al debido proceso, reconocido en el inciso 3 del artículo 139 de la Constitución, es un derecho
cuyo ámbito de irradiación no abarca exclusivamente el campo judicial, sino que se proyecta,
con las exigencias de su respeto y protección, sobre todo órgano, público o privado, que ejerza
funciones formal o materialmente jurisdiccionales.

Sin embargo, esta vocación expansiva del derecho al debido proceso no significa que todos los
derechos que lo conforman se extiendan, a todos los procesos o procedimientos a los que antes
se ha hecho referencia”. Pues existen ciertos derechos que conforman el debido proceso, pero
no necesariamente forman parte del debido proceso en los procedimientos ante personas
jurídicas de derecho privado, como puede ser el caso de la pluralidad de la instancia; el mismo

15
caso se presenta en el ámbito judicial, pues estos derechos varían según se trate de un proceso
civil o penal.

El debido proceso sustantivo exige, por su parte, que los actos tanto del legislador, del juez y de
la administración sean razonables y respetuosos de los derechos fundamentales, a tal punto que
su inobservancia debe ser sancionada con la inaplicación de aquel acto o con su invalidez. En el
proceso judicial, ésta labor se posibilita a través del control difuso que realiza el juez, lo que
implica que el juzgador puede declarar ineficaz la ley e inaplicarla para un caso concreto. Por
ello el debido proceso sustancial tiene por fin asegurar la razonabilidad de lo decidido en un
proceso.

Es importante recalcar lo dispuesto por el Tribunal Constitucional en cuanto a la dimensión tanto


material como formal del debido proceso, al respecto ha establecido: “El debido proceso está
concebido como aquél en el que se respetan sus dos expresiones, tanto formal como sustantiva;
en la de carácter formal, los principios y reglas que lo integran tienen que ver con las
formalidades estatuidas, tales como las que establecen el juez natural, el procedimiento
preestablecido, el derecho de defensa y la motivación; y en su expresión sustantiva, están
relacionados los estándares de razonabilidad y proporcionalidad que toda decisión judicial debe
suponer”.

El debido proceso puede también desdoblarse, citando palabras del procesalista Monroy Gálvez,
en derecho al proceso y derecho en el proceso.

“El derecho al proceso empezó a manifestarse hace ya más de siete siglos, y fue en principio el
derecho de todo ciudadano a no ser condenado sin que medie un juicio previo“. Hoy en día,
luego de una constante evolución, el derecho al proceso permite que todo sujeto tenga la
posibilidad de acceder a un proceso con la finalidad de que se pronuncie sobre su pretensión. El
derecho al proceso también implica por otra parte, que ningún sujeto de derecho pueda ser
sancionado sin que se someta a un procedimiento previo.

El derecho en el proceso implica que todo sujeto que participa en un proceso cuente con un
catálogo de derechos esenciales durante el desarrollo de éste. “Una vez que un ciudadano
empieza a involucrarse en un proceso, voluntaria u obligatoriamente, el Estado debe asegurarle
que durante su tramitación no se encuentre en desventaja para expresar su posición jurídica,
sea probando su derecho, alegando, impugnando y asegurando la ejecución de lo decidido en
definitiva“. En caso se vulneren éstos derechos, el acto que permitió dicha transgresión será
nulo.

CONTENIDO DEL DEBIDO PROCESO

En cuanto al contenido del debido proceso, y teniendo en cuenta lo expresado en líneas


anteriores en el sentido de que es considerado como un mega derecho o derecho continente,
este está constituido por los siguientes derechos: derecho al juez ordinario, derecho a la
asistencia de letrado, derecho a ser informado de la acusación formulada, derecho a un
proceso público sin dilaciones indebidas, derecho a utilizar los medios de prueba pertinentes
para su defensa, derecho a no declarar contra sí mismos y a no confesarse culpables, derecho
a la presunción de inocencia.

Diferencias entre la tutela jurisdiccional efectiva y el debido proceso:

Culminado el análisis tanto de la tutela jurisdiccional efectiva como del debido proceso, nos
corresponde exponer las posiciones de la doctrina y de nuestra jurisprudencia nacional en
cuanto a las diferencias que existen entre ambas instituciones jurídicas.

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Un sector de la doctrina estima que ambos derechos son equivalentes o idénticos; Empero, otros
consideran que entre la tutela jurisdiccional efectiva y el debido proceso existe una relación
de género a especie, siendo el primero (tutela jurisdiccional efectiva) la abstracción, mientras
que el debido proceso vendría a ser la manifestación concreta del primero, es decir ubican el
derecho al debido proceso dentro de la tutela jurisdiccional efectiva. No obstante ello, hay
quienes consideran que será la hermenéutica judicial la que determine el alcance de los
mencionados derechos.

