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Serie Guerreros de la Luz

El despertar de Miles 1

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Sinopsis
Un miembro del Consejo de Seres Paranormales y líder de los guerreros de la
luz, Ben ha mantenido el orden en su mundo por siglos. Al ser mandando a
destruir a un vampiro malvado de nombre Malcom, su misión se ve desviada
cuando descubre que el hombre que Malcom ha estado acosando es su pareja
destinada.

Miles vive una vida tranquila, pero todo eso cambia cuando se ve envuelto en
una batalla entre el bien y el mal. Siendo la pareja destinada de Ben y Malcom
poniendo su vida en peligro. Ben es el único que puede salvarlo sin tan solo
pudiera entregar su corazón y aceptar su destino.

En un intento de proteger a Miles, Ben le da la oportunidad a Malcom de


tomar todo lo que considera valioso. El tiempo se acaba. ¿Podrá Ben salvar a
Miles de un destino peor que la muerte? o ¿Está Ben destinado a estar solo
para siempre?

Nota: Este libro contiene seducción forzada

Género: Alternativo (M/M o F/F), Paranormal, Vampiros y Hombres lobos

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Dedicatoria
Para mi suegra, Judy, quien le dio nombre a Miles. Gracias.

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Capítulo 1

Miles miró sobre su hombro mientras caminaba rápidamente por la acera.


Podía jurar que alguien lo estaba siguiendo. No ayudaba que fuera
medianoche, negro como la boca de un lobo y que no hubiera nadie más
caminando tan tarde por la noche en las calles de la pequeña ciudad
universitaria de Columbia, Missouri. Estaba por su cuenta en la calle Hiltop.
Miles nunca pensó de su cuidad como un lugar tenebroso donde vivir, lo que
pasa es que en los últimos días, no podía alejar el pensamiento de que era
observado.

―Gracias a Dios.―Miles dio un respiro de alivio cuando su edificio de


apartamentos estuvo a la vista. Saco su llave para tenerla lista, para que
cuando llegara pudiera pasar la puerta de entrada tan rápido como fuera
posible.

Lo más probable era que estuviera exagerando y asustándose a sí mismo, pero


era tarde y las cosas malas siempre parecen ocurrir de noche en las calles
desiertas. Había escuchado horribles historias de como personas
desprevenidas habían sido tomadas por sorpresa, violadas y asesinadas o que
nunca volvieron a escuchar de ellas.

Un escalofrío recorrió el cuerpo de Miles. Realmente tenía que dejar de ver


películas de terror, si esto iba a pasar cada vez que se asustara un poco.

Estaba a una cuadra de distancia cuando sintió que alguien caminaba detrás de
él. Le tomo todo lo que tenía no mojar sus pantalones en ese instante.

Tal vez debió de haberle puesto más atención a esas películas porque entonces
su estúpido trasero no hubiera estado ahí solo en medio de la noche. Miles

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finalmente entendió el significado de paralizado del miedo, porque no podía
hacer nada salvo enfocarse en sus pasos. ¿Por qué no había aceptado el
aventón de Garret?
―Solo camina, chico. No voy a lastimarte, pero teníamos que haber llegado a
tu departamento hace cinco minutos.

El hombre puso su brazo alrededor de los hombros de Miles, extrañamente, el


miedo que sentía se desvaneció. El sonido y el toque de ese extraño parecían
calmar sus exhaustivos nervios. Pero ¿Por qué?

Miles trato de alejar ese extraño sentimiento y enfocarse en el problema


actual. El hombre quería que regresaran a su departamento, como si Miles
tuviera un constante flujo de visitantes extraños en su casa. Se volvió para
mirar al hombre y se tensó ante el impulso de lujuria que recorrió su cuerpo.
El tranquilizador sentimiento se mezclaba ahora con una atracción
incontrolable que no podía explicar. El hombre era extremadamente guapo, y
tan loco como suena, Miles se sentía atraído hacia él como si hubiera una
correa invisible que lo atase al hombre. La misma correa también debía estar
atada a su pene, puesto que comenzó a crecer y acercarse al guapo extraño. El
hombre era al menos 30 centímetros (1 pie) más alto que él, corpulento con lo
que Miles asumía era musculo bajo su chamarra de cuero y ajustados jeans
negros. Su cabello era un profundo rubio caramelo con capas de luces del
color de los besos del sol, lo que hacía que su bronceada piel brillara. Con
todos los elementos combinados, el paquete se redondeaba a ser un hombre
tan sexy como el infierno. Lo que más llamo la atención de Miles fue el par de
penetrantes ojos azules que el hombre tenía. Lo hacía pensar en el hielo de un
lago congelado. Había una frialdad que lo hacía querer envolverse en una
cobija para no ser mordido por la amargura del frío que se arremolinaba en las
profundidades azules.

Miles agito la cabeza vigorosamente, tratando de aclarar sus pensamientos


sobre el sexy hombre arreándolo como una oveja a su departamento.
―Disculpe. Odio ser grosero, pero ¿Qué lo hace pensar que lo dejaré pasar a
mi departamento?―Era un intento desanimado de coraje porque ahora, su
pene estaba levantado en pleno saludo, y no le importaría ensuciarse un poco
con el hombre si podía descubrir a ciencia cierta que no había escapado de una
institución mental.
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―Creo que lo harás porque quieres vivir, y yo soy el único que será capaz de
protegerte.

Espera un minuto, acaba de decir ¿Protegerme?¿Protegerme de qué?


¿Quería vivir? Demonios sí, quiero vivir. Su erección tuvo una muerte rápida.

―Compañero, me estás asustando. ¿Qué quieres decir con “quiere vivir” y


¿protegerme? ¿Es esto un truco para que te deje entrar a mi departamento?―
Los ojos de Miles recorrieron el cuerpo del hombre hasta llegar a sus ojos.
―No me malinterpretes, realmente eres un hombre sexy, pero amigo, ni
siquiera te conozco.

―Escucha. Contestaré todas tus preguntas una vez que estemos en tu


departamento, pero justo ahora, ternurita, necesitamos llegar a tu
departamento antes de que ataquen. ―Eso era todo lo que Miles necesitaba
oír. Camino más aprisa hacia la puerta del frente con su nuevo amigo, rogando
que este tipo no fuera un asesino serial cazando hombres jóvenes estudiantes
universitarios. Realmente no quería morir ni que este hombre lo cortara en
pequeños pedacitos y después se lo comiera. Bueno, quería que se lo comiera,
pero no de esa forma.

Una vez en la puerta de la calle, Miles intento que sus temblorosas manos
funcionaran para meter la llave en el orificio. Estaba muy asustado con toda
esa loca situación. Mientras introducía la llave en el orificio, el otro hombre
estaba de espaldas a él, viendo la calle como si espera un ataque o algo así,
que por lo que sabía Miles, así era.

―Peque, ¡Abre la maldita puerta ahora!

Justo en ese momento la llave giro, liberando el cerrojo y la puerta se abrió. El


otro hombre empujo a Miles por la puerta y la cerró de un portazo. Guió a
Miles escaleras arriba como si supiera exactamente a donde se dirigía. Eso
hizo que Miles se pausara. ¿Este hombre sabía dónde vivía? ¿Lo había estado
acosando? Oh, demonios. ¿Acabo de dejar entrar al enemigo a mi casa?

―Chico, estás pensando demasiado. No voy a matarte. Lo prometo.―El


hombre hizo la señal de la cruz sobre su pecho y levanto su mano en el aire
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como si hiciera un juramento a Dios.
―¿Cómo sabes lo que estoy pensando?

El hombre se rió suavemente. ―No voy hacerte nada.― El hombre checo a


Miles de los pies a la cabeza. Miles podía sentir la mirada del hombre sobre su
cuerpo como si fueran sus dedos trazando una sensual línea sobre su piel.
―No quieres que haga eso.

Miles trago tan fuerte que el sonido lo ensordeció. El hombre estaba de pie
mirándolo con una sexy sonrisa. Enfrentando el peligro inminente, ¿El hombre
quería coquetear? No es que Miles no se sintiera halagado, pero tenía que
aclarar ciertas cosas antes, como ¿Quien quería hacerle daño? Era un solitario
estudiante universitario con un trabajo de medio tiempo como mesero. Era tan
aburrido como una persona podría serlo.

Cuando llegaron al apartamento de Miles, abrió la puerta y dejo pasar al


hombre. Miles entró y encendió la lámpara a un lado del sofá. El apartamento
esta en silencio, lo que significaba que su compañero de cuarto, Trevor, aún
no estaba en casa. Lo cual, en ese momento sería la cosa más segura hasta que
Miles se diera cuenta que era lo quería este sujeto.

―Odio parecer grosero. Pero ¿Quién demonios eres? y ¿Por qué necesito ser
protegido?― Miles lo observaba mientras el hombre caminaba a lo largo de la
gran ventana y abría las persianas para mirar hacia afuera. Contesto sin
siquiera mirarlo.

―Mi nombre es Ben, y estoy aquí para evitar que te conviertas en la comida
de un vampiro, o peor, emparejado por toda la eternidad con un guerrero de la
noche.

La mandíbula de Miles cayó al suelo. ¿Acaba de entrar en un episodio de


Buffy? No sabía por qué preguntas comenzar. ―Entonces, ¿lo que me estás
diciendo es que existen los vampiros y ellos me quieren? ―Llevo sus manos a
las sienes y comenzó a masajear la piel, esperando despertar de ese sueño
loco―. Sabes que eso suena demente, ¿cierto?
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―Lo sé. Viviste toda tu vida sin saber del hecho de los vampiros o
cambiaformas existen y que acechan en las sombras.―Ben hizo señales con
su mano para que Miles se acercara―. Ven aquí, y echa un ojo.

Mientras se acercaba a la ventana no podía creer lo que veía. Un grupo de


cinco hombres estaba de pie afuera de su edificio. En la otra acera estaba un
hombre completamente solo. Sonaba loco, pero parecía que el hombre lo
estaba mirando directamente a él. El temor de Miles regreso en una gran
oleada de pánico y sus manos comenzaron a temblar.

―¿Qué demonios está pasando? No he hecho nada malo. Soy un maldito


estudiante universitario quien tiene un trabajo de medio tiempo. Casi no tengo
vida social, y ahora me estás diciendo que esos tipos.―Miles señalo hacia la
calle―. ¿Quieren comerme? ¿Y por comerme no te refieres al tipo bueno y
orgásmico?

Ben asintió. Mantenía su atención fuera de la ventana. Miles comenzó a


pasearse. ¿Qué más podía hacer en ese momento? Acababa de recibir la peor
de las noticias. Supuestamente las criaturas místicas si existían. Esto era
demasiado para asimilar.

―Mira, está bien. Miles. Estoy aquí ahora, y no dejaré que nada te pase.

Ben dio un paso al frente y puso sus grandes manos sobre los hombros de
Miles al tiempo que daba un pequeño apretón. Miles se sintió un poco mejor,
pero eso no respondía quien era Ben exactamente y como sabía que los otros
hombres eran vampiros.

―¿Cómo sabes que son vampiros?

―Porque los cazo y los mato.― Ben dijo con los dientes apretados. Sus
nudillos se asomaron por apretar tan fuerte el puño.

Todo parecía un guion de televisión. ¿Vampiros cazando gente inocente y


caza vampiros protegiéndolos? Sonaba totalmente loco en la vida que vivía.
Como sea. Si lo que Ben estaba diciendo sobre criaturas de la noche y
cambiaformas era verdad, ¿Eso que hacía a Ben?
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Alzo la vista para encontrarse con los ojos de Ben. ―Entonces, Ben ¿También
eres un vampiro?― Miles pregunto, haciendo lo mejor posible para pasar el
nudo que se le había formado en la garganta.

Ben respiro profundamente antes de hablar, ―Soy lo que llamamos un


guerrero de la luz.

Miles negó con la cabeza. Quería una respuesta directa. ―No contestaste mi
pregunta y ¿A qué te refieres cuando dices ―llamamos, nosotros―?

―Nosotros como en un equipo de guerreros. Soy miembro del Consejo de


Seres Paranormales que ayuda a proteger a humanos que no tienen idea de
suciedad como esta― Ben asintió hacia la ventana. ―También trabajamos
para mantener nuestra existencia oculta. Pero la repuesta a tu pregunta de si
soy un vampiro es, sí.

Miles salto hacia atrás con terror. Acababa de dejar entrar al enemigo. Su
padre tenía razón. Era un idiota. Cuando Ben se movió para acercarse, él
levanto las manos para detenerlo.

―Miles, no soy ese tipo de vampiro. Sí, necesito beber sangre para sobrevivir,
pero no soy como ellos.― Señalo a los hombre de pie en la calle. El hombre
tenía las agallas de ofenderse por su reacción.

―Acabas de admitir que eres un vampiro. ¿Cómo quieres que reaccione?


Hace diez minutos creía que toda esta mierda solo existía en las películas, no
en la vida real, o al menos no en la mía. Le recriminó a Ben.

Ben pasó una mano por su cabello. La mirada en el rostro del hombre era de
molestia y derrota. Miles no iba a sentirse mal por su reacción a toda esa
basura sin sentido ni por desquitarse su frustración con Ben.

¿Por qué cuando un hombre tan sexy como el pecado por fin se le acerca
resulta ser un lunático o peor, una criatura de la noche? Quería una linda y
normal vida, pero si lo que Ben estaba diciendo era verdad, la normalidad
había dejado el edificio hace mucho tiempo.
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―Sé que todo esto es nuevo para ti, pero te prometo que no estoy aquí para
lastimarte. Mi única misión es protegerte de ellos.

Bien, ahí vamos otra vez con eso de protegerme.

¿No debería estar defendiendo a toda la humanidad de los vampiros? Mejor


preguntaba lo obvio porque Ben no estaba siendo muy compartido con la
información.

―¿Por qué necesito ser protegido de los tipos de allá afuera?― Dijo las
palabras realmente lento, queriendo asegurarse de que Ben entendía la
pregunta.

―Bueno, así es.― Ben camino por la pequeña sala para sentarse en el
pequeño sillón de Miles. Su gran cuerpo ocupo la mayor parte del área
disponible para sentarse. Cuando Miles no se movió para sentarse, Ben
palmeo el cojín a lado suyo. Miles odiaba como el latido de su corazón se
aceleraba ante el pensamiento de sentarse tan cerca del hombre.

Miles se sintió incomodo tratando de acomodarse en el sillón donde no tocara


a Ben. Con un fuerte suspiro, Ben lo sujeto alrededor de la cintura y lo sentó
justo a su lado. Después dejo caer sus brazos sobre los hombros de Miles.
Miles odiaba como se había acurrucado a su lado de inmediato, buscando la
calidez y el confort que ofrecía.

―Déjame empezar por el inicio.― Miles asintió. ―Hace más de 1000 años,
durante la época medieval, en un tiempo que paso hace mucho, había dos
aldeas enemigas. Los líderes de las aldeas nunca parecían estar de acuerdo en
nada, lo que causaba interminables peleas, ya sea por agua o cosecha. Lo que
sea, peleaban por eso.

Miles asintió. No estaba seguro de cuál era el punto de las lecciones de


historia, pero espera que Ben lo mencionara pronto. ―El pueblo de Ash era
gobernado por un hombre llamado Asher, y aparte de ser un completo idiota,
era extremadamente superficial. Quería ser fuerte y joven para siempre. Asher
hizo lo impensable para obtener lo que quería. Busco la ayuda de una bruja.
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―¿Una bruja? ¿Qué tienen que ver la brujas con los vampiros?― Las cejas de
Miles se alzaron en señal de confusión. No entendía cómo era posible que las
criaturas que sólo debían deambular por las calles en Halloween, ahora
estuvieran sueltas en la ciudad todos los días.

―A eso voy.― Ben se giró en el sillón, acercándose a Miles. ―Verás, las


brujas son tramposas por naturaleza. Viven para crear el caos. Le concedió a
Asher su deseo, pero con ese deseo vinieron algunas consecuencias.

―¿Qué tipo de consecuencias?― Miles susurró. Estaba un poco asustado de


conocer los términos de ese acuerdo.

―El mito de los vampiros ha existido desde hace mucho tiempo y no hay
duda de que había otros libres por ahí antes de que nosotros fuéramos
transformados. Pero en el caso de Asher, cuando él acepto su pequeña ganga,
la bruja no sólo lo transformo a él en vampiro, sino a toda su aldea. Viviría por
siempre y sería joven y fuerte, así como lo sería toda la aldea.

―¿Así que eres parte de la villa o una mierda así? Sí él es tu líder, ¿Por qué
cazas a tu propia gente?

―Él nunca fue mi líder― Le espetó Ben. El coraje hizo que su piel se
enrojeciera. ―¿La otra aldea con la que te dije que Asher peleaba?― Miles
asintió. ―Soy el hijo del hombre que fue líder de esa aldea, Benedict Legrant.

―No te entiendo. Si no eras parte de la aldea de Asher, ¿Por qué eres un


vampiro? ¿Fuiste mordido?

Ben desvió la mirada. ―¿Recuerdas que te dije que las brujas eran
tramposas?― Volvió a mirar a Miles. ―Bueno está bruja creyó que sería
divertido convertir a nuestra aldea también. Así podríamos pelear para toda la
eternidad.

Miles se sobresaltó con sorpresa. Por primera vez en su vida, estaba sin
palabras. Lo que Ben estaba diciendo no parecía justo. Llevar una vida normal
y repentinamente ser convertido en un monstruo tenía que ser difícil.
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―Nunca quise esto.― Ben se acercó y tomo la mano de Miles. Agacho la
cabeza y besó la mano de Miles. ―Pero esta es la vida que ahora llevo.― Ben
dijo esas palabras contra los nudillos de Miles.

Mientras Ben mantenía su cabeza baja, su cabello se deslizo por los lados,
exponiendo un gran tatuaje en un lado de su cuello. Miles se acercó y retiro
los largos mechones para mirar mejor. Era un sol con líneas serpenteantes
saliendo de él representando los rayos. Algo que parecía como una liana con
espinas circulaba los bordes exteriores. Miles trazó ligeramente el tatuaje de
líneas negras. Sintió que Ben temblaba bajo su toque.

―Hermoso.― Miles susurró sin pensarlo. Continuó siguiendo el diseño.


―¿Qué significa?

Ben se sentó derecho pero no dejo ir la mano de Miles. ―Representa que soy
un guerrero de la luz. Es mi responsabilidad mantener el orden en mi mundo y
en el tuyo. Mi trabajo es hacer cumplir las leyes establecidas por el CSP. Esto
indica de qué lado peleo.

―¿Eh?

―Consejo de Seres Paranormales

Miles comenzó a reírse. ―Suena como el nombre de un canal de televisión.

―No es gracioso. Hable en serio todo lo que te dije

Miles solo asintió y siguió riéndose. En el transcurso de una hora, aprendió


que había brujas, vampiros, y algún tipo de cambiaformas que deambulaban
su pequeño y amable vecindario. Si no se reía, probablemente caería al suelo,
se acurrucaría en posición fetal y lloraría.

Ben se acercó y coloco sus grandes manos a cada lado de la cara de Miles.
Miles dejo de reírse en seco. La descarga eléctrica que salió de ese contacto
hizo que los sentimientos de Miles fueran del terror a la sensualidad. Quería
que Ben lo tocara pero, ¿Por qué? Acaba de conocer a Ben, pero quería ser
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amado, besado y jodido por él.
Miles miró dentro de las azules profundidades de los ojos de Ben. ―¿Qué es
este poder que tienes sobre mí? Estoy más asustado de lo inimaginable, pero
todo lo que quiero es estar cerca de ti. Me haces sentir seguro.― Miles lamió
sus labios secos. ―¿Por qué, Ben?

Los ojos de Ben siguieron el movimiento de la lengua de Ben, y eso dio un


poco de satisfacción, ya que sabía que sus sentimientos de atracción no eran
solo suyos. Las manos sobre su rostro cayeron para masajear los músculos
detrás de su cuello. Miles se relajó ante el toque fuerte y firme de Ben.

―Preguntaste por qué estaba aquí para protegerte. Bueno, hay una razón para
ello.― Ben se apartó de Miles, entrelazo sus propios dedos, y los apretó tan
fuerte que estos se pusieron blancos.

Miles se enderezó y alcanzo las manos unidas de Ben. ―¿De qué se trata,
Ben? Ya me dijiste una mierda muy jodida. No creo que pueda ser más raro.

Quería tranquilizar a Ben. Sin importar lo loco que pareciera, sentía una
conexión con el hombre. En el poco tiempo que había conocido a Ben, podía
decir que era confiable. Miles solo rogaba porque sus instintos tuvieran razón.

―Miles, la magia es algo curioso. Existe un balance entre lo bueno y lo malo


cuando hay magia de por medio. Por una desventaja, siempre hay una ventaja.

―De acuerdo

―No estoy explicándolo bien. ―Ben trago fuerte―. Verás, los vampiros,
estamos maldecidos a vivir por siempre, y tenemos que beber la sangre de
otros, pero una de las ventajas es que podemos caminar a la luz del día y
comer comida normal si decidimos hacerlo.

―Eso no parece ser tan malo.― Miles estaba un poco aliviado. Si las cosas
resultaban de la manera que esperaba, quería ver a Ben más allá de las horas
de noche.
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―Hay más.― Ben respiro profundo. ―Cada vez que alguien es alcanzado
por la magia, ya sea por motivos buenos o malos, les es dado un regalo, sin
importar las circunstancias.

―Los regalos son bueno, ¿cierto?―

―Sí. El regalo que la magia te da es un alma gemela. La única persona que te


amará para siempre sin importar que. El lazo es sentido inmediatamente.―
Ben clavo sus ojos en Miles y luego desvió la mirada.

Maldita sea. Miles empezó a jadear por aire. ¿Alma gemela? Había sentido
una conexión instantánea con Ben. Tenía que saber que esto era demasiado
bueno para ser verdad. No es que fuera malo, pero ahora ¿Qué implicaba esto
en su vida?

―Miles, Cálmate. Supongo que uniste cabos y sabes que yo soy tu alma
gemela.

Miles asintió erráticamente. Se sentía halagado y un poco excitado, pero para


siempre era mucho tiempo. Solo tenía 21 años, y apenas había vivido su vida.

―Muy bien, puesto que ya te estás alterando, voy a continuar y decirte esto.
De vez en cuando, el destino tiene pequeños traspiés en el gran esquema de
los destinos, y dos personas están destinadas a la misma persona.― Miles
siguió la mirada de Ben afuera de la ventana. ―También eres la pareja del
hombre que está de pie allá afuera.

Miles no se podía mover, no podía respirar. Se le puso la piel de gallina por


todo el cuerpo y un inexistente frío helado lo hizo temblar. Esto es lo que se
debe sentir cuando te electrocutas. Ese fue el último pensamiento de Miles
antes de que todo se volviera negro.

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Capítulo 2

Ben odiaba tener que ser quien le diera la noticia a Miles. Miles era su pareja,
y estaría maldito si dejaba que Malcom pusiera sus manos sobre él. Malcom
era pura maldad. El maldito bastardo había sido cruel como humano mucho
antes de haber sido convertido en vampiro. Violaciones, asesinatos y robos
eran todos los crímenes que había cometido. El hombre no tenía conciencia
por ninguna de las cosas inmorales que hizo., y el convertirse en un vampiro
solo le dio un bonus adicional para ser malvado. Es como si Malcom creyera
que era su derecho provocar caos y destrucción a donde fuese que vaya.

Ben y sus hombres habían estado siguiendo a Malcom por meses, y él los
había llevado a una pequeña ciudad de Columbia, Missouri. El rastro de
muerte o personas desaparecidas era como una luz neón guiándolos su
camino. Era engreído y creía estar por encima de la ley. La única cosa que le
importaba a Ben era detener a Malcom, pero poco sabía que sus planes
cambiarían cuando el destino jugará contra él la carta de encontrar a su
compañero en medio del caos de Malcom.

Es raro que las almas gemelas aparezcan. Por supuesto, los paranormales
pueden tener relaciones con otras personas, ya sea otro paranormal o humano,
pero siempre hace falta algo. La necesidad de encontrar a la pareja consume a
la persona, y Ben había perdido la esperanza de encontrar a su compañero
hace quinientos años. Entonces, sintió las cuerdas de su corazón jalarlo en
dirección a Miles. Cuando se dio cuenta que Malcom también lo seguía, no le
fue difícil descubrir la razón.

La magia y el destino eran en ocasiones impredecibles, y los problemas


técnicos sucedían. Pero saber que compartía una pareja con Malcom solo
revolvió su estómago. Malcom no atesoraría a su pareja. No, mantendría a
Miles apenas con vida para que pudiera ganar los beneficios que una pareja

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trae a los paranormales, sin darle a Miles el mismo regalo convirtiéndolo en
uno de su especie.
Apenas conocía a Miles pero ya sabía que lo amaba. Sin ninguna duda,
moriría por él. Si le dieran la oportunidad, haría lo que tuviera que hacer para
hacer feliz a Miles y mantenerlo a salvo.

Ben se agachó y levanto a un inconsciente Miles en sus brazos. Lo cargo por


el pasillo y lo llevo a un cuarto a la derecha. Después de muchas misiones de
reconocimiento en este pequeño departamento, sabía cuál era el cuarto de
Miles.

Dejo a Miles en medio de una cama queen-size y jalo las cobijas para cubrirlo
y envolverlo. Miles se veía muy tranquilo mientras dormía. Si alguien entrase
en ese momento, no sospecharía que acababa de recibir la impresión más
grande de su vida.

Ben se sentó junto a Miles y miro al hombre durmiente. No podía resistir el no


tocarlo. Con su mano derecha, paso sus nudillos por la mejilla de Miles, la piel
suave y tersa al toque. Miles era muy joven para que su vida cambiara tan
dramáticamente. Su piel libre de arrugas y estrés, se marcaría con líneas de
preocupación cuando Miles descubriera lo que el verdadero temor era.

Ben alejo los pensamientos de lo que necesitaba hacer y de lo que necesitaba


discutir con Miles. Por ahora, solo quería admirar la belleza del hombre sin
temer a lo que venía.

Miles era fácilmente 25 cm (10 pulgadas) más bajito que él. No era frágil pero
era delgado. A Ben no le gustaba la forma en cómo los huesos de Miles se
asomaban bajo su piel. El hombre necesitaba comer más, pero después de
observar a Miles por dos semanas, Ben había visto las cargas de trabajo que
Miles tomaba todos los días, y tenían que ser demasiado para un humano.
Entre las horas de trabajo tarde en restaurante donde trabajaba y asistir a la
escuela durante las horas de luz de día, era un milagro que Miles durmiera,
menos aún comer.

Los tiempos eran diferentes de cuando Ben creció, pero sabía lo suficiente
para reconocer que la universidad era una parte importante de la educación de
una persona, y también era costoso asistir. El trabajo de antecedentes que
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había hecho de Miles mostraba que sus padres tenían una pequeña granja en
Clarinda, Iowa. Apenas si hacían lo suficiente para sobrevivir a los inviernos,
mucho menos para mandar a su único hijo a la escuela.

Ben también noto en su análisis de antecedentes que Miles no estaba muy en


contacto con su familia, y sentía curiosidad del por qué. Si las cosas resultaban
de la manera que esperaba, Miles iba a ser una gran parte de su vida, lo único
importante de su vida, y necesitaba saber lo bueno y lo malo de la vida de
Miles.

El sonido de la exhalación de Miles trajo a Ben de regreso al hombre dormido.


Una sonrisa apareció en sus labios cuando Miles se volteo hacia él y coloco
sus manos debajo de su barbilla. El cabello café oscuro de Miles caía suelto
alrededor de su rostro. Ben utilizo la yema de sus dedos para alejar los
mechones de cabello. Le gustaba mirar la pálida piel que brillaba en el cuarto
oscuro. Pensó que Miles parecía una muñeca de porcelana, muy frágil y
delicada. La vibración de su teléfono lo hizo alejarse al borde de la cama.
Después de una rápida mirada a Miles, atendió la llamada.

―¿Dónde demonios estás?― Una voz masculina resoplo en el teléfono. ―No


viniste como dijiste que harías. Si no contestabas el teléfono, iba a asumir que
estaba jodidamente muerto.

―Hombre de poca fe― Ben se rió en el teléfono. Al hombre que era su mano
derecha y mejor amigo desde la infancia, Quinn, le gustaba ser dramático.

―Tengo fe, pero nunca te sales del protocolo. Y el protocolo no es para


comprometer al objetivo sino mantenerlo a salvo, y después regresar con el
equipo TAN RÁPIDO COMO SEA POSIBLE― La voz de Quinn comenzó a
alzarse.

―No lo llames así. Su nombre es Miles.― Ben ladró al teléfono. Miro sobre
su hombro para asegurarse de no haber despertado a Miles.

―Entonces, ¿es cierto? Es tu pareja.

Ben paso una mano por si rostro. ―Sí, es cierto.


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―Maldición.― Ben escucho ruidos de que caminaban antes de que Quinn
hablara de nuevo. ―Dios, lo siento. Esperaba que estuvieras equivocado. Ya
que Malcom también es la pareja de este chico, tienes que moverte rápido.

―No es tan sencillo Quinn.― Odiaba hablarle bruscamente a su amigo, pero


nada de esta situación iba a ser simple o fácil.

―Ben, ¿Qué otra alternativa hay? ¿No emparejarte con él, y dejar que
Malcom ponga sus sucias garras en él? Sabes lo que le hará a Miles si lo
atrapa ¿cierto? Abusará de él y nunca lo convertirá. Eso significa que no habrá
forma en que pueda defenderse. Malcom lo mantendrá como su rehén por toda
la eternidad.― Quinn hizo una pausa. ―Ben, lo siento, pero tienes que
emparejarte con Miles y transformarlo antes de que sea muy tarde. Si esperas
hasta que el tiempo sea el correcto, sería mejor que pongas una bala entre sus
ojos y le ahorres el sufrimiento.

Los ojos de Ben se cerraron. Lo que su amigo estaba diciendo era verdad.
Realmente no creía que Malcom transformara a Miles solo para beber su
sangre y ganar la fuerza que el lazo de emparejamiento brindaba. Si Malcom
se emparejaba con Miles bajo sus leyes, Ben no podría tocarlo. Solo si
Malcom moría podría recobrar su estado de pareja con Miles. Pero, ¿Cómo
podría explicarle esto a Miles?

Era muy joven para tomar una decisión que iba a dictar el resto de su vida, y
una eternidad era un jodido largo rato.

―¿Estás ahí?

―Sí. Es sólo que no sé qué hacer.

―Sí lo sabes. Es esa parte de niño bueno tuya que hace que quieras hacer las
cosas bien con tu pareja, pero mi amigo, el tiempo no está de tu lado en esta
vuelta. Se supone que el lazo de emparejamiento es todo poderoso, así que
confía en eso, porque si Miles siente el tirón, va a querer ser reclamado por ti.

Ben se levantó y miro por la ventana. Parecía que no había señales de Malcom
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ni de sus matones. Debieron de haberse aburrido y se fueron.
―Lo sé. Solo quiero más tiempo para explicarle todo. Darle la oportunidad de
decidir. No puedo quitarle eso, Quinn, simplemente no puedo.

―Lo sé, pero tienes que hablar con Miles y dejarlo decidir.

―Tan pronto como despierte, lo haré.

―Bien. Iré por algo para comer y después iré al departamento de Miles para
que podamos idear un plan de juego para mantener a tu chico a salvo hasta
que entienda todo esto.

―Gracias, Quinn. No sé qué haría sin ti― Ben dijo al teléfono. El sonido del
clic le hizo saber que Quinn había colgado. Quinn no era una persona con la
cual ponerse sentimental. El hombre había perdido sus emociones hace mucho
tiempo.

Se volvió y capto el brillo de dos ojos oscuros mirándolo. Miles se había


levantado, y se preguntaba que tanto había escuchado de la conversación.

―¿Qué necesitas explicarme?― La voz de Miles era muy baja cuando hablo.
Si no fuera por su excelente oído, Ben nunca lo hubiera oído.

―Escuchar a escondidas no es un rasgo característico atractivo en la personas,


sabes.― Ben lo dijo mientras se sentaba de nuevo en la cama, y ponía un
brazo detrás de la espalda de Miles para que este pudiera recostarse sobre él.

―Guardar secretos tampoco es un buen rasgo.

―Tienes razón.― Ben beso la punta de la nariz de Miles. ―Estaba hablando


con un amigo. Y él me recordó la importancia de explicar los asuntos a tratar
contigo.― Ben se acomodó detrás de Miles, y paso un brazo alrededor del
pecho de Miles para jalarlo contra el suyo. ―¿Qué recuerdas de antes de
desmayarte?

Sonrió cuando sintió que Miles se acurrucaba más cerca de su pecho. El


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delicado contoneo de las caderas de Miles causo que su pene volviera a la
vida. No era un buen momento para dejar que su mente divagara en lo que se
sentiría enterrarse en las profundidades del sexy y aterciopelado calor de
Miles, y embestir su apretado agujero una y otra vez hasta que los dos se
vinieran. Ben sacudió la cabeza fuertemente. Necesitaban discutir todo el rollo
del emparejamiento y Malcom primero.

―Recuerdo que dijiste que yo era tu alma gemela, pero que también era la
pareja del hombre parado afuera.― Podía escuchar el miedo en la voz de
Miles. Ben lo acerco más a su pecho. Odiaba como su chico sonaba tan
atemorizado.

―Sí, eso es cierto. Pero hay más.

―Por supuesto que hay. Siempre hay más.― Miles dijo sarcásticamente.

Ben sujeto la barbilla de Miles y volvió su rostro para que pudiera ver directo
a los ojos dorados de Miles. ―Lo siento, Miles. Realmente lo siento, pero
necesitamos hablar de esto antes de que sea muy tarde.― Su voz sonó más
severa de lo que le hubiera gustado, pero necesitaba que Miles supiera las
cosas.

