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“No-Diseño” En la Naturaleza: El Nuevo

Argumento de la Evolución
por Bert Thompson, Ph.D.

INTRODUCCIÓN

Al fijar el caso para la creación y establecer la existencia de un Creador,


los creacionistas a menudo emplean lo que es comúnmente llamado el
argumento del “diseño”. Declarado en forma lógica, el argumento luce
como esto:

Si el Universo manifiesta diseño planeado, debe haber


Premisa #1
habido un diseñador.
Permisa #2 El Universo sí manifiesta diseño planeado.
Conclusión Por ende, el Universo debe haber tenido un Diseñador.

Incluso los ateos y los agnósticos admiten que la forma de


argumentación es correcta. Paul Ricci, un filósofo ateo, declaró en su
libro, Fundamentals of Critical Thinking (Fundamentos del Pensamiento
Crítico) “[…]es cierto que todo lo diseñado tiene un diseñador… ‘Todo lo
diseñado tiene un diseñador’ es un enunciado analíticamente verdadero”
(1986, p. 190). Sin embargo, ocurre desacuerdo sobre la segunda
premisa que afirma que el Universo manifiesta diseño planeado. En el
pasado, los evolucionistas simplemente negaban la existencia de algún
diseño planeado en el Universo, y luego intentaban probar este punto.
Por ejemplo, en 1986 Richard Dawkins, profesor en ciencia animal en la
Universidad de Oxford, escribió The Blind Watchmaker (El Relojero
Ciego), en el cual intentó establecer el caso para el no-diseño en el
Universo. Si tal diseño existe, los evolucionistas estarían conducidos a
admitir, como Ricci estuvo forzado a hacerlo, que “todo lo diseñado
tiene un diseñador”. Y eso, para ellos, es impensable.
No obstante, hoy en día los evolucionistas aparentemente están
comenzando a reconocer que no pueden justificar lo que el “transeúnte”
tan fácilmente ve como evidencia de diseño en el Universo. Ahora, tan
increíble como parezca, incluso los evolucionistas finalmente están
admitiendo que el diseño, de hecho, existe. Douglas Futuyma, por
ejemplo, ha admitido. “Nosotros vemos el diseño de los organismos,
luego, la evidencia de la inteligencia del Creador, y ¿qué vemos? Una
multitud de adaptaciones exquisitas para estar seguros; los huesos de
una hermosa golondrina adaptados para volar; los ojos de un gato
magníficamente formados para ver en la oscuridad” (1983, p. 198).

Entonces, ¿significa esto que los evolucionistas como Futuyma están


admitiendo la derrota y llegando a convertirse en creacionistas a la luz
de estas nuevas revelaciones? Nunca. En vez de abandonar su
sacrosanta teoría de la evolución, ellos han decidido en cambio el “unir
sus cabezas” en un esfuerzo por explicar todo esto. El argumento
resultante, en efecto, es único. Éste es declarado de la siguiente
manera.

EL ARGUMENTO DE LA “SUBOPTIMALIDAD”

Si el diseño en el Universo prueba la existencia de un Diseñador, dicen


los evolucionistas, entonces el “no-diseño” desaprueba la existencia del
mismo Diseñador. Declarándolo en forma lógica, aquí está el
argumento.

Si el Universo manifiesta características de “no-diseño”, no


Premisa #1
existe un Diseñador.
Premisa #2 El Universo sí manifiesta no-diseño.
Conclusión Por ende, el Universo no tiene un Diseñador.

En años recientes, este argumento ha crecido en popularidad. El Dr.


Futuyma, en su libro, Science On Trial (Ciencia A Prueba), dedicó casi
un capítulo entero a ejemplos del “no-diseño” en la naturaleza. Otros
evolucionistas se han unido en la reyerta. Por ejemplo, Stephen Jay
Gould de Harvard ha escrito extensamente acerca de ejemplos de no-
diseño en la naturaleza.

Como resultado de toda esta atención al asunto del diseño versus el no-
diseño, un nuevo término ha sido creado para expresar el argumento
evolutivo. Éste es conocido como el argumento de la suboptimalidad.
Esto quiere decir que, si todo diseño debería ser considerado perfecto,
todo sería óptimo. Sin embargo, ya que existen asuntos en la
existencia que (presuntamente) son imperfectos, existe suboptimalidad
en la naturaleza. [NOTA: El argumento algunas veces es conocido como
el argumento de la disteleología]. Es mi opinión que el argumento es
defectuoso por varias razones.