En la Sentencia Constitucional emitida en el Expediente N° 8123-2005-PHC/TC, nuestro Supremo


Tribunal ha establecido lo siguiente: “(…) la tutela judicial efectiva como marco objetivo y el
debido proceso como expresión subjetiva y específica, ambos previstos en el artículo 139, inciso
3, de la Constitución Política del Perú. Mientras que la tutela judicial efectiva supone tanto el
derecho de acceso a los órganos de justicia como la eficacia de lo decidido en la sentencia, es
decir, una concepción garantista y tutelar que encierra todo lo concerniente al derecho de
acción frente al poder-deber de la jurisdicción, el derecho al debido proceso, en cambio, significa
la observancia de los derechos fundamentales esenciales del procesado, principios y reglas
esenciales exigibles dentro del proceso como instrumento de tutela de los derechos subjetivos.”

Para la doctrina española la tutela jurisdiccional efectiva está contenida en el debido proceso,
en cuanto a la jurisprudencia existen dos tendencias: “la primera que considera al debido
proceso como aquella garantía integrada por los elementos del Art. 24.2 C.E., que es uno de los
elementos de la tutela judicial efectiva, y la segunda que el concepto de debido proceso como
sinónimo de tutela judicial sin indefensión, una forma más de referirse al derecho a la
jurisdicción“. Sin embargo, hay quienes consideran que ambas posiciones adoptadas por la
jurisprudencia ibérica no es adecuada, ya que se trata de derechos distintos, con orígenes y
ámbitos de aplicación diferenciados; como mencionamos anteriormente, la tutela jurisdiccional
efectiva tiene su génesis en la Europa Continental luego de culminada la Segunda Guerra
Mundial, mientras que el debido proceso surge del derecho anglosajón con la Carta Magna de
1215; en cuanto a su ámbito de aplicación, la tutela jurisdiccional efectiva opera en los procesos
de jurisdicción, por el contrario, el debido proceso es aplicable no sólo al proceso judicial sino a
los procedimientos administrativos, arbitrales, militares y particulares.

Finalmente es válido concluir que tanto la tutela jurisdiccional efectiva como el debido proceso
son derechos fundamentales, inherentes a la dignidad humana y que representan
el valor supremo que justifica la existencia del Estado y sus objetivos, constituyendo el
fundamento esencial de todos los derechos que con calidad de fundamentales habilita el
ordenamiento, sin el cual el Estado adolecería de legitimidad y los derechos carecerían de un
adecuado soporte direccional.

PROCESO DE CONOCIMIENTO
Generalidades:

Se considera un conjunto de actos jurídicos procesales realizados por todos los sujetos
procesales con la finalidad de resolver un conflicto intersubjetivo de intereses o solucionar una
incertidumbre jurídica y conseguir la paz social en justicia, debemos señalar que en el presente
curso desarrollaremos la normatividad procesal civil que regula el más importante de los
procesos civiles que se caracteriza por la complejidad de los conflictos que se resuelven por un
tercero imparcial, que viene a ser el Juez, ASIMISMO en esta clase de procesos, los plazos son

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más largos que en los demás procesos civiles regulados por nuestro Ordenamiento Adjetivo,
tales como el Proceso Abreviado, Sumarísimo, Único de Ejecución y Cautelar.

El proceso de conocimiento propiamente dicho es el más importante de los procesos civiles que
regula nuestro Código Adjetivo, específicamente, desde el artículo 475º al 485º del código
procesal civil. Asimismo el en su art. 476, correspondiente a la postulación del proceso, señala
que el proceso de conocimiento se inicia con la actividad regulada en la Sección Cuarta.

La existencia del proceso se justifica porque no se puede concebir una sociedad donde no exista
conflicto de intereses con relevancia jurídica (proceso contencioso) o incertidumbre jurídica
(proceso no contencioso) siendo su objetivo restablecer la paz perturbada por el conflicto o
despejar la duda respecto de un derecho no reconocido por la sociedad.

Para iniciar un proceso contencioso como lo es el proceso de conocimiento, el Estado le otorga


al ciudadano el Derecho de Acción que viene a ser la facultad de iniciar un proceso si es que lo
desea. De igual manera el Estado otorgar el Derecho de Contradicción a favor de quien ha sido
demandado, todo ello dentro de un debido proceso entendido éste como las garantías mínimas
que deben tener los justiciables (partes) dentro del proceso.

EL PROCESO DE CONOCIMIENTO

Definición:

Es considerado como "El proceso-patrón, modelo o tipo, en donde se ventilan conflictos de


intereses de mayor importancia, con trámite propio, buscando solucionar la controversia
mediante una sentencia definitiva, con valor de cosa juzgada que garantice la paz social". El Dr.
Ticona Postigo nos indica lo siguiente: "Se trata de un tipo de proceso en el que se tramitan
asuntos contenciosos que no tengan una vía procedimental propia y cuando, por la naturaleza o
complejidad de la pretensión, a criterio del juez, sea atendible su empleo conforme lo señale el
Art. 475º del CPC."

Otras definiciones del PROCESO DE CONOCIMIENTO como "El proceso que tiene por objeto la
resolución de asuntos contenciosos que contienen conflictos de mayor importancia o
trascendencia; estableciéndose como un proceso modelo y de aplicación supletoria de los
demás procesos que señale la ley" (concepción propia del proceso de conocimiento).