―Me estás asustando, Ben. Está mañana desperté como un estudiante


universitario normal que se las arreglaba para sobrevivir, y ahora apareces en
mi vida parloteando sobre vampiros y brujas. Perdóname si estoy un poco
sensible.

Miles respiró profundamente, y cuando el aire escapo de sus labios, abanico el


rostro de Ben. El dulce aroma a menta y manzana inundo sus sentidos. Podía
perderse en la esencia de Miles, ya sea en su aliento o cuerpo. El ser un
vampiro agudizaba sus sentidos, así que estaba sobrecargado de todas las
intoxicantes esencias de Miles.

―Lo único que me mantiene vivo ahora es él estar cerca de ti. Cuando estás
cerca no tengo miedo de lo que todo esto significa.

La mira de Ben cayó de los ojos de Miles a su boca cuando la lengua rosa de
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Miles, salió a humedecer sus labios secos. Ben tuvo que reprimir un gemido
que amenazaba con escapar de su boca. Estaba desesperado por probar los
suaves y carnosos labios que brillaban a la luz de la luna.

―Es porque somos pareja.― Comenzó a hablar, pero Miles puso un dedo
sobre sus labios.

―Sé que tenemos que hablar de todo esto, pero ¿Sería raro si te pido que me
beses? No pudo pensar en este momento, lo único que quiero sentir es a ti
tocándome.

Ben observo mientras Miles lentamente chupaba su dedo. Después Miles


libero su húmedo y cálido digito y recorrió los labios de Ben. Lo que tenía de
control y sentido de rectitud salió volando por la ventana. Con un bajo
gruñido, trepó por Miles y lo atrapó contra la cama. Observo en busca de
señales de duda o miedo de parte de Miles mientras lentamente se acercaba a
sus labios. Ben lamió y jugó con el borde de la boca de Miles hasta que este la
abrió con un jadeo. Tomo la oportunidad de probar a Miles apropiadamente
como había querido hacer durante las últimas dos semanas.

Miles se agarró de la camisa de Ben, silenciosamente pidiendo que se la


quitara. Ben estaba indefenso para negarle algo a su pareja. Se sentó lo
suficiente para quitarse la camisa y después se acercó para tomar el borde de
la de Miles. Miles se quitó la camisa y la tiró al suelo.

El tacto de la suave y cálida piel frotándose contra él mando olas de deseo


directo a su pene. Su respiración se volvió trabajosa, mientras tomaba todo lo
que la boca de Miles tenía para ofrecer, pero no era suficiente. Se movió para
sentarse y trajo a Miles consigo. Miles envolvió sus piernas alrededor de las
caderas de Ben. El joven nunca rompió el beso.

Miles seguía succionando su lengua mientras que Ben frotaba sus penes.
Habían pasado muchos años desde que Ben había sentido esta extrema
cantidad de lujuria y deseo por otra persona. Y todo tenía que ver con el
petardo girando sobre su regazo como si cabalgara a un toro. Hacía que Ben se
preguntara que se sentiría hundir su duro pene dentro del apretado calor de
Miles.
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―Dios, te deseo tanto.― Ben gimió dentro del beso. Todas las razones por la
cuales deberían esperar dejaron su mente. Todo lo que importaba era
besuquearse con él, mientras más pronto mejor.

―Entonces, tómame.― Miles se alejó del abrazo de Ben. ―Si lo que dijiste
es cierto, entonces no deberíamos sentirnos culpables por querer joder.

Ben empujo a Miles para que quedara recostado sobre la cama. Tomo el
elástico de sus pantalones y despojo a Miles de sus jeans. Su respiración
quedo atorada en su garganta ante la vista de su pareja completamente
desnuda por primera vez.

Miles podría ser delgado, pero su cuerpo estaba cortado con musculo definido.
Sus huesos aún sobresalían, pero la piel que cubría su cuerpo moldeaba al
muy justo y bien definido músculo. Ben recorrió con un dedo el pecho
desnudo de Miles, y el cuerpo de Miles tembló bajo su toque.

Mientras el dedo seguía su recorrido hacia abajo, choco con la goteante cabeza
del pene de Miles. Untó el semen alrededor de la punta sensible y puso su
mano a trabajar, frotando la impresionante erección que yacía dentro de su
puño.

―Más, necesito más.― Miles se retorcía en la cama.

Ben sujeto la parte superior de los muslos de Miles y separo las piernas del
hombre un poco más, para hacer espacio para sus hombros. Una vez en
posición, lamió hacia arriba desde la parte baja del pesado pene que
descansaba sobre el abdomen bajo de Miles. Marcó un camino alrededor de
las gruesas venas que recorrían el miembro. Cuando alcanzó la hinchada
cabeza, succionó el suave tejido. Hizo un zumbido fuerte alrededor de la
cabeza. El delicioso sabor de Miles hizo que sus papilas gustativas
hormiguearan.

Bombeo su cabeza, arriba y abajo, y subió las manos para alcanzar las
diminutas puntas de los pezones de Miles. Pellizco y giro los endurecidos
pezones, y disfruto de las respiraciones entrecortadas provenientes de la boca
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de su pareja.
Ben envolvió su boca alrededor de la hinchada cabeza una vez más antes de
separarse con una fuerte succión. Lamió hacia arriba por el torso de Miles,
deteniéndose a jugar con los duros pezones que se asomaban para que él los
probara. Cuando llego al cuello de Miles, respiro profundamente, adorando la
esencia de un hombre excitado y sudoroso.

―Permíteme hacerte sentir bien, Miles― Ben se enderezo para descansar


sobre sus codos, y mirar directamente a Miles a los ojos. ―Déjame hacerte el
amor.

Miles trago saliva tan fuertemente que fue audible para él. ―¿Esto nos hará
pareja?

Los ojos de Ben se cerraron. La incertidumbre en la voz de su pareja lastimaba


su corazón. Sabía que no debería esperar que Miles aceptará una pareja hasta
que supiera todos los puntos, pero quería que Miles lo quisiera de la manera
que él quería a Miles.

―No, cariño. No lo hará.― Rodó por encima de Miles y se sentó.

―Oye, Ben, no hagas eso.― los delgados dedos de Miles rodearon su bíceps,
evitando que se moviera. ―No es que no quiera ser tu pareja, es solo que
necesito algo de tiempo para procesar todo.― Miles le sonrió. ―¿Está bien?
Porque si lo está, realmente me gustaría tener sexo contigo.

Ben observo mientras Miles se inclinaba entre ellos y masajeaba su pene.


Miles lo estaba seduciendo con su mera presencia. Ben se puso de pie al lado
de la cama para quitarse los pantalones. Era halagador ver como la mano de
Miles se quedaba inmóvil cuando vio por primera vez el cuerpo de Ben.
Amaba como su pareja se lo comía con la mirada.

―El lubricante y los condones están en el cajón superior justo ahí.― Miles
dijo mientras mantenía la mirada pegada al pene de Ben.

Sonrió mientras se arrodillaba al lado de la cama para mirar a Miles a los ojos.
23
―No necesitamos condones. La parte de vampiro inmortal los hace algo así
como inútiles, puesto que no puedo contraer ninguna enfermedad humana.

Los labios de Miles se curvearon por los extremos. ―No es que no te crea,
pero aún no he tenido ninguna prueba real de que eres un vampiro.

Cierto, Miles tenía un punto. Rogando porque no asustara a su pequeña pareja,


tanto como para desmayarse otra vez, sonrío, levantando su labio superior. Se
concentró y dejo que sus lomillos bajaran. El temor que esperaba ver nunca
llego. Miles se levantó para ver mejor. Incluso más fue más sorprendente
cuando Miles levanto un dedo para tocar la filosa punta. El delicado toque
hizo que Ben curveara los dedos de los pies. El vínculo entre su pene y sus
colmillos siempre había estado ahí, incluso aún más cuando era su pareja
quien acariciaba los filosos dientes.

―No puedo explicar porque no me estoy asustando, pero el ver tus colmillos
me está excitando aún más― los ojos de Miles se volvieron hacia él. ―¿Es
normal?

Ben alcanzó el cajón para tomar el lubricante y sentarse entre las piernas de
Miles. ―Es por el emparejamiento, Miles― destapo el lubricante y
humedeció sus dedos con el gel transparente, sosteniendo la mirada de Miles,
mientras empujaba un largo dedo entre las mejillas de Miles, tamborileando en
su puerta trasera. ―Entonces, ¿tengo permiso de hacerle el amor a mi pareja
apropiadamente sin ninguna barrera entre nosotros?― Miles asintió con la
cabeza.

Ben se tomó su tiempo para estirar a su pareja. Los ronroneos que Miles hacia
lo estaban volviendo loco por la necesidad. Si esperaba un poco más, perdería
la cordura, pero tenía que asegurarse que Miles estaba listo para él. Su pene no
era gigante, pero era más grande que el de los hombres promedio. Él lo sabría.
Después de vivir más de mil doscientos años, había visto muchísimos penes
con los que podría compararse.

Cuando Miles comenzó a rogar, Ben retiro los tres dedos que tenía dentro del
trasero de Miles, y derramo más lubricante en su hinchado pene. El simple
hecho de frotar el líquido en su pene casi hizo que se viniera como un
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inexperto joven.
Incluso más lentamente se movió hacia adelante. Miles tomo la parte trasera
de sus piernas para jalarlas hacia su pecho, ofreciéndole a Ben un mejor
acceso.

Para penetrarlo. La vista era sublime para Ben. El agujero de Miles brillaba
por el lubricante y se retorcía mientras Ben empujaba su pene contra el
apretado músculo. Usando su mano, guio su pene a la pequeña abertura y
empujó contra el cerrado músculo.

Ben apretó la mandíbula fuerte mientras el ardiente calor de Miles lo rodeaba.


Se detuvo a la mitad del camino y tuvo que hacer un gran esfuerzo para no
venirse en el acto. Miles no le dio esa oportunidad por mucho tiempo. Su
pareja soltó el agarre de sus piernas y alzo los brazos para apoyarse contra la
cabecera. Antes de que supiera que era lo que estaba pasando, Miles se
empalo a sí mismo el resto del camino con el pene de Ben. Ambos gimieron
por la sensación.

―Jódeme― Miles dijo sin aliento.

Ben envolvió sus manos bajo los hombros de Miles para hacer palanca y
empujar dentro y fuera de Miles con su pene. El ritmo rápido sació sus deseos.
Podía sentir el orgasmo arremolinarse en sus testículos, indicándole que l
liberación no estaba muy lejos. Inclinándose entre los dos, toco el pene rígido
de Miles.

Se inclinó hacia un lado, manteniendo el ritmo de las embestidas mientras


masajeaba el duro pene en su mano. Liquido pre eyaculatorio goteaba de la
punta del pene de Miles, haciendo que las caricias fueran más fáciles en la
delicada piel. Miles cerró los ojos fuertemente y emitió un fuerte grito cuando
su semilla fue expulsada de su pene, cubriendo su pecho. Ben no permitió que
esto aflojara su agarre. La vista de Miles viniéndose sin control, le dio el
impulso que necesitaba para caer en el borde del olvido.

Los ojos de Ben se cerraron mientras dejaba caer la cabeza hacia atrás, los
tendones palpitando contra su cuello. Su semen caliente lleno el agujero de
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Miles, cubriendo sus paredes internas de una forma que nadie tendría la
oportunidad de hacer ahora.

Miles era suyo, y no permitiría que su pareja se alejara de él.

Estrelló sus caderas contra Miles unas veces más, disfrutando como el trasero
de Miles se erraba alrededor de su pene. Estar adentro de su pareja era el cielo.
Después de todos estos años, se sentía joven y rejuvenecido, capaz de
enfrentar otro milenio si Miles permanecía a su lado.

Cuando sus movimientos cesaron y sus respiraciones se regularon, Ben se


retiró gentilmente y se recostó junto a Miles. Miro a Miles y amo la sonrisa
que bailaba en los labios de su pareja. Miles estaba tranquilo y relajado, todo
por hacer el amor.

Miles se volvió para mirarlo. ―Eso fue sorprendente―. Entrecerró las cejas.
―Pero no me mordiste, ¿por qué?

Ben comenzó a reírse. ―Ves demasiada televisión. No soy una criatura de la


noche, ni soy un muerto viviente. Sí, tengo que beber sangre para sobrevivir,
pero no muerdo todo lo que se me pone enfrente.― Miro pícaramente a su
pareja. ―Pero si quieres que te muerda puedo hacer algo al respecto.

La atención de Miles estaba en la boca de Ben. ―¿Es así como nos volvemos
pareja?

―No, no es así.― Ben se dejó caer sobre su espalda. ―Para volvernos pareja
tenemos que practicar el ritual mágico del sexo sangriento.― Sabia cuál sería
la siguiente pregunta de Miles, y odiaba tener que explicar esos detalles de
convertirse en pareja.

―¿Ritual mágico del sexo sangriento?

Se volvió y miro a Miles. ―Sí, tenemos que mezclar nuestra sangre, después
tengo que cubrir mi pene con nuestra sangre mezclada, te jodo y te lleno con
mi semilla.
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―Iuu. Eso suena a desastre y muy poco higiene.― Miles comenzó a reírse.
Ben se sentó. No podía decir si se trataba de una risa del tipo bueno o del
comienzo de la histeria. ―Miles, ¿estás bien?

Miles tragaba bocanadas para respirar y movió una mano enfrente de él.
―Estoy bien. Pero en serio, suena asqueroso. ¿Sangre y semen? No es un
combo en el que haya pensado.

Podía ver lo divertido en eso. Ben se unió a la risa de Miles. Después de unos
momentos Ben jalo a Miles para acurrucarse. La satisfacción lo lleno cuando
Miles se acercó. El silencio los cubrió por un momento.

―Verás, de acuerdo con nuestra bruja en la CSP el semen es la raíz del amor
para hombres y mujeres. Y la sangre es la que da la vida.― Ben se encogió de
brazos. ―Ambos son líquidos poderosos y cuando los combinas, se crea el
lazo de pareja.

―Entonces, ¿cuándo me muerdes?

Ben hizo pequeños círculos en la espalda de Miles. ―Cariño, ¿cuál es el


temor que le tienes a que te muerda? No lo haré, si no quieres que lo haga.

Miles recorrió con sus dedos el pelo en pecho de Ben, haciendo que se le
pusiera la carne de gallina. ―No es que le tenga miedo a ser mordido. Solo
quiero saber cuándo lo harás.― Miles se sentó y bajo la mirada para verlo a
los ojos. ―¿Entiendes lo que quiero decir?

Ben unió sus labios con los de Miles. ―Por supuesto. Solo para que lo sepas,
cuando es hecho correctamente y en el calor del momento, no sentirás nada.―
Ben le guiñó el ojo.

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Capítulo 3

―¿Quién demonios eres tú?

Miles se espantó ante el sonido de su primo gritando. Sintió que el colchón se


hundía cuando Ben salto y corrió fuera del cuarto. Miles salió de la cama y
envolvió la sabana alrededor de su cintura. Si hubiera un intruso, o peor
Malcom, en su casa, no quería ser atrapado desnudo. En su camino fuera del
cuarto, agarro una toalla para Ben.

―¿Qué demonios estás haciendo en mi casa? ¿Y quién jodidos eres y porque


estas desnudo? Dios bendito, ¿dónde está Miles? ¡Miles!

Cuando llego a la cocina, vio a Trevor blanco como un fantasma y sosteniendo


un cuchillo frente a él. Movía la cuchilla de lado a lado como un hombre loco.
Si solo Trevor supiera que eso no lo defendería de Ben. El hombre de cabello
oscuro de pie del lado opuesto a Ben era alguien que Miles nunca antes había
visto. Ben no parecía preocupado por su presencia por lo que debía ser amigo
y no enemigo.

Camino entre los dos hombres fornidos, lanzándole la toalla a Ben cuando
paso.

―Trevor, tranquilízate, estoy bien.

―En...entre, y este gran tipo estaba sentado en nuestro sillón.― Trevor grito

―Él es Ben, y él es...― Miles se volvió para mirar al recién llegado. ―No
tengo idea.

―Lo siento, Miles, él es mi siguiente al mando y mejor amigo, Quinn.― Ben

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envolvió la toalla alrededor de su cadera y se movió para pararse a un lado de
Quinn.
Sujeto la sabana con más fuerza y después saco una mano, la cual tendió a
Quinn. ―Gusto en conocerte. Desearía que fuera bajo otras circunstancias.―
El hombre le dio un apretón de manos y le devolvió la sonrisa.

―¿Qué demonios está pasando aquí? Actúan como si fuera la maldita hora del
té o una mierda así. Y ¿Por qué estás desnudo? ¿Volví a casa durante un
revolcón nocturno?―Trevor divago. ―Realmente deberíamos tener un código
para este tipo de cosas.

Antes de que pudiera hablar, la voz de Ben hizo eco en las paredes. ―Esto no
es cuestión de una noche. Soy su pareja.― Ben puso un dedo sobre su propio
pecho mientras decía cada palabra.

Trevor alzó una ceja mientras miraba de Miles a Ben. Miles se encogió de
hombros. ¿Qué podía decir? Era la verdad, sin importar que tan loco sonase.
También debía ser una locura para los oídos de Trevor. Observo mientras su
primo abría y cerraba la boca como un pez fuera del agua. Si la situación no
fuera tan terrible hubiera sido muy divertido ver a su primo ―siempre tengo
algo que decir― sin habla.

―Ven, Trevor, toma asiento. Tenemos algo de que hablar.― Miles guio a
Trevor hacia la silla más cercana. Antes de que pudiera tomar asiento, Ben lo
sujeto por la cintura y lo posiciono en su regazo. Al principio se tensó,
después se relajó en los fuertes brazos de Ben.

El roce de la silla con el suelo de la cocina hizo que ven volteara la cabeza.
Quinn se había deslizado más cerca de Trevor y lo observaba cuidadosamente
como a una exhibición de museo. Era extraño y nada normal, por decir lo
menos.

―¿Qué te pasa?― Ben preguntó mientras señalaba con la cabeza al primo de


su pareja. 29
Ben observo mientras su amigo se amarraba su negro cabello en una coleta.
Había notado con los años que este gesto significaba que Quinn estaba
calándolo. Ben apretó su agarre en Miles después se aclaró la garganta.

―Sólo estoy siendo precavido de que este no vaya a blandir el cuchillo contra
nosotros otra vez. Este pequeño bastardo es rápido.― Quinn dijo mientras se
acercaba un poco más a Trevor.

―¡Yo! ¡Fuiste tú el que intento taclearme cuando entre al jodido


departamento. Si alguien necesita ser vigilado, eres tu amigo.― Trevor
deslizo su silla más lejos de Quinn y más cerca de Ben y Miles.

―Suficiente chicos. Lo entendemos, todos fuimos tomados por sorpresa.―


Miles se volvió para tomar la mano de su primo. ―Trevor, hoy descubrí unas
cosas, y para que estemos a salvo, necesito decírtelas.

Durante la siguiente hora, Ben escucho mientras Miles le explicaba a Trevor


todo lo que había aprendido. Lo interesante era que Trevor lo había tomado
mucho mejor que Miles. No lo interrumpió ni se alejó. Trevor se sentó y lo
escucho como un niño bueno, lo cual Ben encontró sorprendente puesto que el
chico había intentado apuñalarlo a él y a Quinn cuando se conocieron.

―Entonces, ¿Qué piensas?― Miles pregunto mientras apretaba la mano de


Ben.

―Mmm. ¿Qué que pienso? Pienso que mi trasero tuvo suficiente por hoy, y
que le atribuiré todo esto a que pusiste tus manos en una hierba muy mala.―
Trevor se levantó y acomodo su silla bajo la mesa. ―Esta noche ha pasado de
mala a totalmente bizarra. Primero Tim y yo terminamos, y ahora tú has
perdido tu pinche mente. Con un poco de suerte, mañana por la mañana me
daré cuenta de que todo fue un sueño muy malo. Buenas noches, caballeros.―
Trevor les dijo adiós con la mano.

―¿Tienes novio?

Ben y Miles se volvieron cuando escucharon el bajo gruñido proveniente de


30
Quinn. Si Ben no lo conociera, hubiera dicho que su buen amigo estaba
celoso.

―Tenía. Tenía novio. Queríamos cosas diferentes. Ah, y no soy bueno


compartiendo, como ese imbécil mentiroso e infiel.― Trevor se volvió para
ver a Quinn. ―¿Y por qué estoy diciéndole esto a un hombre que cree que es
un vampiro? Iré a dormir un poco.

―Trevor, esto es real. Ellos son vampiros, y hay un vampiro malo detrás de
mí, y voy a suponer que detrás de ti también, porque estás cerca de mí.― Ben
asintió cuando Miles se volvió a verlo. ―Por favor, Trev, No podría haberme
inventado algo como esto. Sabes que no soy así.

Trevor cruzo los brazos sobre su pecho y suspiro fuertemente. ―Lo sé, pero
esta ya es de por sí una mala noche y ahora ¿vampiros y brujas? Es demasiado
para digerir.― Trevor se quejó.

―Vamos, déjame simplificártelo.

Quinn se levantó y se paró justo frente a Trevor. Trevor dio un paso atrás,
pero Quinn sujeto sus brazos. En un instante, Quinn hizo descender sus
colmillos. Ben observo como Trevor miraba a Quinn con completa
fascinación. Miles le había dirigido la misma mirada un poco antes esa misma
noche. Cuando Trevor alzo un dedo para tocar la filosa punta, Quinn se lo
permitió. Observo como los ojos de su amigo se cerraban lentamente como si
el menor roce lo excitara. Definitivamente tenía que hablar con Quinn acerca
de lo que sucedía entre él y Trevor.

―Oh, Dios mío, son reales.― Trevor trato de mover el canino para aflojarlo.

Quinn tomo su mano y gentilmente la aparto. ―No mentiríamos sobre algo


tan importante. Confía en lo que tu primo te ha dicho.

Miles se levantó y Ben dejo que se acercara a Trevor. ―Todo va a estar bien.
Recuerda, siempre juntos.

―Nunca separados.― Trevor termino la oración de Miles con una sonrisa.


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Ben observo mientras su pareja abrazaba a su primo. El amor que sentía por el
otro hombre era similar al que él sentía por Quinn. Hablando de Quinn, volteo
a verlo para ver cuál sería su reacción a todo eso. Quinn parecía indiferente,
pero el brillo en sus ojos lo traicionaba. Algo estaba sucediendo aquí y tendría
que discutirlo con su amigo, largo y tendido, cuando estuvieran solos. Si
Trevor era quien él creía que era para Quinn, podría convertirse en un
problema.

―Odio interrumpir, pero, Ben, tengo un mensaje de Benedicto para ti.

―¡Oh! ¿En serio? ¿Qué quiere mi padre ahora?― Ben bufo. Su padre odia
ceder el control a su único hijo. Incluso después de miles de años, seguía
creyendo que Ben no podía hacer nada bien.

―Quiere que le reportes lo que sucedió esta noche. No le dije acerca del
desarrollo con Miles.― Quinn meneo un dedo en dirección a Miles. ―Creí
que era mejor que tú le dieras las buenas noticias a tu papi querido.

―Gracias.― Ben se levantó. ―Deja que me vista, y te veré afuera.

Quinn asintió mostrando que entendía y salió de la cocina. Ben tomo la mano
de Miles y lo guio de regreso al cuarto. Una vez dentro, junto su ropa y
procedió a vestirse.

―¿Regresarás?

Ben se detuvo a la mitad de atar sus botas cuando escucho la tristeza en la voz
de su pareja. ―Por supuesto que regresaré Eres mi pareja, y nada me
mantendrá lejos de ti, nunca.― Se levantó y atrajo a Miles hacia él.

―Bien. Sé que aún hay cosas en las que necesitamos trabajar, pero no quiero
que esto termine. Sé que nos acabamos de conocer, pero me importas como si
te hubiera conocido toda mi vida.

Beso suavemente los labios de Miles, y el pequeño gemido que emitió su


pareja fue música para sus oídos. ―Miles, hay algo que necesito de ti.―
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Miles asintió con un respingo. ―No dejes el departamento hasta que regrese
¿está bien?

―Tengo clases mañana, y tengo que ir a la biblioteca antes de eso.

―¿A qué hora? Regresaré para llevarte.

―Como mi guardaespaldas personal. Me gusta.― Miles se rió. ―Ocho en


punto. Tengo este gran examen a las nueve, y necesito ese tiempo extra en la
biblioteca para prepararme. Puede que sea la pareja de un vampiro, pero eso
no me dará una calificación aprobatoria.

―Aún no somos pareja, mi amor.― Ben se mordió la lengua. Esperaba que


Miles no haya captado la parte de ―amor―. Como punto a su favor, Miles lo
dejo pasar y lo jalo hacia abajo para un beso final. Iba a ser difícil salir por esa
puerta dejando a Miles.

Ben salió del cuarto acompañado de un Miles vestido dirigiéndose a la sala.


Dijeron un rápido adiós. Antes de permitir que la puerta se cerrara detrás de
él, Ben dio una última advertencia. ―Recuerda, no dejes el departamento
hasta que vuelva. ¿Está bien?

―Está bien.

Se aseguró de escuchar la puerta del frente cerrarse antes de descender por las
escaleras, para encontrarse con Quinn. Una oleada de frío viento otoñal lo
golpeo en la cara provocando que sus ojos se humedecieran. Podría ser un
vampiro, pero aún podía sentir calor, frío y dolor. Todas las ideas equivocadas
acerca de los vampiros eran un poco graciosas si se tomaba su tiempo para
pensar en ellas. Demonios, un vampiro podría ser el ministro de una iglesia
local, para lo que la gente sabía.

―¿Listo?― Quinn pregunto mientras se encontraba con Ben a la mitad del


camino.

―Sí. Terminemos con esto para que pueda regresar con Miles y Trevor. No
había pensado en que Malcolm podía utilizar a Trevor para llegar a Miles.
33
―Yo cuidaré de Trevor. Tú encárgate de tu chico.

Ben miro a su amigo. No mostraba señales de querer aclarar o brindar más


información con respecto al primo de su pareja.

―Quinn, ¿Hay algo de lo que quieras hablar?

―Nop.

―Está bien, pero si quieres hablar de algo, estoy aquí para escucharlo.

―Ben, sólo dilo.― Quinn abrió los seguros de su Escalade negro y se subió
del lado del conductor. ―De casualidad ¿Hablaste de la importancia del ritual
de emparejamiento con Miles y de la urgencia de hacerlo?

Ben entro del lado del pasajero y se abrocho el seguro. ―No, nos distrajimos.

―Maldición, Ben. Esa debería ser tu prioridad.

―Lo sé, pero aún no puedo asustarlo y preocuparlo de esa manera. Tenemos
algo de tiempo para solucionar algunos problemas. Malcolm no ataco está
noche ni mostró señales de querer hacerlo. Sólo está jugando con nosotros y
con Miles.

―Espero que tengas razón, por el bien de Miles.

También esperaba tener razón. El temor se comía sus entrañas cada vez que
pensaba en perder a Miles o ahuyentarlo por apresurar las cosas.

Fue toda la charla que tuvieron hasta llegar a su casa de alquiler a las afueras
del pueblo. Tener cuatro camionetas grandes y negras podría ser considerado
extraño en una zona más poblada, y no querían levantar sospechas entre los
lugareños ni llamar la atención.

Una vez en casa, Quinn lo siguió a la sala de estar principal, donde Liam y
Cason estaban sentados mirando mapas y revisando reportes policiales.
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Estaban tratando de localizar exactamente donde estaban escondidos Malcolm
y su pandilla. Esa pequeña información todavía se les escapaba. No había un
rastro de cadáveres sobresaliente en una sola área. Los vampiros no tenían que
matar a aquellos de quien bebían, pero los guerreros de la oscuridad tendían a
drenar a sus víctimas, dejando un rastro de cuerpos en su camino.

―Oye, Ben ¿Cómo te fue con ese chico?― Jensen pregunto mientras Ben
sacaba su laptop y se sentaba en la mesita de centro.

―Fabuloso.― Dijo Ben, pero no miro a su amigo. Se estaba conectando a su


cuenta de Skype para llamar a su padre. No había informado a su queridísimo
padre que las fichas en este juego habían cambiado. Encontrar a su pareja
justo ahora no sería conveniente para Benedicto, y haría entender a Ben que
los negocios van primero, incluso si Miles era su pareja.

Escribió su contraseña, y llamo a la computadora de su padre. Su padre


contesto al primer timbrazo.

―Ya era hora de que llamaras. ¿Qué te tomo tanto tiempo? Le ordené a Quinn
que te llamara hace horas.

Quinn gruñó y rodo los ojos. Ben tenía que morderse el labio para no reírse.
Quinn y su padre nunca se habían llevado bien, así que, en cualquier
oportunidad que Benedicto tenía, culpaba a Quinn de cualquier cosa.

―Me pasó el mensaje de inmediato. Surgieron algunas inesperadas


complicaciones que necesitaban ser atendidas delicadamente.

Su padre bufó. ―oh, en serio, ¿Cómo qué?

Ben dudo por un momento después habló. Sabía que su padre chuparía toda la
alegría de la ocasión. ―Encontré a mi pareja. Resulta que es el joven que
Malcolm ha estado rastreando.― Respiro profundamente, esperando por lo
que su padre diría y como minimizaría la alegría de que su hijo haya
encontrado a su amor verdadero después de mil doscientos años.

―Bueno, hijo, eso es genial, pero aún tenemos cosas que hacer. Tal vez
35
puedas utilizar a ese joven como carnada para sacar a Malcolm a la luz.
Ben enderezó la cabeza. ¿Usar a Miles como carnada? ¿Estaba jodidamente
loco? ―No usaré a mi pareja como peón para capturar a Malcolm. Es
humano, por el amor de Dios.

―Hijo, ¿No crees que estás siendo un poco dramático? Si es tu pareja,


conviértelo. Confío en que tu entrenamiento militar será suficiente para
mantener a tu pareja a salvo. No me malinterpretes, estoy feliz por ti, pero aún
tenemos que terminar un trabajo, y tú harás cualquier cosa que sea necesaria
para completar esta misión.

Ahora, llámame cuando tengas a Malcolm neutralizado.

Su padre desconecto la llamada. Sin un ―Adiós― o ―Te amo― para su


único hijo. No, su padre era un desgraciado frívolo que dejaba que su trabajo
controlara su vida y emociones.

Después de que la maldición cayese sobre su aldea. Los padres de Ben


descubrieron que no eran pareja verdaderamente. Sabiendo eso, su madre
había decidido dejar a su padre. Un año después de haberse convertido,
encontró a su pareja. Un humano que ella transformo en vampiro. Habían
vivido felices desde entonces. Ahora su padre, por otro lado, no había
encontrado a su pareja, y Ben no estaba seguro de que algún día lo hiciera.

―Amigo, tu papá es todo un romántico. No entiendo porque las chicas no se


lanzan sobre él para tratar de atraparlo.― Liam se burló mientras miraba los
papeles en sus manos.

―Tal vez le gustan los chicos.― Cason dijo mientras se dirigía a la cocina.

Ben inclino la cabeza pensándolo. Tal vez su papá era gay. Eso explicaría su
comprensión cuando Ben le dijo que no sólo era una moda pasajera y que
realmente prefería a los hombres sobre las mujeres. Lo desecho, no había
tiempo para preocuparse por la vida amorosa de su padre o la falta de ella.
Miles estaba en peligro, y tenía que descubrir como atrapar a Malcolm antes
de que él atrapara a Miles.
36
―No vas a hacerlo, ¿cierto?― Quinn pregunto mientras se sentaba a su lado.

―¿Qué?

―Usar a Miles como carnada.

―Con un demonio que no. No me importan cuales son los deseos de mi


padre. Miles no va a ser usado de esa forma bajo ninguna circunstancia.
Nunca― La voz de Ben era severa. Quería asegurarse de que estaba claro que
Miles nunca iba ser expuesto al peligro bajo ninguna razón.

―Está bien, sólo quería asegurarme de que estábamos en el mismo canal.

Ben asintió. Regresaron al trabajo mientras esperaban la información de sus


compañeros de equipo que aún estaban buscando a Malcolm. El tiempo estaba
escaso. El reloj hacía tic-toc en su búsqueda por Malcolm y mantener a Miles
a salvo en el proceso.

37
Capítulo 4

―Entonces, ¿Crees que él puede mantenerte a salvo?

Miles, miro sobre su hombro para mirar a su primo. Trevor, se paró en la


puerta abierta del pasillo inquieto de pie a pie. No quería que su primo se
preocupara, pero no podía endulzar nada cuando sus propias vidas estuvieran
en juego.

―Lo creo― Jalo la camisa del gancho y comenzó a ponérsela. ―No estuviste
ahí la otra noche. Este tipo Malcolm me siguió y se paró fuera del
departamento solo esperando y observando. La mirada en sus ojos era pura
maldad. Y juro que estaba justamente mirándome a través de la ventana, como
si pudiera ver a través de las jodidas cortinas.― Se sentó en la cama y alzo la
mirada y vio a Trevor.

―Nunca había estado tan asustado en toda mi vida. Si no fuera por Ben,
probablemente no estaría aquí.

Trevor atravesó el umbral y entro en su habitación, se arrodillo frente a Miles


y sujeto sus manos. ―No digas eso. Si tú crees en Ben entonces yo también.
Yo solo quiero asegurarme que estamos juntos en esto.

―Siempre juntos…

―Nunca separados.― Trevor sonrió.

Miles miro su reloj, se estaba acercando a las ocho, y realmente necesitaba


llegar a la biblioteca. ¿Dónde estaba Ben? Si fallaba en este examen, su
promedio general bajaría, y no quería que eso sucediera.

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―Desearía que Ben estuviera aquí. Llegare tarde.

―Recuerdas lo que dijo, no puedes salir de este departamento sin él.― Trevor
se puso de pie y camino hacia la puerta.

―¿A dónde vas?― Miles pregunto mientras que su primo comenzaba a


alejarse.

―Tengo clase, y Wendy y Gavin están en camino para recogerme.

―Pero Ben dijo que ambos deberíamos de tomar precauciones, mientras que
el tipo Malcom ande suelto.― Miles no sabía porque su primo no entendía la
extrema importancia del asunto.

―Bueno, ese sexy y atractivo chico que asusta, Quinn me dijo que había
seguridad en los teléfonos, y que si tenía que salir llamara a algunos
amigos.― Trevor se estremeció. ―Y así lo hice. Gavin y Wendy están
trabajando en su escultura, entonces es buen momento de terminar la mía.―
Trevor Sonrió y salió de su cuarto, el primo de Miles era especialista en arte, y
sus amigos de arte salían con él todo el tiempo, así que siempre tenía una
rápida respuesta de amigos.

Eso le dio a Miles una idea, si estaba bien para Trevor salir siempre y cuando
tuviera amigos alrededor, él podría hacer lo mismo. Si Ben no estaba ahí en
los próximos quince minutos, podría llamar a Zach, un miembro de su grupo
de estudio, para un aventón. Ben nunca dijo que no podía hacer eso, y Malcom
posiblemente nunca podría atacarlo en medio de un lugar público.

Media hora después, se sentó en la mesa del centro del segundo piso de la
biblioteca del campus. Ben nunca se apareció, y no podía esperarlo más. Tenía
exactamente una hora antes de que su clase empezara, y necesitaba tiempo
para prepararse. Todas las horas que estuvo trabajando no le habían dado
mucho tiempo para estudiar. Y tenía la sospecha de que la universidad de
Missouri del departamento de Periodismo no le permitiría un poco de tiempo
extra debido a un vampiro loco que lo acosaba. Pensarían que estaba loco si
tan solo sugiriera la situación.

Estaba preocupado por Ben, pero sabía que el tipo podía cuidarse. El cuerpo
39
de Ben estaba compuesto por músculos sobre músculos, así que supuso
educadamente que él podía cuidarse solo en una pelea. Miles deseaba que al
menos Ben lo hubiera llamado. Se acaban de conocer, pero se sentía así de
profunda su conexión con él. Era muy pronto para decir que era amor, pero
demonios, se sentía que era el principio del amor.

El sonido de un libro cayendo al suelo con un golpe fuerte, provocó que


brincara en su asiento. Se sentía ansioso, y con una buena razón, pero no podía
evitar sentirse observado. Simplemente lo atribuyo a lo que había sucedió las
veinticuatro horas pasadas y culpo a sus nervios dañados por aquel
sentimiento extraño que ya tenía. Siempre podía llamar a Ben pero no quería
ser como una carga o algo peor necesitado.

―Entonces, Te dejo fuera de su vista, ¿Verdad?

La cara de Miles se volvió hacia la voz que arrastraba las palabras proveniente
del hombre que se acababa de sentar en la mesa. Tuvo que abstenerse de saltar
y salir corriendo cuando se dio cuenta de que se trataba de Malcom. Un
escalofrío recorrió su espina, provocando que los vellos de sus brazos se
alzaran. Se sentía atrapado. Sus ojos se arrastraron de lado a lado, buscando la
mejor ruta de escape.

―Oh, cariño. No pongas esa cara.― El hombre hizo pucheros. ―No quiero
lastimarte. No, Solo quiero que me pertenezcas.

La voz del hombre era el mal encarnado. Personificaba todos los monstruos de
la infancia de Miles. Malcom quería decir lastimar a Miles, y la sonrisa del
hombre no disminuía el miedo en Miles. Los ojos de Miles recorrieron al
hombre y por las partes que podía ver tuvo que tragar saliva para no salir
corriendo. El hombre lucia poderoso y en control, dos cosas que Miles no
tenía.

Y por solo apariencia, Malcom parecía como cualquier tipo de negocios que
trabajaba en la ciudad. Quien usaba un traje hecho a la medida, y por la
expansión de sus hombros, escondía algunos músculos debajo de la camisa. Y
sus manos, Dios mío, podrían cubrir la cara completa de Miles y aplastarla con
un solo apretón si tan solo se estiraba para hacerlo. Pero lo que hacía a
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Malcom salir de lo ordinario eran sus ojos. Eran negros como el carbón, el
iris no tenía color que Miles pudiera ver, la obscuridad podía contrastar con lo
pálida de su piel.

Malcom aclaro su garganta, y Miles lo miro, tomo su inmensa mano y la


recorrió sobre su cabeza rasurada. Miles podía escuchar el ruido del cabello
que apenas iba a salir contra la mano de Malcom, y el ruido combinado le
recordó lo que Malcom acaba de decir.

¿Qué le pertenezca? ¿Qué quería decir con eso? Padecía el hombre de algunas
alucinaciones severas si pensaba que eso algún día pasaría, prefería morir
antes de convertirse en el juguete de ese hombre.

―Piensa de nuevo, amigo. Nunca te voy a pertenecer. Ben nunca dejara que
eso suceda.― Miles susurro. Junto todo el coraje que tenía. Necesitaba
entretener a Malcom y encontrar a Ben de alguna manera.

Dejando caer su mano hacia un lado, saco lentamente el celular (móvil) de su


bolsillo del pantalón. Miro hacia abajo miro el número de Ben y pulsó llamar.
Ben escucharía lo que está sucediendo e iría por él. Era lo todo con lo que
contaba.

―Si eso fuera cierto, estaría aquí, ¿Verdad? Miles.

Malcom golpeo con sus dedos la mesa. El sonido provoco que el pulso de
Miles se acelerara, miro a Malcom a los ojos, haciendo lo mejor para no
demostrar miedo, pero fallo miserablemente,

Miles miro hacia abajo a su teléfono. No podía decir si Ben había tomado la
llamada pero podía ver que la llamada seguía, le dio esperanza de que
estuviera escuchando e iba hacia él.

―Ben no es mi cuidador, me puedo cuidar solo. Así que porque no te jodes y


te mueres.― El coraje de Miles venia del enojo que tenía hacia el personaje de
Malcom. No estaba seguro de lo que Malcom le haría, pero seguro no era
bueno.
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―Seguro tienes una muy buena boca, ¿Verdad? Eso es algo que simplemente
tendré que quitarte, ¿cierto?

Miles trato de tragar saliva. El tono calmado con el que hablaba lo asustaba
aún más. Malcom no parecía tener miedo de Ben o de ser atrapado. No le
había ido bien en amenazar al tipo. O Malcom sabia cosas que Miles no o
estaba completamente loco.

―No puedes tenerme.― Dijo Miles mientras que Malcom se movía hacia
adelante.

―Verás, no tienes alternativa, Miles. Eres mi pareja, y eso quiere decir que
me perteneces.

Miles se hizo hacia atrás mientras que Malcom lo sujetaba por la muñeca. La
necesidad de salir corriendo lo recorrió por su espina hasta que una mano lo
toco por el hombro. La calma cubrió su cuerpo e instantáneamente supo que
su salvador había ido, Ben.

―Suelta a mi pareja, o ayúdame Dios, Terminare contigo aquí mismo,


Malcom.

―¿Tu pareja?― Malcom se rio amargamente. ―Eso lo hace más interesante,


¿Verdad? Supongo que tengo que emparejarme con el pequeño insecto antes
de lo que había planeado para garantizar que no puedas tenerlo.

―¿Qué?― Miles dijo. ¿Qué quiso decir Malcom cuando dijo tengo que
―emparejarme― contigo? No podía emparejarse con Miles en contra de su
voluntad, ¿Podía?

―Oh, Miles, Ben no te ha dicho todo, ¿O sí? Joven y Humano hacen una
combinación muy estúpida, apenas si vale la pena el aire que respiras.

―Cállate, Malcom.― Ben grito.

―Veras, cariño, tu gran protector fallo en explicarte los métodos de nuestra


gente. Para emparejarse, no necesito hacerte un vampiro y no necesito tu
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aprobación para hacerlo.
―Eso no es cierto, y lo sabes Malcom. Necesitas que te diga que te quiere y
te acepta como suyo― Ben dijo con los dientes apretados.

―Oh, que tonto. Hay maneras para eso.― Malcom miro a Miles, provocando
que se estremeciera en su asiento. ―Veras, mi querido niño, nunca tendré las
intenciones de convertirte. Convertirte en un vampiro nos hace iguales y no
cometas ese error, no lo somos. Podremos ser pareja por destino pero estas
por debajo de mí.

Miles solo miro a Malcom. No es que quisiera ser deseado por Malcom, pero
hacía sonar eso de estar emparejado con él tan impersonal y frio. ¿Por qué
preocuparse si pensaba que no valía la pena la compañía de Miles? Solo no
entendía que obtenía Malcom con estar emparejado con él.

Ben maldijo quedamente bajo su aliento.

―Oh, mira qué lindo es cuando está confundido.

―Cierra la maldita boca, Malcom.

Malcom movió su mirada hacia Ben, y Miles estaba agradecido de que esa
mirada malévola no estuviera en el más.

―No le has dicho de nuestros métodos. Eso te convierte en un tonto,


guerrero.―Malcom hizo un ruido con la lengua.―Veras, Miles, estar
emparejado con un paranormal viene con un gran poder. Me haré más fuerte y
difícil de matar. Además, si le agregamos el bono de que estar emparejados
hará enojar a Ben. Porque, mi querido chico, cuando me empareje contigo,
Ben no podrá tenerte a menos que muera. Son nuestras leyes, no puedes
interferir con las parejas de otros a menos que el lazo este dañado por la
muerte. Y seamos honestos con esto, Ben no ha sido capaz de capturarme en
los últimos quinientos años, realmente no creo que te encuentre una vez que te
haya tomado. Pero si acaso tiene una oportunidad, ya serás mi pareja, y no
podrá hacer nada.
43
Miles golpeo la mesa con la mano. Estaba tan enojado por la desfachatez de
ese hombre. ―No lo permitiré. Nunca te aceptare como mi pareja. Nunca.

―Chico tonto, realmente no necesito que sientas algo por mí para hacerte
estar de acuerdo con estar conmigo.― Malcom se inclinó hacia Miles para
susurrarle. ―Esa es la alegría de ser malvado.

―Ustedes los guerreros de la obscuridad no tienen escrúpulos. Todos ustedes


necesitan ser eliminados como cucarachas.

―Oh, Ben, no me pongas en esa categoría de las tonterías de ―Los guerreros


de la obscuridad―. No peleo por otra causa que no sea la mía. Que se joda el
lado obscuro. No necesito su apoyo para burlarme de ti.

Antes de que Ben pudiera contestarle, Malcom se puso de pie. Miles lo


observo mientras estiraba su saco. El hombre parecía fuera de lugar con su
traje Armani alrededor de los ocupantes de la biblioteca casualmente vestidos.

―Odio estar a las prisas, pero el deber llama.― Se volteo hacia Miles.

―Miles, cariño, te veré pronto.― Saludo a Ben y entonces camino hacia la


salida.

―¿Por qué abandonaste tu departamento? Te dije que esperaras por mí.

Miles se estremeció por el tono duro. ―No estabas ahí, y necesitaba salir, y
Trevor dijo que Quinn le dijo que si necesitaba salir llevara amigos. Seguridad
en los números.

―No eres Trevor, y estoy demasiado seguro que no eres Quinn. Te dije que te
quedaras ahí.

Está bien lo había arruinado, pero no necesitaba estar sentado ahí y ser
menospreciado por Ben. Y contraataco. ―Si hubieras mantenido tu palabra y
hubieras estado ahí a las ocho, no me hubiera ido con un amigo. No estabas
ahí, y necesitaba estudiar. No puedo reprobar este examen.
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―¿Qué hay de bueno en un título de colegio si estás muerto? O peor ¿Si
estas capturado en contra de tu voluntad por toda la eternidad?

Miles había escuchado suficiente. Tomo sus libros y los metió todos dentro de
su mochila. ―Lo siento Ben, pero mi mundo no puede detenerse solo porque
los vampiros empezaron a caer del cielo alrededor mío. He trabajado
demasiado duro, para rendirme ahora.

Ben se puso de pie y tomo su mano. ―Miles, lo siento, por haberte regañado y
no haber estado ahí cuando dije que lo estaría. Sé que tan duro has trabajado
por esto, pero me trae loco pensar en Malcom arrebatarte de mi lado. Me
moriría sin ti.

La ira en su cuerpo se desvaneció con las palabras de Ben. Estaba asustado,


pero también Ben, y después de haber conocido a Malcom había razones para
estarlo. Miles movió su mano y acaricio gentilmente la mejilla de Ben.

―Me siento igual― Dejo que Ben lo jalara para un abrazo apretado. Miles se
hizo hacia atrás para mirar a Ben. ―¿Qué te sucedió? ¿Por qué no regresaste
cuando dijiste que lo harías?

Ben bajo la mirada hacia los ojos cafés de Miles, debatiéndose en si decirle la
verdad acerca de por qué había llegado tarde. Tal vez si sabía los peligros, lo
escucharía cuando le dijera que se quedara dentro.

―Uno de mis hombres ha desaparecido, y no podemos localizarlo.― Ben


observaba como la piel de Miles se hacía pálida. ―¿Ves porque quería que me
esperaras?

Miles asintió tímidamente. Ben deslizo su brazo alrededor de los hombros de


Miles y camino con él hacia la puerta.

―¿Malcom tomo al hombre que está desaparecido?

―No estoy seguro, pero no lo creo. Malcom se habría jactado de la captura o


de haber matado a Sayer y me lo hubiera mandado pieza por pieza.― Ben
sacudió la cabeza. ―No, la desaparición de Sayer recae en otro.― Ben
45
comenzó a caminar hacia la entrada principal junto a Miles. ―¿Solamente
tienes una clase hoy? Miles.

―Si solo esta.― Miles susurro.

―Está bien, te llevare ahí. Y después discutiré todo contigo― Ben odiaba
tener que explicarle a Miles que había más imbéciles como Malcom pero no
tenía otra opción.

―Gracias, Ben

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Capítulo 5

Después de la clase de Miles, Ben lo llevo de regreso a su departamento para


empacar algunas cosas. Se quedaría con Ben durante el fin de semana. Incluso
Ben convenció a Miles de llamar a su trabajo y decir que estaba enfermo.
Hubiera sido más difícil proteger a Miles en un restaurante lleno de personas,
y Ben no tenía necesidad de agregar cadáveres a su conciencia si Malcolm
decidía atracar en el lugar de trabajo de Miles.

De camino a su casa, Ben pensó en la mejor manera de explicar las cosas a


Miles, de tal forma que no le provocara un ataque de nervios. Ser su pareja y
ser convertido en vampiro eran dos cosas completamente diferentes, y no pudo
dejárselo claro antes. Ser pareja era el lazo de amor entre dos individuos y si el
humano decidía no convertirse en vampiro, solo necesitaría una dosis mensual
de la sangre de su pareja para mantenerse vivo y joven. No muchas personas
practicaban este método. Era simplemente más fácil convertirse en vampiro y
volverse más fuerte y rápido. Pero algunas personas tienen una aversión a
beber sangre humana. La sangre tiene un sabor particular que no todos
disfrutan.

A Miles se le darían las opciones de emparejarse o emparejarse y volverse un


vampiro como Ben. Ben sabía cuál era la decisión que él quería que Miles
tomara, pero no podía pedírselo a su pareja. Había beneficios que venían al ser
pareja y había aún más si eras una pareja paranormal.

Para un paranormal, se vuelven más rápidos y fuertes que antes, casi


indestructibles. Aún pueden morir, pero eso requeriría demasiado trabajo. Si el
humano decide no transformarse, no es el fin del mundo, pero se vuelven una
carga. Si el enemigo se entera de una pareja humana, todo lo que tienen que
hacer es matar al humano para debilitar al vampiro o cambiaforma con el que
el humano ha sido emparejado, y matar al paranormal sería tan fácil como

47
apagara una vela.

El amor y la vida están atados en el mundo paranormal. Uno afecta al otro de


maneras positivas y negativas. Los pesos y contrapesos entre el bien y el mal
siempre estaban en jaque en su mundo.

Ben usualmente se preguntaba si las brujas sabían que el karma le concedería


a sus víctimas una prorroga fuera de su magia tóxica. Si lo sabían, no les
molestaba mucho puesto que esparcían su caos por todo el mundo en
humanos no conscientes de ellas.

Sin siquiera darse cuenta de que habían llegado a su casa, Ben ingreso al
acceso y apago el motor.

―¿Aquí es donde vives?

Ben miro hacia Miles con su rostro recargado en la ventana, mirando la


callada y cómoda casa que compartía con sus compañeros guerreros mientras
se permanecían en esta parte del país.

―Sip. Esta es mi casa.― Se estaciono y salió de la camioneta. La necesidad


de llevar a Miles dentro y fuera de la vista era su prioridad número uno.
Después de su encuentro con Malcolm todas las apuestas estaban en contra de
permitir a Miles tener riendas sueltas de deambular a su gusto. Hasta que
Malcolm fuera ya sea capturado o asesinado, Miles estaba en peligro.

―Sólo asumí que cuando dijiste “casa” iba a ser de hecho una casa, no una
mansión en el campo. Este lugar es sorprendente.

Ben se tomó un tiempo y miro la casa tratando de ver lo que Miles veía.
Encogiéndose de hombros, miro a Miles. ―Es sólo una casa. Nada
extravagante.

―¿Nada extravagante?― Miles tosió. ―Esta casa es el hogar más lindo que
he visto, y mucho menos entrado. Es hermosa Ben

Sacando la bolsa de Miles de la camioneta, Ben lo guió a la puerta del frente.


―Si crees que este lugar es lindo, deberías ver la casa de mi padre. Tiene por
lo menos treinta cuartos en la casa, sin contar cocinas, cuartos de juegos y
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oficinas. Nómbralo y lo tiene. Además siempre está agregando algo nuevo.―
Se rio de la expresión de Miles (ojos muy abiertos)

―¿Cómo puedes pagar algo así?― El sonrojo en la cara de Miles lo hacía


parecerse a un pequeño niño. ―Lo siento. Es grosero preguntar eso. No tienes
que hablarme de tus finanzas. Sólo estaba pensando en voz alta.

Acerco a Miles a él, y alzo su mano para levantar el rostro de Miles y así verlo
a los ojos. ―Pongamos algo en claro, Miles. Nunca pienses que no puedes
preguntarme algo. Mis negocios son ahora tus negocios, y son nuestras
finanzas, ya no son solo mías.

―¿Qué quieres decir?― Miles tartamudeo.

―Cariño. Eres mi pareja. Lo que es mío es tuyo.― Ben se rió ante la cara
atónita de su joven compañero. No podía evitar besar a Miles hasta dejarlo sin
aliento. Su pareja tenía un sabor muy dulce, el más delicioso chocolate
combinado con una tarta envinada de bayas. Adictiva es lo menos que se
podría decir.

Miles gimió lo suficientemente alto como para hacer eco en el vestíbulo con
pisos de mármol y subir por las escaleras. Ben se apartó con una sonrisa. La
juventud de su pareja lo llevaría de regreso al mundo de los vivos. Cada
caricia que hacía a Miles hacia que el joven volviera a la vida con respuestas
descaradas. Ben ni siquiera dudaba que Miles disfrutara sus caricias. La
respuesta era tan clara como el sol un su rostro.

Miles lamió sus labios, y los ojos de Ben siguieron el húmedo camino que el
rosado placer dejaba. ―Yo no tengo nada que compartir. No parece justo que
tu tengas que compartir todo esto.― Miles señalo todo lo que había en el
cuarto. ―conmigo.

―Miles, mi amor, todo esto no vale nada si no estás en mi vida. Esta casa, las
cosas en esta casa son solo eso, cosas. Tú eres mi corazón y alma. La vida no
vale nada sin ti.

―No sé qué decir.―La cabeza de Miles cayó sobre su pecho mientras


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hablaba.
―No digas nada. Sólo trata de aceptar que ya no estás solo. Yo cuidaré de ti y
tu de mi.―Ben deposito un beso en la cabeza de Miles luego lo guio escaleras
arriba a su dormitorio. Una vez ahí, puso las maletas de Miles en el closet y
guió a su pareja a las sillas que reposaban en el mirador del balcón.

―Miles, necesitamos hablar de lo que Malcolm dijo hoy. Necesito que


entiendas los métodos de mi gente.―Odiaba tener que necesitar esta plática,
especialmente ahora que su pareja estaba a unos pocos metros de su cama.
Pero ese no era el momento para sexo. Era tiempo de dejar las cosas en claro y
dejar saber a Miles de las opciones que tenía con respecto al resto de su vida.

Ben se sentó en su silla y jaló a Miles para que se sentara en sus piernas. La
necesidad de tocar a su pareja era muy grande. Miles se sentó y cruzo las
piernas frente a la silla. Después de un pequeño contoneo, relajo su cabeza en
el pecho de Ben. Un suspiro escapo de sus labios semi abiertos, y Ben sintió
un hormigueo de culpabilidad por tener que poner más estrés sobre los
hombros de Miles.

―¿Recuerdas que anoche te dije como nos convertimos en parejas


vinculadas?

Ben pregunto mientras pasaba sus dedos por el cabello de Miles, disfrutando
el suave cosquilleo en su palma producido por los suaves mechones cuando
rozaban su mano.

―Sí, me acuerdo.

―Bueno, para volverte como yo, un vampiro, necesitaré morderte y después


hacer que bebas de mí. Después de eso, te dormirás y cuando despiertes serás
un vampiro.

Miles se rió. ―Suena muy fácil. Pensé que tendrías que alimentarme con tu
sangre y después matarme para completar el proceso.

―Bebé. Lo diré otra vez. Vez demasiada televisión.― Ben se rió mientras
50
abrazaba a Miles más fuertemente. ―Pero, en serio, de regreso a nuestra
conversación. ¿Recuerdas lo que Malcolm te dijo?

Sintió que los dedos de Miles se apretaban en su camisa e inmediatamente


supo que lo recordaba. ―Dijo que me haría su pareja sin mi permiso, que era
inferior a él, y que no me haría un vampiro.―Miles alzo la cabeza para
mirarlo. ―¿No necesitas a uno para tener lo otro?

―No, no lo necesitas.―Las cejas de Miles se juntaron en confusión.


―Podemos volvernos pareja, pero si no quieres volverte vampiro, no tienes
que hacerlo. Lo único que tienes que hacer es tener un sorbo mensual de mi
sangre para mantenerte tal y como estás ahora.

La respiración que Miles había estado aguantando salió como un suspiro.


―Bueno, es bueno escuchar eso. No estaba seguro si podría beber sangre de
personas para sobrevivir.― Miles se encogió de hombros exageradamente.

―Miles, esto es importante. Por favor tómalo seriamente.―Su pareja tenía


una aversión a ser mordido, pero convertirse en vampiro era una mejor opción
que no hacerlo, especialmente con la línea de trabajo de Ben como cazador de
los guerreros de la oscuridad.

―Eso hago.―Miles se movió para sentarse a horcajadas en las piernas de


Ben. ―No tengo problemas con emparejarme, pero si en convertirme en
vampiro. Simplemente no estoy bien con la idea justo ahora. Tal vez con el
tiempo lo estaré, pero en este momento me gusta ser el pequeño humanito que
soy.

Eso era entendible, y Ben asintió mostrando que entendía, pero ¿Algún día
querría Miles ser un vampiro? Porque con toda honestidad, esa era la opción
más segura para él.

Levantando las manos, Miles masajeo los músculos del cuello de Ben. Ben
relajo la cabeza bajo el toque de su pareja, disfrutando sentir los hábiles dedos
de Miles trabajando sus músculos para llevarlos a un estado de total
relajación. Ben cerró los ojos y disfruto del masaje que Miles le dio.
51
―¿Cuál es la ventaja de volverme como tú?
Ben parpadeo para abrir los ojos y fue recibido por la mirada cuestionante de
Miles. ―La ventaja es que te volverás más fuerte y ágil que el humano
promedio.― Miles asintió. ―Pero más importante, te volverás más difícil de
matar.

Las manos en el cuello de Ben se detuvieron. ―¿Por qué alguien querría


matarme?

Ben se enderezó y llevo las manos de Miles frente de sí. Acarició la parte
superior de sus manos en un ritmo delicado. ―Para llegar a mí. Si mi enemigo
te mata, me debilitan, haciendo que la misión de acabar con mi vida sea
extremadamente fácil de cumplir.―Ben se encogió de hombros. ―Y
enfrentémoslo, si no estás, no quiero vivir.

Una solitaria lágrima corrió por la mejilla de Miles. Ben se inclinó hacia el
frente para besar la salada gota, provocando que un bajo gemido se escurriera
por la boca de Miles. Era momento de detener toda la plática de vida y muerte,
vampiros contra la existencia humana.

Había logrado que Miles que Miles aceptara la parte difícil de convertirse en
su pareja. La parte del vampiro, eso lo discutirían después. Pero mientras
tanto, solo tenía que aumentar la seguridad para mantener a su muchacho a
salvo.

―Ben, bésame.― Miles ronroneo. Froto su nariz contra la de Ben.

La rigidez en sus pantalones había estado ahí desde que Miles se había
sentado a horcajadas en su regazo, y ahora tenía permiso para solucionar el
problema. Tomando a Miles por la parte trasera de su cabello, juntos sus
labios en un beso salvaje. Revolvió su lengua junto con la de Miles,
provocando que la suave y rosa carne reaccionara y bailara con la suya. El
sorber saliva y los necesitados gemidos provenientes de Miles lastimaban
tanto a Ben, que necesitaba a su pareja y la necesitaba ahora.

Ben enredo sus brazos alrededor de Miles y se puso de pie. Llevo a su pareja a
52
la cama y lo recostó suavemente sobre el colchón. No tenía que preguntar si
esto era lo que Miles quería porque el mismo deseo ardiente que sentía estaba
reflejado en los ojos dorados de Miles. Una vez cómodos, Ben se relajó en la
cunita ofrecida por los dos muslos de Miles.

Miles estaba asustado de lo que podría pasar, y Ben no quería que ese miedo
consumiera su vida. Haría lo que fuera que tuviera que hacer para proteger a
su pareja.

Miles estiro sus brazos por encima de su cabeza y se arqueo contra el pecho de
Ben. La sólida longitud del pene de Miles se froto contra el suyo, rogando por
una liberación. Ben rompió el beso y se sentó sobre sus talones. Jalo la playera
de Miles sobre su pecho, exponiendo la cremosa piel blanca que tanto amaba.

Después de unos cuantos segundos de admirar el torso de Miles, se dirigió al


broche en su jeans. Miles gimió y se retorció debajo de él. Con cada caricia de
Ben, Miles giraba sus caderas y las empujaba hacia arriba, buscando alguna
resistencia por parte de Ben. Tenía que sonreír ante el completamente lascivo
y desenfrenado comportamiento de su compañero para satisfacerlo. Y Ben no
podría estar más excitado de saber que era él a quien Miles deseaba, y no
cualquier tipo de la calle. Quería ser todo lo que Miles siempre necesitara.

―Vamos Ben― Miles gimió. ―Hazme sentir.

Ben lo miro a los ojos y vio el amor que Miles sentía por él. Tal vez Miles no
lo había dicho aún, pero ahí estaba el amor. Los ojos eran una ventana al alma,
y no mentían.

Sin que lo dijeran dos veces, deslizo los jeans de Miles sobre sus piernas,
rompiéndolos en dos en el proceso. Alzando la vista no vio señal de que a
Miles le molestara que haya roto sus pantalones. Jalo lo que sobraba del
material y se sentó fascinado por la goteante cabeza que alcanzaba el ombligo
de Miles.

La punta brillaba un fuerte rojo, y las venas que lo recorrían a lo largo


pulsaban con cada latido del corazón de Miles. Muy lentamente, Ben se
inclinó y lamió de la base a la punta. Sus ojos se cerraron por cuenta propia,
53
deleitándose en el intoxicante sabor de su pareja. Jabón y un sutil toque de
sudor, una combinación hecha solo para él.

Las manos de Miles cayeron sobre los hombros de Ben, aplicando una suave
presión. La acción fue una plegaria silenciosa de lo que necesitaba. Sin
pensarlo dos veces, engullo la corona colorada y llevo a Miles dentro de su
garganta hasta que su nariz se encontró con el camino de cabello recortado
que rodeaba su magnífico pene.

Ben respiro hondo, queriendo grabar en su memoria el adorable aroma de su


pareja. Una olfateada más y retrocedió, raspando ligeramente con sus dientes
el endurecido pene que estaba en su boca, maravillado con la suave piel
estirada sobre la gruesa erección. Mientras alcanzaba la parte superior,
succiono la punta, tratando de recolectar la mayor cantidad de pre semen que
podía. Introdujo la lengua en la pequeña ranura, tratando de obtener más del
suave elixir de Miles de su cuerpo.

―Oh Dios, Ben, por favor.― Miles jadeo. ―Chúpame.

No era alguien al que tuvieran que repetirle las órdenes, Ben trago el pene de
su pareja una vez más y estableció un ritmo rápido. La necesidad de probar a
Miles completamente volvía loco a Ben. Quería escuchar a Miles gritar su
nombre y abrigar la garganta de Ben con su semilla.

Ben movió las manos y giro los testículos de Miles entre sus dedos, como
adición al abrumador ataque que le dio al pene de Miles. Los ojos ligeramente
nublados saltaron y llenó su garganta con su semen saldo.

―¡Ben!― Miles arqueo la espalda y disparo al techo.

El cálido líquido balaceo el fondo de su garganta con cada pulso. Lo trago, no


quería desperdiciar ni una sola gota. Ben siguió succionando y mordisqueando
el gastado pene, adorando los estremecimientos que recibía de su amante.

―Ben, cariño, detente.― Miles trago aire. ―Me haces cosquillas.

Ben succiono fuertemente una vez más para asegurarse que había recolectado
54
todo el semen y gateo sobre el cuerpo de Miles. La cálida sonrisa y los brazos
abiertos que lo recibieron fueron la única confirmación que necesitaba para
saber que había encontrado al único hombre que podría amar para siempre sin
pensar dos veces el plan del destino.

Ben cubrió la boca de Miles con la suya, compartiendo el sabor de la semilla


del chico más joven con él.

Miles succiono la lengua de Ben como respuesta. La succión hacía que la


mente de Ben se fuera a otros lugares y lo hacía insertar su apreciación por su
pareja dentro del estómago de Miles. La necesidad de liberar el semen que
llenaba sus testículos se estaba volviendo insoportable. Estaba a punto de
pedirle a Miles que amara su cuerpo cuando el sonido de una puerta
abriéndose de golpe rompió el momento.

―¿Qué fue eso?― Miles pregunto mientras miraba hacia la puerta de la


habitación.

―No lo sé, pero estoy seguro de que pronto lo averiguaremos.― Ben resoplo
mientras se ponía de pie, ofreciendo una mano a Miles para ayudarlo a
ponerse de pie.

―Vístete, y después te presentaré al resto de los guerreros.

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Capítulo 6

―Aléjate de mí, idiota pretencioso.

El improperio sonó a través de la entrada de la casa, e incluso aunque acababa


de conocer a Trevor, reconoció la voz muy bien. Coraje combinado con un
poco de vino era la tarjeta de identificación del hombre cuando se trataba de
su voz.

―Ese es Trevor.― Miles dijo mientras se ponía los pantalones, apresurándose


hacia la puerta.

Ben siguió a su pareja, disfrutando el balanceo de su firme trasero mientras


recorría el pasillo en busca de su primo.

―Esa seguramente es una gran palabra para ti. No sabes que puedes hablar
con palabras más largas que monosílabas.―Quinn le contesto a Trevor
mientras seguía muy de cerca al joven.

En cualquier otro momento, Ben hubiera encontrado al peleonero par muy


graciosos, pero con Malcom suelto y Sayer desaparecido, las interacciones de
este extraño par se estaban volviendo una distracción y una molestia.

Ben no alcanzaba a entender que sucedía entre este par. Cuando estaban en el
departamento de Miles, podía ver el fuego ardiendo en los ojos de Quinn a
causa de Trevor, pero Trevor parecía no sentir nada hacia Quinn. Las parejas
se reconocen entre sí instantáneamente, y eso no había pasado entre esos dos.
Debió haber estado equivocado, pero definitivamente algo pasaba entre esos
dos. Era solo que Ben no podía descubrir que era.

―Púdrete, tú, tú puto― Trevor grito mientras daba la espalda a Quinn.

―Ves, ¿Qué te dije? Palabras cortas― Quinn lo molesto. 56


La risa quería escaparse de la garganta de Ben por el espectáculo dado por
esos dos. Hubo un pequeño roce en su brazo y pudo ver a su pareja
apresurándose escaleras abajo.

―Trevor ¿Qué estás haciendo aquí? ¿No te ibas a quedar con Gavin esta
noche?― Miles pregunto mientras su primo se apresuraba a abrazarlo.

―Lo iba a hacer, hasta que este pendejo.― Trevor se volvió hacia Quinn y
alzo tres dedos. ―Tenía tres sílabas, idiota.― Quinn giro los ojos mientras
entraba a la sala de espera frontal.

―Simplemente se acercó a mí mientras Gavin y yo estábamos a punto de


entrar al auto, y dijo que yo me iba con él. Cuando Gavin empezó a protestar,
el King Kong que está ahí lo golpeo en la nariz.

―¿Golpeaste a un humano en la nariz?― Ben pregunto mientras seguía el


camino de Quinn a la barra en la esquina del cuarto.

Quinn se encogió de hombros mientras comenzaba a llenar un vaso con


whiskey. ―Sí, no muy duro. Estoy seguro que no se la rompí, eso creo.―
Quinn vació su trago de golpe. ―Si la princesa de allá no fuera tan peleonera,
las cosas no hubieran resultado así, pero no, empezó a hacer una escenita.

―Quinn, ¿Por qué te le acercaste a Trevor? Mandé a Cason para que fuera a
recogerlo. ¿Por qué te metiste en esto?― Ben pregunto tratando de entender la
forma de pensar de su amigo cuando se trataba de Trevor.

―Buenooooo― Quinn vació otro trago y lo golpeo contra el mostrador.


―Demonios, solo lo hice. ¿Cuál es el problema?― gritó.

―Esos dos me van a volver loco.― Cason dijo mientras entraba al cuarto.

Ben cruzo los brazos sobre su pecho. ―Cason, ¿Por qué Quinn tomo tu tarea
de recoger a Trevor?― Ben pregunto pero nunca separo la vista de Quinn.

―Bueno, este Kong, como el jovencito de por allá se refiere a Quinn― Cason
57
indico con la barbilla a la parte del cuarto donde estaba Trevor ―estaba
checándolo. Por lo que naturalmente, me aparte queriendo ver a donde nos
llevaba todo esto. Cuando el chico salió con su amigo, ellos se estaban riendo,
y el otro chico lo acerco para un beso.― Cason se encogió de hombros. ―Lo
siguiente que supe fue que estaba separando a este idiota del pobre humano.

Ben inclino la cabeza en la dirección de Quinn. La situación entre Quinn y


Trevor acababa de dar otra vuelta en la categoría de raro. ―Bueno, ¿Quinn?
¿Qué tienes que decir a tu favor?

―Ese tipo tenía las manos por todo el cuerpo de Trevor, y por cómo se veía,
Trevor no se veía muy cómodo con eso.

―Patrañas.― Cason dijo.

―Como que sea.― Quinn le contesto.

―Para tu información estaba totalmente cómodo.― Trevor entró a la


habitación hecho una furia con Miles detrás de él. ―Gavin es un amigo con
beneficios.

Ben miro entre los dos y podía ver vapor salir de los dos hombres. Se hizo
para atrás y jalo a Miles en caso de que Quinn y Trevor empezaran a
golpearse. Podía dejar que Cason los separara, pero Ben tenía el
presentimiento de que había un montón de tensión sexual destilando entre el
peleonero par.

―¿Qué significa eso exactamente? Quinn pregunto con los dientes apretados,
mientras azotaba el vaso en la barra, haciéndolo pedacitos de cristal.

Trevor dio un paso hacia Quinn. ―Significa que cogemos ocasionalmente.

―Oh, maldición. Me largo de aquí. Llámeme si me necesita jefe.― Dijo


Cason mientras salía del cuarto.

―¿Qué está pasando aquí?― Miles preguntó, Ben deseaba saber que
contestar.
58
―Quinn necesito que te adelantes y verifiques con Liam y Elias. Ve si tienen
algún rastro de Sayer.

Quinn volteo a ver a Ben, y Ben levantó una ceja mirándolo, haciéndole saber
que no había lugar para discutir. ―sí, señor.

Una vez que Quinn salió de la habitación, Trevor se dejó caer en el sofá y
comenzó a llorar. ―¿Por qué nos está pasando esto? No digo que esto sea tu
culpa Miles, pero quiero mi vieja vida de regreso.

Miles se sentó a un lado de su primo y lo jalo en un apretado abrazo. ―Lo sé,


Trev. Siento tanto que te hayas involucrado en esto, pero no podría soportarlo
si algo malo te sucediera.― Miles se acercó más y limpio las lágrimas de
Trevor. ―Recuerda, siempre juntos.

Trevor respiro profundo y ofreció una sonrisa húmeda. ―Nunca separados.

Ben observo a los dos jóvenes y admiro su amor y respeto que uno sentía por
el otro. Ese era un lazo especial que nunca se podría romper. Deseaba saber
que significaba todo eso de “siempre juntos, nunca separados” pero eso era
algo que podría preguntarle a Miles después.

―Trevor, siento si Quinn interfirió con tus planes de una... una... bueno tu
sabes, pero lo hizo por una buena razón. Malcolm hizo contacto con Miles y
uno de mis hombres desapareció. Es por eso que es mejor que los dos
permanezcan aquí donde podemos protegerlos todo el tiempo.

Trevor se volvió hacia Miles y comenzó a palmear su cuerpo de arriba hacia


abajo, buscando alguna señal de daño. ―Oh, Dios mío, ¿estás bien? Nunca
debí haberme ido o haberte permitido dejar el departamento.

―No te culpes Trev. No podrías haberme detenido aún si quisieras.― Paso


una mano por el cabello de su primo. ―Recuerda que soy seis meses mayor
que tú, jovencito.

―Sí, lo que digas.― Trevor se rió.


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Y sólo así, las cosas parecían haberse arreglado, y toda la tensión había
desaparecido de la habitación. No quería que Miles se preocupara o estresara
por algo que no podía evitar.

―Miles, ¿Recuerdas donde está nuestro cuarto?― Las cejas se Miles se


juntaron confundidas, pero asintió. ―Bien. Dale a Trevor el cuarto en frente
del nuestro. Creo que ese sería el mejor lugar para él.

Una sonrisa ilumino el rostro de su pareja ―Creo que tienes razón, Ben.
Gracias.

Ben se agacho para besar los labios de su pareja. ―No hay problema, cariño.
Voy a ir a la oficina y revisar con los chicos donde estamos en cuanto
localizar a Sayer. La cena estará lista en una media hora. Creo que eso te dará
el tiempo suficiente de acomodar a Trevor.

―Sí, así es.― Miles se puso de pie y jalo a Trevor con él.

Ben observo a Miles y a Trevor salir de la habitación, y dio media vuelta para
salir por la otra salida. El camino a su oficina parecía más largo que antes. El
peso de todo comenzó a ser una carga pesada sobre sus hombros.

Todo eso del emparejamiento con Miles, Malcolm cautivando a Miles, y la


desaparición de Sayer estaban acabando con sus nervios.

Ben tenía la extraña sospecha de que Sayer desapareciera no tenía nada que
ver con Malcolm o sus hombres, y si tenía razón, temía por su joven guerrero.

Sayer había ingresado a su familia hace solo cincuenta años. Era un santuario
de búsqueda hecho por los vampiros para su creador. Si el creador de Sayer lo
había tomado, su travesía para localizar al joven vampiro acababa de
comenzar. Ben era muchas cosas y leal era una de ellas. Una vez que pusiera
en orden las cosas con Malcolm, encontrar a Sayer sería su prioridad.

―¿Qué tienen para mí chicos?― Ben dijo mientras entraba en la gran oficina
que él y sus guerreros llamaban el cuarto de guerra. Su localización podía
60
cambiar pero nunca el nombre.
―Bueno, en resumen parece que Malcolm se llevó a Sayer.― Ben iba a
refutar lo que le acababan de decir pero Liam levanto la mano. ―Dije parece,
no que eso era lo que había pasado. Creo que se llevaron a Sayer para crear
una distracción, pero no puedo pensar en alguien más para hacerlo que
Malcolm.

―Se de alguien que querría a Sayer, pero como lo encontramos no tengo ni


idea.― Elias, el más joven del equipo de Ben, dijo.

―¿No puedes hablar en serio? ¿Realmente crees que William sigue buscando
a Sayer?― Liam pregunto.

William era un vampiro trastornado que pensaba que Sayer era su pareja.
Había engañado a Sayer, haciéndolo creer que era una buena persona y que lo
amaba, pero todo era mentira. El pobre Sayer apenas había salido con vida.

A William le gustaba usar sus manos para mostrar que tanto amaba a Sayer.

―Espero, por el bien de Sayer, que nos equivoquemos.― Ben dijo mientras
miraba a sus hombres sentados alrededor de una gran mesa redonda.
―Aunque por ahora, Liam y Elias, quiero que sigan buscando debajo de cada
piedra. Si William lo tiene, tenemos que encontrarlo inmediatamente.― Ben
se volvió a mirar a Quinn. ―Quiero hablar contigo en el pasillo ahora.

Una vez que estuvieron fuera del rango de escucha del resto, Ben empujo a
Quinn contra la pared. ―¿Qué demonios te ha estado pasando últimamente?
Al principio creí que tú y Trevor eran pareja, pero él no tiene ningún interés en
ti, pero tú por otro lado, no puedes dejar de acercártele. Actúas como un
amante celoso, ¿Qué te da ese derecho, Quinn? Estoy tratando de proteger a
mi pareja y de encontrar a un guerrero desaparecido. No necesito más mierda
con la que lidiar.

Las mejillas de Quinn se sonrojaron con furia, y empujo la mano de Ben que
lo sostenía. ―No pasa nada. Es solo que no quiero ver al primo de tu pareja
herido.
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―Patrañas, y lo sabes.― Ben resoplo en la cara de su amigo mientras
regresaba su brazo al pecho de Quinn.

La máscara cayó del rostro de Quinn, y Ben pudo ver una gran gama de
emociones cruzar por su cara pero ninguna daba alguna señal de que era lo
que le ocurría a su amigo de hace mucho tiempo. La mirada de Quinn cayó al
suelo, y tomó muchas respiraciones profundas.

―Lo siento Ben, pero esto es un asunto personal. Prometo no comportarme de


la misma forma otra vez ni de poner en riesgo a tu pareja o a Trevor. Es solo
que estoy hasta el tope con todo esto de Malcolm.

Las cosas que Quinn decía era una mitad a medias, pero Ben podría dejarlo
pasar por ahora.

Que Quinn pudiera seguir siendo su guerrero, eso era todo lo que importaba.
Los problemas que había entre Quinn y Trevor se arreglarían después.

―Sólo prométeme que te mantendrás alerta. No podemos darnos el lujo de


perder a alguien más, y no voy a permitir que Miles o Trevor salgan
lastimados mientras están bajo tu protección. ¿Me entiendes Quinn?

―Sí, señor.― Quinn asintió despacio.

―Bien.― Ben se apartó de su amigo y le ofreció una sonrisa extraña.


―Ahora, vayamos a cenar. Me muero de hambre.

Quinn se rio mientras le seguía el paso a Ben. ―Creo que desarrollaste un


nuevo apetito si el olor que desprendes es alguna indicación.

Ben no había entendido el comentario de su amigo. Los paranormales tienen


sentidos muy buenos, ya sea vista, gusto, tacto, oído u olfato. Estaba seguro
que apestaba a sexo y a Miles.

―No te preocupes, jefe. No diré ni una palabra.


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Ben miró a Quinn, quien hizo el gesto infantil de cerrar su boca con candado y
tirar la llave. Como sea, eso le parecía bien, mientras que Quinn mantuviera la
boca cerrada. No quería que Miles se cohibiera enfrente de los otros chicos.

Mientras entraban en el comedor, escucharon la voz de Miles y de Trevor


bajando por el pasillo. El eco retumbante de sus risitas hizo que Ben sonriera.
Habían pasado años desde que el sonido despreocupado de la risa llenaba su
vida, y el sonido de la felicidad de Miles era el sol que brillaba sobre el alma
de Ben.

―Lo encontraste.― Ben dijo mientras se acercaba para besar a Miles en la


boca.

―Chicos, vamos. Queremos comer, no verlos metiéndose mano.― Jensen se


bromeó mientras se sentaba en su lugar habitual del lado derecho de la mesa.

Ben se aclaró la garganta, silenciando las risas que habían comenzado a llenar
la habitación. Guió a Miles a la silla junto a la suya y la jaló para ofrecérsela.
Una vez que estuvo seguro que Miles estaba acomodado, tomo su lugar a la
cabeza de la mesa.

Trevor le demostró a Quinn que creía ser el número uno, mientras pasaba a su
lado. Se sentó del otro lado de Miles. Ben miró mientras Quinn apretaba las
manos en puños pero no comento nada del gesto hecho por Trevor.

―Bien. Miles y Trevor, estos hombres son los Guerreros de la Luz de la CPB.
Frente a ti, Miles, está Jensen, Cason, ya lo conociste. Después están Cabot,
Jace, Finn, Abner y Lachlan. Lachlan tiene un gemelo, por lo que si ven dos
de ellos caminar por ahí, esa es la razón, y su nombre es Lawson. Y ya
conocen a Quinn.― Ben cerró un ojo mientras recorría a los guerreros que
estaban en casa en ese momento. ―Oh, casi lo olvido, Liam. En este
momento está trabajando con algunas cosas en la oficina y no podrá cenar con
nosotros.

―¿Son todos?― Miles pregunto mientras se acomodaba la servilleta en su


regazo.
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―No. Hay más de mi equipo, pero están buscando rastros de Malcolm y
Sayer.

Miles asintió con comprensión. ―Bueno, es un gusto conocerlos, caballeros.


Espero que mi primo y yo no seamos muy problemáticos para ustedes.

―Oh, Miles no serás un problema en lo absoluto. A diferencia de alguien que


conozco.― Quinn dijo mientras cerraba la mirada en Trevor.

―Claro, tú también eres un problema, sabelotodo.― Trevor murmuro.

―¿Comemos?―Ben cambió rápidamente el tema antes de que Trevor y


Quinn comenzaran.

La conversación fue abundante en la mesa. Los guerreros encontraron a Miles


tan encantador como Ben lo hacía. Tenía una personalidad única que hacía
que las personas tuvieran un gusto por él, como las abejas por la miel. El
hombre era muy amable y de hecho escuchaba y recordaba los nombres de los
chicos.

Ahora, en lo que concierne a Trevor, los otros chicos creían que simplemente
era un histérico. Quinn parecía molesto con los chicos que hablaban con
Trevor y lo tomaban en cuenta. Celos estaban escritos por toda su cara, pero si
Quinn no lo admitía, no había nada que pudiera hacer para ayudar a su amigo
de muchos años.

El postre fue servido, y cuando hubieron terminado, bebieron café y se


sentaron alrededor de la mesa discutiendo los planes que tenían para rescatar a
Sayer. Miles parecía tomarse el asunto del secuestro de un hombre al que no
conocía muy en serio. Hizo sugerencias y aporto ideas que los chicos ni
siquiera habían considerado.

Cuando la noche llego, Ben y Miles eran los únicos dos en la mesa. Algunos
de los chicos fueron a patrullar, mientras que otros regresaron al cuarto de
conferencias para revisar más reportes de la policía y mapas en busca del
escondite de Malcolm.
64
Lachlan y Abner llevaron a Trevor en un tour por la casa, para que después no
se perdiera. Ben noto que Quinn iba a unos pocos pasos detrás de Trevor.

Terminando su café, hizo señas a Miles para que se acercara.

Sin dudarlo, Miles siguió su orden. Se sentó en las piernas de Ben y se


acurruco muy cerca de su pecho. Ben sello su felicidad al tener a su pareja
cerca de él y que esté dispuesto a que lo toque.

―Hasta ahora, ¿Te gusta estar aquí bebé?―Ben pregunto mientras pasaba sus
dedos por el cabello de Miles.

Miles gimió ante las caricias perezosas que su cabello recibía. ―Me gusta.―
Se alejó para mirar a Ben a los ojos. ―El solo estar contigo hace que todo
valga la pena.

Las comisuras de los labios de Ben se movieron, mientras inclinaba la cabeza


para besar los rosados labios de Miles. El beso era dulcemente afectivo para
enfatizarle a Miles lo mucho que lo amaba. Cuando se separaron, Ben uso su
mano para frotar la espalda de Miles.

―Miles, ¿Puedo preguntarte algo?

―Claro, Ben, puedes preguntarme lo que sea.―Miles se removió para


acomodarse mejor en su regazo.

―¿Qué hay con ese dicho que tú y Trevor siempre se están diciendo el uno al
otro? Si es privado no tienes que decirme.

Miles se rió. ―No, no es privado. Mi mamá y la de Trevor son hermanas. Yo


nací seis meses antes que él, pero aun así estamos muy cerca de tener la
misma edad y que somos los mejores amigos. Vivimos en un pequeño pueblo
granjero en Iowa por lo que no tuvimos muchas opciones para conocer gente.
Para hacer la historia corta, el ser gay y el vivir en un pequeño pueblo no se
lleva. Cuando me di cuenta que era gay, por supuesto se lo dije a Trevor―
Miles se rio. ―Recuerdo muy bien cuando se lo dije, estaba aterrado de que
no fuera a amarme más por eso. Pero en realidad, Trevor estaba aliviado
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porque también él lo era.
Ben continúo frotando los brazos de Miles. ―¿Y tu familia no lo acepto?

Miles inclino la cabeza hacia arriba para ver a Ben. ―¿Estás adivinando o ya
lo sabías Ben?

Podía escuchar el tono de cansancio en la voz de Miles. ―Para ser


completamente honesto contigo, hicimos un chequeo exhaustivo de tus
antecedentes tratando de ver si Malcolm tenía otros motivos para quererte.
Teníamos que estar preparados para todas las posibilidades. Todo lo que vi en
los archivos fue tu lugar de origen y la falta de contactos familiares.― Ben
pasó sus nudillos por el rostro de Miles. ―Por favor no te enojes conmigo.

―No lo estoy. Algo así me imagine que harían si es que no lo habían hecho
ya. Pero tus suposiciones son ciertas. No tomaron nuestra salida del closet
muy bien. Así que nos aseguramos de asistir a una universidad en la que
ambos fuéramos aceptados para que pudiéramos estar juntos. Trev obtuvo una
beca completa en la facultad de arte en la Universidad de Missouri, y yo
obtuve una beca parcial por mis méritos académicos. Así que después de que
nuestros padres siguieron sermoneándonos acerca de cómo deberíamos
cambiar nuestros desvíos demoniacos, decidimos dejar nuestra familia.
Sabíamos que necesitábamos vivir por nuestra cuenta, no depender de ellos.
Así que, desde el día que dejamos Clarinda, Iowa, decidimos que no
importaba lo que pasara, estaríamos siempre juntos, nunca separados. Éramos
la única familia del otro. No hemos hablado con nuestra familia desde
entonces.

Ben noto que los ojos de Miles estaban llorosos mientras contaba la historia, y
quería borrar todos los malos recuerdos de la mente de su pareja. Era una
expectativa irreal pero trabajaría muy duro para asegurarse que Miles nunca
más sintiera ese tipo de tristeza y dolor.

―Si me lo permites, cariño, me encantaría ser parte de tu familia y la de


Trevor.

Miles giro la silla para ver a Ben. ―Ya lo eres.― Miles murmuro.
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El amor que sentía por Miles una vez más burbujeo a la superficie, y se
levantó. Casi tira a Miles al suelo en el proceso pero fue capaz de atrapar a su
pareja. En un movimiento tan rápido como la luz, tomo a Miles y lo sentó
sobre la mesa, después se inclinó para besar a su pareja.

Cuando los labios de Miles se separaron con un gemido, Ben utilizo la


oportunidad para meter su lengua en la cálida y húmeda boca. Jugó con la
lengua de Miles, succionando y lamiendo hasta que ambos hombres se
quedaron sin aliento. Ben se apartó y deslizo sus manos a ambos lados del
rostro de Miles. ―Dios, te quiero otra vez. Necesito estar dentro de ti.― Froto
sus pulgares a lo largo de los pómulos de Miles, y Miles parpadeo. ―¿Puedo
reclamarte, amor?

El aliento de Miles se atoro en su garganta. ―Sí.

Una sonrisa apareció en los labios de Ben al saber que Miles aceptaba
convertirse en su pareja. Justo cuando se inclinaba por otro beso, Quinn entro
rápidamente a la sala de estar.

―Siento interrumpir, jefe, pero acabamos de recibir una llamada de Lawson y


Abner. Tienen un rastro de Malcolm. Lo siguieron a un lugar no muy lejos de
aquí. Tengo las coordenadas, y estamos listos para salir.

Maldiciendo bajo, Ben se separó de Miles. ―Lo siento, cariño.

Miles negó con la cabeza. ―No lo sientas. Ve y encárgate de ese idiota y


regresa a mí. Te estaré esperando.

Un beso más sobre los labios de su pareja y se retiró. Rodeo la mesa hacia
donde estaba Quinn de pie. ―Quiero que Elias y Liam se queden para cuidar
a Miles y a Trevor.

―Están en camino. Necesitamos al equipo técnico de computadoras para


ayudarnos a deshabilitar cualquier tipo de seguridad que Malcolm haya
establecido. Tengo a Cabot y Jensen patrullando el perímetro de la casa.
Mantendrán a nuestros chicos a salvo.
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Ben ladeo la cabeza ante el punto de ―nuestros chicos―. Aún no era el
momento de preguntarle a su amigo otra vez sobre su sobre protección con
Trevor.

Quinn se aclaró la garganta y se excusó saliendo del cuarto, Ben lo dejo ir. Se
volvió hacia su pareja. El pensamiento de dejar a Miles aunque sea por un
momento, no le caía nada bien. Tenía un mal presentimiento desde las
entrañas, el cual nunca lo había llevado por mal camino, pero el deber
llamaba, y Miles estaría perfectamente bien aquí.

―Miles, ¿Me prometes que te quedaras en la casa?

Miles rodo los ojos. ―¿A dónde iría? Son las diez de la noche.

Ben puso sus manos a cada lado del rostro de Miles. ―Prométemelo.

Un parpadeo cruzo por los ojos de su pareja. ―Lo prometo. Ahora vete, para
que puedas regresar y podamos explorar eso del emparejamiento juntos.

Miles agacho la mirada y mordió su labio inferior. El aliento de Ben quedo


atorado en su garganta. ¿Podría estar Miles listo para hacer ese compromiso?
Recordó cómo se respiraba y jalo a su pareja en un fuerte y demandante beso.
Este era solo el comienzo para él y Miles.

El retumbar proveniente del gemido de Miles, lo trajo de regreso a sus


sentidos y se apartó de Miles. ―Regresaré.― Ben deposito un beso más sobre
la frente de Miles. ―Quédate adentro. Jensen y Cabot vigilaran la casa desde
afuera.

―Sí, señor.― Miles lo saludo.

―Listillo.― Ben se rió, mientras se volvió para irse. Aún tenía un extraño
presentimiento de que algo no estaba bien, pero debían ser los nervios de por
fin ponerle fin a todo eso de Malcolm de una vez por todas.
68
Capítulo 7

―Entonces, dime, ¿Qué vamos a hacer ahora?

Miles alzo la vista para ver a su primo que caminaba por la sala. Aún estaba
sentado sobre la mesa, pasando distraídamente su dedo por los labios y
recordando la boca de Ben sobre la suya. El hombre se acababa de ir, y ya lo
extrañaba.

Haciendo a un lado sus necesitados pensamientos, no podía funcionar sin Ben


cerca. Había sobrevivido veintiún años sin él. Podía sobrevivir algunas horas
sin el hombre que había comenzado a amar.

Miles se encogió de hombros. ―Podemos hacer algunas palomitas y ver una


película. ¿Qué dices pequeño hombrecito?

Trevor comenzó a caminar hacia la cocina. ―Me sigues diciendo pequeño, y


te voy a mostrar que tan pequeño.― Se volvió sobre sus talones y golpeo el
aire. ―Tengo unos movimientos que te harían llorar como una nena.

Observo a su primo bailar por todos lados como si fuera un boxeador loco,
preparándose para los siguientes tres rounds. La risa brotó lentamente de su
pecho mientras observaba el espectáculo frente a él. El sonido del timbre hizo
que su risa cesara.

―¿Quién podría ser?

Miles negó con la cabeza. ―No lo sé.

Comenzó a ir hacia la puerta, pero la mano de Trevor sobre su hombro lo

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detuvo, Miles miro a su primo.

―¿Estás seguro que no es peligroso? Quiero decir, los chicos se acaban de ir.
¿No te parece extraño que alguien venga a esta hora?

Miles se tomó un minuto para pensar en ello, pero creyó que era algo tonto.
Tenían dos cambiaformas vigilando la casa. Si el peligro tocara la puerta, los
chicos de afuera hubieran mandado algún tipo de advertencia.

―Trevor relájate. Ben dijo que Jensen y Cabot estaban afuera vigilando. No
permitirían que nada malo nos pasara.― Ante el ceño fruncido de su primo, se
acercó y le dio un suave apretón en el hombro. ―Deja de preocuparte. Ve a la
cocina y empieza a hacer las palomitas, y yo veré quien es.

Los ojos de Trevor se dirigieron a la puerta cuando el timbre volvió a sonar.


―Está bien. Creo que estoy un poco exaltado. ¿Seguro que no quieres que
vaya contigo?

Miles nego con la cabeza, ―Creo que puedo abrir una puerta yo solo.― Se rió
cuando Trevor hizo una mueca con el dedo.

Trevor se dio la vuelta y se fue a la cocina. Miles espero hasta que estaba
fuera de la vista y se dirigió a la puerta. Se asomó por el orificio de la puerta y
vio a un hombre de espaldas a él usando una gorra de beisbol con la bisagra
para atrás. Miles la reconoció como la gorra de Jensen que vio en la cena, una
gorra de los Red Sox.

Sintiéndose un poco más relajado, Miles pulso el código de la alarma de la


puerta delantera. La abrió y se congeló del miedo ante la mirada penetrante
que se encontró con sus ojos cuando el hombre se dio la vuelta.

―Hola de nuevo, Miles. ¿Me extrañaste?

El cerebro de Miles comenzó a trabajar de nuevo, pero no fue lo


suficientemente rápido para cerrar la puerta. Se dio la vuelta para escapar pero
fue detenido en breve. Malcolm lo había sujetado por la cintura en un agarre
de hierro.

―¿De verdad creíste que podías escapar de mí?


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La piel de Miles se erizó cuando la suave respiración procedente de la risa de
Malcolm abanico su piel. Estaba atrapado. Malcolm había aventajado a Ben y
sus hombres, y ahora estaba a la merced de un asesino demente.

Movió la cabeza a un lado cuando escucho un recipiente caer al suelo. Miles


casi había olvidado que no estaba solo en esta casa gigante. Actuando por puro
instinto, hizo lo único que pensó que podría hacer.

―¡Trevor corre!― Miles grito tan fuerte como pudo y reforzó sus esfuerzos
de pelear contra el agarre de Malcolm. Tenía que escapar. Solo Dios sabía que
podría pasarle y más aún a su primo, si Malcolm se los llevaba de la casa.

―Miles, Miles, Miles.― Malcolm chasqueo la lengua. ―Cariño, ¿Realmente


creías que iba a venir solo sin saber que tú y tu primo estaban aquí?― Dijo
Malcolm mientras sostenía las manos de Miles hacia abajo con un brazo y
usaba su mano libre para acariciar el cabello de Miles. Cerró los ojos ante el
total desagrado que sintió al tener las manos del hombre sobre su cuerpo.

El sonido de Trevor llorando hizo que abriera los ojos. Un hombre guiaba a su
primo hacia la entrada. Las manos de Trevor eran sostenidas detrás de su
espalda y un gran hombre lo escoltaba. Miles podía ver el miedo en el rostro
de Trevor y se dio cuenta que tenía que hacer lo que fuera para mantener a su
primo a salvo.

―Ah, mira a quien tenemos aquí. Este debe ser Trevor.― Ante la falta de
respuesta de Miles, Malcolm lo empujo con el hombro. ―Contéstame, cariño.

―Sí.― Miles susurro.

―¿Qué deberíamos hacer con él? ¿Llevarlo con nosotros o matarlo?

―Yo digo que me dejes tenerlo como mi juguete. Parece que es de los que
gritan.― El hombre que mantenía a Trevor como rehén dijo. Su sonrisa
sicótica hizo que Miles temblara de miedo. Las lágrimas caían por el rostro de
Trevor mientras el hombre lamía un costado de su cuello.
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―¡No!― Miles grito. ―Llévame, pero por favor déjalo.― Miro sobre su
hombro a Malcolm y rogo por la vida y libertad de su primo. ―Por favor,
Malcolm, me voy sin pelear. Solo deja a mi primo en paz.

―No, Miles. No puedo dejar que hagas eso.― Trevor lloró.

―¿Qué te hace pensar que me importa lo que quieres o si te vas por las
buenas?― Malcolm pregunto mientras frotaba su nariz por el cuello de Miles.

Suprimió el estremecimiento que amenazaba por recorrer su cuerpo. ―No te


importa, lo sé, pero haré lo que quieras que haga. Por favor déjalo ir.― Sus
ojos se llenaron de lágrimas. Cuando su vida había empezado a acomodarse y
la felicidad estaba en el horizonte, vampiros locos tenían que interponerse y
arruinar todo. Pero por el bien de su primo, renunciaría a todo.

Malcolm beso su cuello y jaló a Miles contra su pecho. ―Muy bien. El chico
se queda.― Se volvió hacia la puerta, arrastrando a Miles consigo. Se paró
para mirar sobre su hombro. ―Convierte al chico después vete. Va a ser una
gran patada en el trasero para los guerreros de la luz tener a un novato
convirtiéndose en vampiro con que lidiar, y especialmente uno convertido por
un guerrero oscuro.

―!No¡ Dije que me iría contigo.―Miles grito y peleo por liberarse para llegar
hasta Trevor.

El sonido de Trevor gritando se perdió cuando un fuerte piquete se enterró en


su bíceps derecho. Miro hacia abajo para ver una jeringa con un líquido claro
entrar en su brazo.

―Cálmate, cariño. Tu primo va a estar bien.― La sonrisa de Malcolm


desapareció. ―Bueno, lo estará si tus amigos no lo matan al acto por haber
sido transformado por uno de mis hombres.

Miles apenas escucho a Malcolm hablar y quería discutir con el hombre pero
no podía. Una cálida y cosquilluda sensación se esparció por su cuerpo,
arrullándolo. Dejo de pelear y permitió que la oscuridad de la inconsciencia lo
hundiera.
72
Cuando Miles despertó, estaba acostado boca abajo en una cama. Cuerdas lo
mantenían en su lugar. Sus brazos estaba estirados frente a él atados a la
cabecera, y sus piernas estaban muy separadas con cada tobillo amarrado a los
postes de la cama. Un escalofrío lo recorrió cuando se dio cuenta de que
estaba totalmente desnudo.

Miles jalo de sus ataduras sin éxito. No podía moverse ni un centímetro. Esto
no podía estar pasando. Había visto muchas películas donde mierda como esta
pasaba, y nunca pasaba algo bueno cuando estaban desnudos y amarrados a
una cama.

Pánico y miedo se arremolinaron en su estómago, y redoblo sus esfuerzos de


liberarse. La gruesa cuerda cortaba su piel, causando que la sangre cayera por
sus brazos. Lo había escapatoria de este infierno. Miles dejo que su cabeza
cayera hacia el frente y lloro en silencio contra la almohada bajo su cabeza.
No solo iba hacer probablemente violado y obligado a acoplarse con Malcolm,
sino que también estaba preocupado por Trevor. Malcolm había dicho que
Ben y sus hombres probablemente lo matarían por haber sido transformado
por el enemigo. Tenía la esperanza de que Ben no hiciera eso, o su sacrificio
hubiera sido en vano, y habría perdido a la única familia que tenía.

―No haré esto.

Miles giro la cabeza hacia un lado cuando voces llegaron al cuarto.

―Como si tuvieras una opción, mi mascota. Me perteneces, y harás lo que


diga cuando lo diga. ¿Entendiste?― La voz de Malcolm se detuvo mientras
esperaba por una respuesta. ―Muy bien, si quieres hacerte el difícil,
simplemente tengo que hacer que Lucian te haga ver las cosas a mi manera.

Miles escucho un jadeo.


73
―No, señor. Haré lo que me ordene.
―Pensé que verías las cosas a mi manera.

El sonido de cadenas tintineado llego proveniente de algún lugar cercano a la


cama donde se encontraba acostado. Miles podía divisar a un chico que se veía
más joven de los 21 años. Tenía cabello rubio y largo, que colgaba en
mechones sobre su rostro. Su delgado cuerpo parecía malnutrido. El hombre
alzo los brazos para ponerlos en su regazo, y el tintineo de las cadenas otra
vez, y fue cuando Miles vio las cadenas atando las manos del hombre.

―Soy Astrid.

Miles estiro el cuello para tener una mejor vista de esta persona. Pensó que era
un chico, pero con un nombre como Astrid, tenía que ser una mujer. Una
pequeña risa viajo hasta sus oídos proveniente de la persona sentada a su lado.

―Conozco esa mirada. Sé que tengo nombre de niña, pero soy un hombre.―
Todo el humor dejo su postura cuando se volvió hacia Miles. ―Realmente
siento todo esto, pero si no hago lo que el maestro me ordeno, dejaré que
Lucian haga cosas malas conmigo.― Un escalofrío recorrió el cuerpo del
joven hombre. ―Me rehusaría y aceptaría mi castigo, pero aún no me he
recuperado de mi última sesión con él.

Miles ahogo un grito. ¿Castigo? Este Astrid parecía trabajar con Malcolm,
¿Por qué lastimarían a uno de los suyos? Y si lastimaban a Astrid, no había ni
que pensar en lo que le harían a él.

Miles respiro profundamente. Tenía que concentrarse y pensar con sensatez.


Tenía que saber a lo que se enfrentaba. ―Astrid, ¿Dónde estamos?

El joven hombre lo miro. ―No estoy seguro. Nos movemos mucho, y nunca
me permiten dejar mi cuarto.

Su corazón se rompió por el chico. Ser prisionero de estos bastardos crueles


debe ser muy difícil. ―¿Cuánto tiempo has sido su prisionero, Astrid?―
Miles preguntó. Tenía que saber que le esperaba si no podía salir de ahí.
74
Astrid miró cada una de sus manos, y fijo la vista al frente. ―Más de cien
años.― Movió la cabeza a un lado. ―eso creo.

Si no hubiera estado atado a la cama, hubiera visto al chico dos veces más. No
parecía tener más de dieciséis. ¿Cómo podía tener más de cien años?

Ben le había dicho que los vampiros y los cambiaformas no envejecían. Eso
tenía que significar que Astrid era algún tipo de paranormal. Tragándose el
nudo de la garganta, miró a Astrid. ―No quiero ser grosero, pero ¿Qué eres
Astrid? y ¿Por qué te mantienen aquí?

―Soy un brujo.― Miles parpadeo ante la confesión de Astrid. ―Mi madre


me vendió a Malcolm cuando tenía trece años. Quería a una hija y me tuvo a
mí. De ahí el nombre.― Una pequeña risita salió del hombre.

El corazón de Miles se perdió por Astrid. Sí, se preocupaba por sí mismo,


pero Astrid había sido vendido como esclavo, eso podía asegurarlo, a la edad
de trece años, por su propia madre. Y su único crimen había sido haber nacido
niño.

―Lo siento, Astrid. No puedo imaginarme a un padre haciendo eso.― Miles


se sintió mal por Astrid pero también pensó que si podía convencer al
asustadizo chico de ayudarlo, ambos podían escapar. ―Astrid, ¿Conoces
alguna manera de salir de aquí? Si me liberas, puedes escapar conmigo.

Miles observo mientras Astrid se mordía el labio inferior con mucha fuerza
mientras miraba hacía la puerta de atrás. ―No digas esas cosas. Si te escucha,
el castigo será mucho peor.

El joven tembló tan ferozmente que hizo que la cama vibrara. Los castigos por
aquí debían ser mucho peor de lo que Miles podía llegar a comprender.
Necesitaba salir de ahí.

―Astrid, hazlo ya. Malcolm dijo que si no terminabas en los próximos cinco
minutos, podía tenerte esta noche.
75
El sonido de las cadenas de Astrid tintineando fuertemente, dejaron que Miles
supiera que Lucian estaba en la puerta. Comenzó a temblar de miedo. Si un
brujo, quien, de acuerdo con Ben era un ser poderoso, le temía a Lucian, Miles
creyó que sería inteligente, temerle también.

Astrid lo miro, ―Realmente siento esto―, susurro ligeramente.

Miles miro mientras Astrid sacaba una botella de su bolsillo. Murmuro en la


botella unas cuantas palabras que Miles no pudo comprender claramente.
Miles miro a Astrid levantarse de la cama. Sintió la cama sumirse entre sus
piernas. Frías manos tocaron su desnudo trasero y el vello de todo su cuerpo
se levantó con atención.

―¿Qué estás haciendo?― Miles peleo contra sus ataduras.

―Lo siento.

Las palabras susurradas por Astrid fueron seguidas por sus manos separando
las pompas de Miles. Un frío líquido cayó sobre su orificio. Tuvo la sensación
de una punta chata humedeciendo su orificio. Miles se estremeció cuando el
objeto fue empujado a su interior, llenando el estrecho canal. Lloró cuando el
objeto entro por completo en su trasero.

―Lo siento mucho.

Esas fueron las últimas palabras que Astrid le dijo puesto que su mente
comenzó a ponerse borrosa. Una sensación cálida se instaló en la base de su
espina y lo recorrió hasta hacerle cosquillas a su cuero cabelludo. Los dedos
de los pies se curvearon ante la necesidad de venirse y su creciente pánico. Se
estaba excitando demasiado y no podía entender cómo era posible
considerando su situación actual.

Un sudor frío se esparció por su cuerpo ardiente. Miles no tenía idea de que
era lo que le estaba pasando. Sintió que su pene se llenaba de sangre y se
endurecía contra el colchón. Su cuerpo se movía solo, enterrándose en la
suave superficie. Líquido pre-eyaculatorio humedecía la cama debajo de él
mientras empujaba las caderas más fuertemente contra la cama.
76
―Absolutamente hermoso.

El cuerpo de Miles se estremeció cuando Malcolm saco y volvió a meter lo


que fuese que Miles tenía en el trasero. El gemido que escapo de sus labios fue
ensordecedor incluso para sus oídos. Sabía que debería estar gritando para que
Malcolm se detuviera, pero su necesidad de venirse superaba su pánico y
miedo.

―Te gusta ¿No es así?― Malcolm se rió mientras empujaba el juguete otra
vez. ―Estaba preocupado de que este vibrador fuese muy grande para ti, pero
creo que Ben te estiro muy bien.

Miles no contesto. No podía escuchar las palabras que el idiota está diciendo
por los latidos de su propio corazón. La necesidad de ser jodido lo estaba
volviendo loco y desesperado por ser tocado. A este punto, cualquiera podía
tocarlo. Todo lo que Miles sabía era que necesitaba liberar el semen de sus
testículos antes de que explotaran.

Malcolm saco completamente el vibrador del cuerpo de Miles, y este rogo por
tenerlo de regreso. Obedeció y enterró el grueso vibrador en Miles. Un llanto
silencioso dejo los labios de Miles. Necesitaba ser llenado y jodido duramente.
El juguete no estaba cumpliendo ese cometido. Necesitaba el duro de pene de
Ben jodiéndolo rápido después despacio, jugando con él hasta que Miles
estuviera listo para perder la cabeza.

―Tengo que admitirlo Miles. Te ves exquisito.― Malcolm empujo el juguete


más fuerte y más adentro.

―Oh, Dios, sí. Jódeme.― Sintió el calor de otro cuerpo cubrir su espalda.
Miles estaba tan perdido en su loco deseo que trato de arquearse para tocar el
cálido cuerpo. ―Ben, jódeme por favor.

Miles lloró cuando su cabeza fue tirada hacia atrás. Fuertes dedos tiraban de
su cabello manteniendo su cabeza en esa posición.

―No me llames por su nombre.― Malcolm gruñó.


77
Aún sabiendo que Ben no estaba en el cuarto, eso no disminuía su deseo de ser
jodido. Rogó, sabiendo que estaba mal, pero su cuerpo se sentía como si se
fuese a incendiar si un duro pene no embestía contra su cuerpo. Su orificio
tembló por la anticipación de ser taladrado.

―Por favor.― Miles jadeó.

―Mucho mejor.

Miles sintió que Malcolm lamía y succionaba un costado de su cuello. Debió


de haberse sentido asqueado, pero todo lo que podía hacer era esperar placer.

Su propio cuerpo y su deseo controlaban su mente y su mejor juicio.

La gruesa y chata punta del pene de Malcolm se empujó contra su cuerpo


fuerte y rápido. Miles jadeó ante el exquisito placer. Las embestidas de
Malcolm eran controladas y constantes, llevándolo cerca del límite. Se
imaginaba que era Ben quien lo jodía, llevándolo más lejos de lo que jamás
había estado.

Miles gemía con excitación con cada embestida. Sudor recorría su espalda, un
extra a la dura y sucia jodida que Malcolm le estaba dando. Sintió que
Malcolm se sentaba y sus dos manos grandes empujaron los omoplatos de
Miles al tiempo que se enterraba en el orificio de Miles sin piedad.

―¿Me aceptas como tuyo, Miles?

¿Qué? Miles no sabía que estaba pasando. Los movimientos de Malcolm se


ralentizaron, haciendo que su cerebro hiciera corto circuito. Miles pensó que
se moriría si no se venía, y el pánico se apodero de él como un golpe caliente.

―Y...yo― Miles tartamudeo.

―¡Dilo!― Malcolm gritó mientras aplastaba los omoplatos de Miles, La


acción hizo que su pene rozara la suave superficie del edredón bajo él.
78
Miles gimió fuertemente por las caricias juguetonas dadas a su pene. ―Sí,―
Miles gruño. ―Ahora termina. Por favor, Dios, acábame.

―Como desees.

Miles podía escuchar la sonrisa en los labios de Malcolm, pero no le


importaba. Si no se venía, sabía que moriría, no había duda alguna. El pene en
su trasero se retiró. Miles comenzaba a protestar pero lloro cuando algo
puntiagudo perforo su piel. Después sintió algo húmedo derramarse en su
orificio seguido de Malcolm enterrándose en su apretada entrada. Malcolm
gimió fuertemente y enterró las uñas en la espalda de Miles. Los movimientos
de Malcolm tomaron ritmo y las fuertes embestidas llevaron al pene de Miles
a rozar más fuerte contra el colchón.

Miles jadeo por aire cuando su liberación se aproximaba. Su semen salió


disparado de su cuerpo solo para verse atrapado contra la cama. El húmedo
brillo alrededor de su pene, hacía los movimientos más fácil provocando que
su orgasmo se prolongara.

―Te acepto Miles, como mi pareja.― Escucho a Malcolm gritar antes de que
semen caliente pintara sus paredes internas. Malcolm siguió embistiéndolo
mientras su pene temblaba por las réplicas. Miles gimió con cada uno de los
irregulares empujes provenientes de Malcolm.

Después de unos minutos de estar quietos, Miles volvió a sus sentidos. Un


sentimiento extraño se esparció por su cuerpo, casi como una liga poniéndose
en posición y conectándolo con Malcolm. Podía sentir la presencia de
Malcolm en su mente. Miles sentía lo que Malcolm estaba sintiendo. Era
verdad. Eran pareja. Tiro de sus cuerdas otra vez, pero nada paso. Una mano
peino sus cabellos, sosteniéndolo lastimeramente contra el colchón. ¿Qué
acababa de hacer?

―Eres mi pareja ahora, Miles.― Malcolm dijo, después se acercó y beso a


Miles detrás de la oreja. ―Y pensar que había creído que no serías nada
divertido.

Los ojos de Miles comenzaron a llenarse de agua, al mismo tiempo que dejaba
79
caer la cabeza contra la almohada bajo ella. Asco llenaba cada poro de su
cuerpo. Acaba de dejar que Malcolm lo jodiera. Lo que más dolía era que
había rogado por ello. Quería a Malcolm. ¿Cómo era eso posible? Malcolm
tenía que haberlo drogado o algo así.

Miles volvió a mirar a Malcolm mientras el hombre se bajaba de la cama.


―¿Cómo hiciste que te quisiera? ¡Te odio! No hay forma en que te pidiera
que me jodieras, ninguna.

La risa severa de Malcolm hizo que Miles se encogiera contra la cama.


―Tengo mis métodos. Tener un brujo a tu disposición puede ser...― Malcolm
miro hacia el techo, dejando escapar un fuerte suspiro, después volvió a mirar
a Miles. ―muy útil. Tengo que admitir, después de esta noche, conseguir a
Astrid ha sido el mejor trato que he hecho. Joderte fue como abrir los ojos,
Miles. Nunca antes había sentido tanta necesidad y deseo. Es como si tu
trasero fuese hecho solo para mí.

Miles se tensó cuando Malcolm lo nalgueo. Se odiaba porque no podía decir


que lo que acababa de pasar había sido por la fuerza. No había sido violado.
Había rogado y todos los peros terminaba en el pene de Malcolm. Pero aún
así, ¿Qué causo su reacción? Despreciaba al hombre. Malcolm podría ser su
pareja, pero no sentía que se derretía por él como lo hacía por Ben. No podía
ser, que él quisiera tener sexo con el hombre.

―¿Cómo lo hiciste? ¿Cómo me hiciste quererte?― Miles pregunto mientras


miraba a la nada frente a él. Miles no estaba cien por ciento seguro de que
estuviera enamorado de Ben, pero después de esta noche, al darse cuenta de
que nunca volvería a ver al hombre puso todo en perspectiva. Amaba a Ben
más que a la vida misma, y acababa de engañarlo con el enemigo.

―Bueno, mi querido Astrid, al ser un brujo, puede realizar cualquier hechizo


que desee. Incluso puede preparar pociones.

Malcolm se sentó en la cama a un lado de Miles y paso su dedo a lo largo del


brazo de Miles. Miles odiaba la caricia, pero seguía amarrado a la cama
incapaz de alejarse.
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―Hice que mi brujito te pusiera un afrodisiaco que hiciera que me quisieras
sin importar que. Incluso si me odiaras no serviría. La necesidad de ser jodido
superaría todos tus deseos y anhelos.

Miles proceso todo lo que le dijo, pero no cambiaba nada. Aún era la pareja
del loco bastardo. Todo lo que quería era irse a casa con Ben. Rogaría y
suplicaría por una segunda oportunidad y por perdón. El hechizo que Malcolm
había obligado a hacer a Astrid se había llevado el libre albedrío y no había
podido controlar sus acciones o los deseos de su cuerpo.

―No te preocupes cariño. Después de que dejemos este pueblo bueno para
nada, estoy seguro que te acercarás más a mí.― Malcolm se levantó y se puso
unos pantalones. Comenzó a caminar hacia la puerta después se volvió para
mirar a Miles―. Ahora eres mi pareja. Mientras más rápido te acostumbres a
la idea mejor. Di lo que quieras, pero disfrutaste que te jodiera.

La sangre de Miles hirvió. ―Me secuestraste y después me drogaste. Puede


que seamos pareja, pero no me rindo ni me rendiré ante cualquiera de tus
deseos. Te odio― Miles grito.

―Miles, harás lo que te digo, o mataré a tu querido Ben.― El pulso de Miles


se detuvo. ―Sabía que eso llamaría tu atención. Así que se un buen niño, y
nos llevaremos de maravilla.

Observo mientras Malcolm dejaba la habitación. Una vez que estuvo solo en
la oscuridad, no había otra cosa ocupando su mente que arrepentimiento, pero
¿Qué podía hacer? Lo hecho, hecho esta. Y para mantener a Ben a salvo
haría lo que Malcolm le pidiera hacer. Cuando una persona ama algo, de la
manera en que Miles amaba a Ben, sacrificar tus deseos y necesidades era el
mejor de los casos. Miles no podía imaginarse vivir en un mundo donde Ben
no existiera.

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Capítulo 8

―¿Todos están en posición?― Ben preguntó Estaba de pie entre los árboles
que rodeaban la propiedad. Lachlan y Lawson estaba de pie unos metros
adelante de donde él estaba. Los leones gemelos eran famosos por sus
silenciosos ataques, y casi no noto cuando tomaron su posición a un lado de él.
Atacaban con la similitud de su cambiaformas. Los gemelos acechaban hasta
que ya no había tiempo para que su presa reaccionara. Los hombres eran
mortales, y se sentía afortunado de que pelearan a su lado.

―Entendido, jefe. A tu señal, no movemos.― Quinn contesto a través del


audífono alrededor del oído de Ben.

Ben miro el tamaño moderado de la casa. Algo no andaba bien. La casa no


parecía un lugar que pudiera albergar a Malcolm. Una casa sencilla de dos
pisos ubicada en medio de la nada, muy lejos del pueblo y carente de los lujos
que Malcolm prefiere. La casa era ordinaria, y eso no iba con la personalidad
de Malcolm. Le gustaba vivir a lo grande, y esta casa era un enorme contraste
con su estilo de vida.

Mientras miraba a las casa una vez más, hablo por el auricular. ―¿Quinn?―
Espero a que su amigo contestara.

―¿Sí?

―Algo no anda bien. Esta casa no parece un lugar donde Malcolm viviría.―
El extraño sentimiento que Ben tuvo cuando salía de la casa aún bailaba en su
estómago. Esta casa, el silencioso alrededor simplemente parecían una
singularidad que se habían esperado de este tipo de guerrero oscuro.

―Estoy de acuerdo, pero este es el lugar hasta el cual lo siguieron nuestros

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hombres. Si no está viviendo aquí, por lo menos viene por alguna razón. ―
Hubo una pausa antes de que Quinn hablara. ―Rompamos el frente y veamos
que hay dentro. Mientras más rápido terminemos con esto, más rápido
podemos regresar a casa con Trevor y Miles.

Ben asintió incluso aunque Quinn no podía verlo. Su preocupación por Miles
estaba destruyendo caóticamente sus nervios. Estar enamorado y preocupado
por Miles tenían que ser la razón de que sintiera tan fuera de sí. Miles estaba
seguro en la casa. Tenía que concentrarse en la misión para que pudiera
regresar con su amante.

―A la cuenta de tres nos movemos y revisamos que hay en el interior.

Ben conto lentamente hasta tres, y él y sus hombres se acercaron a la casa.


Había entrenado con este grupo de hombres por años y había ido a incontables
misiones con ellos. Se movían como un equipo, rápida y silenciosamente.

Cuando llego a la entrada principal. Se detuvo y miro alrededor pero aún no


había señales de Malcolm o de sus hombres. Ben subió los escalones que
llevaban a las puertas dobles uno por uno. Muy sutilmente, giro la perilla y
pensó que era raro que la puerta no estuviese cerrada. Alejando ese
pensamiento, entro en la casa con Lachlam y Lawson silenciosamente detrás
de él.

La casa estaba desprovista de cualquier mueble. La luna llena permitía que


suficiente luz pasara por las ventanas para indicar que nadie había vivido ahí
en mucho tiempo. El sonido de aplausos lo hizo volverse hacia los escalones
del costado que llevaban al segundo piso.

―Malcolm tenía razón. Caíste en este plan tan fácilmente.― El hombre se rió
ásperamente mientras descendía por los escalones.

Ben alzo los brazos para detener a los gemelos. Sus entrañas le decían que
mantuviera distancia de este extraño hombre que les sonreía abiertamente.

Sus instintos le decían que tenían que salir de esa casa. Toda esta situación
tenía una extraña vibra. ¿Dónde estaba Malcolm? ¿Y por qué solo un hombre
estaba de pie en esa casa abandonada?
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―¿Y cuál es ese plan?― Ben pregunto. Necesitaba obtener mucha
información de este hombre además de capturarlo para poder cuestionarlo por
el paradero de Malcolm.

―Tontos.― El hombre bajo el último escalón pisando el duro piso de madera,


de pie a unos 5 metros de Ben. ―Tan rápido creíste lo que querías que fuese
verdad y seguiste el camino de migajas que fue puesto para ti.― Miro su reloj.
―Y muy oportuno. Supongo que Malcolm ya habrá terminado con su parte.―
El hombre miro a Ben a través del cuarto. ―Se llama Miles ¿cierto? Espero
que te hayas despedido antes de irte.

La cabeza de Ben cayó hacia atrás como si hubiera sido abofeteado. ¿Qué
estaba diciendo este hombre? Antes de que pudiera preguntar, el hombre alzo
el brazo y en el puño sostenía un control remoto.

―Nos vemos del otro lado, amigo

El hombre se rió, y Ben supo en ese momento que era un detonador. Se volvió
hacia Lachlam y Lawson y grito una advertencia. El sonido de pisada y
puertas abriéndose le indicaron que los hombres que habían entrado por la
parte de atrás habían escuchado la advertencia.

Apenas había salido por la puerta del frente cuando la casa exploto,
haciéndolo volar por los aires. Ben cayó fuertemente sobre su costado. El aire
había escapado de su cuerpo, pero estaba vivo. Más de lo que podía decir del
pobre infeliz dentro de la casa.

―¿Ben?― Ruido salió de su radio. ―Ben, ¿Puedes oírme?

Ben miro hacia la izquierda y vio un pequeño aparato sobre el césped. Gateo
por el suelo u golpeo el botón para hablar. ―Sí.― Respiro profundamente y
se arrepintió cuando la presión sobre sus rodillas mandaron un dolor por todo
su cuerpo. El ser un vampiro le permitía curarse pronto pero no
instantáneamente. ―¿Todos lograron salir?

―Sí, los hombres que estaban conmigo salieron. ¿Qué hay de ti? ¿Los
gemelos lograron salir a tiempo?
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Ben miro alrededor. De reojo vio a Lachlam ayudar a su hermano a ponerse de
pie. Suspiro aliviado de su suerte. Los seis hombres que entraron al edificio,
milagrosamente habían salido con vida.

―Están bien. Un poco golpeados pero nada de qué preocuparse.

Sabiendo que todos sus hombres estaban bien, las últimas palabras del hombre
regresaron a su cabeza. Había dicho que Malcolm los había engañado y había
preguntado si le había dicho adiós a Miles.

¡Maldición! No es bueno. Ben salió corriendo entre los árboles hacia su


vehículo. Les habían tendido una trampa y Malcolm había creado este show
para secuestrar a Miles.

Dios, ¿Cómo pudo haber sido tan estúpido? El sonido de fuertes jadeos y
pisadas lo siguieron. Cuando se acercó a los carros vio que Quinn venía desde
los árboles frente a él. En el minuto que cruzo la vista con su amigo, se dio
cuenta que también había descubierto la verdad.

―Súbanse. Todo ha sido una trampa. Necesitamos llegar a casa.― Ben grito
mientras saltaba a su carro y arrancaba el motor. Arranco lanzando piedras y
tierra por el camino. El miedo de lo que encontraría una vez llegado a la
mansión hacia que se le congelara la sangre en las venas. Ben nunca había
estado tan asustado en su vida.

Ben y Quinn manejaron de regreso a casa en silencio. Quinn no había


admitido nada, pero Ben tenía la indudable sospecha de que Trevor significaba
más para Quinn que una persona que encontraba atractiva. Si su suposición
era correcta, Quinn estaba tan preocupado como él por lo que les esperaba en
casa. El peor de los miedos era la muerte, pero Malcolm quería a Miles vivo,
lo que significaba que las probabilidades de que lo haya abducido para llevarlo
a Dios sabe dónde, eran altas. Cuando se acercaron al estado nada parecía
fuera de lo ordinario. Las luces estaban encendidas justo como las habían
dejado y no había nada que los hiciera sospechar, como ventanas rotas o una
puerta abierta. Lo único que Ben encontró sospechoso fue que Cabot y Jesen
no estaban a la vista.
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Cuando se está afuera patrullando se debe revisar cualquier vehículo que se
aproxime a la propiedad. Cualquiera puede ser una amenaza, y justo ahora
estaban en un estado de alerta alta.

―¿Dónde están Cabot y Jensen? Ya deberían de haberse acercado.― Quinn


dijo, el pánico hacia que alzara la voz. ―¿Qué está pasando?

Con el carro estacionado, Ben abrió la puerta de golpe y salió. Subiendo los
escalones de dos en dos, empujo la puerta frontal. Lo que vio lo hizo jadear
por aire. En el suelo en un charco de sangre, estaba Trevor. Miles no estaba a
la vista.

Ben fue empujado cuando Quinn entro corriendo a la habitación. Quinn se


arrodillo junto a Trevor. Murmuro algo en el cabello de Trevor, pero Ben no
podía entender que decía. Su corazón latía sin control poniendo en silencio
todos los sonidos a su alrededor.

Cuando el cuarto se llenó de guerreros, Ben regreso a su sentidos. ―Abner y


Finn, vayan a buscar a Jensen y Cabot. Lawson y Lachlan, revisen la planta
superior en busca de señales de Miles.

Sus hombres asintieron y se fueron a realizar lo que se les había pedido. Ben
sabía que todo era inútil. Miles no estaba en la casa. Podía sentirlo en los
huesos. Malcolm le había arrebatado a su pareja y había conspirado muy
fácilmente para lograrlo. Ben había sido un peón en el juego de Malcolm, y lo
había engañado completamente. Su necesidad de mantener a Miles a salvo lo
había llevado a precipitarse sin pensar en el mundo.

Ben se agacho junto a Quinn, quien había acurrucado a Trevor contra su


pecho. ―¿Está vivo?― susurro mientras tocaba el cuello de Trevor con la
mano.

―No toques a mi pareja.― Quinn gruño.

Ben levanto los brazos en señal de rendición. Ese no era el momento de


meterse con una pareja encabronada solo para tratar de ayudar a su amigo. La
86
noticia de que Trevor era su pareja no eran tan impactantes, después
interrogaría a su amigo de cómo era eso posible cuando Trevor parecía no
darse cuenta del vínculo de pareja.

―Quinn, ¿Está vivo?― Ben pregunto otra vez.

Miro a su amigo acariciar el costado del rostro de su pareja. Las lágrimas


caían libremente por el rostro de Quinn. Quinn llevo su mano al rostro de
Trevor y tiro de uno de los labios del chico. Dos pequeños colmillos
sobresalían desde donde los caninos superiores descendían. ―Sí, pero ha sido
transformado.

―Hijo de p...― Ben grito mientras se levantaba para pasearse por la entrada.
Malcolm había transformado al pobre Trevor en contra de su voluntad. Las
viejas leyes establecían que cualquier humano transformado por un
paranormal malvado debía ser asesinado en el momento.

Se creía que si un humano era transformado por alguien malo, se volvería


malo. De años de trabajar con paranormales buenos y malos, Ben sabía que
esa creencia estaba equivocada y había convencido al consejo de ello. Era lo
que vivía en el alma de la persona lo que hacía de ellos buenos o malos, no
quien los transformara. Pero, sin embargo, tendría que conseguir algún tipo de
indulto para Trevor, y tendría que ser marcado mágicamente por una de las
brujas del cuartel general, para demostrar a los paranormales que no era malo.

Ben observó cuando Quinn tomo a Trevor en sus brazos. Su querido amigo se
veía tan perdido. ―Quinn, va a estar bien.

―¿En serio? Tú puedes decirme eso abiertamente. Tu pareja está


desaparecida y la mía ha sido transformada en un vampiro.― Quinn lo miro
con unos ojos muy fríos. ―Dime como algo de esta situación puede salir
bien.― Quinn se levantó y cargo a su pareja escaleras arriba.

Ben se pasó la mano por el cabello en señal de frustración. No tenía una


respuesta para Quinn. Su pareja estaba desaparecida, y no tenía la menor idea
de por dónde empezar a buscar. Su corazón se detenía al pensar lo que le
podía estar pasando a su pareja. Necesitaba traer a Miles de regreso.
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―Oh, Dios. ¿Qué voy a hacer sin él?― Ben se dijo a si mismo mientras
seguía paseándose en el piso de mármol.

―Ben, no hay señales de Miles en la planta alta.

―O aquí abajo, o en el piso inferior.― dijo Cason mientras entraba a la


habitación.

Ben abrió la boca para hablar pero fue interrumpido por Finn quien llevaba
cargando a Jensen.

―Les han disparado. Parece perdigón de plata.― Finn dijo mientras ponía a
Jensen en el suelo.

Abner entro un poco más despacio, cargando a Cabot como a un pequeño niño
en sus brazos. ―Cabot no sobrevivió, jefe.

Ben corrió hacia sus hombres. Las cosas seguían empeorando. Había conocido
a Cabot por más de doscientos años, y ahora estaba muerto. Perdido en una
batalla sin fin entre el bien y el mal. No había motivo ni razón para que esto
pasara. Solo pasó. Los Guerreros de la Luz y la oscuridad peleaban, y cuando
combatían, la gente moría. Algunas veces perdía a alguien de los suyos, pero
saberlo no mejora la situación.

―Tenemos que extraerlo antes de que infecte el torrente sanguíneo de Jensen.

Con todas las leyendas urbanas, rodeando a los paranormales, la plata era la
única con la que Hollywood había acertado. Si la plata se mantenía dentro por
mucho tiempo, envenenaría a su víctima y la mataría muy lenta y
dolorosamente.

―Entiendo. Háganse a un lado, ¿sí?― Dijo Liam mientras entraba al cuarto


cargando un kit de primeros auxilios. Antes de que Liam se volviera un
cambiaformas, fue un estudiante de medicina. Cabe decir que eso fue hace
cuarenta años, pero se siguen aplicando los mismos principios para remover
balas, o plata en este caso.
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El sonido de alguien gritando en la planta superior hizo que Ben subiera los
escalones corriendo. Abrió la puerta del cuarto de Trevor de un golpe, para
encontrarse con el hombre rasguñando a Quinn en la cara y los brazos. Este
era un comportamiento normal para alguien que acababa de ser transformado
en vampiro. Los cambios en su cuerpo los volvía hipersensibles a la luz,
sonido y tacto. Y la traumática forma en la que Trevor había sido
transformado, debía estar dando vueltas en su cabeza, asustándolo a morir.

―No me toques.― Trevor se hizo bolita cuando se movió hasta el final de la


cama, tratando de escapar de Quinn.

―Por favor, bebé, soy yo, Quinn. ¿No te acuerdas de mí?

Trevor dejo de pelear con Quinn y lo miro fijamente. Sus ojos se iluminaron al
reconocerlo, y Ben entro al cuarto. Trevor se estremeció cuando vio a Ben
acercarse a la cama.

―Miles― La cabeza de Trevor se movía de un lado a otro mientras jadeaba


por aire. ―Ohm, Dios mío, Miles. Se lo llevaron.― Se le quebró la voz
cuando comenzó a sollozar contra sus manos.

―Cariño. Deja de llorar. Lo vamos a encontrar.― Quinn tarareo mientras


acomodaba a Trevor en su regazo. ―Pero necesitamos saber que pasó.

Trevor asintió mientras lloraba. Después de unas respiraciones profundas,


empezó a hablar. ―Ustedes se acababan de ir. Miles dijo veamos una
película. Íbamos a ir a la cocina para hacer palomitas cuando sonó el
timbre.― El dolor reflejado en el rostro de Trevor, rompió el corazón de Ben.
―Después de eso, escuche a Miles gritándome que corriera, pero era
demasiado tarde. Ese hombre me sujeto y me arrastro hasta la sala.

Trevor comenzó a llorar otra vez, y Quinn acaricio gentilmente el cabello del
chico, mientras este lloraba contra su camisa. ―Miles dijo que haría lo que
Malcolm quisiera si me dejaba a mí en paz.

Ben se dejó caer en la silla a un costado de la ventana. Miles se había


89
sacrificado para salvar a Trevor. Admiraba esa parte de su pareja, pero
también pensó en lo inútil que eso sería. Al final, Malcolm había hecho lo que
había querido. Había transformado a Trevor y se había llevado a Miles. Nunca
se ganaba cuando se trataba con pura maldad.

Quinn abrazo a Trevor mientras lloraba. Después de unas cuantas


respiraciones, se separó del abrazo de Quinn. ―Este hombre, era fuerte, y no
pude zafarme.

Jugueteo con el extremo de su playera, después alzo la vista para encontrarse


con la mirada de Ben. ―Dijo que lo disfrutara mientras durara porque ibas a
matarme por haber sido transformado por alguien malo.

Ben negó con la cabeza. ―No, Trevor, esas son leyes antiguas. Solo necesito
llamar al consejo e informales de la situación. Hay trámites que necesitan ser
llevados a cabo, pero no, no tengo que matarte.

El alivio en el rostro de Trevor, hizo que Ben se sintiera un poco mejor, pero
el dolor aún quemaba en su interior. Miles estaba desaparecido y no tenía la
menor idea de donde comenzar a buscar. Las lágrimas se arremolinaban en sus
ojos ante la idea de no volver a ver a Miles otra vez.

―Jefe.― Ben alzo la vista para ver a Lachlam de pie en el umbral. ―Jensen
despertó.― Ben asintió indicándole que continuara. ―Tiene el número de una
placa.― El hombre se encogió de hombros. ―Puede llevarnos a Malcolm.

Ben asintió. ―Has que Liam y Elias trabajen con eso. No es mucho, pero es
todo lo que tenemos para comenzar.― Se puso de pie y camino hacia la
puerta. ―Quiero a todos los guerreros en busca de algún rastro que nos lleve
al paradero de Malcolm.

―¿Ben?

Se volvió ante el sonido de la suave voz de Trevor. ―Sí

―Lo siento.― Las lágrimas lo superaron, y sus palabras salieron atropelladas.


90
―Todo va a salir bien, Trevor. Lo vamos a encontrar.― Ben le sonrió
brevemente. ―Te lo prometo.

Ben salió del cuarto deseando no haberle mentido al primo de Miles. Al final,
sin importar que, nunca dejaría de buscar a Miles.

De una forma u otra iba a encontrar a su pareja.

91
Capítulo 9
―¿Cómo se juega esto otra vez?

Miles evito suspirar, mientras intentaba explicar una vez más un simple juego
de niños a Astrid. El hombre no conocía el mundo exterior y en términos
mentales, estaba tratando con un niño. Pero Miles sabía que no era culpa de
Astrid. No, era la de Malcolm por mantener al pobre hombre prisionero por
más de cien años sin alimentar su conocimiento del mundo exterior.

Entristecía a Miles, el saber todas las cosas que Astrid nunca había visto,
experimentado e incluso comido. Cuando le dijo a Astrid que se moría por una
hamburguesa y una malteada de chocolate, el hombre le pregunto que eran
esas cosas. Astrid solo había comido la porquería que Malcolm le había
permitido comer.

Miles estaba acostado en el suelo a un lado de la ventilación de la pared.


Había descubierto, hace unos días, que su cuarto estaba a un lado del de
Astrid, y él y el amable hombre podían platicar largo y tendido sin ser
capturados por Malcolm o sus matones. Cada par de horas los guardias venían
para checarlo o traerle comida. Miles nunca les hablo y simplemente los
miraba de manera despectiva. Rogarles que lo ayudaran a escapar sería una
pérdida de tiempo. Los malditos idiotas eran leales a Malcolm y nunca lo
traicionarían. Incluso el pobre Astrid hacia lo que le pedía, pero por miedo no
por lealtad.

Creía que una semana había pasado desde que lo habían llevado a esa prisión,
pero no estaba seguro. Su único consuelo eran las pláticas con Astrid.
Explicarle y describirle las cosas alejaban a Ben de su mente.

El dolor en su pecho aún se sentía fresco por su traición al hombre que amaba.
Había estado bajo un hechizo y no podía controlar sus deseos y necesidades.

92
Al final, se había dejado llevar por la excitación de su cuerpo y le había
rogado a Malcolm que lo jodiera. Apretó los puños al recordar esa noche
funesta. Miles había sido engañado, pero eso no aliviaba la culpa que sentía en
su interior.

―Tú dices ―Espío con mi ojito.― y después me describes algo,― mientras


cambiaba de posición para acostarse sobre su estómago y descansar la cabeza
sobre sus brazos.

―¿Qué?― Miles podía oír el sonido de la ropa de Astrid contra el suelo


mientras este miraba a su alrededor. ―Todo lo que hay en mi cuarto es una
cama, una almohada y mi cobija.

―Astrid― Miles se rió. ―Tonto. Me acabas de decir las respuestas, por lo


que ahora tienes que escoger otra cosa.― Miles dijo. ―Piensa en lo que sea.
No tiene que ser algo de tu habitación. Usa tu imaginación.

Hubo una pausa. Astrid no dijo nada. Miles escucho que sorbía por la nariz.

―Astrid, amigo ¿Estás bien?

Los silenciosos sollozos continuaron por unos cuantos minutos, y Miles no


presiono a Astrid para que siguiera. El hombre había sido mantenido en un
frío, y poco cómodo cuarto, después en otro desde que era un niño, y si
alguien tenía derecho a tener momentos de sufrimiento emocional, era él.

―Estoy bien. Es solo que no tengo nada que pueda describir. Todo lo que he
visto es lo que está en mi habitación.― Astrid susurro las palabras que Miles
tuvo problemas en entenderlas.

―Escúchame. Astrid, cuando Ben venga a rescatarme, te llevaré conmigo. No


te dejaré atrás. Nadie merece vivir de esta forma.― Coraje lleno las palabras
de Miles. Sí, está molesto y triste por su situación, pero lo estaba más por su
nuevo amigo.

―¿Cómo sabes que vendrá a buscarte?― Astrid pregunto.

―Porque...― La voz de Miles se quebró. ―Porque me ama. Y cuando amas a


93
alguien, haces todo lo posible para mantenerlos a salvo.― Una lágrima rodo
por la mejilla de Miles. Extrañaba los besos de Ben, sus caricias, incluso el
sonido de su baja y grave voz.

―Espero que alguien me ame de esa forma algún día.

Miles se limpió los ojos. ―Lo habrá, Astrid. Solo tienes que mantener la fe.―
Miles se sentó sobre sus rodillas. ―Oye, ¿Astrid?

―Sí, Miles.

―¿Por qué no usas tu magia para liberarte? Por lo que Ben me dijo, los de tu
clase son muy poderosos. Probablemente puedas partearles a unos cuantos el
trasero si quieres.― Esto estaba volviendo loco a Miles desde hace unos días.
Si las brujas eran poderosas como Ben decía, ¿Cómo era posible que Astrid
nunca haya intentado liberarse?

―No sé cómo hacerlo.

Miles podía escuchar la vergüenza en la voz de Astrid y quería patearse a sí


mismo por hacer que el chico se sintiera peor. ―Oye, amigo, no te deprimas.
Imagino que eso es parte del plan de Malcolm, mantenerte alejado de tus
poderes y las cosas que puedes hacer.

―¿Tú crees?

―Sí. Es decir, piénsalo Astrid. Si fueras poderoso, no podría controlarte. Ben


me dijo que las brujas son todas las más poderosas del mundo paranormal, y
Malcolm lo sabe. Malcolm no podría retenerte bajo su mano, si te permitiera
volverte más fuerte.

Los engranes de su cerebro estaban girando y podía ver las ventajas para
Malcolm de mantener a Astrid con los menos poderes posibles. Si Astrid
tuviera un control adecuado de sus magia, nadie sería capaz de controlar al
brujo. ―Solo tienes que intentarlo, Astrid.

―Pero no sé cómo.
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El sonido de pasos terminó con su conversación. No tenía reloj, por lo que no
sabía si ya era la hora de los alimentos o no.

Miles se levantó del suelo y salto a la cama. Lo último que quería es que lo
atraparan hablando con Astrid. No sabía lo que Malcolm haría como protesta
de que eran amigos.

La puerta se abrió con un crujido, y Miles alzó la vista para ver quién era el
visitante.

―Oh, cariño, mírate. En la cama esperando por mí.

El sonido de la voz de Malcolm hizo que se le erizara la piel. El hombre no


había intentado dormir con él desde que se habían emparejado. Miles estaba
agradecido por eso, pero no sabía porque Malcolm no había intentado
acostarse con él otra vez. Se suponía que Malcolm se volvía más fuerte por su
unión, y Miles no sabía si el sexo era parte de la ecuación.

―Desearías, idiota.― Miles le espetó a Malcolm, y este se rio.

―Amo la chispa que tienes.― Malcolm se acercó a la cama y se sentó en el


borde más cercano a Miles, y este se alejó de su compañero vampiro. Malcolm
lo alcanzo por el brazo. Miles intento zafarse pero no podía compararse con la
fuerza de Malcolm. Malcolm empujo a Mies y sostuvo su barbilla obligando a
Miles a verlo.

―Al principio creí que no me importaría si sentías algo por mi o no, pero
mientras más te veo, quiero que me quieras como una pareja debería.

La mandíbula de Miles se apretó. ―Eso nunca sucederá. La única manera en


la que me tendrás es si me drogas otra vez.― Miles forcejeo para liberarse del
agarre que tenía en su rostro. ―Nunca te desearé.

Malcolm se rio. ―Dices eso ahora, pero con el tiempo te sentirás solo y
anhelaras que alguien te toque. Y yo seré ese alguien.
95
―Nunca.― Miles soltó. ―Ben me encontrará, y después terminara contigo,
pendejo.

―¿Aún crees que tu guerrerito de la luz va a encontrarte? Chico tonto.― La


risa áspera de Malcolm hacía eco en las paredes. ―Ya ha pasado una semana.
Si tu guerrero fuese a encontrarte, ya lo hubiera hecho.

―Eso no significa nada.― Miles comenzó a sudar. Era cierto que ya había
pasado una semana desde que había desaparecido. Si fueran a encontrarlo, él
hubiera esperado que ya lo hubieran hecho. ―Vendrá por mí, y cuando lo
haga te matará por lo que has hecho.

Malcolm se inclinó acercándose al rostro de Miles, solo a una respiración de


sus labios. ―Lo olvidas, cariño, somos pareja, así que eso me hace más difícil
de matar. Gracias a ti, soy más fuerte de lo que nunca había sido.

Con un beso casto en los labios de Miles, Malcolm se puso de pie. Se


acomodó su chamarra y camino hacia la puerta. ―Vas a estar de acuerdo,
Miles.

Una vez que Malcolm se fue, Miles dejo que las lágrimas brotaran desde su
corazón. Nunca iba a estar de acuerdo, pero Malcolm sonaba muy convencido.

Y la verdad era que Malcolm no necesitaba su consentimiento. Podía o forzar


a Miles a tener sexo con él o hacer que Astrid utilizará su hechizo de
necesidad sexual instantánea.

―Por favor Ben, encuéntrame.― Miles lloro contra su almohada mientras


miraba hacia donde se suponía tendría que estar la ventana. Estaba llena de
ladrillos para que Miles no pudiera mirar el exterior. Su mundo se había
convertido en cuatro paredes que lo mantenían confinado.

Las lágrimas seguían cayendo, y Miles seguía rezando que su amado lo


encontrara. Tenía fe en Ben. Un amor tan fuerte como el suyo no podía decaer
y morir. Esperanza era todo lo que tenía, y se rehusaba a creer que esto era
todo lo que la vida le ofrecía, ser una mascota en una jaula con una pareja que
no amaba.
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Miles se estremeció de sorpresa cuando un suave toque rozo su hombro. Alzo
la vista para ver a Astrid de pie junto a su cama.

―¿Cómo llegaste hasta aquí?― Miles pregunto mientras veía hacia la puerta.
Nunca escucho que se abriera o se cerrara, y no era posible que los guardias le
hayan dado permiso de visitarlo.

―No estoy seguro.― Astrid susurro mientras se subía a la cama. Llevo sus
rodillas cerca de su pecho y enredo sus brazos alrededor de ellas., apretándolas
fuertemente. ―en un momento estaba en mi cuarto. Y al siguiente estaba aquí.

Miles se enderezo sentándose en la cama. ¿Cómo lo había hecho Astrid?


―¿En qué estabas pensando cuando te apareciste aquí? Piensa Astrid, es
importante.

Astrid enredo un mechón de su cabello con un dedo. ―Te escuche llorando y


eso me puso triste.― Miro a Miles, quien le sonrió para motivarlo a continuar.
―Y quería venir contigo. Eres mi único amigo, y quería consolarte.

La sonrisa en el rostro de Miles creció. Eso era. La magia de Astrid estaba


atada a sus emociones.

Astrid dejo atrás su sorpresa y comenzó a balancearse de adelante hacia atrás.


Miles se puso sobre sus rodillas y gateó hasta colocarse a un lado de Astrid
envolviendo sus brazos alrededor de los hombros del brujo. Acababa de darse
cuenta cómo iban a escapar de este agujero de mierda.

―Astrid, amigo. Relájate. No estoy enojado. De hecho, estoy muy


emocionado.― Froto la espalda de Astrid en un intento de calmar sus nervios.

―¿Qué quieres decir?― Pregunto Astrid mientras miraba a Miles a través de


sus gruesas pestañas.

―Dijiste que me oíste llorando y eso te puso triste.― Astrid asintió con la
cabeza. ―Después quisiste venir conmigo― Otro movimiento de cabeza.
―Astrid, creo que cuando te enojas, te pones triste o probablemente incluso
97
también feliz puedes hacer que las cosas pasen.
―No te entiendo― Astrid descanso su cabeza sobre sus rodillas.

―Creo que tu magia estaba ligada a tus emociones. ¿No lo entiendes? Si


trabajamos en practicar y hacer que pequeñas cosas pase, puede ser suficiente
para sacarnos de aquí. ― Miles sabía que estaba pidiendo demasiado a su
asustadizo amigo, pero era su única oportunidad de escapar.

―¿Qué tal si te equivocas y el que me haya aparecido aquí fue pura suerte?―
Astrid salto sobre sus rodillas. ―¿Qué tal si no puedo regresar a mi cuarto?

El rostro de Astrid se acaloro y su corazón comenzó a latir rápidamente. Miles


no quería que se pusiera triste, pero Astrid podía ser su única esperanza. Jalo a
Astrid para abrazarlo.

―No te preocupes. Creo que una vez que escuches el cerrojo de la puerta, te
motivarás lo suficiente para visualizarte de vuelta en tu propio cuarto.

―¿Lo crees?

Miles sonrió por la emoción en la voz de su amigo. ―Sí.― Miles los giro de
tal forma de que estuvieran sentados con la espalda recargada en la cabecera.
―Astrid, comenzaremos con cosas pequeñas. Cada vez que estemos solos,
quiero que pienses en mí y vengas aquí. Creo que con práctica podrás ser
capaz de salir de aquí, y si lo haces, puedes conseguir ayuda. Puedo darte el
numero celular (móvil) de Ben así podrás llamarlo y el vendrá a rescatarnos.

Astrid lo miro. ―¿Qué es un celular (móvil)?― Su frente se arrugo con


confusión.

―Astrid, mi amigo, las cosas que voy a tener que enseñarte y mostrarte una
vez que salgamos de este desastre.― Miles se rio.

Durante la siguiente hora, Miles le explico el propósito de un celular. Y como


era de esperarse, una vez que escucharon las pisadas en el pasillo cerca de la
puerta, Astrid desapareció. En un minuto estaba ahí, y el siguiente, se había
98
ido. Se había tele transportado exitosamente de regreso a su cuarto.
Después de la cena, Malcolm no hizo su visita nocturna, dejando a Miles solo
con sus pensamientos. No sabía nada acerca de magia y como controlarla,
pero tenía que intentarlo y ayudar a Astrid. Astrid era su as bajo la manga para
alcanzar su libertad. Solo tenía que esperar que Astrid aprendiera rápido.

99
Capítulo 10

Nueve días. Habían sido nueve días de agonizante tortura. La culpa carcomía
cada centímetro del interior de Ben. Debería haber estado ahí para proteger a
Miles. Tendría que haber visto la trampa de Malcolm. Pero no lo hizo. Su
despiadada actitud le costó su pareja.

Ben se dejó caer sobre la silla y miro por la ventana, mirando las hojas ser
arrastradas por el aire. El otoño había llegado, y el clima se había vuelto frío.
Las hojas se habían vuelto un arreglo rojo y amarillo.

Las hojas eran muy parecidas a la vida creciente y floreciente, brillando con
un llamativo verde de vitalidad. Después, mientras el tiempo seguía su curso,
caen de sus ramas para marchitarse y morir en la fría tierra. A donde sea que
se volvía, Ben veía muerte y desesperación. La tragedia parecía alcanzarlo al
por mayor.

Su fracaso al proteger a su pareja, de proteger a Trevor, e incluso de proteger a


sus propios hombres, hacía que cayera en picada. El trabajo de líder había
caído sobre los hombros de Quinn porque Ben había entrado en una depresión
profunda que no podía concentrarse. Quería convertirse en el líder fuerte que
solía ser, el líder que sus hombres necesitaban, pero no encontraba la manera
de volver a ser ese hombre.

―¿Ben?

Volvió la cabeza y vio a Quinn recargado en la puerta. Su amigo había tomado


el rol de ser su niñera, y enfurecía a Ben que su amigo creyera que necesitaba
que alguien lo cuidara.

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―¿Qué?― Espeto al mismo tiempo que volvía a ver fuera de la ventana,
deseando más que nada que Quinn se fuera y lo dejara con su tristeza.
―Dios, Que feliz estás hoy― Quinn entro al cuarto. Se detuvo una vez que
estuvo a un lado de Ben.

―Con un demonio déjame solo.

―No puedo hacer eso, Ben. Eres mi amigo más antiguo y el más querido.―
Quinn se movió para ponerse frente a él. ―¿Qué te dijo tu padre de esto?

Ben cerró los ojos lentamente, repasando la conversación en su mente. Habían


dolido las crueles palabras de su padre. Pensar que su propio padre no podía
ofrecer a su único hijo un poco de empatía por su pérdida. ―Dijo que necesito
terminar la misión y capturar a Malcolm sin importar a que método recurra.
No puedo dejar que cosas tontas como el amor me distraigan de lo que
realmente importa.

Un ligero silbido cruzo los labios de Quinn. ―Siempre creí que tu padre era
un desgraciado sin corazón, y no me equivocaba.― Quinn se arrodillo frente a
él. ―No lo escuches. Tienes que tener fe de que encontraremos a Miles.

Ben se volvió rápidamente para ver a Quinn. ―¿Mantener la fe? ¿Me estás
pidiendo que tenga fe?― Se rio ásperamente mientras se enderezaba en su
silla. ―Mi fe no me ha dado nada. Todo lo que tengo es una eternidad de
soledad. Eso, mi amigo, es en lo único que tengo fe, porque sin Miles no hay
razón por la cual vivir.

―No puedo creer que te vas a sentar aquí y ni siquiera vas a intentar
ayudarnos a encontrar a tu pareja. Me parece que ya te has dado por vencido.

―Han sido nueve días de nada. No hay pistas, no hay rastros, nada.― Ben
pasó una mano bruscamente sobre su cabello. ―Como en el mundo humano,
si no hay alguna señal dentro de las primeras cuarenta y ocho horas, las
probabilidades de encontrar a una persona pérdida disminuyen día con día.

Escucho que Quinn suspiraba fuertemente. ―Eres un cobarde si te das por


vencido ahora, Ben, simple y sencillamente eso.
101
Ben inhalo con problemas. Las palabras de Quinn eran como un golpe en el
pecho. No se estaba dando por vencido. Solo estaba siendo realista. ―¿No
tienes una pareja por ahí que necesita ser reclamada?― Ben intento poner la
atención en su amigo en un intento de alejar a Quinn.

―No, no realmente.― Quinn murmuro.

―¿No realmente? Escuche que lo llamaste tu pareja la otra no...― Las


palabras de Ben murieron en su garganta. Odiaba hablar de la horrible noche
en la que se habían llevado a Miles. Su mente vagaba hasta esa noche
constantemente, por lo que no había necesidad de seguir hablando de ella.

―Es engañoso.― Quinn jalo una silla y se sentó junto a Ben. ―Voy a decirte
algo, y por favor no me juzgues.

¿Cómo podría juzgar a Quinn? Por lo menos Quinn mantuvo a su pareja a


salvo. Era cierto que era un vampiro recién convertido, pero Trevor aún estaba
en las manos protectoras de Quinn.

―Sí, Trevor es mi pareja, pero él no lo sabe― Ben asintió. Eso ya lo sabía.


―Hice que una de las brujas del consejo pusiera un hechizo para cuando mi
pareja me encontrara, no sintiera la atracción. Para él sería solo otra persona
como cualquier otra con la que te topas en la calle.

Ben no podía creer lo que escuchaba. ¿Quién en su sano juicio no querría


encontrar la otra mitad de su alma? Sí, había perdido a su pareja, pero no
renunciaría a ningún minuto que paso con Miles por nada.

Ben se aclaró la garganta. ―¿Por qué hiciste algo así?

―Porque no quería pasar por lo que tú estás pasando ahora.― Quinn se


inclinó hacia adelante para recargar sus codos sobre sus rodillas, después puso
su cabeza en sus palmas.

―No soy fuerte como tú. Me moriría si algo le sucede a mi pareja.

―Pero sabes que Trevor es tu pareja. ¿El hechizo no funciona en ti?― Ben no
102
entendía nada de esta basura.
―Sabes cómo funciona la magia.― Una dolorosa sonrisa apareció en los
labios de Quinn. ―Este hechizo solo permite que funcione en una dirección.
Creí que si mi pareja nunca se me insinuaba o mostraba algún interés en mí,
podría manejar el saber quién era. Pero ahora no estoy tan seguro.

Ben estiro una mano para dar una ligera palmada en el hombro de Quinn.
Tendría que ser difícil para su amigo tener que relacionarse con una pareja
quien ni siquiera sabe que lo son. Observar a la distancia que la persona que
amas tenga citas y que probablemente se enamore de alguien más era una
situación muy riesgosa para que el sólo lo haya suscitado.

―Quinn, entiendo por qué hiciste lo que hiciste, pero no ves que eso no
importa. Mientras tú sientas el lazo, siempre estarás atado a Trevor.
¿Realmente quieres verlo enamorarse de alguien más? Y ahora es un vampiro,
así que serán muchos, muchos años de tortura los que tendrás que vivir, una
eternidad.

―¿Crees que no lo sé?― Quinn se levantó y empezó a caminar por el cuarto.


―Preferiría dejarlo vivir su vida lejos de mí que tenerlo conmigo y soportar la
posibilidad de que nuestros enemigos lo capturen y lo hagan pagar por mí.―
Toda la fuerza abandono a Quinn. Sus hombros se derrumbaron y agacho la
cabeza. ―O peor, que lo maten. Está mejor de esta manera, Ben. ¿No lo ves?

Ben se levantó y abrazo a su amigo. Quinn se resistió al principio, pero


después se dejó ir. Comenzó a llorar silenciosamente. Esto tenía que estar
acabando con Quinn si este estaba mostrando sus emociones de esta manera.
En todo el tiempo que Ben conocía a Quinn, nunca lo había visto llorar.

―Mi querido amigo. ¿No lo ves? Incluso con todo lo que ha pasado no
cambio por nada ni un minuto que he pasado con Miles.

Quinn se separó para ver a Ben a los ojos. ―¿Incluso si evitara el dolor que
estás sintiendo ahora?

―Incluso a sí, no cambiaría nada. Tener el amor de Miles es suficiente para


103
que dure toda la vida.― Decía la verdad. El amor que compartía con Miles no
tenía tiempo. Si tuviera que vivir solo de recuerdos, así lo haría. Al menos
había conocido el amor verdadero, aunque haya sido por un breve instante.

Quinn abrió la boca para hablar, cuando Lachlan atravesó corriendo la puerta.

―Tenemos un rastro.

El aire en Ben se congelo en sus pulmones. ¿Podría ser que los cielos le
sonrieron y le dieron una oportunidad más?

―No te quedes ahí parado. ¿Qué tienen?― Preguntó Quinn.

Ben estaba agradecido con su amigo. No podía hablar. El sólo pensar que
podría reencontrarse con Miles le quitaba el habla.

―No van a creerlo pero fue en los Ozarks de Missouri. Un pueblo llamado
Branson.

―¿Qué?― Quinn y Ben preguntaron al unisonó.

―Está en el sur de Missouri, una gran atracción turística. Montones de


inocentes donadores de sangre caminando por ahí, si entienden lo que digo.―
Lachlan se rio sin humor.

Ben tenía el presentimiento de que Malcolm había ido más al norte y se había
ido a otro lado, pero estaba súper emocionado de saber que seguía en el
mismo estado. Malcolm no se había ido al otro lado del país, o peor a otro
continente. Pero, ¿Cómo estaba Lachlan tan seguro?

―Lanchlan, ¿Cómo diste con este rastro que tienes?― Ben pregunto,
mordiéndose nerviosamente el interior de la mejilla, mientras esperaba por la
respuesta del hombre. No era muy inteligente esperanzarse por una falsa pista.

―Un amigo mío de cuando éramos niños de la manada de lobos que rodea la
nuestra, vive en Branson. Puedo ver a la mano derecha de Malcolm, Lucian.
104
―¿Esta seguro, Lanchlan?― Quinn pregunto. Miro rápidamente a Ben.
―Oh, sí. Está seguro. El desgraciado trato de meterse con su hermano
menor.― Lachlan movió la cabeza con desagrado. ―El chico apenas tienen
diecisiete años.

―Pero ¿Está seguro?― Grito Ben.

―Sí, Ben. Cuando mi amigo, Aaron, comenzó una pelea con el idiota, este
alardeo de como Malcolm se vengaría de su manada por su falta de respeto
ante seres tan superiores.― Lachlan se rio amargamente. ―No se ofendan
chicos, pero superior mi trasero.

―No nos ofendemos.― Quinn miro a Ben esperando que le diera una orden.

―Creo que nos vamos a Ozarks.― Una sonrisa apareció en los labios de Ben.
―Y una vez que encuentre a mi pareja, voy a matar a ese pendejo por tomar
lo que no le pertenece.

―Bien, ese es el Ben que conozco.― Quinn le dio un golpecito en el hombro.


Quinn se volvió hacia Lanchlan. ―Ya lo oíste. Reúne las tropas. Tenemos una
misión que completar.

Lachlan le dio un saludo militar y salió del cuarto. Todos los guerreros sabían
lo importante que era para Ben encontrar a Miles. No solo por Ben para todos
ellos. En el corto tiempo que pasaron con su pareja, todos habían iniciado una
amistad con él. Era fácil que te gustara Miles. Era tan sencillo que te invitaba
a acercarte.

Ben se dirigió a la puerta luego se volvió hacia su amigo. Las lágrimas


nublaban sus ojos mientras le sonreía a su viejo amigo. ―Gracias por la
plática motivacional.

―No necesitas agradecerme. Hubieras hecho lo mismo por mí.

Ben asintió, luego salió del cuarto y bajo las escaleras. Quinn lo seguía muy
de cerca. Necesitas poner todo en orden para poder ir por Miles antes de que
105
Malcolm decidiera irse de ahí.
―¿A dónde creen que van con tanta prisa?

Ben y Quinn derraparon hasta detenerse al ver a Trevor de pie ante ellos con
las manos sobre sus caderas. Un Trevor molesto asustaba a Ben un poquito. El
hombre era como una bomba de tiempo que nadie sabía cuándo explotaría.

Desde que Miles había sido abducido, los cambios de humor de Trevor habían
sido una fuerza que debía ser considerada. Sus emociones estaban hasta el
tope. El haberse convertido recientemente en vampiro tampoco ayudaba. A
todos los nuevos vampiros se les disparan las emociones. Podrían ser
impredecibles, y exactamente así, había sido Trevor últimamente. Podía
volverse loco ante la menor cosa. Ben no podía culparlo puesto que él también
había estado actuando igual.

―¿Tenemos una pista de Miles?

La ceja de Ben se curvo en señal de confusión cuando vio a Quinn. Contesto


en forma de pregunta en lugar de hacer una afirmación. Eso era extraño para
Ben.

―¿Me estás preguntando o me estás informando?― Trevor pregunto mientras


se movía hacia ellos.

Ben no tenía tiempo para esto. ―Te está informando. Así que si nos disculpas,
necesitamos irnos.

Ben fue sacado de onda cuando Trevor lo empujo contra una pared cercana.
―No vas a ir a ningún lado sin mí.

Quinn se sorprendió y Ben y Trevor lo miraron con grandes ojos.

―Jodete. No vas a ir Trev. Tu dulce traserito se va a quedar aquí donde es


seguro.― Quinn comenzó a caminar por el pasillo.

El agarre de Trevor sobre él se aflojo, y fue capaz de soltarse del puño que
106
tenía sobre su camisa. Siguió a Trevor, quien a su vez seguía a Quinn.
―Disculpa, no eres mi mamá. Es mi familia la que tiene ese loco. Y no nos
olvidemos de la última vez que nos dejaron aquí.― Trevor dejo de caminar
abruptamente provocando que Ben tuviera que pararse de puntitas para no
atropellar al hombre. ―Voy a arrepentirme después por decir esto, pero no
estoy seguro al menos de que esté contigo.

Quinn se paró en seco. Lentamente se volvió sobre sus tobillos para mirar a
su pareja. ―¿Realmente lo crees?

Ben quería seguir avanzando, pero tenía curiosidad de lo que iba a contestar el
chico. Después de todo Quinn había dicho que había hecho que una bruja
hiciera un hechizo para que su pareja no pudiera sentir el lazo, no podía evitar
preguntarse si el destino era más fuerte que la magia.

―Sí, eso creo.― Trevor parecía ofendido de que Quinn tuviera que
preguntárselo. ―De hecho, desde que los conozco mi vida ha estado patas
arriba, pero Quinn, me has estado enseñando como pelear, y como ser un
vampiro. Y después de pasar tanto tiempo contigo, sé que eres un hombre de
honor. Por eso sé, que cuando te digo que necesito ayudar a salvar a mi primo,
me entenderás. Trevor se encogió de hombros. ―¿Qué no harías por alguien a
quien amas?

Ben observo a su amigo de pie estupefacto. Lo que el pobre Trevor no sabía


era que Quinn no quería que fuera por el amor que le tenía a su joven pareja,
pero Quinn no podía decirle eso. Revelaría su secreto.

―Por favor Trevor, no tienes que hacer esto. Aún estás entrenando y no estás
listo para este tipo de batalla.

Esta conversación era en vano. Ben no tenía tiempo para esto, y al final,
conociendo la forma en la que era Trevor, no había forma en que se fueran sin
el chico.

―Trevor, puedes ir.― Trevor junto sus manos de emoción mientras que
Quinn le lanzaba dagas con los ojos. ―Bajo la condición de que te quedes con
107
Quinn en todo momento. Si algo te pasa, Miles nunca me lo perdonará.― Ni
tampoco Quinn.

―Lo haré, lo juro.

La mandíbula de Quinn se apretó, y su cara se coloreo de un rojo brillante. Se


rió amargamente. ―Tienes que hacer todo lo que te diga, ¿Entendiste
Trevor?― Su pareja asintió. ―Sólo recuerda eso porque no voy a dudar en
amarrarte y darte unas buenas nalgadas en el proceso.

―Entiendo.―Trevor guardo silencio mientras bajaba la mirada al suelo.


Después de un momento, miro a Quinn a través de sus espesas pestañas.
―Confío en ti, Quinn. Haré todo lo que me digas. Solo, por favor, entiende
porque necesito ir.

Un silencio lleno el cuarto, Ben hablo. ―Sabe por qué quieres venir. Sólo
recuerda de escuchar y poner atención.

Trevor asintió rápidamente, y los tres hombres comenzaron a caminar hacia la


cochera donde los otros guerreros estaban reunidos, llenada la camioneta con
armas para la próxima pelea.

Ben sonrió mientras observaba a sus hombres prepararse. Lo seguirían a través


de las puertas del infierno, sin preguntarle nada. Decirles lo agradecido que se
sentía, estaba de más. Ignorarían cualquier palabra de gratitud. Eran guerreros,
y permanecían juntos cuando las cosas se ponían feas.

Una vez en la carretera, Ben fue capaz de relajarse. Iba con Quinn y Trevor.
Quinn manejaba mientras Trevor armaba una escopeta y él descansaba en la
parte de atrás. Por primera vez en muchos días, sentía los rayos de esperanza
florecer en su alma.

108
Capítulo 11

El sol se había puesto para cuando llegaron a la afueras de Branson, Missouri.


Un área de profundo bosque los rodeaba. Este era el tipo de ambiente donde
vivían los lobos. Les daba demasiado espacio para correr y cazar.

Lachlan había llamado a su amigo Aaron con antelación para que le dijera
como llegar a la casa del alfa. El alfa actual de esta manada, era aún nuevo en
su rango. Lachlan aún no había conocido al tipo, pero de acuerdo con Aaron,
podían confiar en él, y haría lo necesario para ayudarlos. Y eso era suficiente
para Ben.

―Dios Santo, mira esa casa.― Trevor se inclinó hacia adelante y presiono su
cara contra la ventana. ―Es la cabaña más grande que jamás haya visto.―
Trevor exclamo mientras sus ojos se agrandaban ante la vista de la gran casa.

Ben se movió para poder ver por la ventana. Sip, la típica casa de un lobo alfa.
No tenía nada en contra de los lobos pero les gustaba el estilo rústico. La
mayoría de los lobos que Ben había conocido les gustaba vivir con una
comodidad extrema en medio de la nada. La locación aislada les ayudaba a
esconder quién y qué eran de la sociedad humana.

―Es hermosa ¿no?― Quinn dijo mientras entraba al camino de grava y


estacionaba el vehículo.

Ben salió del carro y estiro las piernas mientras que sus amigos guerreros se
estacionaban cerca de ellos. Asintió a cada uno de ellos mientras formaban
una fila a su lado esperando que les diera la orden de entrar a la casa.

Una vez que todos estuvieron listos, Ben camino a la puerta del frente. Estaba

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sorprendido de que el alfa o el demonio e incluso un lobo, no hubiera salido a
saludarlos.
En la puerta, tocó dos veces y espero. Los lobos tenían un oído excelente, y
tocar más que eso hubiera sido un insulto. Solo pasaron segundo antes de que
la puerta se abriera.

―Buenas noches, caballeros. ¿Tú debes ser Ben? Soy Garret Carrington, el
alfa de esta manada.

Ben estrecho la mano que le ofrecían y entro cuando Garret les indico que lo
hicieran. Fuego ardía en la chimenea. Ayudaba a quitarle lo cortante al frío.

―Sí, soy Ben, y estos son mis compañeros, los guerreros de la luz.

―Lo siento, jefe, tengo que tomar mi laptop. Tengo las coordenadas de la
localización de Malcolm en ella.― Lachlan miro hacia arriba y se detuvo en
seco. Casi tira su bolsa cuando miro con sorpresa a Garret.

Ben miro a Garret y luego a Lachlan. ―Lachlan ¿estás bien?― Ben podía
sentir una creciente y firme tensión proveniente de ambos hombres. Los
guerreros cerraron la formación alrededor de Lachlan, manteniéndolo a salvo
de cualquier amenaza potencial que lo había dejado paralizado.

―Te encontré.― Garret susurro mientras caminaba hacia él.

Ben reacciono a base de puro instinto y bloqueo el camino del lobo hacia
Lachlan. ―Garret ¿Qué está pasando?

Garret choco su pecho contra el de Ben. Los colmillos del hombre


comenzaron a crecer y aulló tan fuerte que las paredes vibraron. Ben se cubrió
los oídos ante el ensordecedor sonido.

―Quítate de mi camino, vampiro.― Garret gruñó.

―Oblígame― Ben dijo furioso al lobo.

Ben alzo el puño al mismo tiempo que Garret movía el brazo hacia atrás para
conectar su propio golpe. No era el momento, pero Ben ya había perdido a su
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pareja, Sayer había sido abducido y había permitido que Cabot muriera. No
iba a permitir que este alfa se le acercara a él o a cualquiera de sus amigos
guerreros.

―Deténganse, por favor.

Con los brazos detenidos a medio golpe, él y Garret se volvieron para ver a un
asustado Lachlan.

―Ben, él es mi pareja.

Bueno eso explicaba el rápido cambio de temperamento de Garret hacia él.


Cuando uno encuentra a su pareja, la posesividad se sentía inmediatamente.
La necesidad de proteger y reclamar podía nublar el mejor de los juicios,
especialmente para paranormales jóvenes. Mientras los paranormales crecen,
se hace más fácil controlar su naturaleza posesiva.

―Por favor discúlpeme, alfa Garret. No quise insultarlo en su propia casa. Es


solo que he sufrido algunas perdidas. No estaba dispuesto a arriesgarme.―
Ben dijo, mientras se hacía a un lado para dejar que Garret se acercara a
Lachlan.

―No, por favor, acepta mis sinceras disculpas. Ben― Garret lo miro y luego
a Lachlan. ―Ver a mi pareja me tomo por sorpresa. No quería ser
irrespetuoso.

Ben sonrió. ―No hay necesidad. Conozco la felicidad de encontrar a tu


pareja. Nunca se disculpe por eso.― Su corazón se sintió pesado al recordar la
primera vez que había visto a Miles. Quería correr hacia él y reclamarlo
inmediatamente, pero eso no era factible. Pero cuando lo hizo, había sentido
como si los cielos se hubieran abierto y hubieran rezado una plegaria por su
unión con Miles, un día verdaderamente feliz. Una lágrima escapo de su ojo, y
rápidamente la limpio.

―Chicos, sé que todo esto de las parejas es muy importante para ustedes los
vampiros...― Trevor inclino la cabeza a un lado para ver al alfa ―... ¿Y los
hombre lobos?― Miro a Quinn, quien asintió. ―Pero mi primo sigue
111
desaparecido y me gustaría encontrarlo antes de que Malcolm escape con él
otra vez.

Ante las palabras de Trevor, Ben hizo a un lado su tristeza. Tenía que
concentrarle. Encontrar a Miles era lo más importante en ese momento.

―Tiene razón. Garret miro a Lachlan cuando hablo. ―En este momento,
encontrar a Miles nos sobrepasa.― Lachlan movió una mano entre él y Garret
descartándolo.

Ben estaba más que agradecido cuando Garret asintió estando de acuerdo. Esa
noche sería cuando rescataran a su pareja y le pondrían fin al reinado de terror
de Malcolm.

―Tengo mapas y el cianotipo (planos) de la casa donde se ha estado


quedando.― Garret dijo mientras los guiaba al comedor. ―Tan pronto como
escuche lo que estaba pasando, hice que mis hombres realizaran una misión de
reconocimiento de la propiedad.

El alfa miro a Lachlan cuando hablo. Ben no estaba ofendido. Estaba


familiarizado con la necesidad insaciable de estar cerca de su pareja todo el
tiempo.

―Agradezco todo esto. No tienes idea cuanto, Garret.― Las palabras de Ben
salieron rasposas. Estaba conmovido por la naturaleza amable de este lobo.
Que pensara con antelación les había ahorrado tiempo de reconocer el área
antes de atacar.