Primero, argumentando a favor del caso para el diseño, los creacionistas


no están obligados a demostrar diseño obvio en cada característica
simple del Universo. Es necesario producir solamente un número
razonable de evidencias suficientes para establecer el diseño. El hecho
de que el evolucionista produzca un ejemplo de algo que, para
él, manifiesta no-diseño, o diseño pobre, ¡no niega de algún
modo todas las otras evidencias de diseño obvio!

Segundo, es posible que un objeto posea diseño planeado, pero que no


sea reconocido por el observador. Considere los siguientes dos casos.
Percival Davis, en el libro que él co-escribió con Wayne Frair, A Case for
Creation (Un Caso para la Creación), dio la siguiente ilustración.

Mi hija estaba jugando un día con su rata mascota cuando


se le ocurrió una pregunta. “Papi”, ella dijo, “¿por qué tiene
una rata escamas en su cola?”.
“Tú sabes perfectamente bien”, yo contesté. “Los reptiles
que fueron ancestrales a las ratas y todos los otros
mamíferos tenían escamas en sus colas también como en el
resto de su cuerpo. Ya que no había una desventaja
particular en tenerlas, éstas continuaron en las ratas hasta
este día”.

“Deja de burlarte de mi, Papi. ¡Yo sé que tú no crees esto!”.

Parece que no puedes ganar. Pero es verdad que a uno se le


hace difícil distinguir la razón para las adaptaciones diversas
que los organismos poseen. Lo que debería haber dicho a mi
hija (y finalmente lo dije) fue que Dios había puesto las
escamas allí por razones que Él sabía que eran
perfectamente buenas pero las cuales puede tomarnos
mucha investigación para descubrir, ya que Él no nos dijo
que son. Todavía, el hecho fue que yo no podía explicar la
presencia de esas escamas… (1983, pp. 30-31).

Con esta historia simple, el Dr. Davis ha planteado dos puntos muy
importantes. Primero, nosotros podemos no saber actualmente por
qué un organismo está diseñado de la manera que lo está. Para
nosotros, el diseño no es todavía reconocible, o no bien entendido.
Segundo, es posible que con investigación adicional, el diseño hasta el
momento irreconocible finalmente pueda ser descubierto. Y, en el caso
que sigue, esto es exactamente lo que pasó.
En su libro The Panda’s Thumb (El Pulgar del Panda), el Dr. Gould (uno
de los mayores partidarios orales de la suboptimalidad) presentó lo que
creía ser tal vez el ejemplo más excelente de no-diseño alguna vez
encontrado en la naturaleza—el pulgar del panda. Después de proveer
una explicación exhaustiva de cómo el panda tiene otros 5 dedos en
cada una de sus “manos” (que funcionan muy bien en la vida diaria del
panda), Gould entonces proveyó una explicación igualmente exhaustiva
del “pulgar” del panda. Este es, él dijo, una añadidura “un tanto torpe,
pero bastante explotable” que “no gana ningún premio en una
competencia de ingeniería”. Su composición completa estuvo
intencionada a describir esto como buena evidencia de
suboptimalidad—no-diseño en la naturaleza. De hecho, a fin de que el
lector no pierda su punto, Gould observó que los “arreglos extraños y
soluciones raras son la prueba de la evolución—caminos por los cuales
un Dios sensato no caminaría, pero que un proceso natural, constreñido
por la historia, sigue ineludiblemente” (pp. 20-21).
Interesantemente, mientras que Gould estaba escribiendo acerca del
no-diseño que él sentía que fue tan evidente en la naturaleza, la
investigación (la misma clase de investigación que el Dr. Davis dijo que
sería necesitada para dilucidar el propósito del diseño en ciertas
estructuras) estaba en curso concerniente al pulgar del panda. Y ¿qué
mostró la investigación? Ahora se descubría que el pulgar del panda
exhibe diseño para funciones muy especiales, como la siguiente
información atestigua.
Primero, el Giant Panda Zoobook (Libro de Zoología del Panda Gigante)
del Zoológico de San Diego declara: “De hecho, el panda gigante es uno
de los pocos animales grandes que puede asir cosas tan apretadamente
como lo hacen los humanos” (s.d., p. 6). Segundo, en 1985 George B.
Schaller y colegas escribieron The Giant Pandas of Wolong (Los Pandas
Gigantes de Wolong), en el cual escribieron: “El panda puede manipular
tallos de bambú con gran precisión al sostenerlos como si fuera con
fórceps en la ranura sin pelo que conecta la almohadilla del primer
dedo y el seudo pulgar” (p. 4, énfasis añadido).
¿Parecen que estas clases de enunciados describen el pulgar del panda
como un recurso de “casualidad”? ¿El ser capaz de asir algo
apretadamente “con gran precisión”, usando un “seudo pulgar” que es
comparado a fórceps de cirugía, expresa no-diseño? Tales enunciados
sirven como recordatorios de que un objeto puede tener diseño
planeado, pero que ese diseño puede no siempre ser evidente para un
observador. El Dr. Gould no pudo ver (por alguna razón) el diseño en el
pulgar del panda. Sin embargo, tal diseño está presente.
También existen otros defectos fatales con el argumento de la
suboptimalidad. Uno de los más serios es este: Aquellos que claman
que algo es “subóptimo” deben, por definición, establecerse a sí
mismos como el único jurado de lo que es, y de lo que no es
“óptimo”. En otras palabras, aquellos que clamarían el no-diseño en la
naturaleza de algún modo deben saber dos cosas: (1) ellos deben saber
que el asunto en discusión positivamente no manifiesta ningún diseño; y
(2) ellos deben saber cuál es el estándar absoluto en primer lugar (i.e.,
“lo óptimo”) para poder clamar que algo ha llegado a ser “subóptimo”.
Estos puntos no han escapado a la atención de los evolucionistas. Por
ejemplo, S.R. Scadding de la Universidad de Guelph en Canadá ha
comentado que el argumento de la suboptimalidad “es un argumento
teológico en vez de científico, ya que está basado sobre la supuesta
naturaleza del Creador” (1981, p. 174, énfasis añadido). Es decir, el
evolucionista se establece a sí mismo como el Creador, presupone
conocer la mente del Creador, y entonces presume decir lo que el
Creador sí hizo o no. Observe como un evolucionista ha hecho
exactamente eso:

