El volcán
Se trata de una técnica muy eficaz para mejorar el autocontrol, sobre todo en esos
momentos en los que el niño parece estar a punto de explotar. En esencia, se trata de
utilizar las imágenes para concientizar el comportamiento. De esta manera, el niño será
capaz de detectar cuándo está a punto de comportarse de manera inadecuada y
podrá detenerse a tiempo.
Para poner en práctica esta técnica, tendrás que pedirle que imagine su interior
como si fuera un volcán que representa toda su fuerza y energía. Explícale que,
como muchos otros volcanes, su volcán interior también se descontrola y entra en
erupción, haciendo que explote todo lo que lleva dentro. La idea es que el niño aprenda a
reconocer las señales de la ira y el enfado, asociándolas con la lava caliente y la erupción.
De esta forma podrá detenerse antes de llegar al punto de no retorno.
Una vez que tu hijo sea capaz de distinguir la ira, el enfado, la irritabilidad o la
frustración, debes enseñarle estrategias para hacerle frente a la
impulsividad. Existen estrategias muy simples, como respirar profundamente mientras
se da órdenes internas del tipo “tranquilízate”. También puedes decirle que cuente hasta
10 o hasta 20, hasta que haya pasado el enfado. Otra alternativa consiste en alejarse de
la situación que le está molestando, para recuperar la calma.
El semáforo
Esta técnica también es muy útil para hacerle notar al niño cuando está a punto de
tener una conducta disruptiva. De hecho, es particularmente eficaz en los niños con
TDAH que tienen dificultades para darse cuenta de su propio estado de activación, un
problema que a menudo les lleva a meterse en dificultades.
Se trata de un ejercicio muy simple en el que se le da un feedback sobre su propio
comportamiento, es decir; se le brinda una señal cuando está a punto de activarse, para
que de esta forma pueda reflexionar y controlar su conducta. No obstante, lo más
importante es trabajar con la identificación de las sensaciones previas a las
conductas impulsivas y disruptivas, de manera que el niño pueda notarlas
conscientemente.
Para poner en práctica esta técnica necesitarás algunas cartulinas con las luces de un
semáforo. Explícale cómo funciona el semáforo y dile que a partir de ese momento,
también funcionaréis así en casa. La luz roja es para detenerse, porque la situación se ha
salido de control o está a punto de hacerlo, la naranja para indicar que debe analizar qué
le sucede y por qué se siente así, y la verde señala que debe pensar en cuál es la mejor
manera para expresar lo que siente.
Obviamente, durante los primeros tiempos tendrás que tener a mano las cartulinas para
sacarlas cuando sea necesario. Más tarde, simplemente podrás decirle el color.
Problemas de autoestima en los niños
Cómo saber e identificar si un niño tiene una baja autoestima. La autoestima es la
diferencia que existe entre lo que pensamos que somos y lo que nos gustaría ser. ¿Cómo
se manifiestan los problemas de autoestima en un niño? o ¿cómo saber si mí hijo
tiene problemas de autoestima? Son algunas de las preguntas más frecuentes que
se hacen los padres. Para obtener las respuestas, lo mejor es que los padres estén
atentos para detectar comportamientos que sean muestras de baja autoestima.
1. Área social. Sentimientos del niño o adolescente sobre las relaciones con sus amigos.
2. Área académica. Percepción de su faceta como estudiante.
3. Ámbito familiar. Ubicación como miembro de una unidad familiar, relacionado con sus
sentimientos como parte integrante de su familia.
4. Imagen corporal. Reflejo de cómo ve su aspecto físico o sus capacidades físicas.
5. Autoestima global. Valoración general que hace de sí mismo.
¿Por qué es importante para los niños tener una buena autoestima?
