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(c) 1997 by J. Budziszewski. Used by permission of InterVarsity Press, P.O. Box 1400,
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Terminología
Los especialistas usan términos técnicos por dos razones, una buena y una mala. La
buena razón es que los términos técnicos a veces simplemente simplifican la
discusión de un tema complejo de tal forma que pueda pasar más suave y menos
confusamente. La mala razón es que los términos técnicos pueden a veces esconder
malos razonamientos o hacer a un escritor parecer más inteligente de lo que es.
Tomás siempre usa los términos técnicos por la razón buena, nunca por la mala. Sin
embargo, sí utiliza muchos de ellos, y necesitas saber lo que significan antes de
comenzar. Si no puedes explicar un término o una idea en inglés [español] claro, no lo
entiendes realmente. Para nuestros propósitos, algunos de los términos más
importantes que Tomás usa son criatura, substancia, naturaleza, tipo, ley, poderes,
hábitos, apetito, sindéresis, virtudes, vicios, fomes, razón especulativa, sabiduría
especulativa, prudencia y comunidad perfecta.
Una criatura es una cosa creada, como un copo de nieve, una estrella, un ángel o un
ser humano. Todo menos el Creador es una criatura. Toma nota que la teoría de la
creación no ha sido de forma alguna refutada por la doctrina Darwinista de la
evolución. Incluso si las especies sí evolucionaron, sólo lo pudieron haber hecho de
acuerdo con los principios físicos del universo. ¿De dónde vino el universo? ¿Qué les
dio estos principios? Como otro filósofo alguna vez preguntó, “¿por qué hay algo, en
lugar de nada?”
Una substancia es algo a lo que Dios le ha dado su propia esencia o naturaleza. La
naturaleza de una cosa es “una razón puesta en una cosa por el arte Divino para que
se mueva hacia un fin determinado”; en otras palabras, un patrón racional, puesto en
ella por la obra de Dios, que hace que trabaje en esta manera particular, y en aras de
un bien particular, que Dios ha propuesto. El modelo preexistente, o tipo, para esta
obra se encuentra en la sabiduría de Dios. A esto se refiere Tomás cuando define la
ley eterna como “el tipo de sabiduría Divina, como dirigiendo todas las acciones y
movimientos”.
Todo lo que Dios ha hecho tiene una naturaleza. Sin embargo, no todo lo que ha
hecho está sujeto a él en la manera especial llamada ley natural. La ley natural es un
privilegio de los seres racionales creados−lo que nos incluye−porque es una reflexión
finita en sus mentes finitas de sus infinitos propósitos. A esto se refiere Tomás cuando
la define como “la participación de las criaturas racionales en la ley eterna”.
Nuestras acciones tienen varias fuentes, algunas de las cuales están dentro de
nuestras almas, mientras que otras están fueras de ellas. Los dos principios
intrínsecos de las operaciones del alma son llamados poderes y hábitos.
Los poderes son habilidades permanentes. Por ejemplo, el apetito es el poder por el
que aprehendemos y buscamos el bien. El apetito puede ser subdividido en apetito
sensitivo y apetito racional, de acuerdo a si percibimos el bien a través de nuestros
sentidos o a través de nuestras mentes. El apetito racional es llamado voluntad. El
apetito sensitivo puede subdividirse en apetito irascible y apetito concupiscible; nos
hemos encontrado con estos términos en la primera sección del capítulo dos, aunque
ahí los llamamos sentimientos y deseos.
Los hábitos son disposiciones o tendencias para hacer las cosas de cierta manera
que son difíciles de cambiar. Ellos pueden existir en nosotros por naturaleza o por
otras causas. Como veremos en la siguiente definición, los hábitos dan forma no sólo
a nuestras acciones físicas como correr sino también a nuestras acciones mentales
como conocer. En Inglés contemporáneo, la palabra habit [hábito] usualmente es
reservada para acciones repetitivas, compulsivas tales como comerse las uñas. Pero
esto no es lo que Tomás tenía en mente.
El término Griego sindéresis a grandes rasgos significa “consciencia”. Es un hábito
natural de la mente, aquel por el que las personas que han alcanzado la edad de la
razón conocen los preceptos primeros o fundamentales de la ley natural sin que se les
haya tenido que enseñar. Cuando Tomás dice que los principios de la ley natural
están siempre en la “razón humana habitualmente” pero no siempre “considerados por
la razón actualmente”, quiere decir lo mismo que tú expresarías al decir que siempre
están en la mente inconsciente pero no siempre conscientemente, o que uno siempre
los conoce pero no siempre está pensando en ellos.
Las virtudes también son hábitos, pero son adquiridos en lugar de naturales. La
definición general de virtud es “aquello que hace a su poseedor bueno, ya sea
simplemente o en un respecto particular”. Por ejemplo, el filo hace que un cuchillo sea
bueno para cortar. Aplicando esta definición a los seres humanos, una virtud es un
hábito que dirige a la razón de una persona hacia actos particulares: la virtud del
coraje (courage) dirige a la razón hacia actos corajudos (courageous), la virtud de la
justicia la dirige hacia actos justos y así sucesivamente. Algunas virtudes−aquellas
que llamamos intelectuales−tienen que ver con la operación de la razón misma.
