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Incendios forestales y deforestación en México: Una

perspectiva analítica
IV. INCENDIOS Y DEFORESTACIÓN EN MÉXICO

1. Deforestación

Los bosques y selvas, siendo el soporte del inmenso patrimonio biológico de México y la fuente de un flujo valiosísimo
de bienes y servicios ambientales, han estado sometidos a un extenso proceso de destrucción, como resultado de un
contexto institucional caracterizado por derechos de propiedad insuficientes sobre la tierra, problemas de propiedad
común o libre acceso y por la ausencia de mecanismos que valoren económicamente (valor indirecto, intrínseco o de
existencia) los bienes públicos que estos representan o generan (bienes y servicios ambientales). En ello también
influyen sus características ecológicas y dasonómicas que limitan su valor comercial (valor de uso directo), lo que
reduce la renta esperada de las tierras forestales e incentiva su transformación en milpas y potreros. Estas y otras
causas entrelazadas operan a través de la pobreza, oferta inadecuada de instituciones locales, fragilidad y baja
resilencia de los ecosistemas y presiones demográficas.

Nuestro país contaba originalmente con cerca de 22 millones de hectáreas de selvas húmedas o bosques tropicales
perenifolios5 (los ecosistemas terrestres de mayor diversidad y productividad biológica). Hoy en día, difícilmente restan
más de 800 mil hectáreas dispersas en la región Lacandona, en los Chimalapas y en algunos manchones aislados e
inaccesibles en Veracruz y otras regiones de Oaxaca. Se ha perdido más de la mitad de los bosques templados de
coníferas, encinos y otras especies de hoja ancha (álamos, fresnos, ailes, etc.), que llegaban a cubrir alrededor de 50
millones de hectáreas; sobreviven las masas de mayor importancia en Chihuahua y Durango, así como en el eje
volcánico.

De las selvas caducifolias (que pierden su follaje durante el estiaje), que antes ocupaban buena parte de la vertiente
del Pacífico desde el sur de Sonora hasta Chiapas y la cuenca del Balsas, en una superficie cercana a los 16 millones
de hectáreas, se mantiene menos de la tercera parte. De los bosques mesófilos o selvas de niebla, que antiguamente
abarcaban partes medias y altas de las sierras en su vertiente que da al mar, desde el sur de Tamaulipas, las
Huastecas, Sierra Norte de Puebla, Sierra Juarez, el Soconusco, los Loxichas y algunas áreas de la Sierra Madre del
Sur en Guerrero, permanece una fracción difícil de cuantificar, pero evidentemente pequeña con respecto al total
original. También es difícil estimar la pérdida en bosques de mangle que se han desarrollado en torno a lagunas
costeras.

La deforestación y consecuente desaparición de ecosistemas de bosques y selvas se ha dado fundamentalmente a


partir de la década de los treintas, cuando se pusieron en marcha las políticas agrarias más significativas de la
posrevolución, y se aceleró el crecimiento demográfico. Hoy en día, la deforestación persiste a ritmos muy elevados,
que ubican a nuestro país entre los primeros en el planeta en lo que se refiere a este dudoso honor. Los datos oficiales
más recientes reportan tasas anuales de deforestación superiores a las 500 mil hectáreas, con mucha mayor incidencia
en el sur y sureste de México (donde paradójicamente sobreviven los ecosistemas más valiosos). Otras estimaciones
han llegado a ubicar las tasas de deforestación en cerca de 1.5 millones de hectáreas anuales.

Deforestación anual por regiones

Región

Deforestación (miles ha)

Noreste

92.3

Noroeste

96.3

Occidente

62.1

Centro

67.5

Sureste

189.8

Total

508.0

Fuente: SEMARNAP
2. Incendios

El fuego es el instrumento más importante a través del cual se conduce el proceso de deforestación, y se utiliza
ampliamente en el territorio nacional sobre todo en el sur y sureste.

Desde tiempos prehispánicos, y como una de las herencias más persistentes e imbatibles, el fuego es quizá la
herramienta de trabajo rural de mayor importancia en grupos campesinos tradicionales. El fuego economiza el esfuerzo
personal y demanda poco capital y tecnología. Se aplica para desmontar y remover la vegetación natural y dar espacio
a cultivos (básicamente a las milpas) o a áreas de pastoreo, con el beneficio adicional de incorporar algunos nutrientes
al suelo que provienen del material orgánico calcinado.

La versión benigna (cada vez menos usada) de esta práctica conlleva la utilización de líneas gurdafuego que
supuestamente impiden que los incendios se propaguen más allá del predio donde se practica el desmonte. Así, se
desarrolla la agricultura nómada de roza-tumba-quema que implica abandonar los terrenos después de una o dos
cosechas, una vez que se ha perdido la fertilidad y el suelo ha sido presa de la erosión; se procede entonces a la
quema y desmonte de nuevas áreas.

Esta agricultura itinerante se ha practicado durante milenios, y en un escenario de baja densidad poblacional permitía
la recuperación natural de los terrenos abandonados después de varias décadas, lo que aseguraba cierta estabilidad al
sistema. Sin embargo, en contextos de escasez de tierras, altas pendientes, suelos erosionables y fuertes presiones
demográficas, ha configurado una espiral funesta de productividad en declive, mayor pobreza y destrucción de
ecosistemas.

La deforestación por medio del fuego no siempre se reconoce como incendio forestal, aunque regularmente se llevan a
cabo miles de quemas y desmontes de bosques y selvas para fines agrícolas y ganaderos. No alcanzan el apelativo
popular de incendios forestales debido quizá a tres razones: cada uno afecta a pocas hectáreas o decenas de
hectáreas; es posible identificar con facilidad a los responsables (generalmente campesinos dueños, avecindados o
colonos); y, no desbordan los terrenos destinados a ser deforestados durante una temporada en particular. Por medio
de estos incendios no reconocidos como tales se pierden, presumiblemente, entre 200 mil y 400 mil hectáreas al año.

A partir de ahí, cuando los terrenos destinados a ser desmontados alcanzan superficies más considerables, cuando el
fuego se expande más allá de lo previsto y cuando el hecho llega a ser del conocimiento de la opinión pública,
entonces recibe el apelativo formal de incendio y entra a formar parte de las estadísticas del sector forestal. De
acuerdo a datos oficiales, estos incendios han dado cuenta cada año de una superficie promedio entre 100 mil y 500
mil hectáreas. En 1998 se llegó a una cifra total de incendios reconocidos que asciende a 14,000, los cuales afectaron
más de 582 mil hectáreas; de ellas 405 mil son ecosistemas forestales y el resto pastizales.

Debe enfatizarse que los incendios en países desarrollados (de Europa y Norteamérica) son resultado
fundamentalmente del descuido de paseantes o del vandalismo, o bien de otro tipo de causas accidentales. Allá, las
zonas afectadas se recuperan con el tiempo por estar asegurado normativamente el uso forestal del suelo. De hecho,
en Estados Unidos, Canadá y Europa se ha incrementado considerablemente la superficie forestal en las últimas
décadas,, como consecuencia de una menor superficie ocupada por la agricultura dada una productividad creciente en
este sector.

Por ello, las comparaciones no son procedentes. En México los incendios son en su mayoría provocados, y casi toda la
superficie afectada se pretende destinar o se destina a la agricultura o ganadería (por lo general de subsistencia) lo
que garantiza su degradación ecológica y erosión (excepción notable es el área azotada por el huracán Gilberto en
Quintana Roo e incendiada deliberadamente en 1989). Este desenlace se presenta con mayor intensidad en la medida
de que se trate de áreas con altas pendientes y fuertes precipitaciones.

A pesar de esta realidad y de sus profundas causas económicas, institucionales y demográficas que hemos señalado,
en México los incendios generalmente se consideran fatalidad natural (como el fenómeno de El Niño) u obra de
paseantes irresponsables o de conductas vandálicas y demenciales. Pareciera ser que el propósito de semejante
interpretación es escindir al problema de sus causas, ya que resulta preferible admitir ser presa del infortunio que tener
que enfrentarse a un escenario muy complejo.

