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Tema: En defensa de la fe

Texto: I Pedro 3:15


Introducción
Las epístolas de Pedro y sus orígenes.

Fecha de su Escritura: El Libro de 1 Pedro fue escrito probablemente entre el 60 y el 65 d.C.

I.- A los expatriados de la dispersión.


a.- La Iglesia primitiva estaba exiliada en Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia y en otras
localidades. Este exilio se produce por un sentido político y religioso inducido por Nerón y en
participación por el Sanedrín de aquel periodo, este exilio es profundizado después de la muerte
de Jesús el cual comparte un mensaje de salvación que trastocaba las leyes del Judaísmo y sus
tradiciones.

b.- ¿Pero porque fueron exiliados específicamente? Por miedo y ¿miedo a que? Miedo a este
mensaje de poder, mensaje que cambia las vidas, mensaje que entrega salvación gratuita, mensaje
que rompe toda tradición interpuesta por hombre, pasando de un templo hecho a manos a un
templo hecho de carne en el mismo corazón de cada hombre, mujer y niño, de toda lengua, tribu y
nación y en donde ya no hay un arca en su centro que representa la presencia de Jehová, sino un
trono establecido en cada corazón y donde está la presencia misma de Dios sentado reinando en
nuestras vidas por toda la eternidad.

c.- Hoy nos unimos a esta iglesia exiliada, a esta iglesia sin patria, a esta iglesia sin nación, a este
grupo de extranjeros en la carne. Pero Pablo no señala en Efesios 2:19 “Asi que ya nos sois
extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios.”
Esa es nuestra gente, ese es nuestro pueblo ahora “Porque nuestra ciudadanía está en los cielos.”
Filipenses 3:20.

II.- Pedro hace un llamado.


A Santificar a Dios
a.- En primer lugar Pedro llama a Santificar a Dios en sus corazones. En este llamado Pedro hace
referencia al libro de Isaías 8:13 “A Jehová de los ejércitos, a él santificad; sea el vuestro temor y
el vuestro miedo”. Pedro no desconocía lo que sus hermanos estaban viviendo, el mismo lo estaba
viviendo en carne propia y esta carta fue la inspiración misma del Espíritu Santo antes de morir
crucificado, pero a pesar de esta aflicción el temor a Jehová y la santificación a su bendito nombre
debe ser primero que todas las cosas. Santificar a Dios.

b.- Santificar a Dios es honrarlo a él, en nuestros corazones, si lo honramos en nuestros corazones,
lo honraremos en público, con nuestros actos, nuestros dichos, nuestra manera de vivir. Pedro
sabía que honrar a Dios desde el corazón nos llevaría a mostrar en todo lugar que somos hijos de
Dios, santificar a Dios es procurar el bien para con los demás, siendo siervos en primer lugar.
Santificar a Dios no es solo un conjunto de rituales religiosos llevados a cabo para estar en la lista
de la iglesia y ser nombrado como parte de un equipo de trabajo, ni tampoco andar por las calles
en silencio con las manos juntas de forma sacrosanta, sino que santificar a Dios es demostrar
públicamente y por nuestros actos que somos parte de este pueblo santo, de este linaje escogido y
de esta nació santa, eso es santificar a Dios, eso es honrarlo a el, desde nuestro corazones al
corazón de aquellos que no conocen a Cristo.
III.- El siguiente llamado es a presentar defensa de nuestra esperanza.
a.- Colosense 1:27 nos dice con claridad que Cristo es nuestra esperanza de Gloria, no es el dinero,
no es nuestro trabajo, no es nuestro pastor es Cristo el es nuestra esperanza, los inconversos hoy
están sin esperanza (Ef. 2:12) así como lo estuvimos en el tiempo antiguo pero hoy hemos sido
llamados a su luz admirable, hemos sido sacado de aquel pozo cenagoso y hoy podemos ser
llamados hijos de Dios, de esa esperanza es a la que nos llama la palabra de Dios a presentar
defensa cuando sea necesario.