Otras−las que llamamos morales−tienen que ver con la obediencia de los poderes
sensitivos a la razón.
El hecho de que hablemos de virtudes como “hábitos” que dirigen las acciones
conforme a “preceptos” no significa que las virtudes operan mecánicamente. Para
ponerlo de otra manera, puedes saber todas las reglas y sin embargo no saber mucho
sobre cómo actuar pues cada acto completo de virtud requiere no solamente reglas
correctas−que conciernen asuntos que son universales o casi universales
(respectivamente, “general” o “común”)−sino también la aplicación correcta de estas
reglas a hechos particulares (“singulares”). Entonces el medio en cada virtud se
encuentra por medio de un ejercicio de la sabiduría particular, que ninguna lista de
reglas puede agotar.
Los hábitos opuestos a la virtud son llamados vicios; aquello que concierne al vicio es
llamado vicioso.
El término en latín fomes significa literalmente “mecha” (tinder) o “leña” (kindling).
Entonces la expresión “fomes del pecado” es una expresión metafórica por la
inclinación a abandonarse a los poderes sensitivos en lugar de usarlos en la manera
que la razón ordena. Ejemplos de esto son la inclinación a abandonarse a la ira que
es irracional pues es injusta y la inclinación a abandonarse al deseo sexual que es
irracional pues su objeto es alguien distinto a nuestra esposa. Cuando Dios nos creó
estábamos en perfecto orden; los fomes son un desorden que resultó naturalmente de
nuestra rebelión contra él, llamada la Caída.
Lo que muchas traducciones de Tomás llaman razón especulativa es lo mismo que
traducciones más nuevas de Aristóteles llaman “razón teorética”. La razón
especulativa no tiene nada que ver con adivinanzas salvajes (wild guessing),
usualmente llamada speculation en el Inglés de hoy. Por lo contrario, es nuestra
capacidad de razonar sobre verdades necesarias, verdades que permanecen
verdaderas sin importar cómo están las cosas en el mundo, verdades sobre asuntos
que “no pueden ser distintos a lo que son”. Un ejemplo de una verdad necesaria es el
principio que un todo es mayor que una parte. Puedes estar hablando de una novela
de aventura completa, un pie de manzana completo o una galaxia completa: no
importa, será más grande que cualquiera de sus partes. El nombre de la virtud que
perfecciona la razón especulativa es la sabiduría especulativa.
Lo que la mayoría de traducciones de Tomás llaman prudencia es la misma cosa que
las traducciones más recientes de Aristóteles llaman “sabiduría práctica”, pues justo
como la sabiduría especulativa perfecciona la razón especulativa, la prudencia
perfecciona la razón práctica. La prudencia es nuestra capacidad de llegar a
decisiones con base en la deliberación porque la razón práctica se ocupa de verdades
contingentes; se ocupa de cosas que pueden ser distintas a como son. Yo puedo
correr o no a la casa que se incendia. Si no lo hago, la gente dentro podrá escapar o
no sin mi ayuda. Si lo hago, el techo puede caer o no sobre mí antes que los alcance.
Finalmente, una comunidad perfecta es una comunidad que satisface todos los
prerrequisitos para una sociedad en una vida buena. Esto incluye no solamente
prerrequisitos físicos como adecuada tierra de cultivo sino prerrequisitos morales
como justicia en las leyes y buen carácter en los ciudadanos. Aristóteles también usa
este término, pero para él los términos Ciudad y comunidad perfecta son sinónimos.
Para Tomás no lo son. Por ejemplo, un reino bien ordenado de varias ciudades puede
seguir siendo una comunidad perfecta.
En Tomás de Aquino vemos lo que un escritor llamó una “mente en perfecto orden”.
No pienso que está en lo correcto en todo, pero ningún otro filósofo escribe con mayor
claridad y precisión. Desafortunadamente, como el mismo Tomás señala, hay una
diferencia entre lo que es claro en sí mismo y lo que es actualmente claro para
nosotros. Su gran claridad y precisión lo hacen parecer oscuro al inexperto pues él
pone cada punto en la manera correcta en lugar de tratar seis o siete maneras y
porque una vez que establece un punto no lo vuelve a repetir: él espera que lo
recuerdes.
¡No desesperes! Si lees el Tratado sobre la Ley suficientes veces, de manera cada
vez más profunda que la anterior−para la mayoría de principiantes el número
requerido es tres o cuatro−entonces poco a poco, como una luz que crece más y más
luminosa hasta que todo es iluminado, aquello que es claro en sí mismo se aclara
para ti. El mismo escritor que primero parece el más difícil de entender eventualmente
aparece como la lucidez en sí misma.
El Gran Diseño
Para entender la arquitectura de la Ley debemos primero entender qué se entiende
por ley. Tomas define la ley en general como “una ordenanza de la razón, para el bien
común, hecha por aquél que se preocupa de la comunidad, y promulgada”. Algunos
puntos necesitan explicación. Por “razón” Tomás se refiere a la razón práctica antes
que a la teorética−a la razón orientada a la elección en lugar de al conocimiento puro.
“Promulgada” significa “dada a conocer”. Finalmente, la frase “aquél que se preocupa
de la comunidad” debe entenderse como “aquellos que se preocupan por la
comunidad”, pues Tomás no sólo reconoce monarquías (en la cual la autoridad para
hacer leyes pertenece a una persona) sino también aristocracias (en la que pertenece
a un consejo) y comunidades “libres” (en las que pertenece a toda la gente). En
consecuencia podemos parafrasear la definición de la ley como “una ordenanza de la
razón práctica, para el bien común, hecha por aquellos que se preocupan de la
comunidad, y promulgada o dada a conocer”.
Todos los cuatro elementos de la definición son esenciales. Lo que no tenga las
cuatro características no es una ley. Tomás en consecuencia rechaza absolutamente
la definición común de la ley como meramente el mandato de un soberano. Los jueces
del tribunal de crímenes de guerra de Núremberg razonaban como Tomás cuando
rechazaron la defensa de los Nazis de que ellos sólo seguían órdenes. El siguiente
diagrama representa el gran diseño de la ley tal como lo entendía Tomás de Aquino…
La relación entre los diferentes preceptos puede ser diagramada como sigue.
3. Ley Divina: El reflejo de la ley eterna en la Palabra revelada de Dios, la Biblia, que
nos dirige a la fe en Cristo como el único medio posible de nuestra reconciliación con
Dios. A diferencia de la ley natural, que nos dirige únicamente a nuestro bien natural,
la ley Divina nos dirige hacia la dicha inimaginable final que está mucho más allá de
nuestro simple (merely) bien natural y consiste en la visión de Dios mismo en el cielo.
Tomás mantiene que Dios dio dos ediciones diferentes de la ley Divina: la ley antigua,
contenida en el Antiguo Testamento (Escritura Hebrea), y la nueva ley, contenida en
el Nuevo Testamento. Estas dos leyes no son contradictorias: la ley antigua apunta a
la nueva ley y es cumplida (y en consecuencia sustituida (superseded)) en el Salvador
prometido, quien ofrece el camino de salida del pecado y la culpa, Jesús de Nazaret.
Aunque algunas partes de la ley Divina también están contenidas en la ley natural y
en consecuencia se pueden descubrir por la razón humana sin ayuda, otras partes
van más allá de lo que hubiéramos podido descifrar por nuestra cuenta y no se
hubieran conocido a menos que Dios las haya revelado.
4. Ley Humana: “Determinaciones” o aplicaciones detalladas de la ley natural a las
circunstancias de las sociedades humanas particulares. La ley humana es derivada de
la ley natural en dos maneras distintas.
Algunas leyes humanas (como se explica luego, estas son las leyes de las naciones)
son derivadas mediante conclusión de premisas, o, como diríamos, deducción. Por
ejemplo, envenenar a mi vecino lo dañará; entonces, dado que la ley natural dice que
no debo dañar, no debo envenenarlo. El rol de la ley humana es hacer delictivo
(punishable) este acto particular.
Otras leyes humanas (como se explica luego, estas son las leyes civiles) son
derivadas mediante determinación de ciertas generalidades, o, como diríamos,
llenando los espacios en blanco. Por ejemplo, podemos llenar el precepto de la ley
natural de fomentar la seguridad de las personas ya sea haciendo que todos
conduzcan a la derecha o haciendo que todos conduzcan a la izquierda. El rol de la
ley humana es elegir y hacer cumplir la elección.
Mira nuevamente el diagrama en la página 29 (60). Una línea sólida conecta la ley
natural con la ley humana, pero una línea de puntos (dotted line) conecta la ley Divina
con la ley humana. ¿Por qué? ¿Se deriva la ley humana también de la ley Divina? No,
dado que al gobierno se le encarga dirigir la comunidad a su bien natural en lugar de a
su bien sobrenatural, Dios no tiene la intención de imponer (enforcement) la ley Divina
entre no creyentes. Pero aunque la ley humana no debe hacer cumplir la ley Divina,
no debe tampoco violarla−no más de lo que puede violar la ley natural. La razón es
que toda autoridad que la ley humana tenga viene finalmente de Dios. El balance final,
mantiene Tomás, es que si el gobierno manda algo contrario a la ley natural o Divina,
su mandato no es una ley pero un acto de fuerza.