La autoestima de una persona es muy importante porque puede ser el motor que la
impulse a triunfar en la vida en el terreno personal. Por lo general, un niño con buena
autoestima suele demostrar el deseo de intentar cosas nuevas, de aprender, de probar
nuevas actividades; de ser responsable de sus propios actos; de tener comportamientos
pro-sociales; de tener confianza en sí mismo y en sus capacidades; de colaborar con los
demás; de reconocer sus errores y aprender con ellos. En este caso, no tienes por qué
preocuparse. Tu hijo estará construyendo una buena autoestima.
En la etapa infantil, los niños piensan que el mundo gira alrededor de ellos, que el
mundo existe porque ellos existen, son egocéntricos, (es evolutivo), no saben
esperar, (no tienen aún desarrollado el concepto del tiempo), y les cuesta mucho
pensar en los demás y sus necesidades. Los niños cuando son pequeños, quieren
todo y lo quieren ya... y si no se lo damos, lloran, se enfadan, tienen rabietas... se
frustran al no conseguir sus deseos.
- Buscan satisfacer sus necesidades en forma inmediata, por lo que frente a la espera
o postergación de sus necesidades suelen presentar pataletas y llanto fácil.
- Pueden desarrollar con más facilidad que otros niños problemas de ansiedad.
- Son poco flexibles y les cuesta adaptarse a las situaciones nuevas o que no son
como se esperan.
Si el niño consigue siempre o casi siempre lo que quiere cuando lo pide, o tras una
rabieta obtiene lo que deseaba o se libra de lo que no quería, o si le evitamos
cualquier tipo de sufrimiento, (porque nos da pensar verle pasarlo mal, porque no
queremos que sufra, o por no escucharle más...) no le enseñamos a manejar sus
emociones y mucho menos sus conductas.
- Las normas y límites son fundamentales y han de cumplirse con tranquilidad pero
con firmeza.
- Tener muy claro que la frustración es inevitable en la vida, y que si los pequeños no
aprenden a manejarla y aceptarla, en su vida adulta les costará mucho más.
Si nos encontramos con que nuestro hijo es un niño con baja tolerancia a la
frustración, como padres podemos reconducir esa situación, podemos reeducar al
niño para que poco a poco aprenda a manejarla.
- Establece y pon normas, límites y rutinas claros y acordes a la edad de los niños.
En el caso en que la situación nos desborde, acudir a un profesional que nos guíe y
nos oriente siempre es la mejor opción. Nos ayudará a analizar la situación y nos
ayudará en el proceso.
Aprender a tolerar la frustración desde pequeños permite que los niños puedan
enfrentarse de forma positiva a las distintas situaciones que se les presentarán en la
vida.
La frustración es una vivencia emocional que se presenta cuando un deseo, un proyecto,
una ilusión o una necesidad no se llegan a satisfacer o a cumplir.
Cuando un deseo o una ilusión no se cumplen, a causa de la frustración, los adultos -y
también los niños- experimentan en mayor o menor medida una serie de emociones
como el enfado, la tristeza, la angustia, la ansiedad, etc. Al mismo tiempo, se trata de
vivencias personales, por lo que cada uno puede enfrentarse y reaccionar ante estos
hechos o eventos de manera diferente.
Tolerar la frustración significa ser capaz de afrontar los problemas y limitaciones
que nos encontramos a lo largo de la vida, a pesar de las molestias o incomodidades que
puedan causarnos. Por lo tanto, se trata de una actitud y, como tal, puede trabajarse
y desarrollarse.
En la vida, hay situaciones en las que conseguimos nuestros objetivos, deseos, etc., y
otras en las que no. En la etapa infantil, los niños suelen pensar que el mundo gira a su
alrededor, que lo merecen todo y que consiguen al momento lo que piden. No saben
esperar porque no tienen desarrollado el concepto del tiempo ni la capacidad de
pensar en los deseos y necesidades de los demás . Es entonces cuando hay que
empezar a enseñar a los niños a tolerar la frustración. Si los padres siempre dan a los
hijos todo aquello que piden, los pequeños no aprenderán a tolerar el malestar que
provoca la frustración y a hacer frente a situaciones adversas. Por ello, en la edad adulta,
seguirán sintiéndose mal cada vez que no consigan aquello que se han propuesto.