Como Abogado, se puede definir al proceso de conocimiento como proceso modelo por
excelencia porque su aplicación es extensiva a todas aquellas controversias que carezcan de un
trámite específico. Inclusive, las reglas del proceso de conocimiento se aplican supletoriamente
a los demás procesos; esta clase de procesos se caracteriza por la amplitud de plazos de las
respectivas actuaciones procesales en relación con otros tipos de procesos.

Además la naturaleza de las pretensiones que en él se pueden ventilar complejas y de gran


estimación patrimonial o que versan sobre derechos de gran trascendencia que ameritan un
examen mucho más profundo y esmerado por parte del órgano jurisdiccional, refleja su
importancia dentro del contexto jurídico.

CARACTERÍSTICAS DEL PROCESO DE CONOCIMIENTO

Las características que encontramos dentro del PROCESO DE CONOCIMIENTO según el doctor
Alarcón Flores, son las siguientes:

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a) TELEOLÓGICO.- Esto dado a que el Proceso de Conocimiento es esencialmente finalista,
porque busca en definitiva, la solución de los conflictos de intereses, mediante una
sentencia con valor de cosa juzgada.
b) PROCESO MODELO.- Esta sea tal vez la característica más importante de este proceso; ya
que según él se guiaran y/o regirán las falencias que se adviertan los otros tipos de
procesos. El PROCESO DE CONOCIMIENTO viene a constituir la columna vertebral de todo
el sistema procesal. Todos los institutos como demanda, contestación, excepciones y
defensas previas, rebeldía, saneamiento procesal, conciliación, medios probatorios,
alegatos, etc.
c) IMPORTANCIA.- Es el más importante de todos, porque en él se tramitan todos los
asuntos de mayor significación, mayor trascendencia, así por ejemplo, se tramitan en
proceso de conocimiento las causas cuyo valor superan las 1000 URP unidades de
referencia procesal los conflictos que son inapreciables en dinero, las controversias que
no tengan vía procedimental propia y además, cuando por la naturaleza y complejidad de
la pretensión, el juez considere atendible su empleo.
d) TRAMITE PROPIO.- La ley procesal se ha esmerado en darle al proceso de conocimiento
un trámite propio; brinda a los justiciables plazos máximos, le ofrece todas las garantías
tanto en la acción como en la defensa, le permite plantear excepciones, defensas previas
y hacer uso de todos los medios probatorios e impugnatorios. Este proceso no se parece
a ninguno por el contrario, los demás toman de él, algunos institutos en forma sucinta,
condensada y recortada.
e) COMPETENCIA.- El proceso de conocimiento es de competencia exclusiva del Juez Civil
(Juez Mixto donde no haya especialización), contrario a lo que sucede con otros tipos de
procesos abreviado, sumarísimo y no contencioso, que comparten la competencia, entre
el Juez de Paz Letrado y el Juez Civil (Juez Mixto); según sea la cuantía.
f) AUTENTICIDAD.- El proceso de conocimiento es el más auténtico de todos; esta
característica va de la mano principalmente de la característica de que es un TIPO
MODELO (característica número 2); es auténtico porque no deviene de otros tipos de
procesos y no copia algún aspecto de estos.

CLASIFICACIÓN DEL PROCESO DE CONOCIMIENTO

El proceso de CONOCIMIENTO o de cognición tiene como objeto inicial la pretensión del actor,
es decir, el derecho que aquel estima que tiene y que pretende que se declare y que puede ser
una mera declaración de un derecho preexistente (acción declarativa), la creación de un nuevo
derecho (acción constitutiva) o la condena al cumplimiento de una obligación (acción de
condena), de ahí que surgen los tres (3) tipos de objetos del proceso de cognición: el mero
declarativo, el declarativo constitutivo y el declarativo de condena y por ende también
las acciones y las sentencias declarativas, constitutivas y de condena.

 PROCESOS DE CONOCIMIENTO CUYO OBJETO ES UNA ACCION DECLARATIVA: Por este


tipo de proceso, lo que el actor pretende es el reconocimiento de un derecho o relación
jurídica sin que este reconocimiento conlleve alguna prestación, es decir el objeto de
una mera declaración de un derecho que existe y que lo que se pretende es su
confirmación, ejemplo (mejor derecho de propiedad) de este tipo de proceso
fundamentalmente son los que pretende el dominio de un bien y en los cuales no se
discute más que la confirmación del derecho del actor.
 PROCESOS DE CONOCIMIENTO CUYO OBJETO ES UNA ACCIÓN CONSTITUTIVA: El objeto
es crear o constituir una situación jurídica nueva, no existente y que se logra por medio

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de la sentencia judicial, un ejemplo puede ser las acciones de (divorcio o de filiación) en
las cuales a través de la decisión del juzgador, la persona que era casada cambia a un
status de soltería o divorciado y aquel que legalmente no era padre de un hijo es
declarado como tal.
 PROCESOS DE CONOCIMIENTO CUYO OBJETO ES UNA ACCION DE CONDENA: Por este
proceso, a través de la sentencia se determina el cumplimiento de una prestación por
parte del demandado, es decir se impone al demandado-deudor la obligación de
determinadas prestaciones a favor del demandante-acreedor y que pueden consistir en
dar, hacer o no hacer.