5. La “Ley del Pecado”: No una ley en sentido estricto pero una penalidad o
consecuencia que resulta de la ley Divina por el hombre dando la espalda a Dios. En
Romanos 7 el apóstol Pablo comenta en el hecho de que sin la ayuda de Cristo
usualmente hacemos lo que no queremos y dejamos de hacer lo que queremos. Él
concluye de esto que hay una “ley del pecado” en nosotros que lucha contra la ley de
Dios en nuestras mentes. Un pensador medieval encontró que este pasaje era
misterioso y pregunto cómo el pecado puede ser una ley. Tomás señala que el
término ley puede ser usado en dos sentidos: primero, como un mandato; segundo,
como la penalidad o consecuencia que uno sufre como resultado de romper el
mandato.
Considera un ejemplo de la ley natural: la ley en el primer sentido establece que, en la
autopista, no debo manejar más rápido que cincuenta y cinco millas por hora en la
ciudad, pero la ley en el segundo sentido dice que si lo hago, pagaré una multa.
Considera otro ejemplo, este de la ley natural: la ley en el primer sentido dice que no
debo hacer violencia contra mi cuerpo, pero la ley en segundo sentido dice que si lo
hago, sangraré y sentiré dolor.
La “ley del pecado” es una ley en el segundo sentido. Piensa en un imán y dos anillos
de hierro. Cualquier cosa que el imán toque transmite su poder a cualquier imán que
lo toque, por lo que si uso el imán para recoger el primer anillo, puedo entonces usar
el primer anillo para recoger el segundo. Piensa ahora en Dios como el imán, la
creada mente humana como el primer anillo de hierro, y las creadas capacidades
humanas para sentir y desear como el segundo anillo de hierro. La penalidad o
consecuencia por romper el vínculo magnético entre el imán y el primer anillo es que
el vínculo magnético entre el primer anillo y el segundo también se destruye. De la
misma manera, la penalidad o consecuencia de la rebelión de la mente contra Dios es
que los deseos y sentimientos se rebelan contra la mente; no se comportan más como
deben. De esta consecuencia otras siguen, y la vida humana se desordena
completamente.
El hecho que hay una ley natural es más importante que cualquier teoría sobre la
misma. Sin embargo las teorías son importantes pues nos ayudan a entender el
significado del hecho. Otra teoría de ley natural será presentada en la unidad sobre
John Locke. Ahora mismo estamos considerando la de Tomás.
Del artículo 4: “La ley natural, en cuanto a los principios generales, es la misma para
todos, tanto en cuanto a rectitud como a conocimiento”. La rectitud es corrección
(rightness), lo que significa que los preceptos generales de la ley natural son siempre
tanto correctos para todos y conocidos por todos”.
“Pero en cuanto a ciertas cuestiones de detalles… [La ley natural] es la misma para
todos en la mayoría de casos… y sin embargo en algunos pocos casos puede fallar,
tanto en cuanto a rectitud… y en cuanto a conocimiento”. En esta declaración Tomás
no está hablando más de los preceptos generales de la ley natural, sino de los
comunes. Éstos son usualmente tanto correctos para todos y conocidos por todos,
pero pueden haber excepciones−en corrección, en conocimiento o en ambos”. Un
precepto común deja de ser correcto sólo cuando encuentra un “obstáculo”, definido
en el artículo 5 como una causa especial que dificulta la observancia: por ejemplo, el
precepto común “los bienes confiados a otro deben ser devueltos a sus propietarios”
encontraría un obstáculo y en consecuencia fallaría en cuanto a rectitud, si la razón
por la que el propietario de un arma demandara su retorno fuera que desearía
cometer un asesinato. Pero incluso cuando no hay obstáculo, el precepto común
podría dejar de ser conocido cuando la razón es pervertida.
Hay cinco formas en que tal perversión puede ocurrir. Tres son establecidas aquí en
el Artículo 4: pasión, hábitos malos y malas disposiciones de la naturaleza. Dos son
añadidas en el Artículo 6: costumbre viciosa y persuasión malvada. Las siguientes son
ilustraciones:
Corrupción de la razón por la pasión: Momentáneamente cegado por pena y
rabia, golpeo injustamente al portador de la noticia de que mi esposa está en
un adulterio profundo con otro hombre.
Corrupción de la razón por un mal hábito: Poco a poco entro en el hábito de
usar pornografía o evadir (cutting corners) impuestos. Al comienzo mi
consciencia me molesta, pero eventualmente no puedo ver nada malo en mi
comportamiento.
Corrupción de la razón por una mala disposición de la naturaleza: Un defecto
en uno de mis cromosomas me predispone a la violencia, el abuso de alcohol o
actos homosexuales. A pesar que sigo siendo capaz de control, es más difícil
para mí que lo que puede ser para alguien más.
Corrupción de la naturaleza por costumbre viciosa: He crecido entre gente que
no considera que el soborno sea incorrecto, y en consecuencia lo tomo como
algo normal.
Corrupción de la naturaleza por persuasión malvada: Uso trucos electrónicos
para hacer llamadas telefónicas de larga distancia, justificando mi
comportamiento con la teoría de que estoy meramente explotando a los
explotadores.
