La educación y la ética son conceptos que van de la mano pues ambos tienen la misma
importancia, ya que dichos conceptos hacen hincapié al engrandecimiento del hombre a
través del desarrollo de sus capacidades intelectuales y la armonía con los vínculos
sociales. Cuando decimos esto, nos referimos a que el fin de los medios de la ética es llevar
al hombre a un estado de convivencia ideal, por ende, un profesional debe saber que la
educación es la base para forjar los valores, en este caso, la universidad juega un papel
muy importante, ya que es ahí donde un individuo adquiere aprendizajes, ya sean
culturales, de uso, producción y comportamiento. De esta manera, alcanzamos un nivel de
conciencia moral regida por criterios racionales y anhelos de vida propios y colectivos.
Dentro de esta perspectiva, debemos señalar que las personas se construyen a sí mismas
en lo colectivo y lo individual, ello debido a que allí se configuran los significados de la
existencia que son el deber, el ser y el hacer, significados que van unidos porque uno de
ellos nos habla sobre el conocimiento que adquirimos a través del tiempo, el otro sobre las
convicciones propias y por último sobre el actuar que se va aplicar cuando se ejerza dicha
profesión.
Aquí podemos ver como el deber, el ser y el hacer se ponen en práctica, y cómo nos hace
dudar de cómo debería ser el accionar de un profesional ante un hecho trágico.
Así como este ejemplo, la vida de un profesional va enfrentar diferentes situaciones que
muchas veces lo hará dudar de su accionar, y donde entrarán a tallar todo aquel
conocimiento que ha adquirido en cuanto avalores, por ello es importante que tenga un
back up de la educación aprendida y así pueda evitar caer en hechos que denigren su
profesión.