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PIENSA COMO DIOS, OBRA COMO DIOS

Hoy, Dios te hará un “lavado cerebral” a través de la palabra que tiene preparada para ti. Hay muchos que le tienen
miedo a este término. Viene a mi memoria un programa de televisión en el que participé: hablando acerca de los
chicos y las drogas, me preguntaron si nosotros le hacíamos un lavado cerebral a los que están internados en nuestros
centros comunitarios, a lo que les respondí: “¿Ustedes no creen que necesitan un buen lavado de cabeza?” Hay
lavados cerebrales que son malos, conllevan mala intención, pero hay lavados cerebrales que son necesarios, porque
si no cambia tu cabeza, no cambia tu vida. ¡Si quieres vivir cosas nuevas tendrás que pensar y hacer cosas distintas!

¡Qué contradicción padecen los cristianos que pretenden que la vida y las circunstancias cambien pero ellos no
quieren cambiar su manera de pensar! Las circunstancias y la clase de vida que tienes no cambiarán si tú no cambias
tu manera de pensar. ¡Sólo si cambias tu manera de pensar vas a cambiar tu manera de actuar! La secuencia es así: los
pensamientos que tengo, generan palabras, éstas son la expresión de las ideas, de los pensamientos, y las palabras y
pensamientos generan acciones. Para que lleves a cabo acciones que te saquen adelante, necesitas cambiar tus
pensamientos y tus palabras. ¡Nada nuevo sucederá si tú sigues creyendo lo que crees y pensando lo que piensas!

Leamos Proverbios 23:7: “Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él”. Este proverbio señala que, así como
pensamos, somos. Tu personalidad, tu yo, lo que la gente puede ver de ti o conocer de ti, tiene que ver con tus
pensamientos. Si realmente tus pensamientos cambian, entonces la gente observará y dirá que eres una persona
cambiada, porque al cambiar los pensamientos, cambian las actitudes, y cambia la vida.

Observemos qué es lo que pasa con la vida de nuestros pensamientos. Hay muchos que no salen de su estado de
pobreza y están esperando que Dios los saque de esa condición pero no saldrán mientras sigan pensando como lo
están haciendo, acerca del endeudamiento por ejemplo. Quiero decir que, hay personas que están endeudadas y
quieren que Dios las saque de esa condición pero lo que necesitan es cambiar su mentalidad respecto de las deudas.
Las personas que están siempre endeudadas viven pidiendo préstamos, consiguiendo dinero que de alguna manera
creen que podrán pagar. Te diré cómo piensan las personas que viven endeudadas: “Si solamente consigo un
préstamo más, pago la deuda y salgo adelante”. ¡Viven enredados en sus pensamientos! ¿Por qué? ¡Porque sus
pensamientos son de endeudamiento! Lo mismo sucede con quienes viven en pobreza, ellos tienen pensamientos de
pobreza y permanecen en esta condición. No encuentran en ningún lado alguna oportunidad para prosperar, en
cambio otros encuentran ocasión en cada situación. Al pastor Samuel Hoyt que recientemente nos visitó, le gusta
comprar y vender relojes Rolex usados; me comentó que el año anterior vendió cuatrocientos cincuenta que llegan a
costar de cuatro mil a veinte mil dólares cada uno. En una cena que compartimos tenía puesto un Rolex usado de
catorce mil dólares. Él predica por las naciones pero en cada oportunidad que tiene, consigue de esos relojes y los
vende.

El que tiene mentalidad de pobre le echará la culpa al presidente de la República “el Pepe”, a su esposa, al asado del
Pepe, le echa la culpa a cada gobierno de turno, al país, a su abuela o su tía. ¡Le echa la culpa a cualquier cosa pero no
se culpará a sí mismo por vivir en un estado de pobreza! Pero, si tú decides salir de tu estado de pobreza tendrás que
cambiar tu manera de pensar.

Estuve almorzando con un empresario que en este momento está exportando loritas a Europa. Este hombre vende
cuatro mil animalitos por semana a cinco dólares cada una, lo que le deja un margen de veinte mil dólares semanales.
Yo me imagino a la gente del campo despotricando contra estas loritas, pero no se les ha ocurrido hacer algo con ellas.
En Europa la compran a treinta o cuarenta euros cada una para tenerlas de mascota; esas mismas que aquí en nuestro
país se comen los sembradíos.
Yo me preguntaba cómo las atrapaba porque son cuatro mil cotorras por semana: ¿cuántas trampas tendrá que
hacer? Pero él me contó que tenía un pegamento que ponía en los alambrados, el que atraía a las cotorras. En una
oportunidad se puso a conversar con un campesino y éste, intrigado le preguntó cómo iba a cazar a esos animales, a
lo que él le respondió que las atraparía con las manos. El campesino escéptico, se apoyó en una pared, encendió un
cigarro y comenzó a observarlo; cuando el hombre colocó el pegamento en el alambrado, al rato las cotorras se
posaron sobre éste y quedaban pegadas, así que, él iba y las sacaba con las manos. ¡Cinco dólares cada cotorra!

