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Enfermedad crónica y Homeopatía

Para la Homeopatía, los humanos heredamos la tendencia a sufrir ciertos padecimientos o una forma determinada de
enfermarnos, la cual puede acentuarse con nuestro estilo de vida. Dicha propensión, llamada miasma, explica el por qué de las
afecciones recurrentes.

Homeopatía complejista: opción saludable

La Medicina Alopática estudia y atiende las enfermedades de forma aislada, a través de especialidades. Así, los problemas de la
piel serán atendidos por el dermatólogo, los digestivos por el gastroenterólogo y los respiratorios por el neumólogo, por citar
algunos ejemplos.

La Homeopatía tiene una forma muy distinta de ver las cosas, ya que, según este sistema médico terapéutico, las
enfermedades que nos aquejan a lo largo de la vida pueden tener, a pesar de las notables diferencias entre sus síntomas, un
origen común que es hereditario y determina el tipo de padecimientos que nos aquejan: el miasma.

“La palabra miasma es de origen griego y literalmente significa 'mancha'; en un principio se refería a los efluvios que
desprenden los pantanos, materia en descomposición o agua estancada, y Samuel Hahnemann utilizó este término para
nombrar a las enfermedades crónicas”, asegura la Dra. Beatriz J. Zenteno Manzano, especialista dedicada a la práctica privada
y profesora titular en Homeopatía de México, A.C.

De acuerdo con la Medicina Convencional, una enfermedad crónica es toda aquella que tenga una duración mayor a tres
meses; en cambio, precisa la especialista, Samuel Hahnemann sólo consideró tres: psora (de fora o sarna), que tiende a la
hipofunción (deficiencia en cierta función); sicosis, que va hacia la hiperfunción (aumento), y sífilis, relacionada con la
destrucción.

Cabe señalar que estos miasmas no equivalen a las enfermedades que conocemos, aunque sus nombres fueron elegidos por
considerar que guardaban cierto parecido con ellas.

“Todos los seres humanos somos trimiasmáticos, es decir, tenemos los tres miasmas, pero siempre habrá uno que se
manifieste más, de acuerdo con nuestra herencia. Así, para la Homeopatía todas las enfermedades crónicas se van a realizar
en este sentido”, sostiene la entrevistada.

Sirva un ejemplo al respecto: “Si un paciente tiene diabetes (aumento en la concentración de azúcar en la sangre) hablamos de
una insuficiencia en el páncreas que cae en la psora (hipofunción), pero también hay un aumento de glucosa que se relaciona
con una sicosis (hiperfunción). Posteriormente se pueden desarrollar complicaciones, como insuficiencia renal y problemas
circulatorios y neurológicos, que se vinculan con la sífilis (destrucción)”.

Visión a fondo

En opinión de la Dra. Zenteno Manzano, el conocimiento de Hahnemann respecto a los miasmas ha sido ampliado por muchos
de sus seguidores, destacando las aportaciones del Dr. Proceso Sánchez Ortega (1919-2005), médico homeópata mexicano
que gozó del reconocimiento internacional y quien fuera uno de los tres fundadores de Homeopatía de México, A.C.

Con base en este legado, la especialista detalla que la psora surge de la supresión (acallar los síntomas de un padecimiento) de
las enfermedades exantemáticas o eruptivas, como el sarampión y la varicela, de modo que no se deja que el organismo elimine
el problema a través de la piel. “En realidad, comezón, ronchas y granitos pueden ser enfermedades internas que se reflejan en
la piel. La Medicina alópata las atiende eliminando los síntomas, con lo que ‘guardamos’ la enfermedad y ocasionamos que su
manifestación con el tiempo sea más fuerte”.

Por su parte, la sicosis aparece por la eliminación arbitraria de todas las secreciones (flujos, flemas, mucosidad) y verrugas,
mientras que la sífilis se debe a la supresión de úlceras, chancros y enfermedades de transmisión sexual.

Los miasmas también influyen a nivel mental, de modo que “la psora actúa sobre la voluntad y da lugar a sujetos que se sienten
encadenados, que quieren emprender algo pero no pueden; la sicosis nos habla de la ostentación y el egocentrismo, y ejerce su
influencia sobre el intelecto, de modo que ocasiona dificultad para concentrarse. Por último, en la sífilis hablamos de los
sentimientos y de sujetos como los que vemos con mucha frecuencia en la actualidad: vengativos, orgullosos, que no toleran la
disciplina ni la autoridad, y buscan obtener ganancias aunque los demás no tengan nada”.

La Dra. Beatriz Zenteno explica que los miasmas “vienen desde los orígenes del ser humano, porque desde entonces hemos
transgredido nuestra naturaleza. Esta carga se ha venido transmitiendo a través de generaciones, por parte de los progenitores
a sus hijos, otorgando una mitad la madre y la otra el padre”.

Así, las enfermedades crónicas o miasmáticas nacen con nosotros y mueren con nosotros; tienen sus agudizaciones
provocadas por diferentes acontecimientos, ya sea ambientales o emotivos, así como por nuestro estilo de vida. Y son, además,
las que hacen que tengamos una tendencia a sufrir ciertos padecimientos.

