El titulo “jóvenes con Cristo hacia el 2000” sugiere el movimiento de cada joven
hacia Jesús, motivo y razón de la esperanza cristiana. Su vida y su mensaje no son “cosas
del pasado” ni doctrina teórica; son Camino, Verdad, y Vida que llevan a la acción, en una
búsqueda constante y creativa, para hacer posible el Reinado de Dios entre los Hombres.
El presente material está pensado para ser trabajado con adolescentes y jóvenes de
grupos, organizaciones y movimientos, capaces de confrontar su vida con la de Jesús. Tiene
como finalidad profundizar y experimentar en sus vidas “Jesús Vivo”, presencia liberadora
que llena de significado sus existencias y les impulsa a un compromiso personal y
comunitario.
Se han seleccionado unos temas según a los objetivos que se desean. Pero es
necesario adaptarlos a la situación real de cada grupo.
PARTIMOS DE LA VIDA.
JOSÉ:
Jesús aprende de José el trabajo como lo exigía la tradición. Su vida se desenvuelve en el
trabajo de carpintería que le mantiene en contacto con la gente.
Para la gente que lo conoce, Jesús es el carpintero, el “hijo del carpintero” (Mc. 6, 1-5); es
de aquellos que aprendieron un oficio en la familia y que saben practicarlo. El oficio de
carpintero englobaba un conjunto de trabajos para la construcción. Por su trabajo, tuvo que
tratar a todos aquellos que, como José, sacaban de su oficio lo justo para vivir.
MARÍA:
María, una mujer del pueblo, que vive en una casa sencilla y humilde. Sin grandes
pretensiones en la vida de su hijo Jesús y se interroga muchas veces sobre él y su gran
“misterio”.
Lo que más llama la atención es su disponibilidad al designio de Dios, aunque para ella no
era tan claro (Lc. 2, 50-51). Su actitud fue la de “guardar todo en su corazón” (Lc. 2, 51),
peregrinando en la fe, en la esperanza y en el amor.
José y María, una paraje a la que muchas veces vemos separada; sin embargo, siempre
estuvieron juntos; se puede destacar en ellos la unidad, el trabajo compartido, la solidaridad
con la gente. Obedientes a la voluntad del padre, comparten juntos la alegría de ver nacer a
Jesús, el dolor del exilio, la oración (van juntos al templo), el trabajo. Es éste también
ambiente familiar que rodeó a Jesús y del que aprendió a ser el Salvador del Pueblo.
Varias interrogantes nos pueden surgir al confrontar la Familia de Nazaret con nuestra
realidad venezolana. Expresémoslas en el grupo, analicemos y veamos soluciones
concretas que nos ayuden a mejorar las relaciones familiares.
NOS COMPROMETEMOS
¿Qué importancia tiene para ti el valor de la responsabilidad, del estudio, del trabajo como
medio para construir un mejor ambiente familiar?
¿Has leído tu historia de vida, descubriendo la presencia de Dios en ella?
¿Qué aportes concretos puedes dar a tu familia para ir construyéndola según el querer de
Dios?
Consideras que hay familias en tu comunidad que viven (o se esfuerzan por vivir) como la
familia de Jesús?
CELEBRAMOS:
Proponemos realizar una Eucaristía o Celebración de la Palabra compartida con la familia
de cada miembro del grupo.
“Y tú, ¿quién dices que soy yo?” Es la pregunta que Jesús nos sigue haciendo a cada
uno de nosotros...
Realmente es un personaje que ha suscitado en la historia la más diversas
reacciones: admiración, fe, rechazo, odio, desprecio, seguimiento...
Y tú, ¿qué dice? ¡qué conoces de su persona? ¿quién es para ti?.
PARTIMOS DE LA VIDA:
DINÁMICA: Diversos testimonios sobre Jesús.
En grupo, leer y analizar los diferentes testimonios:
“Cuando tenía 10 años hice mi primera Comunión; en ese momento Jesús era para
mí una persona importante. Ahora tengo 17 años; crecí, estudié, ... ya él no cuenta en mi
vida; tengo otros intereses que me absorben: la música, la novia, los amigos, la discoteca, la
moda.., Jesucristo “no me da nota”, no me sirve para nada. Creo que puedo ignorarlo”
(Miguel).
“Para mi Jesús es un amigo, una persona cercana a los más pobres y necesitados. Yo
le admiro por todo lo que hizo y habló mientras estuvo en la tierra. Pero me da “pena” decir
a mis compañeros y amigos que creo en El...posiblemente se reirán y me dirán “atrasado””
(Juan).
Eso me empezó a gustar y decidí quedarme en el grupo. Ahora Jesús es una persona
viva, que me habla en los niños y jóvenes que se acercan a las actividades, en las familias
del barrio, en los que sufren; he comprendido mejor su Evangelio y estoy dispuesto a
seguirle” (Juan).
“Para Nosotros Jesucristo está presente en nuestro hijo subnormal. Nos costó mucho
aceptarlo y descubrir que su vida nos era útil. Pero un día comprendimos que, en él, Dios
nos invitaba a preocuparnos por otros niños como él... Hoy, para nosotros, nuestro hijo es
un signo de amor que Dios nos tiene, en su rostro y en el de tantos amigos suyos
subnormales descubrimos el rostro de Jesús. Esto nos da alegría (Dr. Pujol y Señora).
RESPONDER EN GRUPO:
¿Quién es Jesús para cada uno de los testimonios?
¿Con quién se identifican ustedes?
De lo que han leído y oído ¿qué rasgos de Jesús les llama la atención?
Físico resistente:
Los Evangelios hablan de una actividad constante de Jesús durante los tres años de su vida
pública, lo que revela una contextura sana, robusta. No tiene casa fija; duerme muchas
veces al decampado; come lo que la gente le puede dar; camina de pueblo en pueblo. En
continua actividad, siempre rodeado de pobres y enfermos que le piden ayuda. Y aún le
queda tiempo por la noche para orar (Lc. 6,12). Y por la mañana se levanta bien temprano
también a conversar con Dios Padre (Mc. 1,35)
Jesús amaba:
Aquello que más impacta cuando se lee el Evangelio es su gran bondad. No debía ser
demasiado duro y serio. Mostraba una gran sensibilidad por los sufrimientos y el dolor
humano: se conmueve ante la viuda en Naín (Lc. 7,13), llora ante la tumba de Lázaro, su
amigo (Jn. 11,35). Tenía un fuerte sentido de la amistad: amaba a su pueblo y se sentía
plenamente israelita, tanto que el pensamiento de la destrucción de Jerusalén le hizo llorar;
tenía una predilección por los niños y era muy amigo de sus discípulos, compañeros de
vida.