“¡Este gobierno de porquería que no aumenta los sueldos! ¡Los precios se van a las nubes!”, dicen muchos. ¡Pero a
este hombre no le importa cuánto aumentan los precios!

SOMOS LO QUE PENSAMOS


¿Cuánto puede valer una buena idea? Hay quienes desechan ideas de menos de quinientos mil dólares, otros
desechan ideas de menos de un millón de dólares, sólo piensan en diez millones de dólares para arriba. “Porque cual
es su pensamiento en su corazón, tal es él”, dice la Biblia. ¡Tú eres tal como piensas!

Dios tiene un problema grande con nuestros pensamientos; nuestros pensamientos no lo dejan hacer con nosotros lo
que Él quiere. Tengo una verdad que compartirte: Dios no le ha puesto límite alguno a la fe. Pero nuestros
pensamientos le ponen límites a Dios y a la fe. ¿Por qué no logramos lo que Dios quiere que logremos? ¿Por qué no
hacemos lo que Él dice que podemos hacer? Jesús dijo: “…si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este
monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible” (Mateo 17:20). ¿Por qué no podemos? ¡Es por causa
de la mentalidad de mosquito que tenemos! Si tu pensamiento no acompaña el pensamiento de Dios, jamás lograrás
hacer lo que Él dice que puedes hacer.

Tendrás que entender algunas cosas. Primero: Dios tiene un litigio muy grande contigo y con tus pensamientos. ¡Él no
soporta tus pensamientos! Al principio de la historia de la humanidad, cuando Adán y Eva pecaron y los hombres
comenzaron a multiplicarse sobre la faz de la tierra, señala la palabra de Dios en Génesis 6:5: “5Y vio Jehová que la
maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio (intención, inclinación) de los pensamientos del
corazón de ellos era de continuo solamente el mal”.

¿Tú tienes buenos deseos? Entonces estás mintiendo porque la palabra de Dios sostiene que “todo designio” del
pensamiento del corazón de los hombres es de continuo solamente el mal. Según este versículo bíblico, no hay un sólo
pensamiento que salga de nuestra cabeza que le sirva a Dios para algo, y no solamente que no le sirve sino que
también le estorba, porque se oponen a sus planes. ¡Es que Dios tiene ideas para ti mucho mejores que las tuyas! Por
lo tanto este pasaje de las escrituras no deja a nadie limpio y no deja la opción de que haya alguien que tenga buenos
pensamientos. Hace unos años surgió un programa de radio llamado “Malos pensamientos”. ¡El conductor de ese
programa da lo que tiene en su corazón!

El versículo que leímos anteriormente expresa que los pensamientos del corazón del hombre eran “de continuo”, es
decir, siempre, solamente el mal; esto significa que, cuando te sientas a pensar y piensas lo mejor que puedes,
¡solamente piensas mal!

El Salmo 94:11 expresa: “Jehová conoce los pensamientos de los hombres, que son vanidad”. Yo te lo traduzco a la
versión popular: ¡Significa que los pensamientos de los hombres no sirven para nada! Vanidad es algo que no vale
nada; tus pensamientos y los míos no valen nada. Ésta es la opinión de Dios así que no te enojes conmigo, pero
tampoco te enojes con Él. ¿Tú crees quela Biblia es la palabra de Dios? Entonces este mensaje va con mucho amor
para ti. ¡La palabra de Dios es la verdad!
Quiero adelantarte algo, y en lo que quiero profundizar más adelante; así como tú tienes pensamientos, Dios tiene
pensamientos, así como expresas tus pensamientos en palabras, Dios también, y del mismo modo que tú tienes
pensamientos que generan palabras y acciones, Dios tiene pensamientos que generan palabras y acciones.

Dios no quiere trabajar con tus pensamientos, no quiere saber nada de ellos. Me dirás: “¿Entonces para qué nos dio
intelecto, para qué nos dio mente?” Quiero aclarar previamente quela Bibliahabla muy poco de la mente del hombre;
cuando habla de pensamientos se refiere al corazón del hombre, o sea, a la esencia o lo más profundo del ser humano,
no del área espiritual sino del alma. Por eso señala: “todo designio del pensamiento del corazón del hombre”.
Entonces hace un paralelo entre la mente y el corazón. Parece ser que en la mente está el origen de las cosas que
hacemos y operamos en el mundo natural, cómo traemos las cosas del mundo espiritual al mundo natural, y cómo
operan las cosas del mundo espiritual en el mundo natural. Porque hay palabras que son espíritu y son vida, y tienen
mucho poder. ¡Las palabras del hombre tienen mucho poder pero las palabras de Dios tienen mucho más poder! ¡Las
obras del hombre son extraordinarias pero las de Dios son mucho más extraordinarias y sobrenaturales! Es importante
pues, que hagamos conciencia respecto a lo que Dios quiere de nosotros.

Proverbios 19:21 expresa: “21Muchos pensamientos hay en el corazón del hombre; mas el consejo de Jehová
permanecerá”. Aquí aparece la palabra corazón nuevamente; los pensamientos están en el corazón del hombre. Jesús
dijo: “De la abundancia del corazón habla la boca”. ¿Qué es lo que habla la boca? Palabras, y ¿qué son éstas? Son la
expresión de los pensamientos. El problema está en el corazón del hombre, y Jeremías dice: “9Engañoso es el corazón
más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” (Jeremías 17:9). ¡Tienes que asumir lo que Dios te está
diciendo! ¡O te alineas con lo que Dios piensa y dice, o te alineas con tu propio corazón! Lo que señala Proverbios
19:21 significa que todos tus pensamientos vanos van a ir a parar a la basura. No hay pensamientos del hombre que
permanezcan, no hay eternidad ni poder en ellos, y sólo los pensamientos de Dios van a permanecer. Llegará un día en
que todos los pensamientos de los hombres dejarán de ser, por eso Jesús nos enseñó a orar: “Padre nuestro que estás
en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la
tierra”. ¿Qué es la voluntad de Dios? ¡Es el deseo de Dios y tiene que ver con sus pensamientos!

Muchos pensamientos hay en el corazón de hombre pero lo único que prevalecerá es el consejo, o como señala otra
traducción dela Biblia, lo único que prevalecerá es el precepto de Jehová. Precepto es la idea original de Dios. El
hombre no tiene ideas originales; Dios tiene preceptos, el hombre tiene conceptos. Concepto es pensamiento
concebido y precepto es, pensamiento original. ¡Tu cabeza no es original por lo tanto a Dios no le gusta!

Dios se encontró con un ejército de gente que le hace la contra, ¿quiénes son? Los que quieren salirse con las suyas,
los independientes de Dios y que no toleran sus pensamientos. Ellos hablan como el conejito que criticaba al león. “¿Y
por qué Dios quiere esto? ¿Por qué Dios permite que suceda tal o cual cosa?” El conejito decía: “¿Y el león qué se
cree? ¿Por qué tiene que ser el rey de la selva? ¡Ya le voy a dar a ese león!” Hasta que apareció el león y le preguntó:
“¿Qué estas diciendo?” Y el conejito contesta: “¡Aquí estoy hablando pavadas!”

El hombre que no reconoce su finitud y tampoco reconoce la infinitud de Dios es un hombre vano, su existencia es
vana, sus pensamientos son vanos. La Biblia señala que el hombre es como la hierba del campo que hoy está y mañana
ya no, así es el hombre sin Dios, pero el Señor le ha ofrecido eternidad al hombre. No obstante, para que tú puedas
vivir en la eternidad debes tener los pensamientos de Dios en tu corazón porque sus pensamientos son proyectos
eternos.

DEJEMOS NUESTROS PENSAMIENTOS Y ABRACEMOS LOS DE DIOS


Entonces, ¿qué solución le da Dios al hombre? Leemos en Isaías 55: 7 al 9: “7Deje el impío su camino, y el hombre
inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio
en perdonar. 8Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová.
9Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos
más que vuestros pensamientos”.

De acuerdo con todo lo que vengo diciendo, el hombre debe dejar sus pensamientos, y si quiere seguir adelante con
ellos, Dios le considera inicuo.

Dios te propone dejar tus pensamientos, no insistas en ellos, ¡no seas terco! ¡No te plantes en tus ideas! El Señor te
dice: “Vuélvete a mi y te voy a perdonar por pensar como lo estás haciendo”. ¡Hoy Dios quiere perdonarte por pensar
como piensas! Hay pensamientos del hombre que son pecados contra Dios. El Nuevo Testamento señala que nosotros
éramos enemigos de Dios en nuestra mente y que Él nos rescató de nuestra vana manera de pensar la cual heredamos
de nuestros padres. En el tema de la salvación y del perdón de nuestros pecados, la vida de nuestros pensamientos
tiene mucho que ver: Dios tiene que tomar todos tus pensamientos, quitarlos de tu mente y lavarte la cabeza, y
perdonarte por pensar lo que estabas pensando, porque has hablado y has actuado por causa de ellos. ¡Dios no acepta
lo que has hecho ni lo que has hablado! Entonces, ésta es la esencia del evangelio, fíjate que la salvación y el perdón
de tus pecados comienzan con la palabra arrepentimiento. Cuando Jesús comenzó a predicar el evangelio sus palabras
fueron: “¡Arrepiéntanse!” El término “arrepentimiento” proviene del griego “metanoia”, que está a su vez está
compuesto por dos términos: “meta”, que significa cambio, y “noia”, que es mente; o sea que arrepentimiento implica
un cambio de mentalidad, de pensamientos. Si no hay arrepentimiento, si no hay un cambio en tu manera de pensar,
Dios no podrá hacer nada contigo, por eso el Espíritu Santo te convence de pecado, de justicia y de juicio, te trae al
arrepentimiento para que te inclines delante de Él y le digas: “Señor, no más con lo mío, que venga lo tuyo”.