Determinar cuál es el miasma predominante en el paciente es la razón por la que la consulta con el médico homeópata suele
ser prolongada y, también, es por ello que se hace tanto énfasis en las cualidades del sujeto y sus antepasados, en vez de
atender únicamente una dolencia.

“La historia clínica homeopática es muy interesante, porque en ella vemos dónde nació el paciente, dónde radica, a qué se
dedica, su escolaridad, y si concluyó o no su carrera, pues eso nos puede hablar de algo que pasó en su esfera afectiva y que
hizo que no terminara ese ciclo. También observamos si es hijo único, el mayor, el menor o el de en medio, así como la relación
con sus padres y hermanos. En cuanto a los antecedentes heredofamiliares, tratamos de conocer los detalles de tres
generaciones anteriores, tanto en lo que toca a las enfermedades sufridas por la madre, padre, abuelos y tíos, como a su
manera de ser: si son accesibles, sumisos, exigentes o golpeadores, entre otros detalles”, puntualiza la entrevistada.

Miasma y energía vital

La Homeopatía contempla la existencia de una fuerza que mantiene la funcionalidad de nuestros órganos, mantiene la armonía
en nuestro cuerpo y nos permite estar en contacto con el medio externo, llamada energía vital. También ella hace posible las
manifestaciones del individuo, como mirar, ver, oír, expresarse y sonreír.

La energía vital puede alterarse, ya sea por factores ambientales, emociones o hábitos de vida, lo cual se manifiesta a través de
un conjunto de síntomas. Por ello, la enfermedad puede entenderse como el esfuerzo del organismo para reordenarse, pero
este proceso suele interrumpirse mediante la práctica de la Medicina Convencional.

En este contexto, la Dra. Zenteno Manzano indica: “Algo muy común es que un acontecimiento desate un estado de ira, susto o
preocupación, y que luego de 24 horas el paciente presenta un cuadro gripal o problemas digestivos. Aquí lo que ocurrió es que
la fuerza vital se descompensó y está produciendo este padecimiento”.

Ahora bien, cuando los síntomas se suprimen, la fuerza vital no se compensa y, con el tiempo, buscará la manera de lograrlo, tal
vez mediante síntomas distintos. “El médico alópata va a pensar que es otra enfermedad, pero no, es una manifestación más
severa de lo mismo, que se queda dentro del paciente y que podría expresarse con mayor fuerza en el futuro. Este podría sería
el caso de aquellos niños que sufren una erupción cutánea, la cual se suprime, y luego presentan enfermedades respiratorias
como asma, bronquitis o rinitis, las cuales han venido en aumento en años recientes”.

Es importante señalar que las alteraciones de la energía vital se presentarán de acuerdo con el miasma predominante en
cada individuo, lo que significa que dos personas suelen tener diferentes reacciones ante un mismo estímulo.

La catedrática aclara este aspecto: “Pensemos en un accidente de tránsito; quizás una persona reaccione ante el estímulo de
manera pasiva, pero también habrá quien reaccione con ira, que se pelee y discuta con el agente de tránsito. El problema se
resuelve, pero esta segunda persona termina horas después en el hospital porque la alteración en su energía vital, condicionada
por su miasma, reaccionó con apendicitis aguda. Ahí tenemos la manifestación de un miasma sicótico, con ciertos tintes hacia la
destructibilidad o sífilis”.

Dicho lo anterior, la entrevistada considera que el trabajo del médico homeópata debe ser cuidadoso, responsable y con plena
conciencia de lo que se hace. “Equivocarnos podría significar que no atendamos correctamente al miasma, de modo que éste
seguiría representando un riesgo para el paciente. No podemos olvidar detalles; tenemos que saber muy bien quién es nuestro
paciente y hacia dónde se dirige, pues de entrada casi siempre lo conocemos en una fase aguda de su enfermedad, pero no en
las demás facetas de su vida”.

Al preguntarle si la Medicina Alopática posee algún concepto parecido al del miasma, la Dra. Zenteno señala a modo de
conclusión: “No lo creo; en un principio es posible que lo contemplara, aunque con otra palabra, pero a raíz del predominio de la
visión organicista del ser humano, lo que ocurrió con Galeno (médico griego que vivió entre los años 130 y 200 de nuestra era)
se perdió la conceptualidad del ser.

“Por desgracia, términos como el de miasma generan un rechazo de la Homeopatía por parte de la Medicina Alopática, que no
la alcanza a comprender. Creo que debería existir mayor apertura al conocimiento del ser humano en vez de desacreditarnos;
no quieren ver que la Medicina Homeopática está basada en las evidencias, a las cuales la Física Cuántica apenas va llegando
y les va dando la razón.”

Las opiniones expresadas en este artículo no reflejan necesariamente el punto de vista de la Asociación Nacional de la Industria
Farmacéutica Homeopática, A.C. (Anifhom).

SyM
Última actualización: 03-2017

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