Fiestas
Por qué querer tanto
al diablo del Carnaval
La autora de este artículo es riosuceña y cuadrillera.
Esta vez cuenta en primera persona qué es el Carnaval
de Riosucio, que justo se celebra por estos días, del 4 al
8 de enero. Hoy es día de cuadrillas.
S on las 6:30 de la mañana y la
alarma suena. Desde que la
puse han pasado, si acaso, cinco
horas. Porque aunque uno sabe que hay
que levantarse temprano, el sábado antes
hay que saludar al diablo y después bai-
lar una que otra canción del artista de la
noche. Maelo Ruiz esta vez. Si no me
levanto ya, no llego a tiempo al desfile,
que sale a las 11:00 de la mañana, es
decir, hay que estar a las 10:00.
Primero el maquillaje, y eso se demora.
La cuadrilla este año se llama Caerán
rayos y centellas. Luego el body, luego la
falda, luego las botas, luego poner el
celular y la plata en el bolsillo que mi tía,
que es la costurera, me hace escondido
entre la falda por experiencias pasadas en
las que uno aprende que siempre hay que
llevar celular y plata, por si se cansa con
los zapatos o se le cae la capa y la mamá
no está por ahí cerca. Porque a uno dis-
frazado, o por lo menos a mí, me da
mamitis: supongo que es el calor y un
desfile que dura más de dos horas en el
que casi nunca sientes nada mientras
pasa, pero que te tiene todas las dolencias
acumuladas para el final: te estorba la
falda, tienes ampollas, odias el tocado. El
tocado es lo último que me pongo. Este
año tengo miedo: pesa mucho.
LA FIESTA
Se llama Carnaval de Riosucio y no del
Diablo, como lo llaman a veces. Si
quiere ver a un riosuceño enojado, llá-
melo así. Eso porque el diablo es solo
un símbolo, uno de los tantos que tiene
14 Domingo, 6 de enero de 2019
I MÓNICA QUINTERO RESTREPO
la fiesta. Hace días le pregunté a Óscar
Wilson Cruz Trejos, el presidente de la
Junta del Carnaval, por qué nos moles-
taba tanto que fuera del diablo, si tanto
queremos a su majestad, y él explicó
que nombrarlo de esa manera sería
hacer una lectura reducida. El Carnaval
es una suma de elementos como las cua-
drillas, la literatura matachinesca, la
búsqueda de identidad.
Entonces hay que comprender su signi-
ficado para no pensar que es una fiesta
satánica o demoniaca. Ese ser de cachos
y cola es, para nosotros, un mito, y no
tiene nada que ver con el malo, el de la
religión católica. Es más, si hay algo
emocionante es ver algunos curas que lle-
gan a Riosucio y entienden el símbolo y
hasta adornan la puerta de la casa cural
Fotos archivo EL COLOMBIANO
con su imagen o con elementos carnava-
lescos. Ha pasado.
El presidente sigue diciendo: el diablo
de Riosucio fue capaz de unir dos pue-
blos bajo el manto de la danza, la poesía,
la ironía, el disfrute, la sátira. Es bueno,
regaña si le toca, denuncia si es el caso.
Y hay que irse bien atrás y a la funda-
ción de Riosucio, que nos la sabemos
los riosuceños desde bien chiquitos:
eran dos pueblos vecinos, La Montaña y trasladarlos al sitio para que dejaran de Y es en esa calle cuando uno sabe que
El Real de Minas de Quiebralomo, que ser enemigos, pero eso no pasó: hicie- está en Carnavales: un río de gente trata
se disputaban el pedazo de tierra donde ron una cerca divisoria y cada uno cons- de subir o bajar para cambiar de parque.
está el municipio. El primero era de truyó su iglesia y su plaza. Por eso es Cuando una cuadrilla desfila por esa
indígenas y el segundo de blancos y que Riosucio tiene dos iglesias y dos calle está terminando, y es también uno
esclavos. Así que a dos párrocos, José plazas, una casi al frente de la otra, de los momentos más bonitos: ya has
Bonifacio Bonafont y José Ramón separadas por una calle, la del caminado más de hora y media, pero ya
Bueno (en serio que a uno nunca se le Comercio, que es donde estaba la cerca casi se acaba y ahí hay mucha gente,
olvidan sus nombres), se les ocurrió que se derribó en 1846. esperándote. Abres la capa, bailas, son-