Isaías 55:8 dice: “8Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo
Jehová”. Dios establece una diferencia: mis pensamientos de este lado y los tuyos del otro lado. Él tiene sus
pensamientos y sus caminos, y el hombre tiene sus pensamientos y caminos pero nada tienen que ver con los de Dios.
Isaías continúa diciendo: “9Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros
caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”. ¡Aquí te contesto por qué Dios te dio un intelecto, una
mente! La mente o el intelecto que Dios te dio no son para procesar basura sino sus pensamientos, te la dio para que
habiten en ti los pensamientos de Dios. Él te ha hecho a su imagen y semejanza. Pongamos un ejemplo: si Luis piensa y
habla como Luis, hace cosas de Luis. Si tú piensas como Dios, hablas como Él y haces sus obras y saltas de un nivel
inferior a un nivel superior. ¡Tiene que suceder algo en nuestras vidas! ¡Dios necesita gente que muestre su gloria y su
poder! ¡Qué desafío el que Dios le da al hombre! Él te dice: “¡Quiero que pienses y hables como yo y que hagas mi
obra!”

En una primera etapa, Dios desciende a la tierra para identificarse con el hombre pero lo cubre con la sangre de Jesús
y lo levanta para que crezca y llegue a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo. Mientras los sabios y los
científicos de esta tierra te están identificando con el Pitecántropos erectus y con el hombre de Neanderthal, Dios te
está comparando con su hijo Jesucristo y te dice: “¡Yo te hice a mi imagen y semejanza para que seas como yo soy!”
Hay científicos que piensan como monos pero están en desventaja con ellos porque éstos tienen flor de cola para
colgarse de los árboles y ellos no.

Tenemos una guerra muy grande en nuestra mente, en nuestro corazón; éste es un territorio que satanás quiere
conquistar y el Espíritu Santo está luchando en este momento para que le abras las puertas a Él y eches fuera todo
espíritu extraño de tu mente y de tu corazón.
2ª Corintios 10: 4 y 5 dice: “4porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la
destrucción de fortalezas, 5derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y
llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo…”

¡Tus pensamientos no tienen poder, no espantan a ningún demonio, no pueden producir un solo milagro ni una sola
obra sobrenatural, en cambio puedes utilizar los pensamientos de Dios como un arma poderosa! ¡Puedes hacer cosas
extraordinarias a través de ellos! Los pensamientos de Dios fueron los que hicieron que Él hable y la tierra y el cielo
produzcan. Dios habló y creó los cielos y la tierra, los demás planetas y las estrellas. Así que nuestras armas son
poderosas en Dios para destrucción de fortalezas. ¿Qué fortalezas? “…derribando argumentos y toda altivez que se
levanta contra el conocimiento de Dios…” dice el pasaje de 2ª Corintios 10:5 que acabamos de leer. Se trata de
fortalezas en la mente, en el corazón, cosas que están dentro de nosotros, que resisten los pensamientos y las ideas de
Dios, que resisten su palabra. Tú me dirás que no es así, pero yo te digo que sí es así: ¡Tú resistes la palabra de Dios!

“…y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo…”, continúa diciendo el mismo pasaje. Recordemos
que todos los designios de los pensamientos del corazón de todos los hombres eran de continuo el mal; ahora viene
Cristo y señala el Nuevo Testamento que debemos llevar todo pensamiento cautivo a la obediencia a Cristo. Es
momento de decirle a Dios: “Señor, toma todos mis pensamientos, yo me arrepiento de pensar como pienso.”

¿Has visto a esos cristianos que están como en una fortaleza? Nunca logran nada pero no le puedes decir qué es lo que
tienen que hacer porque ellos saben todo. ¡Están encasillados!

Las armas de nuestra milicia son poderosas en Dios para destruir fortalezas, derribando argumentos y toda altivez.
¿Qué está haciendo Dios en este momento mientras te habla? ¡Está derribando conceptos e ideas que tú tienes! ¡Él
quiere derribar tus pensamientos! ¡Quiere destruir tus estructuras mentales! Dios tiene cosas que decirte para que las
pongas en tu corazón, que realmente valen la pena.

El apóstol Pablo señala en 1ª de Corintios 4:6: “6Pero esto, hermanos, lo he presentado como ejemplo en mí y en
Apolos por amor de vosotros, para que en nosotros aprendáis a no pensar más de lo que está escrito, no sea que por
causa de uno, os envanezcáis unos contra otros”.