Del Artículo 5: “Un cambio en la ley natural puede entenderse de dos maneras.
Primero, por medio de la adición. En este sentido, nada impide que la ley natural sea
modificada: dado que muchas cosas han sido adicionadas encima de la ley natural
para el beneficio de la humanidad, tanto por la Ley divina y como por la ley humana”.
Al hablar de la ley Divina y humana como adiciones a la ley natural, ¿quiere Tomás
decir que ellas se vuelven parte de la ley natural? No. El cambio es simplemente que
los preceptos de la ley natural no son más los únicos preceptos que hay ahí.
“En segundo lugar, un cambio en la ley natural puede entenderse por sustracción, de
manera tal que lo que previamente era conforme a la ley natural, deja de serlo”. Al
hablar de sustracción de la ley natural, ¿quiere Tomás decir que un precepto puede
caer permanentemente de la lista? Esto es tan imposible como sería que los Diez
Mandamientos se conviertan en los Nueve Mandamientos. Como explica Tomás, él
simplemente está parafraseando el punto hecho en el Artículo 4−que pueden existir
casos inusuales a los que algunos principios comunes no se aplican debido a
“obstáculos”.
Vemos que el lenguaje de “adición” y “substracción” es algo engañoso. En realidad, el
conjunto de preceptos de la ley natural es fijo. Sin embargo, preceptos de la ley Divina
y humana pueden ser añadidos junto a ellos y, en casos excepcionales, la aplicación
de un precepto común de la ley natural es bloqueada por un “obstáculo”.
Del Artículo 6: “En relación a esos principios generales, la ley natural, en abstracto, de
ningún modo puede ser borrada del corazón del hombre. Pero es borrada en el caso
de una acción particular, en la medida en que la razón está impedida de aplicar el
principio general a un punto de práctica particular, debido a la concupiscencia o
alguna otra pasión.... Pero en relación a lo otro, es decir, a los preceptos secundarios,
la ley natural puede ser borrada del corazón humano”.
Aquí considero que Tomás se refiere no a todos los preceptos secundarios pero sólo
a los comunes. Lo que aquí dice sobre ellos no es nuevo para nosotros; hemos ya
discutido las cinco formas en que el conocimiento de los preceptos comunes puede
fallar a través de la perversión de la razón. Sin embargo, Tomás está haciendo una
distinción en el pasaje, uno que es sutil e importante. Por la perversión de la razón, un
precepto común puede ser completamente borrado del corazón−de vez en cuando
uno se cruza con una persona, o incluso una sociedad entera, que lo desconoce
completamente. Por contraste, los preceptos generales no pueden ser olvidados;
pueden ser borrados sólo en casos particulares, en el sentido especial de ser
suprimidos.
Un par de ilustraciones clarificarán esta distinción. De acuerdo con Tomás, “No
robarás” es un precepto común, pues lo puedo borrar completamente de mi corazón.
Julio César escribió que las antiguas tribus asaltantes Germanas no tenían siquiera la
idea de que robar era malo. Por contraste, la regla en contra de la toma deliberada de
una vida humana inocente es un precepto inmediato−un precepto que sigue tan
rápido los talones de los preceptos primarios que difícilmente puede distinguirse de
ellos. No puedo borrarlo completamente de mi corazón. Pero puedo racionalizarlo,
¿no? “¡Sí, pero el bastardo que maté no era inocente! ¡Él tomó el trabajo que me
correspondía!” De la misma manera, puedo racionalizar que el esclavo o el niño no
nacido cuya sangre derramé no era humano o no estaba vivo o que realmente no
tenía opción. Encuentro una manera de decirme a mí mismo, “Si, el asesinato es
malo, pero éste no es un asesinato”; “Sí, el asesinato es malo, pero éste asesinato no
es malo”; “Sí, éste es un asesinato y es malo, pero tenía que hacerlo”; o “Sí, éste es
un asesinato y es malo, pero lo compensaré luego”.
Si alguien pierde el conocimiento de un precepto común o suprime el significado de un
precepto general, ¿puede recuperarse? Sí. Una forma de aprender la ley natural−o
aprender a dejar de hacerse el tonto al respecto−es sufrir las consecuencias de
romperla. Tomás describe a la ley como un tipo de disciplina que nos obliga mediante
el miedo al castigo. A pesar que ofrece esta observación en el contexto de la ley
humana, se cumple para la ley natural también; así como hay penas civiles por
romper la ley humana, también han penas naturales por romper la ley natural.
¿Cuáles son esas penalidades?
Por romper un precepto general de la ley natural, una penalidad es la culpa, puesto
que muy en el fondo no podemos dejar de conocer la verdad. Podemos reprimir la
culpa, pero está ahí abajo de todos modos, y el esfuerzo de mantenerla abajo
distorsiona la personalidad. Por romper tanto los preceptos generales como los
comunes, hay también otras penalidades. Algunas aparecen dentro de la vida de un
individuo; otras puede que no aparezcan hasta que varias generaciones han
persistido en el mismo tipo de maldades. Pero tarde o temprano esas penalidades no
pueden ser ignoradas más.
