MCE
Sistema renal y
genitourinario del
RN: Embriología y
perspectivas
patológicas
Joshuan Barboza Meca. MCE
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L a re p re s e n t a c i ó n
común del desarrollo del
riñón en los mamíferos
incluye tres fases
sucesivas, que
empiezan con la
aparición del pronefros, el
homólogo en cuanto al
desarrollo del tipo de riñón
propio de los vertebrados
inferiores. En el embrión
humano la primera evidencia del
aparato urinario es la aparición de
grupos de cordones epiteliales
distribuidos de forma segmentaria,
que se diferencian del
mesodermo intermedio
anterior hacia el día 22 de
gestación (Carlson, et al. 2012) Fig. 1. Primeras etapas en el establecimiento del aparato urinario. A, Subdivisión
del mesodermo intermedio en las áreas que van a formar los nefrotomos, el mesonefros y el
metanefros. B, Corte transversal del mesonefros que muestra un túbulo mesonéfrico bien
desarrollado con sus vasos asociados. C, Progresión caudal de la formación del mesonefros
y degeneración de los segmentos más craneales del riñón primitivo. Obtenido de: Carlson
B. et al 2012.
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Una unidad mesonéfrica típica consta de un glomérulo vascular, que está rodeado en
parte por una cápsula epitelial glomerular. La cápsula glomerular continúa en un túbulo
mesonéfrico contorneado, que está circundado por una red de capilares. Cada túbulo
mesonéfrico se vacía por separado en la continuación del conducto néfrico primario, que se
convierte en el conducto mesonéfrico (de Wolff). La formación de los pares de túbulos
mesonéfricos se produce siguiendo un gradiente craneocaudal. Los primeros 4-6 pares de
túbulos mesonéfricos (y los túbulos pronéfricos) surgen como evaginaciones de los conductos
néfricos primarios. En dirección más caudal, los túbulos mesonéfricos, hasta un total de entre 36
y 40, se forman por separado en el mesodermo intermedio, ligeramente por detrás de la
extensión caudal de los conductos mesonéfricos. A finales de la cuarta semana de gestación, los
conductos mesonéfricos se insertan en la cloaca y se observa una luz continua en cada uno
(Carlson, et al. 2012).
Retraso del crecimiento fetal y parto prematuro se asocian con un bajo número de
nefronas, por lo que existe una correlación positiva entre el peso al nacer y el número final de
nefronas (Merlet-Bénichou et al, 1999; citado por Gleason, et al. 2012). La exposición a las
drogas (gentamicina, β-lactámicos), los antibióticos, ciclosporina, el exceso de
glucocorticoides), vitamina A deficiencia, la hiperglucemia, la obstrucción en el tracto urinario, y
supresión de un alelo del gen GDNF también puede afectar nefrogénesis, lo que lleva a un a
nefrona con déficit permanente (Gilbert y Merlet-Bénichou, 2000; en Gleason, et al. 2012).
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Angiotensina II
Hormonas Circulantes
Vasopresina
Glucocorticoides
Constrictores
Endotelinas
Tromboxano A2
Paracrinos
Leucotrienos
Adenosina
Óxido nítrico
Acetilcolina
Vasodilatadores
Paracrinos Prostaglandinas
Bradicina
Adenosina
Durante la segunda mitad de la gestación, el peso del riñón aumenta proporcionalmente
con la edad gestacional, el peso corporal y área de superficie corporal. El riñón y la vejiga
pueden ser visualizados por ecografía de la semana 15 de la gestación; la arquitectura renal
precisa está claramente definido solamente por semana 20. Al nacer, el volumen renal se
aproxima a 10 ml, y se llega a 23 ml por la tercera semana de vida. Cada riñón pesa
aproximadamente 12,5 g (aproximadamente 150 g en el adulto) y tiene una longitud de
aproximadamente 4,5 cm (11,5 cm en el adulto) en el nacimiento plazo. La superficie del riñón
es lobulado y permanece así durante meses después del nacimiento (Gleason, et al. 2012).