3. Impacto en la Biodiversidad

Así más del 50% de la cubierta vegetal original del país se ha perdido, lo que ha provocado la reducción drástica de
hábitat a nivel nacional. Los indicadores más contundentes del daño ecológico son la extinción de especies y el
incremento en el número de las amenazadas.

Número de especies extintas en México de 1600 a la fecha

Grupo Número de especies Principales causas


extintas

Plantas superiores Destrucción de hábitat


11

Peces (dulceacuícolas) Destrucción de hábitat


16

Anfibios y reptiles Destrucción de hábitat


2

Aves Destrucción de hábitat


10

Mamíferos Cacería, destrucción de hábitat


10

Fuente: INE

Grupo y número de especies terrestres en riesgo

Grupo
En Endémicas Amena- Endémicas Raras Endé- Protec- Endémicas
peligro en peligro zadas amena-zadas micas ción protección
raras especial especial
Mamíferos
32 13 31 87 47 44 11 0
Aves
30 20 84 28 122 6 8 3
Reptiles
13 3 40 71 84 224 29 13
Anfibios
1 6 7 34 38 97 2 14
Peces
10 49 10 51 5 15 0 0
Invertebrados
10 11 11 0 0 0 18 1
Plantas
56 66 159 168 186 219 31 12
Hongos
10 0 9 0 28 0 6 0

Fuente: INE

Aunque no existen inventarios completos de flora y fauna por estado, hay bases de datos sobre ciertos grupos de
especies construidas por la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad que pueden ser usados
como indicadores que aproximen la riqueza y diversidad biológica de cada entidad federativa. Si éstos se cotejan con
la información estatal sobre incendios y superficie afectada total durante el período 1970-1998, podremos lograr una
mejor documentación del problema y, en particular, de la secuencia incendios-superficie afectada-deforestación-
destrucción de hábitat-extinción de especies-pérdida de la biodiversidad. Basta para ello aceptar la correlación entre
las cifras reportadas oficialmente sobre incendios y superficie afectada con el alcance del proceso de deforestación en
cada estado.

Esto lo ejemplifica el caso de Chiapas, entidad que presenta el indicador más alto en especies de flora; el tercero en
especies de mamíferos; el tercero en especies de aves; y, el primero en otras especies de fauna consideradas (ver
cuadro anexo). Chiapas observa también el tercer indicador más alto en lo que se refiere a especies amenazadas o en
peligro. Es fácil concluir que esta riqueza biológica sufre de enormes presiones por destrucción de hábitat si advertimos
que la entidad ocupa el primer lugar en superficie afectada por incendios en términos absolutos y el segundo lugar en
superficie afectada relativamente a la extensión total del estado.

Estado No. de Sup. Sup. No. de No. de No. de Otras Especies Areas críticas de deforestación por incendios
especies
incendios1 Afectada Afectada especies especies especies amenazadas
Aves4
(1970-1998) total1 1970- total1 Flora2 Mamíferos3 Fauna5 o en peligro 6
1998 (ha) 1970-1998
/ Sup.
Estatal
(has)

Aguascalientes Sierra Fría

252 23,419 0.045 307 38 89 153 0

Baja California San Pedro Mártir y Valle de los Cirios

1,230 252,994 0.034 495 85 292 455 27

Baja California Sur Area Serrana de Comondú y Vizcaíno

69 4,482 0.001 348 64 258 333 7

Campeche Calakmul y Chenes

783 26,892 0.005 184 71 281 264 13

Coahuila Sierra de Arteaga, Sierra del Burro, Sabinas y Sierra del Carmen

899 475,482 0.031 724 107 275 509 47

Colima Volcanes y Costa

693 34,558 0.067 152 86 318 358 14

Chiapas Fronteriza, Marqués de Comillas, Pichucalco-Palenque, Altos y Cañadas

6,618 652,171 0.089 1687 166 628 1672 98

Chihuahua Barrancas del Cobre y Tarahumara

10,219 408,053 0.016 952 129 329 832 31

D.F. San Nicolás Totolapan, Topilejo, Salvador Cuautenco, Santa Ana Tlacotenco, Dinamos, San Lorenzo Acopilco y Ajusco

21,416 88,787 0.579 403 63 222 539 13

Durango Canelas, La Flor-Sta. Ma. Acotán, Tepehuanes-Guanacevi

7,009 450,614 0.037 813 120 308 903 31

Guanajuato Sierra de Guanajuato, Sierra de Lobos, Cuenca de la Esperanza, Sierra Gorda, Sierra de Purahua, Pinal del Zamorano

574 45,581 0.015 337 55 256 253 8

Guerrero Costa Grande, Centro, Costa Chica y Norte

4,583 144,074 0.023 930 115 476 1273 60

Hidalgo Tulancingo-Acaxochitlán, Sierra Norte Huasteca, Sierra Gorda y Molango

2,789 39,055 0.019 565 97 236 811 29

Jalisco Tomatlán-Vallarta, Centro Sur, Zona Sur, Meseta de Tapalpa

7,842 492,905 0.063 1073 163 481 1093 47

México Sierra de las Cruces, Sierra del Nevado, Izta-Popo, Sierra de Zempoala, Sierra de las Goletas, Zona limítrofe de los
Santuarios de la Mariposa Monarca
49,119 290,938 0.136 996 82 281 668 35

Michoacán Santuarios de la Mariposa Monarca, Cd. Hidalgo-Agostitlán, Pátzcuaro-Tacámbaro, Meseta Purépecha-Tanzítaro y Costa

21,476 278,520 0.048 756 128 460 717 39

Morelos Huitzilac-Zempoala, Tetela del Volcán, Tlanepantla

10,373 49,771 0.101 433 86 274 949 28

Nayarit Mesa del Nayar, Jala-Jomulco, Islas Marías, San Blas-Tuxpan

1,649 161,124 0.060 688 97 407 764 29

Nuevo León Santiago, China, Galeana, La Encantada

683 114,864 0.021 782 91 252 824 38

Oaxaca Valles Centrales,Sierra Sur, Chimalapas, Chacahua y Sierra Juárez

3,106 210,729 0.023 1706 191 687 1435 115

Puebla Izta-Popo, Malinche, Zacatlán-Chigna-huapan, Libres-Teziutlán, Serdán-Pico de Orizaba, Mixteca-Sierra Negra

8,874 96,289 0.028 763 120 367 962 47

Queretaro Sierra Gorda

685 31,609 0.028 312 67 181 146 13

Quintana Roo Punto Put y Frontera Sur

1,486 329,031 0.066 194 82 340 382 13

San Luis Potosí Huasteca

1,000 125,843 0.020 719 140 469 851 40


Sinaloa Sierra Madre Occidental, Costa

1,583 83,386 0.015 484 105 460 723 10

Sonora Sierra de Alamos

523 234,670 0.013 640 128 456 932 19

Tabasco Sierra de Tenosique, Sierra de Teapa y Tacotalpa y Zona de Manglar

139 41,201 0.017 316 79 370 742 20

Tamaulipas Aldama, Abasolo, Soto la Marina, Casas, Valle de Jaumave, R.B. el Cielo

416 145,510 0.019 617 149 444 816 38

Tlaxcala Malinche

4,109 45,939 0.114 137 28 89 91 0

Veracruz Huaycocotla, Los Tuxtlas, Uxpanapa, Sierra de Zongolica, Misantla, Cofre de Perote, Pico de Orizaba

3,093 32,455 0.005 1384 170 664 2490 116

Yucatán Punto Put

353 20,217 0.005 257 86 343 484 20

Zacatecas Región de Villa de Cos, Sierra de Moronea, Valparaiso y Ocotán

709 167,335 0.023 410 115 154 243 8

TOTAL

174,352 5,598,498 0.029 20,564 3,303 11,147 23,667 1,053

1. SEMARNAP. Subsecretaría de Recursos Naturales. Dirección General Forestal


2. CONABIO. Conteo Estatal. Incluye Pteridofitas, Quercus, Agavaceae, Commeelinaceae, Compositae, Graminae,
Lamiaceae y Nolinaceae.
3. CONABIO, Conteo Estatal. Incluye mamíferos terrestres y mamíferos voladores.
4. CONABIO. Conteo Estatal.
5. CONABIO, Conteo Estatal. Incluye Araneae, Odonata, Apoidea, Formicidade, Vespidae, Papillionidae, Mecoptera
entre otros Invertebrados.
6. Flores, V. O. y Geréz, P. 1994. Biodiversidad y conservación en México: vertebrados, vegetación y uso del suelo.
Incluye flora, mamíferos y aves.