CELEBRAMOS
Símbolos para el momento de oración: una figura de Jesús, Biblia, letreros con rasgos de
Jesús que más les hayan impactado.
Canto: Ese es Jesús (mientras se coloca la Biblia y la figura de Jesús en un lugar preparado
con anticipación).
Lectura de la Palabra: Mt. 16, 13-20
Oraciones espontáneas que resumen lo vivido en el encuentro.
Canto final: Jesucristo me dejó inquieto.
La historia humana, desde el origen (creación – pecado), es una lucha dramática entre el
bien y el mal, entre la luz y las tiniebla; el hombre tiene una libertad limitada, fruto de
una división interna, del pecado.
Sin embargo, la libertad es un gran valor que se debe conquistar, un derecho dentro de
los límites del bien común.
PARTIMOS DE LA VIDA.
Jesús aparece en el Evangelio como un hombre libre; nada ni nadie le impide llevar
adelante el proyecto de su vida: el anuncio del Reinado de Dios. Vamos a destacar
algunos rasgos de esa libertad:
Libre ante la riqueza: toda su vida expresa su opción por la pobreza: “El siendo de
condición divina, no reivindicó en los hechos la igualdad con Dios, sino que se despojó,
tomando la condición de servidor, y llegó a ser semejante a los hombres...” (Fil. 2, 5-7).
No tiene “donde reclinar la cabeza” (Mt. 8,20), vive en medio de la gente pobre y “se
codea” con personas que no le pueden recompensar sus favores.
Libre de sí mismo: tanto que prefiere seguir el Proyecto del Padre antes que sus
proyectos personales: “Mi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado” (Jn.
4,34).
Jesús nos enseña el camino de la libertad “Yo soy el camino, la verdad y la vida” (Jn.
14, 6). Libres de la esclavitud del pecado. Libres para construir el Reino de Dios. La
libertad es la medida de la grandeza del hombre y al mismo tiempo causa de sus dramas
y problemas. Libres de las falsas preocupaciones: el ansia de tener más, el gozar, el afán
de la riqueza... no nos permiten una vida serena y feliz.
Libres de ídolos: El mandamiento de amar a Dios sobre todas las cosas hace al hombre
libre; quien tiene a Dios en el centro de su corazón se hace libre de los horóscopos,
brujería, magia, fuerzas ocultas, invocación a los espíritus.
Libres del mal: En el Padre Nuestro, Jesús nos enseña a pedirle al Padre que “nos libre
de todo mal”: el mal, el maligno quiere obstaculizar el designio de Dios (Jn. 8, 44) en
nosotros. Pero, #sí Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? (Rom. 8,31)
Libres para pensar y actuar: Asumir un nuevo modo de pensar es caminar hacia una
escala de valores según el Evangelio. La libertad nos lleva a actuar, a trabajar para
realizar las grandes cosas que Dios quiere de nosotros.
Libres para creer: Creer es un acto consciente y libre. Jesús nos invita a la fe y a la
conversión; no ha querido imponerla a la fuerza “Si quieres...”, le dice al joven rico
(Lc. 18, 18-25).
Libres para servir y amar: Zaqueo, jefe de cobradores, comienza a ver la vida
diferente después de que se encuentra con Jesús : se siente renacer como hijo de Dios y
como hermano de los hombres (Lc. 19, 1-10). En la parábola del buen samaritano
encontramos el verdadero sentido del amor libre que se hace servicio al más necesitado
(Lc. 10, 30-37).
NOS COMPROMETEMOS:
Si quieres ser libre, debes conquistar la libertad. Si dices: no puedo, esta situación es
más fuerte que yo, todos lo hacen etc. Nunca serás realmente libre, sino esclavo de ti
mismo, de tu pasado, del ambiente.
¿A qué te compromete el seguimiento de Jesús libre?
¿Cómo se puede favorecer en el grupo, en tu familia, en el liceo el camino de la
libertad?
CELEBRAMOS:
Proponemos una celebración a base de símbolos que pueden ser reflexionados y hechos
oración a través de sociodramas: letreros sobre el tema, jóvenes con manos atadas,
mecate, etc.
Una noche, repentinamente, sonaron unos golpes secos a su puerta. Cuando abrió, se
encontró con sus enemigos. Eran varios y habían venido juntos. Sus enemigos le ataron
las manos. Después le dijeron que así era mejor; que así, con las manos atadas, no
podría hacer nada malo. Se olvidaron decirle que tampoco podría hacer nada bueno.
Y se fueron...dejando un vigilante a la puerta para que nadie pudiera desatarlo.
Y empezó a olvidarse de que antes tenía las manos libres. Mientras tanto, su vigilante le
comunicaba, día tras día, las cosas malas que hacían en el exterior los hombres con las
manos libres. Pero el vigilante se olvidaba de decirle las cosas buenas que hacían esos
mismos hombres con las manos libres.
Pasaron muchos años.. El hombre llegó a acostumbrarse a sus manos atadas. Y cuando
su guardián le señalaba que, gracias a aquella noche en que entraron a atarle, él, el
hombre de las manos atadas, no podía hacer nada malo; se olvidaba decirle que
tampoco podía hacer nada bueno. El hombre empezó a creer que era mejor vivir con las
manos atadas. Además, estaba tan acostumbrado a sus ligaduras...
Este tema nos ayudará a profundizar el valor de la solidaridad, un signo muy elocuente
para el mundo actual: ante tantas situaciones de pobreza extrema, todavía existen
personas, grupos e instituciones que, siguiendo el ejemplo de Jesús de Nazaret, realizan
gestos de solidaridad a favor de sus hermanos más necesitados.
Se inicia el encuentro con el canto “Tu ere el Dios de los pobres” y se comenta en el
grupo la frase que más les llama la atención y por qué.
PARTIMOS DE LA VIDA:
Un grupo de jóvenes de un Barrio de Caracas se reúne periódicamente para compartir
los problemas, necesidades, esfuerzos de la comunidad y solidarizarse. Se dan cuenta
que algunos niños no asisten a la Escuela y otros tiene muchos fallos en la lectura, por
lo que deciden ofrecerles tarea dirigidas ay alfabetización. Se organizan y se dedican a
esta actividad los fines de semana. Además facilitan talleres de teatro, deporte y
manualidades donde los niños pueden expresar sus cualidades.
Honra a la mujer:
En los tiempos de Jesús, las mujeres eran también marginadas. En el plano civil no
disfrutaban de voz y voto; no podían ocupar un cargo público; no se les enseñaba a leer
y escribir; tampoco se les permitía la participación activa en la vida religiosa. Su lugar
era la casa, y su deber, cuidar de los hijos; una vez que se casaba, la mujer quedaba
sometida al esposo.
Jesús, ante esta situación, toma una actitud crítica y desafiante contra las costumbres
sociales de su época: tiene como amigas a Marta y María, habla con una mujer
samaritana, sana a mujeres de enfermedades, se deja besar los pies por una mujer
pecadora, acepta entre sus seguidores a varias mujeres. Se hace para ella Buena Noticia
al devolverles su dignidad ( Ver Lc. 4, 38-39; Lc. 8, 43-48; Jn. 4, 1-30; Lc. 10, 38-42;
Mt. 26, 6-13).
Pero Jesús otorgó la mayor dignidad que cabe a su Madre, María. Ella está en los
momentos más significativos de su misión: el nacimiento, el inicio de la vida pública, la
muerte, la resurrección y la venida del Espíritu Santo sobre la Comunidad de los
Apóstoles.
NOS COMPROMETEMOS:
¿Qué signos de solidaridad encuentras en tu vida y en la de tu gripo?
¿Solidarizarse es para ti reconocer las necesidades de los más pobres de tu comunidad?
¿Qué signos de pobreza interior descubres en tu vida? Revísate a la luz de Mt. 25, 34-
46.
¿A qué te compromete el seguimiento de Jesús solidario?
CELEBRAMOS:
Sugerimos la celebración que presenta el libro “Y tú ¿quién dices que soy yo?, pág. 38-
39
En los temas anteriores hemos visto cómo Jesús está volcado totalmente a la causa del
Reino. ¿Pero no se cansaba, no habría sentido la tentación de abandonarlo todo. De “colgar
la toalla” al encontrar dificultades? ¿Cuál fue el motor, la fuente de su acción? Sin lugar a
duda, la relación amorosa con Dios Padre.
PARTIMOS DE LA VIDA:
“Esta oración es infalible, José. ¡No falla! Pero tendrás que hacer todo lo que dice ahí en el
papel. Es una oración efectiva. Debes rezarla tres veces de rodillas, a la hora exacta en que
sale el sol durante tres días. Debes prender una vela en la iglesia más próxima, mandar
imprimir 100 hijas y darla a conocer lo antes posible”. José respondió: “¡Caramba, qué
trabajo! ¿Y por qué me piden tantas cosas? ¿Será que el Señor me exige todo eso?” Carlos
respondió: “si quieres ver sana y salva a tu mujer, entonces debes estar dispuesto a hacer
algún sacrificio. Tratar con Dios no es cosa fácil...”
Analizar en grupo el diálogo anterior y sacar conclusiones (el animador prepara algunas
preguntas para facilitar el análisis).
Jesús oraba continuamente... Como todo judío, oraba por la mañana, por la tarde y por la
noche. “Se levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar” (Mc. 1,
35) “Por entonces subió Jesús a la montaña a orar y pasó la noche orando a Dios” (Lc. 6,
12; ver Lc. 5, 16). También iba a la sinagoga los sábados (Lc. 4, 16-18). Pero supera la
costumbre de sus contemporáneos: hace su vida una oración. – comunión con Dios; oraba
desde la vida, desde los acontecimiento que va viviendo. Los momentos más importantes
de su vida están precedidos por espacios fuertes de oración: el bautismo en el Jordán, el
comienzo de su vida pública, antes de llamar a sus discípulos; el la última cena, en el huerto
de Getsemaní antes de ser crucificado, en la cruz...
NOS COMPROMETEMOS:
Nuestra oración necesita:
Alimentarse de la Palabra de Dios.
Ser purificada de tanta superficialidad, interés o supersticiones.
Mantenerse en una actitud de humildad y confianza.
De lugares, tiempos, ambientes y gestos concretos.
¿Qué propones al grupo para seguir el camino que “Jesús orante” te señala?
¿Qué te propones personalmente?
CELEBRAMOS:
Proponemos la meditación grupal de la parábola del Fariseo y el publicano (Lc. 18, 9-14)
Pasos:
Canto: Dios está aquí (o quiero alabarte).
Lectura y contemplación de la Palabra de Dios: lectura clara y pausada; lectura
personal identificando los personajes, lo que dicen, cómo es su diálogo con Dios, sus
actitudes, etc...
Meditar en silencio: ¿qué me dice esta parábola? ¿qué actitudes tengo yo cuando voy a
dialogar con Dios? ¿en qué me asemejo al fariseo? ¿ en qué al publicano?
Oración compartida.
Canto de despedida: Padre Nuestro (u otro apropiado
PARTIMOS DE LA VIDA:
Recordar en los periódicos las noticias más resaltantes de estos últimos días.
Comentar: ¿De qué hablan?.
¿Cuáles son “buenas” noticias y cuáles “malas”? ¿Por qué?
¿Qué noticias esperamos nosotros en lo más profundo de nuestro ser? ¿qué soñamos?.
También en tiempos de Jesús la gente esperaba algo parecido; frente a la dominación por
parte de los romanos, los saduceos estaban muy satisfechos con la situación; los fariseos
creían que con cumplir los mandamientos estaban salvados; los celotes creían en la lucha
armada como medio para que Dios reinara en Israel; los apocalípticos deseaban una
intervención directa de Dios desde el cielo. En ese ambiente surge la voz de Jesús.
Jesús, haciéndole eco de estos sueños, proclama el Reino como plenitud de vida ofrecida a
cada persona; él mismo dice: “He venido para que tengan vida y la tengan en abundancia”
(Jn. 10,10). Esta plenitud de vida abarca todas las dimensiones de la existencia: lo material
(curaciones) y lo espiritual (perdón de los pecados); lo individual (realización de la
persona) y lo social (construcción de una sociedad más justa y fraterna); lo presente (se
construye “hoy y aquí”) y lo futuro (destinada a cumplirse definitivamente en el futuro, al
final de los tiempos).