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La placenta es el órgano principal regulador del feto, por lo que el crecimiento renal no
parece regirse por requisitos funcionales. La formación de orina comienza alrededor de
gestación de 10 a 12 semanas. La orina fetal es un constituyente principal de líquido amniótico,
y su producción aumenta con la edad. La tasa de flujo de orina por hora media es alta y se
aproxima a 5 mL a las 20 semanas, 10mL a las 30 semanas, y 30mL a las 40 semanas de edad
postconcepcional (Chevalier, 2008; en Gleason, et al. 2012). La oliguria fetal con la consiguiente
disminución en los resultados de líquido amniótico en la secuencia de oligohidramnios, que
incluye la compresión facial (pliegues de piel suelta, aplanado o la nariz, orejas grandes planos
de pico), deformidades posicionales (pies zambos asimétricos, grandes contracturas, manos
anchas planas) e hipoplasia pulmonar (Gleason, et al. 2012).
La interferencia con estos sistemas puede conducir a la disfunción renal grave en el feto.
Un ejemplo clínico es la insuficiencia renal fetal después de la administración materna de
inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina (ACE) o la síntesis de prostaglandinas. En
respuesta a la inhibición de la ECA, la disminución de la TFG probablemente el resultado de la
vasoconstricción atenuada de la arteria eferente por la inhibición de la angiotensina II.
Reducción de la vasodilatación aferente prostaglandina - dependiente y los efectos
vasoconstrictores sin oposición de la angiotensina II y las catecolaminas pueden explicar la
caída de la TFG observada en los fetos de madres dada tipo no selectivo de la ciclooxigenasa 2
o drogas (COX-2) selectivos no esteroides antiinflamatorios (AINE) (Guignard, 2002; en Gleason,
et al. 2012).
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MADURACIÓN POSTNATAL
El flujo renal de sangre (RBF) se determina principalmente por la presión arterial media y
la resistencia a nivel de las arteriolas renales. En el adulto, la autorregulación fisiológica
intrínseca mantiene un RBF constante a diferentes presiones de perfusión que van de 80 a 200
mm Hg. Esto significa que a medida que aumenta la presión de perfusión, la resistencia al flujo
también se incrementa. En niños y adultos, RBF se aproxima a 20% a 25% del gasto cardíaco, y
es alrededor de 1,200 mL / min × 1,73 m2 de área de superficie corporal. El flujo de sangre
medular representa sólo el 10% de la RBF total (Gleason, et al. 2012).
Durante la vida fetal, RBF es baja, lo que representa sólo el 2% a 4% del gasto cardiaco
total. Esta proporción aumenta después del nacimiento, desde un valor de 5% en las primeras
12 horas de vida a 10% al final de la primera semana. Durante los primeros 5 meses, los
incrementos RBF rápidamente de un valor de 250 ml/min x 1,73 m2 en 8 días de edad a
aproximadamente 770 ml/min x 1,73 m2 por 5 meses de edad (Gleason, et al. 2012).
La tasa de filtración se rige por la velocidad a la que el plasma fluye a través de los
capilares glomerulares, el equilibrio de fuerzas de Starling a través de las paredes de los
capilares glomerulares, de la permeabilidad de la membrana basal de la pared capilar
glomerular a agua y solutos pequeños, y el área de la superficie total de los capilares. El
coeficiente de ultrafiltración (Kf) representa el producto de la permeabilidad de la membrana
glomerular y el área de filtración glomerular.
Durante el período neonatal precoz, los factores que regulan la TFG maduran
rápidamente. La presión oncótica plasma también aumenta, pero a un ritmo menor que para la
presión hidráulica transcapilar, por lo que la red aumenta la presión de ultrafiltración. La tasa de
flujo de plasma glomerular baja presente en el nacimiento se debe a aferentes y eferentes
arteriolares resistencias elevadas. Un aumento sistémico en el coeficiente de ultrafiltración
también se produce durante la maduración y puede ser atribuido a un aumento tanto de la
permeabilidad hidráulica y de la zona capilar glomerular.