Esta situación se refleja también en otros estados con fuertes presiones por incendios y superficie afectada y que a la
vez poseen indicadores importantes de biodiversidad; entre ellos podemos señalar a Jalisco, Oaxaca, México,
Michoacán y Guerrero, entre otros. En el cuadro anexo se señalan también las regiones de cada estado que registran
en la actualidad las tendencias más marcadas de deforestación.

4. Emisión de Gases de Efecto Invernadero

Los incendios y la deforestación, además de provocar la extinción de especies, y cancelar la oferta de bienes y
servicios ambientales que ofrecen los ecosistemas de bosques y selvas, son la más importante fuente de emisiones de
gases invernadero (CO2) en México.

Inventario de Emisiones de Bióxido de Carbono en México


Fuente: Inventario Nacional de Emisiones de Gases de Efecto Invernadero Actualizado para 1990. México, 1996.

El total de emisiones de gases de efecto invernadero en México, de acuerdo al inventario actualizado para 1996 es de
460 millones de toneladas anuales, de las cuales 444 corresponden a bióxido de carbono. Esto hace que nuestro país
se clasifique entre las quince naciones del mundo con mayores emisiones, contribuyendo con aproximadamente el 2%
del total global.

Los costos de este proceso de quema y deforestación del territorio nacional son muy elevados y muy difíciles de
valorar. Se contrastan de manera dramática con los beneficios que generalmente es posible obtener, por ejemplo, con
el cultivo itinerante de maíz. En pendientes pronunciadas y suelos pobres, con dificultad se producen apenas 500 kg de
maíz por hectárea al año, lo que representa un ingreso equivalente anual de entre 400 y 600 pesos que sólo se puede
sostener durante muy pocos años.

5. Estimaciones del Costo de los Incendios Forestales.

Como ya se ha señalado, la ola de incendios producida en 1998, arrasó un total de 582 mil hectáreas. De ellas, 405
694 correspondieron a ecosistemas forestales y el resto a pastizales.

Es posible hacer un ejercicio de estimación sobre los costos que significan estos incendios retomando los valores
económicos mostrados anteriormente para bosques y selvas de México. Aunque estas cifras tienen obvias limitaciones
y deben tomarse con un fuerte grano de sal, permiten adquirir una primera perspectiva de la magnitud económica del
impacto ocasionado.

Dentro de los costos relacionados con la afectación de bienes y servicios ambientales, hay que tomar en cuenta el
efecto de los incendios sobre productos forestales, como la pérdida de recursos maderables. Es por ello que se incluye
la estimación por unidad de área del acervo maderero del país, realizada por el INEGI en 1995.

Del total de hectáreas incendiadas de bosques y selvas podemos considerar que aproximadamente la mitad
corresponden a bosques y selvas tropicales y la otra a templados. El uso de las cifras citadas perfila varios escenarios
de costo.

Costos estimados generados por los incendios forestales en México 1998

Costos por pérdidas de


bienes y servicios
Superficie afectada Valor unitario de los ambientales Valor unitario Costos por
(hectáreas) bienes y servicios de los pérdidas de
ambientales (USD/ha/año) activos activos
(millones USD/año) forestales forestales
(USD/ha) (millones USD)
Adger, et al., Constanza, Adger, et al., Constanza, INEGI, 1995 INEGI, 1995
1995 * et al., 1997 1995 * et al., 1997 (USD/ha) ** (USD/ha) **

Bosques tropicales
507 2 007 103 407 2 536 514
202 847

Bosques templados
181 302 37 61 2 536 514
202 847

Total
-- -- 140 468 -- 1 028
405 694

*se presenta la mediana de las cifras estimadas por el autor


** acervo de bienes maderables
Fuente: Adger, et al, 1995, Constanza, et al., 1997, INEGI, 1995. (op. cit.)

De este ejercicio se desprende que el costo de las pérdidas económicas totales producidas por los incendios forestales
en México en 1998 puede oscilar entre 140 y 1 028 millones de dólares. Este costo será mayor si se incrementa la
proporción de bosques tropicales afectados.

Aunque el intervalo de variación es grande, lo cual eleva la incertidumbre, no cabe duda que el costo del fuego para
nuestro país representa una cifra considerable, que tendrá que ser considerada como un imperativo para el diseño de
políticas ambientales, agrarias y agropecuarias, que tiendan a confrontar el problema de los incendios y la
deforestación.

De hecho, a pesar de la incertidumbre en las cifras, el costo contrasta con la escala de presupuestos oficiales asignados a la
conservación de bosques y selvas, en los rubros de áreas naturales protegidas y combate a incendios forestales, que en total no
sobrepasa los 300 millones de pesos (30 millones de dólares). En la medida en que estas cifras estimadas se aproximen a la realidad,
las pérdidas económicas derivadas de los incendios pueden llegar a ser entre 3 y 30 veces mayores que el monto total del
presupuesto dedicado a los ecosistemas forestales. Esta situación denota una grave distorsión en la asignación de los recursos
presupuestales oficiales.

El gobierno es culpable de la desaparición de bosques y selvas en México

De muy diversas maneras, durante décadas, la política oficial ha promovido una acelerada deforestación. 03 febrero 2004

Acción de Bosques y selvas contra la deforestación en México

Decenas de activistas construyen un monumental letrero para alertar acerca de la deforestación en México.

Lagunas de Zempoala, México — "La falta de una política clara de conservación y buen uso de los recursos forestales en nuestro
país ha provocado una pérdida alarmante de nuestros bosques en los últimos 50 años", señaló Greenpeace al demandar una política
oficial coherente y responsable.

México vive una situación de emergencia ante la acelerada y dramática desaparición de sus bosques y selvas. A pesar de que en las
últimas cinco décadas la superficie forestal se redujo a la mitad, lo cual pone en riesgo a muchos otros recursos como la captación
de agua, el gobierno mexicano permanece indiferente. La falta de políticas públicas claras y coherentes en este sector ocasionan que
cada año, según estadísticas oficiales, México pierda 785 mil hectáreas de bosques y selvas. Lo anterior significa que cada minuto
desaparece una superficie boscosa del tamaño de dos canchas de futbol. Según la FAO, esta es la quinta tasa de deforestación más
grave del planeta, sólo superada por las de Brasil, Indonesia, Sudán y Zambia.

Por este motivo, Greenpeace exigió hoy al gobierno de México que asuma como una prioridad la defensa y el cuidado de bosques y
selvas. Como parte de su demanda, los ambientalistas se trasladaron a una de las zonas del país más afectadas por la deforestación:
la Sierra de Zempoala, en Huitzilac-Ocuilan, Estado de México. Ahí, en Ocoyotongo, un paraje de 100 hectáreas totalmente
devastado por talamontes, colocaron una gran señal de "SOS".

"La falta de una política clara de conservación y buen uso de los recursos forestales en nuestro país ha provocado una pérdida
alarmante de nuestros bosques en los últimos 50 años" afirmó Héctor Magallón, coordinador de la campaña de bosques y selvas de
Greenpeace. "De continuar así, el gobierno será responsable de que en los próximos sesenta años desaparezcan todos nuestros
bosques y selvas", añadió Alejandro Calvillo, director de Greenpeace México.
Lo que ocurre con los bosques es parte de la problemática del campo, el sector más abandonado de nuestro país, al que en los
últimos años se le han disminuido drásticamente los apoyos. "Mientras no exista una política congruente de apoyos al campo, y en
especial al sector forestal, nuestros bosques (y la gente que vive en ellos) seguirán siendo la víctima", agregó Magallón.

Otra importante causa de la pérdida de bosques y selvas es la tala ilegal. Se estima que hasta 70 por ciento de la madera que se
comercializa en México proviene de bosques explotados en forma ilícita.