Él nos dice que tenemos que aprender a no pensar nada más allá de lo que está escrito, ¿por qué? Porquela Bibliaes la
palabra de Dios, o sea la expresión de sus pensamientos; y si yo voy a hacer la obra de Dios, entonces, no voy a hablar
más allá de lo que está escrito. Es decir, yo voy a poner mi mente, mis pensamientos alineados, unidos a los
pensamientos de Dios, y no voy a hablar nada que esté fuera de su palabra ni en contra de ella.

FUIMOS SANADOS HACE 2000 AÑOS


La Bibliadice que por sus llagas fuimos nosotros curados. ¿Estás enfermo? Si es así, y así lo afirmas, piensas contra la
palabra de Dios, ya que mientras tú dices que estás enfermo, la palabra de Dios declara que por sus llagas tú ya fuiste
sanado.

Tú tienes ojos para ver, oídos para oír, tacto para tocar y crees que lo que tocas, hueles, ves y oyes es verdad, pero no
es así. ¡Dios tiene una realidad más real que lo que puedes apreciar con tus sentidos! Si tú no lo ves no lo crees, pero
Dios lo hizo todo creyendo y después lo vio. La Biblia señala que Dios hizo todo lo que se ve de lo que no se veía
(Hebreos 11:3). ¡Hay que tener fe para eso! Ahora, nosotros tenemos tacto, vista, oído y decimos: “Ver para creer”.
¡De ninguna manera! ¡Esa declaración es contra Dios!La Biblianos dice: “Cree y verás la gloria de Dios” (Juan 11:40). ¡Si
la palabra de Dios declara que Él llevó nuestras enfermedades en el madero yo tengo que confesar que Jesús llevó mis
enfermedades en el madero! Si Él afirma que por sus llagas fuimos curados, yo tengo que decir: “Diablo inmundo, yo
ya fui curado hace dos mil años en la cruz del calvario”. El diablo se te va a reír, también el médico y tus parientes,
pero tú tienes que alinear tus pensamientos al pensamiento de Dios. Lo que Él hizo hace dos mil años está hecho y yo
solamente veré la bendición de Dios sobre mi vida si me alineo a su verdad, de lo contrario permaneceré enfermo.

¿Crees que te sanarás hoy? ¡Tú no te sanarás hoy porque ya fuiste sanado hace dos mil años en la cruz del calvario!
¿Te das cuenta que piensas diferente a Dios? ¿Te das cuenta que piensas contra la verdad de Dios?

Yo sufrí de gastritis por muchos años. Vine de una iglesia bautista donde no creíamos mucho en los milagros; nos
enseñaron desde niños que ahora, con el avance de la ciencia ya no hacen falta los milagros. Argumentábamos que en
la época de Cristo hacían falta muchos milagros porque no había tecnología que pudiera diagnosticar alguna
enfermedad pero ahora, la medicina ha resuelto muchas cosas por lo tanto estábamos equivocados en nuestras
creencias. Los más valientes orábamos: “Señor, si es tu voluntad, que se sane”. ¡Es que no sabíamos cual era la
voluntad de Dios! ¡Nunca podíamos tener una total certeza!

En una oportunidad estuve discutiendo con un amigo acerca de si Dios sanaba o no en esta época; yo ya me había
afirmado en la palabra de Dios que nos deja ver que hacen falta milagros y que Jesús sana hoy en día. Mi amigo me
argumentaba que no era así y estuvimos toda una tarde discutiendo. Luego nos fuimos a una campaña evangelística
con un predicador Pentecostal re gritón. ¡Me daba vergüenza! Para colmo, la campaña era al aire libre, en el Obelisco
de Buenos Aires. ¡El hombre se subió a un palco con un traje blanco que se podía divisar a tres leguas! Él predicó el
evangelio, señaló que Dios sanaba, etc. y cuando terminó hizo un llamado para que la gente que estaba enferma
pasara al frente a recibir sanidad de parte de Dios. Nosotros mirábamos expectantes, entonces mi amigo me da un
codazo y me dice: “¿Por qué no pasas al frente ya que declaras que Dios hace sanidades?” Yo le respondo: “Pero lo
que yo tengo no es nada…” ¿Qué no es nada? ¡Vivía tomando yuyos para aliviar el dolor que sentía! Yo no podía tomar
mate ni comer salsa, realmente sufría mucho. Recuerdo las veces que dirigí el coro en la ciudad de San Juan y muchas
veces tuve que detener el ensayo por causa del dolor.