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Los factores vasoactivos que modulan la presión de filtración intraglomerular por lo tanto
juegan un papel clave en el mantenimiento de la filtración (Guignard y Gouyon, 2008; en
Gleason, et al. 2012). Vasodilatadores prostaglandinas, cuya concentración se eleva durante la
vida fetal y postnatal temprano, mejorar la filtración mediante la dilatación de la arteriola
aferente. La angiotensina II también aumenta la filtración por preferencialmente constricción de
la arteriola eferente. Aunque la endotelina endógena se comporta como un potente constrictor
en el adulto, en realidad puede vasodilatar la arteria aferente en el riñón inmaduro (Semama et
al, 1993; en Gleason, et al. 2012). El péptido natriurético auricular, donde la concentración de
también se eleva en el feto, vasodilata la arteriola aferente (Robillard et al, 1992; en Gleason, et
al. 2012). La adenosina, un regulador del mecanismo de retroalimentación tubuloglomerular, es
un vasodilatador eferente. Al actuar conjuntamente con los niveles elevados de angiotensina II,
adenosina también provoca vasoconstricción de la arteriola aferente (Vallon y Osswald, 2009;
en Gleason, et al. 2009).
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Sodio
La baja capacidad de la inmadura gruesa rama del asa de Henle ascendente para
reabsorber Na+ se asocia con una baja actividad de la tubular de Na +, K + - ATPasa. Como
consecuencia de la reabsorción reducida Na+ en el asa de Henle, nefronas inmaduras
proporcionan una mayor fracción de filtrado Na+ a las nefronas distales. La actividad de la Na+,
K+ -ATPasa también aumenta en este segmento durante el desarrollo. Como resultado del
proceso de maduración, la excreción fraccional de Na + disminuye durante el desarrollo, a partir
de un valor de 13% en el feto y el 3% en neonatos prematuros de menos de 30 semanas de
gestación, y un 1% en neonatos plazo (Bueva y Guignard, 1994; en Gleason, et al. 2012). Los RN
con muy bajo peso al nacer (MBPN) pueden estar en riesgo de un balance de sodio negativo
alrededor semanas postnatales 2-3, cuando se requiere la retención de Na+ para el crecimiento.
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La concentración de la orina
En comparación con los adultos, que pueden concentrar la orina hasta 1.400 mOsm/kg,
la habilidad para concentrarse es limitada en el neonato y madura durante la primera año de
vida. Osmolalidades alcanzados por los recién nacidos prematuros son ligeramente inferiores
(Svenningssen y Aronson, 1974; en Gleason, et al. 2012). La ineficacia relativa de la capacidad
de concentración del neonato está relacionada con varios factores, incluyendo el gradiente de
soluto corticomedular bajo asociado con una acumulación limitada de cloruro de sodio y urea
en el intersticio medular, disminución de la formación de cAMP en respuesta a la ADH, la
brevedad de la asas de Henle, y la interferencia de prostaglandinas con la síntesis de cAMP
estimulada por la vasopresina. Un mecanismo adicional para deterioro de la capacidad de
concentración del riñón inmaduro es el hialuronano intersticial marcadamente elevada en el
interior de la médula/papila.
El periodo neonatal se caracteriza por la rápida constricción fisiológica del volumen LEC
expandido, así como por niveles elevados de varios sistemas hormonales que participan en la
regulación del balance de sodio. Los niveles elevados de actividad de la renina plasmática, que
se correlacionan inversamente con la edad gestacional, pueden ser importantes en el
mantenimiento y la distribución de flujo de sangre a diversos órganos. La integridad del sistema
renina-angiotensina también parece ser crucial para mantener el flujo sanguíneo renal y la TFG
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a baja presión de perfusión en el recién nacido (Guignard y Gouyon, 2008). Otros factores que
pueden estar implicados en la regulación de la excreción de sodio incluyen péptido natriurético
auricular, la bradicinina, la dopamina, el óxido nítrico, la endotelina y adrenomedulina. La
dopamina, sintetizado por las células de los túbulos proximales renales, reduce la reabsorción
de sodio mediante la inhibición de la Na +, K + - ATPasa y la disminución de Na + -H +
antiporter y fosfato inorgánico de sodio (Na + -Pi) la actividad del cotransportador (Seri, 1995;
en Gleason et al, 2012).
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Acidificación tubular distal es más maduro que proximal mal reabsorción de bicarbonato
tubular. La capacidad del neonato para excretar una carga de ácido está bastante bien
desarrollada. Resultados amoniogénesis deficientes, sin embargo, en la baja captación
glutamina, disminución de la producción y excreción de NH3, y, en última instancia, deterioro
de la capacidad de excretar una carga de ácido.
