Anda di halaman 1dari 4

EL SIMBOLISMO JUDÍO DEL CORDERO APLICADO A

JESÚS: 1- EL CORDERO DE PASCUA

Quiero interrumpir nuestro estudio de Mateo durante algunas semanas para que
dirijamos nuestra atención a los grandes temas del Viernes Santo y de la Pascua, ahora
que, a través de la liturgia, estamos reviviendo esta parte de la historia cristiana. Es,
además, el momento apropiado para hacerlo dado el hilo de las Columnas. Hemos
recorrido la narración de Mateo hasta la celebración de Rosh Hashanah (el año nuevo
judío); hemos identificado las fuentes de donde proviene la introducción de los
milagros en los evangelio; y hemos seguido el desarrollo de la ampliación de Mateo
hasta el punto en que su evangelio se reúne con el de Marcos (su fuente principal), con
el que a partir de aquí, coincidirá bastante más. Es, pues, el momento idóneo para
detenernos, asimilar lo que hecho y dirigir nuestra atención hacia las historias de la
pasión de Jesús y su significado.
Quiero contemplar la pasión y la resurrección a la luz de un símbolo central del
cristianismo, un símbolo que es además tan general que se reconoce inmediatamente
como tal, pero que, sin embargo, es tan enigmático que, casi siempre, se malinterpreta.
Comenzaré con una historia.
Hace algunos años, cuando estaba haciendo la primera de las que luego serían tres
giras de conferencias en Suecia, visitamos la Catedral Nacional del país, en Estocolmo.
En uno de los lugares más importantes del edificio vimos una estatua. Ninguna placa
la identificaba. No era Jesús ni ninguno de los discípulos. Era una catedral Luterana,
por lo que el motivo no era la Virgen. Tampoco era ninguno de los héroes del
luteranismo: Lutero, Melanchton o incluso Dietrich Bonhoeffer, el pastor luterano,
mártir ahorcado por los Nazis. No. Era, simplemente, la estatua de un cordero. No nos
pareció extraño ya que el cordero ha llegado a ser un símbolo de Jesús universalmente
reconocido. Ahora bien, ¿alguna vez se han preguntado ustedes por qué ha llegado a
ser esto así? ¿Por qué proceso se ha llegado a que el cordero esté tan dentro del
simbolismo cristiano incluso hoy en muchas iglesias, y Jesús "sea" el Cordero de Dios?
La respuesta nos la dará algo que espero que ya sea familiar para los lectores de estas
columnas. El cordero se incorporó al relato cristiano a través de la vida y del culto de la
sinagoga. En dicho culto se habla de tres corderos diferentes, si bien los cristianos, con
nuestra ignorancia occidental, propia de "gentiles”, hemos tendido a confundirlos y a
hacer que el simbolismo resulte todavía mucho más oscuro. En esta columna y en las
dos siguientes, trataré de distinguir los tres corderos del culto judío y su simbolismo.
También miraré de mostrar cómo influyó cada uno de ellos en el relato cristiano. Hoy
me centraré en el Cordero de Pascua.
Pablo fue el primer escritor bíblico que estableció una relación entre Jesús y el cordero
de Pascua. Al escribir a la iglesia de Corinto, en torno al 54 dC., vinculó la muerte de
Jesús con el sacrificio del cordero pascual. “Cristo, nuestro cordero de Pascua, ha sido
inmolado; celebremos, pues, esta fiesta” (I Cor. 5, 7). ¿Qué conexión veía Pablo entre el
cordero de Pascua y la crucifixión de Jesús? Para responder, debemos empezar por

[© texto: www.ProgressiveChristianity.org] «Introducción al Evangelio de Mateo» 19 1, pág 1


[procedencia: www.JohnShelbySpong.com] [© traducción: Asociación Marcel Légaut]
conocer la historia de la primera Pascua, así que permítanme que se la cuente ya que la
mayoría de los cristianos no la conoce.
El libro del Éxodo nos descubre que el origen de la fiesta de Pascua está en el final de
las diez plagas que, según las Escrituras, Dios envió a los egipcios para obligarles a
liberar a sus esclavos, los hebreos. Deberíamos preguntarnos por qué el poder divino
no pudo conseguir esta liberación con solo una plaga. Pero la narración del Éxodo
indica que el Faraón, durante su reinado de terror, acudió a Moisés más de una vez y le
dijo: “¡Basta. Os dejaremos ir pero que vuestro Dios detenga esto!”. Pero el relato dice
que seguidamente “Dios endureció el corazón de Faraón”, por lo que se necesitaron
más plagas. ¿Acaso Dios disfrutaba haciendo sufrir a los egipcios? La plaga final fue la
más terrorífica. Según el Éxodo, el plan de Dios era enviar al “ángel de la muerte” por
todo Egipto para "exterminar" al primogénito varón de cada hogar. El problema
práctico era cómo el ángel exterminador distinguiría los hogares egipcios y los judíos y
se equivocase al cumplir su misión. Por eso Dios ordenó a los judíos, primero, que se
reuniesen en grupos familiares extensos aquella noche de modo que ni un solo judío,
hombre, mujer o niño quedase fuera; y, segundo, que eligieran un cordero al que
habrían de sacrificar por la tarde y después asarlo y comerlo en una comida especial,
durante la noche, que es cuando llegaría la terrible plaga; por último se les ordenó que
extrajesen la sangre del cordero y con ella untasen los dinteles de las puertas de sus
casas. El ángel de la muerte vería la sangre, sabría que aquella era una casa judía y
pasaría de largo, matando solo a los primogénitos egipcios. tal fue el origen de la
palabra Pascua ( que significa “paso”).
Según Pablo, así como la sangre del cordero pascual mantuvo a la muerte alejada del
“pueblo elegido” en aquel momento crítico de su historia, así también la sangre de
Cristo salvó a los suyos. Una vez que Pablo eligió esta analogía, el tema fue recurrente
en la predicación cristiana en la sinagoga durante el tiempo de Pascua. Así fue como la
crucifixión de Jesús y el sacrificio del cordero pascual se unieron fuertemente, tanto
que, cuando se redactaron los evangelios, entre cuarenta y setenta años después de la
crucifixión, a todos les pareció natural situar los hechos de la pasión en los días de la
Pascua. Actualmente, no sé si esto es históricamente exacto, pues el relato de la
crucifixión incluye demasiados detalles que apuntan a que los hechos ocurrieron en
otoño. Permítanme que me refiera brevemente a tres de estos detalles tan solo.
Si la crucifixión hubiese acontecido en Pascua, esto la hubiera situado en los días de
finales de marzo o de principios de abril de nuestro calendario. Sin embargo, en el
evangelio de Marcos, que es donde por primera vez se cuenta la última semana de
Jesús, se dice que, una semana antes, Jesús fue recibido en Jerusalén por la gente y se
formó una especie de procesión en la que se agitaban ramas frondosas. Ahora bien, en
el Mediterráneo oriental, en esa época, las ramas nunca tienen hojas frondosas. Las
hojas de los árboles aparecen a principios de mayo, aproximadamente. Mateo, cuando
escribió su evangelio, más o menos una década después del de Marcos y tomando a
este como su guía, se dio cuenta de este problema porque buscó una solución. Las
hojas desaparecieron de su relato, y la multitud se limitó a agitar unas ramas. Ahora
bien, las ramas sin hojas son palos, más bien y, en cambio, son solo las hojas las que
permiten usar el verbo “agitar”, por lo que el arreglo de Mateo resulta extraño. Por su
parte, Lucas, cuando escribe la misma escena, quizá una década después de Mateo

[© texto: www.ProgressiveChristianity.org] «Introducción al Evangelio de Mateo» 19 1, pág 2


