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Isabel Valverde Cid

COMENTARIO DE TEXTO

El primer texto pertenece a la obra “De ente et essentia” c.5; 3, 4, 5.

En su metafísica, Tomás de Aquino adapta el planteamiento aristotélico a la


doctrina cristiana. A simple vista, esto no parece posible, ya que para Aristóteles el
mundo es algo eterno y Santo Tomás defiende la Creación. Además Aristóteles
identifica sustancia con ser, mientras que Tomás de Aquino habla de una sustancia
superior y única, diferente a todas las demás. Avicena por su parte, ya introdujo una
distinción entre esencia y existencia, que es el tema principal del primer texto que nos
ocupa.
El ente es todo lo que existe, cualquier cosa existente. Lo que una cosa es, es su
esencia y ésta puede concebirse independientemente de que sea o no en realidad, es
decir, “sin que sea necesario ser captada realizada en acto” Así mismo, hay dos tipos
de ente: lógico y real.

El ente lógico es un universal abstracto, la unión de conceptos por la cópula “es”


o “está”. Por su parte, en el ente real es en el que pueden distinguirse esencia y
existencia.
En el planteamiento aristotélico aparecen dos conceptos: materia y forma que
son lo mismo que potencia y acto. Santo Tomás rompe con esa identificación y
establece que potencia y acto son idénticos a esencia y existencia. La esencia incluiría
materia y forma y, a la vez, la esencia es la potencia o posibilidad de existir. Así esencia
sería “id quo potes” aquello que puede existir, mientras que existencia sería “esse”, lo
que es.

Por lo tanto si la esencia es potencia, para que se dé su existencia tendrá que ser
actualizada por otro ser, por otra realidad, ya que afirma que es imposible que algo sea
causa de sí mismo.

Esencia y existencia son, en conclusión, cosas distintas y ambas forman parte


conjuntamente de todas las cosas. Estas cosas serían contingentes: no es necesario que
existan, no tienen esa necesidad de existir, y, en consecuencia, tendrán que recibir su
existencia por parte de un ser necesario, al que aún no nombra en éste primer texto, pero
que sería Dios. En Él, esencia y existencia se identifican. Es puro acto, existencia, y las
cosas están en potencia respecto de Él. Así dice: “Por otra parte, todo aquello que
recibe algo de otro, está en potencia respecto a ese algo, y lo recibido es su acto”.

Una de las principales diferencias con Aristóteles es que él no habla de


dependencia respecto a ningún Creador.

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En resumen, todas las cosas existen porque su acto de ser lo han recibido del
Creador y hasta que no lo reciben son pura posibilidad. Las cosas son para Santo
Tomás, ideas en la mente de Dios que pueden pasar de la posibilidad al acto. Si no fuera
por Dios, las cosas siempre serían pura posibilidad, nunca llegarían a ser.

El siguiente texto pertenece a la Suma Teológica I, cuestión 3, artículo 4. En él


pasa a hablar de Dios de manera menos velada que en el texto anterior. Dios por
consiguiente, es esencia y existencia y, a continuación, propone una serie de
planteamientos que lo demuestran.

Ya que Dios es la primera causa, la causa eficiente de todo lo que existe, no


puede ser en Él una cosa su esencia y otra su existencia.

En el resto de seres todo lo que se da en ellos y no es parte de su esencia, tiene


que ser causado por los principios de ésta o por algo externo. Teniendo en cuenta que
esencia y existencia no son en las cosas lo mismo, necesariamente su existencia, tiene
que haber sido causada por lo dicho: o principios de la esencia o algo externo. Sin
embargo es imposible que sean los principios de la esencia los que causen su existencia,
ya que ningún ser creado es causa de su propio existir. En conclusión, su existencia
tiene que ser causada por otro.

Sin embargo esto no pasa con Dios, ya que como ha dicho Él es la primera causa
eficiente, y consiguientemente, esencia y existencia son en Dios lo mismo. Por eso dice
en la Biblia: “Yo soy el que soy”, es pura actualidad.

En segundo lugar, “existir es la forma o naturaleza en acto”. Esto quiere decir


que entre la esencia y existencia de los seres contingentes, de manera necesaria se da la
misma relación que entre potencia y acto. Esa forma o naturaleza de la que habla Santo
Tomás sería la esencia. No obstante, “en Dios nada es potencial” ya que su esencia y
existencia son lo mismo. La esencia de Dios es su existencia.

Por último, “lo que tiene existencia y no es existencia, es por participación”.


Todas las cosas reciben su existencia de Dios y por ello participan de Él. Por eso, si la
esencia de Dios no fuera su existencia, Él tendría que ser por participación de algo, lo
cual es “absurdo” pues esto supondría que no sería el primer ser, y por tanto tampoco un
ser único ni necesario. Concluye: “Dios es su propio existir y no sólo su esencia”.
Esta postura que aquí defiende recuerda en cierto modo a la platónica de la
participación. En Platón las Ideas son las causas de la esencia de las cosas y de su modo
de ser verdadero. Todo parte del Bien (el Uno).

En Santo Tomás a los entes contingentes es Dios el que los da la existencia,


participando así en cierto modo de la propia existencia de Dios. Las ideas platónicas
aparecen aquí en la mente de Dios.

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