Encontramos un buen ejemplo de penalidades naturales en las consecuencias de
romper el precepto de confinar el sexo al matrimonio. Una consecuencia inmediata de
esta violación es el daño al bien procreativo: uno puede quedar embarazada pero no
tener quién ayude a criar al niño. Otra consecuencia inmediata es el daño al bien
unitivo: uno pierde la oportunidad de esa intimidad personal intensificada que sólo
puede desarrollarse en una relación segura y exclusiva. Muchas son las
consecuencias de largo plazo de tal violación: pobreza, pues las mujeres solteras
deben proveer a sus hijos por sí mismas; violencia adolescente, pues los niños
varones crecen sin la influencia de un padre; enfermedades venéreas, pues las que
infecciones anteriormente raras se propagan rápidamente a través del contacto
sexual; abuso infantil, pues los enamorados convivientes (live-in) tienden a resentir los
bebés de sus enamoradas; y el aborto, pues los niños son cada vez más
considerados como una carga en lugar de como una alegría.
Mientras más persista la gente en violar la ley natural, más pesadas son las
penalidades por la violación. Eventualmente, incluso el más torpe junta las pistas y
resuelve el rompecabezas. Desafortunadamente a través del curso de la historia una
cultura puede tener que aprender de nuevo las verdades eternas muchas veces.
Diseño de regímenes
La siguiente discusión está basada no en el Tratado de la Ley pero en el Tratado de la
Monarquía. Los principiantes suelen preguntarse por qué seguimos leyendo un trabajo
como este. Después de todo, ya no tenemos reyes, ¿o sí? No estés tan seguro. Como
veremos más adelante, la monarquía ideal de Tomás es un régimen mixto algo así
como la timocracia (polity) de Aristóteles. El rey es meramente un magistrado mayor
que comparte el poder con muchos otros oficiales. No es necesariamente hereditario
e incluso puede ser elegido por la gente. Pero nuestra propia república es también un
régimen mixto como la timocracia de Aristóteles, y también tenemos un magistrado
mayor que comparte el poder con muchos otros oficiales. ¡Claramente Tomás está
hablando de nosotros! Pero incluso si no lo estuviera, Sobre la Monarquía considera
problemas de duradera importancia para cualquier régimen: corrupción, disensión y
cómo mantener a los gobernantes enfocados en el bien común.
El diseño de regímenes mayormente cae bajo el dominio de la ley civil, no bajo la ley
de las naciones. Se deriva de la ley natural primariamente mediante el llenado de
espacios en blanco en lugar de por deducción, y deben hacerse muchas prestaciones
debido a las diferencias en las circunstancias locales. En lo que sigue, Tomás nos
está dando su mejor juicio prudencial para la mayoría de tiempos y lugares.
¿Qué se entiende por la palabra “rey”? Sin pensar mucho al respecto, la mayoría de
científicos políticos contemporáneos asumen que la esencia de la política es disputar
sobre “quién obtiene qué, dónde y cuándo” y el propósito de la política es solucionar
tales disputas. Tomás toma una visión completamente distinta. Si la comunidad es
una sociedad en una vida buena, entonces las disputas sobre “quién obtiene qué,
dónde y cuándo” debe caracterizar la degeneración de la política en lugar de su
esencia. A su vez, el propósito del gobierno debe ser la coordinación, no la resolución
de conflictos.
“En todas las cosas que están ordenadas hacia un bien en donde este u otro curso
puede adoptarse, algún principio directivo es necesario a través del cual el debido fin
pueda ser alcanzado por la ruta más directa”. ¿El hombre necesita un principio
directivo? Sí, puesto que (1) es un agente inteligente y en consecuencia actúa por un
fin, pero (2) el hombre claramente adopta cursos diferentes hacia dicho fin.
¿Puede la razón natural de cada hombre suministrar este principio directivo? Podría si
el hombre estuviera destinado a vivir solo, pero no si es un animal social y político.
Donde haya muchos hombres juntos, con cada uno mirando tras sus propios
intereses, la multitud se partirá y dispersara. Una posible objeción al argumento de
Tomás es que, como los economistas han mostrado, la acción independiente puede
organizar algunas cosas−tales como la producción y el intercambio−mucho más
eficientemente que la coordinación central. Sin embargo, incluso un mercado
competitivo auto-organizado tiene la necesidad de un mínimo principio directivo, pues
alguien debe decidir qué clase de cosas pueden ser la propiedad de alguien en primer
lugar, y alguien debe también tener la autoridad de hacer e imponer las reglas en
contra de la fuerza y el fraude.
