VICIO DE DICCIÓN:
Es toda forma incorrecta en la producción del mensaje, incluye hasta los términos obsoletos o
anticuados. Se denomina como vicio porque recaemos en él sin darnos cuenta, por repetición,
omisión o falta de preocupación toda vez que manifestamos nuestras ideas o pensamientos. Es
muy mal recibido cuando se reconocen en personajes públicos que ya tienen experiencia en
presentaciones, seminarios, charlas, etc.
En esta selección, se revisarán los más importantes.
VOCABLOS EXRAVIADOS
1
LATINISMOS
En el libro 1.000 trucos para hablar y escribir bien, con la revisión de textos de Carmen
Blásquez, se dice que las expresiones latinas son muy corrientes en el castellano escrito, sobre todo
en documentos oficiales y textos legales.
En chile se apeló a ellas en muchos documentos y discursos oficiales, mas ahora están en
franco desuso.
En el Concilio Vaticano II, encabezado por el Papa Pablo VI, se suspendió la Santa Misa en
latín y se autorizó que se oficiara en la lengua propia de cada país.
Sectores más conservadores de la Iglesia Católica se opusieron a los cambios y continúan con el
latín.
Guillermo Blanco, en su cuento “Misa de Réquiem”, crea el personaje que ofrece la misa y
la dirige siempre en latín, con el temor del bandolero que lo acecha.
Presentamos una recopilación de frases y locuciones que se han empleado frecuentemente, muchas
de las cuales aún se utilizan.
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Superávit: Economistas, políticos o empresarios utilizan este término para indicar que existe
un exceso de algo.
Ultimátum: Resolución terminante y definitiva, comunicada por escrito.
Urbi et orbi: A la ciudad y al mundo.
Vox populi: La voz del pueblo, rumor popular.
CACOFONÍAS
Es la repetición poco armónica y muy frecuente que causa desagrado al oído. Se produce –
como ya habíamos visto- con el abuso de las palabras terminadas en ando y endo, en ción y sión o
en los comienzos de vocablos seguidos. Debe evitarse este vicio de lenguaje generado por la
continua repetición de una sílaba. El lector se distrae del tema sustantivo y se fija en los términos
malsonantes.
Definición de la Academia: “Disonancia que resulta de la inarmónica combinación de los
elementos acústicos de la palabra”.
Jorge Luis Borges comentó en su diálogo con Ernesto Sábato: “Yo he pensado que cuando uno habla,
las cacofonías y las repeticiones no importan. Escritas, sí”
El gran periodista y escritor chileno Hugo Goldsack se quejaba porque su madre no se dio cuenta
de la cacofonía que creaba la terminación silábica de su nombre con el comienzo de su apellido. Él
lo hacía de manera irónica.
REDUNDANCIAS
Una selección:
Entumirse de frío (doble falta: debe decirse entumecerse)
Melodía musical
Regalo gratuito
3
Historia pasada
Hechos verdaderos
Todos sin excepción
Experiencia pasada o anterior
Lapso de tiempo
Hace años atrás (elegir: hace años o años atrás)
Empataron a dos goles por lado
Mendrugo de pan
Aterido de frío (si está aterido, es sólo por el frío)
Las dos alternativas (es “la” alternativa, porque implica dos posibilidades para elegir)
Alternativa. Según el escritor y periodista chileno Ernesto Montenegro (1885-1967), no
corresponde decir alternativas. Debe usarse en singular: “Opción entre dos o más cosas;
cada una de las cosas por las cuales se opta”.
Insólito: en Chile se habló durante años de prueba de “alternativas académicas”.
Más redundancias: salió hacia afuera, subió para arriba, consenso unánime, repite de nuevo,
el abajo suscrito, el arriba supraescrito, desternillarse de la risa, advertir por adelantado, a la misma
vez, bajar hacia abajo, bono adicional, completamente gratis, conclusiones finales, constelación
absoluta, hemorragia de sangre, lo vi con mis propios ojos, mi opinión personal, nueva iniciativa,
pequeña notita, peligro potencial, persona individual, planes futuros, prever de antemano, primero
comenzó, que se ha hecho previamente, recordar de memoria, regimiento de soldados, reiterar de
nuevo, resultado final, resumir brevemente, volar en el aire, mes de octubre, día lunes (el mismo
caso).
