COLECCIÓN AUSTRAL
N.o 1452
ï
PEDRO LAÍN ENTRALGO
A QUÉ LLAMAMOS
ESPAÑA
SEGUNDA EDICIÓN
ESPASA-CALPE, S. A.
MADRID
Ediciones especialmente autorizadas por el autor para la
COLECCIÓN AUSTRAL
Primera edición: 27 - IV - 1971
Segunda edición: 22 - IV - 1972
© Pedro Lain Entralaó, 1971
Espasa-Calpe, 8. A., Madrid
Printed in Spain
Acabado de imprimir el dia 22 de abril de 1972
Talleres tipográficos de la Editorial Espasa-Calpe, S. A.
Carretera de Irún, km. 12,200. Madrid-34
ÍNDICE
Página*
Advertencia previa 9
Dedicatoria 11
I.—Mosaico multiforme 15
II.—Modos de ser y de vivir. 58
III.—Vida conflictiva 122
IV.—A qué llamamos España 152
ADVERTENCIA PREVIA
tir del siglo xvill, son legión los españoles que para
existir en público con dignidad y prestigio —con
lo que ellos consideran dignidad y prestigio— ne-
cesitan disfrazarse de sí mismos, quiero decir de
«españoles tradicionales»; y bajo la relativa nive-
lación cualitativa que la inmigración interior y la
frecuencia de los viajes van estableciendo en el
cuerpo de nuestra sociedad, a partir del siglo xix
irán surgiendo, como titulares de otros tantos mo-
dos de vivir más o menos implicados entre sí, los
españoles secularizados, los españoles regionaliza-
dos y los españoles que sólo saben serlo a través
de su «espíritu de cuerpo». A grandes rasgos, ¿no
es éste el mosaico vital de la España del siglo XX?
Varias piezas deben ser explícitamente nom-
bradas todavía entre las integrantes de la Iberia
castellanizada: Aragón, Extremadura, Valencia,
Murcia. Con sus dos niveles extremos y su nivel
intermedio —por debajo, el popular y tosco del
baturro; por arriba, el egregio y exquisito que,
como en relación de nomología con los frutos de sus
vegas, ha dado a España y al mundo la vida arago-
nesa: Fernando el Católico, los Argensola, Gra-
dan, Luzán, Goya, Cajal, Asín Palacios, Sender y
Buñuel; entre uno y otro, los de Joaquín Costa y
Moneva Puyol—, castellanizado ha sido, mirado en
su conjunto, el vivir histórico de Aragón. Y toda-
vía más, pese al considerable andalucismo de su
parte meridional, el de Extremadura.
Valencia es caso aparte. Fuertemente castella-
nizado en habla y vida a lo largo del eje Utiel-
Requena-Villena-Monóvar, el país valenciano ha
conservado entre esa franja y el mar, con su
lengua vernácula, una acusada peculiaridad: jo-
cundidad vital, llaneza y tendencia a la expresión
barroca, en las vegas y llanuras huérfanas de Va-
lencia; mayor finura y sutileza mayor para las
artes de la vida, en las villas alicantinas del monte
y de la costa. En todo caso, un modo de vivir que
A QE7É LLAMAMOS ESPAÑA
mi
difiere no poco del catalán, pese a la similitud de
la lengua. Más allá de Requena, Villena y Orihuela
se extiende la tierra de Albacete y Murcia, sobre la
cual la castellanía manchega y la agudeza levan-
tina se suceden una a otra o se mezclan entre sí.
Y con el mar de por medio, la existencia insular,
tan distinta una de otra, pese a lo que en ambas
pongan la común españolía y la común insularidad,
de los baleares y los canarios (1).
Si tantos son los modos y estilos de la vida de
España; si, por añadidura, la instancia rectora de
su unificación, el vivir y el mando de Castilla, hizo
crisis en el siglo xvn, ¿podrá no ser internamente
conflictiva, mientras los españoles no sepamos re-
formarnos a nosotros mismos, la realización his-
tórica y social de nuestros destinos?
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HASTA EL NÚMERO 1432
* Volumen e x t r a
NÚM. 1452.-7
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