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Las personas suelen tener pautas de comportamiento repetitivas y la Sociología se basa en

el estudio de esos comportamientos ya que lo social se produce mediante un cierto orden,


lo cual produce una serie de coordenadas. Para dar una explicación a estas pautas se han
desarrollado los términos de sociedad y cultura los cuales son complementarios el uno del
otro.

Cultura y personalidad.
Es de extrema importancia el influjo real en el sociocultural en la personalidad no tomada
esta pro el sentido de temperamento y puesto que se define como contornos sociales
estereotipados conformados por la cultura. En todas sociedades existen tipologías
predominantes de personalidad llamadas personalidades básicas que se forman pro el
conjunto de características concordantes con el orden total de las instituciones. Los
individuos son productos de sociedades diferentes.
Esta interrelacion entre cultura y personalidad plantea que en la mayoría de las situases se
reflejan las influencias del contexto social y este puede ser reflejado a través de los
sistemas de personalidad. Así la comprensión de la estructura social deberá pasar por la
comprensión de los factores de personalidad.
Estudios sobre las sociedades desarrolladas dan como tipo en los medios agrarios a la
personalidad dirigida por tradición, en aquellos en fase de industrialización con el tipo
dirigido internamente por sus propios criterios y el dirigido por otros que se encuentra en
las sociedades terciarizadas.
Personalidad puede verse como un producto de la estructura social o viceversa o de
manera interdependiente, pero sea cualquiera el enfoque hay unos supuestos básicos.
Las instituciones sociales transmiten los valores básicos y realizan el control social para
minimizar el comportamiento desviado. La personalidad contribuye al mantenimiento de
los sistemas sociales y determina las características de las instituciones.
En toda sociedad existen unas características de comportamiento y funciones iguales a
todos los individuos, una universalidad de terminadas exponencias comunes. Según
Kardmer que separa las instituciones en primarias o secundarias. No siempre que los
individuos adoptan una pautas comunes, en parte por unos márgenes de libertad
inherentes a cualquier individuo, los desajustes culturales existentes hoy en día lo cual
demuestra que:
Ø Existen mas clases de variación de la personalidad de las clasificadas.
Ø En sociedades concretas se dan distintos grados de ajuste:
Ø Mas grados de conflictos por la diversidad de roles que ha de realizar un individuo que
pueden llevar a incertidumbre en la conducta.
La sociedad actual es pluricultural con lo cual existe la posibilidad de que un individuo
cumpla y a la vez realice una transgresión actuando sobre la misma norma. Se dan
asimismo actuaciones de carácter grupal y criterios de conformismo en los cuales se busca
la seguridad en esas pautas de actuación.
La dialéctica cultura-personalidad es muy compleja a partir de las influencias de la
sociedad desarrolladas en unos contextos sociales muy complejos y con una fuerte
heterogeneidad de las influencias culturales.

OTRO AUTOR.

La cultura es un sistema de significados (creencias, valores, normas, actitudes, conductas,


conocimientos, habilidades…) compartido por un grupo determinado, que habla una
lengua común, en un periodo histórico específico y en una región geográfica concreta.

Su función es mejorar la adaptación de los miembros que pertenecen a la cultura, a las


características ecológicas del lugar en el que viven, pero también incluye el conocimiento
que la gente necesita para funcionar de forma efectiva en su ambiente social.

Todo el sistema de significados que constituye la cultura debe ser aprendido por cada
generación mediante el proceso de socialización, a través de las prácticas de crianza de los
padres, las escuelas y otras instituciones sociales.

Existe una gran heterogeneidad intracultural en el grado en el que las personas


internalizan y usan las normas culturales, dependiendo de sus preferencias, estados de
ánimo, situaciones concretas…
No existe una única correspondencia entre personalidad y cultura, sino solo vínculos
probabilísticos, de tal forma que la cultura incrementa la probabilidad de ciertos
comportamientos consistentes de la sociedad.

La persona se adapta al marco cultural, desarrollando su propio y único conjunto de


tendencias de respuesta, orientaciones cognitivas, metas y valores.

Se estima que aprox. el 60% de los individuos de una cultura se comportan de acuerdo
con el sistema de significados compartidos por los miembros de la misma.

La dimensión de diferenciación cultural que más atención ha recibido ha sido la de


individualismo-colectivismo (grado en que la persona está integrada en el grupo) ⇒ en las
culturas colectivistas la unidad básica de actuación es el grupo, mientras que en las
individualistas es la persona.

