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“Summerson se preguntaba dónde residía en la arquitectura la fuente de unidad (source of unity), es decir,

una idea estable y autoritaria a partir de la cual la arquitectura tomase forma de manera unitaria y
culturalmente incuestionable.”GARCIA GERMAN (2012) “Del paradigma a la estrategia”

Tal vez el hecho de haber nacido a finales del siglo XX y tener una construcción cultural casi exclusiva
dentro del nuevo siglo hace que veamos a la definición del elemento constitutivo o fuente de unidad de la
Arquitectura como una cuestión que debe estar abierta. En un contexto en el que sobran variaciones,
subjetividades, re-significaciones y convergencias disciplinares, existen aproximaciones a la arquitectura
completamente diferentes que se siguen conociendo bajo el mismo nombre. Ese nombre guarda una
esencia que es difícil de identificar y nos va descolocando a medida que pasa el tiempo, se amplían y diluyen
los límites de la arquitectura y conocemos nuevas formas y expresiones. Son momentos en los que creemos
tener superada la idea platónica de la esencia, pero seguimos nombrando a las actividades profesionales y
científicas como disciplinas, que tienen que tienen que tener un común denominador, un motivo por el cual
englobar su producción. Por un lado ya no nos importa si una obra es escultura, edificio o performance, es
una obra al fin; pero por el otro, queremos saber qué sí es la Arquitectura, por qué – y a qué- la seguimos
llamando así: ¿es una concepción arrastrada y desactualizada? ¿En qué medida difieren las obras
contemporáneas de las del paradigma moderno (o posmoderno)? ¿Qué comparten como para que las
sigamos relacionando?

Podemos estudiar qué se entendía por Arquitectura en otros momentos y compararlo con la práctica
contemporánea a través del objeto de estudio, metodologías y enfoques. Según García Germán, en la época
previa al modernismo se necesitaba una fundamentación funcional, racional, lógica y necesaria, basada en la
reinterpretación del pasado y sus formas. El modelo academicista era de origen único, con una fuerte
valoración de la tradición que limitaba los procedimientos y variaciones temáticas. El modernismo se
desarrolló en un sistema de pluralidad de modelos (políticos, económicos, sociales, etc.). Se necesitaba una
sociedad que empezara a entender la existencia separada de la voluntad divina. Ya no había un modelo
natural, ideal, perfecto, sino que aparecía la idea de construcción cultural. Por lo tanto, diferentes culturas
entendían sus propios orígenes y producían diferentes modelos que, tenían algunos puntos de contacto y
otros muy diferentes, pero todos eran parte del modernismo. ¿Esto es simplemente porque sucedía al
mismo tiempo? Por ejemplo, si comparamos al modernismo racionalista hegemónico con otros
modernismos, una de las principales características del primero es la concepción fuerte de innovación y
superación de la arquitectura clásica e historicista, mientras que los otros modernismos, que no fueron
reconocidos en este relato, se enfocaban en la mezcla entre tradición y modernidad, con una idea del
tiempo anacrónico y la crítica a los efectos del progreso universal como postura frente a la sociedad. Son
producciones casi opuestas bajo el mismo paradigma, una reaccionando a la otra, ¿son solo dos? ¿O es una
frente a muchas otras? Esta lectura es la impuesta, la que avala el sistema, la del centro y la periferia. Según
García Germán, el salto hacia la modernidad (que se funda en la mitología de la forma y la función), es el
surgimiento de una idea de arquitectura menos figurativa y más social. El foco estaba en el programa
arquitectónico, que dejaba de entenderse como una sumatoria de dimensiones espaciales destinadas a
ciertos usos (cuantitativo) para basarse en las relaciones establecidas entre esos espacios que dan lugar a
nuevas funciones, en su carácter temporal (cualitativo). Quizás la posibilidad de incorporar y aplicar la
dimensión cultural y social puede entenderse como el motivo unificador de este nuevo paradigma.