El caso de la evolución entonces tiene dos lados; la


evidencia positiva—que la evolución ha ocurrido; y la
evidencia negativa—que el mundo natural no concuerda con
nuestra expectativa de lo que un Creador omnipotente,
omnisciente y veraz hubiera creado (Futuyama, 1983, p.
198, énfasis añadido).
Note la frase, “que el mundo natural no concuerda con nuestra
expectativa de lo que un Creador omnipotente, omnisciente y veraz
hubiera creado”. El evolucionista mira a la creación, ve que no calza
con lo que él haría si él fuera el Creador, y luego sobre ese fundamento
sugiere que la evolución es verdadera. Y ¡todo esto viene de alguien que
incluso no cree en un Creador en primer lugar! Tal lógica crea un
argumento extremadamente débil. Como Frair y Davis remarcaron:
“Podría ser considerado arrogante el suponer el conocimiento del
propósito de una característica de un diseño en un organismo, incluso si
éste tuviera un propósito” (1983, p. 31).
Existe todavía otro desperfecto en este argumento de la
“suboptimalidad”. Y, como el discutido anteriormente, éste también
tiene que ver con la teología, no con la ciencia. Primero, el
evolucionista se establece a sí mismo como el Creador, y luego procede
a denotar que ya que las cosas no fueron hechas como él las haría,
entonces, no debe existir un Creador. Segundo, cuando el Creador real
sí trata de explicar las evidencias de “no-diseño” en el mundo (como el
evolucionista las ve), el evolucionista rechaza escuchar. Considere lo
siguiente como una explicación de este punto.
Es posible, a lo menos, que un objeto una vez reflejara claramente
diseño planeado, pero como resultado de un proceso de degeneración,
su diseño haya sido nublado o borrado. Vamos a considerar la siguiente
analogía:

Imagine un jardinero que cava en un montón de


desperdicios y descubre un libro antiguo. Su cubierta está
desgastada, sus páginas están en mayor parte pegadas, el
escrito está descolorido, etc. Esto está, para todo propósito
práctico, completamente ilegible. ¿Significa la condición
actual del libro que éste nunca tuvo un mensaje—que
nunca evidenció un diseño? Desde luego que no. Aunque el
libro está en una condición degenerativa, y el mensaje se ha
descolorido con el tiempo, no existe duda de que el libro fue
en un tiempo comunicativo (Jackson, 1989, 9:2, énfasis
añadido).