"Si en verdad quiere resolver el problema de la deforestación en nuestro país, el gobierno debe impulsar una política de compras
ambiental y socialmente responsable", afirmó Alejandro Calvillo. "En lugar de gastar más de mil millones de pesos durante 2003 en
productos fabricados con madera seguramente obtenida de manera ilegal y destructiva, debería invertir ese dinero en comprar
madera de comunidades que hacen un buen manejo de sus bosques. Sólo apoyando a estas comunidades se pueden salvar nuestros
bosques y selvas".

En todo el mundo, la pérdida del hábitat ocasionada por la deforestación es la principal causa de extinción de especies. Este hecho
resulta especialmente grave en México, por ser uno de los países con mayor diversidad biológica en el mundo.

Pero no sólo las epecies de flora y fauna son expulsadas de su entorno, también las personas que viven en bosques y selvas de
nuestro país. En su mayoría son pobres y dependen de ese ecosistema para mantener su nivel de vida.

Asimismo, la deforestación ocasiona la pérdida de otro elemento, indispensable para la vida: el agua. La desaparición de esos
ecosistemas agrava la escasez de este recurso e incrementa la erosión del suelo por efecto del viento y la lluvia, lo cual propicia
deslaves de tierra e inundaciones en las tierras bajas.

· Se encuentra a tan sólo cinco kilómetros de las lagunas de Zempoala, en la Sierra de Zempoala, Hutzilac-Ocuilan, una de las nueve
"zonas de ingobernabilidad" según la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa).

· Tiene una superficie de 100 hectáreas, que se encontraban cubiertas por bosque de oyamel.

· El paraje pertenece a la comunidad de San Juan Atzingo, municipio de Ocuilan, Estado de México.

· Tras ser talado ilegalmente, el año pasado los talamontes (provenientes de otras comunidades) incendiaron el paraje y abandonaron
siete mil metros cuadrados de madera.

· Después de esto, los miembros de la comunidad de San Juan Atzingo (con apoyo de la Profepa) cercaron el paraje, plantaron pinos,
hicieron brechas cortafuegos y cordones de retención de suelo.

· A pesar de esto, los talamontes siguen extrayendo madera de este lugar.

Las Buenas Noticias también son Noticia


Baja el índice de deforestación en México Viernes, 17 de Diciembre de 2004

Comisión Nacional Forestal. Durante el periodo 2000-2005 México registra una tasa promedio de deforestación de 314 mil
hectáreas anuales, de acuerdo con el Informe sobre la Evaluación de los Recursos Forestales en el Mundo 2005 (FRA-2005, por sus
siglas en ingles), que integra cada cinco años la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Para elaborar el informe FRA-2005, diversas instancias del gobierno federal mexicano desarrollaron un trabajo conjunto apegado
estrictamente a la metodología única que estableció la propia FAO para todos los países.

Al presentar hoy en la Ciudad de México los resultados del informe FRA-2005, especialistas de la Comisión Nacional Forestal
(CONAFOR) y del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) explicaron la metodología aplicada, la cual
permitió determinar que la tendencia confirmada de la deforestación durante la década 1990-2000 fue de 401,000 hectáreas anuales,
y que para el periodo 2000-2005 se estima en 314,000 anuales, lo que representa un importante cambio en la acelerada tendencia de
deforestación que el país tuvo durante la década de los años 70.

"Pasar de 631,000 hectáreas con datos de 1965 y 1944, a una de 401 mil para la década 1990-2000 da un promedio de 314,000
hectáreas para los primeros cinco años de la década actual es una buena noticia", aseguro el Ing. Alberto Sandoval Uribe, Gerente de
Inventario Forestal y Geomática de la Comisión Nacional Forestal, quien explicó que el estudio sobre la dinámica de cambio en la
vegetación FRA-2005 es obtener estadísticas para reportar a la FAO la situación de los bosques en México, contribuir a la
formulación de la política forestal mexicana e informar a la sociedad sobre el estado de los recursos forestales del país.

México utilizó la información generada por el INEGI para calcular las existencias de bosques y otras tierras boscosas de 1990 y
2000. La estimación de la cifra de 2005, de acuerdo con la metodología de la FAO, se proyectó sobre la base de la información
mencionada.

Durante este acto, la CONAFOR presentó también el resultado del Estudio sobre la Dinámica de Cambio de la Vegetación Forestal
de México, que será la base para articular el Informe sobre la Evaluación de los Recursos Forestales en el Mundo 2005 (FRA-2005)
que integra FAO cada cinco años, el cual se conforma sobre la base de la información que reporta cada país. Para ello la FAO ha
establecido una metodología confiable y única, a la que los países deben apegarse para formular su reporte.
México se apega a lineamientos internacionales en materia de inventarios forestales

México se ha apegado a esos lineamientos para aportar de manera compatible con los demás informes de la comunidad
internacional, entregando información más precisa, confiable, comparable con los inventarios existentes y por venir. Su principal
utilidad será el apoyo para diseñar y operar, sobre bases certeras y sistematizadas, las políticas y estrategias del desarrollo forestal
nacional.

Como resultado de este estudio se extrapolaron los datos de las existencias de vegetación forestal para los años 1990 y 2000, así
como la proyección de las existencias estimadas para 2005.

Para ello se tomó como base de estimación la cartografía de usos del suelo y vegetación de los años 1993 y 2002, así como
información sobre los programas forestales desde 1990 registrada por la SEMARNAP y posteriormente la SEMARNAT, la
CONAFOR y el PROCAMPO.

Entre la información que se obtuvo se destaca el cálculo de la cifra de deforestación que se estima en 314,000 hectáreas anuales
para el periodo 2000-2005.

Estos resultados muestran un fenómeno de desaceleración de la tendencia de pérdida de la vegetación forestal de México, lo cual se
explica, entre otros factores, por la aplicación de programas del Gobierno Federal en materia de política forestal, así como de la
transformación de las actividades agropecuarias extensivas a actividades intensivas, produciendo con ello un menor impacto sobre el
territorio y una mayor rentabilidad.

En el equipo multidisciplinario que integró este estudio participaron técnicos y científicos especializados en ingeniería forestal,
geomática, botánica, estadísticas y sistemas del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), la Secretaría de
Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), el Instituto Nacional de Ecología (INE), el Instituto Nacional de
Investigaciones Forestales y Agropecuarias (INIFAP) y la Comisión Nacional Forestal.

En el acto de presentación participó el Ing. Manuel Reed Segovia, Director General de la CONAFOR; el Dr. Gilberto Calvillo,
Presidente del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI); el Dr. Francisco García García, Director General
de Gestión Forestal y de Suelos como representante del Ing. Alberto Cárdenas Jiménez, Secretario de Medio Ambiente y Recursos
Naturales; el Ing. Mario Alberto Reyes, Director General de Geografía del INEGI; el Biol. Francisco Takaki Takaki, Director
General Adjunto de Normatividad del INEGI; el Lic. Carlos Rodríguez Combeller, Coordinador General de Planeación e
Información de CONAFOR y el Ing. Alberto Sandoval Uribe, Gerente de Inventario Forestal y Geomática, también de la
CONAFOR.

Deforestación en México

¿Cuántos bosques perdemos anualmente?

Esta pregunta realmente debería ser más amplia. ¿Cuántos ecosistemas naturales perdemos anualmente?Ya que no sólo tenemos
bosques en nuestro país, sino que contamos con una gran diversidad de ecosistemas como pastizales, matorrales, arrecifes de coral,
manglares, etc. (Cuadro 1).Por ejemplo, el desierto de Sonora contiene los famosos cactus gigantes conocidos como saguaros. Esos
cactus de hasta 10 metros de altura pueden vivir hasta 200 años.Sin embargo, la transformación de estos ecosistemas áridos no se
contempla en las medidas de deforestación. Cuadro 1.Formaciones terrestres en México (Velásquez et al. 2002).

