La explicación en la Universidad..
Entre la tentación del reduccionismo y la pereza cognitiva.
Por Eduardo Marostica
“Los alumnos quieren todo ya” escucho afirmar a un colega. “Cada vez vienen con peor
formación y piensan que ésto es de un día para otros”
El deber ser y el anhelo van reajustando sus diferencias año tras año. Cuando las sucesivas
decepciones y tropiezos (¿esperados’), refuerzan el pensamiento de mi compañero, que asegura, sin
medias tintas, que el estudiantado viene cada vez peor. El anhelo termina convirtiéndose en una
efímera quimera, irrealizable, la ingeniería es para otros y otras. ¿Discurso elitista? ¡Pero por favor!
Pero vuelvo al primer párrafo, el querer todo ¡ya!, este síndrome posmoderno de la
inmediatez, ¿es patrimonio exclusivo de la juventud? ¿Qué significa para ellos y ellas la
ingeniería?, y más aún, qué significa una carrera de ingeniería? ¿Cuáles son sus expectativas? ¿Les
preguntamos claramente esos tópicos? Más bien creo que se les baja línea pero no se lxs escucha.
La ingeniería y las carreras de grado en general, para usar una metáfora gastronómica, se
cocinan a fuego lento, muy lento. La prueba está en que hay muchísimxs caídxs del sistema. Lxs
docentes para estas chicas y chicos son la continuidad del fracaso para quienes creían que la
ingeniería era otra cosa.
La tentación del reduccionismo de la tarea docente está presente. Aliviar la tensión cognitiva
para que nuestro alumnado aprenda sólo genera acostumbramiento. En palabras de Paulo Freire, se
enseña a depender. Y de esa manera el pensamiento emancipador resulta, aunque parezca una
exageración, una deuda siempre presente.