Jesús vive para la causa del Reino. ¿Y cuáles son los signos que lo demuestran? Su
bautismo, los milagros, el perdón que otorga, la llamada a sus discípulos, su muerte y su
gloriosa resurrección. Y lo hace presente con su palabra y sus hechos:
Jesús explica la presencia del Reino por medio de parábolas, comparaciones sencillas para
el pueblo: El Reino crece silenciosamente como la semilla, es fuerte como un grano de
mostaza que llega a convertirse en un frondoso árbol, es como la levadura que hace crecer
la masa, como u banquete al que todos estamos invitados, como un comerciante que busca
u tesoro...
No sólo habla sino que lo realiza: va al encuentro de los pobres, de los enfermos, de los
leprosos, de los pecadores, de los marginados por una sociedad injusta; se acerca con amor
a los niños, a las mujeres, a los pecadores y paganos... es decir, se pone del lado de los
despreciados por la sociedad. Los “últimos” de la sociedad son los primeros destinatarios
del Reinado de Dios. Y afirma con insistencia que seremos juzgados por Dios precisamente
por el amor a los más pobres 8Mt. 25,31-46)
Pero pone condiciones para pertenecer a su Reino:
La conversión: implica un cambio del corazón, de nuestras relaciones con los demás y de
las estructuras sociales que provocan los signos del anti-reino (explotación, hambre,
marginación, etc.) Significa un paso del egoísmo al amor “Hay que nacer de nuevo...”
Acoger con fe la Palabra: Jesús compara la aceptación de su palabra a una semilla que
cae entre espinas, en el camino, en las piedras y en tierra buena (Mc. 4, 1-9).
Dar frutos: la conversión exige actitudes concretas de amor a los pobres, de servicio,
humildad, rectitud de corazón, pobreza, confianza filial al Padre.
Vivir según la nueva Ley: en el Sermón de la montaña, y especialmente en las
bienaventuranzas, Jesús nos invita a asumir una nueva ley, un modo de vida por la cual nos
reconocerán como los “Hijos de Dios”: la ley del amor que se dona (Ver Cáp. 5 – 6 y 7 de
Mateo).
NOS COMPROMETEMOS:
Jesús nos llama a seguirlo en la construcción del Reinado de Dios.
¿Qué signos en nuestra realidad (país, ciudad, barrios) señalan que los cristianos estamos
construyendo el Reinado de Dios?
¿Qué “buenas noticias” espera nuestro pueblo de los cristianos?
¡Cómo puedes tú y tu grupo promover un ambiente más humano en la comuni
dad? ¿Qué están haciendo en este sentido?
CELEBRAMOS
(símbolos escogidos por el grupo)
Canto: La Noticia (u otro apropiado)
Lectura de la palabra: Lc. 4,16-20
Comentarios libres.
Oración del Padre Nuestro. El grupo se detiene en la frase “venga tu Reino” y, en forma
espontánea, se va completando “reino de...”
Canto: Anunciaremos tu Reino, Señor.
PARTIMOS DE LA VIDA:
Había en Sicilia un monje, Epifanio, que pintaba bellísimos cuadros. Tenía en su
mente una gran ilusión: retratar el rostro de Cristo. ¿Pero dónde encontrar el modelo
apropiado que expresara a la vez el sufrimiento y alegría, muerte y resurrección, divinidad
y humanidad?
Epifanio se fue a viajar: recorrió Europa escrutando cada rostro; pero ninguno tenía
el rostro que representara a Cristo. Una noche se durmió repitiendo las palabras del salmo:
“Busco tu rostro, Señor; no me escondas tu rostro” (Salmo 27,8). Y tuvo el siguiente sueño:
un ángel le llevó a varios lugares y le hizo descubrir en algunos rostros una característica
particular por la cual se asemeja a Cristo: la alegría de una joven esposa, la inocencia de un
niño, la fuerza de un campesino, el sufrimiento de un enfermo, el miedo de un preso, la
bondad de una madre, el abandono de un huérfano, la seriedad y honestidad de un juez, la
alegría de un joven, la misericordia y bondad de un confesor, el rostro vendado de u
leproso...
Regreso al convento y se puso a trabajar. Después de un año el cuadro de Cristo
estaba listo y se lo presentó al Abad el cual quedó atónito: ¡era maravilloso! Quiso saber de
qué modelo se había servido y el monje respondió: No busques a Cristo en un solo hombre;
busca en cada hombre y mujer un fragmento del rostro de Cristo.
Responder en grupo:
El encuentro con Jesús cambió radicalmente la vida de muchas personas. Los evangelios
narran escenas maravillosas de “encuentros”. que marcan la vida, que dejan huellas
indelebles. He aquí algunos ejemplos:
Zaqueo: experimenta una gran alegría al tener a Jesús en su casa y percibe que debe
cambiar su vida (Lc. 19, 1-10).
La Samaritana: va a buscar agua en el pozo; allí se encuentra con Jesús. “fuente de
agua viva”; descubre, en el diálogo, su vida vacía e infeliz. Desea el agua que sacie su
sed de felicidad y la descubre en Jesús . La alegría de ese hallazgo le lleva a
ANUNCIAR la liberación lograda. (Jn. 4, 1-42).
María Magdalena: una mujer “pecadora”, queda atraída por ese hombre que sana
enfermos, comparte con los pecadores y habla como ninguno antes lo había hecho; ve en
la mirada de Jesús algo diferente a las miradas que estaba acostumbrada. Se le acerca,
toca sus pies, llora... saque que El le comprende y perdona. Después de este encuentro,
María será una fiel seguidora de Jesús (Lc. 7,36 - 50; Lc. 8, 1-3)
Simón, Andrés, Juan, Santiago...: son pescadores, hombres acostumbrados al duro
trabajo del mar. Un día, como a las cuatro de la tarde, Juan y Andrés,, animados por Juan
el Bautista, quieren conocer cómo vive Jesús, a lo cual éste responde : “Vengan y
verán”; al día siguiente otros se unen al grupo. El hecho es que dejan “todo” lo que
tienen y acompañan a Jesús en el anuncio del Reino de Dios (Jn. 1, 35 - 51).
Lázaro, Marta y María son hermanos; viven en Betanía, pueblecito cercano a
Jerusalén. Jesús se aloja en su casa y se establece entre ellos una profunda amistad. (Lc.
10,38 - 42); Jn 12, 1-11).
Los leprosos son considerados “basura” de la sociedad judía , pecadores, malditos;
Jesús se encuentra con ellos y les restituye la dignidad de hombres (Lc. 17, 11-19; Lc. 5,
12- 14).