Pasada la segunda mitad del siglo XX, ciertos hechos fueron cambiando la percepción del mundo:
nuevas teorías científicas y desarrollos filosóficos, los efectos de las guerras mundiales, la expansión de las
comunicaciones. El discurso del modernismo internacional empezaba a caer y comenzaba a surgir la idea de
multiplicidad de discursos, la fragmentación, la valoración de la subjetividad, etc. Algunos de los caminos
que se abrieron volvían hacia atrás en la idea de metodología proyectual, como la “arquitectura de partido”,
en la cual a partir de una decisión principal se establecía una estructura vertical que debía ser sintética,
coherente, cerrada, de origen único. Se abrieron nuevas temáticas de trabajo o intereses que se alejaban de
los motivos del academicismo moderno. El trabajo sobre esas temáticas se desarrollaban de manera anti-
utopista y precisaban nuevas formas de tratar el programa y el manejo de la información. Bajo estas
condiciones, se entiende que la idea de paradigma, modelo o metarrelato ya no se sustentaban, ya que
frente al aumento progresivo de información a disposición y la aceptación de múltiples interpretaciones,
nacía la metodología de la estrategia.

El pensamiento estratégico rompió con el modelo troncal de la lógica proyectual previa e incorpora el
diagrama de una constelación o un rizoma: la conformación es horizontal, sin jerarquías, no hay un a priori,
sino que “Las decisiones y operaciones son parte de una interpretación, una re-escritura continua,
escribiendo y reescribiendo a la manera de un palimpsesto (…) que va tejiendo un modo de reflexionar y de
dar forma…” (Del Valle, L., “Estrategias proyectuales o el proyecto como interpretación).

Tal vez la Arquitectura como disciplina ha significado diferentes cosas en cada momento histórico, se
ha realizado de maneras diferentes y con objetivos diferentes. Decíamos que en la creación contemporánea
se manifiesta un carácter multidisciplinar, en el que se yuxtapone expresiones de diferentes disciplinas. La
Arquitectura ya no se reconoce simplemente como la creación de un objeto edilicio sino que se mezcla con
otras creaciones ya sean artísticas o sociales. Esto dificulta la catalogación o la definición de la Arquitectura
como una profesión de límites claros, como también el rol y objetivo de los profesionales. ¿Qué es un
Arquitecto? ¿Cuál es su función? Estos cuestionamientos podrían llevarnos a pensar que la concepción de
modelo que explicita cómo debe realizarse cada disciplina ya no existe más. No hay una forma de hacer
Arquitectura o de hacer arte, no hay límites para definir dónde empieza o termina cada parte.

Pero también podríamos estar frente a un nuevo modelo de lo multidisciplinar. De la misma manera
en que la Arquitectura no era lo mismo antes del modernismo y después de él, puede que ahora esté
pasando lo mismo. Quizás no es el fin de un paradigma, sino un cambio de paradigma.

“La contemporaneidad es entonces, una singular relación con el propio tiempo, que adhiere a él y a la vez
toma distancia; más precisamente, es aquella relación con el tiempo que adhiere a él a través de un
desfasaje y un anacronismo. (…) quienes no son contemporáneos es porque, justamente por ello, no logran
ver esta época, no pueden tener la mirada fija sobre ella”. (¿Qué es lo contemporáneo?, Giorgio Agamben, 2008).

A través de la lectura de este texto, reflexionamos acerca de la mirada que tenemos sobre nuestro propio
tiempo. Es pertinente poder tomar distancia y ver la actualidad desde otra perspectiva para poder también
realizar una crítica a lo que entendemos por contemporáneo. Sin duda estamos ante un cambio en la
manera en que se desarrolla un proceso arquitectónico, donde las diferentes estrategias son las que llevan a
tomar las decisiones de proyecto. O donde definitivamente no hay una manera única y correcta en el
momento de crear. Pero creemos que esto no significa precisamente que estamos frente al fin del modelo
arquitectónico, sino que es importante poder analizar la situación desde una perspectiva alejada, o poder
tener la mirada fija en nuestro tiempo.

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