Formaciones Superficie (km2) Porcentaje

Matorral 560,791 29.02

Bosques 331,236 17.14

Cultivos 325,057 16.82

Selvas 314,340 16.27

Pastizales inducidos y cultivados 225,135 11.65

Pastizales naturales 86,240 4.46

Otros tipos de vegetación 60,355 3.12

Vegetación hidrófila 19,887 1.03


Otras coberturas 9,467 0.49

Total 1,932,508 100

Todos los países han perdido o siguen perdiendo ecosistemas naturales. Algunos países como Madagascar y Filipinas contienen
actualmente menos del 10% de sus ecosistemas originales.La pérdida de estos ecosistemas significa un empobrecimiento desde
muchos puntos de vista.Perdemos alternativas económicas (productos maderables y no maderables, fauna silvestre), perdemos
bienes y servicios ambientales (retención de suelo, producción de oxígeno, fijación de carbono, mantenimiento del ciclo del agua,
etc.) con consecuencias muy costosas como inundaciones y deslaves.

A pesar de que es obvio que existe una constante pérdida de nuestros ecosistemas naturales, desafortunadamente no es tan fácil
determinar cuánto estamos perdiendo.Desde la década de 1970, cuando los satélites empezaron a enviarnos imágenes de la tierra, se
inició la evaluación sistemática de los cambios en la cobertura de los ecosistemas naturales.

Definiciones

Es muy importante tener en cuenta las definiciones que utilizamos ya que de cada definición resultará una evaluación distinta.Una
de las definiciones más utilizadas sobre deforestación es la acordada por la Organización de las Naciones para la Agricultura y la
Alimentación (FAO). Deforestación es “la conversión de bosques a otro uso de la tierra o la reducción a largo plazo de la cubierta
forestal por debajo del 10%”.Esta definición implica que la pérdida debe ser permanente y que el sitio ha cambiado a otro tipo de
uso (agricultura, pastizales, presas, o áreas urbanas) (FRA 2005).

Esta definición excluye explícitamente áreas en donde los árboles son removidos o el bosque ha sido deteriorado pero no ha
disminuido a menos del 10% de su cobertura original o no ha sido reemplazado por otra actividad permanente.

En consecuencia cuando hablamos de deforestación, no estamos hablando del deterioro de los bosques.Sólo de aquellas áreas que
perdieron total o casi totalmente su cubierta forestal.Si un bosque pierde 80% de su cobertura forestal, no se considera
deforestación.Así que es mejor hablar de deforestación y degradación o deterioro. La degradación incluye cambios dentro del
bosque que afectan negativamente la estructura o función del bosque o sitio reduciendo su capacidad de proporcionar productos y/o
servicios (FRA 2005).

La degradación incluye la remoción de árboles sin tener que llegar a menos del 10% de la cobertura original del dosel y además
incluye cambios que no se detectan con percepción remota (fotografías aéreas o imágenes de satélite), como la remoción de la
madera en el suelo para leña y la remoción de otros componentes del bosque como musgos, epífitas, palmas, hongos y fauna
silvestre.

¿Cuánto ha perdido México?

Desde finales de la década de 1970 se empezaron a publicar estimaciones de la deforestación en México.El rango de estimaciones
de deforestación es muy amplio y va desde 75 mil a casi dos millones de hectáreas por año (Lund et al. 2002).Las estimaciones de la
FAO desde los 80s han sido bastante consistentes con un rango entre 350 y 650 mil hectáreas por año (Figura 1).

Figura 1.Diversas estimaciones de deforestación en México.Los círculos verdes son las estimaciones de la FAO.

Recientes análisis estiman que en México se perdieron 29,765 km2 de bosque (superficie equivalente al estado de Guanajuato) de
1976 a 1993, mientras que de 1993 a 2000 se perdieron 54,306 km2 (superficie equivalente al estado de Campeche). La tasa de
deforestación aumentó del primer al segundo periodo, de 175 mil hectáreas a 319 mil hectáreas anuales (Velásquez et al. 2002).

La FAO documentó una deforestación de 314 mil hectáreas anuales de 2000 a 2005. (Ver información). Si bien esto se ha tomado
como una buena noticia, existen varios problemas con esta estimación.

¿De dónde proviene la información?

Los reportes de la FAO han sido criticados periódicamente por varias razones (Hoare 2005):

1. La utilización del término “cambio forestal neto”, que cancela la pérdida de bosques naturales por la expansión de
plantaciones.Esto oculta la verdadera superficie de pérdida de bosques.

2. La definición de deforestación no incluye la degradación ni la fragmentación, lo que subestima el impacto humano en los
bosques.

3. La definición de “bosque” es muy amplia (cobertura de dosel de más de 10%) y no permite identificar la diversidad de bosques.

4. Las plantaciones se incluyen con los bosques, obscureciendo el estado de los bosques naturales.
5. Las áreas deforestadas temporalmente se excluyen subestimando la deforestación

En suma, los críticos enfatizan el hecho que debido a estas razones los cálculos de la FAO a menudo subestiman el problema de la
deforestación.

¿A que se deben la pérdida y deterioro de los ecosistemas naturales?

La pérdida y deterioro de ecosistemas naturales se debe a muchas causas.Algunas son evidentes como la tala ilegal de bosques y
selvas, el sobrepastoreo de cabras en zonas áridas, los incendios provocados y el avance de la agricultura y la ganadería.Detrás de
estos factores, sin embargo, hay raíces más profundas relacionadas con aspectos históricos, culturales, sociales, económicos y
políticos.

¿A que se debe la pérdida de los bosques y las selvas?

Varios factores contribuyen a la deforestación y su importancia relativa depende de la región. A continuación se presentan en orden
de importancia.

1. Conversión a agricultura y ganadería

El avance de las tierras agrícolas y ganaderas reemplaza a los bosques. En algunos sitios el avance se debe a razones de subsistencia,
mientras que en otros se debe a razones comerciales (agricultura o ganadería de exportación). Muchas de las tierras convertidas no
son aptas ni para la agricultura ni para la ganadería, ya que sus suelos son escasos y pobres en nutrientes. El resultado es baja
productividad a muy alto costo, por la pérdida de ecosistemas, flora y fauna y sus bienes y servicios. Después de un tiempo las
tierras “desmontadas” son abandonadas debido a su reducida productividad. El caso más obvio en México es la conversión de selvas
tropicales en Veracruz y Tabasco en zonas agrícolas y ganaderas.

2. Conversión debido a desarrollo de infraestructura

La construcción de carreteras, infraestructura eléctrica, presas, minas y los desarrollos turísticos también contribuyen a la
deforestación, tanto por sus efectos directos como por los indirectos. Las carreteras eliminan amplias franjas de bosques y selvas en
donde además de causar la pérdida del hábitat, ocasionan su fragmentación, es decir, el aislamiento de los ecosistemas forestales
remanentes. Además, las carreteras proporcionan acceso a la colonización y la subsecuente conversión de bosques y selvas. Por
ejemplo, el desarrollo de la carretera de Escárcega a Chetumal en la base de la península de Yucatán en la década de 1970, propició
la colonización y acabó con las selvas del sur de Quintana Roo. El proceso continúa actualmente en Campeche. Los desarrollos
turísticos también han acabado con el ambiente circundante en Acapulco y Cancún.

Las presas Temascal (construida durante el gobierno del Presidente Miguel Alemán) y Cerro de Oro (Miguel de la Madrid) sobre el
río Papaloapan en Oaxaca, y la Nezahualcóyotl (Raudales de Malpaso), Angostura (Belisario Domínguez), y Chicoasén (Manuel
Moreno Torres) sobre la cuenca del río Grijalva en Chiapas, construidas de la década de 1950 a la de 1980, resultaron en la
eliminación de amplias superficies de ecosistemas y en el desplazamiento de miles de pobladores indígenas. La colonización de
otras regiones aledañas también resultó en pérdida y deterioro forestal.

3. Manejo forestal para obtener madera

El aprovechamiento forestal ha sido muy selectivo sobre las mejores especies de árboles y los mejores individuos (árboles grandes y
rectos), de manera que generalmente los bosques han sido “descremados”, afectando su composición, su estructura y su función.
Durante los últimos 25 años, el manejo ha ido mejorando y algunos propietarios de bosques (principalmente comunidades y ejidos)
se han preocupado por perfeccionar su manejo forestal. Sin embargo, la proporción de bosques manejados con criterios ambientales
es muy baja, mientras la extracción ilegal que deja a los bosques altamente deteriorados es muy alta.