AHORRO DE PALABRAS
Escucho en radio: “Un funcionario asesinó a su mujer, a sus dos hijos y luego se suicidó”.
Lloro.
Drama y tragedia por quebrantos económicos. Noticia estremecedora, motivo de reflexión, llamado
al amor familiar.
Pero con pulcro afán idiomático, pienso en el ahorro de palabras. ¿Por qué precisar que “luego” se
eliminó?
Si hubiese sido antes, su esposa y los niños estarían ovillando recuerdos y musitando oraciones.
La palabra “luego” es obvia, innecesaria.
Pocos minutos después, un ministro inaugura casas. Cuando sus propietarios aún no advierten
grietas y filtraciones, el locutor de la ceremonia anuncia que el secretario de Estado “hará entrega
de las llaves”.
¿No es fácil, coloquial y directo decir que las entregará?
Ironías de los actos oficiales, disfraces estilísticos del protocolo.
Lenguaje de la pompa burocrática: prefiere el almidón formal, el rodeo ambiguo, el eufemismo
engolado.
Un diseñador regresa desde Londres. Un colega –inquisidor, apremiante, acucioso- intenta que le
describa el objetivo de su viaje.
4
Dudo: ¿la aprovechó?
Nos cuenta que hubo una ocasión propicia, no nos demuestra que la aprovechó.
Más claro: “Vi a la reina”.
Haga este ejercicio: cuéntele a su hijo que hace 20 años tuvo la oportunidad de viajar a París.
Si usted no reproduce su deslumbramiento ante la Gioconda en el Louvre, su éxtasis en la torre
Eiffel y sus paseos por el Barrio Latino, él no sabrá si viajó.
Solución: “¡Viajé a París!”.
Se opta por un idioma oblicuo, indirecto, evasivo (perdón si es redundante).
La reciente Prueba de Selección Universitaria decepcionó a padre, académicos y estudiantes.
Aparecieron severos críticos de la juventud y, en tono solemne, estremecieron: “Vamos a
proceder a dar lectura a los resultados”.
Dicho al modo de sureño productor de trigo: “Más paja que grano”.
Porque en esa oración hay más rodeos que en Los Andes. ¿Usted da lectura a un libro o
sencillamente lo lee?
Siguen las informaciones: asaltan un supermercado. El boletín oficial de la policía cuenta casi
ingenuamente que “los asaltantes no han logrado ser atrapados”.
¿Son ladrones masoquistas que se muestran ante los carabineros para que los encarcelen?
¿Intentan que los esposen y no lo consiguen? Y algunos reporteros trascriben literalmente ese
insólito texto.
Otras noticias: un enérgico alcalde impide que los comerciantes ciegos vendan en el centro de
Santiago artículos con impuestos impagos. Con ánimo de piedad un periodista los llama “no
videntes”. ¿Por qué? ¿Acaso a los mudos los reconoce como “no parlantes”?¿A los cojos los
llama “no caminantes”?
Otros ejemplos: Hoy día; en la actualidad (por ahora); la biografía de su vida (error diario);
monopolizó completamente (“Soledad Sybil monopolizó completamente a Marcelo Erwin”);
extraño hubiese sido que monopolizara sólo una parte de él); el más singular de todos… (si es
singular, es uno); le estoy escribiendo, por le escribo o le escribiré.
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SOLECISMOS
Los barcos arriban. Las personas llegan. La estadía del barco en el puerto. La estada de la
gente. En base a (las cosas están sobre la base). TV a color (¿quién dice televisor a blanco y negro?
Lo correcto: Televisores en colores). En orden a tal… (mal: deriva del inglés in order to). Bajo el
punto de vista… (lo correcto: Desde el punto de vista).
