Fisiología Cardiovascular
Facilitador: Bachilleres:
Julio, 2017
Anatomía y fisiología del sistema cardiovascular
El sistema cardiovascular está compuesto por el corazón y los vasos sanguíneos, estos últimos
diferenciados en arterias, arteriolas, venas, vénulas y capilares. Su función principal es el
transporte de la sangre y de las sustancias que ella contiene, para que puedan ser aprovechadas
por las células. Además, la movilización del flujo sanguíneo hace posible eliminar los desechos
celulares del organismo. La sangre es impulsada por el corazón hacia todo el cuerpo, a través de
conductos de distintos calibres, con lo cual:
-Llega el oxígeno y los nutrientes hacia todas las células del organismo
-Se transporta hacia los tejidos sustancias como el agua, hormonas, enzimas y anticuerpos, entre
otros.
-Los productos de desecho y el dióxido de carbono son conducidos hacia los riñones y los
pulmones, respectivamente, para ser eliminados del organismo.
Corazón
Es el órgano principal del sistema cardiovascular. El corazón es un músculo hueco que pesa
alrededor de 250 - 300 gramos. Actúa como una bomba aspirante impelente que impulsa la sangre
por las arterias, venas y capilares y la mantiene en constante movimiento y a una presión
adecuada.
-Miocardio: formado por músculo estriado cardíaco, que al contraerse envía sangre a todo el
organismo.
-Endocardio: compuesto por células epiteliales planas en íntimo contacto con la sangre
El corazón se divide en cuatro cavidades: dos aurículas, derecha e izquierda, y dos ventrículos,
derecho e izquierdo. Está situado en la parte media del tórax (mediastino), algo sobre la izquierda,
entre ambos pulmones.
Aurículas
Están separadas entre sí por medio del tabique interauricular. La aurícula derecha se comunica
con el ventrículo derecho a través del orificio auriculoventricular derecho, donde hay una válvula
llamada tricúspide. La aurícula izquierda se comunica con el ventrículo izquierdo mediante el
orificio auriculoventricular izquierdo, que posee una válvula llamada bicúspide o mitral. Tanto la
válvula tricúspide como la mitral impiden el reflujo de sangre desde los ventrículos hacia las
aurículas.
En la aurícula derecha desembocan dos grandes venas: la vena cava superior y la vena cava
inferior. Además, llega la vena coronaria que trae sangre desoxigenada del corazón.
A la aurícula izquierda arriban cuatro grandes venas: dos venas pulmonares derechas y dos venas
pulmonares izquierdas
Ventrículos
Del ventrículo derecho nace la arteria pulmonar, que transporta la sangre desoxigenada hacia los
pulmones. La arteria pulmonar posee una válvula llamada válvula semilunar pulmonar, cuya
misión es evitar el reflujo de sangre hacia el ventrículo derecho. Del ventrículo izquierdo se origina
la gran arteria aorta, que lleva sangre oxigenada hacia todo el organismo. La arteria aorta también
presenta una válvula semilunar aórtica que evita el retorno sanguíneo hacia el ventrículo
izquierdo.
En las paredes de ambos ventrículos existen pequeños músculos papilares, dos en el izquierdo y
tres en el derecho, aunque pueden presentarse otros accesorios. Estos músculos se unen a
cuerdas tendinosas que están ensambladas a las válvulas bicúspide y tricúspide. Cuando la sangre
abandona los ventrículos, los músculos papilares se contraen y cierran ambas válvulas para evitar
el reflujo sanguíneo hacia las aurículas.
Válvula bicúspide
Los músculos de los ventrículos están más desarrollados que los músculos de las aurículas. La capa
muscular del ventrículo izquierdo es de mayor grosor que el correspondiente al derecho, ya que
debe soportar mayor presión de sangre.
ARTERIAS
Son los vasos que nacen del corazón y transportan la sangre hacia todos los tejidos del organismo.
Están formadas por tres capas concéntricas. De afuera a adentro son:
ARTERIOLAS
Son vasos de pequeña dimensión, como resultado de múltiples ramificaciones de las arterias. Las
arteriolas reciben la sangre desde las arterias y la llevan hacia los capilares. Presentan esfínteres
(válvulas) por donde entra la sangre hacia los capilares. Las arteriolas tienen las mismas capas que
las arterias, aunque mucho más delgadas.