En los estados de Oaxaca, Michoacán y Durango se pueden observar bosques bien manejados, aunque en su mayoría tienen las
cicatrices (composición y estructura) de anteriores aprovechamientos forestales inadecuados. Bosques deteriorados debido al mal
manejo forestal se pueden ver en todos los estados de la República; por ejemplo, en los Estados de Yucatán, Campeche y Quintana
Roo, la caoba y el cedro fueron deforestados casi en su totalidad debido a la extracción inmoderada de los años 50sy 60s. La
vegetación actual es el resultado del impacto de la remoción de la caoba y el cedro.

4. Manejo forestal para obtener pulpa y papel

La obtención de pulpa y papel de los bosques también puede deteriorarlos. Aunque la mayoría de estos materiales se produce
actualmente en bosques en regeneración y plantaciones, una proporción se genera en bosques naturales. Si bien las plantaciones son
una alternativa para obtener estos productos, no deben sustituirse bosques naturales por plantaciones, ya que éstas no proporcionan
el hábitat necesario para fauna y flora, ni los servicios ambientales que proveen los bosques naturales.

5. Obtención de leña y carbón


En la actualidad, la leña sigue siendo la principal fuente de energía en comunidades rurales. El impacto de su recolección es poco
notable pero es constante y deteriora el bosque. Aunque no se cortaran árboles para obtener leña, la continua recolección de ramas y
troncos del suelo elimina hábitats para muchos organismos y nutrientes, lo que impide que el bosque siga siendo productivo.

6. Deterioro por contaminación atmosférica

La contaminación atmosférica causa la llamada “lluvia ácida”, que es la precipitación con altos niveles de ácido nítrico o sulfúrico.
Estos ácidos afectan a los organismos directamente, como es el caso de muchos árboles que se debilitan y son afectados por plagas.
Sin la contaminación, los bosques en buen estado de salud son más resistentes a las plagas. El Parque Nacional “Desierto de los
Leones” y otras áreas boscosas alrededor de la Ciudad de México se han deteriorado debido a la contaminación atmosférica.

7. Incendios

El uso del fuego en la agricultura y la ganadería es intenso y generalmente se escapa hacia los ecosistemas forestales. Esto, aunado a
sequías como la de 1998, causa un alto deterioro. A menudo los incendios son provocados para facilitar el cambio de uso del suelo.
Grandes extensiones de selvas y bosques se quemaron en la península de Yucatán,Chiapas y Oaxaca durante los incendios de 1998.

¿Cuáles factores indirectos causan la deforestación?

La pérdida de bosques y selvas tiene lugar debido a las actividades mencionadas anteriormente pero éstas, a su vez, son
influenciadas desde áreas remotas por aspectos sociales, económicos y políticos conocidos como “causas subyacentes”.

1. Impactos por la presión poblacional

A menudo se culpa al aumento de la población de la deforestación. Sin embargo, este aumento es responsable si está aunado a otros
factores como escasas oportunidades económicas, sistemas agrícolas no sustentables, acceso a madera y a otros mercados. Los
programas de reubicación de gente (migración forzada) han tenido un impacto muy alto en la pérdida de ecosistemas forestales. Un
ejemplo se puede constatar en la reubicación de gente en la región de Balancan-Tenosique, en Tabasco, o en Uxpanapa, Veracruz.

2. Vínculos con la pobreza

En áreas con alta marginación, las poblaciones rurales optan por soluciones a corto plazo, como la transformación de los bosques y
selvas en zonas de agricultura y/o ganadería. Esto refuerza el círculo de pobreza, ya que las áreas convertidas no son apropiadas para
estas actividades, requieren de altos insumos y tienen bajos rendimientos.

3. Tenencia de la tierra

En muchos países, la propiedad se demuestra mediante el desmonte de selvas y bosques; por otro lado, las leyes crean incentivos
para deforestar y para que la tierra no este “ociosa”. Sin embargo, las tierras “ociosas” proporcionan hábitat para flora y fauna y
generan bienes y servicios ambientales que no valoramos (oxígeno, suelo, agua, productos del bosque).

4. Incentivos perversos de políticas económicas

Los subsidios gubernamentales para la agricultura y la ganadería y otras actividades tienen como consecuencia la desvaloración de
los recursos forestales y fomentan la deforestación.

5. Expansión de agricultura comercial de exportación

Presiones nacionales e internacionales fomentan incentivos para desarrollar agricultura con plantaciones forestales y sus respectivas
cosechas de exportación como plátano, palma de aceite, café y chile en países en desarrollo. En México las exportaciones agrícolas
más importantes son las frutales (mango, aguacate y papaya), las hortifrutícolas (fresa, melón y pepino) y las hortícolas (brócoli y
calabaza). Por ejemplo, en los últimos años el aumento en la producción de aguacate para exportación ha modificado el paisaje
michocano y ahora es común observar huertas de aguacate. De igual forma, las selvas secas de Oaxaca están siendo transformadas
en campos de cultivo para tequila y mezcal.

6. Falta de gobernanza y de buenas políticas de conservación

Gran parte de la deforestación sucede ilegalmente, auxiliada por prácticas corruptas y por falta de capacidad de instituciones
gubernamentales y sociales.
Deforestación y Degradación Forestal en México
Corte esos árboles y quémelos y pasarán muchos nutrientes al suelo en forma de cenizas. Pero cuando usted coseche el cultivo y deje el ganado correr, el pasto estará sacando los nutrientes

fuera del sistema y dejando que más de 100 pulgadas de lluvia al año arranquen el suelo... después de unas cuantas estaciones nada crecerá.

Omar R. Masera

Introducción

México ocupa un lugar privilegiado en el mundo por la diversidad de sus bosques naturales. Los bosques y selvas brindan una infinidad de servicios
ambientales, desde la regulación del ciclo hidrológico y el microclima hasta fenómenos globales como la biodiversidad y la captura de carbono. Los
bosques son también una importante fuente de ingresos y de materias primas para los pobladores rurales de México al igual que para un número amplio
de pequeñas empresas y grandes industrias forestales.

A pesar de este enorme acervo, históricamente el desarrollo económico en nuestro país se ha dado a costa de y no en armonía con sus
recursos forestales. Hemos tenido el triste privilegio de estar entre el grupo de países con las tasas de desforestación más altas del
planeta. De hecho, actualmente sólo nos queda alrededor del 10% de la superficie original de selvas altas y cerca de la mitad de la
superficie de bosques templados.

Desarrollar alternativas que nos permitan conservar adecuadamente los bosques existentes e incluso recuperar parte de lo perdido y al mismo
tiempo satisfacer las necesidades de los diferentes actores sociales involucrados en el sector forestal, es entonces una tarea impostergable. En este
ensayo examinamos el estado actual de la desforestación y degradación forestal en el país, su diferenciación geográfica y por tipo de bosques.
Revisamos también brevemente el tipo de estrategias y opciones de manejo forestal que facilitarían la transición al uso sustentable de los bosques en el
mediano plazo.

El proceso de desforestación: antecedentes históricos

México ha perdido la mayor parte de la cobertura original de bosques y selvas (gráficas 1 A y 1B). Se estima que las selvas altas, por
ejemplo, ocupan actualmente sólo el 10% de la superficie original (Rzedowski, 1978). La historia del proceso de desforestación en el
país es larga y compleja. Probablemente la primera tala de bosques a gran escala ocurrió a principios del periodo colonial entre los
siglos dieciseis y diecisiete cuando los conquistadores españoles forzaron a los grupos indígenas a abandonar las mejores tierras
agrícolas y éstos tuvieron que establecerse en terrenos forestales (González, 1992). Las enormes cantidades de leña y madera que se
necesitaban para la explotación minera durante todo el periodo colonial contribuyó también a la eliminación de grandes superficies de
bosques (González, 1992).

El proceso de desforestación tuvo otro pico importante en el periodo comprendido entre el final del siglo diecinueve y principios del
veinte. Durante este periodo el gobierno de México otorgó concesiones a compañías extranjeras para que explotaran enormes
superficies boscosas. Estas compañías cortaban a mata rasa el recurso, moviéndose por las áreas concesionadas a medida que
agotaban la madera de los bosques (González, 1992). Este tipo de explotación fue particularmente feroz en los bosques templados del
centro de México y dio por resultado vedas forestales que duraron incluso hasta los años setenta en algunos estados (por ejemplo,
Michoacán).