[procedencia: www.JohnShelbySpong.com] [© traducción: Asociación Marcel Légaut]
pero también con Marcos como guía, parece percibir el mismo problema porque lo que
hace es omitir tanto las hojas como las ramas. La multitud de Lucas, simplemente
extiende sus mantos en el suelo al pasar la comitiva. Pero incluso esto de quitarse los
mantos sugiere una climatología más cálida que la de finales de marzo. Por tanto, es
posible que la pasión no sucediese al comienzo de la primavera.
El segundo indicio nos lo proporciona un dato que, una vez más, encontramos por
primera vez en Marcos. Está en una de las historias más extrañas del Nuevo
Testamento. Dice Marcos que, el primer día después del recibimiento del “Domingo de
Ramos”, Jesús regresó con sus discípulos desde Betania, donde habían pasado la
noche, a Jerusalén. Luego añade que Jesús, en esta caminata de unos tres kilómetros, al
ser temprano, sintió hambre. Y, viendo una higuera a cierta distancia, fue a coger algún
higo. Pero el árbol no los tenía. Evidente, nunca una higuera ha tenido higos a finales
de marzo en el hemisferio norte! Sin embargo, el relato añade que Jesús, frustrado,
maldijo a la higuera. Después continuaron el camino y, una vez en Jerusalén, Jesús
expulsa a los cambistas del Templo y proclama que aquel lugar es “casa de oración
para todo el pueblo y no una cueva de bandidos”. Al final del día, de vuelta a Betania,
pasan junto a la misma higuera, que ahora está ya seca de la raíz a causa de la
maldición. Ciertamente, se trata de una historia que no parece muy propia de Jesús.
¿Le pega maldecir a una higuera por no dar higos en marzo? ¡Sería como maldecir a un
varón por no quedarse embarazado! Hay cosas vienen dadas por la naturaleza. Hasta
aquí Marcos. Mateo, incómodo con esta historia dividida en dos escenas, una de ida y
otra de vuelta, concentra todo en una sola escena en la que el árbol se marchita y se
muere inmediatamente cuando se le maldice. Lucas, a quien esta historia parece
incomodar tanto como a Mateo, la omite por completo pero, más adelante, añade a su
evangelio una parábola sobre una higuera estéril. En resumen, poner la escena en
otoño haría notablemente más plausible esta historia de la higuera.
El tercer indicio que señalar es que los judíos celebraban, cada otoño, la fiesta de la
cosecha, llamada Shucot. En dicha fiesta, el pueblo desfilaba alrededor del Templo
agitando un “lulab”, que era un haz de ramas de sauce, mirto o palmera. Y mientras
marchaban agitando sus “ramas frondosas”, recitaban el Salmo 118, que dice
“¡Hosanna en las alturas!, ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!” Enseguida
reconocemos estas exclamaciones: son las que aún hoy se pronuncian en el Domingo
de Ramos. Parece que algo de la liturgia otoñal de Shucot ha pasado al contexto del
tiempo de la Pascua, que es la primavera. ¿Ocurrió lo mismo con la pasión? Con el
tiempo me he convencido de que el relato de la pasión se desplazó de otoño a la
estación de la Pascua, en algún momento entre la crucifixión de Jesús y la redacción de
los evangelios. Sospecho que este cambio se hizo para poder aplicar a Jesús el símbolo
del cordero pascual. Conforme a esta asociación simbólica, la cruz de Jesús pasó a ser el
dintel del mundo entero. Y Jesús, el nuevo cordero pascual, cubrió con su sangre este
simbólico dintel y, como la del cordero pascual, mantuvo alejado al ángel de la muerte
de donde vivían los hombres. Esto fue lo que los cristianos proclamaron con su
resurrección. Todo encajaba y tenía sentido para unos oyentes cristianos de origen
judío, que fueron los destinatario original de los evangelios. Por eso, si supiésemos leer
los evangelios con ojos judíos, ¡estas historias también tendrían sentido para nosotros!
No son relatos que entender literalmente sino una interpretación de Jesús como
nuestro “cordero pascual”, cuya muerte anuló el poder de la muerte sobre nosotros.

[© texto: www.ProgressiveChristianity.org] «Introducción al Evangelio de Mateo» 19 1, pág 3


[procedencia: www.JohnShelbySpong.com] [© traducción: Asociación Marcel Légaut]
En la próxima columna analizaré la interpretación de Jesús como el cordero de Yom
Kippur.
– John Shelby Spong

[ © www. ProgressiveChristianity.com ]

[© texto: www.ProgressiveChristianity.org] «Introducción al Evangelio de Mateo» 19 1, pág 4


[procedencia: www.JohnShelbySpong.com] [© traducción: Asociación Marcel Légaut]

Anda mungkin juga menyukai