CAPILARES SANGUÍNEOS
Son vasos microscópicos que pierden las capas externas y media. En consecuencia, el capilar no es
más que una muy delgada capa de células epiteliales planas y una pequeña red de fibras
reticulares. El diámetro de los capilares oscila entre 8 y 12 micras
-Capilares arteriales
Transportan los nutrientes y la sangre oxigenada a todas las células del organismo
-Capilares venosos
Recogen de las células los desechos y la sangre desoxigenada hacia las vénulas.
VÉNULAS
Toman los desechos celulares y la sangre desoxigenada de los capilares venosos y los traslada
hacia las venas. Tienen las mismas capas que estos vasos, pero de un calibre mucho menor.
VENAS
Son vasos que se originan de la unión de muchas vénulas y drenan la sangre en el corazón. Las
venas son más delgadas que las arterias, ya que tienen una musculatura de menor grosor. El
diámetro es mayor que el de las arterias.
En el interior de las venas existen válvulas semilunares que impiden el retroceso de la sangre y
favorecen su recorrido hacia la aurícula derecha. Las válvulas se abren cuando el músculo se
contrae (A) y se cierran cuando el músculo está en reposo (B).
El sistema cardiovascular está organizado en dos circulaciones: la mayor o sistémica y la menor o
pulmonar, cada una necesita una bomba que determine la presión de perfusión necesaria para
que la sangre circule adecuadamente, pero ambas deben funcionar de forma acoplada.
La circulación de la sangre puede dividirse en dos ciclos, tomando como punto de partida el
corazón.
Circulación menor o circulación pulmonar o central: La sangre pobre en oxígeno parte desde el
ventrículo derecho del corazón por la arteria pulmonar que se bifurca en troncos para cada uno de
ambos pulmones. En los capilares alveolares pulmonares la sangre se oxigena a través de un
proceso conocido como hematosis y se reconduce por las cuatro venas pulmonares que drenan la
sangre rica en oxígeno, en la aurícula izquierda del corazón.
Las arteriolas son las últimas ramas pequeñas del sistema arterial y actúan controlando los
conductos a través de los cuales se libera la sangre en los capilares. Las arteriolas tienen
paredes musculares fuertes que pueden cerrarlas por completo o que pueden, al
relajarse, dilatar los vasos varias veces, con lo que pueden alterar mucho el flujo
sanguíneo en cada lecho tisular en respuesta a sus necesidades. La función de los capilares
consiste en el intercambio de líquidos, nutrientes, electrólitos, hormonas y otras
sustancias en la sangre y en el líquido intersticial. Para cumplir esta función, las paredes
del capilar son muy finas y tienen muchos poros capilares diminutos, que son permeables
al agua y a otras moléculas pequeñas.
Las vénulas recogen la sangre de los capilares y después se reúnen gradualmente
formando venas de tamaño progresivamente mayor.
Las venas funcionan como conductos para el transporte de sangre que vuelve desde las
vénulas al corazón; igualmente importante es que sirven como una reserva de sangre
extra. Como la presión del sistema venoso es muy baja, las paredes de las venas son finas.
Aun así, tienen una fuerza muscular suficiente para contraerse o expandirse y, de esa
forma, actuar como un reservorio controlable para la sangre extra, mucha o poca,
dependiendo de las necesidades de la circulación.
El flujo sanguíneo que atraviesa un vaso sanguíneo está determinado por dos factores: 1)
diferencia de presión de la sangre entre los dos extremos de un vaso, también
denominado
«gradiente de presión» en el vaso, que es la fuerza que empuja la sangre a través del vaso,
y 2) los impedimentos que el flujo sanguíneo encuentra en el vaso, que se conoce como
resistencia vascular. El flujo a través del vaso se puede calcular con la fórmula siguiente,
que se conoce como ley de Ohm:
F = ΔP
R
en donde F es el flujo sanguíneo, ΔP es la diferencia de presión (P1 – P2) entre los dos
extremos del vaso y R es la resistencia. En esta fórmula se afirma que el flujo sanguíneo
es directamente proporcional a la diferencia de presión, pero inversamente proporcional a
la resistencia. Obsérvese que es la diferencia de presión entre los dos extremos del vaso, y
no la presión absoluta del mismo, la que determina la velocidad del flujo. Por ejemplo, si
la presión de ambos extremos de un vaso es de 100 mmHg, es decir, sin diferencias entre
ellos, no habrá flujo aunque la presión sea de 100 mmHg.
La ley de Ohm, de la ecuación 1, expresa las relaciones más importantes entre todas las
existentes que se debe conocer para entender la hemodinámica de la circulación.
Metabolismo cardiaco
El corazón, para mantener su función contráctil, requiere un suministro continuo y abundante de
energía, transformando la energía química almacenada en la glucosa, cuerpos cetónicos y ácidos
grasos libres de cadena corta (AGLs) en energía mecánica, empleada en la interacción
actina/miosina a nivel de las miofibrillas. El corazón sintetiza, diariamente, 70 veces su peso en
ATP, unos 30 kilogramos, transformando apenas 25% de esta producción en trabajo. Hoy en día
existe evidencia que una alteración del metabolismo energético del miocardio juega un papel
clave en el desarrollo y progresión de la insuficiencia cardíaca perpetuando y acentuando la
activación neurohumoral, lo que ha motivado un interés creciente en la modulación metabólica
como un blanco terapéutico alternativo al bloqueo neurohumoral
Son tres los elementos fundamentales que involucran el metabolismo cardíaco. El primero es la
utilización de sustrato, consistente en la captación celular de ácidos grasos libres de cadena corta y
glucosa, su metabolización por β oxidación, glicólisis y la incorporación de los metabolitos
resultantes al ciclo de Krebs . El segundo componente es la síntesis de ATP mediante fosforilación
oxidativa por la cadena respiratoria mitocondrial. El tercer elemento consiste en la transferencia
de energía desde el ATP a la molécula "reservorio" cretina, mediante la creatina kinasa
mitocondrial. La fosfocreatina es una molécula de menor tamaño que el ATP que difunde con
facilidad a las miofibrillas, donde cede su fosfato al ADP para reconstituir ATP; la creatina vuelve a
la mitocondria para reiniciar el ciclo . La fosfocreatina es una importante fuente de energía en
condiciones de aumento de demanda, dado que permite generar ATP a una tasa 10 veces superior
a la máxima capacidad de la fosforilación oxidativa.
El metabolismo de ácidos grasos es el mayor productor de ATP en el corazón, esta vía, a pesar de
que requiere aproximadamente 11% más oxígeno, produce una cantidad equivalente de ATP a la
obtenida por la oxidación de glucosa con tres veces menos moléculas. La oxidación de ácidos
grasos es la mayor fuente (60-90%) de acetil coenzima A en la mitocondria. Ésta puede provenir
también de la transferencia de piruvato glucolítico. Esa acetil coenzima A entra al ciclo de ácidos
tricarboxílicos (ciclo de Krebs) donde es oxidada y utilizada para producir las coenzimas reducidas
(nicotina-adenin-dinucleótido o NADH y flavin-adenin-dinucleótido o FADH2) que se utilizan como
cofactores enzimáticos para la cadena respiratoria o de transporte de electrones. En condiciones
de oxigenación la cadena de transferencia de electrones saca de la mitocondria protones y
fosforilar el ADP y, producir ATP y este proceso se llama fosforilación oxidativa. Cuando el oxígeno
se encuentra presente para la fosforilación oxidativa, la ATPasa actúa como sitio de producción de
ATP en las células animales. Se sabe que el 20% de todo el oxígeno consumido por cualquier tipo
celular en los mamíferos es empleado en la fuga de protones de la mitocondria más que en la
respiración mitocondrial y del 80% que sí está acoplado a la síntesis de ATP, el 25% se utiliza para
la síntesis de proteínas, el 19% por la ATPasa de Na+/K+, el 5% por la ATPasa de Ca2+, el 3% por la
ATPasa de actinomiosina y 7% para la producción de sustratos gluconeogénicos como el lactato,
proceso que se lleva a cabo en el hígado.