Los evolucionistas inspeccionan la Tierra y encuentran ejemplos de lo


que ellos creen que son evidencias de “suboptimalidad”. Sin embargo,
en muchos casos ellos pueden simplemente estar siendo testigos de
degeneración. De hecho, esto es exactamente lo que el Creador ha
declarado. Cuando el hombre pecó, y la maldad fue introducida a este
planeta, comenzó un estado de degeneración progresiva. La creación
completa sufrió como resultado del pecado del hombre (Rom_8:20-22).
El escritor a los Hebreos, citando al salmista, observó que “la tierra,
como una vestidura, se está envejeciendo” (Heb_1:10-11).
Considere también este punto importante: el hecho de que el producto
de un mecanismo ordenado sea defectuoso no necesariamente refleja el
diseño inicial o el diseñador.

Por ejemplo, si una maquina que fabrica latas de estaño


comienza a producir latas irregulares, ¿prueba esto de algún
modo que la máquina no tiene diseñador? ¿Debe uno
postular que el inventor de la máquina pretendió que latas
mutiladas sean producidas, o que la máquina fuera
diseñada imperfectamente? Ciertamente nosotros
podemos concebir que el fallo pudiera ser de parte de
aquellos que fracasaron en seguir los procedimientos
correctos para mantener la máquina, o que abusaron de ella
en algún modo. Cuando el hombre se rebeló en contra de su
Hacedor, el Señor permitió, como una consecuencia de esa
desobediencia, que los procesos degenerativos comiencen,
lo cual finalmente resultan en la muerte (Rom_5:12). Pero
el hecho de que nosotros tengamos problemas de vista, fallo
del corazón, enfermedades, etc., no niega el impacto como
un todo de que el cuerpo humano es “hecho tremendamente
y maravillosamente” (Psa_139:14). Por tanto, nosotros no
asumiremos que ya que la habilidad de razonamiento de
nuestro crítico es defectuosa, esto prueba que su cerebro no
fue diseñado. ¡El argumento del “diseño” permanece ileso!
(Jackson, 1989, 9:3, énfasis en original).

Los evolucionistas, por su puesto, ignoran todo esto. Después de todo,


ellos ya se han establecido a sí mismos como el Creador, y han
determinado que ninguna de éstas es la manera en que ellos lo harían.
Cuando el Creador real habla, ellos están demasiado ocupados jugando
al Creador como para oírle. Aquí hay un buen ejemplo de Futuyma.

Los creacionistas admiten que las especies pueden


experimentar cambios adoptivos limitados por el mecanismo
de la mutación más la selección natural. Pero de seguro un
Creador omnisciente y omnipotente pudiera inventar un
método más infalible que la mutación al azar para permitir
que sus criaturas se adapten. No obstante, las mutaciones sí
ocurren, y nosotros tenemos demostración experimental de
que éstas no están orientadas en la dirección de mejor
adaptabilidad. De hecho, ¿cómo pudiera un Creador sabio
permitir que las mutaciones ocurran en absoluto, ya que
éstas son a menudo degenerativas en vez de edificantes?
Según los creacionistas, existe “un principio básico de
desintegración en funcionamiento ahora en la naturaleza”
que nosotros debemos suponer que incluye la mutación.
Pero ¿por qué debería el Creador haber establecido tal
principio? ¿No le gustó la perfección de Su creación original?
(1983, p. 200).

El Dr. Futuyma admitió que los creacionistas han tratado de hacerle ver
que existe “un principio básico de desintegración en función ahora en la
naturaleza”. Luego él preguntó: “Pero ¿por qué debería un Creador
haber establecido tal principio? ¿No le gustó la perfección de Su creación
original?”. Ésta es la razón por la cual decimos que el problema está
arraigado en la teología, no en la ciencia. Futuyma cuestionó por qué el
Creador promulgó un “principio de degeneración”, luego clarificó que él
no tenía la intención en absoluto de aceptar la respuesta provista por el
mismo Creador a quién él cuestiona. Sí, al Creador le gustó Su creación
inicial—tanto que Él la declaró “muy buena” (Gen_1:31).
No fue la culpa de Dios que el principio de degeneración llegara a ser
una realidad. Fue la culpa del hombre ya que el primer hombre quiso,
como los evolucionistas hoy en día, ser el Creador. ¿Existe un “principio
de degeneración” en funcionamiento? Efectivamente existe. ¿Puede esto
causar que algunos organismos o estructuras disminuyan, o pierdan del
todo su mensaje original (i.e., diseño)? Efectivamente. Pero ¿significa
esto que nunca existió algún diseño? O ¿refleja pobremente al
Diseñador, “probando” de alguna manera que Él no existe? A los ojos de
los evolucionistas, la única respuesta posible a estas preguntas es un
rotundo “sí”. Como Scadding sugirió:

Haeckel clarifica por qué esta línea de argumento fue pronto


de tal importancia para los biólogos evolucionistas… Parecía
difícil explicar las estructuras no-funcionales en base de la
creación especial sin atribuir alguna falta de habilidad del
Creador en el diseño (1981, p. 174).