Intentar complacer siempre a los niños y evitar que se sientan frustrados ante
cualquier situación no favorece su desarrollo integral como persona , ya que
cuando sean adultos deberán enfrentarse a circunstancias tanto de éxito como de
fracaso. Existen teorías que defienden que, si no se enseña a los niños a aceptar los
fracasos, es posible que desarrollen una actitud agresiva reincidente.
Para enseñar al niño a tolerar la frustración, existen consejos útiles que detallamos a
continuación:
1. Dar ejemplo. La actitud positiva de los padres a la hora de afrontar las situaciones
adversas es el mejor ejemplo para que los hijos aprendan a solventar sus problemas.
2. Educarle en la cultura del esfuerzo. Es importante enseñar al niño que es necesario
esforzarse. Así aprenderá que el esfuerzo es, en muchas ocasiones, la mejor vía para
resolver algunos de sus fracasos.
3. No darle todo hecho. Si se le facilita todo al niño y no se le permite alcanzar sus retos
por sí mismo, es difícil que pueda equivocarse y aprender de sus errores para saber
cómo enfrentarse al fracaso.
4. No ceder ante sus rabietas. Las situaciones frustrantes derivan, en muchos casos,
en rabietas. Si los padres ceden ante ellas, el pequeño aprenderá que esa es la forma más
efectiva de resolver los problemas.
5. Marcarle objetivos. Hay que enseñar al niño a tolerar la frustración poniéndole
objetivos realistas y razonables, pero sin exigirle que se enfrente a situaciones que, por
su edad o madurez, sea incapaz de superar.
6. Convertir la frustración en aprendizaje. Las situaciones problemáticas son una
excelente oportunidad para que el niño aprenda cosas nuevas y las retenga. De esta
forma, podrá afrontar el problema por sí mismo cuando vuelva a presentarse.
7. Enseñarle a ser perseverante. La perseverancia es esencial para superar situaciones
adversas. Si el niño aprende que siendo constante puede solucionar muchos de sus
problemas, sabrá controlar la frustración en otras ocasiones.
Ante la frustración, hay que enseñar a los niños formas positivas de hacer frente a estos
sentimientos adversos. Para ello, se pueden utilizar distintas estrategias:
Enseñarle técnicas de relajación. Todos nos enfrentamos a las situaciones adversas de
una forma más positiva si estamos relajados. Un buen consejo es enseñar a los pequeños
a aumentar su tolerancia a la frustración a través de la relajación del cuerpo.
Enseñar a identificar el sentimiento de frustración cuando aparezca. Por ejemplo,
“Juan está rabioso porque no ha hecho bien esta resta. Inténtalo con otra y tómate más
tiempo”.
Enseñar al niño cuándo debe pedir ayuda. A algunos pequeños les cuesta pedir ayuda,
mientras que otros la piden constantemente y de inmediato. Hay que enseñar al niño a
intentar encontrar una solución primero. Si se siente frustrado al realizar alguna tarea,
debemos intentar enseñarle a evitar la frustración: “¿qué podrías hacer en lugar de
enfadarte o abandonar la tarea?”.
Representar papeles. Se puede jugar con el niño a interpretar una situación frustrante.
Por ejemplo, el pequeño tiene que hacer los deberes pero quiere irse a jugar al parque.
Primero, el niño interpretará la frustración y luego adoptará el rol opuesto. Se le puede
animar a que hable consigo mismo de forma positiva y busque una manera de resolver el
problema.
Reforzar las acciones apropiadas del niño. Es importante elogiarlo cuando retarde su
respuesta habitual de ira ante la frustración, y cuando utilice una estrategia adecuada.
Modificar la tarea. Enseñar al niño una forma alternativa de alcanzar el objetivo.
En resumen, cabe recordar que la frustración forma parte de la vida. Aunque no se
puede evitar, se puede aprender a manejarla y superarla, y aumentar de esta forma la
tolerancia a la misma. Aprender a tolerar la frustración facilita que nos
enfrentemos con éxito a la vida. Por ello, cuanto antes aprendamos, mejor.
EL MIEDO ES BLANDITO Y SUAVE
Marina era una niña que tenía mucho miedo de la oscuridad. Al apagarse la
luz, todas las cosas y sombras le parecían los más temibles monstruos. Y
aunque sus papás le explicaban cada día con mucha paciencia que aquello
Un día recibieron en casa la visita de la tía Valeria. Era una mujer increíble,
Marina, con ganas de vencer el miedo, le preguntó a su tía cómo era tan
La niña se emocionó muchísimo; ¿cómo era posible que alguien tan valiente
fueron unos niños ciegos. Ellos no pueden ver, así que si no hubieran
asustadísimos.
- ¡Es verdad! -dijo Marina, muy interesada- ¿me cuentas ese secreto?
- ¡Claro! su secreto es cambiar de ojos. Como ellos no pueden ver, sus ojos
son sus manos. Lo único que tienes que hacer para vencer el miedo a la
oscuridad es hacer como ellos, cerrar los ojos de la cara y usar los de las
la luz, si hay algo que te dé miedo cierra los ojos, levántete con cuidado, y
trata de ver qué es lo que te daba miedo con los ojos de tus manos... y
Marina aceptó, algo preocupada. Sabía que tendría que ser valiente para
cerrar los ojos y tocar aquello que le asustaba, pero estaba dispuesta a
probarlo, porque ya era muy mayor, así que no protestó ni un pelín cuando
sus padres la acostaron, y ella misma apagó la luz. Al poco rato, sintió
de la tía Valeria, cerró los ojos de la cara y abrió los de las manos, y con
peluche!"
NIÑOS CON MIEDO A LA OSCURIDAD
3. Sueños nocturnos. Es de noche. Ya dentro de la cama para dormir y bien tapado con las
sábanas, se escucha un ruido. ¿Qué ha sido eso? ¿Es un monstruo? ¡Quizás solo es la casa
que cruje! Por la noche, cuando hay calma los ruidos suenan más que nunca. Probad a
poneros a oscuras y escuchad los ruidos de la noche: un grillo, la lluvia, los truenos, los
búhos, las ranas, la brisa... Identificadlos y hablad sobre qué ruidos escucháis.
4. Regalo en la oscuridad: Este juego trata de ayudar a los niños con miedo a la oscuridad.
Las reglas del juego son bien sencillas, luz apagada y papel de regalo con algo fluorescente.
El niño deberá rebuscar a oscuras por toda la habitación con el aliciente de encontrar
un nuevo regalo y olvidándose así de su miedo a estar a oscuras. Podemos repetir el juego
cuantas veces queramos, eso si aumentando el nivel de dificultad para que el tiempo a
oscuras sea cada vez mayor.
5. Los sonidos: En un ambiente relajado y con la luz apagada aprovecharemos para captar
la atención del niño con sonidos de animales u otras cosas que él o ella deberán de adivinar
y viceversa.
CONSEJOS PARA CONTRARRESTAR EL MIEDO A LA
OSCURIDAD DE LOS NIÑOS
Cuando el niño se muestre asustado por tenerse que ir a dormir y estar en la
oscuridad, se debe hablar con el mismo, mostrarle comprensión y cariño e indicarle
que no pasa nada y que se va a estar cerca por si necesita ayuda.
Un cuento con un final feliz antes de dormir es apropiado, para que el niño pueda
dormir tranquilo y no sienta miedo a la oscuridad, ni deje volar la imaginación para
ver monstros que no existen.
No es apropiado permitir que los pequeños vean programas de terror, ya que estos
pueden ocasionar el miedo de los niños a la oscuridad, mucho menos estos
programas se pueden ver antes de dormir, porque de seguro tendrán pesadillas.