El flujo sanguíneo puede ser medido canulando un vaso; sin embargo, esto tiene limitaciones
obvias. Varios dispositivos se han desarrollado para medir el flujo en los vasos sanguíneos sin
abrirlos. Los flujómetros electromagnéticos se basan en el principio de que el voltaje se genera en
un conductor que se mueve a través de un campo magnético y la magnitud del voltaje es
proporcional a la velocidad del movimiento. Debido a que la sangre es un conductor, se coloca un
imán alrededor del vaso, y el voltaje, que es proporcional al volumen del flujo, se mide con un
electrodo adecuadamente colocado sobre la superficie del vaso. La velocidad del flujo sanguíneo
puede medirse con los flujómetros Doppler. Se envían ondas ultrasónicas al interior del vaso
diagonalmente desde un cristal, y las ondas reflejadas de los eritrocitos y leucocitos son recogidas
por un segundo cristal abajo del flujo. La frecuencia de las ondas reflejadas es más elevada por una
cantidad que es proporcional a la velocidad del flujo hacia el segundo cristal debido al efecto
Doppler.
Los principios físicos y ecuaciones aplicables a la descripción del comportamiento de los líquidos
perfectos en los tubos rígidos, a menudo han sido usados indistintamente para explicar el
comportamiento de la sangre en los vasos. Los vasos sanguíneos no son tubos rígidos y la sangre
no es un líquido perfecto, sino un sistema bifásico de líquido y células. Por tanto, el
comportamiento de la circulación se desvía, a veces en mucho, del predicho de estos principios.
Sin embargo, los principios físicos son de gran valor cuando se usan como un auxiliar para
entender lo que sucede en el organismo, más que como un fin en sí mismos.
Flujo laminar
El flujo de la sangre en los vasos, como el de los líquidos en los tubos rígidos y estrechos,
normalmente es laminar. Dentro de un vaso sanguíneo, una capa infinitamente delgada de sangre
en contacto con la pared del vaso no se mueve. La siguiente capa hacia adentro tiene una
velocidad pequeña, la siguiente una velocidad mayor, etc., hasta que la velocidad es máxima en el
centro de la corriente. El flujo laminar ocurre hasta que se alcanza una cierta velocidad crítica. A
esta velocidad, o por arriba de ella, el flujo es turbulento. El flujo laminar es silencioso, pero el
turbulento genera ruidos; son ejemplos los soplos que se escuchan sobre las arterias constreñidas
y los sonidos que se oyen cuando se mide la presión arterial.
La constricción de una arteria aumenta la velocidad del flujo sanguíneo a través de la constricción,
lo cual produce una turbulencia por delante de ella. En los seres humanos la velocidad crítica es a
veces excedida por la aorta ascendente durante el máximo de la expulsión sistólica, pero por lo
general únicamente se excede cuando una arteria presenta constricción. La turbulencia ocurre
más frecuentemente en la anemia porque la viscosidad de la sangre es menor.
Velocidad media:
Viscosidad y resistencia
La resistencia al flujo sanguíneo se determina no sólo por el radio de los vasos sanguíneos sino por
la viscosidad de la sangre. La viscosidad depende en su mayor parte del porcentaje del volumen de
la sangre ocupado por los eritrocitos y por la composición del plasma y la resistencia de las células
a la deformación.
Las células que constituyen el cuerpo de todos los hombres, tiene líquido extracelular (LEC) el
cual está dividido en dos compartimientos: el líquido intersticial y el plasma sanguíneo circulante.
El plasma y los elementos celulares de la sangre, principalmente eritrocitos, llenan el sistema
vascular y, en conjunto, constituyen el volumen sanguíneo total. El líquido intersticial es la porción
del LEC que baña a las células y queda fuera de los vasos. Aproximadamente 1/3 del agua corporal
total (ACT) es extracelular, siendo intracelulares los 2/3 restantes.
En el hombre adulto promedio, 18% de su peso corporal lo representan las proteínas y otras
sustancias relacionadas, 15% las grasas y 7% los minerales. El 60% restante está constituido por
agua.
El componente intracelular acuoso del cuerpo forma, aproximadamente, 40% del peso corporal y
el componente extracelular alrededor de 20%. Aproximadamente 25% del componente
extracelular se encuentra en el sistema vascular (plasma = 5% del peso corporal) quedando 75%
fuera de los vasos sanguíneos (líquido intersticial = 15% del peso corporal). El volumen sanguíneo
total representa aproximadamente 8% del peso corporal.
