Por tanto, no es de extrañar que, tras una etapa de boom económico artificial, que
tuvo su origen en la creación de medios de pago en forma de expansión crediticia,
llegara inexorablemente una profunda recesión, cuyo detonante fue no sólo la
retirada masiva de fondos por parte de los príncipes napolitanos, sino también la
imposibilidad en que se encontró Inglaterra de devolver sus préstamos, y la caída
masiva del precio de los títulos de la deuda pública del gobierno de Florencia, que
se había financiado especulativamente con los nuevos préstamos creados de la
nada por los bancos florentinos. Se produjo así una generalizada crisis de
confianza que hizo que todos los bancos mencionados «saltaran» o quebraran de
los años 1341 a 1346. La quiebra de estos bancos perjudicó, como es lógico, a
todos los que tenían depósitos en ellos que, como mucho, y tras un prolongado
periodo de liquidación, tan sólo recibieron la mitad, un tercio o incluso un quinto de
sus depósitos. Afortunadamente, existe una crónica sobre las circunstancias
económicas y financieras de ese tiempo escrita por Villani, y que ha
desempolvado Carlo M. Cipolla. Villani manifiesta que en la recesión se produjo
una tremenda contracción en el crédito (lo que él gráficamente denomina
mancamento della credenza, es decir, una «escasez de crédito»), que agravó e
hizo aún más difícil la situación económica, motivando la quiebra en cascada de
industrias, talleres artesanos y comercios. La evolución de esta recesión
económica ha sido estudiada a fondo por Cipolla que muy gráficamente describe
el paso de la etapa de boom económico a la de crisis y recesión con las siguientes
palabras: la edad del «Cántico de las Criaturas dio paso a la edad de la Danza
Macabra». En efecto, según Cipolla, la recesión se prolongó hasta que, «gracias»
a los estragos de la peste, que disminuyó drásticamente el volumen de población,
la cantidad de dinero metálico y bancario per cápita pudo alcanzar un nivel
parecido al preexistente antes de la crisis, sentándose así las bases para una
ulterior recuperación.
Este exotismo desembocó en una locura compradora de tulipanes que duró varios
años, llegando a provocar la primera gran crisis financiera de la historia reciente.
En 1623 un solo bulbo de tulipán se podía vender fácilmente por 1000 florines,
mientras que el sueldo medio anual de un holandés era de 150 florines. Es decir,
un holandés medio debía trabajar durante casi 10 años para adquirir un bulbo de
tulipán exótico. Una tonelada de mantequilla valía 100 florines.
Usa 1929
Esto llevó a que la gente entrara en pánico, y quienes poseían dinero en cuentas
bancarias corrieron a retirarlo. Los bancos no eran capaces de hacer frente a tal
magnitud de reintegros, y además, como en los Estados Unidos se había tratado
de hacer frente al descenso de la demanda con una expansión del crédito a los
En los Estados Unidos, el descenso del consumo hizo que los stocks acumulados
crecieran, las inversiones se paralizaran y muchas empresas tuviesen que cerrar
sus puertas.
Corralito 1990
El corralito fue una medida que tomó el Gobierno de Fernando de La Rúa con la
intención de que el dinero de los bancos no se fuera de las fronteras de Argentina.
Consistía en que cada ciudadano no podía sacar del banco más de 250 pesos a la
semana.
Hay que recordar que se trataba de una época en la que los pagos no se
domicializaban en los bancos y las facturas de la luz, gas, electricidad, etc. se
pagaban al contado. Con lo que los argentinos tenían 250 euros semanales para
sobrevivir.
Algunos de los bancos cerraban las puertas ante las protestas de los ahorradores
que reclamaban su dinero. Ante esta situación se iniciaron las famosas
caceroladas, que se hacían en las puertas de los bancos que cerraban las
puertas.
El corralito terminó un año más tarde, después de que el Gobierno argentino fue
capaz de pagar la deuda de 11.073 millones de dólares.
Preguntas: