SÍNTOMAS, DIAGNÓSTICO Y
TRATAMIENTO
MIALGIA: QUÉ ES, SÍNTOMAS,
DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO
Qué es
La palabra fibromialgia (FM) significa dolor en los músculos y en el tejido fibroso (ligamentos
y tendones). La fibromialgia se caracteriza por dolor musculoesquelético generalizado y
sensación dolorosa a la presión en unos puntos específicos (puntos dolorosos). Este dolor se
parece al originado en las articulaciones, pero no es una enfermedad articular.
Síntomas
La persona que busca la ayuda del médico suele decir “me duele todo”, pero otras veces es
referido como quemazón, molestia o desazón. Con frecuencia el dolor varía en relación con la
hora del día, el nivel de actividad, los cambios climáticos, la falta de sueño o el estrés.
Además del dolor, la fibromialgia ocasiona muchos otros síntomas: el 90% de los
pacientes tienen cansancio, el 70-80% trastornos del sueño y hasta un 25% ansiedad o
depresión. También son muy frecuentes síntomas como mala tolerancia al esfuerzo, sensación
de rigidez generalizada (sobre todo al levantarse por las mañanas), sensación de inflamación
mal delimitada en manos y pies, hormigueos que afectan de forma difusa sobre a las manos,
jaquecas, dolores en la menstruación, colon irritable, sequedad en la boca y los ojos.
Causas
No se conoce la causa de esta alteración, pero se piensa que hay muchos factores
implicados. Hay personas que desarrollan la enfermedad sin causa aparente y en otras
comienza después de procesos identificables como puede ser una infección bacteriana o viral,
un accidente de automóvil o en otros casos aparece después de que otra enfermedad
conocida limite la calidad de vida (artritis reumatoide, lupus eritematoso, etc.).
Estos agentes desencadenantes no parecen causar la enfermedad, sino que lo que
probablemente hacen es despertarla en una persona que ya tiene una anomalía oculta en la
regulación de su capacidad de respuesta a determinados estímulos.
Diagnóstico
Es muy importante establecer un diagnóstico firme porque ahorra una peregrinación en busca
de diagnósticos o tratamientos, mejora la ansiedad que produce encontrarse mal sin saber por
qué y permite fijar objetivos realistas.
Tratamiento
Es importante establecer las mejores condiciones para un sueño reparador. Tener una cama
no excesivamente blanda ni excesivamente dura, así como una almohada baja. Evitar la ingesta
de sustancias y bebidas estimulantes, las temperaturas extremas y los ruidos y luces.
Los analgésicos disminuyen de manera parcial el dolor y sólo los debe tomar si su médico se lo
indica. Otros grupos de medicamentos utilizados son los relajantes musculares que deben
tomarse en tandas cortas y algunos fármacos antidepresivos que aumentan los niveles de
serotonina y que mejoran los síntomas de la fibromialgia, pero todos ellos deben suministrarse
bajo prescripción médica.
Evolución
A pesar de tener un carácter benigno porque no produce secuelas físicas (no destruye las
articulaciones, no ocasiona lesiones irreversibles ni deformidades) ni influye en la
supervivencia del paciente, el impacto que origina en la calidad de vida de quien la padece es
muy variable de unas personas a otras pudiendo ser limitante.
La Sociedad Española de Reumatología, constituida por los médicos españoles expertos en las
enfermedades del aparato locomotor, emite este decálogo de consejos, en la esperanza de
que sean útiles a aquellas personas que padecen esta enfermedad.
Las personas con fibromialgia y dolor crónico pretenden muchas veces encontrar un
tratamiento que elimine rápidamente los síntomas que tienen. Desgraciadamente, esto casi
nunca es posible. No hay recetas ni píldoras mágicas para la fibromialgia y el dolor crónico. Por
ello, el primer paso para controlarlo es aceptarlo y asumir que el dolor puede persistir para
siempre y que, por tanto, en adelante, va a formar parte de nuestra vida. Desde luego, no es
agradable pensar que el dolor nunca nos va a abandonar y muchas personas pueden incluso
sentir miedo de no saber como manejar esta situación. Sin embargo, reconocer la realidad es
el primer paso para conseguir cambiar nuestra vida hacia una situación en la que el dolor, aún
estando presente, no sea el centro de la misma. Cuando se acepta el dolor, se aprende a
reconocerlo y a saber lo que lo mejora o empeora, y estamos entonces en situación de buscar
soluciones y de volver a disfrutar de la vida.
La fibromialgia, y el dolor crónico que produce, cambia con frecuencia nuestras emociones y
nuestra forma de comportamiento. Muchas personas con esta enfermedad desarrollan
sentimientos negativos que antes no presentaban y que les hacen convertirse en una persona
diferente. Los sentimientos negativos más frecuentes en las personas con fibromialgia son
enfado e ira, depresión, frustración, sensación de fracaso, culpa y vergüenza. Es normal que
una persona con dolor crónico tenga estas emociones y sentimientos negativos, pero debe
aprender a controlarlos para que no se cronifiquen y se conviertan en un problema añadido.
En primer lugar, reconozca todo lo positivo que le sucede en la vida: a pesar del dolor no es un
incapacitado y puede hacer muchas más cosas de las que piensa, tiene amigos y familiares que
le aprecian y con los que puede disfrutar, todavía puede ilusionarse por cumplir sus objetivos
personales, su enfermedad no puede curarse pero puede tratarse y controlarse. No intente ser
un perfeccionista; nadie puede hacerlo todo bien, y una persona con una enfermedad menos
aún. Sea realista y plantéese objetivos alcanzables. Con frecuencia, para no fallarles a los
demás, se hacen cosas que perjudican la enfermedad y el dolor; exprese de forma abierta y
sincera cuales son sus necesidades y evitará sentimientos de culpa.
El estrés es, básicamente, la respuesta del organismo cuando afrontamos un peligro y nos
preparamos para luchar o para huir. El cuerpo y los músculos se tensan, el corazón y la
respiración se aceleran, y la presión arterial aumenta. Sin embargo, muchos pequeños
acontecimientos de la vida diaria provocan estrés que hacen que las personas se sientan bajo
presión y con pérdida del control de la situación. Este estrés puede venir de circunstancias
familiares o laborales, de problemas económicos o de problemas de salud. También las
actitudes perfeccionistas pueden generar estrés. La mejor manera de combatir este estrés
perjudicial es, en primer lugar, reconociendo cual es la causa del nuestro, y evitando las
situaciones que lo favorezcan. También es útil organizar y planificar nuestras actividades
diarias, y dedicar diariamente tiempo a la relajación. Esta se practica siguiendo determinadas
técnicas –como la respiración profunda o la relajación muscular- que pueden aprenderse con
un corto entrenamiento.
Con frecuencia es frustrante para las personas con fibromialgia, la falta comprensión de los
familiares y amigos. El dolor no es percibible facilmente para los que conviven con nosotros, y
eso puede generar sentimientos de duda, sobre la realidad de la enfermedad del paciente.
Este, al sentirse incomprendido, tiende a aislarse y esto perjudica, de una forma importante, el
control del dolor. Por ello, la comunicación con las personas que nos rodean se vuelve
especialmente importante. Todos sabemos lo que alivia de nuestras preocupaciones, la
conversación con los amigos y compañeros. Dígales a los demás lo que le pasa, y como no
puede hacer siempre las cosas que hacía antes, pero evite que la comunicación se centre
continuamente en su dolor. Pida ayuda, si la necesita, y no rechace la compañía de otros. El
apoyo de nuestros vecinos, familiares y amigos, nos hará mejorar con más rapidez y afrontar
mejor nuestra enfermedad.
La depresión que el dolor crónico puede acarrear hace que se abandonen los buenos hábitos
de salud, que sirven para todas las personas, incluidas aquellas que tienen fibromialgia. El
tabaco, que es nocivo para cualquier aspecto de la salud, es también un excitante del sistema
nervioso que hará más dificil que pueda controlar el dolor. Lo mismo sucede con la cafeina y el
exceso de alcohol, el cual puede además interferir con su medicación. Vigile su peso, y haga
ejercicio para mantenerse en forma.
Como con frecuencia los medicamentos tienen un resultado solamente parcial, es habitual que
muchos enfermos busquen soluciones en las terapias alternativas. Algunas de estas terapias
mejoran el dolor y pueden favorecer el control de estrés, como el yoga, la acupuntura,
quiropraxis, masaje, Tai-Chi, homeopatía, etc. La medicina alternativa puede ser cara, y no está
regulada por las guías médicas. Por ello, se debe recomendar al paciente que consulte siempre
con su médico antes de comenzar cualquier terapia de medicina alternativa, ya que algunas
pueden interferir con el tratamiento estándar o habitual. Desconfié si le prometen curación, si
le recomiendan que abandone la terapia con medicinas, o si le dicen que el tratamiento es un
secreto y solo puede ser administrado por ciertos proveedores.
La paciencia es una virtud importante; conseguir resultados puede tardar algún tiempo. No lo
eche todo a perder porque tenga un “día malo”. Aunque haya conseguido estabilizar su
enfermedad, los “días malos” inevitablemente aparecerán y debe estar preparado para
afrontarlos. En esos días, salga de casa y relaciónese con los demás, mantenga sus
compromisos habituales y procure dedicar más tiempo a relajarse. Mantener con regularidad
los consejos que le hemos dado anteriormente es la mejor forma de seguir controlando su
enfermedad.
Durante la época estival son frecuentes los viajes o escapadas vacacionales. Sin embargo, algo
que parece trivial puede no serlo para las personas que padecen una enfermedad crónica
como son las patologías reumáticas y autoinmunes sistémicas. Por ello, desde la Sociedad
Española de Reumatología (SER) hemos lanzado los siguientes diez consejos que pueden
resultar muy útiles para los pacientes y contribuir a su descanso vacacional:
En caso de necesitar asistencia médica durante un viaje, ya sea relacionada con la enfermedad
reumatológica o no, es importante tener a mano un informe actualizado con el diagnóstico y
los tratamientos crónicos que se toman. Sería muy recomendable, además, que si se trata de
un viaje al extranjero el informe esté traducido.
Los pacientes deben planificar los días que se van de vacaciones y cuánta medicación necesitan
llevar. Es recomendable llevar una cantidad algo mayor de la necesaria por si hay algún
problema (especialmente de medicaciones para el dolor por si hace falta tomar más dosis por
un brote), y también es buena idea en caso de viajes con facturación de maletas llevar la
medicación con uno mismo para evitar perder dosis en caso de pérdida de equipaje.
Si un paciente tiene programado un viaje a zonas que requieran vacunaciones especiales (por
ejemplo, fiebre amarilla) debe avisar con suficiente antelación al reumatólogo de referencia,
ya que en caso de tratamientos inmunosupresores (metotrexato, leflunomida, fármacos
biológicos, etc.) hay muchas vacunas que tienen prohibida su administración, e incluso hay
países que exigen un documento especial que explique por qué no se puede poner algunas
vacunas (ya que son obligatorias para entrar).
Habitualmente asociamos los brotes o el inicio de gota con la Navidad al estar expuestos a
alimentos con alto contenido en ácido úrico y además en grandes cantidades. Sin embargo, en
verano estos alimentos reaparecen: mariscos, bebidas alcohólicas (también la cerveza sin
alcohol), barbacoas con carne roja, etc. Por lo tanto, los pacientes con gota tienen que
mantener el cuidado en su alimentación.
Durante los meses de verano las altas temperaturas, el aumento de horas de sol y los aires
acondicionados son grandes enemigos de los síntomas de sequedad en ojos y boca de los
pacientes con Sjögren. Es importante que aumenten la administración de gotas en los ojos,
que eviten en la medida de lo posible exponerse a aires acondicionados potentes, y que usen
gafas de sol de calidad y de tamaño grande que cubra bien los ojos.
Las vacaciones son un tiempo de relajación y de dejar atrás el estrés de la vida diaria. Es muy
agradable conocer sitios nuevos donde disfrutar con nuestros amigos y familiares. Sin
embargo, para un enfermo reumático, el viaje que ello supone, puede representar una gran
incomodidad y un auténtico calvario. No obstante, siguiendo algunas sencillas normas, estos
pacientes pueden disfrutar de viajes y vacaciones, de la misma forma que aquellos que no
tienen dichas enfermedades. La Sociedad Española de Reumatología (SER) publica estas
normas con el deseo de que sean útiles a los pacientes que sufren de reumatismo.
1.- El reumatismo no ha de impedirle viajar.
Cualquier persona con un problema reumático puede sentirse atemorizado ante la perspectiva
de un viaje, con todos los inconvenientes que representa. Llevar maletas, caminar mucho
tiempo, utilizar transportes incómodos…son aspectos nada fáciles, que pueden retraernos de
viajar. Sin embargo, con un mínimo de organización, la enfermedad reumática no ha de ser un
impedimento para disfrutar de unas necesarias vacaciones.
Adapte su viaje a sus limitaciones. Quizás no sea lo más aconsejable, un viaje por las montañas
del Nepal que sobrecargará sus articulaciones enfermas, pero existen otras muchas
posibilidades que pueden hacerle disfrutar. Lleve su propio ritmo; no tiene porque cumplir la
programación de actividades de las agencias o de los hoteles, que están pensadas para
personas que no tienen enfermedades.
Planifique su viaje al máximo posible. No deje las cosas a la improvisación. Cualquier dificultad
supondrá para usted un sobresfuerzo y un gasto de energía. Haga las reservas en hoteles y
compañías de viaje, y tenga todos los billetes que necesite, con varias semanas de antelación.
Si va a viajar en coche, no programe hacer cada día un número excesivo de kilómetros; es
mejor, repartir el total del viaje en etapas más cortas. Después del viaje haga un día completo
de descanso.
Esto puede permitirle conseguir los asientos más espaciosos, como los de la salida de
emergencia en el avión. En el aeropuerto acuda al mostrador de la compañía a fin de conseguir
servicios especiales, como una silla de ruedas o un vehículo de transporte. Contrate hoteles
que tengan habitaciones y servicios especiales, si tiene una incapacidad severa o necesita silla
de ruedas.
Evite los traslados excesivos, con conexiones apretadas o esperas muy prolongadas. Evite
también los días y las horas “punta”. Todo ello son factores que pueden incrementar su grado
de fatiga. Si viaja en coche, haga paradas con frecuencia para descansar.
Junto con sus documentos y billetes de viaje, ponga también sus medicamentos, algún
alimento ligero como fruta o yogurt que puede necesitar para tomar la medicación, y una
pequeña almohada o collarete cervical para poder echar algún sueño durante el viaje. Lleve
también un informe actualizado sobre su enfermedad y su tratamiento, por si tiene que acudir
a otro médico. Lleve su cartilla del Sistema Nacional de Salud. Si viaja al extranjero, obtenga un
seguro que cubra razonablemente las emergencias que pueda necesitar.
Procure utilizar maletas con ruedas que son más fáciles de mover. Dentro de su maleta,
organice el espacio cuidadosamente. Si viaja en avión, procure asegurarse que no lleva tijeras,
cortauñas, cuchillos…que le obligarán a perder tiempo, y a un sobreesfuerzo, al pasar por los
detectores de metales.
8.- Haga los ejercicios que le han recomendado contra la enfermedad, antes del viaje y
durante las paradas.
Ello le evitará la rigidez y el dolor que puede causarle la inmovilidad. Si un viaje en avión o en
trenes largo, es conveniente levantarse cada hora y caminar durante 5 minutos. En los viajes
en autobús, flexione y estire sus articulaciones, y asegúrese de que se hacen las suficientes
pausas.
Esto facilitará un movimiento más fácil y suave de sus articulaciones. El zapato ha de ser
ancho, con una pequeña cuña en el talón. No son aconsejables ni los tacones elevados, ni los
zapatos planos.
Infórmese si su enfermedad reumática tiene alguna limitación especial. El sol y la playa, suelen
ser favorables en determinadas enfermedades como la psoriasis o la osteoporosis, pero
pueden perjudicar otras como el lupus. Conozca si necesita alguna dieta, o puede comer
libremente en su punto de destino.