¿Es el nombre un animal social y político? Sí, porque (1) ningún hombre se puede
procurar todas las necesidades de la vida por su propio trabajo sin ayuda, y (2) ningún
hombre puede alcanzar un conocimiento de todas las cosas necesarias para la vida
por su propia razón sin ayuda. Evidencia adicional es que (3) el hombre se comunica
con su clase más completamente, a través del lenguaje, que ningún otro animal
social.
¿Qué puede entonces suministrar a la sociedad su principio directivo? Un sólo
hombre gobernando para el bien común. Él debe considerar el bien común porque (1)
gobierna sobre hombres libres, no esclavos, y (2) los hombres libres existen por su
propio bien, no por el bien de otro. Tal hombre es llamado un rey.
¿Sobre qué tipo de sociedad idealmente gobierna? Sobre una que sea “suficiente
para sí misma para procurar las necesidades de la vida”. Tal comunidad es llamada
“perfecta”. ¿Es sólo un tipo de sociedad perfecta? No; la ciudad es auto-suficiente,
pero la provincia es incluso más porque las ciudades dentro de ella pueden proveer
mutua seguridad contra los enemigos.
¿Esto significa que hay sólo una forma justa de gobierno? No, hay tres: (1)
monarquía, (2) aristocracia, y (3) timocracia. Las formas injustas correspondientes son
la (1) tiranía, (2) oligarquía, y (3) democracia. Pero el hecho que más de una forma de
gobierno puede ser justa plantea la cuestión a la que pasamos a continuación: ¿Cuál
es mejor?
Sobre si es más conveniente para una ciudad o provincia ser gobernada por un
hombre o por muchos. Argumento del propósito del gobierno: “Ahora el bienestar y la
seguridad de una multitud formada en (formed into) una sociedad yace en su unidad,
que se llama paz... La mayor preocupación del gobernante de una multitud, entonces,
es procurar la unidad de la paz”. Pero el gobierno de un hombre es más conductivo a
la unidad. Sabemos esto porque (1) “lo que es en sí mismo uno puede traer la paz
más eficazmente que varios−tal como la causa más eficaz del calor es aquello que es
por naturaleza caliente”, y (2) “varias personas no pueden de forma alguna preservar
la estabilidad de la comunidad si están en total desacuerdo”.
Argumento de la naturaleza: Ahora “las cosas artificiales son una imitación de las
cosas naturales y una obra de arte es mejor a medida que logre una mayor similitud
de lo que hay en la naturaleza”. Pero toda gobernación natural es gobernación de
uno. Sabemos esto porque (1) el principio abstracto de que “toda multitud se deriva de
la unidad”, y (2) muchos ejemplos.
Argumento de la experiencia: Las provincias y ciudades que son gobernadas por
muchos son “desgarradas por disensiones y echadas arriba (tossed above) sin paz”,
mientras que aquellas que son gobernadas por un rey “gozan de paz, florecen en
justicia, y se deleitan en prosperidad”. La bondad de la monarquía plantea la cuestión
de la bondad o maldad de la tiranía.
Que el dominio de la tiranía es lo peor: Argumento de contrarios: Juzgando por el
criterio del número que gobierna, la tiranía es lo contrario a la monarquía, la oligarquía
lo contrario a la aristocracia y la democracia lo contrario a la timocracia. Ya hemos
visto que la monarquía es la mejor forma de gobierno. Pero “lo contrario de lo mejor
es lo peor”. En consecuencia, la tiranía es lo peor.
Argumento de la eficacia: “Tal como es más útil para una fuerza operando por un bien
estar más unida, para que puede trabajar bien más efectivamente, también una fuerza
operando para el mal es más dañina cuando es una que cuando está dividida”. Pero
el más unido de los gobiernos injustos es la tiranía. En consecuencia la tiranía es
peor.
Argumento del número de beneficiarios: Mientras más se aleje un gobernante del bien
común, más injusto será su gobierno. Mientras menor sea el número de personas
cuya ventaja se busque, mayor será la partida del bien común. Pero el número de
personas cuya ventaja es buscada es menor bajo la tiranía. En consecuencia la tiranía
es peor.
Argumento del orden de la divina providencia: “Si el gobierno debe alejarse de la
justicia, es más conveniente que sea un gobierno de muchos, de manera tal que sea
más débil y que los muchos se estorben los unos a los otros”. Este argumento tiene la
misma forma que el argumento de la eficacia pero es pedido por una consideración
diferente: el orden de la divina providencia, en cuyo “bien sobreviene de una causa
perfecta... cuyo mal resulta de cualquier defecto parcial”.
Argumento de males resultantes: Muchos males vienen de la tiranía, incluyendo: (1)
incautación de bienes, (2) derramamiento de sangre, (3) siembra de discordias, (4)
estorbos deliberados a la virtud debido a la sospecha y (5) desaliento incidental de la
virtud debido al temor. El mal de la tiranía plantea la siguiente cuestión que Tomás
considera: ¿Por qué la monarquía, su contrario, es odiada por tanta gente?