Así que, Dios es culpado por los errores de los hombres. Y, los
evolucionistas consiguen otro argumento para su arsenal. Aquí, en
pocas palabras, está ese argumento, como declarado por el
evolucionista británico Jeremy Cherfas:

De hecho, como Darwin reconoció, un Creador perfecto


pudiera fabricar adaptaciones perfectas. Todo calzaría ya
que todo fue diseñado a calzar. Es en las adaptaciones
imperfectas que la selección natural es revelada, ya que son
estas imperfecciones que nos muestran que la estructura
tiene una historia. Si no existieran imperfecciones, no habría
evidencia de historia, y por tanto nada para favorecer a la
evolución por la selección natural sobre la creación (1984,
102:29).

Henry Morris, abordando específicamente los comentarios hechos por


Cherfas, hizo una observación interesante:

Esta es una confesión sorprendente. ¡La evidencia principal


en contra de la creación y para la evolución es que la
selección natural no funciona! Si no hubiera estructuras
“imperfectas” en la naturaleza, toda la evidencia sería a
favor de la creación. ¡No es de extrañarse que la evolución
tiene que ser impuesta por la autoridad y ampulosidad, en
vez de la razón, si ésta es la única evidencia real! (1985, p.
177).

Aunque esto es exactamente lo que el Dr. Gould ha sugerido: “Los


arreglos extraños y las soluciones raras son prueba de la evolución”
(1980, p. 20, énfasis añadido).
CONCLUSIÓN
Es claro que los evolucionistas están “aferrándose a una esperanza
vana” cuando el argumento de la suboptimalidad es lo mejor que
pueden ofrecer. Realmente, este argumento no es bueno en absoluto.
Darwin, en El Origen de las Especies, abordó este argumento en 1859.
Los evolucionistas modernos—desesperados por encontrar algo que ellos
puedan emplear como evidencia en contra del diseño en el Universo (y
por ende en contra del Diseñador)—lo han resucitado de los montones
de reliquias de la historia, lo despolvaron, le dieron un nuevo nombre
elegante, e intentaron encajarlo en un público confiado como una
respuesta legítima al argumento de los creacionistas sobre el diseño.
Una vez más ellos han tenido que establecerse a sí mismos como el
Creador para tratar de convencer a la gente que ningún Creador existe.
Y una vez más, ellos han fallado. Sin embargo, el creacionista no está
dispuesto a usurpar la prerrogativa del Creador, como lo hace el
evolucionista, mandándole lo que Él puede (y no puede) hacer, o lo que
es (y lo que no es) aceptable. Como Frair y Davis anotaron:

Pero el creacionista carece de la opción (abierta al


evolucionista) de suponer ningún propósito. Siendo la
curiosidad humana como es, los creacionistas serán
motivados a inquirir concerniente al propósito del universo y
todas sus características. El propósito para la mayoría de las
cosas no serán encontradas. Sin embargo, lo que nosotros
encontramos puede ser suficiente justificación para el
esfuerzo (1983, pp. 31-32).

REFERENCIAS
Cherfas, Jeremy (1984), “The Difficulties of Darwinism,” New Scientist,
102:28-30, May 17.
Davis, Percival, and Dean H. Kenyon (1989), Of Pandas and People
(Dallas, TX: Haughton Publishing).
Dawkins, Richard (1986), The Blind Watchmaker (New York: W.W.
Norton).
Frair, Wayne A. and Percival Davis (1983), A Case for Creation (Chicago,
IL: Moody).
Futuyma, Douglas (1983), Science on Trial (New York: Pantheon).
Giant Panda Zoobook (sine data), (San Diego, CA: San Diego Zoo).
Gould, Stephen Jay (1980), The Panda’s Thumb (New York: W.W.
Norton).
Jackson, Wayne (1989), “Some Atheistic Arguments Answered,” Reason
& Revelation, 9:1-3, January.
Morris, Henry M. (1985), Creation and the Modern Christian (El Cajon,
CA: Master Books).
Ricci, Paul (1986), Fundamentals of Critical Thinking (Lexington, MA:
Ginn Press).
Scadding, S.R. (1981), Evolutionary Theory, May.
Schaller, George B., Hu Jinchu, Pan Wenshi, and Zhu Jing (1985), The
Giant Pandas of Wolong (Chicago, IL: University of Chicago Press).

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