Mientras que el niño se familiariza con un nuevo lugar y con estar en oscuridad en
el mismo, se pueden utilizar lámparas o luces tenues que proporcionen un poco
iluminación, que ayuda a que el niño este tranquilo.
También para ayudar al niño en su miedo es apropiado regalarle un peluche o un
muñeco especial que lo acompañe en las noches, para que los dos se cuiden y por
ende no sienta miedo ante la oscuridad.
Un baño caliente antes de dormir es una alternativa para que los niños estén
tranquilos a la hora de dormir, también el estar un momento acompañando a los
niños ayuda a que estos puedan conciliar el sueño y no tengan miedo a la
oscuridad.
Cuando el miedo es incontrolable, es apropiado que los niños duerman con un
hermanito, si tienen, para que así se puedan acompañar y los dos venzan o por lo
menos evadan el miedo que produce la oscuridad en los pequeños la hora de
dormir y que estos obtén por irse a acostar con los papas.
Para atenuar el miedo una buena alternativa es dejar la luz del pasillo encendida un
rato y la puerta entreabierta para que entre algo de luz y el niño no sienta miedo.
Otra buena alternativa para que el niño venza el miedo a la oscuridad en la
habitación es jugar con él un rato antes de dormir, estando la habitación sin luz, de
esta forma cuando llegue la hora de dormir el pequeño se va a sentir cómodo y no
va a tener miedo.
Un beso y un abrazo antes de dormir es una buena forma para que el niño siente
que sus padres lo quieren y estarán pendientes para cuidarlo en cualquier
momento.
Ejercicios para estimular la memoria de los
niños
Qué actividades hacer para que mejore la memoria de nuestros hijos
Si hay algo muy importante en la vida de toda persona es tener una buena memoria.
Conseguir establecer estos parámetros de memoria es relevante desde la infancia, por lo que
saber cómo estimular a nuestros hijos en este ámbito es tanto o más importante que el hecho
de que aprendan otro tipo de materias.
Aquí os daré algunos ejercicios y pautas que se pueden hacer en casa y que
realizamos en el cole:
Simplemente, juega Los juegos pueden hacerte mejorar, te permitirán
utilizar algunas habilidades necesarias para controlar mejor el lápiz.
Hacer dibujos libres
Practicar dibujando círculos líneas rectas, horizontales, verticales y
oblicuas sobre papel o en una pizarra. Para empezar, utilice hojas
grandes sin líneas y pídale que escriba de izquierda a derecha. Cuando
ya domine el trazo repita el mismo ejercicio utilizando un papel con
líneas muy espaciadas entre sí posteriormente puede utilizar
cuadrícula grande.
Jugar con plastilina, modelar bolas de plastilina con los dedos índice y
pulgar.
Rasgar papeles, recortar trozos de papel con las manos, libremente
(papel de seda, revistas y periódicos).
Hacer bolas grandes y pequeñas de papel. Desmenuzar: papel de
seda, miga de pan…
Con el punzón, picado libre sin contornos ni limites.
Ensartar en cordel collares, bolitas de plástico o macarrones.
Coger con los dos dedos de uno en uno lentejas o garbanzos y
meterlos dentro de una botella.
Abrochar y desabrochas botones.
Comer solos manejando cuchara y tenedor.
Jugar con construcciones.
Alineando fichas de dominó.
Juegos manuales que requieren construcciones de equilibrio con
palillos.
Seguir caminos improvisados con el dedo en el suelo, papel, la pizarra
o una mesa.
Retorcer una cuerda atada por el otro extremo.
Atornillar y desatornillar tornillos gruesos.
Abrir y cerrar tapones botellas, frascos con tapón de rosca… distintos
tamaños.
Mondar con los dedos una mandarina, plátano …
Hacer “música” con los dedos apoyados en la mesa, de a uno.
Hacer mímica con las manos acompañando canciones.
Apretar con la mano una pequeña pelota.
Jugar al tenis para mejorar la flexibilidad de la muñeca.
Tamizar harina
Abrochar Botones
Untar crema de cacao para la merienda