Las mutaciones en los diversos genes que codifican la Na+ - cotransportador HCO3-
(NBC-I), el Cl - intercambiador de HCO3- (AE1), la H + -ATPasa, y Anhidrasa carbónica II (CAII)
son responsables de las diversas formas de acidosis tubular renal (Rodríguez-Soriano, 2000,
2002; en Gleason, et al. 2012).
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HOMEOSTASIS
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Aunque los fetos y los recién nacidos parecen sintetizar PTH en respuesta a la
hipocalcemia, se atenúa la respuesta fosfatúrica a la PTH. Este fenómeno puede ser debido a la
disminución de la sensibilidad del túbulo proximal a la hormona. Esto puede reflejar la
regulación homeostática en un momento en la retención de fosfato es esencial para el
crecimiento. La hormona del crecimiento estimula la retención renal de fosfato y aumenta la
concentración plasmática de fosfato.
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EVIDENCIA CIENTÍFICA
Maita F., et al. 2013, en su investigación “Síndrome de Prune Belly: diagnóstico y manejo
pre y posnatal. Presentación de dos casos”; describen que el síndrome de Prune Belly es una
anomalía congénita rara, caracterizada por presentar: hipoplasia de músculos de pared
abdominal, anomalía del tracto urinario y criptorquidia bilateral, el cuadro clínico que
desencadena en el recién nacido es variable, dependiendo sobre todo del grado de alteración
del sistema urinario. La ultrasonografí a es el método de elección en el diagnóstico prenatal. El
manejo prenatal de este cuadro, está dirigido fundamentalmente a mejorar la función renal y
pulmonar, siendo el tratamiento de elección la descompresión vesico-amniótico temprano a
través de la colocación de un catéter doble pigtail. Además, refieren que El síndrome de Prune
Belly se caracteriza por la tríada clásica: ausencia, deficiencia o hipoplasia congénita de la
musculatura de la pared abdominal, anormalidades del tracto urinario y criptorquidia bilateral.
Aseveran que se han propuesto teorías para explicar la patogenia de esta anomalía. La primera
teoría, sugiere que se produce por una interrupción del desarrollo mesodérmico que
provocaría una laxitud abdominal grave y un desarrollo defectuoso del tracto urinario. La
segunda teoría, propone que se debe a un complejo de malformación- obstrucción uretral,
donde la obstrucción de la uretra puede deberse a una estenosis uretral por válvulas o a una
atresia uretral; según ella, la atrofia a presión de los músculos de la pared abdominal se
produce cuando la obstrucción uretral causa una distensión masiva de la vejiga y de los
uréteres. La distensión vesical también interferiría con el descenso de los testículos y sería
responsable de la criptorquidia bilateral. Pueden haber signos de descompresión espontánea
del tracto urinario: ascitis, urinoma pararrenal, calcificaciones peritoneales. Los signos cardinales
de obstrucción de uretra en un estudio prenatal incluyen: Dilatación de la vejiga, dilatación de
uretra proximal “signo de la cerradura” y/o engrosamiento de la pared vesical. La identificación
ecográfica de quistes rena- les en un feto con uropatía obstructiva se correlaciona con la
presencia de displasia y la severidad del compromiso; su presencia es sugestiva de daño renal
irreversible. Las anomalías asociadas que pueden encontrarse en el síndrome de Prune-Belly
son: cardiovasculares en el 10%, gastrointestinales en 30%, músculo-esqueléticas en 50% (pie
zambo, displasia de cadera, escoliosis, artrogrifosis, pie valgo, etc.), manifestaciones
respiratorias en 55% (hipoplasia pulmonar y malformación adenomatoidea quística). En el
manejo y tratamiento prenatal de este cuadro, está dirigido fundamentalmente a mejorar la
función renal y pulmonar a través de la terapia de derivación con la introducción de un catéter
doble pigtail entre la vejiga y la cavidad amniótica previa selección de candidatos. Excluyendo a
aquellos en quienes la intervención no mejoraría el resultado clínico. En el sexo femenino, como
antes se mencionó, no estaría indicado llevar a cabo los intentos de derivación puesto que en
ellos la obstrucción urinaria baja esta asociado a anomalías complejas de la cloaca.La derivación
urinaria para lograr disminución de la presión del sistema urinario es el procedimiento
quirúrgico de elección. Sin embargo, es posible desarrollar insuficiencia renal por la hipoplasia
renal existente, lo que habitualmente es la causa de muerte en el 75% de los casos.El principal
diagnóstico diferencial debe hacerse con el síndrome microcolon megavejiga, síndrome de
hipoperistaltismo intestinal aunque cursan con líquido amniótico normal; otras anomalías del
tracto urinario, el megauréter, la obstrucción uretral y el reflujo vesicoureteral primario.
