Sumado a esto, aunque con un menor participación en el total de pérdidas, pero con el
agravante de ser una etapa más avanzada, lo cual implica que el desperdicio del producto
esté asociado a una mayor cantidad de recursos invertidos, se tiene que la fase de
comercialización de productos alimenticios se caracteriza por: previsiones erróneas de
oferta/demanda, mal uso o no uso de embalajes, formas de apilamiento que no tienen en
cuenta las características y susceptibilidades de los productos y, en general, esquemas de
almacenamiento obsoletos que dan lugar a una gran cantidad de desperdicios. Además, en
esta fase, resulta de especial interés señalar que las causas del desperdicio varían según el
tipo y tamaño de agente comercializador (grandes almacenes de cadena, centros de
distribución que no son de cadena y las tradicionales tiendas de barrio). Finalmente, y
estando estrechamente ligados a la fase de comercialización, aparecen los desperdicios
que ocurren en la etapa final de consumo, en donde se ha evidenciado mediante diversos
estudios xxx, la amplia influencia que tiene el tipo de agente comercializador en las
decisiones de consumo de los hogares, lo cual, unido a las imposiciones del estilo de vida
actual, terminan por generar una alta tasa de producción de desechos orgánicos.