Levi es un cobrador de impuestos, por tanto un “vendido” a los romanos y un ladrón ;
Jesús lo invita a seguirlo; deja todo ese negocio y camina en pos de Jesús (Mt. 9,9-13).
Los discípulos de Emaús dejan Jerusalén y regresan a su pueblo desilusionados; Jesús,
el Mesías, el Salvador esperado, ya no tiene nada que decirles; murió inicuamente; se
desvanecieron todas sus esperanzas y la tristezas les invade. Jesús se les presenta en el
camino, les habla; ellos le reconocen “al partir el pan” (Lc. 24, 13-35).
Pero no todos los encuentros fueron “liberadores”; algunos fueron tan
“desconcertantes” que provocaron rechazo de la propuesta del reino.
El joven rico era cumplidor de los mandamientos; muchacho bueno y recto. Pero estaba
muy apegado a sus riquezas; cuando Jesús le propuso vender todo y dárselo a los pobres,
su compromiso por el Reino, da media vuelta y se va... ¡Ese Jesús es demasiado
exigente! (Mc. 10, 17-22)
Los fariseos observaban los preceptos de la ley y eran los preceptos de la ley y eran muy
admirados por la gente debido a la exactitud de sus prácticas religiosas. Jesús los
desenmascara públicamente por vacíos mentirosos, incapaces de amor y solidaridad (lc.
11, 37-44).
NOS COMPROMETEMOS:
Si Jesús viniera en persona a ti y a tu grupo, ¿qué le dirían? ¿qué le pedirían? ¿qué le
responderían? ¿a qué los comprometerían?
En pequeños grupos, realizar un sociograma, canto, dibujo, etc. donde se actualicen “los
encuentros de Jesús”.
CELEBRAMOS
En un momento de oración, proponemos la lectura del “mensaje del Papa a los jóvenes”
(extracto - material anexo).
(Síntesis del mensaje de Juan Pablo II para la Jornada mundial de la juventud 1.997)
Con motivo de la XII Jornada mundial de juventud, que se celebró en agosto de este año en
París, camino hacia el gran Jubileo del año 2000, el Papa invita a los jóvenes a fijar la
mirada en Jesús, Maestro y Señor de nuestra vida, mediante las palabras que encontramos
en el Evangelio de Juan: “Maestro, ¿dónde vives? Vengan y lo verán” (Jn. 1, 38-39).
Encontrar a Cristo.
Jóvenes de todo el mundo: en el camino de la vida cotidiana pueden encontrar al Señor. ¿se
acuerdan de los discípulos que, acudiendo a la orilla del Jordán para escuchar las palabreas
del último de los profetas, Juan el Bautista, vieron cómo indicaba que Jesús de Nazaret era
el Mesías, el cordero de Dios? Ellos, llenos de curiosidad, decidieron seguirle a distancia,
casi tímidos y sin saber qué hacer, hasta que El mismo, volviéndose, les preguntó: ¿qué
buscan?, suscitando aquel diálogo que dio inicio a la aventura de Juan de Andrés, de Pedro
y de los otros apóstoles (Jn. 1 29-51)...Precisamente en aquel encuentro sorprendente,
descrito con pocas y esenciales palabras, encontramos el origen de todo recorrido de fe y de
todo proceso vocacional. Es Jesús quien tomó la iniciativa; cuando él está por medio, la
pregunta siempre se da la vuelta: de interrogadores se pasa a ser interrogados, de
“buscadores” nos descubrimos “buscados”; es El , de hecho, quien desde siempre nos ama
primero (1 era. Jn. 4,10). Esta es la dimensión fundamental del encuentro: no tratamos con
algo, sino con Alguien, con “el que Vive”. Los cristianos no son discípulos de un sistema
filosófico; son los hombres y las mujeres que han hecho, en la fe, la experiencia del
encuentro con cristo.
Seguir a Jesús.
Queridos jóvenes, como los primeros discípulos, sigan a Jesús. No tengan miedo de
acercarse a El, de cruzar el umbral de su casa, de hablar con el cara a cara, como se está
con un amigo (Ex. 33,,11). No tengan miedo de la “Vida Nueva” que El les ofrece: El
mismo, con ayuda de su gracia y el don de su Espíritu, les da la posibilidad de acogerla y
ponerla en práctica.
Es verdad: Jesús es un amigo exigente que señala metas muy altas; pide salir de uno mismo
para ir a su encuentro, entregándole toda la vida: “quien pierda su vida por mi y por el
Evangelio, la salvará” (Mc. 8,35). Esta propuesta puede parecer difícil y en algunos casos
incluso puede dar miedo. Pero les pregunto: ¿es mejor resignarse a una vida sin ideales, aun
mundo construido a imagen y semejanza propia, o más bien buscar con generosidad la
verdad, el bien, la justicia, trabajar por un mundo que refleje la belleza de Dios, incluso a
costa de tener que afrontar las pruebas que esto conlleva? Derriben las barreras de la
superficialidad y del miedo. Conversen con Jesús en la oración y en la escucha de la
Palabra; gusten la alegría de la reconciliación en el sacramento de la penitencia; reciban el
cuerpo y la sangre de Cristo en la Eucaristía; recíbanlo y sírvanle en los hermanos.
Descubrirán la verdad sobre ustedes mismos, y encontrarán a aquel que cura las angustias,
las preocupaciones y el subjetivismo que no dejan en paz.
Vengan y verán
Encontraran a Jesús allí donde los hombres sufren y esperan: en los pequeños pueblos,
aparentemente al margen de la historia, como era Nazaret cuan Dios envió a su ángel a
María; en las grandes ciudades donde millones de seres humanos viven como extraños.
Cada ser humano en realidad es conciudadano de Jesús.
Jesús vive junto a ustedes, en las personas con las que comparten la existencia cotidiana. Su
rostro es el de los más pobres, de los marginados, victimas casi siempre de un modelo
injusto de desarrollo, que pone el beneficio personal en el primer puesto y hace del hombre
un medio en lugar de un fin. La casa de Jesús está donde un ser humano sufre por sus
derechos negados, sus esperanzas traicionadas, sus angustias ignoradas. Allí, entre los
hombres, está la casa de Cristo que les pide que enjuguen, en su nombre, toda lágrima, y
que les digan a los que se sienten solos que nadie está nunca solo si pone en El su esperanza
(Mt. 25, 31-46).
Jesús vive entre los que le invocan sin haberlo conocido; entre los que, habiendo empezado
a conocerlo, sin su culpa, lo han perdido_; entre los que buscan con corazón sincero (LG
16).
Uno de los síntomas que se descubre en nuestra sociedad es la desorientación juvenil: ¿en
quién creer?; de tantos mensajes que escuchamos ¿cuál es el verdadero?; ¿a qué líderes
seguimos? ¿qué nos ofrecen?; vale la pena luchar por algo? Estos y tantos otras
interrogantes vienen a la mente de los jóvenes que van en una continua búsqueda de
modelos y guías.
PARTIMOS DE LA VIDA:
Todo encuentro con Jesús se convierte en una invitación a seguirlo y a dar la vida por el
Reino.
Proponemos tres testimonios de personas que han sido capaces de “jugarse la vida” por
Jesús: Madre Teresa de Calcuta, Pedro Casaldáliga, Raúl Follereau.
Se forman tres grupos y cada uno lee un testimonio (Tomado de Un proceso 2, Juego de
pistas – pág. 125-131- material anexo)
NOS COMPROMETEMOS:
Todo cristiano está llamado a ser discípulo, a aceptar el camino trazado por Jesús.
¿Cómo puedo seguir a Jesús: en mi casa, en el trabajo, en el liceo, en mi barrio, en mi
parroquia?
CELEBRAMOS:
Canto: Pescador de hombres (u otro apropiado).
(emplear, igual que en los encuentros anteriores, símbolos que representen las actitudes
del seguidor de Jesús)
Oración: Responder a cada invocación: TE SEGUIMOS, SEÑOR
Para hacer un mundo más humano y fraterno...
Para llevar alegría a nuestras familias...
Para trabajare en la comunidad a favor de los más necesitados...
Para... (se sigue la oración en forma espontánea).
Hace años la Madre Teresa de Calcuta recibió el premio Nóbel por su trabajo a favor de los
más pobres. Nació en Yugoslavia; a la edad de 18 años ingresa al convento con las
Hermanas de Loreto. Después, abandona su Congregación Religiosa para servir a los
pobres más pobres.
Calcuta es una gran ciudad de la India. “Lo que más me llama la atención, aparte del calor,
el polvo, la suciedad y los mosquitos, es la increíble miseria en que vive la mayor parte de
la población. Más de un millón de personas viven hacinadas en los “slums” – aglomeración
de ranchos hechos de bambú, cartón y latas, recubiertas con hojas de palmera-, tan endebles
y miserables que a ninguno de nosotros se nos ocurriría utilizarlas ni para cobijar a los
animales domésticos.
Cuando, tras ponerse el sol, la noche avanza, la gente muchedumbre de los sin techos va
ocupando todos los ángulos y huecos disponibles en las aceras, transformándolas en un
inmenso dormitorio...mujeres, hombres, ancianos y niños ven transcurrir lentamente su
vida, preocupados por un único y angustioso problema: “comer para sobrevivir”.
El hambre es la realidad más lacerante y espantosa que he visto impresa en los rostros
macilentos, sobre los cuerpos esqueléticos de millones de personas en la India y en
Bengala, sobre todo. He presenciado escenas desgarradoras, que no olvidaré mientras viva:
turbas de niñas y niños desnudos esperando que los empleados de los grandes edificios
salgan a vaciar la basura para lanzarse sobre aquellos desperdicios – en disputa con perros y
gatos callejeros-, en busca de unas conchas de naranja o de plátano que llevarse ávidamente
a la boca.
Y es en esta ciudad – actualmente en muchas otras ciudades- donde la Madre Teresa
levantó un Centro asistencial para dar una casa a todos los desechos humanos de la
sociedad. El nombre de esta religiosa y sus obras son conocidos no sólo en la India, sino en
todo el mundo.
En la “Casa del moribundo abandonado” (Calcuta) no hay portero; la puerta está siempre
abierta para todos. Grupos de enfermos y ayudantes lavan, desinfectan el piso de los largos
corredores, a cuyos lados se distribuyen las esteras de los enfermos. Otros van
distribuyendo el desayuno mientras los demás se ocupan de la limpieza personal de los
enfermos agonizantes. Entre tanto, van llegando al patio los últimos carros, que durante la
noche, han estado dando vueltas por las calles recogiendo muertos o moribundos.
La caridad de la Madre Teresa y de sus colaboradores alcanzó la cota más alta durante la
guerra de Bengla Desh, cuando diez millones de prófugos, huyendo de las matanzas, se
refugiaron en la zona occidental de Bengala, acampando en la afueras de Calcuta,
aumentando así la miseria y el hambre en esta región.
Antes de alejarme, pregunto a la Madre cómo se las arregla para reclutar a tantas personas,
especialmente jóvenes, y de dónde saca recursos para llevar a cabo una obra tan compleja.
Me mira a los ojos y sonríe: ¡Son milagros del amor! (Alessi Dimensioni)
PERO CASALDALIGA
Ha escrito poemas, ensayos, escritos personales. Todos sus trabajos reflejan la lucha del
obispo a favor de los derechos humanos.
Ha sido propuesto para el Premio Nóbel de la Paz. Esta candidatura ha sido apoyada por el
también Premio Nóbel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, para hacerla coincidir con el V
Centenario, en reconocimiento a su lucha por los indígenas y los más pobres de América
Latina.
“Ustedes saben por qué llama Cristo. El llama para dar vida y dar la vida (...). Yo estoy aquí
para eso. Con ustedes, para ustedes. Y para los otros que no están aquí. Para dar la
vida...Voy a ser sincero con ustedes: después de vivir tres años aquí, andando por esos ríos
y setaos, encontrando uno y a muchos peones, sintiendo la amargura de uno y de muchos
campesinos, y después de acudir a las autoridades de aquí o de Barra o de Brasilia, después
de gritar, de llorar- y he llorado algunas veces enterrando peones en ese cementerio de Sao
Félix, ahí a la orilla del río- después de todo eso, estoy sintiendo hoy como la persona más
importante de este día a ese peón, a ese muchacho de 17 ó 18 años que hemos enterrado
esta mañana a orillas del río, sin nombre y sin caja (...).
Para dar vida. Para eso estamos aquí. Y para dar la vida si fuera preciso. Y esto no es un
heroísmo ni nada extraordinario. Mi pobre vida no vale más que la vida de ese peón que
hemos enterrado esta mañana en el cementerio de Aranguaia”.