Mi amigo me insistía para que pasara adelante y yo le aseguraba que no era gran cosa lo mío. Es que sentía mucha
vergüenza y no me animaba a pasar, pero le había discutido toda una tarde a mi amigo que efectivamente Dios sanaba
así que me animé; pero no fui hasta adelante sino que avancé un poco del lugar donde me encontraba y le dije a Dios:
“Me da mucha vergüenza, si tú me vas a sanar, hazlo aquí donde estoy”. ¡Hice un acto de fe y caminé tres pasos! Yo
estaba bien atrás, así que con los tres pasos que di igualmente quedé atrás. El pastor oró por los enfermos y pasado un
rato terminó el servicio; se me acerca mi amigo y codeándome me pregunta: “¿Y? ¿Te sanaste?” Yo no estaba seguro
porque no me había dolido nada antes del mensaje ni después tampoco. ¿Cómo podemos saber si estás sano o no?,
me pregunta mi amigo. Y le dije: “La única manera de saber si estoy sano o no es ir y comer cualquier cosa de las que
no puedo comer, como una parrilla con mollejas, chinchulines, y vino tinto…” Él saca la tarjeta de crédito y me dice:
“¡Yo pago!” Había cerca del lugar del evento una parrillada famosa que además del asado nos daban unos pimientos
picantes que yo no podía ni probar por causa de la gastritis. ¡Ese día yo comí todo lo que no podía! Cuando
terminamos de cenar, no sentía ni ardor en mi estómago, ni dolor, nada, me maravillé y dije: “¡Todo lo que he comido
y estoy bien!”

Mi amigo me preguntó si me había sanado y le respondí que parecía que sí… Me despido de él y me dirijo a mi casa; ya
era de madrugada, iba en el ómnibus y no sentía nada así que de contento silbaba bajito. ¡Antes de llegar a mi casa
llegué a la conclusión de que Dios me había sanado! Desperté a mi esposa y le di la gran noticia: “¡Mami, el Señor me
ha sanado!” Y ella me responde: “Bueno, bueno, dormite…” A la mañana siguiente me despierto y no me dolía nada,
¡yo estaba feliz!

Mi hermano que es médico me explicó acerca de la gastritis y me habló de unas pastillas que es necesario tomar
durante tres meses, que es el tiempo en que tardan en reconstituirse las paredes del esófago, así como también de la
necesidad de no comer nada que hiera la zona -porque es como la piel del bebé- durante ese período; cualquier cosa
ácida o caliente vuelve a herir la piel que se está formando. Entonces me tenía chupando unas pastillas, mañana, tarde
y noche, y me explicó que si no lo hacía y no comía cada tanto, la zona se afectaba nuevamente y habría que comenzar
de nuevo el tratamiento: chupar por tres meses más las pastillas. ¡Esa noche me había tomado el vino, comí catalanes,
chorizos, todo, y no me dolía nada!

Luego de este suceso, fuimos con mi esposa a un encuentro de matrimonios en la cuidad de Córdoba, y en ese
ambiente me costaba declarar que Dios había hecho un milagro en mi vida pero decidí que no lo iba a negar, así que
comencé a contar mi experiencia de sanidad. Se lo conté a varias personas con un entusiasmo tremendo: como si
hubiese descubierto algo nuevo para mí. ¡Dios me había sanado!

Cuando fuimos a almorzar, mientras estábamos haciendo la fila, esperando que nos den la comida, comenzó a
dolerme nuevamente el estómago; creo que en ese momento palidecí, ¡me vino todo el dolor encima! Dentro de mí,
dije: “¿Señor, qué es esto? Si no me sanaste, ¿por qué permitiste que les contara esto a mis amigos? ¿Ahora qué les
voy a decir, que estoy enfermo de nuevo?” Un amigo me vio mal y me preguntó qué me pasaba; yo no sabía qué decir,
así que argumenté que estaba un poco descompuesto, pero la pura verdad es que estaba bien dolorido. ¡No iba a
poder comer! Así que pedí disculpas y me fui a donde estábamos hospedados, cerré la puerta, me tiré al piso y dije:
“¿Señor, qué está pasando? ¿Por qué me haces esto justo ahora que he dado testimonio?” Estaba orando y en un
momento se me hizo la luz y me di cuenta que satanás estaba intentando robarme la sanidad que Jesús me había
dado, así que comencé a decirle al diablo: “¡Inmundo, yo no te creo a ti, yo le creo a Jesús! ¡Yo he sido sanado por Dios
y tú no me vas a robar mi sanidad! ¡Este dolor que estoy sintiendo no es de la enfermedad sino un dolor mentiroso, yo
no lo creo así que te vas de mí, diablo inmundo!” ¡Comencé a reprenderlo y echarlo fuera de mi vida, y en unos pocos
minutos se fue el dolor!

¡Tú no estás enfermo! ¡Cristo llevó tus enfermedades en la cruz del calvario hace dos mil años! Habrá que educar la
mente para hablar lo que Dios declara, no lo que yo veo ni lo que siento. Yo sentía toda la enfermedad en mí, pero era
un dolor mentiroso que satanás me había inducido. Yo arrebaté la sanidad de Jesús así que el dolor se fue y nunca más
regresó.