Estructura de la microcirculacion y sistema capilar
La pared está compuesta por una capa unicelular de células endoteliales y esta
rodeada por una membrana basal muy fina en el exterior del capilar. El grosor total de la
pared capilar es de solo unos 0,5 mm, el diámetro interno del capilar es de 4-9 mm,
apenas suficiente para el paso de los eritrocitos y otras células sanguíneas.
Existen dos pequeños pasadizos que conectan el interior del capilar con el exterior. Uno
de ellos es un espacio intercelular, un canal curvo a modo de hendidura fina que descansa
en la base de la figura entre células endoteliales adyacentes. Cada espacio está
interrumpido periódicamente por pliegues cortos de inserciones de proteínas que
mantienen unidas las células endoteliales, pero entre esos pliegues puede filtrarse
libremente el líquido a través del espacio. El espacio suele tener un tamaño uniforme, con
una anchura de 6-7 nm (60-70 angstrom), algo menor que el diámetro de una molécula de
albumina. Como los espacios intercelulares se sitúan solo en los bordes de las células
endoteliales, habitualmente no representan más de 1/1.000 de la superficie total de la
pared capilar.
Tipos de poros en los capilares de algunos órganos
Los poros de los capilares de algunos órganos tienen unas características especiales para
cumplir las necesidades peculiares de los órganos. Algunas de estas características son las
siguientes:
1. En el cerebro, las uniones entre las células endoteliales capilares son principalmente
uniones estrechas que permiten la entrada y salida de moléculas muy pequeñas como
agua, oxigeno y dióxido de carbono en los tejidos cerebrales.
2. En el hígado sucede lo contrario. Los espacios entre las células endoteliales capilares
son aperturas amplias, por lo que casi todas las sustancias disueltas en el plasma, incluidas
las proteínas plasmáticas, pueden pasar de la sangre a los tejidos hepáticos.
3. Los poros de las membranas capilares gastrointestinales son intermedios entre las de
los músculos y las del hígado.
El medio más importante por el cual se transfieren las sustancias entre el plasma y el
líquido intersticial es la difusión. El flujo sanguíneo recorre la luz del capilar y el número
enorme de moléculas de agua y partículas disueltas que entran y salen a través de la
pared capilar, permitiendo la mezcla continúa entre el líquido intersticial y el plasma. La
difusión es consecuencia del movimiento térmico de las moléculas de agua y de otras
sustancias disueltas en el líquido, desplazándose las distintas moléculas e iones primero en
una dirección y luego en otra, rebotando aleatoriamente en cada una de ellas.
• Hacia la circulación pulmonar por el ventrículo derecho, recibe la sangre de la aurícula derecha a
través de la válvula tricúspide; y cuando se contrae la expulsa a través de la válvula pulmonar
(válvula semilunar) a la arteria pulmonar.
• Hacia la circulación periférica por el ventrículo izquierdo, de mayor masa muscular, por tener
que ejercer mayor fuerza de contracción para impulsar la sangre por la circulación mayor o
sistémica, recibe la sangre de la aurícula izquierda a través de la válvula mitral (válvula bicúspide) y
la impulsa, cuando se contrae, a la aorta a través de la válvula aórtica (válvula semilunar).
Mecanismos especiales del corazón producen una sucesión continuada de contracciones cardíacas
denominada ritmicidad cardíaca, que transmite potenciales de acción por todo el músculo
cardíaco y determina su latido rítmico.
Músculo cardiaco
El corazón está formado por tres tipos principales de músculo cardíaco: músculo auricular,
músculo ventricular y fibras musculares especializadas de excitación y de conducción, el músculo
auricular y ventricular se contrae de manera muy similar al músculo esquelético, excepto que la
duración de la contracción es mucho mayor. No obstante, las fibras especializadas de excitación y
de conducción se contraen sólo débilmente porque contienen pocas fibrillas contráctiles; en
cambio, presentan descargas eléctricas rítmicas automáticas en forma de potenciales de acción o
conducción de los potenciales de acción por todo el corazón, formando así un sistema excitador
que controla el latido rítmico cardíaco.
El musculo cardiaco presenta las fibras musculares cardíacas dispuestas en un retículo, de modo
que las fibras se dividen, se vuelven a combinar y se separan de nuevo. Además, el músculo
cardíaco tiene las miofibrillas típicas que contienen filamentos de actina y de miosina casi
idénticos a los que se encuentran en el músculo esquelético; estos filamentos están unos al lado
de otros y se deslizan entre sí durante la contracción de la misma manera que ocurre en el
músculo esquelético aunque en otros aspectos el músculo cardíaco es bastante diferente del
músculo esquelético.
El corazón realmente está formado por dos sincitios: el sincitio auricular, que forma las paredes de
las dos aurículas, y el sincitio ventricular, que forma las paredes de los dos ventrículos. Las
aurículas están separadas de los ventrículos por tejido fibroso que rodea las aberturas de las
válvulas auriculoventriculares (AV) entre las aurículas y los ventrículos.
Normalmente los potenciales no se conducen desde el sincitio auricular hacia el sincitio ventricular
directamente a través de este tejido fibroso. Por el contrario, sólo son conducidos por medio de
un sistema de conducción especializado denominado haz AV, que es un fascículo de fibras de
conducción de varios milímetros de diámetro. Esta división del músculo del corazón en dos
sincitios funcionales permite que las aurículas se contraigan un pequeño intervalo antes de la
contracción ventricular, lo que es importante para la eficacia del bombeo del corazón.
Ciclo cardiaco
Se define como ciclo cardíaco la secuencia de eventos eléctricos, mecánicos y sonoros que ocurren
durante un latido cardíaco completo. Estos eventos incluyen la despolarización y repolarización del
miocardio, la contracción (sístole) y la relajación (diástole) de las diferentes cavidades cardíacas, el
cierre y apertura de válvulas asociado y la producción de ruidos concomitantes. Todo este proceso
generalmente ocurre en menos de un segundo.
Cada ciclo es iniciado por la generación espontánea de un potencial de acción en el nódulo sinusal.
Este nódulo está localizado en la pared superolateral de la aurícula derecha, cerca del orificio de la
vena cava superior, y el potencial de acción viaja desde aquí rápidamente por ambas aurículas y
después a través del haz AV hacia los ventrículos.
Debido a esta disposición especial del sistema de conducción desde las aurículas hacia los
ventrículos, hay un retraso de más de 0,1 s durante el paso del impulso cardíaco desde las
aurículas a los ventrículos. Esto permite que las aurículas se contraigan antes de la contracción
ventricular, bombeando de esta manera sangre hacia los ventrículos antes de que comience la
intensa contracción ventricular. Por tanto, las aurículas actúan como bombas de cebado para los
ventrículos, y los ventrículos a su vez proporcionan la principal fuente de potencia para mover la
sangre a través del sistema vascular del cuerpo. Así, el corazón tiene una acción de bombeo de dos
pasos. La aurícula derecha e izquierda se contrae de manera casi simultánea, lo cual va seguido
por la contracción de los ventrículos derecho e izquierdo 0.1 a 0.2 s más tarde. Durante el tiempo
en que tanto las aurículas como los ventrículos están relajados, el retorno venoso de sangre llena
las aurículas. La acumulación de presión que sobreviene hace que las válvulas AV se abran y que la
sangre fluya desde las aurículas hacia los ventrículos. Se ha estimado que los ventrículos están
alrededor de 80% llenos con sangre incluso antes de que las aurículas se contraigan.
La duración del ciclo cardíaco total, incluidas la sístole y la diástole, es el valor inverso de la
frecuencia cardíaca. Por ejemplo, si la frecuencia cardíaca es de 72 latidos por minuto, la duración
del ciclo cardíaco es de 1/72 latidos por minuto, aproximadamente 0,0139 min por latido, o 0,833
s por latido.
Sístole y Diástole
El ciclo cardíaco está formado por un período de relajación que se denomina diástole, seguido de
un período de contracción denominado sístole. Cuando el corazón está en diástole, la presión en
las arterias sistémicas promedia alrededor de 80 mm Hg. Entonces ocurren estos eventos en el
ciclo cardiaco:
Postcarga
Este determinante incluye a todas las fuerzas que se oponen a la eyección ventricular. El ventrículo
tiene mayor dificultad para contraerse si tiene que vencer una alta presión aórtica y viceversa.
Según esto entre más alta sea la precarga, peor va a ser la calidad de la contracción. La postcarga
está relacionada con el final de la sístole, puesto que la eyección finaliza cuando la presión
generada por el ventrículo es igual a la aórtica. Si la postcarga es elevada la eyección será más
corta, disminuirá el volumen latido, aumentará el volumen de fin de sístole y la fracción de
eyección será menor. El volumen de fin de sístole mayor va a redundar en un volumen de diástole
mayor en el siguiente latido, de tal forma que un corazón normal puede compensar aumentado la
fuerza de contracción en el siguiente latido.
Inotropismo
Es la capacidad intrínseca del músculo cardíaco contraerse en contra de una carga, después de su
activación eléctrica. De una manera más precisa podemos afirmar que el inotropismo se puede
medir como la relación presión / volumen sistólica. Esto significa que entre mayor presión pueda
generar el corazón a un volumen determinado, mayor será su inotropismo. El inotropismo es
dependiente de la integridad de la fibra miocárdica y del calcio disponible para la contracción. Es
decir, entre más calcio disponible mejor la calidad de la contracción y viceversa.
Automatismo o cronotropismo
Propiedad por la cual algunas células cardíacas presentan la capacidad de generar
despolarizaciones rítmicas de su potencial de membrana (denominados potenciales marcapasos)
que son propagados en todas direcciones, marcando el ritmo de despolarización del resto de las
células cardíacas.
Aunque en determinadas circunstancias todas las células cardiacas pueden generar potenciales
marcapasos, en condiciones normales el marcapaso del corazón es el nódulo sinusal. Su frecuencia
espontánea de potenciales de acción es de 70 a 80 por minuto. Este nódulo activa al resto de las
células excitables desencadenando la aparición de potencial de acción en cada una de ellas antes
de que espontáneamente alcancen su umbral de activación. Si por cualquier circunstancia falla el
marcapaso del nódulo sinusal otras células también excitables, marcapasos latentes, pueden
tomar el mando y evitar la parada de la actividad cardíaca. Las células del nódulo atrio-ventricular
descargan con una frecuencia espontánea de 40 a 60 potenciales de acción por minuto y las de
Purkinje de 20 a 30 (marcapasos ideoventriculares). El automatismo de las células marcapasos es
suprimido temporalmente cuando son sometidas a altas frecuencias de descarga (supresión por
sobrecarga). Este es el mecanismo utilizado por las células del nodo sinusal para imponer su ritmo
al resto.
Ruidos cardiacos
En situaciones normales, se escuchan dos ruidos con el estetoscopio durante cada ciclo cardiaco.
El primero es un “lub” bajo, un poco prolongado (primer ruido), generado por las vibraciones
producidas por el cierre súbito de las válvulas auriculoventriculares al principio de la sístole
ventricular. El segundo es un “dup” más corto y agudo (segundo ruido), originado por las
vibraciones relacionadas con el cierre de las válvulas aortica y pulmonar justo después del final de
la sístole ventricular. En muchas personas normales, se escucha un tercer ruido suave y grave, a
casi un tercio de la diástole. Este coincide con el periodo de llenado ventricular rápido y quizá se
deba a las vibraciones producidas por la entrada apresurada de sangre. A veces se escucha un
cuarto ruido justo antes del primero, cuando la presión auricular es más alta o si el ventrículo esta
rígido, como en la hipertrofia ventricular. Tal ruido se debe al llenado ventricular y rara vez se oye
en adultos normales. El primer ruido tiene una duración cercana a 0.15 s y su frecuencia es de 25 a
45 Hz. Es suave cuando la frecuencia cardiaca es baja, ya que los ventrículos están bien llenos de
sangre y las valvas de las válvulas auriculoventriculares flotan para aproximarse antes de la sístole.
El segundo ruido dura 0.12 s, con frecuencia de 50 Hz. Es intenso y agudo si se eleva la presión
diastólica en la aorta o en la arteria pulmonar, lo cual hace que las válvulas respectivas cierren con
fuerza al final de la sístole. El intervalo entre el cierre de la válvula aortica y la pulmonar durante la
inspiración a menudo es lo bastante largo para que el segundo ruido se duplique (separación
fisiológica del segundo ruido), esta duplicación también puede presentarse en algunas
enfermedades. El tercer ruido, cuando se presenta tiene una duración de 0.1 s.