Habla duramente a los cristianos latifundistas que esclavizan a su pueblo: “No les
aprovechará – dice el obispo- “dar cursillos” en Sao Paulo o patrocinar la “navidad del
pobre” y entregar “limosnas para las misiones” si cierran los ojos y el corazón a los peones
esclavizados en sus fazendas...”
Raúl Follereau, “el apóstol de los leprosos”, y vagabundo de la caridad, nace en Nevers
(Francia) en 1903. A los 17 años escribe su primer libro de poemas titulado: “El libro del
amor”. Es un gran éxito. Follereau se licencia en Derecho y Filosofía. Personalmente tiene
buena posición social y un título nobiliario. Descuella también como un gran dramaturgo.
Pero en 1933 cambia el rumbo de su vida. Viajaba por África cumpliendo una misión
periodística y conoció a los leprosos.
Fue aquel día cuando comprendí que existía un crimen imperdonable, digno de Dios sabe
qué castigo, un crimen sin recurso ni amnistía: la lepra.
Y aquel día decidí no defender más que una causa durante toda mi vida: la de esos
millones de hombres a quienes nuestra cobardía, nuestro egoísmo e ignorancia han
convertido en leprosos”
Y entonces comenzó Raúl Follereau su lucha a favor de los leprosos, una lucha persistente
que él mismo ha querido librar con el lema: “La única verdad es amarse”.
En 1977, a los 74 años muere en Paris. El dijo que nadie tiene derecho a ser feliz a solas y
que “vivir es ayudar a vivir”. Lo demostró con su vida dedicada a los leprosos.
TEMA 8:
LAS BIENAVENTURANZAS
Se inicia el encuentro con el canto: “La noticia” o “Por esa gente, Aleluya”.
PARTIMOS DE LA VIDA:
“No hijita, no es nada. Estoy muy bien. Me siento feliz, muy feliz porque puedo realizar
la felicidad de todos ustedes”. Esta era la conversación de una madre con su hija, una
mujer ya anciana, agotada por el trabajo y enferma; supo de la dureza y de la alegría de
la vida, pero era feliz.
Una joven caraqueña escribió la siguiente carta: “Quería padres y recibí de ellos
juguetes; quería hablar y recibí un televisor; quería aprender y recibí libros; quería ser
libre y recibí disciplina; quería amar y recibí normas morales; quería felicidad y recibí
dinero; quería vivir y...”
En el discurso de la montaña Jesús nos ofrece motivaciones para la vida bajo la forma
de bienaventuranzas. Es un retrato de su persona y una invitación a seguirle: el hombre
y la mujer de las bienaventuranzas son cristianos que siguen el modelo –Cristo- en
contraste con otros modelos que toman el egoísmo, la diferencia, el consumismo, la
prepotencia, la competencia y la explotación como normas de vida. ¿pero cómo se es
feliz según Jesús?
Siendo pobres y optando por trabajar por lo pobres, en busca de una mejor calidad de
vida. Para Jesús es el que no tiene nada, se contenta con lo necesario y no desea
ávidamente poseer; el que no cuenta con sus propias fuerzas y reconoce que depende de
Dios; el que pone en Dios su esperanza y comparte lo que tiene con otros más
necesitados; el que coloca la justicia y la fraternidad como valores en las relaciones
sociales. Preguntémonos: ¿quiénes son los pobres de hoy? ¿Qué “tierra” poseerán?
Solidarizándose con los que lloran – sufre, aportando lo que se es y se tiene por
superar los motivos de sufrimientos en la familia, en la comunidad, en el liceo, en
nuestros ambientes... La solidaridad se convierte en valor importante.
Jesús nos hace tomar conciencia de la necesidad de abrir los ojos a la realidad que
nos rodea; él mismo se conmovió ante la viuda de Naím, ante el centurión que le
pide la salud de un siervo, ante el buen ladrón en la cruz...
Quien sabe llorar sus pecados y errores, quien no se desespera en los momentos de
prueba, quien es sensible al sufrimiento de los demás, quien acepta con fortaleza los
momentos de sacrificio y dolor, dice el Señor, será consolado.
Siendo Pacientes desde la lucha por la justicia y la fraternidad, no desde la
pasividad frente a las tantas injusticias sociales que nos aquejan. En el salmo 37,11
leemos: “los pacientes poseerán la tierra y gozarán de una gran paz”. El mismo
Jesús nos propone el modelo: “Aprendan de mí que soy manso y humilde de
corazón” (Mt. 11, 29
Teniendo hambre y des de justicia; no podemos mantenernos al margen de los
problemas de nuestra comunidad y de Venezuela; la solidaridad requiere actuación.
No podemos “colgar la toalla” o dejamos apabullar por las dificultades; no podemos
“cruzarnos de brazos”, algo podemos hacer para mejorar “nuestro mundo”. Felices,
entonces, los que desean ardientemente lo que Dios quiere, el mundo de justicia y
fraternidad en una sociedad marcada por las injusticias. Jesús añade: “porque serán
saciados”. Esta búsqueda apasionada del Reino de Dios tendrá como recompensa la
presencia de Jesús con el hombre y la mujer que se pone en teste camino.
Cultivando sentimientos de misericordia, sin permitir que el corazón se nos
“endurezca” y se vuelva indiferente. Muchos dice: “a mí no me interesan los otros...
que se arreglen como uno lo hace...”; es la actitud contraria a lo que Jesús nos
propone. Feliz el que abre su corazón y se pone de parte del más pobre como lo hizo
Jesús. Feliz el que perdona de corazón y olvida las ofensas. Su recompensa: “porque
encontrarán la misericordia de Dios”.
Teniendo un corazón limpio, transparente, sin dobleces ni intenciones oscuras,
siendo gente de una sola cara; que sabe mirar a la gente con “ojos claros”, sin
dejarse dominar por los instintos. Puro de corazón son los honestos, leales, sinceros,
respetuosos. “Porque verán a Dios”: serán felices ya en la tierra porque descubrirán
en todo rostro el rostro de Dios.
Trabajando por la paz, fruto de la justicia y de la solidaridad con los más
oprimidos. Felices los que buscan la paz y la reconciliación en todo momento, no la
venganza. La paz con Dios, la paz social, la paz en la familia, la paz personal. Jesús
nos la deja antes de subir al cielo (Jn. 14,27) A los que actúan así les dice Jesús que
“serán llamados los hijos de Dios”.