Según Triandis el colectivismo hace referencia a un conjunto de significados y prácticas


que propicia que las personas:

enfaticen la conexión con su grupo, considerándose interdependientes del mismo

se describan a sí mismas más como miembros del grupo que como individuos

crean que la conducta social está más determinada por los elementos externos que por
los internos

enfaticen las metas colectiva

Según Triandis el individualismo es un conjunto de significados y prácticas que produce


que las personas:

enfaticen el carácter único e independiente del individuo

se describan a sí mismas mediante atributos personales

crean que la conducta social está más determinada por estos atributos personales que por
las características externas
den prioridad a sus metas personales sobre las del grupo

Las sociedades tradicionales del este de Asia, África, Latinoamérica y las islas del Pacífico
son colectivistas, mientras que las culturas del Norte de América, Australia y Europa son
individualistas, aunque quedan algunas comunidades colectivistas en el sur de Italia, la
Grecia rural y este de Europa.

Modelos teóricos en el estudio de la personalidad y la cultura

Existen 2 perspectivas en el estudio de la personalidad y la cultura  la psicología cultural y


la psicología transcultural.

La psicología cultural enfatiza:

la constitución mutua de cultura y personalidad, la personalidad no se puede separar del


contexto social y cultural en el que se desarrolla y se expresa por lo que se considera que
la personalidad se construye socialmente a través de las interacciones entre el individuo y
su ambiente cultural.

el estudio de los aspectos específicos o indígenas de cada cultura, a los que se denomina
émicos (palabra que deriva de fonémico que hace referencia a los sonidos específicos de
cada lengua) por lo tanto, hacen descripciones de los fenómenos psicológicos muy
contextuales.

el estudio de los procesos como expectativas, atribuciones, creencias, motivos…

el empleo de metodología experimental.

La psicología transcultural enfatiza:

considera que cultura y personalidad son entidades distintas, entendiendo que la cultura
es la VI que tiene influencia en la personalidad que sería la VD.

se centra en los aspectos universales de todas las culturas, denominaos éticos (que deriva
de fonético que se refiere a los sonidos idénticos en todas las lenguas) y por ello sus
estudios se focalizan en la comparación de diferentes culturas con el fin de encontrar
estos universales culturales.

pone énfasis en el estudio de las diferencias individuales (vs. Procesos) sobre todo los
rasgos.

metodológicamente se centra en el empleo de cuestionarios estandarizados tradicionales.

Personalidad y cultura

La psicología cultural se centra principalmente en el estudio de los procesos


(motivacionales, emocionales, cognitivos) mientras que la psicología transcultural se ha
focalizado sobre todo en el estudio de los rasgos.

El self

Constructo que integra de forma holística el conjunto de características de personalidad


del individuo.

El self hace referencia a cómo la persona se ve a sí misma y cómo se evalúa. A su vez, este
conjunto de esquemas autoreferentes que constituyen lo que se denomina self, incluye, e
incluso determina la experiencia individual, es decir, cómo se percibe el mundo, o cómo se
piensa, siente y actúa.

El self se va constituyendo a través de la interacción del individuo con el ambiente


cultural. Mediante esta interacción el individuo capta los significados del ambiente. El
autoconcepto que emerge en las culturas individualistas difiere sustancialmente del que
surge en las sociedades colectivistas ⇒ se distingue el self independiente, propio de las
culturas individualistas, del self interdependiente, más frecuente en las sociedades
colectivistas.

Distintas construcciones del self en función de la cultura en la que se desarrolla:

En las culturas individualistas:


las personas se perciben como independientes, autónomas y completas o intentan lograr
esa autonomía e independencia.

acentúan los límites entre el “yo” y los “otros”, percibiéndose como agentes separados
que actúan para conseguir sus propias metas, siendo algunas de las más importantes
intentar ser único y autosuficiente.

es el propio self el que actúa como fuente de acción y motivación.

se describen en mayor medida con una seria de atributos internos (rasgos, preferencias,
deseos…) que consideran que son los que predominantemente determinan y causan la
conducta.

se experimentan a sí mismas como relativamente inmutables a través de las situaciones,


haciendo todo tipo de cosas para mantener esta consistencia, pero por el contrario,
consideran que se puede cambiar el mundo, el ambiente circundante.

el que sea crea que el mundo es más mutable que el self propicia que se experimente una
percepción de control individual peculiar a la que se denomina control primario.

consideran que las acciones y propósitos que emprenden los seres humanos son
independientes y se ven como completas en sí mismas, las relaciones con los demás
juegan un rol menor en la identidad.

las relaciones son importantes, pero su importancia deriva de lo que pueden aportar al
self. Sirven para conseguir metas individuales o paliar necesidades, más que como un fin
en sí mismas.