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Scott JSE (2002) en su estudio “Fetal, perinatal y la mortalidad infantil con anomalía renal
congénita”, describe como objetivos: determinar por qué el 19,6% de los embarazos en los que
se ha detectado una anomalía renal fetal no logran producir un hijo sobreviviente, y si la
precisión de diagnóstico prenatal ha alterado desde unidades de medicina fetal especializados
se establecieron en 1995. En su trabajo, se realizó un análisis de las muertes de fetos y bebés
con una anormalidad congénita en el tracto urinario. Hubo 560 muertes entre 2857 casos con
una anomalía en el tracto urinario entregado entre el 19 de febrero de 1984 y 21 de marzo
2000. Resultados: anomalía renal fue la causa de muerte en 323 (57,7%) casos. Excluyendo 10
que no fueron seleccionados, 126 (60%) de 210 pre-1995 se había sospechado antes del parto
y 81 (78,6%) de los 103 post 1995. Sin anormalidad se había sospechado en 39 (18,6%) casos
de pre-1995 y cuatro (3,9%) post-1995. Muerte postnatal se produjo en 89 (41,4%) antes de
1995, y en 13 (12%) post-1995. Hubo 209 casos de muerte causadas por anomalías en otros
sistemas, pero con una anomalía renal presente, de los cuales 66 (31.6%) eran cromosómico y
36 (54,5%) tenía un riñón en herradura. De los casos con un riñón en herradura, el 56,3% tenían
una anomalía cromosómica. Conclusiones: El diagnóstico prenatal de anomalías renales que
causan la muerte no mejoró significativamente en el segundo período de este estudio. Sin
embargo, el número de diagnósticos prenatales falsos positivos y el número de muertes
postnatales fueron significativamente menores y el número de interrupciones del embarazo
fueron significativamente mayores. Esto reduce el riesgo de tener un bebé vivo con una
anomalía renal grave inesperado.
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Navari F., et al (2008), refieren que la hidronefrosis fetal es la anomalía congénita más
frecuente detectada por ultrasonido. Es la dilatación anormal del conducto urinario, cuyas
causas más comunes son hidronefrosis fisiológica y transitoria que se resuelven de manera
espontánea. La obstrucción pielocalicial es la causa más frecuente. La principal complicación es
el deterioro de la función renal. El ultrasonido es el estudio de elección durante los periodos
pre y posnatal para establecer el diagnóstico. La clasificación de la Sociedad de Urología Fetal y
la medición del diámetro anteroposterior de la pelvis renal son los parámetros más aceptados
para su diagnóstico. Se comunican: un caso de hidronefrosis fetal unilateral detectada a las 31
semanas de gestación, su seguimiento ultrasonográfico pre y posnatal, y el tratamiento
obstétrico y neonatal. El diagnóstico prenatal oportuno y tratamiento posnatal adecuado
(médico o quirúrgico) contribuyen de manera significativa a preservar la función renal.
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CASO CLÍNICO
Se practicó una nueva ecografía a la semana 29 (cuatro días más tarde) y se hace una
segunda vesicocentésis fetal evacuando la totalidad del contenido y nuevo análisis de la mis-
ma. Este procedimiento se realizó una 3a y 4a vez en busca de un valor predictivo óptimo.
Los resultados de la orina fetal de las punciones vesicales, todas mostraron valores
urinarios de pronóstico desfavorable (véase tabla C.2). Esto motivó a no realizar ninguna otra
intervención prenatal adicional, aun así, se decidió realizar la maduración pulmonar fetal y se
programó una cesárea para la semana 32.
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