TIEMPO DE HACER MILAGROS EXTRAORDINARIOS


¿Cuántas cosas hay que tú ves desde tu perspectiva humana y no desde la perspectiva de Dios? No alinearte a
los pensamientos de Dios es fatal porque te mantiene en el nivel del fracaso y en la falta de milagros y de poder.
¡Cristo dijo cosas tremendas que no estamos viviendo! Dijo Jesús: “23Porque de cierto os digo que cualquiera que
dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo
que diga le será hecho” (Marcos 11:23).

¿Tú le crees a Jesús? ¿Tienes fe? No dice que, cualquier sacerdote o pastor o profeta, sino cualquier persona y eso te
incluye a ti. Si crees que te será hecho lo que dices, lo que digas te será hecho. ¡Cuánto nos falta para alinearnos al
pensamiento de Dios!

Le ordeno al tumor de cáncer, ¡sécate en el nombre de Jesús!


Jesús no exagera cuando dice “montes”; esto no es figurativamente, el Señor reprendió las olas y el viento y dijo:
“¡Cállate y enmudece!” ¡Le habló a la tempestad y se hizo grande bonanza!

Ahora, la Bibliano dice que Jesús hace esas cosas sino que cualquiera las puede hacer. En otra oportunidad el Señor
fue a comer higos de una higuera y cuando vio que no tenía frutos maldijo la higuera diciéndole: “Nunca más nazca de
ti fruto”. Pasó un rato y los discípulos vieron que el árbol se había secado y se maravillaron: “¡Señor, la higuera que
maldijiste se secó!” y Él respondió: “No sólo podrán hacer esto con la higuera sino que si a esta montaña le ordenan
que se salga de donde está y se plante en el mar, la montaña les obedecerá”. ¡Esto es para nosotros!

Quiero ver el tiempo en que la iglesia comience a hacer milagros extraordinarios. ¡Viene ese tiempo porque hay
quienes creen esto y lo van a hacer! ¡Lo vas a hacer en el nombre de Jesús! Tú le hablarás a las circunstancias y éstas
van a cambiar, les darás órdenes a la miseria, a la pobreza, a las deudas y éstas saldrán de tu vida.

Siempre recuerdo cuando Dina Santamaría nos contó que su madre se había hartado de la miseria; ella siempre había
orado pidiéndole a Dios que hiciera algo y nunca pasaba nada. ¿Entiendes que muchas cosas que le pedimos a Dios
que haga, quiere que las hagamos nosotros? Para eso nos ha dado su palabra, para que hablemos como Él habla y
hagamos como Él hace. ¡Él quiere ver en tu vida su gloria y también quiere que la gente la vea! ¡Le hablarás a las
circunstancias y éstas cambiarán!

La madre de Dina Santamaría, un día se reveló, tomó una escoba y comenzó a barrer su casa ordenándole en voz alta
al espíritu de miseria: “¡Te vas de mi casa!” Barrió y barrió hacia fuera echando el espíritu de miseria, ¡y se fue!

Cuando yo le hablé a Marta para pedirle que se casara conmigo, ella acababa de ponerse de novia con otro y me dijo
que ya estaba de novia. Yo llevaba varios meses pensando cómo decláramele; cuando por fin me decidí, ella se había
ido de vacaciones y estuvo varios días fuera. ¡Justo cuando iba a declarármele se fue de vacaciones! En realidad no se
fue de vacaciones, mi cuñado había arreglado todo para que ella se viera con el otro muchacho, así que se la llevó a
mil quinientos kilómetros de San Juan. Pero no me importó, decidí que apenas llegara me le iba a declarar. Al fin de
semana siguiente de haber regresado, salimos y yo le declaré mi amor, pero ella me dijo que ya se había puesto de
novia y que nunca se casaría conmigo.

Yo era maestro de escuela dominical de un grupo de adolescentes y ellos un sábado a la noche me vieron con Marta
caminando juntitos, despacito. Al día siguiente yo tenía que dar la lección de la escuela dominical y los chicos me
preguntaban: “¿Y maestro, cómo le fue anoche?” Yo decía: “¡Trágame tierra!” ¡No sabía dónde meterme!

Al tiempo me enteré que Marta le había dicho a su hermano de mí: “Yo con ese negro ruliento no me caso”. ¡Me fui a
mi casa destruido! Y le pedía al Señor que me explicara qué estaba pasando. ¿Por qué yo tenía que estar viviendo eso?
¿Por qué yo? ¿Por qué a mí? Le suplicaba que me diera una palabra y usando el método del “dedímetro” señalé un
versículo que está en Mateo 21:22: “Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis”. Así que me arrodillé y
oré: “¡Padre te la pido, te la pido, te la pido, dámela!” Oré y oré… entonces al tiempo fui nuevamente, le declaré mi
amor y le pedí que fuera mi esposa. “Pero si te dije que no me iba a casar contigo”, me respondió ella. ¡Se me vino
todo abajo! Volví a mi casa y dije: “¡Señor te equivocaste de versículo! ¿Qué hiciste? ¡Dime algo que me consuele!”
Usando el método del dedímetro de nuevo, Dios volvió a darme Mateo 21:22. “Ella me dice que no y tú me dices que
sí. ¿Qué hago Dios? ¡Está de novia con otro, Señor! Pero como me diste esta palabra, voy a orar: “Padre, dámela”. Así
viví dos años, pidiéndole a Dios, y Él me daba versículos bíblicos que afirmaban mi fe. El que más me salía era Mateo
21:22, pero también me dio otro pasaje de la Biblia que dice: “18 Sea bendito tu manantial, Y alégrate con la mujer de
tu juventud, 19 Como cierva amada y graciosa gacela. Sus caricias te satisfagan en todo tiempo, Y en su amor recréate
siempre” (Proverbios 5:18 y 19). Me salía dos por tres, pero yo tirado en la cama clamaba: “¡Dios, ésta no me quiere
acariciar!”

Las evidencias de los cinco sentidos me decían: “Ésta nunca va a ser tuya”, pero Dios me llevaba a alinearme con su
palabra, me decía que siguiera orando y así lo hice. Y cuando estaba seguro de que Dios ya me iba a contestar apareció
el hermano y me dijo: “¡Se casa el 21 de Diciembre!” El asunto es que tenía fecha para casarse con su novio, tenía
heladera, cocina, etc. para casarse y yo sufriendo, pero Dios no me permitía soltar ese versículo. ¡Me encantan las
cosas que hace Dios! ¡Me casé con Marta, y me quedé con la heladera y con la cocina del otro!

CONCLUSIÓN
El punto es que Dios no quiere que seas Juancito o Pedrito, Él quiere que seas su hijo y por ser su hijo, Él ha enviado su
palabra a tu corazón para que tú la declares, para que tu mente esté alineada con su mente y así poder hablar lo que
Dios habla y hacer lo que Él hace. ¡Cosas sobrenaturales, poderosas, milagrosas! ¿Para qué? Para que así como es Dios
tú seas, de acuerdo a lo que declara en Mateo 5:48: “48Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en
los cielos es perfecto”. ¡Dios quiere que yo sea como Él es! Y señala también la Biblia: “…como aquel que os llamó es
santo, sed también vosotros santos…” (1ª Pedro 1:15). ¡Como Él es, quiere que seamos nosotros!

¿Realmente quieres seguir como has sido hasta ahora o quieres ser como Dios es?

Señor, si sigo pensando como pienso, seguiré siendo yo pero si logro pensar como tú piensas, seré como tú. Muchos
creerán que estoy hablando de más pero no es así porque yo hablo conforme a la palabra de Dios. “Los que creen en
mi harán las obras que yo hago” dice el Señor. “Pondrán sus manos sobre los enfermos y éstos sanarán, echarán fuera
demonios y si bebieren cosas mortíferas no les hará daño”. ¿Puedes creer? ¡Dios quiere obrar un cambio grande en
nuestras vidas! ¡Alabado sea Dios!

Si has creído, esa enfermedad que está atacando tu cuerpo desaparecerá porque Cristo se la llevó a la cruz del calvario
hace dos mil años. Tienes que decirle a Satanás, a los demonios y al infierno: “Diablo, me has estado mintiendo, esta
enfermedad es una mentira tuya, Cristo cargó con mis dolencias en la cruz del calvario. ¡Por sus llagas fuimos nosotros
curados!” ¡Entonces serás sano en esta misma hora!

Sea destruida toda verdad del hombre, Padre. Dice tu palabra: Sea todo hombre mentiroso, mas sea Dios veraz. Si tu
mente te atormenta con dudas, con temores, tienes que saber que esas cosas no las ha puesto Dios. Cristo murió en la
cruz del calvario para llevarse cautivo todo pensamiento que te amarga, que te entristece, que te frustra. ¡Todo odio y
todo resentimiento, Jesucristo se lo lleva hoy de tu vida! La vergüenza, la timidez y toda maldición se la llevó Cristo en
la cruz.

“Derrama fe sobre las vidas Señor, bendice cada vida, glorifícate en esta hora, te lo pido en el nombre de Jesús. ¡Hay
poder en ti, Señor! En el nombre de Jesús echo fuera todo poder del enemigo, toda mentira y engaño del enemigo. ¡Sé
libre ahora en el nombre de Jesús! ¡Sé sano, sé bendito, recibe paz en el nombre de Jesús! A ti Señor te damos toda
gloria, amén”.

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