La palabra “apologetica” viene del griego que significa fundamentalmente “dar una defensa.” La
Apologética Cristiana, entonces, es la ciencia de dar una defensa de la fe cristiana. Hay muchos
escépticos que dudan de la existencia de Dios y/o atacan una creencia en el Dios de la Biblia. Hay
muchos críticos que atacan la inspiración y la verdad de la Biblia. Hay muchos falsos maestros que
promueven doctrinas falsas y niegan las verdades claves de la fe cristiana. La misión de los
apologéticos cristianos es combatir estos movimientos, y en su lugar, promover al Dios cristiano y
la verdad cristiana.

Pedro sabía que los hermanos hallarían resistencia en donde quiera que vayan, sabía que habrían
falsos maestros y falsas doctrinas en las tierras en las cuales estaban exiliados, sabía que sus
principios espirituales serían trastocados por ateos e incrédulos, no es ditinto a nuestro tiempos,
en donde debemos enfrentar distintas corrientes y falsas doctrinas interpuestas por hombres, pero
también sabía que el poder de este mensaje sería más grande que cualquier argumento que se les
pudiese presentar, sabía que la palabra de Dios es como una espada de doble filo que penetra
hasta partir el alma y las coyunturas y que esta palabra es tan poderosa que discierne los
pensamiento y las intensiones de cada corazón, (Heb. 4:12-13).

Por esta razón Pedro no les dice a sus hermanos escóndanse o dejen que los demás hablen sino
llama a presentar defensa de este evangelio santo y poderoso.
Alguien podrá decir, “Seré un testigo silencioso del Señor. Dejaré que mi vida sea un testimonio. No
predicaré el evangelio; viviré el evangelio.” Vivir el evangelio es esencial, pero no es suficiente.

Una parte de la vida incluye el hablar. Dios no quiere que solo tu vida esté dedicada a ÉL, sino ÉL
quiere que también tus labios estén dedicados a ÉL. No puedes divorciar tus labios de tu vida.
Recordemos “MUESTRA” y “HABLA”. Ambos son necesarios. Debemos mostrar con nuestra vida y
hablar con nuestros labios.

Estemos siempre preparados para exponer clara y convincentemente nuestro caso. Estemos
siempre preparados para presentar defensa. Contemos con que las preguntas vendrán y estemos
preparados para cuando vengan. No te sorprendas cuando se hagan esas preguntas. Debes estar
preparado para ellas

V.- Nuestra actitud es parte de nuestra defensa.


a.- Pedro nos llama a ser mansos y reverentes.
No debemos discutir, porque no estamos tratando de ganar una disputa; estamos
tratando de ganar un alma.
No seamos arrogantes, porque no tenemos nada de que enorgullecernos, excepto
de nuestro Salvador.
No deberíamos ser beligerantes, porque su hostilidad y odio es hacia el Salvador,
no hacia nosotros.
No deberíamos tener la actitud “soy más santo que tú”, porque en un tiempo
estábamos en sus zapatos; antes éramos iguales a ellos, impíos e inconversos.
No deberíamos mirar en menos a los demás, sino que deberíamos buscar con
amor ser para ellos un peldaño y no una piedra de tropiezo, Pablo nos dice en
Romanos 12:2 “Ninguno tenga más alto de sí, que el que debe de tener”.
Nuestro Señor era “manso y humilde de corazón.” Vistámonos del Señor Jesucristo.

Grandes hombres y mujeres han presentado defensa de su fé en diversas ocasiones, Pablo fue el
principal Apologista, presentando defensa ante reyes emperadores y concilios completos, Esteban
antes de morir apedreado presenta una defensa de fe que no fue escuchada pero que fue dada
con poder y llena del espíritu Santo. Pedro hace defensa de la fe en frente na gran multitud y
aprox. 3.000 persona reciben este mensaje de salvación y en la segunda oportunidad en el pórtico
de salomón 5000 personas son impactadas por este poderoso mensaje.

b.- La vida de un hijo de Dios provocará preguntas.