PLAZOS MÁXIMOS APLICABLES A ESTE PROCESO SON:

1. Cinco días para interponer tachas u oposiciones a los medios probatorios, contados
desde la notificación de la resolución que los tienen por ofrecidos.
2. Cinco días para absolver las tachas u oposiciones.
3. Diez días para interponer excepciones o defensas previas, contados desde la
notificación de la demanda o de la reconvención.
4. Diez días para absolver el traslado de las excepciones o defensas previas.
5. Treinta días para contestar la demanda y reconvenir.
6. Diez días para ofrecer medios probatorios si en la contestación se invoca hechos no
expuestos en la demanda o en la reconvención, conforme al Artículo 440.
7. Treinta días para absolver el traslado de la reconvención.
8. Diez días para subsanar los defectos advertidos en la relación procesal, conforme al
Artículo 465.
9. Veinte días para la realización de la audiencia conciliatoria, conforme al Artículo 468.
10. Cincuenta días para la realización de la audiencia de pruebas, conforme al segundo
párrafo del Artículo 471.
11. Diez días contados desde realizada la audiencia de pruebas, para la realización de las
audiencias especial y complementaria, de ser el caso.
12. Cincuenta días para expedir sentencia, conforme al Artículo 211.
13. Diez días para apelar la sentencia, conforme al Artículo 373.

ETAPAS DEL PROCESO DE CONOCIMIENTO:

I. POSTULATORIA
II. PROBATORIA
III. DECISORIA / RESOLUTORIA
IV. IMPUGNATORIA
V. EJECUCION.

DIFERENCIAS ENTRE PRECRIPCION Y CADUCIDAD:

La prescripción es una institución jurídica de regulación legal, en virtud de la cual, se adquieren


o se extinguen derechos, por haberse agotado un término de tiempo fijado por la ley.
La caducidad se define como la extinción del derecho a la acción por el transcurso del tiempo.

Es necesario tener presente que tanto la prescripción como la caducidad son instituciones
de derecho sustancial que constituyen mecanismos de extinción de diversas situaciones
jurídicas con el transcurso del tiempo. De este modo, más allá de su relevancia procesal como

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excepciones en el Código Procesal Civil, su lugar y su estudio corresponde al Derecho Civil, razón
por la cual ambas instituciones jurídicas son debidamente reguladas en el Libro VIII del Código
Civil de 1984, desde el artículo 1989º hasta el artículo 2007º. Esto último tiene especial
repercusión en sede Casatoria, pues al tratarse de normas jurídicas de derecho material, su
interpretación errónea o inaplicación puede ser revisada a través del recurso de casación. Lo
mismo que no ocurriría en caso que la Corte Suprema considerara que se trata de instituciones
jurídicas de naturaleza procesal, que por su naturaleza no pueden ser objeto de análisis a través
de dicho recurso.

Para que el efecto extintivo propio de la prescripción opere debe ser requerido voluntariamente
por quien pretende favorecerse con ella.

En este sentido, una vez vencido el plazo legal, de acuerdo al artículo 2002º del Código Civil y en
función a los tipos de situaciones jurídicas tuteladas en el artículo 2001º, no basta con que el
tiempo haya transcurrido, sino que es imprescindible que esta prescripción ganada sea alegada
por la parte interesada para que la extinción misma opere. De este modo, la prescripción opera
de una manera especial, configurando un fenómeno sustancial que se perfecciona a nivel
procesal. Por su parte, la caducidad, según el artículo 2007º, opera automáticamente por el
mero transcurso del plazo legal; es decir, transcurrido el último día del plazo correspondiente a
cada situación jurídica tutelada, el efecto extintivo se produce lo quiera o no la parte interesada.
(Casación Laboral 16967-2015-Lima).

MEDIOS DE DEFENSA

LA TACHA

La tacha es el instrumento procesal por el cual se cuestiona a los testigos, documentos y pruebas
atípicas. Dicha cuestión probatoria tiene por finalidad quitarle validez a las declaraciones
testimoniales, o restarle eficacia probatoria a los documentos y/o pruebas atípicas.

Con respecto a la tacha de documentos, ésta tiene por finalidad restarle eficacia probatoria al
documento mismo, mas no al acto jurídico contenido en él. Esto es, la tacha documentaria
buscará que el documento no sea tenido en cuenta para probar la materia controvertida, ello se
desprende de los artículos 242 y 243 del Código Procesal Civil.

De tales artículos también se puede deducir que las causales por las cuales se puede tachar un
documento son: a) falsedad, y b) la ausencia de una formalidad esencial que para el documento
la ley prescribe bajo sanción de nulidad.

Tacha de documento:

Muchas veces los abogados fundamentan Tachas contra documentos en causales de invalidez
del acto jurídico, o en hechos muy distantes a los previstos en el Código Procesal Civil. Esto
origina que un gran número de tachas sean declaradas improcedentes o infundadas.

Al parecer, tal resultado se debe a que la mayoría de abogados no conoce con exactitud las
causales y formas de tachar un documento.

En consecuencia, no procederá tachar un documento por causales sustentadas en la nulidad o


anulabilidad del acto jurídico, o en hechos de extemporaneidad o impertinencia de la prueba.
Ello, además, ha sido afirmado por la Corte Suprema en la Casación Nº 1357-96/Lima.

Causales de la tacha documentaria:

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Tal como expresamos, las causales por las cuales se puede tachar un documento son: a)
falsedad, y b) la ausencia de una formalidad esencial que para el documento la ley prescribe
bajo sanción de nulidad. Ahora bien ¿qué implica la falsedad del documento?, ¿cómo se prueba
la falsedad?

Antes de dar respuesta a la pregunta planteada, debemos tener claro el concepto de falsedad y
de falsificación. Para dicho efecto seguiremos a Guillermo Cabanellas.

La falsedad es la inexactitud o malicia en las declaraciones y dichos. En tanto que, la falsificación


es la adulteración o imitación de alguna cosa con finalidades de lucro o con cualquier otro
propósito. Por ello, cuando se ha efectuado una falsificación se produce también una falsedad.

En tal sentido, un documento es falso cuando lo consignado en él no concuerda con la realidad.


En consecuencia, un documento que contiene datos inexactos o es falsificado podrá ser tachado
bajo la causal de falsedad.

Por ello si la otra parte presenta como prueba un documento en el que se ha fingido la letra,
firma o rúbrica del otorgante; aparecen personas que no intervinieron en el acto; se atribuye
declaraciones o manifestaciones distintas a las hechas; se falta a la verdad en la narración de los
hechos; se alteran las fechas verdaderas; el documento podrá ser tachado bajo la causal de
falsedad.

Cómo se prueba la falsedad:

Depende de la naturaleza del documento, es decir, si es público o privado. En efecto, la prueba


para desvirtuar la eficacia probatoria de un documento público no será la misma que se utilice
para tachar un documento privado o una copia simple.

Ello porque en los procesos de conocimiento y abreviado las tachas documentarias se acreditan
con cualquier clase de prueba. Sin embargo, en los procesos sumarísimos y no contenciosos las
tachas se acreditan con pruebas de actuación inmediata.

Prueba de Tacha en los procesos de conocimiento y abreviado

En los procesos de conocimiento y abreviados las tachas se acreditan con cualquier clase de
pruebas.

En consecuencia, si se tacha un documento público, la prueba idónea para demostrar la falsedad


de tal documento será una pericia grafotécnica o, en su defecto, un informe del funcionario
público respectivo en el cual se exprese que el documento tachado es falso. Tal informe, por
disposición del artículo 239 del Código Adjetivo, se presumirá como auténtico.

Las copias certificadas de documentos públicos pueden tacharse por la falsedad de los sellos y
firmas del funcionario que certificó dichas copias. Para probar tales falsedades se podrá ofrecer
una pericia grafotécnica o en su defecto el reconocimiento de la firma y/o sello por el funcionario
que certificó el documento impugnado. Otra prueba pude ser que el funcionario que certificó
tal copia presente un informe en el cual se pronuncie sobre la autenticidad de los sellos y la
firma de la copia del documento.

Para probar la falsedad de la firma o letra en los documentos privados se deberá ofrecer un
cotejo entre el documento a tachar y alguno de los documentos previstos en el artículo 257 del
Código Procesal Civil.

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Si el objeto de la tacha es probar la falsedad de una copia simple de un documento, sea público
o privado, se tendrá que presentar para el cotejo respectivo el documento original o copia
certificada del mismo.

OPOSICION:

La prueba es, sin duda alguna, el tema medular del proceso civil, toda vez que casi toda la
actividad de las partes está dirigida a crear convicción en el juzgador acerca de la veracidad de
los hechos alegados que sustentan la pretensión; mientras que la actividad del juzgador
igualmente está enderezada a obtener certeza sobre los mismos a fin de emitir un fallo arreglado
a derecho.

De ahí que, entre las normas procesales, se hayan considerado ciertas reglas que permitan un
control y manejo adecuado de la actividad probatoria, con el objeto de excluir del análisis de la
prueba cualquier cuestión que tienda a distorsionar o perturbar dicho análisis, sea por falsedad
o nulidad de los medios de prueba que se ofrezcan, por su impertinencia o irrelevancia respecto
del asunto discutido, o por cualquier otro motivo fundado.

Así, el Código Procesal Civil regula aunque en escasos artículos (300 a 304), las denominadas
cuestiones probatorias, que no son otra cosa que herramientas procesales que pueden utilizar
las partes para cuestionar o poner en tela de juicio la procedencia de algún medio probatorio y,
consecuentemente, evitar su actuación o restarle mérito probatorio. Estas cuestiones
probatorias son las tachas y las oposiciones.

La Oposición a los Medios Probatorios

La oposición es una cuestión probatoria al igual que la tacha, que como su nombre lo indica
permite a la parte interesada oponerse a los medios probatorios ofrecidos por la contraparte
con el objeto de que dichas pruebas no sean actuadas o, si lo son, evitar que se les asigne eficacia
probatoria al momento de resolverse la controversia.

Según el artículo 300 de la norma procesal la oposición procede contra las siguientes pruebas:
la declaración de parte, la exhibición de documentos, la pericia y la inspección judicial, así como
también contra los medios probatorios atípicos.

Es decir que no cabe oposición contra la declaración de testigos, ni contra el cotejo de


documentos u otras actuaciones vinculadas a ellos diferentes a la exhibición.

Que debemos tener en cuenta para oponerse a las pruebas:

Cuando el artículo 300 del Código Procesal Civil establece que se puede formular oposición a la
actuación de una de declaración de parte, a una exhibición, a una pericia, a una inspección
judicial o a un medio probatorio atípico, de seguro que más de un operador del Derecho se habrá
preguntado cuáles son las causales o motivos para oponerse a la actuación de tales pruebas.

Para dar respuesta a dicha interrogante será necesario, en primer lugar, determinar cuándo
procede ofrecer cada una de estas pruebas y cuáles son sus requisitos de admisibilidad, para
luego, en segundo lugar, poder concluir si las pruebas admitidas por el juez han cumplido con
los requisitos de procedencia y de admisibilidad, o si son pertinentes o relevantes respecto de
la cuestión discutida en un caso concreto.

En efecto, si una parte ofrece como prueba de su pretensión una declaración de parte
(obviamente de la contraparte), la exhibición de un documento, una pericia o una inspección
judicial, sin cumplir con las formalidades de procedencia o de admisibilidad establecidas en la

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norma procesal, sin duda que por dicho motivo se podrá formular oposición a los referidos
medios probatorios.

Asimismo, se podrá formular oposición si tales pruebas no son pertinentes para acreditar los
hechos que dan sustento a la pretensión, o si son irrelevantes o no tienen ninguna conexión con
los mismos; o, igualmente, si aquéllas para un caso o tipo de proceso específico no están
permitidas por la ley procesal.

De la misma manera, procederá la oposición si es que las pruebas ofrecidas tienen por finalidad
acreditar hechos no controvertidos, hechos admitidos por los sujetos procesales, hechos
notorios, hechos que caen en la esfera de la cosa juzgada, hechos presumidos por la ley, o con
la probanza del derecho nacional; es decir, si es que están incursos en los casos de impertinencia
y de improcedencia establecidos en el artículo 190 del Código Procesal Civil.

Oposición a la Declaración de Parte:

Considerando que es un requisito para la admisibilidad la declaración de parte quien la ofrece,


asimismo debe adjuntar el pliego interrogatorio respectivo, está claro que una de las razones
por las que se puede fundar la oposición es precisamente la ausencia de dicho pliego de
preguntas, lo cual se puede acreditar constatando que en autos no obra dicho documento.

Asimismo, consideramos que en caso de haberse admitido la declaración de parte por contar
con su respectivo pliego de preguntas, en el momento de la actuación de este medio de prueba
cabe la oposición contra las preguntas que se formulen y que sean irrelevantes o impertinentes
para la solución del conflicto de intereses.

Por otra parte, debe quedar claro que la declaración de parte no es admisible en los procesos
de ejecución de resoluciones judiciales y en los procesos de ejecución de garantías, puesto que
en dichos procesos la única prueba que se admite son los documentos, razón por la cual si es
que se ofreciese esta prueba o si el juez la admitiese, la otra parte podrá formular la
correspondiente oposición argumentando su inconducencia.

Como es obvio, procederá la oposición si es que la declaración de parte tiene por finalidad
acreditar hechos no controvertidos, hechos admitidos por los sujetos procesales, hechos
notorios, hechos que caen en la esfera de la cosa juzgada, hechos presumidos por la ley, o si con
esta prueba se pretende acreditar el derecho nacional.

Oposición a la Exhibición:

Para que el juez ordene la exhibición de un documento que está en poder de un tercero o de la
otra parte, se requiere:

a) que el peticionante adjunte al escrito respectivo copia del documento a exhibirse;


b) que se pruebe que el documento está en poder del tercero o de la otra parte; y,
c) que el documento a exhibirse sea pertinente o relevante para acreditar el hecho
controvertido.

Asimismo, si se solicitase la exhibición de un documento que está en poder de una persona


jurídica o de un comerciante, el solicitante deberá expresar en la forma más exacta posible, el
interés y el contenido del mismo, debiendo guardar dicho documento relación con el proceso.

La oposición a la exhibición de documentos puede sustentarse, en principio, en la impertinencia


o irrelevancia del documento para acreditar la cuestión controvertida; así, por EJEMPLO, si en
un proceso de otorgamiento de escritura pública se ordena que el demandado exhiba el

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contrato que suscribió con el abogado que redactó el contrato de compraventa, el demandado
podrá oponerse a dicha exhibición por considerar que tal documento no es pertinente o
relevante para la solución de la Litis.

