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Dramatización

Equipo #7

Teoría de los sistemas

La teoría de sistemas (también conocida con el nombre de teoría general de


sistemas, abreviado con la sigla TGS) consiste en un enfoque
multidisciplinario que hace foco en las particularidades comunes a diversas
entidades. El biólogo de origen austriaco Ludwig von Bertalanffy (1901-1972),
cuentan los historiadores, fue quien se encargó de introducir este concepto a
mediados del siglo XX.

De acuerdo a los especialistas, se la puede definir como una teoría frente a


otras teorías, ya que busca reglas de valor general que puedan ser aplicadas
a toda clase de sistemas y con cualquier grado de realidad. Cabe destacar que
los sistemas consisten en módulos ordenados de piezas que se encuentran
interrelacionadas y que interactúan entre sí.

Puede distinguirse entre un sistema conceptual o ideal (basado en un grupo


organizado de definiciones, símbolos y otros instrumentos vinculados al
pensamiento) y uno real (una entidad material con componentes ordenados
que interactúan de modo en que las propiedades del conjunto no pueden
deducirse por completo de las propiedades de la partes).

Pese a que la teoría de sistemas surgió de la mano de un especialista en


biología, con el paso del tiempo se extendió a diferentes campos de estudio,
como la cibernética y la información. El sociólogo alemán Niklas Luhmann
(1927-1998) ha sido uno de los responsables de adaptar y aplicarla en el
ámbito de las ciencias sociales.

Entre los principios de la teoría de sistemas, se pueden mencionar la utilización


de los mismos conceptos para describir los rasgos principales de sistemas
diferentes, la búsqueda de leyes generales que facilitan la comprensión de la
dinámica de cualquier sistema y la formalización de las descripciones de la
realidad. En conclusión, puede resaltarse que posee un carácter dinámico,
multidimensional y multidisciplinario.

Sistemas abiertos y cerrados

Un sistema se considera abierto cuando se relaciona permanentemente con su


medio ambiente, intercambiando energía, materia e información. En cambio,
es cerrado si esta interacción es mínima, ya que se vale de su propia reserva
de recursos; como consecuencia de esta falta de comunicación, sus
componentes no sufren modificación alguna.

Los sistemas a los que pertenecen las células, las plantas, los insectos, el
hombre mismo, son abiertos; presentan una constante tendencia hacia la
evolución y presentan un orden estructural. Los cerrados, por el contrario, no
establecen un orden o diferenciación de sus elementos; por consiguiente,
distribuyen de manera uniforme la energía.

Propiedades de un sistema abierto

* Totalidad: un sistema es un todo comprendido por sus componentes y sus


propiedades, una organización en la que el comportamiento y la expresión de
cada uno repercute y es afectada por los demás. Este tipo de sistema es
mucho más que la mera suma de cada una de sus partes;

* Objetivo: aunque un sistema haya sido concebido de manera disfuncional,


siempre tiene un objetivo en común y tiende a la supervivencia, lucha por no
desintegrarse, por perjudicial que parezca dicho grupo para algunos de sus
integrantes;

* Equifinalidad: el mismo resultado puede obtenerse a partir de condiciones


diferentes, así como el mismo origen puede llevar a finales diversos, porque el
punto clave es la naturaleza de la organización y la interacción que se dé entre
sus componentes;

* Protección y crecimiento: en los sistemas coexisten una fuerza que hace


que el sistema mantenga su estado anterior y otra que provoca cambios en el
mismo, lo cual asegura a la vez la estabilidad y la adaptación a situaciones
nuevas;

* Equipotencialidad: asociada a la frase “el pasado no existe y el futuro es


impredecible”, define que un mismo comienzo puede llevar a resultados
diferentes, que al extinguirse un componente, otro puede tomar su lugar.

Aplicación de la autoeficacia según Bandura


Sus principales líneas de investigación se relacionan con el aprendizaje
vicario, los mecanismos de la motivación, la auto-eficacia y sus aplicaciones a
la salud mental, organizaciones, deporte, ejecución grupal y la desvinculación
moral.
En “Pensamiento y Acción”, Bandura (1986), describe como las
personas poseen un auto-sistema que les permite ejercer un control sobre el
medio ambiente, por encima de sus pensamientos, sus sentimientos y sus
acciones. Este auto-sistema incluye las habilidades de simbolizar, aprender de
otros, planificar estrategias alternativas, regular la propia conducta y la auto-
reflexión.

La conducta humana es el resultado de la interacción entre este auto-


sistema, y las fuentes de influencia externas y medioambientales. Bandura
pergeña un cuadro de la conducta humana y de la motivación, en él que las
creencias que las personas tienen sobre ellas mismas son los elementos
importantes en el ejercicio de control y de la agencia personal. Según la teoría
cognitivo-social de Bandura, los individuos interpretan y evalúan sus propias
experiencias y sus procesos de pensamiento. Los determinantes previos de la
conducta, como el conocimiento, la habilidad o los logros anteriores, predicen
la conducta subsecuente de acuerdo con las creencias que las personas
sostienen sobre sus habilidades y sobre el resultado de sus esfuerzos.
Las auto-evaluaciones de las personas sobre los resultados de sus
conductas informan y alteran tanto el ambiente, como sus propias creencia
que, a su vez, informan y alteran las conductas subsecuentes. Ésta es la
fundación de la concepción de Bandura de determinismo recíproco; la visión de
que los factores personales en la forma de cognición, afecto y factores
biológicos, por una parte, y conductas e influencias medioambientales, por otra
parte, crean interacciones que producen una reciprocidad triádica. Porque la
agencia personal está socialmente arraigada y opera dentro de las influencias
socioculturales, los individuos son productos y productores de sus propios
ambientes y de sus sistemas sociales. Visto de esta perspectiva, el auto-
sistema que aloja tales estructuras cognoscitivas y afectivas, juega un papel
prominente manteniendo los mecanismos de la referencia y sobre las sub-
funciones de la percepción, regulación y evaluación de la conducta.
El proceso de crear y usar las creencias es bastante simple e intuitivo:
las personas que se comprometen en una conducta, interpretan los resultados
de sus acciones y usan esas interpretaciones para desarrollar las creencias
sobre su capacidad de comprometerse en conductas subsecuentes en
dominios similares.
Bandura considera que la capacidad humana para la auto-reflexión es
la “capacidad más singularmente humana”, por esta forma de auto-referencia
del pensamiento le permite evaluar y alterar su propio pensamiento y su
conducta. Estas evaluaciones incluyen percepciones de auto-eficacia, que es
como Bandura definió a “las creencias en las capacidades propias para
organizar y ejecutar el curso de acciones requeridas para manejar las posibles
situaciones”.

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