Anda di halaman 1dari 2

ENSAYO CRÍTICO

“La combinación de narradores en Cumbres Borrascosas”


Durante el siglo XIX la novelística adoptó rasgos predominantes provenientes de los
movimientos románticos y realistas que acontecieron en aquella época. Las transformaciones
acaecidas en estos períodos introdujeron diversos cambios entre los que se destacan los nuevos
procedimientos para narrar.

La novela escrita por Emily Brontë, en la primera mitad del siglo XIX, “Cumbres
Borrascosas”, refleja la transición entre los movimientos ya mencionados. Centrándonos en esta,
tomaremos como base la concepción planteada en “El narrador en el relato” de Cabo
Aseguinaloza, Fernando y Rábade Villar, María en Manual de Teoría de la Literatura, priorizando
el concepto de focalización. A partir de esta teoría, manifestaremos la hipótesis de que el
narrador cuenta la historia de forma veraz, atrayente y sin fisuras a través de ciertos rasgos en
los que se vislumbran huellas de la fusión y complementación de las corrientes ya nombradas, con
el fin de determinar y destacar su participación, su función, su modo de relatar y las estrategias
utilizadas.

Desde un principio en este relato, de estructura bastante original para su época, nos
encontramos con un narrador situado en el interior de un personaje. Puede hablarse por lo tanto
de focalización interna que, según plantea Gerard Genette, “restringe la percepción del narrador
a la de uno o varios personajes. Supone un grado de conocimiento relativo o parcial, se halla
dentro de la historia y posee cierto grado de participación.”

Cumbres Borrascosas constituye un ejemplo de focalización interna variable, ya que dos


personajes (Lockwood y Elena Dean) recuentan lo sucedido. Cuando narra Lockwood nos hace
pensar cómo piensa él, solo vemos lo que él ve. Es un personaje con cierta distancia, pero su
posterior conocimiento de los eventos le permite tanto a él, como a los lectores, entrar al centro
de la historia gracias a la subsiguiente narración de Elena, quien sí participa de plenamente de su
desarrollo, siendo su saber igual al de los demás participantes de la ficción.

Lockwood es quien narra los primeros capítulos desde su llegada a Cumbres, en donde
queda impresionado por creer haber visto el fantasma de Catalina Earnshaw. A raíz de este
suceso le solicita a Elena Dean que le relate la historia de los dueños de la casa: “Me gustaría
conocer la historia de la linda viudita… Le pregunté a la señora Dean por qué alquilaba Heathcliff
la Granja de los Tordos y prefería vivir en un lugar y residencia tan inferior” (de Emily Brontë,
Cumbres Borrascosas, capítulo IV). La misma accede a su pedido y comienza su relato: “Antes de
que viniera yo a vivir aquí – comenzó sin esperar más invitación – estaba casi siempre en Cumbres
Borrascosas porque acostumbraba a jugar con los niños”. En este punto Elena se convierte en una
narradora “secundaria” dentro de la narración mayor, pero incluso cuando ella cuenta su relato
hay veces en las que cita una carta o las declaraciones de otro personaje, incorporándose así un
tercer narrador: “A los quince días recibí una larga carta… La leeré porque aún la guardo.
‘Querida Elena: Llegué anoche a Cumbres Borrascosas y oí por primera vez que Catalina había
estado y aún está muy enferma.’” (de Emily Brontë, Cumbres Borrascosas, capítulo XII).

A medida que avanza la novela descubrimos las temáticas principales: amor/odio,


venganza, celos, peleas, discusiones, aspectos característicos del movimiento romántico: “La
expresión del rostro de Catalina era como un paisaje, en él se sucedían las sombras y la luz del
sol, pero las sombras permanecían más tiempo y el sol era pasajero. Su pobre corazón le
reprochaba ese olvido momentáneo del dolor” (de Emily Brontë, Cumbres Borrascosas, capítulo
XXVII). Se exalta aquí lo individual, lo subjetivo, la nostalgia por lo inalcanzable.
Podemos visualizar también la presencia de cualidades de la literatura gótica: la locura, la
oscuridad, lo sarcástico, apariciones, etc.: “Relampagueó la luz en sus facciones mientras yo
hablaba. ¡Oh, señor Lockwood, no pude expresar el terrible sobresalto que me causó la
momentánea visión! ¡Aquellos negros y profundos ojos! ¡Aquella sonrisa y palidez espectral! No
me pareció el señor Heathcliff sino un mal espíritu y, en el colmo del terror, dejé doblarse la vela
hacia el muro y me hallé en la oscuridad” (de Emily Brontë, Cumbres Borrascosas, capítulo
XXXIV).

No obstante, el realismo va entrando de a poco a través de largas descripciones: “De un


paso nos encontramos en la sala, sin franquear antes galería ni vestíbulo alguno; aquí la sal se
llama ‘la casa’ por excelencia y reúne generalmente cocina y sala de recibo… Encima de la
chimenea había varias escopetas feas y viejas y un par de pistolas de arzón, y, como adorno, tres
cajas de colores chillones estaban alineadas a lo largo de la repisa. El suelo era liso, de piedra
blanca, las sillas de respaldo alto y formas anticuadas, pintadas de verde; una o dos, negras y
macizas, acechaban en la sombra. En un arco debajo del aparador descansaba una enorme perra
de muestra, de color pardo oscuro, rodeada por un enjambre de cachorros chilladores, y otros
perros yacían en los demás escondrijos” (de Emily Brontë, Cumbres Borrascosas, capítulo I).

Con todos estos rasgos el lector va descubriendo cosas junto a Lockwood, a lo largo de la
novela, por ello la obra logra atraparlo de manera creativa y apasionante, ya que luego queda
con la sensación de haber presenciado fragmentos de aquella conflictiva pero veraz historia.

Luego de habernos sumergido en la lectura de esta cautivante novela arribamos a la


conclusión de que Cumbres Borrascosas es el ejemplo perfecto de la fusión de dos estilos que
caracterizaron a la novela decimonónica y es el narrador quién manipula al lector por medio de la
forma en que emplea el lenguaje y estructura los hechos.

AUTORAS:

 Campos Giménez, Marianela


 Díaz Rodríguez, Mayra
 Figueroa, Noelia
 Isaurralde, Florencia

Anda mungkin juga menyukai