Igualmente se podrá oponer a la exhibición cuando ésta sea de difícil o imposible realización
como cuando se trata de documentos sobre los cuales se debe guardar secreto, reserva o
confidencialidad.

Asimismo, la oposición podrá estar fundada tanto en que el peticionante no ha acreditado la


existencia del documento a exhibirse por el tercero o por la otra parte, como cuando el
peticionante no hubiera cumplido con adjuntar la copia del documento, o cuando los datos
identificatorios del mismo no fueran suficientes para determinarlos.

Por otra parte, es preciso mencionar que también procede la oposición a la exhibición de un
documento público, si el mismo pudo ser presentado al proceso por el propio peticionante, pues
al ser un documento al cual todas las personas pueden tener acceso, entonces resultará
improcedente que una parte solicite su exhibición, puesto que él mismo al tener acceso a dicho
documento ha debido presentarlo al proceso. Así, por EJEMPLO, si en un proceso ejecutivo se
ordena a pedido de parte la exhibición de un acta de protesto, el ejecutante podrá oponerse
manifestando que dicha acta pudo ser adjuntada al proceso por el ejecutado.

Distinto sería si se peticiona la exhibición de la matriz de un documento público, en este caso


debido a que la parte solicitante no tiene la posibilidad de presentarlo al proceso, entonces sí
procederá la exhibición de dicha matriz. Así, por ejemplo, se podrá solicitar la exhibición de la
matriz de una escritura pública, la cual obra en el registro notarial.

Por último, procederá la oposición si es que la exhibición de documentos tiene por finalidad
acreditar hechos no controvertidos, hechos admitidos por los sujetos procesales, hechos
notorios, hechos que caen en la esfera de la cosa juzgada, hechos presumidos por la ley, o si con
dicho medio de prueba se pretende acreditar el derecho nacional.

Oposición a la Actuación de la Prueba Pericial:

De conformidad con el artículo 262 del Código Procesal Civil, la prueba pericial procede cuando
la apreciación de los hechos controvertidos requiere de conocimientos especiales de naturaleza
científica, tecnológica, artística u otra análoga.

Para que el juez admita la prueba pericial, el peticionante al momento de ofrecerla debe cumplir
con indicar con claridad y precisión, los puntos sobre los cuales versará el dictamen, la profesión
u oficio de quien debe practicarlo y el hecho controvertido que se pretende esclarecer con el
resultado de la pericia.

Ahora bien, en cuanto a la oposición, se deben tener en cuenta tanto los requisitos de
procedencia y de admisibilidad de la prueba pericial, a tal punto que si el juez acepta una pericia,
la otra parte para oponerse a dicha prueba deberá examinar si los hechos que se pretenden
probar con la pericia requieren de conocimientos científicos, tecnológicos, artísticos u otros
análogos. En consecuencia, si los hechos a probar con la pericia no requieren de conocimientos
especiales, entonces es evidente que dicha prueba va ser inútil para los fines del proceso.

En el supuesto que los hechos controvertidos requieran de conocimientos especiales, la otra


parte para efectos de la oposición debe verificar que se hayan cumplido con todos los requisitos
de admisibilidad de la prueba pericial. En tal sentido, si es que el peticionante no hubiese
cumplido con indicar o precisar los puntos sobre los que se debe basar el dictamen pericial, o la

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profesión u oficio de quien debe realizarlo o el hecho controvertido que se pretende esclarecer
con la pericia, es evidente que el ofrecimiento de dicha prueba pericial deviene en inadmisible,
razón por la cual si la pericia fue admitida por error, la otra parte podrá oponerse dando a
conocer al juez los defectos advertidos.

Por otra parte, tal como hemos manifestado líneas arriba, en los procesos de ejecución de
resoluciones judiciales y ejecución garantías solo es admisible la prueba documentaria, por ende
la admisión en dichos procesos de una pericia daría lugar a que se interponga una oposición
contra dicha prueba, por estar prohibida por la ley procesal para la ejecución de la pretensión.

Igualmente, procederá la oposición si es que la pericia tiene por finalidad acreditar hechos no
controvertidos, hechos admitidos por los sujetos procesales, hechos notorios, hechos que caen
en la esfera de la cosa juzgada, hechos presumidos por la ley, o si con este medio se pretende
probar el derecho nacional.

Oposición a la Actuación de una Inspección Judicial

La oposición a la inspección judicial puede estar fundamentada en la inutilidad de la inspección


por haberse acreditado el hecho con otras pruebas ofrecidas por la parte, así como cuando en
el proceso judicial se pretende ofrecer una inspección judicial para que el juez certifique la
ubicación exacta de un inmueble, cuando dicha ubicación se desprende de la partida registral
del referido inmueble adjuntada al expediente.

Entonces la oposición puede basarse en la limitación legal de medios probatorios que descarta
la práctica de una inspección judicial, como es el caso de los procesos de ejecución en los cuales
se prohíbe la admisión de la inspección judicial como prueba válida para acreditar o desvirtuar
la pretensión.