Garret le sonrió a Ben. ―No necesitas darme las gracias.― Volvió a mirar a
Lachlan. ―No hay nada que no haría para recuperar a mi pareja que ha sido
secuestrada.

Tres horas después, estaban de pie afuera de una gran casa de piedra. Por lo
que se veía, se veía como cualquier otra casa que uno se encontraría en el
campo. Sin embargo, la única cosa que otras casa del área no tenían eran
guardias patrullando la propiedad.
112
―¿Cómo lo ves?
Ben dejo escapar el aire y se volvió hacia Quinn. ―Creo que debemos estar
preparados para cualquier cosa. Miles también es la pareja de Malcolm. No lo
dejará ir sin una buena pelea.― Ben podía afirmarlo porque eso es lo que él
haría.

―Tampoco nosotros, mi amigo. Tampoco nosotros.

―Gracias, Quinn― La voz de Ben estaba pesada por la emoción. ―No


podría haberlo hecho esto sin ti. Me ayudaste a recuperar mi fe.

Quinn lo abrazo. Ben se mantuvo rígido. En la batalla cualquier cosa podría


pasar y quería que su mejor amigo supiera lo mucho que apreciaba todos los
años de lealtad y trabajo duro.

―Señoritas, ¿Terminaron con su cursi presentación frente a nosotros?

Ben y Quinn se volvieron hacia Trevor. La sarcástica lengua del chico no


titubeaba incluso aunque estaba a punto de enfrentarse a la muerte. Ben
admiraba la fuerza del jovencito.

Trevor los miro con ojos decididos. ―Está bien, entonces, arrasemos con este
castillo y portémonos medievales con ellos.

Quinn se rió. ―No puede haberlo dicho mejor.

―Estoy de acuerdo.― Ben murmuro las gracias a Trevor, quien le guiño un


ojo. ―Chicos. A su posición. No dejen sobrevivientes. A la cuenta de tres,
avanzamos. Uno, dos, tres.

113
Capítulo 12

Miles daba giros en su cuarto. Astrid no lo había visitado en dos días. Primero,
Miles asumió que como se acababan de mudar Astrid no estaba seguro de
cómo encontrarlo. Se habían dado cuenta de que si el brujo podía visualizar a
donde quería ir, dentro de un rango de distancia corto, podía teletransportarse
a ese cuarto.

Astrid se había vuelto muy bueno al usar y desarrollar sus habilidades


mágicas. Miles estaba impresionado por la sed de conocimiento de Astrid y de
su entusiasmo por descubrir cosas nuevas. El no ser entrenado apropiadamente
asustaba a Miles un poco. Pero se habían vuelto buenos amigos pronto, e
incluso aunque Astrid era un brujo, no podría soportar dejar esta casa del
horro sin él.

―Astrid, ¿Dónde estás?― Miles susurro mientras caminaba por el cuarto.


―Necesito saber que estás bien.

La otra noche cuando debería haber estado durmiendo, había estado acostado
despierto, escuchando la plática de los guardias, con la esperanza de escuchar
a donde se habían mudado. Y lo que escucho esa primera noche hizo que le
hirviera la sangre de rabia.

Lo que decían en el corredor era que Lucian le había dado una buena paliza a
Astrid. Los guardias decían algo de que un cambia formas lobo le había hecho
pasar un mal rato a Lucian y que tenía que desahogar su agresión y había
usado a Astrid como su saco de boxeo.

Miles saco la almohada de debajo de su cabeza y la lanzo. Tonto lo sabía, pero


lo hizo sentirse mejor. Desde que se habían mudado, todo lo que tenía en este
cuarto era la base de la cama, un colchón y sábanas. Así, que al menos de que

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quisiera golpear una pared, lanzar su almohada por aires era la única manera
de calmar su ira.
El miedo que sentía por Astrid lo corroía. El hombre era pequeñito y
desnutrido, sin mencionar incapaz de protegerse a sí mismo. Miles no era
mucho más grande ni un luchador, pero quería proteger a Astrid. El hombre
era tan inocente y frágil, que no podía entender como alguien podía lastimarlo.

Miles se movió en la cama y miro el techo. Su respiración se volvió agitada.


Habían pasado cerca de dos semanas desde la última vez que había visto a
Ben. Cada día que pasaba, pedazo a pedazo, su esperanza comenzaba a
flaquear. Si Ben no lo había encontrado todavía, ¿Cuáles eran las
probabilidades de que algún día lo hiciera?

Cada noche, Malcolm entraba en su habitación. Nunca lo forzó, y Miles estaba


agradecido por eso, pero había dejado sus intenciones claras. Miles tenía un
año para comenzar a amarlo, o haría que una bruja más fuerte que Astrid le
lanzara un hechizo de amor, arrebatándole la elección a Miles.

Las lágrimas se acumularon en la orillas de sus ojos. ¿En qué se había


equivocado para merecer todo esto?

El sonido de disparos hizo que se sentara sobre la cama. La vibración de los


pasos de los guardias mientras corrían por el corredor le hicieron saber que
algo no andaba bien.

―Miles.

Miles salto cuando una mano descanso sobre su hombro. Se dio la vuelta
rápidamente su puño en el aire listo para defenderse.

―Por favor, no me lastimes― Astrid se dejó caer al suelo cubriéndose la


cabeza con las manos.

―No, nunca te lastimaría hermano.― Miles se arrodillo y tomo a un asustado


Astrid en sus brazos. El hombre estaba temblando tan fuertemente que Miles
temía que pudiera tener un ataque de pánico.

―Astrid, sólo me asustaste, eso es todo. Nunca podría hacerte daño.


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Astrid retiro sus manos y miro a Miles. Miles dejo escapar un gritito al ver la
condición en la que se encontraba su amigo. Ambos ojos estaban negros, sus
labios tenían costras de donde se habían abierto, y moretones cubrían su piel.
Nunca había visto a alguien que haya sufrido una paliza como esta. Como
había sobrevivido Astrid, no tenía idea. Por la apariencia de su cara, Miles
podía imaginar cómo lucía el resto del cuerpo de Astrid.

―Creo que lo sé, pero es solo que tengo mucho miedo― Las lágrimas caían
de las mejillas hinchadas de Astrid. ―¿Oíste los disparos?

Miles asintió. ―Sí. ¿Sabes que está pasando?

―No, pero tengo mucho miedo.― Miles abrazo más fuerte a Astrid mientras
este lloraba.

El sonido de disparos y otras armas hizo que Miles comenzar a entrar en


pánico. ¿Era esto algo que sucedía frecuentemente con Malcolm o había
venido la caballería a rescatarlo? La esperanza hizo a un lado su pánico.

Miles tomo a Astrid por los hombros para que el hombre volteara a verlo.
―Astrid, ¿Ha pasado esto antes? ¿Las casas de Malcolm están bajo ataque
normalmente?

―No― Astrid negó con la cabeza.

Una sonrisa surgió en su rostro. ―Creo que Ben ha venido a rescatarnos.―


Su corazón se sentía un poco más ligero ante la posibilidad de ser rescatado.
Incluso si no era Ben quien estaba causando el alboroto haya afuera, podría ser
suficiente distracción para conseguir que él y Astrid salieran de la casa sin ser
vistos.

Miles se levantó y jalo de Astrid para que también lo hiciera. El tirón en su


mano lo hizo detenerse y mirar a Astrid. ―¿Qué te sucede? Necesitamos salir
de aquí. Incluso si no es Ben quien esta haya afuera, esta podría ser nuestra
única oportunidad de escapar.
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―Pero soy un brujo. Dijiste que tus amigos odian a las brujas. ¿Por qué
tendrían que ayudarme?

―Sí, las brujas no soy queridas en el mundo paranormal, pero tú eres mi


amigo. Y no me iré sin ti.― Miles se acercó y gentilmente acuno el rostro
amoratado de Astrid. ―Ahora soy tu familia, Astrid. A donde vaya, tú vas.

―¿Familia?― Los labios de Astrid comenzaron a temblar otra vez.

Miles sonrió. ―Sí. Familia.― Astrid le devolvió la sonrisa. ―Ahora, ¿Estás


listo para salir de este de este lugar?

Astrid asintió, eso fue todo lo que Miles necesito para dirigirse a la puerta.
Cuando trato de abrirla, estaba cerrada. Maldijo en un susurro. Astrid lo hizo a
un lado y paso su mano por la cerradura y la puerta se abrió.

―Has estado practicando.

Astrid se encogió de hombros. ―Dijiste que siempre tenía que practicar. La


práctica hace al maestro.

―Sí, lo dije. Estoy feliz, incluso con todo lo que te ha pasado, seguiste
trabajando con tu magia. No puedo esperar a que me enseñes todo lo que has
aprendido.

Miles podía ver el orgullo en los ojos de Astrid. Miles tomo su mano y abrió
la puerta lentamente. El pasillo estaba solo, pero podía escuchar que la pelea
se acercaba por el final del pasillo. Los sonidos de gritos, gruñidos y cuerpos
cayendo aquí y allá, hicieron que el corazón de Miles se acelerara mientras
comenzaba su camino por el corredor. Dio un respingo cuando vio a uno de
los guardias que estaba fuera para cuidarlo muerto en el suelo. La garganta del
hombre había sido rebanada.

Le gustaría decir que sentía pena, pero no era así. Miles enredo sus brazos
alrededor de Astrid y paso por encima del cadáver.

―¿Dónde está?
117
Miles se congelo con esas palabras. Era lo voz de Ben. Corrió a través del
pasillo con Astrid a rastras. La necesidad de ver al hombre que amaba se llevó
sus mejores decisiones de permanecer fuera de la vista.

Cuando se acercó a la barandilla, lo que vio casi hizo que su corazón se


detuviera. Su amante estaba en una batalla en contra de Malcolm. Quinn
estaba contra Lucian. Todos los hombres que conocía estaba en alguna especie
de batalla a muerte con el enemigo.

Sangre cubría el vestíbulo, junto con escombros de muebles rotos. Parecía que
una bomba había estallado en la casa.

―Guerrero tonto. Él ya no es tu pareja. Lo reclame hace dos semanas.

―Mentiroso.

Miles podía ver el dolor en los ojos de su amante. Se odiaba al pensar que
había sido él, el causante de ese dolor.

―Sabes que es verdad. No puedes ganarme en la batalla. Te estás cansando, y


apenas comencé a pelear. El lazo de pareja me ha hecho más fuerte de lo que
te puedes imaginar. Dime, guerrero, ¿Te gustaría morir antes o después de
verme follar a mi pareja?

Miles observo mientras Ben se lanzaba contra Malcolm. Malcolm tenía un


cuchillo listo para empalar a Ben por completo. Sin saber que más hacer,
Miles corrió escaleras abajo y derrapo para detenerse. Una pieza de vidrio roto
yacía en el suelo a sus pies, y Miles lo levanto.

―¡Detente!

Todos parecieron congelarse. Nadie se movió o dijo algo. Todos los ojos
estaban en él, y sólo tenía una oportunidad de arreglar este problema. Miles
esperaba que algún día Ben pudiera entender.

―Cariño, ¿Qué estás haciendo fuera de tu habitación?


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Miles se volvió hacia Malcolm mientras levantaba el pedazo de vidrio en su
mano. ―Cállate, desgraciado.― Miles se volvió a Ben. ―Me forzó. Puso un
hechizo en mí, que se llevó mi libre albedrio.― Las lágrimas se arremolinaron
en sus ojos. ―Por favor, Ben, dime que me crees.

Ben dio un paso hacia él, y Miles levanto el pedazo de vidrio hacia él.

―Bebé, ¿Qué estás haciendo?

Miles negó con la cabeza. Su cuerpo se sentía pesado. Sabiendo lo que tenía
que hacer, las cosas serían más difíciles con Ben cerca.

―Ben, quédate justo donde estas.

―Ves, tonto, tampoco te quiere a ti.― La risa áspera de Malcolm hizo eco en
las paredes de mármol.

―Miles.

De pie junto Quinn estaba Trevor. Las manos de Miles comenzaron a temblar.
No quería que Trevor viera esto, pero ¿Qué otra opción tenía? Para salvarlos a
todos, tenía que sacrificarse a sí mismo, para hacer más débil a Malcolm.

Las lágrimas nublaron su visión cuando vio a Ben. ―Es la única forma.

Con fuerza que no sabía poseer, alzo el vidrio hasta su garganta y paso el
afilado objeto a través de la piel. El tejido se separó fácilmente, y la sangre
salió libre de la herida. Miles jadeo por aire, pero fue inútil. Cayó sobre el
suelo.

El sonido de gritos y peleas llegaron a sus oídos provenientes de todo el


cuarto mientras su sangre formaba un charco alrededor de él. Su cuerpo se
puso frío y ya no podía sentir ningún dolor.

Ben había dicho que si una pareja moría, el otro se debilitaba. Esperaba
haberle dado a Ben la oportunidad que necesitaba para terminar con Malcolm.
119
Si el plan de Miles funcionaba, sería lo mejor, sacrificar a uno para salvar a
muchos.

Su visión comenzó a desvanecerse. Miles no sabía si era su mente jugándole


bromas o no, pero murmuro las palabras ―Te amo― la imagen de Ben de pie
sobre él. Después sus ojos se cerraron y todo fue consumido por el
aturdimiento que lo engullo.

120
Capítulo 13

―¡No!― Ben gritó mientras vio como Miles cortaba su propia garganta.

―¿Qué has hecho?― Malcolm grito mientras caía de rodillas, sujetando su


pecho.

Ben corrió hacia Miles pero se detuvo. Su pareja le había dado esta
oportunidad única, y no podría dejar que el sacrificio de Miles fuese en vano.
Levantando un machete que uno de los guerreros de la oscuridad había tirado,
se volvió hacia Malcolm.

―Morirás por esto.― Ben dijo con los dientes apretados. Su corazón acababa
de ser destrozado, y alguien tenía que sufrir toda la rabia que sentía en su
interior.

―No puedes matarme.― Malcolm intento reírse, pero lo único que salió fue
un jadeo. ―Tengo información que tu queridísimo padre va a querer. No
puedes matarme estúpido niño.

―Quieres apostar.

Con eso, Ben balanceo el brazo y llevo la cuchilla bajo el cuello de Malcolm.
El miedo que vio en los ojos del hombre antes de que el golpe de gracia
llegara le dio muy poca satisfacción. Saber que su pareja había muerto para
darle la oportunidad de detener a Malcolm hizo que matarlo no tuviera
sentido.

La cabeza de Malcolm cayó al suelo con un húmedo ruido. La sangre ensucio


el suelo. El matarlo no trajo ningún sentimiento de paz. No sabía qué quiso
decir Malcolm con que tenía información para su padre. Si fuera verdad, su

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padre le hubiera dicho.

―Aléjense de él.
Ben giro sobre sus talones ante el grito frenético de Trevor. Vio a un pequeño
hombre arrodillarse junto a Miles cantando palabras que no podía entender.

Los únicos paranormales que cantaban de esa manera eran las brujas.

El temor por su pareja lo hizo correr a toda velocidad para colocarse a un lado
de Miles. Tenía que alejar al brujo de Miles. Se acercó al pequeño grupo que
rodeaba a Miles.

―Detente, Trevor.― Quinn jaló a Trevor que no dejaba de retorcerse. ―Está


intentando salvarlo.

El pequeño hombre siguió cantando. Ben se arrodillo del lado opuesto y


acaricio la fría piel que solía ser vibrante. Sus manos temblaban mientras
peinaba con las manos el suave y castaño cabello de Miles.

―¿Eres Ben?

Ben alzo la vista para encontrarse con los ojos del pequeño hombre. ―Sí.

―Mi nombre es Astrid. Miles es mi amigo. ― Ben asintió. ―Lo mantengo


con vida, pero necesito tu ayuda.

―¿Qué? Haré lo que sea.― Ben se limpió las lágrimas de los ojos.

―Miles dijo que eras un vampiro.― Dudando, Astrid levanto una temblorosa
mano y la coloco en el hombro de Ben. ―Necesitas convertirlo para salvarlo.
No soy bueno con la magia, y solo puedo mantener la herida cerrada por poco
tiempo.― La voz de Astrid se quebró. ―Por favor, sálvalo. Es lo único que
tengo.

La incredulidad llenaba a Ben siempre que trataba con brujas, pero si podía
ayudarlo a salvar a su pareja, haría lo que fuera. Ben se volvió hacia un inerte
Miles, se odiaba por negarle la opción de decidir si quería convertirse en
vampiro o no, pero no tenía otra opción. Para salvarlo tenía que transformarlo.
122
Tomo a Miles en sus brazos y sostuvo al hombre cerca de su pecho. ―Por
favor perdóname, mi amor.

Ben lo mordió rápidamente. No había tiempo que perder. Sus colmillos


perforaron la carne helada del cuello de su pareja.

Succiono tanta sangre como pudo y lamió la herida para que cerrara. Al ver
hacia un lado, Ben recogió el pedazo de vidrio que Miles había utilizado para
terminar con su vida. Parecía lo justo utilizar el mismo instrumento para
traerlo de vuelta.

Ben apretó los dientes mientras deslizaba una marca sobre su muñeca. La
sangre cayó como lluvia y mancho el suelo. Con todo el cuidado que pudo,
Ben abrió la boca de Miles y la cubrió con su sangrante muñeca, dejando que
su sangre trajera de vuelta a Miles.

La herida se cerró, y Ben tomo el vidrio para hacer otra marca.

―Ben, detente.― Mientras Quinn se hincaba a su lado. ―Sólo necesita un


sorbo para que el cambio ocurra. Darle más no cambiara lo inevitable.

Ben miro a su amigo. Las palabras que Quinn decía sonaban tan lejanas, como
si Ben estuviera atrapado en un túnel, siendo capaz de oír solo el eco del
exterior. Un escalofrío recorrió su cuerpo, y un sollozo se atoro en su
garganta.

―Miles es fuerte, amigo mío.― Quinn envolvió su brazo alrededor de su


amigo y lo abrazo fuertemente. ―Ten fe.

―¿Va a vivir? ¿Por qué no se mueve? Si lo convertiste, ¿no debería estar


despierto o al menos respirando o alguna mierda así?― Las palabras de
Trevor salían rápidas y jadeantes. ―¿Por qué no está pasando nada?

―Solo depende de la persona que tan rápido despierte.― Ben susurro. Seguía
pasando las manos por el cabello ensangrentado de Miles.
123
Por favor despierta. Por favor, por mí. No puedo vivir sin ti.
―Miles hablaba muy seguido de ti.

Ben vio al diminuto hombre sentado junto a su pareja. Casi se había olvidado
del brujo.

―Dijo que te amaba más que a nada.― Astrid se rió. ―Incluso aunque fuiste
tú quien trajo la locura a su vida.― Se encogió de hombros. ―No estoy
seguro que significa eso, pero hacía que Miles se riera.

Una risa escapo de sus propios labios. Sí, así era su pareja. Respirando
profundamente, Ben ofreció una mano al pequeño hombre. ―Mi nombre es
Ben, como ya sabes. ¿Cuál es el tuyo?

El hombre parecía aterrorizado mientras estiraba su mano y tomaba la de Ben.


―Astrid.

El corazón de Ben se rompió por lo tímido que era Astrid. Si Miles se había
hecho amigo del brujo, debía ser confiable.

―Astrid, estoy muy agradecido de que hayas intentado ayudar a Miles.

―Pero no sabemos si funciono.― Las lágrimas caían por el rostro de Astrid.


―Él era el único amigo que tenía. Si me deja, estoy solo otra vez.

Quinn se acercó y se sentó a un lado de Astrid. ―No estás solo, mi joven


brujo. Si eres amigo de Miles, entonces eres nuestro amigo.― Ben asintió
cuando Quinn lo vio. ―Quiero invitarte a regresar a casa con nosotros.

―¿Seré capaz de quedarme con Miles?― El miedo y el pánico enmarcaron


sus palabras.

Ben lo miro. ―Sí, Astrid.― Levanto a Miles en sus brazos. ―Quiero que
quemen esta casa hasta las cenizas. No dejen sobrevivientes.

―Ese cabrón escapo.


124
Ben se giró. ―¿Quién?― La persona que quería muerta, lo estaba, así que no
podía hacerse una idea de a quién se refería Cason.

―Lucian.― Cason se levantó con las manos en la cintura. ―Una vez que
terminaste con Malcolm...― Apunto con la barbilla hacía el decapitado
cuerpo ―Se fugó. Los gemelos y yo no pudimos atraparlo.

―Oh Dios, no.

Astrid corrió y se acurruco en una esquina. La piel del brujo se volvió un


blanco cenizo. Su temor era evidente en su incontrolable temblor y Ben tenía
una idea quien había dejado esas marcas en el pobre hombre.

Aún cargando a Miles, se acercó y le ofreció una mano a Astrid. ―Vamos,


Astrid. No dejaré que te lastime otra vez.

La mano del brujo tembló mientras tomaba la de Ben. Ben tiro de él


gentilmente, ayudándolo a levantarse. Le sonrió al hombre para tranquilizarlo.

Una vez que todos estuvieron seguramente fuera de la casa, Abner y Jace
encendieron los cerillos y los dejaron caer al suelo. Ben apretó fuerte a Miles
mientras observaba como la casa comenzaba a arder. Mucha tristeza y muerte
flotaban en el ambiente revolviéndole el estómago. Todo lo que había ganado
y todo lo que podía perder se debía a un solo hombre malvado que no conocía
límites al dolor que causaba. Ben dejo atrás el incendio y comenzó a caminar
de regreso a las camionetas.

―¿Alguien ha visto a Finn?

―¿No cambió cuando entramos en la casa?― Quinn pregunto mientras seguía


caminando.

―Sí, pero nadie lo ha visto desde entonces.

Mientras daban la vuelta al claro del bosque, Ben vio a Finn. Su corazón
descanso un poco cuando vio al cambiaformas serpiente de cascabel.
125
―¿Dónde demonios has estado?― Quinn le grito al hombre

―Tenía algo así como un asunto que arreglar.― Finn dijo mientras alzaba la
mano para rascarse atrás de la cabeza.

Ben abrió la puerta del pasajero para que Astrid se subiera, después dejo a
Miles en el asiento. Porque estaba agobiado de preocupación por Miles, dejo
que su segundo al mando controlara la situación.

―¿Qué tipo de asunto?― Pregunto Quinn

Finn camino hasta la puerta del pasajero del auto y la abrió. ―Este tipo de
asunto.

―Maldita sea, ¿Eso es un humano?

Ben se volvió. ―Astrid, regreso enseguida. Cuida a Miles.― Astrid le sonrió,


y asintió rápidamente.

―¿Qué demonios pasa aquí?― Ben pregunto mientras se movía hacia la


multitud que rodeaba el auto.

Lo que vio fue un joven, quién, por lo que parecía estaba dormido. Pero eso no
contestaba porque estaba en el auto y porque estaba con Finn.

―Explícate.― Ben le exigió al cambia formas.

―Bueno.― Finn movió una mano por su cabello. ―Creo que lo mordí.

¿Podían las cosas ponerse peor? Ben miro hacia el cielo, rogando por
paciencia. Respirando profundamente, regreso su mirada a Finn. ―¿Por qué?

―Es mi pareja.

Bueno, al demonio. ¿Qué podía decir Ben a eso? Él, de todas las personas
sabía la importancia de encontrar a su pareja y mantenerlo a salvo. Pero con
126
todo lo que estaba pasando, la historia de Finn tenía que esperar.
―Entonces está bien― Ben miro a la sorprendida multitud detrás de él.
―Vámonos.

Cuando nadie se movió, Ben comenzó a aplaudir. Eso pareció despertar al


aturdido grupo de hombres. Todos se subieron a sus vehículos. Se subió al
auto y tomo a Miles acomodándolo en su regazo. Astrid se acomodó cerca y a
Ben no le importo. Ben sabía lo que se sentía estar solo y con miedo a lo
desconocido.

127
Capítulo 14

De regreso a casa, Ben llevo a Miles a su habitación. La necesidad de lavar la


sangre y limpiar la suciedad de su pareja parecía ser lo más importante.

Trevor hizo algo por su cuenta para ayudar con Astrid. Después de escuchar la
desgarradora historia de vida que Astrid había tenido que soportar el pasado
ciento de años bajo el cuidado de Malcolm, nadie podría odiar al asustadizo
brujo.

Ben acomodo a Miles en la cama y muy cuidadosamente le quito la ropa. La


sangre se había secado en un café horrible y había cubierto la parte superior
del cuerpo de Miles. Cada vez que Ben veía la lastimada y manchada piel, su
corazón se rompía un poco más con cada latido. Saber que su pareja estaba
dispuesta a terminar con su vida para salvarlo a él y a sus hombres hablaba
con creces de qué tipo de persona era Miles. Ofrecía demasiado de sí mismo
sin importar el costo personal.

Ben lleno la tina con agua caliente. Una vez que estuvo llena hasta la mitad, se
quitó su propia ropa, tomo a Miles en sus brazos y se hundió en el agua.
Usando una esponja limpio la piel de Miles, haciendo su mejor esfuerzo en
borrar los recuerdos con cada vez que pasaba la esponja. Una vez que hubo
enjabonado y enjuagado su cabello, simplemente se quedó ahí, abrazándolo,
dando lo mejor de sí para tener cómoda a su pareja. Quería rogar por el perdón
de no haber estado ahí para protegerlo de ese terrible destino.

Odiaba pensar por lo que Miles había atravesado. Sabía que Malcom se había
emparejado con Miles, desgarrando su alma y llevando su coraje a niveles
inimaginables. Nadie debería ser forzado a emparejarse, y poner un hechizo
sobre una persona para que lo quiera no cuenta.

La magia arrebataba el libre albedrío de las personas. Todo lo que Malcolm 128
había hecho fue violar a Miles, violarlo con la ayuda de la magia.
El coraje que sentía no estaba para nada dirigido a Astrid. El pobre hombre
había sido mantenido prisionero, golpeado y violado por ese bastardo de
Lucian. Astrid no estaba entrenado y solo sabía cómo hacer los hechizos que
Malcolm le había enseñado. Astrid era una víctima tanto como lo era Miles.

Lo enfurecía saber que Lucian había escapado. Pero el karma tenía una forma
de regresar lo hecho diez veces más, y Ben no podía esperar para que Lucian
lo recibiera. El hombre merecía morir por lo que le había hecho a Astrid y a
Trevor.

El agua comenzó a enfriarse y la piel de Miles se puso de gallina. Ben levanto


a Miles de la tina y lo cargo hasta la cama. Tenía una toalla en extendida y
acostó a Miles sobre ella. Ben seco gentilmente a su pareja, después lo
acomodo bajo el cobertor.

―Regresa a mi cariño.― Ben recorrió un costado del rostro de Miles con un


dedo. ―Por favor.

Ben se sobresaltó cuando Miles se acercó a su dedo. Dejo su mano estática


mientras su pareja frotaba su mejilla contra ella.

―¿Miles?― Esperó. Nada paso. Lo dijo un poco más fuerte. ―Miles.

Miles siguió dormido. Debería estar feliz de saber que Miles estaba respirando
libremente y que estaba mostrando señales de vida. La parte difícil sería
esperar a que despierte. Daría lo que fuera por ver los ojos café profundo de
Miles mirándolo. Con un gran suspiro, Ben se levantó. Tenía que contactar a
su padre para informar todo lo que había pasado y de la muerte de Malcolm.

El estrés estaba pasando factura a Ben. Le dolía el cuerpo, y sus huesos


tronaban con cada movimiento que hacía. Necesitaba alimentarse, pero no
podía ni siquiera considerarlo hasta que Miles despertara. La única sangre que
anhelaba era la de su guapa pareja. Después de mirar una vez más a Miles
salió del cuarto.
129
―¿Cómo está?
Ben termino de cerrar la puerta y se volvió para ver a Quinn. ―Su color ha
regresado pero aún no despierta.

Quinn puso una mano en el hombro de Ben, ofreciendo el único apoyo que
podía. ―Despertará. Sólo sé que lo hará.

―Yo también lo sé, amigo, yo también.― Ben apretó la mano de Quinn y


camino por el pasillo. ―Entonces ¿Qué paso mientras atendía a mi pareja?―
Cuando Quinn frunció el ceño, casi tuvo miedo de haber preguntado.

―Tu padre llamo. No le dije nada, y eso pareció enfurecerlo, pero creí que te
tocaba a ti decirle lo que paso.

Ben asintió. ―Hiciste lo correcto. Es lo mejor, Le explicaré lo que sucedió.―


Sus pasos vacilaron. ―¿Dónde está Astrid?

Lo último que Malcolm había dicho seguía dando vueltas en su cabeza. Tal
vez el joven brujo sabía de lo que estaba hablando el lunático ese.

―Sí, está en la cocina con Trevor. El pobre chico nunca había probado el
helado.― El rostro de Quinn mostraba la misma sorpresa. ―Así que Trevor,
está ahí poniéndolo al tanto de todo tipo de comida chatarra.

―Quiero hablar con él antes de llamar a mi padre.― Ben dijo mientras


caminaba hacia la cocina.

Entro en la cocina para encontrarse con Trevor y un fresco y bañado Astrid


sentados en la mesa. Galletas, refresco, papás fritas y cinco diferentes sabores
de helado cubrían la mesa. Una sonrisa se formó en su rostro al ver a Astrid
divirtiéndose y riendo con Trevor.

Afortunadamente Malcolm no había matado por completo el espíritu del pobre


chico.

―¿Astrid puedo hacerte una pregunta?― Astrid lo miro mientras se sentaba a


130
su lado.
―Claro, Ben. Si puedo ayudarte con algo, quiero hacerlo.

Después de todo lo que había aprendido sería una gran suerte si Astrid sabía
algo valioso.

―Antes de que matara a Malcolm, dijo que tenía información que mi padre
podría querer. ¿Podría ser que sabes de qué información se trata?

Astrid levanto una ceja pensando mientras mordisqueaba su labio inferior.


―Lo siento. No sé. Malcolm nunca me dijo nada. No creo que le cayera muy
bien.

Era triste escuchar a Astrid. Sonaba tan abatido. Malcolm realmente se había
pasado con el brujo. Si Astrid supiera lo poderoso que podía volverse en el
futuro, no se sentiría tan pisoteado.

―Está bien Astrid. Solo tenía curiosidad de si habías escuchado algo sin
querer.― Ben palmeo a Astrid en el hombro y se levantó para irse.

―Espera un segundo.― Ben se volvió para ver a Astrid. ―Malcolm nunca


me dijo nada, pero Lucian me dijo algunas cosas.― La voz de Astrid se redujo
a solo un murmullo, y Ben quería encontrar a ese desgraciado y matarlo por
causarle tanto miedo a Astrid.

Arrodillándose para quedar al nivel de la vista de Astrid, Ben tomo sus manos
y las sostuvo entre las suyas gentilmente. ―No tienes que temer, Astrid. No
permitiré que Lucian te lastime otra vez. Te lo prometo.

Astrid asintió rápidamente y respiro profundamente.

―Una noche, cuando vino a mi cuarto, estaba molesto, vociferando de lo


mucho que odiaba a Malcolm.― Eso era interesante para Ben. ―Dijo que
Malcolm tenía que aliarse con este líder vampiro que tenía mucho poder y
eliminar a los guerreros de la luz de una vez por todas.― Los ojos de Astrid
se agrandaron mientras hablaba.
131
―¿Lucian dijo quién era este vampiro?― Ben sentía curiosidad de saber
quién era este vampiro misterioso.

Astrid negó con la cabeza. ―No, dijo que era uno de los originales.

Esa información era muy interesante. Necesitaba contactar con su padre


inmediatamente.

―Gracias, Astrid lo hiciste muy bien.― Ben revolvió el cabello de Astrid con
una mano mientras se levantaba. La sonrisa de Astrid creció mientras se
llevaba otra cucharada de helado a la boca.

Ben llego al pasillo y dirigió a Quinn. ―Necesito hablar con mi padre


ahora.― Se apresuró al nuevo cuarto de guerra que habían establecido.
―Algo no cuadra. ¿Por qué le interesaría a mi padre saber dónde está este
vampiro original? Nos dijo que nuestra misión actual era encontrar brujos que
usaran su magia para fines perversos y a otros paranormales que causaran
problemas en el mundo.

―¿Qué crees que está tramando Benedicto?― Quinn lo seguía rápidamente


muy de cerca.

―No lo sé, pero vamos a averiguarlo.― Ben entro en la oficina, jaló una silla
y se sentó. Abrió su laptop y se conectó con la cuenta de Skype de su padre.

―Ya era tiempo de que llamaras para decirme lo que sabes, Hijo. Pensé que
tenía que llamar al Calvario para encontrarte.

―¿Si estabas tan preocupado, por qué no me llamaste?

―Bueno, hijo, hay otras misiones desarrollándose a aparte de esta que


involucraba a Malcolm.― Su padre se aclaró la garganta. Así que ¿Asumo
que lo capturaste?

―Bueno, padre, muchas cosas han pasado desde la última vez que hablamos.
132
―¿En serio? Dime.
―Cuando encontramos a Malcolm, descubrimos que tenía un brujo en su
poder, quien fue mantenido como prisionero por cerca de cien años, y
Malcolm forzó a Astrid para poner un hechizo en Miles para que pudiera
emparejarse con él.― Ben observo cuidadosamente cualquier reacción de su
padre. El hombre se veía como si eso fuera de poca importancia para él.

―Hijo, eso es terrible. Estoy seguro que podemos preguntar a las brujas del
consejo si pueden romper el lazo entre tu Miles y Malcolm. Pero mientras
tanto, quiero hablar con Malcolm. Alquilaré un vuelo para que pase a
recogerlo, nosotros lo pondremos bajo custodia aquí en las oficinas centrales
del consejo.