Los errores sintácticos se deben a fallas de construcción gramatical por mal empleo de
preposiciones, de gerundios u otros.
Según la Real Academia Española, por razones eufónicas las palabras agua, área, hacha y
águila deben ir precedidas por un artículo masculino (el, un): el hacha, un hacha. Sin embargo, no
hay que añadirle un adjetivo masculino, pues lo correcto es un hacha afilada y no un hacha afilado.
Dice la RAE: “Esta regla solo opera cuando el artículo antecede inmediatamente al
sustantivo; de ahí que digamos el agua, el área, el hacha; pero si entre el artículo y el sustantivo se
interpone otra palabra, la regla queda sin efecto; de ahí que digamos la misma agua, la extensa área,
la afilada hacha. Puesto que estas palabras son femeninas, los adjetivos deben concordar siempre
en femenino: el agua clara, el área extensa, el hacha afilada (y no el agua claro, el área extenso, el
hacha afilado)”.
IMPROPIEDADES
A veces hay sinónimos que crean confusiones y generan una tercera posibilidad equívoca.
Por ejemplo, accesible proviene del latín accesibilis.
6
De acuerdo con la Academia esta palabra significa:
1. Que puede alcanzarse o conseguirse
No corresponde usar accesible porque es un barbarismo.
Sin embargo, los relatores deportivos lo emplean con alarmante frecuencia porque ignoran que
es una palabra incorrecta.
En su obra El nuevo dardo en la palabra, Fernando Lázaro Carreter –fallecido en 2004- comenta
que confundir ambos términos es “una disparatada sinonimia”.
No es lo mismo…
Hay verbos que frecuentemente mueven a confusión. Les entrego una minilista de ellos:
Infringir: Cometer una infracción. Quebrantar leyes, órdenes.
Infligir: Causar un daño. Imponer un castigo, una pena.
Prever: Ver antes. Pre es un prefijo. Por eso debe conjugarse “él prevé”
Proveer: Abastecer. Suministrar. Preparar, reunir las cosas necesarias para un fin.
Absolver: Perdonar, dar indulgencia.
Absorber: Succionar, consumir enteramente. Se conjuga como sorber.
Todos aceptamos la reflexión del poeta creacionista Vicente Huidobro. En convincente: “El
adjetivo, cuando no da vida, mata”
A veces es superfluo. El periodista Ernesto Montenegro da un ejemplo clásico. En una
ocasión leyó un texto con calificaciones parasitarias: “El paisaje es indescriptible: agreste, salvaje,
silvestre”.
En el caso de que un autor no pueda describir, cambie de oficio. Y empeora su tarea si
recurre a adjetivos que son sinónimos, que no suman características.
Revise el diccionario y descubrirá casi insignificantes diferencias.
La profesora argentina Hilda Basulto nos auxilia en su obra “Curso de redacción dinámica”.
Lívido: (de livor=color cárdeno). Amoratado, que tira a morado: Estaban lívidos, por el frío
y los golpes.
Pálido: Amarillo, macilento o descaecido de su color natural; desvaído, de color bajo: Se
puso pálido por el susto.
Alimenticio: Que alimenta o tiene la propiedad de alimentar: El precio de los productos
alimenticios se estabilizó.
Alimentario: Propio de la alimentación o relacionado con ella: Otorgaron varias becas
alimentarias.
Desapercibido: Desprevenido, desprovisto de lo necesario: Tuvieron que viajar
completamente desapercibidos.
Inadvertido: Dícese del que no advierte o repara en las cosas que debiera; no advertido: El
error pasó inadvertido para todos.
Tangible: Aplícase a lo que se puede tocar; palpable: Es tangible su fina textura.
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Evidente: Cierto, claro, patente, indudable: El contrasentido es evidente.
Latiente: Que late: En esas personas se advierte la latiente pasión por la justicia.
Latente: Oculto, escondido, no manifiesto: La determinación permaneció latente mucho
tiempo.