Por qué la dignidad real se hace odiosa para los súbditos. (1) Reconocimiento del
riesgo: “Ambos el mejor y el peor gobierno están latentes en... el gobierno de un
hombre”, y la gente reconoce esto. (2) Sospecha de fraude: La tiranía es a veces
ejercida “bajo el manto de dignidad real”. (3) Alienación: Cuando los hombres viven
bajo un rey, a veces atienden el bien común “como si perteneciera a otro”, pero
cuando son gobernados por muchos, “cada hombre atiende al bien común como si
fuera el suyo”. Las siguientes dos partes de la discusión de Tomás pueden leerse
como una crítica de esta actitud popular.
Que es un mal menor cuando una monarquía se convierte en tiranía que cuando una
aristocracia se vuelve corrupta. Muchos lectores se quedan perplejos cuando llegan a
esta parte de la discusión de Tomás, pues en ella parece repudiar sus afirmaciones
previas de que la tiranía es la peor forma de gobierno. En realidad no hace tal cosa;
continúa subrayando que una mayor profundidad de mal puede alcanzarse mediante
la tiranía que por cualquier otra forma de gobierno.
Sin embargo, en esta parte de la discusión de Tomás no estamos considerando lo que
puede pasar sino lo que usualmente pasa cuando los regímenes particulares se
corrompen. Las tiranías que suceden a las monarquías usualmente no alcanzan su
límite de depravación. Esas oligarquías y democracias que suceden a las
aristocracias y las timocracias usualmente alcanzan los suyos. La poliarquía es
gobierno de grupo−cualquier forma de gobierno−, ya sea aristocracia, timocracia,
oligarquía o democracia en la cual el gobierno es de más de uno.
Argumento de la pérdida de unidad: La poliarquía engendra disensión, que es
contraria al principio del bien social−la paz. “Un tirano−de otro lado, no destruye este
bien; en cambio el interés individual de uno u otro de sus súbditos”. Sin embargo, esto
no se aplica a los tiranos extremos, los que, en su “ira contra toda la comunidad”,
infligen los cinco males antes mencionados: “sembrar discordias entre la gente,
fomentar cualquiera que haya surgido, y prohibir cualquier cosa que promueva la
sociedad y la co-operación entre los hombres”.
Argumento de la probabilidad de la corrupción: Es más probable que la poliarquía
degenere a que la monarquía lo haga, porque (1) bajo la poliarquía hay más
gobernantes, y (2) sólo uno de ellos tiene que desertar del bien común para que
ocurra el mal de la disensión. Más aún, incluso cuando un rey se aleja del bien
común, “no se sigue inmediatamente que también proceda a la total opresión de sus
súbditos”.
Argumento del camino a la corrupción: Cuando las poliarquías degeneran, tienden a ir
hasta la tiranía porque la disensión usualmente culmina en la toma del poder por uno.
De hecho, este es el camino más típico en que las tiranías surjan.
Es irónico que la razón más fuerte por la que la gente encuentra desagradable a la
monarquía sea el temor de que pueda degenerar en tiranía. Como vemos ahora, es
más probable que la tiranía surja de la degeneración de la poliarquía que de la
degeneración de la monarquía. Pero la posibilidad de la tiranía plantea la cuestión de
cómo puede prevenirse o remediarse.
Como tomar provisiones para que el rey no caiga en la tiranía. Selección cuidadosa:
El hombre elegido para ser rey debe ser tan virtuoso que sea improbable que se
convierta en tirano.
Precauciones constitucionales: El gobierno debe ser organizado de tal manera que (1)
sea poco probable que el rey se aleje del bien común y (2) he sea menos capaz de
tiranizar si lo hace.
En Sobre la Monarquía Tomás no precisa, y quizá no lo haya elaborado, apenas qué
tipo de arreglos pueden alcanzar estas metas. En la Summa Teológica I-II, Pregunta
105, ha razonado a su manera hacia una monarquía mixta, la que de hecho es un tipo
de timocracia: “siendo parcialmente reino, dado que hay uno a la cabeza de todo;
parcialmente aristocracia, en la medida en que se coloca a un número de personas en
la autoridad; parcialmente democracia, es decir, gobierno por el pueblo, en la medida
en que los gobernantes pueden ser elegidos de entre la gente y la gente tiene el
derecho de elegir a sus gobernantes.”
Nota que tal gobierno balancea no sólo diferentes clases sociales pero también
diferentes principios que son todos necesarios para el buen gobierno: en el rey,
unidad; en el consejo de dignatarios subordinados, sabiduría; en ambos de manera
conjunta, virtud; y en la asamblea del pueblo, consenso, que es el privilegio de la
libertad. Algo así fue el objetivo no sólo de los pensadores romanos como Polibio y
Cicerón, pero también de los pensadores americanos como Hamilton y Madison.
Pero la Summa Teológica I-II, Pregunta 105, lo usa en el sentido romano, el cual es
mejor diagramado como sigue: