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T: Pequeñas criaturas, de Rubem Fonseca: Consumidores y consumidos, desde

Zygmunt Bauman y Eduardo Galeano


A: Diana Elena Conrero
P: Facultad de Filosofía y Humanidades - Universidad Católica de Córdoba
R: El siguiente estudio propone analizar los personajes de los cuentos “Ganar el
juego”, “Miss Julie”, “Hildete” y “El peor de los venenos” de Pequeñas criaturas, de
Rubem Fonseca, en torno a la dicotomía consumidores – consumidos, puesto que se
encuentran insertos en un mundo en el cual se considera a los hombres en calidad de
consumidores, según Zygmunt Bauman, y en el cual todo está convertido en mercado y
mercancía, según Eduardo Galeano. Para esto, tendremos en cuenta la categoría homo
consumens u hombre consumidor que propone Bauman en Amor líquido, así como sus
propuestas en Modernidad líquida y también las perspectivas a cerca de este sistema que
propone Eduardo Galeano en Úselo y tírelo, en el cual alerta sobre los peligros y
consecuencias del sistema en el cual los personajes están viviendo.
P.C: personaje, homo consumens, consumidores – consumidos, Fonseca, Bauman,
Galeano.

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Pequeñas criaturas, de Rubem Fonseca
Consumidores y consumidos, desde Zygmunt Bauman y Eduardo Galeano

Diana Elena Conrero


Facultad de Filosofía y Humanidades
Universidad católica de Córdoba

¿El planeta? Úselo y tírelo. En el reino de lo efímero,


todo se convierte inmediatamente en chatarra.
Úselo y tírelo, Eduardo Galeano

Las precarias condiciones sociales y económicas


entrenan a hombres y mujeres para percibir el mundo
como un recipiente lleno de objetos desechables,
objetos para usar y tirar, el mundo en su conjunto,
incluidos los seres humanos.
Modernidad líquida, Zygmunt Baumann

Desde la perspectiva de Eduardo Galeano, el sistema voraz y cínico que hoy devora
hombres y tierras para luego descartarlos, surgió hace cinco siglos con el descubrimiento de
América, hecho que universalizó el intercambio desigual y le puso precio al planeta y al
género humano. Es por esto que en Úselo y tírelo, antología en la que reúne textos de su
autoría que permiten analizar el mundo desde una ecología latinoamericana, propone que
estamos viviendo en un mundo en el que se desprecia la vida y se adoran las cosas, un
mundo que “está convertido en mercado y mercancía” (p. 121). Esta situación se manifiesta
claramente en los cuentos agrupados en Pequeñas Criaturas, publicado por primera vez en
2002, del escritor brasileño Rubem Fonseca, puesto que inserta a sus personajes en un
mundo literario, reflejo del actual, que, en palabras de Zygmunt Bauman “considera a sus
miembros primordialmente en calidad de consumidores” (Modernidad líquida, p. 82). Es
teniendo en cuenta la mirada que proponen estos autores que se analizarán en este trabajo
los cuentos “Ganar el juego”, “Miss Julie”, “Hildete” y “El peor de los venenos”,
pertenecientes a Pequeñas Criaturas, a partir de la dicotomía consumidores-consumidos,
teniendo en cuenta la categoría “homo consumens” que propone Zygmunt Bauman en
Amor Líquido, definida en razón de aquellos participantes de la sociedad y practicantes del
mercado que consumen de manera solitaria y solamente preocupados por sí mismos, en
busca de calmar la soledad que los acompaña. Para esto, tendremos en cuenta
específicamente a los personajes principales de los cuentos puesto que, como proponen
Matías Martínez y Michael Scheffel en Introducción a la narratología, (2011) “en tanto

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vehículo de la acción son un elemento central de la narración” (p. 192) que serán analizados
de acuerdo a las condiciones que los establecen como tales (atribuciones de estados
mentales y ser causantes de las acciones) y su complejidad y dinamismo. Entonces, desde
esta perspectiva, es posible analizar al actor que protagoniza “Miss Julie” y es estafado por
la mujer. Su propia descripción, narrada en primera persona, deja en claro su soledad al
comparar su presente de actor famoso con su pasado de pobre diablo: ahora el sexo que
antes disfrutaba, pierde su espontaneidad y se siente usado. Es por esto que prefiere “joder
con prostitutas” (p. 57), a quienes selecciona de acuerdo a sus gustos, ya que la variedad es
muy amplia; ellas son sus objetos de consumo, bienes, escogidas solo por el deseo, su
deseo. Incluso esta actividad lo vuelve más solitario, debido a que, para los encuentros,
siempre casuales, se ve obligado a citarlas fuera de su casa, disfrazarse y crear una nueva
identidad. Su ideal es no repetir mujer, y esto es lo que lo convierte en un homo consumens
por excelencia, puesto que “el consumismo no es acumular bienes [] sino usarlos y disponer
de ellos después de utilizarlos” (Amor líquido, p. 8). Sin embargo, en el cuento se puede
ver que los roles consumidor-consumido cambian con la llegada de un documento legal que
afirma la paternidad del actor en un niño que él desconoce. Miss Julie, en un acto
completamente solitario, se ha inseminado sin el consentimiento del actor, y producto de
esta práctica ha nacido el niño en cuestión. Entonces, ya la prostituta deja de ser parte del
grupo de los consumidos y pasa al grupo de los consumidores, que ve la vida como una
salida de compras, en la cual mediante cualquier artimaña (un aviso clasificado, en este
caso) se puede elegir pareja: el mundo, o las telenovelas y obras en las cuales actúa el
personaje masculino, funcionan para ella como un catálogo de productos y potenciales
padres que elegirá de acuerdo a sus gustos para satisfacer su deseo de placer maternal,
demostrando que “en nuestra época, los hijos son, ante todo y fundamentalmente, un
objeto de consumo emocional” (Amor líquido, p. 63). Esto hace que el personaje de Miss
Julie se vuelva más complejo y dinámico, debido a que muestra sus deseos e intenciones
reales, que son los verdaderos causantes de la acción y del cambio de roles y de vida de los
protagonistas. Así, este cuento muestra cómo los personajes, en cuanto categorías
narrativas solo tienen un sentimiento o intención, que es el cumplir o satisfacer sus deseos y
que sin ellos la acción no sería tal: en el caso del actor, mantenerse libre y sin compromisos
personales, en el caso de Miss Julie, el deseo pasa por querer un hijo de ese hombre en

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particular. Por otra parte, el relato manifiesta cómo los personajes se consumen entre sí y
representan de esta forma a la sociedad de consumo, que en palabras de Eduardo Galeano,
“consume fugacidades, cosas, personas” (173), aunque de esta afirmación, solo por el final,
se podría excluir al actor, ya que, si bien la construcción del personaje es constante durante
la mayor parte del relato, es decir, el hombre no quiere hacerse cargo del niño, se
complejiza al aceptar ver a su hijo al final del cuento, permitiendo quizás una verdadera
relación entre ellos.
El segundo cuento que se propone para este análisis, “El peor de los venenos”,
presenta a una mujer que se autodefine, también en primera persona, como bonita,
atractiva, irónica, imaginativa y culta, capaz de mantener conversaciones con banqueros o
profesores de filosofía, cuyo interés en modo alguno es perjudicar su confortable situación
familiar con su esposo rico e influyente (p. 211); no obstante, lo que la define con precisión
es “la búsqueda del mejor precio a una cura para la soledad” (Amor líquido, p. 96), segunda
característica propia del homo consumens, búsqueda que realiza durante su vida y la lleva a
casase con Ruy, y que también realiza durante las reuniones a las que asiste, en las cuales
rechaza sutilmente los coqueteos de los hombres que la rodean, pero sin desalentarlos
completamente, ya que sabe que son buenos postores y que en algún momento, pueden ser
el precio que busque. Pareciera en un principio que su belleza y posición la convierten en
una clienta con recursos que la “protegen de las desagradables consecuencias del consumo”
(Modernidad líquida, p. 96), por lo cual puede aceptar o desechar hombres que ya no desea
y conseguir a los que sí. Es por esto que decide abandonar a su marido, a quien no solo
consume económica y socialmente, sino también desde lo sentimental, puesto que a pesar
de que él la ama y se muestra generoso con ella, no le muestra compasión alguna. Sin
embargo, esta mujer es una clara representante de “una civilización que confunde ser con
tener” (Úselo y tírelo p. 28) y sufre las consecuencias del consumo, debido a que los
recursos con los que contaba, no eran propiamente suyos, sino de su marido: una vez
separada, las invitaciones a las reuniones en las que sentía ser el centro de atención, dejan
de ser tan numerosas y lo que la define es el comentario de su amiga Lulu, quien tiene en
claro que no alcanza su belleza o carácter para hacerse ilusiones de pareja, sino que lo
importante es el dinero que les dejaron sus exmaridos, sus casas, choferes, empleados,
comidas y comodidades (p. 225). Así, este personaje varía en lo que podemos considerar su

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dimensión caracterizadora: aquello con que se define, su belleza y “atributos intelectuales”,
por así decirlo, no eran realmente lo que la colocaba dentro del círculo al que creía
pertenecer, sino los atributos económicos de quien era su marido; esto hace que, si bien sus
deseos y aspiraciones se mantengan estáticos, se le resten cualidades que antes se le
adjudicaban. Por lo tanto, este cuento, permite reconocer en el personaje femenino
características de vital importancia referidas al concepto homo consumens, puesto que
muestra que los vínculos son considerados por estos en función de objetos de consumo, lo
cual, no implica la acumulación sino, como propone Zygmunt Bauman en Amor líquido,
usarlos cual si fueran bienes y disponer de ellos después de utilizarlos (72), para poder
acceder a nuevos vínculos y hacer uso respectivo de ellos.
Con respecto a esto, Eduardo Galeano propone que, en esta sociedad de consumo
que consume cosas y personas de igual manera, “hay cada vez más personas arrojadas a la
basura desde que asoman a la vida” (173), lo cual da pie para introducir al tercer personaje
que consideramos dentro de la categoría de homo consumens, el protagonista del cuento
“Ganar el juego”. Al igual que los dos personajes antes analizados, la descripción del
protagonista es narrada por él mismo al comienzo del relato. Es un muchacho pobre,
blanco, miserable, flaco, famélico sin hermanos ni aliados, puesto a trabajar de mozo en
una reconocida empresa gastronómica, cuyo objetivo en la vida es matar a un rico, seguir
vivo y de esta manera ganarles el juego. Pareciera en una primera lectura que son los ricos a
quienes sirve durante las cenas y eventos en los que trabaja, quienes consumen a la gente,
como si se desprendiera la hipótesis de que “es necesaria la miseria de muchos para que sea
posible el derroche de pocos” (Úselo y tírelo, p 123); sin embargo, se puede considerar al
narrador del cuento, el servicial mozo que busca ganarle una partida a los ricos como un
hombre signado por el consumo puesto que sus actividades, siempre solitarias, consisten en
observar el lujo de los ricos, aquello que él no puede tener, casi por una condición genética
y determinista: al igual que su padre, es pobre. Su manera de consumir es similar a mirar la
televisión: el exhibicionismo de los ricos, su riqueza, viajes, cenas de millonarios, su
ostentación, se le ofrecen con generosidad; su vida no puede ser igual a la de los ricos, pero
la imagina, por esto es posible afirmar que pertenece al grupo de quienes consumen
fantasías de consumo, y ven en el otro no a un compañero sino a un competidor a quien
ganarle el juego. En Amor líquido, Bauman propone que la vida es sobrevivir y que

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sobreviven los más fuertes, o quien da el primer golpe (p. 114), lo cual aplica a este cuento:
el protagonista con su decisión tan pensada de matar a un rico, usa y dispone de ellos al
seleccionar uno del grupo acorde a sus necesidades, gustos y preferencias, selecciona el
producto de mejor precio y con él asesta su golpe, con el que se siente ganador. Este
sentimiento es el que hace del personaje del mozo una categoría más rica y compleja,
puesto que deja la puerta abierta a una nueva experiencia de juego ya que, por primera vez,
dice sentirse bien, con lo cual rompe el estatismo que se plantea en su descripción del
principio al decir que no se siente a gusto con su forma de vida, y se vuelve un personaje
dinámico que se va transformando a lo largo de la acción, no tanto por la variación de su
forma de ser (no cambia su estilo de vida) como la de su sentir.
Finalmente, el último cuento que se propone trabajar es “Hildete” que, aunque
difiere de los otros, guarda estrecha relación con ellos, en tanto muestra cómo “el lenguaje
oficial ahoga la realidad para otorgar impunidad al sistema” (Úselo y tírelo, p. 10). En este
relato, no es el protagonista quien se define a sí mismo como en los textos y anteriormente
analizados, sino que quien define a Hildete es un grupo de empresarios, comerciantes,
publicistas, claros homo consumens, empeñados en conseguir el mejor precio de este
producto. Con frases como “un ser humano que supera el sufrimiento, la desgracia, los
horrores que tú [] enfrentaste, logrando salir adelante, adquiere una gran autoridad moral”
(p. 97) o “si logras superar los infortunios y las humillaciones [] te conviertes en una
persona fuerte, redimida y digna. Una persona buena y bella” (p.102), este grupo da cuenta
de cómo se legitiman prácticas del sistema en el que se encuentran insertos los personajes,
que se muestra como un paraíso y sin embargo, se consumen unos a otros, dejando en
suspenso el compañerismo en pos del uso y consumo, la solidaridad y la comprensión en
pos de la economía práctica. En “Hildete”, al igual que en los cuentos anteriormente
trabajados se observa cómo las condiciones sociales y económicas precarias (entendidas en
el sentido de poco estables, seguras, o duraderas) entrenan a las personas para ver el mundo
como un recipiente del cual pueden elegir qué persona usar de acuerdo a sus intereses. Es
por esto que la construcción de Hildete en cuanto personaje del cuento y, a su vez,
personaje creado por los empresarios, pareciera, de acuerdo a sus rasgos caracterizadores,
ser un personaje tipo que representa a un sector de la sociedad o grupo humano pero se
torna una suerte de caricatura en tanto es una burla de la realidad que quieren dibujar con

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frases que ellos mismos denominan casi “de autoayuda” y así, Hildete es un personaje
falsamente complejo y dinámico ya que quien va a representar ese papel no modifica su
vida ni cambia la acción del relato, aunque si participa del discurso narrativo.
Ahora, si bien los personajes en tanto categorías narrativas “no tienen por qué ser
necesariamente antropomórficos” (2011, p. 192), es decir, que pueden poseer cualidades
irreconciliables con el concepto de persona humana, no es lo que sucede en los cuentos
seleccionados para este trabajo. Los personajes de Rubem Fonseca viven una realidad muy
similar a la que se vive actualmente y esto los vuelve cercanos. Entonces, desde estas
lecturas, se pueden entender los cuentos de Pequeñas criaturas como una alerta sobre el
sistema en el que se vive, puesto que es un despiadada práctica de vida basada en la
explotación del prójimo a quien constantemente se le pone precio y se lo desprecia, razón
por la cual, “los protagonistas son hombres y mujeres, nuestros contemporáneos,
desesperados al sentirse fácilmente descartables y abandonados a sus propios recursos”
(Amor líquido, p.8) que, ya sean muchos o pocos, nunca son los suficientes.

BIBLIOGRAFÍA
BAUMAN, Z. (2013). Amor líquido. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.
----------------- (2013). Modernidad líquida. Buenos Aires: Fondo de Cultura
Económica.
FONSECA, R. (2004). Pequeñas criaturas. Bogotá: Grupo Editorial Norma.
GALEANO, E. (2013). Úselo y tírelo. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Booket.
MARTÍNEZ, M. y SCHEFFEL, M. (2011). Introducción a la Narratología. Buenos
Aires: Las Cuarenta.

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