Si nos damos cuenta, en cada bienaventuranza has siempre una razón de esa
felicidad: PORQUE... No es inútil esta forma de felicidad; tiene una finalidad muy
clara: “De ustedes es el Reino de los cielos”, “serán hijos de Dios”, “verán a Dios”...
NOS COMROMETEMOS:
En sus comunidades ¿existen personas “felices” según los criterios de Jesús?.
Compartan con sus compañeros sus opiniones o razones.
Como grupo, ¿qué estamos haciendo para llevar un poco de felicidad a las personas
que nos rodean (familia, niños, ancianos, etc)? ¿qué podemos mejorar?.
CELEBRAMOS:
Construir las bienaventuranzas del joven de hoy (buscar entre todos los símbolos
más apropiados)
PARTIMOS DE LA VIDA
a) se pueden realizar algunas de estas técnicas para facilitar el diálogo:
Lluvia de ideas sobre “comunidad”: analizar la palabra, significado para cada uno...
Phillips 66: Valores de la comunidad.
Periódico del día: signos comunitarios y no comunitarios.
b) Podemos partir de las propias experiencias:
Contar alguna experiencia de soledad: sentimientos, causas, consecuencias.
Contar alguna experiencia positiva de grupo.
Contar alguna experiencia comunitaria vivida en tu ambiente (familia liceo...).
Es una comunidad viva, dinámica, capaz de llevar una vida diferente a la propuesta. ¿Pero
de dónde le viene esa “fuerza nueva”?
Hay una comparación en el Evangelio de San Juan que expresa claramente la relación de
Jesús con la comunidad cristiana: “Yo soy la Vid, ustedes las ramas...” (Jn. 15, 1-17). Jesús
es el tronco del árbol (comunidad) por donde pasa el alimento que necesitamos los
cristianos; no podemos, como ramas que somos vivir separados de Jesús y de los hermanos;
sólo así produciremos los frutos que la gente espera de nosotros.
}Vivir en comunidad, como un gran árbol, es formarse, crecer, producir, amar,
comprometerse en su extensión; implica una unión vital y afectiva con Cristo, fuente de
vida, y una estrecha relación con los hermanos a fin de producir frutos abundantes en la
construcción del Reino, proyecto de mundo nuevo querido por Dios Padre.
La primitiva comunidad cristiana lo vivió y entendió muy bien. No es un grupo cerrado en
sí mismo, mi espiritualista (sólo de oración), ni de simples trabajadores sociales. La unión
con el Padre, el Hijo y el Espíritu le impulsa la acción solidaria, al servicio a favor de los
hombres.
NOS COMPROMETEMOS:
¿Qué característica de la comunidad cristiana vivimos en el grupo? ¿cuáles nos hacen falta?
¿Con qué otros grupos o movimientos eclesiales nos relacionamos? ¿qué aspectos nos
llaman la atención de ellos?
¿Qué caminos debemos emprender para vivir según el ideal de la “comunidad cristiana”?
A nivel personal:
Mira tus cualidades: ¿cómo las puedes poner al servicio de los otros?
¿Qué te favorece o te dificulta la vivencia de fe en comunidad?
¿Eres consciente de pertenecer a una comunidad familiar, parroquial, social?
¿qué consecuencias trae esto para ti?
CELEBRAMOS:
Preparamos en grupo una pequeña celebración de la Palabra que resuma la experiencia
vivida.
ORACIÓN DE LA COMUNIDAD
PARTIMOS DE LA VIDA
Te invitamos a que realices un encuesta entre la gente que, en tu comunidad, trabaja para
mejorarla: catequistas, animadores de grupos, madres voluntarias, Asociación de Vecinos,
Comités, Movimientos eclesiales, Club juvenil, etc. Prepara 3-4 preguntas que te interesen
para saber los motivos, problemas, triunfos, etc. Que se encuentran en esa labor.
Comparte con el grupo los resultados obtenidos y saca conclusiones
“Y los discípulos salieron a predicar por todas partes con la ayuda del Señor, el cual
confirmaba su mensaje con las señales que lo acompañaba” (Mc. 16,20).
Los apóstoles, después de Pentecostés, anuncian que Jesús está vivo y que quiere la vida
para todos.
El evangelio por ser Buena Noticia, es una propuesta abierta a toda persona; no
exclusivista; e suna invitación para todos. Pero se necesita que alguien la comunique: si
hemos experimentado en nuestra vida a Jesús, no podemos callarnos “lo que hemos oído,
visto, palpado...”
(1era. Jn. 1,1). Por eso, todos en la Iglesia somos misioneros.
El cristiano deberá ser ese Evangelio vivo para sus hermanos. Este es tu compromiso, tu
reto...
Para llevar adelante la misión encomendada por Jesús (anuncio del Evangelio), el Espíritu
suscita en la Iglesia diferentes dones y servicios. Lee los siguientes textos y pregúntate cuál
es tu don para los demás:
“Hay diferentes dones, pero el espíritu es el mismo; hay diversos misterios, pero el Señor es
el mismo; hay diversidad de obras, pero es el mismo Dios quien obra todo en todos. En
cada uno el Espíritu revela su presencia con un don que es también un servicio” (1era. Cor.
12, 4-7).
“Y, como cada uno ha recibido algún don espiritual, úsenlo para el bien de los demás, haga
fructificar las diferentes gracias que Dios repartió entre ustedes” (1 era. P. 4,10)
En la comunidad eclesial cada persona desarrolla sus cualidades al servicio de la misión.
Por eso es importante descubrir los propios dones y hacerlos fructificar. Hoy día hay
muchos cristianos comprometidos en el anuncio del Evangelio. Y lo expresan de diferentes
modos (catequesis, animación litúrgica, ministerios eclesiales, atención a los enfermos,
animadores grupales, etc.) Esta es la fuerza del espíritu.
NOS COMPROMETEMOS:
Te invitamos a realizar una MISIÓN JUVENIL en tu comunidad, llevando a las familias,
sobre todo las más necesitadas, el mensaje libertador de Jesús. Organízalo con los demás
grupos, teniendo presente que pueden realizar diferentes actividades. Por ejemplo: visita a
hogares, a los enfermos, a los ancianos; actividades grupales con niños o jóvenes; fogata,
teatros, “festival de la Canción joven para un amigo: Jesús”, celebración de la palabra, etc.
Depende de la situación y de los “dones” de cada uno. Puede ser una buena preparación
para el Festival Juvenil Regional.