Luego de una lectura analítica del siguiente artículo periodístico del área de
las Ciencias Económicas, te solicitamos que:
La nueva potencia
Por Mariano Kestelboim *
(5,80). Si bien la devaluación de mediados de la década del noventa había provocado dos
años con una inflación por encima del 20 por ciento, el resto de los años China tuvo una
inflación menor que la de Estados Unidos. Recién a partir de la crisis de 2008/2009 China
está teniendo una inflación levemente superior a la de Estados Unidos, derivada del
fomento de la demanda interna mediante los aumentos salariales otorgados. Esa medida,
además de haberle permitido sostener el crecimiento en tasas de entre el 7 y 9 por ciento,
apaciguó tensiones sociales y redujo su dependencia de los mercados externos. En el
medio, su economía también registró un proceso de mejora rápida y continua de
productividad, lo cual profundizó la subvaluación del yuan. La introducción de nuevas
tecnologías y el desarrollo de su infraestructura aumentó la productividad laboral en
China a un ritmo del 12 por ciento anual entre 2003 y 2007 y del 9 por ciento entre 2008 y
2012, mientras que la de Estados Unidos creció a menos del 2 por ciento en ambos
períodos, según un informe de Conference Board.
El Partido Comunista de China no dejó que los capitales privados actuaran
libremente. La actual mayor economía mundial copió regulaciones de las experiencias de
desarrollo en Asia y, a pesar de la dificultad de administrar el país más habitado del
planeta, registró el crecimiento más significativo de la historia mundial.
Con muy elevadas economías de escala y con la inserción en sus fábricas de
trabajadores rurales con ingresos marginales y precarias condiciones laborales, China
ingresó agresivamente en los mercados internacionales a precios, en muchos casos,
inferiores a los costos medios de producción internacionales. En el comienzo de su fase de
acelerado crecimiento, acaparó la producción y la exportación mundial especialmente de
manufacturas livianas, a costa de un menor desarrollo de su mercado interno. Una
industria emblemática de ese comportamiento depredador fue la del calzado, una de las
más intensivas en mano de obra del planeta. Por ejemplo, mientras que Vietnam e
Indonesia, segundo y tercero mayores exportadores de calzado con capellada textil del
mundo registraron, en 2012, precios promedio de 13,20 y 21,50 dólares por par,
respectivamente, las ventas externas de China de esos calzados se realizaron a un valor
medio de 4,09 dólares por par. Así, el gigante asiático controla más del 70 por ciento de la
exportación mundial de calzado.
Además de sus bajos valores de exportación para conquistar la demanda mundial,
la industria china diseñó una ingeniosa estrategia de inserción en los mercados que, si
bien en una primera etapa fue asociada a la baja calidad de su oferta, fue alcanzando
rápidas mejoras y desarrollos creativos. Sus empresas generan imitaciones de la
fabricación occidental, con procesos innovativos de ensamblaje, composiciones de
insumos más económicos y, en general, terminaciones de menor calidad que las de los
países desarrollados. De este modo, sus productos consiguieron captar masivamente los
segmentos de gama baja y media de los mercados internacionales y desplazaron parte de
la oferta de ciertas industrias de otros países intensivas en mano de obra o bien
estratégicas, como la textil, metalmecánica, la electrónica y la automotriz. Este último caso
representa uno de los mejores ejemplos de su crecimiento. La veloz acumulación de
conocimiento de China sobre las técnicas de producción, la creciente importancia de las
economías de escala como ventaja competitiva y el hecho de poseer un mercado en
continuo crecimiento, fueron centrales para que se haya podido duplicar su participación
en la producción mundial entre el estallido de la crisis financiera internacional (2008) y
2014. En el último año fabricó 23,7 millones de vehículos que representaron el 26,4 por
ciento del mercado mundial.
Para evitar que el dinamismo de su desarrollo productivo se quebrara, China
sostuvo la demanda de billetes y bonos de deuda pública de Estados Unidos, su principal
cliente. Así, se transformó en el principal acreedor de ese país, ganando un notable poder a
la hora de negociar.
El plan de internacionalización de la producción de la economía líder de Asia se
encuentra hoy en una fase de transición. Tras la última crisis financiera global, la política 3
china ha avanzado mediante el desarrollo de inversiones externas directas orientadas
por su gobierno. Ellas tuvieron, como destino principal en una primera etapa, la captación
de recursos naturales, principalmente energéticos y de minería, ya que para esa economía
la falencia de esos recursos es su mayor cuello de botella. Y, en los últimos años, también
comenzó a pisar fuerte en el terreno financiero. Ahí compite con los colosos
estadounidenses y europeos y logró que el yuan se fuera introduciendo como moneda de
intercambio y reserva global. También se convirtió en un gran prestamista de naciones
con recursos naturales vinculados a sus necesidades. Además de los préstamos que le
concedió a Argentina, China, tras la reciente debacle del precio del petróleo, otorgó
rápidamente créditos por 20.000 millones de dólares a Venezuela y 5300 millones a
Ecuador.
El conflicto social generado por la desigual distribución de la riqueza del modelo
neoliberal es el principal factor que deteriora el poder de los centros económicos
mundiales. Sin embargo, más allá de sus avances, China aún está lejos de desplazar a
Estados Unidos como potencia hegemónica. Múltiples factores mantienen al gigante
norteamericano en la cima: su poderío militar, el predominio de sus compañías
multinacionales en ámbitos estratégicos como el petróleo y las TIC, el liderazgo de sus
universidades y centros de investigación y desarrollo, la influencia de sus industrias
culturales como Hollywood y sus cadenas comunicacionales y su control financiero. En
tanto, las restricciones de recursos naturales y la conflictividad social en China son
obstáculos que deberá seguir sorteando la potencia emergente.
De todas maneras, la osadía de China, expresada en sus rígidas y soberanas
políticas económicas como la infravaloración del yuan, su vehemencia en las disputas
comerciales, su laxa protección de los derechos de propiedad intelectual, las restricciones
a la apertura de su mercado de capitales y al acceso de las compañías estadounidenses a
las compras del gobierno chino, dan cuenta de que no planea frenar su ascenso. Y, por lo
visto en estas últimas décadas, la capacidad de China no debería discutirse.
La fragmentación del poder global abrió un margen más amplio para las
negociaciones de Argentina con los centros de poder. También las riquezas naturales de la
economía local que China requiere para continuar su escalada de crecimiento brindan una
mayor capacidad de negociación a nivel global. Desde ya, habrá que saber aprovecharla
para orientar recursos al fortalecimiento de las cadenas de valor agroindustriales sólidas
y, de esa manera, tratar de seguir ganando autonomía en el concierto de relaciones de
fuerza globales y cimentar el desarrollo nacional.
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/cash/17-8355-2015-03-18.html
Problema de investigación
El Problema de investigación: tiene que ver con el tema del artículo, pero toma un
aspecto muy pequeño de ese tema; está formulado en forma de pregunta; relaciona al
menos dos variables (la fragmentación del poder económico global y las posibilidades
de nuestro país); es posible investigarse.