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Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

CURSO DE LITURGIA

CAPITULO 47
LA SAGRADA COMUNIÓN: QUIEN PUEDE
IMPARTIRLA, CONDICIONES Y MANERA DE
RECIBIRLA

La comunión la distribuyen los presbíteros y los diáconos, por derecho


propio, especialmente el vino. Si es necesario, puede distribuir la
comunión el acólito instituido, al cual se le considera como ministro
extraordinario. Si la comunión es bajo las dos especies será el acólito
quien ofrezca el cáliz y si es por intinción sostiene el cáliz. Si falta un
acólito instituido y fuese necesario también la podría distribuir una
persona designada de manera ocasional, sin excluir a las mujeres. En
definitiva, tanto los acólitos instituidos como los ocasionales sólo la
repartirán en caso de necesidad (excesivo número de fieles,
dificultades de movilidad por parte del presidente, difícil acceso a
algunas zonas). En ningún caso se debe permitir a los no ordenados
distribuirla sin causa justificada y mucho menos como muestra de
“reconocimiento o premio” a algún miembro de la comunidad. Siempre
lo harán en ausencia o imposibilidad de los ministros ordinarios o
extraordinarios.

Sobre la condiciones para recibirla recordamos que el ayuno


eucarístico sigue vigente: “Quien vaya a recibir la santísima Eucaristía
ha de abstenerse de tomar cualquier alimento y bebida al menos una
hora antes de la sagrada comunión, a excepción del agua y las
medicinas” (CDC nº 919). Se exceptúa a los ancianos, a los enfermos
y a quienes los cuidan así como al sacerdote que oficie dos o tres
Eucaristías en el mismo día, debiendo guardar el ayuno sólo para la
primera Eucaristía. Además, no pueden recibirla los excomulgados ni
los que tengan conciencia de hallarse en pecado grave. Si concurre
motivo grave y no se tiene posibilidad de confesarse
sacramentalmente se puede recibir la comunión, estando obligado a
confesar cuanto antes se pueda (CDC 916). Sobre repetir la comunión
está permitido recibirla una segunda vez en el mismo día, siempre
dentro de la celebración eucarística en la que se participe (CDC 917).
También los fieles pueden recibir la comunión fuera de la Misa,
siempre que lo pidan por causa justa aunque lo recomendable es
recibirla siempre dentro de la celebración eucarística.

Sobre la forma de recibirla por parte de los fieles depende de si se


hace bajo una o las dos especies. En cualquier caso es preciso
aclarar que bajo una cualquiera de las dos especies está Cristo
entero. Los frutos de la comunión no se incrementan por comulgar
bajo las dos especies.

El Misal establece: “El sacerdote toma la patena o el copón, y se


aproxima a los que van a comulgar, quienes de ordinario se acercan
procesionalmente. No está permitido a los fieles tomar por sí mismos
el pan consagrado ni el cáliz sagrado, ni mucho menos que se lo
pasen entre sí de mano en mano. Los fieles comulgan de rodillas o de
pie, según lo establezca la Conferencia episcopal. Cuando comulgan
de pie, se recomienda hacer, antes de recibir el Sacramento, la
debida reverencia, establecida por las mismas normas” (OGMR 160).
Se refiere a inclinación de cabeza. Lo fieles pueden recibir la
comunión en la boca o en la mano. Si lo hacen en la mano deben
colocar la mano izquierda sobre la derecha para recibir la Hostia en la
mano izquierda y cogerla con la derecha para llevarla a la boca. Debe
consumirse íntegramente delante del sacerdote y no irse con la Hostia
en la mano. El sacerdote dirá: “El cuerpo de Cristo” respondiendo con
un Amen.

Bajo las dos especies, además de los religiosos, la pueden recibir los
fieles según el criterio de su sacerdote que lo considere pastoralmente
oportuno.

Si es bajo las dos especies no está permitido que los fieles reciban
primero la Hostia en la mano y luego la mojen ellos mismos en el
cáliz. “Si la comunión se hace por intención, el que va a comulgar,
sosteniendo la patena bajo la boca, se acerca el sacerdote, que tiene
el cáliz y a su lado al ministro que sostiene el recipiente con las
partículas consagradas. El sacerdote toma una Hostia, la moja
parcialmente en el cáliz y, mostrándola dice: “El Cuerpo y la Sangre
de Cristo”; el comulgante responde: “Amen”, recibiéndola en la boca
de mano del sacerdote el Sacramento, y luego se retira”. (OGMR
287). Si es bebiendo del cáliz, primero se tomará la Hostia y
posteriormente el sacerdote ofrecerá el cáliz para beber de él.

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant


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