Ben se rio amargamente. ―Después de todo lo que te he dicho, ¿Todo lo que


te importa es tener a Malcolm? Perdimos a uno de nuestros guerreros, mi
pareja fue secuestrada, y todavía está todo el abuso y sufrimiento en el camino
de Malcolm, y ¿Todo lo que te importa es hablar con él? ¿Por qué?― Ben
podía jurar que su padre le estaba ocultando algo.

―Hijo, la gente muere, y cosas malas suceden. No podemos controlar todo a


nuestro alrededor. Ahora, prepara a Malcolm. Quiero interrogarlo tan pronto
cuando este en custodia aquí.

―Bueno, padre, eso va a estar un poco difícil.

―¿Por qué, hijo?

―Porque está muerto.― Ben dijo con los dientes apretados.

―¿Qué?― su padre gritó. ―Te dije que lo capturaras, no que lo mataras.


Nunca te di permiso de matarlo. Ninguna orden para matarlo fue dada.

Ben apretó fuerte los puños, haciendo que sus nudillos se pusieran blancos.
Quería a travesar el monitor y golpear su padre. ―Yo di la orden. Tomar a la
pareja de alguien está en contra de nuestras leyes. Malcolm quebranto la ley.
133
―¿Así que lo mataste? Por lo que me dijiste, también era la pareja de Miles.
Estaba en su derecho de reclamar a Miles puesto que tú no lo hiciste.

―¿Estás burlándote de mí?― Ben grito y golpeo el escritorio con el puño.


―Ese hombre era un monstruo. Y me ¿Estás sermoneando por matarlo? Le
hice un favor al mundo, dime porque era tan importante que hablaras con
Malcolm.

Ben espero por lo que pareció ser una eternidad. Su padre dejo de ver directo a
la cámara web, y Ben apenas podía ver su cara. Su padre, como él, era
inmortal, lo que significaba que no envejecía, y por apariencia parecían más
hermanos que padre e hijo. Pero últimamente, el estrés se asomaba alrededor
de sus ojos y boca, haciendo que la piel que una vez fue jovial se viera
marchita. AL parecer, el guardar secretos le hacía eso a la gente. ―Tenía
información sobre Asher que quería.

Ben se estremeció con las palabras de su padre. ¿Por qué quería encontrar a
Asher? ―Padre, ¿Por qué quieres encontrarlo después de todo este tiempo?

―Tengo mis razones, hijo.― La máscara volvió a caer sobre el rostro de su


padre. El calmado y sereno Benedicto estaba de regreso. ―Mandare a un
miembro de la CPB para que pueda marcar a Trevor como un guerrero de la
luz, y haré que traiga a este tal Astrid de regreso a las oficinas centrales.

―No.― Ben no podía permitir que se llevasen a Astrid. El hombre nunca


tuvo una familia, y apenas había comenzado a construir una con Miles. No
dejaría que le arrebataran eso.

―¿No?

―No, padre. Astrid es un inocente, y ha formado un lazo con mi pareja. No lo


separaré.― Ben dijo con firmeza.

―Hijo, los brujos son impredecibles. Podría aplastarte así.― Su padre golpeo
una mano con su puño.

―No me importa. Se queda. Asumo toda la responsabilidad sobre él.


134
―Bien, te puedes quedar al brujo.

Estaba listo para desconectar la llamada cuando recordó informar que Lucian
había escapado. ―Padre, casi olvido decirle, Lucian escapo.

El rostro de Benedicto se ilumino, y Ben sabía cuáles eran las siguientes


órdenes que saldrían de la boca de su padre. ―Captúralo vivo, cueste lo que
cueste. Lo necesito vivo.

―Sí señor.― Ben desconecto la llamada. Había terminado de hablar con su


padre.

No estaba seguro porque su padre necesitaba encontrar a Asher. ¿Qué podía


ser tan importante después de todos estos años? Ben se encogió de hombros.
Tarde o temprano, la verdad saldría a la luz, lo quisiera su padre o no.

―¿Soy yo o me parece que el viejo estaba un poco más críptico de lo normal?

―No eres tú. Mi padre nos está ocultando algo. Es solo que no sé qué es.

Ben siguió a Quinn fuera de la habitación. Hizo su mayor esfuerzo para no


pensar en su padre y sus frías manías.

Lo único que importaba ahora, era que Miles se recuperara. El resto de la


mierda tendría que esperar. Hasta que su pareja no estuviera cien por ciento
recuperada, no se iba a ningún lado ni haría nada. Su padre tendría que
superarlo.

―¡Ben!

El miedo se apodero de su pecho al escuchar a uno de sus hombres gritar su


nombre. ¿Qué más podría salir mal?

―Ben, está despierto.― Como no respondió, Lawson entro. ―Miles. Está


despierto.
135
Capítulo 15

Un dolor retumbando en su estómago hizo que Miles se retorciera. Se sentía


como si no hubiera comido en años. Estiro los brazos y se acurruco más en el
cálido y suave edredón dispuesto sobre su cuerpo.

Los ojos de Miles se abrieron rápidamente, y se sentó. Jalo aire y se tocó el


cuello. Lo último que recordaba era haberse cortado la garganta. Pero cuando
retiro las manos, no había sangre.

Saltando fuera de la cama, Miles corrió al baño. Movió la cabeza de lado a


lado, no podía ver el daño hecho a su delicada piel que cubría el cuello. Sus
manos temblaron mientras los últimos momentos de su vida llegaron a su
mente. La desconsolada mirada de Ben casi lo había hecho detenerse de lo que
iba a hacer.

Miles se inclinó hacia el frente y coloco las manos en el frío mármol del
lavabo. Respiro hondo y trato de bajar el ritmo de su rápido corazón. Alzando
la vista, estudio su reflejo con más detalle. Dos pequeños puntos asomándose
por debajo de su labio inferior hicieron que gritara tan alto como sus pulmones
le permitieron.

Pasos corrieron por el cuarto y se deslizaron hasta detenerse en la entrada del


baño. Miles se volvió para ver a su primo sin aliento, mirándolo como si
nunca antes lo hubiese visto. Miles se llevó la mano a la boca, tratando de
ocultar sus dientes. No quería asustar a Trevor.

―Estás despierto.― Miles asintió. Trevor entrecerró los ojos. ―¿Qué pasa?
Actúas raro.

136
¿Actuaba raro? ¿No acaban de salir de una batalla contra los chicos malos? y
¿Trevor no se acordaba que Miles se había suicidado? El haberse convertido
en vampiro debió de haber freído el cerebro de su primo.
―¿Miles?

Miles se puso de pie ante las palabras suavemente dichas. Astrid se asomó por
detrás del hombro de Trevor, sus ojos eran tan grandes como platillos y se
mordisqueaba el labio inferior mientras veía a Miles.

Alguien había limpiado a Astrid. Si Miles no lo supiera, nunca hubiera


pensado que el hombre había sido mantenido como prisionero los pasados
cien años por hombres malvados y abusivos.

Sin pensarlo, Miles levanto los brazos hacia Astrid. Astrid camino hacia él con
una sonrisa en el rostro.

―Estás bien. Te extrañe mucho.― Astrid sollozo en el desnudo pecho de


Miles.

―Oh por Dios, sólo han sido un par de horas, Astrid.― Trevor puso los ojos
en blanco.

Miles abrazo a Astrid dejando que su calor lo cubriera. Bajo la cabeza para
besar la frente de Astrid. Miles se sentía como el hermano mayor del brujo
incluso aunque Astrid era mucho más grande que Miles.

―También te extrañe.― Miles abrazo fuerte a Astrid. Estaba feliz de que Ben
y los demás guerreros hayan aceptado a Astrid. Les gustara o no, ahora Astrid
era parte de la familia de Miles, y si alguien tenía un problema con ello,
tendría que superarlo.

―¿Y yo qué? ¿Qué me parta un rayo?― Trevor hizo puchero.

―También te extrañe, hombrecito.― Miles levanto su brazo derecho y Trevor


corrió a abrazarlo. ―Siempre juntos.

―Nunca separados.― Trevor murmuro contra el cuello de Miles.


137
Se quedaron así por quien sabe cuánto, simplemente abrazándose. Los tres
eran como los juguetes de la isla inadaptada. De una forma u otra, no
encajaban. A Miles le hubiera gustado quedarse así por más tiempo, pero la
necesidad de comer y de ver a su pareja lo hacía separarse de su familia.

―¿Dónde está Ben?― Las palabras de Miles salieron mal articuladas. Sus
colmillos habían descendido de sus encías, haciendo que hablara con un suave
siseo.

―Te cuesta trabajo acostumbrarte ¿no?― Trevor se rió.

Miles se cubrió la boca con la mano antes de hablar. ―Sí. y ¿Qué paso?
Debería estar muerto, pero no lo estoy. Y otra cosa, ¿Qué le paso a Malcolm?

Había un millón de preguntas para las cuales Miles quería una respuesta.
Asumía que Ben lo había convertido en vampiro, pero lo que no entendía era
¿cómo? Se había cortado su propia garganta, profundamente. Había visto su
propia sangre golpear el suelo y había sentido todo el calor abandonar su
cuerpo. ¿Cómo había sobrevivido lo suficiente para que lo convirtieran en
algo más que un cadáver?

―Déjame ir por Ben.― Trevor lo tomo del brazo y lo guio de regreso a la


cama. ―Astrid y yo nos quedaremos contigo hasta que Ben llegue. Sé que se
está muriendo por verte.― Trevor sonrió y salió al pasillo para ladrarle a un
guardia la orden de traer a Ben.

Miles se relajó de vuelta en la cama. Astrid se acurruco cerca de él y lo sujeto


como si pensara que Miles desaparecería si lo soltaba.

―Astrid, amigo. Estoy bien. Ya no hay necesidad de preocuparse.

Astrid froto su cara contra el hombro de Miles. ―Lo sé, pero casi mueres, y
me hubiera quedado solo.― Astrid lo miro con ojos tristes. ―Ya no quiero
estar solo.

―Oh, Dios mío, Astrid, nunca estarás solo otra vez. A donde vaya, tú irás.―
Miles le sonrió a Astrid. ―Somos familia, y la familia, permanece junta.
138
―¿Familia?― Astrid levanto la vista como si estuviera pensando en ello.
―Eso me gusta.

―Solo para que lo sepan, yo soy el lindo de esta familia de tres.― Trevor se
rió mientras saltaba para esquivar una almohada que Miles le había lanzado.

―Siempre el sabelotodo.― Miles palmeo la cama del otro lado para que
Trevor se sentara a su lado. ―¿Cómo te va con eso de ser vampiro? ¿El
consejo no te va a castigar por que fuiste transformado por un guerrero de la
oscuridad?

―No, pero tengo que ser marcado como lo fueron los guerreros. Ya sabes,
¿ese lindo tatuaje que todo tienen en el cuello?― Miles asintió. ―Tengo uno.

Miles miro a su primo por unos segundos. ―¿Cómo es? ¿El ser vampiro?

Trevor se encogió de hombros. ―No está mal. Quinn me ha estado ayudando,


y tenemos bolsas de sangre así que no me comporto como Dracula con nadie.

Gracias a Dios. Miles no podría ir por la vida chupando la sangre de gente


inocente. Incluso si no los mataba, el simple hecho de pensar en morder a un
extraño lo ponía nervioso.

Las voces del pasillo hicieron que Miles levantara la vista. Era como si el
pensar en Ben lo hiciese aparecer. Miles le sonrió al hombre que amaba más
que el aire que respiraba. El dolor en el rostro de Ben hizo que Miles se
preocupara, pero mantuvo su sonrisa. Ben necesitaba que fuera fuerte.

Cuando Ben se acercó lentamente a Miles, Trevor y Astrid salieron


rápidamente del cuarto.

Y se los agradecía. Extrañaba demasiado a su pareja. Parecían años, no días,


desde que se vieron la última vez.

Ben cayó de rodillas mientras abrazaba a Miles por la cintura. Las lágrimas
humedecieron su piel mientras las lágrimas de Ben caían como chorros por sus
139
mejillas. Miles pasó sus dedos por el grueso y dorado cabello de Ben. Su
corazón se detuvo cuando vio a su gran y fuerte guerrero llorar por él. Lo que
compartían era verdadero, y llamarlo algo menos que amor sería un insulto a
lo que sentían el uno por el otro.

―Estás vivo.― Ben hablo contra el estómago de Miles.

Miles se rió. La barba incipiente de Ben le hacía cosquillas en el estómago


cuando hablaba. ―Sí, y tengo que agradecerte por eso.

Ben se hizo hacia atrás para ver a Miles a los ojos. ―¿No estás molesto?

―¿Por qué debería estar molesto?― Miles le dio un golpecito a Ben en el


brazo. ―Estoy vivo, y podemos estar juntos. ¿Yo? ¿Molesto?― Miles señalo
su pecho. ―Por favor, Estoy tan feliz en este momento que nada podría
ponerme triste.

Ben sonrió. ―Es bueno saberlo.― Se levantó y movió a Miles para que
estuvieran sentados en la cama. ―No fui solo yo quien te salvo, también
Astrid.

―¿Qué?― Los ojos de Miles se abrieron por la sorpresa. No estaba


consciente de que Astrid supiera un hechizo para algo así.

―Sí. Creo que ese pequeño chico puede hacer que las cosas pasen con solo
querer pasen. ¿Sabes? Fue extraño. Se arrodillo cerca de ti, cantando. Después
me dijo que no podía mantenerte vivo por siempre de esa manera y que tenía
que transformarte para mantenerte con vida. Así que lo hice.

―Estoy feliz que lo hicieras.― Miles entrelazo sus dedos con los de Ben. No
quería pero tenía que preguntar qué había pasado con Malcolm y sus secuaces.
―¿Dónde está Malcolm?

Los dedos de Ben se apretaron fuertemente contra la mano de Miles. ―¿No te


acuerdas?― Miles negó con la cabeza. ―Está muerto, después de que hiciste
lo que hiciste, tome la oportunidad que me ofreciste y lo mate.
140
El dolor de emparejarse y haber tenido sexo con Malcolm era como una herida
abierta, dolorosa y supurante cada vez que se movía. El recuerdo de lo que
había hecho disminuía su felicidad de estar aquí con Ben. Miles miro a Ben
con los ojos llenos de lágrimas. ―Siento lo que hice, pero estoy más
arrepentido por dormir con él.― El cuerpo de Miles comenzó a temblar de
emoción pura y por el desagrado que sentía por sí mismo.

―Bebé, no, no te hagas esto.― Ben tomo a Miles y lo acurruco en su regazo.


―No te culpo por nada de eso. Cuando la magia está de por medio, no hay
nada que puedas hacer. Miles, cariño, no tenías elección.

Suspirando aliviado, Miles abrazo fuertemente a Ben. A pesar de todo lo que


sabía, y reconociendo que lo que había pasado entre Malcolm y él había sido
expuesto frente a todos los guerreros, Ben lo seguía perdonando y
queriéndolo. Su amor era más fuerte que cualquier cosa imaginable.

La emocionante excitación sexual hizo su recorrido por el torrente sanguíneo


de Miles. El amor incondicional que Ben sentía por él, hizo que su cuerpo
anhelara su tacto. Quería ser besado y jodido por el único hombre que tendría
ese privilegio por el resto de su vida.

Miles se movió para colocarse a horcajadas sobre Ben. ―Te quiero.― Miles
ronroneo. Después beso y succiono el suave lóbulo de la oreja de Ben.

La cabeza de Ben cayó sobre la cabecera de la cama. Un gemido lleno la


habitación. Miles siguió un camino por el cuello de Ben, besando y
succionando. Una vez ahí, palmeo la piel donde el pulso de Ben latía a un
ritmo acelerado. Miles gruño lentamente, y Ben se estremeció cuando dos
filosos colmillos perforaron su piel.

―Lo siento mucho.― Miles salió de las piernas de Ben con un salto, y se hizo
bolita en un extremo de la cama, tratando de alejarse. Estaba avergonzado y
apenado de haber mordido a Ben sin su permiso.

―Miles, detente. No estoy enojado.― Ben le hizo señas con la mano


indicándole que regresara a él. ―Simplemente me tomaste por sorpresa.―
Ben deslizo sus dedos por el corto cabello de Miles, haciendo que temblara de
141
necesidad. ―Quiero que bebas sangre de mí y solo de mí. Como te dije antes,
todo lo que tengo es tuyo.

―De hecho, esperaba que algún día, también se incluyera mi sangre.

Miles lo miro con la ceja levantada. No entendía.

―Desde el día que te conocí, he querido reclamarte y convertirte en


vampiro.― Ben cerró los ojos fuertemente. ―Eres mi alma gemela, y si tengo
que vivir una eternidad, quiero que sea contigo.― Ben abrió los ojos.

Miles no sabía que decir. No estaba enojado de ser un vampiro, porque esto le
concedía algo que la vida como un simple mortal no podía darle, tiempo.
Mucho, mucho tiempo. Miles conecto sus labios con los de Ben y dejo que el
amor que sentía por su pareja se transmitiera con el beso. Sin lugar a dudas
Ben era el amor de la vida de Miles, y ahora gracias a Ben, con la ayuda de
Astrid, iba a ser una vida muy larga.

Miles se separó gentilmente de los deliciosos labios de Ben. Su respiración era


pesada, pero también lo era la de Ben. Las emociones lo consumían como
nunca antes, y sabía cuál era la única cosa que haría que su unión estuviera
completa.

―Hazme tú pareja.

142
Capítulo 16

Ben no podía creer lo que escuchaba. Había esperado por siglos para escuchar
esas palabras de su pareja destinada, y lo acababa de escuchar.

Le sonrió a Miles. ―¿Estás seguro? No hay vuelta atrás. Una vez que seas mi
pareja, eres mío, seria y permanentemente.

―Como si te pudieras deshacer de mí.― Miles cruzo sus brazos sobre el


pecho. ―Y no nos olvidemos que las cosas van en los dos sentidos, señor. Tú
también serás mío.― Miles envolvió sus brazos alrededor del cuello de Ben.
―Y nunca te dejaré ir.

―Es bueno saberlo.― Ben mordisqueo el labio inferior de Miles. Amaba la


forma en cómo su pareja gemía por la juguetona mordida.

Acostó a Miles sobre la cama y lentamente coloco besos por el cuerpo de su


pareja. A Miles se le puso la carne de gallina por su toque. Ben succiono los
pequeños y endurecidos pezones de Miles. Parecía que habían pasado años
desde que había probado la piel de su pareja.

Ben continuó forjando su camino descendente hacia la pulsante erección


atrapada detrás del pijama de algodón de Miles. Se sentó y se las arregló para
bajar el material por las piernas de Miles. Se le hizo agua a la boca ante la
vista del pene de su pareja tenso recostado sobre su abdomen.

El cuerpo de Miles se estremeció cuando Ben se agacho para llevarse la


pesada erección a la boca. El dulce sabor de la semilla de Mies exploto a
través de su lengua, y tarareo su placer. Nadie nunca había sabido tan bien
como su pareja. Ben podía emborracharse del dulce sabor de Miles.
143
Ben bajo el ritmo y bombeo su cabeza de arriba abajo lentamente por el pene
de Miles.

Quería llevarse las cosas con calma. Hace menos de dos semanas, Miles había
pasado por el proceso de emparejamiento con Malcolm, y la experiencia debió
haber dejado un mal sabor en la boca de su joven pareja. Ben quería que Miles
disfrutara cada segundo de su emparejamiento, para cuando lo recordara
quinientos años después, no se arrepintiera.

―Oh, Dios Ben. Deja de jugar conmigo. Ya hazme el amor.― Miles jadeo.

Deslizo sus dientes a lo largo del pene de Miles y mordisqueo un poco la


acolchonada cabeza. El semen de Miles goteaba de la punta, y Ben lamió cada
uno de las gotas. Ben saco a Miles de su boca y se estiro para alcanzar el cajón
de la mesita de noche. Sacó una botella de lubricante que había puesto ahí. La
necesidad de preparar a su pareja era lo más importante. Nunca lastimaría a
Miles, no importaba que tan excitado estuviera.

El sonido de la botella al abrirse retumbo en el silencioso cuarto. Ben cubrió


dos dedos con el líquido claro. Uso su mano libre para separar y empujar las
piernas de Miles hacia arriba. Ben se quedó sin aliento cuando vio el muy
rosado agujero de Miles viéndolo silenciosamente, rogándole que lo llenara.

Ben se acercó y dibujo pequeños círculos fuera de la entrada. Miles tembló


debajo de él. Muy lentamente penetro el apretado musculo. Jadeo cuando los
músculos internos de Miles se cerraron alrededor de los dedos invasores. Un
calor sofocante jalaba sus dedos al interior. Miles comenzó a bombear sus
caderas hacia abajo sobre los dedos de Ben.

―Despacio, cariño.― Ben recorrió con una mano el costado de Miles, para
dejarla en su cadera. ―No hay prisa. Tenemos todo el tiempo del mundo.

―Sí, lo tenemos, pero estoy listo para venirme.― Miles dijo casi
atragantándose.

Una brillante capa de sudor se esparció por el cuerpo de Miles, y Ben podía
ver la urgencia en los ojos de su pareja. La necesidad de ser llenado y de
144
venirse estaban controlando cada acción de Miles. Ben podía entenderlo.
Quería probar la sangre de su pareja y llenar su cuerpo con su semilla.

Sin querer esperar ni un minuto más, Ben agrego un tercer y después un cuarto
dedo en el agujero de Miles. Estiro y acarició las suaves paredes del apretado
canal de su amante. Se aseguró de encorvar los dedos un poco hacia el frente
contra la próstata de Miles. El acto hizo que se estremeciera y gritara de
placer.

―¡Ahora!― Grito Miles.

Ben retiro sus dedos del trasero de Miles y se levantó rápidamente. Se arrancó
la ropa del cuerpo. La necesidad de reclamar a Miles lo había atrapado.

Ben se arrodillo frente a las piernas abiertas de Miles y deslizo sus dedos por
los muslos un poco velludos de Miles. La piel se erizaba bajo su tacto. Los
gemidos de Miles se hacían más fuertes, y sus ojos se entrecerraban
perezosamente con deseo. Ben tomo el lubricante y cubrió su pene pulsante,
después se acercó a la brillante entrada que le daba la bienvenida a su interior.

Sus gemidos combinados llenaron el cuarto mientras el pene de Ben se


empujaba dentro del agujero de Miles. Ben quería ir rápido pero tenía que
tomarse su tiempo. Había cosas que hacer para completar y crear los lazos del
proceso de emparejamiento.

El hechizo de sangre-sexo-magia tenía que ser completado apropiadamente


para que el emparejamiento surtiera efecto. Tenía que combinar su sangre.
Como Miles ya era un vampiro, podían simplemente morder el cuello del otro,
sin el temor de convertirlo. Antes, el plan era sencillo, hacer un corte en la
mano de Miles, pero ahora Miles podía beber de él.

La excitación hervía en la parte baja de la columna de Ben con solo pensar


que los colmillos blancos como perlas de Miles perforaran su piel.

Entonces, podrían tomar su sangre combinada y Ben tendría que cubrir su


pene con la mezcla y joder a Miles hasta que se viniera, haciendo que la
sangre y el semen se combinaran muy dentro del cuerpo de Miles, al mismo
145
tiempo que se filtraba al de Ben. La sangre significaba vida, el semen el amor
y cuando se combinaban era una mezcla muy poderosa para las parejas
paranormales. Los embistes de Ben se aceleraron y empujaba a Miles con
cada movimiento. Su pareja canto que estaba de acuerdo con los labios semi
abiertos. El pulso en el cuello de Miles lo tentaba a tomar una muestra.
Necesitaba beber de Miles y que Miles bebiera de él.

―Muérdeme.

―¿Qué?― Los ojos de Miles se abrieron como platos.

―Necesito que me muerdas. Yo también te morderé.― Como Miles lo miro


nerviosamente, le explico. ― No dolerá, te lo prometo, pero estoy
muriéndome por probarte por aquí.― Ben paso un dedo por el cuello de
Miles. Miles se estremeció por el toque suave como la piel.

―Yo también. Pero ¿Qué tal si no puedo detenerme?

―Mi amor, somos vampiros no monstruos. Tu hambre no te controlará.―


Ben se recostó sobre Miles cubriendo su cuerpo con el suyo. ―Confía en mí.

―Lo hago.― Miles tomo a Ben por el cabello y lo beso suavemente en los
labios.

Ben gimió cuando los afilados colmillos de Miles mordisquearon sus labios.
Sin ningún aviso, Miles se hizo para atrás y clavo sus colmillos. Los afilados
dientes se hundieron en la piel de Ben como un cuchillo sobre la mantequilla.

Mientras Miles bebía de él, Ben seguía moviendo sus caderas hacia adelante.
Amaba la erótica sensación que el ardor de la mordida creaba.

Ben se empujó más cerca de Miles para ahogarse en el placer que el cómodo
cuerpo de su pareja ofrecía. Los movimientos de Ben se hicieron frenéticos
mientras en orgasmo se construía en su interior. Cuando Miles libero su
cuello, Ben sujeto el suyo y lo mordió. Miles gritó, y Ben rápidamente tomo el
pene de Miles por la base y apretó. No se podía venir todavía. Necesitaban
terminar con el lazo primero.
146
Dejando el cuello de Miles, Ben se sentó. Uso su mano para recorrer la marca
de mordida de su cuello y después sobre la que estaba en el cuello de Miles.
Miles lo veía con asombro mientras Ben llevaba su mano hacia donde estaban
unidos. Ben saco cuidadosamente su pene del agujero de Miles.

―¿Me aceptas como tuyo?― Ben pregunto mientras cubría su pulsante pene
con su sangre. Su cuerpo tembló bajo su propio tacto.

―Sí.― Miles respondió sin aliento.

―Y yo te acepto, mi vida.― Ben se empujó hacia el ardiente calor del cuerpo


de Miles.

Ben se inclinó hacia adelante y envolvió sus brazos alrededor del cuerpo de
Miles mientras se empujaba dentro sin misericordia. Miles era suyo, y nadie lo
separaría de él otra vez.

Miles envolvió su cuerpo fuertemente alrededor del de Ben y grito su placer


con cada embestida. Los sonidos que Miles hacía lo llevaban más y más alto.

―Te amo― Miles grito mientras su semen llenaba el espacio entre sus
cuerpos.

El cálido semen cubriendo y manchando el torso de Ben, lo llevo a su propio


orgasmo. Ben gruño contra el cuello de Miles y lo mordió otra vez, haciendo
que Miles se viniera otra vez.

Estaba hecho. Ben podía sentir el lazo entre él y Miles acomodarse,


conectándolos como un puente. Nunca nada se había sentido tan bien y
correcto. Eran pareja de por vida, y Ben no lo cambiaría por nada.

Cuando su cuerpo dejo de sacudirse, Ben se acostó a un costado de Miles. Jalo


a Miles contra de él y lo abrazo fuertemente. Un cálido y acogedor
sentimiento se esparció dentro de su cuerpo y el sueño le hizo una visita. Ben
acarició el cabello de Miles hasta que las respiraciones de su pareja se
regularizaron, indicándole que se había quedado dormido. Sólo en ese
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momento, Ben se permitió el muy merecido sueño que su cuerpo anhelaba.
Pocas horas después. él y Miles decidieron que ya se habían quedado lo
suficiente en el cuarto, y se aventuraron a ver a los demás. Ben sabía que los
otros guerreros, Astrid y Trevor, querían ver a Miles. No le importaba
compartir a su pareja con ellos, porque al final eran los besos y las caricias de
Ben las que Miles quería.

―Así que, las señoritas decidieron alegrar la vida con su presencia.― Dijo
Trevor mientras caminaba hacia ellos. ―Pensé que nunca saldrían. Y por
cierto, las paredes son muy delgadas. Escuche todo.― Trevor susurro y luego
le guiño un ojo a Miles.

―Bueno, tal vez si no hubieras estado escuchando en la puerta, no hubieras


escuchado nada.― Quinn empujo a Trevor para quitarlo del camino y abrazo
a Miles y luego a Ben. ―Tu primo es todo un idiota. ¿Lo sabías?

Miles se rió. ―Más que tú. Pero es mi primo, y lo amo aunque sea así.

―Te entiendo.― Quinn murmuro y se alejó.

Ben observo a su amigo dejar el cuarto y se preguntó si alguien más había


escuchado su pequeña confesión. Aún no entendía el temor de Quinn por
emparejarse, pero no presionaría a su amigo en ese momento. Tal vez con el
tiempo Quinn se retractaría y vería la bendición que era tener a su pareja,
incluso si su pareja era Trevor. Ben se rió mientras agradecía a los cielos que
Trevor no fuese su pareja.

―¿Qué es tan gracioso, señor?― Miles pregunto mientras lo codeaba


ligeramente.

―Nada, mi amor. Solo estaba pensando en todo lo que hemos pasado.― Ben
jalo a Miles y beso la parte superior de su cabeza. ―Y debo decir, que no
cambiaría nada si no pudiera tenerte al final.

Miles froto sus manos por el pecho de Ben. ―Eso es lindo, de una manera
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extraña, supongo.― Miles miro a su alrededor. ―¿Dónde está Astrid?
―Oh, se fue a la cama. Pusimos a Abner en su puerta por si necesitaba
algo.― Trevor se rio. ―¿Quién es mejor cuidador que un cambiaformas
oso?― Los ojos de Miles se sobresaltaron. ―Lo sabía ¿cierto? Sabía que el
chico era una montaña, pero no sabía que era un oso.

―Maldición.― Miles miro a los hombres de pie alrededor del cuarto.


―Tengo que admitir, que siento curiosidad de averiguar que son todos
ustedes.

―Ben― Miro a Quinn entrar de prisa al cuarto. ―El consejo acaba de llamar.
Hicieron que un consejero experimentado viniera para acá. Llegará aquí a
cualquiera hora de mañana. Tiene la autoridad de marcar a Trevor como un
guerrero de la luz.― Quinn se volvió para ver a Miles. ―También tiene el
permiso de tu padre de interrogar a Astrid.

―¿Por qué?― El rostro de Miles se sonrojo del pánico.

―El padre de Ben no está cien por ciento seguro de que Astrid este diciendo
la verdad. Este consejero es un hombre llamado Klaus. Es un brujo
extremadamente poderoso.― Quinn metió sus puños en los bolsillos.
―Personalmente no quiero que Astrid este a solas con ese idiota. Puede usar
la magia cuando quiera y eso lo hace peligroso.

―Estoy de acuerdo.― Ben sujeto las manos temblorosas de Miles. Miro hacia
abajo para ver a Miles. ―Miles, te prometo lo mismo que le prometí a Astrid.
No se va a ningún lado sin nosotros. Somos su familia, y nadie nos separará.

―Es cierto. Nadie se lleva a nuestro brujo.― Dijo Trevor mientras golpeaba
el aire con el puño. Todos los ojos se volvieron para ver su exagerado gesto.
―¿Qué? Es cierto. Ese chico encuentra la manera de irse metiendo en tu
corazón.― Trevor se encogió de hombros. ―Es el hermanito que nunca tuve.

―Eso es muy gracioso puesto que ese brujo es más grande que tú.― Quinn
dijo mientras se recargaba contra la pared.
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―Entiendo lo que quieres decir Trevor.― Dijo Ben mientras veía a los
hombres alrededor de la habitación. ―Creo que todos estamos de acuerdo en
que Astrid se queda con nosotros, y no dejaremos que nada lo lastime.

Todos los guerreros asintieron, mostrando que estaban de acuerdo. Algunos


incluso lo dijeron en voz alta. El orgullo por sus hombres lleno el corazón de
Ben. Juntos se mantendrían a salvo y no dejarían que un consejero
experimentado del maldito consejo separara a su creciente familia.

Mientras los guerreros y Trevor se dirigían a la cocina para cenar, Miles hizo
que Ben se quedara atrás.

―¿Qué sucede cariño?― Pregunto Ben.

―Solo quería agradecerte por todo. Por rescatarme y por acoger a Trevor y a
Astrid. Verdaderamente eres un hombre sorprendente.

Ben envolvió sus brazos alrededor de la cintura de Miles, y lo levanto para


que descansará contra su pecho. ―Recuérdalo cuando más hombres malos
allanen nuestra casa o cuando tengamos que pelear otra batalla.― Ben se rió
ante la mirada de horror de Miles.

―Sé que ser mi pareja va a tener sus altas y sus bajas, pero ahora nunca te
dejaré.― Ben se inclinó para besar los labios de Miles. ―Y que te amaré por
toda la eternidad.

Miles le sonrió a Ben. ―No quisiera otra cosa. Te amo, Ben, en las buenas y
en las malas. Eres mío, y no me voy a ninguna parte, así que acostúmbrate.

―Ya me acostumbre.

Ben camino hacia la cocina donde los otros estaban reunidos. Podía escuchar
la conversación y la plática mientras se acercaba a la puerta. Ben sabía que los
momentos como esté eran poco y poco frecuentes. Con Lucian fugitivo, el
consejo involucrándose en los asuntos de su equipo y una búsqueda
interminable de paranormales malvados, Ben solo quería disfrutar de este feliz
momento con su pareja y sus hombres.
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Caminaron por debajo del arco hasta las carcajadas. Miles le sonrió y dijo muy
bajo, ―Te amo― Ben le sonrió a su pareja. Con Miles a su lado podría
derribar cualquier obstáculo.

FIN

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ACERCA DEL AUTOR
AJ Jarret vive actualmente en el medio oeste con su esposo y sus cuatro hijos.
Es fanática de los romances B/B, por lo que comenzó a escribir sus propias
historias para que los demás las disfrutaran. Le gusta que sus personajes sean
antagónicos el uno del otro, pero con el tiempo encuentran el final feliz. Cree
que el amor puede encontrarse en los lugares más locos y un poco de sentido
del humor no le hace daño a nadie, además para ella no hay nada más sexi que
dos hombres encontrando su alma gemela y enamorándose. Cuando no está
persiguiendo a sus hijos, la verás sentada en un sillón con su confiable laptop
dándole vida a las voces que hay en su cabeza.

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CRÉDITOS

KATI LUNA, CLAU Y PERVY

Nuestro agradecimiento al Staff de

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