Israelita: Judío o hebreo: Los israelitas estaban dispersos, por la diáspora.
Israelí: Nativo del Estado de Israel o perteneciente a él: La guerra árabe-israelí conmovió al
mundo.
Deleznable: Lo que se rompe, disgrega o deshace fácilmente que se desliza o resbala con
facilidad; poco durable, inconsistente: Desecharon los productos deleznables. (En Chile se
usa frecuentemente atribuido a un ser despreciable, detestable. El Diccionario de la Real
Academia no incluye esa acepción).
Detestable: Abominable, execrable, aborrecible, pésimo: Cometieron actos detestables.
BARBARISMOS
Al estilo de los humildes albañiles –respetable oficio-, muchos hablan “a nivel de…”. Pocas
veces se dice que hay una reunión de profesores. Hasta en solemnes citaciones se anuncia “una
reunión a nivel de profesores.
El filólogo español Leonardo Gómez Torrego comenta: “Es esta una locución de moda. Se
abusa de ella hasta el hartazgo, por lo que debería desecharse. De tanto usarse, esta locución
termina por ser empalagosa y semánticamente descolorida e inexpresiva”.
Son muchas las formas que pueden sustituirla.
Lo demuestra: “La cuestión se tratará a nivel de alumnos (correcto: entre alumnos); la
subida de la gasolina será tratada a nivel de ministros (correcto: por los ministros); ¿dónde hay
mejor trato: a nivel hospitalario o a nivel ambulatorio? (correcto: ¿En los hospitales o en los
ambulatorios?); nos hemos enterado del proyecto del Estatuto a nivel de filtraciones (correcto: por
filtraciones)”.
Se escucha frecuentemente en radio y en televisión. En las universidades.
¿Tiene dudas?
El autor del Manual de español correcto las despeja: “Hay que aclarar, no obstante, que
cuando dicha locución se emplea con el significado normal de <<nivel>> o <<altura que una cosa
alcanza o a que está colocada>> es correcta”.
Anote algunos casos: a nivel de la superficie terrestre hay anticiclón; trataré de llegar al nivel
de mis hermanos; ya estamos a nivel europeo; ciudades a nivel del mar.
DEQUEÍSMO
El buen uso de la expresión “de que” se resuelve con una receta simple: ¿De qué estoy
seguro? ¿De qué tengo duda? ¿De qué hay convicción? ¿De qué existe certeza?
Respuestas:
Estoy seguro de que todos aprenderán. Se puede reemplazar por estoy seguro de “algo”,
de “eso”, de “esto”, de “aquello”
Tengo dudas de que gane la selección.
Hay convicción de que el curso comprenderá.
Hay certeza de que les irá bien en el examen.
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Algunos verbos van siempre con el “qué” y no admiten el “de” antes. Por ejemplo:
Adivinó que
Afirmó que
Argumentó que
Indicó que
Añadió que
Comentó que
Expuso que
Enseñó que
Repitió que
Probó que
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Lázaro Carreter agregó: “Lo sorprendente del caso es que, esta vez, la innovación no se
introduce por esa vía semioculta y seminconsciente del periodismo apresurado que solemos
denunciar, sino que parece provenir de usos radicalmente populares, en gran medida espontáneos.
Tampoco parece haber nacido el dequeísmo en un lugar concreto desde el cual se haya producido
su irradiación (aunque es asunto que requeriría averiguaciones exactas), sino que da la impresión
de ser fruto de una poligénesis. Y si eso no es así, si resulta detectable un origen concreto, será
preciso conceder que existía en toda la comunidad hablante una predisposición a acoger y a
reproducir la novedad, y que tal propensión es tan misteriosa por lo menos como la poligénesis.
En cualquier caso, el dequeísmo no resulta de la frivolidad que impulsa otros fenómenos
idiomáticos actuales, y que constituyen manifestaciones de vulgaridad. Es, escuetamente, un
vulgarismo. La diferencia que establecemos entre vulgaridad y vulgarismo parece útil para clasificar
hechos que obedecen a causas diferentes. La vulgaridad procede de un errado afán de distinción;
se cultiva, en general, por indoctos de corbata, y se orienta a producir apariencias de cultura,
modernidad o desenfado. Pretende efectos de distancia o apartamiento de lo común: quien,
hablando o escribiendo, emplea vulgaridades (y una un nivel de, en base a, de cara a, por ejemplo,
a tontas e idiotas), cree que así queda muy bien y que exhibe una destreza expresiva a la altura de
los tiempos.
¿Por qué razón, en grandes zonas del inmenso cuerpo del español, se ha desarrollado el
dequeísmo, la presencia de esa preposición parásita ante la oración complementaria de verbos
como mandar, pensar, decir, sospechar, imaginar, contar, proponer, anunciar, disponer, saber,
temer, suplicar y tantos más (todos los que admiten tal clase de complemento).
No es fácil dar con ella. Cabría pensar en la acción analógica de oraciones cuyos verbos
cuentan con un obligado régimen preposicional (<<eso depende de que llegue a tiempo>>; <<Estoy
seguro de que fue allí>>), pero su naturaleza sintáctica es tan diferente, que no parece probable tal
acción”.
Los siguientes verbos van siempre con el que y sin de antes:
Adivinó que Confesó que Descubrió que Imploró que Planteó que
Advirtió que Comentó que Expuso que Justificó que Probó que
Afirmó que Confirmó que Enseñó que Mandó que Repitió que
Anheló que Consiguió que Entendió que Manifestó que Respondió que
Anunció que Contestó que Estimó que Negó que Reveló que
Añadió que Contó que Evitó que Observó que Rogó que
Ansió que Corroboró que Exigió que Ocultó que Sostuvo que
Argumentó que Deseó que Expresó que Opinó que Sospechó que
Aseguró que Desmintió que (se) figuró que Ordenó que Sucedió que
Avisó que Dijo que Garantizó que Oyó que Supuso que
Comprendió que Dedujo que Ignoró que Pensó que Sustentó que
Comprobó que Decretó que Imaginó que Percibió que
Concibió que Declaró que Impidió que Pidió que
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por la cosa significada, etc.; v.gr. las canas por la vejez; leer a Virgilio, por leer las obras de Virgilio;
el laurel por la gloria, etc.”
Ejemplo de cambio de la parte por el todo: En el campo hay mil cabezas de ganado por “en
el campo hay mil vacas”
El todo por la parte: Chile se prepara para clasificar. (Los jugadores de la selección chilena
se preparan para clasificar)
El singular por el plural.: El chilote cree en mitos y leyendas por los chilotes creen en mitos
y leyendas.
El género por la especie o viceversa: Los mortales creen en el cielo por los hombres creen
en el cielo.
En general, funcionan con la metáfora, única figura literaria para los griegos.
El “Chino” Ríos, mejor raqueta nacional. (Tenista, elegido el mejor deportista chileno del
siglo XX)
José Santos, el mejor látigo chileno, triunfa en Estados Unidos. (Famoso jinete)
VERBOS
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VERBO HABER
El idioma galopa con bríos incontenibles. Somos más de 500 millones de hispanohablante.
Vivimos en 22 comunidades y eso implica renovación, adaptaciones a cada idiosincrasia. Un
pescador de Arica no habla igual que otro de Punta Arenas. Se arrinconan en sus herencias y
costumbres, en las influencias foráneas, en las intromisiones desde otras fronteras. El de Barcelona
no tiene las mismas huellas del porteño de Buenos Aires.
No es perentorio que cada palabra requiera el agua bendita de la Real Academia.
La tiranía monárquica es de viejos tiempos. Sin embargo, se apela a regulaciones que
garantizan la preservación. Apoyo cambios, por la globalización, la tecnología y las ciencias, no
deterioro mortal.
Hoy reasoma la polémica por el uso del verbo haber en el caso de que indique existencia.
Testimonios algo indocumentados aseguran el ingreso definitivo de hubieron como plural de la
forma verbal hubo.
Se reconoce que en el lenguaje oral es frecuente. Ello no otorga certificado de validez. En
Gramática, reglas y ejercicios, edición Larousse, leo: “Cuando el verbo haber no está en funciones
de auxiliar, sólo puede emplearse en la tercera persona del singular. Había muchos discos de música
griega; hubo peticiones francamente inatendibles; si hubiera sillas desocupadas, te avisaré; ojalá
haya oportunidades para todos”.
Lo reafirma Fortunato Brown –autor de Diccionario de la conjugación-: con el significado de
existir se usan solo las terceras personas en singular.
Con cierta ingenuidad, alguien dice: “No existe la palabra hubieron”. Es una exageración.
Su uso es correcto si antecede a un participio: una vez que hubieron terminado, se retiraron.
Otro ejemplo:
Hubieron de ser ellos. (Hubieron seguido de preposición e infinitivo).
No, no hubo cambios. Pero habrá.
Camilo Valdecantos –ex Defensor del Lector del diario español El País- escribió el domingo
9 de septiembre de 2001: “Los lectores muestran gran atención por el lenguaje y resulta obligado
estar atento a lo que en definitiva es la herramienta imprescindible para hacer periódicos”.
En su columna titulada “Maltratar el verbo haber”, precisa: “El lenguaje oral se enriquece y
se prostituye hablando, y el lenguaje escrito, escribiendo. El Defensor pensaba que, además de los
usos regionales –Comunidad Valenciana, Cataluña, Baleares y Canarias-, el uso incorrecto de las
formas impersonales del verbo haber era patrimonio de la radio, de la televisión y de algunos
conspicuos representantes de la política, el deporte y el famoseo”.
Agrega: “Cada semana hay que soportar en demasiadas ocasiones que tal partido de fútbol
<<han habido pocas ocasiones de gol>>, o <<sólo han habido tres ocasiones>> y cosas parecidas”.
Es categórico: “No puede establecerse la concordancia en plural con la forma impersonal
del verbo haber”.
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“HUBIERON” PREGUNTAS…
Días de ocio para leer, escuchar el susurro del follaje de los canelos y rehacer en la memoria
el refresco de la lluvia.
Para escuchar radio o mirar televisión.
¿Faltó a las clases con su profesor de castellano? Le aconsejo que vaya más allá de las
normas.
Que se nutra en la vertiente de autores clásicos, que hojee obras de Rulfo, Vargas Llosa,
Galeano, Cortázar, Sábato, Borges y García Márquez (no le crea cuando se burla de la ortografía).
Que se apasione con páginas de Guillermo Blanco, Luis Sánchez Latorre, Homero Bascuñan,
Edmundo Concha, Andrés Sabella, Joaquín Edwards Bello y Daniel de la Vega. Que comparta sueños,
misterios y magias de nuevos escritores, docentes y periodistas. Recomiendo a Cristián Warnken,
quien cumple con dos características que aconsejo: use el catalejos y el catacerca. Vaya de lo macro
a lo micro. Warnken es excelente.
Otro: Antonio Mantínez, documentado crítico de cine, columnista en páginas de deportes y
sin lenguaje convencional. Además, maneja el humor con destreza cuando firma con seudónimo.
Entre ellas, Lorena Amaro, María Paz Cuevas (Pepa Valenzuela), Alejandra Costamagna y
Lina Meruane.
Recorra las calles de Temuco. Tras una fachada con tejuelas de alerce encontrará la
biblioteca de sus abuelos. En una esquina hallará a un librero que le recomendará tesoros de papel.
En este paisaje sureño transitó una austera maestra nortina. Gabriela Mistral. Y con timidez
pueblerina se acercó un niño (Neftalí Reyes, rebautizado como Pablo Neruda) a pedirle apoyo. Ella
le sugirió que se sumergiera en los rusos: Gorki, Tolstoi, Dostoievski.
Lea, escriba, marque los libros.
El idioma es dinámico, fresco, vivo. Si se fractura gravemente, muere, incomunica, rompe el
acuerdo social. Es una comunidad: necesita algunas reglas de convivencia verbal, sin parálisis ni
esclerosis.
CORRECTOR ECUATORIANO: GAZAPOS
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Recopila sus columnas, que se convierten en lecciones directas para todo lector de su país
y de Chile.
En uno explica el verbo hacer como unipersonal: “Escuchamos: Luis viajó hacen ocho días.
Harán diez años que murió. Salió hacen quince minutos”.
Añade que se debe decir: “Luis viajó hace ocho días. Mañana hará diez años que murió.
Salió hace quince minutos”.
Comenta que de hacer únicamente son utilizables las terceras personas en singular “cuando
con ellas expresamos transcurso de tiempo. Por tanto, en esta acepción, hacer es también
unipersonal como haber”.
Le preocupa el verbo haber: “Es también unipersonal cuando es auxiliar de sí mismo. Es
decir, para conjugar los tiempos compuestos de haber, únicamente podemos utilizar la tercera
persona de singular”.
Rescato algunos ejemplos: ha habido insistentes rumores. Habrá habido dificultades
insalvables. Los cálculos decían que había habido unas 25 mil personas.
Los profesores de castellano y lingüística Iván Sandoval Fuenzalida y Manuel Antonio
Contreras se entusiasman con Gazapos. Es coherente con las enseñanzas que impartimos los tres
en varias universidades.
Este libro es útil para enmendar errores de Chile.
Jácome dice que las cuatro oraciones tienen un error común: la errónea concordancia en el
número gramatical del sujeto con el verbo.
¿Cuál es el sujeto y cuál es el verbo en cada una de estas oraciones?
El núcleo o sujeto lógico de la primera es una delegación, que está en singular; pero el verbo,
el plural: piden.
El núcleo o sujeto lógico de la segunda oración es la mayoría, que está en singular; el verbo,
en cambio, está en plural: viven.
Senadores y diputados chilenos. Lean estos ejemplos.
Muchos de ustedes incurren en las mismas faltas.
Recuerden a los grandes oradores: los radicales Raúl Rettig y Julio Durán; los demócratas
cristianos Eduardo Frei Montalva, en su gran oratoria en la Marcha de la Patria Joven, y Radomiro
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Tomic; el conservador Francisco Bulnes Sanfuentes, y el socialista Salvador Allende, en el discurso
final en La Moneda, acosado por el golpe militar del 11 de septiembre de 1973.
Y, en lo principal, por el poeta Pablo Neruda, cuando acusó a su perseguidor Gabriel
González Videla en el Senado.
¿Cuántos de hoy se aproximan a esos grandes oradores?
Muchos de los actuales caen en errores, lugares comunes y ramplonerías.
Peor todavía: algunos copian de internet e incluso plagian textos de sus contrincantes.
Tengo una importante alegría: el libro de Gustavo Alfredo Jácome coincide, en lo esencial,
con esta obra que escribo para la Pontificia Universidad Católica de Chile.
La del ecuatoriano es excelente y remato: parlamentarios chilenos, tengan cuidado con lo
gazapos.
VERBOS ATMOSFÉRICOS
Los verbos atmosféricos son aquellos que usamos para referirnos a los fenómenos de la
naturaleza. Algunos son: llover, nevar, granizar, relampaguear, amanecer, atardecer, helar, clarear,
lloviznar, tronar, escarchar.
Se conjugan solo en tercera persona singular en todos los tiempos (llueve, llovió) y en
infinitivo (llover, nevar). Llevan implícito en sí mismos su sujeto complemento. Las oraciones que
forman constan de una palabra; no obstante, pueden llevar adverbios o complementos
circunstanciales: llueve mucho, nevará todo el día.
Se exceptúan los casos en que se usan metafóricamente.
Ejemplo:
- Sus ojos relampagueaban de la rabia
- Amanecí temprano
No tergiverse los oficios del gerundio. Recuerde siempre que indica anterioridad o simultaneidad
de acciones.
El gerundio puede usarse con carácter de adverbio: No hables gritando, no continúes
peleando.
Un caso de mal uso del gerundio: Enviaron cajas conteniendo naranjas. Se debe decir:
Enviaron cajas con naranjas. O cajas que contienen naranjas.
Los únicos gerundios aceptados como adjetivos son ardiendo e hirviendo (ardiente o
hirviente).
No se debe decir: se dictó un decreto prohibiendo. Lo correcto: Que prohíbe, por el cual se
prohíbe. O prohibitorio de…
En Verbos españoles, su autora, Purificación Blanco Hernández, explica: “El gerundio
muestra la acción durante su transcurso, indicando simultaneidad con el verbo principal. Presenta
la terminación –ndo que, a través de la vocal temática, se une a la raíz. Posee dos formas: una simple
y otra compuesta (para la expresión de la anterioridad): hablando, habiendo hablado”.
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Agrega: “Funciona principalmente como adverbio (llegó silbando), aunque en algunos casos
realiza funciones de adjetivo (agua hirviendo). Comunica a la acción carácter durativo (Está
durmiendo) o simultaneidad (Bajando la escalera, se cayó)”.
“No admite ningún determinante, aunque puede llevar complementos verbales (Leyendo el
periódico. Corriendo por el parque). Se utiliza en perífrasis verbales (sigue lloviendo) y puede
expresar valores morales, causales, condicionales y concesivos (Habla gritando. Sabiendo que no
podría hacerlo, renunció. Ganando lo suficiente para vivir, se da por satisfecho. Aun siendo caro, lo
compraremos). En títulos, puede funcionar como complemento de un sustantivo: Niños jugando a
la pelota”.
En su obra Curso de Redacción Comercial, el profesor Nemesio García explica: “El gerundio,
que tiene valor adverbial, no puede modificar a un sustantivo”.
Ejemplo incorrecto: Se dictó un decreto racionando la carne
Correcto: Si dictó un decreto que raciona la carne.
¿SOLDO O SUELDO?
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La mayoría en Chile dice “yo soldo”. Y lo hacen buenos representantes del oficio pertinente.
Las normas de la Real Academia de la Lengua Española proclaman:
Sueldo
Sueldas
Suelda
Soldamos
Soldáis / sueldan
Sueldan
Una anécdota ya famosa entre correctores de pruebas, periodistas y universitarios ilustra muy
bien lo que corresponde.
Tiene cierta picardía, pero es apropiada e inolvidable.
Un maestro “chasquilla” se presenta en la casa de un especialista en el buen uso del castellano
culto formal para hacer algunas reparaciones en muebles de fierro.
El primer día le pregunta al anfitrión:
- Paroncito, ¿soldo la mesa del comedor?
Muy sorprendido, el jefe asiente, aunque reprueba los dichos del soldador.
El martes, de nuevo la pregunta:
- Patroncito, ¿soldo la reja de la ventana?
Concentrado en sus apuntes, el dueño de casa se desasosiega, mas no hace comentarios.
El miércoles:
- Patroncito, ¿soldo la silla que está quebrada?
Ya era casi insoportable.
Jueves:
- ¿soldo las patas del clóset?
El aludido está a punto de irritarse. Sin embargo, soporta la situación.
Viernes:
- Patroncito, ¿soldo la mesita del teléfono?
El famoso académico lo cita para el día siguiente:
- Ven mañana para pagarte un sueldo ético y enseñarte algo.
El sábado lo interroga:
- Juanito dime: ¿las huevas te colgan o te cuelgan?
Avergonzado y tímido, el soldador responde:
- Me cuelgan jefe.
El profesor de castellano le dice:
- Así mismo se conjuga el verbo soldar.
Agregó:
- yo sueldo, tú sueldas.
OTRAS VOCES
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PALABRAS JUNTAS O SEPARADAS
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