Este es el típico conflicto que se da en medicina, pero ¿es posible que ocurra algo similar
en ciencias sociales? Sí que ocurre, aunque el investigador cuenta que “el orden es
frecuentemente a la inversa, buscas unos resultados porque son más lucrativos a la larga”.
En psicología el conflicto de intereses más habitual es buscar que un estudio concluya
“que somos dueños de nuestro futuro” y que “si nos esforzamos conseguiremos cualquier
cosa”. De este modo el investigador tendrá por delante un futuro muy lucrativo vendiendo
libros de autoayuda o dando charlas porque “hay una serie de mensajes que se venden
muy bien”.
Otro problema que puede aparecer es que un científico se identifique con un tipo de
intervención. Un metanálisis reciente en psicología concluía que si uno “practica una
terapia o tiene afinidad por ella como profesional, los resultados de su estudio tenderán a
favorecerla” señala Gonzalo Arrondo. De la misma manera, si alguien “odia” esa terapia
o “no le convence” los resultados del estudio tenderán a ser negativos. Y por último, al
igual que en las ciencias empíricas, en las Ciencias Sociales puede haber financiación
detrás de un estudio que puede llegar a modificar los resultados del mismo.