Por último y al igual que en los casos anteriores, procederá la oposición si es que la pericia tiene
por finalidad acreditar hechos no controvertidos, hechos admitidos por los sujetos procesales,
hechos notorios, hechos que caen en la esfera de la cosa juzgada, hechos presumidos por la ley,
o si con este medio se pretende probar el derecho nacional.

Ahora bien la inspección judicial procede cuando el juez debe apreciar personalmente los hechos
relacionados con los puntos controvertidos.

NOTAS:

 Artículo 190.- Pertinencia e improcedencia.-

Los medios probatorios deben referirse a los hechos y a la costumbre cuando ésta
sustenta la pretensión. Los que no tengan esa finalidad, serán declarados improcedentes
por el juez.

Son también improcedentes los medios de prueba que tiendan a establecer:

 Hechos no controvertidos, imposibles, o que sean notorios o de pública evidencia;


 Hechos afirmados por una de las partes y admitidos por la otra en la contestación de la
demanda, de la reconvención o en la audiencia de fijación de puntos controvertidos.

Sin embargo, el juez puede ordenar la actuación de medios probatorios cuando se trate
de derechos indisponibles o presuma dolo o fraude procesales;

 Los hechos que la ley presume sin admitir prueba en contrario; y

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 El derecho nacional, que debe ser aplicado de oficio por los Jueces. En el caso del derecho
extranjero, la parte que lo invoque debe realizar actos destinados a acreditar la existencia
de la norma extranjera y su sentido.

La declaración de improcedencia la hará el juez en la audiencia de fijación de puntos


controvertidos. Esta decisión es apelable sin efecto suspensivo. El medio de prueba será actuado
por el juez si el superior revoca su resolución antes que se expida sentencia. En caso contrario,
el superior la actuará antes de sentenciar.

Entonces el Proceso de Conocimiento es un proceso amplio, lleno de instituciones procesales y


principalmente es de carácter Contencioso y por tanto para realizar su estudio, debemos se
definirá más adelante el proceso contencioso.

ESQUEMA PROCESAL DEL PROCESO DE CONOCIMIENTO:

Distinguimos al PROCESO DE CONOCIMIENTO como "El proceso que tiene por objeto la
resolución de asuntos contenciosos que contienen conflictos de mayor importancia o
trascendencia; estableciéndose como un proceso modelo y de aplicación supletoria de los
demás procesos que señale la ley".

LA RECONVENCIÓN: Concede al demandado la facultad de interponer una contra demanda al


demandante, siempre que la vía procedimental lo permita.

Cuando el demandado reconviene no asume una actitud de defensa, sino que se trata de un
verdadero contraataque. Por ello se dice, que la reconvención o contrademanda es la demanda
del demandado.

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EXCEPCIÓN PROCESAL: o defensa de forma, es el medio de defensa a través del cual el
demandado denuncia la existencia de una relación jurídica inválida (proceso inválido), por
haberse omitido o presentado defectuosamente un PRESUPUESTO PROCESAL o, la imposibilidad
de que el Juez se pronuncie válidamente sobre el fondo del asunto por haberse omitido o
presentado defectuosamente una CONDICIÓN DE LA ACCIÓN.

LA TACHA: Es el medio impugnatorio que tiene por finalidad enervar o desvirtuar el valor
probatorio de un medio de prueba. La tacha se interpone contra:

 Testigos: puede ser tachado si se encuentra incurso en algunas de las prohibiciones


contenidas en el Art. 229 o en las causales previstas en los Arts.305 y 307, en cuanto sean
pertinentes.
 Documentos: puede ser tachado por encontrarse viciado de nulidad o falsedad. La nulidad
se produce cuando al documento le falta un requisito formal esencial establecido en la
ley. La falsedad se presenta cuando el documento es apócrifo o está adulterado.

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PROCESO DE CONOCIMIENTO [EN PRIMERA INSTANCIA]

 Plazo para contestar la demanda: 30 días.


 Reconvención: si hay.
 Plazo para contestar la reconvención: 30 días.
 Excepciones: 10 días.
 Plazo para contestar excepciones: 10 días.
 Tachas u oposiciones a las pruebas: 05 días.
 Plazo para absolver tachas u oposiciones: 05 días.
 Plazos especiales del emplazamiento: 60 o 90 días.
 Saneamiento: 10 días.
 Audiencia conciliatoria: 20 días. (*).
 Audiencia de pruebas: 50 días.
 Alegatos: 05 días.
 Sentencias: 50 días.
 Plazos para apelar la sentencia: 10 días.

PROCESO DE CONOCIMIENTO [EN SEGUNDA INSTANCIA]

 Traslado de apelación: 10 días.


 Adhesión al recurso de apelación: si hay.
 Traslado de la adhesión: 10 días.
 Pruebas: si hay.
 Audiencia de pruebas: se fija fecha.
 Vista de la causa e informe oral: 10 días.
 Plazo para sentenciar: no hay.
 Devolución de expediente (si no hay Recurso de Casación): 10 días.

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