Debemos estar preparados para responder preguntas de nuestra manera de vivír: ¿Por qué no
dices groserías? ¿Por qué te inclinas cuando oras? ¿Por qué vas tanto a la iglesia? ¿Por qué no son
devotos de María?. Si somos hijos de Dios y lo honramos nunca pasaremos desapercibidos pues
nuestra conducta siempre nos delatará de que Cristo vive en nosotros.

VI.- la base de una defensa de salvación.


a.- Por último recordemos a un gran defensor de la fe más contemporáneo que postulaba los 4 solo
para argumentar; Martín Lutero.

1.- Solo Cristo


El único fundamento de toda la Iglesia, de su fe y de la fe de cada uno de los cristianos es Cristo y
solamente Cristo: «pues nadie puede poner otro fundamento que el que ya está puesto, que es
Jesucristo» (1ª Corintios 3:11). «Hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los seres
humanos: Jesucristo, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos» (1ª Timoteo 2:5-6).

2.- Solo Escritura


El mensaje Bíblico constituye la única norma para la enseñanza y vida de la Iglesia, ya que creemos
es testimonio original de Cristo: «Toda la Escritura está inspirada por Dios, y es útil para enseñar y
para discutir, para corregir y para educar en la justicia, a fin de que cada hijo de Dios sea bueno y
esté preparado para hacer siempre el bien» (2ª Timoteo 3:16-17). De aquí que los cristianos
luteranos creemos en que no hay otro libro ni documento que sea revelación de Dios, inspirada
por el Espíritu Santo, a parte de la Biblia. «Ninguna profecía ha sido anunciada por voluntad
humana, sino que los hombres han hablado de parte de Dios, impulsados por el Espíritu Santo» (2ª
Pedro 1:21).

3.- Solo fe
La fe es la única vía de unión entre Dios y el ser humano, por ende, la fe es lo único necesario para
la salvación y Vida Eterna. La fe es la «certeza de lo que se espera y confianza de lo que no se ve»
(Hebreos 11:1), es decir, la fe implica tanto creer en Dios, como confiar en Dios, entregarse a Él y
vivir la vida en esa fe. La cita «el justo por la fe vivirá» (Romanos 1:17) será la que cambiaría la vida
de Lutero y también del mundo, al entender que el justo(el bautizado) vive por su fe, y no por sus
obras ni trabajo.

4.- Solo gracia.


Dios nos ama incondicionalmente y nos acepta como sus hijos e hijas, perdonándonos sólo por
misericordia y gracia, por medio de la muerte vicaria de Jesucristo en la cruz. Gracias a que Jesús
murió por nosotros y resucitó, todos los que creemos en Él como nuestro Salvador podremos
resucitar también junto con Él y así, vivir la vida eterna en la paz y comunión con Dios. Éste es un
regalo que, a menudo, nos cuesta comprender y aceptar, precisamente por ser gratuito.
«Porque la gracia de Dios, que es fuente de salvación para todos los hombres, se ha manifestado.
Ella nos enseña a rechazar la impiedad y los deseos mundanos, para vivir en la vida presente con
sobriedad, justicia y piedad, mientras aguardamos la feliz esperanza y la manifestación de la gloria
de nuestro gran Dios y Salvador, Cristo Jesús. Él se entregó por nosotros, a fin de librarnos de toda
maldad, purificarnos y crear para sí un Pueblo elegido y lleno de celo en la práctica del bien» (Tito
2:11-14).

Somos llamados a ser defensores de la fe en el tiempo en el cual nos hayamos, no somos llamados
a alzarnos violentamente contra las leyes que se establecen o contra las personas que tienen un
pensamiento distinto, sino a estar preparados cuando sea el momento de hacerlo. Dios es quien es
soberano por sobre todas las cosas, nosotros somos el instrumento que el usará para anunciar lo
que ya ha sido revelado y recuerde que si no lo hace usted hasta las piedras hablaran. (Lc. 19:40)

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