El impulso final y el más dramático al proceso de desforestación y degradación forestales se inició en los años cuarenta y tuvo su apogeo en las
décadas de 1960 y 1970. En este caso, las selvas fueron las más afectadas. La tala de las selvas fue resultado de varios procesos. Por una parte, se
instauraron extensos programas de colonización, utilizando a las selvas como un medio para evitar la distribución de la tierra en las áreas agrícolas
existentes (Paz,1995). Asimismo, se financiaron enormes proyectos de desarrollo muchos de ellos impulsados activamente y financiados por
agencias internacionales como el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo para la construcción de diversas obras de infraestructura y
para impulsar la ganadería extensiva. Para esto último se otorgaron cuantiosos subsidios e incentivos de todo tipo. [i]

Situación actual de la deforestación en México

Para principios de los años noventa, un 25% de la superficie de México (aproximadamente 50 millones de hectáreas) estaba cubierta
todavía por bosques cerrados, es decir selvas altas y bajas, más los bosques templados y bosques mesófilos. De este total,
prácticamente la mitad eran bosques (25.5 millones de hectáreas) y la mitad selvas (24.1 millones de hectáreas). Adicionalmente
existían alrededor de 66 millones de hectáreas de bosques abiertos: matorrales, huizachales y otros tipos de vegetación semiárida
(cuadro 1). [ii]

A pesar de la magnitud de los procesos de cambio de uso de suelo que se han verificado en el país, no se cuenta actualmente con
estimaciones precisas de las tasas de desforestación y degradación forestal. Esto ha sido resultado de: 1) inconsistencias en las
definiciones de los tipos básicos de vegetación entre los diferentes inventarios forestales y entre diferentes instituciones; 2) cada uno de
los tres inventarios forestales con los que se cuenta actualmente ( Primer inventario forestal SARH, 1986; Inventario forestal de gran
visión, SARH, 1992 e Inventario forestal periódico, SARH, 1994) se efectuaron con imágenes de satélite de diferente resolución y
cobertura, por lo que no se puede hacer una comparación directa entre ellos; 3) no ha existido una actitud gubernamental decidida para
obtener información más precisa sobre tasas de cambio de uso del suelo. Estos problemas han llevado a una proliferación de
estimaciones sobre tasas de desforestación, cuyo rango oscila entre 370 mil y millón y medio de hectáreas al año (cuadro 2).

Afortunadamente, existe evidencia parcial que nos permite obtener, por lo menos, estimaciones preliminares de la magnitud de la
pérdida de cobertura vegetal en el país en estas dos últimas décadas. Globalmente comparando el Primer inventario forestal nacional
con el Inventario forestal de gran visión (que presenta datos de la superficie forestal para 1990), se obtiene una pérdida de 7.2 millones
de hectáreas de bosques cerrados en un periodo aproximado de 10 a 15 años, correspondientes a tasas de cambio de entre 1 y 1.5% al
año. Por otra parte, estudios de caso disponibles para los distintos tipos de bosque cerrados, realizados mayormente en la década de
los ochenta, revelan pérdidas del 2% y hasta más del 7% al año, dependiendo del tipo de bosque (cuadro 3).

Combinando la información anterior con estudios efectuados por la SARH (1992), FAO (1990) y fuentes independientes (Masera et al,
1992) se puede estimar que, para finales de la década de los ochenta, la pérdida anual en selvas alcanzaba entre 189 y 501 mil
hectáreas por año, que corresponde a tasas de desforestación de entre el 0.8 y el 2% anual. La estimación baja probablemente
subestima la pérdida de selvas bajas, pues la información es muy deficiente para este tipo de vegetación. La pérdida anual en bosques
era de entre 127 mil y 167 mil hectáreas por año, correspondiente a una tasa de desforestación de aproximadamente 0.5% a 0.8% al
año. La discrepancia entre la estimación baja y la alta se debe esencialmente a diferencias sobre el porcentaje de la superficie afectada
por incendios forestales que se considera que termina por ser desforestada. Según estimaciones de la SARH (1992) la pérdida de
vegetación semiárida es de aproximadamente 50 mil hectáreas por año. Al igual que para el caso de las selvas bajas existe una
incertidumbre grande en esta cifra. El cuadro 4 presenta el detalle de la desforestación por tipo de bosque para la estimación alta.

La desforestación total en el país se ubicaría entonces entre 370 y 720 mil hectáreas al año. Con base en los estudios de caso disponibles y evidencia
indirecta muy probablemente la tasa de desforestación real se ubica próxima al valor alto.

Diferencias regionales de las tasas de desforestación

Las tasas de desforestación nacional presentan diferencias significativas por región. Utilizando la regionalización propuesta en el
Inventario forestal de gran visión, que divide el país en cuatro grandes zonas (noroeste, noreste, centro y sureste) se obtiene que un
80% de la desforestación total del país está concentrada en las regiones centro y sureste de México. En estas regiones, la
desforestación alcanza entre 115 y 135 mil hectáreas por año para bosques y entre 288 y 428 mil hectáreas por año para selvas (cuadro
4 y gráfica 2, para la estimación alta).

La desforestación tiene también diferencias marcadas por estado. En Tabasco por ejemplo, entre 1940 y 1980 se eliminó prácticamente toda la
superficie de selvas. Michoacán es el estado en donde se registran las tasas más altas de pérdidas de bosques con más de 50 mil hectáreas por año para
la estimación baja, mientras que en Campeche y Quintana Roo se registra la pérdida más extensa de selvas: entre 50 y 80 mil hectáreas por año, según
la estimación (gráfica 3).

Degradación forestal en México

La información acerca de la degradación de los bosques de México es sumamente fragmentada. Sin embargo, la evidencia existente nos permite
concluir que esta última es severa y se encuentra en aumento, dado los siguientes factores:
Las áreas forestales perturbadas han aumentado de 17.8 millones en el primer inventario forestal a 22.2 millones de hectáreas en el
último inventario. Estas zonas se concentran en lo que otrora fueran bosques templados de los estados del centro y sur del país y en la
península de Yucatán.

Anualmente, la superficie afectada por incendios alcanza entre 90 mil y 500 mil hectáreas. La mayor parte de los incendios son
provocados por el hombre y una buena parte son recurrentes (afectan la misma superficie forestal en periodos cortos de tiempo). Esto
impide que la masa forestal alcance un pleno desarrollo, fomenta plagas y enfermedades y facilita el cambio de uso del suelo.

Un análisis agregado de la demanda de productos forestales indica que existe una extracción total de aproximadamente 50 millones de
m3/año, de la cual un 80% se dirige a la satisfacción de necesidades de subsistencia (principalmente leña, con 38 millones de m 3/año).
Este cálculo contrasta con las estadísticas oficiales, que sólo cuantifican la extracción comercial, equivalente a 8.1 millones de m 3 para
1990 (es decir, solamente el 20% de la extracción total de madera).

Como consecuencia de un manejo técnico deficiente la mayor parte de las zonas forestales comerciales presentan una pérdida de
volumen comercial de madera y cambios indeseados en la composición del bosque.

En contraste con estas cifras, las acciones de reforestación en el país se ven todavía muy limitadas. Se estima que para 1990 se habían reforestado
efectivamente es decir tomando en cuenta sólo las reforestaciones exitosas alrededor de 132 mil hectáreas. Actualmente la Semarnap está llevando
a cabo esfuerzos importantes en actividades de reforestación y restauración forestales, pero es necesario todavía que los programas pasen de la
plantación de árboles a esquemas que aseguren una sobrevivencia mucho mayor de las plántulas en el mediano y largo plazos.

Causas de la desforestación

Los factores que inducen el cambio de uso del suelo son muy complejos. Incluyen aspectos económicos (por ejemplo, la ganancia
esperada por usos alternativos del suelo), demográficos (como la presión por tierra para agricultura), políticos (las normas que regulan la
tenencia de la tierra) y técnicos (como la aptitud de los terrenos para diferentes usos).

