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PENSION DE INVALIDEZ

Sentencia T-509 de 2010


¿EL ISS HA VULNERADO LOS DERECHOS FUNDAMENTALES A
LA VIDA, A LA SALUD, A LA SEGURIDAD SOCIAL Y A LA
IGUALDAD INVOCADOS POR EL ACCIONANTE AL NEGARLE EL
RECONOCIMIENTO DE LA PENSIÓN DE INVALIDEZ, BAJO EL
ARGUMENTO QUE NO CUMPLE CON LOS REQUISITOS
SEÑALADOS EN EL DECRETO 758 DE 1990 (ACUERDO 049 DE
1990), LOS QUE SON NECESARIOS PARA TAL
RECONOCIMIENTO, ELLO ES, POR NO REUNIR EL MÍNIMO DE
SEMANAS COTIZADAS PARA TAL RECONOCIMIENTO?

En primera medida se debe establecer si es a la justicia ordinaria laboral o


contencioso administrativa a quien le compete resolver tales asuntos, pues por
corresponder a problemas de naturaleza legal, escapan a la competencia del
juez constitucional, pero la corte constitucional ha considerado, de manera
excepcional, la viabilidad de la acción de tutela para ordenar el
reconocimiento, restablecimiento y pago de derechos pensionales, aún en
presencia de otros medios de defensa judicial, cuando se ha advertido que de
tal reconocimiento depende la protección de otros derechos de tipo
constitucional. De manera que en el caso de la pensión de invalidez, la
posición jurisprudencial es distinta, pues cuando se ha impartido la orden de
reconocer y pagar una pensión de invalidez, ello ha sido en razón de que esta
prestación, además de gozar de una garantía constitucional reforzada cuando
está en juego el mínimo vital de su titular y el de su núcleo familiar, la
evolución conceptual desde el punto de vista jurisprudencial se ha encaminado
al reconocimiento de la pensión de invalidez como un derecho fundamental.
Así mismo, debido a que la Carta Política ha dispuesto una especial protección
a ciertos grupos sociales como los niños, las mujeres embarazadas, los
ancianos, las minorías étnicas o las personas que sufren de algún tipo de
discapacidad, pues respecto de estas, el juicio de procedibilidad ha de ser
menos riguroso. Simultáneamente el juez de tutela debe analizar las
circunstancias particulares del caso concreto, para determinar la viabilidad de
ésta vía judicial, por lo tanto, se puede establecer que el problema que nos
atañe es realmente de carácter constitucional, de modo que la protección por
esta vía excepcional es factible y obligatorio.
Ahora bien, adentrándonos en el concepto de si el accionante tiene derecho a
la pensión de invalidez, se tiene que ésta es una prestación que se orienta a la
protección de los riesgos o contingencias surgidas con ocasión de algún estado
de incapacidad del trabajador, a consecuencia de una disminución sustancial
de su capacidad laboral que le impida seguir trabajando. Así, con la entrada en
vigencia de la Ley 100 de 1993, se considera como inválida la persona a quien
se le haya calificado una disminución o pérdida de su capacidad laboral igual
o superior al 50% de su potencial laboral. Calificada la condición de invalidez
de un trabajador, la carga prestacional que se reconozca a partir de tal
condición será asumida por el sistema de seguridad social en los términos
consagrados en el artículo 48 de la Constitución Política, en tanto le
corresponde al Estado, dirigir, coordinar y controlar el sistema de seguridad
social con sujeción a los principios de eficiencia, universalidad y solidaridad.
En el presente caso, se advierte que la calificación del accionante como
inválido en un 60%, la necesidad de procurarse un ingreso para él y su familia,
y de cubrir su seguridad social, lo obligó a cotizar interrumpidamente al
sistema por más de 15 años, y todo ello, a consecuencia del desconocimiento
por parte de la entidad accionada de principios constitucionales y de sus
condiciones particulares.
Los operadores jurídicos, tienen el deber de aplicar el principio de
favorabilidad consignado en el artículo 53 Superior, asegurando de esta
manera, que en los eventos en que exista duda acerca de cuál norma aplicar, se
opte por la más beneficiosa para el trabajador. Además, se debe tener en
cuenta el principio de progresividad que incorporaba el cambio normativo
aportado por la Ley 100 de 1993, y al cual el accionante tiene derecho a
beneficiarse en tanto ha hecho aportes bajo dicho régimen legal. Por ello, la
entidad accionada hace una equivocada aplicación de la ley al caso concreto.
Para el mes de marzo de 1996, fecha en que se calificó la invalidez del
accionante, ya se encontraba vigente la Ley 100 de 1993. Así, a pesar de la
estructuración de la invalidez en febrero de 1994, el accionante había cotizado
al sistema como mínimo desde esa fecha y hasta el mes de marzo de 1996,
momento de la calificación. Ello supone que el accionante alcanzó a cotizar
numerosas semanas durante ese lapso de tiempo, aportes que al momento de
estudiarse la petición de reconocimiento pensional se deben tener en cuenta
para no negar dicha prestación. Además, es posible confirmar que tales
cotizaciones se dieron, pues tal y como se relata en los hechos de la demanda
de tutela, el accionante se encontraba laborando y cotizando al sistema cuando
fue incapacitado por ciento ochenta días, por la EPS del ISS, entre el 11 de
septiembre de 1995 y el 10 de febrero de 1996. Ello implica la generación de
numerosas semanas cotizadas ya bajo la vigencia de la referida Ley 100 de
1993, que, sumadas con las causadas con anterioridad a la fecha de la
estructuración de la invalidez, son más que suficientes para que le sea
reconocida la correspondiente pensión.
Además, se confirma que el accionante siguió cotizando más allá del 10 de
febrero de 1994, fecha de la estructuración de su invalidez, y más allá del 27
de marzo de 1996 hasta llegar incluso hasta el mes de marzo de 2009, son
hechos que se desprenden del contenido mismo de la resolución No. 030370
proferida el de junio 6 de 2009, por el ISS-Pensiones. En virtud de esto, se
debe conceder la acción de tutela.

PENSION DE SOBREVIVIENTES.
SENTENCIA T-12/16
¿CORRESPONDE A LA SALA DE REVISION DETERMINAR SI LA
UGPP VULNERÓ LOS DERECHOS FUNDAMENTALES DE LA
ACCIONANTE, PERSONA DE LA TERCERA EDAD, AL NO
RECONOCERLE EL DERECHO A LA SUSTITUCION PENSIONAL
QUE RECLAMA EN CONDICION DE CÓNYUGE DEL CAUSANTE,
ADUCIENDO QUE SE SUSCITA CONTROVERSIA ENTRE LAS
BENEFICIARIAS, POR EXISTIR UNVINCULO MATRIMONIAL
PREVIO Y AL PARECER UNA UNION MARITAL DE HECHO
VIGENTE AL MOMENTO DE LA MUERTE DEL PENSIONADO?
La acción de tutela es improcedente para solicitar el reconocimiento y pago de
prestaciones derivadas del derecho a la seguridad social, pues para ello, el
legislador ha previsto otros medios y recursos judiciales para que la autoridad
competente, bien sea en la jurisdicción ordinaria laboral o en la contenciosa
administrativa, decida los conflictos relacionados con el reconocimiento de las
pensiones de vejez, invalidez, sobrevivientes o el derecho a la sustitución
pensional, entre otras. El numeral 1º, del artículo 6º, del Decreto 2591 de
1991, sujeta la acción de tutela al principio de subsidiariedad, al señalar que
aquella será improcedente siempre que existan “otros recursos o medios de
defensa judiciales”, salvo que los mismos, atendiendo las circunstancias del
caso concreto, sean ineficaces para enfrentar la amenaza o la vulneración a los
derechos fundamentales. Entonces, la primera de las excepciones a la regla
general de improcedencia se concibe cuando a pesar de existir otros medios
ordinarios de defensa, la acción de amparo se promueve como mecanismo
transitorio, siempre y cuando el demandante demuestre la ocurrencia de un
perjuicio irremediable (Artículo 86 de la Constitución Política), en cuyo caso
la orden de protección tendrá efectos temporales sólo hasta el momento en que
la autoridad judicial competente decida en forma definitiva el conflicto
planteado. Dicho perjuicio, a partir de los lineamientos de la jurisprudencia
constitucional, debe reunir los siguientes elementos: ser inminente, es decir,
que se trate de una amenaza que está por suceder prontamente; ser grave, esto
es, que el daño o menoscabo material o moral en el haber jurídico de la
persona sea de gran intensidad; ser urgente, lo que significa que implique la
adopción de medidas prontas o inmediatas para conjurar la amenaza; ser
impostergable, esto es, se debe acreditar la necesidad de recurrir al amparo
como mecanismo expedito y necesario para la protección de los derechos
fundamentales. De otro lado, para la Sala la interposición de varias acciones
de tutela en forma repetida y reiterada es incompatible con el principio de cosa
juzgada constitucional. Esta Corte ha estimado que “los fallos judiciales
deben ser definitivos y capaces de concluir o culminar el litigio propuesto, de
lo contrario, las relaciones contenciosas nunca saldrían de la incertidumbre,
con grave perjuicio para los intereses de las partes”. Como respuesta a ese
imperativo se construyó la institución procesal de la cosa juzgada, la cual se
viene a constituir en el “fin natural del proceso.
A efectos de determinar la procedencia excepcional de la acción de tutela en
los casos seleccionados para revisión, esta Corporación ha expuesto que el
juez debe analizar las condiciones particulares del actor y establecer si el
medio de defensa judicial ordinario existente es lo suficientemente idóneo
para proteger de manera integral sus derechos fundamentales, ya que, en caso
de no serlo, el conflicto planteado trasciende el nivel puramente legal para
convertirse en un problema de carácter constitucional.
La acción de tutela resulta procedente para el estudio del caso concreto. Así
las cosas, la Sala entrará a resolver el problema jurídico que subyace en el
mismo.
Una vez fallecido el señor Arnulfo Mendoza Hernández, las señoras Luisa
Margarita Cabeza de Mendoza y Gloria Stella Fonseca Sánchez, la primera en
calidad de cónyuge supérstite y la segunda como compañera permanente, se
presentaron ante la UGPP a solicitar se les Reconociera como beneficiarias de
la sustitución de la pensión que disfrutaba en vida el causante. La entidad
demandada, mediante Resolución Núm. RDP 005027 del 5 de febrero de
2013, conforme al contenido del artículo 47 de la Ley 100 de 1993, negó la
solicitud de ambas peticionarias.
Concluyendo, la Sala se remitirá a las pruebas obrantes en el expediente a fin
de dilucidar: primero, si existió convivencia entre el causante y la accionante
al menos durante cinco años en cualquier tiempo, en aplicación de la
jurisprudencia sentada por la Corte Suprema de Justicia Sala Laboral,
segundo, si la actora dependía económicamente de su compañero, y tercero,
si la convivencia que entre ellos existió se dio de manera simultánea o en
tiempos diferentes al vínculo matrimonial vigente entre el de cujus y la señora
Gloria Stella Fonseca Sánchez. Luego de lo anterior, la Sala deberá analizar si,
efectivamente, hay lugar a conceder el amparo deprecado por la señora Luisa
Margarita Cabeza de Mendoza.
Entonces, la Sala, con base en criterios de “justicia y equidad”, le concederá a
la accionante el 50% de la pensión que era recibida por el señor Arnulfo
Mendoza Hernández, en atención a que logró demostrar que convivió con el
causante durante al menos 40 años, sin que su vínculo matrimonial fuera
disuelto, sin liquidar su sociedad conyugal, y sin que se dejara de lado el
auxilio y socorro mutuo que debe existir entre las parejas. Si bien, en la
presente providencia no se puede emitir una orden para la UGPP en favor de
la señora Gloria Stella Fonseca Sánchez, se prevendrá a la entidad accionada
para que una vez la nombrada señora, si a bien lo tiene, presente la
reclamación del 50% restante de la pensión causada por el señor Mendoza
Hernández, la misma le sea concedida de manera inmediata.
PENSION DE VEJEZ
Sentencia T-037/17

¿COLPENSIONES VULNERÓ LOS DERECHOS FUNDAMENTALES


A LA SEGURIDAD SOCIAL, A LA VIDA DIGNA Y AL MÍNIMO
VITAL DEL ACCIONANTE AL NEGARLE EL RECONOCIMIENTO
Y PAGO DE LA PENSIÓN DE VEJEZ, BAJO EL ARGUMENTO DE
QUE NO CUMPLE CON EL TIEMPO DE COTIZACIÓN EXIGIDO
EN EL ACUERDO 049 DE 1990, A PESAR DE QUE ACREDITÓ LA
COTIZACIÓN DE 1002 SEMANAS?

en el artículo 86 de la Constitución Política implica que por regla general no


puede utilizarse la acción de tutela para el reconocimiento y pago de derechos
pensionales, al existir mecanismos judiciales ordinarios, con los que pueden
debatirse los asuntos derivados del litigio pensional. Sin embargo, la
procedencia de la acción de tutela en estos casos, cuando existen otros medios
de defensa judicial, se sujeta a las siguientes reglas: primero, procede
como mecanismo transitorio, cuando a pesar de la existencia de un medio
ordinario de defensa, este no impide la ocurrencia de un perjuicio
irremediable, conforme a la especial situación del peticionario; segundo,
procede la tutela como mecanismo definitivo cuando el medio ordinario
dispuesto para resolver las controversias, no es idóneo y eficaz, conforme a las
especiales circunstancias del caso que se estudia. Además, tercero, cuando la
acción de tutela es promovida por personas que requieren especial protección
constitucional, como los niños y niñas, mujeres cabeza de familia, personas en
condición de discapacidad, personas de la tercera edad, entre otros. El
examen de procedibilidad de la acción de tutela es menos estricto, a través de
criterios de análisis más amplios, pero no menos rigurosos.
Uno de los principios que rigen la procedencia de la acción de tutela es la
inmediatez.
En conclusión, aunque es claro el carácter fundamental del derecho a la
seguridad social (en particular el derecho a la pensión), es innegable la
relación que existe entre éste y el derecho fundamental al mínimo vital, más
aún, cuando se trata de personas que se encuentran en estado de indefensión, y
son destinatarias de una especial protección constitucional, para que una
persona se pueda pensionar con las condiciones de monto, edad y tiempo
señaladas en el Acuerdo 049 de 1990 debe: 1. tener 60 o más años si es
hombre o 55 años de edad su es mujer al momento de solicitar la pensión y 2.
Demostrar como mínimo 500 semanas de cotización dentro de los 20 años
anteriores a la solicitud o 1000 en cualquier momento.
Por otra parte, COLPENSIONES vulneró los derechos fundamentales a la
seguridad social, a la vida digna y al mínimo vital del accionante al negarle el
reconocimiento de su pensión de vejez con base en el requisito de cotización
exclusiva al ISS, el cual no está previsto en el artículo 12 del Acuerdo 049 de
1990 y sobre el que se ha pronunciado la jurisprudencia constitucional para
descartar su regencia.

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