En las culturas colectivistas:

las personas se experimentan a sí mismas como interdependientes de los demás, se


sienten en conexión con los miembros del grupo al que pertenecen.

su self está inherentemente conectado con los demás y los individuos se ven como
agentes conjuntos que actúan en sintonía con las metas y deseos de los otros cercanos.
algunas de las metas más importantes son conseguir ser similar a los otros y lograr su
respeto y para ellos, los otros son una fuente importante de acción y motivación.

se describen a sí mismas mucho más mediante relaciones y roles que con atributos
internos. El cambio de situación implica nuevos roles y distintas obligaciones, la conducta
está determinada mucho más por roles y normas sociales que por las características
personales.

el self interdependiente implica estar alerta a las necesidades, deseos y metas de los
otros, pero cuando se dice “los otros” no se hace alusión a todo el mundo, sino que se
refiere a los miembros del intragrupo (familia, amigos, grupo de trabajo…).

el self es fluido y puede cambiar en función de los distintos roles que se desempeñan y las
diferentes expectativas y demandas situacionales de los roles y las relaciones.

estos roles son relativamente inmutables. El mundo social se ve como duradero y


permanente, y por ello, la flexibilidad individual debe acomodarse a la inflexibilidad del
mundo social.

cuando el mundo es más fijo que el self, la gente demuestra control mediante el control
secundario o ajuste a las demandas situacionales.

la fuente de la acción no es el individuo autónomo sino que la acción individual .se


distribuye a través de la configuración de las relaciones con los otros.

las relaciones son muy importantes y tienen un fin en sí mismas.

ven a los miembros de su intragrupo como una extensión de su self, mientras que
mantienen la distancia con los miembros de los exogrupos.

El self interdependiente también incluye representaciones de atributos personales


(habilidades, rasgos…) que además pueden ser fenomenológicamente muy sobresalientes,
pero generalmente están subordinados al orden social y por ello son menos importante
en la regulación y predicción de la conducta.
A modo de síntesis: el self individualista es un muro que separa a la persona de los demás,
mientras que el self colectivista es un puente que la conecta con los demás seres
humanos.

Además de darse tan marcadas diferencias entre personas de distintas culturas en cómo
se perciben y describen a sí mismas, también se dan en cómo se valoran, o lo que es lo
mismo, en su autoestima.

Algunos autores han encontrado que las personas individualistas puntúan más alto en las
escalas de autoestima que las colectivas, pero algunos defienden que estas diferencias
culturales no son reales y se deben a la deseabilidad, puesto que en las culturas
colectivistas se valora mucho la modestia.

Se entiende que no es que tengan una menor autoestima, sino que informan menos
autoestima para comportarse de forma modesta. Sin embargo, algunos estudios usando
medidas implícitas de autoestima siguen encontrando que los colectivistas muestran una
autoestima más baja que los individualistas.

Ejemplo: en un estudio se empleó una medida implícita de autoestima, en la que los


participantes tenían que decidir si una serie de palabras relacionadas con rasgos de
personalidad, positivos o negativos les eran aplicables.

Los rasgos se presentaban en 2 condiciones de carga atencional: la condición de baja carga


y la condición de alta carga.

Resultados:

Mostraron que los tiempos de latencia en la condición de alta carga atencional eran
mayores que en la condición de baja carga.

No encontraron diferencias en el porcentaje de rasgos (positivos y negativos)

Los resultados más importantes fueron las diferencias encontradas entre japoneses y
euro-canadienses en el porcentaje de rasgos positivos y negativos.
El porcentaje de rasgos positivos que consideraron que les eran aplicables los euro-
canadienses era mayor que el de los japoneses. En conjunto, los euro-canadienses
mostraron una mayor autoestima que los japoneses.

La autoestima es uno de los predictores del bienestar más potentes en las culturas
individualistas, pero no en las colectivistas, en las que la armonía en las relaciones y la
adherencia exitosa a las normas son mucho más determinantes del mismo.

Motivación

En relación a la motivación, las personas individualistas se orientan más a conseguir el


éxito (motivación de aproximación), mientras que las colectivistas se orientan más a la
evitación del fracaso (motivación de evitación).

Este hecho implica que en los individualistas la motivación se incremente después del
éxito, mientras que en las colectivistas lo haga después del fracaso.

En las sociedades individualistas el mandato cultural fundamental para las personas es


conseguir ser una entidad única, independiente y autosuficiente, por lo tanto una
motivación importante será percibir el self lo más positivamente posible (mostrar una alta
autoestima).

Para conseguir mantener o aumentar la autoestima presentan lo que se conoce como


motivo de autoensalzamiento (tendencia a verse lo más positivamente posible) aunque
para ello tengan que sesgar o distorsionar la realidad. Esta motivación también les va a
llevar a intentar trabajar duro o persistir en tareas en que tengan éxito, y que por lo tanto
aumenten la probabilidad de aumentar la positividad del self y permitan mantener el
sentido del self como un agente eficaz.

En las sociedades colectivistas el mandato cultural más importante para las personas es
lograr el respeto y deferencia de los otros, lo que solo se puede conseguir cuando los
demás juzgan que uno se comporta adecuadamente, lo que a su vez, solo se logra en la
medida en que el individuo es capaz de vivir con las expectativas (frecuentemente
desconocidas) de los otros.

Dada su gran necesidad de ajuste al mundo social circundante, es natural que atiendan
selectivamente a los atributos negativos (autocrítica) y que sean especialmente
responsivos a los eventos que señalan negatividad y necesidad de mejora. Esta motivación
de automejora les lleva a trabajar duro y persistir en tareas en las que han fracasado y en
las que quieren mejorar.

El autoensalzamiento característico de los individualistas se logra de diferentes formas:

muestran un estilo atributivo defensivo, es decir, explican sus éxitos por causas internas y
sus fracasos por causas externas

cuando se comparan con los demás (compañeros, padres, profesores…) indican que son
mejores que los otros, y a la hora de definirse emplean muchos más atributos positivos
que negativos

Entre las personas de las culturas colectivistas, no solo no se da el sesgo de


autoensalzamiento que muestran los individualistas, sino que son muy autocríticos.
Aunque se había creído que la focalización en los aspectos positivos de uno mismo era la
única forma de motivar al self, la psicología cultural ha puesto de manifiesto que la
autocrítica también se asocia con el buen rendimiento.

En un estudio llevado a cabo por Heine se informaba a los participantes de que el objetivo
era valorar la relación entre creatividad e inteligencia emocional.

Los resultados permiten sugerir que las personas individualistas incrementan su


motivación después del éxito, mientras que las colectivistas lo hacen después de fracaso.

En el mismo estudio se les pregunto el grado en que creían que los ítems de la prueba
eran precisos, encontrando que los canadienses que habían tenido éxito consideraban la
prueba más precisa que los que habían fracaso, lo que denota autoensalzamiento. Sin
embargo, entre los japoneses no se mostraba autoensalzamiento pues valoraban igual de
precisa la prueba tanto si había tenido éxito como si habían fracasado.

En relación al autoensalzamiento, se ha encontrado que los colectivistas sí muestran los


sesgos típicos de favorabilidad (autoensalzamiento cuando se refiere a uno mismo) pero
cuando valoran a su familia.

Cuando la gente actúa para influir en el ambiente, experimenta eficacia (creencia en la


propia capacidad y sentimiento de competencia) mientras que cuando las personas se
ajustan a su ambiente, especialmente cuando se ajustan a otras personas, reciben
respuestas interpersonales positivas y apoyo socioemocional y experimentan un
sentimiento de conexión con los demás.

La motivación de control, típicamente occidental, no necesariamente se expresa igual en


todas las culturas, ya que la percepción de control sobre los eventos es mucho mayor en
los euroamericanos que en los asiáticos e hispanos, pero sin embargo, tanto asiáticos
como hispanos perciben que tienen más control sobre sus propias características
personales internas.

Emociones y bienestar

Los procesos emocionales se dan en todas las culturas, pero existen marcadas diferencias
entre las sociedades en las emociones predominantes, la frecuencia con que se expresan y
la regulación y valoración de las mismas.

Se pueden distinguir entre emociones implicativas (tienen como referente a los demás) y
las emociones no implicativas (tienen como referente al yo, egofocalizadas). Esta
diferencia se puede hacer tanto entre las emociones positivas como entre las negativas.

En cuanto a los sentimientos positivos, las emociones como orgullo, autoconfianza o


sentimiento de superioridad (emociones no implicativas) suelen ser el resultado de la
satisfacción o confirmación de los atributos internos como metas, deseos o derechos.
Experimentar y expresar estas emociones afirma la identidad del self como una entidad
independiente.

Otras emociones positivas como la simpatía o los sentimientos de respeto, cercanía o


amistad (emociones implicativas) resultan del hecho de estar conectados con los demás
en las relaciones. Cuando estos sentimientos se experimentan y se expresan la armonía y
unidad se fortalecen y se percibe el self como implicado en estas relaciones.

Las emociones negativas como ira o frustración (emociones no implicativas) normalmente


derivan del bloqueo de metas, deseos o derechos, o de interferencias en creencias. Este
tipo de emociones motivan para eliminar la amenaza y restaurar el sentido de
independencia.

Otras emociones negativas como la culpa o la vergüenza (emociones implicativas) resultan


de algún tipo de fracaso producido en las relaciones con los demás y motivan al individuo
para cambiar su comportamiento y restaurar la armonía y unidad que se dan en las
relaciones.

Se ha encontrado que los japoneses experimentan y expresan más emociones implicativas


que no implicativas (tanto positivas como negativas) mientras que los americanos
presentan el patrón contrario.

En el estudio de Kitayama los participantes tenían que valorar la intensidad con que
habían sentido una serie de emociones, tanto implicativas como no implicativas.

Los resultados mostraron una interacción significativa donde los americanos mostraron
más emociones no implicativas que implicativas, mientras que entre los japoneses fue al
revés.

Japoneses:

informan de menos emociones, menos intensas y de más corta duración que los
americanos.
están más atentos a la información extra individual, dedican gran parte de sus recursos
atencionales a los demás y al ambiente circundante y atienden menos a sus emociones.

las emociones juegan un rol menos importante en la vida diaria, no son importantes
predictores del bienestar.

tienden a controlar la expresión emocional para mantener las relaciones armónicas con
los demás.

han desarrollado estrategias para evitar la expresión de emociones negativas como la ira
que pueden ser amenazantes para el self interdependiente.

Ejemplo: en china las discusiones tienen una estructura clara, explícitamente diseñada
para prevenir el conflicto. Los japoneses expresan ira a los extraños pero no a las personas
cercanas, todo lo contrario que en las culturas occidentales. Entre los occidentales se
siente culpa por violar un principio moral o ley, mientras que entre los chinos se siente por
dañar a otros psicológicamente.

sentir orgullo por los propios logros se considera arrogancia y se procura su evitación,
pero si está bien considerado sentir orgullo por acciones dignas de elogio de los otros
miembros del grupo.

Norteamericanos:

desarrollan una sensibilidad especial para detectar cualquier cambio interno.

informan de más emociones, más intensas y de más larga duración que los japoneses.

las emociones son uno de los factores que más influyen en el bienestar, juegan un rol
importante en la vida diaria.

Resumiendo ⇒ en las culturas colectivistas, las emociones emergen como fenómenos


relacionales y reflejan el estado de estas relaciones, mientras que en las culturas
individualistas se refieren mucho menos al ambiente social y más a los aspectos subjetivos
e intrapersonales. En las culturas colectivistas, las emociones se apoyan más en las
valoraciones de valía social o en cambios en esa valía y reflejan más las relaciones del self
con los demás y la realidad externa que el mundo interno del individuo.

Predictores de la felicidad en las sociedades individualistas son: la autoestima, las


emociones positivas, el logro de metas personales y la percepción de control personal. La
felicidad se asocia al predominio de emociones positivas sobre las negativas. Se
experimentan como opuestas correlacionando muy poco y negativamente.

Predictores de la felicidad en las sociedades colectivistas son: la armonía social, la


adaptación a las normas sociales, el logro de metas interpersonales, la percepción de
conexión social y el apoyo emocional de los demás. La felicidad se relaciona con el balance
entre emociones positivas y negativas y las experimentan simultáneamente y
correlacionan alta y positivamente. Creen que lo positivo contiene, en sí mismo, lo
opuesto o negativo (yin- yang). Ejemplo: algo bueno puede causar envidia o celos en los
demás, mientras que algo malo, puede provocar la simpatía de los otros. Estas creencias
sugieren que, aunque las emociones positivas son deseables, no deben ser excesivas para
no producir consecuencias negativas.

Cognición

Error fundamental de atribución consiste en sobreestimar las causas internas e


infravalorar las situacionales en la explicación de la conducta. Este sesgo no es universal
como se creía y es mucho más débil en las culturas colectivistas.

Las culturas colectivistas, usan en mayor medida que las individualistas, causas de tipo
situacional para explicar la conducta.

Los orientales, respecto a los occidentales, atienden más al ambiente y además, prestan
atención a un rango más amplio de eventos simultáneamente, por lo que atienden tanto
al objeto como al campo, mientras que los americanos se centran más en el objeto. Por
ello se dice que en los colectivistas la atención es más holística, mientras que en los
individualistas está focalizada.
Los orientales no se enfrentan de la misma forma a las contradicciones que los
occidentales. Ejemplo: cuando se enfrentan a proposiciones contradictorias, los chinos las
ven igual de plausibles, como si se vieran obligados a encontrar méritos en ambas, sin
embargo, los americanos eligen una. Los americanos intentan evitar las contradicciones y
cuando se les presentan argumentos contradictorios, los intentan eliminar seleccionado
de la información que les interesa, lo que les lleva a ignorar información útil. Los chinos
aceptan la contradicción como una parte de la vida y cuando se enfrentan con
argumentos contradictorios aceptan ambos y no hacen esfuerzos para resolver la
inconsistencia.

El rechazo o aceptación de las contradicciones pone de manifiesto 2 formas diferentes de


pensamiento en las distintas culturas:

el pensamiento analítico (predominante en las culturas individualistas): implica la


separación del objeto del contexto, una tendencia a focalizarse en los atributos el objeto,
lo que propicia que se le asigne a diferentes categorías, y una preferencia por usar reglas
sobre las categorías para explicar y predecir el comportamiento del objeto.

el pensamiento holístico (propio de las colectivistas): implica una orientación al contexto o


campo como un todo, incluyendo las relaciones entre el objeto focal y el campo y la
preferencia por explicar y predecir los eventos de acuerdo a sus relaciones. Es un
conocimiento basado en la experiencia más que en la lógica abstracta y es además
dialéctico, con énfasis en el cambio, la necesidad de múltiples perspectivas y búsqueda de
un punto medio entre proposiciones opuestas.

Se ha encontrado que los occidentales se basan en la lógica, pero los orientales, aún
dominando la lógica, se fundamentan más en la experiencia.

Los coreanos y americanos rinden igual en los ítems abstractos, lo que indica que no hay
diferencias culturales en la capacidad de razonamiento, sin embargo, los coreanos
presentan una especie de “sesgo de creencia” (juzgar los silogismos válidos como no
válidos si tenían conclusiones no probables).
Rasgos

La psicología transcultural tiene como objetivo fundamental demostrar que los rasgos, son
universales y se presentan en todas las culturas.

La psicología cultural no pone en duda la existencia de los rasgos en las diversas culturas,
sino su relevancia.

La estructura de los 5 grandes emerge en países de América del Norte y del Norte de
Europa. Sin embargo, en otros países emergen dimensiones indígenas o específicas,
mientras que no se obtienen algunos de los 5 grandes.

Las dimensiones indígenas parecen mucho más predictivas que cualquiera de las 5
dimensiones básicas.

Se ha comprobado que en las culturas no occidentales, los roles y normas sociales son más
predictivos del comportamiento que los atributos internos. El menor poder predictivo de
los rasgos se ve reafirmado por el hecho de que las personas de culturas colectivistas
tardan mucho más en definirse a sí mismas en comparación a las individualistas. Dado que
la conducta de los individuos colectivistas depende más de los roles que desempeñan, es
mucho menos consistente a través de las situaciones, que la de las personas
individualistas.

Resumiendo ⇒ En las culturas occidentales, el sentido de consistencia o coherencia deriva


de la identificación de características internas que se asume son estables y duraderas,
mientras que en oriente, la coherencia y predictibilidad proviene de los roles, relaciones y
obligaciones que son las que se perciben como estables y duraderas.

Consideraciones finales

La psicología cultural considera que personalidad y cultura se influyen mutuamente. Sin


embargo, los estudios se han centrado en cómo en las diferentes culturas, los individuos
desarrollan diferentes patrones de comportamiento, pero se ha prestado muy poca
atención a los procesos mediante los que la persona puede influir en la cultura.
Aunque la psicología cultura defiende que la personalidad se construye socialmente, a
través de las continuas interacciones del individuo con el ambiente, sus estudios se
centran en los efectos de esas interacciones, pero no en la interacción en sí misma.

Los efectos de la interacción se observan cuando las personas se comportan


diferencialmente en las distintas culturas.

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