En general, entender el proceso de desforestación implica tanto la identificación de lo que podríamos llamar factores puntuales del
cambio de uso del suelo (por ejemplo, la agricultura, la ganadería, la tala clandestina y otros) como el análisis de las políticas específicas
por sector o de tipo estructural que brindan varios de los incentivos básicos para la remoción de la cobertura vegetal (cuadro 5).
Históricamente, tres de los principales factores que han alentado el proceso de desforestación en el país han sido: 1) un marco
institucional y económico contrario al sector forestal y a los dueños de los recursos forestales; 2) presiones para la conversión de los
bosques a la agricultura y ganadería y 3) ineficiencia de la industria forestal y sistemas de manejo de bosques naturales técnicamente
muy deficientes.

La importancia de los distintos factores puntuales de cambio de uso del suelo varía con el tipo de bosque. En las selvas, la secuencia
típica del proceso de desforestación inicia con la extracción de madera preciosa. Mediante esta actividad se construyen normalmente los
primeros caminos al interior de la selva, mismos que facilitan la colonización espontánea de campesinos pobres. Luego de que se ha
extraído la madera preciosa, la selva se desmonta y se utiliza por unos pocos años para la agricultura de temporal. Subsecuentemente
el terreno se dedica a pastizal permanente. Las ventajas comparativas que ofrece la producción de ganado frente a cultivos tradicionales
como el maíz y la ausencia de mercados para maderas comunes tropicales u otros productos del bosque inducen la conversión última
de las selvas a pastizales. La agricultura de roza, tumba y quema es también un factor de desforestación, particularmente cuando se
acortan los periodos de barbecho. Finalmente, la industria petrolera ha contribuido de manera directa (mediante la exploración y
explotación de pozos) e indirecta (por la construcción de caminos) al proceso de desforestación en el trópico.

En los bosques, un factor dominante del proceso de desforestación son los incendios forestales. Estos incendios son, en su inmensa
mayoría, provocados para aumentar la productividad de los pastos del sotobosque que se utilizan para el pastoreo de ganado o para
reclamar los árboles como madera muerta en áreas que no tienen permisos de aprovechamiento. La tala clandestina de madera y la
apertura de tierras para la agricultura comercial son también factores importantes de pérdida del recurso forestal.

Un análisis muy aproximado realizado por Masera et al (1992) en el cual se incluye el total de la supeficie afectada por incendios
forestales, indica el siguiente patrón de cambio de uso del suelo, según los distintos factores puntuales: a) en los bosques prácticamente
el 50% de la superficie afectada se debe a incendios, un 28% a ganadería y un 17% a la agricultura; b) en las selvas, la ganadería es
responsable de casi el 60% de la superficie desforestada, los incendios representan entre 7 y 22% y la agricultura del 10 al 14%; c) de
manera agregada, la ganadería es responsable en un 49% del cambio de uso del suelo, los incendios afectan un 24% y la agricultura
13% (cuadro 6).

Contrariamente a la noción difundida de que el crecimiento poblacional es el responsable por excelencia del cambio del uso del suelo, análisis
detallados para México muestran que no existe una correlación definida entre el aumento de la población y la desforestación ( FAO, 1990; Mendoza,
1997). Este tipo de análisis demuestra que aunque el aumento demográfico puede ser importante a nivel puntual, en México como en otros países de
Latinoamérica, factores como la distribución desigual de la tierra, o políticas de subsidios contrarias al sector forestal han sido históricamente los
factores decisivos en los procesos de desforestación a gran escala.

Escenarios futuros de la evolución de la cubierta forestal en el país

Análisis recientes acerca de posibles escenarios futuros del sector forestal (Masera, 1995; Bellóne et al, 1994) permiten establecer una
clara disyuntiva:

Continuar con las tendencias actuales y perder el 50% de los bosques existentes para el año 2030 con el consecuente aceleramiento
del proceso de deterioro ambiental local (erosión, pérdida de recarga de acuíferos, etcétera) y global (emisiones de CO2) (gráfica 4).[iii]

Hacer un cambio radical de estrategia y convertir al sector forestal en fuente de divisas, empleo y grandes beneficios ambientales. Con
esta estrategia se conseguiría un aumento neto de la superficie forestal en el largo plazo (gráfica 4).
Los elementos generales de esta última estrategia son: 1) considerar tanto las necesidades de los usuarios de los bosques como las del
sector industrial, de manera que México sea autosuficiente en productos forestales y exista incluso un remanente para exportación; 2)
dar énfasis al manejo de los bosques naturales para la producción de madera en rollo; impulsando en estas áreas el aprovechamiento
de especies de hoja ancha y maderas comunes tropicales (recordemos que en México prácticamente el 100% del aprovechamiento
forestal se realiza en bosques naturales); 3) apoyar la recuperación de las áreas forestales degradadas y el crecimiento económico del
sector forestal mediante el fomento de plantaciones forestales comerciales para producción de pulpa y plantaciones energéticas para
producción de electricidad. Estas plantaciones se establecerían exclusivamente en las zonas forestales perturbadas; 4) desarrollar un
intenso programa de reforestación y recuperación de otra porción de las áreas degradadas, basado en el establecimiento de especies
nativas; 5) dedicar un mínimo del 10% de la superficie actual por tipo de bosque para fines de conservación de la biodiversidad
empleando esquemas que brinden beneficios económicos a los pobladores cercanos a estas áreas y 6) garantizar el uso sostenible de
la leña, con énfasis en las regiones con mayor escasez del energético.

Las opciones que se consideraron para lograr estos objetivos incluyen: 1) conservación de áreas naturales protegidas; 2) manejo de
bosques naturales templados y tropicales; 3) promoción de estufas eficientes de leña para la cocción doméstica; 4) programas de
restauración forestal; 5) plantaciones forestales para pulpa y papel; 6) plantaciones energéticas y 7) sistemas agroforestales.

Los aspectos más interesantes de la estrategia alternativa propuesta son, por un lado, demostrar que el deterioro de los bosques de México no tiene que
seguir necesariamente un proceso irreversible. Por otro lado, se demuestra que existen formas de conseguir un balance entre conservación forestal y
desarrollo económico. En efecto, al brindar beneficios netos tangibles para los encargados de llevar a la práctica las diferentes opciones y actuar con
una visión de largo plazo, se evitan contradicciones de fondo entre los objetivos locales (tales como obtención de ingresos por el manejo forestal) y los
globales (como la captación de carbono o la biodiversidad).

Conclusiones

La acelerada pérdida y degradación de selvas y bosques templados son de los problemas ambientales más severos del país. En efecto,
la desforestación y el deterioro de los bosques están asociados a múltiples impactos, como cambios microclimáticos, reducción de la
recarga de acuíferos, erosión de suelos, azolve de presas y lagos, pérdida de la biodiversidad y emisiones de gases de invernadero que
contribuyen al cambio climático global, entre otros problemas.

Aunque difícil de estimar con precisión por la carencia de información, hemos visto que anualmente perdemos entre 370 y 720 mil
hectáreas de masas arboladas y muy probablemente la cifra real esté cercana a la estimación alta. Particularmente dramática es la
situación de los bosques templados y las selvas del centro y sur de México, en los cuales se concentra el 80% del total de la
desforestación. Si bien el asunto de la desforestación de las selvas de México ha recibido bastante difusión nacional e internacional, es
muy importante recalcar que los bosques templados del centro y sur del país, que son altamente diversos y productivos, están sujetos a
todos los cambios y degradación similares a los de las primeras. Merecen, por tanto, atención especial y el desarrollo de programas de
conservación y restauración.

Escenarios futuros de la evolución de la superficie forestal muestran que, de mantener las tendencias actuales, podríamos perder el
50% de los bosques y selvas existentes para el año 2030. En contraste, si se hace un verdadero esfuerzo por reactivar el sector forestal,
con base en un análisis de las necesidades de los distintos actores sociales involucrados, se conseguiría aumentar la superficie forestal
actual y convertir a los bosques en fuente de divisas, empleo y grandes beneficios ambientales.

Es tarea de todos actuar desde ya para enderezar el rumbo y hacer de nuestros bosques un verdadero baluarte del desarrollo
sustentable en el país.

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